Antiguo espledor (Iryn Steklov)

por **Liam McDonald** Jue Sep 16, 2010 9:39 am

Aún veía el paisaje borroso. Traté de enfocar la vista para vislumbrar ante mí un árbol que se encontraba a unas 30 leguas de donde yo estaba. Me puse en pie; la luna llena había pasado y necesitaba encontrar mis ropas y el camino de vuelta a la ciudad.

Anduve unos minutos, aún dando tumbos y un tanto desorientado. Pude recuperar mis zapatos y mis pantalones caros. Pero no atinaba a dar con la camisa. Bufé, presa de la irritación. Esa era una de las cosas que más odiaba de ser un licántropo.

No me había dado cuenta hasta ese momento de que mi torso desnudo presentaba severos arañazos y heridas. A saber con qué pobre diablo me habría enfrentado durante el frenesí de la luna llena.
Finalmente, encontré mi camisa colgada de la rama de un árbol; estaba completamente rasgada y con restos de sangre, barro y suciedad que contrastaban con el blanco impoluto de la camisa.
"Maldita sea, esa camisa me costó 45 francos" pensé para mí mientras observaba la prenda desgarrada.

La hice un ovillo y la tiré al suelo, repleto de hojas amarillentas caídas de las copas. No en vano, estábamos en otoño. Gracias al mi fino olfato, logré hallar el lindero del bosque. Lo recorrí, tratando de orientarme, pero estaba claro que me había perdido. Pues no conocía estos bosques parisinos tanto como los escoceses.

Tras varias horas caminando sin encontrar nada más salvo árboles, arbustos y más árboles, conseguí distinguir en la lejanía, una casa, aparentemente abandonada...Preso de la curiosidad, decidí entrar.
El aire estaba viciado, los muebles repletos de polvo y telarañas. Pero aún así, se podía deducir a la legua que, en su época, aquella casa gozaba de esplendor. Pertenecería a una familia de nobles, seguramente.

por **Iryn Steklov** Jue Sep 16, 2010 11:37 am

Me levanté aquella mañana de otoño demasiado pronto y aunque lo intenté fui incapaz de volver a quedarme dormida. Por ello decidí vestirme con las prendas más normales que había en el fondo de mi armario y salir a dar un paseo con tranquilidad. Peiné mi pelo hasta que quedó tan suave como la seda y lo recogí en una trenza, dispuesta a pasar desapercibida.

Acabé paseándome por las calles de París en busca de algo desconocido. Quería ver mundo, sentirme libre, correr, saltar, gritar. Pero… todo aquello no podría hacerlo a menos que me transformase en gatito y eso ahora mismo significaba que todo el mundo supiese lo que era.

Finalmente llegué al bosque. El lugar más denso y oscuro a aquellas horas de la mañana. Me perdí entre las ramas y, tras desnudarme, mi cuerpo comenzó a volverse el de un pequeño y libre gatito. Sonriente comencé a correr por un lado a otro llegando incluso a reírme hasta que un aroma a sangre fresca llegó hasta mi hocico.

Con miedo me escondí en el primer sitio que encontré, una casa avandonada. Entré por la ventana pero... mala suerte la mía que caí sobre la cabeza de alguna persona.

Siento la brevedad del post... estoy sin inspiración :S

por **Liam McDonald** Vie Sep 17, 2010 4:55 am

Caminaba absorto aún en la ostentosa decoración de la casa. Aún cuando estaba destartalada y marcada por el paso de los años. Pensaba que quizá ese fuera un lugar perfecto de reunión para el Clan; era una casa bastante grande, alejada de la ciudad y en medio del bosque..."Sí, será un perfecto refugio para los lobos" pensé mientras un fulgor vengativo se reflejaba en mi mirada.

Tanteé los muebles, que estaban en mejor estado de lo que aparentaban a simple vista. Por lo que no tendríamos que cambiar nada. Tendría que comentárselo a Alaude y al resto de los míos. Les mostraría esta pequeña joya que acababa de encontrarme casi por casualidad. Como si el destino estuviese moviendo hilos el sólo para que todo saliera a la perfección.

Tras algunos minutos recorriendo los pasillos y las habitaciones, casi no me di cuenta de que algo se había posado en mi cabeza. "Seguro que es un jodido murciélago"
Me lo quité de encima, zafándome de él. Bien, no era un murciélago como pensaba; se trataba de un gato blanco. Me miraba con ojos inteligentes, casi humanos. Enarqué una ceja..."¿qué diablos....?"
Recordé las antiguas leyendas escocesas que me contaba la abuela Rose Mary, leyendas sobre gatos con espíritu humano que ayudaban a las buenas gentes del Condando de Loch Lommon. Se hacían llamar los Cáit Tulach Àrd
Yo siempre había pensado que eran tonterías, y que más le valía a la abuela Rose Mary dedicarse a asuntos importantes; como la liberación de su país de la tiranía de los ingleses...Sí, cuán lejos quedaba ya todo eso pero a la vez cuánto estaba relacionado con lo que soy ahora.

-¿Qué miras, condenado cáit?-Dije, mirándo al felino con desconfianza. Acto seguido, me giré y continué mi camino. Ignorando la extraña sensación que había experimentado al clavar mi mirada en la de aquel extraño animal.

OFF: No te preocupes, a mí también me pasa a menudo :S

por **Iryn Steklov** Dom Sep 26, 2010 6:34 am

Me agarré al largo cabello lleno de ondulaciones de aquel hombre con la intención de no acabar en el suelo. Éste, ignorante, continuó caminando por la casa sin darse cuenta de mi reciente llegada. Me eché contra su pelo acomodándome en el preciso instante en el que se percataba de que un bicho andaba por su cabeza.

Medio grité cuando me tiró hacia la otra punta de la casa con un movimiento brusco. Me agarré al suelo intentando no resvalarme y llegar a estamparme contra la pared, algo que por poco ni consigo. Tras ello examiné mis patitas para descubrir que me acababa de limar las uñas.

Elevé mi pequeñísima y blanca cabeza hacia el humano allí presente mirándolo con furia y rencoor. ¿Qué se había creído? Yo, que era un buen gato, una buena persona, arrojada por el suelo como si fuese un desperdicio.

Me acerqué a él cuando se giró para continuar su camino y clavé una de mis uñas en su pierna mientras movía la cola cuan gato inocente. Sonreí con mi boca gatuna y, andando entre sus piernas salí escaleras abajo.

por **Liam McDonald** Lun Sep 27, 2010 6:17 am

Una vez me hube desembarazado del gato, seguí rodeando la casa. Comprobando el estado de los muebles y pensando en nuevas ideas y técnicas para llevar a cabo en el Clan. Las ventanas del segundo piso daban hacia el exterior, la parte trasera del caserón y desde allí pude comprobar que la casa estaba rodeada por un espeso jardín, poblado de mañas hierbas y enredaderas. Pero que podía podarse y cuidarse para crear un verdadero campo de adiestramiento, que sirviera en nuestra particular guerra contra los vampiros.
Estaba seguro que había encontrado un excelente fuerte y refugio para mis hermanos, los lobos.

De pronto, sentí como algo se me clavaba en la pierna izquierda y, como en un acto reflejo, froté mi mano contra la zona dolorida. Parecía como una aguja o algún pincho que sobresalía de las paredes algo destartaladas del caserón. Bajé la vista y fue cuando todas aquellas sospechas fueron barridas de mi mente; había sido el maldito gato blanco, que ahora mismo se encontraba balanceándo su blanquecina cola, con una expresión en sus rasgos felinos de no haber roto un plato en su vida.

Lo miré con cara de pocos amigos, frunciendo el ceño.
-¿Qué pasa, te diviertes molestándome?-Refunfuñé, mientras murmuraba algunas frases en mi lengua materna, masajeándome la pierna arañada. El gato me miró y juro por Dios, que aquel animal pareció sonreírme. Acto seguido bajó las escaleras, con la agilidad propia de los felinos.
No había sido mi imaginación. Aquel gato me había sonreído. Y, de nuevo, acudieron a mi mente las diversas leyendas de los Cáit Tulach Àrd. Y, ¿Por qué no podía ser? Después de todo, yo era un licántropo que estaba buscando un cuartel para llevar a cabo una guerra contra los vampiros. ¿Por qué, diablos, no podía existir los Cáit Tulach Àrd?

Bajé las escaleras siguiendo al gato blanco. A pesar de su natural habilidad y rapidez, logré pillarlo justo cuando iba a salir por una de las ventanas. El gato me miró y clavó sus inteligentes ojos en mí. No parecía asustadizo, como suelen aparentar los gatos normales y corrientes cuando se encuentran con humanos.
-Espera...Tú...No eres un gato normal, ¿cierto?-Dije, suavemente, con miedo de que pudiera salir pitando. Mentiría si dijera que no me sentía como un idiota al hacerle tal pregunta a un animal.

por **Iryn Steklov** Miér Sep 29, 2010 5:55 am

Bajé las escaleras sonriente y me subí en una mesa abandonada que había por allí. Me tumbé en ella y me quedé mirando como el pequeño humanito bajaba por las escaleras, con una mirada demasiado humana para ser normal.

Sonreí con mis labios gatunos y moví la cola de un lado a otro mientras me lamía una de mis patas disimulando, como si no hubiese escuchado lo que el humano había dicho. Habría sido capaz de responderle pero es que cuando era un gato no podía hablar como un humano, solo maullar y no era la idea de primeras.

Así pues, acabé valiéndome por el lenguaje de signos y asentí leentamenteee procurando que mi acompañante se diese cuenta de lo que estaba haciendo.

Me bajé de la mesa y me acerqué a él de nuevo enroscándome entre sus piernas y mirándolo desde abajo a la espera de alguna reacción de su parte que seguramente no tardaría mucho en llegar.

Off: Siento ser tan breve pero es que ser un gato no inspira mucho... XD

por **Liam McDonald** Lun Oct 04, 2010 5:33 am

El gato había asentido. O eso parecía. Fruncí el ceño, cada vez más molesto. ¿Qué diablos era aquel animal?
El gato blanco saltó con la agilidad característica de los de su raza y cayó de cuatro patas en el suelo. Acto seguido, caminó elegantemente como sólo saben hacer los gatos y comenzó a enroscarse por mis pies.
Esta vez, en lugar de tratar de desembarazarme de él otra vez, me quedé en el sitio sin moverme.
Luego me agaché y lo tomé con las dos manos. Seguramente aquello no le gustaría al animal, pero me importaba un pimiento.

-Apuesto a que puedes hablar, ¿no es cierto, condenado [i´]cáit[/i]?-Callé unos instantes, quizá esperando una respuesta que no sabía si llegaría o no.-Dime, ¿qué eres tú? ¿Un gato que habla? ¿Un gato que piensa? ¿Qué diablos eres?-El gato blanco me miraba con aquellos ojos casi humanos y un escalofrío me recorrió la espalda. Solté al animal que volvió a caer en sus 4 patas.

-Sólo te pido que, si no quieres ayudarme, te apartes de mi camino.-Dije, volviendole la espalda. ¿Acaba de hablarle a un gato? Sí. Eso había hecho. Sólo esperaba que toda esta escena quedase en el más absoluto secreto. ¿Qué pensarían los miembros de mi Clan si les contaba que había conocido a un gato que actuaba como un humano?

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