L'Observateur Pathétique {Dalunae}

por **Dorian Letelier** Lun Jun 06, 2016 1:28 pm

Venir al teatro me traía muchos recuerdos, de cuando empecé a tomarle tacto al piano y a la música en general. La verdad, es que era algo que llevaba en mi sangre no exactamente de mi familia, sino que nació de mi mismo. No expresaré exactamente cuándo, pero recuerdo a un Gran Amigo que también me apoyaba en esto del piano, más que mi propia familia y del cuál fui aprendiz... Este mundo como se conoce ahora, perdería la cabeza si declaro el nombre de mi Maestro. Y es por eso... que siempre queda la música que puede responder a todo.

En el teatro estaban dando la presentación de diferentes artistas, en dónde cada uno interpretaba un par de piezas muy conocidas y que llegaron a los oídos de mis entrañas rápida y tortuosamente como un amor no correspondido... profundamente, en un torrente de emociones que no podía expresar más sino que en la propia soledad desde el fondo de mi interior. Mientras observaba a los intérpretes, cada cual que se subía al escenario sabía exactamente su rol y sus almas se desnudaban a la vista de todos los presentes. Mis tensiones se veían soltadas, mis ojos incrustados directamente en los dedos que interpretaban cada pieza. Y entonces fue cuando mi éxtasis había llegado a un punto en que fue notoria en mi inexpresivo rostro, y lloré lágrimas…

Por que...:

La sonata patética, había tocado las fibras muertas de mi interior como la suavidad de los pétalos de las rosas rojas cayéndose entre mi rostro y blanca piel, mi vista no podía desviarse de tal interpretación sublime que estaba presenciando en aquél momento eterno, en que me conectaba con las notas que salían de ese piano. Me dieron ganas de interpretarla por mí mismo en el piano de mi palacio, pero recordé que estaba en un lugar público y no era de buen mirar el retirarse en medio de la presentación… Y luego… sangre… el aroma a sangre me transportó a bellos y lejanos paisajes olvidados en el tiempo, destruidos en los sueños, con utópicos colores desteñidos lentamente en un simple parpadeo.

-¿Excuséz-moi, se encuentra bien?- escuché una voz que provenía desde al lado de mi asiento y entonces descubrí el origen de la sangre, mientras que en mis delirios la música aun sonaba y las personas ya estaban aplaudiendo.

Entonces repitió: -¿Se encuentra bien, Monsieur?-…

Dirigí la mirada lentamente y asentí. Mi interlocutor era desconocido y quedé a la espera de un comentario más, antes de disfrutar del aroma intenso que provenía de esta persona. Y continué observándole con una mano sujetando mi rostro, y todos mis delirios desaparecieron.

por **Dalunae** Mar Jun 07, 2016 10:32 pm

“Soy yo quien puso su vida en las manos del diablo buscando una pequeña esperanza que me permitiera vivir”

De todas las actividades del teatro esas eran las que menos le gustaban, se preguntaba como su Maestro podía seguir permitiéndolo. Sin embargo, entendía que solo era una formalidad para evitar problemas con la nobleza que mandaba a artistas nuevos a probarse al teatro. Por otro lado era una semana de descanso para todos, toda esa semana no se escuchaba nada sobre el ángel de la música, como si inocentemente desearan que ignorar su existencia hiciera que este abandonara para siempre el teatro pero era imposible, el teatro era su santuario y todos en él eran sus piezas de ajedrez, solo les estaba dando un respiro antes de volver a las constantes prácticas, ensayos y al terror que se esparcía por las células de cada ser vivo al pensar que esa noche podrían ser la nueva víctima del fantasma de la ópera.

Aquel fantasma para Dalunae era el ángel, Maestro, protector y protegido. Siendo su máscara recorría el teatro, también salía de este a petición y orden del mayor. En este caso, tenía el deber de quedarse y vigilar que todo fuera bien, mientras el Maestro componía la nueva Opera para la temporada que se acercaba y aunque no tenía a su Maestro sobre ella vigilando sus movimientos el fantasma del teatro todo lo veía y de todo se enteraba, era mejor no tentarlo.
No llevaba su típico traje de bailarina, no se veía muy diferente a las demás mujeres que llenaban de risas esa noche el templo de las artes. Sin embargo, y como en todo, se notaba la diferencia socioeconómica de todos los presentes, las mujeres de los palcos adornadas con muchas joyas y pelucas empolvadas llegaban a generar una risa insana en la joven que jamás había comprendido ese afán de utilizar tanto maquillaje si no era para interpretar un papel en el escenario pero luego recordaba que básicamente eso hacían, jugaban el rol de esposas, damas y señoritas de buenos modales, pero al caer la noche luego de las fiestas se olvidaban de todo el decoro para irse acompañadas de cualquier hombre.

Se mantuvo tranquila, los ánimos estaban cálidos y pensó sería una noche como cualquier otra hasta que una sensación que conocía a la perfección le alerto, camino con cautela por los costados de los asientos hasta que le diviso, un aura pálida, como el de su abuela y la comadreja, igual a la de su Maestro también. Sin duda alguna era un vampiro. Era recompensada la cautela, pero en el teatro no había ningún otro chupasangre autorizado para cazar que no fuera el ángel de alas negras que manipulaba a todos como si de marionetas se tratara.

Se deslizo por entre los compartimientos, era una chica delgada, no era necesario armar un gran alboroto, pero el aura de aquel vampiro le estaba perturbando, por lo que acabo acercándose al costado de donde aquellos seres que platicaban se encontraban, uno de ellos era un simple humano. Espero tener la atención de ambos hombres, lo cual no fue muy complicado- Caballeros, lamento interrumpirlos… Señor, ¿me acompaña un momento?- le dijo al inmortal con una sonrisa cálida mientras internamente bloqueaba su mente, conocía los poderes de aquellos seres y no confiaba mucho en ninguno, comenzó a caminar a el hall principal del teatro esperando a que aquel hombre le siguiera y pensando en que lo más seguro era que este ya tuviera claro que no estaba en presencia de una humana como cualquier otra.

Mientras la función continuaba el Hall estaba casi vacío, unos guardias hablaban entre ellos en la puerta principal nunca habían grandes percances, hace años los ladrones temían lo que podía ocurrirles si se atrevían a profanar el teatro, pero no estaba segura si otros inmortales estuvieran igual de informados – Lamento lo ocurrido, pero si llega a ocurrir un percance que llegue a involucrar al teatro no me lo perdonarían… -comento en el tono más amable que pudo, las desgracias les quitaban el color a las personas, Dalunae no era la excepción, con los años comenzó a costarle el ser amable pues no creía que el mundo se moviera en torno a la amabilidad- En otras palabras… si te alimentas de uno de los espectadores… debería ser alejado de este templo sagrado… cuando nada ligue el crimen al teatro, de otra forma siempre puedes visitar el Theatre des vampires, son bastante descarados para con los humanos –le aseguro negando un poco con la cabeza- Por cierto, mi nombre es Dalunae – acabo por presentarse no muy segura de porque lo había hecho, de alguna manera estaba siendo descortés con él al pensar que era una especie de bestia inmortal que no dudaría en derramar sangre a vista y paciencia de todos, pero realmente no lo pensaba de forma tan literal, solo prefería prevenir que curar.

L'Observateur Pathétique {Dalunae}

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