AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Risveglio [Narcisse Capet]
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Risveglio [Narcisse Capet]
Presten atención a lo que digo, porqué escojo las palabras cuidadosamente y no las repetiré otra vez
El diario puede ser un enemigo mortal para los seres, dicen que la monotonía destruye la mente pues termina pasmando la misma, que diferentes problemas psicológicos afloran cuando una persona no presenta variedad en su existir, siempre recomiendan que su vida no se centre en un solo tema o en una sola actividad, el estrés y la demencia suelen pegar con fuerza a ciertos personajes que se ven sometidos a la inexorabilidad cotidiana de sus vidas, ¿cómo no podría saber esto Akil? Confinado él por más de mil quinientos años en un ataúd, viendo reducidas sus habilidades, capacidades y libertades, pero igual de astuto y determinado que siempre, no hubo un solo día y una sola noche en la que no estuviera planeando su venganza, maquinando respecto a lo que haría en cuanto saliera de su prisión de piedra, metal y sellos de hierro oxidado, podría afirmar así el ancestral ser que lo único que mantuvo su equilibrio, el poco que alguna vez tuvo, fue su ideal, su cuenta por cobrar, el deseo de cobrarse por todo aquello que le deben y que no está seguro de si serán capaz de saldar con él su deuda, todo estaba dando vueltas referente a él, ¿y cómo no ser el centro de su universo? Después de todo ahí dentro de la profunda oscuridad donde ni un solo gramo de luz artificial siquiera llegaba a rozarle algunas veces, tan solo estaba consigo mismo, y no había nadie más, ¿le molestaba? Jamás en libertad fue el tipo que necesitaba de compañía, no obstante siempre degustó en su medida dosis de un poco de los demás seres, la sociedad es parte fundamental de este ancho mundo, al menos así lo considera él, por ende siempre solía estudiar, entablar y mostrarse dentro de este núcleo de individuos, en distintos países, distintos continentes, razón por la cual terminando justo estando donde ahora está, aunque ciertamente no está seguro al cien por ciento de donde se encuentra, el año quizás pueda adivinarlo, pero con un margen de error, presume que este la humanidad ya rodeando el año mil setecientos o mil ochocientos, siempre trató de llevar la cuenta de los días recordando el calendario cristiano-católico que es el que rige esta parte del mundo, no obstante varias veces paso más de veinticuatro horas dormido por el simple hecho de que la falta de sangre secaba demasiado su sistema corporal y le apagaba por completo.
¿Tortura? Nunca llamó a esto así, aunque cualquiera pudiera considerarlo así, sería en todo caso uno de los métodos más originales y peculiares pues tan solo se le podría someter a cierto tipo de individuos e incluso dudaba de que cualquier vampiro pudiera soportar tantos siglos como él ha soportado, una vez más, tan solo por ese único objetivo. Asume Akil que se encuentra en alguna sede de la iglesia desde hace varios siglos, una sede fuerte, poderosa y representativa, después de todo incluso dentro de este cuarto sucio y viejo en el que cree estar tirado y que tan solo visitaban en completo silencio, la mayoría de las veces, los que le alimentan en dosis insignificantes que tan solo mantienen su existir para perecer aún más, debe de estar dotado de fuertes cimientos, no se necesita ser demasiado inteligente para darse cuenta de que la institución que enfrentó a penas en sus pininos hace más de mil años, ahora es sumamente poderosa y debe de haberse desarrollado de manera ejemplar, lo cual no le desanimada en lo absoluto, por el contrario, le generaba aún más ansiedad por salir, no se trataba de un reto, solo de satisfacer su dolo. Todo se desenvolvía de la manera común en el exterior del sarcófago hasta un día, imposible para él calcular la hora exacta, un aroma que nunca antes había logrado conocer se acercó a sus aposentos, el vampiro se encontraba incapacitado para hablar, sus fauces secas solo recibían la sangre de aquel orificio superior en la tapa y esta ingresaba directamente a su garganta, esto resultaba diferente, pues la persona que le entregaba la sangre ya había pasado por ahí dos días atrás, y el remplazo usualmente se daba cada veinte o treinta años, en más de mil años el inmortal tenía deseos de sacudir el sarcófago, de hablar, de estrujar con sus brazos las cadenas, pero no podía hacerlo, ¿cómo y por qué este humano había ingresado aquí? Asumió desde hace mucho que su condición de presidiario se encuentra reservada solo para un grupo muy estricto y antiguo de la organización, ahora no planeaba, tampoco imaginaba lo que sería clavar sus colmillos en el cuello del Papa actual e incrustarle en el estómago su báculo papal, el que seguramente seguía siendo de oro puro y poco austero, esperar, solo podía hacer aquello, desconocía razones ajenas y todo referente a este ser, excepto que el ajeno corazón latía y su propia sed infinita se enloquecía, como cada vez que un humano se le acercaba.
¿Tortura? Nunca llamó a esto así, aunque cualquiera pudiera considerarlo así, sería en todo caso uno de los métodos más originales y peculiares pues tan solo se le podría someter a cierto tipo de individuos e incluso dudaba de que cualquier vampiro pudiera soportar tantos siglos como él ha soportado, una vez más, tan solo por ese único objetivo. Asume Akil que se encuentra en alguna sede de la iglesia desde hace varios siglos, una sede fuerte, poderosa y representativa, después de todo incluso dentro de este cuarto sucio y viejo en el que cree estar tirado y que tan solo visitaban en completo silencio, la mayoría de las veces, los que le alimentan en dosis insignificantes que tan solo mantienen su existir para perecer aún más, debe de estar dotado de fuertes cimientos, no se necesita ser demasiado inteligente para darse cuenta de que la institución que enfrentó a penas en sus pininos hace más de mil años, ahora es sumamente poderosa y debe de haberse desarrollado de manera ejemplar, lo cual no le desanimada en lo absoluto, por el contrario, le generaba aún más ansiedad por salir, no se trataba de un reto, solo de satisfacer su dolo. Todo se desenvolvía de la manera común en el exterior del sarcófago hasta un día, imposible para él calcular la hora exacta, un aroma que nunca antes había logrado conocer se acercó a sus aposentos, el vampiro se encontraba incapacitado para hablar, sus fauces secas solo recibían la sangre de aquel orificio superior en la tapa y esta ingresaba directamente a su garganta, esto resultaba diferente, pues la persona que le entregaba la sangre ya había pasado por ahí dos días atrás, y el remplazo usualmente se daba cada veinte o treinta años, en más de mil años el inmortal tenía deseos de sacudir el sarcófago, de hablar, de estrujar con sus brazos las cadenas, pero no podía hacerlo, ¿cómo y por qué este humano había ingresado aquí? Asumió desde hace mucho que su condición de presidiario se encuentra reservada solo para un grupo muy estricto y antiguo de la organización, ahora no planeaba, tampoco imaginaba lo que sería clavar sus colmillos en el cuello del Papa actual e incrustarle en el estómago su báculo papal, el que seguramente seguía siendo de oro puro y poco austero, esperar, solo podía hacer aquello, desconocía razones ajenas y todo referente a este ser, excepto que el ajeno corazón latía y su propia sed infinita se enloquecía, como cada vez que un humano se le acercaba.
Akil- Condenado/Vampiro/Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 24/04/2015
Localización : Vaticano
Re: Risveglio [Narcisse Capet]
"Nunca son tan peligrosos los hombres como cuando se vengan de los crímenes que ellos han cometido"
- Sándor Márai
- Sándor Márai
La pregunta del millón es: ¿qué pasa por los pensamientos de Narcisse Capet?
Una pregunta que muchas personas creen tener respuestas, respuestas que pueden ser una gran infinidad, sin embargo nadie lo sabrá a ciencia cierta, ni siquiera quien quiera llegar a leer sus pensamientos. Sólo se sabe una cosa: la venganza la mueve. ¿Cómo se plantea sus días? ¿Cómo puede llegar a dormir por las noches? Su cerebro nunca descansa, y su cuerpo pareciera que tampoco lo hace. ¡Que barbaridad! Una mujer que hace dudar hasta al más determinado, alguien que puede obtener lo que quiere ya sea por las buenas o por las malas, sin embargo para ella nada tiene significado sino hay un trabajo que lo avala. Todo tiene un porqué si, pero eso mismo va de la mano del esfuerzo, de la lucha, del moverse para poder lograr la meta.
Lleva un par de meses bajo una investigación especial. La mujer descubrió que la muerte de algunos de sus familiares van de la mano de la iglesia. Sabe de sobra que ellos son unos traidores, pero jamás imaginó que aquello lo tuvieran guardado con tanto recelo, y menos que quien le daba todos los privilegios fuera el que mandó a asesinar a aquellos ¿por qué? Las preguntas vienen y van, pero esas mientras no tengan respuestas tendrán consecuencias. Las herramientas las tiene, la información también, y el arma se encontraba encerrada en un lugar al que todos tienen prohibido, aunque sabe que ella no lo tendría. ¡Claro que no! ¡Es Narcisse Capet! ¿Cómo negarle algo a la favorita del Papa? Imposible.
Vigilar el lugar fue sencillo. Muchos de los inquisidores, condenados o no, llevan al pie de la letra las instrucciones que les dan. Si les dicen que no atraviesen cierta zona, no lo hacen, y si les dicen que no deben desobedecer porque pueden perder la cabeza, ni siquiera lo piensan. Pocos guardas en realidad, aunque la fortaleza se notaba amplia, pero engañosa. Fueron varias las veces que acudió a esa zona buscando más respuestas, y las obtuvo.
