AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
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Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
Unos brazos fuertes me rodearon mientras todo a mí alrededor se volvía borroso e incluso dañino. Mis ojos solo podían ver las orbes oscuras que me miraban con intensidad escondido entre las sombras. Alcé con lentitud una de mis manos y acaricié la mejilla de aquel hombre que se mantenía escondido de mi mirada y al acariciarle, el corazón en mi pecho bombeó con fuerza. Los labios me hormigueaban y uno de sus dedos me los recorrió en una caricia tan tierna y llena de deseo que cerré los ojos ahogando un gemido en mi garganta. Sentía la tensión entre ambos. Su cuerpo se encontraba tenso, arqueado hacia mí como si pensara lanzarse sobre mío y devorarme. En cambio mi cuerpo se encontraba febril y expectante por aquel acercamiento que no terminaba nunca de darse a término. Entonces tras que mis labios se entreabrieran en una silenciosa invitación, se lanzó a ellos como un lobo hambriento, saqueando todo cuanto pudiera de mi cuerpo mientras sus manos me recorrían de arriba abajo, dejando su huella, grabando su tacto en la tersidad de mi piel. Susurró mi nombre contra mi boca y antes de que pudiera decir su nombre, antes de que acudiera su nombre a mi cabeza el sueño se desvaneció dejándome con aquel sabor en mi piel, en mi paladar.
— No, iros. Dejadme dormir más, aún no me encuentro bien. —Mi voz sonaba débil e incluso ronca mientras intentaba hacer fuera a mis doncellas y volver a quedarme sola en mi alcoba, tumbada sin moverme apenas de mi cama como estos últimos días había hecho.
Desde que caí enferma en la fiesta que se celebró hacía seis días que mi estado no había mejorado demasiado, incluso contando con la ayuda de Keith y el médico de la familia, el mal persistía resistente en mi cuerpo y solo el tiempo decidiría hasta cuando eso sería así. Me tapé mejor con la sabana y tras un parpadeo abrí lentamente los ojos de forma perezosa. Solo faltaban unos días para que se celebrara mi boda con Keith. Yo no me acuerdo de la pedida de mano, incluso tampoco de haberle besado antes… es extraño, siento en mi mente que todo esto pasó, pero por otro lado me siento como si estuviera flotando y desconcertada no supiera que era real y que no lo era. Mis doncellas decían que se trataba de la enfermedad y el cansancio en mi cuerpo o que también podían ser los nervios por el enlace que me estuvieran haciendo una mala jugada y podía ser que fuera aquello, pero algo en mí todavía no se convencía.
La enfermedad, el cansancio, el no recordar apenas la fiesta… ¿Qué me estaba escondiendo? ¿Y porque no encontraban el mal que me aquejaba el cuerpo? ¿Por qué mi memoria no estaba completa? Y aquel sueño que se repetía en mi mente una y otra vez… ¿Quién sería aquel hombre?
Suspiré dándome la vuelta de nuevo dando así la espalda a la luz solar que entraba por la ventana entreabierta que se habían dejado las doncellas y respiré profundamente. Apenas faltarían minutos para que mi padre o Keith vinieran a verme y no quería verlos porque de verlos querría decir que debía tomar un día más aquellos brebajes que me obligaban a beber y aunque el sabor era bueno, una mezcla de zumo de naranja con picante, luego de tomármelo la garganta se me quedaba reseca y aún creía encontrarme peor. Y ya me encontraba lo suficientemente mal como para desear encontrarme peor, pero obviamente, ellos no lo dirían, ellos simplemente me dirían que era lo que el medico había recetado y que era lo que me iría mejor para estar saludable el día de la boda; mi boda.
Me tapé de nuevo esta vez hasta la cabeza y pensé mejor en todo, ya que aún no me creía que de verdad fuera a desposarme con Keith. Sí, siempre habíamos sido amigos e incluso en un momento dado soñé con que él me ayudara a escapar de esta prisión vigilada por mi padre, pero ahora que se acercaba el día, algo en mí me decía que no era lo que debía hacer, y es que aunque le tuviera en mucha estima, mi corazón no saltaba de mi pecho al verle, ni sentía las mariposas que se sentían de enamoradas e incluso tampoco sentía nervios, y cualquier mujer que amase a su futuro esposo sentiría esos nervios de novicia y de primeriza en los aspectos más primordiales en los que su esposo debería instruirla. De nuevo suspiré y destapándome me incorporé lentamente en la cama al tiempo que tocaban con suavidad el pomo de la puerta.
— Dije que no me molestaran, solo quiero dormir. —Protesté a media voz pensando serian mis doncellas de nuevo recordándome que tenía el desayuno esperándome en el gran comedor, no obstante, el silencio que reinó mis palabras me hizo darme cuenta de que no eran ellas. Y si no eran ellas, y mi padre tampoco… solo podía ser una persona. — ¿Keith…?
***
— No, iros. Dejadme dormir más, aún no me encuentro bien. —Mi voz sonaba débil e incluso ronca mientras intentaba hacer fuera a mis doncellas y volver a quedarme sola en mi alcoba, tumbada sin moverme apenas de mi cama como estos últimos días había hecho.
Desde que caí enferma en la fiesta que se celebró hacía seis días que mi estado no había mejorado demasiado, incluso contando con la ayuda de Keith y el médico de la familia, el mal persistía resistente en mi cuerpo y solo el tiempo decidiría hasta cuando eso sería así. Me tapé mejor con la sabana y tras un parpadeo abrí lentamente los ojos de forma perezosa. Solo faltaban unos días para que se celebrara mi boda con Keith. Yo no me acuerdo de la pedida de mano, incluso tampoco de haberle besado antes… es extraño, siento en mi mente que todo esto pasó, pero por otro lado me siento como si estuviera flotando y desconcertada no supiera que era real y que no lo era. Mis doncellas decían que se trataba de la enfermedad y el cansancio en mi cuerpo o que también podían ser los nervios por el enlace que me estuvieran haciendo una mala jugada y podía ser que fuera aquello, pero algo en mí todavía no se convencía.
La enfermedad, el cansancio, el no recordar apenas la fiesta… ¿Qué me estaba escondiendo? ¿Y porque no encontraban el mal que me aquejaba el cuerpo? ¿Por qué mi memoria no estaba completa? Y aquel sueño que se repetía en mi mente una y otra vez… ¿Quién sería aquel hombre?
Suspiré dándome la vuelta de nuevo dando así la espalda a la luz solar que entraba por la ventana entreabierta que se habían dejado las doncellas y respiré profundamente. Apenas faltarían minutos para que mi padre o Keith vinieran a verme y no quería verlos porque de verlos querría decir que debía tomar un día más aquellos brebajes que me obligaban a beber y aunque el sabor era bueno, una mezcla de zumo de naranja con picante, luego de tomármelo la garganta se me quedaba reseca y aún creía encontrarme peor. Y ya me encontraba lo suficientemente mal como para desear encontrarme peor, pero obviamente, ellos no lo dirían, ellos simplemente me dirían que era lo que el medico había recetado y que era lo que me iría mejor para estar saludable el día de la boda; mi boda.
