AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Una luz de luna carmesí alumbra tras tus hombros ✧ Mina
2 participantes
Página 1 de 1.
Una luz de luna carmesí alumbra tras tus hombros ✧ Mina
“A veces los humanos olvidan que la muerte va a venir por ellos.”
Mientras más lejos estás de tu lugar de origen, más contraste hay entre tu cultura y aquella con la que interactúas, pero al mismo tiempo, más fácil es ver las similitudes. Inglaterra, sin embargo, se había vuelto aburrido para ella, por el momento, y por eso es que decidió probar su suerte con la más deslumbrante de todas las ciudades, según dicen; ¡París! La ciudad más atestada de vampiros y otros seres sobrenaturales que hay dentro de Europa, por lo que ha escuchado, pero al mismo tiempo más atestada de Inquisidores, cazadores y otros varios tipos de mortales ridículos que buscan lo sobrenatural y acaban encontrando su muerte. Por su parte, y aunque le encantaría aparecerse en París de la forma más estruendosa y fabulosa, ella es una maestra del sigilo y la sutileza, por lo que París no tendría ojos para verla llegar. Pero de todas formas, levitar hasta allá era, por lo bajo, la más aburrida de las opciones. Por eso es que se preocupó de que su llegada a París fuese tan interesante como había escuchado que la ciudad era.
Lo primero que hizo fue instruir a sus sirvientes en conseguirle una residencia dentro del mejor barrio residencial que hubiese y que enviasen allí toda su riqueza. Ella se convertiría en una ciudadana más bajo el nombre de Komorebi, su fiel nombre de vampiresa, pero como las cosas simples no satisfacen sus caprichos, un viaje común y corriente en barco sonaba demasiado old school, y ella no es así: ella quiere jugar y hacer maldades. Por eso es que prefirió darse un lujo, sí, ¡un lujo! Le pidió a sus fieles sirvientes que buscaran un servicio post mortem en París, de esos que se encargan de dejar bien monos a los muertos, de vestir de seda a los monos, decidida a jugarle una broma a quien sea que fuere a darle la bienvenida. Ellos volvieron con el dato de una jovencita Inglesa que trabajaba en el centro de la ciudad francesa, de nombre Mina Valentine y de un elevado coste para sus servicios. Vaya, vaya, sí que le causaba ganas de jugarle una pequeña e inocente broma.
Escogió un vestido completamente de encaje blanco para cubrir su blanquesino cuerpo inmortal y se recosté dentro de un ataúd con interiores de seda, igualmente blancos, pero con pétalos de rosas de color violeta esparcidos a su alrededor; y acomodó su cabello de forma igualmente esparcida a los alrededores de sus hombros. Posó sus manos sobre su abdomen y entre sus dedos sostuvo una rosa de color violeta. Como toque final, colocó una caja musical sobre su vientre, justo junto a sus manos, caja a la cual le giró la llave para darle cuerda, a modo que al abrirla, la melodía comenzara a sonar. Pero la mantuvo cerrada y la amarró a la tapa de su ataúd, de modo que cuando este fuese abierto, el hilo subiría la tapa de la caja musical, y la música comenzaría a sonar. Una vez cerrado el ataúd bajo llave, sus sirvientes continuaron con la ejecución de su plan.
Viajaron con su ataúd en barco a París, con la excusa de que llevaban su cuerpo inerte hasta el estudio donde trabajaba esta jovencita en busca de sus servicios, sin llamar la atención de ningún otro mortal más que los que le acompañaban. Entonces, mientras que ellos se dedicarían a arreglar su nueva residencia, entregaron su ataúd y las llaves que le abrirían a la muchacha y se fueron y, solo entonces, comenzó ella a prestar atención a sus sentidos. Escuchó el paso de sus tacones mientras se movía a través de la habitación, y utilizando su poder de la telepatía, pudo captar en su mente la imagen que ella veía de su féretro, hecho de madera de caoba y con los caracteres de su nombre mortal, Yuzuki Shinku (真紅優月), tallados en la madera. Cerró sus ojos y escondió su sonrisa cuando ella abrió la urna y activó la caja musical, y se dedicó exclusivamente a escuchar todo lo que hacía: los pasos que daba, las cosas que tocaba con sus manos, su respiración y latidos, y a veces, sus pensamientos. En un momento que la sintió dar la vuelta y alejarse, abrió los ojos y vió lo que tenía en frente de sí en un pestañeo rápido. Luego los volvió a abrir, mirando de reojo hacia la izquierda, pestañeando y mirando hacia la derecha, y entonces volvió a cerrar sus párpados para continuar fingiendo estar tan muerta como aquellos a los que ha matado en sus largos años. Pretendía dejarse estar, ver qué era lo que ella iba a hacer, pues de todos modos, el servicio ya estaba pagado. ¿Por qué desperdiciarlo, verdad?