El nombre no dejaba de martillarle la cabeza, lo liberaría, lo ayudaría y no importaba las consecuencias. Akil sería dueño de su inmortalidad, de sus acciones y de la próxima caída de la iglesia.
Aquella noche estaba planeada con antelación. Por alguna extraña razón ella sabía que él estaba enterado de todo. Serían cómplices del momento, y también serían compañeros de destrucción de una “Santa” inquisición. Misma que no valdría nada, y que después sería recordada como la peor institución hasta la fecha. La idea la hizo sonreír ampliamente.
Narcisse no necesitaba lamparas para caminar por aquellos pasillos oscuros, sus ojos se acostumbraban a la falta de luz, y era hábil, conocía su cuerpo, y todo a su alrededor, por lo que no tropezaría. No le costó mucho trabajo llegar al lugar. Los guardias la miraron sorprendidos, y ella sólo indicó que debían evacuar para dejarla hacer un estudio de la zona. No dio más explicaciones porque no necesitaba darlas, les dio la noche libre, y así fue cómo entró a aquel lugar. El sarcófago se encontraba iluminado, habían cambiado los aceites de las lamparas hacía poco.
La mujer pudo notar las cadenas, los amarres, e incluso una boquilla del centro de aquella cárcel que habían creado sólo para él. Con maestría trepó aquella gran cosa, y la montó quedando a la altura del rostro del sarcófago.
— Debe ser una pena que con tanto potencial te hayan hecho perder milenios en está porquería — Mencionó. Movió una de sus manos con cuidado, y la adentró por aquella rejilla. Claro que no era tonta, no se iba a exponer, pero sabía el truco para quitar aquella mordaza ganchada que le habían puesto al inmortal. — Pronto saldrás de aquí, más bien, hoy lo harás — Al quitar aquellos fierros, la boca de la criatura quedaba libre — Dime tú nombre — Obviamente ella ya se lo sabía, pero la iglesia podía ser tan engañosa, que ella necesitaba corroborar. — ¿De verdad deseas salir? Si es así harás un compromiso conmigo, yo te ayudaré, pero debes ser un ser de palabra — Ella sabía que las criaturas antiguas de verdad le daban importancia a lo que decían. Tenían una especie de complicidad con ellos mismos, y romper aquello era cómo traicionarse propiamente. ¿Sería ese el caso? Narcisse estaba dispuesta a escucharlo, sí le interesaba lo que él decía, entonces lo liberaría.
Una pregunta que muchas personas creen tener respuestas, respuestas que pueden ser una gran infinidad, sin embargo nadie lo sabrá a ciencia cierta, ni siquiera quien quiera llegar a leer sus pensamientos. Sólo se sabe una cosa: la venganza la mueve. ¿Cómo se plantea sus días? ¿Cómo puede llegar a dormir por las noches? Su cerebro nunca descansa, y su cuerpo pareciera que tampoco lo hace. ¡Que barbaridad! Una mujer que hace dudar hasta al más determinado, alguien que puede obtener lo que quiere ya sea por las buenas o por las malas, sin embargo para ella nada tiene significado sino hay un trabajo que lo avala. Todo tiene un porqué si, pero eso mismo va de la mano del esfuerzo, de la lucha, del moverse para poder lograr la meta.
Lleva un par de meses bajo una investigación especial. La mujer descubrió que la muerte de algunos de sus familiares van de la mano de la iglesia. Sabe de sobra que ellos son unos traidores, pero jamás imaginó que aquello lo tuvieran guardado con tanto recelo, y menos que quien le daba todos los privilegios fuera el que mandó a asesinar a aquellos ¿por qué? Las preguntas vienen y van, pero esas mientras no tengan respuestas tendrán consecuencias. Las herramientas las tiene, la información también, y el arma se encontraba encerrada en un lugar al que todos tienen prohibido, aunque sabe que ella no lo tendría. ¡Claro que no! ¡Es Narcisse Capet! ¿Cómo negarle algo a la favorita del Papa? Imposible.
Vigilar el lugar fue sencillo. Muchos de los inquisidores, condenados o no, llevan al pie de la letra las instrucciones que les dan. Si les dicen que no atraviesen cierta zona, no lo hacen, y si les dicen que no deben desobedecer porque pueden perder la cabeza, ni siquiera lo piensan. Pocos guardas en realidad, aunque la fortaleza se notaba amplia, pero engañosa. Fueron varias las veces que acudió a esa zona buscando más respuestas, y las obtuvo.
El nombre no dejaba de martillarle la cabeza, lo liberaría, lo ayudaría y no importaba las consecuencias. Akil sería dueño de su inmortalidad, de sus acciones y de la próxima caída de la iglesia.
Aquella noche estaba planeada con antelación. Por alguna extraña razón ella sabía que él estaba enterado de todo. Serían cómplices del momento, y también serían compañeros de destrucción de una “Santa” inquisición. Misma que no valdría nada, y que después sería recordada como la peor institución hasta la fecha. La idea la hizo sonreír ampliamente.
Narcisse no necesitaba lamparas para caminar por aquellos pasillos oscuros, sus ojos se acostumbraban a la falta de luz, y era hábil, conocía su cuerpo, y todo a su alrededor, por lo que no tropezaría. No le costó mucho trabajo llegar al lugar. Los guardias la miraron sorprendidos, y ella sólo indicó que debían evacuar para dejarla hacer un estudio de la zona. No dio más explicaciones porque no necesitaba darlas, les dio la noche libre, y así fue cómo entró a aquel lugar. El sarcófago se encontraba iluminado, habían cambiado los aceites de las lamparas hacía poco.
La mujer pudo notar las cadenas, los amarres, e incluso una boquilla del centro de aquella cárcel que habían creado sólo para él. Con maestría trepó aquella gran cosa, y la montó quedando a la altura del rostro del sarcófago.
— Debe ser una pena que con tanto potencial te hayan hecho perder milenios en está porquería — Mencionó. Movió una de sus manos con cuidado, y la adentró por aquella rejilla. Claro que no era tonta, no se iba a exponer, pero sabía el truco para quitar aquella mordaza ganchada que le habían puesto al inmortal. — Pronto saldrás de aquí, más bien, hoy lo harás — Al quitar aquellos fierros, la boca de la criatura quedaba libre — Dime tú nombre — Obviamente ella ya se lo sabía, pero la iglesia podía ser tan engañosa, que ella necesitaba corroborar. — ¿De verdad deseas salir? Si es así harás un compromiso conmigo, yo te ayudaré, pero debes ser un ser de palabra — Ella sabía que las criaturas antiguas de verdad le daban importancia a lo que decían. Tenían una especie de complicidad con ellos mismos, y romper aquello era cómo traicionarse propiamente. ¿Sería ese el caso? Narcisse estaba dispuesta a escucharlo, sí le interesaba lo que él decía, entonces lo liberaría.
Narcisse Capet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Risveglio [Narcisse Capet]
¿Se trataba de alguna broma de mal gusto? ¿Algún ser inferior estaba tratando de burlarse de aquel condenado? Akil no sería capaz de soltar prenda con tal facilidad, incluso encerrado en ese sarcófago sabía cuidar su espalda, incluso con medio cerebro funcionándole a duras penas. Inmerso por el deseo de beber de aquella voz femenina el vampiro sacudía levemente el sarcófago, la fuerza que podía generar su anatomía resultaba ínfima a la real, no obstante logró hacer temblar todo su recipiente. Analizar esta situación resultaba en esta condición notablemente difícil, no obstante debía de, no había tiempo que perder, esta podría ser la oportunidad que más de mil años había estado esperando, no de esta manera claro, ¿pero cómo de otra podría salir? Desde el principio estuvo en conciencia en que nadie le haría el favor de simplemente destruir su prisión y con un buen gracias estaría resultado el asunto, la mujer deseaba de él, seguramente su fuerza, sus habilidades y su experiencia también, de inmediato entro en razón el inmortal, ella tenía que saber sobre su existir, incluso sobre los años que estuvo dentro con exactitud, su proveniencia y demás, esta mujer estaba yendo contra la marea de su institución pues no le competía estar aquí, menos tentar al diablo con su pecado, ¿aceptaría? Sí, lo haría, consciente de que ahora tendría a esta humana a espaldas y tendría que tolerarle, tan solo en el fondo de su ser esperaba que esta no resultara ser un fastidio, un retraso, no obstante el hecho de que la misma pudiera encontrarle aquí en este lugar desconocido, ya le daba algo de méritos, incluso siendo mujer podía desconfiar más de ella, aunque seguro creía que con los años el machismo se había yendo ablandando, él tan solo debería adecuarse a estas normativas sociales como siempre lo hizo – Los…tratos…se…pactan…con…sangre… - La mordaza y la lentitud con la que hablaba ese italiano forzado y con una notable buena pronunciación daban cierta garantía de que la mujer le entendiera, estaba clara su indicación, a pesar de que simplemente no estaba rogando directamente por beber, esperaba que la humana dejara caer de su elixir por aquel orificio, no simples gotas, un buen torrente que no le comprometa pero a él le diera la fuerza suficiente para poder salir, ya se las arreglaría finalmente para ponerse en línea – Akil… - Aún recordaba las normas de buena conducta, y además de esa sangre esperaba también el nombre de quién forzosamente le estaría generando una deuda, una deuda que debería de pagar, ¿cuál sería el precio? No lo tenía claro, pero en ese mismo momento no le importaba, la palabra desesperado por salir podía aplicarse.
