AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
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Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Recuerdo del primer mensaje :
Estaba decidido, iba a cumplir mi promesa. Sabía que aquel joven tenía una hermana pequeña, ya que había estado espiándoles, y que el punto débil de aquel maldito perro, era ella. Por lo que pude saber, se llamaba Sasha. Jamás había hecho algo así, pero quería hacer sufrir a aquel maldito bastardo. Su hermana me daba igual, aquello era algo entre él y yo. Pensaba vengarme por atacarme en uno de mis peores momentos, en una de mis visiones; y la mejor forma de hacerle sufrir era aquella.
Su hermana era demasiado despreocupada, y cuando salió de su carreta a media noche, la cogí por detrás tapándole la boca.
-Procura no gritar si no quieres que te haga daño....- susurré a su oído de forma casi gélida.
[Orden: Eric, Nadezhda, Sasha y finalmente James]
-¡Aléjate maldito perro!.- grité a duras penas, aún con las manos en la cabeza por la visión que acababa de tener. Pero no hizo caso a mis palabras y aquel maldito chucho sarnoso se lanzó contra mí para atacarme. ¿Cómo un chucho podía hacerme tanto daño?
La lucha terminó un par de horas después, cuando los dos perdimos el conocimiento.
-¡A-ah...! ¿Qué... qué mierda ha pasado...?.- gritó al despertarse.
Estaba completamente magullado, yo podría haber salido malparado, pero él no se quedaba atrás.
-¿Acaso no tienes memoria, maldito bastardo...?
Me miró, confuso, y agitó la cabeza intentando recordar algo que no parecía querer mantenerse en sus recuerdos.
-N-no... tú... ¿nos hemos peleado...?
-¡Ma porca misera!.- grité, tan irritado que solo me salían las palabras en italiano.
-Eres un... Vampiro...
Me levanté dolorido, secándome la sangre de las heridas, y le miré con cara de asco, le odiaba, le odiaba demasiado sin saber quién demonios era.
-Eric, para ti, maldito chucho... te juro que sabrás lo que es vivir una pesadilla...
La lucha terminó un par de horas después, cuando los dos perdimos el conocimiento.
-¡A-ah...! ¿Qué... qué mierda ha pasado...?.- gritó al despertarse.
Estaba completamente magullado, yo podría haber salido malparado, pero él no se quedaba atrás.
-¿Acaso no tienes memoria, maldito bastardo...?
Me miró, confuso, y agitó la cabeza intentando recordar algo que no parecía querer mantenerse en sus recuerdos.
-N-no... tú... ¿nos hemos peleado...?
-¡Ma porca misera!.- grité, tan irritado que solo me salían las palabras en italiano.
-Eres un... Vampiro...
Me levanté dolorido, secándome la sangre de las heridas, y le miré con cara de asco, le odiaba, le odiaba demasiado sin saber quién demonios era.
-Eric, para ti, maldito chucho... te juro que sabrás lo que es vivir una pesadilla...
Estaba decidido, iba a cumplir mi promesa. Sabía que aquel joven tenía una hermana pequeña, ya que había estado espiándoles, y que el punto débil de aquel maldito perro, era ella. Por lo que pude saber, se llamaba Sasha. Jamás había hecho algo así, pero quería hacer sufrir a aquel maldito bastardo. Su hermana me daba igual, aquello era algo entre él y yo. Pensaba vengarme por atacarme en uno de mis peores momentos, en una de mis visiones; y la mejor forma de hacerle sufrir era aquella.
Su hermana era demasiado despreocupada, y cuando salió de su carreta a media noche, la cogí por detrás tapándole la boca.
-Procura no gritar si no quieres que te haga daño....- susurré a su oído de forma casi gélida.
[Orden: Eric, Nadezhda, Sasha y finalmente James]
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Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Cada uno de los golpes que recibí del vampiro me dejó prácticamente muerto. Sentí la suela de su zapato en mi pelaje, apretando con fuerza contra mi cabeza. Podría aplastarme allí mismo la cabeza y matarme, y todo terminaría si él lo deseaba.
Pero la transformación desapareció, ya no me quedaban fuerzas y mi cuerpo volvió a su estado humano de forma muy dolorosa. Mi cuerpo estaba lleno de golpes, y posiblemente tendría las costillas rotas, además de unos cuantos huesos.
Temblaba llorando, lleno de dolor, y le miré lo más friamente que me permitió el momento.
-Mátame ya....- susurré cerrando los ojos, esperando que finalmente pisase mi cabeza destrozándola.
No quise abrir los ojos, no quería ver nada más. Si debía morir, al menos que fuera salvando a mi hermana, esa era mi muerte soñada, si es que alguien sueña alguna vez con su muerte.
Todo me dolía de forma horrorsa, la misma muerte sería más rápida y mucho menos dolorosa.
Pero en realidad tenía miedo, no quería que acabase conmigo... no quería, y por eso lloraba.
Pero la transformación desapareció, ya no me quedaban fuerzas y mi cuerpo volvió a su estado humano de forma muy dolorosa. Mi cuerpo estaba lleno de golpes, y posiblemente tendría las costillas rotas, además de unos cuantos huesos.
Temblaba llorando, lleno de dolor, y le miré lo más friamente que me permitió el momento.
-Mátame ya....- susurré cerrando los ojos, esperando que finalmente pisase mi cabeza destrozándola.
No quise abrir los ojos, no quería ver nada más. Si debía morir, al menos que fuera salvando a mi hermana, esa era mi muerte soñada, si es que alguien sueña alguna vez con su muerte.
Todo me dolía de forma horrorsa, la misma muerte sería más rápida y mucho menos dolorosa.
Pero en realidad tenía miedo, no quería que acabase conmigo... no quería, y por eso lloraba.
Invitado- Invitado
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
-¡Porca miseria!.- grité apartando la cara molesto al ver que su transformación terminaba y quedaba desnudo ante mi.
Saqué el pie de su cabeza y caminé un par de pasos atrás para coger mi abrigo y cubrirle con él.
-Tápate tus vergüenzas, no tengo porque ver todo esto.- dije asqueado. -Y no me refiero a tus lágrimas....- sonreí divertido. -Ahora, ya sabes lo que es vivir en una pesadilla... solo procura no volver a repetir tus errores o la próxima no tendré compasión
No entendí bien porque estaba teniendo piedad con él, quizá por el hecho de que jamás mataría un animal... Excusas, Eric, susurró mi mente, haciendo que apretase los dientes molesto.
-Cuida de tu hermanita si no quieres que aparezca una noche con un bonito tatuaje de mis colmillos.- sonreí sarcástico, no le haría daño a la chica, porque no tenía nada que ver, pero me encantaba ver como se irritaba e intentaba arrastrarse hasta mí para hacerme algo.
Me sacudí la poca ropa que me quedaba ya y me di la vuelta con intención de marcharme, pero no pude evitar girar la cabeza y mirarle una última vez. ¿Iba a dejarle allí tan mal herido?
Agité la cabeza y caminé con las manos en el bolsillo fuera del lugar.
Saqué el pie de su cabeza y caminé un par de pasos atrás para coger mi abrigo y cubrirle con él.
-Tápate tus vergüenzas, no tengo porque ver todo esto.- dije asqueado. -Y no me refiero a tus lágrimas....- sonreí divertido. -Ahora, ya sabes lo que es vivir en una pesadilla... solo procura no volver a repetir tus errores o la próxima no tendré compasión
No entendí bien porque estaba teniendo piedad con él, quizá por el hecho de que jamás mataría un animal... Excusas, Eric, susurró mi mente, haciendo que apretase los dientes molesto.
-Cuida de tu hermanita si no quieres que aparezca una noche con un bonito tatuaje de mis colmillos.- sonreí sarcástico, no le haría daño a la chica, porque no tenía nada que ver, pero me encantaba ver como se irritaba e intentaba arrastrarse hasta mí para hacerme algo.
Me sacudí la poca ropa que me quedaba ya y me di la vuelta con intención de marcharme, pero no pude evitar girar la cabeza y mirarle una última vez. ¿Iba a dejarle allí tan mal herido?
Agité la cabeza y caminé con las manos en el bolsillo fuera del lugar.
Invitado- Invitado
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Paré en seco y miré a Nadezhda con un escalofrío. Seguí su mirada hacia el lugar donde una pelea tenía lugar entre un vampiro y un licántropo. El miedo me embargó. ¿Cómo era posible que Sasha no hubiera tenido la decencia de avisarme de aquello? ¡No tenía posibilidadades de salvarse! Miré a Nadezhda como si ella tuviera la respuesta en la cara de qué debía hacer. Al final me dejé llevar por el instinto.
-Nadezhda, ve al campamento ahora mismo y trae... trae... - miré con nerviosismo hacia atrás-. Trae vendas, ropa lo que se te ocurra. Voy a buscar a tu hermano... si... si tienes razón y él ha venido por aquí puede... puede haberse encontrado con el vampiro. ¡Vete Nadezhda!
Mi explicación era muy pobre, pero me servía para escusar el que Sasha estuviera herido... o mucho peor. Eché a correr con el corazón en un puño hacia la cabaña. Ya no se oian ruidos de pelea, pero mientras me acercaba y aminoraba el paso, comencé a entender las últimas palabras que ambos jóvenes se dirigían. Apreté la mandíbula sabiendo que tenía que aguardar o aquel ser me atacaría a mi también... y eso no era conveniente. Nadezhda no podría encargarse de los dos y... podía ocurrir algo peor. Ah... maldito vampiro. Si le tocaba un pelo a Nadezhda... me vengaría como fuera.