Me tapé de nuevo esta vez hasta la cabeza y pensé mejor en todo, ya que aún no me creía que de verdad fuera a desposarme con Keith. Sí, siempre habíamos sido amigos e incluso en un momento dado soñé con que él me ayudara a escapar de esta prisión vigilada por mi padre, pero ahora que se acercaba el día, algo en mí me decía que no era lo que debía hacer, y es que aunque le tuviera en mucha estima, mi corazón no saltaba de mi pecho al verle, ni sentía las mariposas que se sentían de enamoradas e incluso tampoco sentía nervios, y cualquier mujer que amase a su futuro esposo sentiría esos nervios de novicia y de primeriza en los aspectos más primordiales en los que su esposo debería instruirla. De nuevo suspiré y destapándome me incorporé lentamente en la cama al tiempo que tocaban con suavidad el pomo de la puerta.
— Dije que no me molestaran, solo quiero dormir. —Protesté a media voz pensando serian mis doncellas de nuevo recordándome que tenía el desayuno esperándome en el gran comedor, no obstante, el silencio que reinó mis palabras me hizo darme cuenta de que no eran ellas. Y si no eran ellas, y mi padre tampoco… solo podía ser una persona. — ¿Keith…?
Desari Delay- Humano Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/06/2013
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
Keith la observaba desde una esquina en la que obviamente pensaba que tenía cosas más importantes que hacer que estar vigilando a una mujer que no iba a ser suya jamás. Era la hora de su medicina y que medicina, en realidad, era una poción tal y como ordeno Ragnar, una poción desmemorizante en la que Desari no podría recordarle, pero Keith añadió en la última pócima un poco más de ingredientes para que fuera aún más poderosa –Ten Desari –Dijo con suavidad acercándole la medicina a Desari.
– Tienes que beberla –Hizo que Desari se la tragara tan solo de un trago, le tapó la boca para que la tragara del todo y finalmente, dejo el frasco en la mesita de noche para quedarse cerca de la mujer que también sentía algún tipo de afecto. Dijo algunas palabras en un idioma antiguo y pudo ver un fulgor alrededor de Desari que solo él podía ver como mago, el fulgor desapareció para después quedarse a su lado.
–Estoy aquí –murmuro lentamente –Yo te protejo Desari te lo prometo. –Prometió sujetando la mano de Desari, besándole el dorso e inmediatamente le beso en los labios como sello final del hechizo que estaba haciendo en ella para que pudiera ser completamente suya y no habría ningún otro tipo para que pudiera quitársela, ni siquiera Ragnar al que no recordaría nada. El día estaba siendo testigo de lo que estaba haciéndole a Desari pero, quería que sintiera como se sentía él al haberlo rechazado por Ragnar. Conoció a Ragnar y a Desari hace mucho tiempo, pero había ido por el camino equivocado siendo demasiado altivo para una edad tan temprana.
– Tienes que beberla –Hizo que Desari se la tragara tan solo de un trago, le tapó la boca para que la tragara del todo y finalmente, dejo el frasco en la mesita de noche para quedarse cerca de la mujer que también sentía algún tipo de afecto. Dijo algunas palabras en un idioma antiguo y pudo ver un fulgor alrededor de Desari que solo él podía ver como mago, el fulgor desapareció para después quedarse a su lado.
–Estoy aquí –murmuro lentamente –Yo te protejo Desari te lo prometo. –Prometió sujetando la mano de Desari, besándole el dorso e inmediatamente le beso en los labios como sello final del hechizo que estaba haciendo en ella para que pudiera ser completamente suya y no habría ningún otro tipo para que pudiera quitársela, ni siquiera Ragnar al que no recordaría nada. El día estaba siendo testigo de lo que estaba haciéndole a Desari pero, quería que sintiera como se sentía él al haberlo rechazado por Ragnar. Conoció a Ragnar y a Desari hace mucho tiempo, pero había ido por el camino equivocado siendo demasiado altivo para una edad tan temprana.
Keith Lanington- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
Ahí estaba. No hacía falta que me volteara para verle entrar o quizás ya estuviera dentro después de todo. Tampoco importaba, desde hacia una semana era él mi carcelero y mi médico. Me hacía sentir muy incómoda la situación y ¿Cómo no hacerlo? Mi prometido me enjaulaba como padre y a la vez me cuidaba, obligándome a tomarme aquello que yo consideraba hacerme más mal que bien.
— ¿Otro día más? —Pregunté al tomar la medicina en mi mano y ver el líquido que nada me apetecía beber. Esta vez tenía algo singular, el color era distinto, quizás otras hierbas o una nueva medicina, tampoco quise ya preguntar. — ¿Cuándo terminaré de tomármela? — Llegué a preguntar de nuevo antes de que posara los labios en el vaso y me tomara de un trago aquello. La mano de Keith entonces se interpuso contra mis labios y me obligó a beber todo, hasta la mínima gota sobrante. Sintiéndome dolida por aquel comportamiento gruñí contra su mano antes de apartársela y mirarle molesta. Pocas veces llegaba a estar de este modo, pero cuando lo estaba podía morder, y Keith bien que lo sabía, de pequeño no fueron pocas las veces que llegó a molestarme hasta esos puntos.
— ¡No tienes por qué obligarme, ya iba a bebérmelo!— Exclamé aprovechando que aún la medicina no me dejaba medio adormilada como solía pasarme pocos minutos después de tomármela. Suspiré al sentir el inicio de aquel letargo tan conocido tras estos últimos días y sintiendo el peso de Keith en mi colchón tras sentarse a mi lado le miré con cierto dolor en los ojos. ¿Qué me estaban haciendo? Me pregunté justo antes de que mi mirada se volviera dulce y sonriera correspondiendo a sus palabras que en cierta forma me hicieron sentir mejor, más protegida, aunque en el fondo lo que deseaba era sentirme amada. —Yo sé que me proteges pero deseo salir de aquí. Tengo una boda que preparar y deseo disfrutarla. — Susurré tras aquel efímero beso. Le miré y acaricie su mejilla en una caricia delicada. — ¿Podrías conseguir que padre cediera en dejarme salir, Keith? Por favor, lo necesito, me agobio aquí dentro sin hacer nada más que descansar y dormir todos los días.
Mentira, lo único que necesitaba era sacarme del cuerpo aquella extraña medicina y luego investigar, seguir soñando hasta descubrir quién era aquel hombre olvidado de mis sueños. ¿Sería real? En mi corazón aquel joven parecía tan real como el mismo joven que sentado se encontraba a mi lado.
¿Quién eres? Pregunté a la nada, al vacío de mis pensamientos, esperando quizás una respuesta imposible de llegar, pero no por eso, iba a dejarlo de intentarlo.
— ¿Otro día más? —Pregunté al tomar la medicina en mi mano y ver el líquido que nada me apetecía beber. Esta vez tenía algo singular, el color era distinto, quizás otras hierbas o una nueva medicina, tampoco quise ya preguntar. — ¿Cuándo terminaré de tomármela? — Llegué a preguntar de nuevo antes de que posara los labios en el vaso y me tomara de un trago aquello. La mano de Keith entonces se interpuso contra mis labios y me obligó a beber todo, hasta la mínima gota sobrante. Sintiéndome dolida por aquel comportamiento gruñí contra su mano antes de apartársela y mirarle molesta. Pocas veces llegaba a estar de este modo, pero cuando lo estaba podía morder, y Keith bien que lo sabía, de pequeño no fueron pocas las veces que llegó a molestarme hasta esos puntos.
