AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The kingdom of rats [PRIVADO]
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The kingdom of rats [PRIVADO]
Ay no quieres
Te asusta la pobreza…
La miseria. Nosotros
La extirparemos como diente maligno
Que hasta ahora ha mordido al hombre[1]
Te asusta la pobreza…
La miseria. Nosotros
La extirparemos como diente maligno
Que hasta ahora ha mordido al hombre[1]
¿Hasta dónde ha de llegar la pobreza? No basta con atacar a mujeres y hombres, va contra los niños, esos recién nacidos no pueden vivir un dia más, las consecuencias del hambre los devoraron. ¡Maldita miseria! ¡Maldita sean todos! Así es donde se vive en los bajos mundos; en las callejuelas y rincones más mugrientos de Paris, donde la luz nunca existió, ni la esperanza la conocen. Solo esperaban por la basura que fuese desechada, al menos por eso, es que estaban sobreviviendo…Padecen, y es que nadie se apiada de sus notorios ruegos. ¿Qué está haciendo su país por ellos? Nada, aparentan en los hospicios; no mueren de frío, tienen al menos un catre donde yacer con una cobija, no mueren de hambre, porque al menos un vaso con pan cargan en sus estómagos, pero, ¿A base de qué? De que sean humillados, explotados para agradecer que al menos lo poco que les dan en realidad tiene un precio.
Por ello es que Ash, sufrió una doble personalidad, tiene miedo a lo que ha sido su miseria, robó por necesidad, se convirtió en un ladrón para olvidar que mendigaba por alguna migaja, pero esto se fue desatando, ya no sólo dejo ese pasado atrás, ya no solo robaba por satisfacer sus necesidades. Ahora, lo hacía por placer, le gustaba las comodidades pero sobre todo, la manera en la que se lo jugaba, eso es lo que le interesaba, a tal punto que dejo al olvido, sin que existiera más ese huérfano, ese que solo servía. Así es como se hizo otra persona, dos sujetos totalmente distintos pero que habitan en el mismo cuerpo. Sin ser las dos al mismo tiempo, y en este momento era un ladrón. ¿Cómo es que se distinguen? Fácil, su vestimenta es un traje negro. Por supuesto que era hurtado, junto con los accesorios demás; como su sombrero, los guantes blancos y las gafas que le vislumbraban una engañosa apariencia.
Era un humano, un ratón más que no era necesario desplazarse en las calles ostentosas, asechando por obtener plata, él se iba a lo extremo. Ya que, en esta noche, esperaba adentrarse en una majestuosa mansión. Apoderarse de lo más valioso y escapar. De esa manera, resurgiendo su objetivo al estar sentado en una mesa. El lugar, era uno de los mejores cafés en Paris. Donde la burguesía se centraba en sus intereses personales. Por eso, era el perfecto escenario para empezar. Y se trataba de le bonaparte
Tras permanecer unos momentos, su punto fijo se situaba en una dama de rizos como un oro, su perfil insinuaba finura, una tez blanquecina, y de unos carnosos labios carmesí. Una dama de honor, más era la indicada para saber si una joya le extraía. Levantándose disimuladamente cuando ella se dispuso a hacerlo, quizás había terminado su estancia en el lugar, o simplemente iba a platicar con alguno de los presentes, ya que la mayoría se prestaba a esa idea.
Así mismo, discreto caminaba, siendo el plan pasar a un lado de ella, y de un roce, por la cercanía que se ejecutaría al pasar, le tomaría la pulsera que llevaba en la muñeca derecha. De modo que lo realizó. Deteniéndose cuando ella sujeto su mano. ¿Se habrá dado cuenta? Por supuesto, aunque el plan no era solo la pulsera que de oro se veía, sino, llamar su atención, hacer lo imposible porque se convirtiera esa pulsera en algo más. Podría ser un cofre lleno de joyas, alguna información para estafarla o simplemente yacer en un alcoba real.
Todo estaba dependiendo de la reacción de la mujer. La cual, elevo las ansias de arrebatarle hasta el mínimo encaje de su vestido.