No obstante realmente estaba ansioso, en su mente se imaginaba miles de situaciones, miles de cambios, miles de deseos por realizar, miles de acciones para terminar con todo este lugar y la iglesia misma, quemar todo el Vaticano desde sus cimientos, no obstante no se dejaba llevar por la adrenalina que todos aquellos deseos le resultaban generar, un tipo tan añejo como él, sin duda celebraba y magnificaba la tranquilidad, el buen obrar, ese que solo se consigue con la paciencia, el seso y la buena costumbre de planificar sin fallos antes de ejecutar, Akil debía hacer el despliegue de todas sus armas, físicas, mentales, y toda la capacidad de su inteligencia emocional para poder hacerse finalmente con el deseo tan anhelado, y por supuesto ahora, entablar una relación clara y una organización correcta que por supuesto le deje a él en ventaja respecto de la persona que supuestamente le afirmaba la libertad deseada, no iba a estar supeditado a la voluntad ajena, menos a la de una humana, no importa que esta le esté liberando, ¿gratitud? La hubiera tenido quizás, muy probablemente si esta no hubiera pedido nada a cambio, pero como se trataba claramente de un lío de intereses, Akil como buen deudor sabría resolver su dolo sin problema alguno y luego seguir para adelante, quizás podía notarse osado afirmando que podría satisfacer cualquier necesidad que la humana requiera que le satisfagan, pero así de suficiente se sentía el inmortal, ¿para qué negarlo? Los ojos avellana de ese cuerpo humano casi al borde de la ancianidad tan solo estaban fijos en aquella entrada ligera de luz, que se tapaba a veces de oscuridad y a veces de carmín, lo segundo siempre mejor bienvenido que lo primero, los puños cerrados, las cadenas corroídas y oxidadas entre sus dedos lastimando su piel, aparentemente estos minutos parecían ser más largos que aquella misma eternidad que supuestamente había pasado encerrado, en silencio, sostenido por miseria durante más de mil años. Akil se encontraba en ese momento cúspide del deseo, aquello que los humanos llaman, “expectativa”, no podía encontrarse más al pendiente, y dispuesto a romper de una vez por todas este maleficio impuesto de manera injusta.
No obstante realmente estaba ansioso, en su mente se imaginaba miles de situaciones, miles de cambios, miles de deseos por realizar, miles de acciones para terminar con todo este lugar y la iglesia misma, quemar todo el Vaticano desde sus cimientos, no obstante no se dejaba llevar por la adrenalina que todos aquellos deseos le resultaban generar, un tipo tan añejo como él, sin duda celebraba y magnificaba la tranquilidad, el buen obrar, ese que solo se consigue con la paciencia, el seso y la buena costumbre de planificar sin fallos antes de ejecutar, Akil debía hacer el despliegue de todas sus armas, físicas, mentales, y toda la capacidad de su inteligencia emocional para poder hacerse finalmente con el deseo tan anhelado, y por supuesto ahora, entablar una relación clara y una organización correcta que por supuesto le deje a él en ventaja respecto de la persona que supuestamente le afirmaba la libertad deseada, no iba a estar supeditado a la voluntad ajena, menos a la de una humana, no importa que esta le esté liberando, ¿gratitud? La hubiera tenido quizás, muy probablemente si esta no hubiera pedido nada a cambio, pero como se trataba claramente de un lío de intereses, Akil como buen deudor sabría resolver su dolo sin problema alguno y luego seguir para adelante, quizás podía notarse osado afirmando que podría satisfacer cualquier necesidad que la humana requiera que le satisfagan, pero así de suficiente se sentía el inmortal, ¿para qué negarlo? Los ojos avellana de ese cuerpo humano casi al borde de la ancianidad tan solo estaban fijos en aquella entrada ligera de luz, que se tapaba a veces de oscuridad y a veces de carmín, lo segundo siempre mejor bienvenido que lo primero, los puños cerrados, las cadenas corroídas y oxidadas entre sus dedos lastimando su piel, aparentemente estos minutos parecían ser más largos que aquella misma eternidad que supuestamente había pasado encerrado, en silencio, sostenido por miseria durante más de mil años. Akil se encontraba en ese momento cúspide del deseo, aquello que los humanos llaman, “expectativa”, no podía encontrarse más al pendiente, y dispuesto a romper de una vez por todas este maleficio impuesto de manera injusta.
Akil- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Risveglio [Narcisse Capet]
Lo cierto es que Narcisse no tenía garantía alguna de salir viva de esa situación. Nunca la tuvo, desde el principio supo de los riesgos, y sin embargo estaba ahí, arriesgándose, sin intenciones si quiera de morir. ¿Por qué iba a hacerlo? Le hacía falta mucho por que recorrer, y el día que se murieran, sería el día después de haber culminado su venganza. Por esa razón se encontraba ahí. Aquello que la movía era evidente, la sangre le hervía de sólo pensarlo. No es que sea una mujer que se deje llevar por sus sentimientos o por los impulsos del momento Siempre medita, o al menos lo intenta hacer la mayoría de las veces. Es humana, y por lo tanto comete errores, aunque ella se empeñe en no hacerlo. Quizás un gran error es encontrarse ahí. No importaba, correría los riesgos, ella sabía asumir las consecuencias.
El movimiento del sarcófago la hizo sonreír ampliamente. Una criatura que genera por lo menos un poco de movimiento en su calabozo personal, es digna de admirar y al mismo tiempo temer, pero ella no teme, no porque la muerte es lo peor que puede pasar, y es inevitable, así que de nada le servía gastar energías en eso. La inquisidora comenzó a sentir emoción, inquietud, y ganas de avanzar en aquella liberación. ¿Lo lograría? Claro que lo haría, de eso no quedaba duda alguna. Aquello que Narcisse Capet se propone, lo logra.
Suspiró recostándose de forma despreocupada en aquella prisión, que por supuesto, no era suya. Observó el techo mohoso, también las velas que apenas y mostraban luz por la suciedad ya agrupada. Se miró las uñas unos momentos, ¿tan rápido debía liberarlo? Quizás no, quizás simplemente debía tomar sus precauciones, pero ¿cómo? No tenía una idea clara al respecto, más valía que siguiera adelante con aquello.
Narcisse dio vuelta a su cuerpo con profesionalismo. Volvió a sentarse a horcadas en aquel sarcófago, y suspiró. ¿Sangre? ¿Debía dar su sangre? La pregunta era interesante.
— ¿Estás consciente que te voy a dar libertad, fortuna, y encima de todo te haré pasar desapercibido? — Cuestionó, lo hizo cómo si él de verdad pudiera responderle con soltura. Sí la criatura deseaba de verdad salir, entonces haría su esfuerzo ¿no? — ¿Por qué tendría que darte sangre? ¿Quién garantiza que no me quitarás hasta la última gota? No me creas estúpida, no soy igual que ellos, yo te sacaré a cambio de protección y ayuda, una que ni siquiera lo parece porque tenemos el mismo deseo — Murmuró con el tono de voz más firme. ¿Cómo reaccionaría la criatura? Después de todo se encontraba bajo el deseo de ella, una humana, aunque no una simple, porque ella no lo era, y jamás lo sería. Narcisse se negaba a serlo, y es que la realidad estaba clara, una mujer como ella no estaba para ser comparada. Ella era una Capet, y encima de todo se había ganado con creces su fortuna, su posición, su poder.
La mujer se bajó con destreza de aquella prisión. Observó a su alrededor buscando algo que pudiera ayudarle a abrir aquella porquería apestosa. S ella tuviera la edad de Akil, probablemente estaría completamente perfecta. Debía ayudarle a liberarse, y no sólo por su venganza, sino porque eso quería, además, no puedes encerrar grandeza y desperdiciar el talento.
En una esquina encontró un fierro, el mismo que utilizó para enredarlo en uno de los candados. Poco a poco los fue rompiendo. Las cadenas iban cayendo.
El movimiento del sarcófago la hizo sonreír ampliamente. Una criatura que genera por lo menos un poco de movimiento en su calabozo personal, es digna de admirar y al mismo tiempo temer, pero ella no teme, no porque la muerte es lo peor que puede pasar, y es inevitable, así que de nada le servía gastar energías en eso. La inquisidora comenzó a sentir emoción, inquietud, y ganas de avanzar en aquella liberación. ¿Lo lograría? Claro que lo haría, de eso no quedaba duda alguna. Aquello que Narcisse Capet se propone, lo logra.
Suspiró recostándose de forma despreocupada en aquella prisión, que por supuesto, no era suya. Observó el techo mohoso, también las velas que apenas y mostraban luz por la suciedad ya agrupada. Se miró las uñas unos momentos, ¿tan rápido debía liberarlo? Quizás no, quizás simplemente debía tomar sus precauciones, pero ¿cómo? No tenía una idea clara al respecto, más valía que siguiera adelante con aquello.
Narcisse dio vuelta a su cuerpo con profesionalismo. Volvió a sentarse a horcadas en aquel sarcófago, y suspiró. ¿Sangre? ¿Debía dar su sangre? La pregunta era interesante.
— ¿Estás consciente que te voy a dar libertad, fortuna, y encima de todo te haré pasar desapercibido? — Cuestionó, lo hizo cómo si él de verdad pudiera responderle con soltura. Sí la criatura deseaba de verdad salir, entonces haría su esfuerzo ¿no? — ¿Por qué tendría que darte sangre? ¿Quién garantiza que no me quitarás hasta la última gota? No me creas estúpida, no soy igual que ellos, yo te sacaré a cambio de protección y ayuda, una que ni siquiera lo parece porque tenemos el mismo deseo — Murmuró con el tono de voz más firme. ¿Cómo reaccionaría la criatura? Después de todo se encontraba bajo el deseo de ella, una humana, aunque no una simple, porque ella no lo era, y jamás lo sería. Narcisse se negaba a serlo, y es que la realidad estaba clara, una mujer como ella no estaba para ser comparada. Ella era una Capet, y encima de todo se había ganado con creces su fortuna, su posición, su poder.