— ¡No tienes por qué obligarme, ya iba a bebérmelo!— Exclamé aprovechando que aún la medicina no me dejaba medio adormilada como solía pasarme pocos minutos después de tomármela. Suspiré al sentir el inicio de aquel letargo tan conocido tras estos últimos días y sintiendo el peso de Keith en mi colchón tras sentarse a mi lado le miré con cierto dolor en los ojos. ¿Qué me estaban haciendo? Me pregunté justo antes de que mi mirada se volviera dulce y sonriera correspondiendo a sus palabras que en cierta forma me hicieron sentir mejor, más protegida, aunque en el fondo lo que deseaba era sentirme amada. —Yo sé que me proteges pero deseo salir de aquí. Tengo una boda que preparar y deseo disfrutarla. — Susurré tras aquel efímero beso. Le miré y acaricie su mejilla en una caricia delicada. — ¿Podrías conseguir que padre cediera en dejarme salir, Keith? Por favor, lo necesito, me agobio aquí dentro sin hacer nada más que descansar y dormir todos los días.
Mentira, lo único que necesitaba era sacarme del cuerpo aquella extraña medicina y luego investigar, seguir soñando hasta descubrir quién era aquel hombre olvidado de mis sueños. ¿Sería real? En mi corazón aquel joven parecía tan real como el mismo joven que sentado se encontraba a mi lado.
¿Quién eres? Pregunté a la nada, al vacío de mis pensamientos, esperando quizás una respuesta imposible de llegar, pero no por eso, iba a dejarlo de intentarlo.
Desari Delay- Humano Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/06/2013
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
Tras la insistencia de Desari, el brujo solamente podia pensar en sacar su ultimo as de la manga. Fue hacia su maletin al final de la habitacion, se quito la chaqueta de su cuerpo y sentandose cerca nuevamente de Desari le mentiria de nuevo -Esta bien, pero tomate esta por mi -sonrio y tras decir eso le premio con un tierno y lento beso. Le dio lo que era una pocion fuerte que él consideraba su ultimo recurso para recuperar a Desari hacia ella - Ten Desari -Dijo para despues darla de beber aquel brebaje ultrapotente que hacia sustituir los sentimientos de una persona hacia otra, en este caso, hacia él. Esa necesidad que sentia de saber o de salir de su cama él intuía que era para algo mas que caminar, pues la haría suya, antes de que los planes de Ragnar salieran a flote.
La poción haria que lo que sintiera fuera ahora hacia él. Ella se olvidaria de Ragnar y le amaría a él mismo. Estaría contento con el cambio. Por el momento es lo que hubiera querido para él, que a lo mejor se hubieran cambiado las tornas y él a lo mejor podria ser el elegido -Tragatelo, no me iré de aqui hasta que te vea tragandotelo -dijo con calma, dejando el recipiente vacio sin dejar de mirar a Desari que al final él ayudo en que tragara el contenido de una vez por todas.
-Desari....sabes que haria lo que fuera por protegerte -Dijo confiado de sus palabras con lo que enseguida se desanudo un poco la corbata para poder respirar un poco mejor, acariciando el rostro despues de Desari, deleitandose con el fulgor brillante de aquellos orbes azules que tanto le gustaba. Su mano se deslizaba hacia abajo con lentitud, deslizandose por la curvatura de su hombro que hizo que Desari estuviera mas cerca de él -Seras la mejor atendida del mundo y la mas feliz -Beso su frente para después deleitarse con el sabor de sus labios, llevando la mano mas hacia abajo a la altura de su cintura, arrastrandola hacia él.
La poción haria que lo que sintiera fuera ahora hacia él. Ella se olvidaria de Ragnar y le amaría a él mismo. Estaría contento con el cambio. Por el momento es lo que hubiera querido para él, que a lo mejor se hubieran cambiado las tornas y él a lo mejor podria ser el elegido -Tragatelo, no me iré de aqui hasta que te vea tragandotelo -dijo con calma, dejando el recipiente vacio sin dejar de mirar a Desari que al final él ayudo en que tragara el contenido de una vez por todas.
-Desari....sabes que haria lo que fuera por protegerte -Dijo confiado de sus palabras con lo que enseguida se desanudo un poco la corbata para poder respirar un poco mejor, acariciando el rostro despues de Desari, deleitandose con el fulgor brillante de aquellos orbes azules que tanto le gustaba. Su mano se deslizaba hacia abajo con lentitud, deslizandose por la curvatura de su hombro que hizo que Desari estuviera mas cerca de él -Seras la mejor atendida del mundo y la mas feliz -Beso su frente para después deleitarse con el sabor de sus labios, llevando la mano mas hacia abajo a la altura de su cintura, arrastrandola hacia él.
Keith Lanington- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
— Pero, ¿Por qué tantos brebajes? —Pregunté al punto de ponerme furiosa y cabreada. Estaba hastiada de tantas medicinas y de tantos cuidados. Deseaba salir, ver el jardín, respirar aire fresco y poder desahogarme un poco de esas cuatro paredes en las que me mantenían vigilada a todas horas. — Estoy bien y no debéis de preocuparos tanto. Ya estoy mucho mejor, de verdad. Keith por favor, entiéndeme. — Añadí a mis palabras esperando hicieran el efecto deseado y sin embargo, solo conseguí aquel nuevo brebaje en mis manos y un suave beso de los labios de Keith.
Suspiré y miré el brebaje un rato hasta que empecé a bebérmelo ayudada por él, que muy amablemente se ofreció a ayudarme y mientras lo bebía, sentía que algo sucedía en mi interior. Algo perdía, se borraba de mi cabeza y a pesar de querer dejar de beber, ya fue demasiado tarde pues todo el contenido había bajado ya por mi garganta y aquella sensación se duplicó. ¿Qué me estaban haciendo? Ahora si sentía algo extraño ocurría, pero como más lo pensaba menos mi cuerpo me respondía. Ahora todos mis instintos y mi cuerpo solo parecían obedecer a Keith pues cuando este me besó, por primera vez en muchos años yo le seguí el beso igualando su intensidad, que aunque era un beso tierno, sus caricias en mi espalda hacían que aquel suave beso se convirtiera lentamente en algo más.
Le besé y rodeé el cuello con mis brazos y al mismo tiempo que un suspiro salía de mis labios, en mi mente todo se confundió y se borró de un momento a otro. Lentamente todo lo que no cuadraba y me había hecho sospechar de Keith y de mi padre, desaparecían de mis recuerdos y mi mente. Los sueños con aquel joven al que creía conocer y extrañar, necesitar ahora que todo mi mundo se venía abajo, también lo hacía. Y a pesar de que me agarré a sus pocos recuerdos, a su borrosa imagen él desapareció dejándome una sensación de vació que pronto fue colmada por los brazos y las dulces palabras de Keith.