Minutos más tarde salía de mi escondrijo para encontrarme a un hombre totalmente irreconocible. Sasha parecía un simple juguete roto tirado entre las hierbas del bosque. Me arrodillé a su lado y comprobé que aún respiraba gimiendo ante todas las heridas que mostraba. Desee con todas mis fuerzas que sobreviviera... a pesar del mal que nos había podido hacer a Nadezhda y a mi, a pesar de que sabía que me odiaba. No quería que muriera de aquella forma. Si eso ocurría Nadezhda moriría con él, estaba casi seguro.
-Tengo que llevarte al campamento...- susurré con voz temblorosa-. Y tienes que aguantar un poco más... por tu hermana Sasha. Solo por ella.
A duras penas, me lo cargué sobre la espalda, procurando taparle lo mejor posible con aquel abrigo que el vampiro le había dejado. Sasha estaba tan débil que ni siquiera articuló un quejido. Ni un sonido, y eso me hacía preocuparme de verdad. Le llevé lo más de prisa que pude hacia las carretas, pero cuando estaba a punto de llegar, Nadezhda nos salió al paso. Su llanto se hizo tan insoportable cuando se percató de a quien traía encima que incluso yo sentí que me escocían los ojos ante aquel dolor.
-Lo siento Nadezhda...- dije sintiendo la lengua como plomo mientras la hacía un gesto con la cabeza para que volviera al campamento-. Vamos, llorar no le salvará...
-Nadezhda, ve al campamento ahora mismo y trae... trae... - miré con nerviosismo hacia atrás-. Trae vendas, ropa lo que se te ocurra. Voy a buscar a tu hermano... si... si tienes razón y él ha venido por aquí puede... puede haberse encontrado con el vampiro. ¡Vete Nadezhda!
Mi explicación era muy pobre, pero me servía para escusar el que Sasha estuviera herido... o mucho peor. Eché a correr con el corazón en un puño hacia la cabaña. Ya no se oian ruidos de pelea, pero mientras me acercaba y aminoraba el paso, comencé a entender las últimas palabras que ambos jóvenes se dirigían. Apreté la mandíbula sabiendo que tenía que aguardar o aquel ser me atacaría a mi también... y eso no era conveniente. Nadezhda no podría encargarse de los dos y... podía ocurrir algo peor. Ah... maldito vampiro. Si le tocaba un pelo a Nadezhda... me vengaría como fuera.
Minutos más tarde salía de mi escondrijo para encontrarme a un hombre totalmente irreconocible. Sasha parecía un simple juguete roto tirado entre las hierbas del bosque. Me arrodillé a su lado y comprobé que aún respiraba gimiendo ante todas las heridas que mostraba. Desee con todas mis fuerzas que sobreviviera... a pesar del mal que nos había podido hacer a Nadezhda y a mi, a pesar de que sabía que me odiaba. No quería que muriera de aquella forma. Si eso ocurría Nadezhda moriría con él, estaba casi seguro.
-Tengo que llevarte al campamento...- susurré con voz temblorosa-. Y tienes que aguantar un poco más... por tu hermana Sasha. Solo por ella.
A duras penas, me lo cargué sobre la espalda, procurando taparle lo mejor posible con aquel abrigo que el vampiro le había dejado. Sasha estaba tan débil que ni siquiera articuló un quejido. Ni un sonido, y eso me hacía preocuparme de verdad. Le llevé lo más de prisa que pude hacia las carretas, pero cuando estaba a punto de llegar, Nadezhda nos salió al paso. Su llanto se hizo tan insoportable cuando se percató de a quien traía encima que incluso yo sentí que me escocían los ojos ante aquel dolor.
-Lo siento Nadezhda...- dije sintiendo la lengua como plomo mientras la hacía un gesto con la cabeza para que volviera al campamento-. Vamos, llorar no le salvará...
Narim- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/01/2010
Edad : 35
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Por qué su orden me sonó a lo que más temía, mi hermano a manos de ese vampiro... El miedo se apoderó de mi cuerpo y tontamente hice caso a las órdenes de James. Corrí como alma que lleva el diablo, sin saber exactamente a donde ir, no pensaba en el camino, simplemente en Sasha, su vida corría peligro y sentía que todo era culpa mía; si él llegara a faltarme no sé que sería de mi, no podría vivir...
Me llevó mi tiempo encontrar el camino correcto, pero tan pronto como me ubiqué, corrí hasta la carreta y saqué una camisa limpia y un pantalón, y a decir verdad no sabía para qué querría James que cogiera estas prendas, pero yo lo hice pues mi desesperación me prohibía pensar, debía actuar más rápido que mi mente y eso era lo que pretendía.
Salí jadeando de la carreta, corriendo todo lo que el cansancio me permitía, pero, ¿cual fue mi sorpresa a medio camino?. Vi a James cargando con algo como podía, y cuanto más me acercaba más me daba cuenta de lo que sucedía... Era él, era Sasha, era mi hermano destrozado, semi desnudo, desgarrado, magullado, casi... casi... ¡moribundo!. Mis puños se asieron muy fuerte a sus ropas, mientras de mis ojos caían feroces lagrimones, conforme me iba acercando sentía aún más aquel dolor, verlo así me partía en dos, pero de mis labios ni siquiera salían sollozos.
Cuando los tuve en frente ni si quiera presté atención a lo que decía James, mi mente solo repetía "no, Sasha no, no, no y no", ¿pero qué podía ya hacer yo?. Tomé el rostro de mi hermano entre mis manos y susurré su nombre con delicadeza, sin poder dejar de llorar, quería abrazarlo, pedirle perdón por ser una completa idiota y caer en una tonta trampa que a él lo llevaría al borde de la muerte.
Con la ayuda de James pudimos vestirlo, pero sus heridas prohibían que lo hiciéramos del todo, lo posamos en una de las camas, mientras yo temblorosa buscaba con qué limpiar sus profundas heridas y sangrientos rasguños, él había quedado destrozado y yo ni siquiera me atrevía a hablar, llorosa y temblorosa pasaba un paño húmedo por sus heridas y él inconsciente ni siquiera se quejaba, apenas respiraba y no paraba de llamarla... a ella... ¡a ella!. Solo decía su nombre, solo repetía el dolor más grande de su corazón, carraspeando como podía aquel nombre que tanto odiaba, ahora en su dolor exterior también se hacía presente Adrianne.
La rabia me inundó por momentos, pero ¿qué podía hacer?, ya nada servía, solo podía cuidar de él, pues aquello de una u otra forma era culpa mía y nunca me lo perdonaría.
Ni siquiera me atrevía a mirar a James, sumida en mi llanto acariciaba los cabellos de mi hermano.
Me llevó mi tiempo encontrar el camino correcto, pero tan pronto como me ubiqué, corrí hasta la carreta y saqué una camisa limpia y un pantalón, y a decir verdad no sabía para qué querría James que cogiera estas prendas, pero yo lo hice pues mi desesperación me prohibía pensar, debía actuar más rápido que mi mente y eso era lo que pretendía.
Salí jadeando de la carreta, corriendo todo lo que el cansancio me permitía, pero, ¿cual fue mi sorpresa a medio camino?. Vi a James cargando con algo como podía, y cuanto más me acercaba más me daba cuenta de lo que sucedía... Era él, era Sasha, era mi hermano destrozado, semi desnudo, desgarrado, magullado, casi... casi... ¡moribundo!. Mis puños se asieron muy fuerte a sus ropas, mientras de mis ojos caían feroces lagrimones, conforme me iba acercando sentía aún más aquel dolor, verlo así me partía en dos, pero de mis labios ni siquiera salían sollozos.
Cuando los tuve en frente ni si quiera presté atención a lo que decía James, mi mente solo repetía "no, Sasha no, no, no y no", ¿pero qué podía ya hacer yo?. Tomé el rostro de mi hermano entre mis manos y susurré su nombre con delicadeza, sin poder dejar de llorar, quería abrazarlo, pedirle perdón por ser una completa idiota y caer en una tonta trampa que a él lo llevaría al borde de la muerte.
Con la ayuda de James pudimos vestirlo, pero sus heridas prohibían que lo hiciéramos del todo, lo posamos en una de las camas, mientras yo temblorosa buscaba con qué limpiar sus profundas heridas y sangrientos rasguños, él había quedado destrozado y yo ni siquiera me atrevía a hablar, llorosa y temblorosa pasaba un paño húmedo por sus heridas y él inconsciente ni siquiera se quejaba, apenas respiraba y no paraba de llamarla... a ella... ¡a ella!. Solo decía su nombre, solo repetía el dolor más grande de su corazón, carraspeando como podía aquel nombre que tanto odiaba, ahora en su dolor exterior también se hacía presente Adrianne.
La rabia me inundó por momentos, pero ¿qué podía hacer?, ya nada servía, solo podía cuidar de él, pues aquello de una u otra forma era culpa mía y nunca me lo perdonaría.
Ni siquiera me atrevía a mirar a James, sumida en mi llanto acariciaba los cabellos de mi hermano.
Invitado- Invitado
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Creí haberme vuelto loco de repente. Aquel maldito vampiro no me había matado, me había dejado allí, con vida, y para más inri me había tapado con su chaquetón. ¿Acaso tenía sentimientos después de todo lo que había pasado? ¿No sería aquello una fantasía de mi mente antes de morir?
Sí, debía ser eso, porque de repente todo se volvió negro, absolutamente negro. Pero podía sentir, aún podía sentir... sentía los dolores que me causaba que alguien me moviera o lo que estuvieran haciendo conmigo, porque no veía nada, solo oscuridad.
Me sentía el más cobarde del mundo por desear mi propia muerte, ¿pero se podía desear otra cosa en aquel estado? Sí, claro que sí, volver a verla. A ella. Sí, a Adrianne. ¿Por qué no estaba allí conmigo para cuidarme? ¿Por qué me había dejado solo como ya habían hecho papá y mamá? ¿¡Por qué, por qué, por qué!?