La mujer se bajó con destreza de aquella prisión. Observó a su alrededor buscando algo que pudiera ayudarle a abrir aquella porquería apestosa. S ella tuviera la edad de Akil, probablemente estaría completamente perfecta. Debía ayudarle a liberarse, y no sólo por su venganza, sino porque eso quería, además, no puedes encerrar grandeza y desperdiciar el talento.
En una esquina encontró un fierro, el mismo que utilizó para enredarlo en uno de los candados. Poco a poco los fue rompiendo. Las cadenas iban cayendo.
Narcisse Capet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Risveglio [Narcisse Capet]
Akil no podía ver más allá de la sangre y de la venganza en este momento, por ende escuchar aquellas promesas sobre la riqueza no le movían en lo más mínimo, no obstante no podía negar el inmortal que la libertad resultaba ser un anhelo bien ansiado, por otro lado él podía pasar desapercibido de manera perfecta, claro, una vez se pusiera al tanto de donde está, como es la ciudad, el país y como se desenvuelve su gente, solo entonces podría mimetizarse con el ambiente de aquella manera tan perfecta que no tendría a nadie tras su cabeza, sin embargo tenía ventajas, nadie conocía el rostro o el cuerpo del ser atrapado en el ataúd, al menos nadie vivo que él sepa y recuerde. La desventaja estaba en no saber qué capacidad de acción y de influencia poseía esta persona que se encontraba ahora aflojando esas cadenas oxidadas, no se necesitaba demasiado esfuerzo al hacerlo de manera externa, los pensamientos de Akil se interponían los unos con los otros, una nebulosa corrupta se generó de entre ellos, ¿en qué podría ayudar a una humana? En miles de aspectos, le podía otorgar incluso la eternidad si así lo deseaba, resultaba irónico que lo único que ella podría ofrecerle resultaba en esta situación equitativo, libertad frente a las miles de posibilidades y deseos que puede cumplir un inmortal, no le molestaba, en realidad poco le importaba, le otorgaría a la humana esa ayuda que necesitaba a cambio, pagaba sus deudas, ¿razón para no hacerlo tenía? En realidad no, seguramente se trataba de un miembro de la iglesia, pero de una traidora, y el enemigo de tu enemigo puede ser tu aliado, depende que trato de le des y que trato te de él, sin duda el panorama pactaba que en definitiva podían ser aliados, lo único negativo de su accionar le resultó ser que se negara a otorgarle sangre, ¿miedo? ¿Precaución? No podía culpar a la humana, no obstante debía de tratar de no ofenderlo al pensar que un ser como él podría perder la cabeza por sangre humana después de tantos miles de años, incluso sin probar una buena cantidad, una digna de que le rehabilite por completo, Akil estaba seguro de que se controlaría a la perfección, su temple y su carácter, su propia naturaleza resultaban garantías innegables de que aquello resultaba ser una rotunda verdad y no solo una egocéntrica afirmación.
Su indignación estaba clara y se traducía en su silencio, aunque sonara contradictorio, no diría demasiado hasta recuperarse, después de todo era una opción válida, ¿podrían reprocharle? Seguramente no. Mientras más cadenas escuchaba caer, más fuerza aplicaba el inmortal, no le daría tregua al maldito aparato de contención, ¿emoción? Desde hacía muchos años no sentía aquello, su inmortalidad le había arrebatado no solo la capacidad de morir, sino también la capacidad de sorpresa, la de sonreír y alegrarse, curioso que una situación extrema le inclinara una vez más al hecho de acercarse a estos sentimientos tan humanos que casi o que creía se habían apagado por completo. Los minutos pasaron y un fuerte braseo del inmortal terminó el trabajo, al menos con la tapa del sarcófago, la cual salió impactada unos centímetros en el aire para luego caer al suelo, fue en ese segundo cuando todo ese aire exterior ingresó y se mezcló con el podrido del interior, aquella nula ventilación aromatizada con la sangre realmente olía mal, no obstante el soportaba aquello con notable rudeza. Una nueva brazada separó las cadenas oxidadas de sus costillas y su brazo se liberó, el mismo que con esas uñas largas se aferraba al ataúd de roca y caliza, casi incrustando la misma suciedad incrustada en las uñas dentro del material, el despertar de un monstruo que emergía de lo más repugnante parecía estar suscitándose, no obstante él no se consideraba un monstruo, tan solo un simple ser en busca de justicia, justicia que reclamaría de una manera u otra, si esto le convertía en un monstruo, entonces resultaba ser el monstruo que ellos crearon y que tras su iluminación este vuelve para terminar con cada uno de ellos. Cuando Akil intentó levantar el tronco de su cuerpo cayó de golpe contra la roca caliza, no había fuerza alguna para poder con esas cadenas, quizás sin ellas tampoco podría, su cuerpo resultaba un copo de nieve semi-desnudo pero lleno de suciedad oscura que desentonaba rotundamente, la palma del inmortal se estiró, su dedo índice el último en hacerlo, señalaba a la humana, señalaba el punto latente, su corazón, aquel que bombeaba la sangre, Akil mandaba su mensaje claro y a la vez su decisión y orgullo, él aceptaba todo, su condición se encontraba contenida en el cuerpo de la humana, y poco le costaba cerrar el trato, ya solo se trataba de cuestión de voluntad ajena, pero él, era libre y si algo le pasara, hubiera dejado de existir siendo libre.
Su indignación estaba clara y se traducía en su silencio, aunque sonara contradictorio, no diría demasiado hasta recuperarse, después de todo era una opción válida, ¿podrían reprocharle? Seguramente no. Mientras más cadenas escuchaba caer, más fuerza aplicaba el inmortal, no le daría tregua al maldito aparato de contención, ¿emoción? Desde hacía muchos años no sentía aquello, su inmortalidad le había arrebatado no solo la capacidad de morir, sino también la capacidad de sorpresa, la de sonreír y alegrarse, curioso que una situación extrema le inclinara una vez más al hecho de acercarse a estos sentimientos tan humanos que casi o que creía se habían apagado por completo. Los minutos pasaron y un fuerte braseo del inmortal terminó el trabajo, al menos con la tapa del sarcófago, la cual salió impactada unos centímetros en el aire para luego caer al suelo, fue en ese segundo cuando todo ese aire exterior ingresó y se mezcló con el podrido del interior, aquella nula ventilación aromatizada con la sangre realmente olía mal, no obstante el soportaba aquello con notable rudeza. Una nueva brazada separó las cadenas oxidadas de sus costillas y su brazo se liberó, el mismo que con esas uñas largas se aferraba al ataúd de roca y caliza, casi incrustando la misma suciedad incrustada en las uñas dentro del material, el despertar de un monstruo que emergía de lo más repugnante parecía estar suscitándose, no obstante él no se consideraba un monstruo, tan solo un simple ser en busca de justicia, justicia que reclamaría de una manera u otra, si esto le convertía en un monstruo, entonces resultaba ser el monstruo que ellos crearon y que tras su iluminación este vuelve para terminar con cada uno de ellos. Cuando Akil intentó levantar el tronco de su cuerpo cayó de golpe contra la roca caliza, no había fuerza alguna para poder con esas cadenas, quizás sin ellas tampoco podría, su cuerpo resultaba un copo de nieve semi-desnudo pero lleno de suciedad oscura que desentonaba rotundamente, la palma del inmortal se estiró, su dedo índice el último en hacerlo, señalaba a la humana, señalaba el punto latente, su corazón, aquel que bombeaba la sangre, Akil mandaba su mensaje claro y a la vez su decisión y orgullo, él aceptaba todo, su condición se encontraba contenida en el cuerpo de la humana, y poco le costaba cerrar el trato, ya solo se trataba de cuestión de voluntad ajena, pero él, era libre y si algo le pasara, hubiera dejado de existir siendo libre.
Akil- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Risveglio [Narcisse Capet]
Narcisse no era de esas mujeres que mostraran sus sentimientos, no al menos los que fueran relevantes. Para ella esos detalles sólo mostraban debilidad, una que te dejaba en plena desventaja frente a tu adversario, por eso muchos en la inquisición, por más que deseaban terminar con ella o sacarla de su camino, no le encontraban una debilidad. No era básica, más bien era analítica, y sus bases iban de la mano del éxito. Sino, no se encontraría ahí. Ella no da un paso sin antes haber pensado tanto los pro, como los contra. Esa noche mostraba esa parte humana que tanto parecía no tener, y es que la emoción iba incrementando conforme la noche transcurría; estaba a casi nada de liberarlo. La sonrisa delataba su satisfacción.
La emoción de Narcisse incrementaba, y es que con él la seguridad llegar a un objetivo más alto le resultaba claro. Los inmortales tienen grandes ventajas, más aún si resultaban tus aliados. El único detalle era su alimentación, pero para ella eso no era problema, ¿por qué juzgarlos por beber sangre de los humanos? A fin de cuentas relativamente era lo mismo, algunos de los seres que compartían su misma definición, parecían animales, y por eso nunca se asustó de algo así. Para ella era más de lo mismo. Una necesidad para subsistir.