Sentía que estaba mal aquello que hacía, pero ahí estaba; enamorada de Keith y en sus brazos. ¿En qué mejor lugar que estar que aquel? Me pregunté. Y a pesar de que en mi consciencia una alarma me avisaba de que había un lugar mejor, no le hice caso y abrazándome contra él dejé que me consolara y reconfortara.
— Agradezco que me salves de mi padre… que me saques de aquí y podamos vivir lejos nuestro amor. — Dije mirándole tiernamente, separándome levemente de él y sus brazos para poder así mirarle a los ojos fijamente. — Porque quiero amarte Keith, cuando seamos esposos quiero y deseo ser tu mujer. Tu única mujer.
Esas palabras debían de ser para Ragnar, ¡Eran para él! Pero yo desconocía en aquel momento cualquier alarma y nombre que no fuese Keith y mi corazón parecía calmado y confiado en su cercanía. Para mi él lo era todo, pero en la realidad de no ser por la poción, cada palabra, mirada y suspiro, serían para Ragnar. Aquel que protegiéndome…. sin querer me había abandonado. Y seguramente, lo debía de desconocer.
Suspiré y miré el brebaje un rato hasta que empecé a bebérmelo ayudada por él, que muy amablemente se ofreció a ayudarme y mientras lo bebía, sentía que algo sucedía en mi interior. Algo perdía, se borraba de mi cabeza y a pesar de querer dejar de beber, ya fue demasiado tarde pues todo el contenido había bajado ya por mi garganta y aquella sensación se duplicó. ¿Qué me estaban haciendo? Ahora si sentía algo extraño ocurría, pero como más lo pensaba menos mi cuerpo me respondía. Ahora todos mis instintos y mi cuerpo solo parecían obedecer a Keith pues cuando este me besó, por primera vez en muchos años yo le seguí el beso igualando su intensidad, que aunque era un beso tierno, sus caricias en mi espalda hacían que aquel suave beso se convirtiera lentamente en algo más.
Le besé y rodeé el cuello con mis brazos y al mismo tiempo que un suspiro salía de mis labios, en mi mente todo se confundió y se borró de un momento a otro. Lentamente todo lo que no cuadraba y me había hecho sospechar de Keith y de mi padre, desaparecían de mis recuerdos y mi mente. Los sueños con aquel joven al que creía conocer y extrañar, necesitar ahora que todo mi mundo se venía abajo, también lo hacía. Y a pesar de que me agarré a sus pocos recuerdos, a su borrosa imagen él desapareció dejándome una sensación de vació que pronto fue colmada por los brazos y las dulces palabras de Keith.
Sentía que estaba mal aquello que hacía, pero ahí estaba; enamorada de Keith y en sus brazos. ¿En qué mejor lugar que estar que aquel? Me pregunté. Y a pesar de que en mi consciencia una alarma me avisaba de que había un lugar mejor, no le hice caso y abrazándome contra él dejé que me consolara y reconfortara.
— Agradezco que me salves de mi padre… que me saques de aquí y podamos vivir lejos nuestro amor. — Dije mirándole tiernamente, separándome levemente de él y sus brazos para poder así mirarle a los ojos fijamente. — Porque quiero amarte Keith, cuando seamos esposos quiero y deseo ser tu mujer. Tu única mujer.
Esas palabras debían de ser para Ragnar, ¡Eran para él! Pero yo desconocía en aquel momento cualquier alarma y nombre que no fuese Keith y mi corazón parecía calmado y confiado en su cercanía. Para mi él lo era todo, pero en la realidad de no ser por la poción, cada palabra, mirada y suspiro, serían para Ragnar. Aquel que protegiéndome…. sin querer me había abandonado. Y seguramente, lo debía de desconocer.
Desari Delay- Humano Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/06/2013
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
¿Por qué hacía esto?
Desari para un infante Keith habría sido todo en el mundo ahora mismo, habría sido todo ápice de esperanza a la que él podría haber esperado en un futuro. Simplemente teniendo en cuenta de que no quería nada en común con aquel al que ahora odiaba solamente porque el amor que sentía Desari por el licántropo rompía el encantamiento de la poción que le medicaba a la rubia que estaba intentando forzar a tener algo con él.
¿Haría algo así por ella? ¿Destrozaría una relación solamente porque quería ser él aquella persona?
Su nivel karmico estaba por encima de las nubes, en aquella situación que Desari soltaba esas palabras a través de sus labios pero que en realidad él mismo no las notaba que fuera para sí mismo. Estaba de alguna manera destrozado, si, podría decirse que aunque en parte habría olvidado al licántropo, muy en el fondo ella sabía que no estaría completamente cómoda con su propia presencia – Desari quiero que lo seas –murmura para sí mismo, no supo si Desari le escuchó en toda su totalidad, pero él no iba a repetirse.
Keith tomo por banda los brazos de Desari para ponerlos por encima de su cabeza, sin importarle el mínimo decoro de como la situación se diera a torcer, él mismo se colocó sobre el delicado cuerpo de Desari, comenzó a comerle sus labios frágiles y rosados, haciendo que ambas pieles rosadas se rozaran en un baile hipnótico que luego introduciría su lengua en el interior hasta que finalmente fue yendo camino abajo por aquel fino cuerpo, sujetándole en ese momento ambas muñecas con una de sus manos, dejando una libre para llevarla a la falda, ir levantándosela lentamente, procurando que no le interrumpieran nadie, pero como si el destino quisiera apartarle también de sus intenciones egoístas de apoderarse de Desari, Keith observo que la tensión corporal de Desari desaprobaba la toma de cariño que le ofrecía en aquel momento.
-¡¿Por qué Desari!? Yo…..-Iba a decir algo, probablemente se iba a retractar de su comportamiento egoísta con ella - ¡No! –Negó- ¡Tú eres mía, y te hare mía a toda costa! –Dijo finalmente soltándole las muñecas para colocarse entre sus piernas, levantarle la falda y volver a empezar un ataque sensual hacia sus labios.
Desari para un infante Keith habría sido todo en el mundo ahora mismo, habría sido todo ápice de esperanza a la que él podría haber esperado en un futuro. Simplemente teniendo en cuenta de que no quería nada en común con aquel al que ahora odiaba solamente porque el amor que sentía Desari por el licántropo rompía el encantamiento de la poción que le medicaba a la rubia que estaba intentando forzar a tener algo con él.
¿Haría algo así por ella? ¿Destrozaría una relación solamente porque quería ser él aquella persona?
Su nivel karmico estaba por encima de las nubes, en aquella situación que Desari soltaba esas palabras a través de sus labios pero que en realidad él mismo no las notaba que fuera para sí mismo. Estaba de alguna manera destrozado, si, podría decirse que aunque en parte habría olvidado al licántropo, muy en el fondo ella sabía que no estaría completamente cómoda con su propia presencia – Desari quiero que lo seas –murmura para sí mismo, no supo si Desari le escuchó en toda su totalidad, pero él no iba a repetirse.
