El ultimo aliento de humanidad (Privado)

por **Irín Koniétzkø** Vie Jun 26, 2015 11:19 pm

El dorso de la mano golpea la mejilla que se mueve en dirección a este. No duele, no se sonroja pese a la fuerza aplicada, el reflejo de mover el rostro es cotidiano, casi mecánico un impulso que permitó mantener a mi tía para que siga creyendo que ella posee el control, pues ¿Como explica, siquiera hacer entender a una simple humana que envejece día a día que es cuestión de tiempo hasta que la bestia emerja de mi y la devore? Sólo es una metáfora... a medias. Pues esto soy, una perfecta asesina, un depredador nato creado por la naturaleza. No poseo remordimiento alguno al cazar, no distingo al alimentarme, puede que sólo de pequeños niños pero no eso es verdad, ya que suelos excusarme en que es mejor para ellos al tener solemne miseria y pobreza En esta vida. Si deseas encontrar a un vampiro sólo necesitas seguir la muerte que deja a su paso y lamentablemente no soy la excepción.

El minutero del reloj hace tic tac con cada segundo moviendo el péndulo primero a la derecha y después a la izquierda en aquel viejo reloj, la voz se vuelve baja, insonora a mis perceptivos oídos, ya no quiero escucharla. La sangre corre por sus venas coloreandole las mejillas de un fuerte rojo por su molestia.

Su delicada y frágil mano toma mis cabellos haciendo que le mire -No más- ordeno. Su mano me suelta pero soy más rápida y fuerte pese no estar alimentada -¡Estoy cansada de tus abusos!- el tono bajo, furioso y claramente amenazante la hace temblar, ponerse lívida -¿Acaso no te das cuenta de lo que soy? ¿De lo que puedo llegar a hacerte? Eres inepta y estúpida como todos los mortales de los que te rodeas- por cada palabra ejerzo más fuerza moviendo su muñeca hasta hacerle hincar se dolor, esta a punto de romperse. Sin qué lo espere le muerdo, bebiendo después de la sede tres días de no alimentarme como se debe.

La sangre emana llenadome la boca, deslizandose hasta mi garganta pero no pasa y la suelto quebrando el hueso, escuchando el grito de dolor... Escupo la sangre, me sabe mal, nunca había probado algo así. La bestia en mi interior sonríe, regresando a la obscuridad dejándome ver lo que acabo de hacer. Los gritos y súplicas no me detienen, no uso toda mi velocidad, no tengo fuerzas y continuo hambrienta, siempre así, siempre con sed y esta jamás acaba.

Llevo minutos caminando en calles vacías, ella continúa siguiendo mi pista, puedo escucharla. Su dificultosa respiración, los quejidos de dolor, el aroma de las gotas de sangre callando. Mis pasos me han llevado a un viejo teatro que frecuenta la clase media, e ido junto a ella hace unos meses, la clase de lugar deprimente, sin mucha audiencia y actores mediocres que utilizan maquillaje barato y ropas viajas. Me recuerdan a mi y por ello entro al lugar en espera de un aliento de vida y razón de ser.

por **Lumier Cavelliet** Dom Jun 28, 2015 3:55 pm

De vez en cuando es bueno sacar a pasear a la bestia interna o nos puede acabar.

La danza del mal había comenzado en una mansión cuyos ocupantes parecían espíritus andantes, lo eran, lo son y siempre lo serán almas encadenadas a la asesina de sus cuerpos, una mujer, en cada historia siempre hay una fémina que acaba con todos en un momento pero en esta no cabe la palabra si no “una bestia en cuerpo de fémina”, un ser con un hambre tan voraz que no conoce el límite ni la saciedad, no está satisfecha con nada y a la vez los pocos momentos de “calma” que tiene son empañados por el añoro de la sangre. Pocos son sus amigos o aliados, pocos son lo que verdaderamente la conocen y a la vez muchos son los que hablan de ella sin saber si esos rumores son ciertos.

