AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Le trône du diable [Privado]
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Le trône du diable [Privado]
Un violinista asesina con su sinfonía
El dolor es demasiado impuro para esconder, entonando puentes de suspiros ¿De donde provenían? La maldita audiencia se halla en espera del violinista, con sus putrefactos corazones, y espíritus tormentosos que buscan respuesta de la inmortalidad de unas notas, de la belleza horrorosa que emana el único desquiciado que ha logrado subir el telón de cualquier teatrillo, de ese teatro de los vampiros que simplemente era una burla contra el diablo para este tuerto, donde solo su ojo sobrante es un hueco más y se hunde en el recibimiento de los imbéciles mortales e inmortales que juegan el rol de la desesperación de una supervivencia, entregándose a jugar el jueguito de que el muerto es el nuevo vivo, ¡Vaya estupidez! Son enemigos de la linfa, son el ataúd de donde nunca ganaran, dependiendo de los hilos de la vibración musical, obsesionado a quienes le miren a atraer la muerte, darles de la probada de un veneno y hacerle un corte con el cuchillo que amenaza ese arco con la melancolía acompañada.
Así ideado para esconder la mentira de un amante, bajo el arco que sujeta hacia la ejecución de una siniestra melodía, porque, había una historia que debía ser escuchada, exigiendo así mismo para interpretar esos torbellinos sentires un conjunto de movimientos sublimes, empezando con un larghetto affettuoso y es como su presencia trasluce en el escenario, caminando al dejar que el rostro se expusiera ante el hueco agusanado —lo quería ver repleto de insectos y gusanos escurriendo de él, tanto se odia que está creando un arte consigo mismo— ¡Si supieran que eso era real! ¡Si miraran, se darían cuenta que se está pudriendo...No solo su carne sino también el vacío!... ¡No la oculta! No hay máscara en ese acto, camina sobre la sangre imaginada que quiere derramar entre sus manos—la madera refinada era un terciopelo alabado por el infierno— aumentando la vibración al permanecer en medio del escenario, balanceando de un lado a otro sus cabellos, transcribiendo con el conjunto de notas, despliegues, sentimiento a la historia:
Inicia con una pesadilla, antes el diablo le pedía el alma y a cambio de ello le brindaría unas manos mágicas que interpretaran al violín acorde a una belleza excepcional, pero no basto solo el alma, comenzaba a ser atormentado, la música se apoderaba de él, se perdía en el limbo que estaba siendo el sirviente del diablo, eso quería aquel demonio, no había pacto escrito más que el de la sangre, un nuevo sirviente que cumplia los deseos de quien le entregó la música, quien hizo a una imagen y semejanza de una nota a este inmortal, ¡Cuan grande fue el asombro al oír una sonata tan maravillosa y hermosa, interpretada con tanto arte e inteligencia, como nunca había pensando en sus más intrépidos sueños!...
De la misma forma en la que está enloqueciendo el violinista, combatiendo porque esa pesadilla cese, arrojar esa imagen a quien le sirve, ¡No la quiere! cae al pozo de la alternancia rápida de dos notas separadas por el intervalo de un tono, una mayor y la otra menor.
…¡Ya no soy tu sirviente— él gritaba afónico con su violín.
—Tu no eres mi señor…—la rapidez con la que se mueve, sus manos desaparecen, la música está fluyendo y un terror que nadie se imagina que está ocurriendo es lo que alienta al poseído violinista..
—¡Alejate! ¡libérame! — la furia, la desesperación se aferraban, estaba cediendo su templo a la música, completamente se desvanecía, estaba cediendo al diablo nuevamente.
Y la velocidad llegó a un allegro moderato, siendo retenido a seguir con los siameses de gritos ahogados,¡Que alguien le detenga! ¡Está destruyendo las cuerdas del violín! ¡Pobre caja que sufre el daño del inmortal! Transmitiendo el padecer, el fallo consigo mismo, bien resonó las últimas palabras de ese ensueño; «La conciencia es enemiga de la sanidad, desde la primera vez que escuchas el grito, nunca para»
Y desde entonces obligado a gritar con andante, entregando esa pesadilla al público, la velocidad de la pieza expresaba, agitado ante ese reloj representante, el tiempo iba más allá de esa velocidad, siendo el ritmo quien le detenga, esta yendo hacia la destrucción del instrumento y habría dicho adiós a la música nuevamente, pero esta vez para siempre, si hubiera tenido que vivir sin el goce se ofreceria como el titiritero de un violín más y esto se predecía con el allegro assai-andante-allegro assai.
Rendido entregó sus manos, no hacía falta que se las cortaran, le arrebataron su esencia, el descontrol lo formuló en el temblor de las cuerdas, emitiendo un llanto terrorífico como ofrenda al sacrificio, salvar el acto final con la misma tortura, intercalando la burla, la locura y el perjuicio unidos por un funesto instante donde dominó la tragedia al decorar el funeral sin que se destruya más su compañero, ¡Su desfigurado violín! Rindiendo homenaje a él, al concluir cuando cayó de rodillas lentamente, al compás de la última sinfonía.
Él seguía de rodillas, sobraban las palabras esta vez, que en cuanto el telón se le vino abajo, era él quien cerraría con broche de oro esa noche, y fue así que se llevó aplausos, lágrimas, temblores, rosas, y algo más, la linfa entre sus manos era lo único que faltaba, que volvió a tomar el violín, haciendo un llamado para un querubín que avanzara al sendero de la muerte. Mientras que los demás siguen su andar, al irse alejando del pasillo y de la salida principal…
Tenía que ser un pequeño yendo a los brazos del inmortal y que suplante al violín, quiere crear música con un templo, fluir con el alimento del vino, destrozarlo al demostrar que sigue teniendo el control de sí mismo y no es la maldita pesadilla quien lo transforma.