Última edición por Komorebi el Mar Jul 28, 2015 2:54 pm, editado 1 vez
Komorebi- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una luz de luna carmesí alumbra tras tus hombros ✧ Mina
La muerte seguiría siendo la misma, aunque algunos de sus hijos pudieran abrir los ojos
Clientes llegaban de un lado y otro de París, la ubicaban cada día con mayor facilidad e incluso se discutía menos sobre sus honorarios. El motivo, era el trabajo impecable que entregaba Mina, que dedicaba las horas necesarias para darle a la muerte belleza y un último recuerdo al afligido. Era detallista en cada asunto, se perfeccionaba conforme pasaba el tiempo en su arte y muy a pesar de ser completamente solitaria, le hacía conversación a los muertos como si los atendiera con gusto y como si a su modo, también les diera su despedida.
Sin embargo y muy de vez en cuando, llegaban cuerpos procedentes de otras ciudades, aquellas en donde el servicio post mortem era otorgado de modo muy básico, como solía suceder en las morgues, que apenas si organizaban lo necesario el cuerpo sin darle ningún detalle adicional. Ellos tampoco retrataban a nadie e incluso, para ellos la muerte no era otra cosa distinta a no ser ya nada. No así, para Mina su trabajo se trataba de algo muy distinto a vestir a un difunto o colocarle algodón para evitar situaciones molestas durante el proceso velatorio. Para ella el asunto de arreglar un cadáver consistía en hacerlo parecer aún vivo, como si con eso lograra que el duelo de sus dolientes fuese un poco más sencillo e incluso agradable. Pagaban grandes sumas de dinero, pero a cambio obtenían un cuadro o fotografía que conservarían siempre, y un cuerpo que lucía casi tan natural como la última vez que sus pulmones les permitieron un respiro.
Pero esta vez lo extraño yacía en el sótano de su casa. Un ataúd reposaba sobre su base y declaraba que el origen de aquél cuerpo estaba por mucho, lejos de París ¿Cómo es que alguien procedente de oriente llegaba hasta allí? Los extranjeros orientales eran aún menos comunes que los de otros países, y cierta duda recaía en Mina mientras miraba el ataúd. No obstante acomodó los objetos de siempre sobre una mesilla de acero inoxidable, y también ubicó una camilla del mismo material cerca del féretro. Como pudiera, debía tomar al difunto y pasarlo sola hasta aquél objeto para poder arreglarlo mejor. Sin duda un ayudante le vendría perfecto, pero medio París temía a su modo por aquél lugar en el que la enfermedad podría predominar dado el trabajo de la inglesa. Era apenas entendible, ellos no conocían con detalle su trabajo, aunque de vez en cuando lo requirieran.
Con el delantal blanco de siempre sobre sus ropas, se acercó al ataúd y levantó la tapa. El sonido de una caja musical no se hizo esperar y Mina contempló durante unos segundos el rostro de la mujer que yacía adentro. —Vaya, tus parientes sí que son excéntricos— comentó por primera vez, como si empezara la charla habitual que solía darle a los muertos. Y no era para menos, no sólo el detalle de la caja musical era soberbio, sino que también los pétalos alrededor -y seguramente debajo de su cuerpo- también lo eran.
