Unmasked <Dalunae>

por **Imogen Giry** Mar Abr 21, 2015 12:01 am

No había mucho que hacer después de que la mariposa llorará desconsoladamente su desventura, sus alas de cristal había sido quebrantadas por los duros colmillos del fantasma que esclavizaba a todos en el teatro, a partir de su regreso las cosas habían tornado a ser un poco más que oscuras y misteriosas, los asesinatos no dejaban de suceder, cuya gravedad esta vez eran aún más macabras que en los siglos anteriores.
Imogen seguía presa de la culpa, no podía evitar sentir el pesaroso cargo de conciencia que le obligaba a sostenerse de los hilos que The Phantom le había colocado, para volverla entre todos la marioneta predilecta que llevaba y traía para él, sus disposiciones aceptadas por unos administradores aterrorizados que incluso cedían a proporcionarle grandes sumas de dinero procedentes de las ganancias que poco a poco comenzaron a despegar, también se encargaba su palco, de ejecutar sus coreografías con la precisión marcada imperiosamente en su voz grave que en ocasiones arrojaba para ella y una bailarina rosas, a modo de recompensa por su labor y obediencia... aunque Imogen lo negara necesitaba de esos pequeños detalles de fresco aroma y color carmín y las cuidaba con la delicadeza que le ofrecería a él sino hubiese roto su ilusión al amenazarle de aquella forma y sin embargo amaba al protector y maestro.
La noche en que todo volvió al éxito de siempre en el teatro, una nueva estrella escogida entre todas sus ratas por la misma voz del hombre había hecho un gran revuelo entre las principales criticas de aquel tiempo, era cierto que tenía talento y que fue la misma vieja coreografía la que dio aviso a "Él" como lo nombraba, de la existencia de Dalunae, de pronto toda planeación de coros y ballet se centraba en su lucimiento, The Phantom planeaba todo con Giry, desde sus sombras él le dictaba de que manera debía entrenarla, cuales ejercicios ejecutaría y cuantos descansos tomaría, Dalunae paso a ser la predilecta por excelencia del fantasma que la admiraba las noches de gala desde el palco número cinco, aún era pequeña y de facciones no definidas, una niña en desarrollo de la que Imogen encontraba sentimientos divididos, por un lado al hacerse cargo de manera directa le tomo cierto cariño pero por el otro, ella ardía en furia y rabia de celos, no podía aceptar que de pronto todas las comodidades, desde un camerino individual, las rosas, los ensayos por las madrugadas eran la señal de que su protector se había fijado en el arte de alguien más pero lo sabía, la señal estaba latente... porque así empezó la historia de una bailarina callejera hacia muchos años atrás, esa misma que ahora le enseñaba a su sucesora.
Giry estaba encantada aunque no lo hiciera notar con la pequeña consentida de The Phantom, era sin duda una de las coristas más abnegadas y dedicadas con ímpetu a las piezas dispuestas para ellas, pero no era tanto por sobresalir o porque fuese el papel principal el que Dalunae encarnaría, ella lo hacia por él, para complacerlo... la entendía por que ella les entrenaba con pasión solo por mantener su beneplácito satisfecho.
Las últimas semanas se estudio y monto en el gran escenario de maderas lisas y nuevas, lo que seria el ballet de Fausto, una obra que debía quedar más que perfecta ya que se sabía por la misma Imogen que era la predilecta por el fantasma del teatro de París, por lo que había movimiento entre las tramoyeras, detrás de bastidores y telares, todo el mundo preocupados hasta en el más insignificante detalle, esta vez los trabajadores hacían caso omiso de su vulgar morbo por mucho que estuviesen cerca de las bailarinas que eran custodiadas por Giry desde muy temprana hora, la dama poseía en esos momentos una mirada fría e imperturbable, una pose firme y altiva que parecía estar atenta al más mínimo error... su bastón marcaba los pasos -Uno, dos, tres, cuatro- decía y volvía a repetir la misma secuencia mientras la orquesta marcaba compás por compás, pero Dalunae llamaba la atención de propios y extraños, era su belleza, era quizá su entusiasmo o su posición de ella que lo proveía su papel principal donde debía estar al centro de todas las demás, hacia del espectáculo algo exquisito de admirar, era de la única que no mostraba fatiga, su semblante lucia fresco y radiante a diferencia de las otras que desde las primeras horas del medio día ya no podían con la pesadez de su cuerpo, y era ese palco la motivación de ambas sobre todo cuando la noche llego, las dos damas sabían que, él probablemente estuviera observando en la incógnita de las sombras -¡Suficiente!- exclamó, interrumpiendo a la orquesta de golpe y deteniendo los giros en seco, es que al final ella no podía dejar de lado ese estremecimiento que provocaba el tan solo pensar que The Phantom le miraba a ella -¡Todas a asearse y después a la cama, que mañana el ensayo se reanuda al alba!- ordeno en medio de estridentes palmadas, pero era tarde… él la había visto ya en todo esplendor, una rosa fresca cayó a su lado << Te exijo se la entregues >> escucho el sutil susurro justo arriba de su cabeza a la que no dio el lujo de voltear, en medio de todas las jóvenes que se marchan exhaustas, Imogen se acerco a la esbelta figura de la chica expectante al famoso palco, era como si aquello fuese un altar al que su mirada le obsequiaba absoluta devoción en cada parpadeo -Dalunae- llamo con severidad y recelo su atención -Él manda esto, esta satisfecho con tu trabajo de esta noche- extendió la mano ofreciéndole la flor -Anda tómala- ordeno como si aquello fuera parte del ensayo -Lo conozco y se molestará si no la acoges- advirtió, notando en la joven un aire de curiosidad que al final desembocaría en alguna cuestión desprendida de sus labios… ¿Como huir de aquello?, no podía ser maleducada y marcharse, él las veía… él las escuchaba y seria testigo de sus actos, Imogen no tenia opción más que permanecer allí, hasta que dijera aquello que demoraba en decir.

