Una corona de estrellas [Sophia D’Luca]

Las aventuras de Lit, aquellas fueron las primeras palabras cuando pase el umbral de la puerta del pintor, el lugar como hacia muchos meses seguía desolado no sabía porque pero aun tenía la esperanza de que volvería, de que estaba vivo, que el vampiro no le había hecho daño, que volvería a su hogar, aun con la cortina a cuestas me fue tedioso moverme, pero me las arregle para que no se me cayera ni mucho menos la ensuciara, deje caer la cortina en la galería de colores, aquel lugar siempre estaba limpio y así no se mancharía ni ensuciaría de ninguna manera. Camine por el piso buscando un vestido y ropa interior, no tenía mucho pero las que tenia las cuidaba como hueso santo.

Prendí un farol en la habitación principal, donde el pintor y yo dormíamos, y pasábamos noches hablando de tantas cosas que siempre nos faltaban horas, busque en el baúl y el primer vestido que encontré fue el que me había dejado Zarek aquella mañana me sentí cómplice al recuerdo de aquello sin más apuro me vestí, me arregle un poco, cepille mi cabellera y delinee mis ojos cual gata caprichosa que era, a mi perfume le quedaban algunas gotas asique las ocupe el momento era para eso, independiente de lo que hiciéramos quería verme bien, ya no estaría con la cortina y quería dar una buena imagen. Mi vestido era hermoso, se ajustaba a mi cuerpo en la parte superaos y hacia abajo solamente caía con colores sobrios pero que hacían resaltar la forma del mismo, mostrando mi parte salvaje en un vestido, me vi en el espejo que estaba gastado por los años y sonreí de manera picara, realmente me gustaba verme de esa forma, bella.

NO quería hacer esperar a Daniil así que me apresure justo cuando iba saliendo me acorde… ¡Los Zapatos! No me gustaba ocupar, pero no me quedaba otra opción, me puse unos que a mi parecer eran cómodos y baje por las escaleras se escuchaban las zancadas de los zapatos algo molesto pero que a muchas damas les gustaba, llegue a las calles nuevamente y vi al doctor mi corazón se emociono del hecho, un día diferente… una noche diferente… sonreí ampliamente y me acerque a él casi en silencio tenía que admitir que en ese momento me vinieron las vergüenzas que no tuve durante el día – Espero que la espera no haya sido demasiado – una sonrisa casi tímida salió de mis lados y alzando la vista, mirando el rostro de Daniil nuevamente todo desapareció – Ojala la noche sea más larga que el día – añadí mientras me ponía a su lado para que empezáramos con nuestro recorrido, me daba igual donde fuéramos lo que me importaba era que primera vez alguien cuidaba de mi de una forma diferente, como si fuera mi padre o un hermano. Anuar igual lo había hecho pero esta vez no era lo mismo, al doctor recién lo venia conociendo ahora. –Lamento haberme quedado dormida, pero mi cuerpo necesitaba un descanso- trague saliva de manera nerviosa.

Ahora estoy mucho mejor y por favor no te disculpes, el día quedo atrás y es hora de disfrutar – sin previo aviso le tome por el brazo para que camináramos juntos como grandes amigos, como si nos conociéramos de toda una vida – ¿Y a donde me llevaras Daniil? – fue mi última pregunta, ya había hablado mucho y lo suficiente, aun teníamos cosas por hablar aquello se lo dejaría a la noche…

vestido:

Siempre me habían llamado la atención los vampiros, aun antes de saber que ciertas personas lo eran ya tenía esa curiosidad, aunque tenía que admitir que siempre, que me topada con uno mis pelos se erizaban por completo era simplemente una extraña sensación, pero era todo por el instinto animal que habitaba en mi interior. Ese instinto que ahora me traía hasta acá para pasar una velada con un hombre que me había demostrado confianza aun antes de saber mi secreto, algo en mi interior me decía que podía confiar en él ¿Qué era? En realidad no sabía. Pero tenía que admitir que junto a él podía sentir esa protección que muy pocas veces he sentido junto a alguien con su condición.

La noche era un mar de sorpresas y aquello era lo que más me gustaba cuando la soberana oscuridad se hacía presente por las calles de aquella ciudad que tan bella me ofrecía un refugio en los días cuando más lo necesitaba, aún tenía muchas cosas que contarle a Daniil, no sabía cómo empezar aun sabiendo que habíamos conversado gran parte del día, sentía esa necesidad de poder desahogarme junto a el – Gracias – dije algo tímida cuando hizo aquel halago hacia mí, no pude evitar sentir el sonrojo en mis mejillas y una sonrisa tímida apareció en mi rostro. Si, era muy diferente que él me lo dijera a que el pintor, mi trato con Anuar era prácticamente de hermanos, con Daniil era algo así más de adulto ¿extraño? Si muy extraño.