En la calle el viento y apenas la toca, su andar es tan delicado y sutil que solo una voz oscura e igual de siniestra que ella la recibe en el centro de la urbe —Vaya, Vaya mira lo que el tiempo arrojo de su ataúd— aquella fina mujer se acobija bajo el manto protector del único amigo que ha tenido y que ha dejado cada milenio —Ni la muerte acepta algo que no es creado por ella misma— esa voz es como un susurro al viento nocturno, una gélida caricia. La conversación de ambos los aleja aún más del momento, hasta que aquel hombre de avanzada edad en apariencia pero que su realidad es aún más antigua que el mundo, la invita a cometer un pecado, uno de los que ambos se jactan —Vaya vaya parece ser que necesitas diversión y por eso has salido de tu aburrida y espeluznante mansión, que tal una pequeña apuesta para calentar los motores de la noche— los pasos se detienen, no se oye ni un solo ruido, y eso que las personas pasan y transitan por toda la calzada pero entre ellos todo se ha enmudecido —Que tienes en mente, viejo, acaso vas a invocar el juego de las moiras— juego macabro en donde un destino se sella con sangre. El hombre sonríe con claras intenciones.

El aroma de la inmundicia humana llena las calles, a los ojos cazadores que vigilan a los participantes del menú de la noche, pero todos aquellos son desechados por la reina oscura cuyos ojos no se abren. Sus otros sentidos están alerta para escoger a su contendiente correcto y la ha encontrado. Una neófita cuyo aroma expide la patética existencia que lleva, aquellos ojos se abren y con la sonrisa en sus labios sedientos de muerte estrecha la mano de su viejo amigo, la apuesta está hecha y la moneda lanzada al aire. La destrucción de un alma o quizás no, depende de las artimañas de los dueños de aquella vida. Acecha el teatro con pequeñas vidas humanas que flotan en al ambiente junto al aroma de vida que pronto se marchitará.

Las puertas se cierran colgando el cartel se “cerrado” no habrá función, pero si hay una privada, una donde solo los gritos y los rostros desencajados de los protagonistas estarán sobre la tarima con el telón lleno de su sudor y sangre, apilados para la ruina de un alma condenada al infierno. El primer paso son los gritos de los guardias y el aroma a sangre con el ruido de los huesos siendo pulverizados; el segundo paso que da son para los artistas que acuden con presteza a ayudar y un puño es detenido pero a la vez girado en su totalidad teniendo a aquel frente a la asesina, el tercero de sus pasos enfilan a sus colmillos que se muestran borboteando sangre fresca. Uno a uno va cayendo pero no completamente, lanza el cadáver de una mujer a los pies de aquella neófita con la sonrisa en su rostro que muestra la evidencia de su asalto, manchas carmesís sobre su cuello, su ropa y sus colmillos.

La invitación ha sido enviada hacia la joven, cuyos ojos aun no pueden creer tal acto.

por **Irín Koniétzkø** Mar Jul 28, 2015 8:37 pm

Vidas humanas, vidas que necesitan aliento para mantenerse, un suspiro de oxigeno, el palpitar del corazón, la sangre corriendo por las venas que se marcan verdes y otras semi azules. En nosotros se marcan mucho mas en esta piel pálida, transparente, que marca esta piel que no se pudre, esta piel fina, palida y fría cual mármol. Estas uñas que cortan cual dagas… no esos son mis colmillos que desgarran la piel delicada de los mortales antes de comenzar a bebe de ellos. De arrancar una vida.

La música de la función comienza, entre desgarradores gritos que adornan el diminuto escenario, expresiones desesperadas, todas aquellas que desencajan en un ambiente alegre, la sangre salpica, los cuerpos llenos de sudor caen uno tas otro, borrándose el maquillaje que se a vuelto rojo en vez de blanco. Las notas se quiebran cuales huesos, es la misma tonada que escuche al quebrar la muñeca de aquella que se ha obligado a cuidar de mi sin opción alguna. Miro el espectáculo, seria, sin inmutarme.

Muerte. E visto muerte pero jamás de esta forma.

