AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La ciudad de la furia [Privado]
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La ciudad de la furia [Privado]
El manto nocturno cubre abrigando la ciudad, provocando que los curiosos y expresivos ojos azules de la joven que momentos antes miraban atenta el escrito en sus manos, mirase por la ventana recordando a la única fémina Borgia que nuevamente ha sucumbido a la tentación de la curiosidad. Sonríe delicada y tierna dejando a un lado el extraño e encriptado código que le han dado a develar, la fecha establecida aun no es próxima, aun así parece ser su fascinación en este momento. Dejando el manuscrito con sumo cuidado como si se tratara de la pieza más frágil y valiosa en la superficie, no se toma la molestia de acomodar nada del escritorio lleno de papeles, pergaminos y libros abiertos, hay orden en su pequeño caos de palabras extrañas, idiomas distintos a su natal y símbolos extraños.
Los pasos se escuchan mientras camina despacio, haciendo eco en las paredes y escaleras de piedra que conducen a la planta alta de la enorme mansión que hace de ‘cuartel general’ de la santa inquisición en donde ahora pasa la mayor parte del tiempo de sus día a día. Al llegar a la planta baja mira con atención como un pequeño de cabellos rojizos es acompañado por uno de los guardias, sigue sin llamar mucho la atención, acomoda la capa abrochándola al frente y juguetea un poco con sus guantes sin ponérselos, ya lo hará cuando salga y el frio desee doblegarla. El soldado deja al pequeño en una de las oficinas que hacen de habitación. Espera. Continua esperando y… … Espera. Los minutos apremian así que se arriesga a entrar a la habitación con el pequeño y sonríe mirándolo con ternura –Buenas noches mi pequeño Seigneur –Su expresión cambia al admirar que el pequeño tiene manchas en su pequeña y delicada cara – ¿Me permites? –pregunta tomando su pañuelo humendecniendolo en y acercándose. Haciendo una ligera reverrencia se presenta –Soy Lucrezia Borgia, es un gusto… ¿Me dejas limpiar tu rostro?
Es tarde para que un pequeño tan pequeño se encuentre fuera de cama. La curiosidad que tanto la caracteriza se hace presente de nuevo admirando el ligar, no es la habitación designada al pequeño, puede y solo es una simple suposición que está esperando a alguien –¿Quieres que me quede contigo en lo que llegan tus padres por ti? –Escucha, atenta mientras desliza el pañuelo húmedo por las mejillas del pequeño. Muy pequeño, muy pequeño pero parece ser un soldado dándose cuenta que o que ha quitado de su rostro no es solo suciedad, también es sangre.
Lucrezia Borgia- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2013
Re: La ciudad de la furia [Privado]
Esa noche particularmente fue demasiado agobiante, no habían sido una, sino dos bestias de ataque a quienes se enfrentaron. Los informes de ataques sobrenaturales eran más comunes que de costumbre y la Santa Organización necesitaba dejar las cosas en claro para todos aquellos que osaran retarles. La rutina había sido la misma de siempre, un par de huestes le escoltarían para terminar el trabajo cuando el pequeño se viera en aprietos, todo pasó en cuestión de segundos, pareciera estar bajo control cuando uno de los vampiros alcanzó a herir al pequeño, este cayó de espaldas perdiendo la consciencia momentáneamente, hasta ese entonces uno de los soldados se dignó a entrar al campo de batalla para poner punto final.
De regreso en la carroza, ambos hombres se culpaban de no haber actuado con un poco más de precaución, sabían que los castigos en errores tácticos como este eran horribles, y es que pesar de que los altos mando se mostraban indiferentes con su personal, debían “cuidar” de estos, en especial de los condenados pues en cualquier momento se podrían salir de control y tomar revancha por los malos tratos que caían sobre sus hombros cuando fallaban. Al internarse nuevamente en el enorme edifico, el pequeño despertó poco a poco quejándose de un malestar en la cabeza, la escena simplemente era miserable, un chiquillo de su edad atrapado en esta realidad fría.
El encargado de dicha misión fue llamado a las oficinas junto con su acompañante mientras a Yuri se le ordenó permanecer quieto hasta que el doctor regresará un par de horas más tarde a determinar si tenía un daño mayor. Balanceaba negligente las piernas escuchando el tic tac del reloj, estaba cansado, con dolor y solo. De la nada la cálida voz de una mujer le tomó por sorpresa. Desganado pero nunca mal educado.
