Colores que mienten || Privado.

por **Eleonor Divella** Dom Jul 05, 2015 8:16 pm

Muy de mañana para esta humilde servidora y con la pereza que se llevaba encima no daba ganas de salir de aquella mansión que poseía, las paredes de cartón junto a la pequeña hamaca que hace de cama y los montículos de tierra bajo mi morada llenos de dinero de mi trabajo, es el pago por mis labores y servicios prestados, solo que todos lo llaman robar, yo le llamo salario porque me toca sudarme los pelos de hurón para conseguirlos, así que si, es mi salario diario, por mis servicios de magia al desaparecer las cosas ajenas.

Ya era muy tarde y seguía rascándome la panza de las pulgas que se pegaron en mi ultimo atraco en una casa finolis donde el perro que tenían poseía pulgas, que ascooo, y eso que son ricos. Con toda la santa pereza me levanto y me peino con las garritas, es hora de un baño para quitar las pulgas, pero no es un baño como el que se toman las personas, sino un baño de tierra con piñas para alejar aquella peste, eso y un poco de savia de corteza de árbol mezclado con jalea o miel para tener un pelaje suavito y brilloso.

Con la toalla en mano voy corriendo a los bosques mi casa natural de madre natura, si ella da y provee todo, la forma tierra para los baños son los que están a la cercanía de los riachuelos que cruzan por ahí, un poco de esa tierra húmeda siendo frotada luego por una piedra de rio y quedaría limpia al menos hasta el mes siguiente. El baño dura una hora aproximadamente hasta con el tratamiento capilar y todo lo que conlleva ponerse al sol para agarrar colorcito, y para que la sangre circule mejor, no sé qué hora es hasta que las tripas rugen por comida, haciendo caso a mi instinto olfateo el lugar para tomar algo de fruta pero solo llego a ver una niña rubia con una cesta en manos, una cesta con frutas frescas y recién recolectada, el aroma de las vallas, de las semillas…que delicia, al menos no tendría que buscar por todo el lugar, alguien ya lo había hecho por mí, ahora tenía que tomar la cesta como si no pasara nada y ya tenía un plan.

Camine entre los arbustos haciéndolos mover, corriendo a otros para moverlos con mayor violencia para asustar a la niña, como si fuera una bestia salvaje “Es rubia, es fácil asustar a las rubias” rio con malicia juntando las patitas delanteras para hacer un sonido grave imitando a un jaguar, aunque parece más de oso el mío, solo falta que ella se despiste para ponerme frente a sus pies y chillar, y que ella se descuide de la cesta y pueda correr con las vallas, un plan que no puede fallar.