Remember...[privado]

Recuerdo del primer mensaje :

And I've been shaken,
Found a new place to begin.
And my persistence to make a difference,
Has led me safe into your hands.
In this life “


La vida dio un giro inesperado desde que abandonó la residencia en donde intentaban reformarla, recordarle lo que debía ser. Una vida cuadriculada sin más miramiento al futuro que tener un marido al que dar hijos y acompañarle con una fingida sonrisa a todas partes. No consideraba la opción de acertar su destino, sí escribirlo a su manera. Aún quedaba tanto por vivir, experimentar, conocer... que estaba dispuesta a abandonar su vida acomodada para adentrarse en la mayor aventura: vivir.

La palabra “vida” , una palabra cuyo significado careció de sentido hasta que aquella noche, de madrugada...escapó de aquel lugar en donde pasó gran parte de su adolescencia. Ya no era ninguna niña, hacía mucho que dejó de serlo y no sólo en aspecto. Las circunstancias de la vida les había llevado hasta allí, a la bohemia y elegante París ¿con qué fin? Encontrarse a sí misma, buscar su propio camino y recorrerlo sin importar las piedras y muros, escalar hasta lo más alto y conseguir estar bien consigo.

No había noche que no desapareciese de su lujosa habitación, adentrándose en los lugares en los que “una señorita” no debería y sin embargo, era dónde mejor se encontraba y la acogían. Las personas que conoció a lo largo de este viaje, en tierras parisinas, le devolvieron esa esencia perdida. Esa alma rebelde, traviesa y alocada, alguien que no temía a nada ni a nadie pues ¿qué era el miedo? Sentimiento que terminaba haciéndote débil, expuesto a los demás.

Y fue valiente las veces que cruzó Paris para buscar a esa persona a fin, le aportó y definió ese matiz olvidado, el de la inocencia y la dulzura. La antigua Abbey se enamoró de aquel joven artista, sin importarle otra cosa que terminar llamando a su puerta , hasta que le abriese y no sólo entrar en su casa, si no en otro lugar mucho más prohibido que cualquier antro, persona o lugar no apropiado para su clase. Él le llegó al corazón, no se olvidaba a quien se había amado, era un hecho.

Y esa noche, salió dispuesta a dejar su oficio de cazadora , no perseguir demonios por unas horas...volver de algún modo ser esa joven soñadora que contemplaba la vida sencilla como el más magnífico de los descubrimientos. Ataviada con un sencillo vestido azul oscuro, sin vuelo, mangas acabadas en encaje negro, al igual que la cintura y el escote, resaltando su mirada. El cabello recogido en una coleta alta, solía llevarlo suelto pero esa noche hizo excepción.

Su destino estaba decidido, se adentraría en las calles en donde los bohemios mostraban su arte sin vergüenza, representaciones teatrales, cantantes que se ganaban el pan dándolo todo... talentos perdidos por unas miseras monedas. La prostitución estaba a la orden del día, gente de distintas razas, sobrenaturales, humanos... una mezcla en la que allí no existía el color.

Un par de preguntas, le llevaron a un pequeño callejón iluminado con luz tenue. No era la primera vez que recorría aquellas baldosas de piedra, la humedad le hizo estremecerse, abrazándose a sí misma y pasar las palmas por sus brazos, intentando calentarlos. Y pudo vislumbrar entre tanta gente , la silueta de alguien conocido que en silencio... volvía a dibujar, una realidad que pocos veían. Ante él, esperó volviese la vista al frente y como la imagen de un triste recuerdo, sonrió dejando un par de monedas ante él.

-Un dibujo -las palabras siempre habían sobrado, ahora sólo quedaba el reencuentro, imaginar por un segundo que el tiempo se ha reducido a ese simple momento.

Dear life,
Thanks for all, for your friendship…
Unconditional




Él sin querer, acababa de lanzar al aire una promesa futura que esperaba cumpliese “por todos los que vendrán”, necesitaba ese abrazo reparador de su compañía, de palabras reconfortadoras y plagadas de confianza. Él sería por y para siempre importante, entre ellos siempre hubo esa confianza única que los unía a ambos aún con más fuerza. La sonrisa de Abbey resplandecía como el tímido sol que asomaba por el horizonte, los cristales de las ventanas se encontraban empañados por la diferencia de temperatura dentro y fuera de aquel lugar.

-Sabes que siempre estuve más cómoda sin tanto lujo y demás, por eso me escapaba por las noches y lo que no eran las noches, al pobre señor Gilles lo volví loco pero me quería en el fondo - perdió la vista en el cristal empañado, el recuerdo de una de las personas más importantes en su vida y ya no se encontraba en ésta, le entristecía pero jamás perdía la compostura. El cambiante que la conocía, pudo observar como sus ojos azules se empañaban ligeramente, echaba en falta a ese hombre -Sí, me acostumbré a su compañía, a sus regañinas y consejos… a veces lo busco sin darme cuenta, miro por encima de mi hombro por si me sigue -se le escapó una risa, dándole un toque de humor a la situación, sin querer se había vuelto seria.