por **Dalunae** Sáb Mayo 02, 2015 2:28 pm

“La marioneta puede cortar los hilos que le esclavizan, la única forma de huir de la bailarina es cortando sus piernas”

Dejando de lado todas las movidas algo turbias que había llevado a cabo para tener un espacio en el escenario… había sido una buena chica, cumplía con sus deberes que eran el doble ahora que era bailarina. Al fin y al cabo no había llegado al teatro para bailar, su abuela le había enviado porque era el único lugar que había encontrado donde Dalunae podría vivir y ganar algo de dinero para sobrevivir limpiando, ordenando y procurando que todo estuviera en su lugar detrás se escena, lo cual era mucho mejor que abandonarla en un burdel. La intención de aquella vieja vampiresa no era más que el deshacerse de aquel problema que le había dejado su hija muchos años atrás… no era una mujer dulce, tampoco maternal pero solía ser amable siempre y cuando aquel ser no interfiriera en sus planes, pero obviamente una chica mortal tarde o temprano comenzaba a topar con su vida inmortal, sus viajes, planes y sueños de libertad. Era mejor deshacerse de ella antes de quedar atada a una carga humana por unos cuantos años hasta que falleciera.

Y aunque Dalunae supiera perfectamente esa información, no guardaba ningún rencor contra la antigua vampiresa, ni por ser la responsable de la muerte de su padre, ni por quedarse con las tierras que por herencia le pertenecían. Al menos no ahora, no cuando había encontrado un mundo completamente nuevo en el cual encajaba, donde el dolor podía verse a la lejanía, en un pasado que a ratos parecía ser ajeno a su vida, el fuego purificaba el alma… y para quien había sido sentenciada en la hoguera era algo que podía admitir. Ahora era libre de todo dolor físico, su cuerpo, cada célula dañada había sido curada gracias a la sangre inmortal por lo cual la hacia inmune al dolor físico… pero esto no quitaba que cuando se doblara un tobillo no caminara extraño y le costara bailar, pero no sentía dolor, solo sentía que su cuerpo no reaccionaba como debería. Y aunque parecía una bendición podía ser una real tortura, pues no sentía hasta que punto podía exigirle a su cuerpo, acababa por apagarse por si solo de vez en cuando… sin que la bailarina pudiera sostenerse o evitarlo.