Ante su pregunta no pude más que ponerme a sonreír – Si, si tengo hambre – mi voz salió sin vergüenza ya que el sabia parte de mi historia, lo había escuchado de mis propios labios y aun cuando podría decir que no, no estaba lista para mentir ya que no iba en mí decir aquello - ¿Y tú comerás algo? – pregunte, en realidad solo sabía que comían o mejor dicho bebían sangre pero ¿podrían comer algo más? Quizás con el pasar de la noche sigamos haciendo confesiones o preguntas, era una forma divertida de conocer a una persona tan diferente a mí. Tomada de su brazo camine me gustaba el trato que teníamos ahora, ya que era totalmente diferente al del día, no estábamos ni en su consulta y mucho menos tenía una cortina que me cubriera.

Daniil, cuando llegue a mi hogar – hice una pequeña mueca – Me había llegado un carta… de Zarek… - dije tímidamente, en realidad sabia muchas cosas, pero otras no, además no creía a buenas y primeras las cosas que llegaban a mi oído así que prefería esperar a que el con sus palabras {Zarek} me dijera la verdad. Suspire al pensar en lo que decía la nota, habían pasado meses o semanas… Apreté el brazo de Daniil – Dime, ¿qué te gustaría hacer esta noche? Bueno digo… después de comer – rodee con los ojos no, nos quedaríamos en un solo lugar me gustaba más la idea de caminar, andar por Paris junto a los faroles medianamente prendidos, al aire libre… que quedarme estática en una sola parte. También sabía que con mis primeras palabras vendrían algunas preguntas… pero prefería que él las hiciera antes de ponerme hablar por que sí.

¿Qué era la amistad? Esa pregunta me formulaba en ese momento mientras caminaba a un lado del vampiro que gentil mente me había ayudado, todo ese día, era extraño nunca imagine tener un amigo vampiro y mucho menos una de las mejores personas que había conocido hasta ahora, un día no era suficiente claro que no, el tenía una eternidad y yo tenía una vida por conocerlo ¿sería suficiente? Aquello nunca lo sabría pues las verdaderas amistades se veían con el pasar de los años… Era casi una ensoñación lo que había pensado en ese momento sonreí para mi mientras seguíamos avanzando por calles que me conocía de memoria, por calles que eran mi diario vivir – Quiero… - titubee – Quiero un asado de carne con ensaladas – bien, la carne me gustaba más que nada y conocía un lugar donde la preparaban en su medida justa, no quería hacerle preguntas sobre su alimentación, en realidad si él no lo decía no era conveniente que viniera yo y hablara así nada más, el así como lo veía era el amigo perfecto… algún día, el mismo sería capaz de contarme aquello, sin presiones y ataduras cuando la confianza vaya más allá de las palabras. - Conozco un humilde lugar donde preparan el mejor asado de carne del mundo – claramente estaba exagerando, pero era muy cierto el lugar carecía de lujos, carecía de porcelanas finas y también de un ambiente donde gente distinguida iba, más bien era un rincón para la clase obrera, pero eso no quería decir que fuera mala su comida.

Suspire mientras lo guiaba por algunos callejones medianamente iluminados, conocía cada rincón, sabia en qué lugares se juntaban los vampiros y en qué lugares los Lican concurrían. Me sentía feliz, porque nunca había salido así, nunca me habían invitado a comer, o a pasear o a nada… esa noche era especial porque estaba con una de las pocas personas que me aceptaba tal cual era, mitad humano mitad animal, y eso lo agradecería eternamente. Su pregunta sobre Zarek, aquello me acongojo pero solo levante los hombros de manera casi infantil, no, no quería hablar de eso quizás más tarde… o – Me pidió que lo vaya a visitar a Italia... – dije casi entre dientes, meses… si habían pasado meses de ese único encuentro y volverlo a ver era lo que había estado esperando por todo ese tiempo y ahora que sabía dónde ir, sentía que todo de alguna forma cambiaria. Trague saliva algo nerviosa pero buscando un sentido a mis pensamientos, solo encontré el amor.