Keith tomo por banda los brazos de Desari para ponerlos por encima de su cabeza, sin importarle el mínimo decoro de como la situación se diera a torcer, él mismo se colocó sobre el delicado cuerpo de Desari, comenzó a comerle sus labios frágiles y rosados, haciendo que ambas pieles rosadas se rozaran en un baile hipnótico que luego introduciría su lengua en el interior hasta que finalmente fue yendo camino abajo por aquel fino cuerpo, sujetándole en ese momento ambas muñecas con una de sus manos, dejando una libre para llevarla a la falda, ir levantándosela lentamente, procurando que no le interrumpieran nadie, pero como si el destino quisiera apartarle también de sus intenciones egoístas de apoderarse de Desari, Keith observo que la tensión corporal de Desari desaprobaba la toma de cariño que le ofrecía en aquel momento.
-¡¿Por qué Desari!? Yo…..-Iba a decir algo, probablemente se iba a retractar de su comportamiento egoísta con ella - ¡No! –Negó- ¡Tú eres mía, y te hare mía a toda costa! –Dijo finalmente soltándole las muñecas para colocarse entre sus piernas, levantarle la falda y volver a empezar un ataque sensual hacia sus labios.
Keith Lanington- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
¡No! ¡No! ¡No!
De un momento a otro todo se había descontrolado. Yo, Keith y mis sentimientos. Y mientras las manos de Keith agarraban las mías al principio con delicadeza y ternura y luego sus besos probaban lentamente mi boca, cortejándome, mi corazón estallaba de dolor y amargura al no ser él a quien debía entregarme. En otra circunstancia estaba segura que de ser otra, habría sentido alegría porque alguien como Keith, tan cordial, bondadosa y protector se fijase en mí y me cortejara, hasta casarme con él. Pero por lo que fuera, yo no le sentía así y lo peor es que no tenía ninguna explicación. Era como si mi mente lo hubiese olvidado todo, pero se hubiese quedado grabado en mi corazón.
—Keith por favor, así no… —Le rogué sintiendo como todo mi cuerpo se tensaba a sus caricias y el sonrojo se extendía por todo mi cuerpo tras sus atenciones. —Por favor. —De nuevo lo intenté y no fue hasta entonces que me miró y pareció comprender lo que mi cuerpo y ahora mis palabras le estaban diciendo. Yo quería hacer las cosas bien. Si debía al final entregarme a él, lo haría pero cuando fuéramos esposos, cuando yo fuera completamente suya y él mío. Respiré hondo e intenté tranquilizarme, por unos segundos pareció dudoso hasta que de un instante a otro su rostro se tornó herido y regresó hacia mis labios de una forma tan violenta que me asustó y de mis ojos cayeron las lágrimas de impotencia y dolor de verme de esa forma.
Sus manos me subieron la falda y me acariciaron los muslos. Yo intenté protestar pero mis palabras fueron a través de sus labios hasta su boca y no me oí, ni yo, ni él. Le miré con los ojos humedecidos y parecía tan entregado a tener mi rendición que pensé que la única forma de calmarlo sería precisamente entregándome, rindiéndome a su beso. Así fue como mis labios se movieron contra los suyos en un baile hipnótico que creció de ritmo a medida sus labios calentaban los propios. Se sentían bien, eran cálidos pero había algo en mí que le seguían disgustando sus muestras de cariño. Yo quería sentir otros labios, no se cuales… pero en mi existía el recuerdo de otros labios, quizás como los del sueño. Sus caricias que se habían detenido al ver mi entrega en el beso, volvieron a acariciar mi cuerpo, desatando mi ropa en lo que su boca no se separaba de la mía. Sentí sus manos en mi vientre, luego subiendo a mis pechos y allí me aterroricé. Le mordí el labio y tomándolo por sorpresa es que conseguí liberarme de él y salir de la cama.
Mis pies tocaron el suelo frío y apenas di un paso estuve a punto de trastabillar. Por suerte, no fue nada y tapándome como podía con mis manos y las telas sueltas del vestido me fui al otro extremo de la habitación, en uno de los rincones y cayendo al suelo me escondí con miedo. Mi largo cabello ocultó mi rostro y lloré. Sabía que con mi huida y escapada era una mala prometida, pero no podía ni quería ahora entregarle lo único que mi padre en años no me había arrebatado. Mi intimidad era algo sagrada, y no deseaba que la tomaran a la fuerza. No como mi padre tomaba todo cuanto quería con su cinturón.
— ¡Te dije que pararas! —Dije entre balbuceos escondiéndome de él y de la furia que estaba segura debía tener tras mi huida.— Así no quiero que pase. No antes del matrimonio, no antes de ser tu mujer. Y no quiero que seas un bruto. No, no, no. ¡Eso jamás! Porque si es así mi primera noche no lo aguantaré…— Tenía miedo incluso de mirarle así que mantenía la mirada en el suelo esperando oír sus gritos e incluso quizás, esperando en cierta forma más violencia, como el de aquel beso con el que había intentado callarme y atarme a él. —Mañana seré tuya, pero por favor Keith, sal. Sal y déjame sola.— Añadí apretando más las telas del vestido contra mi cuerpo tapándome lo poco que podía y dejando los muslos y piernas al desnudo y ante los ojos del brujo.
Quería que se fuera, que me dejara llorar en paz y tranquilizarme. Pero sobretodo, necesitaba pensar… y buscar en mi mente eso que me decía que había algo más. Unos labios, un aroma, unas manos y una mirada a la que si deseaba entregarme sin miedo, porque con él era imposible temer.
De un momento a otro todo se había descontrolado. Yo, Keith y mis sentimientos. Y mientras las manos de Keith agarraban las mías al principio con delicadeza y ternura y luego sus besos probaban lentamente mi boca, cortejándome, mi corazón estallaba de dolor y amargura al no ser él a quien debía entregarme. En otra circunstancia estaba segura que de ser otra, habría sentido alegría porque alguien como Keith, tan cordial, bondadosa y protector se fijase en mí y me cortejara, hasta casarme con él. Pero por lo que fuera, yo no le sentía así y lo peor es que no tenía ninguna explicación. Era como si mi mente lo hubiese olvidado todo, pero se hubiese quedado grabado en mi corazón.
—Keith por favor, así no… —Le rogué sintiendo como todo mi cuerpo se tensaba a sus caricias y el sonrojo se extendía por todo mi cuerpo tras sus atenciones. —Por favor. —De nuevo lo intenté y no fue hasta entonces que me miró y pareció comprender lo que mi cuerpo y ahora mis palabras le estaban diciendo. Yo quería hacer las cosas bien. Si debía al final entregarme a él, lo haría pero cuando fuéramos esposos, cuando yo fuera completamente suya y él mío. Respiré hondo e intenté tranquilizarme, por unos segundos pareció dudoso hasta que de un instante a otro su rostro se tornó herido y regresó hacia mis labios de una forma tan violenta que me asustó y de mis ojos cayeron las lágrimas de impotencia y dolor de verme de esa forma.