-Buenas noches señorita Lucrezia, mi nombre es Yuri- Asintió y cerró ligeramente los ojos sintiendo la suavidad del pañuelo y el cuidado con el que ella le limpiaba el rostro.
Negó.
-Ellos se encuentran de viaje por ahora, me han pedido esperar aquí a que regrese el médico- Agachó la mirada -Fallé en la misión- Y suspiró.
El momento fue irrumpido por la sonoridad de los pasos del caballero que se encontraba al mando en ese horario, este miró detenidamente la forma en que la mujer atendía al pequeño. Cruzó los brazos y carraspeó la garganta para hacer notar su presencia ¿Estaría incurriendo en la violación de alguna norma al dejarse “mimar” por única ocasión?
Última edición por Yuri el Lun Feb 23, 2015 3:29 pm, editado 1 vez
Yuri Alekséyevich- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/06/2014
Edad : 36
Re: La ciudad de la furia [Privado]
La voz del pequeño sueña desilusionada, cansada y puede que algo triste. Siente tristeza por el pequeño, no le gusta ver a los niños sufrír, considera que son el futuro y ella es una devota defensora de estos, sean la especia que sean. Los niños no son malos: nacen libres, sin pecados ni pensamientos viciados, son puros en cuerpo y alma. Lo contrario a los hombre hombres corrompidos por las circunstancias, el deseo de la carne y los pensamientos fétidos.
–Tienes un lindo nombre mi pequeño Yuri, si me permites decirlo– dice despacio, dejando que las palabras suenen cariñosas mientras sus manos acarician el pequeño e indefenso rostro, dibujando una sonrisa en sus labios sin darse cuenta cuando el hace lo mismo. –Que lastima que estén de viaje, seguro les extrañas. – continúa tratando de que no se sienta incomodo, después de las palabras de el al afirmar que es un pequeño soldado no puede evitar hacer una mueca de disgusto, es demasiado pequeño para tanta agresión, ¿Cuántos martirios pasara a cada día él pequeño? –No estés triste, a beses se gana y otras no... Aferrare al mañana, siempre habrá un mañana en el que podrás cambiar el futuro...
El momento es interrumpido y el amable, alegre y cálido carácter de la única fémina Borgia cambia como una tormenta marina que no se veía avecinar. Poniéndose de pie mira al hombre con severidad –Deseo saber donde esta el médico que atenderá a este pequeño– el hombre claramente esta ofendido por la forma en que ella se dirige, sin respeto alguno, presentaciones o un poco de agradecimiento por arriesgar la vida en nombre de la santa inquisición – Por si expresión parece ser que debo hacer los honores a mi educación y recordarle quien soy soldado– resalta la última palabra severa, pues está molesta y no precisamente con el hombre frente a ella, mas bien con la decisión de que Yuri tenga que combatir con ese sentimiento de culpa que seguramente le han implantado en él a base de muchas maquinaciones psicológicas y mentales–Soy Lucrezia Borgia, hija... Del papa Rodrigo Borgia, su santidad Alejandro VI– explica posando su mano en el hombro del pequeño dando una clara prueba de su protección a este.
Última edición por Lucrezia Borgia el Miér Oct 22, 2014 7:19 pm, editado 1 vez
Lucrezia Borgia- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2013
Re: La ciudad de la furia [Privado]
Se trataba de una mujer muy hermosa, en todo el tiempo desde que tenía uso de razón no recordaba haber visto a alguien similar. Había mucha nobleza en sus palabras y un porte en sus acciones. Seguramente sería alguien nacido en noble cuna como él.
–Muchas gracias Lucrezia– sonrió.
Estaba agotado ciertamente, así que no objetó en ningún momento las acciones de la mujer, al contrario cerraba los ojos prestándose a ese cuidado que ella demostró con él. Seguramente así sería tener a una madre cerca, esa sensación era ajena al pequeño.
–Descuide, a veces no pienso en su ausencia y trato de concentrarme en lo que realmente importa, sobrevivir en las peleas contra aquellos monstruos para verlos algún día– respondió en un susurro –Y tiene mucha razón señorita Borgia, siempre hay un mañana.–
El pequeño miró de reojo a la joven cuando aquel hombre los irrumpió, habría un llamado de atención seguramente por no haber terminado la misión como se había requerido en primera instancia. Normalmente en este tipo de situaciones le darían las atenciones necesarias para después ser reprendido por su error táctico. Estaba por disculparse cuando notó el cambio en la voz de aquella mujer, su semblante cristalino se había tornado severo, incluso imponente, la forma en que desgranaba cada una de sus oraciones era diametralmente opuesta a su previa actuación.
