Just ask an opportunity ||Privado

por **Zirkus Bogdanovic** Mar Jul 07, 2015 6:52 pm

Deshizo el tierno y amoroso abrazo que tenía con su madre, camino unos cuantos pasos hacia atrás para lograr separarse de la mujer que le dio la vida hace treinta años. El brujo le dedico una sonrisa, la más sincera y sobre todo la más bonita para esta mujer que es la luz de sus ojos. –Madre, debo de irme, ya sabe el trabajo. –Hablo con todo respeto a la fémina mayor, tomo una de sus delicadas y viejas manos dándole un tierno beso en está. –No me esperen para la cena por favor, no se cuento voy a tardar, como se ha dado cuenta, estos días he estado llegando tarde…-Con mucho cuidado dejo de sostener aquella mano, sin quitar la sonrisa de su rostro, se dio la vuelta comenzando a caminar, al no estar observando a su madre, la sonrisa desapareció, odiaba mentirle pero no deseaba preocuparla, era lo que menos deseaba en estos momentos. No se atrevía a decirle que no tenía trabajo, si no, estaría triste y eso Zirkus no desea para ella. Hace aproximadamente un mes lo despidieron de su, vaya la redundancia, antiguo trabajo, tuvieron que recortar personal, por falta de dinero, y él, al ser un empleado reciente tuvo la mala fortuna de ser uno de los primero desempleados, ahora, desea encontrar un buen trabajo, ya no le interesa ejercer tanto su carrera de abogado, solo llevar dinero para su madre, le da vergüenza que su abuela Perla los esté manteniendo como si fuera…no, ellos son familia, no importa el pasado, pero él es hombre, y debe de darle lo mejor a sus dos mujeres que tanto ama, y su meta es encontrar un buen trabajo y sobre todo que sea honrado. –Bien, con toda la actitud del mundo. –Elevo su rostro. –Ayúdame…-Susurro, y nuevamente esa sonrisa apareció en su rostro comenzando su mañana.

Zirkus tenía fe que este día iba a encontrar su trabajo ideal y como había dicho anteriormente, no importaba si no era un despacho, él, él es un hombre trabajador desde muy pequeño comprendió que algún día su familia iba morir y tendría que valerse por sí solo, por ello, desde que tenía quince años comenzó su trabajo, se pagó sus estudios, y realizo una carrera excelente y al ver las caritas de orgullos de su madre y abuela, fue un plus para el brujo. De ese modo estuvo toda la mañana preguntando si le daban oportunidad de trabajar, primero fue, por razones lógicas, a los pocos despachos que parís tenía, pero en todos le decían “Lo siento, eres un abogado inexperto, aunque tengas treinta años, tú currículo no dice lo mismo, lo siento, será para otra muchacho” y así fue en los cinco despachos que visito, le decían prácticamente lo mismo, así que desistió en ir y tomo otro rumbo. Fue a: Talleres de carruajes, panaderías, incluso a los tianguis que solían ponerse en las esquinas, pero nada, unos le decían “Por favor, un niño bonito como tú no es para estas cosas, así que mejor ve a tu torno o a buscarte una esposa de tu mismo nivel” con eso, los ánimos de Bogdanovic cayeron por los suelos y ahora se encuentra sentando en una banca de la plaza de la ciudad, maldiciendo a todo mundo por la mala suerte que tenía, pero tanta gente junta en esta plaza le comenzó a dar jaqueca, así que decidió irse a un lugar más tranquilo o mejor dicho a su lugar favorito de todo parís: La laguna.

Con toda su pereza que tenía en su cuerpo, comenzó a caminar hacia su lugar especial. Al estar retirada de ciudad, tardo varios minutos en llegar. Comenzaba a verse más vegetación que otra cosa, se escuchaba el ruido de algunos animales corriendo de aquí para haya o escondiéndose del intruso que vino a profanar su hogar. –Qué envidia les tengo…-Menciono en voz baja, solo para él. Soltó el aire que tenía retenido, alzando una de sus cejas para observar el lugar, estaba a punto de llegar, cinco minutos después del recorrido, observo una hermosa laguna. –Excelente…-Asintió varias veces. Cuando llego a la orilla de la laguna, comenzó a quitarse su saco negro, lo dejo caer al suelo, no le interesaba que su ropa se manchara, así que hizo lo mismo con sus zapatos y calcetines, doblo la parte inferior de su pantalón hasta la rodilla, su camisa estaba desabrochada completamente pero sin quitarse de su cuerpo, se sentó en el césped introduciendo sus piernas, sintiendo el agua mojarle una parte de su cuerpo. –Por eso me gusta venir aquí, hace que me relaje. –Para después recostarse por completo, recargo su brazo izquierdo enfrente de su rostro cerrando los ojos sin poder evitar perderse en el mundo de los sueños.