Y lentamente interpreta la pieza siguiente del trono sangriento, realizar un sacrificio porque sea liberado y posee de quien devoraría, que si un alma necesitaba ofrecería la más pura, aquel ser que las puertas del paraíso las tiene abiertas. Lo cual algo sublime se iba acercando, un pequeño de rizos dorados apasionado por lo que cree que es una canción de cuna, hecho que le hizo maquillar una media sonrisa y tocar para ese pequeño con el ojo fijo en su silueta al presentarse definidamente, invitándolo a subir al escenario, llamándolo como su corazón al bombardear le atraían, realmente era una maravilla su perfume, esa vida como la de una flor desprendiendo sus pétalos, la naturaleza le recorrían por las venas que quiso y matarlo, seducido al hipnotizarlo, drogarlo con sus sentidos, marearlo en lo que se acercaba, disminuyendo la fuerza, que cayó el pequeño y soltó el violín junto con el arco, para cogerlo entre sus brazos, algo más hubo en esa mirada, lo condujo a una ilusión que en cuanto lo obtuvo unos aplausos más resonaron en el aura y este con su nuevo instrumento que enfoco la mirada al frente, ¿Quien era? Era un espíritu atormentado por el arte que presenció.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Le trône du diable [Privado]
Dicen que en París hay una luz rota por quien dejo de sonreír, tableros existenciales que dejaron de existir para convertirse en un juego que nadie quisiera vivir.. esos que las luces en mortales se empeñan en extinguir, que los tableros del juego de la vida fueron a destruir, te dan máscaras, disfraces para que con tu propia comida puedas convivir, solo te dan los mortales esbozos de vida que pronto con o sin su instrucción tendrás que extinguir si quieres vivir… esos demonios jamás se imaginan lo que significa para una persona que ellos osaron por vanidad en convertir ver a otra morir y lo que ese ser tendrá que sufrir.
Lo mío había sido un error.. o quizás no, al final mi transformación solo fue el pago que debía retribuir cuando mi plan fracaso, jamás en momento alguno contemple semejante situación, creo de todo sobre mi maldito creador, creo que al final me mataría y todo terminaría, creí que tomando mi vida en paz se quedaría y yo no vería nada de mis aliados y sus caídas, pero al parecer razón tenía, aun recordaba las palabras que tanto me dolían, para siempre viviría, contemplando las fugas de las vidas en aquel liquido que de los inocentes extraería, aquel fantasma infernal sabia que la muerte me libraría y no me castigaría, sabia que de todo era valiente pero de quitarme la vida sentiría cobardía por mucho que la odiaría, él me conocía y yo que creía que todo de el sabia resulto una mentira.
Después de que mi víctima y yo estuviésemos en agonía y tras ese pensamiento fatal que me perseguía, pensé en caminar por las calles vacías, disfrutar de las noche fría, observar las estrellas en el firmamento desde las lejanías, oculto entre sombras para no mostrar la máscara que a más de uno aterraría, aquella a la que condenado siempre estaría, mi piel seca a la luz nunca más expondría, por sus orificios todo veja, cada fragancia percibía y fue por ese medio que llegue hasta el imponente teatro donde inmortales tocarían, donde humanos e inhumanos se reunían, donde des algunas noches atrás había percibido la más dulce de las sinfonías de manos de algún habilidoso violinista.
Entre entonces al recinto, quede embelesado por su decorado artístico, escenario más perfecto no podía escogido para desahogar mi sufrimiento, había humanos, pero sobre todo había vampiros, criaturas improvisando para mi en el teatro del vicio, sus muertes serian ofrecidas en sacrificio para aquel ideal que dentro de mi continuaba vivo, inmortales debían morir en mis manos por venganza y salvación de los humanos, a cada uno los observe con cuidado, personas elegantes y caballeros sofisticados eran los disfraces por ellos más utilizados, la mayoría de los acaudalados eran condenados, un desfile de muerte y suciedad desprendido de la inmortalidad que como era claro con ellos no me iba mezclar, por el contrario detrás de un pilar me dispuse a observar, mientras mis sentidos la función y sus sonidos se disponían a disfrutar.
Entrado estaba en mi pensar que nunca vi el tiempo pasar, detrás de la máscara los ojos cada rostro se puso a escrutar, mortales mataría para tomar fuerzas y matar a los vampiros que pudiera, a esas alimañas perversas que merecían infernales condenas.
Más de pronto en medio de aquel bullicio, un sonido estridente lleno el vacío, un violín era tocado por un vampiro que en mi vida como cazador había visto, las notas discordantes, las escalas penetrantes que eran más que sobrenaturales llegaron a mi alma y sus recónditos lugares, cerré los ojos entonces y por vez primera sentía paz durante la noche, la máscara entre sombras se escondió al tiempo que la melodía me envolvió, después lleve mi cabeza adelante observando al músico con atención, los detalles de su rostro, sus cabellos de mediana altura moviendo de un lado a otro… un prodigioso demonio de aire melancólico, sentí por dentro algo que me quemaba el putrefacto pecho, lo envidie porque supongo que así seria mi rostro de no ser quemado en el incendio, lo odie y lo ame por su talento, un musical veneno del que no solamente yo había sido preso, todos estaban callados y atentos, todos con los ojos en el violinista puestos.
La gente se puso en pie en medio de ovaciones y felicitaciones, flores de múltiples colores y entre ella una rosa de un carmín intenso y centelleante, aplaudí en medio de los presentes al retirarse, los deje marcharse porque ahora era otro el que mi atención osaba a ocuparle, de los otros ya ubicados me encargaría más tarde.
Así no solamente el elenco responsable de la obra sale para disfrutar de los manjares mortales, el elenco que tenia en butacas por delante de a poco el teatro comenzaba a abandonarle, ese telón de fondo se descarapela y los decorados se tambalean, mis actores, la sociedad y espectadores era tragado por la incertidumbre de la noche al salir por la puerta rumbo a sus coches tirados por fuertes corceles, jamás se percataron de una pálida sombra sonriéndoles permanentemente, hay un asesino que se quedaría en el recinto, pues presentía que un muerto habría hoy entre los pasillos, malditos dones inmortales de los que todavía no tenia absoluto dominio.