Aquel hueste se mantuvo callado y molesto por aquella insolencia hasta que el nombre de Rodrigo Borgia apareció en el panorama, su fachada segura se desmoronó en segundos dejando ver su nerviosismo, ¡Eso es! Yuri había escuchado anteriormente aquel sobrenombre días previos a su primera misión como soldado. Su inocencia no le permitía vislumbrar la importancia pero tenía un ligero presentimiento le dictaba que aquella mujer tenía mucho más peso en la jerarquía de la Santa Organización que aquel hombre amargado.
Me disculpo madmoiselle Borgia, ya se ha hecho un llamado al médico para analizar al pequeño y confirmar que se encuentre en perfectas condiciones, ahora si me permite…
Su frase quedó inconclusa cuando la voz débil del niño le irrumpió.
–Me gustaría que ella me acompañara cuando el médico arribe– Soltó sin más. Él sujetó su pequeña mano a la ajena esperando que ella respondiera a esta señal.
Sus entrenamientos eran arduos y se le había educado a no mostrar debilidad frente al enemigo, pero si bien era cierto, los niños de su edad no podían caminar solos todos el tiempo, en algún momento necesitarían de un adulto que les levantaran de sus tropiezos y les alentaran a seguir aprendiendo a vivir. Yuri levantó la mirada dedicando una sonrisa sincera hacia Lucrezia en señal de agradecimiento.
Última edición por Yuri el Lun Feb 23, 2015 3:29 pm, editado 1 vez
Yuri Alekséyevich- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/06/2014
Edad : 36
Re: La ciudad de la furia [Privado]
La sonrisa en la joven Borgia es natural, se dibuja como en los olios de los grandes maestros, completamente virginal, cálida y amable al igual que su corazón. Las palabras del pequeño, de voz suave y cansada le parten el corazón, lucha con todas sus fuerzas en contra de la dualidad que la invade dejándola armar un escándalo de proporciones apocalípticas, sin embargo no se permite tal goso… ¡No! Detiene sus pensamientos con fuerza. Detiene su enfado por obligar a un niño a combatir de esa forma. Ella no es asi, no abusa de su autoridad como lo suele hacer su hermano Juan, como maneja a su conveniencia en cuestiones de política su amado hermano Cesar, ella es mas de ofrecer información, manipularla y usar su belleza y dulce voz con aquel don de la palabra que le ha regalado dios para evitar enfrentamientos incensarios.
El soldado se disculpa y una péquela vocecita interrumpe el sermón expresado con premura. La mirada enternecedora de ella mira a Yuri –Claro que si Yuri, te acompañare y me asegurare de que te encuentras bien – se inca nuevamente ofreciendo comprensión, dejando atrás su cebero carácter dando un toquecito con su dedo índice en la nariz del pequeño saldado en gesto cariñoso –Por esta noche permíteme consentirte un poco– susurra para que solo escuche el admira los infantiles rasgos cálidos –Soldado– llama sin dejar darle la cara, regalándole toda su atención a Yuri –No se quede parado ahí y tenga la amabilidad de buscar porque tarda tanto el servicio medico…. AH! Y averigua donde esta la nana de este angel –
Miles de preguntas se arremolinan en su cabeza. ¿Hay mas como Yuri? Sin apartar la mirada toma una importante decisión. A partir de este momento, Yuri será su protegido: enseñaría, protegería, cuidaría, mimaria y nunca mas estaría solo, incluso averiguaría porque sus padres no estaban presentes. Aparta el flequito pelirrojo de su pecosa carita.