La blancura de la piel de la mujer era impresionante, pero no sorprendente, era apenas normal para alguien que ha fallecido y que además de todo está vestida de blanco. Incluso la seda del ataúd resaltaba la figura, como si aún pudiera resplandecer en medio de su deceso —No parece que tengamos que hacer mucho, si has llegado hasta aquí de forma tan inmaculada es porque alguien ya te había arreglado antes— añadió, observando más de cerca la nariz y la boca, que parecían no tener ningún líquido proveniente de su interior —Traeré un par de cosas, mientras tanto…— estiró su mano y cerró la caja musical impidiéndole el sonido —Descansen en paz— susurró con cierta picardía pero con total naturalidad y salió de la instancia para traer el maquillaje necesario para el tono de piel de aquél nuevo cliente.
Al volver, estaba de espaldas a su último cliente, la mujer de oriental procedencia y de gusto tan extravagante como costoso. Su féretro no era cualquier cosa y cada parte de su interior estaba elaborado con finísimo detalle, cuestión que no pasó por alto Mina.
—Bien— dijo girándose y con unas pinzas de pequeño tamaño en su mano —Vamos a ver que tanto necesitamos poner— dejó las pinzas a la altura de la clavícula ajena y con las manos intentó abrirle la boca. Boca que no se abría y que le dio a Mina la idea de estar cocida. Por lo mismo, tomó las pinzas y planeó introducirlas por un costado de la boca para cerciorarse de lo practicado antes de llegar allí.
Sin embargo y muy de vez en cuando, llegaban cuerpos procedentes de otras ciudades, aquellas en donde el servicio post mortem era otorgado de modo muy básico, como solía suceder en las morgues, que apenas si organizaban lo necesario el cuerpo sin darle ningún detalle adicional. Ellos tampoco retrataban a nadie e incluso, para ellos la muerte no era otra cosa distinta a no ser ya nada. No así, para Mina su trabajo se trataba de algo muy distinto a vestir a un difunto o colocarle algodón para evitar situaciones molestas durante el proceso velatorio. Para ella el asunto de arreglar un cadáver consistía en hacerlo parecer aún vivo, como si con eso lograra que el duelo de sus dolientes fuese un poco más sencillo e incluso agradable. Pagaban grandes sumas de dinero, pero a cambio obtenían un cuadro o fotografía que conservarían siempre, y un cuerpo que lucía casi tan natural como la última vez que sus pulmones les permitieron un respiro.
Pero esta vez lo extraño yacía en el sótano de su casa. Un ataúd reposaba sobre su base y declaraba que el origen de aquél cuerpo estaba por mucho, lejos de París ¿Cómo es que alguien procedente de oriente llegaba hasta allí? Los extranjeros orientales eran aún menos comunes que los de otros países, y cierta duda recaía en Mina mientras miraba el ataúd. No obstante acomodó los objetos de siempre sobre una mesilla de acero inoxidable, y también ubicó una camilla del mismo material cerca del féretro. Como pudiera, debía tomar al difunto y pasarlo sola hasta aquél objeto para poder arreglarlo mejor. Sin duda un ayudante le vendría perfecto, pero medio París temía a su modo por aquél lugar en el que la enfermedad podría predominar dado el trabajo de la inglesa. Era apenas entendible, ellos no conocían con detalle su trabajo, aunque de vez en cuando lo requirieran.
Con el delantal blanco de siempre sobre sus ropas, se acercó al ataúd y levantó la tapa. El sonido de una caja musical no se hizo esperar y Mina contempló durante unos segundos el rostro de la mujer que yacía adentro. —Vaya, tus parientes sí que son excéntricos— comentó por primera vez, como si empezara la charla habitual que solía darle a los muertos. Y no era para menos, no sólo el detalle de la caja musical era soberbio, sino que también los pétalos alrededor -y seguramente debajo de su cuerpo- también lo eran.
