Furia de Titanes || Privado +18

por **Santhiago Morel** Sáb Mayo 02, 2015 1:59 am

Noche de tormentas, los cielos braman en furia porque en esta ocasión dos titanes se batirán en un duelo a muerte, los colmillos se muestran cuando al corbata oscura ajusta el traje negro de aquel caballero, los guantes agitan la capa que es impedida avanzar cuando los dedos sostienen la cabeza de un león de un bastón que es la mejor ayuda que puede pedir en noches como esta. La carroza de la muerte avanza con el tropel de los caballos que son los portadores de la muerte, el camino avanza mientras suavemente se llega hasta la mansión, lujoso lugar donde varios de su espécimen se han reunido por una invitación especial donde el objetivo es la anfitriona.

Las apuestas ya están hechas y solo la partida de ajedrez que el espera que se dé es la que le interesa. A la puerta de la ostentosa mansión una copa de sangre le espera que rechaza con mucha sutileza, se adentra cautelosamente a las fauces del lobo donde muchos vampiros inclinan a la cabeza al recién llegado, un sombrío saludo al que él sonríe con desgano y aburrimiento, cansado de todo se acerca a él dos caballeros vestidos en tonos bicolores en blanco y negro con la sonrisa falsa de una inexistente amistad.

–Vaya Morel, no pensé verte esta noche, te ves bien, aunque algo demacrado ¿no has bebido suficientes cuellos?–

–Dejalo, Morel solo bebe de jovencitas vírgenes–

–Nada de eso caballeros, solo se elegir las mejores presas en esta vida, no como ustedes que van con cualquier proyecto de cena–

Los tres caballeros estallan en risas cuando anuncian que pronto llegará la anfitriona, aunque él ya la conoce solo sonríe aguardando pero no en la sala donde todos la esperan a ella, sube por las escaleras traseras hasta las habitaciones sobre todo aquel cuyo aroma solo destila veneno, ira y mucho prepotencia, aquel aroma que tanto lo conoce, toca al puerta e ingresa, sin esperar respuesta alguna, sin esperar que aquella mujer abra la puerta.

–Vaya, que es de mala educación hacer esperar a los invitados, los mismos que han esperado por usted una hora, no yo claro porque no soy de degustar este tipo de presentaciones, sobre todo viniendo de ustedes, los perros de la camarilla– alza la copa arrojándola sobre aquel vestido que reposa en la cama.

por Invitado Lun Jun 01, 2015 3:06 am

El dulce aroma de la sangre, navegando entre las venas del hombre que mira cual diosa a la mujer de largos cabellos negros frente a él, camina despacio, arrastrando la débil y vil existencia que esta a punto de terminar, ofreciéndose como un sacrificio necesario obteniendo uno de los mayores honores en este repugnante mundo. El hombre desnudo en su totalidad cubierto solamente por piel, cicatrices, mirada vacía y una devoción que raya con la demencia, mientras tanto la diosa vestida con tan pocas telas que no es necesario utilizar la imaginación para describir y detallar el voluptuoso y curvilíneo templo colmado de pecados adquiridos atreves de la eternidad que el don obscuro le ha permitido vagar por este pérfido e imperfecto mundo.

La delicada mano toma el cuello con fuerza inmoderada, lame la clabicula subiendo hasta la vena palpitante que suplica ser tomada, así hace, calvando los colmillos que asemejan un par de delicadas y pequeñas dagas que desgarran la piel, bebé ávidamente sin detenerse al escuchar el toque en la puerta, es ama y señora de cuanto le place y esta no es la excepción, no se inmuta en ningún momento al abrirse aquel objeto que ha sido portador de una interrupción que pagara muy caro aquel imprudente que ha osado interrumpir su bocadillo de media noche.

El aroma del aquel prohibido, de su juguete favorito del que le obsesiona y no logra obtener es presente, él está aquí y ella está a sus pies de solo su señor de la güera lo solicite, el único al que le permite tomar el control de sus decisiones, presupuesto que no siempre, solo en contadas ocasiones.

–Vaya, que es de mala educación interrumpir la cena de la bestia…– una risilla escabrosa escapa, elegante y majestuosa –me refería a la cena de vuestra anfitriona…– deja que el cuerpo sin vida se desplome a sus pies y de una patada lo aleja lo suficiente para acercarse –Solo porque se trata de ti, de no ser asé estaría terriblemente enfadada. Pero al ver que no puedes esperar mas por tu anfitriona, aquí me tienes.– besa los labios cerrados del vampiro que la odia. El sentimiento es mutuo, siempre siendo contrincantes moviendo las piezas necesarias, no siempre obteniendo lo que necesita y desea, su mayor y fastidiante dolor de colmillos. El único hombre que jamás podrá tener por voluntad propia, el único que jamás le pertenecerá. Shanthiago no responde molestándola –Y ahora las preguntas obligas ¿Has venido a retrasarme, apresurarme o solo a ayudarme a terminar de vestir o desvestirme amor mio?– El cinismo es palpable. –No tengo toda la noche… tengo que dar una fiesta… Santhiago.–Mira como la vestía a punto de saborear su presa deslizando los largos y afilados dedos por el pecho musculoso.

por **Santhiago Morel** Mar Jul 07, 2015 11:47 pm

Dedos fríos que son los protagonistas de una danza a la que nadie ha sido invitado, aun, surcan por la piel pálida de aquellos brazos hasta posicionarse de su objetivo, los hombros delicados de la mujer. La zurda escala más por la sinuosa piel hasta estar en la mejilla y así alejar esos labios llenos de muerte y pútrida vida que se le ha escapado en los colmillos. Restos del vitae caen a sus impecables ropajes, una sonrisa esboza por el hecho de haberse manchado con restos de comida sobre su impecable ser, un poco teatraliza aquellas gotas carmesís que descansan en su corbata, busca eliminarlas limpiando con sus dedos dando la espalda a la mujer que sería la anfitriona en aquella mansión del horror.

Ignora a la mujer frente a él, caminando hasta sentarse al filo de la cama donde aquella yacía en determinadas noches; se mantiene limpiando su corbata con fingido interés hasta que observa a la mujer impaciente ante el silencio sepulcral al que invita Morel a pasar y quedarse en aquella habitación. Su cabeza ladea mirando con ojos enrojecidos a la fémina, sutilmente regresa hasta estar en segundos frente a ella acariciándole las mejillas con la diestra y la zurda tomándole de la cintura –My considerado de tu parte Frachowiak, espero que la “cena” sea igual de considerada como tú a la hora de incrustar mis colmillos en sus virginales carnes– suelta la figura femenina con todo el desplante y elegancia que posee, se ajusta la corbata sonriendo con cinismo indicando con la mano que puede proseguir –Por mí no te detengas, puedes continuar, yo solo viene a arruinarte el primer vestido, tengo entendido de buenas fuentes que se esmeran en ello, el primero siempre es el mejor, dicen. Aunque prefiero creer que el primero es el que más llama la atención, no te preocupes siempre puedes bajar en ropas íntimas, no habrá diferencia alguna al final– ríe y cuando los labios de la mujer se iban a abrir a dejarle el sabor amargo de las palabras ante una inminente discusión cuando él en segundos estuvo frente a ella con la corbata que se había deshecho atándola del cuello lentamente apretándole en la espalda.

–Oh claro que tienes una fiesta que dar, por eso viene para decirte que bajes así como estas ahora, no hay más que jóvenes vampiros y unos cuantos viejos a los que podrías manipular, se sabe que la anfitriona tiene que hacer degustar de las delicias de su hogar, yo lo hago en el mío, por eso siempre ofrezco lo mejor. ¿Crees que puedes superar eso, Nerishka? Crees que podrás estar a la altura de mi juego de ajedrez, eh– intenta besar los labios pero solo sujeta con más fuerza aquella corbata cuando susurra a su oído con aquella lengua que se enreda al nombrarla cargando ese nombre con lujuria y cinismo.

Los invitados están tan absortos en la fiesta que se han olvidado de las dos piezas más importantes de la camarilla.

por Invitado Dom Mar 27, 2016 2:11 am

La delicada mano toma el cuello con fuerza inmoderada, lame la clabicula subiendo hasta la vena palpitante que suplica ser tomada, así hace, calvando los colmillos que asemejan un par de delicadas y pequeñas dagas que desgarran la piel, bebé ávidamente sin detenerse al escuchar el toque en la puerta, es ama y señora de cuanto le place y esta no es la excepción, no se inmuta en ningún momento al abrirse aquel objeto que ha sido portador de una interrupción que pagara muy caro aquel imprudente que ha osado interrumpir su bocadillo de media noche.

El aroma del aquel prohibido, de su juguete favorito ante todos, de aquel que no permite pero juega las mismas estrategias, del que le obsesiona y no logra obtener es presente, él está aquí y ella está a sus pies de solo su señor de la güera lo solicite, el único al que le permite tomar el control de sus decisiones, presupuesto que no siempre, solo en contadas ocasiones.
–Vaya–

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