1. ↑Pablo Neruda
Por ello es que Ash, sufrió una doble personalidad, tiene miedo a lo que ha sido su miseria, robó por necesidad, se convirtió en un ladrón para olvidar que mendigaba por alguna migaja, pero esto se fue desatando, ya no sólo dejo ese pasado atrás, ya no solo robaba por satisfacer sus necesidades. Ahora, lo hacía por placer, le gustaba las comodidades pero sobre todo, la manera en la que se lo jugaba, eso es lo que le interesaba, a tal punto que dejo al olvido, sin que existiera más ese huérfano, ese que solo servía. Así es como se hizo otra persona, dos sujetos totalmente distintos pero que habitan en el mismo cuerpo. Sin ser las dos al mismo tiempo, y en este momento era un ladrón. ¿Cómo es que se distinguen? Fácil, su vestimenta es un traje negro. Por supuesto que era hurtado, junto con los accesorios demás; como su sombrero, los guantes blancos y las gafas que le vislumbraban una engañosa apariencia.
Era un humano, un ratón más que no era necesario desplazarse en las calles ostentosas, asechando por obtener plata, él se iba a lo extremo. Ya que, en esta noche, esperaba adentrarse en una majestuosa mansión. Apoderarse de lo más valioso y escapar. De esa manera, resurgiendo su objetivo al estar sentado en una mesa. El lugar, era uno de los mejores cafés en Paris. Donde la burguesía se centraba en sus intereses personales. Por eso, era el perfecto escenario para empezar. Y se trataba de le bonaparte
Tras permanecer unos momentos, su punto fijo se situaba en una dama de rizos como un oro, su perfil insinuaba finura, una tez blanquecina, y de unos carnosos labios carmesí. Una dama de honor, más era la indicada para saber si una joya le extraía. Levantándose disimuladamente cuando ella se dispuso a hacerlo, quizás había terminado su estancia en el lugar, o simplemente iba a platicar con alguno de los presentes, ya que la mayoría se prestaba a esa idea.
Así mismo, discreto caminaba, siendo el plan pasar a un lado de ella, y de un roce, por la cercanía que se ejecutaría al pasar, le tomaría la pulsera que llevaba en la muñeca derecha. De modo que lo realizó. Deteniéndose cuando ella sujeto su mano. ¿Se habrá dado cuenta? Por supuesto, aunque el plan no era solo la pulsera que de oro se veía, sino, llamar su atención, hacer lo imposible porque se convirtiera esa pulsera en algo más. Podría ser un cofre lleno de joyas, alguna información para estafarla o simplemente yacer en un alcoba real.
Todo estaba dependiendo de la reacción de la mujer. La cual, elevo las ansias de arrebatarle hasta el mínimo encaje de su vestido.
1. ↑Pablo Neruda
Invitado- Invitado
Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Que de París quedaban las ruinas era algo que se sabía, mas los labios de sus orgullosos e intrasigentes habitantes permanecían cerrados en un compartido mutis. ¡Chitón, que a nadie se le pasase por las testa porfiar de miserias y penurias en la Ciudad de las Luces! Que para el resto europeo París era París, y punto en boca. Empero, a quien se había curtido en las calles ni los tabloides ni los políticos orondos de ropajes finos podían estafar. Que la Revolución habían hecho desmanes a diestro y siniestro, y aún el caos habitaba en las filas de palacios y castillos.
Que se lo dijeran, si no, a Natasha Pavelóvna. Ella bien sabía de los secretos de las callejuelas, las ratas y el hambre. Que no hacía mucho la ahora Gran Duquesa -señorita distinguida y bien puesta en la sociedad- había sido nada más y nada menos que Nastya, la salamandra escurridiza que andaba siempre un paso por delante de los guardias de París. ¡A más de un honrado panadero le había supuesto un dolor de mollera! Pero, ay. Valedero es si digo que, a veces, un hálito nostálgico se apropiaba de la chiquilla y la hacía volver atrás en el tiempo. Ese tiempo en el que requisaba -que no robaba- chambergos y mendrugos de pan. Porque sí, fieles compadres, hay algo de íntegro entre los ladrones. ¡Lléveme Dios si miento!