-¡Adrianne...!.- exclamé con voz débil despertando de aquel extraño letargo, ¿estaba realmente vivo?
Miré a mi alrededor con dificultad y pude distinguir el atemorizado rostro de Nade... ¡estaba bien!
-Nade....- sonreí en un doloroso amago por levantarme y acercar mi rostro al suyo.
Estaba bien, estaba viva... cerré los ojos sonriendo con debilidad y toqué una de las heridas que tenía en el pecho. Aquella herida no dolía más que haber dejado de ver el rostro de Adrianne en aquel letargo extraño. Todo aquello había merecido la pena, el simple hecho de ver a Nade viva me llenaba de felicidad, y aquella necesidad que por momentos parecía cubierta de ver a Adrianne, aunque fuera casi muerto, me hacía sentirme, paradójicamente, vivo.
Sí, debía ser eso, porque de repente todo se volvió negro, absolutamente negro. Pero podía sentir, aún podía sentir... sentía los dolores que me causaba que alguien me moviera o lo que estuvieran haciendo conmigo, porque no veía nada, solo oscuridad.
Nada más.
Y todo dolía, dolía a rayos. ¿Por qué todo tenía que doler tanto si ya estaba muerto? O en proceso de.Me sentía el más cobarde del mundo por desear mi propia muerte, ¿pero se podía desear otra cosa en aquel estado? Sí, claro que sí, volver a verla. A ella. Sí, a Adrianne. ¿Por qué no estaba allí conmigo para cuidarme? ¿Por qué me había dejado solo como ya habían hecho papá y mamá? ¿¡Por qué, por qué, por qué!?
-¡Adrianne...!.- exclamé con voz débil despertando de aquel extraño letargo, ¿estaba realmente vivo?
Miré a mi alrededor con dificultad y pude distinguir el atemorizado rostro de Nade... ¡estaba bien!
-Nade....- sonreí en un doloroso amago por levantarme y acercar mi rostro al suyo.
Estaba bien, estaba viva... cerré los ojos sonriendo con debilidad y toqué una de las heridas que tenía en el pecho. Aquella herida no dolía más que haber dejado de ver el rostro de Adrianne en aquel letargo extraño. Todo aquello había merecido la pena, el simple hecho de ver a Nade viva me llenaba de felicidad, y aquella necesidad que por momentos parecía cubierta de ver a Adrianne, aunque fuera casi muerto, me hacía sentirme, paradójicamente, vivo.
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Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
La situación era tan tensa que podría decirse que no respiré en todo el tiempo que Sasha estuvo inconsciente. Me había retirado a un lado de la habitación, y sentado en una silla con la mirada cansada, me limitaba a mirar a Nadezhda con la impotencia prendida en el pecho. El amor y dolor que ella desprendía por su hermano solo acentuaban aquella culpabilidad por lo ocurrido. No sabía cómo ayudar en aquella situación. No tenía conocimientos de medicina, y Nadezhda se esforzaba y limpiaba con cuidado todas y cada una de las heridas. A mi me daba miedo empeorar su estado, y me limité ha observar hasta que pensé que con una silla vieja, podía inmovilizarle el brazo izquierdo, que tenía pinta de haberse fracturado.
Tras pedirle permiso a Nadezhda, que nisiquiera me miró al contestar, salí fuera de la carreta y rompí dos patas de una silla de madera oscura. Procuré que fueran lo más lisas posibles y las coloqué a ambos lados del brazo del joven, fijándo las dos tablas con unas vendas improvisadas a partir de una camisa descolorida. Había visto aquello algunas veces... cuando cruzaba cerca del hospital parisino y algunos hombres salían tras unos días en las salas en penumbra donde reposaban enfermos y de más.
Suspiré al ver que Nadezhda seguía ausente, llorando y curándo una y otra vez las numerosas heridas de Sasha. No sabía si debía acercarme a ella, no solo por lo ocurrido con el vampiro que había atacado a su hermano, si no porque hacía demasiado tiempo que no la veía por propia voluntad. Cuando Sasha abrió los ojos no parecío molestarse por mi presencia. Solo tenía ojos para su hermana, a pesar de que no había sido su nombre el que había pronunciado en sueños, si no los de una tal Adrianne.
Suspiré dejándoles un poco de intimidad y salí fuera de la habitación. Esperé a que Nadezhda terminara de hablar con Sasha y la miré dubitativo cuando cruzó el marco de la puerta que nos separaba.
-No te preocupes más por él... se pondrá bien - dije con voz apagada.
Me pasé la mano por la cara, agotado. Llevaba demasiadas horas despierto, y el cargar con Sasha durante todo el camino había derruido las pocas fuerzas que me quedaban. El dolor de haber perdido a Nadezhda durante aquel tiempo había arruinado mi concentración para limitarme a sobrevivir... y el sumirme en la oscuridad me había vuelto débil. Aunque exteriormente no se notase, mi interior flaqueaba hora tras hora, y verla sin saber qué iba a ocurrir era mucho peor. La miré a los ojos recordándo cómo me había pedido que me fuera la última vez que había estado allí.
-Es mejor que me vaya... no puedo hacer nada más por vosotros y Sasha... no querrá verme aquí cuando pueda levantarse- dije desviando la mirada hacia la puerta cuando mis pies deseaban acercarse a Nadezhda y secar sus lágrimas de nuevo.
Tras pedirle permiso a Nadezhda, que nisiquiera me miró al contestar, salí fuera de la carreta y rompí dos patas de una silla de madera oscura. Procuré que fueran lo más lisas posibles y las coloqué a ambos lados del brazo del joven, fijándo las dos tablas con unas vendas improvisadas a partir de una camisa descolorida. Había visto aquello algunas veces... cuando cruzaba cerca del hospital parisino y algunos hombres salían tras unos días en las salas en penumbra donde reposaban enfermos y de más.
Suspiré al ver que Nadezhda seguía ausente, llorando y curándo una y otra vez las numerosas heridas de Sasha. No sabía si debía acercarme a ella, no solo por lo ocurrido con el vampiro que había atacado a su hermano, si no porque hacía demasiado tiempo que no la veía por propia voluntad. Cuando Sasha abrió los ojos no parecío molestarse por mi presencia. Solo tenía ojos para su hermana, a pesar de que no había sido su nombre el que había pronunciado en sueños, si no los de una tal Adrianne.
Suspiré dejándoles un poco de intimidad y salí fuera de la habitación. Esperé a que Nadezhda terminara de hablar con Sasha y la miré dubitativo cuando cruzó el marco de la puerta que nos separaba.
-No te preocupes más por él... se pondrá bien - dije con voz apagada.
Me pasé la mano por la cara, agotado. Llevaba demasiadas horas despierto, y el cargar con Sasha durante todo el camino había derruido las pocas fuerzas que me quedaban. El dolor de haber perdido a Nadezhda durante aquel tiempo había arruinado mi concentración para limitarme a sobrevivir... y el sumirme en la oscuridad me había vuelto débil. Aunque exteriormente no se notase, mi interior flaqueaba hora tras hora, y verla sin saber qué iba a ocurrir era mucho peor. La miré a los ojos recordándo cómo me había pedido que me fuera la última vez que había estado allí.
-Es mejor que me vaya... no puedo hacer nada más por vosotros y Sasha... no querrá verme aquí cuando pueda levantarse- dije desviando la mirada hacia la puerta cuando mis pies deseaban acercarse a Nadezhda y secar sus lágrimas de nuevo.
Narim- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/01/2010
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Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
¿Como sobrellevar todo aquello yo sola?, no me veía capaz de continuar sin mi hermano, verlo así tan débil y mal herido comprendí lo mucho que lo necesitaba, lo estúpida que me sentía por haber intentado abandonarlo y que por esa tonta decisión esté él ahora así. Quería seguir llorando, pero ya no podía más, me sentía seca por dentro y no podía cambiarlo ya, ahora solo quedaba afrontarlo y ayudar a Sasha a recuperarse, ese era mi deber como hermana y principal causante de todo esto.
Sasha susurró mi nombre cuando abrió los ojos y yo sonreí levemente para él, acariciándole el rostro con cuidado; James me ayudó a inmovilizar su brazo roto, yo no tenía mucha idea de cuidados, pero algo había aprendido de la vieja Valeria y sus hierbas curativas.
-Descansa Sasha... todo pasará, te lo prometo.-Susurré para mi hermano, besando su frente y viendo como a causa del dolor el apretaba los ojos intentando no moverse. Me levanté con cuidado y me dirigí hacia donde se encontraba James, quería darle las gracias, por ayudarme, por estar allí, por tantas cosas...
Es mejor que me vaya... no puedo hacer nada más por vosotros y Sasha... no querrá verme aquí cuando pueda levantarse- dijo, acercándose hacia la puerta de la carreta, bajé la mirada sin decir nada, no quería que se marchara, no quería que me dejara sola, tenía miedo, miedo de no poder hacer nada por mi hermano, miedo de perderlo y quedarme sola, miedo de no volver a ver a James... El miedo en sí era yo en aquel momento.
-Q-quedate... por favor- susurré rodeándolo con mis brazos cuando llegué hasta él en un par de pasos, apoyé la cabeza en su pecho, dejando caer de nuevo mis lágrimas y mojando su camisa. -N-no q-quiero que te v-vayas...-hipé un par de veces intentando hablar con fluidez, pero no era capaz, los llantos y la desesperación podían más que mi propia voluntad, el miedo era el causante de mi estado y no podía dejar de pensar que todo aquello era únicamente culpa mía.
Sasha susurró mi nombre cuando abrió los ojos y yo sonreí levemente para él, acariciándole el rostro con cuidado; James me ayudó a inmovilizar su brazo roto, yo no tenía mucha idea de cuidados, pero algo había aprendido de la vieja Valeria y sus hierbas curativas.
-Descansa Sasha... todo pasará, te lo prometo.-Susurré para mi hermano, besando su frente y viendo como a causa del dolor el apretaba los ojos intentando no moverse. Me levanté con cuidado y me dirigí hacia donde se encontraba James, quería darle las gracias, por ayudarme, por estar allí, por tantas cosas...
Es mejor que me vaya... no puedo hacer nada más por vosotros y Sasha... no querrá verme aquí cuando pueda levantarse- dijo, acercándose hacia la puerta de la carreta, bajé la mirada sin decir nada, no quería que se marchara, no quería que me dejara sola, tenía miedo, miedo de no poder hacer nada por mi hermano, miedo de perderlo y quedarme sola, miedo de no volver a ver a James... El miedo en sí era yo en aquel momento.
-Q-quedate... por favor- susurré rodeándolo con mis brazos cuando llegué hasta él en un par de pasos, apoyé la cabeza en su pecho, dejando caer de nuevo mis lágrimas y mojando su camisa. -N-no q-quiero que te v-vayas...-hipé un par de veces intentando hablar con fluidez, pero no era capaz, los llantos y la desesperación podían más que mi propia voluntad, el miedo era el causante de mi estado y no podía dejar de pensar que todo aquello era únicamente culpa mía.
Invitado- Invitado
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
-Descansa Sasha... todo pasará, te lo prometo.
A penas podía mantener los ojos abiertos, el dolor físico podía conmigo y no podía detener sus efectos en mi cuerpo. Pero no podía dejarme vencer, no por Nadezhda. Aunque allí estaba James, y me había ayudado y... no, él no sabría cuidar de Nad, había sido tan cobarde de huir de su lado. Él mismo era culpable del dolor de mi hermana... ¿o también lo era yo?
Perdido entre mis pensamientos, unas cálidas y fuertes manos inmobilizaron mi brazo izquierdo con un par de tablas y una camisa. Abrí los ojos, confuso sabiendo que aquellas no eran las manos de mi hermana, y me sorprendí al encontrarme a James. ¿Estaba cuidando de mí? Me vi completamente abrumado y sin palabras que decirle, no me salía ni un simple gracias.
¿Se portaba así conmigo después de la negativa que le había dado a estar cerca de Nad? ¿Qué sentido podía tener aquello?
Mantuve mi mirada en él, viendo como la suya se dirigía una y otra vez a Nad, preocupada, dolorida. Sentía que su mirada se desvivía por Nadezhda... ¿podía sentir aquel chico algo por ella? Me negué a desviar la mirada de él, intentando comprender de alguna manera lo que sus ojos decían.
-No te preocupes más por él... se pondrá bien - oí que decía su voz completamente apagada. Su mano se paseó por su cara, dando clara muestra de su cansancio. Sus ojos tardaron poco tiempo en clavarse en los de Nad, y su voz, que parecía no querer salir, habló finalmente. -Es mejor que me vaya... no puedo hacer nada más por vosotros y Sasha... no querrá verme aquí cuando pueda levantarse
La culpa se me vino encima como si se tratase del propio tejado de la carreta. Cerré los ojos de forma dolorosa. Todo había sido culpa mía. Y había tenido que pasar por algo así para comprenderlo, qué estúpido era. Me había ayudado a sacar a Nad del lugar para protegerla y ahora cuidaba de mí aún cuando me había portado tan mal con él, ¿no eran esas razones suficientes para decirle que no se fuera? Debía hacerlo, decirle que podía quedarse, que su presencia haría más que bien a mi hermana.
Su mirada se dirigió a la puerta e hice un esfuerzo por hablar, pero todo me dolía demasiado. Mierda.
Pero fue entonces cuando Nad se apresuró a caminar hacia él y lo rodeó con sus brazos. Dediqué un momento a olvidar mis prejuicios e intenté comprender como se sentirían ambos. Aquella vez no me enfadé por ver a Nad tomarse aquella libertad, aquella vez agradecí sus actos porque fueron una especie de reflejo del mío.
-Q-quedate... por favor- susurró ella con debilidad, apoyando la cabeza en su pecho dejando las lágrimas caer de sus ojos de nuevo. -N-no q-quiero que te v-vayas...- continuó entre hipeos.
Suspiré debilmente y cerré los ojos, Me sentía tan mal en aquel momento. Mal por no haber comprendido que quizá James no fuera tan mala persona, mal, por no haber visto más allá de mi miedo a que todos cuantos se acercasen a Nad fueran como Adrianne. Busqué fuerzas en cada rincón de mi cuerpo para juntarlas y crear con ellas un hilo de voz.
-No... no te vayas, James... le... le haces falta
Tanta falta que quizá hasta yo sobrase, pero no lograba levantarme. Y lo habría hecho, me habría ido con gusto para dejarles hablar a solas.
A penas podía mantener los ojos abiertos, el dolor físico podía conmigo y no podía detener sus efectos en mi cuerpo. Pero no podía dejarme vencer, no por Nadezhda. Aunque allí estaba James, y me había ayudado y... no, él no sabría cuidar de Nad, había sido tan cobarde de huir de su lado. Él mismo era culpable del dolor de mi hermana... ¿o también lo era yo?
Perdido entre mis pensamientos, unas cálidas y fuertes manos inmobilizaron mi brazo izquierdo con un par de tablas y una camisa. Abrí los ojos, confuso sabiendo que aquellas no eran las manos de mi hermana, y me sorprendí al encontrarme a James. ¿Estaba cuidando de mí? Me vi completamente abrumado y sin palabras que decirle, no me salía ni un simple gracias.
¿Se portaba así conmigo después de la negativa que le había dado a estar cerca de Nad? ¿Qué sentido podía tener aquello?
Mantuve mi mirada en él, viendo como la suya se dirigía una y otra vez a Nad, preocupada, dolorida. Sentía que su mirada se desvivía por Nadezhda... ¿podía sentir aquel chico algo por ella? Me negué a desviar la mirada de él, intentando comprender de alguna manera lo que sus ojos decían.
-No te preocupes más por él... se pondrá bien - oí que decía su voz completamente apagada. Su mano se paseó por su cara, dando clara muestra de su cansancio. Sus ojos tardaron poco tiempo en clavarse en los de Nad, y su voz, que parecía no querer salir, habló finalmente. -Es mejor que me vaya... no puedo hacer nada más por vosotros y Sasha... no querrá verme aquí cuando pueda levantarse
La culpa se me vino encima como si se tratase del propio tejado de la carreta. Cerré los ojos de forma dolorosa. Todo había sido culpa mía. Y había tenido que pasar por algo así para comprenderlo, qué estúpido era. Me había ayudado a sacar a Nad del lugar para protegerla y ahora cuidaba de mí aún cuando me había portado tan mal con él, ¿no eran esas razones suficientes para decirle que no se fuera? Debía hacerlo, decirle que podía quedarse, que su presencia haría más que bien a mi hermana.
Su mirada se dirigió a la puerta e hice un esfuerzo por hablar, pero todo me dolía demasiado. Mierda.
Pero fue entonces cuando Nad se apresuró a caminar hacia él y lo rodeó con sus brazos. Dediqué un momento a olvidar mis prejuicios e intenté comprender como se sentirían ambos. Aquella vez no me enfadé por ver a Nad tomarse aquella libertad, aquella vez agradecí sus actos porque fueron una especie de reflejo del mío.
-Q-quedate... por favor- susurró ella con debilidad, apoyando la cabeza en su pecho dejando las lágrimas caer de sus ojos de nuevo. -N-no q-quiero que te v-vayas...- continuó entre hipeos.
Suspiré debilmente y cerré los ojos, Me sentía tan mal en aquel momento. Mal por no haber comprendido que quizá James no fuera tan mala persona, mal, por no haber visto más allá de mi miedo a que todos cuantos se acercasen a Nad fueran como Adrianne. Busqué fuerzas en cada rincón de mi cuerpo para juntarlas y crear con ellas un hilo de voz.
-No... no te vayas, James... le... le haces falta
Tanta falta que quizá hasta yo sobrase, pero no lograba levantarme. Y lo habría hecho, me habría ido con gusto para dejarles hablar a solas.
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Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Oi las súplicas de Nadezhda con el corazón encogido, sintiéndo sus brazos aferrarse a mi como si fuera un salvavidas. Había estado a punto de decirla que no podía quedarme... que era mejor que aquella noche me fuera, pero entonces Sasha habló, dejándome completamente sorprendido. Giré la cabeza hacia la habitación en la que se encontraba, y tragué saliva mirándole con seriedad. Hice una inclinación con la cabeza a modo de agradecimiento. ¿Qué le había hecho cambiar de opinión en aquel instante?
Suspiré mirando a Nadezhda, que aun con lágrimas en los ojos miraba a su hermano y apoyaba su cabeza en mi pecho. Acaricié su pelo y la rodee al fin con los brazos, besándo su frente con cariño. ¿Cómo era capaz de haber pensado siquiera un instante que podría separarme de ella sin más? No me veía con fuerzas suficientes como para irme aquella noche tan importante. Nadezhda necesitaba a alguien allí para ayudarla... alguien que la diera apoyo y unas palabras tranquilizadoras mientras su hermano estaba en aquella situación tan dificil. Aun no sabíamos si se recuperaría.
-No puedo desaprovechar el que Sasha me haya dado su aprobación por primera vez - susurré en el oido de Nadezhda con intención de hacerla sonreir al menos un segundo.
Volví a mirar a Sasha, que había cerrado los ojos. Él también debía estar agotado... posiblemente necesitara descantar más que nosotros dos. Cerré una pequeña puerta para no molestarle, aun abrazando a Nadezhda, y después me volví hacia ella y separé sus manos de mi espalda, acariciándolas y poniéndolas delante de mi. Después me agaché para mirar a los ojos a la joven, que no me miraba a la cara.
- No quiero que te preocupes más... voy a estar contigo hasta que tu creas que ya no me necesitas - mis palabras sonaron con un doble sentido no intencionado-. No me volveré a ir Nad... siento lo que pasó aquel día... aunque supongo que no es un buen momento para hablarlo.
Alcé la mano y acaricié la mejilla de la chica, notando un leve estremecimiento por su parte. No pude evitar sonreir de medio lado. Cuando deseaba poder decirle lo que me ocurría... todo lo que me provocaba su cercanía... ese cosquilleo tan anhelante de abrazarla y poder sentir su calor. Suspiré sabiendo que yo era el único que guardaba ese secreto... y me entristeció pensar que quizás nunca llegaría a confesarle que la quería. Me levanté volviendo a acariciar su pelo.
-Tú también tienes que descansar Nad... - dije con voz ronca en un susurro.
Suspiré mirando a Nadezhda, que aun con lágrimas en los ojos miraba a su hermano y apoyaba su cabeza en mi pecho. Acaricié su pelo y la rodee al fin con los brazos, besándo su frente con cariño. ¿Cómo era capaz de haber pensado siquiera un instante que podría separarme de ella sin más? No me veía con fuerzas suficientes como para irme aquella noche tan importante. Nadezhda necesitaba a alguien allí para ayudarla... alguien que la diera apoyo y unas palabras tranquilizadoras mientras su hermano estaba en aquella situación tan dificil. Aun no sabíamos si se recuperaría.
-No puedo desaprovechar el que Sasha me haya dado su aprobación por primera vez - susurré en el oido de Nadezhda con intención de hacerla sonreir al menos un segundo.
Volví a mirar a Sasha, que había cerrado los ojos. Él también debía estar agotado... posiblemente necesitara descantar más que nosotros dos. Cerré una pequeña puerta para no molestarle, aun abrazando a Nadezhda, y después me volví hacia ella y separé sus manos de mi espalda, acariciándolas y poniéndolas delante de mi. Después me agaché para mirar a los ojos a la joven, que no me miraba a la cara.
- No quiero que te preocupes más... voy a estar contigo hasta que tu creas que ya no me necesitas - mis palabras sonaron con un doble sentido no intencionado-. No me volveré a ir Nad... siento lo que pasó aquel día... aunque supongo que no es un buen momento para hablarlo.
Alcé la mano y acaricié la mejilla de la chica, notando un leve estremecimiento por su parte. No pude evitar sonreir de medio lado. Cuando deseaba poder decirle lo que me ocurría... todo lo que me provocaba su cercanía... ese cosquilleo tan anhelante de abrazarla y poder sentir su calor. Suspiré sabiendo que yo era el único que guardaba ese secreto... y me entristeció pensar que quizás nunca llegaría a confesarle que la quería. Me levanté volviendo a acariciar su pelo.
-Tú también tienes que descansar Nad... - dije con voz ronca en un susurro.
Narim- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/01/2010
Edad : 35
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
-No... no te vayas, James... le... le haces falta- Las palabras de Sasha sonaron casi en un susurro a causa del esfuerzo, pero aún así me sorprendió aquella reacción por su parte que separé ligeramente el rostro del pecho de James y lo miré con lágrimas en los ojos. Me enterneció tanto que mi hermano, el mismo que había negado a James acercarse a mi, ahora le pidiera que se quedara a mi lado; le dediqué una pequeña sonrisa cuando volvió a cerrar los ojos a causa del cansancio y el dolor.
-No puedo desaprovechar el que Sasha me haya dado su aprobación por primera vez- Susurró James en mi oído y aquel acto hizo que se me erizasen los bellos de la nuca, pero no me atreví a mirarlo, no me atreví a separarme de él, no quería soltarlo y que se volviera a ir de mi lado.
Sin separarse de mi cerró una pequeña puerta que separaba la "habitación" de la pequeña estancia de la carreta, para luego volverse a mi y desasir mi abrazo con delicadeza, acariciándome las manos, y aún así no levanté la mirada llorosa, tuvo que ser él quien buscase mis ojos en una pequeña inclinación hacia mi.
- No quiero que te preocupes más... voy a estar contigo hasta que tu creas que ya no me necesitas. No me volveré a ir Nad... siento lo que pasó aquel día... aunque supongo que no es un buen momento para hablarlo.- volvió a decir él y no pude evitar mirarlo con tristeza, yo no dejaría de necesitarlo, no dejaría de quererlo a mi lado, yo lo quería pero no tenía las fuerzas suficientes para decirle la verdad, tenía miedo a cual sería su respuesta, me volvería a partir en dos si él decidiese alejarse otra vez de mi por el echo de no ser correspondidos estos sentimientos nuevos y un tanto agobiantes para mi, sí, agobiante por temer a la verdad.
Cuando me acarició la mejilla me estremecí levemente, pero aquel suave tacto en mi piel me provocaban mil y una sensaciones imposibles de describir, su sonrisa en cambio me transportó a otro lugar, a un perfecto paraíso, a aquella tarde en el lago donde una cadenilla de la cual pendía una pequeña rosa tallada en madera, descansaba alrededor de mi cuello. ¡Cuanta añoranza sentía por todo aquello!.
-No me dejes nunca...- susurré de forma casi imperceptible, pero nada más salía de mis labios, nada más que no pudiera ser un Te quiero.
-Tú también tienes que descansar Nad... - susurró con voz ronca y yo rápidamente negué con la cabeza, no me quería dormir si eso significaría despertar sin verlo, empezaba a depender de él, casi tanto como lo hacía de mi hermano y una sensación estúpida de miedo me inundó por completo, era tonta e inmadura, pero no podía evitar necesitar a mi lado a todas aquellas personas que me importaban y ciertamente en aquel momento solo eran mi hermano y él, pues nunca tuve a nadie más que a Sasha, a mis padres no recordaba y en el campamento pocos merecían la importancia adecuada más que la vieja Valeria que alguna vez cuidó de nosotros.
-No te preocupes por mi James, soy fuerte aun que no lo aparente, sé que estás cansado, puedo preparar algo para comer... Siéntate por favor...- me apresuré a decir, señalándole un sillón de mimbre forrado con telas y esponja que lo hacía más cómodo. -Traeré algo de comer... Yo... yo estoy siendo una verdadera carga... lo siento- bajé la cabeza disculpándome por mis rápidas palabras, pues me había centrado tanto en que se quedara que no me había parado a pensar en que ahora desearía tumbarse en su mullida cama y descansar lejos de todos los problemas que yo le acarreaba. ¡Qué egoísta era!, ¡qué culpable me sentía!.
-No puedo desaprovechar el que Sasha me haya dado su aprobación por primera vez- Susurró James en mi oído y aquel acto hizo que se me erizasen los bellos de la nuca, pero no me atreví a mirarlo, no me atreví a separarme de él, no quería soltarlo y que se volviera a ir de mi lado.
Sin separarse de mi cerró una pequeña puerta que separaba la "habitación" de la pequeña estancia de la carreta, para luego volverse a mi y desasir mi abrazo con delicadeza, acariciándome las manos, y aún así no levanté la mirada llorosa, tuvo que ser él quien buscase mis ojos en una pequeña inclinación hacia mi.
- No quiero que te preocupes más... voy a estar contigo hasta que tu creas que ya no me necesitas. No me volveré a ir Nad... siento lo que pasó aquel día... aunque supongo que no es un buen momento para hablarlo.- volvió a decir él y no pude evitar mirarlo con tristeza, yo no dejaría de necesitarlo, no dejaría de quererlo a mi lado, yo lo quería pero no tenía las fuerzas suficientes para decirle la verdad, tenía miedo a cual sería su respuesta, me volvería a partir en dos si él decidiese alejarse otra vez de mi por el echo de no ser correspondidos estos sentimientos nuevos y un tanto agobiantes para mi, sí, agobiante por temer a la verdad.
Cuando me acarició la mejilla me estremecí levemente, pero aquel suave tacto en mi piel me provocaban mil y una sensaciones imposibles de describir, su sonrisa en cambio me transportó a otro lugar, a un perfecto paraíso, a aquella tarde en el lago donde una cadenilla de la cual pendía una pequeña rosa tallada en madera, descansaba alrededor de mi cuello. ¡Cuanta añoranza sentía por todo aquello!.
-No me dejes nunca...- susurré de forma casi imperceptible, pero nada más salía de mis labios, nada más que no pudiera ser un Te quiero.
-Tú también tienes que descansar Nad... - susurró con voz ronca y yo rápidamente negué con la cabeza, no me quería dormir si eso significaría despertar sin verlo, empezaba a depender de él, casi tanto como lo hacía de mi hermano y una sensación estúpida de miedo me inundó por completo, era tonta e inmadura, pero no podía evitar necesitar a mi lado a todas aquellas personas que me importaban y ciertamente en aquel momento solo eran mi hermano y él, pues nunca tuve a nadie más que a Sasha, a mis padres no recordaba y en el campamento pocos merecían la importancia adecuada más que la vieja Valeria que alguna vez cuidó de nosotros.
-No te preocupes por mi James, soy fuerte aun que no lo aparente, sé que estás cansado, puedo preparar algo para comer... Siéntate por favor...- me apresuré a decir, señalándole un sillón de mimbre forrado con telas y esponja que lo hacía más cómodo. -Traeré algo de comer... Yo... yo estoy siendo una verdadera carga... lo siento- bajé la cabeza disculpándome por mis rápidas palabras, pues me había centrado tanto en que se quedara que no me había parado a pensar en que ahora desearía tumbarse en su mullida cama y descansar lejos de todos los problemas que yo le acarreaba. ¡Qué egoísta era!, ¡qué culpable me sentía!.
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Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Lo último que pude ver antes de cerrar los ojos fue una pequeña sonrisa por parte de Nade. Sin darme cuenta, mis labios se curvaron en una leve sonrisa, una de alegría, de ternura por haber logrado hacerla sonreír, a ella que tanto quería. ¿Quién era yo para negarle la felicidad? Si su felicidad estaba en James, yo no sería el que se la negaría... tarde, pensé de pronto y durante unos segundos al recordar el número de la otra vez.
Poco pude saber de lo que pasaba después, apenas escuché la voz de James murmurando algo que no entendí, y la puerta de la estancia cerrarse tras unos pasos. Supuse que habrían salido para continuar hablando, y solo me quedaba desear que todo saliera bien.
Fruncí el ceño notando como las lágrimas bajaban por mis mejillas haciendo que mis heridas escocieran dolorasamente. Estaba tan mal herido que ni me daba cuenta de lo que hacía.
El dolor tomó el control de mi cuerpo y luché apretando los párpados por contener el gemido de dolor que deseaba emitir. Girándome con dificultad hacia la mesita de noche de Nade, intenté abrir el cajón para buscar algo que me ayudara a calmar el dolor. Pero tan torpe e impreciso fue mi movimiento que al abrir el cajón, la falta de equilibrio por mi parte hizo que la mesita de noche cayese con un estrepitoso ruído.
Bufé cerrando los ojos con fuerza ante la molestia que me causaba el ruído y la que me producía sentirme tan inútil y dependiente de mi hermana.
Hice otro pequeño esfuerzo por girarme sobre la cama y observar todo lo que había caído al suelo. Entre todas las cosas, se encontraba un manojo de cartas atadas con una cuerda gastada.
¿Cartas? ¿Qué hacía mi hermana escondiendo aquellas cartas? ¿Eran de James y por eso las escondía? La curiosidad me invadió e intenté incorporarme para alcanzar aquellos sobres amarillentos.
Poco pude saber de lo que pasaba después, apenas escuché la voz de James murmurando algo que no entendí, y la puerta de la estancia cerrarse tras unos pasos. Supuse que habrían salido para continuar hablando, y solo me quedaba desear que todo saliera bien.
Fruncí el ceño notando como las lágrimas bajaban por mis mejillas haciendo que mis heridas escocieran dolorasamente. Estaba tan mal herido que ni me daba cuenta de lo que hacía.
El dolor tomó el control de mi cuerpo y luché apretando los párpados por contener el gemido de dolor que deseaba emitir. Girándome con dificultad hacia la mesita de noche de Nade, intenté abrir el cajón para buscar algo que me ayudara a calmar el dolor. Pero tan torpe e impreciso fue mi movimiento que al abrir el cajón, la falta de equilibrio por mi parte hizo que la mesita de noche cayese con un estrepitoso ruído.
Bufé cerrando los ojos con fuerza ante la molestia que me causaba el ruído y la que me producía sentirme tan inútil y dependiente de mi hermana.
Hice otro pequeño esfuerzo por girarme sobre la cama y observar todo lo que había caído al suelo. Entre todas las cosas, se encontraba un manojo de cartas atadas con una cuerda gastada.
¿Cartas? ¿Qué hacía mi hermana escondiendo aquellas cartas? ¿Eran de James y por eso las escondía? La curiosidad me invadió e intenté incorporarme para alcanzar aquellos sobres amarillentos.
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Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Escuché las palabras de Nadezdha con atención, confirmando lo que ya sabía... que debajo de aquella cara dulce de niña una mujer adulta se hallaba. Observé sus gestos, la determinación de sus ojos en su primera frase, y cómo estos se desviaron hacia otro sitio volviendo a reflejar sentimientos propios de su juventud. Aquella inseguridad que tantas veces te hacía ruborizarte y tantas otras hablar de más, dar explicaciones innecesarias... pedir perdón una y otra vez.
-Se que eres fuerte... lo vi en tus ojos el día en que nos conocimos - dije sonriéndo levemente cuando ella me miró-. Pero también supe que nunca demostrarías una debilidad, igual que hoy.
Me acerqué a ella y le alcé la cara con un dedo, analizando su expresión. Tenía ojeras, y su respiración era tenue. La lentitud de sus gestos indicaba que estaba relajada... o en este caso, sin energía para hacer nada. Suponía que en unas horas la joven ni siquiera se sostendría en pie.
- Todo esto ha sido duro para ti... y sin duda llevas la mismas horas despierta que yo. Estás agotada y yo no tengo hambre... no quiero que te pongas a cocinar ahora. ¿De acuerdo? - solté su cara y di un rodeo hasta ponerme a su espalda y empujarla hacia el sofá que me había indicado minutos antes.
La obligué a sentarse y me coloqué a su lado con un suspiro al ver que abría la boca para protestar. Le puse la mano sobre los labios y sonreí levemente.
-Te he echado de menos - y como pensaba, aquello surgió efecto y su boca se cerró tan rápido como se había abierto. Sus mejillas adquirieron el color rosado que tanto me gustaba de ella, y adiviné que iba a desviar la mirada mucho antes de que lo hiciera. Las ganas de besarla, de tenerla en mis brazos aumentaron doloramente en cuestión de segundos, y me dije que quizás no era un mal momento para confesarle mi mayor secreto para con ella. Me tomé mi tiempo antes de comenzas a pronunciar un "Tengo que decirte una..." pero un ruido proviniente de la habitación de Sasha me interrumpió. Tanto Nadezhda como yo nos levantamos de golpe, pero ella se me adelantó con el miedo pintado en el rostro.
-Se que eres fuerte... lo vi en tus ojos el día en que nos conocimos - dije sonriéndo levemente cuando ella me miró-. Pero también supe que nunca demostrarías una debilidad, igual que hoy.
Me acerqué a ella y le alcé la cara con un dedo, analizando su expresión. Tenía ojeras, y su respiración era tenue. La lentitud de sus gestos indicaba que estaba relajada... o en este caso, sin energía para hacer nada. Suponía que en unas horas la joven ni siquiera se sostendría en pie.
- Todo esto ha sido duro para ti... y sin duda llevas la mismas horas despierta que yo. Estás agotada y yo no tengo hambre... no quiero que te pongas a cocinar ahora. ¿De acuerdo? - solté su cara y di un rodeo hasta ponerme a su espalda y empujarla hacia el sofá que me había indicado minutos antes.
La obligué a sentarse y me coloqué a su lado con un suspiro al ver que abría la boca para protestar. Le puse la mano sobre los labios y sonreí levemente.
-Te he echado de menos - y como pensaba, aquello surgió efecto y su boca se cerró tan rápido como se había abierto. Sus mejillas adquirieron el color rosado que tanto me gustaba de ella, y adiviné que iba a desviar la mirada mucho antes de que lo hiciera. Las ganas de besarla, de tenerla en mis brazos aumentaron doloramente en cuestión de segundos, y me dije que quizás no era un mal momento para confesarle mi mayor secreto para con ella. Me tomé mi tiempo antes de comenzas a pronunciar un "Tengo que decirte una..." pero un ruido proviniente de la habitación de Sasha me interrumpió. Tanto Nadezhda como yo nos levantamos de golpe, pero ella se me adelantó con el miedo pintado en el rostro.
Narim- Humano Clase Media
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Edad : 35
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
-Se que eres fuerte... lo vi en tus ojos el día en que nos conocimos. Pero también supe que nunca demostrarías una debilidad, igual que hoy.- Sus perfectos ojos azules volvían a posarse en mi cuando su dedo índice levantó mi rostro como solía hacerlo cada vez que rehuía a su mirada, dándome aquella seguridad que tanto añoraba cada vez que estaba a su lado. No diría nada, no podía decir nada, solo necesitaba escucharlo y no sentirme sola una vez más aquella noche
- Todo esto ha sido duro para ti... y sin duda llevas la mismas horas despierta que yo. Estás agotada y yo no tengo hambre... no quiero que te pongas a cocinar ahora. ¿De acuerdo? - soltó mi rostro y dio un rodeo hasta ponerse a mi espalda y empujarla hacia el asiento de mimbre y obligándome a sentarme en él, colocándose a mi lado; quise protestar, decirle que tenía fuerzas, que por él... Su dedo se posó en mis labios y su sonrisa iluminó su rostro, dejándome a mi en las nubes y soñando con acariciar su rostro. -Te he echado de menos - susurró y mis mejillas se encendieron como de costumbre, con una velocidad aún mayor que la normal, quise desviar la mirada, apartarla de sus ojos, o me dejaría caer en sus brazos a causa del fuerte deseo de volver a abrazarlo. Pero antes de que pudiera si quiera recordar de como respirar, un fuerte ruido salió de la pequeña habitación donde descansaba Sasha, obligándonos a ponernos de pié, pero yo me apresuré a James y me guié rápidamente hasta la puerta, abriéndola de sopetón. Mi sorpresa acrecentó mi miedo a que algo le hubiese pasado a mi hermano, cuando lo vi agachado pese al dolor en su cuerpo, estirando un brazo para poder coger un montón de viejas cartas que se habían caído al suelo.
"Dasha" pensé y negué con la cabeza, abriendo los ojos como platos por miedo a que mi hermano haya descubierto aquél secreto que guardaba con recelo de él, por no hacerle más daño del que aquella mujer ya le proporcionó; dí rápidos pasos hasta él, ayudándolo a colocarse en la cama para luego alzar el cajón y recoger las cartas.
-Sasha, no deberías hacer esfuerzos... si quieres algo tan solo pídemelo, yo te cuidaré hermanito...- dije con voz temblorosa y no pude resguardar mi nerviosismo al sostener entre mis manos aquellas cartas, que me apresuré a alejarlas de manos de Sasha. -Debes descansar para que las heridas se curen... yo prometo estar aquí a tu lado.- sentencié aferrándome a las cartas y agachando la mirada, para no obligarme a ver el rostro desconcertado de mi hermano.
"¡Mierda Nadezhda, te han pillado y por estúpida!".
- Todo esto ha sido duro para ti... y sin duda llevas la mismas horas despierta que yo. Estás agotada y yo no tengo hambre... no quiero que te pongas a cocinar ahora. ¿De acuerdo? - soltó mi rostro y dio un rodeo hasta ponerse a mi espalda y empujarla hacia el asiento de mimbre y obligándome a sentarme en él, colocándose a mi lado; quise protestar, decirle que tenía fuerzas, que por él... Su dedo se posó en mis labios y su sonrisa iluminó su rostro, dejándome a mi en las nubes y soñando con acariciar su rostro. -Te he echado de menos - susurró y mis mejillas se encendieron como de costumbre, con una velocidad aún mayor que la normal, quise desviar la mirada, apartarla de sus ojos, o me dejaría caer en sus brazos a causa del fuerte deseo de volver a abrazarlo. Pero antes de que pudiera si quiera recordar de como respirar, un fuerte ruido salió de la pequeña habitación donde descansaba Sasha, obligándonos a ponernos de pié, pero yo me apresuré a James y me guié rápidamente hasta la puerta, abriéndola de sopetón. Mi sorpresa acrecentó mi miedo a que algo le hubiese pasado a mi hermano, cuando lo vi agachado pese al dolor en su cuerpo, estirando un brazo para poder coger un montón de viejas cartas que se habían caído al suelo.
"Dasha" pensé y negué con la cabeza, abriendo los ojos como platos por miedo a que mi hermano haya descubierto aquél secreto que guardaba con recelo de él, por no hacerle más daño del que aquella mujer ya le proporcionó; dí rápidos pasos hasta él, ayudándolo a colocarse en la cama para luego alzar el cajón y recoger las cartas.
-Sasha, no deberías hacer esfuerzos... si quieres algo tan solo pídemelo, yo te cuidaré hermanito...- dije con voz temblorosa y no pude resguardar mi nerviosismo al sostener entre mis manos aquellas cartas, que me apresuré a alejarlas de manos de Sasha. -Debes descansar para que las heridas se curen... yo prometo estar aquí a tu lado.- sentencié aferrándome a las cartas y agachando la mirada, para no obligarme a ver el rostro desconcertado de mi hermano.
"¡Mierda Nadezhda, te han pillado y por estúpida!".
Invitado- Invitado
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Intenté alcanzar las cartas estirando con dificultad los dedos de mi mano, pero la puerta se abrió de sopetón asustándome y por poco me caigo de la cama. ¡Ебут [Joder], que cerca ví el suelo por unos instantes!
Nade se apresuró a acercarse a mí para acomodarme en la cama y recoger el desastre que había formado. La miré fijamente, no comprendía a que venía tanto nerviosismo, ¿eran de verdad cartas de James?
-Sasha, no deberías hacer esfuerzos... si quieres algo tan solo pídemelo, yo te cuidaré hermanito...- dijo con voz temblorosa, alejando las cartas de mi vista. -Debes descansar para que las heridas se curen... yo prometo estar aquí a tu lado.- continuó diciendo, aferrando las cartas con fuerza.
La miré atónito, sin entender en absoluto su reacción, ¿qué tenían aquellas cartas que tanto me escondían? Dirigí mi mirada a James con inocente curiosidad.
-¿Se las has escrito tú...?.- murmuré casi bromeando, colocando una de mis manos sobre uno de mis costados dolorido. -Si no, no logro explicarme a qué tanta preocupación, hermanita....- continué cerrando los ojos, dirigiendo antes una mirada hacia sus verdosos ojos. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué podían tener aquellas cartas de malo? Intentaba abrir los ojos para mirar a Nade y continuar preguntando, pero no podía más... necesitaba descansar.
Nade se apresuró a acercarse a mí para acomodarme en la cama y recoger el desastre que había formado. La miré fijamente, no comprendía a que venía tanto nerviosismo, ¿eran de verdad cartas de James?
-Sasha, no deberías hacer esfuerzos... si quieres algo tan solo pídemelo, yo te cuidaré hermanito...- dijo con voz temblorosa, alejando las cartas de mi vista. -Debes descansar para que las heridas se curen... yo prometo estar aquí a tu lado.- continuó diciendo, aferrando las cartas con fuerza.
La miré atónito, sin entender en absoluto su reacción, ¿qué tenían aquellas cartas que tanto me escondían? Dirigí mi mirada a James con inocente curiosidad.
-¿Se las has escrito tú...?.- murmuré casi bromeando, colocando una de mis manos sobre uno de mis costados dolorido. -Si no, no logro explicarme a qué tanta preocupación, hermanita....- continué cerrando los ojos, dirigiendo antes una mirada hacia sus verdosos ojos. ¿Qué estaba pasando? ¿Qué podían tener aquellas cartas de malo? Intentaba abrir los ojos para mirar a Nade y continuar preguntando, pero no podía más... necesitaba descansar.
Invitado- Invitado
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Llegué segundos después de que Nadezhda corriera literalmente a la habitación donde su hermano estaba. Presencié cómo ella le ayudaba a recolocarse en la cama y cómo colocaba de nuevo el cajón que se había caido en su sitio. ¿Qué había querido alcanzar? La joven escondió tras de si un manojo de cartas, aferradas como si fueran lo más importante de su vida, y supe que aquello era lo que había llamado la atención del joven. Aquello me desconcertó de verdad. Miré el rostro tenso de Nadezhda, y cómo esquivaba el tema. ¿Qué ocurría allí?
-No, no son... mias - musité mirando a Sasha, que cerró los ojos con cansancio y dejó de mirarme curioso.
La pregunta de Sasha me había dejado fuera de juego. Si esas cartas no eran mias ¿de quién eran? ¿Acaso Nadezhda se escribía con algún chico de París? Mi corazón se apagó como una vela al ser soplada. Mantuve la mirada fija en la tarima... mientras Nadezhda seguía dirigiéndole palabras tiernas a su hermano y yo sentía cómo la oscuridad de las últimas semanas barría la ilusión de haberla visto de nuevo. Tras unos minutos, la curiosidad y el miedo pudo conmigo. Tomé con suavidad las cartas de manos de Nadezhda y leí el reverso tranquilizándome al ver que el nombre que aparecía era el de una chica. ¿Su prima tal vez?
-¿Quién es Ad...? - comencé a preguntar, pero me vi interrumpido por Nadezhda, que me miró con el temor pintado en el rostro.
-No, no son... mias - musité mirando a Sasha, que cerró los ojos con cansancio y dejó de mirarme curioso.
La pregunta de Sasha me había dejado fuera de juego. Si esas cartas no eran mias ¿de quién eran? ¿Acaso Nadezhda se escribía con algún chico de París? Mi corazón se apagó como una vela al ser soplada. Mantuve la mirada fija en la tarima... mientras Nadezhda seguía dirigiéndole palabras tiernas a su hermano y yo sentía cómo la oscuridad de las últimas semanas barría la ilusión de haberla visto de nuevo. Tras unos minutos, la curiosidad y el miedo pudo conmigo. Tomé con suavidad las cartas de manos de Nadezhda y leí el reverso tranquilizándome al ver que el nombre que aparecía era el de una chica. ¿Su prima tal vez?
-¿Quién es Ad...? - comencé a preguntar, pero me vi interrumpido por Nadezhda, que me miró con el temor pintado en el rostro.
Narim- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/01/2010
Edad : 35
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
-¿Se las has escrito tú...?. Si no, no logro explicarme a qué tanta preocupación, hermanita....- murmuró Sasha casi bromeando curioso hacia James, para luego cerrar los ojos con acertado cansancio, pues necesitaba recuperarse y saber a cerca de esas cartas no era lo correcto y menos en aquel momento.Me alejé unos pasos de él para acercarme a James a quien rogué con la mirada que no dijera nada, pero no funcionó.
-No, no son... mías- musitó hacia Sasha, para luego acercarse a mi y tomar las cartas de mi mano con curiosidad de saber acerca del remitente. -¿Quién es Ad...? - comenzó a preguntar él y la respiración se me paró por completo, pues si pronunciaba el nombre allí mismo yo estaría muerta y Sasha se daría cuenta de mi más grande secreto.
Abrí los ojos con preocupación, rogándole con la mirada que no siguiera preguntando a cerca de ella, de aquella mujer que se había alejado de mi hermano.
-Adelaide... es una vieja amiga mía, que tuvo que irse muy lejos y me escribía cartas antes... pero eso ya no importa- mentí de la mejor forma que pude, inventándome una nueva persona que en mi vida había conocido. -Sasha debes descansar, será mejor que te dejemos hacerlo.- volví a decir hacia él, quien seguía con los ojos cerrados.
Tomé de la mano a James para estirarlo hacia fuera de aquella pequeña habitación de mi carreta, para que sus preguntas no vayan directas a los oídos de Sasha y descubra de esa forma mi mentira, pues sabiendo como eramos los dos me seguiría siendo imposible seguir mintiendo de aquella forma tan dolorosa a mi propio hermano, pero aún así lo hacía solo por su bien, por no volver a verlo sufrir de aquella forma por una mujer que no lo quiso de verdad.
-No, no son... mías- musitó hacia Sasha, para luego acercarse a mi y tomar las cartas de mi mano con curiosidad de saber acerca del remitente. -¿Quién es Ad...? - comenzó a preguntar él y la respiración se me paró por completo, pues si pronunciaba el nombre allí mismo yo estaría muerta y Sasha se daría cuenta de mi más grande secreto.
Abrí los ojos con preocupación, rogándole con la mirada que no siguiera preguntando a cerca de ella, de aquella mujer que se había alejado de mi hermano.
-Adelaide... es una vieja amiga mía, que tuvo que irse muy lejos y me escribía cartas antes... pero eso ya no importa- mentí de la mejor forma que pude, inventándome una nueva persona que en mi vida había conocido. -Sasha debes descansar, será mejor que te dejemos hacerlo.- volví a decir hacia él, quien seguía con los ojos cerrados.
Tomé de la mano a James para estirarlo hacia fuera de aquella pequeña habitación de mi carreta, para que sus preguntas no vayan directas a los oídos de Sasha y descubra de esa forma mi mentira, pues sabiendo como eramos los dos me seguiría siendo imposible seguir mintiendo de aquella forma tan dolorosa a mi propio hermano, pero aún así lo hacía solo por su bien, por no volver a verlo sufrir de aquella forma por una mujer que no lo quiso de verdad.
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Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Continuaba con los ojos cerrados esperando que alguien respondiese.
-No, no son... mías.- musitó finalmente James. ¿Entonces de quien eran? Intenté abrir los ojos para observar al joven, pero me fue imposible. -¿Quién es Ad...? - su voz acalló de golpe y mis ojos se abrieron de par en par. ¿Ad...? ¿¡Adrianne!? Intenté incorporarme en la cama sobresaltado pero mis heridas me lo impidieron. Cálmate, me dije intentando calmarme. ¿Por qué tenían que ser automáticamente de Adrianne?
-Adelaide... es una vieja amiga mía, que tuvo que irse muy lejos y me escribía cartas antes... pero eso ya no importa.- fruncí el ceño cerrando los ojos sabiendo que lo que acababa de decir era mentira. ¿Adelaide? ¿Cuando había conocido ella a una Adelaide? ¡Nunca! -Sasha debes descansar, será mejor que te dejemos hacerlo.
Estuve a punto de responder pero el dolor me invadió por completo, agotándome de pronto y de forma debastadora. Ahogué un gemido en mi garganta y escuché como Nade y James abandonaban el cuarto. Me dejé llevar por el cansancio sin posibilidad de seguir pensando en todo aquello...
-No, no son... mías.- musitó finalmente James. ¿Entonces de quien eran? Intenté abrir los ojos para observar al joven, pero me fue imposible. -¿Quién es Ad...? - su voz acalló de golpe y mis ojos se abrieron de par en par. ¿Ad...? ¿¡Adrianne!? Intenté incorporarme en la cama sobresaltado pero mis heridas me lo impidieron. Cálmate, me dije intentando calmarme. ¿Por qué tenían que ser automáticamente de Adrianne?
-Adelaide... es una vieja amiga mía, que tuvo que irse muy lejos y me escribía cartas antes... pero eso ya no importa.- fruncí el ceño cerrando los ojos sabiendo que lo que acababa de decir era mentira. ¿Adelaide? ¿Cuando había conocido ella a una Adelaide? ¡Nunca! -Sasha debes descansar, será mejor que te dejemos hacerlo.
Estuve a punto de responder pero el dolor me invadió por completo, agotándome de pronto y de forma debastadora. Ahogué un gemido en mi garganta y escuché como Nade y James abandonaban el cuarto. Me dejé llevar por el cansancio sin posibilidad de seguir pensando en todo aquello...
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Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
Me desconcertó un poco que Nadezhda mintiera. El nombre que ponía en las cartas no era Adelaide, sino Adrianne. Al parecer, Sasha quería decir algo, pero las fuerzas le fallaron. Nadezhda me arrastró fuera de la habitación y cerró la puerta tras de si. La miré sin saber qué decir.
-Espero que algún día me expliques qué ha pasado ahí dentro - dije con suavidad sin rastro de reproche. Suspiré y volví a acariciarle la mejilla.
Su hermano tenía una fortaleza de hierro, y tras haberle visto convertido en lobo, lo había entendido perfectamente... pero la batalla contra el vampiro le había afectado de más. ¿A caso sus heridas se cerrarían más lentamente por habérselas infligido un ser como aquel? Volví la mirada a Nadezhda, que parecía esperar que dijera algo más. Sin duda, ella desconocía la naturaleza de su hermano... y yo no era capaz de desvelarle ese detalle.
-Tengo algo tuyo... -dije mientras rebuscaba en uno de mis bolsillos e intentaba olvidar todo lo ocurrido. En unos segundos, logré sacar un pequeño colgante con forma de rosa de la camisa. Sonreí entristecido cuando recordé que ella me lo había devuelto hacía unas semanas. Suspiré y se lo puse alrededor del cuello -. Si no lo quieres... puedes tirarlo... pero intenta que no me entere. La última vez fue bastante...
No terminé la frase. Solo hice un gesto con los ojos y sonreí de medio lado.
-Espero que algún día me expliques qué ha pasado ahí dentro - dije con suavidad sin rastro de reproche. Suspiré y volví a acariciarle la mejilla.
Su hermano tenía una fortaleza de hierro, y tras haberle visto convertido en lobo, lo había entendido perfectamente... pero la batalla contra el vampiro le había afectado de más. ¿A caso sus heridas se cerrarían más lentamente por habérselas infligido un ser como aquel? Volví la mirada a Nadezhda, que parecía esperar que dijera algo más. Sin duda, ella desconocía la naturaleza de su hermano... y yo no era capaz de desvelarle ese detalle.
-Tengo algo tuyo... -dije mientras rebuscaba en uno de mis bolsillos e intentaba olvidar todo lo ocurrido. En unos segundos, logré sacar un pequeño colgante con forma de rosa de la camisa. Sonreí entristecido cuando recordé que ella me lo había devuelto hacía unas semanas. Suspiré y se lo puse alrededor del cuello -. Si no lo quieres... puedes tirarlo... pero intenta que no me entere. La última vez fue bastante...
No terminé la frase. Solo hice un gesto con los ojos y sonreí de medio lado.
Narim- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 17/01/2010
Edad : 35
Re: Incubo [Hermanos Kuznetsov & James Hoffman]
-Espero que algún día me expliques qué ha pasado ahí dentro - Empezó James, tras salir del lugar, yo lo miré de reojo y negué con la cabeza lentamente.
-Es muy largo de explicar... pero prometo que te lo contaré, pero no hoy.- Respondí soltando un sonoro suspiro, el solo hecho de creer que mi hermano me habría descubierto me daba miedo. ¿Y si ahora se le antojaba buscar las cartas a sabiendas de quien las envió? ¿y si ya lo suponía? ¿me odiaría, me dejaría o simplemente se enfadaría?. No podía arriesgarme a todo eso, odiaría estar mal con mi hermano por culpa de aquella mujer que lo abandonó vilmente. ¡Cuanto la odio por haberlo hecho!.
-Tengo algo tuyo... -Volvió a decir James mientras rebuscaba en uno de sus bolsillos, sacándome de mi ensimismamiento de nuevo. Alzó hasta la altura de mi cuello un pequeño colgante con forma de rosa y sonrió entristecido. Aquel acto me pareció tan tierno por su parte que no pude evitar sonreír de la misma forma al recordar todo lo sucedido y como volvió a parar el colgante en sus manos. Suspiró y me lo puso alrededor del cuello -. Si no lo quieres... puedes tirarlo... pero intenta que no me entere. La última vez fue bastante...
-James...- susurré acariciando el colgante con uno de mis dedos, odiaría volver a separarme de él, por alguna razón ahora necesitaba de su compañía, ahora y siempre. -Lo siento, pero no te lo devolveré- sonreí tras la pequeña broma y me acerqué un paso más a él, guardando el colgante entre mis manos, para sentirlo mejor y luego apoyé la cabeza en su pecho, necesitando de su calor.
-Te... quiero.- logré susurrar de nuevo, cerrando los ojos con fuerza, intentando olvidar todo lo ocurrido y sumirme plenamente en lo que yo creía un bonito sueño.
-Es muy largo de explicar... pero prometo que te lo contaré, pero no hoy.- Respondí soltando un sonoro suspiro, el solo hecho de creer que mi hermano me habría descubierto me daba miedo. ¿Y si ahora se le antojaba buscar las cartas a sabiendas de quien las envió? ¿y si ya lo suponía? ¿me odiaría, me dejaría o simplemente se enfadaría?. No podía arriesgarme a todo eso, odiaría estar mal con mi hermano por culpa de aquella mujer que lo abandonó vilmente. ¡Cuanto la odio por haberlo hecho!.
-Tengo algo tuyo... -Volvió a decir James mientras rebuscaba en uno de sus bolsillos, sacándome de mi ensimismamiento de nuevo. Alzó hasta la altura de mi cuello un pequeño colgante con forma de rosa y sonrió entristecido. Aquel acto me pareció tan tierno por su parte que no pude evitar sonreír de la misma forma al recordar todo lo sucedido y como volvió a parar el colgante en sus manos. Suspiró y me lo puso alrededor del cuello -. Si no lo quieres... puedes tirarlo... pero intenta que no me entere. La última vez fue bastante...
-James...- susurré acariciando el colgante con uno de mis dedos, odiaría volver a separarme de él, por alguna razón ahora necesitaba de su compañía, ahora y siempre. -Lo siento, pero no te lo devolveré- sonreí tras la pequeña broma y me acerqué un paso más a él, guardando el colgante entre mis manos, para sentirlo mejor y luego apoyé la cabeza en su pecho, necesitando de su calor.
-Te... quiero.- logré susurrar de nuevo, cerrando los ojos con fuerza, intentando olvidar todo lo ocurrido y sumirme plenamente en lo que yo creía un bonito sueño.
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