Weak Fantasy ~ Privado

por **Yuri Alekséyevich** Vie Jun 05, 2015 11:54 am

Existía algo más en su mente. Aun se aferraba a creer que en algún momento ellos entrarían por aquella puerta y con sutiles caricias le tomarían entre sus brazos, conduciéndole hasta el gran comedor para desayunar juntos y marcharse de manera definitiva hacia su nuevo hogar. Un lugar donde las reglas no existieran nunca más y el hecho de ser un brujo no fuese algo que le separara de una convivencia con el resto de las personas y sobre todo con los niños de su misma edad. Si el pequeño inquisidor se mostraba afable aún con sus superiores era porque aun albergaba esa esperanza en lo más recóndito de su corazón. Hasta entonces había que soportar una y otra vez las caras largas y los gestos de indiferencia de todos aquellos que le rodeaban. Personajes que tan solo por el hecho de recibir un par de francos a cambio debían aparentar un sentimiento de afecto hacia él.

Tan solo ocho años sí. Empero día con día aprendía a diferenciar una muestra de amor sincera de una artificial. Ligeramente desganado dejó que la nana en turno le cambiara el atuendo para asistir por unos instantes a “divertirse” como lo hubiese hecho cualquier otro chiquillo. Se mantuvo callado sobre el taburete con su amigo maltrecho entre manos. A unos pasos de su habitación susurros flotaban apenas audibles en la atmosfera. Finalmente un par de soldados le condujeron hasta el carruaje, la sonrisa en sus labios era más que obvia y denotaba cierto impulso por arribar cuanto antes hasta aquellos lugares fantásticos, esta vez no se aburriría durante el viaje, porque a pesar de todo lo acontecido hasta hoy y la fastidiosa fachada de sus escoltas.

El carruaje dio rienda suelta y se internó en las calles de París, el pequeño observó en las callejuelas la multitud de personas que iban de un lado a otro, por su mente inocente cruzó la idea si ellos también se dirigían hacia el mismo sitio. Si todos esos niños serían premiados del mismo modo que sugería su situación. Al menos esta noche no habrá monstruos que aniquilar, ni bestias que derribar. Agitó ligeramente su cabeza apartando esas iconografías para concentrase en el paseo, abrió ligeramente la cortinilla del carromato, lo que vio a través de ellas le dejó gratamente pasmado. Las luces multicolores que proyectaban siluetas dantescas sobre las carpas iban y desaparecían conforme los juegos mecánicos giraban, subían y bajaban caprichosamente, la brisa inquieta se colaba en ocasiones en la escena.

Un cielo ligeramente tachonado de estrellas se cernía sobre sus diminutos y cansados hombros ahora que había descendido del vehículo. Frente a él uno de los huestes le susurraba a su oído que no debía alejarse del perímetro acordado. No existían limites si deseaba alguna golosina o fruta y debía respetar el estricto horario para retornar a la mansión. Yuri asintió y colocó la bolsita aterciopelada con los francos dentro de sus bolsillos. Sujetó fuertemente a Patrick e inició su recorrido a solas. Con pasos lentos pero firmes sus orbes se posaron en cada forma y figura que se dibujaban a lo largo y ancho del parque de diversiones. Cerró momentáneamente los ojos imaginando que mamá y papá podrían ser quienes le observaban en secreto desde el interior del carruaje.

por **Raoul Zarkozi** Sáb Jun 13, 2015 11:25 pm

Mientras los seres humanos sigan siendo humanos, la muerte y la vida serán la misma cosa.
George Orwell

En determinados momentos de su existencia, Baptiste aún se sentía un chiquillo. El volverse inmortal había detenido su envejecimiento físico pero al mismo tiempo detuvo de cierta manera gran parte de su crecimiento psicológico. Pensaba en si mismo como el mismo joven de 16 años que había muerto esperando que su padre le salvara y aunque regularmente actuaba con madurez, existían noches como esa que estaba por vivir en las que solo deseaba ser el adolescente que su apariencia exterior mostraba a los demás.

La casa en la que vivía le parecía muy fría (irónicamente para alguien muerto), la presencia de los sirvientes más que otorgarle paz, le llenaban de desesperación. Escucharles reír y bromear entre ellos durante las horas diurnas lo llevaban a esperar con ansias la llegada de la noche, únicamente para terminar saliendo de aquel lugar que denominaba hogar y no continuar deseando ser parte del mundo de los vivos; ese mundo que desde hacía ya varios años había cerrado sus puertas para él. Al igual que cada noche, el vampiro espero porque la oscuridad inundara París, brindándole así su cobijo; una vez que eso sucedió abandonó la mansión porque no tenía nada útil que hacer ahí. Luciendo un traje azul oscuro se lanzo a recorrer las calles con la finalidad de llegar lo más pronto posible hasta Luna Park. Sí, para esa velada sus planes eran los de cualquier joven que buscaba diversión, después de todo, el deseo de venganza contra su familia había terminado con la muerte de Gregory y ahora era indispensable que encontrara un nuevo camino a seguir antes de que él mismo terminara con su propia existencia, tal y como algunas noches atrás había tratado de hacerlo.

Caminando más relajado que de costumbre fue como termino por divisar a la distancia el color de las luces del parque de diversiones y gracias a sus sentidos aumentados, podía escuchar los gritos de entusiasmo de las personas que se subían a las atracciones. Luna Park siempre fue uno de sus sitios favoritos y no precisamente porque lo visitara de manera regular, sino que todo lo opuesto a eso. Durante el tiempo en que fue mortal, aquel sitio lleno de colores y diversión fue prohibido para él y para sus hermanos; los Zarkozi no tenían tiempo para ser verdaderos niños, únicamente poseían el necesario para ser entrenados como soldados. Baptiste más que nadie debía ser el guerrero perfecto de la inquisición, el hijo del líder Gregory. El ahora inmortal no era útil para nada más que para asesinar y enorgullecer a los suyos; y mientras fue humano aquello no le importaba, incluso se llenaba de placer al ser el mejor, sin embargo todo eso cambio en el instante en que su corazón dejó de latir y despertó a una nueva vida.