Mas no estamos aquí para volver a los pretéritos remotos. Hallábase Natasha por aquellos entonces instalada otra vez en la capital francesa. Con el reencuentro con el que fuera su tutor -el hidalgo Don Dennis Vallespir- llenóse de dudas la cabeza de Natasha, pues los fallos de la infancia se pagaban ahora con golpe de garrote (garrote para el pecho, se entiende) y, por no querer ver ni escuchar los consejos de nadie de su entorno, decidióse la Duquesa a relajarse en un café con los dineros de los que hacía diez años ni atrevíose a imaginar.
Entró a Le Bonaparte con aires de dueña, que para eso ahora era la Gran Duquesa Natasha Pavelóvna Stroganóva, y pidió el mejor sitio al lado de la ventana, para así poder entrener su sesera con el ir y venir de los franceses. Tuvo que hacer malabares para poder sentarse con el ampuloso vestido y maldecía interiormente a quienes fueran que hubiesen pensado que las faldas eran asunto práctico en una mujer. ¡Con pantalones estaría más que cómoda, vive Dios!
Pidióse una de esas bebidas traídas de las Américas, negras como el tizne, y esperó plácidamente a que el garçon se la trajera. Durante ese tiempo, Natasha observó. Señoritingos por aquí, señoritingos por allá. Como de sus años de rata de callejuelas algo se le había quedado -y que la rapaz ya era espabilada de por sí- díose cuenta de la presencia de otro observador atento en el café. Trajeado como el que más; levita y pañuelos incluídos.
Díole no más importancia al asunto si ella no era el objetivo. Tomó la amarga bebida y reposó la taza otra vez en su sitio. Cuando pensó, por más, que ya llegaba tarde a su cita con el embajador -cita tediosa, seamos sinceros- Nastya se levantó de allí y puso rumbo a la puerta. Empero, la presencia que seguíale por detrás, a escasos metros, no se le hizo ajena. Vístole de reojo era el muchacho del traje, que no había pedido nada, por cierto, en el café.
El movimiento de la mano, discreto y hasta exitoso si no hubiese sido su víctima Nastya la salamandra. Antes incluso de que el joven hiciese una intrusión en bombera la Duquesa ésta agarró fuerte la muñeca del muchacho, retorciéndosela como a la cabeza de una serpiente de campo. ¡Mas suerte la próxima vez, briboncillo!
-Un movimiento demasiado lento, rapaz. -chasqueó la lengua. Gírose sobre sus pies y entonces soltó su agarre- Deberías haber ido por el flanco izquierdo, si tu víctima es diestra. De esa manera no tendrá tanta habilidad con tal o cual mano.
Pues sí, hénosla aquí, la Gran Duquesa Natasha Pavelóvna, dando consejos a un ladrón. ¿Veís lo que os decía antes de la lealtad entre ladronzuelos?
Que se lo dijeran, si no, a Natasha Pavelóvna. Ella bien sabía de los secretos de las callejuelas, las ratas y el hambre. Que no hacía mucho la ahora Gran Duquesa -señorita distinguida y bien puesta en la sociedad- había sido nada más y nada menos que Nastya, la salamandra escurridiza que andaba siempre un paso por delante de los guardias de París. ¡A más de un honrado panadero le había supuesto un dolor de mollera! Pero, ay. Valedero es si digo que, a veces, un hálito nostálgico se apropiaba de la chiquilla y la hacía volver atrás en el tiempo. Ese tiempo en el que requisaba -que no robaba- chambergos y mendrugos de pan. Porque sí, fieles compadres, hay algo de íntegro entre los ladrones. ¡Lléveme Dios si miento!
Mas no estamos aquí para volver a los pretéritos remotos. Hallábase Natasha por aquellos entonces instalada otra vez en la capital francesa. Con el reencuentro con el que fuera su tutor -el hidalgo Don Dennis Vallespir- llenóse de dudas la cabeza de Natasha, pues los fallos de la infancia se pagaban ahora con golpe de garrote (garrote para el pecho, se entiende) y, por no querer ver ni escuchar los consejos de nadie de su entorno, decidióse la Duquesa a relajarse en un café con los dineros de los que hacía diez años ni atrevíose a imaginar.