Las puertas parecieron cerrarse entonces cuando en el camino apareció un niño de dorados rizos, embelesado como un mosquito a la luz de cualquier faro encendido, la música seguía sonando el violinista todavía no se había ido, era hora de ser el vampiro contradictorio que había prometido.
De mi cinturón se desprendió un cuchillo, el viejo filo de plata con el que habían sido construidos, mis pasos trataban de navegar en el sigilo pero debí saber que sus dones como vampiro le tendrán sobre mi advertido, sosteniendo al muchacho en sus brazos, casi como si estuviese dormido, me vi embravecido, podría matar a medio Paris pero jamás con ser inocente fundir mi veneno, mi sufrir, no era capaz de verlo morir -¿Cuántas veces, con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas, engañamos al diablo mismo?- hable desde un pequeño rincón escondido detrás del telón -Parezco un santo, cuando en realidad encarno el papel del diablo- hable de su aspecto cuando lo tuve a mi cercano -Deja a ese humano, búscate otro que no tenga el cielo ganado- a él me quede mirando con el arma apuntando en caso de que siguiera con el plan de matarlo -Créeme tu música me ha fascinado, pero eso no quitará que si le haces algo, esto pase de una cortes invitación a un enfrentamiento entre condenados- insistí escondido tras bambalinas y escenografías.
Lo mío había sido un error.. o quizás no, al final mi transformación solo fue el pago que debía retribuir cuando mi plan fracaso, jamás en momento alguno contemple semejante situación, creo de todo sobre mi maldito creador, creo que al final me mataría y todo terminaría, creí que tomando mi vida en paz se quedaría y yo no vería nada de mis aliados y sus caídas, pero al parecer razón tenía, aun recordaba las palabras que tanto me dolían, para siempre viviría, contemplando las fugas de las vidas en aquel liquido que de los inocentes extraería, aquel fantasma infernal sabia que la muerte me libraría y no me castigaría, sabia que de todo era valiente pero de quitarme la vida sentiría cobardía por mucho que la odiaría, él me conocía y yo que creía que todo de el sabia resulto una mentira.
Después de que mi víctima y yo estuviésemos en agonía y tras ese pensamiento fatal que me perseguía, pensé en caminar por las calles vacías, disfrutar de las noche fría, observar las estrellas en el firmamento desde las lejanías, oculto entre sombras para no mostrar la máscara que a más de uno aterraría, aquella a la que condenado siempre estaría, mi piel seca a la luz nunca más expondría, por sus orificios todo veja, cada fragancia percibía y fue por ese medio que llegue hasta el imponente teatro donde inmortales tocarían, donde humanos e inhumanos se reunían, donde des algunas noches atrás había percibido la más dulce de las sinfonías de manos de algún habilidoso violinista.
Entre entonces al recinto, quede embelesado por su decorado artístico, escenario más perfecto no podía escogido para desahogar mi sufrimiento, había humanos, pero sobre todo había vampiros, criaturas improvisando para mi en el teatro del vicio, sus muertes serian ofrecidas en sacrificio para aquel ideal que dentro de mi continuaba vivo, inmortales debían morir en mis manos por venganza y salvación de los humanos, a cada uno los observe con cuidado, personas elegantes y caballeros sofisticados eran los disfraces por ellos más utilizados, la mayoría de los acaudalados eran condenados, un desfile de muerte y suciedad desprendido de la inmortalidad que como era claro con ellos no me iba mezclar, por el contrario detrás de un pilar me dispuse a observar, mientras mis sentidos la función y sus sonidos se disponían a disfrutar.
Entrado estaba en mi pensar que nunca vi el tiempo pasar, detrás de la máscara los ojos cada rostro se puso a escrutar, mortales mataría para tomar fuerzas y matar a los vampiros que pudiera, a esas alimañas perversas que merecían infernales condenas.
Más de pronto en medio de aquel bullicio, un sonido estridente lleno el vacío, un violín era tocado por un vampiro que en mi vida como cazador había visto, las notas discordantes, las escalas penetrantes que eran más que sobrenaturales llegaron a mi alma y sus recónditos lugares, cerré los ojos entonces y por vez primera sentía paz durante la noche, la máscara entre sombras se escondió al tiempo que la melodía me envolvió, después lleve mi cabeza adelante observando al músico con atención, los detalles de su rostro, sus cabellos de mediana altura moviendo de un lado a otro… un prodigioso demonio de aire melancólico, sentí por dentro algo que me quemaba el putrefacto pecho, lo envidie porque supongo que así seria mi rostro de no ser quemado en el incendio, lo odie y lo ame por su talento, un musical veneno del que no solamente yo había sido preso, todos estaban callados y atentos, todos con los ojos en el violinista puestos.
La gente se puso en pie en medio de ovaciones y felicitaciones, flores de múltiples colores y entre ella una rosa de un carmín intenso y centelleante, aplaudí en medio de los presentes al retirarse, los deje marcharse porque ahora era otro el que mi atención osaba a ocuparle, de los otros ya ubicados me encargaría más tarde.
Así no solamente el elenco responsable de la obra sale para disfrutar de los manjares mortales, el elenco que tenia en butacas por delante de a poco el teatro comenzaba a abandonarle, ese telón de fondo se descarapela y los decorados se tambalean, mis actores, la sociedad y espectadores era tragado por la incertidumbre de la noche al salir por la puerta rumbo a sus coches tirados por fuertes corceles, jamás se percataron de una pálida sombra sonriéndoles permanentemente, hay un asesino que se quedaría en el recinto, pues presentía que un muerto habría hoy entre los pasillos, malditos dones inmortales de los que todavía no tenia absoluto dominio.
Las puertas parecieron cerrarse entonces cuando en el camino apareció un niño de dorados rizos, embelesado como un mosquito a la luz de cualquier faro encendido, la música seguía sonando el violinista todavía no se había ido, era hora de ser el vampiro contradictorio que había prometido.