Sumergido en recuerdos inútiles llego hasta el parque, pero en lugar de ir directo a las atracciones, se quedo estático en la entrada. Todo aquello le resultaba tan novedoso, tan misterioso, que no sabía exactamente por donde es que iniciaría su aventura. Sus ojos fueron a los puestos de comida, a los juegos, a las personas que caminaban y reían pero finalmente, su mirada se poso sobre un carruaje que se detenía a poca distancia de donde se hallaba él. ¿Qué era lo que le había hecho mirar en aquella dirección? El aroma. Los inquisidores despedían un particular olor a muerte, uno cargado de diferentes razas, diferentes tipos de sangre y claro, la mayor parte de los que servían a la inquisición poseían un corazón que aún latía y dentro de aquel medio de transporte notaba tres diferentes corazones palpitar.
– Así que ellos también vienen a jugar – susurró para si mismo, esperando por ver quienes descendían pero quedándose helado al ver quien bajaba. Por algún idiota motivo creyó que los últimos infantes en ser entrenados habían sido él y los suyos, sin embargo estaba equivocado; para aquellos que deseaban la aniquilación de los sobre naturales, no existían soldados demasiado jóvenes o demasiado viejos siempre que cumplieran con su misión. Escuchó como sus propios dientes rechinaban de la ira contenida, deseaba asesinar a quienes observaban al niño alejarse del carruaje, los mataría aunque debiera exponerse en frente de todo Luna Park y con esa idea (más impulso que nada) taladrándole la mente inicio su andanza aparentemente despreocupada en dirección al chiquillo.
– ¡Hey niño! ¿Quiénes son los que te acompañan? – preguntó con interés, justo antes de sonreír hasta mostrar apenas sus colmillos al infante que llevaba un maltrecho peluche – ¿Quieres escaparte de ellos? Porque puedo ayudarte a hacerlo.

por **Yuri Alekséyevich** Dom Jul 26, 2015 11:35 pm

Papá y mamá seguían ocultos, aún estaban fuera de su alcance y a pesar de que esta vez no refunfuño como a últimas fechas, se estaba acostumbrado ya a escuchar los pretextos de aquellos al mando, en el fondo sabían que tarde o temprano, en algún momento el niño despertaría de este artificio, de esta trampa que le obligaba a usar sus poderes sin importar su estado de salud actual. Pero también era cierto que en ciertos momentos se dejaba llevar por las diversiones que le correspondía vivir a cualquier infante de su edad. Luna Park era sumamente visitado por toda clase de personas, adultos, ricos, pobres, niños y también sobrenaturales. A pesar de su apariencia frágil y despistada los sentidos siempre le marcaban la delgada línea roja que no debía ser cruzada, no a menos que algún superior indicara lo contrario.

Fue de forma imprevista que la silueta de un extraño se perfiló ante sus ojos, coronado por un halo pálido y una voz perdida entre lo grave y lo agudo. Un adolescente en apariencia pero con una madurez excepcional. El pequeño notó su origen sobrenatural de inmediato dando un paso hacia atrás, con los orbes azules posados en cada detalle de su visitante.

–Soldados, joven, ellos son sólo soldados– respondió con su ya sonrisa habitual –se aseguran que no suceda nada extraño cuando recurro estos sitios– Había revelado sin intención alguna su verdadero origen, un error táctico que cualquier enemigo hubiese usado a su favor para hacerle daño.

La ingenuidad del inquisidor y los votos hechos hacia el Creador le impedían decir mentiras. Se mantuvo sereno y el enigma había terminado de ser descifrado cuando el otro mostró apenas el filo de sus colmillos. Yuri estaba habituado de cierta forma a verles, en peleas, a lo lejos vagando con la inmortalidad sobre sus hombros, pero pocas veces se permitía acercarse tanto a uno de ellos en un plan ajeno al de batalla.

–Se detuvo unos segundos analizando dicha oferta, rasco su nuca un poco distraido hasta que finalmente respondió– de acuerdo, puedes acompañarme en el recorrido– estiro enseguida la diestra –Mi nombre es Yuri ¿Cómo te llamas tú?–

Dos descripciones que siempre iban de la mano de Yuri: ameno y amable aún con los desconocidos. La vulnerabilidad detrás de aquellos dones terribles que poseía era sin duda si carácter noble. Esa inocencia característica de los infantes que nada podía igualar. Avanzó esperando impaciente la respuesta del joven, un par de miradas sobre ellos no se hicieron esperar, el cuadro que se marcaba para ambos eran sumamente singular, un par de hermanos probablemente que salían a dar un paseo nocturno, esa fachada era perfecta para engañar al resto de los mortales.

por **Raoul Zarkozi** Jue Sep 03, 2015 6:58 pm

La reacción inicial del pequeño fue la de cualquiera que notara su aura; la de retroceder ante el inminente peligro que pudiera significar Baptiste para su existencia y sin embargo, el inmortal no tenía ni la más mínima intención de lastimar al infante. Se había acercado al pequeño guiado por la similitud de circunstancias que parecían tener, o al menos las que alguna vez tuvo el inmortal con aquel chiquillo. Pese al paso hacía atrás, el infante no dio más muestras de tratar de escapar de las cercanías de Baptiste y por eso fue que la sonrisa en el rostro del inmortal se ensancho más, dejando entrever con mayor claridad los colmillos que adornaban a esa peculiar sonrisa.
– Solo soldados. Nadie importante entonces – aquello le daba la información suficiente como para saber que la desaparición de aquel par no sería tomada como un ataque en contra de la inquisición, lo que desde la mente del vampiro iba justamente a ser el asesinato de los soldados – Ya veo, ellos han venido a cuidar que no te pase nada malo. Eso esta muy bien de su parte, porque los niños nunca deben salir solos – pero pese a sus palabras, sabía que aquel par no eran meros guardaespaldas del niño, sino que también debían encargarse de verificar que hiciera todo lo que se le pedía. Baptiste podía recordar perfectamente esos tiempos, donde era él quien siempre viajaba acompañado y juzgado por cada uno de los movimientos que llevaba a cabo, ya fueran acertados o no.