Entró a Le Bonaparte con aires de dueña, que para eso ahora era la Gran Duquesa Natasha Pavelóvna Stroganóva, y pidió el mejor sitio al lado de la ventana, para así poder entrener su sesera con el ir y venir de los franceses. Tuvo que hacer malabares para poder sentarse con el ampuloso vestido y maldecía interiormente a quienes fueran que hubiesen pensado que las faldas eran asunto práctico en una mujer. ¡Con pantalones estaría más que cómoda, vive Dios!
Pidióse una de esas bebidas traídas de las Américas, negras como el tizne, y esperó plácidamente a que el garçon se la trajera. Durante ese tiempo, Natasha observó. Señoritingos por aquí, señoritingos por allá. Como de sus años de rata de callejuelas algo se le había quedado -y que la rapaz ya era espabilada de por sí- díose cuenta de la presencia de otro observador atento en el café. Trajeado como el que más; levita y pañuelos incluídos.
Díole no más importancia al asunto si ella no era el objetivo. Tomó la amarga bebida y reposó la taza otra vez en su sitio. Cuando pensó, por más, que ya llegaba tarde a su cita con el embajador -cita tediosa, seamos sinceros- Nastya se levantó de allí y puso rumbo a la puerta. Empero, la presencia que seguíale por detrás, a escasos metros, no se le hizo ajena. Vístole de reojo era el muchacho del traje, que no había pedido nada, por cierto, en el café.
El movimiento de la mano, discreto y hasta exitoso si no hubiese sido su víctima Nastya la salamandra. Antes incluso de que el joven hiciese una intrusión en bombera la Duquesa ésta agarró fuerte la muñeca del muchacho, retorciéndosela como a la cabeza de una serpiente de campo. ¡Mas suerte la próxima vez, briboncillo!
-Un movimiento demasiado lento, rapaz. -chasqueó la lengua. Gírose sobre sus pies y entonces soltó su agarre- Deberías haber ido por el flanco izquierdo, si tu víctima es diestra. De esa manera no tendrá tanta habilidad con tal o cual mano.
Pues sí, hénosla aquí, la Gran Duquesa Natasha Pavelóvna, dando consejos a un ladrón. ¿Veís lo que os decía antes de la lealtad entre ladronzuelos?
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Fecha de inscripción : 01/03/2012
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Frente a la burguesía, el orgullo de los aristócratas se entorna en vanidad, todos. Absolutamente todos, exponen sus riquezas, siendo un segundo plano el café, del mismo modo que nunca pidió uno, más el aparente utensilio estaba decorado en su mesa. Sentado, con las piernas cruzadas, contemplando los vaivenes de la cordura, cuando de pronto se vuelve el ladrón en acción, comenzando a tener el lujo de jugar con los hechos expuestos.
Algo comenzaba a ser dudoso, el reaccionar a la perfección de la femenina, fue exactamente el mejor contraataque de la toma de su pulsera. Por más que hubiese sido una distracción, debió seguir avanzando en vez de responderle con la opresión de su muñeca. Peor, su habla confesó el conocimiento del hurto.
―No es lento cuando ya se empieza a conocer a su igual. ―retiró la mano en cuanto fue liberada, capturando aquellas pupilas en una mirada sagaz.
En lo que concierne a la economía, está siempre tendrá sus víctimas y sus batallas, representando ese momento una. Obteniendo la maestría de una mentalidad resentida, esa contraposición de la clase. Llevándolo a una sola verdad; Era o sigue siendo una como ellos.―empleando ellos a un ladrón más―
―Es interesante que tenga conocimiento de ello, pero, eso es solo una teoría más. Lo que importa es la habilidad empleada. Ya que la posesión de una cosa deriva a la obtención de todo a su vez.
Se dirige a ella con la plena confianza de su logro, no era precisamente la pulsera su objetivo, era el deseo de algo superior, ya que en la calle pudo haber conseguido la joya que decora su muñeca. Y el fruto de aquel descubrimiento, le cede el paso hacia una mesa, el café había sido conservado para la invitación. ―Le parece si seguimos esta charla en la mesa. No queremos que se enteren que entre burgueses los menesterosos mismos se mantiene entre ellos.
Con los posibles encaramientos, espera la rata que su “víctima” tomara asiento, tornándose este juego en una completa manía para retar las propias estrategias, este era el mayor privilegio para apoderarse de algún objeto. El placer mezclado con el orgullo del hombre. Divirtiéndose y que vio una oportunidad para salirse con la suya, quizás más de lo que esperaba.