Ensayaban entre los artificios y escenografía que movían de un lado a otro, podía sentir el aura de algunas bailarinas, sobre todo las más cercanas. Temían que cayera algún tablón y alguien saliera lastimado, pero si caía esperaban que fuera sobre otra persona que no fueran ellas, eso le hacia sonreír levemente mientras daba vueltas y vueltas bajo el ritmo impuesto por Madame Giry, ese pensamiento tan sincero pero que a su vez se escucharía tan cruel si alguien lo dijera en voz alta… sin duda todas le apuntarían con una mirada de rechazo mientras lo mismo pasa por su mente. Decidió el intentar con todas sus fuerzas alejar aquellos pensamientos para concentrarse por completo en el sonido del bastón golpeando contra el suelo. Sintió una corriente extraña que le estremeció por completo y apunto de perder el paso se detuvo de golpe ante aquella orden, la noche caía… y la pequeña bailarina de aquella caja de cristal observo directo al palco numero 5 buscando algún movimiento, pero solo dedico una sonrisa antes de retroceder con la mirada gacha esperando que su Maestro hubiera estado de espectador esa noche.

Aquellos pasos apresurados de las bailarinas que solo deseaban ir a dormir luego de un largo día de entrenamiento fueron seguidos por los tímidos pasos de la ultima bailarina que como siempre era la ultima en abandonar el escenario, bailarina que a paso lento esperaba aquella sensación horrenda que se apoderaba de ella cada vez que se alejaba de las luces de la puesta en escena… un pedazo de su alma se quedaba allí, pero al parecer el día de hoy no era necesario que lo dejara con gran apuro, volvió ante el llamado de Madame Giry. Aquella mujer que cuidaba de cada una de las bailarinas, a ratos se quedaba observándola mientras pensamientos inundaban su mente, miles de historias que jamas podría comentar con nadie. Aquella mujer le hacía pensar en su madre, cuando le enseñaba a bailar, aunque obviamente su madre no era tan estricta, no le enseñaba a Dalunae con esperanzas de que bailara profesionalmente… solo lo hacía como un pasatiempo madre e hija.

Se paro frente a la mujer pero su mirada ya había divisado aquella rosa tan característica, le seguía con la mirada y si tardo en tomarla fue porque no había escuchado la orden, su audición estaba más pendiente de escuchar por donde estaba aquel ángel de las sombras, el genio de la música, el Dios de aquel templo sagrado de las artes – mmmh?, lo lamento… - se excuso tomando la rosa con rapidez pero siendo cautelosa de no causarle ningún daño a la hermosa flor – Si, lo conoces… ¿no es así? - pregunto mientras su mirada volvía a la mujer, pero tenia aquel brillo que suelen tener los animales cuando salen a cazar… y divisan a su potencial victima. Madame Giry se había delatado, no era como si desde antes no supiera que el ángel le encargaba cumplir con ciertas cosas… pero de conocerle en carácter… tal vez en su oculto pasado… no era algo de lo que estuviera consiente – Siempre he querido preguntar, la razón por la cual siempre la rosa llega de sus manos o directamente de las del ángel del teatro...¿Acaso tiene algo que confesar, Madame? - pregunto mientras comenzaba a pasearse, no era necesario que la chica mantuviera su mirada sobre la mujer para dejar en claro que no pararía hasta obtener respuestas - ¿Que tipo de vinculo existe entre el ángel y la protectora? - pregunto mientras su mirada iba a la rosa. Y de un momento a otro fue como si los únicos seres en el teatro fueran ambas, quienes preparaban la escenografía se habían esfumado … podía ser cierto o tal vez solo parte de las ilusiones creadas por la astuta hechicera y tal como podía controlar su magia para hacer ilusiones… podía usarla para controlar a otros seres, esperaba no tener que llegar a eso, al fin y al cabo aquella mujer le agradaba.

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