AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
2 participantes
Página 1 de 1.
La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
Era una tarde como otra cualquiera. El cielo amenazaba a lluvia, el aire, quizá para muchos un tanto desagradable, jugueteaba con las hojas que ya empezaban a caer de los árboles. En las calles se respiraba ya el deseo de llevar ropas abrigadas, se respiraba la frustración por haberse abrigado más de la cuenta, en todo caso, se respiraba el otoño que bañaba las calles de París, dándoles un especial color rojizo.
Bethlem, cargado con unas cuantas hojas de pentagramas y una pluma, trataba de empaparse de aquella sensación que proporcionaba el otoño, por eso se había decidido aquella tarde a adentrarse en los bosques de París, con la esperanza de encontrar aquella inspiración que tanto buscaba.
Durante largo rato paseó, haciendo crujir las hojas que ya no habían aguantado más en las ramas los árboles. Aquel era un sonido que le agradaba, y de algún modo le hacía relajarse por alguna razón que en realidad no comprendía. A sus oídos llegaban también otros sonidos, todos ellos bien recibidos, como el canto de los pájaros que estaban a punto de emigrar, las patas de las ardillas escalando a sus madrigueras, las pisadas tímidas de otros animales que trataban de pasar desapercibidos... Había una gran cantidad de sonidos en los que fijarse, y que en muchos casos podrían considerarse como una distracción, pero esto era precisamente lo que facilitaba a Bethlem su tarea, tener tantas distracciones le obligaba a encerrarse en sí mismo para poder crear.
Buscó algún lugar en el que se sintiese cómodo, quizá durante demasiado tiempo, pero era exigente: no quería estar demasiado a gusto, puesto que de esta manera podía ser más propenso a distraerse, pero al mismo tiempo no quería que fuese lo contrario, puesto que no querría quedarse y se vería obligado a buscar otro lugar.
Tras un buen rato sopesando sus posibilidades, pareció encontrar el lugar idóneo. Enfrente de él descansaba un tronco caído que podría usar como asiento y desde el que tan sólo podía ver más árboles y un pequeño claro, provocado probablemente por la caída del pesado tronco.-Es perfecto.- Se dijo Bethlem con una gran sonrisa dibujada en sus labios.
De un pequeño salto se sentó sobre el tronco, y en perfecto equilibro cruzó las piernas sobre sí buscando poder apoyar el papel sobre las mismas. Cerró los ojos durante unos instantes, llenando sus pulmones de aire puro. Poco a poco iban llegando a su cabeza algunas ideas, pero ninguna acababa de convencerle, le recordaban mucho a otras obras que había escuchado, o que ya había escrito él mismo.
Poco a poco, fue tomando forma una idea en su cabeza, la cual no pudo evitar tararear varias veces, esperando hacerse con ella "Cuando una idea te parece adecuada debes interiorizarla cantando" recordó la voz de su maestro. Después de repetírsela unas cuantas veces se decidió a escribirla, por lo que sacó un tintero de uno de los bolsillos de la chaqueta, abriéndolo y posándolo con cuidado sobre el tronco del árbol y entintó la pluma para escribir. Una vez quedó plasmada la melodía en el papel Bethlem la observó, y se dispuso a decidir cuál era la versatilidad de su creación y para qué instrumentos podría utilizarla. Finalmente decidió que con toda seguridad aquel material sería perfecto para realizar un cuarteto de cuerdas, poco a poco una estructura sólida se iba formando en su cabeza.
Tomando de nuevo aire, se dispuso a desarrollar esa melodía con toda la concentración que necesitaba, olvidándose por completo de todo lo que le rodeaba en aquellos instantes, dejando a la música hablar por si misma, y crecer bajo el poder de aquella pluma.
Bethlem, cargado con unas cuantas hojas de pentagramas y una pluma, trataba de empaparse de aquella sensación que proporcionaba el otoño, por eso se había decidido aquella tarde a adentrarse en los bosques de París, con la esperanza de encontrar aquella inspiración que tanto buscaba.
Durante largo rato paseó, haciendo crujir las hojas que ya no habían aguantado más en las ramas los árboles. Aquel era un sonido que le agradaba, y de algún modo le hacía relajarse por alguna razón que en realidad no comprendía. A sus oídos llegaban también otros sonidos, todos ellos bien recibidos, como el canto de los pájaros que estaban a punto de emigrar, las patas de las ardillas escalando a sus madrigueras, las pisadas tímidas de otros animales que trataban de pasar desapercibidos... Había una gran cantidad de sonidos en los que fijarse, y que en muchos casos podrían considerarse como una distracción, pero esto era precisamente lo que facilitaba a Bethlem su tarea, tener tantas distracciones le obligaba a encerrarse en sí mismo para poder crear.
Buscó algún lugar en el que se sintiese cómodo, quizá durante demasiado tiempo, pero era exigente: no quería estar demasiado a gusto, puesto que de esta manera podía ser más propenso a distraerse, pero al mismo tiempo no quería que fuese lo contrario, puesto que no querría quedarse y se vería obligado a buscar otro lugar.
Tras un buen rato sopesando sus posibilidades, pareció encontrar el lugar idóneo. Enfrente de él descansaba un tronco caído que podría usar como asiento y desde el que tan sólo podía ver más árboles y un pequeño claro, provocado probablemente por la caída del pesado tronco.-Es perfecto.- Se dijo Bethlem con una gran sonrisa dibujada en sus labios.
De un pequeño salto se sentó sobre el tronco, y en perfecto equilibro cruzó las piernas sobre sí buscando poder apoyar el papel sobre las mismas. Cerró los ojos durante unos instantes, llenando sus pulmones de aire puro. Poco a poco iban llegando a su cabeza algunas ideas, pero ninguna acababa de convencerle, le recordaban mucho a otras obras que había escuchado, o que ya había escrito él mismo.
Poco a poco, fue tomando forma una idea en su cabeza, la cual no pudo evitar tararear varias veces, esperando hacerse con ella "Cuando una idea te parece adecuada debes interiorizarla cantando" recordó la voz de su maestro. Después de repetírsela unas cuantas veces se decidió a escribirla, por lo que sacó un tintero de uno de los bolsillos de la chaqueta, abriéndolo y posándolo con cuidado sobre el tronco del árbol y entintó la pluma para escribir. Una vez quedó plasmada la melodía en el papel Bethlem la observó, y se dispuso a decidir cuál era la versatilidad de su creación y para qué instrumentos podría utilizarla. Finalmente decidió que con toda seguridad aquel material sería perfecto para realizar un cuarteto de cuerdas, poco a poco una estructura sólida se iba formando en su cabeza.
Tomando de nuevo aire, se dispuso a desarrollar esa melodía con toda la concentración que necesitaba, olvidándose por completo de todo lo que le rodeaba en aquellos instantes, dejando a la música hablar por si misma, y crecer bajo el poder de aquella pluma.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
… Y verse ahí, descendiendo, despacio, casi como si fuese una prolongación del mismo árbol que le sostenía, era casi un poema, o una comedia de las más simples, de esas que no amerita más de cinco minutos para entender de qué iba la trama…Instalada en un rincón oscuro del follaje, salía de su estática forma para estrecharse en lo que sería un humano.
¿Cómo terminó ahí? Complejo, mas no prolongado.
Nostalgia era la palabra precisa para dilucidar. Cuando se deja una ciudad por otra, particularmente hoy, que todos los grandes centros se parecen, apenas se percibe el aislamiento en que nos encontramos, antojándosenos, al ver la identidad de los edificios, los trajes y las costumbres, que al volver la primera esquina vamos a hallar la casa a que concurríamos, las personas que estimábamos, las gentes a quienes teníamos costumbre de ver y hallar de continuo. Algo así le rondaba en la cabeza a Nurmi. Difícilmente podría haberme deshecho de ello. Incluso en la más mínima acción, se enredaba el recuerdo: beber una taza de té, no era lo mismo. ¿Por qué añorar el frío irlandés?
El día antes de darse una licencia fuera de la urbe, Malina degustaba de aquel brebaje, aburrida ya del insípido sabor que le ofrecían las hojas imbuidas en agua caliente y el azúcar. Observaba detenidamente el leño de la chimenea consumirse, aún en el oído el crepitar de la misma – Ah, maldita melancolía- repetía para sí, moviendo la taza de un lado a otro. Cuando la nostalgia le atacaba, no era de las enemigas más condescendientes. El recuerdo perenne de Jukka e Ingria riéndose de ella al verla en este estado tan, paupérrimo: derrotada por la incertidumbre y los recuerdos. La inspiración se le había esfumado en ese momento, tenía la pluma, la hoja, la tinta escurriendo incluso por sus despreocupados dedos. Y no, no brotaba absolutamente nada.
Caía la lluvia azotándose contra el vidrio. Mientras más fuerte era el golpe de las gotas, más era la ira que le apabulla, cegada por la propia incomodidad, la noche iba acaeciendo por París, devorándolo todo cual manada. Una imagen digna de conservarse en la memoria. Y con ello también resaltan los colmillos blanquecinos y delicados de su boca “hambre”, de inmediato asoció “¿qué mejor manera de desligarte de los recuerdos que comiendo? Ahí es cuando olvidas todo tipo de protocolo y te avocas al arte de comer” dijo, en un tono lisongero. Nuevamente le atañen las costumbres “¿comeré comida normal, o “normal”?” Apoyó su frente contra la ventana, buscando una manera de encausar las ideas: podría haberlo hecho fácil, tomar un par de cubiertos y buscar en la despensa algún confite. O también darle uso a aquella dentadura, “a veces puedo ser tan innecesariamente complicada…”
Tomó el abrigo, un paraguas y aprovechó la oscuridad para escabullirse de la urbe hacia el bosque. El temeroso respeto de los humanos hacia la noche no hacía más que traerle a la mente las irreverentes limpiezas, los histriónicos diálogos, las largas noches de juerga con esos dos criados suyos. Esa sí que era una noche melancólica y no había nada más que hacer. A medida que abandonaba la civilización y sus escasas luces, su cuerpo cedía ante las vicisitudes noctámbulas y sus ciclos de luz: del cabello rojo no quedaba nada, pero sí aparecía una silueta pequeña, seseante y negruzca que danzaba entre los adoquines de las calles, compartiendo las esquinas con el agua que mojaba las paredes.
La metamorfosis de la que se valió para llegar hasta allá, hicieron que convergieran las escenas y las época tan distintas, que hizo que los ligeros rasgos de los que ella recordaba dejaran de doler, trazando con escamas una ruta más avezada, una más prístina. El motivo principal por el que vino hasta acá.
“Qué triste es venir a tierras lejanas y no tener a nadie con quien entablar un mísero saludo”. Aquel motivo le retenía, le aturdía, incluso le hacía avanzar casi confusa entre las hojas secas: ya había perdido noción de las horas y no, el frío no fue impedimento para continuar avanzando. Y ahí fue cuando le vio… Tal vez empatizó con su deambular tan perezoso como el suyo, o lo más poderoso fue ver esas hojas tan blancas como las suyas, las mismas que estaban en el estudio y que derrochaban manchas de tinta por doquier “¿Toda la noche dando vueltas?” deliberó con sorna hacia sí misma, subiendo al árbol. A pesar de todas las dudas, su conciencia estaba dominada también por una necesidad natural de alimentarse. Nuevamente se preguntó “¿toda la noche dando vueltas?” esta vez, fijando su mirada reptil sobre un lagarto…
Y ahora que se ubicaba en el cúlmine de la curiosidad, luego de haber degustado una dieta poco apta para una damisela de piernas largas, podía darse la licencia de averiguar qué hacía aquel ente allí… - Ah, pero si no hueles a humano - de pronto, su voz no pudo contenerse y exclamó en presencia suya...
¿Cómo terminó ahí? Complejo, mas no prolongado.
Nostalgia era la palabra precisa para dilucidar. Cuando se deja una ciudad por otra, particularmente hoy, que todos los grandes centros se parecen, apenas se percibe el aislamiento en que nos encontramos, antojándosenos, al ver la identidad de los edificios, los trajes y las costumbres, que al volver la primera esquina vamos a hallar la casa a que concurríamos, las personas que estimábamos, las gentes a quienes teníamos costumbre de ver y hallar de continuo. Algo así le rondaba en la cabeza a Nurmi. Difícilmente podría haberme deshecho de ello. Incluso en la más mínima acción, se enredaba el recuerdo: beber una taza de té, no era lo mismo. ¿Por qué añorar el frío irlandés?
El día antes de darse una licencia fuera de la urbe, Malina degustaba de aquel brebaje, aburrida ya del insípido sabor que le ofrecían las hojas imbuidas en agua caliente y el azúcar. Observaba detenidamente el leño de la chimenea consumirse, aún en el oído el crepitar de la misma – Ah, maldita melancolía- repetía para sí, moviendo la taza de un lado a otro. Cuando la nostalgia le atacaba, no era de las enemigas más condescendientes. El recuerdo perenne de Jukka e Ingria riéndose de ella al verla en este estado tan, paupérrimo: derrotada por la incertidumbre y los recuerdos. La inspiración se le había esfumado en ese momento, tenía la pluma, la hoja, la tinta escurriendo incluso por sus despreocupados dedos. Y no, no brotaba absolutamente nada.
Caía la lluvia azotándose contra el vidrio. Mientras más fuerte era el golpe de las gotas, más era la ira que le apabulla, cegada por la propia incomodidad, la noche iba acaeciendo por París, devorándolo todo cual manada. Una imagen digna de conservarse en la memoria. Y con ello también resaltan los colmillos blanquecinos y delicados de su boca “hambre”, de inmediato asoció “¿qué mejor manera de desligarte de los recuerdos que comiendo? Ahí es cuando olvidas todo tipo de protocolo y te avocas al arte de comer” dijo, en un tono lisongero. Nuevamente le atañen las costumbres “¿comeré comida normal, o “normal”?” Apoyó su frente contra la ventana, buscando una manera de encausar las ideas: podría haberlo hecho fácil, tomar un par de cubiertos y buscar en la despensa algún confite. O también darle uso a aquella dentadura, “a veces puedo ser tan innecesariamente complicada…”
Tomó el abrigo, un paraguas y aprovechó la oscuridad para escabullirse de la urbe hacia el bosque. El temeroso respeto de los humanos hacia la noche no hacía más que traerle a la mente las irreverentes limpiezas, los histriónicos diálogos, las largas noches de juerga con esos dos criados suyos. Esa sí que era una noche melancólica y no había nada más que hacer. A medida que abandonaba la civilización y sus escasas luces, su cuerpo cedía ante las vicisitudes noctámbulas y sus ciclos de luz: del cabello rojo no quedaba nada, pero sí aparecía una silueta pequeña, seseante y negruzca que danzaba entre los adoquines de las calles, compartiendo las esquinas con el agua que mojaba las paredes.