Algo comenzaba a ser dudoso, el reaccionar a la perfección de la femenina, fue exactamente el mejor contraataque de la toma de su pulsera. Por más que hubiese sido una distracción, debió seguir avanzando en vez de responderle con la opresión de su muñeca. Peor, su habla confesó el conocimiento del hurto.
―No es lento cuando ya se empieza a conocer a su igual. ―retiró la mano en cuanto fue liberada, capturando aquellas pupilas en una mirada sagaz.
En lo que concierne a la economía, está siempre tendrá sus víctimas y sus batallas, representando ese momento una. Obteniendo la maestría de una mentalidad resentida, esa contraposición de la clase. Llevándolo a una sola verdad; Era o sigue siendo una como ellos.―empleando ellos a un ladrón más―
―Es interesante que tenga conocimiento de ello, pero, eso es solo una teoría más. Lo que importa es la habilidad empleada. Ya que la posesión de una cosa deriva a la obtención de todo a su vez.
Se dirige a ella con la plena confianza de su logro, no era precisamente la pulsera su objetivo, era el deseo de algo superior, ya que en la calle pudo haber conseguido la joya que decora su muñeca. Y el fruto de aquel descubrimiento, le cede el paso hacia una mesa, el café había sido conservado para la invitación. ―Le parece si seguimos esta charla en la mesa. No queremos que se enteren que entre burgueses los menesterosos mismos se mantiene entre ellos.
Con los posibles encaramientos, espera la rata que su “víctima” tomara asiento, tornándose este juego en una completa manía para retar las propias estrategias, este era el mayor privilegio para apoderarse de algún objeto. El placer mezclado con el orgullo del hombre. Divirtiéndose y que vio una oportunidad para salirse con la suya, quizás más de lo que esperaba.
Invitado- Invitado
Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Fuera entonces a ser su sagaz contrincante más lince con las palabras zalameras que con las manos, empero, en lo que a la rusa respectaba como bien conocedora ella de las más avispadas lindes del buen arte del hurtar, poco había de infravalorar al muchacho de rostro afilado y lozano, juvenil, pues ni un solo pliegue manchaba esa piel rozagante. Le calculaba la rusa poco más de su propia edad, que rondábase por aquellos años en la veintena.
-¿Debo, pues, considerar por sus palabras, que el fallido movimiento era entonces un inteligente truco para desviar la atención de lo que realmente le interesa? ¿O únicamente es que se siente herido en el orgullo por haber sido descubierto por una mujer?
Arquéose sus finas y rubias cejas, los labios en un fingido fruncido descarado. Que no era la primera vez en su corta vida que el género masculino húbole puesto nada más que trabas por el mero hecho de poseer pechos en lugar de falo. ¡Y el orgullo de los ladrones era el peor de todos! Claro que la rusa sacose su lengua afilada y pronto aprendió a dejarlos a todos con los calzones de la vergüenza fuera.
Ay, pero el pillo no se rendía fácilmente e insistíole a la duquesa a tomar asiento en una mesa ya dispuesta, con otra de esas bebidas negras humeantes esperando la charla de los dos raterillos ingobernables. Presto hubiera dicho Natasha que no a la invitación del zalamero, mas algo -¿la nostalgia, tal vez?- hízole a sus labios acceder al pequeño convite. ¡Porque, diablos, si había de ser sincera con ella misma, le había caído en gracia el adulador fanfarronero!
-Entre burgueses verdaderos se encuentran los grandes bandidos del Universo entero. -no creía mentir la duquesa con tal afirmación, pues con el tiempo y sin quererlo ni preverlo siquiera, se había encontrado comulgando con ideales más jacobitas que monárquicos, lo que convirtióse en otra contradicción intrínseca de su carácter, si hay que tener en cuenta las raíces de su apellido.
-Acepto su invitación si, de una vez me promete jurarme que no intentará más devaneos con mis joyas familiares. ¿Queda el trato hecho?-elevó el mentón y casi que podría certificar que una delgada línea ascendente esbózose en los rosados labios de Natasha Pavelóvna. Y de una vez díchose esto y jurádose lo otro, sentóse en la silla indicada, ¡y que le dieran al embajador! Ya se las apañaría en otro momento con el bigotudo Aleksandr Nikolávich.