Sus manos me subieron la falda y me acariciaron los muslos. Yo intenté protestar pero mis palabras fueron a través de sus labios hasta su boca y no me oí, ni yo, ni él. Le miré con los ojos humedecidos y parecía tan entregado a tener mi rendición que pensé que la única forma de calmarlo sería precisamente entregándome, rindiéndome a su beso. Así fue como mis labios se movieron contra los suyos en un baile hipnótico que creció de ritmo a medida sus labios calentaban los propios. Se sentían bien, eran cálidos pero había algo en mí que le seguían disgustando sus muestras de cariño. Yo quería sentir otros labios, no se cuales… pero en mi existía el recuerdo de otros labios, quizás como los del sueño. Sus caricias que se habían detenido al ver mi entrega en el beso, volvieron a acariciar mi cuerpo, desatando mi ropa en lo que su boca no se separaba de la mía. Sentí sus manos en mi vientre, luego subiendo a mis pechos y allí me aterroricé. Le mordí el labio y tomándolo por sorpresa es que conseguí liberarme de él y salir de la cama.
Mis pies tocaron el suelo frío y apenas di un paso estuve a punto de trastabillar. Por suerte, no fue nada y tapándome como podía con mis manos y las telas sueltas del vestido me fui al otro extremo de la habitación, en uno de los rincones y cayendo al suelo me escondí con miedo. Mi largo cabello ocultó mi rostro y lloré. Sabía que con mi huida y escapada era una mala prometida, pero no podía ni quería ahora entregarle lo único que mi padre en años no me había arrebatado. Mi intimidad era algo sagrada, y no deseaba que la tomaran a la fuerza. No como mi padre tomaba todo cuanto quería con su cinturón.
— ¡Te dije que pararas! —Dije entre balbuceos escondiéndome de él y de la furia que estaba segura debía tener tras mi huida.— Así no quiero que pase. No antes del matrimonio, no antes de ser tu mujer. Y no quiero que seas un bruto. No, no, no. ¡Eso jamás! Porque si es así mi primera noche no lo aguantaré…— Tenía miedo incluso de mirarle así que mantenía la mirada en el suelo esperando oír sus gritos e incluso quizás, esperando en cierta forma más violencia, como el de aquel beso con el que había intentado callarme y atarme a él. —Mañana seré tuya, pero por favor Keith, sal. Sal y déjame sola.— Añadí apretando más las telas del vestido contra mi cuerpo tapándome lo poco que podía y dejando los muslos y piernas al desnudo y ante los ojos del brujo.
Quería que se fuera, que me dejara llorar en paz y tranquilizarme. Pero sobretodo, necesitaba pensar… y buscar en mi mente eso que me decía que había algo más. Unos labios, un aroma, unas manos y una mirada a la que si deseaba entregarme sin miedo, porque con él era imposible temer.
Desari Delay- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/06/2013
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
¿Podría confiar en que el destino le ayudara a formalizar sus deseos sobre Desari? ¿Podría ahora volver, dar la vuelta al plan principal de Ragnar conforme a la muerte del padre de Desari? Simplemente la cosa iba así.
Para que Desari no sufriera por si atacaban o herían a Ragnar en el ataque, los sentimientos y el sufrimiento de la hermosa rubia por la que ambos suspiraban seria inexistente, con lo que ella no llegaría a sufrir para nada hacia Ragnar pero Keith, si ella se fijaba en Keith Ragnar podría tener perfecto control sobre la venganza que quería desempeñar en ese día. Keith estaba apoyado en el borde de la cama, observando a poca distancia la tela que estaba delante suya, pensando si volver a coger a la fuerza a Desari o recapacitar y aceptar que a pesar de que estuviera hechizada el afecto hacia Ragnar era más fuerte que la misma poción en sí.
Para Keith, el juego había terminado, había finalizado al completo y no sabía que más hacer para poder llamar ahora él la atención. Por una parte estaba tranquilo que sintiera afecto alguno hacia un gran conocido de ambos, y que ella estaría en brazos de la persona más protectora que conocía. Por esa parte, él se quedaba tranquilo, se quedaba tranquilo de saber que Desari estaría en buenas manos, sin embargo, por otra parte él desearía que las cosas hubieran sido diferentes y que a lo mejor, hubiera sido él mismo “el elegido” por Desari. Pero ahora mismo, todo esto era fachada.
Keith no paraba de escuchar las palabras asustadas de Desari.
Viró su rostro hacia ella, la miró desde el borde de la cama en donde su rostro aun palpitaba del manotazo otorgado por la mano de Desari. Se quedó observándola durante unos segundos hasta que se encaminó hacia ella, con el pensamiento de forzarla, pero tan solo, en cuanto se quedó cerca de sus pies que tomo con ambas manos, arrastrándola hacia él por el suelo del frio mármol, apartándole el vestido con el que se tapaba, apretó con sus manos en los senos de Desari deleitándose con el perfecto volumen de sus senos, hasta que finalmente, cuando casi la tiene para comenzar de nuevo el roce contra el cuerpo de la rubia, un golpe resuena en su mente, en su cabeza, cayéndose de lado inconsciente y estado silencioso.
Las sombras le golpearon con fuerza haciendo que cayera hacia el lado e inconsciente. No pudo ver quien le golpeó pero por lo que escuchó fue una voz familiar que llamo a la rubia por su nombre.
Para que Desari no sufriera por si atacaban o herían a Ragnar en el ataque, los sentimientos y el sufrimiento de la hermosa rubia por la que ambos suspiraban seria inexistente, con lo que ella no llegaría a sufrir para nada hacia Ragnar pero Keith, si ella se fijaba en Keith Ragnar podría tener perfecto control sobre la venganza que quería desempeñar en ese día. Keith estaba apoyado en el borde de la cama, observando a poca distancia la tela que estaba delante suya, pensando si volver a coger a la fuerza a Desari o recapacitar y aceptar que a pesar de que estuviera hechizada el afecto hacia Ragnar era más fuerte que la misma poción en sí.
Para Keith, el juego había terminado, había finalizado al completo y no sabía que más hacer para poder llamar ahora él la atención. Por una parte estaba tranquilo que sintiera afecto alguno hacia un gran conocido de ambos, y que ella estaría en brazos de la persona más protectora que conocía. Por esa parte, él se quedaba tranquilo, se quedaba tranquilo de saber que Desari estaría en buenas manos, sin embargo, por otra parte él desearía que las cosas hubieran sido diferentes y que a lo mejor, hubiera sido él mismo “el elegido” por Desari. Pero ahora mismo, todo esto era fachada.
Keith no paraba de escuchar las palabras asustadas de Desari.
Viró su rostro hacia ella, la miró desde el borde de la cama en donde su rostro aun palpitaba del manotazo otorgado por la mano de Desari. Se quedó observándola durante unos segundos hasta que se encaminó hacia ella, con el pensamiento de forzarla, pero tan solo, en cuanto se quedó cerca de sus pies que tomo con ambas manos, arrastrándola hacia él por el suelo del frio mármol, apartándole el vestido con el que se tapaba, apretó con sus manos en los senos de Desari deleitándose con el perfecto volumen de sus senos, hasta que finalmente, cuando casi la tiene para comenzar de nuevo el roce contra el cuerpo de la rubia, un golpe resuena en su mente, en su cabeza, cayéndose de lado inconsciente y estado silencioso.