La metamorfosis de la que se valió para llegar hasta allá, hicieron que convergieran las escenas y las época tan distintas, que hizo que los ligeros rasgos de los que ella recordaba dejaran de doler, trazando con escamas una ruta más avezada, una más prístina. El motivo principal por el que vino hasta acá.
“Qué triste es venir a tierras lejanas y no tener a nadie con quien entablar un mísero saludo”. Aquel motivo le retenía, le aturdía, incluso le hacía avanzar casi confusa entre las hojas secas: ya había perdido noción de las horas y no, el frío no fue impedimento para continuar avanzando. Y ahí fue cuando le vio… Tal vez empatizó con su deambular tan perezoso como el suyo, o lo más poderoso fue ver esas hojas tan blancas como las suyas, las mismas que estaban en el estudio y que derrochaban manchas de tinta por doquier “¿Toda la noche dando vueltas?” deliberó con sorna hacia sí misma, subiendo al árbol. A pesar de todas las dudas, su conciencia estaba dominada también por una necesidad natural de alimentarse. Nuevamente se preguntó “¿toda la noche dando vueltas?” esta vez, fijando su mirada reptil sobre un lagarto…
Y ahora que se ubicaba en el cúlmine de la curiosidad, luego de haber degustado una dieta poco apta para una damisela de piernas largas, podía darse la licencia de averiguar qué hacía aquel ente allí… - Ah, pero si no hueles a humano - de pronto, su voz no pudo contenerse y exclamó en presencia suya...
- Off:
- Mil perdones por la demora. Estoy en período de exámenes :c y de resultados de tesis u-u dispensa mi demora por favor.
También dispensa lo mala de mi respuesta u_u la iré mejorando paulatinamente.
Última edición por Malina Nurmi el Mar Jun 23, 2015 9:44 pm, editado 1 vez
Malina Nurmi- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 17/03/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
Bethlem no sabía las horas que llevaba allí, en aquel tronco escribiendo lo que podría ser su próxima obra... O quizá en unos días lo revisase y lo desechase con la rabia de alguien que ha invertido su tiempo en algo que al final no merece la pena. El joven ojeó aquellas hojas escritas con detenimiento, tratando de hacerse una idea de si aquello le iba a ser útil o no. Miró al cielo, y descubrió que la noche estaba ya casi encima de él, quizá iba siendo hora de recoger.
En ello estaba cuando una voz le sacó de si mismo "Ah, pero si no hueles a humano." El joven miró para todas partes, pero no logró ver a nadie a nadie, si que podía percibir un aroma no humano, el cual no acababa de reconocer. No era ni un vampiro ni un licántropo, eso lo tenía claro- Y yo que trato de cuidar mi higiene personal... ¿Tan mal huelo?-Exclamó en voz alta hacia la nada en respuesta con un aire bromista, aunque también con la intención de hacer hablar a aquella voz de nuevo por si así podía localizar dónde estaba.
Con aire distraído empezó a recoger sus cosas, con cuidado cerró el tintero, y con un pañuelo que llevaba siempre en el bolsillo limpió la pluma. Hábilmente hizo un saquito con ese mismo pañuelo en el que guardó la pluma y el tintero, y suavemente dobló las páginas para guardarlas también en el bolsillo, junto con la bolsita que se acababa de fabricar.
Una vez hubo recogido las cosas se levantó del tronco, sentía las piernas entumecidas por todo el tiempo que había pasado allí... Sentía todo su cuerpo entumecido en general, por lo que empezó a estirarse entero haciendo crujir sus articulaciones - ¿Me vas a dejar verte o voy a tener que buscarte?.-Preguntó. Generalmente se habría dirigido a cualquier desconocido en tercera persona, pero puesto que aquella persona había decidido tutearle, él se iba a tomar la misma libertad... Mejor, así se ahorraba tener que andarse con normas de comportamiento estúpidas e inútiles.
En ello estaba cuando una voz le sacó de si mismo "Ah, pero si no hueles a humano." El joven miró para todas partes, pero no logró ver a nadie a nadie, si que podía percibir un aroma no humano, el cual no acababa de reconocer. No era ni un vampiro ni un licántropo, eso lo tenía claro- Y yo que trato de cuidar mi higiene personal... ¿Tan mal huelo?-Exclamó en voz alta hacia la nada en respuesta con un aire bromista, aunque también con la intención de hacer hablar a aquella voz de nuevo por si así podía localizar dónde estaba.
Con aire distraído empezó a recoger sus cosas, con cuidado cerró el tintero, y con un pañuelo que llevaba siempre en el bolsillo limpió la pluma. Hábilmente hizo un saquito con ese mismo pañuelo en el que guardó la pluma y el tintero, y suavemente dobló las páginas para guardarlas también en el bolsillo, junto con la bolsita que se acababa de fabricar.
Una vez hubo recogido las cosas se levantó del tronco, sentía las piernas entumecidas por todo el tiempo que había pasado allí... Sentía todo su cuerpo entumecido en general, por lo que empezó a estirarse entero haciendo crujir sus articulaciones - ¿Me vas a dejar verte o voy a tener que buscarte?.-Preguntó. Generalmente se habría dirigido a cualquier desconocido en tercera persona, pero puesto que aquella persona había decidido tutearle, él se iba a tomar la misma libertad... Mejor, así se ahorraba tener que andarse con normas de comportamiento estúpidas e inútiles.
- Off:
- Tranquila, no te preocupes, yo también voy a estar de exámenes pronto y todo será un desastre. Lo siento si ha quedado un poco corto, últimamente estoy poco inspirada no se por qué ;-;.
Un abrazo!, tu tómate la calma que haga falta :3, mientras no se quede abandonado el tema es bien.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
Considérese soberbia de su parte, pero Malina, no tuvo intenciones de moverse: camuflada con la corteza se limitó a permanecer estática, como una profusa rama del árbol, escuchando las preguntas proferidas al aire. El tiempo se había estancado en aquel sitio, y el aroma a hojas húmedas mezclado con las frescas era embriagador. Nurmi, contemplando absorta; las malas compañías y los sitios impropios, a los que solían llevar Jukka e Ingria a la mujer le habían hecho contemplar las cosas con más naturalidad, lejos del pomposo encanto aristocrático. Eso lo hacía divertido.
Tomando corrección de su primera intromisión guardó silencio y descendió un poco más. Si se miraba detenidamente, sí que parecía un humano. Incluso su aire distraído te hacía dudar de la primera impresión que daba. Pero los animales no se equivocan. O al menos Jukka, sostenía firmemente ello, cuando iban de paseo por el centro de la ciudad.
Es usted muy gracioso- soltó en un tono bajo el ofidio, quien ahora estaba rozando el suelo con sus escamas. Si hubiera estado de pie, no hubiera escatimado recato en esconder la risa con sus manos, mas en este estado, solo se limitaba a responder y reptar, ahora conjugando su lánguido cuerpo con las hojas. Mientras el joven recogía sus pertenencias, Malina se reservó sus comentarios y nuevamente reptó, esta vez cerca de las hojas, esperando. A modo de respuesta, y, entendiendo en la falta que había incurrido, Nurmi, avanzó, para quedar cerca del joven increpándole “directamente” – No creo sea necesario me busque. Podría agudizar un poco más el oído y aprender a “mirar” – adoptando un tono más condescendiente y frío. En ese momento Nurmi estaba poseída de una extraña sensación: como si el animal que era, se hubiese apoderado de su criterio y comenzara a instar al otro a mostrarse tal cual era.
“A veces yo misma me asusto de lo atrevida que soy”, pensaba con sorna para sí , abriendo sus ojos negruzcos de par en par, y batiendo la lengua bífida, para asegurarse- ¿Qué eres? No te me haces familiar - volvió a inquirir, con un claro acento de duda en su cuestionamiento. Se tomó la libertad de alzar su cabeza, dejando ver así su estirado cuerpo - Hasta ahora no había percibido un aroma parecido. Quizás deba salir de casa más seguido - se dijo en voz alta, sonriendo para sus adentros, guardándose una que otra palabra amable.
Tomando corrección de su primera intromisión guardó silencio y descendió un poco más. Si se miraba detenidamente, sí que parecía un humano. Incluso su aire distraído te hacía dudar de la primera impresión que daba. Pero los animales no se equivocan. O al menos Jukka, sostenía firmemente ello, cuando iban de paseo por el centro de la ciudad.
Es usted muy gracioso- soltó en un tono bajo el ofidio, quien ahora estaba rozando el suelo con sus escamas. Si hubiera estado de pie, no hubiera escatimado recato en esconder la risa con sus manos, mas en este estado, solo se limitaba a responder y reptar, ahora conjugando su lánguido cuerpo con las hojas. Mientras el joven recogía sus pertenencias, Malina se reservó sus comentarios y nuevamente reptó, esta vez cerca de las hojas, esperando. A modo de respuesta, y, entendiendo en la falta que había incurrido, Nurmi, avanzó, para quedar cerca del joven increpándole “directamente” – No creo sea necesario me busque. Podría agudizar un poco más el oído y aprender a “mirar” – adoptando un tono más condescendiente y frío. En ese momento Nurmi estaba poseída de una extraña sensación: como si el animal que era, se hubiese apoderado de su criterio y comenzara a instar al otro a mostrarse tal cual era.
“A veces yo misma me asusto de lo atrevida que soy”, pensaba con sorna para sí , abriendo sus ojos negruzcos de par en par, y batiendo la lengua bífida, para asegurarse- ¿Qué eres? No te me haces familiar - volvió a inquirir, con un claro acento de duda en su cuestionamiento. Se tomó la libertad de alzar su cabeza, dejando ver así su estirado cuerpo - Hasta ahora no había percibido un aroma parecido. Quizás deba salir de casa más seguido - se dijo en voz alta, sonriendo para sus adentros, guardándose una que otra palabra amable.
- Spoiler:
Sé que no es de lo mejor pero ya me daba vergüenza pasar y no poder responder el tema u-u
Última edición por Malina Nurmi el Mar Jun 23, 2015 9:46 pm, editado 1 vez
Malina Nurmi- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 17/03/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
-Me han llamado gracioso otras veces.-Dijo el chico pensando en voz alta con aire distraído, era cierto, siempre había mostrado sus sentido del humor frente al resto. La voz habló de nuevo, esta vez más cerca. Bethlem miró hacia el lugar del que venía, y se sorprendió al ver al animalillo que asomaba la cabeza entre las hojas. Al parecer se encontraba ante un cambiante, le habían hablado de ellos en otras ocasiones, pero nunca había conocido a uno.-¿Así que eres tú?.-Dijo con un aire de curiosidad. Se acercó relajado hacia la sierpe, dejando una distancia prudencial entre ambos, no quería sustos.
-Soy un hombre lobo.-Respondió el joven a la pregunta, al fin y al cabo no tenía ningún sentido ocultarlo. De pronto una duda asaltó a su mente, aquella persona estaba siendo consciente de lo que hacía ¿no? Al menos eso parecía. El joven ladeó la cabeza con curiosidad, en un gesto similar al de un canino cuando escucha o ve algo que le llama la atención.- ¿Puedes controlar todo lo que haces?.-Preguntó dejando ver su extrañeza.-Me transformaría para mostrártelo, pero no puedo asegurar que el lobito se porte bien si lo hago.-Dijo con sinceridad, nunca era capaz de recordar qué era lo que ocurría cuando se transformaba. El lobo acababa con el hombre que había en él, o por lo menos lo arrastraba a un profundo letargo, y eso era algo que al joven le preocupaba mucho.-¿Cómo lo haces?.-Preguntó ahora, empezaba a venirse arriba con las preguntas, y sintió que debía parar, después de todo no conocía a aquel ser, y tenía entendido que muchas serpientes eran venenosas, ¿le afectaría a él el veneno de una serpiente?, sabía que las enfermedades no, pero una mordedura de serpiente... No tenía ni la más remota idea.
Bethlem optó por dejarse caer en el suelo, aquel animalillo le causaba un gran interés, y no quería irse del lugar sin saber más.- Me llamo Bethlem, Bethlem Galianno.-Se presentó observando al animal con toda su atención, no por miedo a que pudiese hacerle algo, que quizá también, si no porque su forma sinuosa de moverse era prácticamente hipnótica.
-Soy un hombre lobo.-Respondió el joven a la pregunta, al fin y al cabo no tenía ningún sentido ocultarlo. De pronto una duda asaltó a su mente, aquella persona estaba siendo consciente de lo que hacía ¿no? Al menos eso parecía. El joven ladeó la cabeza con curiosidad, en un gesto similar al de un canino cuando escucha o ve algo que le llama la atención.- ¿Puedes controlar todo lo que haces?.-Preguntó dejando ver su extrañeza.-Me transformaría para mostrártelo, pero no puedo asegurar que el lobito se porte bien si lo hago.-Dijo con sinceridad, nunca era capaz de recordar qué era lo que ocurría cuando se transformaba. El lobo acababa con el hombre que había en él, o por lo menos lo arrastraba a un profundo letargo, y eso era algo que al joven le preocupaba mucho.-¿Cómo lo haces?.-Preguntó ahora, empezaba a venirse arriba con las preguntas, y sintió que debía parar, después de todo no conocía a aquel ser, y tenía entendido que muchas serpientes eran venenosas, ¿le afectaría a él el veneno de una serpiente?, sabía que las enfermedades no, pero una mordedura de serpiente... No tenía ni la más remota idea.