-¿Debo, pues, considerar por sus palabras, que el fallido movimiento era entonces un inteligente truco para desviar la atención de lo que realmente le interesa? ¿O únicamente es que se siente herido en el orgullo por haber sido descubierto por una mujer?
Arquéose sus finas y rubias cejas, los labios en un fingido fruncido descarado. Que no era la primera vez en su corta vida que el género masculino húbole puesto nada más que trabas por el mero hecho de poseer pechos en lugar de falo. ¡Y el orgullo de los ladrones era el peor de todos! Claro que la rusa sacose su lengua afilada y pronto aprendió a dejarlos a todos con los calzones de la vergüenza fuera.
Ay, pero el pillo no se rendía fácilmente e insistíole a la duquesa a tomar asiento en una mesa ya dispuesta, con otra de esas bebidas negras humeantes esperando la charla de los dos raterillos ingobernables. Presto hubiera dicho Natasha que no a la invitación del zalamero, mas algo -¿la nostalgia, tal vez?- hízole a sus labios acceder al pequeño convite. ¡Porque, diablos, si había de ser sincera con ella misma, le había caído en gracia el adulador fanfarronero!
-Entre burgueses verdaderos se encuentran los grandes bandidos del Universo entero. -no creía mentir la duquesa con tal afirmación, pues con el tiempo y sin quererlo ni preverlo siquiera, se había encontrado comulgando con ideales más jacobitas que monárquicos, lo que convirtióse en otra contradicción intrínseca de su carácter, si hay que tener en cuenta las raíces de su apellido.
-Acepto su invitación si, de una vez me promete jurarme que no intentará más devaneos con mis joyas familiares. ¿Queda el trato hecho?-elevó el mentón y casi que podría certificar que una delgada línea ascendente esbózose en los rosados labios de Natasha Pavelóvna. Y de una vez díchose esto y jurádose lo otro, sentóse en la silla indicada, ¡y que le dieran al embajador! Ya se las apañaría en otro momento con el bigotudo Aleksandr Nikolávich.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
El fraude vive en el palacio de justicia
Su mente trabaja rápido, observa y decide innovar la situación siguiente: Ofrece un café, conversa con ella, hazla creer que es tu igual, pero cuidado, si ha sido del mismo partido, entonces ya domina estos movimientos. Retoza con su mente, reta los actos, solo la única forma es hurtar su razón, si actúas piensa ya en su movimiento, siempre ve un paso antes que ella, diviértete con las manías, hazte amante de la estrategia.
Sin alguna advertencia en cuanto a sus gestos, se conservaba, moldeaba sus sentires acorde a la situación que no fueran muestra de debilidad o alguna oportunidad que le ofrezca a su oponente. Porque eso era, ni un enemigo, ni un amigo, solo con quien combatirá ante el interés propio. Aclarando que no era pecuniario, ni corporal. Esto era algo más que un honor entre ladrones, era el respeto hacia la sensatez por quien mejor se lo ha merecido y en lo material quedaría.
Así, sin posar credulidad, le mira, es moderada la fijación; ni altanera, ni, suave. Un punto medio, situado entre la circunspección.―Vamos a dejar claro esto, entre ladrones siempre habrá combates, ¿Por qué?...ambos lo sabemos a la perfección, tanto como usted como yo, estaremos examinando, analizando cada acción, enjuiciando los hechos en busca de faltas, engendrar emulación de quien es más hábil, no importa el sexo. Un caco no se define por si es mujer o es hombre, sino por su guante blanco, por quien no ha sido catalogado como tal ya que no lo han visto hacerlo.
Acogedor, galán recatado a modismos, permanece en su silla, apoyando el brazo a la posadera de la misma, con un pie recostado en la pierna, pidiendo café al momento de alzar la mano. ―Al diablo el orgullo, aquí no existe, ni tan siquiera lo llame, ni mucho menos nos hagamos mentecatos en un juramento, nadie se confiara de este. Y peor, somos cacos, porque no existe un fue, el que roba una vez, roba mil veces, si un pequeño objeto ultrajo, hoy un imperio querrá. Y por ello, las palabras quedan sepultadas cuando la pieza tiene ―comento, advirtiendo que no se iría sin nada, o quizás aparentando entre las palabras una forma de ganar de una vez.