-Comprendo que tu trabajo de guardián no sea recompensado, es duro pero reconfortante, te conozco lo suficiente para saber tal cosa. Tiene suerte tu protegida, está en buenas patas, iba a decir manos pero dado el descubrimiento -atrapó la nariz entre sus dedos y tiró de ésta en un gesto de lo más cercano y cariñoso -Te parecerá una tontería pero…siempre supe que estuviste ahí, siguiendo mis pasos y saber que estuviste ahí, no sé cómo podré agradecértelo -sonrió ampliamente, agradeciendo con una sonrisa a la mesera -Un té con miel y creo que …de momento eso , gracias -pasó desapercibido el pedido secreto y suspiró, recordando a todas esas personas de su pasado, las que tuvo que decir adiós y las que se quedaron…al menos el sacrificio valió la pena.

-Sé que no notaré que estás, al menos aparece para asegurarte que no pasará nada y me concedes un baile, aunque sea hasta el carruaje -en cuanto dispusieron el plato con la porción de tarta de manzana, se relamió instantáneamente -Aunque no lo creas ¡llevo mucho sin comerla! Las viejas costumbres siguen intactas porque me siguen encantando, gracias -revolvió su pelo y cortó un trozo para dársela a probar, no le habló del tema del protegido, no quería indagar en el asunto por si se estaba metiendo en donde no debía, la vida de ambos había cambiado tanto en esos años que no podía creer como juntos seguían siendo los mismos -Protegeré tu vida y de quién me pidas, ahora puedo afirmarlo, es una promesa ¿de acuerdo? Y no me digas que no hace falta, quiero que lo sepas, háblame de tu protegida y de ese brillo en tu mirada… no me engañas, a mí no, Eze -probó un trozo de tarta de manzana y se relamió, los viejos tiempos, aquella tarde en la cafetería en donde tuvieron su primer encuentro, uno inolvidable por todos los que vendrían -¿Cuánto tiempo te quedarás en París? Necesito saber si puedo contar contigo durante el invierno, mi padre permanecerá aquí hasta que llegue el buen tiempo y regrese a Londres, es algo que sé de seguro y de antemano-durante el invierno presentía que todo cambiaría.

Todo estaba a punto de comenza.

It’s everything you ever want…
It’s everything you ever need…





El calor del tacto de sus manos la reconfortó, nadie le había dedicado palabras tan reparadores en referencia a la pérdida del señor Gilles. Le dedicó una sonrisa de total agradecimiento, apretando la diestra del cambiante entre las de la manzana, un gesto cariñoso y silencioso muy significativo para ella, contaba con su apoyo y comprensión y eso valía más que cualquier otra cosa.

-Creo que ahora te sería más difícil encontrarme, es mi habilidad más latente, también me ayudó la de la puntería que siempre tuve en lanzar platos a la cabeza a mi dear padre, fallaba…hasta que un buen día, dejé de fallar y en vez de platos, fueron dolores de cabeza aún peores -movió las cejas de lo más divertida, el olor de la tarta de manzana volvió a acaparar todos su sentidos y atención, cuando se trataba de ese dulce en especial todo desaparecía de su alrededor.

Con toda atención, oyó cada palabra, Ezequiel no solía hablar de sí mismo y cuando se abría, lo hacía con el corazón. Él siempre había protegido con todo su ser a quiénes para él era importante y parecía que esa persona lo era. Dejó de comer, sus palabras la absorbieron por completo, su resumen estaba siendo muy intenso, cargado de datos que procesaba despacio. ¿Le dieron una paliza? La preocupación se reflejó en sus ojos azules, buscando con la mirada alguna secuela, la enfureció tanto que apretó con fuerza los puños, clavándose en tenedor en la palma.

-Espero que no te dejasen secuelas, son hombres muertos. Soy una simple humana, no tengo ningún poder pero mis habilidades superan lo suficiente para cargarme a quién sea, mejor que no me busquen las cosquillas ¿Estás bien? -la última pregunta, con un deje de preocupación, suspiró al oír que se quedaría en París por una temporada, ella se había anclado allí con la Orden de cazadores y a no ser que la mandasen de misión a otro país o ciudad, no se iría de quién le brindó la posibilidad de ser quién es ahora, en quién se había llegado a convertir.

-Lo intentaré, te lo prometo pero no puedo prometerte en que si puedo no mezclarte en ellos, haré lo que sea -asintió saboreando su último trozo de tarta de manzana, el sabor en sus labios del dulce le provocaba una sensación tan placentera. -Nos vemos en un par de semanas, te mandaré una nota con los detalles pero…ya te advierto que tienes que dejar tu ropa de bohemio para enfundarte en un traje, ¡no pongas esa cara! Me encargo de ello, intentaré no tenga tantos adornos…quién sabe a lo mejor hasta es de tu gusto y prefieres vestir así por siempre -bromeó atrapando su nariz y negar con la cabeza -Vale, ya paro. Contar contigo, es lo mejor que tengo, Eze. Saber que siempre estarás ahí me da fuerzas para seguir, no rendirme… hasta que no consiga eliminar a ese hombre de este mundo, mi descanso será…imposible -se levantó como un resorte, esperando que él hiciese lo mismo y sonrió, saliendo junto a él de la cafetería.

Ya había amanecido, el sol lucía espléndido en el cielo aunque las bajas temperaturas le provocaron un escalofrío general por todo el cuerpo.

-¿Hasta entonces? Nos vemos dentro, justo en el centro del salón a la hora acordada en la nota ¿de acuerdo? No te metas en problemas, O’Claude -repitió con el mismo tono que él, robándole un beso en la mejilla, ese sí que tenía que saber a manzana, la misma a la que él le había invitado.