AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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|| Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
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|| Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Familia Holtz, sin duda alguna el mejor blanco en ésta pronta llegada del invierno. Las calles son cada vez más miserables y el Señor de la casa, Benjamín tiene una reputación poco amigable; La justicia y la esperanza son tan fáciles de perder cómo también tan inmensamente eficaces cuándo de motivación se trata. Es un efecto que atrae al Ladrón más famoso de Europa que ha decidido ésta noche pisar un suelo extraño con la única misión de llevar un poco más de justicia a aquellos que por no haber nacido en una mansión... Hoy, ésta noche y las que quedan... Viven bajo el pisoteo de una jerarquía económica y social muy poco solidarizada.
Noche otoñal que tras algunos rayos platinados sobre la zona residencial exclusiva se puede visualizar a una sombra que se traslada rápidamente entre calles y techos. Un susurro que se cuela entre los aires al tener frente a él una excelsa mansión de varios pisos y rodeada de rejas que inútilmente buscan frenar su cometido -Rejas y más rejas... ¿Cuándo aprenderán?- susurra el ente amorfo para así transportarse cuál flote entre brincos por los árboles, logrando así formular un espectáculo acrobático que lo deja del otro lado de la defensa, penetrando la morada inicialmente con facilidad.
-Según tengo entendido, el gran Benjamín Holtz no tiene que pasar unas noches en la mansión, es momento oportuno para poder hacerle una visita- La luna muestra efímeramente la apariencia de un hombre alto vestido de negro, más todo vuelve al misterio una vez que se oculta entre las sombras que arrojan a la entrada principal de aquel magnifico recinto -"Solamente los grandes entran por las entradas principales"… Que ironía- cita y después ríe por lo bajo, sacando desde lo que parece su cinturón un par de herramientas, mismas que comienzan a forzar la cerradura principal -Es de cuatro caminos... Alguien quiere dejar bien segura ésta mansión- susurra cínicamente, después de varios segundos intentando abrirle.
Finalmente logra pasar el segundo obstáculo, abriendo poco a poco la puerta para así entrar de forma sigilosa, observando en sus alrededores y cerrando con cuidado la puerta -¿Sin sirvientes?... ¿Sin perros guardianes?... Esto está siendo demasiado fácil... Y no me gusta la idea- finiquita, empezando a buscar el despacho del Patriarca Holtz.
Noche otoñal que tras algunos rayos platinados sobre la zona residencial exclusiva se puede visualizar a una sombra que se traslada rápidamente entre calles y techos. Un susurro que se cuela entre los aires al tener frente a él una excelsa mansión de varios pisos y rodeada de rejas que inútilmente buscan frenar su cometido -Rejas y más rejas... ¿Cuándo aprenderán?- susurra el ente amorfo para así transportarse cuál flote entre brincos por los árboles, logrando así formular un espectáculo acrobático que lo deja del otro lado de la defensa, penetrando la morada inicialmente con facilidad.
-Según tengo entendido, el gran Benjamín Holtz no tiene que pasar unas noches en la mansión, es momento oportuno para poder hacerle una visita- La luna muestra efímeramente la apariencia de un hombre alto vestido de negro, más todo vuelve al misterio una vez que se oculta entre las sombras que arrojan a la entrada principal de aquel magnifico recinto -"Solamente los grandes entran por las entradas principales"… Que ironía- cita y después ríe por lo bajo, sacando desde lo que parece su cinturón un par de herramientas, mismas que comienzan a forzar la cerradura principal -Es de cuatro caminos... Alguien quiere dejar bien segura ésta mansión- susurra cínicamente, después de varios segundos intentando abrirle.
Finalmente logra pasar el segundo obstáculo, abriendo poco a poco la puerta para así entrar de forma sigilosa, observando en sus alrededores y cerrando con cuidado la puerta -¿Sin sirvientes?... ¿Sin perros guardianes?... Esto está siendo demasiado fácil... Y no me gusta la idea- finiquita, empezando a buscar el despacho del Patriarca Holtz.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Mansión Carfax. Hogar de dos mentirosos, cuna de un engaño sin parangón.
Benjamin Holtz. Hombre de negocios, prisionero de su matrimonio y su hogar.
Cordelia
Aquella noche, su endemoniado particular parecía requerir de sus servicios y la británica no lo dudó un segundo, sabiendo además que a su regreso la mansión estaría vacía, lo que significaba no tener que dar explicaciones a nadie de sus idas y venidas. El otro extremo del grillete, Benjamin, había abandonado el recinto familiar durante unos días por cuestiones de trabajo. En condiciones normales, la irlandesa estaría celebrando una alocada recepción con las palabras “SOLA EN CASA, SIN MARIDO, SIN MOLESTIA” grabadas a relieve en la tarjeta de invitación, pero la verdad era que hasta los desprecios de Benjamin le alegraban el día. Siempre espoleando la mente de la mujer en busca de respuesta ingeniosa.
La luna brillaba, y Cordelia regresaba. El calzado idóneo para los actos nocturnos de la mujer -la ladrona, la asesina- nunca eran los adecuados. Acababa descalza por las calles, zapatos en mano, silencio absoluto, sin el retintín de los tacones. Dobló la esquina y se sorprendió al descubrir a alguien cuyo fin era sorprenderla a ella. Sonrió. Nunca le había ocurrido. Redobló de nuevo la calle, volviendo sobre sus pasos. Si alguien conocía aquel lugar era ella. La primera y única –hasta aquel momento- que se dedicaba noche sí y noche también a entrar en su domicilio por todas las puertas, ventanas y huecos que fueran necesarios para no despertar a su marido.
Tantas opciones y no sabía que hacer. ¿Fingir que dormía? ¿Apuntar a aquella sombra por la espalda con la pistola que guardaba bajo sus enaguas y sorprenderle con alguna frase digna? Sin más, se dirigió al despacho de su marido. Como antesala, se encontraba un pequeño salón –no el principal, desde luego- y en éste, un piano que Cordelia acostumbraba a tocar. De todas las opciones, de todo lo que la cazadora podía haber hecho para asegurarse el permanecer a salvo ante aquella persona, ser sobrenatural, lo que fuera, y tomó la decisión más estúpida, más digna de su peculiar humor. Ponerse a tocar una melodía que bien podría servir de banda sonora para el momento –haciendo más divertida si cabe la situación- con un instrumento que no pasaba desapercibido en ninguna de las estancias de la casa.