La oferta de escape que Baptiste ofrecía al pequeño era sincera. Aquella era su manera muy peculiar de creer que librara a alguien de un destino como el suyo, ya que viendo a aquel infante, no podía imaginarlo siendo un arma asesina de los suyos.
– ¡Excelente! Porque la verdad es que no me gusta mucho salir a esta clase de lugares completamente solo – parecían algo bastante peculiar pues mientras que el vampiro hablaba de una manera relajada, usando toda aquella juventud estancada que definía en demasía su forma de actuar desde que fuera convertido; el niño hablaba de una manera que le parecía demasiado formal para la edad que parecía tener, haciendo que la escena fuese sumamente entretenida – Mi nombre es Baptiste Zarkozi, un placer poder conocerte Yuri – la mano del vampiro fue a estrechar suavemente la del pequeño y tras ese gesto, sus ojos fueron a ver más allá del infante, en dirección a donde se encontraban los soldados quienes les miraban con curiosidad – Yuri, ¿Te parece si no alejamos de los soldados? No me agrada mucho estar cerca de ellos y creo que cerca de aquí hay un puesto de caramelos ¿Te gustan los caramelos? – y no era realmente que le molestase estar cerca de aquellos hombres, sino que sentía que cuanto más tiempo continuaran cerca, más posibilidades de lanzarse sobre ellos existían y lo que deseaba hacer en esos momentos era divertirse como cualquier humano común en compañía de un niño que al igual que él, merecía de un poco de normalidad.

por **Yuri Alekséyevich** Miér Sep 16, 2015 12:10 pm

Su inocencia le había regalado malos ratos en ocasiones, confiar en desconocidos era un hábito usual en el pequeño hasta hace pocos meses. El inquisidor Carvajal le reprendía cada vez que este se expresaba con naturalidad ante una persona desconocida, no obstante existía una corazonada en el pequeño que le impedía mostrarse cortante con el joven vampiro. Dejó que su sexto sentido le guiará mostrándose afable en todo momento con su oyente quien mostraba la misma actitud hacia el pequeño soldado. Sonrió con cierto dejo de timidez al notar el filo de aquel par de colmillos. Había presenciado el alcance de esa arma tan peculiar en los de su clase en diversos campos de batalla, ahora no tenía que preocuparse por ese detalle, solo que la sensación no dejaba de resultarle peculiar.

–Así es– asintió con seguridad –De modo que no se aproximarán hasta que yo haya terminado el recorrido por el parque, creo que ellos no gustan de este tipo de paseos nocturnos–

Se mantuvo atento a las oraciones que escuchaba, el joven hablaba apenas en un susurro, como era de esperarse se expresaba de forma sigilosa, otra característica de los inmortales.

–A decir verdad, creo que existe un historial de escapes en mi expediente, me temo que por eso ya no me dejan salir con tanta frecuencia– encogió los hombros apenado.

Noches como esa, no sucedían a diario de modo que aceptó de inmediato la invitación del vampiro quien se presentó enseguida con el pequeño.

–Mucho gusto Baptiste– respondió estrechando con fuerza la diestra ajena –El placer es mío–

La sonrisa del pequeño se dibujó amplia y limpia al escuchar el plan para esa noche. Compartía la idea, puesto que tampoco quería sentirse reprimido por sus acciones el resto todo el tiempo, curiosamente en Baptiste podría ser que encontrara al cómplice perfecto para concretar sus travesuras pueriles.

–Adivinaste Baptiste, debo suponer que a ti también ¿Cierto?–

La edad para Yuri nunca había significado un factor relevante cuando se relacionaba con alguien más, mientras pudiese compartir buenos momentos era más que suficiente. Llevó sus manos a los bolsillos sopesando los francos que le habían sido entregados previamente. Eran suficientes para invitar a su acompañante a degustar de una rica manzana de caramelo.

–Vamos Baptiste, te apuesto a que no me ganas en una carrera hacia ese puesto de manzanas ¿Listo? Uno, dos, tres–

El pequeño soldado echó a correr sin mirar atrás. Su risa era realmente auténtica, después de mucho tiempo reprimido en las cuatro paredes de la mansión era lógico que el júbilo tomase posesión en sus facciones, pues bajo la fachada de inquisidor Yuri era tan solo un soñador en un mundo que juzgaba a todos aquellos que obraban mal a ojos de la institución que le tenía bajo su resguardo. Dejó todo eso atrás, por unos instantes olvidó su papel de juez, víctima o verdugo, se permitió solo ser un niño.

por **Raoul Zarkozi** Lun Oct 12, 2015 10:09 pm

Lanzó una mirada al par de soldados que permanecían a la distancia. Era todo un desperdicio que tuvieran en la inquisición servidores tan incompetentes, carentes de apreciar los paseos nocturnos como oportunidades; al menos en sus años sirviendo a la inquisición, Baptiste había disfrutado cada una de las salidas nocturnas que llevo a cabo, fueran para misiones o para simples reconocimientos.
– Saber que no estarán cerca me tranquiliza un poco, no me gusta mucho estar cerca de soldados como ellos – su temor sobre todo se basaba en que quizás existiera aún alguna similitud entre él y su hermano Roland, así que ser asociado a él e investigado, no estaba en los planes más cercanos del Zarkozi.

Una sonrisa divertida apareció en los labios de Baptiste al escucharle decir que en su expediente ya figuraban varios escapes. Ese detalle fue algo que el inmortal no espero de un pequeño como aquel, pero de cierta manera podía comprenderlo. Si bien en sus tiempos le hubiera sido imposible pensar en escapar, ahora aquella idea le parecía lo más lógico, aquello que debía hacerse sin cuestionamientos o dudas.
– Ahora veo porque te han mandado a un par de gorilas, están aquí para vigilar que no intentes escapar, aunque creo que no les hace ver muy bien que tengan que venir en pareja a cuidarte – soltó una carcajada – eso significa o que son muy torpes o tu eres un pequeño muy inteligente y poderoso – se mantuvo en silencio unos segundos – apuesto a que es la segunda opción con un pequeño porcentaje de la primera.

Las presentaciones estaban hechas, un vinculo de confianza un tanto peculiar estaba surgiendo entre ambos y entonces solo les faltaba dejarse llevar, saltar a ese mundo de colores y diversión que ninguno de ambos veía seguido, un mundo que les fue prohibido, que parecía lejano la mayor parte del tiempo, pero no esa noche.
– A mi no me gustan – observo con cara de ofendido al pequeño infante antes de volver a mostrarle su dentadura – ¡Me encantan! – para los inmortales era más complicado poder consumir alimentos, pero los caramelos eran algo que Baptiste había aprendido, podía consumir con placer y sin preocuparse. Los caramelos solo dejaban un sabor en su boca demasiado diferente a la sangre, pero casi igual de placentero. Escucho con curiosidad los francos que sonaban en el bolsillo de pequeño compañero que se había conseguido ese día y aunque Baptiste tenía el dinero suficiente para pagar todo lo que quisieran, no hablo en ese momento, ya tendría tiempo para impedir que Yuri tratase de pagar algo pues aquella noche era su invitado, su compañero de travesuras y quizás un futuro amigo.