Lucrezia Borgia- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2013
Re: La ciudad de la furia [Privado]
Las acciones del soldado se presumen un tanto torpes, inseguro ante la imposición de aquella dama y mientras camina nuevamente hacia el corredor principal de mala gana menciona un par de nombres, seguramente pertenecientes a algunos soldados de menor categoría que la suya. Era la primera vez que el pequeño se permitía a si mismo delegar la responsabilidad de responder por cuenta propia hacia aquellos hombres toscos. Aunque su semblante era la de un soldado con las pequeñas botas y la ropa mancillada de algo más que suciedad, en su interior deseaba tan solo jugar y soñar. Se preguntaba a solas en la comodidad de su mullida habitación si estaba siendo demasiado egoísta al anteponer el regreso de sus amados padres por un capricho como ese. El viento soplaba suavemente a las afueras del salón, de vez en cuando una corriente febril se colaba haciendo que los mechones rubios de la joven bailaran bajo su tocado, dicha acción provocó una sonrisa en el pequeño
El roce en la frente fue cálido, muy diferente a lo que estaba acostumbrado a vivir con las nanas. Estaban a solas nuevamente. Con un ligero ademan Yuri invitó a la joven a tomar asiento junto a él.
-Debe estar cansada, ciertamente su trabajo debe ser agotador– suspiró una vez terminada la frase –Aunque seguramente ya se habrá habituado a ese ritmo ¿Verdad?-
Balanceó ligeramente los pies mientras cuando un sobresalto le tomó por sorpresa, llevó rápidamente las manos hacia los bolsillos del pantalón buscando algo. Se vio desesperado al no encontrar dicho objeto escudriñando ahora las bolsas del pequeño abrigo.
-Debe estar en alguna parte- decía en voz baja –Por acá quizás….-
Continuó su labor hasta que por fin había hallado lo que con tanto anhelo buscaba. Era un pequeño guardapelo vacío. Representaba una condecoración hace un par de días por haber cumplido de forma cabal sus obligaciones en una misión de importancia. Extendió la mano hacia la mujer quien no apartaba ni un segundo la mirada del chiquillo.
-Mire esto señorita Borgia ¿No es lindo? Seguramente usted debe poseer uno más grande y más bonito que este, pues está vacío- rió disimuladamente –En cuanto mis padres regresen, haré un fresco en el cuarto de recreo para plasmarles y tenerles siempre a mi lado- dijo seguro
-¿Usted tiene familiares señorita Borgia? ¿Cómo son ellos? –
Mantuvo sus cristalinos orbes en expectativa.
Yuri Alekséyevich- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 295
Fecha de inscripción : 01/06/2014
Edad : 36
Re: La ciudad de la furia [Privado]
La sonrisa del pequeño provoca florezca una de idéntica naturaleza en los finos labios femeninos, afirma tomando asiento a como el pequeño lo solicita obsequiando un pequeño e insignificante gusto al pequeño guerrero que aun al verlo siente su corazón quebrarse. –No, para nada Yuri. mi trabajo es mucho menos agotador que seguramente él que tu desempeñas. Suelo leer muchas cosas, describo y realizo informes, muchas cosas de grandes que son aburridas. Tú por el contrario imagino estas realmente cansado, mi vida a comparación de la tuya creo seguramente es mucho mas tranquila y pacifica.– La mirada angelical de color celeste no pierde ningún momento las acciones del pequeño. Tan distintas de lo que acostumbra ver en otros infantes.
Yuri parece tener movimientos limpios, mucho mas certeros y precisos que otros de su edad, pronto encuentra aquello que sus manitas buscaban con desesperación. Mirar a un infante tan ilusionado, mirar al pequeño que debería jugar y vivir en armonía, no para de preguntarse como sus padres no han hecho algo al respecto. Toma delicada el pequeño guardapelo vacío, mira atenta y abraza al pequeño en espontaneo afecto –Es hermo ¿Pero sabes porque es mas hermoso que cualquier otro que pueda tener yo? Porque lo has ganado con tu esfuerzo, tus padres se sentirán muy orgullosos de ti...– siente que las lagrimas amenazan salir pero las retiene –¡Felicidades!, como regalo intentare obtener alguna fotografía de tus padre para tu guardapelo– reza despacio abrasando rápido al pequeño antes de depositar el guardapelo en sus pequeñas manos acunado estas mismas con las propias. –Si, tenia cuatro hermanos, uno de ellos, el menos murió hace un año en una epidemia. Juan Borgia, mi hermano mayor es confaloniero de las fuerzas armadas del ejercito privado del santo padre, mi hermano su eminencia Cesare Borgia es cardenal, después soy yo Lucrezia Borgia... – guarda silencio porque no desea blasfemar en importancias hacia su persona, no cree necesario ni nunca lo ha sido en verdad –y el mas pequeño es Jofré Borgia, tiene solo unos pocos años mas que tu– explica cada uno de sus hermanos, sus padres son un poco mas difícil de explicar, como que si madre era amante del actual papa, el emisario de dios. Eso explicarlo a un niño tan inocente como que que en este momento cuida seria demasiado violento –Solo llámame Lucrezia Yiri.–
Su conversación es interrumpida el momento que pasos se escuchan por el pasillo, la joven rubia espera ser el doctor que examinara al pequeño, la ineficiente calidad del personal es algo que tendrá que hablar a su debido tiempo con alguno de los superiores.