Bienvenido a la mansión Carfax, tome asiento y robe lo que quiera.
Cordelia Holtz- Cazador Clase Alta
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Caminando con cuidado aquel formidable ladrón se trasladaba entre el suelo extraño de una mansión ultrajada por sus motivos poco convencionales; con sumo detalle comenzó a analizar puertas, ventanas y uno que otro atajo dónde pudiese improvisar en caso de ser necesario y entonces ocurrió. Sus sentidos le dijeron que algo estaba mal cuándo una presencia logró sentir, erizándole la piel, algo nada común. ¿Será que el señor Benjamín esté en casa? Eso sería lo de menos, pues la pregunta real sería... ¿Pertenecería a una naturaleza lejana al término "humano" por despertar en él dicha sensación?
Rápidamente el español se hincó tras la puerta, volvió a utilizar sus herramientas para forzar la cerradura pero de manera sorpresiva se encontró con que el despacho estaba abierto por lo que no tardó en entrar. Sus ojos se fijaron en cualquier lugar donde pudiese envolver su anatomía con las sombras y una vez que lo encontró sus ojos se dilataron y tragó un poco de saliva: El piano había comenzado a tocar -Interesante bienvenida- susurró cuándo se percató de que dicha música provenía desde otro cuarto.
Lentamente sujetó su cinturón, sus manos giraron una perilla y entonces la adrenalina fluyó de manera inminente; con cuidado empujó la puerta y para utilizar el factor sorpresa, tomó tres bombillas desde aquel accesorio, dejándolo abrir de golpe la puerta con un violento sonido de azote, arrojando hacia el cuarto aquellas esferas que terminarían por alzar una densa cortina de humo que provocó al instante una ceguera para cualquier presente en el recinto. Eran solamente el Ladrón y sus sentidos bien entrenados.
Rápidamente el español se hincó tras la puerta, volvió a utilizar sus herramientas para forzar la cerradura pero de manera sorpresiva se encontró con que el despacho estaba abierto por lo que no tardó en entrar. Sus ojos se fijaron en cualquier lugar donde pudiese envolver su anatomía con las sombras y una vez que lo encontró sus ojos se dilataron y tragó un poco de saliva: El piano había comenzado a tocar -Interesante bienvenida- susurró cuándo se percató de que dicha música provenía desde otro cuarto.
Lentamente sujetó su cinturón, sus manos giraron una perilla y entonces la adrenalina fluyó de manera inminente; con cuidado empujó la puerta y para utilizar el factor sorpresa, tomó tres bombillas desde aquel accesorio, dejándolo abrir de golpe la puerta con un violento sonido de azote, arrojando hacia el cuarto aquellas esferas que terminarían por alzar una densa cortina de humo que provocó al instante una ceguera para cualquier presente en el recinto. Eran solamente el Ladrón y sus sentidos bien entrenados.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Nervios a flor de piel bajo aquella bruma de incertidumbre. El peligro inminente de lo desconocido y una mujer preparada para todo que no duda cuando la situación se complica. Cordelia Holtz abandonó el asiento contiguo al instrumento, buscando a tientas los ventanales del cuarto y haciendo lo propio con ellos para que aquella concentración neblinosa se disipara. El siguiente destino fue el sofá. ¿Esconderse tras él? Un pasatiempo de niños. Un buen asiento, piernas cruzadas y un reposabrazos sobre el que acomodarse.
- ¿Nunca le han comunicado que es de mala educación no dar la cara cuando se irrumpe en un domicilio ajeno? –preguntó la aristócrata mientras su mano derecha y dedo índice jugueteaban con la barbilla y labios de ésta.
La cazadora se levantó y comenzó a recorrer el salón sin quitar el ojo de encima al hombre -¿humano, vampiro, licántropo? Lo que fuera- en cuestión, tanteando el terreno –su terreno-, pensando en las posibles opciones en cuanto a defensa y ataque –objetos, lugares-.
Había vivido varias ocasiones similares. Todas meticulosamente programadas, diferencia fundamental. Distintos posibles finales y las herramientas para que la resolución fuera siempre favorable. ¿Qué hacer en una situación como aquella?
- Dígame, ¿es usted de esos asaltadores caballerescos que se molestan en conversar antes con las víctimas de su osadía o por el contrario, resuelve zanjar cuanto antes situaciones como esta sin paladear el momento? - volvió a preguntar, tranquila al sentir a cada paso el frío acero del arma que la acompañaba en todo momento, bajo sus enaguas.
Cordelia Holtz- Cazador Clase Alta
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Rápidamente el factor sorpresa hizo de las suyas, provocando que aquella cortina de humo se disipara casi al instante, provocando que el ladrón esbozara una sonrisa ladina mientras que lentamente sujetaba el mango de su látigo.
Escuchó las palabras de una silueta que poco a poco iba haciendo acto de presencia para entonces toparse con la sorpresa de que era una fémina... Una muy hermosa a decir verdad. Por ello es que con su gruesa voz respondió tajante a sus cuestionamientos -De haber sabido que la bella señora de la casa estaba presente... Hubiese traído flores- el sarcasmo se apoderó de su esencia en ese instante, comenzando a observar a la mujer caminar.
Sus ojos marrones se enfocaron en ella, luego en las paredes, puertas y después ventanales. Quizás era una propiedad nueva, pero desde antes había comenzado a analizar cualquier plan B, C, D o el que sea requerido para cómo siempre salirse con la suya.
-Bueno, eso depende... ¿Mi victima me ofrecerá un vaso de agua?- su sonrisa fue más evidente y antes de que siquiera pudiese responderle la dama, el Caballero de la Noche decidió tomar su látigo y usarlo contra la de cabellos negros. Provocando que su falda sufriera un corte que mostrara un poco de su blanca piel, haciéndole alzar la ceja y con una mueca en sus labios anexar -Posee todo eso... ¿Y lo oculta bajo una falda?... Tsk... Muy mal- soltando una cínica carcajada al aire.
Escuchó las palabras de una silueta que poco a poco iba haciendo acto de presencia para entonces toparse con la sorpresa de que era una fémina... Una muy hermosa a decir verdad. Por ello es que con su gruesa voz respondió tajante a sus cuestionamientos -De haber sabido que la bella señora de la casa estaba presente... Hubiese traído flores- el sarcasmo se apoderó de su esencia en ese instante, comenzando a observar a la mujer caminar.
Sus ojos marrones se enfocaron en ella, luego en las paredes, puertas y después ventanales. Quizás era una propiedad nueva, pero desde antes había comenzado a analizar cualquier plan B, C, D o el que sea requerido para cómo siempre salirse con la suya.
-Bueno, eso depende... ¿Mi victima me ofrecerá un vaso de agua?- su sonrisa fue más evidente y antes de que siquiera pudiese responderle la dama, el Caballero de la Noche decidió tomar su látigo y usarlo contra la de cabellos negros. Provocando que su falda sufriera un corte que mostrara un poco de su blanca piel, haciéndole alzar la ceja y con una mueca en sus labios anexar -Posee todo eso... ¿Y lo oculta bajo una falda?... Tsk... Muy mal- soltando una cínica carcajada al aire.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Flores. ¿Y qué flores eran las idóneas para aquella situación? ¿El clavel de poeta? Dejando entrever las intenciones galantes de su dueño. ¿La malva real? La ambición hecha flor. ¿Un rododendro? Avisando del peligro próximo… ¿o una rosa roja, quizás?
La cazadora fue sorprendida con el chasquido de látigo ajeno y la debilidad con que sus ropajes inferiores sucumbieron a éste. ¿Habrá visto la pistola? se preguntaba Cordelia, fingiendo que ocultaba pudorosamente su pierna, pero ocultando realmente un arma aún más peligrosa que las propias de mujer.
- ¿Un vaso de agua? -preguntó aparentando indiferencia hacia la descostura de sus ropajes. Nada más que un juego de niños- Pensé que estaba tratando con un hombre, no con una muchacha de 13 años –dijo acercándose al mueble acristalado en el que reposaban vasos y recipientes del mismo material, ofreciéndole al caballero de las flores el pertinente trago de ron añejo, sin apartar la vista de su objetivo-. Estoy segura de que mi marido ordenaría me azotaran si supiera que hemos tenido visita y no he sido la perfecta anfitriona.
Aquella mujer ya había tenido experiencias pasadas nada agradables donde latigazos habían sido protagonistas en la historia y calabozos, el lugar de encuentro entre el arma y su espalda. Recuerdos grabados a fuego en la piel de una mujer inocente que todavía clama venganza y ruega piedad por un castigo injusto.
Mirada suspicaz y sonrisa socarrona, Holtz posó la bebida de su invitado en una pequeña mesita camino de éste, evitando contacto y un posible enfrentamiento cuerpo a cuerpo que estaba segura no ganaría dada su condición de mujer.
- Si no era de su agrado, podía habérmelo dicho. Me hubiera cambiado - comenzó de nuevo mientras observaba el estropicio en el vestido, alejándose poco a poco para no volver a estar a merced de látigo alguno en su próxima jugada-. ¿No le han dicho que es de mala educación agredir a una dama? –finalizó rompiendo más aún el vestido, tomando su arma y apuntando a su nuevo amigo de una forma de todo menos amistosa.
Cordelia Holtz- Cazador Clase Alta
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
No pudo evitar sonreír ante el comentario sarcástico de la fémina y asimismo observó con calma sus movimientos lentos -Le aseguro que de ser ese el caso, yo mismo me encargaría de sacarla... Los escapes son mi especialidad- alza su ceja con confianza, viendo el vaso de ron sobre la mesita frente a él -Muchas gracias, pero no bebo alcohol- ajustando bien su mano contra su látigo.
-La lencería corta y negra es mi favorita, digo, por si tenía la duda- soltó una carcajada para luego negar una vez que le preguntó sobre aquella agresión, a lo que el ladrón de manera sublime anexó a sus diálogos -Agredí su vestido pues su vestido me agredía a mí... Prohibiéndome la vista a tan espectaculares piernas- mordió su labio y de pronto todo se rompió cuándo en un movimiento rápido terminó siendo apuntado por una pistola.
Negó con su cabeza y dejó caer su látigo, alzando sus manos en una señal de rendición -Tsk... Tsk... Hermosa mía, detesto las armas de fuego- le observó fijamente, ella sabía cómo apuntar, no era una principiante y eso no había duda -Creo que debí fijarme si traía arma o no en vez de admirar su piel... Maldición... Yo y mi debilidad por ustedes las mujeres- tiró al aire con total cinismo, tratando de relajar un poco el momento.
-Ésta es la parte en la que...- y de una patada a la mesa logró tirar de aquel vaso tratando de encestar un golpe con el cristal sobre las manos de la mujer, dándole un intervalo de tiempo suficiente para de un salto apoyarse sobre la pared y así quedar en rebote detrás de la mujer, abrazándola y sujetando con ambas manos las de ella. Su rostro justo sobre el cuello femenino, sus pectorales fungiendo cómo soporte a la espalda de Cordelia y una respiración agitada que no le importaba evidenciar -No estoy seguro si esto agitado por el esfuerzo físico... O por lo excitante que es tenerle sujeta así tan de cerca, con un arma que busca asesinarme y tener la casa para nosotros solos-
Cínico.
La mejor palabra para describir al Caballero de la Noche
-La lencería corta y negra es mi favorita, digo, por si tenía la duda- soltó una carcajada para luego negar una vez que le preguntó sobre aquella agresión, a lo que el ladrón de manera sublime anexó a sus diálogos -Agredí su vestido pues su vestido me agredía a mí... Prohibiéndome la vista a tan espectaculares piernas- mordió su labio y de pronto todo se rompió cuándo en un movimiento rápido terminó siendo apuntado por una pistola.
Negó con su cabeza y dejó caer su látigo, alzando sus manos en una señal de rendición -Tsk... Tsk... Hermosa mía, detesto las armas de fuego- le observó fijamente, ella sabía cómo apuntar, no era una principiante y eso no había duda -Creo que debí fijarme si traía arma o no en vez de admirar su piel... Maldición... Yo y mi debilidad por ustedes las mujeres- tiró al aire con total cinismo, tratando de relajar un poco el momento.
-Ésta es la parte en la que...- y de una patada a la mesa logró tirar de aquel vaso tratando de encestar un golpe con el cristal sobre las manos de la mujer, dándole un intervalo de tiempo suficiente para de un salto apoyarse sobre la pared y así quedar en rebote detrás de la mujer, abrazándola y sujetando con ambas manos las de ella. Su rostro justo sobre el cuello femenino, sus pectorales fungiendo cómo soporte a la espalda de Cordelia y una respiración agitada que no le importaba evidenciar -No estoy seguro si esto agitado por el esfuerzo físico... O por lo excitante que es tenerle sujeta así tan de cerca, con un arma que busca asesinarme y tener la casa para nosotros solos-
Cínico.
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Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
La lencería corta y negra es mi favorita, digo, por si tenía la duda. Sonrió.
- Lamento decirle que mi ropa interior no sale de los cánones de nuestra época. No me gustaría que me confundieran con una vulgar ramera. Eso después. Una vez postrados en el lecho.
Desde luego, los años habían agredido cruelmente la piel de la mujer. Desde cicatrices, pasando por moratones, cortes y todo aquello que tenían a bien regalarle tanto su querido marido como su trabajo. Ni su busto conservaba la rigidez de antaño, ni sus piernas lucían como a ella le hubiera gustado. Sí que era cierto que su trabajo no le permitía convertirse en una de esas féminas con más grasa que cerebro o perspicacia, pero no era para tanto. En ningún momento, siendo realistas, se merecían tamaño piropo. Motivo por el cual, la cazadora comprendió prontamente que las lisonjas del caballero destapaban, sin vergüenza alguna, oscuras intenciones.
- Suele ocurrir a menudo con el género masculino. Las prioridades de todo anexo a este género se encuentran en el orden incorrecto y no es hasta que una mujer les apunta con una pistola, cuando se dan cuenta del error. De todas formas, es lógico que admire a mi sexo, señor, pero también le diré que estamos sobrevaloradas –sin dejar de apuntar a su oponente-.
Fue entonces cuando el Caballero de aquella Noche tan peculiar arremetió inesperadamente contra la mujer, sin darle el margen suficiente para obrar en defensa propia.
Si algo llevaba mal Cordelia Holtz era el que la ataran, el que la derrotaran, el que la sublevaran. Suspiró pues, molesta, mientras su cerebro volvía a ponerse en funcionamiento, pensando como escapar de aquel abrazo tan traicionero.
- Cuanta hipocresía. Si sintiera más atracción que temor ante la situación en la que nos encontrábamos, no estaría ahora aquí, asegurando que la boca de mi pistola y usted no se encuentren de frente, y sea la mía la que casi le roce a usted. ¿Por qué no me suelta y seguimos jugando? O a lo mejor….
La cazadora alzó la pierna, la dobló y en lugar de disparar la pistola, disparó su pierna hacia atrás. Intentando valerse tanto de la sorpresa como de la fuerza bruta y siendo ayudada por los tacones de sus zapatos, aprovechó la fragilidad de las partes íntimas de un hombre para lanzar un golpe certero que obligara al caballero a soltar a la dama y poder alejarse de nuevo.
- Disculpe, ¿ve? Yo también tengo debilidad por ciertas partes del hombre, que hasta en una situación como ésta, siempre son mi principal objetivo.
Cordelia Holtz- Cazador Clase Alta
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
La sorpresa, la admiración y el dolor en forma de una sola oración tomaron por sorpresa al de antifaz, quién no pudo hacer nada salvo simplemente dejar salir un fuerte quejido que le provocó abrir los ojos a más no poder, creando una mueca envuelta en el sufrimiento y un dolor que explotó en su entrepiernas mientras que al instante se expandió por toda su anatomía, la cuál terminó por soltar a la dama para que por medio de la inercia pasara a sujetar su miembro viril dolido.
-Eso.. Es.. Trampa..- dijo entre una sonrisa extremadamente nerviosa mientras que dio unos pasos hacia atrás hasta recargar su cuerpo contra el librero, cerrando sus ojos a más no poder y entonces sin poder evitarlo soltó una carcajada –Mi atractivo era siempre el antifaz... Pero usted ni siquiera se molesta en invitarme una taza de café antes de querer tomarme desde mis pantalones-
Respirando con dificultad y tratando de reincorporarse, el español movió su rostro de un lado al otro para así poco a poco ir recuperando la estabilidad y por supuesto la calma entre sus piernas, aquella patada había sido fulminante –Si éste era su objetivo principal debió simplemente pedir.. No aplastar con una patada.. ¿Ahora cómo calmaré el dolor? ¿A caso usted me dará un masaje cómo compensación?- quedando su cuerpo listo para el siguiente movimiento.
-Eso.. Es.. Trampa..- dijo entre una sonrisa extremadamente nerviosa mientras que dio unos pasos hacia atrás hasta recargar su cuerpo contra el librero, cerrando sus ojos a más no poder y entonces sin poder evitarlo soltó una carcajada –Mi atractivo era siempre el antifaz... Pero usted ni siquiera se molesta en invitarme una taza de café antes de querer tomarme desde mis pantalones-
Respirando con dificultad y tratando de reincorporarse, el español movió su rostro de un lado al otro para así poco a poco ir recuperando la estabilidad y por supuesto la calma entre sus piernas, aquella patada había sido fulminante –Si éste era su objetivo principal debió simplemente pedir.. No aplastar con una patada.. ¿Ahora cómo calmaré el dolor? ¿A caso usted me dará un masaje cómo compensación?- quedando su cuerpo listo para el siguiente movimiento.
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Control. En exceso, una responsabilidad que algunos prefieren evitar. Otros, por el contrario, disfrutan del poder que este les confiere. ¿Cuándo una situación se encuentra totalmente bajo control? ¿Lo sabe alguien o sólo creen saberlo? Es así que aquel hombre, el hombre del antifaz, el hombre de las rosas, el que no bebe alcohol, aquel con una enorme predilección por allanar casas y colarse por la rendija del vestido de cualquier mujer a su alcance, pensó que la situación no requería de grandes estratagemas y fue al encontrarse con la mujer, la de cabello negro, la que esconde armas que no teme usar y recibe en su morada a ladrones con una sonata y una copa, cuando se dio cuenta de su error.
- ¿Sabe? De no ser porque yo misma lo he podido comprobar, pensaría que bajo ese antifaz se encuentra una mujer únicamente por rechazar un buen trago.
Cordelia no infravaloraba el dolor que el hombre pudiera sentir. A ella sólo la habían humillado públicamente, azotado, latigado, había sufrido numerosas magulladuras resolviendo los encargos del Cardenal de La Rive. Incluso una vez llegó a plantarse a las puertas del Inframundo, observando a los pasajeros de Caronte embarcar mientras ella aún permanecía en tierra –pues su hora todavía no había llegado- y todo por un veneno -cantarela- que se vio obligada a engullir una y otra vez en cantidades nimias, intentando mitigar sus efectos con cada toma y poder así envenenar a determinado cargo del clero quedando ella libre de la muerte.
Miento. Cordelia infravaloraba el dolor del hombre.
Parecía imposible ponerse seria con aquel caballero. Sus comentarios siempre sacaban una sonrisa a la cazadora que ésta no quería mostrar. Era digno de conversar, de jugar, de pelear. Esperaba no tener que matarlo y más aún, que no jugara al despiste para matarla a ella. Motivo por el cual nunca podía quitarle el ojo de encima.
- Venga conmigo –pidió la aristócrata comenzando la marcha-. Le enseñaré el lugar: La mansión Carfax, hogar de la mentira y cuna de la discordia. A lo mejor eso mitiga sus ganas de seguir aquí. Por cierto, no le he preguntado: ¿sólo busca robarnos o también deshacerse de nosotros? ¿violarme a mi y matar a mi marido? ¿quizás al revés?
Cordelia Holtz- Cazador Clase Alta
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Las palabras que aquella dama dedicó al Caballero de la Noche le hizo simplemente sonreír con un poco de sudor en la frente. No era nerviosismo, era el dolor latente que poco a poco iba desapareciendo más no con la velocidad deseada por el de piel morena -¿Eso quiere decir que le gustó lo que tocó?- un sinvergüenza, un descarado y un cínico. Así es cómo se le reconoce a éste casanova que al poco tiempo recibió una orden por parte de la hermosa mujer; en otra situación quizás se hubiese resistido, sin embargo lo dijo de una forma tan suave y tan elegante... Que cayó rendido a la hipnosis... Otra vez.
-Todo un parque de atracciones, por lo visto- contestó ante la introducción de la dama, luego, al cabo de sus siguientes palabras no pudo evitar una nueva risa –No, mi amor... Yo solo vine por algo que ya no importa. Jamás mataría, no está en mi código y mucho menos intentaría violarla a usted o a su marido- luego con mejoría en aquella zona decidió olvidarse del dolor y se adelantó a la Señora de la casa.
Interrumpiendo su camino al colocarse justo frente a ella, el hidalgo musitó –Sin embargo, ahora que dice que su marido esta fuera... No veo por qué no echar un vistazo a su recamara... Cómo dije, no vine a violarla, pero eso no quiere decir que no me pregunté que haría sin tanta ropa puesta- mordió su labio y se cayó.
El cinismo así cómo el descaro son estandartes, banderas que bien hacen reconocer al de antifaz y misteriosa identidad. Bien sabe que si esa mujer es hábil con sus piernas usando vestido, probablemente desnuda ante él podría hacer muchas otras cosas interesantes... Llegó a lo que llegó a esa casa, pero toparse con ella fue una sorpresa verdaderamente exquisita y por ello es que si hay algo más valioso que un tesoro para Rosa Negra... Es una mujer y por fortuna, estaba parado ante una en un millón sin exagerar. Vamos ladrón, que una leona cómo ella no puede escaparse... Al menos no sus labios.
-Todo un parque de atracciones, por lo visto- contestó ante la introducción de la dama, luego, al cabo de sus siguientes palabras no pudo evitar una nueva risa –No, mi amor... Yo solo vine por algo que ya no importa. Jamás mataría, no está en mi código y mucho menos intentaría violarla a usted o a su marido- luego con mejoría en aquella zona decidió olvidarse del dolor y se adelantó a la Señora de la casa.
Interrumpiendo su camino al colocarse justo frente a ella, el hidalgo musitó –Sin embargo, ahora que dice que su marido esta fuera... No veo por qué no echar un vistazo a su recamara... Cómo dije, no vine a violarla, pero eso no quiere decir que no me pregunté que haría sin tanta ropa puesta- mordió su labio y se cayó.
El cinismo así cómo el descaro son estandartes, banderas que bien hacen reconocer al de antifaz y misteriosa identidad. Bien sabe que si esa mujer es hábil con sus piernas usando vestido, probablemente desnuda ante él podría hacer muchas otras cosas interesantes... Llegó a lo que llegó a esa casa, pero toparse con ella fue una sorpresa verdaderamente exquisita y por ello es que si hay algo más valioso que un tesoro para Rosa Negra... Es una mujer y por fortuna, estaba parado ante una en un millón sin exagerar. Vamos ladrón, que una leona cómo ella no puede escaparse... Al menos no sus labios.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Ignoró parte de sus comentarios, pero la sonrisa… eso no pudo evitarlo –una vez más-. Si bien aquel caballero no era del todo de su gusto –no hacía falta más que mirar tanto a su marido como a… bueno, con ese ejemplo es más que suficiente-, pero si de algo carecían muchas de las personas que rodeaban a la mujer era de un ingenio, arrogancia y picardía tan divertidos como el de aquel ladrón que poco a poco había conseguido robarle alguna que otra sonrisa en contra de su voluntad.
- Mi propio marido no se atrevería a llamarme mi amor, así que asegure su vida evitando el volver a dirigirse a mí de esa manera.
Si ese algo ya no importa, es que algo estoy haciendo bien pensó la dueña de la mansión. Por otro lado, un hombre cuyo código incluye el no matar era casi un caramelo en manos de la mujer –apunto de derretirse, además-, pues si ella poseía también una serie de directrices personales sobre como llevar su vida y sus relaciones, el matar era casi la orden del día. No quería que la relación con su nuevo amigo terminara con tanta velocidad, pero eran demasiados años ya como para confiar en las palabras de un hombre. No matar viniendo de su boca podía significar matar sólo si la situación lo requiere en su cabeza. Es por eso, que aunque no hubiera sido partidaria de disparar el arma o no querría serlo en adelante de degollar a su invitado… bueno, uno siempre sabe como comienza la noche, pero nunca como acaba.
- No sé si acostumbra a entablar jueguecitos de este tipo con más mujeres. He de suponer que sí, pues es usted un hombre… cuestionablemente atractivo. Sin embargo, su impaciencia ante el próximo movimiento de su rival me hace pensar que es usted inexperto en estos derroteros y que el pensamiento y costumbres femeninas son algo que desconoce bastante. ¿No ha pensado que cuanto más interés capto por su parte, antes desaparece el mío hacia usted? Si es que lo hubo en alguna ocasión, me refiero –juguetona, nunca seria-, pues me encuentro ante alguien que busca saquear mi hogar. De todas formas, déjeme preguntarle. Si me resisto lo suficiente, ¿se verá obligado a forzarme? Porque a lo mejor a ese juego sí que me apetece jugar –lanzando la caña sin saber que clase de pez pretendía pescar aún-.
Cordelia Holtz- Cazador Clase Alta
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
En el suelo escuchó todo lo que la hermosa dama le dedicó y casi como si estuviese en una cama esperó hasta que acabara para de un salto colocarse de pie y frente a ella. Sonrió de lado, le ve directo a los ojos y se limita a musitar con toda calma –Mi amor…- solo cómo un suspiro, mismo que le conduce a dar un par de pasos hacia el frente y encontrar un especie de mesilla con lo que pareciese scotch y algunos vasos.
–Me parece verdaderamente fascinante su forma de pensar- sirve un poco de scotch para ambos –Sin embargo no me ando nunca con rodeos, si algo me gusta… Lo muestro y en este caso usted me gusta y mucho- sin tapujos, directo al grano y otorgando un vaso a la dama el ladrón sonríe.
Él mismo toma su vaso y bebe de aquel líquido, sintiendo un fuerte ardor en su garganta y mirando fijamente a la fémina le aclara –No bebo, pero creo ésta es una ocasión especial y merece un brindis- alzando su vaso y esperando a que la hermosa mujer haga lo mismo sin dejar de verle directamente a los ojos. No busca matarla, ni engañarla, ni siquiera mentirle… Es un terrible mentiroso, no sirve para hacerlo. Pero la noche es joven y la compañía es mejor de lo que pudo imaginar.
Rosa Negra termina de golpe aquel trago y deja su vaso en la mesilla, va a donde la mujer y medita unos segundos acerca de la sentencia que le dedicó… Realmente ella buscará ese tipo de juegos? Porque el caballero de la noche sabe jugarlos bien… Y son sus favoritos.
-Mi querida Cordelia…- Le toma de los hombros con brusquedad y la azota contra la pared, acercando peligrosamente su rostro al de ella, quedando con ambas respiraciones chocando entre si y los ojos de ambos protagonistas clavados los unos sobre los otros –No tiente al diablo… Porque él creó el pecado- escuchándose el vaso de la dama caer al suelo, rompiéndose en el acto y dejando el ambiente bajo un matiz un tanto más alterado.
–Me parece verdaderamente fascinante su forma de pensar- sirve un poco de scotch para ambos –Sin embargo no me ando nunca con rodeos, si algo me gusta… Lo muestro y en este caso usted me gusta y mucho- sin tapujos, directo al grano y otorgando un vaso a la dama el ladrón sonríe.
Él mismo toma su vaso y bebe de aquel líquido, sintiendo un fuerte ardor en su garganta y mirando fijamente a la fémina le aclara –No bebo, pero creo ésta es una ocasión especial y merece un brindis- alzando su vaso y esperando a que la hermosa mujer haga lo mismo sin dejar de verle directamente a los ojos. No busca matarla, ni engañarla, ni siquiera mentirle… Es un terrible mentiroso, no sirve para hacerlo. Pero la noche es joven y la compañía es mejor de lo que pudo imaginar.
Rosa Negra termina de golpe aquel trago y deja su vaso en la mesilla, va a donde la mujer y medita unos segundos acerca de la sentencia que le dedicó… Realmente ella buscará ese tipo de juegos? Porque el caballero de la noche sabe jugarlos bien… Y son sus favoritos.
-Mi querida Cordelia…- Le toma de los hombros con brusquedad y la azota contra la pared, acercando peligrosamente su rostro al de ella, quedando con ambas respiraciones chocando entre si y los ojos de ambos protagonistas clavados los unos sobre los otros –No tiente al diablo… Porque él creó el pecado- escuchándose el vaso de la dama caer al suelo, rompiéndose en el acto y dejando el ambiente bajo un matiz un tanto más alterado.
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
De nuevo, el atrevimiento descarado del que no teme –erróneamente- por su vida. Mi amor. Ese grito de guerra que llamaba a la batalla de los sexos.
- Creí que había venido a saquear mi hogar. Comprendo que yo sea la joya de mayor valor en él, pero lamentablemente no estoy en venta, y de ser así, no podría pagar el precio-la joya de la corona. Difícil de conseguir para algunos, manoseada en exceso por otros que no vacilan en restarle brillo por momentos-.
¿Cuán maldad puede haber en un simple brindis?, pensó la mujer, aceptando el ofrecimiento del caballero y acercando su recién adquirido vaso al de éste sin esperar sus auténticas intenciones. ¿Cuán maldad puede haber en un simple brindis? Pues la del Diablo, como él mismo se atrevió a señalar tras poner a la irlandesa contra las cuerdas.
¿Su respiración? entrecortada. ¿Su cerebro? cavilando la forma de hacerse con el control de la situación. ¿Sus manos? Entrando en contacto con el pecho del ladrón, aplacando su acercamiento y buscando una milésima más de segundo, dos, tres, el tiempo que hiciera falta para que aquel miserable no consiguiera su botín. Demasiados hombres, demasiados juegos. Los suficientes para saber diferenciar a un hombre –su propio marido, sin ir más lejos- de poco más que un muchacho que pone sus miras demasiado altas. Sin embargo, ¿qué hacer en situación tal? El beso de la discordia. Roce de labios, aliento compartido y lengua juguetona. El comienzo del fin. La varita mágica que desarma a todo hombre y que, curiosamente, suele encontrarse en la boca de cada mujer. Una tregua a medias donde sólo se vislumbra una falsa victoria y donde las fuerzas del rival se merman hasta volver a equiparar posiciones. Siendo la cazadora aprisionada ahora por los labios del caballero de las flores y no por sus inexpugnables brazos, se apresura rauda a hacerse lentamente con el atizador que adorna la chimenea.
- Disculpe si no le correspondo como gusta, pero acostumbro a mostrarme arisca con los hombres que pretenden tomarme por la fuerza –proclama utilizando el atizador en su favor y haciendo alejarse al ladrón- Es una manía que tengo. Espero la tenga en cuenta para futuros robos. Lejos de mi hogar, desde luego.
Cordelia Holtz- Cazador Clase Alta
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
-Venta?- El ladrón exclama con vasta ironía mientras que no puede evitar soltar una risa gruesa que poco a poco se va extinguiendo –Me veo como alguien que… Compra o paga por lo que toma?- retóricamente añade para así negar con su rostro y volver a decir –No hago menos el gran valor que una dama tan fina como usted tiene… Pero si he entrado a su hogar con mañas, si me infiltré en propiedad privada sin ser invitado… En verdad cree que soy de los que… “pagan”?-
Entonces el de ojos cafés sintió como sus labios rozaron con los de la bella fémina. Sintió recorrer por todo su cuerpo una estela electrizante que en seguida lo envolvió bajo el marco de un escalofrío que repentinamente se vio interrumpido por un certero golpe directo en su rostro. Un impacto a traición que no le hizo más que girar la cara sintiendo ardor en su mejilla mientras que seguramente esta no tardó en ponerse roja.
-Eso no fue muy… Amable- dice regresando su mirada a la dama mientras truena su cuello con una sonrisa falsa –Un golpe a traición y eso si no fue algo muy bonito- Frunció su ceño, observando a la dama directamente a los ojos, tomando con dureza su mano mientras que con brusquedad y sin escrúpulos le apretó una terminación nerviosa de la muñeca para obligarle a soltar el artefacto, tomándolo ahora él entre sus manos.
-Más vale que la violencia se acabe… A menos que la llevemos a la cama-
Entonces el de ojos cafés sintió como sus labios rozaron con los de la bella fémina. Sintió recorrer por todo su cuerpo una estela electrizante que en seguida lo envolvió bajo el marco de un escalofrío que repentinamente se vio interrumpido por un certero golpe directo en su rostro. Un impacto a traición que no le hizo más que girar la cara sintiendo ardor en su mejilla mientras que seguramente esta no tardó en ponerse roja.
-Eso no fue muy… Amable- dice regresando su mirada a la dama mientras truena su cuello con una sonrisa falsa –Un golpe a traición y eso si no fue algo muy bonito- Frunció su ceño, observando a la dama directamente a los ojos, tomando con dureza su mano mientras que con brusquedad y sin escrúpulos le apretó una terminación nerviosa de la muñeca para obligarle a soltar el artefacto, tomándolo ahora él entre sus manos.
-Más vale que la violencia se acabe… A menos que la llevemos a la cama-
Aldebaran Ballester- Realeza Española
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
La cazadora emitió un terrible alarido al tiempo que se retorcía de dolor ante el agarre ajeno y apoyaba el peso de su cuerpo en su rodilla derecha.
Tres, cuatro golpes interrumpieron la danza de la discordia que estaban teniendo Ballester y Holtz. Se trataba ni más ni menos que del marido de la irlandesa, que había olvidado las llaves de su hogar, siendo ésta además la mejor noche para olvidárselas.
- ¡Delia, abre! –se escuchó a lo lejos.
Ambos clavaron sus miradas en la puerta y después la ladrona miró al ladrón.
- Ahora mismo puedes hacer dos cosas –fuera los formalismos-. Puedes irte y yo haré como que esto no ha pasado, o puedo gritar, mi marido echar la puerta abajo y entre los dos, abatirte. Él también lleva pistola, pues siendo banquero, no puede salir sin ella. Si te vas ahora, podrás seguir robando y encamándote con quien quieras el resto de tus días. Si no lo haces, tus días acabarán aquí, encamado contra el suelo y sangrando a borbotones. Tú decides, pero hazlo rápido.
- ¡Cordelia, abre la puerta! –pedía Benjamin Holtz agarrando el pomo de ésta, comenzando a empujar y golpear la misma-.
Cordelia Holtz- Cazador Clase Alta
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
El español con una mueca de pocos amigos gira su rostro al escuchar cómo azotan la puerta y tras esto un rostro extrañamente de terror viniendo de aquella mujer llega hasta sus ojos que pronto se fruncen una vez que sus opciones se reducen sin importar cuál sea a perder la noche con la damisela... -Sabes algo? Ni una, ni la otra... Aquí hay reglas y yo soy quien las rompe- de pronto el cinismo se apodera de él, le guiña su ojo diestro y la suelta mientras que acomodando su traje negro añade -Usted es inocente, cómo siempre... Me imagino- y tras una carcajada empieza a caminar hacia la puerta. Suicida? Solo un poco.
Con simples movimientos de entre su cinturón cogió un especie de herramienta alargada y cilíndrica. Hecha de bamboo con un fino brillo que parecía se embarnizada con algo especial –Usted aun no acaba de entender que éste ladrón siempre se sale con la suya, eso incluye un beso... Delicioso, por cierto.. Y también...- interrumpe sus palabras cuándo coloca una aguja y una ampolleta en el mismo artefacto, girando él mismo la perilla de la puerta para abrirla y ver de frente al señor de la casa –Buenas noches, por favor, cuidado con la cabeza- Sin darle mucha oportunidad de reaccionar pues a penas éste iba a coger el mango de su pistola, Rosa Negra expulsa un certero disparo contra el cuello del señor Holtz.
En solo tres segundos, el cuerpo del varón cae abruptamente al suelo, donde con una carcajada cínica por fin el español finiquita con su frase -… Saber controlar situaciones cómo éstas o peores- con cuidado retira la aguja y la toxina del cuerpo del desmayado, diciendo -Dormirá por varias horas, no fue gran cosa... Cuándo despierte dígale que un ladrón entró, lo recibió en su propio hogar y lo dejó desmayado con un utensilio singular... O si prefiere solo échele la culpa al estrés, cómo guste-
Regresando a su antigua posición, el de ojos cafés dice con toda calma -¿En qué estábamos?-
Con simples movimientos de entre su cinturón cogió un especie de herramienta alargada y cilíndrica. Hecha de bamboo con un fino brillo que parecía se embarnizada con algo especial –Usted aun no acaba de entender que éste ladrón siempre se sale con la suya, eso incluye un beso... Delicioso, por cierto.. Y también...- interrumpe sus palabras cuándo coloca una aguja y una ampolleta en el mismo artefacto, girando él mismo la perilla de la puerta para abrirla y ver de frente al señor de la casa –Buenas noches, por favor, cuidado con la cabeza- Sin darle mucha oportunidad de reaccionar pues a penas éste iba a coger el mango de su pistola, Rosa Negra expulsa un certero disparo contra el cuello del señor Holtz.
En solo tres segundos, el cuerpo del varón cae abruptamente al suelo, donde con una carcajada cínica por fin el español finiquita con su frase -… Saber controlar situaciones cómo éstas o peores- con cuidado retira la aguja y la toxina del cuerpo del desmayado, diciendo -Dormirá por varias horas, no fue gran cosa... Cuándo despierte dígale que un ladrón entró, lo recibió en su propio hogar y lo dejó desmayado con un utensilio singular... O si prefiere solo échele la culpa al estrés, cómo guste-
Regresando a su antigua posición, el de ojos cafés dice con toda calma -¿En qué estábamos?-
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Paralizada como estaba frente a lo que el caballero de las flores estuviera a punto de hacer, la cazadora observó la escena acompañada de las gotas de sudor que a punto estaban de precipitarse por sus sienes.
Una vez todo hubo sucedido, inspiró profundamente y haciendo salir todos aquellos pensamientos terribles sobre lo que el ladrón hubiera podido hacerle a su marido, suspiró.
- Coge lo que quieras y lárgate –respondió finalmente la mujer, temiendo más la reacción de su marido una vez despierto que al propio Ballester-. Pero yo no estoy a la venta, así que más te vale poner los ojos en otra joya –añadió arrancando su alianza de bodas de su dedo y lanzándolo contra él- quédate con esta si quieres, pero abandona esta casa.
Su humor parecía empeorar a cada segundo, y aún así, decidió rendirse parcialmente, permitiendo al ladrón que cogiera aquello que quisiera de la mansión Carfax. Al fin y al cabo, no estaban faltos de dinero para volver a hacerse con aquello que fuera necesario.
Comenzó a caminar en dirección al cuerpo de su marido. Intentó alzar éste para darle una opción mejor que el frío suelo, puesto que no le quedaba más remedio que dormir.
- Ayúdame al menos. ¿Dónde están tus modales? –preguntó mientras ocultaba el arma de su marido entre sus propios ropajes. No con intención de usarla, pero sí de prevenir situaciones peores-.
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Re: || Del odio al encanto... Hay un solo robo || Cordelia Holtz
Un suspiro pesado por parte del ladrón salió de su garganta al punto que giró sus ojos cómo un berrinche cual niño de 6 años -Vale, vale... Déjemelo a mi- se acercó a donde yacía el cuerpo del desmayado para así tomarlo del cuello, sentarlo y paso seguido lo echó sobre su hombro, levantandolo con cierta dificultad más con éxito -Él si que come carne... Suerte que el ejercicio sea parte de mi rutina diaria- ríe con descargo, volteando a ver a la dama.
-No me diga que ahora va a usar también esa arma contra mi- viendo cómo se la adjudica –Dios, uno les ayuda y de pronto debe andarse con cuidado, pero que vida tan injusta- suelta una carcajada nuevamente para dejar caer en seco al Señor Holtz sobre el sofá -Listo, ¿ahora no le gustaría que le ayudara con algunos muebles?- evidenciando su sarcasmo a máximo esplendor.
Sus ojos cafés de pronto se fijan en el suelo donde cayó el anillo de matrimonio, negando con su cabeza, éste responde a las agresivas palabras de la damisela –No se equivoque, no soy un ladrón convencional ya se lo he dicho... Guarde ese anillo, quizás tenga valor sentimental- se gira para luego murmurar tratando de no ser escuchado –Si es que tuviese alma dentro de ella, claro-
Con lentitud se aproxima al sillón principal, donde se sienta con descaro y sube los pies a la mesa poniéndose cómodo, luego de esto y esbozando su característica sonrisa blanca no puede evitar mencionarle a la hermosa señora de la casa -¿Entonces?... ¿Qué sucedió con el tour?- esperando poder robar aunque sea un poco más de minutos al lado de la interesante fémina.
-No me diga que ahora va a usar también esa arma contra mi- viendo cómo se la adjudica –Dios, uno les ayuda y de pronto debe andarse con cuidado, pero que vida tan injusta- suelta una carcajada nuevamente para dejar caer en seco al Señor Holtz sobre el sofá -Listo, ¿ahora no le gustaría que le ayudara con algunos muebles?- evidenciando su sarcasmo a máximo esplendor.
Sus ojos cafés de pronto se fijan en el suelo donde cayó el anillo de matrimonio, negando con su cabeza, éste responde a las agresivas palabras de la damisela –No se equivoque, no soy un ladrón convencional ya se lo he dicho... Guarde ese anillo, quizás tenga valor sentimental- se gira para luego murmurar tratando de no ser escuchado –Si es que tuviese alma dentro de ella, claro-
Con lentitud se aproxima al sillón principal, donde se sienta con descaro y sube los pies a la mesa poniéndose cómodo, luego de esto y esbozando su característica sonrisa blanca no puede evitar mencionarle a la hermosa señora de la casa -¿Entonces?... ¿Qué sucedió con el tour?- esperando poder robar aunque sea un poco más de minutos al lado de la interesante fémina.
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