El estruendo no la alarmó, y es que lo que llegara a ocurrir en aquellas zonas, nadie podría percibirlo, ni siquiera quienes compartían condición de inmortal. Nadie lo descubriría, a menos, claro, que alguien llegara a bajar, pero tomando en cuenta sus indicaciones, ¿Quién se atrevería? Todos creían que Narcisse era una ciega seguidora de la iglesia, o bueno, al menos el papa conocía la realidad de ella, porque aquel “líder” resultaba igual de perturbado que ella.
El olor la hizo arrugar el rostro, se cubrió por un momento la nariz con su brazo. Sin embargo al poco rato se acostumbró. Peores cosas había olido, incluso lamido, y todo por un propósito.
La inquisidora había entendido el mensaje, incluso lo había imaginado antes de abrir la caja. Los vampiros son criaturas exigentes y orgullosas, al menos las que se mantenían de pie, ella lo aprendió bien meses atrás. Por eso no había llevado bolsas de sangre, mucho menos algún otro ser humano para ofrecer, para sellar un pacto con ellos, era necesario entregar algo poderoso, importante y vital, en ese caso su sangre. La mujer se acercó a pasó decidido. Saltó sobre aquel sarcófago y se sentó a horcadas sobre él. ¿Para qué mentir? Narcisse se asombró del aspecto ajeno, lo imaginaba distinto, algo espantoso, pero la criatura mantenía un físico agradable, aunque quizás reluciría más fuera de tanta mugre. Colocó ambas manos sobre los costados de la cabeza ajena. Ladeó la cabeza y expuso su cuello.
— Si vamos a hacer esto bien, que sea como es debido. Anda, inmortal, bebe de mi, toma fuerza y salgamos de aquí, que aún falta demasiado por que conozcas, sepas, cosas que debemos hacer también — Sonrió a la par que las miradas chocaban. La conexión de ambos era buena, ella podía sentirlo, pero el trato debía cerrarse.
Ambos estaban dispuestos a comprometerse con el otro. A fin de cuentas, aquello daría un bien común.
La emoción de Narcisse incrementaba, y es que con él la seguridad llegar a un objetivo más alto le resultaba claro. Los inmortales tienen grandes ventajas, más aún si resultaban tus aliados. El único detalle era su alimentación, pero para ella eso no era problema, ¿por qué juzgarlos por beber sangre de los humanos? A fin de cuentas relativamente era lo mismo, algunos de los seres que compartían su misma definición, parecían animales, y por eso nunca se asustó de algo así. Para ella era más de lo mismo. Una necesidad para subsistir.
El estruendo no la alarmó, y es que lo que llegara a ocurrir en aquellas zonas, nadie podría percibirlo, ni siquiera quienes compartían condición de inmortal. Nadie lo descubriría, a menos, claro, que alguien llegara a bajar, pero tomando en cuenta sus indicaciones, ¿Quién se atrevería? Todos creían que Narcisse era una ciega seguidora de la iglesia, o bueno, al menos el papa conocía la realidad de ella, porque aquel “líder” resultaba igual de perturbado que ella.
El olor la hizo arrugar el rostro, se cubrió por un momento la nariz con su brazo. Sin embargo al poco rato se acostumbró. Peores cosas había olido, incluso lamido, y todo por un propósito.
La inquisidora había entendido el mensaje, incluso lo había imaginado antes de abrir la caja. Los vampiros son criaturas exigentes y orgullosas, al menos las que se mantenían de pie, ella lo aprendió bien meses atrás. Por eso no había llevado bolsas de sangre, mucho menos algún otro ser humano para ofrecer, para sellar un pacto con ellos, era necesario entregar algo poderoso, importante y vital, en ese caso su sangre. La mujer se acercó a pasó decidido. Saltó sobre aquel sarcófago y se sentó a horcadas sobre él. ¿Para qué mentir? Narcisse se asombró del aspecto ajeno, lo imaginaba distinto, algo espantoso, pero la criatura mantenía un físico agradable, aunque quizás reluciría más fuera de tanta mugre. Colocó ambas manos sobre los costados de la cabeza ajena. Ladeó la cabeza y expuso su cuello.
— Si vamos a hacer esto bien, que sea como es debido. Anda, inmortal, bebe de mi, toma fuerza y salgamos de aquí, que aún falta demasiado por que conozcas, sepas, cosas que debemos hacer también — Sonrió a la par que las miradas chocaban. La conexión de ambos era buena, ella podía sentirlo, pero el trato debía cerrarse.
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Narcisse Capet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Risveglio [Narcisse Capet]
Akil no se encontraba del todo satisfecho, la humana no había dado su nombre en respuesta al propio, lo cual se veía considerado para él como una falta de respeto, no obstante en cuanto tuvo la carne humana encima de él, ese torrente tan cerca de sus oídos, de inmediato sus pensamientos se tornaron irrelevantes, tan solo la venganza seguía ahí latente y le instaba a alimentarse para finalmente poder seguir su camino respecto de la misma. Toda la energía que había sido contenida, la restante, le fue conferida justo en la zona de los hombros, cuello y sus fauces, esos colmillos casi amarillentos por el desuso se abalanzaron con furia hacia el cuello ajeno, finalmente, luego de más de mil años las fauces del inmortal probaron de aquel elixir maravilloso que cualquiera desearía de su especie suele probar a diario, un placer incontenible nació en él, ese placer que supera al sexo y a cualquier otro detalle libidinoso que pueda existir en este mundo, la sangre de la mujer que le liberó ahora le otorgaba su fuerza de vuelta, su lucidez, mientras bebía aferrado a su cuerpo como un anciano desesperado por ayuda, lo cual no necesariamente era, se podía notar como todo cambiaba, la tonicidad de sus músculos, incluso el blanco pálido de su cuerpo oscurecido por la suciedad, las venas secas se inflaban mediante el flujo ajeno ingresaba, Akil estaba volviendo a la realidad, y fue en ese mismo instante de lucidez en el cuál se separó del cuello de la humana con la misma furia con la que se había incrustado, no obstante procuró no desgarrar la carne y acabar ahí mismo con la existencia de la mortal, no dejar testigos del hecho sin lugar a dudas podía representar una idea demasiado tentadora para el inmortal, no obstante Akil hidalgo y fiel a su palabra mantendría su razón respecto al trato que acababa de ser cerrado, le habían quitado su libertad, su fuerza, y sus deseos por cualquier hecho que no fuera referente a la iglesia, no obstante jamás lograrían quitarle su palabra, esa que mantenía respecto a culminar con ellos y ahora la que mantenía con la humana que en este instante se debatía entre sus brazos pues no había bebido poco de ella y los efectos debilitantes de la pérdida de sangre surtían su efecto, una lástima, pero una baja momentánea necesaria, pues solo necesitaba que la humana estuviera consiente y pudiera pensar en cómo salir de allí.
Él haría el resto y con mucha más eficacia que la humana, después de todo, sus ventajas sobrehumanas le daban esa diferencia de capacidades, sobre todo físicas – No considero prudente mantenernos aquí, esta zona es poco concurrida y sería extraño además que encontraran al huésped de honor fuera de su cómoda habitación – Akil avanzó hasta el arco, el lugar tenía pinta de calabozo oscuro cliché por todos lados, tan típico de ellos, solo unos segundos antes de pasar el arco observó el sarcófago destruido por ambos, tenía todas las ganas y toda la capacidad de reducirlo a golpes, no obstante consideró adecuado regresar antes de que le vuelva a tocar ser alimentado, asesinar al responsable, al superior del mismo y luego llevarse consigo la pieza de cal y piedra, sería su recordatorio, en el mismo descansaría, pero primero lo primero – Narcisse Capet – Pronunció en voz alta el inmortal, el sonido retumbó, no obstante comprobó lo profundo que ambos se encontraban – Una humana que libera a un condenado por la iglesia hace más de mil años, condenado y encerrado porque jamás pudieron controlarle, ni amilanarle, todos podrían considerarte suicida, estúpida o una genio, de lo que se escriba de ti en los libros aún es un misterio, tengo curiosidad por leer sobre los que me metieron aquí – Mientras caminaba el inmortal leía su mente, no miraba el camino, tan solo se guiaba por los pensamientos de la humana – Seguro ya deben hasta de haberlos canonizado o tendrán alguna plaquita en su memoria por ahí y seguro en premio a su valentía y capacidad – Le resultaba gracioso y a la vez desagradable, pues es cierto que aunque no fueron pocos, ni correctos, le vencieron una vez, utilizando todo lo exagerado que pudieran utilizar, pero lo hicieron, el orgullo no le mata, pero sí le quema, no obstante no le distrae, ni le distraerá – Eres sabia al afirmarlo – Apretó sin llegar a lastimar el cuerpo ajeno entre sus brazos y comenzó a correr – Debo aprender desde cero, como un recién nacido de este mundo, por suerte para nosotros aprenderé diez mil veces más rápido que uno de ellos, aunque empezaré por algo básico y algo que deseo corroborar, ¿en qué año estamos?– Sus palabras atrajeron la voz del primer guardia, aparentemente se acercaban a la salida, como es obvio ambos chocaron frente a frente, Akil sonrió para el inquisidor – Buenas noches – Susurró con un tono dulce antes de propinarle un certero y desmedido cabezazo que incluso estiró un poco más de lo debido su propio cuello, sus oídos hipersensibles notaron claramente el crujir del hueso frontal de su cráneo, la lista comenzaba así, con un muerto y su propio cuello quebrándose de lado a lado para que se acomodara a la posición correcta.