La blancura de la piel de la mujer era impresionante, pero no sorprendente, era apenas normal para alguien que ha fallecido y que además de todo está vestida de blanco. Incluso la seda del ataúd resaltaba la figura, como si aún pudiera resplandecer en medio de su deceso —No parece que tengamos que hacer mucho, si has llegado hasta aquí de forma tan inmaculada es porque alguien ya te había arreglado antes— añadió, observando más de cerca la nariz y la boca, que parecían no tener ningún líquido proveniente de su interior —Traeré un par de cosas, mientras tanto…— estiró su mano y cerró la caja musical impidiéndole el sonido —Descansen en paz— susurró con cierta picardía pero con total naturalidad y salió de la instancia para traer el maquillaje necesario para el tono de piel de aquél nuevo cliente.
Al volver, estaba de espaldas a su último cliente, la mujer de oriental procedencia y de gusto tan extravagante como costoso. Su féretro no era cualquier cosa y cada parte de su interior estaba elaborado con finísimo detalle, cuestión que no pasó por alto Mina.
—Bien— dijo girándose y con unas pinzas de pequeño tamaño en su mano —Vamos a ver que tanto necesitamos poner— dejó las pinzas a la altura de la clavícula ajena y con las manos intentó abrirle la boca. Boca que no se abría y que le dio a Mina la idea de estar cocida. Por lo mismo, tomó las pinzas y planeó introducirlas por un costado de la boca para cerciorarse de lo practicado antes de llegar allí.
Mina Valentine- Humano Clase Media
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 31/07/2014
Re: Una luz de luna carmesí alumbra tras tus hombros ✧ Mina
No necesitaba abrir los ojos para saber lo que estaba sucediendo a su alrededor, pues hacía uso de sus habilidades telepáticas para ver lo que su anfitriona hacía. Buscaba en su mente lo que sus ojos seguían y lo guardaba en la propia para hacerse a la idea del lugar en el que estaba, al mismo tiempo que su arrogancia y amor propio la hacía a sí misma adorarse desde ojos ajenos. Sus labios, mientras tanto, se resistían de esbozar una sonrisa, al mismo tiempo que se resistían de aquellas manos y pinzas que intentaban tener acceso a su boca. Procurando no mover un solo músculo, mantuvo firme los labios para que no se moviesen en lo más mínimo, buscando darle a entender a la muchacha de que estaban sellados y muertos. Pero aquel sería un juego que no resistiría, porque para divertirse, su personalidad le pedía ser el centro de atención.
Por ello fue que su mano, tensa y fría, se movió con rapidez sobrenatural hasta una de las muñecas de aquellas manos que buscaban abrir su boca, en tan solo un abrir y cerrar de ojos humanos. Aquel no fue nada más ni nada menos que un intento se asustarla y darle a entender de que se alejara, un pequeño ademán de precaución. Sin embargo, no le soltó la muñeca, sino que su propia mano siguió de forma volátil los movimientos de las manos ajenas. Si bien la humana hubiese alejado sus manos de su rostro por unos segundos, abrió los ojos suave y lentamente mientras que esbozaba una sonrisa. Pudo verla unos momentos a los ojos, de pie a su lado. Deslizó silenciosamente su mano libre hacia los costados del féretro, afirmándose de este mientras que se alzaba para quedar sentada. Fue entonces que una sonrisa amplia y ligeramente traviesa se asomó en su rostro.- Vaya, pero qué siesta más placentera he tenido. -Comentó con voz grave y bajo volumen, como quien tuviese la garganta irritada luego de tanto dormir. Claro, era tan solo una broma, porque a ella en realidad no se le irritaba la garganta ni nada, y el sarcasmo en sus palabras era un arma de doble filo.
Mmh, así que, ¿este es el “spa” para los muertos? -Continuó hablando con naturalidad, moviendo sus ojos negros ligeramente cerrados, concentrados en encontrar examinar detalles que se le hayan escapado en las imágenes mentales que había espiado. Centró luego su vista asesina en la muchacha, a la espera de cuál sería su reacción. La examinó de paso también de pies a cabeza, como quien se siente en superioridad.- ¿Es aquí donde se supone que das tus servicios a los muertos? -Preguntó en busca de oir la respuesta en voz alta, a pesar de que la mente de la muchacha haya dado a entender ya la respuesta anteriormente. No obstante, su corta y exigente paciencia no esperó a que las ideas se organizaran en el cerebro ajeno para que le respondiera.- ¿Qué pasa? ¿Se te coció la lengua? -Preguntó con aspereza, frunciendo apenas le ceño unos segundos para luego reírse maléficamente de su propia broma. No habían palabras ni sistemas de medición que pudiesen retratar lo mucho que disfrutaba jugar con los humanos.