Daniil, ¿Qué tan ágil es un vampiro?, ¿puedes escalar paredes? Correr a grandes velocidades… - si quería ver Paris a mi lado seria a mi manera, una manera un poco inusual pero la mejor – Después de la cena, conocerás Paris o mejor dicho mi forma de ver esta ciudad – le guiñe un ojo de manera divertida mientras un farol apagado nos advertía que estábamos cerca, mi ropa era algo elegante y la de Daniil igual, así que tenía que hacer algo al respecto. – ¿Me esperas aquí? Tengo algo que hacer y… no creo que sea bueno tu compañía… volveré – sonreí y me adentre a un estrecho callejón donde solo cabían dos personas caminando unos cuantos metros más y estaba la puerta de servicio, abrí y me adentre a ella.

En el lugar, la cocina busque a la cocinera y dueña del POZO así se llamaba ese lugar, hable con ella y le explique, gracias a Dios todos me consideraban una persona bastante humilde y sincera así que como favor pedí algo especial, algo que solo yo y Daniil compartiríamos… Regrese casi corriendo hasta donde había dejado al Doctor y con una sonrisa amplia – Espero estés listo – claramente teníamos que ir a la azotea de aquel lugar, donde ya antes había cenado en soledad solo que ahora lo haría en compañía - ¿Me sigues? – sonreí y quitándome los zapatos y arrojándolos cerca de un bote de basura, con algo de fuerzas di un salto y me encarame en una salida de un ladrillo, luego comencé a escalar con algo de rapidez, nunca me costaba tanto, pero esa noche no quería dañar ese vestido, así que subí siete metros en total, pasando por ventanas, balcones hasta llegar a la azotea. En el lugar había una mesa cubierta con un mantel blanco dos sillas y dos puestos para cenar. Me quede observando el lugar, esperando que Daniil, hubiera logrado la escalada, me quede en silencio.

Lo poco que sabía sobre vampiros era suficiente como para saber que Daniil iba a escalar sin dificultad alguna aquellas murallas que con relieves al menos a mi me facilitaban el paso, no era ni la primera y claramente no sería la última en hacer aquello, iba en mi naturaleza siendo gato claro era mucho mas ágil pero aun cuando estaba como humana, la flexibilidad y agilidad eran notorias, había aprendido a centrar mi peso y mi fuerza en ciertas partes de mi cuerpo, tal cual lo hace un felino.

Y ahí estábamos sobre los techos de aquella ciudad que parecía estar dormida mas algunos sectores estaban en total oscuridad otros estaban iluminados con los faroles que daban un reflejo bellísimo de aquella noche. El otoño precisamente era mi estación preferida, era la combinación entre el frio y el calor, la primera vez que había estado en ese lugar me quede horas observando desde aquella ubicación entre los callejones de Paris se podía ver en la lejanía la catedral de Paris, con sus grandes torres y gárgolas que yacían sobre ella, por otro lado también podía apreciarse el palacio Royal que sobre salía por el sector este de nuestra ubicación y en la lejanía se escuchaba el rio Sena que hacía que todo estuviera envuelto en un ambiente de misterio y oscuridad, y el cielo tan oscuro que nos ofrecía un manto estrellado que era único, algo que sorprendía cuando le prestabas atención, el millar de estrellas brillaban haciéndonos compañía. Estuve en silencio un largo rato, pero era necesario, no hacía falta grandes presentaciones para algo que se imponía solo – Este, es mi lugar favorito de Paris – dije como si él me lo hubiera preguntado pero en realidad no hacía falta, lo había dicho por que era un lugar que pocos sabían que existía nadie más que los limpiadores de chimenea conocían estos espectáculos pero aun así, estaba segura que no sabían cómo se veía de noche. Suspire notoriamente y me gire para ver a Daniil con una amplia sonrisa en mi rostro.

Pediste conocer Paris… Mi forma de ver esta ciudad está muy alejada de cualquier humano común – reí casi tímidamente cuando fuimos interrumpidos por la dueña de aquel lugar, su rostro fue muy gracioso, quizás esperaba que estuviera con alguien más joven o tal vez se le paso por la cabeza que sería una velada romántica, pero esto estaba lejos de ser aquello, Daniil en un día me había cuidado alimentado y escuchado, así era como crecían las grandes amistades. Le guiñe el ojo a la señora que traía un mantel blanco y unos cubiertos, preparo una improvisada mesa que yo misma había hecho para mis días de soledad, deje a ella hacer su trabajo y me dirigí al doctor – Las cosas más simple son lo que siempre nos sorprende – levante los hombros de forma simple y cuando la señora se fue en busca de mi asado de carne lo guie hasta la mesa – Paris tiene demasiados lugares que nadie conoce, es un laberinto donde no hay salida – apoye mis codo en la mesa para sostener mi rostro con mis manos y mirando a Daniil con un deje de curiosidad entrecerré los ojos - ¿Te gusta esta ciudad? – llegue y pregunte sin preámbulos sin nada, era una pregunta muy simple, su respuesta podría ser sí o no, pero detrás de todo lo que decía Daniil había cosas que uno nunca se esperaba.