La miro, una diosa de la muerte, vestida en gritos y sangre, adornada con el ultimo aliento de desesperación de sus víctimas. Observo su ofrenda a mis pies sin expresión alguna en este rostro que hace muchos ayeres no sabe como expresarse ante los mortales e inmortales, aquella que nunca ha encajado ante nadie, aquella que soy yo y a la vez no sé quien soy -¿Acaso… debería temer?- pregunto por inercia, en verdad no es muy relevante si permanezco de pie o no. Mi presencia y existencia es innecesaria, a mi ver, no tengo hermana, no tengo padres y el único pariente que tengo me aborrece a morir. Me robe su juventud como ella dice.

Sus ojos, su andar, aquellos elegantes y mortíferos modos y ademanes me parecen tan familiares, pero no, lo que mas familiar me parece son sus ojos, aquella cazadora nata y sus colmillos… ¿Qué es? ¿Quién es? -Nos conocemos- afirmo sin tener la certera de que hablo.

A mi espaldas la puerta forcejea y entra aquella que no ha parado de gritar mi nombre, que no ha parado de buscar hasta encontrarme. Entra por una pequeña abertura ya que las puertas no abren por las cadenas que cierran el lugar. Escucho llamarme por mi nombre, con su voz chillona, suplicante, desesperante, ordenándome… si necesitara respirar estaría intentando controlar mi respiración, pero por el contrario permanesco mas quieta que antes sin dejar de mirar a la mujer que es idéntica a mi -Tu aura es mucho mas obscura que la mia… eres mas antigua- susurro sin importar que mi tìa muerta de miedo tira de mi con todas sus fuerzas de mi brazo sin lograr moverme ni un milímetro. -Lárgate de aqui- susurre mirando de reojo a mi familiar moviéndome rápido, con fuerza haciendo que caiga hacia atrás regresando mi atención a la hermosa mujer frente a mi.

Huelo el terror de aquella con quien comparto lasos sanguíneos.

por **Lumier Cavelliet** Mar Jul 28, 2015 11:27 pm

No es lo que se tiene que hacer, si no lo que se debe

El aroma de la muerte tan fresca que se mezcla con los lamentos de aquellos que aún no son abrazados por su emisaria, llena aquel lugar, la sangre se impregna en las paredes del edificio, y aquel suave tintineo de una pequeña vocecilla de un ave a la que buscas para torcer su cuello y oír como gorgorea en clemencia porque acaben con su vida. Todo eso la asqueaba. Pero aun así su voz no estaba lejos de sonar igual de fría y apática ante los acontecimientos ocurridos. El sonido del eco que se moría al terminar sus pasos se acercaron a tomar el mentón de la pequeña inmortal levantándolo con su uña moviéndolo de lado a lado como si buscara algo en aquella mirada. La había escuchado pero no le respondería, no cuando ella quisiera.

Una pequeña sonrisa se muestra en una curva sobre sus labios que buscan el cobijo de las acciones, la mano que estaba cerca del mentón se aprisiona en el cuello de la joven alzándole del suelo unos centímetros, las filosas garras de bestia se clavan en la piel al mostrar sus colmillos. Los gritos de una mujer de inferior clase le llegan a sus oídos como una condena ante el acto que iba a cometer —Quién eres tu, para hablarme de esa manera, mide tu lugar ante mí— su voz suena tan fría y demandante que aquella que le habla calla agachando el rostro, entonces el susurro de la voz que ya conoce desde años —Soy yo, Koniétzkø— los ojos de la mujer se entrecierran con una sonrisa de satisfacción y maldad, un brillo en sus ojos frente a la joven que arroja sin reparo contra la pared acercándose en cuestión de segundos frente la familiar, sus fríos dedos surcan la piel pálida de la mujer que tiembla frente a ella, acerca los colmillos al cuello —Tienes agallas de volver a mi nuevamente ¿acaso tu hermana y sus bastardas no tuvieron suficiente?, creo que esto terminaremos aquí— tras la espalda de la mujer encara a esta con la pequeña vampiresa y son los colmillos los que se clavan en el cuello de ella tomando la sangre, lo suficiente como para dejarla sin habilidades.