De mi cinturón se desprendió un cuchillo, el viejo filo de plata con el que habían sido construidos, mis pasos trataban de navegar en el sigilo pero debí saber que sus dones como vampiro le tendrán sobre mi advertido, sosteniendo al muchacho en sus brazos, casi como si estuviese dormido, me vi embravecido, podría matar a medio Paris pero jamás con ser inocente fundir mi veneno, mi sufrir, no era capaz de verlo morir -¿Cuántas veces, con el semblante de la devoción y la apariencia de acciones piadosas, engañamos al diablo mismo?- hable desde un pequeño rincón escondido detrás del telón -Parezco un santo, cuando en realidad encarno el papel del diablo- hable de su aspecto cuando lo tuve a mi cercano -Deja a ese humano, búscate otro que no tenga el cielo ganado- a él me quede mirando con el arma apuntando en caso de que siguiera con el plan de matarlo -Créeme tu música me ha fascinado, pero eso no quitará que si le haces algo, esto pase de una cortes invitación a un enfrentamiento entre condenados- insistí escondido tras bambalinas y escenografías.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Le trône du diable [Privado]
El banquete de sangre
Se ha terminado un acto a la espera de otro. Un humano ángel ha caído en la ilusión del violinista; ¿Qué ha sido de su música? Aún se escucha en los pensamientos del pequeño, se mece con la melodía que perpetua en su corazón, ha quedado fascinado y es que su devoción fue tanta que sigue alabando al dueño de esas notas, lo observa y es su sangre la culpable de que lo mantenga cautivo entre sus brazos. Dejo de ser un violinista para convertirse en una pesadilla; predominando las más terribles evocaciones, la sed, el hambre, el deseo de escuchar su llanto y saborear esas lágrimas mientras la agonía consume ese templo.
¡Cuidado! El espíritu se mueve, se percibe una frialdad y no es la propia. Pasos, muchos pasos, alguien se está acercando y es que fascinado le vislumbra su única pupila, un carmín hermoso, está anunciando un beso, el beso de la muerte.
Mientras que el telón los esconde, el terciopelo del escenario será desterrado y sabe que será la sangre real la que se esparza. Siente la muerte, su olor le conoce, es prisionera de ella pero algo enfermo reluce. Acaricia a su querube, es un hermoso pequeño; su piel sedosa, rizos que le relatan que viene de un posible cielo, pureza encarnada y su néctar es placentero. Púes besar sus rojillas mejillas una por una no basta, el aliento, su vigor aclamaba.
¡Escucha! La plata desenvainada, una energía retumba en el teatro, ¡Míralo! Pero no lo hace, esta sujeto a su presa, no es suficiente acariciar sus rojizas mejillas, su temperatura se eleva, el niño está anhelando que le muerdan. Reconoce ese calor, es cariño necesitado.
—Nadie puede engañar al diablo. Él está jugando, nunca deja de jugar. Son burlas afinadas como respuesta a la ingenuidad. —Fue un murmuro, salía la diversión, el fuego pareciese que lo renacía, la maldad libero un gesto. Era su media sonrisa tatuada.
Y se alza con el niño entre brazos, no teme a la muerte, el morir es un deseo denegado para este violinista que la busca con tanta ansiedad. Y de algo estaba seguro, que esta noche no la obtendría. Sería una clemencia, y el diablo no era piadoso.
Mirándole con firmeza, ni evidencia alguna de que obedecería, si al mismo Luzbel se revela, ¿Qué será con esa sombra? Peor, goza de querer torturarla en lo que él festeja…Era una sombra desvanecida, era el olvido, aquello era oscuridad rogando por salir de las tinieblas, en su farsa sonrisa pareciese que llora y es que por blasfemia ante sus palabras inclina la cabeza. Ante todo seguían en el escenario, debían tener respeto para actuar. — ¿Por qué vive engañado? Aquí Satanás no está presente. Observe, no me mire y deleite su escenario. ¿Qué es lo que está viendo? Porque solo yo veo a un ángel atrapado en la tenebrosidad.
Gira el violinista con su violín encarnecido. Así es, ese humano era ahora mismo su violín. Por qué presenta el baile de los vivos y de los muertos, destella la luz y la oscuridad, renacimiento de evocaciones, una lucha para el cadáver y la danza del holocausto. — ¿Cómo puede una bestia pedir salvación de un serafín? ¿Cómo puede ser posible que desee que viva? Así como su farsante rostro, esa máscara que se destruye con sus palabras. ¿Cómo es que me pide que no le toque? Cuando está aquí, frente a mí, sobreviviendo de él, de su especie misma. Dígame, ¿Pide salvar a este cuando usted mismo está consumiendo la luz de uno? — Se anuncia el sarcasmo, para el músico todo comenzó a ser un juego. Más el enojo por la interrupción también se liberaba. Necesitaba música, y la necesitaba ya.
Y es ahí, donde el niño emitió quejido alguno, la frialdad percibió de quien le sujeta, ya estaba despertando de aquel ensueño. —Mi paladar es muy estricto, solo los ángeles me son asignados. ¿Cree en la brujería? Por qué estoy destinado a perpetuar con la sangre del paraíso.
Entre sus brazos cuelga al pequeño, gira con él, invitándole a danzar, debían unirse en los movimientos, solo un violinista debe entrelazar esa alma, con el vacío antes de que bebiera de él. Aunque algo más esplendoroso, era una invitación de combate, debía unirse para luchar. —De su toque, lance el cuchillo y venga por él… AMBOS nos estamos muriendo de hambre. Lo puedo olfatear, lo puedo deleitar en sus pupilas, usted tiene hambre por la muerte, y yo tengo hambre por la vida. Venga, a manchar mi banquete.
Desnudo sus colmillos, su maldita manera de lucir, descendiendo el rostro a la yugular del humano, un beso había posado y en seguida la mordida ejecuto. El quejido del pequeño le altivo el sentimiento, la linda emanada ya acariciaba sus adentros; caliente, dulce, quemazón y éxtasis…A esto se le llama: La fiesta de la sangre. Que está a punto de empezar. Ya que, no le importo el cuchillo, ni las amenazas liberadas, anhelaba ese combate, y que mejor con alguien como el: Tormentoso y perdido. ¡Le va a enseñar lo que es una verdadera pesadilla!
¡Cuidado! El espíritu se mueve, se percibe una frialdad y no es la propia. Pasos, muchos pasos, alguien se está acercando y es que fascinado le vislumbra su única pupila, un carmín hermoso, está anunciando un beso, el beso de la muerte.
Mientras que el telón los esconde, el terciopelo del escenario será desterrado y sabe que será la sangre real la que se esparza. Siente la muerte, su olor le conoce, es prisionera de ella pero algo enfermo reluce. Acaricia a su querube, es un hermoso pequeño; su piel sedosa, rizos que le relatan que viene de un posible cielo, pureza encarnada y su néctar es placentero. Púes besar sus rojillas mejillas una por una no basta, el aliento, su vigor aclamaba.
¡Escucha! La plata desenvainada, una energía retumba en el teatro, ¡Míralo! Pero no lo hace, esta sujeto a su presa, no es suficiente acariciar sus rojizas mejillas, su temperatura se eleva, el niño está anhelando que le muerdan. Reconoce ese calor, es cariño necesitado.
—Nadie puede engañar al diablo. Él está jugando, nunca deja de jugar. Son burlas afinadas como respuesta a la ingenuidad. —Fue un murmuro, salía la diversión, el fuego pareciese que lo renacía, la maldad libero un gesto. Era su media sonrisa tatuada.
Y se alza con el niño entre brazos, no teme a la muerte, el morir es un deseo denegado para este violinista que la busca con tanta ansiedad. Y de algo estaba seguro, que esta noche no la obtendría. Sería una clemencia, y el diablo no era piadoso.
Mirándole con firmeza, ni evidencia alguna de que obedecería, si al mismo Luzbel se revela, ¿Qué será con esa sombra? Peor, goza de querer torturarla en lo que él festeja…Era una sombra desvanecida, era el olvido, aquello era oscuridad rogando por salir de las tinieblas, en su farsa sonrisa pareciese que llora y es que por blasfemia ante sus palabras inclina la cabeza. Ante todo seguían en el escenario, debían tener respeto para actuar. — ¿Por qué vive engañado? Aquí Satanás no está presente. Observe, no me mire y deleite su escenario. ¿Qué es lo que está viendo? Porque solo yo veo a un ángel atrapado en la tenebrosidad.
Gira el violinista con su violín encarnecido. Así es, ese humano era ahora mismo su violín. Por qué presenta el baile de los vivos y de los muertos, destella la luz y la oscuridad, renacimiento de evocaciones, una lucha para el cadáver y la danza del holocausto. — ¿Cómo puede una bestia pedir salvación de un serafín? ¿Cómo puede ser posible que desee que viva? Así como su farsante rostro, esa máscara que se destruye con sus palabras. ¿Cómo es que me pide que no le toque? Cuando está aquí, frente a mí, sobreviviendo de él, de su especie misma. Dígame, ¿Pide salvar a este cuando usted mismo está consumiendo la luz de uno? — Se anuncia el sarcasmo, para el músico todo comenzó a ser un juego. Más el enojo por la interrupción también se liberaba. Necesitaba música, y la necesitaba ya.
Y es ahí, donde el niño emitió quejido alguno, la frialdad percibió de quien le sujeta, ya estaba despertando de aquel ensueño. —Mi paladar es muy estricto, solo los ángeles me son asignados. ¿Cree en la brujería? Por qué estoy destinado a perpetuar con la sangre del paraíso.
Entre sus brazos cuelga al pequeño, gira con él, invitándole a danzar, debían unirse en los movimientos, solo un violinista debe entrelazar esa alma, con el vacío antes de que bebiera de él. Aunque algo más esplendoroso, era una invitación de combate, debía unirse para luchar. —De su toque, lance el cuchillo y venga por él… AMBOS nos estamos muriendo de hambre. Lo puedo olfatear, lo puedo deleitar en sus pupilas, usted tiene hambre por la muerte, y yo tengo hambre por la vida. Venga, a manchar mi banquete.
Desnudo sus colmillos, su maldita manera de lucir, descendiendo el rostro a la yugular del humano, un beso había posado y en seguida la mordida ejecuto. El quejido del pequeño le altivo el sentimiento, la linda emanada ya acariciaba sus adentros; caliente, dulce, quemazón y éxtasis…A esto se le llama: La fiesta de la sangre. Que está a punto de empezar. Ya que, no le importo el cuchillo, ni las amenazas liberadas, anhelaba ese combate, y que mejor con alguien como el: Tormentoso y perdido. ¡Le va a enseñar lo que es una verdadera pesadilla!
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Le trône du diable [Privado]
Lo único que quedaba entonces era andar con precauciones, observo y escucho sin dar opiniones, era aquel hombre toda una fascinación de tamaño enorme. Detrás la máscara se dibujaba media sonrisa y el arma aunque amenazante permanece sumisa, desenvainada a sonidos sordos una advertencia avisa –Yo lo único que observo es ves infamia hecha maldad ¿Desde cuando esta bien visto que ese acto se celestial, de un marcado tinte angelical?- entonces a sus palabras con voz seca me dispuse a cuestionar –La muerte con ese grado de letalidad y de absoluta maldad solo pueden ser inspiradas por Satán ¿Qué otro más?- con hosca voz me hice escuchar ante aquel inmortal del cual ahora no podía aceptar que en algún momento su música me llego a inspirar, llegó al punto de obligarme a escuchar, a su arte admirar y ahora eso se vuelca y sus actos solo me inspiran a odiar.
Con una risa por lo bajo me dispongo hablar –Digamos que soy una bestia que gusta más de los ángeles caídos que de los dulces querubines que siempre son bendecidos, soy como puedes ver un monstruo de gustos distintos- resople un gran suspiro y seguí con el mismo movimiento pasivo, por momentos hombros encogidos y otros tantos viendo directo a le enemigo, pensando que esta noche problemas ya había adquirido, dentro de mi cabeza todo un plan estaba encontrando asilo, solo miraba al que a sus brazos tenía asido ¿Cómo quitárselo a ese extraño vampiro?, quizás la pelea era el único camino o probablemente yo con ello quería avivar mi escenario vacío, de todo tipo de acto violento desprovisto... después de todo me había tomado mi tiempo para reanudar el sendero y encontrarme a mi mismo, solo al final del recorrido me di cuenta de la complejidad de mi castigo, yo seguía odiando a los vampiros. Quizás por eso los asesinaba, porque no era capaz por mi mismo de clavarme la daga y tampoco estaba dispuesto a que otro lo haga tras una petición por mi dada, en ellos, en los ajenos, proyectando mi propia desgracia.
Eche una carcajada –No yo no absorbo la luz, consumo la oscuridad que intenta dañar a los demás de su misma estirpe mortal, soy el monstruo que simplemente asesina al que del débil se intenta aprovechar, la inocencia no es exquisita de probar, si me permites comentar- con voz animada a mi hablar comenzaba a avivar, pero en el fondo significaba que las palabras del contendiente me estaban haciendo enfadar.
Sentencie de pronto, saltando a mi defensa como un animal –No te atrevas a mi máscara cuestionar, porque esto no es producto de la vanidad ¿Cómo te atreves a pensar que contra ella a palabras o actos me atrevería a atentar? ¿¡Como!? - las palabras mi voz las hacia clamar –¿Cómo, si esto es mi identidad? Verás- intente explicar -Mortal o inmortal siempre he sido un sujeto bastante teatral- pero que era lo que en realidad podía explicar de más a ese loco de atar ¿Brujería y otras cosas más solo hacían que riera a carcajadas, vaya que el mundo mil sorpresas puede dar aún en un mundo sobrenatural como en el que ahora me tocaba habitar.
-No me hagas reír- le dije al hombre que se atrevía a herir –Tu si que sabes como empezar una reunión entre tu y yo –de sus palabras todo me molesto, era hora de dejar las presentación y pasar a la acción -¿Para que lanzar la daga si puedo tener el placer de sentir como en tu cuerpo se clava?- pero para ese entonces el ya no razonaba y mucho menos escuchaba, escuche el quejido y el monstruo escondido emergió de lo más profundo de mis adentros dolidos, si tuviera corazón este se hubiera salido de tan fuertes latidos, estaba furioso y las manos temblaban solo de coraje contenido, tome la daga con fuerza acercándome lo más de prisa que mis piernas lo permitieran, aproveche su aparente trance y separe al niño de su agarre, al inmortal lo tome por las prendas que ignorando en que condiciones quedó la pobre e inocente presa -¿Así que esa es tu forma de retarme infame?- el puño se cerraba mientras la voz detrás de la máscara se alzaba para reclamarle -¿Haciendo caso omiso de lo que he dicho?... te diré algo infeliz amigo, tendrás que matarme primero si quieres terminar con el que yace en el suelo- espete con furia y aunque la daga tenia al alcance, solo me atreví a lanzarle violentamente por los aires, sin que cayera muy lejos de mi alcance -¡Vamos que esperas atácame!- me quede observándole y cuanto deseaba quitarme la máscara para que observará mi mirada retándole -Porque yo sé que más allá de la sed de sangre tienes ganas de matarme como yo tengo las mismas ganas de ejecutarte- solo quería demostrarle que tan ciego estaba para atreverse a juzgarme y también para atreverse a retarme –Lamento informarte que de vampiro te equivocaste, pero quiero ser justo y darte ventaja antes de el arma empuñarte, lo que hagas tenlo por seguro que no logrará intimidarme- juego solo un poco, reto en otro momento y al final antes de matar que con quien se metió resultó ser la creación del hijo del propio Belial.
Con una risa por lo bajo me dispongo hablar –Digamos que soy una bestia que gusta más de los ángeles caídos que de los dulces querubines que siempre son bendecidos, soy como puedes ver un monstruo de gustos distintos- resople un gran suspiro y seguí con el mismo movimiento pasivo, por momentos hombros encogidos y otros tantos viendo directo a le enemigo, pensando que esta noche problemas ya había adquirido, dentro de mi cabeza todo un plan estaba encontrando asilo, solo miraba al que a sus brazos tenía asido ¿Cómo quitárselo a ese extraño vampiro?, quizás la pelea era el único camino o probablemente yo con ello quería avivar mi escenario vacío, de todo tipo de acto violento desprovisto... después de todo me había tomado mi tiempo para reanudar el sendero y encontrarme a mi mismo, solo al final del recorrido me di cuenta de la complejidad de mi castigo, yo seguía odiando a los vampiros. Quizás por eso los asesinaba, porque no era capaz por mi mismo de clavarme la daga y tampoco estaba dispuesto a que otro lo haga tras una petición por mi dada, en ellos, en los ajenos, proyectando mi propia desgracia.
Eche una carcajada –No yo no absorbo la luz, consumo la oscuridad que intenta dañar a los demás de su misma estirpe mortal, soy el monstruo que simplemente asesina al que del débil se intenta aprovechar, la inocencia no es exquisita de probar, si me permites comentar- con voz animada a mi hablar comenzaba a avivar, pero en el fondo significaba que las palabras del contendiente me estaban haciendo enfadar.
Sentencie de pronto, saltando a mi defensa como un animal –No te atrevas a mi máscara cuestionar, porque esto no es producto de la vanidad ¿Cómo te atreves a pensar que contra ella a palabras o actos me atrevería a atentar? ¿¡Como!? - las palabras mi voz las hacia clamar –¿Cómo, si esto es mi identidad? Verás- intente explicar -Mortal o inmortal siempre he sido un sujeto bastante teatral- pero que era lo que en realidad podía explicar de más a ese loco de atar ¿Brujería y otras cosas más solo hacían que riera a carcajadas, vaya que el mundo mil sorpresas puede dar aún en un mundo sobrenatural como en el que ahora me tocaba habitar.
-No me hagas reír- le dije al hombre que se atrevía a herir –Tu si que sabes como empezar una reunión entre tu y yo –de sus palabras todo me molesto, era hora de dejar las presentación y pasar a la acción -¿Para que lanzar la daga si puedo tener el placer de sentir como en tu cuerpo se clava?- pero para ese entonces el ya no razonaba y mucho menos escuchaba, escuche el quejido y el monstruo escondido emergió de lo más profundo de mis adentros dolidos, si tuviera corazón este se hubiera salido de tan fuertes latidos, estaba furioso y las manos temblaban solo de coraje contenido, tome la daga con fuerza acercándome lo más de prisa que mis piernas lo permitieran, aproveche su aparente trance y separe al niño de su agarre, al inmortal lo tome por las prendas que ignorando en que condiciones quedó la pobre e inocente presa -¿Así que esa es tu forma de retarme infame?- el puño se cerraba mientras la voz detrás de la máscara se alzaba para reclamarle -¿Haciendo caso omiso de lo que he dicho?... te diré algo infeliz amigo, tendrás que matarme primero si quieres terminar con el que yace en el suelo- espete con furia y aunque la daga tenia al alcance, solo me atreví a lanzarle violentamente por los aires, sin que cayera muy lejos de mi alcance -¡Vamos que esperas atácame!- me quede observándole y cuanto deseaba quitarme la máscara para que observará mi mirada retándole -Porque yo sé que más allá de la sed de sangre tienes ganas de matarme como yo tengo las mismas ganas de ejecutarte- solo quería demostrarle que tan ciego estaba para atreverse a juzgarme y también para atreverse a retarme –Lamento informarte que de vampiro te equivocaste, pero quiero ser justo y darte ventaja antes de el arma empuñarte, lo que hagas tenlo por seguro que no logrará intimidarme- juego solo un poco, reto en otro momento y al final antes de matar que con quien se metió resultó ser la creación del hijo del propio Belial.
Leviathán Shadow- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Le trône du diable [Privado]
Fiesta de la sangre
La verdadera condena entre ambos, se marcaba en ese humano; Y bien que era destacado por ambos, el violinista envolviéndose en la vida que tiene entre sus manos, y la sombra, de la muerte de quien desea vida.
Todo comenzaba a ser teatral, objeciones dadas por su lector, escuchadas pero no replicadas, dejó que el instinto tomara su curso, y simplemente las palabras flotaron. —Parecías ser un espejo al cual veía para verme a mí mismo, pero quedo solo en apariencia, esclavo de la soledad. Sin embargo, para monstruos que comen monstruos, son más que el reflejo de la humanidad desdichada y vaya mediocridad.
Las carcajadas sarcásticas se unieron a un fondo melodioso para aumentar la locura que se engendra en su pensamiento.— Si por mascaras fuera, todos seriamos un estelar, pero para lo teatral, hay que ser siempre actores de la existencia misma, y créame que en usted, solo son burlas para una lucha interna.
Sonrió, retando ya a su acompañante, ya se había cimentado un festín; ¡Que excelso y esplendoroso! Ya se ve llegar el ataque de la sombra, se lo está diciendo la sangre que escurre en sus entrañas, ese exilar digno de gemir por ser el verdadero banquete de este violinista, desde que sus colmillos fueron incrustados en esa tersa piel, ya había ido al paraíso a desterrar el sabor prohibido de ese querube, embriagándose con la primer gota carmín, la sangre pasaba a ser su segundo anhelo, púes la excitación predominaba en la sensación que le causaba su oponente, esa mirada, ojos desafiantes o quizás asombrados, incrédulos ante el placer feroz que observaba del violinista y recobro el aliento a la lucha en pausa del combate al fin, con la avidez de quien resuelve al fin, porque fue atacado mientras sintió como besaban su maldición.
La fuerza; el odio, dolor, la rapidez…Todo lo presentía, su templo se altivo y era alarmado a cualquier sensación ajena, era un caos cuando bebía sangre, tiende a jugar hasta procesar el éxtasis que le brindaron. Y como primer movimiento a respuesta de que le desterraron del querube, gruño, escurriendo de entre su boca la linfa que estaba poseyendo, y en cuanto quiso aventarle, rio con descaro, acudiendo a la agilidad al realizar una voltereta y se apoyó de la espalda ajena para quedar justo a sus espaldas, este en seguida busco la mirada y no se la negó, ante todo debía gozar y eso era lo que hacía.
—¿Matar? Tu existencia no tiene valor alguno para mí, más si, ¿Qué te parece tortura? De eso es de lo que realmente estoy sediento, puedo alimentarme de ambos a la misma vez, el con su sangre y contigo, con el placer mismo. —Comentó, tan vil, seducido en la espera de apreciar ese rostro, causando el sonido de la daga al caer sobre el piso, un quejido, que le anuncio atacarle. —Hablas mucho, farsante reflejo. —musito, al pasar alado de este y lo toma del cuello, volcándolo hacia el suelo, al estamparlo. —¿Sabes de que placer estoy hablando? — interrogo, al posar el pie en el pecho ajeno y ejercer presión, como si quisiera atravesar el pecho. — Hablo de mi postre, te arrebatare lágrimas de cristal y apreciare como tu arrebatas lagrimas sangrientas, el cómo recibes la sangre de quien osas salvar... —Dio un salto hacia atrás, tomando la daga que fue arrojada antes, y con esta se volvía a acercar a su oponente, moviendo la mano como si de una nota quisiera liberar heridas, heridas profundas en su máscara que logro rasgarla.
—Sera un entretenimiento, compartir este manjar. —Se movía veloz, pues no con un cualquiera se hallaba, ejecutando el rol de un demonio para castigar a quien obro mal. ¿Y qué burla era esa? El cambiar de platillo fuerte, pues su ansia era ese querube y ahora, se sirvió en la tortura.
—Decían que vendría a mí, un demonio con mayor poder para destruirme, pero nunca lo he mirado y por consecuente, nunca me ha mirado, porque sabe que lo espero. Y ese no eres tú, débil y mentirosa sombra mísera.
Se entona la burla, moviendo de un lado a otro la falange, yendo por más marcas y destruir su máscara con su propia arma.
Pero fue interrumpido, pronto, muy pronto comenzó a resonar trompetas, parecían cercanas por lo que considero marcar distancia entre la sombra y él, interpretado los murmullos, pasos ejecutados afuera del teatro, y un portazo que dirigió la mirada hacia la puerta. Eran los inquisidores, habían llegado al teatro. Y pensó el violinista; “Me has dado la gloria entre maldiciones…”
No había tiempo, esa batalla era impedida, ya no quedaba más que dedicar una reverencia a su oponente con una befa absoluta, tomando a su querubín adormecido, y, de una voltereta, comenzó a escapar. Eran tantas veces en las que se veía rodeado de esos sucesos que los consideraba ya parte de un entretenimiento. Fue que así, altivo los deseos de consumir cualquier luz semejante a la del pequeño.
Entre los callejones se oculta, apoderándose de las sombras para asegurar su presencia. Mientras el juego seguía, el violinista ya no le quedo más que alimentarse bajo la negrura y silencioso escondite.
Todo comenzaba a ser teatral, objeciones dadas por su lector, escuchadas pero no replicadas, dejó que el instinto tomara su curso, y simplemente las palabras flotaron. —Parecías ser un espejo al cual veía para verme a mí mismo, pero quedo solo en apariencia, esclavo de la soledad. Sin embargo, para monstruos que comen monstruos, son más que el reflejo de la humanidad desdichada y vaya mediocridad.
Las carcajadas sarcásticas se unieron a un fondo melodioso para aumentar la locura que se engendra en su pensamiento.— Si por mascaras fuera, todos seriamos un estelar, pero para lo teatral, hay que ser siempre actores de la existencia misma, y créame que en usted, solo son burlas para una lucha interna.
Sonrió, retando ya a su acompañante, ya se había cimentado un festín; ¡Que excelso y esplendoroso! Ya se ve llegar el ataque de la sombra, se lo está diciendo la sangre que escurre en sus entrañas, ese exilar digno de gemir por ser el verdadero banquete de este violinista, desde que sus colmillos fueron incrustados en esa tersa piel, ya había ido al paraíso a desterrar el sabor prohibido de ese querube, embriagándose con la primer gota carmín, la sangre pasaba a ser su segundo anhelo, púes la excitación predominaba en la sensación que le causaba su oponente, esa mirada, ojos desafiantes o quizás asombrados, incrédulos ante el placer feroz que observaba del violinista y recobro el aliento a la lucha en pausa del combate al fin, con la avidez de quien resuelve al fin, porque fue atacado mientras sintió como besaban su maldición.
La fuerza; el odio, dolor, la rapidez…Todo lo presentía, su templo se altivo y era alarmado a cualquier sensación ajena, era un caos cuando bebía sangre, tiende a jugar hasta procesar el éxtasis que le brindaron. Y como primer movimiento a respuesta de que le desterraron del querube, gruño, escurriendo de entre su boca la linfa que estaba poseyendo, y en cuanto quiso aventarle, rio con descaro, acudiendo a la agilidad al realizar una voltereta y se apoyó de la espalda ajena para quedar justo a sus espaldas, este en seguida busco la mirada y no se la negó, ante todo debía gozar y eso era lo que hacía.
—¿Matar? Tu existencia no tiene valor alguno para mí, más si, ¿Qué te parece tortura? De eso es de lo que realmente estoy sediento, puedo alimentarme de ambos a la misma vez, el con su sangre y contigo, con el placer mismo. —Comentó, tan vil, seducido en la espera de apreciar ese rostro, causando el sonido de la daga al caer sobre el piso, un quejido, que le anuncio atacarle. —Hablas mucho, farsante reflejo. —musito, al pasar alado de este y lo toma del cuello, volcándolo hacia el suelo, al estamparlo. —¿Sabes de que placer estoy hablando? — interrogo, al posar el pie en el pecho ajeno y ejercer presión, como si quisiera atravesar el pecho. — Hablo de mi postre, te arrebatare lágrimas de cristal y apreciare como tu arrebatas lagrimas sangrientas, el cómo recibes la sangre de quien osas salvar... —Dio un salto hacia atrás, tomando la daga que fue arrojada antes, y con esta se volvía a acercar a su oponente, moviendo la mano como si de una nota quisiera liberar heridas, heridas profundas en su máscara que logro rasgarla.
—Sera un entretenimiento, compartir este manjar. —Se movía veloz, pues no con un cualquiera se hallaba, ejecutando el rol de un demonio para castigar a quien obro mal. ¿Y qué burla era esa? El cambiar de platillo fuerte, pues su ansia era ese querube y ahora, se sirvió en la tortura.
—Decían que vendría a mí, un demonio con mayor poder para destruirme, pero nunca lo he mirado y por consecuente, nunca me ha mirado, porque sabe que lo espero. Y ese no eres tú, débil y mentirosa sombra mísera.
Se entona la burla, moviendo de un lado a otro la falange, yendo por más marcas y destruir su máscara con su propia arma.
Pero fue interrumpido, pronto, muy pronto comenzó a resonar trompetas, parecían cercanas por lo que considero marcar distancia entre la sombra y él, interpretado los murmullos, pasos ejecutados afuera del teatro, y un portazo que dirigió la mirada hacia la puerta. Eran los inquisidores, habían llegado al teatro. Y pensó el violinista; “Me has dado la gloria entre maldiciones…”
No había tiempo, esa batalla era impedida, ya no quedaba más que dedicar una reverencia a su oponente con una befa absoluta, tomando a su querubín adormecido, y, de una voltereta, comenzó a escapar. Eran tantas veces en las que se veía rodeado de esos sucesos que los consideraba ya parte de un entretenimiento. Fue que así, altivo los deseos de consumir cualquier luz semejante a la del pequeño.
Entre los callejones se oculta, apoderándose de las sombras para asegurar su presencia. Mientras el juego seguía, el violinista ya no le quedo más que alimentarse bajo la negrura y silencioso escondite.
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Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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