Bethlem optó por dejarse caer en el suelo, aquel animalillo le causaba un gran interés, y no quería irse del lugar sin saber más.- Me llamo Bethlem, Bethlem Galianno.-Se presentó observando al animal con toda su atención, no por miedo a que pudiese hacerle algo, que quizá también, si no porque su forma sinuosa de moverse era prácticamente hipnótica.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
Malina asintió con ímpetu, moviendo la cabeza – imagino que no sería la primera quien le hiciera notar ello. Aunque con esto, desprendemos que usted no se caracteriza por gozar de ese escuálido sentido del humor francés, ¿no? – inquirió con sorna. Se le despejó el cansancio, acelerando la contorsión de su lánguido cuerpo, vislumbrando con orgullo los patrones simétricos de sus escamas – Claro que soy yo –contestó, confundida – No hueles a nadie más cerca ¿o sí? – dijo a modo de respuesta, apelando a los sentidos y percepciones contrarios. Cada vez más rápido, iba armando conjeturas. Al final, dedujo para sí que el sujeto que tenía en frente era menos proclive a guardarse las cosas, como lo iba comprobando a medida que le oía, y ella en cambio, no tenía nada de eso, “salvo en algunas ocasiones, con amigos de antaño”, meditó con nostalgia. Chasqueó la lengua, involuntariamente, alejándose con un movimiento brusco, escondiendo la cabeza en su enroscado cuerpo, sin quitarle la mirada de encima. Daba vueltas y vueltas, nerviosa, observando al hombre, quien, por su aroma, tenía el mismo hábito adquirido de esconder su naturaleza animal en un escudo de piel libre de pelaje.
¿Qué?- preguntó la serpiente, y cayó en la cuenta de que ahí estaba la razón, por la cual su aroma se le hacía intenso, a la par de desconocido, con un sutil tinte de desagrado- ¿Qué has dicho? ¿Un licántropo?- “con qué gusto, estaría arqueando una de mis cejas en estos momentos” pensó acongojada y dubitativa – Vaya… No esperaba encontrarme con algo así en medio del bosque - contestó – me era incluso más probable dar con insectos o animales menores – inmediatamente cerró la boca: su lado más civilizado sintió tal asco que se le agolpó en la boca la saliva que, al mezclarse con el recuerdo de lo que había comido hace un rato, adquirió un sabor amargo a acero. Y sin embargo, no fue un impedimento, para rescatar en el joven sus impulsos caninos -… Ladeas la cabeza como uno – musitó, aún con el sabor amargo en los colmillos- argh… Dame un momento - sugirió y se alejó unos metros para estirarse y dejar que la asquerosa sensación vaya disipándose mientras arrastraba las escamas de su vientre sobre las hojas secas. Luego guardó silencio. Nurmi, se dio cuenta de que se sentía avergonzado, o impávido. Por un momento, gracias a la pregunta, recordó a la joven que había sido hace algunos años atrás: dulce, lista y ocurrente. Pero ella no tardó en desaparecer y en su lugar solo quedó aquella piel flácida y los dientes filosos cubierta de escamas. Volvió a notar aquel sabor amargo en la boca – Antes de responder, me surge otra pregunta, los licántropos ¿nacen o se hacen? Y por favor, endereza la cabeza, pierdes todo el protocolo – habló con propiedad, enalteciendo el raciocinio humano – Si fuera así, sin embargo, no veo mucha diferencia en entenderlo, claro que, si naces, tienes la ventaja de ir asimilándolo con parsimonia – habló, volviendo a su sitio – Creo que tu pregunta está mal expuesta ¿a qué te refieres con “controlar” lo que se “hace”? Es muy amplio y ambiguo.
De repente, en su fuero interno, se convirtió en una mujer adulta, rodeada de tres serpientes, y las cuatro miradas juzgaban al chico. Nada quedaba de las risitas, el agotamiento, el hambre y la ingenuidad de antes. Allí estaba él, frente a Malina y comprendió enseguida por su mirada qué era en realidad lo que quería saber, “Me transformaría para mostrártelo, pero no puedo asegurar que el lobito se porte bien si lo hago” recitó, expresando toda su sinceridad. Y ella se retorció sobre sí misma, “¿Cómo lo haces?”. Se vio a sí misma en los ojos ajenos. La admiración del entorno había sido siempre algo obvio en su vida. A veces el miedo, que también resultaba muy satisfactorio. Pero aquella pregunta caló hondo en el interior de su escuálida figura, con un movimiento sumiso, ella le dirigió una mirada impóluta – A pesar de que no comprendo a plenitud tu pregunta – aclaró, mintiendo – puedo entender que no puedes recordar ni articular todo lo que sucede cuando “cambias”, ¿no es así? Yo no soy una persona indicada para darte a conocer un método que te ayude – dando una carcajada- “persona”, qué gracioso… Yo nací así, tengo una naturaleza bifurcada: comparto mis días bípedos con una lengua bífida. Y fue cosa de años comprenderlo e integrarlo. Imagínate algo así: un día juegas en el jardín de tu casa y de pronto ¡Ups! Todo se ve más grande, miras a tu alrededor y ya no están ni tus brazos ni piernas. La primera impresión siempre es horrible. – Manifestó, alejando esos pretéritos recuerdos, tornándolos como una experiencia independiente – eso es un ejemplo. Y es ahí cuando descubres que los bosques pueden ser buenos guías. Por algo estás aquí ¿no? – Malina no solía darse cuenta, o si lo hacía dejaba escapar toda esa retahíla de frases cuando la serpiente dominaba sus miembros y extinguía todo rastro de su aspecto humano, dejando una estela racional, permeable a los instintos del reptil y útiles para su memoria - Dime, ¿no hay nada que te haga escapar del “letargo”? Los truenos y los relámpagos, por la noche las ramas que crujen ¿Nada? Lo pasé cuando era más joven, es como si te hundieras en un pozo profuso y oscuro ¿cierto? – Había vuelto a guardar silencio.
La imagen de las cuatro miradas se fue disipando, dejando la suya, la de orbe marrón haciendo juicio sobre el joven – No veo forma en la que pueda explicarte como lo hago. Dispense mi charla anterior – musitó, agotada, agachando la cabeza escamosa – Puedes llamarme Malina, Malina Nurmi – respondió, correspondiendo a la presentación anterior – acudiendo a la primera impresión que tuve ¿de dónde vienes? – inquirió, tratando de acompasar su abanico de sensaciones, desbordadas por las inquietudes anteriores de Bethlem.
¿Qué?- preguntó la serpiente, y cayó en la cuenta de que ahí estaba la razón, por la cual su aroma se le hacía intenso, a la par de desconocido, con un sutil tinte de desagrado- ¿Qué has dicho? ¿Un licántropo?- “con qué gusto, estaría arqueando una de mis cejas en estos momentos” pensó acongojada y dubitativa – Vaya… No esperaba encontrarme con algo así en medio del bosque - contestó – me era incluso más probable dar con insectos o animales menores – inmediatamente cerró la boca: su lado más civilizado sintió tal asco que se le agolpó en la boca la saliva que, al mezclarse con el recuerdo de lo que había comido hace un rato, adquirió un sabor amargo a acero. Y sin embargo, no fue un impedimento, para rescatar en el joven sus impulsos caninos -… Ladeas la cabeza como uno – musitó, aún con el sabor amargo en los colmillos- argh… Dame un momento - sugirió y se alejó unos metros para estirarse y dejar que la asquerosa sensación vaya disipándose mientras arrastraba las escamas de su vientre sobre las hojas secas. Luego guardó silencio. Nurmi, se dio cuenta de que se sentía avergonzado, o impávido. Por un momento, gracias a la pregunta, recordó a la joven que había sido hace algunos años atrás: dulce, lista y ocurrente. Pero ella no tardó en desaparecer y en su lugar solo quedó aquella piel flácida y los dientes filosos cubierta de escamas. Volvió a notar aquel sabor amargo en la boca – Antes de responder, me surge otra pregunta, los licántropos ¿nacen o se hacen? Y por favor, endereza la cabeza, pierdes todo el protocolo – habló con propiedad, enalteciendo el raciocinio humano – Si fuera así, sin embargo, no veo mucha diferencia en entenderlo, claro que, si naces, tienes la ventaja de ir asimilándolo con parsimonia – habló, volviendo a su sitio – Creo que tu pregunta está mal expuesta ¿a qué te refieres con “controlar” lo que se “hace”? Es muy amplio y ambiguo.
De repente, en su fuero interno, se convirtió en una mujer adulta, rodeada de tres serpientes, y las cuatro miradas juzgaban al chico. Nada quedaba de las risitas, el agotamiento, el hambre y la ingenuidad de antes. Allí estaba él, frente a Malina y comprendió enseguida por su mirada qué era en realidad lo que quería saber, “Me transformaría para mostrártelo, pero no puedo asegurar que el lobito se porte bien si lo hago” recitó, expresando toda su sinceridad. Y ella se retorció sobre sí misma, “¿Cómo lo haces?”. Se vio a sí misma en los ojos ajenos. La admiración del entorno había sido siempre algo obvio en su vida. A veces el miedo, que también resultaba muy satisfactorio. Pero aquella pregunta caló hondo en el interior de su escuálida figura, con un movimiento sumiso, ella le dirigió una mirada impóluta – A pesar de que no comprendo a plenitud tu pregunta – aclaró, mintiendo – puedo entender que no puedes recordar ni articular todo lo que sucede cuando “cambias”, ¿no es así? Yo no soy una persona indicada para darte a conocer un método que te ayude – dando una carcajada- “persona”, qué gracioso… Yo nací así, tengo una naturaleza bifurcada: comparto mis días bípedos con una lengua bífida. Y fue cosa de años comprenderlo e integrarlo. Imagínate algo así: un día juegas en el jardín de tu casa y de pronto ¡Ups! Todo se ve más grande, miras a tu alrededor y ya no están ni tus brazos ni piernas. La primera impresión siempre es horrible. – Manifestó, alejando esos pretéritos recuerdos, tornándolos como una experiencia independiente – eso es un ejemplo. Y es ahí cuando descubres que los bosques pueden ser buenos guías. Por algo estás aquí ¿no? – Malina no solía darse cuenta, o si lo hacía dejaba escapar toda esa retahíla de frases cuando la serpiente dominaba sus miembros y extinguía todo rastro de su aspecto humano, dejando una estela racional, permeable a los instintos del reptil y útiles para su memoria - Dime, ¿no hay nada que te haga escapar del “letargo”? Los truenos y los relámpagos, por la noche las ramas que crujen ¿Nada? Lo pasé cuando era más joven, es como si te hundieras en un pozo profuso y oscuro ¿cierto? – Había vuelto a guardar silencio.
La imagen de las cuatro miradas se fue disipando, dejando la suya, la de orbe marrón haciendo juicio sobre el joven – No veo forma en la que pueda explicarte como lo hago. Dispense mi charla anterior – musitó, agotada, agachando la cabeza escamosa – Puedes llamarme Malina, Malina Nurmi – respondió, correspondiendo a la presentación anterior – acudiendo a la primera impresión que tuve ¿de dónde vienes? – inquirió, tratando de acompasar su abanico de sensaciones, desbordadas por las inquietudes anteriores de Bethlem.
Última edición por Malina Nurmi el Mar Jun 23, 2015 9:47 pm, editado 1 vez
Malina Nurmi- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 17/03/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
El joven no pudo evitar soltar una sonora risotada, sin duda su humor no tenía nada que ver con el de los gabachos. La serpiente se contoneó con orgullo, mostrando el brillo de sus escamas, mientras el joven se mantuvo en su posición, expectante pero tranquilo. Ante la pregunta que inquirió el animalillo no pudo hacer más que un gesto de negación con la cabeza, después de todo tenía razón, allí estaban únicamente ellos dos. Bethlem no podía apartar la mirada de la sierpe que tenía delante, no paraba de moverse, parecía nerviosa como si le preocupase algo.
El chico sonrió irónicamente por aquella respuesta, sin duda ella también esperaba de todo menos encontrarse con otro ser desconocido. "Yo tampoco esperaba encontrarme con nada así" iba a responder cuando el animalillo continuó hablando, aunque parecía que fuese a devolver, el chico frunció levemente el ceño, preguntándose si sería por él. Durante unos instantes aquella criatura desapareció entre las hojas. El joven no podía evitar seguir fascinado por aquella situación, ¿Quién le iba a decir que se encontraría con una serpiente que hablaba?. El animal siguió hablando, lo que hizo al joven chistar. El protocolo, aquel invento tan pomposo como inútil... No hacía más que dificultar las cosas... Pero tal y como la criaturilla le pidió Bethlem enderezó la cabeza y se puso en una postura recta como el más caballero de todos los caballeros, ya que tenía que seguir aquellas normas las seguiría bien. -Los licántropos me temo que se hacen.-Respondió escuetamente, recordaba perfectamente cómo le había ocurrido a él, muchas noches se despertaba por culpa de aquel recuerdo.
Bethlem esperó pacientemente su respuesta, aquel era un tema que le interesaba mucho... ¡Y de qué manera!. Había oído acerca de licántropos que habían conseguido controlarse, pero él por el momento era completamente incapaz de hacerlo. El chico escuchó con atención, al parecer en el caso de aquella serpiente fue una cuestión de nacimiento, ahora tenía otro hecho curioso que añadir a sus conocimientos. El chico no pudo más que sonreír irónico a aquella pregunta "No hay nada que te saque de tu letargo", pues no, no lo había. Una sonrisa amarga se posó esta vez en los labios del joven, detestaba no poder controlarse, detestaba convertirse en un animal iracundo que lo destrozaba todo a su paso, sin importar el qué, ni el quién. -Nada puede hacerme volver en mí, cuando la luna llena sale todo ápice del ser humano que soy. No importa que llueva, truene o granice, no importa que arda el bosque o que me cruce en mi camino con un ser amado.- Hizo una pausa, sintió un enorme nudo en la garganta que luchó por deshacer carraspeando.-Hasta que la luna no desaparece, yo no vuelvo a ser yo.-Dijo ahora más bajo mirando fijamente a la serpiente, aunque no la estaba mirando a ella del todo, los recuerdos de las numerosas veces que había aparecido en lugares extraños, se agolpaban en su cabeza.
