Remember me?

por **Haraldr Harðráði** Dom Mayo 24, 2015 2:57 pm

No sé si me recuerdas, si aún existe entre nosotros algo del vínculo que algún día nos unió, pero la certeza de que en mí, el fuego de amor se ha extendido más allá de mis propios límites, existe al mencionar tu recuerdo…

Apenas me había asentado en la hermosa París, la ciudad luz y nueva capital del mundo, del mundo del que ahora soy parte… No había pasado demasiado tiempo, quizás unas cuantas semanas antes de que sintiera la presencia de él, tan fuerte como el día que le abandoné, su densa y fría aura que al recibir el beso de la muerte solo había logrado crecer en fuerza y presencia se esparcía por las calles de la urbe.

Sabía que se trataba de él, en mi mente nunca hubo un atisbo de duda, también la sentí a ella, su odio y rencor precedían su misma presencia, vieja, tanto o más que yo, todos los recuerdos se agolparon en mi mente en un instante, y por primera vez en siete siglos, dudé… Deseaba fervientemente acercarme a él por la calle, le comencé a buscar, escondiendo mi presencia siempre entre seres más antiguos que yo, no era que no deseara que él supiera que estaba allí, se trataba de que no sabía cómo manejar la culpa y el remordimiento que por tantos años habían forjado mi carácter…

Desde el día que él me dio por muerto y otro de “ellos” me tomo en su regazo le odie… le odié tanto por no haberme dado el regalo de la eternidad él, por no haberme considerado apto para ello, y al mismo tiempo le amé tanto por evitarme la tortura que la misma eternidad representa; sentimientos que aún al pasar de los años, aún no logro terminar de discernir…

Era el primer ocaso de luna negra del otoño, preparado con los añicos de mi propia fuerza de voluntad tomé camino siguiendo sus pasos, alejándonos vertiginosamente de Paris, yendo a la tierra que nos viera crecer, morir y renacer, la misma Noruega, con sus viejos castillos y su historia bañada de sangre. Bergen… la cuidad que él había escogido para crear su morada, tan parecida y diferente de nuestro pasado…

-Buenas noches- Me dijo un mozo que abrió la puerta que, al parecer yo mismo había tocado, antes de que yo pusiese articular palabra continuó –El señor Yngling no se encuentra- su voz seca y sin emoción, repetía los hechos que yo ya conocía, sentí su presencia en París al comenzar mi viaje, mi mirada se posó en él, no era más que un pobre mortal, pero si trabajaba para él, no podía matarlo… sin gesticular palabra alguna, me abrí paso entre la puerta y él, y vagué por la casa hasta encontrar la biblioteca, una enorme habitación con una cálida chimenea de la que desprendía una mortecina luz que iluminaba una vida entera de conocimientos…

Me senté en un sillón cuyo respaldo daba a la puerta de acceso, con un nudo en la garganta, era el momento que por tantos años había esperado y a la vez, le había temido como al peor de los demonios…

por **Svein Yngling** Lun Jun 15, 2015 2:11 am

“Mientras siga existiendo en esta tierra, el recuerdo del rey vikingo por quien luché seguirá siempre vivo,

e incluso cuando ascienda al Valhalla, descansaré en paz sabiendo que las siguientes generaciones seguirán cantando nuestros nombres.”

Meses atrás, en uno de mis viajes de vuelta a Noruega en los que buscaba la paz de mi país, mi cultura y mi castillo, me sentía tan vacío y desanimado que llegó a causar preocupación entre mis sirvientes; y una de mis esclavas de sangre, incluso, se había esmerado en buscar una forma de remediar mis malos ánimos. Había mandado a llamar a un poeta trotamundos que venía llegando de Islandia y había estado anteriormente en Inglaterra, Francia y Rusia. Él llegó a mi castillo en Bergen contando historias que había aprendido en Islandia acerca de antiguos reyes vikingos y, como era de esperarse, se puso a hablar de mi propio rey Haraldr. Naturalmente, yo disfruté de sus historias con la picardía de quien las había vivido y se hacía el desentendido, hasta que se le ocurrió mencionar de que el mismísimo Haraldr seguía vivo, que lo había visto y que estaba aún en Inglaterra. Obviamente yo le dije que en realidad no era así, que llevaba siglos enterrado muerto y, cuando se le ocurrió discutirme, lo eché enfurecido de mi residencia, ofendido de que cuestionara algo de lo que yo mismo había sido testigo. Me enfurecí infantilmente también con mi sirvienta, pero pronto olvidé aquel incidente; hasta hoy.

Como de costumbre, cada cierto tiempo París se volvía demasiado hostigado y abarrotado para mí, momentos en los que no tardaba en mandar a pedir un barco que me llevara a mi y mis sirvientes de vuelta a mis fiordos escandinavos, donde me regodearía en mi riqueza hasta aburrirme y querer volver. En aquella ocasión, sin embargo, me llevé una preocupante sorpresa: cuando mi barco llegó al puerto de Bergen, uno de los sirvientes que me esperaban en casa se apresuró en ir a mi búsqueda, asustados ante el hecho de que un vampiro que desconocían se había adentrado en mis dependencias mientras que no estaba y se paseaba por ellas como si se trataran de su propia casa. Furioso y ofendido ante tal impertinencia, me apresuré en llegar a mi castillo donde me esperaban mis dos esclavas.- ¿Dónde está el maldito? -Cuestioné apenas puse un pie dentro, marcando fuertemente mi presencia en mi residencia. “En la biblioteca, señor. Lleva allí desde que llegó”, me respondió una de ellas, mientras que la otra se ofrecía a recibir mi abrigo. Yo la ignoré, les ordené que se quedaran en el primer piso y subí las escaleras hasta el tercero donde estaba la biblioteca.

Hasta allí iba todo bien: yo pretendía sacar al impertinente de mi residencia, ya fuera por las buenas o las malas, pero al cruzar el marco de la puerta y vi a aquella figura frente a mí, mis ojos se abrieron de par en paz y mi pecho se contrajo tan fuerte que por un momento creí que moriría de nuevo. Allí estaba el mismísimo Haraldr Harðráði, sentado en uno de mis sillones. Lo que hice luego de verle fueron meras reacciones impulsivas provocadas por la mezcolanza de sentimientos que tenía. Me acerqué rápidamente y, sin darle tiempo de decir una sola palabra primero, lo tomé de sus ropas, lo levanté del sillón y le mande un puñetazo en la cara que le hizo girar el rostro y hacerme doler los nudillos.- ¡Maldito bastardo! ¿Qué mierda es lo que has hecho? -Dije en un impulso de rabia mientras que le volvía a tomar de las ropas con fuerza y lo zarandeaba, con la confianza de decir groserías ante el mismo hombre que en un principio me enseñó a decirlas.- ¿Me haces vivir con la mentira de creerte muerto y jamás se te ocurrió venir a buscarme antes, maldito Norðbrikt? -Me quejé entonces, llamándolo por el apodo que había ganado en Bizancio, mientras que se me caían las lágrimas de forma casi instantánea, dejando de zamarrearlo y calmando la ira para dar paso a la nostalgia que tenía acumulada desde hace siglos. Dejé caer mi rostro hacia adelante mientras que aún no le soltaba las ropas, y apoyé mi rostro en mis muñecas, acercándolo a mí.- Anda, no seas idiota y dame un abrazo, Haraldr, me lo debes. ¿Dónde estabas? ¿Por qué me abandonaste? Dímelo todo, absolutamente todo. No quiero que vuelva a haber silencio entre nosotros nunca más, ¿me oíste? -Agregué lloriqeando en aquella posición, recordando en aquel momento que, al parecer, le debía una disculpa a ese poeta que había insultado, al igual que a mi sirvienta.

por **Haraldr Harðráði** Vie Jul 03, 2015 3:21 pm

Regaladme el color de las palabras, la inocuidad del sentimiento, dadme la senda del perdón, del olvido y el recuerdo… Cread con mis redrojos el ídolo que mereces…

Escuchaba el tic tac de los relojes, el tiempo pasaba más lento que de costumbre, los segundos se negaban a marcharse a suicidarse en el fluir del tiempo, era un martirio la capacidad de pensar, desee ser una bestia, no sentir el remordimiento de abandonar a un hermano, tampoco el debatirme entre el amor y odio que ahora sentía por él, pero todo intento de mantener en blanco mi mente resultaba infructuoso, y los últimos siete siglos se repetían una y otra vez en mi mente… No habían pasado más de diez minutos y yo había recorrido mi existencia por gran número de veces…

Escuché su arribo a la mansión, el alegato que precedió a los pasos que se abrían en las escaleras principales, y los golpes que sus pies propinaban en su avanzar, y entonces vino el silencio, ese que precede a la tormenta, su mirada de agua se cruzó con la mía, y entonces le odié, con la misma intensidad que le amaba, él había sido mi hermano en vida, y le amaba y respetaba por ello… Él me puso en pie de un jalón, y antes de que pudiera articular palabra alguna me atestó un puñetazo que le regaló por segundos color a mi muerta piel, regresé la mirada a él y su enojo se había esfumado, dando paso al ser tan maravilloso que yo recordaba…

No hubo palabra que describiera lo que yo sentía en aquel instante, sucumbí al pedido de él, que era el mismo deseo que yo tenía y le abracé, como antaño, con fuerza, con el amor fraterno que siempre nos unió; olvidé todo el odio que podía sentir por él y me dejé fundir en el amor que ahora sentía, y sentir fue lo único que pude hacer…

-Sigues siendo como te recordaba…- sonreí mientras las palabras emanaban de mi boca sin yo poder controlarlas -Lo intenté…- dije mientras le soltaba, mi tono de voz iba siendo cada vez más grave, sin emoción, más normal… -En un inicio, hui… Por miedo, no sabía en lo que me había convertido… Después, traté de encontrar a quien me había transformado en lo que soy ahora… Pero no pude seguir su rastro, era yo muy joven en esta nueva vida y no conocía todo el poder que se puede tener- balbuceaba, tratando de encontrar un hilo que uniera todas las ideas que brotaban sin control de mi boca -Después te busqué, pero…- callé de pronto, no sabía cómo explicar que una ola de ira y resentimiento me invadió cuando pude encontrarle, que le odié en ese instante por no haber sido mi conversor… -Las cosas no salieron como lo esperaba… después de algunos años, perdí toda pista de ti, y entonces me dediqué a buscarte… hasta hace poco que supe que estabas en Paris…- detuve mis palabras, necesitaba saber que estaban siendo recibidas y entendidas de la forma que yo esperaba, me sentía demasiado excitado y sabía que tenía que modular aquella sensación…

por Contenido patrocinado

Remember me?

Remember me?

Re: Remember me?

Re: Remember me?

Re: Remember me?