Sin soltar aún a la muchacha, hizo uso de los poderes que le brindaba la sangre demoníaca, como la llamaba ella, para elevar su cuerpo suavemente apenas lo suficiente para que sus caderas pasaran por encima de las orillas del ataúd, dejando luego bajar sus piernas y su cuerpo en el aire para quedar de pie frente a ella. Elevó la muñeca que sostenía y con su otra mano pasó suavemente la uña de su dedo índice por sobre la vena que resaltaba en la piel, buscando exaltar su sentido del tacto para darle escalofríos. Su rostro estaba ligeramente inclinado hacia abajo mientras hacía este gesto, y sus ojos negros le veían de soslayo.- Así que tú eres Mina Valentine, la muchacha que embellece y retrata a los muertos. -Susurró con voz grave.- Dime, Mina, ¿qué servicios me vas a ofrecer a mi? Habrás notado que no necesitas coser mi boca y, como sabrás, mis servicios ya están pagados. -Pronunció calmadamente, acariciando aquella vena en la piel ajena con suavidad, poco a poco perdiendo interés en ella y soltando su mano.
Por ello fue que su mano, tensa y fría, se movió con rapidez sobrenatural hasta una de las muñecas de aquellas manos que buscaban abrir su boca, en tan solo un abrir y cerrar de ojos humanos. Aquel no fue nada más ni nada menos que un intento se asustarla y darle a entender de que se alejara, un pequeño ademán de precaución. Sin embargo, no le soltó la muñeca, sino que su propia mano siguió de forma volátil los movimientos de las manos ajenas. Si bien la humana hubiese alejado sus manos de su rostro por unos segundos, abrió los ojos suave y lentamente mientras que esbozaba una sonrisa. Pudo verla unos momentos a los ojos, de pie a su lado. Deslizó silenciosamente su mano libre hacia los costados del féretro, afirmándose de este mientras que se alzaba para quedar sentada. Fue entonces que una sonrisa amplia y ligeramente traviesa se asomó en su rostro.- Vaya, pero qué siesta más placentera he tenido. -Comentó con voz grave y bajo volumen, como quien tuviese la garganta irritada luego de tanto dormir. Claro, era tan solo una broma, porque a ella en realidad no se le irritaba la garganta ni nada, y el sarcasmo en sus palabras era un arma de doble filo.
Mmh, así que, ¿este es el “spa” para los muertos? -Continuó hablando con naturalidad, moviendo sus ojos negros ligeramente cerrados, concentrados en encontrar examinar detalles que se le hayan escapado en las imágenes mentales que había espiado. Centró luego su vista asesina en la muchacha, a la espera de cuál sería su reacción. La examinó de paso también de pies a cabeza, como quien se siente en superioridad.- ¿Es aquí donde se supone que das tus servicios a los muertos? -Preguntó en busca de oir la respuesta en voz alta, a pesar de que la mente de la muchacha haya dado a entender ya la respuesta anteriormente. No obstante, su corta y exigente paciencia no esperó a que las ideas se organizaran en el cerebro ajeno para que le respondiera.- ¿Qué pasa? ¿Se te coció la lengua? -Preguntó con aspereza, frunciendo apenas le ceño unos segundos para luego reírse maléficamente de su propia broma. No habían palabras ni sistemas de medición que pudiesen retratar lo mucho que disfrutaba jugar con los humanos.