De nuevo la voz del ser le sacó de sus pensamientos, aunque tardó un rato en procesar la pregunta, la respondió gustoso, aunque su cabeza seguía absorta en otros pensamientos.-Vengo de Italia.-Respondió escueto, aunque entrando cada vez más en si mismo, por fin pareció recobrar el aquí y ahora y centrarse en aquella conversación, que lo cierto, resultaba interesante y al mismo tiempo productiva en cierto modo.-Supongo que el acento y el comportamiento nunca desaparece, por tiempo que lleves fuera.-Dijo sonriendo levemente, se sentía orgulloso de ser italiano, era algo que no podía evitar.-¿Vos de dónde sois?.-Preguntó sin pensarlo, a lo que luego añadió.-Si es que me permite saberlo por supuesto.-Estaba tan acostumbrado a ignorar el protocolo en ciertas situaciones que a veces le salía solo, y más si la situación resultaba un tanto extraña como para aplicarlo, y sin duda, ese era el caso
El chico sonrió irónicamente por aquella respuesta, sin duda ella también esperaba de todo menos encontrarse con otro ser desconocido. "Yo tampoco esperaba encontrarme con nada así" iba a responder cuando el animalillo continuó hablando, aunque parecía que fuese a devolver, el chico frunció levemente el ceño, preguntándose si sería por él. Durante unos instantes aquella criatura desapareció entre las hojas. El joven no podía evitar seguir fascinado por aquella situación, ¿Quién le iba a decir que se encontraría con una serpiente que hablaba?. El animal siguió hablando, lo que hizo al joven chistar. El protocolo, aquel invento tan pomposo como inútil... No hacía más que dificultar las cosas... Pero tal y como la criaturilla le pidió Bethlem enderezó la cabeza y se puso en una postura recta como el más caballero de todos los caballeros, ya que tenía que seguir aquellas normas las seguiría bien. -Los licántropos me temo que se hacen.-Respondió escuetamente, recordaba perfectamente cómo le había ocurrido a él, muchas noches se despertaba por culpa de aquel recuerdo.
Bethlem esperó pacientemente su respuesta, aquel era un tema que le interesaba mucho... ¡Y de qué manera!. Había oído acerca de licántropos que habían conseguido controlarse, pero él por el momento era completamente incapaz de hacerlo. El chico escuchó con atención, al parecer en el caso de aquella serpiente fue una cuestión de nacimiento, ahora tenía otro hecho curioso que añadir a sus conocimientos. El chico no pudo más que sonreír irónico a aquella pregunta "No hay nada que te saque de tu letargo", pues no, no lo había. Una sonrisa amarga se posó esta vez en los labios del joven, detestaba no poder controlarse, detestaba convertirse en un animal iracundo que lo destrozaba todo a su paso, sin importar el qué, ni el quién. -Nada puede hacerme volver en mí, cuando la luna llena sale todo ápice del ser humano que soy. No importa que llueva, truene o granice, no importa que arda el bosque o que me cruce en mi camino con un ser amado.- Hizo una pausa, sintió un enorme nudo en la garganta que luchó por deshacer carraspeando.-Hasta que la luna no desaparece, yo no vuelvo a ser yo.-Dijo ahora más bajo mirando fijamente a la serpiente, aunque no la estaba mirando a ella del todo, los recuerdos de las numerosas veces que había aparecido en lugares extraños, se agolpaban en su cabeza.
De nuevo la voz del ser le sacó de sus pensamientos, aunque tardó un rato en procesar la pregunta, la respondió gustoso, aunque su cabeza seguía absorta en otros pensamientos.-Vengo de Italia.-Respondió escueto, aunque entrando cada vez más en si mismo, por fin pareció recobrar el aquí y ahora y centrarse en aquella conversación, que lo cierto, resultaba interesante y al mismo tiempo productiva en cierto modo.-Supongo que el acento y el comportamiento nunca desaparece, por tiempo que lleves fuera.-Dijo sonriendo levemente, se sentía orgulloso de ser italiano, era algo que no podía evitar.-¿Vos de dónde sois?.-Preguntó sin pensarlo, a lo que luego añadió.-Si es que me permite saberlo por supuesto.-Estaba tan acostumbrado a ignorar el protocolo en ciertas situaciones que a veces le salía solo, y más si la situación resultaba un tanto extraña como para aplicarlo, y sin duda, ese era el caso
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
La sierpe, atenta, se quedó inmóvil, simulando ser una más con el cúmulo de hojas en el suelo. Había escuchado los mismos susurros, la misma congoja en Bethlem. Antaño. Se habituó a su sonrisa clara, que se quebraba de pronto, desapareciendo en una oscuridad que parecía alejarlo más y más de su interés, y luego resurgir de la misma, “le palidecen los recuerdos”, pensó con un dejo de melancolía en su conjetura. Malina seguía mirando un poco desanimada al licántropo, sus escamas, más limpias con la fricción de las hojas, se sentían relucientes, o eso podía sentir - Se hacen... – pronunció por inercia - ¿cómo se hacen? – inquirió una vez más, respirando pausadamente. Su cuerpo no reflejaba lo más inocuo de aquellos eventos que en un humano resaltaban a la vista, sin embargo, lo absorta de su mirada, y la quietud de sus movimientos daban a entender la docilidad del ofidio para con él.
“Ingria siempre me decía que era afortunada. Que todos en algún momento sentimos ese anhelo por lo salvaje, pero que tiene muy pocos antídotos para curarlo. Y todos son rechazados por la sociedad. Que el cabello largo, la vergüenza descomunal por ese deseo, fue aprendido y ocultado. Luego me miraba. Nos miraba. Y le volvía ese ímpetu a recorrerle con brío la espalda. Ahora entiendo porqué decía eso”
Nurmi, meditaba, evocaba y sostenía la mirada perdida en el joven – Es como una sombra que acecha, y tiene cuatro patas – refutó, contrariando su rostro melancólico – piénsalo así. En cierta forma, eres como yo. Solo que ahora mismo estás frente a la otra cara de la moneda ¿Tendría el mismo peso de lo que te digo, si me viera como tú? No lo creo- se quitó las hojas de encima, volviendo a estirar su cuerpo lánguido - Ja! La prístina naturaleza desembocada caudales en ti y te sientes apesadumbrado – se acercó con vehemencia y denotando un porte fuera de lo común- Quítate esa pesadumbre. Me pregunto si te oyes: te consideras poco grato, total y congénitamente peligroso y voraz. Así hasta el más endeble de los recuerdos puede doblegarte- regresó al suelo, encogiéndose – piensa que aún quedan despojos de uno y de otro: Antaño alguien me decía que los lobos y los humanos poseen similitudes. La percepción aguda, el espíritu lúdico y la misma capacidad de afecto.
De pronto, volvió a guardar silencio, de tanto recordar había dejado que su lengua se soltase, denotando un claro orgullo por su naturaleza, la que, probablemente no sea del todo compartida por él. De la misma manera que le increpaba, una voz, en lo profundo de su conciencia, le obligaba a callar, consiguiendo que se contrajera, se enfriara; débil estaba el ofidio...“Pero Ingria, también me decía que, de la misma forma en que el instinto salvaje dotaba de gran fuerza y resistencia, de una intuición tal que sucedía a todas las generaciones, abría las puertas a las miedosas acusaciones. Persecución, hostigamiento, y falsa voracidad” – Siempre hay algo que le ayude a despertar del letargo. De forma prematura podría, y a juzgar por su aspecto, dirigir mis sospechas a su edad, tal vez es demasiado joven. O yo muy vieja para decir estas cosas- rió, dejando caer su cabeza, escondiéndola bajo una hoja – Menuda noche que me ha tocado. Me obliga a evocar para tratar de ayudarle. Qué irónico el destino – musitó, avergonzada.
Italia – denotó, admirada, “y por cómo se expresa, hace años que dejó el terruño” - ¿Qué hace un italiano en tierra de hombres cuyo humor es tan pálido? – comentó, con los colmillos deslumbrantes y perlados – Yo soy un terco ofidio irlandés. Un poco hablador cuando le nace la necesidad – dijo, refiriéndose a sí misma con sorna, apaciguando con sus palabras el ánimo lúgubre que le estaba invadiendo – En estos momentos podría estar presentándome ante usted con una sonrisa amplia, pero es más emocionante ver la naturalidad con la que habla conmigo, así- respondió serena- No creas que todo lo que te digo, lo expreso con dureza sin razón aparente. Te entiendo, pero… Soy tan terca que no suelo medirme en este tipo de cosas – expresó, agachando la cabeza a modo de disculpa.
“Ingria siempre me decía que era afortunada. Que todos en algún momento sentimos ese anhelo por lo salvaje, pero que tiene muy pocos antídotos para curarlo. Y todos son rechazados por la sociedad. Que el cabello largo, la vergüenza descomunal por ese deseo, fue aprendido y ocultado. Luego me miraba. Nos miraba. Y le volvía ese ímpetu a recorrerle con brío la espalda. Ahora entiendo porqué decía eso”
Nurmi, meditaba, evocaba y sostenía la mirada perdida en el joven – Es como una sombra que acecha, y tiene cuatro patas – refutó, contrariando su rostro melancólico – piénsalo así. En cierta forma, eres como yo. Solo que ahora mismo estás frente a la otra cara de la moneda ¿Tendría el mismo peso de lo que te digo, si me viera como tú? No lo creo- se quitó las hojas de encima, volviendo a estirar su cuerpo lánguido - Ja! La prístina naturaleza desembocada caudales en ti y te sientes apesadumbrado – se acercó con vehemencia y denotando un porte fuera de lo común- Quítate esa pesadumbre. Me pregunto si te oyes: te consideras poco grato, total y congénitamente peligroso y voraz. Así hasta el más endeble de los recuerdos puede doblegarte- regresó al suelo, encogiéndose – piensa que aún quedan despojos de uno y de otro: Antaño alguien me decía que los lobos y los humanos poseen similitudes. La percepción aguda, el espíritu lúdico y la misma capacidad de afecto.
De pronto, volvió a guardar silencio, de tanto recordar había dejado que su lengua se soltase, denotando un claro orgullo por su naturaleza, la que, probablemente no sea del todo compartida por él. De la misma manera que le increpaba, una voz, en lo profundo de su conciencia, le obligaba a callar, consiguiendo que se contrajera, se enfriara; débil estaba el ofidio...“Pero Ingria, también me decía que, de la misma forma en que el instinto salvaje dotaba de gran fuerza y resistencia, de una intuición tal que sucedía a todas las generaciones, abría las puertas a las miedosas acusaciones. Persecución, hostigamiento, y falsa voracidad” – Siempre hay algo que le ayude a despertar del letargo. De forma prematura podría, y a juzgar por su aspecto, dirigir mis sospechas a su edad, tal vez es demasiado joven. O yo muy vieja para decir estas cosas- rió, dejando caer su cabeza, escondiéndola bajo una hoja – Menuda noche que me ha tocado. Me obliga a evocar para tratar de ayudarle. Qué irónico el destino – musitó, avergonzada.
Italia – denotó, admirada, “y por cómo se expresa, hace años que dejó el terruño” - ¿Qué hace un italiano en tierra de hombres cuyo humor es tan pálido? – comentó, con los colmillos deslumbrantes y perlados – Yo soy un terco ofidio irlandés. Un poco hablador cuando le nace la necesidad – dijo, refiriéndose a sí misma con sorna, apaciguando con sus palabras el ánimo lúgubre que le estaba invadiendo – En estos momentos podría estar presentándome ante usted con una sonrisa amplia, pero es más emocionante ver la naturalidad con la que habla conmigo, así- respondió serena- No creas que todo lo que te digo, lo expreso con dureza sin razón aparente. Te entiendo, pero… Soy tan terca que no suelo medirme en este tipo de cosas – expresó, agachando la cabeza a modo de disculpa.
Última edición por Malina Nurmi el Mar Jun 23, 2015 9:47 pm, editado 1 vez
Malina Nurmi- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 17/03/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
El animalillo seguía preguntando con curiosidad acerca de la naturaleza del joven, que aunque no fuese un tema fácil para él, estaba ante un ser que en cierta medida podía entender de lo que estaban hablando. Bethlem miró a la serpiente dudando por unos instantes si realmente debía responder a aquella pregunta, aunque bien pensado, para él era obvio, probablemente para ella no, puesto que ella ya había nacido con aquella condición.- En mi caso, me mordieron.- Dijo dejando entre ver la pesadumbre en su voz. Los recuerdos le llevaron a aquella nefasta noche en que él y su hermano fueron atacados, aquella noche en la que su vida cambió por completo, aquella noche en la que perdió a su hermano. Aquella nefasta noche...
El chico miraba ahora sin mirar, sus ojos se habían perdido en un recuerdo que no estaba allí de manera presente. De nuevo la voz del animalito le hizo volver al presente, dejando aparcado una vez más aquel pasado tan abrumador, con el que pensaba que había aprendido a convivir, aunque igual estaba equivocado. El chico escuchó con atención, alzando finalmente las cejas en señal de haber caído en algo en lo que no había pensado antes. La serpiente tenía razón en algo, y es que el hombre y el lobo tienen muchas cosas en común. Si siendo hombre aún le quedaban rastros del lobo que llevaba en su interior, por qué no iba a ser al contrario, por qué tenía que ser más fuerte el lobo que el hombre en ese caso. Quizá aquel era un buen punto de partida para comprender aquellas transformaciones, y lo más importante, para aprender a dominarlas.
Bethlem seguía fascinado por aquel ser, en cierto modo parecía que se debatiese con alguien más en su interior, era como estar ante una persona con dos almas a la vez. ¿Le ocurriría a él lo mismo si conseguía controlarse en sus transformaciones? En cierto modo era simpático aquel hecho. La serpiente parecía algo cansada.-Siento si he provocado alguna molestia.-Dijo con sinceridad.-Reconozco que jamás había conocido a nadie capaz de transformarse en algo que no sea un lobo.- Se quedó unos instantes pensativo.- Me ha sorprendido, ciertamente, y no puedo evitar ser un hombre curioso, supongo que tiene algo que ver con mi naturaleza.