Estaba por correr detrás de Yuri cuando se recordó a si mismo que debía hacerlo de una manera casi mortal. El Zarkozi sabía a la perfección como mantener su apariencia de humano, pero ahora que lo pensaba de una manera detenida, nunca desde que fuera inmortal se había visto en la necesidad de correr simulando ser un mortal, así que con temor a fracasar terriblemente y ser descubierto como una criatura de la noche, opto por caminar detrás del hechicero, quien reía divertido y que obviamente, llegó antes que Baptiste hasta el puesto de manzanas con caramelo.
–Has ganado Yuri, pero quiero que sepas que esta carrera ha sido una trampa después de todo yo no puedo correr– dijo una vez que llegaba hasta donde su pequeño compañero y miraba al hombre que atendía el puesto – Dos manzanas por favor – lejos de los guardianes de Yuri se sentía más tranquilo y relajado, así que se permitió relajar más su postura, luciendo quizás mucho más joven. Recibió las manzanas y entrego una a Yuri antes de sacar algunas monedas y pagar al hombre. Ni siquiera tenía planeado decir algo al pequeño hechicero sobre el dinero, simplemente se limitaría a pagar – Oye Yuri – la lengua de Baptiste pasó por el caramelo de la manzana antes de continuar – ¿Subimos a un juego? – su actitud despreocupada y esa confianza que existía entre ambos, haría que cualquiera que los mirase pensara que eran un par de hermanos buscando algo con que divertirse, así que por esa parte, significaba menos miradas curiosas o dudas respecto a ambos.

por **Yuri Alekséyevich** Mar Oct 20, 2015 12:02 pm

Apenas sofocado por el recorrido previo, Yuri sonreía divertido hacia su nuevo amigo que como el, ocultaba a la perfección su verdadera identidad sobrenatural. Pocas eran las veces en las que se le permitía mentir y siempre buscando algún beneficio a cambio, lección bien aprendida por parte de su ahora mentor el inquisidor Carvajal, quien le aconsejaba hacerlo en todo momento para evitar ser víctima de alguna circunstancia que pudiese salir de control. No obstante, con Baptiste no había necesidad de dicha empresa, puesto que ahora que el mayor conocía su origen y aun así había accedido a compartir un par de horas con el pequeño, lo menos que podía hacer de forma recíproca era confiarle parte de sus posesiones. De vez en cuando el pequeño recibía francos a cambio de tareas pequeñas. Dicha fuente sería mejor administrada si tuviese un adulto consigo, aunque por ahora, aceptaba gustoso este tipo de permisos, pues se le condecían solo una vez al mes. Su respiración agitada regresaba a la normalidad poco a poco.

Baptiste se aproximó hacia el inquisidor quien lo veía con sus orbes inquietos, atento a cada uno de sus movimientos. A su alrededor el murmullo de las personas y la iconografía colorida les engullían en una acuarela muy peculiar.

–No creo ser muy poderoso Baptiste, más bien ellos cumplen con sus obligaciones y si no resultan ser torpes, en ocasiones su mal humor es insoportable– respondió en un susurro para reír discretamente después –¡A mí me gustan mucho las manzanas acarameladas también!–

Se mantuvo inmóvil cuando su acompañante se dirigía al vendedor. No hizo un solo movimiento ante la invitación por su parte y no porque fuese grosero o esperara que el inmortal pagara todo, sino que, por primera vez fue víctima de la confusión que le generaban las atenciones ajenas. Normalmente recibía caras largas y contestaciones a medias por parte de los encargados que le vigilaban, pero esta vez era muy diferente.

–Quizás si hice trampa, pero solo un poquito– rió nuevamente.

Entonces recibió la manzana apenado, delineando una curva cauta en sus labios.

–Muchas gracias Baptiste–

Repentinamente le invadió un sentimiento extraño, como si la breve convivencia con el joven sustituyera la falta de alguien que velara por él cuando salía a pasear. Avanzaron un poco entre el gentío que se aglomeraba para comprar dulces o simplemente atraídos por los números que se exhibían en el parque de diversiones. Regresó su mirada al joven quien degustaba placenteramente su golosina.

–Dime Baptiste– pausó haciendo lo propio con la manzana que sostenía su diestra –Claro, ¡Me encantaría!– respondió sonriente.

Se detuvo y agudizó la mirada en un par de atracciones que pudiesen ser del agrado su compañero.

–¿Qué te parece el carrusel? Así podremos seguir conversando y no manchar nuestra ropa con el caramelo, no queremos meternos en problemas por volver sucios a casa ¿Cierto?–

En la mente pueril de Yuri imagino a Baptiste rodeado de familiares, una chimenea cálida y un vaso de leche espumosa a su regreso. Seguramente su mamá prepararía algo para cenar. Se adelantó ofreciendo sus monedas al encargado del carrusel.

–Queremos subir a este juego, dos por favor, rápido Baptiste, rápido–

por **Raoul Zarkozi** Jue Nov 19, 2015 11:28 pm

Una noche en la que podía fingir normalidad y con un compañero tan increíble como Yuri era algo que Baptiste iba a agradecer durante mucho tiempo a la fortuna. Aquella noche en la que había decidido ir a visitar Luna Park resultaba ser la mejor noche para hacerlo.

Con placer y una sonrisa en sus labios, seguía con la mirada los movimientos del pequeño hechicero que ya se encontraba cerca del puesto de manzanas y una vez que él estuvo cerca, reanudo la charla con el infante
– Te aseguro que eres más fuerte que ellos Yuri, no durarían ni un minuto en contra tuya – Para Baptiste que poseía experiencia sirviendo a la inquisición, era evidente que Yuri debía ser un niño con capacidades impresionantes, de otra manera no veía la necesidad de mandarle a misiones siendo aún tan joven y mucho menos de mandar a dos gorilas para mantenerlo vigilado y si bien la curiosidad sobre las habilidades y la fuerza de su compañero eran grandes, el Zarkozi se abstenía de preguntar sobre ese tema. Un lugar como el parque de diversiones era el menos indicado para hablar cosas de tanta seriedad, aquel lugar era simplemente para pasar un buen momento y dejarse llevar por los colores y la alegría. Una carcajada brotaba nuevamente de sus labios – Ya sabía yo que habías hecho una pequeña trampa, pero no importa, ya después tendremos una carrera real y entonces si sabremos quien es más rápido – Se sentía tan lleno de vida, tanto que casi hasta creía podía olvidarse realmente de la naturaleza inmortal que ahora poseía.