Volvimos hacer interrumpidos y el aroma a la carne recién salida del horno despertó mis sentidos, haciendo agua mi boca, ahora venia una jovencita trayéndonos los platos, sabía que Daniil no comería, pero para guardar las apariencias el asado fue puesto en el centro de la mesa junto con un centenar de verduras frescas a su alrededor, mire al vampiro – Pedí vino, espero te guste – quizás no era el vino mas costoso de la ciudad pero para mi paladar era tan dulce que se podía tomar. La jovencita sirvió vino en dos copas y luego se retiro. Levante la copa haciendo ademan para que brindemos – Por una larga amistad – le guiñe el ojo y choque mi copa con la ajena. Como había dicho antes, las cosas más simples era las que nos dejaban los mayores regalos y esta amistad que comenzó de manera particular duraría y daría mi vida por que así fuera.

La simplicidad de la vida es la que más frutos trae, si de eso estaba más que segura, mi vida se basaba en aquello no vivía de lujos, no vivía en grandes lugares pero mis ojos habían visto más que cualquiera en esta ciudad, conocía cada rincón como la palma de mi mano y aquella eran las riquezas que deseaba atesorar por el resto de mi vida, momentos como el que estaba viviendo ahora, o como el que tuve en el día, donde habría mi corazón a una persona extraña que se había ganado mi confianza de manera inusual. Tenía que admitir que mis caprichos me habían traído hasta a su lado, si no fuera por la leche quizás nunca hubiéramos estado así como ahora lo estábamos. Relaje mis hombros al tiempo que el asentía junto a mí con la copa de vino. Bebí un poco de vino que tenía ese sabor tan dulce que hacía que prácticamente mi boca se hiciera agua. Me dedique a disfrutar el sabor de aquel vino color tinto, tome el tenedor y cuchillo cortando la carne para llevármela a la boca – mmmmhhhh- volví a cerrar los ojos de manera suave – Definitivamente es la mejor carne de Paris – añadí con una sonrisa amplia en mi rostro.

A vece pienso, que los humanos no aprecian lo que tienen a su alrededor… hace un tiempo cerca del rio encontré un pequeño claro que parece de ensueño – dije casi reviviendo el momento en cómo había llegado hasta ahí, había un césped que cubría todo el lugar con algunas flores donde en las aguas se podían apreciar los reflejos de las luces nocturnas, mastique y trague mientras me daba el gusto de disfrutas ahora de las verduras que acompañaban esa carne – Te llevare a ese lugar – dije como si él fuera mi cómplice de alguna maldad que haríamos próximamente - ¿alguna vez has visto a Notre Dame desde las alturas de las gárgolas? – levante una ceja, en realidad yo había llegado ahí escapando un día los primeros en Paris, había encontrado refugio en las alturas de esa catedral y me había enamorado de su vista, y ahora que pensaba… siempre las mejores vistas estaban en las alturas. Sonreí acordándome como cruce el rio, como había hecho toda esa Azaña para escapar de unos tipos que querían algo más de mí.

Seguí comiendo y bebiendo vino, al momento que lo hacía sentía como mi cuerpo se revitalizaba eso de no comer en mucho tiempo me había jugado en más de una ocasión un mal rato. Comía rápido porque tenía hambre… o simplemente por costumbre, pero a medida que comía trataba de saborear, degustar y… aprovechar aquel momento – Es extraño que este comiendo yo sola – levante mis hombros de manera inocente en realidad siempre había compartido mi palto de comida ya sea con otro par o con el pintor. Me quede en silencio mientras seguía comiendo, de manera lenta. Bebí un poco más de vino para no atragantarme en realidad no supe cuantos minutos pasaron… si fueron segundos… horas… minutos… aquello no importaba mi plato estaba ya sin carne y una sonrisa traviesa se posó en mis labios – En realidad tenía hambre – bromee de manera sutil y deje mis cubiertos a un lado y apoyando mis codos en la mesa, dejando descansar mi cabeza en mis manos quede mirando al vampiro - ¿cada cuánto tiempo te alimentas? – eran preguntas fuertes de un índole de confianza que no sabía si aún existía, pero era curiosa no podía ir en contra de algo que me causaba un hormigueo en mi estómago y en mi cabeza a la vez.