El aroma de una pútrida muerte, la obliga a tirar del cuerpo hasta la joven ofreciéndoselo; limpia las comisuras de sus labios retirándose el resto de sangre —Odio ensuciarme con escorias, pero esta es una cuenta vieja que saldar. Preguntaste si soy más antigua que tu familia, lo soy, soy la hacedora de lo que conoces, puedes llamarme ¿madre? No, no lo hagas jamás o te quitaré los colmillos con pinzas. Pero sí, soy la creadora de tu tía, tuya y claro soy la que tu tío busca para tener la vida eterna. Es hora de borrar los errores ¿lo haces tú o lo hago yo? No me hagas esperar o te mataré a ti primero— patea el cadáver aun moviente del familiar de la joven justo a donde estaba la muchacha tendida.

El rostro de aquella bestia muestra la dicha que siente al ver aquel retrato familia, su sed sigue en aumento, cierra sus ojos concentrándose entre las víctimas del lugar, pero no encuentra ni una que pueda calmar su sed. Antes que la niña tome a la mujer, Lumier se acerca tomándole del cabello golpeando aquel rostro bello y perfecto contra el suelo una, dos, tres y cinco veces más, la sangre no para de borbotear, toma el brazo derecho de la víctima torciéndose, se lo parte completamente dejándolo inservible. Con una ceja enarcada mira a la joven que la observa impávida

No tiene piedad con amigos ni enemigos.

por **Irín Koniétzkø** Vie Ago 28, 2015 10:37 pm

Aquel silencio sepulcral nos rodea dejando tantas respuestas silenciosa flotando en el aire. Hermosa como la mismísima muerte, tan misteriosa como arranca el último suspiro de un alma mortal, dejando sin vida el cuerpo que comenzara a pudrirse en algunos minutos, tan hermosa y frágil como una flor en invierno, cuan hermosa y feroz que se aferra sin tener oportunidad alguna a un destino que no tiene otro fin más allá del perecer. Un toque frio de aquella diosa que hace perecer a todo aquel que toca en placentera agonía y frágil desasosiego.

Tan fría y demandante cual emperatriz -¿Por qué te conoce?- cuestiono a mi pariente que mira con horror a la bestia vestida de ángel cubierta con fría y fatídica inmortalidad -¿Qué han hecho? Porque…- los recuerdos emergen de aquel lugar frio y recóndito lugar poso en el que se mantienen encadenados las mas lúgubre memorias... ¿Por qué menciona a mis padres? Miro sin sentimiento alguno lo que hace. Un tembló mece mi cuerpo por un instante dejándome mirar sin comprender lo que sucede o simplemente deseo ignorar lo que acontece así de simple.

Acaricio los cabellos rubios de aquella que una vez fue mi tía, la que jamás me dio sonrisa alguna, la que nunca dejo de ser una desconocida pese a ser aquella que me guaba en la vida, aquella que intentaba mantenerme con vida -Madre… Eres acaso aquella que me dio esto… aquella que se alimento hasta mi muerte y me obsequio este nuevo estado desconocido- miro sin saber que sentimiento puedo expresar ¿Duda? ¿Resentimiento? ¿Compasión? ¿Incertidumbre? Pero me quedo quiera sin atreverme a moverme -YA DEJALA- gruño mostrando los colmillos -Arráncame lo que quieras pero ya déjala. No merece una muerte tan patética, su vida ha sido lo deficiente mala como para que su final sea aun peor- empujo con fuerza a la mujer tomando el cuerpo moribundo semi inconsciente de la mujer que buena o mala me mantuvo viva y mirando los ojos azules de mi tia los cierro antes de morder y beber de ella hasta que escucho su corazón dejar de latir… lo que solo me lleva unos cuantos segundos.

por **Lumier Cavelliet** Lun Sep 28, 2015 10:42 pm

La sangre llama a la sangre.

Estridente sonidos a los que simplemente ignora cuando sus gráciles pasos hasta aquel cadáver que solo borboteaba sangre de sus labios, el mentón manchado y la sonrisa de satisfacción al ver su obra maestra. Colocándose a la altura de la desvalida la toma del cuello escuchando como las vértebras suenan bajo sus garras, de un movimiento tan sutil que la arrastra por el piso ennegrecido de la putridez de la sangre derramada, resbala aquel cuerpo hasta la pared más cercana junto a donde la Reina la espera para hacerle frente.

Enarca su ceja en dirección a la jovencita para regresar al rostro de la anciana mujer. Coloca la diestra sobre aquellos cabellos dándole algo de una fingida paz —Shh tranquila, no voy a matarte— no todavía —Dejaré que tu pidas morir a manos de la bastarda—posa la mirada sobre la niña recorriéndola completamente con una sonrisa que cambia inmediatamente, una sonrisa que se ensancha mostrando sus largos colmillos. Se sitúa junto al oído de la inmortal que está agonizando —Veo que no le has dicho la verdad a tu sobrina, tanto así que ella ruega porque tengas una muerte decente. Si supiera, si supiera que no es más que una— se levanta enfocando una seriedad a la jovencita. Su postura tan rígida y recta con una presentación impecable, aunque con restos de sus víctimas por doquier de su anatomía y sobre sus costosas telas —Una Bastarda— deja limpia la palabra en sus labios.

Relame sus labios viendo con desdén a la víctima, ladea la cabeza de un lado a otras dos veces consecutivas; está meditando algo, sopesa una idea por su cabeza y cuando la tiene lista se acerca como si fuera lo más normal del mundo los actos que ha realizado.

Frente a la joven la mira altiva y desafiante y en un momento inesperado posa sus dedos sobre la mejilla de ella recorriéndola lentamente hasta que su objetivo es alcanzado por su fiero agarre. Las uñas se incrustan en la pálida piel del cuello levantándola unos centímetros, su mirada enrojecida de la furia que se va liberando, brillan y arden como el tono de su voz que retumba con calma, clara evidencia que su ira ha ascendido tonos oscuros —Nunca, Nunca en tu vida vuelvas a hacer lo que acabas de hacer. Decirme que hacer, soy yo a quien tú debes obediencia. A mí me debes la vida y tu libertad así como la de toda tu familia, no eres más que una bastarda un error que si vuelve a desautorizarme borraré, ahora acaba con ella como te lo he dicho. No pruebes mi paciencia mocosa, conmigo no se juega— tira a la neófita junto a su familiar agonizante —Si no quieres que tenga una muerte “patética” como su vida entonces acaba con ella, pero no quiero que sea rápido quiero que sufra, que se retuerza de dolor como tal como lo hizo— deja las palabras al viento con el rostro de horror de la mujer que niega suplicando que la hacedora revele toda la verdad.

El resplandor de su mirada es catártica —Vamos, dile a tu sobrina lo que hicieron, como me buscaban para que ayudar a la madre de estos engendros, como juraron lealtad a mí y fueron los primero en desobedecerme y rebelarse. Espero que aquel lobo que envié haya hecho su trabajo, haya invertido las cosas para ustedes, querían hijas de la luna, ya las tienen. Pregunta Bastarda a tu tía adorada como por qué eres una inmortal, pregúntale que dieron a cambio para que yo te hiciera a ti y a esa infeliz mal nacida— se acerca a las dos mujeres determinada a acabar con la vida de una de ellas y a la otra darle una oportunidad de redimirse

—Te daré una oportunidad— toma a la joven de los cabellos mostrándole los colmillos pero son la uña de su pulgar zurdo quien hace el corte en la piel —Toma la vida de tu sobrina, anda mátala, sálvate y haz que sobre tu sobrina recaiga mi furia entonces, da igual solo una de ustedes saldrá de aquí con vida. Haz lo que hiciste con tu hermana, matarla para tener la inmortalidad— ríe sentándose sobre una pila de cadáveres.

Está dispuesta a observar todo aquel preludio, para ver quién es la que toma la decisión correcta.

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