Una vez que pidió y pagó las manzanas, la lengua del inmortal se dedico a degustar el caramelo alrededor de la manzana.
– No tienes que agradecerme Yuri, esta noche apenas comienza y las manzanas han sido la primer parada de muchas que haremos – el entusiasmo en su voz le resultaba increíble hasta a él mismo y fue quizás ese mismo entusiasmo lo que le llevo a proponerle al hechicero que subieran a alguna de las atracciones y ante la aceptación de la invitación, sus ojos comenzaron a recorrer los juegos en busca de uno que fuera apropiado para ambos. Los labios de Baptiste se habían entre abierto para dar sus propuesta cuando la del carrusel salió de los labios del infante – El carrusel es una muy buena opción, me parece lo más apropiado en lo que terminamos nuestras manzanas – aseguro al pequeño inquisidor, a quien por supuesto no le llevo la contraria cuando hablo de meterse en problemas por regresar sucios. Hacía ya demasiados años que el Zarkozi no se metía en problemas por cuestiones como esa, de hecho, hasta podía decirse que no recordaba como era eso; sin embargo, bien podía imaginar a Yuri siendo reprendido por alguien en los cuarteles, algo que definitivamente le llevaba a sentirse incomodo. El inmortal no quería tener que imaginarse a un infante tan puro de espíritu en circunstancias que no estaban hechas para que él las viviera – Cierto Yuri, no queremos problemas por volver sucios – respondió, llevando entonces una de sus manos a la cabeza del pequeño para alborotarle los cabellos antes de andar en dirección al carrusel.

Llegaban apenas a aquella atracción cuando el hechicero ya había pagado por a diversión de ambos, a lo que Baptiste no hizo más que sonreír.
– Ya voy, ya voy – presuroso, siguió los pasos de Yuri hasta lo que era una pequeña banquita en el carrusel puesta especialmente para los adultos que aún disfrutaban de un buen paseo en una atracción como aquella. Sentados ya en sus sitios, no tuvieron que esperar mucho porque el juego iniciara su recorrido y un suspiro salió de los labios de Baptiste – Luna Park me gusta mucho, no sería divertido si pudiéramos quedarnos aquí para siempre – observo al infante – comeríamos todos los dulces que quisiéramos y subiríamos a los juegos hasta cansarnos – dejo entonces de mirar a Yuri para observar los rostros de las personas que se hallaban fuera del carrusel – ¿Tienes un lugar favorito? No solo de aquí, sino un lugar favorito en todo el mundo – si bien preguntaba o hablaba cosas que podían parecer muy adultas, Baptiste solamente decía lo que se le venía a la mente, tal y como lo haría cualquier niño.

por **Yuri Alekséyevich** Miér Nov 25, 2015 12:00 pm

Cada detalle en el parque de diversiones resultaba único, los colores impresionantes que decoraban las quimeras que eran montadas por otros niños más, cobraban vida en cada uno de los giros que efectuaban. Con sumo cuidado el pequeño subió al carrusel tomando asiento de inmediato siendo cuidadoso de no dejar caer su manzana. Una vez cómodo sonrió hacia Baptiste quien tampoco perdió tiempo en hacerle compañía. De muchas otras veces que sus encuentros con extraños eran estrictamente organizados, esta era la primera donde no tenía que reprimir sus gesticulaciones ni pensamientos, pues había sido fortuito. Y contrariamente parecía que el inmortal le conocía de años y por ende la confianza les permitía a ambos explayarse sin temor alguno.

Mientras saboreaba su manzana y navegaba en el firmamento escuchó con detenimiento las aseveraciones que el joven hacía. El cielo estaba descubierto a pesar de la estación que predominaba a últimas fechas, un par de diminutos astros argentos tintineaban a lo alto. Estaba sorprendido de encontrarse con alguien de apariencia muy diferente a la suya pero con pensamientos justo como los propios. Un momento dulce, que recompensa más grata era el saber que podía compartirlo con alguien como Baptiste. Volvió sus ojos al chico e intentó descifrar sus argumentos.

–Sin duda Baptiste, eso sería muy divertido, aunque creo que la noche no sería tiempo suficiente para disfrutar de todo lo que Luna Park nos ofrece–

Poco a poco el movimiento circular del carrusel iniciaba su danza ya habitual de cada noche. Los ojos inquisidores de extraños se admiraban de vez en cuando al descubrir en aquellos dos chicos la esencia de una hermandad, plasmada con cada detalle intrínseco en ellos. Sin saberlo, lo eran. Pues compartían el lazo sobrenatural que les hacía distintos a ojos del mundo, como un par de felinos de pelaje oscuro bajo el manto incoloro de la nieve, aguardando los rayos del sol para regresar a sus guaridas.

Yuri suspiró, cavilando por un par de segundos en aquel cuestionamiento. Era cierto que a pesar de contar con ciertos privilegios, jamás se le permitía salir de la capital, con la excepción de aquella misión en Rumania. Fuera de eso su itinerario siempre estaba estrictamente instituido.

–Algún día me gustaría conocer Rusia– curvó sus labios tímidamente posando sus orbes cristalinos en las luces que se elevaban a lo lejos sin dejar de saborear el caramelo –Una de mis nanas me mostró un libro hace un par de meses, me contó también que dicho país está muy lejos de aquí pero que es muy bello, a veces creo que mamá y papá viven ahí, seguramente vendrán por mí muy pronto y por eso debo portarme bien– dedicó una mirada inocente a su ahora compañero de juegos –Si gustas, puedes acompañarme cuando eso suceda y podemos dar un paseo por la Plaza Roja, es enorme– levantó ambos brazos indicando la envergadura de dicho monumento.

De algún modo u otro el continuaba aferrado a esa idea, lo cual era benéfico para la Inquisición ¿Por cuánto tiempo más funcionaría esa mentira?

–¿Y tú Baptiste? Seguramente también tienes un lugar favorito en el mundo ¿Cuál es?–

por **Raoul Zarkozi** Sáb Dic 12, 2015 12:45 am

Le gustaba aquel lugar, le gustaba la compañía de Yuri y sobre todo, le gustaba él mismo en esa situación. Baptiste se había observado a si mismo como un monstruo durante muchos años; ya fuera tanto como un soldado o como un neófito, siempre que era observado por otros, no veía nada más que temor y repulsión en las otras personas, pero con aquel pequeño hechicero solo veía aceptación. Sus deseos por permanecer en aquel lugar por siempre eran completamente sinceros pero la observación de su pequeño acompañante le hizo regresar a la realidad de golpe. La noche no sería eterna, llegaría el momento en que se vería obligado a dejar la diversión y volver a ser el Baptiste de edad real, no aquel Baptiste que era en su cuerpo.
– Tienes razón Yuri, la noche no sería suficiente – el infante no poseía intención alguna de hacer sentir mal al inmortal, él lo sabía de sobra y sin embargo, se sintió afectado por las palabras del pequeño, así que se limitó unos segundos a lamer la manzana con caramelo que llevaba en la mano antes de que decidiera que deseaba saber más de Yuri y cuestiono al pequeño sobre su lugar favorito.

El carrusel giraba con una velocidad regular, las personas les observaban y ambos sobre naturales, simplemente se limitaban a disfrutar del paseo. Para Baptiste era tan sencillo olvidar las desventuras en aquel lugar, tanto así que para cuando dieron dos vueltas en aquel juego, ya había olvidado completamente el comentario de Yuri que había llevado una nube oscura a sus pensamientos y en aquellos momentos quedaba únicamente la felicidad y la diversión, además de los deseos de conocimiento sobre su pequeño amigo.
– ¿Rusia? – enarcó una de las cejas, dejando de lamer el caramelo de su manzana para prestar atención completamente al pequeño inquisidor, quien pronto dio una explicación sobre el motivo por el que deseaba ir a Rusia. De los labios infantiles salieron palabras que iban desde su corazón y aunque Baptiste le sonrió, por dentro se sentía furioso con lo que la inquisición le hacía al niño. Las palabras de Yuri dejaron que el inmortal viera la realidad a la que se enfrentaba diariamente el infante, a un sueño que probablemente nunca en su vida se cumpliría pero que hasta ese momento le había llevado esperanza al pequeño inquisidor – Te acompañare con gusto Yuri, podremos ver tanto como tú quieras y de hecho, te aseguro que más pronto de lo que piensas iras a Rusia a buscar a tus padres – Le dedicó una enorme sonrisa y dio otra lametón a su manzana. El inmortal no tenía el valor para destruir el sueño de Yuri, con todo y que sabía que ese sueño solo traería dolor al infante. Aún así, Baptiste estaba dispuesto a ayudar a su pequeño acompañante a lograr tanto como deseara, convirtiéndose así aquel encuentro no en el único, sino en el primero de varios que el vampiro ya estaba planeando llevar a cabo.

– Mi lugar favorito en el mundo… – se quedó pensando unos segundos antes de observar de reojo al infante – ¿No te imaginas cuál es? –dijo, mientras que la magia de Luna Park los rodeaba y aquella atracción en la que estuvieran comenzaba a detenerse para permitirles descubrir más de aquel lugar.

por **Yuri Alekséyevich** Miér Feb 03, 2016 11:45 am

Pocas de las veces en las cuales se le permitía un espacio de recreación se le veía tan asombrado como en ese instante. Pues las sonrisas del pequeño no eran productos de una ilusión quimérica. Eran reales. Sentía una dicha enorme poder saborear un caramelo sin el miedo a ser reprendido por manchar la indumentaria. Se sentía falto de tiempo para poder contemplar todos los colores en aquel lugar, había demasiados, las tonalidades, los sonidos, las risas de otros pequeños al caminar de la mano de sus padres. Todo era nuevo para él y por ende le distraían poco más de la cuenta. Mientras desarrollaba su relato notó que Baptiste se sentía envuelto en esa misma magia, era de los pocos adultos que realmente prestaba atención a sus palabras y no se sentía abrumado por las escuetas explicaciones del pequeño. Quizás era debido a que ambos compartían algo más que una maldición sobre natural, la necesidad de ser escuchados de verdad. Pues en apariencia ambos eran niños aún.

–¿De verdad Baptiste? Claro que sí, podemos ir juntos y caminar largos ratos, admirando los paisajes helados, pero, debemos ir bien abrigados no queremos llegar a casa resfriados– rió.

Y es en que en ocasiones su inocencia sobrepasaba los límites de cierto modo, pues no lo decía con intención de hacer sentir mal a su acompañante a quien los cambios climáticos poco le afectaban. Era solo que Yuri miraba más allá de esa fachada.

–Te presentaré a mis padres y seguro te podrás quedar a vivir unos días con nosotros antes de regresar o mejor aún podemos vivir allá…pero aguarda, debes pedir permiso a los tuyos para no meterte en problemas ¿De acuerdo?–

Y asintió, dejando en claro que lo que menos quería era causarle un contratiempo a su nuevo amigo.

Posó sus orbes cristalinos sobre el muchacho, ávido por saber la respuesta.

–¿Qué lugar podrá ser? No me digas que también es Rusia– volvió a reír.

Se levantó de su lugar una vez que el carrusel se detuvo por completo, a unos cuantos metros de ahí un sujeto enfundado con vistosa indumentaria pregonaba poseer habilidades para desaparecer objetos. Incitado por esa voz el pequeño echó a correr nuevamente hacia el desconocido.

–¡Rápido Baptiste! ¡Rápido! Te perderás el acto de magia–

Ligeramente agitado dio el ultimo mordisco a su manzana de caramelo sosteniendo aun lo que quedaba en su diestra, cuando su acompañante le alcanzó con un ademán le pidió acercarse un poco más para susurrarle.

–Te he vuelto a ganar la carrera y aún no me has dicho cuál es tu lugar favorito en el mundo–

Sonrió mientras esperaba ansioso la respuesta y el inicio de un nuevo espectáculo.

por **Raoul Zarkozi** Jue Feb 18, 2016 7:54 pm

Las compañías daban lo mismo para Baptiste, no importaba si esa compañía era adulta o infantil mientras que se sintiera cómodo y en paz, algo que sentía al estar con Yuri. La cara del pequeño le transmitía una calma que al lado de su padre y sus experimentos jamás podía encontrar y ¿Cómo encontrarla? Si el padre de Baines se dedicaba en cuerpo y alma a lastimar a otros. Fue por eso que olvidando su pasado, su edad real y todo lo horrible que existía en el mundo fuera del parque, Baptiste se dejó envolver por la magia de Luna Park.

– Deberemos ir sumamente preparados, el viaje puede ser largo y difícil pero yo no voy a dejarte hacerlo solo, te acompañare Yuri – rió ante las advertencias del pequeño – Claro, debemos abrigados tanto como podamos – la inocencia del pequeño inquisidor era tal, que lograba sacar el mejor lado del vampiro y hasta aquella amabilidad que él creía ya extinta. La realidad era que como inmortal, Baptiste no se veía afectado por las inclemencias del clima, sin embargo, era necesario que recurriera a practicas mortales para evitar que su naturaleza fuera expuesta ante otros; lo que culminaba en que si se llevaba a cabo el viaje a Rusia, él iría enfundado en ropas capaces de evitar que un mortal sintiera frío. Siguiendo con aquel tema del viaje, Baptiste no pudo ocultar una sonrisa ante las peticiones infantiles a las que asentía con alegría, aunque en el fondo sabía que quizás esos sueños del hechicero no podrían llegar a cumplirse – Yo pediré los permisos necesarios para quedarme a tu lado tanto tiempo como gustes. Podremos investigar y conocer toda Rusia, además de que me encantaría ver a tus padres, deben ser una personas muy buenas – Personas que seguramente ya no existían en el plano terrenal ¿Pero quién era el para romper las ilusiones de su pequeño amigo? Nadie, así que se guardaba todo lo que podría lastimar a Yuri.

Cuando el carrusel se detuvo, Baines siguió con la mirada la velocidad con la que Yuri abandonaba el juego para dirigirse hasta un hombre que ostentaba un llamativo atuendo. Hasta los oídos del inmortal llegaron las promesas del hombre aquel y una sonrisa apareció en sus labios al ver como Yuri se fascinaba tanto con algo que era completamente falso.
– Ya voy, ya voy – respondió caminando hasta llegar al lado del infante, quien observaba con emoción al hombre – Yuri seguro que tu puedes hacer mejores actos de magia que él – susurró suavemente cerca del oído del niño, todo para que la conversación fuera entonces rumbo a Baptiste, quien rió al ver la mirada soñadora del pequeño. – Mi lugar favorito es aquí… Me gusta mucho este parque de diversiones – sus ojos recorrieron entonces Luna Park– Aquí no entra la maldad, no hay gente triste y todo es diversión y risas – miró a su pequeño compañero – Por eso es mi lugar favorito.

La conversación de ambos fue interrumpida entonces por el inicio del acto de magia. Alrededor del hombre y a los lados de Yuri y Baptiste se aglomero la gente, quienes con entusiasmo gritaban lo que deseaban que el mago llevara a cabo. Para comenzar aquel falso mago saco un conejo de un sombrero que a primera vista se encontraba vacío, posteriormente realizo acercando a gente del publico actos con cartas.
– ¿No te gustaría participar? – preguntó a Yuri, mientras que el hombre pedía para su último truco a un par de personas así que antes de siquiera poder escuchar la respuesta del niño, Baptiste levantó la mano con entusiasmo, siendo así llamados por el mago del parque – Vamos Yuri – le empujó suavemente para caminar al centro del circulo formado alrededor del mago, convirtiendo a aquel singular par de amigos en el centro del espectáculo, al menos para el gran final.

por **Yuri Alekséyevich** Mar Abr 26, 2016 12:31 pm

Su respiración ligeramente agitada poco a poco regresaba a su normalidad. Aunque este hecho no mermaba la atención que prestaba a los números presentados por el mago. Durante su estancia en la capital era la primera vez que atestiguaba un acto como ese. Algunos de los presentes quizás ya habían reparado en la indumentaria que cubría su cuerpo, no era difícil identificar de dónde provenía. Y ahí de pie junto a su nuevo amigo, solo mostraba la inocencia y la alegría propia de un niño de ocho años. Deseoso por conocer que había dentro de la caja multicolor adyacente, o asustado por la sonrisa burlona del sujeto que no reparaba en presentar sus habilidades ante la concurrencia. Lamió la última parte de la manzana y ocultó el palito que la sostenía en su bolsillo, la presencia de Baptiste se materializaba a sus espaldas. Sonrió ante aquellas palabras. Nunca había intentado realizar algo similar, puesto que cada uno de sus movimientos estaba estrictamente controlado, en algún momento se podría dar esa oportunidad, utilizar sus dones para algo más que la aniquilación de sobrenaturales.

–Lo dudo mucho Baptiste, el mago es muy hábil en lo que hace, ni siquiera sospechaba que el conejo se hallaba en el segundo sombrero–

Respondió en un hilo de voz para asentir después.

–Lo es, lo es– volvió a susurrar –Todos los lugares en el mundo deberían ser como Luna Park–

Hablaba con esa ingenuidad que le caracterizaba pero con seguridad en sus palabras. Lo más sorprendente era que a pesar de su edad, ostentaba una madurez que había sido forjada a base de la disciplina y reglamento impuesto por sus superiores. Así mismo desconocía sus propios alcances, el milenario habría notado para ese entonces ese detalle y era parte del encanto en el pequeño que le mantenía atraído hacia él.

Escuchó la sugerencia del vampiro pero se rehusaba a creer que él podía participar en el acto final, su inseguridad quedó en segundo término cuando Baptiste tomó la iniciativa y le orilló a ser el centro de atención de los espectadores. Sonrió nervioso cuando el mago preguntaba si aquel joven a su lado era su hermano, imaginó por un par de segundos que la compañía ajena, era lo más cercano a poseer un familiar. Su silencio no refutaba la idea y solo pudo mirar en complicidad a Baptiste para volver a sonreír. Los susurros de las personas no se hicieron esperar, contemplando aquel cuadro tan singular. El mago pidió un par de aplausos para los voluntarios y en medio del estruendo, Yuri sintió un ligero escalofrío que le recorría de la cabeza a los pies. Sus orbes inquietos buscaron entre el tumulto el origen de aquel enigma, no obstante solo pudo regresar su mirada a su nuevo amigo, no hacía falta hablarlo, un visitante sospechoso se hallaba oculto y sería cuestión de tiempo para que hiciera acto de presencia.

por **Raoul Zarkozi** Sáb Jul 16, 2016 1:04 am

Jugar a ser humano en aquel lugar mágico era algo que Baptiste no se había esperado de si mismo, pero estar con Yuri y que entre los dos existiera una confianza sin igual era algo que le llevaba a actuar de una manera que en otros tiempos sería impensable.

Tratando pues de no hacer tan notoria su naturaleza sobrenatural, siguió con paso relativamente lento la carrera de Yuri. El pequeño brujo era atraído por un espectáculo de magia que a ojos de Baptiste no tenía nada de maravilloso, la magia real que debía poseer Yuri, debía ser mucho más asombrosa. El inmortal le hizo saber eso a su pequeño acompañante, quien con una sonrisa sincera aseguraba a su compañero vampiro que se equivocaba y que el mago a quien ambos observaban era mucho más hábil.
– ¿No lo sospechabas de verdad? – preguntó el vampiro levantando ambas cejas antes de sonreír a su pequeño acompañante. La inocencia de Yuri era mucha a pesar de que el niño era parte de los inquisidores, un grupo que tarde o temprano terminaría por corromperle aquel buen corazón que aún albergaba. Con cierto pesar, Baptiste fingió un suspiro – Igual sigo creyendo que tu podrías hacer mejor magia que ese hombre – señalo con la cabeza en dirección al mago que ahora sacaba un sin fin de pañuelos de su manga.

En Luna Park todo era posible y la realidad se evaporaba como un copo de nieve al calor del sol, por eso fue que impulsado por hacer que Yuri pasara un buen momento y olvidara lo que era fuera de aquel lugar, Baptiste le animo a ser parte del espectáculo del mago. El niño merecía felicidad y si él podía brindarle al menos un poco, estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario.

Empujando ligeramente el pequeño y frágil cuerpo del brujito, Baptiste le llevó hasta el centro del circulo donde también él se quedo. Ante la pregunta de si eran hermanos y la mirada de Yuri al igual que su sonrisa, el vampiro no pudo más que sonreír.
– Así es, él es Yuri y yo soy Baptiste, somos hermanos y adoramos los trucos de magia – aseguró. El mago soltó una carcajada al aire ante lo que consideraba palabras sinceras de parte del muchacho inmortal, pidiendo después una oleada de aplausos para los valientes voluntarios. Fue entonces, en medio de los aplausos del público que el vampiro noto una ligera tensión de parte de su compañero de la noche, los ojos de Baptiste fueron a encontrarse con los de Yuri y no necesito palabra alguna de parte del pequeño porque aunque no se había tensado, ni buscado entre la multitud al igual que el niño, él también se había percatado de que entre los curiosos que observaban el truco de magia, se encontraba un visitante indeseado – Tranquilo, todo va a estar bien – la mano del vampiro se situó en el hombro de su joven amigo pero la sonrisa que antes se encontrará en su rostro se había desvanecido. Quien quiera que se atreviera a arruinarles la noche, podía contar con que iba a arrepentirse de hacerlo.

Mientras ambos sobrenaturales se encontraban sumidos en los peligros potenciales que les observaban desde la multitud, el mago preparaba una enorme caja de madera donde pidió a ambos “hermanos” que entraran. Una vez más, Baptiste animo al pequeño Yuri y juntos entraron en la caja de madera donde las indicaciones eran que se mantuvieran muy quietos porque los harían desaparecer. Una vez dentro el mago comenzó a dar un discurso sobre lo que pensaba hacer con su valiente par de voluntarios. Aprovechando esa situación, el vampiro se enfoco en el pequeño Yuri.
– Una vez que se termine este truco iremos a ver quien nos arruina la noche – una mueca de disgusto apareció en su rostro y sus colmillos se hicieron visibles – Odio que me arruinen la diversión – aseguro, mientras que en el exterior de la caja, estallaba otra oleada de aplausos antes de que el truco como tal, diera inicio.

por **Yuri Alekséyevich** Mar Dic 20, 2016 4:47 pm

Sentía una extraña conexión con el vampiro. La naturaleza de ambos dictaminaba el exterminio del otro y sin embargo una vez más la inocencia del inquisidor hacía gala nuevamente al considerarlo un hermano. Sintió profundamente que aquella velada se pudiese ver manchada por algún ser sobrenatural, no estaba en su itinerario el exterminarle pero tampoco se quedaría de brazos cruzados si es que la amenaza le causaba inconvenientes.

–De acuerdo–

Asintió a las palabras del inmortal quien escasos minutos antes mostraba una fachada noble, ahora parecía estar dispuesto a hallar el origen de ese peligro. El niño estaba consciente que cuando el lado salvaje de esos seres emergía, poco se podía hacer para que entraran en razón nuevamente. Suspiró con pesar y confió en que Baptiste poseyera el autocontrol suficiente para no actuar en su contra, después de todo, los votos a la organización debían tener peso aún en el pequeño.

Una espesa oscuridad les cubrió de pies a cabeza y prestó atención completa una vez más a su nuevo amigo. A lo lejos los aplausos de un público impaciente resonaban. Había presenciado anteriormente en uno de sus muchos escapes un acto parecido en el circo gitano. La distracción sería un elemento clave para no levantar sospechas con el resto de los presentes pero debía asegurarse que el vampiro no haría nada indebido a menos que las circunstancias lo obligasen.

–Baptiste, promete que no lastimaras a nadie ¿Trato?–

Yuri ofreció su dedo meñique en señal de que esa promesa no podía ser rota. Una vez afianzado el trato aguardó a que fueran cambiados del lugar por el mago. El silencio cayó sobre todo el lugar y la expectativa de ver lo que ocurría no se hizo esperar, mientras tanto Yuri cerró los ojos para tratar de ubicar de lleno al intruso quien ya se encontraba entre la multitud. El mago aprovechó ese espacio de humo y pirotecnia proyectada en el público y pidió a los jóvenes colocarse en la pequeña trampilla que había previamente colocado a sus espaldas. El inquisidor movió ágilmente su diestra, pasándola por enfrente del mago.

–Oblivion–

Susurró y el hombre desmayó enseguida.

–Vamos Baptiste ayúdame a recostarlo– dijo con voz preocupada –Si no tomamos ventaja ahorita quizás sea tarde, hay demasiada gente en el parque. Yo te buscaré la oportunidad para que puedas detenerlo–

Una vez terminada la acción el hechicero una vez más hizo uso de sus habilidades, y mediante un conjuro sencillo logró mantener en estado de trance a la audiencia. Al salir de la cortinilla con Baptiste, pudieron ver en efecto que las personas cayeron dormidas por unos minutos, todos habían sido alcanzados por la magia del niño excepto un hombre de edad media. La coloratura de su testa demostraba en efecto que se trataba de un licántropo quien seguramente aguardaba que la noche se despejara para atacar con ayuda de la luna llena.

–Clamare umbra– exclamó una vez más el inquisidor.

Desde la bóveda una espesa nube les cubrió en cuestión de segundos evitando la transformación del hombre.

–¡Es el Baptiste! ¡Es el!–

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