Sin soltar aún a la muchacha, hizo uso de los poderes que le brindaba la sangre demoníaca, como la llamaba ella, para elevar su cuerpo suavemente apenas lo suficiente para que sus caderas pasaran por encima de las orillas del ataúd, dejando luego bajar sus piernas y su cuerpo en el aire para quedar de pie frente a ella. Elevó la muñeca que sostenía y con su otra mano pasó suavemente la uña de su dedo índice por sobre la vena que resaltaba en la piel, buscando exaltar su sentido del tacto para darle escalofríos. Su rostro estaba ligeramente inclinado hacia abajo mientras hacía este gesto, y sus ojos negros le veían de soslayo.- Así que tú eres Mina Valentine, la muchacha que embellece y retrata a los muertos. -Susurró con voz grave.- Dime, Mina, ¿qué servicios me vas a ofrecer a mi? Habrás notado que no necesitas coser mi boca y, como sabrás, mis servicios ya están pagados. -Pronunció calmadamente, acariciando aquella vena en la piel ajena con suavidad, poco a poco perdiendo interés en ella y soltando su mano.
Komorebi- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 16/04/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una luz de luna carmesí alumbra tras tus hombros ✧ Mina
La muerte cree que me conoce, pero yo también la conozco a ella
Los orientales de por sí eran más pálidos que cualquier europeo que Mina conociera. La naturaleza de ellos era así, casi tan inmaculada como la piel lozana que ostentaban en vida y muerte. Por lo mismo, no era sorprendente que aquel cadáver estuviera más blanco que cualquier otro. O más bien, por lo mismo era que Mina aún no sospechaba nada fuera de lo habitual.
La boca estaba totalmente cerrada, parecía un trabajo hecho por manos experimentadas y, en ese punto, era que empezaba a perder sentido la presencia de aquél cuerpo en su lugar de residencia y trabajo. Además, era para pensar esa atención dada a cada detalle de su apariencia y hasta la caja musical cuidadosamente acomodada para que sonara en cuanto el ataúd fuese abierto. Nada era normal, era menos habitual que siempre ¿No debería entonces dudar?
Suspiró y continuó en lo suyo, intentando cada vez con menos fuerza separar los labios de la mujer. Y lo comprendió todo cuando su mano se vio atrapada por las ajenas, en un movimiento tan rápido que Mina no pudo prever nada para evitar el agarre. Pronto, ella abrió los ojos, y la miró con esa sonrisa que hace cada vampiro cuando intenta darle un buen susto —Por un dem… ¿Acaso les parece tan divertido asustarme? — respondió entre enojada e impactada. Si bien ella no era el primer vampiro que cometía esas “gracias”, Mina jamás podría acostumbrarse a una situación como esa. Era humana, una que atendía a los muertos en la total tranquilidad que le proporcionaba su casa y que únicamente se veía afectada por episodios como esos o insistentes toques de puerta pasada la media noche.
—No se supone, aquí hago todo— contestó Mina de mala gana, halando su mano para liberarse del molesto agarre. La mirada del vampiro hacia ella, de arriba abajo, era tan molesto como la broma que le jugara, aunque por suerte Mina no era de permitir que la ira le durara mucho tiempo. No obstante, a leguas se notaba que no le ponía atención, porque pese a que Mina le había respondido, para ella no había salido ninguna palabra de su boca — ¿Qué quieres de mí? Si necesitas fingir tu muerte o que te retrate, puedo hacerlo, sólo dime lo que deseas— pidió, limitándose a lo de siempre, a poner a su trabajo por encima de cualquier situación natural o sobrenatural. Ella hacía aquello por lo que se le pagaba, ni más, ni menos.
No obstante, lo excéntrico no sólo se limitaba al féretro, sino que también su manera de salir de él fue poco convencional y hasta de mal gusto, sobre todo porque ella se negaba a soltar la muñeca de la inglesa. A leguas se notaba que ella no sabía lo suficiente acerca de Mina, ni de su trabajo para sobrenaturales, o incluso para la policía. No sabía que esa humana frente a ella no era tan ingenua, ni que la muerte no le aterraba como a la mayoría de la gente. La muerte era su vida, su trabajo y su final. —Sí, lo sé, pagaron por adelantado para en teoría arreglar algo que no necesita arreglo. Puedo darle un funeral si lo que planea es que la olviden, puedo pintarla si quiere enviar a los suyos un cuadro o puedo retratarla si quiere más realidad sobre un cuerpo muerto. Y usted puede soltarme para poder llevarlo a cabo. Sé bien como trabajar con los suyos, no necesita intimidarme, se lo aseguro— afirmó mirándola a la cara, sin el temor que quizás la inmortal esperara de ella. No le era del todo indiferente, pero Mina empezaba a acostumbrarse a la presencia de los suyos, siempre buscando algo que tocaba a la curiosidad como primera base.