Las sombras le golpearon con fuerza haciendo que cayera hacia el lado e inconsciente. No pudo ver quien le golpeó pero por lo que escuchó fue una voz familiar que llamo a la rubia por su nombre.
Keith Lanington- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
Parecía increíble que después de todo, él quisiera seguir intentando poseerme, yo que habría jurado poder ver en sus ojos la culpa y la tristeza, seguidamente se había levantado con el semblante de pronto furioso y sin saber si aquella furia era por mí, o por él, encaminó sus pasos hacia mí y yo con terror me encogí mas contra la pared.
— ¡Iros de aquí! —Grité presa del pánico. Solté una patada al verle demasiado cerca de mí y en cuanto ese tobillo fue el mismo que sujetó con sus manos y tiró, intenté deshacerme de su agarre siéndome imposible hacerlo una vez sus manos me apresaron de nuevo en el suelo. — Keith… por favor, no lo hagas. —Le rogué en un último intento.
Le miré esperando que reaccionase ante mis ruegos y mis miradas, y llorando en silencio me quedé muda en cuanto sus manos furtivamente se encargaron de la poca ropa que me quedaba y con la cual yo me protegía. La única protección contra sus caricias había sido el resto que me quedaba del vestido, aquellas telas habían sido mi salvación y ahora me había quedado más que nunca expuesta ante él. Mi cuerpo virgen expuesto ante quien solo deseaba poseerlo, una y otra vez. Me mordí el labio con fuerza y ahogue mis lágrimas al sentir sus manos acariciando mis pechos. Su mirada podía sentirla sobre sus movimientos y mi cuerpo. Y yo sintiendo un sudor frio bajando por mi frente, no logre soportarlo más cuando sentí su aliento a punto de rozar la cima de mis pechos. Entonces, me encabrité y con las pocas fuerzas que saqué del miedo que me atenazaba, le golpeé y lo aparté de allí logrando que tras unos segundos mis manos fueran apresadas por una de las suyas y de nuevo me encontrase a su merced y bajo él.
Volví a rogarle que se repensara lo que estaba a punto de hacer, pero parecía completamente ceñido a sus planes y no daba muestras de querer escucharme o hacerme caso y esperarse a después de la boda. Le sentí posicionarse sobre mí y mirando hacia un lado para no verle la cara mientras se adueñaba de lo que no quería darle, cerré los ojos con fuerza ahogando mis lágrimas bajo mis parpados. Si Keith deseaba mi cuerpo, este sería suyo contra mi voluntad, pero no pensaba darle motivos para que se burlase más de mi de como lo hacía, porque no hacía falta burlar a alguien con palabras, también se podía con hechos y lo que él iba a cometer era igual o peor que las injurias cometidas sobre mí de parte de mi propio padre; mi propia sangre.
Contuve la respiración al sentir de nuevo sus manos en mis pechos y antes de que pudiese intentar de nuevo algo para sacármelo de encima, oí un golpe seco y sintiendo a Keith caer al suelo, con sorpresa abrí los ojos lentamente. Al principio con los ojos llenos de lágrimas no logré distinguir mucho, tenía la vista borrosa pero tras uno segundos logré diferenciar una silueta frente de mí. Me costó un poco reconocerle, pero en cuanto reconocí aquellos ojos de mi sueño y los labios masculinos en él, me sonrojé e incorporándome temblorosa tras lo sucedido y llena de vergüenza, intenté cubrirme con las manos mis pechos.
— Lo siento… —Musite sin saber que decirle disculpándome por lo que había estado a punto de pasar y por las lágrimas que aún se escondían en mi mirada. —No debías de verme así.
No era justo, nada de aquello lo era.
Para mí que de pronto el joven de mis sueños estuviese allí y hubiera sido testigo de todo aquello, era peor que una hora de torturas con mi padre. Yo hubiese querido que me hubiese visto como en el sueño, como en mis sueños, deseosa y fuerte por él, no asustada como lo estaba. Pero incluso así, mis dedos temblaban por ir a su encuentro, como toda yo por aquel abrazo que solo en sueños habíamos conocido.
— ¡Iros de aquí! —Grité presa del pánico. Solté una patada al verle demasiado cerca de mí y en cuanto ese tobillo fue el mismo que sujetó con sus manos y tiró, intenté deshacerme de su agarre siéndome imposible hacerlo una vez sus manos me apresaron de nuevo en el suelo. — Keith… por favor, no lo hagas. —Le rogué en un último intento.
Le miré esperando que reaccionase ante mis ruegos y mis miradas, y llorando en silencio me quedé muda en cuanto sus manos furtivamente se encargaron de la poca ropa que me quedaba y con la cual yo me protegía. La única protección contra sus caricias había sido el resto que me quedaba del vestido, aquellas telas habían sido mi salvación y ahora me había quedado más que nunca expuesta ante él. Mi cuerpo virgen expuesto ante quien solo deseaba poseerlo, una y otra vez. Me mordí el labio con fuerza y ahogue mis lágrimas al sentir sus manos acariciando mis pechos. Su mirada podía sentirla sobre sus movimientos y mi cuerpo. Y yo sintiendo un sudor frio bajando por mi frente, no logre soportarlo más cuando sentí su aliento a punto de rozar la cima de mis pechos. Entonces, me encabrité y con las pocas fuerzas que saqué del miedo que me atenazaba, le golpeé y lo aparté de allí logrando que tras unos segundos mis manos fueran apresadas por una de las suyas y de nuevo me encontrase a su merced y bajo él.
Volví a rogarle que se repensara lo que estaba a punto de hacer, pero parecía completamente ceñido a sus planes y no daba muestras de querer escucharme o hacerme caso y esperarse a después de la boda. Le sentí posicionarse sobre mí y mirando hacia un lado para no verle la cara mientras se adueñaba de lo que no quería darle, cerré los ojos con fuerza ahogando mis lágrimas bajo mis parpados. Si Keith deseaba mi cuerpo, este sería suyo contra mi voluntad, pero no pensaba darle motivos para que se burlase más de mi de como lo hacía, porque no hacía falta burlar a alguien con palabras, también se podía con hechos y lo que él iba a cometer era igual o peor que las injurias cometidas sobre mí de parte de mi propio padre; mi propia sangre.
Contuve la respiración al sentir de nuevo sus manos en mis pechos y antes de que pudiese intentar de nuevo algo para sacármelo de encima, oí un golpe seco y sintiendo a Keith caer al suelo, con sorpresa abrí los ojos lentamente. Al principio con los ojos llenos de lágrimas no logré distinguir mucho, tenía la vista borrosa pero tras uno segundos logré diferenciar una silueta frente de mí. Me costó un poco reconocerle, pero en cuanto reconocí aquellos ojos de mi sueño y los labios masculinos en él, me sonrojé e incorporándome temblorosa tras lo sucedido y llena de vergüenza, intenté cubrirme con las manos mis pechos.
— Lo siento… —Musite sin saber que decirle disculpándome por lo que había estado a punto de pasar y por las lágrimas que aún se escondían en mi mirada. —No debías de verme así.