Él haría el resto y con mucha más eficacia que la humana, después de todo, sus ventajas sobrehumanas le daban esa diferencia de capacidades, sobre todo físicas – No considero prudente mantenernos aquí, esta zona es poco concurrida y sería extraño además que encontraran al huésped de honor fuera de su cómoda habitación – Akil avanzó hasta el arco, el lugar tenía pinta de calabozo oscuro cliché por todos lados, tan típico de ellos, solo unos segundos antes de pasar el arco observó el sarcófago destruido por ambos, tenía todas las ganas y toda la capacidad de reducirlo a golpes, no obstante consideró adecuado regresar antes de que le vuelva a tocar ser alimentado, asesinar al responsable, al superior del mismo y luego llevarse consigo la pieza de cal y piedra, sería su recordatorio, en el mismo descansaría, pero primero lo primero – Narcisse Capet – Pronunció en voz alta el inmortal, el sonido retumbó, no obstante comprobó lo profundo que ambos se encontraban – Una humana que libera a un condenado por la iglesia hace más de mil años, condenado y encerrado porque jamás pudieron controlarle, ni amilanarle, todos podrían considerarte suicida, estúpida o una genio, de lo que se escriba de ti en los libros aún es un misterio, tengo curiosidad por leer sobre los que me metieron aquí – Mientras caminaba el inmortal leía su mente, no miraba el camino, tan solo se guiaba por los pensamientos de la humana – Seguro ya deben hasta de haberlos canonizado o tendrán alguna plaquita en su memoria por ahí y seguro en premio a su valentía y capacidad – Le resultaba gracioso y a la vez desagradable, pues es cierto que aunque no fueron pocos, ni correctos, le vencieron una vez, utilizando todo lo exagerado que pudieran utilizar, pero lo hicieron, el orgullo no le mata, pero sí le quema, no obstante no le distrae, ni le distraerá – Eres sabia al afirmarlo – Apretó sin llegar a lastimar el cuerpo ajeno entre sus brazos y comenzó a correr – Debo aprender desde cero, como un recién nacido de este mundo, por suerte para nosotros aprenderé diez mil veces más rápido que uno de ellos, aunque empezaré por algo básico y algo que deseo corroborar, ¿en qué año estamos?– Sus palabras atrajeron la voz del primer guardia, aparentemente se acercaban a la salida, como es obvio ambos chocaron frente a frente, Akil sonrió para el inquisidor – Buenas noches – Susurró con un tono dulce antes de propinarle un certero y desmedido cabezazo que incluso estiró un poco más de lo debido su propio cuello, sus oídos hipersensibles notaron claramente el crujir del hueso frontal de su cráneo, la lista comenzaba así, con un muerto y su propio cuello quebrándose de lado a lado para que se acomodara a la posición correcta.
Akil- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Risveglio [Narcisse Capet]
Muchos riesgos iba a tener que tomar por cada acción que realizara. La inquisidora, incluso supo que podría morir en el intento de liberación. No importó, porque si ella quedaba sin vida, el vampiro terminaría con toda aquella iglesia, con la institución. Eso era lo que le importaba, era lo único que le interesaba: destruir. Y es que su venganza le importaba más que todo, incluso que ella misma, porque su rencor jamás disminuiría, y su odio era lo que la manejaba día con día. Narcisse no había aprendido a sentir de otra manera. Se había cegado tanto por culpa de ese dolor pasado, que no formó más que eso: un plan. Mismo que estaba dejando avanzar, caminar, y beber de ella.
Sin importar el perfecto entrenamiento que llegara a tener. La inquisidora, líder de bibliotecarios, sabía de sobra que la perdida de sangre le traería grandes estragos. Que el mareo aparecería, y la debilidad a su vez. Era un sacrificio que la mujer estaba dispuesta a correr, y es que todo sacrificio bien planeado llega a tener una recompensa. Lo sabe de sobra, incluso un par de veces ha chantajeado a un par de criaturas con eso. Obviamente todo va a su favor.
Narcisse quedó sin habla por unos momentos. Primero buscó regular su respiración, después intentar calmar su mareó, y al final sentir el sabor que manaba su boca. Poco a poco abrió los ojos, y visualizó el camino a la salida. Suspiró con profundidad al notar aquel camino bien estudiado. Era claro que la criatura leía su mente, y eso le molestaba. La humana odiaba que invadiera su privacidad.
Mentalmente su cuenta se abre en su mente. El primer muerto de muchos, el primer caído. Aquello era el inicio del fin.
— El primer guardia es un humano, como claramente lo ves — Suspiró, se tomó un descanso para hablar. La perdida de sangre la había puesto torpe. — Se supone que eso es un distractor para que los otros se encuentren alerta, los siguientes son vampiros, el primero es débil también, pero no necesitamos que lo mates, necesitamos que lo capturas y lo metamos al sarcófago, por lo menos un tiempo como distracción — La mujer se había abrazo al cuerpo ajeno, pero ahora se sentía mejor, y por eso se movió, y buscó bajarse. Con lentitud avanzó por el pasillo, y se asomó notando la silueta de la criatura que custodiaba otro arco — No podemos dejar que nada se nos pase, lo sabes, además necesitarás la ropa de la criatura para salir de ahí sin problemas — Se encogió de hombros y siguió avanzando. — Es tú parte, debes hacerlo con brevedad para irnos — Se relamió los labios.
La inquisidora se sentía hambrienta y sedienta. Así que mientras más rápido se llegaran a retirar, mejor para ella, porque así podría alimentarse y descansar.
— Por cierto, todo los documentos que hay de ti los tengo yo en casa — Sonrió ampliamente. No había nada que a ella se le pasara por alto.
Sin importar el perfecto entrenamiento que llegara a tener. La inquisidora, líder de bibliotecarios, sabía de sobra que la perdida de sangre le traería grandes estragos. Que el mareo aparecería, y la debilidad a su vez. Era un sacrificio que la mujer estaba dispuesta a correr, y es que todo sacrificio bien planeado llega a tener una recompensa. Lo sabe de sobra, incluso un par de veces ha chantajeado a un par de criaturas con eso. Obviamente todo va a su favor.
Narcisse quedó sin habla por unos momentos. Primero buscó regular su respiración, después intentar calmar su mareó, y al final sentir el sabor que manaba su boca. Poco a poco abrió los ojos, y visualizó el camino a la salida. Suspiró con profundidad al notar aquel camino bien estudiado. Era claro que la criatura leía su mente, y eso le molestaba. La humana odiaba que invadiera su privacidad.
Mentalmente su cuenta se abre en su mente. El primer muerto de muchos, el primer caído. Aquello era el inicio del fin.
— El primer guardia es un humano, como claramente lo ves — Suspiró, se tomó un descanso para hablar. La perdida de sangre la había puesto torpe. — Se supone que eso es un distractor para que los otros se encuentren alerta, los siguientes son vampiros, el primero es débil también, pero no necesitamos que lo mates, necesitamos que lo capturas y lo metamos al sarcófago, por lo menos un tiempo como distracción — La mujer se había abrazo al cuerpo ajeno, pero ahora se sentía mejor, y por eso se movió, y buscó bajarse. Con lentitud avanzó por el pasillo, y se asomó notando la silueta de la criatura que custodiaba otro arco — No podemos dejar que nada se nos pase, lo sabes, además necesitarás la ropa de la criatura para salir de ahí sin problemas — Se encogió de hombros y siguió avanzando. — Es tú parte, debes hacerlo con brevedad para irnos — Se relamió los labios.
La inquisidora se sentía hambrienta y sedienta. Así que mientras más rápido se llegaran a retirar, mejor para ella, porque así podría alimentarse y descansar.
— Por cierto, todo los documentos que hay de ti los tengo yo en casa — Sonrió ampliamente. No había nada que a ella se le pasara por alto.
Narcisse Capet- Inquisidor Clase Alta
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Re: Risveglio [Narcisse Capet]
El estado anímico de Akil definitivamente no le adecuaba para ser el más propenso a seguir indicaciones, sin embargo los tantos años pasados en disciplina y servicio le sirvieron para poder controlar sus emociones y ceñirse a la lógica y a la solidez que solo un actuar bien pensado y calibrado pueden otorgar, si bien escuchó muchas cosas que resultaban ser demasiado obvias para una mente tan entrenada como la propia, agradeció tener en cuenta que esta especie de “aliada” tuviera también un fino olfato para las situaciones complicadas y a su vez completamente particulares, después de todo no todas las noches se escapa uno con un vampiro de seis mil años condenado por la iglesia hace más de mil, la humana tenía más agallas de lo que cualquier hombre de su especie le había demostrado en todo su existir y al menos aquello lo respetaba en cierto modo – Ropa, distracción, disimulo, ya que utilizamos tácticas tan poco honorables entonces puedo rebajarme a utilizarte de cebo, estoy seguro que no te molestara, ¿verdad, querida? – No había tiempo para idear algún otro plan que no fuera el de la pobre victima atacada - ¿Qué tanto se preocupan por una humana que tiene acceso a su información más relevante? Lo descubriremos, tan solo tienes que mostrar la sangre, la herida y hacer le numerito de damisela en aprietos, por tu personalidad sé que lo odiarás, ¿pero qué te queda? – Abiertamente empujó el cuerpo de la humana contra el suelo, sin mucho cuidado pero tampoco con agresividad que buscara causarle algún daño. Inmediatamente el vampiro se escondió entre las sombras, alejado lo suficiente como para no ser detectado a plenitud y a su vez dejando el alcance para su rápida reacción y hacerse con el objetivo final, la captura de aquel ser vendido a tan repulsiva entidad, mientras esperaba que todo sucediera se preguntaba en parte por qué algunos seres tan superiores a las humanos en diferentes aspectos debían o estaban trabajando para la iglesia, ¿comodidad? ¿Miedo? ¿Necesidad? Ciertamente aquellas dudas tendría que despejarlas con quien le había liberado, y en otro momento, pero podía sentirse como en parte el desconociendo general le estaba carcomiendo, hace mucho había dejado de ser niño y aquella sensación de descubrimiento continuo le lograba recordar aquellas épocas mozas donde ciertamente resultaba ser nadie, solo un ser insignificante más sin ningún poder o capacidad más allá de la simpleza de “estar vivo”.