La boca estaba totalmente cerrada, parecía un trabajo hecho por manos experimentadas y, en ese punto, era que empezaba a perder sentido la presencia de aquél cuerpo en su lugar de residencia y trabajo. Además, era para pensar esa atención dada a cada detalle de su apariencia y hasta la caja musical cuidadosamente acomodada para que sonara en cuanto el ataúd fuese abierto. Nada era normal, era menos habitual que siempre ¿No debería entonces dudar?
Suspiró y continuó en lo suyo, intentando cada vez con menos fuerza separar los labios de la mujer. Y lo comprendió todo cuando su mano se vio atrapada por las ajenas, en un movimiento tan rápido que Mina no pudo prever nada para evitar el agarre. Pronto, ella abrió los ojos, y la miró con esa sonrisa que hace cada vampiro cuando intenta darle un buen susto —Por un dem… ¿Acaso les parece tan divertido asustarme? — respondió entre enojada e impactada. Si bien ella no era el primer vampiro que cometía esas “gracias”, Mina jamás podría acostumbrarse a una situación como esa. Era humana, una que atendía a los muertos en la total tranquilidad que le proporcionaba su casa y que únicamente se veía afectada por episodios como esos o insistentes toques de puerta pasada la media noche.
—No se supone, aquí hago todo— contestó Mina de mala gana, halando su mano para liberarse del molesto agarre. La mirada del vampiro hacia ella, de arriba abajo, era tan molesto como la broma que le jugara, aunque por suerte Mina no era de permitir que la ira le durara mucho tiempo. No obstante, a leguas se notaba que no le ponía atención, porque pese a que Mina le había respondido, para ella no había salido ninguna palabra de su boca — ¿Qué quieres de mí? Si necesitas fingir tu muerte o que te retrate, puedo hacerlo, sólo dime lo que deseas— pidió, limitándose a lo de siempre, a poner a su trabajo por encima de cualquier situación natural o sobrenatural. Ella hacía aquello por lo que se le pagaba, ni más, ni menos.
No obstante, lo excéntrico no sólo se limitaba al féretro, sino que también su manera de salir de él fue poco convencional y hasta de mal gusto, sobre todo porque ella se negaba a soltar la muñeca de la inglesa. A leguas se notaba que ella no sabía lo suficiente acerca de Mina, ni de su trabajo para sobrenaturales, o incluso para la policía. No sabía que esa humana frente a ella no era tan ingenua, ni que la muerte no le aterraba como a la mayoría de la gente. La muerte era su vida, su trabajo y su final. —Sí, lo sé, pagaron por adelantado para en teoría arreglar algo que no necesita arreglo. Puedo darle un funeral si lo que planea es que la olviden, puedo pintarla si quiere enviar a los suyos un cuadro o puedo retratarla si quiere más realidad sobre un cuerpo muerto. Y usted puede soltarme para poder llevarlo a cabo. Sé bien como trabajar con los suyos, no necesita intimidarme, se lo aseguro— afirmó mirándola a la cara, sin el temor que quizás la inmortal esperara de ella. No le era del todo indiferente, pero Mina empezaba a acostumbrarse a la presencia de los suyos, siempre buscando algo que tocaba a la curiosidad como primera base.
Mina Valentine- Humano Clase Media
- Mensajes : 117
Fecha de inscripción : 31/07/2014
Temas similares
» Voluntarios para teñir la luna de carmesí.
» Tras las sombras de la luna resurge la cazadora sin alma.
» Soportar la eternidad sobre los hombros(priv)
» Halo de luna [Luna Bosch]
» luna brillante azul luna
» Tras las sombras de la luna resurge la cazadora sin alma.
» Soportar la eternidad sobre los hombros(priv)
» Halo de luna [Luna Bosch]
» luna brillante azul luna
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour