Remember...[privado]

And I've been shaken,
Found a new place to begin.
And my persistence to make a difference,
Has led me safe into your hands.
In this life “


La vida dio un giro inesperado desde que abandonó la residencia en donde intentaban reformarla, recordarle lo que debía ser. Una vida cuadriculada sin más miramiento al futuro que tener un marido al que dar hijos y acompañarle con una fingida sonrisa a todas partes. No consideraba la opción de acertar su destino, sí escribirlo a su manera. Aún quedaba tanto por vivir, experimentar, conocer... que estaba dispuesta a abandonar su vida acomodada para adentrarse en la mayor aventura: vivir.

La palabra “vida” , una palabra cuyo significado careció de sentido hasta que aquella noche, de madrugada...escapó de aquel lugar en donde pasó gran parte de su adolescencia. Ya no era ninguna niña, hacía mucho que dejó de serlo y no sólo en aspecto. Las circunstancias de la vida les había llevado hasta allí, a la bohemia y elegante París ¿con qué fin? Encontrarse a sí misma, buscar su propio camino y recorrerlo sin importar las piedras y muros, escalar hasta lo más alto y conseguir estar bien consigo.

No había noche que no desapareciese de su lujosa habitación, adentrándose en los lugares en los que “una señorita” no debería y sin embargo, era dónde mejor se encontraba y la acogían. Las personas que conoció a lo largo de este viaje, en tierras parisinas, le devolvieron esa esencia perdida. Esa alma rebelde, traviesa y alocada, alguien que no temía a nada ni a nadie pues ¿qué era el miedo? Sentimiento que terminaba haciéndote débil, expuesto a los demás.

Y fue valiente las veces que cruzó Paris para buscar a esa persona a fin, le aportó y definió ese matiz olvidado, el de la inocencia y la dulzura. La antigua Abbey se enamoró de aquel joven artista, sin importarle otra cosa que terminar llamando a su puerta , hasta que le abriese y no sólo entrar en su casa, si no en otro lugar mucho más prohibido que cualquier antro, persona o lugar no apropiado para su clase. Él le llegó al corazón, no se olvidaba a quien se había amado, era un hecho.

Y esa noche, salió dispuesta a dejar su oficio de cazadora , no perseguir demonios por unas horas...volver de algún modo ser esa joven soñadora que contemplaba la vida sencilla como el más magnífico de los descubrimientos. Ataviada con un sencillo vestido azul oscuro, sin vuelo, mangas acabadas en encaje negro, al igual que la cintura y el escote, resaltando su mirada. El cabello recogido en una coleta alta, solía llevarlo suelto pero esa noche hizo excepción.

Su destino estaba decidido, se adentraría en las calles en donde los bohemios mostraban su arte sin vergüenza, representaciones teatrales, cantantes que se ganaban el pan dándolo todo... talentos perdidos por unas miseras monedas. La prostitución estaba a la orden del día, gente de distintas razas, sobrenaturales, humanos... una mezcla en la que allí no existía el color.

Un par de preguntas, le llevaron a un pequeño callejón iluminado con luz tenue. No era la primera vez que recorría aquellas baldosas de piedra, la humedad le hizo estremecerse, abrazándose a sí misma y pasar las palmas por sus brazos, intentando calentarlos. Y pudo vislumbrar entre tanta gente , la silueta de alguien conocido que en silencio... volvía a dibujar, una realidad que pocos veían. Ante él, esperó volviese la vista al frente y como la imagen de un triste recuerdo, sonrió dejando un par de monedas ante él.

-Un dibujo -las palabras siempre habían sobrado, ahora sólo quedaba el reencuentro, imaginar por un segundo que el tiempo se ha reducido a ese simple momento.

“Dear life, am I doing this right?
Can you see me tonight
Can you help me dear life? “




La sorpresa se reflejó en los ojos azules de la manzana quién curiosa, observaba con detenimiento a aquel, el que una vez le enseñó más que cualquiera de esas clases estúpidas y sin sentido. Las diferencias entre ambos las etiquetaba la sociedad, no eran de la misma clase social y ya sólo con eso, ni debían tener nada en común y mucho menos tratar con esa familiaridad, pues...una señorita era una señorita de clase alta que sólo le importase estar presentable y perfecta, mirando por encima del hombro.

Y lejos de toda esa pantomima, en cuanto se miraron a los ojos por primera vez, algo inexplicable surgió sin más, como si aquel momento lo hubiesen estado esperando. Tuvieron que cruzarse en el camino del otro y aunque sus caminos habían terminado por separado, siempre volvían a coincidir en un punto sin importar el tiempo transcurrido, la magia volvía a surgir sin poder evitar dejarse llevar.

Sólo pedía un retrato, un dibujo. Ella había cambiado, ya no era esa señorita que huía de su vigilante, ahora se cuidaba a sí misma y tenía un claro objetivo, encontrar a alguien en concreto...hacer pagar bien claro a todos aquellos que la mantuvieron engañada durante todos esos años. Y en ese mismo instante, sólo era una joven que volvía a adentrarse en un mundo y un ambiente que no le pertenecía , en el que se sentía verdaderamente ella misma, él tenía ese don.

Transmitía mucha paz, tranquilidad, como si acabase de volver a su hogar. Sonrió de medio lado, buscaba su mirada entre la luz y las sombras mientras comenzaba el retrato, el sonido del carboncillo sobre el lienzo e incluso la respiración del cambiante, si antes era observadora...ahora no se le escapaba ni un sólo detalle.

-Volvemos a estar aquí. Uno frente al otro, con muchas preguntas que hacernos pero ninguno sabría la respuesta...-hizo una pausa, no quería hablar demasiado. Sus orbes volvieron a centellear con la misma sorpresa que él le mostró, estaban tan cerca y a la vez tan lejos... los dos volvían a decirlo todo sin palabras -No te voy a recriminar nada, no tienes la culpa...ninguno la tenemos. -no sabía bien qué decir, todo sonaba tan estúpido, los pétalos rojos de la manzana dejaron escapar un suspiro , largo y pesado -¿Y si nos prometemos sólo una noche? Es suficiente -medio sonrió acercándose un tanto más, apenas medio metro los separaba, la luz del callejón la reflejaba con absoluta precisión -¿Qué ves ahora ante tus ojos, Ezequiel? Ya no soy una niña aunque.. para ti jamás lo fui -

"Sometimes I lay awake in bed at night
I close my eyes and all I see is see the dreams I used to dream about when I was younger
I wonder where I took the path of no return"




La culpa. La antigua Abbey Appleby, seguramente se hubiese puesto a la defensiva, atacarle con el recuerdo de su propia verdad y no dejarle tan siquiera hablar, creer sus palabras. Aunque una gran parte de ella seguía siendo la joven alocada, rebelde que sólo le importaba llevar la razón y la voz cantante. Cuánto habían cambiado y sin embargo, seguían siendo los mismos. Aquellos que se complementaban cuando las miradas sen engarzaban en el otro, las sonrisas nacían de forma natural y el acercamiento, surgía sin pensar e inevitable desear tenerle cerca.

-Perder el tiempo en señalar quién o no es el culpable es un error, el mismo error que  estar aquí, uno frente al otro...pero así es, es una realidad. Un error en el que no nos importa caer una y otra vez -un susurro escapó de los labios de la manzana, frase inacabada en la que el nombre del cambiante murió en un suspiro.

No esperaba una promesa, al fin al cabo las palabras se las terminaba llevando el viento. Una breve sonrisa se dibujó en los labios rojos de la manzana, atesoraba más los momentos que cualquier hecho que se prometiesen. En ese momento, la cazadora se quedó en la Orden para volver en sus pasos a aquel lugar del que tantas veces huyó e igualmente regresó buscando todo y nada. Si la sinceridad se oía con claridad en sus palabras, la mirada azul cielo de la joven confirmaba que no mentía, ¿para qué? Si lo hiciese él lo sabría desde el primer segundo.

Y la gran verdad de lo que no se atrevía decir de sí misma, él volvió a leer la mente y sus pensamientos. Tenía ese don, como si para él fuese un libro abierto escrito en un idioma extraño y el cambiante, sólo fuese capaz de traducir. Y si tan sólo fuese eso... pues volvía a sorprenderla del mismo modo que en el primer segundo de aquel encuentro inesperado. En este caso, no haría falta responderle a esa pregunta, él sabía la respuesta pero...necesitaba escucharlo de su misma propia voz para convencerse a sí misma.

-Nunca se es libre cuando de algún modo, estás atado a alguien o algo -en esa frase englobaba mucho más. Su vida cambió, ahora no estaba atada a su familia por mucho que la buscasen. No volverían a hacer lo que quisiesen con su persona, podía confirmar que era libre... volar con sus propias alas sin temor a ser cortadas -No somos libres del todo pero por algo están esos momentos en los que así nos sintamos. ¿Qué importa una noche? Una hora, un minuto...si como recompensa te devuelve esa sensación de absoluta plenitud como si nada ni nadie fuese capaz de penetrar en tal estado -describía su propia sensación, él seguro se sentía así... libre , olvidando todo.

-El recuerdo no traza retratos pero al menos  te ayuda a no olvidar -lentamente, deshizo la coleta... el cabello cayó de forma salvaje como cascada dorada, acariciando la espalda con mimo... esperó que comenzase, sus orbes no se apartaban de él en ningún momento, él seguía allí, trazando líneas en las que apenas se podía vislumbrar poco a poco la imagen de la cazadora. No apartó la mirada de él en ningún instante, seguía siendo todo un misterio ante sus ojos, hubo un tiempo en el que realmente pensó que era un fantasma y éste, no la había abandonado en ningún instante.

-No importa a lo que me dedique, a dónde vaya... cuando esté frente a ti, seguiré siendo la descarada manzana que te volvía loco con sus locuras. La que no se atrevía a arriesgar por temor a perder y hacía bien pero el tiempo me ha enseñado a no pensar las cosas. Si algo deseo, lo tomo sin importar las consecuencias...-dudaba la estuviese escuchando, cuando se centraba en su trabajo, como buen profesional... lo demás carecía de sentido. La palma de la mano de Abbey, impidió que siguiese dibujando y la mirase, momento en el que el corazón volvió a latir tan deprisa como una de esas carreras en las que se alejaba de la ciudad sin mirar atrás. No lo dudó, no pidió permiso ¿acaso lo esperaría? Una desvergonzada que echó de menos el simple hecho de mirarse fijamente a los ojos, acortar la distancia y darse el placer de acercarse un poco más...hasta que los pétalos de sus labios acariciasen los ajenos en un gesto inconsciente y esperado -No me importa estropear el retrato... si terminas siendo mi víctima esta noche. -rió divertida, olvidándolo todo...disfrutando de la sensación de sentirse viva.

“Daylight
I must wait for the sunrise
I must think of a new life
And I mustn't give in
When the dawn comes, tonight will be a memory too
And a new day will begin”




Inevitablemente, volvían a reencontrarse más veces de las que se decían adiós. Nunca llegaron a despedirse, como si el tiempo se detuviese en una bohemia calle alejada del centro, a donde le llevaban sus pasos hasta volver a encontrarse ante él. De todas las personas que pasaron por su vida,  el cambiante seguía aferrándose al borde del precipicio, luchando por no caer como los demás. Y como un sueño, volvía a presentarse ante ella, deslizando las yemas de sus dedos por el papel y ella... sentir celos de no ser su piel la que recibiese el tacto de las manos del artista. No importaba el tiempo que transcurriese, leía sus pensamientos con tan sólo perderse un instante en su mirada.

La manzana añoró la sensación olvidada de ser comprendida y escuchada, ella misma sin máscaras de por medio, tan transparente como sus orbes azules que fueron incapaces de apartar la mirada de él, tenía la constante sensación de sentirse en casa, su sitio  y al mismo tiempo, lo sentía extraño como si todo hubiese cambiado y los que fueron se quedaron en un punto del pasado, ella esperando su regreso, él sin tener oportunidad de despedirse. Ahora, todo no sólo era diferente. Aquellos que se miraban a los ojos en silencio, se perdían en abrazos y sonrisas cómplices, se convirtieron en una sombra pasada, ni ella era esa niña que huía ni él el joven que conoció aquella tarde.

-La localización de mi habitación pequeña es errante. Va de un sitio a otro pero siempre que abro la puerta, está llena -apenas fue un susurro, quizás él no se lo esperase, tampoco supo porqué lo dijo pero era sincera, con él lo fue y lo estaba siendo ahora, eso no cambiaría nunca, se uniesen o volviesen a perderse sus caminos. Al fin y al cabo, terminaban encontrándose en un punto, lo buscaba y lo hallaba, anhelando el instante igual que ella misma. Lo leyó en sus tormentas oscuras, en la profundidad de su alma. El dibujo hablaba por sí mismo, la expresión de su propia mirada reflejada, la sonrisa deslumbrante, conocía demasiado bien ese gesto...esas sensaciones, …y lo extrañó.

No respondió, en otro momento lo hubiese hecho sin pensar. El dibujo descansando en su regazo, él seguía viéndola del mismo modo, salvaje y auténtica, rebelde. Sonrió sin percatarse de ello, una sonrisa natural, tan del pasado que sin duda, no fue fingida a la par que los dedos que no sostenían el dibujo, peinaban su larga cabellera dorada, dejando que tomase su forma... volver a ser ella por unos minutos, horas ¿qué importaba lo que fuesen ahora? ¿lo qué pasaría después? Esa noche fue de caza, para encortrarse a sí misma, su yo olvidado que él la recordaba sin querer. Una breve sonrisa, una triste en su .mirada azul, la firmeza de sus palabras contrastaban con cómo realmente se sentía en ese momento.

-Algo así. Conejitos que me sirven para localizar a mi objetivo principal...al lobo que aulla cada noche, en silencio -dejó que sus dedos enrollasen el papel hasta dejarlo como pergamino, guardándolo en uno de los bolsillos de su vestido, a buen recaudo. -La única manera de encontrar la madriguera , es perseguir a sus hijos -sonrió divertida, dejando ese momento más calmado y cercano, cabía la posibilidad de que él, fuese uno de esos conejitos a los que se refería, lo confirmaba en silencio...-Mi única arma no la porto yo esta noche , podrían utilizarla contra mí...y herirme de muerte -las orbes de la manzana, se pasearon por el rostro del cambiante. No había cambiado un ápice, una breve sonrisa se dibujó en los labios rosados de Abbey quién aún no creía tenerle frente a ella -Esos conejitos me llevaron hasta aquí. No te encontraba... fue la única manera de hacerlo. -lo había buscado y añorado por partes iguales, ahora que se encontraba frente a ella, dios, se sentía tan estúpida, pequeña e insignificante pero tan capaz de todo cuando se encontraba tan cerca.

-El retrato de uno mismo, se refleja en la mirada de la persona que es capaz de leer tus pensamientos, volverte loca...y tú acabas de plasmarlo -”de tu mirada”, calló y se levantó , mirándole intensamente, un claro deje de marcharse pero como siempre , al contrario de lo que debe y no hacer, impulsada por lo único que la ha movido hasta allí. Tiende la mano, silenciosa... una petición en la que el gesto lo dice todo, más que con palabras -No, el espacio personal.. ahora no es necesario -un par de zancadas y lo encaró , no con orgullo y rabia, sí con nostalgia, sólo le pedía ese momento -Un conejito para ser cazado ¿eso quieres? ¿qué te cace? -murmuró divertida, inclinándose un tanto mas a su rostro...arrebatarle el carboncillo.. -Podemos perseguirnos por la pequeña habitación, como esos conejitos siempre y cuando sea yo quién te dé caza. -un tono divertido, una mirada azul que lo echaba de menos.

“You've shown me magic
Highs I've never felt before
Memories that I thank you for
From deep in my soul “




Los años transcurridos, les había cambiado a ambos pero aún quedaban matices de quiénes fueron en un pasado. Para la cazadora, Ezequiel O'Claude se convirtió en el interrogante que no logró descifrar, él le llegó a lo más profundo de su ser y afirmar que volvió a sentir algo remotamente parecido...sería mentir, engañarse a sí misma. Más que un amor perdido, él se convirtió en su remanso de paz, la ansiada libertad que él le otorgaba cuando sus dedos acariciaban el lienzo de su espalda, creando unas alas invisibles, aquellas que tanto había ansiado poseer y el cambiante sin pedir nada a cambio, se las regalaba cuando se encontraban.

¿Si cambió realmente? La forma de ver su realidad, la lucha interna con la Abbey que ante sus ojos veía pasar los días en la residencia Appleby, esperando que alguien la rescatase...ser la dama en apuros cuando jamás de los jamases sería. La opción de crear una nueva versión de ella misma, fuerte y tenaz, incapaz de dejar que aquellos que le hicieran mal en el pasado, volviesen para reclamar algo que no les pertenecía ¿cómo podrían ser dueños de su libertad?. Abbey Lynn Appleby, permaneció en la habitación lúgubre pero lujosa, sólo una sombra. Ahora, no tenía miedo de la realidad, ni de su destino pues ahora más que nunca, tomó el control de su vida.

-Alguien no logra cambiar ante los ojos de aquel que siempre la verá con la misma mirada limpia de la primera vez. -él solía llevarla a lugares en los que no hacía falta llevar la mejor de las ropas, los lujos perdían el valor que la clase alta le daba...menos ella. Se escapaba para perderse por las calles, descubrir lo maravilloso que podía ser la vida con cosas simples. Realmente dudó de desear acompañarla, ya no eran los de antes y al percatarse de ello, bajó un instante la mirada, buscando una respuesta que no encontró.

El pellizco en el estómago, la sensación de perdida pero ¿acaso fue suyo en algún momento?. No emitió palabra, se dio el placer de recorrer con las yemas de los dedos el interior de su brazo, dedicándole una leve caricia hasta enredar los dedos en los ajenos, señal de confianza absoluta. Creía y confiaba en él, ante todo, fueron compañeros de aventuras, el mejor que pudo encontrar en el viaje de la vida aunque ahora...los dos caminasen por caminos distintos.

-Ahora no soy la cazadora que busca información o está de misión, soy una joven más a la que has dibujado -quizás no debería confesarlo pero ¿cuándo se guardaba las cosas? Nunca. Tan sincera como hermosa, la sonrisa permaneció en todo momento en sus rosados labios -Mis misiones dieron sus frutos, buscaba a alguien entre esos seres que sólo se dedicaba a torturar a personas inocentes, ellos tendrían la respuesta a mi única pregunta. ¿Dónde estaría? Y me dieron una respuesta. -los pasos se fueron alejando de las calles bohemias, giraron hasta la plaza en donde les acogieron las anchas calles, sabía perfectamente dónde deseaba llevarle.

No le soltó de la mano, ante ellos se extendía uno de los edificios más altos de la ciudad de París. Abandonado, las personas más necesitadas, dónde no tenían más que un techo donde resguardarse. Hacía años nadie vivía allí, aún conservaba algunos muebles, fue una fábrica que en su día fue imprescindible para la ciudad. Lo condujo hacia unas escaleras de caracol, un sinfin de escalones hasta que por fin llegaron a lo más alto. Desde su posición, se podía apreciar la hermosa catedal de Notre Dome en todo su esplendor. Abbey soltó su mano para abrir una de las ventanas, apreciase la visión que ella observó en más de una ocasión. La espléndida y majestuosa torre apenas alumbrada

-Cada uno somos dueños de nuestro propio destino, de la libertad... y hoy te muestro una pequeña parte -permaneció en silencio, deleitándose con la hermosa vista que le ofrecía el edificio -Tuve que cambiar , tuve que hacerlo para encontrar mis respuestas...-él lo sabía, él era esa respuesta.-Hoy te dibujo las alas pero he de confesar que.. no recibirlas es extraño. ¿Y tú, Ezequiel has cambiado? Tu arte sigue intacto, nadie logrará dibujarme como tú...nunca

“I have faltered I have stumbled
I have found my feet again
I've been angry and I've been shaken
Found a new place to begin
My persistence to make a difference
Has led me safe into your hands”









Podías cambiar en apariencia, en la forma de comportarse pero jamás podrías evadir tu verdadera esencia y él, la seguía viendo a través de sus ojos de artista, brillando como una esplendorosa estrella. Y era mutuo, él seguía siendo el mismo, humilde y delicado, la elegancia de sus movimientos y su apariencia atractiva aunque descuidada. Conoció a muchos hombres en su vida, con importante apellido e increíblemente ricos, otros de humilde cuna pero siempre, se movía como pez en el agua con aquellos quién vivían día a día y mostraban una cara de la vida desconocido para todos aquellos señoritingos, la completa libertad, las costumbres y la tranquilidad de saber que nada ni nadie te juzgase.

Y él era el bohemio pintos quien no escondió en su boceto la luz interior de Abbey, dibujándola tal cómo era, sin juicios ni prejuicios, aceptando como era…por muy insufrible e imposible que resultase tratarla. Y cierto que él había calado hondo en la inglesa, sentimientos desconocidos y no alcanzaba a comprender ¿amor? ¿pasión? ¿deseo? Podía ser pero entre ellos había algo más que eso, el apoyo incondicional de alguien quien no soltaba la mano del otro pasase lo que pasase, la amistad y la complicidad que tal conllevaba.

-Lo sé pero a veces cambiar no es suficiente, reunir el valor para llevar a cabo ciertas decisiones que nos cambien la vida. Hemos caminado por diferentes caminos y míranos, volvemos a estar aquí después de tanto tiempo, los años no pasan en balde. -la costumbre de subir los peldaños de dos en dos no cambiaba, se adelantó hasta llegar a la meta en donde al girarse, le apremió con una sincera sonrisa, una risa escapó de sus labios de manzana en ese juego de niños -Los cambios son necesarios siempre y cuando no olvides…quién eres -lo decía más por sí misma, él pudo compmrobarlo al congelarse su sonrisa, los ojos azules de Abbey se cerraron, girándose a la ventana por la cual observó la ciudad, su habitual hogar en donde había encontrado por fin su sitio, su familia…seguían pululando los fantasmas del pasado.

Al no acercarse se extrañó, hablaba de cambios y no mentía, estaba dispuesto a mostrárselo de una buena vez, lejos de secretos, sin esconderse y no supo porqué pero sintió estaba preparada, conocía demasiados secretos que la ciudad escondía… ¿qué podía ser para sorprenderla? En sus mismos pasos, volvió a girarse para contemplarle, por instinto, se llevó la mano al cinto. Los ojos de la cazadora, no se perdieron ni un movimiento, ante ella la imagen del dibujante daba paso a un…can. ¿Un ser sobrenatural? La mano del cinto bajó hasta dejarla caer a la altura de sus piernas, intentando poner en su cabeza aún más en orden de lo que ya parecía un volcán a punto de hacer erupción.

Claro, las idas y venidas, las ausencias y la imposibilidad de saber dónde se encontraba. Poco a poco, se arrodilló ofreciéndole una de sus manos, sabía que no iba a atacarle, lo hubiese hecho en todo caso alguna de las otras ocasiones. Reconoció al can, un husky siberiano que en algún instante se había cruzado en su vida. Al notar el tacto en su pelaje cerró los ojos, el mismo tacto del cabello de Ezequiel, suave y sedoso, se perdió entre sus dedos y de los labios de la cazadora se escapó un largo suspiro. Frente contra frente, buscó una mirada conocida… y la halló, si supiese cuantas dudas acababa de resolver.

-Tenías que serlo, ¿qué si no? Tanto tiempo buscando respuestas, no estaba tan mal desencaminada. -seguía acariciándolo, su amigo se suponía era uno de sus enemigos pero Abbey no lo veía de esa forma -Te lo dije muchas veces, ni me gustaban los perros ni los mocosos y tú eres las dos cosas ¿qué haremos? -susurró divertida, sentándose en el suelo, esperando una respuesta por su parte pero ¿no era suficiente lo que habían visto sus ojos? -Maldita sea, cambias… -rió sin creerlo, esperaba algo mucho peor…su orden no atacaba a inocentes, protegía aquellos quiénes se encontraban en peligro y él por increíble que pareciese…siempre la mantuvo a salvo -Sé que me has ayudado muchas veces. Prometo no alzar mis amas si me dejas…protegerte aunque me da a mí que no te hace falta ¿no es cierto? Hablo con un perro, estupendo… -entornó los ojos y volvió a reír, como la primera vez.

“When the stars go blue”







¡Un sobrenatural! Las respuestas a las mil y una preguntas que se había hecho en todo este tiempo, por fin dio sus frutos ¡y cuánto se alegraba de ello!. Fueron confidentes, compañeros, amigos y ese sentimiento mutuo de apoyo en el otro, un pilar fundamental en el momento crucial de sus vidas. Él le enseñó el verdadero significado de la palabra “libertad” y ella a ser él mismo sin distinciones de raza o clase social, con él tuvo ese remanso de paz y justo en ese momento, volvió a brindárselo. Era el momento adecuado de quitar ambas máscaras, mirarse a los ojos y ver la verdadera esencia del otro, se aceptarían, comprenderían y serían por para siempre aliados y protector del otro, el escudo invisible capaz de soportar cualquier cosa y así lo sentía, por él sería capaz de arriesgar su propia vida y estaba segura que era lo mismo por su parte.

La sonrisa de la cazadora, se ensanchó dejando escapar una risa desde lo más hondo de su alma, se encontraba feliz y en paz, observando al can con sus propios ojos. Jamás lo había visto tan él, no podía estar más agradecida que compartiese su secreto, no odiarla por haberse convertido en un enemigo , nunca había dado caza a cambiantes, sólo se cruzó con uno hacía mucho tiempo y desde que la ayudó a salir victoriosa del enfrentamiento, para Abbey Lynn Appleby tenían su total admiración y lealtad, confianza. Y con la misma confianza, lo admiraba esperando a que ese hermoso can se convirtiese en el pintor bohemio, el cochero cordial y caballeroso, ese sería siempre Ezequiel.

-Hace un tiempo seguramente…hubiese salido corriendo como un lobo por la pradera -se echó a reír, dando un par de pasos hacia él y acercarse lo suficiente para admirar por la ventana, París los admiraba desde allí arriba, como si dos estrellas más fuesen del firmamento -Te lo permito, ya lo sabes. Me pregunté muchas veces porqué, pero el porqué no siempre da la respuesta…ni las palabras, si no los hechos. No te culpo, menos estoy enfadada pero ¡eres un perro! Quiero decir, eso. -el mar de dudas se esfumó y sólo quedaba las sonrisas cómplices, la promesa de que en cualquier momento o instante, estarían para el otro -No eres el único que se mete en líos. Hui de esa casa de endemoniadas señoritas, mi padre está en París. No es un cambiante, ¿os llamais así? No he estudiado aún sobre ello -bromeó, dándole con el codo en el brazo, revolverle el cabello y centrar su mirada a él, el tema de su padre le preocupaba y mucho , borró la sonrisa, la inquietaba y la lucha acababa de comenzar.

-Ya no somos unos mocosos y aunque andemos por caminos diferentes…-bajó la mirada, sus ojos azules como el mismo cielo se cerraron, hacía mucho llevaba demasiado cargo a sus espaldas y él fue el único que la vio tan transparente, no podía fingir y sería absurdo hacerlo, sabría que mentiría -Necesitaré tu ayuda. Eres cochero ¿no es cierto? Quiero saber más de mi padre, sus amistades, con quién hace sus trapicheos y… será suficiente para comenzar, porque le pienso dar caza. Él no merece permanecer en este mundo, sé que quizás me mires con otros ojos después de mis palabras pero tal como tú te has desnudado ante mí, yo quiero hacer lo mismo -abrió los ojos, quizás sus palabras quedaran en un malentendido -¡No esa clase de desnudo! -rió volviendo a su posición, lo que iba a confesarle le costaba, él pudo comprobarlo al notarla más nerviosa, cómo se mordía el labio inferior y suspiraba -Tengo que matarlo con mis propias manos, ha hecho mucho mal y aún hará más , no puedo permitir que doblegue a nadie más, salirse con la suya. Entendería que no quisieras ayudarme pero… no va volver a hacerlo, nunca más -los ojos de Abbey se volvieron cristalinos, a ella era a quién más había daño, no sólo su cuerpo, su mente y espíritu -Gracias. Significa mucho para mí saber que aún quedan personas en las que confiar, confío en ti, ahora y siempre. Te protegeré como sé qué harás conmigo pero sólo te pido eso y… una cosa más, no me detengas en mi propósito, mi padre es un monstruo y aunque parezca una locura…estoy dispuesta a hacerlo aunque con ello me cueste la vida

“We can see the whole world down below
We're walking the tightrope”





La risa de la manzana se unió a un silbido por lo bajo al nombrar que se convertía en lobo, se lo imaginó camuflándose entre las sombras como un lobo oscuro, tan oscuro como su cabello, el cual acarició en un descuido. Comprendió tantas cosas de golpe que en el pecho no cabía aún más alegría, antes en el pasado se sintió protegida por su presencia pero en ese momento supo que ninguno de los dos olvidaría la promesa que acababan de profesarse. La amistad, lealtad y confianza, llenaban el corazón de Abbey Lynn Appleby, le creyó después de tantas decepciones y desconfianzas, en él confiaba y viceversa, conocían sus secretos y siempre estarían ahí para el otro.

-Sé que mi lista es interminable, los enemigos están a la orden del día pero si no acabo con su mísera vida, mi existencia no tendría sentido. -tuvo que bajar el tono de su voz, sintió que se le empañaban los ojos y no de tristeza, rabia e impotencia…pues el simple hecho de pensar que ese hombre estuviese cerca de cualquier persona importante para ella, le hervía la sangre y sacaba ese carácter indomable y rebelde. Los ojos azules de la cazadora brillaban con intensidad entre las sombras, mirándole fijamente a los ojos y buscar no alejarlo con sus palabras y sus intenciones. No solía hablar de sus propósitos pero él no era cualquiera.

-Alguien quien vuelve tu vida un infierno y su único propósito es arrebatártelo todo… -dejó la frase a medias, no quería preocuparlo, en todo este tiempo se había forjado con la mejor orden de cazadores, estaba más que preparada pero…todo a su tiempo, atacar sin más y llevar la justicia por tu mano donde la rabia te ciega y no piensas más en que en matar con tus propias manos a ese gusano miserable…no, esperaría el momento perfecto -Tuve que sobrevivir en un mundo en el que no sentía que es mi lugar, lo sabes. Y él…él intentó moldearme como una escultura de barro que modificar a su antojo y no se lo permití, no iba a ser una muñeca más en su colección pues ya tiene a mis hermanas. Me obligó a tomar decisiones, despedirme de quién fue en algún momento importante en mi vida… -sonrió de forma leve por su caricia reparadora, desviando la mirada al paisaje, si iba a vestirse…¿estaba desnudo? No había desviado ni un ápice la mirada de los ojos pardos del cambiante.

-Siempre tan desvergonzado, te parecerá bonito intentar sonrojarme… he visto a muchos hombres desnudos, cuando son torturados pierden ese toque… -bromeó con una sonrisa divertida, ¿hablaba en serio? -Hubo alguien que me hizo volver a sonreír pero como ya sabes tengo un don para perder lo que pueda llegar a importarme, pasó hace un tiempo…pero no el suficiente, a veces echo de menos ciertas cosas. El amor no sé si esté forjado para mí, de hecho creo que si me llegase a enamorar de alguien intentaría por todos los medios no mezclarlo en mi mundo, no al menos hasta que ese hombre sea cenizas. No puedo ver caer a más nadie, ser vulnerable ante el conocimiento de esas bestias…perder a alguien más…no sé si pueda…. -negó con la cabeza, se había ido por las ramas -Sólo tenerle vigilado, informarme de los cambios…con quién va y que lugares frecuenta, sólo si lo ves ejerciendo tu profesión de cochero no tienes que seguirle, ya tengo a mis guardianes es simplemente por precaución, por si se me escapa algo…tampoco quiero inmiscuirte y levantar sospechas, no te pasará nada. Lo sabes - una promesa que acababa de sellar con una caricia con los puños cerrados, golpeando con suavidad su barbilla y sonreírle -Y ahora quiero que me cuentes, ¿qué tal por París? ¿eres feliz, Eze? Estoy segura de que alguien como tú haya encontrado su paz. Y lo sé, no voy a detenerte pero si luchas, lucharemos juntos -

Volvió a mirar por la ventana, poco a poco comenzaba a amanecer, antes salía huyendo pero ahora… no, ya no era esa joven que por miedo volvía a su infierno.

-El amanecer nos ha pillado en plenas confesiones -volvió a mirarle, la gratitud y el cariño reflejado en sus ojos -Gracias

“But it's all an adventure
That comes with a breathtaking view
Walking a tightrope”



La comprensión por parte del cambiante, la arropó por esa noche y esas horas en las que volvía a ser en parte aquella joven despreocupada que luchaba por conseguir su libertad. Durante todo este tiempo, ante todo habían sido amigos, siempre se encontraron en diferentes puntos de sus vidas y en el mismo punto de partida en donde comenzó todo. Nada era más fuerte que el lazo invisible que los unía, el de la amistad y lealtad, estuvieron por el otro en los momentos más difíciles, también vivieron momentos más íntimos y felices pero nunca estuvo ausente el abrazo amigo, la mano tendida y la sonrisa sincera.

La broma de la tortura consiguió hacerle reír, relajando el momento y la tensión de hablar de ese desgraciado. No le sorprendió que la entendiese pero sí temió difuminar la imagen que ya tenía de ella pero sólo había que leerlo en su mirada, creía en su palabra y eso valía más que cualquier tesoro. Una sincera sonrisa, apareció en los labios de la cazadora al nombrar el tema del amor, un tema del que huía y obró en ciertos momentos como no debió pero así era Abbey Lynn Appleby, prefería dejar marchar a permanecer y exponer ante el peligro. Rememoró ciertos momentos, no muy lejanos en los que realmente fue ella misma pero como bien sabía sólo eran recuerdos que ya no volverían.

-Nadie querría en su vida a una dama que tortura hombres, aunque mirándolo de esa manera…cada mujer tortura a su hombre a su modo -bromeó sin perder la sonrisa, una que se congeló pues no sabía bien qué responder sobre sí misma, dejó marchar y alzó el muro aún más alto -No sería honesta pero no puedo permitirme ver caer a quiénes me importan, sé que me llamarás cabezota pero es lo que pienso aunque… si alguien decide luchar a mi lado sea el momento que sea, te prometo aceptaré ser su escudo y viceversa. Tomaré tu consejo y no le hablaré de las torturas, al menos me dure un poco -lo miró de reojo seguido de una risa divertida, en el fondo sí se preguntó cómo sería encontrar ese alma afín, alejar es la peor de las decisiones.

-De acuerdo. Y gracias. No creo que nadie sospeche de un chucho vagando por las calles -despeinó su cabello, llamarlo “chucho” se había convertido en una costumbre. Al oírle profundizar en la historia del período de tiempo sin verse, decidió tomar asiento en el suelo, apoyando la espalda en la madera vieja, pudo oírla crujir. Esa parte de la historia no la conocía, la melancolía y la desesperanza terminó por alejar al cambiante de su familiar, al menos ahora lo encontraba en paz y seguro de sus decisiones. -Buscar tus raíces a veces no es lo que esperamos pero por el camino sin quererlo o sin proponerlo, echamos las propias y nos terminamos anclando incluso en un lugar donde jamás creímos permanecer. Sabes que te deseo toda la felicidad y es cierto que nunca se sabe cuándo se es completamente feliz, si alguien te hace feliz y termina siendo tu razón de ser…te copio el consejo, no la alejes te arrepentirás cada segundo de tu vida -la sinceridad ganó en la balanza, Ezequiel tenía conocimiento que Abbey no solía hablar de sentimientos pero en este caso, era el mejor consejo que podía darle.

-Ahora vivo en la casa donde se hospedan la Orden de Cazadores de Hellsing. Mi padre como sabes se encuentra en París, la residencia Appleby se asemeja más a un manicomio que a una escuela de señoritas -las tripas de la manzana rugieron con ganas, cerró un ojo acariciando su vientre sobre la ropa -¿Por qué no te invito a un café? Y en una semana, vernos en la misma cafetería, puedes venir como chucho o chucho humano -le ofreció su mano para que le ayudase a levantar y una vez en pie, lo miró a los ojos con una gran sonrisa -Eres un amigo, yo tampoco te fallaré, aún no lo he hecho y ven aquí, tranquilo que no pienso torturarte, te salvas pero …. -se lanzó a abrazarlo con fuerza, cuando sientes que caes lo que necesitas es refugiarte en el abrazo más sincero, quién mejor el de un amigo -Y no quiero burlas, no me he emocionado -sus orbes azules brillaban, tenerle como amigo significaba mucho para ella.

“I’ll be there for you”





Encontrar a alguien no se había convertido en su propósito, no al menos en ese sentido ¿buscar el amor? Él mejor que nadie sabía que era nefasta en ser afectiva, en soñar con el compañero que caminase a su lado toda la vida, siempre se había imaginado envejeciendo sola frente una chimenea, con su taza de té y una sonrisa de satisfacción por haber intentado hacer un mundo mejor en medio del caos que se encontraba París.

Una sonrisa se dibujó en los labios de la cazadora pues sabía que no tardaría en encontrar a ese alguien que nos hace aún más especiales, Ezequiel lo era pero de un modo especial diferente para Abbey, jamás dejó de ser su apoyo incondicional pese al tiempo transcurrido desde que se conocieron en las calles de la ciudad parisina. Aceptó la invitación con un asentimiento de cabeza a medida que se incorporaba con su ayuda, en pequeños gestos se mostraban las grandes personas y ante ella, una de las más importantes en su vida.

-Me debes entonces muchas porciones de tarta de manzana, tu trabajo de cochero no te da para tanto, ya sabes que como demasiado -bromeó enarcando una ceja, sin soltar su mano le dedicó una breve sonrisa de lo más agradecida, necesitó el momento de saber que su amigo estaría allí, a su lado y poder evadirse de la realidad, recordando viejos tiempos en las que la complicidad no cambió -Maldita sea, sabía que harías eso -cerró un ojo al beso, devolviéndoselo en la otra mejilla pero fugaz, apenas un roce…y ese roce se convirtió en una sucesión de besos sonoros tan solo para que el cambiante se burlase de ello -¿No vas a invitarme por todos estos años? Te devuelvo los besos molestos que no te he dado, me acabas de estrujar entre tus endebles brazos -

Sí, estaba contenta y mucho, no lo ocultaba. Ese beso en la frente le provocó reír por lo bajo, entornando los ojos como una niña traviesa que está a punto de hacer de las suyas y así fue, a medida que se acercaban a la puerta, los finos dedos de la cazadora buscaron cosquillas en los costados del cambiante hasta que rompiese a reír a carcajadas, como dos niños que acababan de encontrarse y no pudiesen evitar causar sonrisa y risas en el otro.

-Sabes de sobra que prefiero lugares más acogedores y sin tanta etiqueta, sé dónde llevarte, es perfecto -el invierno les daba la bienvenida, a esas horas una suave neblina cubría las calles. Sus pasos los guiaron hasta una pequeña calle, pequeños comercios que pasaban de generación en generación, artesanos y bohemios, tal como era de esperar. Ya prendía la luz dentro de una pequeña cafetería, una de sus favoritas. Se encontraba vacía, nada más entrar el olor a café recién hecho se mezclaba con el exquisito olor de los dulces que procesaron para venderlos a primera hora de la mañana -Los mejores croisants y bizcochos de París, puedes pedir del sabor que desees, te recomiendo el de chocolate y ya de paso me pones al corriente de tu vuelta a la ciudad, espero que me digas que no te irás nunca más ¿con quién voy a desayunar a las siete de la mañana sin dormir durante toda la noche? Siempre terminamos hablando y hablando sin parar y… lo echaba de menos. Suelo venir sola, esta vez de invitada… ¿qué puedo pedir más?

Se le antojó un momento muy familiar como si jamás se hubiese marchado, el tiempo se detuviese.

-Si me acompañas a una de esas fiestas sin sentido ¿te quedarás más tranquilo? Prefiero que seas mi cochero personal. Un matrimonio recién llegado de España hará una fiesta de presentación, la orden está invitada y no sólo acudiré a presentar mis respetos, alguien con quien tengo que verme asistirá ¿vendrás? Sólo iré yo. Y esa persona, no es cualquiera.. -sin duda olía a que lo sobrenatural le acompañaría esa noche.