Akil estaba mostrando como carta de presentación el tipo de trucos que resultaba capaz de utilizar con tan de cumplir su cometido, y es que él sacrificaría lo que fuera por ver su anhelo cumplido, sin embargo claro no estaba dispuesto a dejar pasar a la humana tan pronto, no cuando tenía que ofrecerle y tan poco que perder con ella según lo expuesto por las circunstancias. Paciente, completamente petrificado, sin un solo ruido de por medio y esperando a que los instintos y los sentidos del vampiro se vieran afectados por la sangre humana y la presencia de la misma, esperó. Finalmente su premio a tan sacrificada labor se mostró, aquel inmortal le daba la espalda por ayudar a la humana, fue tan solo cuestión de un par de segundos – No te lo tomes personal – Un giró raudo de sus muñecas y la presión de sus dedos contra la carne ajena quebraron el cuello del guardia que de inmediato cayó al suelo en completo estado de inconsciencia, el crujido anterior había confirmado para oídos del vampiro que no había fallado – Eres solo un instrumento en todo esto, un daño colateral – Le susurró directamente al rostro del inconsciente – Supongo que podemos agregar dotes artísticos entonces – Tal como había indicado, el vampiro no dejo de existir y lo utilizaría para aquellos fines – Nos veremos pronto, puedes preparar el terreno entonces hasta mi vuelta – Y así con incluso una cierta sensación de relajo se regresó caminando lentamente hacia el lugar que había sido su perdición por tanto tiempo. Desnudó superficialmente al individuo para luego hacer lo mismo consigo, se vistió aquellas ropas que a su pesar le sentaban ajustadas, no obstante no se pondría exquisito en una situación así, no perdió tiempo en colocar al que le haría posta sin su conocimiento en aquel sarcófago, colocó la pesada tapa y las cadenas, tuvo que forzar las mismas para que estas encajaran de vuelta y clavó los mismos fierros que antes con piedra, con sus propias manos desnudas – Estoy seguro que si piensan un poco se darán cuenta de los cambios y entonces serás libre – No se sentía mal, no obstante la idea de condenar a otro ser a lo que fue condenado podía quizás perturbar un poco lo imperturbable. Tras lo que fueron no más de diez minutos se hizo presente una vez más ante la humana libertadora - ¿Qué nos espera más adelante, entonces? – Una sonrisa no triunfante sino más bien tranquilizadora se hizo presente en el inmortal que observaba directamente a su ahora acompañante.
Akil estaba mostrando como carta de presentación el tipo de trucos que resultaba capaz de utilizar con tan de cumplir su cometido, y es que él sacrificaría lo que fuera por ver su anhelo cumplido, sin embargo claro no estaba dispuesto a dejar pasar a la humana tan pronto, no cuando tenía que ofrecerle y tan poco que perder con ella según lo expuesto por las circunstancias. Paciente, completamente petrificado, sin un solo ruido de por medio y esperando a que los instintos y los sentidos del vampiro se vieran afectados por la sangre humana y la presencia de la misma, esperó. Finalmente su premio a tan sacrificada labor se mostró, aquel inmortal le daba la espalda por ayudar a la humana, fue tan solo cuestión de un par de segundos – No te lo tomes personal – Un giró raudo de sus muñecas y la presión de sus dedos contra la carne ajena quebraron el cuello del guardia que de inmediato cayó al suelo en completo estado de inconsciencia, el crujido anterior había confirmado para oídos del vampiro que no había fallado – Eres solo un instrumento en todo esto, un daño colateral – Le susurró directamente al rostro del inconsciente – Supongo que podemos agregar dotes artísticos entonces – Tal como había indicado, el vampiro no dejo de existir y lo utilizaría para aquellos fines – Nos veremos pronto, puedes preparar el terreno entonces hasta mi vuelta – Y así con incluso una cierta sensación de relajo se regresó caminando lentamente hacia el lugar que había sido su perdición por tanto tiempo. Desnudó superficialmente al individuo para luego hacer lo mismo consigo, se vistió aquellas ropas que a su pesar le sentaban ajustadas, no obstante no se pondría exquisito en una situación así, no perdió tiempo en colocar al que le haría posta sin su conocimiento en aquel sarcófago, colocó la pesada tapa y las cadenas, tuvo que forzar las mismas para que estas encajaran de vuelta y clavó los mismos fierros que antes con piedra, con sus propias manos desnudas – Estoy seguro que si piensan un poco se darán cuenta de los cambios y entonces serás libre – No se sentía mal, no obstante la idea de condenar a otro ser a lo que fue condenado podía quizás perturbar un poco lo imperturbable. Tras lo que fueron no más de diez minutos se hizo presente una vez más ante la humana libertadora - ¿Qué nos espera más adelante, entonces? – Una sonrisa no triunfante sino más bien tranquilizadora se hizo presente en el inmortal que observaba directamente a su ahora acompañante.
Akil- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Risveglio [Narcisse Capet]
Ciertamente aquel detalle no lo vio venir, y jamás se lo imaginó. No tomando en cuenta que lo había ayudado, y que ella planeó las cosas a la perfección. Cuando la inquisidora se proponía algo, no existía poder humano que se lo quitara de la cabeza. Por eso logró liberar a aquel inmortal sin problema alguno. Gracias a su inteligencia, persuasión, y poder dentro de esa institución, la mujer lograba todo aquello que se propusiera, sin embargo si algo se salía de su control, y más aún, algo que la ligara directamente con eso, la ponía de un humor insoportable; con todo y que tenía un carácter bastante pesado y fuerte. Estaba enfurecida, con ganas de volverlo a encerrar en su sarcófago, y podría hacerlo, sólo bastante con sonar un silbato para alertar a toda la inquisición, y de esa manera manarlo de nuevo a su encierro.
Narcisse sabía que la criatura tenía ventajas, pero no se encontraba al cien, le faltaban muchos litros de sangre por beber, y sus extremidades necesitaban ser entrenadas, o al menos darles un poco más de movilidad. Era un inmortal que pasó mucho tiempo encerrado, un inmortal que la poca sangre le ayudó a no perder su cuerpo por completo, por eso él tenía desventajas sobre ella, aunque con honestidad su mal humor no era demasiado, su ambición iba muy por encima de cualquier enojo momentáneo. Ella podría ser bastante difícil, pero no era estúpida.
El impacto no fue traumático, pero sí lo suficientemente fuerte para aturdirla y provocarle una herida. Gruñó con impotencia y clara molesta.
Cómo toda mujer, la vanidad resultaba un punto fuerte y profundo en la vida de ella. Se cuidaba mucho la piel, así como su rostro, su cuerpo, incluso su cabello. Que le pasaran por alto un detalle así por culpa de un inmortal apestoso llegaba a ponerla incluso de un humor mucho peor. Sin embargo se reservó, y de esa manera mientras Akil trabajaba en lo poco que le había tocado, ella se iba a limpiar, medio curar la herida, y retocar su apariencia. Para ella la perfección iba de la mano de su nombre, y resultaba tan importante como su apellido.
— No vuelvas a utilizarme a mi, para tus fines, lo digo en serio. Recuerda que quien tiene más que perder eres tú, me imagino un encierro el doble de peligroso, complicado, y olvidado. Nadie con la visión que tengo se atrevería — No amenazaba por que sí. — No quedan muchas complicaciones, ya que estás vestido con ropa que tiene una insignia vigente, lo único que nos queda es marcharlos. Esta hora es el cambio de relevo de los guardias, así que te imaginaras no habrá mucho problema sino te reconocen, algunos son nuevos en proceso de entrenamiento — Terminó por secarse las manos, después le volteó a ver por unos segundos y avanzó por una serie de pasillos, ella tenía en claro que la estaba siguiendo. Al final terminaron en uno de los salones principales, con la puerta más grande frente a ellos claramente abierta. Narcisse era tan descarada que no sentía ni nervios, y angustia por ser descubierta, a fin de cuentas nadie se imaginaría que podrían liberar a una criatura custodiada con tanto recelo.
— Bienvenido a la libertad, Akil, disfruta de la vista, nada de lo que llegaste a conocer es igual — Dio el primer paso fuera de la instituciones. Algunos le dirigían miradas y asentimientos de cabeza en señal de saludo, despedida o respeto. Una mujer con un claro respeto otorgado por el resto; incluso miedo.
En la siguiente calle un carruaje los estaba esperando. Ella fue la primera en subir junto al cochero. Le daría el tiempo necesario al inquisidor para que disfrutara de su nuevo panorama.
Narcisse sabía que la criatura tenía ventajas, pero no se encontraba al cien, le faltaban muchos litros de sangre por beber, y sus extremidades necesitaban ser entrenadas, o al menos darles un poco más de movilidad. Era un inmortal que pasó mucho tiempo encerrado, un inmortal que la poca sangre le ayudó a no perder su cuerpo por completo, por eso él tenía desventajas sobre ella, aunque con honestidad su mal humor no era demasiado, su ambición iba muy por encima de cualquier enojo momentáneo. Ella podría ser bastante difícil, pero no era estúpida.
El impacto no fue traumático, pero sí lo suficientemente fuerte para aturdirla y provocarle una herida. Gruñó con impotencia y clara molesta.
Cómo toda mujer, la vanidad resultaba un punto fuerte y profundo en la vida de ella. Se cuidaba mucho la piel, así como su rostro, su cuerpo, incluso su cabello. Que le pasaran por alto un detalle así por culpa de un inmortal apestoso llegaba a ponerla incluso de un humor mucho peor. Sin embargo se reservó, y de esa manera mientras Akil trabajaba en lo poco que le había tocado, ella se iba a limpiar, medio curar la herida, y retocar su apariencia. Para ella la perfección iba de la mano de su nombre, y resultaba tan importante como su apellido.
— No vuelvas a utilizarme a mi, para tus fines, lo digo en serio. Recuerda que quien tiene más que perder eres tú, me imagino un encierro el doble de peligroso, complicado, y olvidado. Nadie con la visión que tengo se atrevería — No amenazaba por que sí. — No quedan muchas complicaciones, ya que estás vestido con ropa que tiene una insignia vigente, lo único que nos queda es marcharlos. Esta hora es el cambio de relevo de los guardias, así que te imaginaras no habrá mucho problema sino te reconocen, algunos son nuevos en proceso de entrenamiento — Terminó por secarse las manos, después le volteó a ver por unos segundos y avanzó por una serie de pasillos, ella tenía en claro que la estaba siguiendo. Al final terminaron en uno de los salones principales, con la puerta más grande frente a ellos claramente abierta. Narcisse era tan descarada que no sentía ni nervios, y angustia por ser descubierta, a fin de cuentas nadie se imaginaría que podrían liberar a una criatura custodiada con tanto recelo.
— Bienvenido a la libertad, Akil, disfruta de la vista, nada de lo que llegaste a conocer es igual — Dio el primer paso fuera de la instituciones. Algunos le dirigían miradas y asentimientos de cabeza en señal de saludo, despedida o respeto. Una mujer con un claro respeto otorgado por el resto; incluso miedo.
En la siguiente calle un carruaje los estaba esperando. Ella fue la primera en subir junto al cochero. Le daría el tiempo necesario al inquisidor para que disfrutara de su nuevo panorama.
Narcisse Capet- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/01/2013
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Re: Risveglio [Narcisse Capet]
El escape estaba resultando ser todo un éxito si es que podría catalogarse de aquella manera, no existía glamour alguno degustando de esta posición y esta situación, y seguramente durante mucho tiempo más tampoco lo tendría, o quizás nunca, solo estaba seguro de un detalle a saldar, debía establecer a su casi impuesta nueva compañera los puntos claros, realmente no se sorprendió por su queja, no obstante esto le creaba cierta interrogante al vampiro milenario, ¿cuánto estaría dispuesto a sacrificar la humana por todo esto? Siempre el físico para los seres humanos ha resultado ser importante, presume así que el tiempo que pasó dentro de aquella trampa no mortal no ha causado efecto alguno en la superficialidad de los humanos, está muy seguro de que existen ciertos detalles que jamás cambian y está seguro también de que se aprovechará de los mismos durante esta larga odisea – No puedo mencionar que me puedes llegar a generar algún tipo de temor o de indisposición alguna con tus palabras, seamos honestos y directos, debido a la situación en la cual nos has colocado necesitamos el uno del otro para poder salir airosos de los futuros embates que se nos abalancen, no puedes desperdiciar a tu aliado por un simple raspón, y yo no puedo acabar con tu existir porque me parezca una falta de respeto que una niña intente alterar mi siquis con leves palabras que si bien pueden ser ciertas no necesariamente efectivas – Las piernas del inmortal seguían en perfecta armonía el ritmo trazado por la mujer y no desentonaba a pesar de que mientras los segundos pasaban él iba reconociendo el terreno – Definitivamente estoy muy lejos de mi hogar – Todo resultaba diferente, la arquitectura, el idioma, si bien lo dominaba no tenía idea de cuál era el nombre del mismo y quizás hasta necesitaría aprender ciertas traducciones para adecuarse mejor al uso del mismo – Narcisse, si realmente te sientes segura de lo que estás haciendo entonces necesito saber que estarás dispuesta a sacrificarlo todo por la causa, ya sea desde una simple caída por los suelos, hasta perder la cabeza intentándolo, mientras tu respuesta sea afirmativa entonces creo que podré trabajar en armonía contigo sabiendo que no desertarás cuando la situación no resulte favorable y se vea un futuro negro cayendo sobre nuestras intenciones o nosotros mismos – Dicen que las guerras deben de ser temidas hasta por los más valientes, Akil simplemente avanzaba hacia su destino sin mirar más allá del mismo ahora mismo.
El inmortal mantuvo un notable silencio tras las palabras finales de su acompañante, ciertamente porque estaba en desacuerdo con ella, o quizás no, pues la palabra “libertad” además de utópica también podría verse desde diferentes vértices dada su situación. Algo resultaba cierto, se encontraba fuera de aquello, ahora solo podía esperar los días y noches siguientes, ver los impactos de esta situación y luego analizar el terreno dejado por los mismos para plantear finalmente un modo de avanzar, al menos algo ya tenía, podía borrar todo su pasado gracias a que ella le proporciono la información necesaria que había sobre él, mucho más mortífero el enemigo que se desconoce que el bien conocido – Ningún hombre puede ser libre por diferentes motivos, ya sea por las leyes de la física, por la biología o incluso por la sociedad, en mi caso, no podría mencionar que la libertad en cualquier de sus expresiones o visiones pueda adecuarse a mi debido al peso que llevo sobre mis hombros, me has otorgado la capacidad física de moverme, de poder actuar y de poder comenzar así con lo que llevo años y años deseando realizar, y estoy agradecido por ello, pero no me siento libre, lo que es importante, de mí mismo – Con disimulo y como si resultara un simple peón acompaño a la mujer que resultaba ser reconocida, resultaba gracioso pero naturalmente común que él simplemente pasará como un don nadie, y aunque jamás fue un ser relevante para la sociedad humana por su propio deseo, aquella sensación de ser nadie y de por ser todo le tentaba, mas no le distraía realmente de su mirar. Akil subió al carruaje en silencio, observó en silencio todos los detalles del móvil – Es bastante cómodo, asumo que un capricho que solo la gente de recursos puede tomarse, las piernas jamás dejarán de ser usadas por las personas humildes – Una simple mirada le bastó para terminar de reconocer el lugar que estaban dejando y que sin saberlo había resultado ser su terreno de descanso por tanto tiempo - ¿Debo inventar un nombre o lo tienes para mí? ¿Qué labor desempeñaré y más importante aún, qué explicación daremos a mi existir repentino? Estoy seguro que has de haber pensado en todo lo que te estoy mencionando con antelación antes de haber hecho nada, de caso contrario estaré decepcionado – Se podría poner a pensar en mil detalles diferentes, y seguramente todo sería fácil de cubrir para que él pasará desapercibido, pero estaba probando y a la vez deseando que el nivel intelectual de su pareja estuviera bien a la altura.
El inmortal mantuvo un notable silencio tras las palabras finales de su acompañante, ciertamente porque estaba en desacuerdo con ella, o quizás no, pues la palabra “libertad” además de utópica también podría verse desde diferentes vértices dada su situación. Algo resultaba cierto, se encontraba fuera de aquello, ahora solo podía esperar los días y noches siguientes, ver los impactos de esta situación y luego analizar el terreno dejado por los mismos para plantear finalmente un modo de avanzar, al menos algo ya tenía, podía borrar todo su pasado gracias a que ella le proporciono la información necesaria que había sobre él, mucho más mortífero el enemigo que se desconoce que el bien conocido – Ningún hombre puede ser libre por diferentes motivos, ya sea por las leyes de la física, por la biología o incluso por la sociedad, en mi caso, no podría mencionar que la libertad en cualquier de sus expresiones o visiones pueda adecuarse a mi debido al peso que llevo sobre mis hombros, me has otorgado la capacidad física de moverme, de poder actuar y de poder comenzar así con lo que llevo años y años deseando realizar, y estoy agradecido por ello, pero no me siento libre, lo que es importante, de mí mismo – Con disimulo y como si resultara un simple peón acompaño a la mujer que resultaba ser reconocida, resultaba gracioso pero naturalmente común que él simplemente pasará como un don nadie, y aunque jamás fue un ser relevante para la sociedad humana por su propio deseo, aquella sensación de ser nadie y de por ser todo le tentaba, mas no le distraía realmente de su mirar. Akil subió al carruaje en silencio, observó en silencio todos los detalles del móvil – Es bastante cómodo, asumo que un capricho que solo la gente de recursos puede tomarse, las piernas jamás dejarán de ser usadas por las personas humildes – Una simple mirada le bastó para terminar de reconocer el lugar que estaban dejando y que sin saberlo había resultado ser su terreno de descanso por tanto tiempo - ¿Debo inventar un nombre o lo tienes para mí? ¿Qué labor desempeñaré y más importante aún, qué explicación daremos a mi existir repentino? Estoy seguro que has de haber pensado en todo lo que te estoy mencionando con antelación antes de haber hecho nada, de caso contrario estaré decepcionado – Se podría poner a pensar en mil detalles diferentes, y seguramente todo sería fácil de cubrir para que él pasará desapercibido, pero estaba probando y a la vez deseando que el nivel intelectual de su pareja estuviera bien a la altura.
Akil- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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