―O es que usted, ¿Confiara en mi palabra? Si es así, juguémosla, a ver cuál de las dos será, el despojar o no. ―Y el café pasa modelando con el mesero, ofreciendo dos, uno para él y el otro para la mujer, realmente quería algo de ella. Y el humo del café comenzaba a descifrarlo al mirarse mutuamente en medio del aliento del cacao y la mesa en espera de una carta mostrada.
Sin alguna advertencia en cuanto a sus gestos, se conservaba, moldeaba sus sentires acorde a la situación que no fueran muestra de debilidad o alguna oportunidad que le ofrezca a su oponente. Porque eso era, ni un enemigo, ni un amigo, solo con quien combatirá ante el interés propio. Aclarando que no era pecuniario, ni corporal. Esto era algo más que un honor entre ladrones, era el respeto hacia la sensatez por quien mejor se lo ha merecido y en lo material quedaría.
Así, sin posar credulidad, le mira, es moderada la fijación; ni altanera, ni, suave. Un punto medio, situado entre la circunspección.―Vamos a dejar claro esto, entre ladrones siempre habrá combates, ¿Por qué?...ambos lo sabemos a la perfección, tanto como usted como yo, estaremos examinando, analizando cada acción, enjuiciando los hechos en busca de faltas, engendrar emulación de quien es más hábil, no importa el sexo. Un caco no se define por si es mujer o es hombre, sino por su guante blanco, por quien no ha sido catalogado como tal ya que no lo han visto hacerlo.
Acogedor, galán recatado a modismos, permanece en su silla, apoyando el brazo a la posadera de la misma, con un pie recostado en la pierna, pidiendo café al momento de alzar la mano. ―Al diablo el orgullo, aquí no existe, ni tan siquiera lo llame, ni mucho menos nos hagamos mentecatos en un juramento, nadie se confiara de este. Y peor, somos cacos, porque no existe un fue, el que roba una vez, roba mil veces, si un pequeño objeto ultrajo, hoy un imperio querrá. Y por ello, las palabras quedan sepultadas cuando la pieza tiene ―comento, advirtiendo que no se iría sin nada, o quizás aparentando entre las palabras una forma de ganar de una vez.
―O es que usted, ¿Confiara en mi palabra? Si es así, juguémosla, a ver cuál de las dos será, el despojar o no. ―Y el café pasa modelando con el mesero, ofreciendo dos, uno para él y el otro para la mujer, realmente quería algo de ella. Y el humo del café comenzaba a descifrarlo al mirarse mutuamente en medio del aliento del cacao y la mesa en espera de una carta mostrada.
Invitado- Invitado
Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
¡Voto a bríos! ¡Vaya charla y soltura de palabra! Para que luego fueran por ahí lenguas ligeras, viperinas de serpiente, explayándose en el analfabetismo y falta de seso por esos a quienes los papistas, protestantes y ortodoxos de la religión tildaban a los que de poco se ufanaban de ropas graciosas y perlas puritanas. La misma Natasha Pavelóvna nunca había estado exenta de ese gusto por las letras y el buen hablar ingenioso que los oradores romanos ya hubieron catalogado al estrado de Arte, si bien la tunante no aprendió a leer hasta los diez años. ¡Y todo gracias a un roñoso gitano!
Ah, la sonrisa de medio lado en esa faz de avispada raposa -un animal que nos viene que ni pintado para describir enteramente cómo era nuestra duquesa del alma- al atender a la insinuación final que le hacía el sinvergüenza sin nombre.
-¡Qué misionero de las palabras está hecho, Jesús! -exclamó sin ningún miramiento poniendo el nombre de Jesucristo Nuestro Señor en vano sin que realmente le importase un pimiento la sacrílega falta. Porque jurar la salamandrilla siempre había jurado; ¡y no era poner el nombre del Salvador en blasfemia la peor de sus imprecaciones, sabe Dios!