-Pues vine a probar suerte, llegaron noticias a Italia de que mi oficio llegaba a buen puerto aquí en Francia... Y he de reconocer que venir fue una de las mejores decisiones que he tomado nunca.- Dijo para luego darse cuenta de lo mucho que acababa de hablar. Por alguna razón se sentía cómodo con la situación, aunque era cuanto menos extraña, todo había que decirlo. - Nunca he tenido la oportunidad de estar en Irlanda, y eso que he viajado bastante.- Dijo esto último pensativo, como tratando de averiguar la razón por la que nunca había ido allí. La serpiente en cierto modo se disculpó por no presentarse en su forma humana, aunque en cierto modo no era una disculpa, era una explicación simplemente, y en aquella explicación tenía toda la razón del mundo.-Supongo que tiene toda la razón, quizá de otra manera no me habría sentido tan libre de hablar con usted, así que supongo que debo agradecérselo.-Sonrió.-Y no se preocupe, puede hablarme con la dureza que considere, no me voy a sentir ni ofendido ni atacado de ninguna manera.- Realmente estaba acostumbrado, su maestro, con el que convivía desde que era apenas un niño, le hablaba siempre con dureza, era un hombre muy exigente, y más con Bethlem, del que pensaba que tenía un gran potencial por sacar a la luz.
-Y dígame.- Dijo el chico con un aire de curiosidad en su voz.- ¿Qué le trae por estos bosques?, si no es mucha indiscreción por mi parte.- Dijo con ánimo de continuar la conversación, después de todo era un hombre curioso, y le gustaba mantener aquellas “actividades” que le llamaban la atención, y le estaba gustando mucho aquel momento, hablando con una serpiente irlandesa con la que se había topado por casualidad, aunque más bien, ella se había topado con él.
El chico miraba ahora sin mirar, sus ojos se habían perdido en un recuerdo que no estaba allí de manera presente. De nuevo la voz del animalito le hizo volver al presente, dejando aparcado una vez más aquel pasado tan abrumador, con el que pensaba que había aprendido a convivir, aunque igual estaba equivocado. El chico escuchó con atención, alzando finalmente las cejas en señal de haber caído en algo en lo que no había pensado antes. La serpiente tenía razón en algo, y es que el hombre y el lobo tienen muchas cosas en común. Si siendo hombre aún le quedaban rastros del lobo que llevaba en su interior, por qué no iba a ser al contrario, por qué tenía que ser más fuerte el lobo que el hombre en ese caso. Quizá aquel era un buen punto de partida para comprender aquellas transformaciones, y lo más importante, para aprender a dominarlas.
Bethlem seguía fascinado por aquel ser, en cierto modo parecía que se debatiese con alguien más en su interior, era como estar ante una persona con dos almas a la vez. ¿Le ocurriría a él lo mismo si conseguía controlarse en sus transformaciones? En cierto modo era simpático aquel hecho. La serpiente parecía algo cansada.-Siento si he provocado alguna molestia.-Dijo con sinceridad.-Reconozco que jamás había conocido a nadie capaz de transformarse en algo que no sea un lobo.- Se quedó unos instantes pensativo.- Me ha sorprendido, ciertamente, y no puedo evitar ser un hombre curioso, supongo que tiene algo que ver con mi naturaleza.
-Pues vine a probar suerte, llegaron noticias a Italia de que mi oficio llegaba a buen puerto aquí en Francia... Y he de reconocer que venir fue una de las mejores decisiones que he tomado nunca.- Dijo para luego darse cuenta de lo mucho que acababa de hablar. Por alguna razón se sentía cómodo con la situación, aunque era cuanto menos extraña, todo había que decirlo. - Nunca he tenido la oportunidad de estar en Irlanda, y eso que he viajado bastante.- Dijo esto último pensativo, como tratando de averiguar la razón por la que nunca había ido allí. La serpiente en cierto modo se disculpó por no presentarse en su forma humana, aunque en cierto modo no era una disculpa, era una explicación simplemente, y en aquella explicación tenía toda la razón del mundo.-Supongo que tiene toda la razón, quizá de otra manera no me habría sentido tan libre de hablar con usted, así que supongo que debo agradecérselo.-Sonrió.-Y no se preocupe, puede hablarme con la dureza que considere, no me voy a sentir ni ofendido ni atacado de ninguna manera.- Realmente estaba acostumbrado, su maestro, con el que convivía desde que era apenas un niño, le hablaba siempre con dureza, era un hombre muy exigente, y más con Bethlem, del que pensaba que tenía un gran potencial por sacar a la luz.
-Y dígame.- Dijo el chico con un aire de curiosidad en su voz.- ¿Qué le trae por estos bosques?, si no es mucha indiscreción por mi parte.- Dijo con ánimo de continuar la conversación, después de todo era un hombre curioso, y le gustaba mantener aquellas “actividades” que le llamaban la atención, y le estaba gustando mucho aquel momento, hablando con una serpiente irlandesa con la que se había topado por casualidad, aunque más bien, ella se había topado con él.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
Una mordida – escapó con asombro de la comisura de sus colmillos. “O sea que, en algún momento, fue un humano común y corriente” – Así que, antes… Olvídalo – respondió en un tono despectivo. Muy en el fondo, la curiosidad de Malina, tomó una dirección diferente: ¿cómo se siente haber nacido humano?- Considéreme imprudente… Pero, antes ¿era un humano como cualquier otro? – Consultó, ávida de interés - ¿Qué se sentía en ese entonces? O es cierto que no son conscientes de su naturaleza… ¿Bípeda? – manifestó, con un dejo de celos – Ahora entiendo por qué los recuerdos te palidecen la cara: añoras esos tiempos, no es así…- Contuvo de pronto su ponzoñosa lengua, mirándole fijamente, “ciertamente, algunos no pueden elegir la forma en que terminan sus días” – Alguien alguna vez, me dijo que… Los hechos, siempre ocurren por algo. Para bien, para mal, o para el fin que uno decida darle a ello – carraspeó, agachando la cabeza y depositándola sobre la palma de Bethlem – Míreme bien: yo, un ofidio, la sangre fría que se me agolpa por las costillas, puedo soportar bien el frío y la noche es mi perenne amiga, ¿Quién sabe y así “como es”, la vida le está dando una nueva visión de lo que le rodea? – musitó, dubitativa. Al tacto, las escamas de su cuerpo, no eran más suaves que una piedra o una muralla de cemento, sin embargo, el gesto cándido de ella, no hizo más que evidenciar la docilidad de su naturaleza: El dominio pleno de su cuerpo y su conciencia – Pero también tengo que sufrir las sutiles consecuencias de ello – Suspiró, apesadumbrada- No siempre la luna llena es buena con nosotros…
El sol se había instalado y había empezado a levantar humedad del suelo, una delicada capa de rocío acaecía sobre las hojas, y sobre sus escamas – ¿Molestia? En absoluto. Es la fuerza del hábito: a esta hora logro conciliar el sueño. Mas no estoy agotada. Del todo... Quizás un poco – corroboró, desperezándose, estirando todo su cuerpo – El asombro es compartido, yo no conocía otros animales, aparte de mi familia. Miento. En sí, no he conocido un lobo de cerca. Hay más gente con mis mismos dotes, no obstante… – asumió para con el joven – son más voraces, para mí –contestó, moviendo su cola, para alejar una hoja – Es evidente que, aunque tenga la boca llena de veneno, para un ave sería un deleite matutino – dijo, riendo al imaginarse la escena- y ello sería una vil desgracia- despejó su cabeza de aquellas hórridas imágenes - La curiosidad es inherente a todos, Bethlem. Va y viene, y cuando se asienta, despliega una melodía infinita de dudas, unas más pesadas que otras – Mientras divagaba en esa respuesta, el sórdido espíritu humano de Mali, no dudó en “despertar”, “Qué hubiera pasado si hubiese sido un humano completo… Quizás las cosas serían sustancialmente distintas. O se conserven igual. Tal vez, y solo tal vez una de las diferencias más grandes esté en el mausoleo. El osario ya no sería menester en la familia. Familia… Viviríamos mucho menos que lo que ostentamos ya, o nos conservaríamos… Propiedad de la Gente y de la Naturaleza. Sí, señor, toda una rareza que no tenía extremidades, pero bien que gustaba de usar vestidos…Gente disfrazada” –se remeció, inquieta – Es momento de salir del bosque, no es prudente quedarse – comentó, tratando de avanzar con rapidez.
Instó a Bethlem a salir, agobiada por una extraña necesidad de huida, “huraña” se dijo para sí – Siempre es bueno conocer otros lugares – agregó a su respuesta – mi familia no era muy asidua a los largos paseos. Preferíamos redescubrir la tierra que tocaba nuestros pies. Algún día quisiera, sin embargo, visitar su país… Y no, no visite Irlanda – espetó con vehemencia, con un dejo de dolor en sus palabras – no hay nada bueno que mirar ahí. No por ahora- aseguró con sólido tono acompañando su declaración con una mirada furtiva. Antes, durante y después, el siniestro eco de los recuerdos hacían mella dentro de su pequeña y oscura cabeza, arrebatada de su natural coloración rojiza – Una de las razones por las que vine a París, fue para desligarme un momento de lo que acontecía. No era un ambiente agradable. Y fue un acuerdo mutuo. Lo que no me esperaba era que, de un momento a otro, comencé a hacer de esta ciudad mi nueva tierra, y de que el sentimiento de distanciamiento fuera compartido - carraspeó, agotada, deteniendo su trayecto – Al bosque vine a alimentarme, como lo haría cualquier animal cautivo de sus deseos. Ahora bien, quisiera pedirte un pequeño favor ¿Podrías guardarme dentro de uno de tus bolsillos? Se vería extraño que de pronto una serpiente salga así como si nada y deseo ir en busca de un buen café. Si me lo permites, claro – lejos de parecer una orden, Malina había empleado un tono de sugerencia, casi una imploración. Su cuerpo no se deseaba liberar tan rápido de sus escamas, y Bethlem, al parecer se sentía a gusto conversando con un animáculo, “curioso ser” pensó, con un dejo de extrañeza.
El sol se había instalado y había empezado a levantar humedad del suelo, una delicada capa de rocío acaecía sobre las hojas, y sobre sus escamas – ¿Molestia? En absoluto. Es la fuerza del hábito: a esta hora logro conciliar el sueño. Mas no estoy agotada. Del todo... Quizás un poco – corroboró, desperezándose, estirando todo su cuerpo – El asombro es compartido, yo no conocía otros animales, aparte de mi familia. Miento. En sí, no he conocido un lobo de cerca. Hay más gente con mis mismos dotes, no obstante… – asumió para con el joven – son más voraces, para mí –contestó, moviendo su cola, para alejar una hoja – Es evidente que, aunque tenga la boca llena de veneno, para un ave sería un deleite matutino – dijo, riendo al imaginarse la escena- y ello sería una vil desgracia- despejó su cabeza de aquellas hórridas imágenes - La curiosidad es inherente a todos, Bethlem. Va y viene, y cuando se asienta, despliega una melodía infinita de dudas, unas más pesadas que otras – Mientras divagaba en esa respuesta, el sórdido espíritu humano de Mali, no dudó en “despertar”, “Qué hubiera pasado si hubiese sido un humano completo… Quizás las cosas serían sustancialmente distintas. O se conserven igual. Tal vez, y solo tal vez una de las diferencias más grandes esté en el mausoleo. El osario ya no sería menester en la familia. Familia… Viviríamos mucho menos que lo que ostentamos ya, o nos conservaríamos… Propiedad de la Gente y de la Naturaleza. Sí, señor, toda una rareza que no tenía extremidades, pero bien que gustaba de usar vestidos…Gente disfrazada” –se remeció, inquieta – Es momento de salir del bosque, no es prudente quedarse – comentó, tratando de avanzar con rapidez.
Instó a Bethlem a salir, agobiada por una extraña necesidad de huida, “huraña” se dijo para sí – Siempre es bueno conocer otros lugares – agregó a su respuesta – mi familia no era muy asidua a los largos paseos. Preferíamos redescubrir la tierra que tocaba nuestros pies. Algún día quisiera, sin embargo, visitar su país… Y no, no visite Irlanda – espetó con vehemencia, con un dejo de dolor en sus palabras – no hay nada bueno que mirar ahí. No por ahora- aseguró con sólido tono acompañando su declaración con una mirada furtiva. Antes, durante y después, el siniestro eco de los recuerdos hacían mella dentro de su pequeña y oscura cabeza, arrebatada de su natural coloración rojiza – Una de las razones por las que vine a París, fue para desligarme un momento de lo que acontecía. No era un ambiente agradable. Y fue un acuerdo mutuo. Lo que no me esperaba era que, de un momento a otro, comencé a hacer de esta ciudad mi nueva tierra, y de que el sentimiento de distanciamiento fuera compartido - carraspeó, agotada, deteniendo su trayecto – Al bosque vine a alimentarme, como lo haría cualquier animal cautivo de sus deseos. Ahora bien, quisiera pedirte un pequeño favor ¿Podrías guardarme dentro de uno de tus bolsillos? Se vería extraño que de pronto una serpiente salga así como si nada y deseo ir en busca de un buen café. Si me lo permites, claro – lejos de parecer una orden, Malina había empleado un tono de sugerencia, casi una imploración. Su cuerpo no se deseaba liberar tan rápido de sus escamas, y Bethlem, al parecer se sentía a gusto conversando con un animáculo, “curioso ser” pensó, con un dejo de extrañeza.