- Foto:
- Se que las fotografías se crearon después de 1830 o algo asi XP pero en el mundo del rol... todo puede pasar no xD [?]
Lucrezia Borgia- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2013
Re: La ciudad de la furia [Privado]
Cada uno de los movimientos y las atenciones que la joven tiene con el pequeño son detalles diferentes para él. Los abrazos y palabras dulces son lujos que no tienen cabida alguna en su rutina. En caso contrario Yuri hubiese reaccionado naturalmente correspondiendo a cada una de las muestras de afecto que le son brindadas. En cambio se muestra sereno sin resultar grosero y tan solo puede ofrecer una sonrisa cansada mientras escucha con suma atención lo que ella le confiere. Encuentra cierta similitud en dichas labores, pues su paso obligado por la biblioteca le exige entregar un ensayo al final de cada lección para corroborar sus aprendizajes. Un ligero parpadeo se delinea en sus reflejos cuando es asaltado por un cálido abrazo. Que sensación más sublime, pues de pronto se siente cobijado por la protección de la dama y es extraño para él, pues apenas un par de oraciones previas a su saludo se encontraba lidiando contra aquella bestia, asegurándose de no perder la vida.
No, son sino las últimas palabras que emanaron de los labios de la joven los que incentivan de tal forma al pequeño. Sus padres. Eso era lo único por lo que valdría la pena arrojarse más de una vez al campo de batalla, eso y nada más. Asiente con un poco más de tranquilidad sabiendo que sus conjeturas y sueños no son solo fragmentos perdidos en su realidad y al roce suave de las manos ajenas confía plenamente que así sucederá algún día.
–Gracias Lucrezia, yo lo creo también– dice serenamente –Eres muy afortunada al verte rodeada de tantas personas que seguro te aman como tú a ellos, esta noche rezaré por aquellas perdidas que has sufrido, así como para el bienestar de quienes aún pueden compartir sus días contigo–
El eco de los pasos fríos se hace presente una vez más en la escena, dos hombres más acompañan al soldado que salió minutos previos. El mayor de los desconocidos se presentó ante la dama como el doctor que se encargaría de supervisar todo estuviera en orden con el chiquillo, así mismo supuso que ella era algún pariente suyo y después de haber cruzado un par de cuestionamientos dio la indicación pasaran a un lugar más privado. Yuri instintivamente se aferró de la mano de Lucrezia mientras avanzaban por el pasillo, al llegar a la nueva habitación, una cena discreta les esperaba en la mesa principal. El doctor hizo lo propio examinando al chiquillo, quien lejos de necesitar su observación quería comer algo y poder ir a la cama lo más pronto posible, terminado el estudio se dirigió una vez más hacia la joven preguntando el parentesco, de otro modo no le sería posible quedarse junto al joven soldado.
Yuri Alekséyevich- Condenado/Hechicero/Clase Alta
- Mensajes : 295
Fecha de inscripción : 01/06/2014
Edad : 36
Re: La ciudad de la furia [Privado]
Curioso es el suspiro que se escapa de los delicados labios rosados al escuchar la vocecita que le hacer pensar detenidamente –En ocasiones la fortuna no tiene que ver realmente pequeño Yuri– comenta despacio a voz suave y baja pensando en su hermano Cesare mas para ella que intentando explicar o dar pie a que piense algo concreto el pequeño inocente ángel al que ha conocido esa noche. –Gracias mi pequeño ángel – no puede evitar sonreír a modo de gratitud –Esta noche también rezare y pediré una plegaria para tus padre, para que pronto te puedas reunir con ellos.– El eco de los pasos llaman la atención interrumpiendo.
–Buenas noches. Mi nombre es Lucrezia doctor, soy la nana del soldado así que comprenderá que no puedo retirarme, su seguridad es mi completa prioridad tal cual dictan las normas.– a voz firme sin dejar de ser gentil mantiene aferrado la pequeña mano de forma cariñosa, en pose orgullosa girando alzando la mirada hasta el soldado con el que ha tenido que ser incordiosamente prepotente para poder permanecer junto al pequeño amenaza con una sola mirada de no hablar de mas. Ya ha hecho abuso de poder por una noche, una pequeña mentira no ara mal a nadie. –Ve Yuri, permite que te revise, no me ire lo prometo– Una sutil caricia al rostro infantil y una mirada fría e inquisitoria al doctor.
Mientras le revisan ella permanece a unos pasos dando la privacidad necesaria. Sabe que el pequeño se encuentra bien de salud. Mira la modesta cena que degustara el pequeño soldado; no es algo que le agradase a un niño después de un arduo trabajo, de entregar su vida, verduras y carne, junto a un tazón con sopa caliente y humeante. –¿Se encuentra bien de salud doctor?– pregunta, este afirma, los minutos pasan y después de algunos mas su pequeño acompañante aparece. –Te ves muy cansado, en cuento comas te llevare a la cama ¿Está bien?– permitiendo que él coma se aleja a preguntar algunas cosa de rutina al doctor, las respuestas del hombre mayor no le agrandan del todo, habla como si Yuri fuera solo una herramienta mas, ni siquiera le trata como si fuera un ser humano pequeño e indefenso. No niega que imagina es poderoso para que lo envíen solo a “casar mostros” pero aun así le parece es inaudito. No quiebra su armadura de fría mascarada ante el doctor mientras le escucha. Sin que termine de explicar ella se aparta yendo junto a su nuevo protegido, o al menos protegido por el momento.
Lucrezia Borgia- Inquisidor Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2013
Re: La ciudad de la furia [Privado]
La revisión transcurre de lo más natural. Apenas suspira cansado y dirige una sonrisa desganada hacia la joven quien inquieta le observa a unos cuantos pasos de donde él se encuentra, como si realmente existiera un lazo que les uniera. Yuri se muestra sereno pues para él las promesas significaban mucho. Accede a los movimientos del médico para solo quedar en ropa interior, ningún daño aparente en su frágil anatomía. Como cualquier otra rutina más en su vida, existe un protocolo que debe seguirse, aquellos dedicados a la mecánica e instrumentos en la Inquisición poseen vigilancia menos severa, sin embargo aquellos como el pequeño debían ser analizados con mayor detenimientos, nunca se sabe cuándo ese carácter volátil y propio de su entorno sobrenatural pueda poner en riesgo a la institución misma.
Lentamente vuelve a colocarse la ropa y encogiendo los hombros se dirige al caballero.
–¿Es todo doctor? ¿Puedo comer algo?–
El hombre asiente apenas prestándole atención. Una joven más se interna en el frio salón colocando una charola sobre la mesa. Sopa caliente, verduras, pan y un trozo de carne. Nada mal. Aunque en el estado actual del niño bien podría haberse quedado dormido en la misma sala debido al cansancio.
–De acuerdo Lucrezia– responde amable.
Los gestos en el rostro de la joven se endurecen frente al doctor. ¿Qué estaba pasando? Su educación le impedía mostrarse curioso así que espero a que la joven le acompañase nuevamente en la mesa. Sonriente, entrelaza sus manos con las ajenas.
–Antes de cenar debemos dar las gracias– dice un tanto serio.
–Padre nuestro que estas en el Cielo, bendice estos alimentos que vamos a recibir, las manos que lo ha preparado, por que tan solo a ti entregamos nuestras acciones, nuestra vida y nuestro ser, amén. Podemos cenar–
Yuri parte el pan en dos piezas y extiende una de ellas hacia su acompañante, sus labios apenas pueden soplar la sopa que aún se mantiene humeante. Sus movimientos son lentos haciendo círculos con la cuchara, de vez en cuando un cabeceo le toma por sorpresa pues se encuentra más agobiado que hambriento. Un par de sonrisas para Lucrezia mientras el ritual de la cena transcurre.
–Debes estar agotada ¿cierto? Cuando terminemos, puedes ir a descansar si gustas, supongo que mi nana no tarda en venir– expone mirando hacia los lados.
Un último sorbo al plato de sopa y parpadea un par de veces más. Inevitablemente el sonido áspero que produce la cuchara cayendo sobre el suelo toma por sorpresa a la joven, las manos del pequeño no puede sujetar más el artefacto, está rendido y queda dormido en la misma posición.
Yuri Alekséyevich- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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