No era justo, nada de aquello lo era.
Para mí que de pronto el joven de mis sueños estuviese allí y hubiera sido testigo de todo aquello, era peor que una hora de torturas con mi padre. Yo hubiese querido que me hubiese visto como en el sueño, como en mis sueños, deseosa y fuerte por él, no asustada como lo estaba. Pero incluso así, mis dedos temblaban por ir a su encuentro, como toda yo por aquel abrazo que solo en sueños habíamos conocido.
Desari Delay- Humano Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/06/2013
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
Esa sensacion de tener la dulce sensacion de estar en el paraiso y al mismo tiempo poder verla en persona pero que no te reconoce. Estaba confuso observandola despues de su transformación pero al oler su dulce aroma al acercarse y olerla el cuello, reacciono de inmediato, la cogio en peso por sus nalgas e inmediatamente la beso con la pasion prohibida del edén, caricias implanto sin que ella tomara resistencia el movio inmediatamente su ereccion contra la ropa interior ajena, pero inmediatamente la arropó, dejandola fria al instante, alejandose de ella.
No era el momento de que ella despertara. El.mismo se alejo de ella para conseguir controlar las ganas de hacerla suya en ese momento, dejarse perder en los brazos suaves de ella, en el ritmo cardiaco sincronizado de ambos corazones, maldito Keith. Esta se la tenia guardada. El brujo habia destruido dias y años de amistad por lo que hizo.
Jamás miraria de la misma manera a Keith, pero el plan era el plan. Ya todo estaba dispuesto para la boda esperada. Sentia que iba a ceder pero ya se dio cuenta de que estaba tocando el suelo del balcon, la observaba a lo lejos, alli en aquella cama y arropada por el cuerpo entero. Estaba deseoso de tenerla para si mismo. No la tenia entre sus brazos aún y ya se sentia celoso de la distancia que la separaba de él mismo.
Aunque ¿Aceptaria ella su condicion?
No era el momento de que ella despertara. El.mismo se alejo de ella para conseguir controlar las ganas de hacerla suya en ese momento, dejarse perder en los brazos suaves de ella, en el ritmo cardiaco sincronizado de ambos corazones, maldito Keith. Esta se la tenia guardada. El brujo habia destruido dias y años de amistad por lo que hizo.
Jamás miraria de la misma manera a Keith, pero el plan era el plan. Ya todo estaba dispuesto para la boda esperada. Sentia que iba a ceder pero ya se dio cuenta de que estaba tocando el suelo del balcon, la observaba a lo lejos, alli en aquella cama y arropada por el cuerpo entero. Estaba deseoso de tenerla para si mismo. No la tenia entre sus brazos aún y ya se sentia celoso de la distancia que la separaba de él mismo.
Aunque ¿Aceptaria ella su condicion?
Ragnar Lothbrok- Licántropo Clase Media
- Mensajes : 62
Fecha de inscripción : 31/07/2014
Re: Estaba en mis sueños, y no eras tu |Keith
El momento apasional que tuvimos, fue como si estuviese en uno de mis sueños y de nuevo soñase con aquel joven que se había adueñado de sus más íntimos sueños. Al sentir sus manos en mis nalgas, sosteniéndome contra su cuerpo y rodeándome por doquier, al contrario de sentirme intimidada me entregué por completo a las sensaciones que me provocaban sus caricias y también su beso, uno que sabía a naturaleza y a fuerza.
—Ragnar… —Gemí su nombre sin saberlo, pensándome en aquel sueño de nuevo.
La verdad era que llevaba muchas noches pensando en él, en el joven sin rostro y nombre, y ahora que le tenía un rostro que ponerle en mis sueños, me abrazaba a él celosa de despertar y perderlo, sin imaginarme de que aquello era la realidad y no, como pensaba en mi inocencia, uno de mis tantos sueños con él de esos días.
Lo de Keith, la casi violación que había podido sufrir a manos de quien parecía iba a ser su esposo, la había olvidado por completo. Mi cuerpo ya no temblaba de miedo, sino de otros tantos sentimientos que se adueñaban de mi como más intenso se hacía el beso que compartíamos. Suspiré al poder tomar aire tras aquellos segundos de besarle y sin poderlo remediar en cuanto fui depositada en la cama, sentí un frío helador colándose hasta mi corazón.
— ¿Ya me abandonas de nuevo?— Llegué a susurrar antes de que todo cuanto había pasado en ese día me hiciera colapsar y caer rendida en la cama. —No quiero que te vayas…quédate conmigo. —Rogué buscando su mano y su cercanía antes de cerrar los ojos, exhausta sin saber si al final se habría decidido a quedarse o por si al contrario. se había ido.
El sueño tardó poco en reclamarme y al despertar, sin saber como seguí sintiendo los labios hinchados y dolientes. Tras intentar recordar lo que había pasado la noche anterior, me los acaricié confundida y con temor miré hacia el ventanal de mi habitación por el que empezaban a colarse los primeros rayos de sol de la mañana.
El día de la boda había llegado.
A partir de esa noche solo podría escapar de las garras de Keith a través de sus sueños, sin saber que aquellos sueños, esa misma mañana iban a tomar forma delante de mi. En apenas unas horas, todo sería desvelado y la venda de mis ojos caería.
—Ragnar… —Gemí su nombre sin saberlo, pensándome en aquel sueño de nuevo.
La verdad era que llevaba muchas noches pensando en él, en el joven sin rostro y nombre, y ahora que le tenía un rostro que ponerle en mis sueños, me abrazaba a él celosa de despertar y perderlo, sin imaginarme de que aquello era la realidad y no, como pensaba en mi inocencia, uno de mis tantos sueños con él de esos días.
Lo de Keith, la casi violación que había podido sufrir a manos de quien parecía iba a ser su esposo, la había olvidado por completo. Mi cuerpo ya no temblaba de miedo, sino de otros tantos sentimientos que se adueñaban de mi como más intenso se hacía el beso que compartíamos. Suspiré al poder tomar aire tras aquellos segundos de besarle y sin poderlo remediar en cuanto fui depositada en la cama, sentí un frío helador colándose hasta mi corazón.
— ¿Ya me abandonas de nuevo?— Llegué a susurrar antes de que todo cuanto había pasado en ese día me hiciera colapsar y caer rendida en la cama. —No quiero que te vayas…quédate conmigo. —Rogué buscando su mano y su cercanía antes de cerrar los ojos, exhausta sin saber si al final se habría decidido a quedarse o por si al contrario. se había ido.
El sueño tardó poco en reclamarme y al despertar, sin saber como seguí sintiendo los labios hinchados y dolientes. Tras intentar recordar lo que había pasado la noche anterior, me los acaricié confundida y con temor miré hacia el ventanal de mi habitación por el que empezaban a colarse los primeros rayos de sol de la mañana.
El día de la boda había llegado.
A partir de esa noche solo podría escapar de las garras de Keith a través de sus sueños, sin saber que aquellos sueños, esa misma mañana iban a tomar forma delante de mi. En apenas unas horas, todo sería desvelado y la venda de mis ojos caería.
TEMA TERMINADO
Desari Delay- Humano Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/06/2013
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