Última edición por Malina Nurmi el Mar Jun 23, 2015 9:48 pm, editado 1 vez
Malina Nurmi- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 17/03/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
El chico observó las reacciones del animalillo, al parecer le producía curiosidad el hecho de que en algún momento de su existencia, aquel lobo hubiese sido completamente humano. Bethlem se tomó unos instantes para responder, quería que sus respuestas complaciesen la curiosidad del ofidio, que le miraba con expresión expectante.- Pues... Si, en algún momento fui un humano igual a cualquier otro... Y en el fondo no sentía nada diferente a lo que siento ahora cuando estoy en mi forma humana.- Paró unos instantes, ¿había respondido correctamente, o es que simplemente no se acordaba de lo que era ser humano por completo?.-Verá, mi naturaleza está dividida desde hace mucho tiempo, fui mordido muy joven, tanto que hay muchas cosas que ya no recuerdo.- Finalizó con un deje distraído, como si no se hubiese dado cuenta de lo rápido que pasa el tiempo hasta aquel momento. El chico sintió la cabeza húmeda. Bethlem no apartó la mano, aquel gesto le transmitió cierta tranquilidad que no dudó en mostrar relajando notablemente sus hombros y toda su espalda. Sus palabras le llamaron la atención, sobre todo la última afirmación que le hizo no poder contener las ganas de realizar otra pregunta.- ¿La luna llena también os afecta?.- Preguntó mostrando su curiosidad.
El sol se dejaba ver entre las ramas de los árboles, ¿Tanto tiempo había pasado? “vas a tener que empezar a controlar más el tiempo Bethlem” se reprochó a si mismo. Bethlem continuó atendiendo a las explicaciones del animal, que le acababa de confirmar que había más como ella.- Y... Si me permite la pregunta, ¿se transforman todos en serpiente?.- Le llamaba la atención aquel hecho, cuando él se transformaba se convertía en un monstruo grande, al que era difícil derribar, con una fortaleza y una fuerza increíbles. En comparación, una serpiente, aunque pudiese ser peligrosa, era en cierto modo más frágil. El chico volvió a su estado de reflexión, aquella conversación estaba resultando de lo más interesante, y en realidad estaba aprendiendo muchas cosas de las que no tenía ni el más remoto conocimiento. De pronto, el animalillo se puso nervioso, e instó al joven a moverse, por lo que con un gesto rápido se puso en pie con la intención de seguir a la serpiente.
El chico de nuevo se vió sorprendido por la respuesta que acababa de recibir. De modo que no era una buena idea ir a Irlanda... Si era así quizá no lo haría, aunque con todo el trabajo que empezaba a tener en París pasaría un largo tiempo hasta que pudiese desplazarse.- En eso coincido con usted, vine pensando que sería una estancia temporal, pero poco a poco París me fue enamorando, y al final me quedé.- El chico caminaba vigilando sus pasos, con cuidado para no provocar ningún accidente. La propuesta del animalillo le provocó una sonrisa divertida, y en realidad le hizo tanta gracia que no pudo más que aceptar.- Por supuesto señorita Nurmi, la llevaré en mi bolsillo.- Respondió con amabilidad, agachándose para tender su mano al animalillo, al que cogió con suavidad para con cuidado guardarlo en el bolsillo exterior de su chaqueta, de manera que pudiese sacar la cabeza si lo deseaba y observar el camino que tomaban.
El sol se dejaba ver entre las ramas de los árboles, ¿Tanto tiempo había pasado? “vas a tener que empezar a controlar más el tiempo Bethlem” se reprochó a si mismo. Bethlem continuó atendiendo a las explicaciones del animal, que le acababa de confirmar que había más como ella.- Y... Si me permite la pregunta, ¿se transforman todos en serpiente?.- Le llamaba la atención aquel hecho, cuando él se transformaba se convertía en un monstruo grande, al que era difícil derribar, con una fortaleza y una fuerza increíbles. En comparación, una serpiente, aunque pudiese ser peligrosa, era en cierto modo más frágil. El chico volvió a su estado de reflexión, aquella conversación estaba resultando de lo más interesante, y en realidad estaba aprendiendo muchas cosas de las que no tenía ni el más remoto conocimiento. De pronto, el animalillo se puso nervioso, e instó al joven a moverse, por lo que con un gesto rápido se puso en pie con la intención de seguir a la serpiente.
El chico de nuevo se vió sorprendido por la respuesta que acababa de recibir. De modo que no era una buena idea ir a Irlanda... Si era así quizá no lo haría, aunque con todo el trabajo que empezaba a tener en París pasaría un largo tiempo hasta que pudiese desplazarse.- En eso coincido con usted, vine pensando que sería una estancia temporal, pero poco a poco París me fue enamorando, y al final me quedé.- El chico caminaba vigilando sus pasos, con cuidado para no provocar ningún accidente. La propuesta del animalillo le provocó una sonrisa divertida, y en realidad le hizo tanta gracia que no pudo más que aceptar.- Por supuesto señorita Nurmi, la llevaré en mi bolsillo.- Respondió con amabilidad, agachándose para tender su mano al animalillo, al que cogió con suavidad para con cuidado guardarlo en el bolsillo exterior de su chaqueta, de manera que pudiese sacar la cabeza si lo deseaba y observar el camino que tomaban.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
El día había transcurrido de la forma en que ella había sugerido. Dinámica. Locuaz e ignorante. Movió la cabeza bruscamente – Pues claro que nos afecta. Somos semejantes a su luz – respondió con un dejo de altanería en su sonsonete siseado. Al escucharle, percibió la ignominia de su primera naturaleza, ¿cómo es posible que no se sienta “nada”? Le pesaba la conciencia y las dudas brotaban con violencia. El no recordar también era un argumento que le jugaba a su favor.- Agradezco se haya dado el tiempo de responder esas inquietudes- profirió, leyendo en su rostro la combinación de todas sus inseguridades – Como le dije al inicio, yo nací así, por lo que, si tuviera que jactarme de algo, sería el de poseer este delgado y escamoso cuerpo- contestó, para así meditar durante todo el trayecto de vuelta. Prosiguió respondiendo sus dudas una vez dentro de su bolsillo: para ese momento su tamaño era el de una culebra de herradura, sutilmente peligrosa pero ahora se comportaba mansa, reconstituyendo sus partes dentro del pequeño espacio. Acomodóse entre pequeñas pelusas que le hacían cosquillas y estiraba la punta de su cabeza en el espacio donde escondía la mano, para que el aire puro se colase por su nariz.- Bethlem, esa pregunta…- rezongó con sorpresa – Tiene tanta ínfula como si te preguntara si todos los hombres son licántropos – le espetó con disimulado reproche – Así como hay serpientes, también pueden haber aves, incluso algo tan común como un gato – haciendo un chasquido de lengua – argh, esos animáculos peludos y descorazonados – vociferó con ira.- A todo esto – aprovechó el ímpetu de sus pensamientos funestos para reflexionar – si los lobos andan en manada, ¿dónde está la suya? ¿Ha logrado hallar a alguien más de su estirpe en estas tierras?
A partir de la misma, surgió un recuerdo lastimero, directo a su inexperta capacidad de observación; antes de seguir reflexionando a viva voz, suspiró pesadamente, removiendo sus escamas – Piensa que, el saber si hay más como yo, es similar a jugar a adivinar los nombres de las personas. Es mucho peor cuando son gemelas. Así veo yo mi naturaleza animal: el uno pertenece al otro y así sucesivamente- La tierra fresca, con olor a viñedos, bosques profusos y asfalto, provocaban en la joven víbora un dejo de pereza, de desgano, un vacío difícil de llenar. Sin embargo, aún pensaba que fue una opción acertada el buscar una nueva ciudad dónde vivir, bajo su ley: los años fuera de su terruño, acompañados de las travesías que cursó, ahondaron en situaciones y aspectos que no conocía, logrando vislumbrar que, en sí, no había logrado compenetrarse del todo: las dos caras de la moneda seguían separadas por una pared de cristal; podían verse, aproximarse, tantearse una con la otra, pero la distancia del vidrio frío estaba latente, haciéndole recuerdo de lo mucho que tomaba reunirse en una sola pieza. Y que, cual trozo de luz, debía seguir los preceptos naturales que la llamaban de diversas formas: con sonidos, con palabras... Con historias. "Qué vergüenza ", susurraba para sí. Su espíritu andante, deseaba en ese momento, volverse una caminante extasiada por las luces del alba: estirar las piernas y correr a su lado. Gratificante se había convertido el diálogo con el muchacho ¿Qué llevó a eso? – Jukka…- musitó, perdida en el bolsillo – me recuerdas al ignorante de Jukka – rió despacio – Ciertamente eres muy amable, no cualquiera te presta su bolsillo – le dijo, saliendo discretamente de ahí, para instalarse alrededor de su cuello, escondiéndose en los pliegues de la camisa – Tranquilo, es una costumbre que adquirí cuando salía a pasear en Irlanda con… Con mis dos criados.
Ya que había llegado la mañana, se acordó de que afuera, tenía una vida, aburrida y bípeda que cuidar: no por amor puro, Risto, su hermano, le había obsequiado una casa, una sirvienta callada y sumisa como Annie, la misma que se escandalizaba, caía en tristezas hondas y desesperaciones absurdas cuando su señora incurría en situaciones incomprensibles para ella y dudas impolutas- ¿Paris, le ha enamorado? – Preguntó, sin poder evitar sacar la cabeza - ¿Dónde encuentra el amor usted aquí?- si hubiera increpado al joven con su cabeza pelirroja, las cejas fruncidas serían un recurso menester para aportar intriga a la pregunta- Me encantaría decir lo mismo, Bethlem, pero yo no amo esta ciudad: aún me es poco grato el acento, las costumbres, aunque tienen buen vino – escrutó, buscando un punto a favor de la ciudad – Pero también podemos inferir que mi desgano se puede deber a que no estoy en pleno uso de mi criterio… No, no estoy loca- respondió antes de que se le cruzara dicha posibilidad en la cabeza –solo estoy, atizborrada por mis recuerdos- profirió con una voz perdida, casi vaga. Chasqueaba la lengua, buscando alguna presa sumisa para no llegar a casa con el estómago vacío.- Espera aquí – dijo de pronto, con energía, alzando su cabeza para darse un impulso y descender rápido por la manga. Por unos minutos se perdió, regresando con las fauces relajadas, mostrando, por el pequeño bulto que se dibujaba en su vientre, que había encontrado algo para saciar su hambre- Es difícil, olvidarse de los asuntos menesteres de la madre Naturaleza – refirió con satisfacción - ¿Está de acuerdo con ello?
A partir de la misma, surgió un recuerdo lastimero, directo a su inexperta capacidad de observación; antes de seguir reflexionando a viva voz, suspiró pesadamente, removiendo sus escamas – Piensa que, el saber si hay más como yo, es similar a jugar a adivinar los nombres de las personas. Es mucho peor cuando son gemelas. Así veo yo mi naturaleza animal: el uno pertenece al otro y así sucesivamente- La tierra fresca, con olor a viñedos, bosques profusos y asfalto, provocaban en la joven víbora un dejo de pereza, de desgano, un vacío difícil de llenar. Sin embargo, aún pensaba que fue una opción acertada el buscar una nueva ciudad dónde vivir, bajo su ley: los años fuera de su terruño, acompañados de las travesías que cursó, ahondaron en situaciones y aspectos que no conocía, logrando vislumbrar que, en sí, no había logrado compenetrarse del todo: las dos caras de la moneda seguían separadas por una pared de cristal; podían verse, aproximarse, tantearse una con la otra, pero la distancia del vidrio frío estaba latente, haciéndole recuerdo de lo mucho que tomaba reunirse en una sola pieza. Y que, cual trozo de luz, debía seguir los preceptos naturales que la llamaban de diversas formas: con sonidos, con palabras... Con historias. "Qué vergüenza ", susurraba para sí. Su espíritu andante, deseaba en ese momento, volverse una caminante extasiada por las luces del alba: estirar las piernas y correr a su lado. Gratificante se había convertido el diálogo con el muchacho ¿Qué llevó a eso? – Jukka…- musitó, perdida en el bolsillo – me recuerdas al ignorante de Jukka – rió despacio – Ciertamente eres muy amable, no cualquiera te presta su bolsillo – le dijo, saliendo discretamente de ahí, para instalarse alrededor de su cuello, escondiéndose en los pliegues de la camisa – Tranquilo, es una costumbre que adquirí cuando salía a pasear en Irlanda con… Con mis dos criados.
Ya que había llegado la mañana, se acordó de que afuera, tenía una vida, aburrida y bípeda que cuidar: no por amor puro, Risto, su hermano, le había obsequiado una casa, una sirvienta callada y sumisa como Annie, la misma que se escandalizaba, caía en tristezas hondas y desesperaciones absurdas cuando su señora incurría en situaciones incomprensibles para ella y dudas impolutas- ¿Paris, le ha enamorado? – Preguntó, sin poder evitar sacar la cabeza - ¿Dónde encuentra el amor usted aquí?- si hubiera increpado al joven con su cabeza pelirroja, las cejas fruncidas serían un recurso menester para aportar intriga a la pregunta- Me encantaría decir lo mismo, Bethlem, pero yo no amo esta ciudad: aún me es poco grato el acento, las costumbres, aunque tienen buen vino – escrutó, buscando un punto a favor de la ciudad – Pero también podemos inferir que mi desgano se puede deber a que no estoy en pleno uso de mi criterio… No, no estoy loca- respondió antes de que se le cruzara dicha posibilidad en la cabeza –solo estoy, atizborrada por mis recuerdos- profirió con una voz perdida, casi vaga. Chasqueaba la lengua, buscando alguna presa sumisa para no llegar a casa con el estómago vacío.- Espera aquí – dijo de pronto, con energía, alzando su cabeza para darse un impulso y descender rápido por la manga. Por unos minutos se perdió, regresando con las fauces relajadas, mostrando, por el pequeño bulto que se dibujaba en su vientre, que había encontrado algo para saciar su hambre- Es difícil, olvidarse de los asuntos menesteres de la madre Naturaleza – refirió con satisfacción - ¿Está de acuerdo con ello?
Malina Nurmi- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 17/03/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
El joven no pudo evitar volver a ladear la cabeza, tal y como era en realidad propio de su condición... Aunque no tanto en el momento en el que no estaba transformado. Cuando se dio cuenta corrigió de nuevo su postura, volviendo a colocarse tal y como debía hacerlo un caballero. -No es nada, lo cierto es que responderla en cierto modo me está haciendo enfrentarme a mi propias dudas, soy yo el que debería agradecérselo.- Dijo el joven con aire un tanto pensativo mientras caminaba a un paso ligero pero tranquilo al mismo tiempo. El chico miró de reojo hacia su bolsillo, observando al animalillo que descansaba graciosamente dentro del mismo. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios, en el mismo instante en el que meditaba sobre la gracia con la que la serpiente se dejaba transportar, un gesto igualmente gracioso surgió del mismo al arremeter contra lo que parecía su enemigo natural, los gatos. El joven se esforzó por no reír ante la voz que había dado el animalillo.- He de reconocer que yo tampoco siento ningún tipo de simpatía hacia los gatos madamme... Me resultan realmente molestos.-Admitió sin ningún gesto de arrepentimiento, después de todo no tenía nada de lo que “arrepentirse” aquella era la verdad, los gatos no despertaban ningún tipo de simpatía en él, si no todo lo contrario... Otra prueba de que su lado animal y su lado humano estaban íntimamente relacionados.-No todos andamos en manada... Aunque si prescindimos del estricto significado de manada, podríamos decir que la mía está con mi maestro. Hay más como nosotros, pero nunca hemos formado una manda con ellos. Nos va bien por nuestra cuenta.- Dijo encogiéndose de hombros, siempre habían sido unos lobos un poco “especiales”
Bethlem escuchó la respuesta y sin más asintió. En su cabeza no se formó ninguna posible respuesta a aquello, simplemente lo procesó. Después de todo él era de una “raza” diferente, en la que todos se transformaban en lobo sin excepción, en cambio, tal y como había dicho Nurmi unos instantes atrás, era posible que se transformasen en diferentes animales. Resultaba cuanto menos interesante. Un breve silencio se hizo con el ambiente. No se trataba de un silencio incómodo, simplemente cada uno de los allí presentes había empezado a vagar por sus pensamientos, perdiéndose en los recovecos que creaban los recuerdos en una cabeza rica en experiencias, que se esforzaban por ser recordadas en innumerables momentos. Un nombre sacó al joven de su ensimismamiento, que con aire desconcertado miró a su acompañante.- ¿Jukka?.- Preguntó entre curioso y extrañado, jamás había escuchado un nombre parecido, tal vez fuese propio de la procedencia del animalillo, el cual veía en Bethlem el recuerdo de alguna otra persona de su pasado. De pronto sintió cómo la sierpe se acomodaba alrededor de su cuello, lo que le hizo tensarse durante unos instantes, sintiendo como todos sus músculos se ponían alerta. Poco a poco se fue relajando al comprobar que no tenía nada de lo que preocuparse.
-Por supuesto que me ha enamorado.-Respondió en una exclamación.-Quizá sea el aire bohemio que se respira en París, pero ha resultado ser el lugar idóneo para mi profesión. De la misma manera es imposible aburrirse en París... Personalmente siempre me están ocurriendo cosas cuanto menos emocionantes.- Se paró unos instantes recordando algunas de las travesuras que había hecho con su maestro por las calles de París.- Quizá sea que gozo de la compañía de un maestro que no permite que me aburra, ya sea por trabajo o por ocio.- Dijo esto último con un deje pensativo, como cayendo por primera vez en las razones de su facilidad para asimilar la vida en la ciudad.- Aunque no es solo eso, hay muchos lugares apasionantes en esta ciudad, y muchos otros con una belleza apabullante.- Dijo dando por finalizada la respuesta. - Desde tiempo entonces, quizá cuando sus recuerdos no la abrumen pueda fijarse en lo demás.- Dijo sin pensar que quizá aquello había podido sonar grosero, aunque su intención no era ni mucho menos la de que se le viese de aquella manera. Bethlem se detuvo en un instante nada más escuchar la vocecilla de la serpiente pedírselo. Observó con atención cómo volvía, luciendo ahora su estómago lleno. No pudo evitar reír suavemente mientras se agachaba tendiendo su mano al animal para volver a subirlo sobre sus hombros.- Estoy completamente de acuerdo, la mayor parte de las veces que me transformo bajo los efectos de la luna me alimento como si no hubiese comido en años.- Dijo tomándoselo con humor, aunque muchas veces le abrumaban las imágenes que venían a su mente pasado algo de tiempo desde las transformaciones. A veces era duro recuperar la memoria, sobre todo porque no resultaban agradables las imágenes que le venían a la mente.
Bethlem escuchó la respuesta y sin más asintió. En su cabeza no se formó ninguna posible respuesta a aquello, simplemente lo procesó. Después de todo él era de una “raza” diferente, en la que todos se transformaban en lobo sin excepción, en cambio, tal y como había dicho Nurmi unos instantes atrás, era posible que se transformasen en diferentes animales. Resultaba cuanto menos interesante. Un breve silencio se hizo con el ambiente. No se trataba de un silencio incómodo, simplemente cada uno de los allí presentes había empezado a vagar por sus pensamientos, perdiéndose en los recovecos que creaban los recuerdos en una cabeza rica en experiencias, que se esforzaban por ser recordadas en innumerables momentos. Un nombre sacó al joven de su ensimismamiento, que con aire desconcertado miró a su acompañante.- ¿Jukka?.- Preguntó entre curioso y extrañado, jamás había escuchado un nombre parecido, tal vez fuese propio de la procedencia del animalillo, el cual veía en Bethlem el recuerdo de alguna otra persona de su pasado. De pronto sintió cómo la sierpe se acomodaba alrededor de su cuello, lo que le hizo tensarse durante unos instantes, sintiendo como todos sus músculos se ponían alerta. Poco a poco se fue relajando al comprobar que no tenía nada de lo que preocuparse.
-Por supuesto que me ha enamorado.-Respondió en una exclamación.-Quizá sea el aire bohemio que se respira en París, pero ha resultado ser el lugar idóneo para mi profesión. De la misma manera es imposible aburrirse en París... Personalmente siempre me están ocurriendo cosas cuanto menos emocionantes.- Se paró unos instantes recordando algunas de las travesuras que había hecho con su maestro por las calles de París.- Quizá sea que gozo de la compañía de un maestro que no permite que me aburra, ya sea por trabajo o por ocio.- Dijo esto último con un deje pensativo, como cayendo por primera vez en las razones de su facilidad para asimilar la vida en la ciudad.- Aunque no es solo eso, hay muchos lugares apasionantes en esta ciudad, y muchos otros con una belleza apabullante.- Dijo dando por finalizada la respuesta. - Desde tiempo entonces, quizá cuando sus recuerdos no la abrumen pueda fijarse en lo demás.- Dijo sin pensar que quizá aquello había podido sonar grosero, aunque su intención no era ni mucho menos la de que se le viese de aquella manera. Bethlem se detuvo en un instante nada más escuchar la vocecilla de la serpiente pedírselo. Observó con atención cómo volvía, luciendo ahora su estómago lleno. No pudo evitar reír suavemente mientras se agachaba tendiendo su mano al animal para volver a subirlo sobre sus hombros.- Estoy completamente de acuerdo, la mayor parte de las veces que me transformo bajo los efectos de la luna me alimento como si no hubiese comido en años.- Dijo tomándoselo con humor, aunque muchas veces le abrumaban las imágenes que venían a su mente pasado algo de tiempo desde las transformaciones. A veces era duro recuperar la memoria, sobre todo porque no resultaban agradables las imágenes que le venían a la mente.
- Off:
- Siento mucho haber tardado tantísimo en responderte. Espero que sea de tu agrado.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
El tiempo, que hasta ese momento, se mantenía revuelto y mudable, como cualquier mañana parisina, había sufrido una nueva e inesperada variación, cosa, la verdad, poco extraña a estas alturas, donde la velocidad del diálogo entablado entre aquellos dos personajes competía con la vertiginosa mañana otoñal, sumiéndolos de pronto, como a los espectadores de una comedia de magia, dejando de lado la humedad del bosque, colándose por sus escamas. O es que así, en su prístino egoísmo, lo definía. “Lumi”, estaba embobada y suspensa con el rápido mudar de las respuestas y de las circunstancias. A las alternativas de frío y de calor, de aires y de bochorno, que en cuanto a desigual y caprichosa nada tenía que envidiar a la que disfrutaba en Irlanda, el bolsillo de Galliano, ofrecía un microambiente constante, sereno y templado – Es afable saber, que ya hay dos seres, que sienten una aberración natural por aquellos peludos animales-refiriéndose así por última vez, a los felinos, volviendo a esconder la cabeza en los pliegues del bolsillo.
Luego de escuchar la respuesta sobre su “gregaria conducta”, Malina, no hizo más que reír, abriendo de súbito la mandíbula, como si de un mordisco al aire se tratase. Cosa que, al imaginársela, provocó que frenara su actuar – Lo siento- exclamó con vergüenza. Por unos instantes, pensó en lo incómodo que pudo haber sido aquello, optando por salir del bolsillo y esconderse detrás de otro árbol, más profuso al anterior – Minutos, serán los que le pido… – habló, pasando por una metamorfosis curiosa, recordando que tenía extremidades y una piel más suave que la anterior… Escrutó con sus orbes marrón el bosque, y su cabellera rojiza ordenada en una improvisada trenza, apareciendo tras el árbol con curiosidad – Me pareció prudente que, luego de ver mis colmillos, antes de proferirle una imagen tétrica, pensase que también tengo una forma más “común”- refirióse a sí misma, con inusitada naturalidad, saliendo de atrás, vestida como quien da un paseo matutino.-
Suspiró pesadamente, dando pasos lentos, para estirar su mano y adoptar la aristocrática conducta de su hermano Risto, parafraseando su presentación – creo que así… Me podré reír más cómoda – encogiendo los hombros y retomando el hilo de la pregunta anterior – Si me lo pregunta, a mí me hace gracia observar cómo se afanan los humanos, qué grandes cuestiones enredan y con qué exquisita diligencia se procuran los datos acerca de las más insignificantes particularidades de la vida doméstica, en tanto que se ignoran los más curiosos pormenores de “nuestras” costumbres propias; cómo se remontan y se pierden de inducción en inducción, por entre el laberinto de las lenguas caldaicas, sajonas o sánscritas, en busca del origen de las palabras, en tanto que se olvidan de investigar algo más interesante: el origen de las ideas…. Similar a lo que hago ahora con usted, pero en mayor escala – hizo un ademán con las manos mientras seguía caminando con naturalidad – piense en esto: ¿cuántos de ellos sabrán que hablan con un cambiante, o uno de los suyos? – para ese entonces, Nurmi se veía sumida en sus deducciones. Las mismas que provocaban más de un dolor de cabeza a su querido Risto, y una que otra carcajada incómoda a Jukka, el mismo que había sacado a relucir en sus divagaciones – Jukka – pronunció despacio, dilucidando las letras que componían aquel nombre – era uno de mis sirvientes. El mayordomo, para ser explícitos. Por alguna razón, que desconozco me ha recordado a usted. Dispense que haya sido preso de uno de mis recuerdos – dijo, en un tono sumiso, casi avergonzado.
A merced de estas circunstancias y a encontrarse bastante mejor de las dolencias que le provocaba el ayuno, Nurmi, se había percatado de lo extenso que le había resultado este diálogo. En el “aquí” y en el “ahora”. Fuera del camino establecido por ser fémina, Bethlem, no le causaba incomodidad: no recordaba que su “permiso” consistía en hablar cuando su voz tomara posición en el aire, ni que debía expresarse en un tono mucho más bajo, por miedo a incomodar. Sus conjeturas eran curiosamente armónicas, y las dudas de los dos resultaban complejas, a la par que elaboradas. Frunció los labios, en función de ello, mostrando un gesto apático, introspectivo. Sostuvo aquel gesto por largo tiempo.- El aire bohemio…- redujo toda su ignominia social en aquellas tres palabras- Debe saber mucho de ello…- De pronto sus palabras se habían vuelto escuetas, imperceptibles.- Usted, pareciera tener fe en el Porvenir. Le envidio por ello-. Finalizó sincera, apelando a su dialecto. Se había sentido tocada por su última frase “dejar de apelar a los recuerdos y observar más". Más de lo que ella había querido. Más de lo que Jukka e Ingria le habían ofrecido en sus juergas sabatinas ¿Se podía más? Sí. Y frente a ella tenía un prospecto que le estaba instando a ello, con un inocente desdén. Abrió los ojos de par en par, simulando ofensa.- ¿Me está queriendo decir… Que debiese salir más? – espetó, ladeando la cabeza en señal de duda – Lo haría, pero no creo que Annie, pueda soportar mis insomnios, o mis conjeturas. No –negó rauda – pobrecilla, no querría llevarla a divagar conmigo en la vorágine nocturna parisina- escrutó con los labios una mueca de desaprobación y se cruzó de brazos, temblando ante aquella posibilidad – No creo que ella sea la indicada para esos menesteres. Annie, fue contratada solo para limpiar la casa, mantenerla intacta.- Se mofó de ella y su propia imagen – Creo que cuando la contrataron, no sabía a quién tendría que terminar sirviendo. Aunque por ello la estimo.-“Tiene una paciencia férrea” – Bajo los efectos de la luna, todos somos semejantes – le increpó, decidida – sin embargo, algunos debemos permanecer solos. Porque no hay de nuestra especie, o, como he vislumbrado en ciertas ocasiones… solemos mordernos la cola con vehemencia y sórdida altanería – contestó con tristeza.
Ahora que lo pienso – retomó su tono de voz vivaz - ¿le ha servido de algo venir aquí a buscar inspiración? - la pregunta le era placentera, había recobrado por instantes su centro, devolviendo de este modo a su interpelado, el origen de cómo se habían conocido.
Luego de escuchar la respuesta sobre su “gregaria conducta”, Malina, no hizo más que reír, abriendo de súbito la mandíbula, como si de un mordisco al aire se tratase. Cosa que, al imaginársela, provocó que frenara su actuar – Lo siento- exclamó con vergüenza. Por unos instantes, pensó en lo incómodo que pudo haber sido aquello, optando por salir del bolsillo y esconderse detrás de otro árbol, más profuso al anterior – Minutos, serán los que le pido… – habló, pasando por una metamorfosis curiosa, recordando que tenía extremidades y una piel más suave que la anterior… Escrutó con sus orbes marrón el bosque, y su cabellera rojiza ordenada en una improvisada trenza, apareciendo tras el árbol con curiosidad – Me pareció prudente que, luego de ver mis colmillos, antes de proferirle una imagen tétrica, pensase que también tengo una forma más “común”- refirióse a sí misma, con inusitada naturalidad, saliendo de atrás, vestida como quien da un paseo matutino.-
Suspiró pesadamente, dando pasos lentos, para estirar su mano y adoptar la aristocrática conducta de su hermano Risto, parafraseando su presentación – creo que así… Me podré reír más cómoda – encogiendo los hombros y retomando el hilo de la pregunta anterior – Si me lo pregunta, a mí me hace gracia observar cómo se afanan los humanos, qué grandes cuestiones enredan y con qué exquisita diligencia se procuran los datos acerca de las más insignificantes particularidades de la vida doméstica, en tanto que se ignoran los más curiosos pormenores de “nuestras” costumbres propias; cómo se remontan y se pierden de inducción en inducción, por entre el laberinto de las lenguas caldaicas, sajonas o sánscritas, en busca del origen de las palabras, en tanto que se olvidan de investigar algo más interesante: el origen de las ideas…. Similar a lo que hago ahora con usted, pero en mayor escala – hizo un ademán con las manos mientras seguía caminando con naturalidad – piense en esto: ¿cuántos de ellos sabrán que hablan con un cambiante, o uno de los suyos? – para ese entonces, Nurmi se veía sumida en sus deducciones. Las mismas que provocaban más de un dolor de cabeza a su querido Risto, y una que otra carcajada incómoda a Jukka, el mismo que había sacado a relucir en sus divagaciones – Jukka – pronunció despacio, dilucidando las letras que componían aquel nombre – era uno de mis sirvientes. El mayordomo, para ser explícitos. Por alguna razón, que desconozco me ha recordado a usted. Dispense que haya sido preso de uno de mis recuerdos – dijo, en un tono sumiso, casi avergonzado.
A merced de estas circunstancias y a encontrarse bastante mejor de las dolencias que le provocaba el ayuno, Nurmi, se había percatado de lo extenso que le había resultado este diálogo. En el “aquí” y en el “ahora”. Fuera del camino establecido por ser fémina, Bethlem, no le causaba incomodidad: no recordaba que su “permiso” consistía en hablar cuando su voz tomara posición en el aire, ni que debía expresarse en un tono mucho más bajo, por miedo a incomodar. Sus conjeturas eran curiosamente armónicas, y las dudas de los dos resultaban complejas, a la par que elaboradas. Frunció los labios, en función de ello, mostrando un gesto apático, introspectivo. Sostuvo aquel gesto por largo tiempo.- El aire bohemio…- redujo toda su ignominia social en aquellas tres palabras- Debe saber mucho de ello…- De pronto sus palabras se habían vuelto escuetas, imperceptibles.- Usted, pareciera tener fe en el Porvenir. Le envidio por ello-. Finalizó sincera, apelando a su dialecto. Se había sentido tocada por su última frase “dejar de apelar a los recuerdos y observar más". Más de lo que ella había querido. Más de lo que Jukka e Ingria le habían ofrecido en sus juergas sabatinas ¿Se podía más? Sí. Y frente a ella tenía un prospecto que le estaba instando a ello, con un inocente desdén. Abrió los ojos de par en par, simulando ofensa.- ¿Me está queriendo decir… Que debiese salir más? – espetó, ladeando la cabeza en señal de duda – Lo haría, pero no creo que Annie, pueda soportar mis insomnios, o mis conjeturas. No –negó rauda – pobrecilla, no querría llevarla a divagar conmigo en la vorágine nocturna parisina- escrutó con los labios una mueca de desaprobación y se cruzó de brazos, temblando ante aquella posibilidad – No creo que ella sea la indicada para esos menesteres. Annie, fue contratada solo para limpiar la casa, mantenerla intacta.- Se mofó de ella y su propia imagen – Creo que cuando la contrataron, no sabía a quién tendría que terminar sirviendo. Aunque por ello la estimo.-“Tiene una paciencia férrea” – Bajo los efectos de la luna, todos somos semejantes – le increpó, decidida – sin embargo, algunos debemos permanecer solos. Porque no hay de nuestra especie, o, como he vislumbrado en ciertas ocasiones… solemos mordernos la cola con vehemencia y sórdida altanería – contestó con tristeza.
Ahora que lo pienso – retomó su tono de voz vivaz - ¿le ha servido de algo venir aquí a buscar inspiración? - la pregunta le era placentera, había recobrado por instantes su centro, devolviendo de este modo a su interpelado, el origen de cómo se habían conocido.
Malina Nurmi- Cambiante Clase Media
- Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 17/03/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: La inspiración buscada. (Malina Nurmi)
El joven lobo se sorprendió por la risotada del animal, aunque cada vez se sentía menos desconcertado, puesto que no era la primera vez en aquel extraño lapso de tiempo que veía aquellos colmillos… De hecho, empezaba a acostumbrarse. La serpiente anunció que necesitaba un tiempo mientras se adentraba en los árboles. El joven esperó obedientemente los minutos que pedía la dama sin moverse, aunque se preguntaba el motivo de aquella parada. Instantes después una bella dama de cabellos rojizos asomaba tras los árboles, y además estaba vestida como quien no quiere la cosa. Bethlem la miró incrédulo, pensando en los problemas que tenía él tras aparecer en algún lugar perdido de París sin ningún tipo de ropa cubriéndole el cuerpo. Rápidamente sacudió la cabeza, no era propio de un caballero imaginar tales cuestiones acerca de una dama, y él, aunque un poco diferente quizá, se seguía considerando un caballero. - Yo… Bueno…- Carraspeó al darse cuenta de que sonaba consternado.- No pensaba realmente que su imagen fuese tétrica, pero me complace conocer también su lado humano.- Hizo una teatral reverencia esperando así disimular su pequeño desliz anterior, sobre todo si aquello podía llevar a conclusiones equivocadas.
Bethlem quedó en silencio escuchando las palabras de Malina. Su mente por unos instantes hizo el amago de entretenerse en fijarse en aquellos detalles que caracterizaban a la señorita con la que compartía aquel diálogo, pero en seguida se negó esto, puesto que a veces el resultaba complicado seguir el discurso de su interlocutora, quizá por su acento, quizá porque tenía una forma peculiar de utilizar el lenguaje. No piensen que esto desagradaba al muchacho. Al contrario, le hacía mantener el interés puesto que le obligaba a estar atento, y lo que es más importante, hacía trabajar su mente. La pregunta de la joven le hizo sonreír, era algo que se había preguntado muchas veces, de hecho le gustaba jugar con su maestro a adivinar quienes tenían aspecto de conocer los curiosos secretos del mundo, y quiénes los ignoraban por completo.- Pues verá, es algo que me he preguntado innumerables veces, y a lo largo del tiempo he llegado a la conclusión de que los pocos que saben de nuestra existencia son capaces de reconocer a los vampiros, en cambio no tienen herramientas para reconocernos a nosotros. En apariencia somos iguales que ellos, nuestro corazón late y emanados calor… En definitiva, necesitan conocernos lo suficiente como para poder averiguarlo.- El joven hizo una pequeña pausa mirando a la chica.- Antes de continuar mi razonamiento, permítame hacerle una pregunta, ¿Siente usted repulsión hacia los vampiros?.- Preguntó con curiosidad, y también para poder hacerse una idea de si la teoría que tenía con respecto a su relación con los vampiros era cierta o eran simples conjeturas. La respuesta de la joven hacia la curiosidad de Bethlem por aquel nombre que había oído varias veces le hizo reír suavemente.-No se preocupe, no me siento de ninguna manera ofendido si el recuerdo que guarda de su mayordomo es placentero.- Dijo con tranquilidad restándole importancia.
De pronto algo cambió, y la chica tomó una actitud más introvertida, más “recta” para una dama. Bethlem la miró en una mezcla de sorpresa e incomprensión. En realidad comprendía perfectamente el problema que su compañera le planteaba, realmente los dos problemas que ella le planteaba, a lo que decidió que no debía quedarse callado. -Siento si la he ofendido, pero si me lo permite, y a expensas de que se ofenda aún más, me aventuraría a decir que si haría bien en salir más por París. No tiene por qué darse paseos nocturnos si eso le causa problemas… Y aunque suene atrevido si necesita a alguien con quien compartir sus divagaciones aquí tiene a un paciente interlocutor. Quizá soy algo callado, pero precisamente por ello se me da mejor escuchar que a muchas de las personas que conozco.- Pensó en unos instantes en la interpretación que podría darle la joven si no aclaraba que era una simple invitación a entablar una curiosa amistad, sin pretensiones de nada más.- Por favor no tome mi sugerencia como una invitación con dobles intenciones, sé que hoy en día todo el que ve a un hombre y una mujer paseando los imagina en románticas actitudes. Mis intenciones no toman de ninguna manera esos caminos. Tomeselo como una invitación a divagar cuando más lo desee.- Finalizó con la esperanza de haber aclarado la inocencia de su proposición.-Con respecto a la luna llena… La comprendo perfectamente, algunos podemos llegar a ser auténticos salvajes… Por ello es mejor que pasemos dichas noches en soledad.
-Siempre me sirve, a veces me encuentro conque mi cabeza se ha topado con innumerables distracciones. En esos momentos tan solo me sirve retirarme a algún lugar apartado, en el que nada me moleste, y así poder concentrarme.- Sonrió.- Además la naturaleza de algún modo me ayuda a tener nuevas ideas… En definitiva, a inspirarme.- Miró a Malina con aquella sonrisa que le caracterizaba.
Bethlem quedó en silencio escuchando las palabras de Malina. Su mente por unos instantes hizo el amago de entretenerse en fijarse en aquellos detalles que caracterizaban a la señorita con la que compartía aquel diálogo, pero en seguida se negó esto, puesto que a veces el resultaba complicado seguir el discurso de su interlocutora, quizá por su acento, quizá porque tenía una forma peculiar de utilizar el lenguaje. No piensen que esto desagradaba al muchacho. Al contrario, le hacía mantener el interés puesto que le obligaba a estar atento, y lo que es más importante, hacía trabajar su mente. La pregunta de la joven le hizo sonreír, era algo que se había preguntado muchas veces, de hecho le gustaba jugar con su maestro a adivinar quienes tenían aspecto de conocer los curiosos secretos del mundo, y quiénes los ignoraban por completo.- Pues verá, es algo que me he preguntado innumerables veces, y a lo largo del tiempo he llegado a la conclusión de que los pocos que saben de nuestra existencia son capaces de reconocer a los vampiros, en cambio no tienen herramientas para reconocernos a nosotros. En apariencia somos iguales que ellos, nuestro corazón late y emanados calor… En definitiva, necesitan conocernos lo suficiente como para poder averiguarlo.- El joven hizo una pequeña pausa mirando a la chica.- Antes de continuar mi razonamiento, permítame hacerle una pregunta, ¿Siente usted repulsión hacia los vampiros?.- Preguntó con curiosidad, y también para poder hacerse una idea de si la teoría que tenía con respecto a su relación con los vampiros era cierta o eran simples conjeturas. La respuesta de la joven hacia la curiosidad de Bethlem por aquel nombre que había oído varias veces le hizo reír suavemente.-No se preocupe, no me siento de ninguna manera ofendido si el recuerdo que guarda de su mayordomo es placentero.- Dijo con tranquilidad restándole importancia.
De pronto algo cambió, y la chica tomó una actitud más introvertida, más “recta” para una dama. Bethlem la miró en una mezcla de sorpresa e incomprensión. En realidad comprendía perfectamente el problema que su compañera le planteaba, realmente los dos problemas que ella le planteaba, a lo que decidió que no debía quedarse callado. -Siento si la he ofendido, pero si me lo permite, y a expensas de que se ofenda aún más, me aventuraría a decir que si haría bien en salir más por París. No tiene por qué darse paseos nocturnos si eso le causa problemas… Y aunque suene atrevido si necesita a alguien con quien compartir sus divagaciones aquí tiene a un paciente interlocutor. Quizá soy algo callado, pero precisamente por ello se me da mejor escuchar que a muchas de las personas que conozco.- Pensó en unos instantes en la interpretación que podría darle la joven si no aclaraba que era una simple invitación a entablar una curiosa amistad, sin pretensiones de nada más.- Por favor no tome mi sugerencia como una invitación con dobles intenciones, sé que hoy en día todo el que ve a un hombre y una mujer paseando los imagina en románticas actitudes. Mis intenciones no toman de ninguna manera esos caminos. Tomeselo como una invitación a divagar cuando más lo desee.- Finalizó con la esperanza de haber aclarado la inocencia de su proposición.-Con respecto a la luna llena… La comprendo perfectamente, algunos podemos llegar a ser auténticos salvajes… Por ello es mejor que pasemos dichas noches en soledad.
-Siempre me sirve, a veces me encuentro conque mi cabeza se ha topado con innumerables distracciones. En esos momentos tan solo me sirve retirarme a algún lugar apartado, en el que nada me moleste, y así poder concentrarme.- Sonrió.- Además la naturaleza de algún modo me ayuda a tener nuevas ideas… En definitiva, a inspirarme.- Miró a Malina con aquella sonrisa que le caracterizaba.
Bethlem Galianno- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Un nuevo hallazgo {Malina Nurmi}
» Inspiración ven a mi [Libre]
» Soledad e inspiración - Libre -
» Nueva inspiración {Voltaire}
» Ausencia por poca inspiración
» Inspiración ven a mi [Libre]
» Soledad e inspiración - Libre -
» Nueva inspiración {Voltaire}
» Ausencia por poca inspiración
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour