Caminaste a la boca del lobo [Priv. Rivaille]

por **Skye Gärtner** Dom Mayo 10, 2015 10:16 pm

“Cada quien elije su guerra, tu ya escogiste la tuya. Se fuerte y lucha.”

Era una señal de lo más profundo y místico del bosque, un animal con capacidades de tomar forma humana, espíritus que intentaban proteger el ciclo de la naturaleza pero se veían constantemente vulnerados por los comportamientos egoístas de los humanos. ¿Porque alguien que odiaba a aquella raza podía tomar su forma?, más allá de la piel que la cubría, en cualquier forma la sangre que bombeaba su corazón y alimentaba cada vena de su cuerpo era la sangre salvaje, incontrolable y libre de quienes luchaban por sobrevivir en armonía. Pero al llegar a un extremo era casi imposible esperar que Skye agachara la cabeza y huyera a lo más profundo de la frondosa espesura, tenia sus garras, sus dientes feroces y incontrolables ganas de matar en nombre de su manada.

No te confundas con su aspecto inocente y mirada apacible, cuando menos te lo esperes si ella lo ve necesario atacara y se quedara con su bizarro premio de caza. El cráneo de los verdaderos asesinos, colgados en su pared de trofeos los cuales pulía día tras día, las noches que podía permitirse quedarse en la calma de aquella devastada casa abandonada en la zona que nadie visitaba por miedo a la enfermedad. A la cuales ella era completamente inmune, una cazadora ejemplar, en la cúspide de la pirámide alimenticia… ni los humanos con sus armas podías acercarse al peligro de quien no sentía ni la más mínima empatia por quienes rogaban por sus vidas, con palabras que ella procesaba en su mente… comprendía sus ruegos no como ellos al ver los ojos de un animal y aun teniendo clara la existencia de hijos, esposa o madre, eso no le hacía dudar ni un segundo de jalar el gatillo o de rebanarlos con su machete – uno más, uno más uno más, que muera uno más que al amanecer un bastardo menos vivirá… - repetía mientras caminaba con su ropa elegante, un vestido acampanado con encajes negros y un tocado del mismo color sobre sus largos cabellos, esta noche oscuros, era la sombra de la muerte, la mercenaria del bosque.

Y esta noche buscaba a su futura victima, no podía matar a quien fuera, no era una asesina despiadada como ellos que mataba solo por el placer de hacerlo, su finalidad era una y el matar a cada inocente que se cruzara en su camino era una muestra de que no era como ellos. Sin embargo lo interesante de esa noche era que hace un tiempo sentía el golpe de aroma del mismo ser, e l cual la seguía por las calles de París, esa noche dejo su machete atrás para acompañarse de sus fieles pistolas. Por fin vería lo que suponía un cazador frente a frente, entro a una taberna, hablo con personas, actuó completamente normal, si le estaba siguiendo le daría la oportunidad de dar un paso atrás y alejarse… pero al salir de allí volvió a sentirle… no quedaba más que buscar un lugar donde seria la arena de batalla. En este caso acabo en un callejón, observo las ratas y el aroma de los animales que habían encontrado un final trágico en aquel pestilente sitio le ataco su sensible olfato. Paro en seco antes de salir del lugar, cerca había un teatro que cubriría todo sonido existente en aquel lugar apartado de la vista de mortales ciegos ante un mundo repleto de criaturas, que pensaban, perteneciente solo a los cuentos de hadas.

- ¿Porque me estas siguiendo?, tu asqueroso hedor humano me persigue desde hace noches… - dijo volteando con las manos sobre su acampanada falda – Al parecer no tendré que buscar más mi comida de media noche, ella me ha buscado a mi…. Salid a la luz…

por **Rivaille** Lun Jun 08, 2015 12:23 am

"Las guerras se ganan con soldados vivos."

Desde la infancia, aquellos tiempos en los que vivía en las calles de París como un asesino a sueldo junto a su tío, había escuchado siempre a su familiar decir la misma frase una y otra vez: “esquina superior derecha, siempre en ángulo”; y la rutina y la eficiencia se hicieron notar con los años; y ahora, un renombrado conde francés y un cazador de varios clientes, seguía llevando a cabo las enseñanzas de aquel sicario que le enseñó a matar de forma tan eficiente que parecía casi artística. Por ello es que así mismo le había enseñado a sus soldados, especialmente a su propio equipo, a quienes entrenaba a diario; pero aquella noche no se encontraba con ellos, sino con un grupo novato. Normalmente, no hubiera permitido que aquel grupo novato siguiera por sí solos a la muchacha que estaban espiando en aquellos momentos, pero justamente se dieron las circunstancias: los jóvenes se encontraban haciendo patrulla rutinaria cuando se cruzaron con la chiquilla, que ya conocían como una cambiante de comportamiento hostil. Intuitivamente la siguieron hasta una taberna y, mientras ella se encontraba allí, enviaron un mensajero para reportar su situación. Ante aquella circunstancia -y estando su equipo realizando labores en otro lugar-, fue él mismo quien se apresuró a asistir a aquel grupo y, tal y como esperaba, habían cometido errores que para esas alturas no podrían corregirse.

Él se encontraba en los tejados junto a un par de soldados, observándola desde el este, cuando la cambiante volteó enfrentando a sus seguidores; e inmediatamente dio señas para que a nadie se le ocurriera aparecerse frente a ella. Con rapidez fue que bajó por el costado del edificio en el que se encontraba, por la calle opuesta a donde se encontraba la fémina y, dando órdenes de que a nadie se le ocurriera interrumpir o mover la nariz sin que él lo indicara, fue que se asomó por el callejón en donde ella se encontraba. Le miró en silencio unos segundos, con las manos relajadas sobre los bolsillos del pantalón de uniforme, aquel que llevaba el emblema de su condado.- En realidad... -Comenzó a decir, con su bien conocida mirada estoica y ceño de aspecto fruncido.- El “hedor” del que hablas es una mezcla de vinagre, perfume y la sangre de un humano que falleció la semana pasada. -Comentó finalmente con tono de burla mientras que se encogía de hombros, sonriendo de medio lado al ver que aquel pequeño experimento hubiera funcionado, pues en realidad, hubieron varias personas distintas con ese mismo “aroma” siguiéndola toda la semana.

- ¿Tú eres Skye Gärtner, verdad? -Preguntó luego, cruzando los brazos por debajo de su capa color verde, la cual escondía estratégicamente el amarre de sus cuchillas en la parte trasera de su cintura y caderas.- Digamos que te hemos seguido porque has llamado nuestra atención; depende de ti cómo sigan las cosas. -Dicho aquello, sonrió, pues reconocía en la mirada ajena la hostilidad a punto de brotar por cada uno de sus poros y, a decir verdad, hacía tiempo que no se encontraba con un enfrentamiento uno a uno por lo que por una parte sentía ansias; pero por otra, sabía que se encontraba en la desventaja pues, al fin y al cabo, él era un simple humano entrenado; y ella… sabía tenía otro tipo de habilidades.

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