-No me puedo resistir a un quasi literato del arte de la coba, así pues, le hago la merced de aceptar ese juego. -juguémosla, había dicho él. Pues eso pretendía hacer Natasha Pavelóvna-Confiaré en su palabra sólo a medias. Escucharé por un oído y por el otro recelaré hasta juzgar yo lo contrario.
De lado los rosados labios y la mirada de duendecillo travieso. Agarró Natasha Pavelóvna la carta de naipes poniéndose en ese momento tan alerta como un lobillo en el punto de mira de su caza.
Ah, la sonrisa de medio lado en esa faz de avispada raposa -un animal que nos viene que ni pintado para describir enteramente cómo era nuestra duquesa del alma- al atender a la insinuación final que le hacía el sinvergüenza sin nombre.
-¡Qué misionero de las palabras está hecho, Jesús! -exclamó sin ningún miramiento poniendo el nombre de Jesucristo Nuestro Señor en vano sin que realmente le importase un pimiento la sacrílega falta. Porque jurar la salamandrilla siempre había jurado; ¡y no era poner el nombre del Salvador en blasfemia la peor de sus imprecaciones, sabe Dios!
-No me puedo resistir a un quasi literato del arte de la coba, así pues, le hago la merced de aceptar ese juego. -juguémosla, había dicho él. Pues eso pretendía hacer Natasha Pavelóvna-Confiaré en su palabra sólo a medias. Escucharé por un oído y por el otro recelaré hasta juzgar yo lo contrario.
De lado los rosados labios y la mirada de duendecillo travieso. Agarró Natasha Pavelóvna la carta de naipes poniéndose en ese momento tan alerta como un lobillo en el punto de mira de su caza.
- Off:
- ¡Holi! Si no me equivoco la carta de la que hablas en el post anterior debe ser una carta de naipes, ¿no? Por eso lo he puesto así en mi mensaje, pero si he metido la pata tan sólo dime y modifico :3
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Barajando un mazo de cartas se pueden conseguir que vayan saliendo de un enfilamiento más o menos simétrico (...) pero si en vez de manipular naipes, se manipularan las palabras (...) palabras con entorchados y aureolas, entonces ya cambia radicalmente el asunto.
Las cartas barajadas por Ash, entregando una a su oponente, sin ser vista, y una para el mismo. La jugada que se detiene en la propia cobertura de las cosas, de la vida que ella misma trata de descifrar a manotazos, a cortes imprecisos de imágenes, ideas y sensaciones. Quizás toda la vida sea solamente la bala, la fría bala viajando hacia la boca que escupirá la carta de naipes.
Porque el juego estaba puesto, las cartas repartidas en cuanto el café en cada parte se situaba, lo caliente y el olor del cacao inunda con el humo, las experiencias reales con una visión incrustada en el diálogo entre ellos. ―¿Podríamos jugar a esto dejando en claro que es un juego de animales? ―interpela, al ver su movimiento al pensar ya en buscar la posible pareja de esa carta, tratando de ganar, aunque perder o ganar no era el propósito, una partida que ya está casi echada. No es prioridad en la mente del ladrón, más si estaba concentrado en salir al sendero de ella.
Yéndose al cráneo de naipes, bulle de ideas, algunas basadas en su propia razón.
Estirando la falange en cuanto tomó la carta, está la vio, era un as y enseguida la puso sobre la mesa, sin ser descubierta, como al principio permaneció ―era de un valor de 11 o quizás 1, dependiendo de cómo siga el rumbo― por lo que estaban jugando “blackjack”
―Y bien, ¿Otra carta, o se rinde? ―le miro fijo, en espera de entregarla o no, riendo internamente, puesto que sus palabras reflejaban aceptación de cualquier cosa que el rata decía. ― Dígame, ¿Solo pondremos en juego el plan, o algo más desea obtener de esto? Es la última oportunidad para apostar.
Porque el juego estaba puesto, las cartas repartidas en cuanto el café en cada parte se situaba, lo caliente y el olor del cacao inunda con el humo, las experiencias reales con una visión incrustada en el diálogo entre ellos. ―¿Podríamos jugar a esto dejando en claro que es un juego de animales? ―interpela, al ver su movimiento al pensar ya en buscar la posible pareja de esa carta, tratando de ganar, aunque perder o ganar no era el propósito, una partida que ya está casi echada. No es prioridad en la mente del ladrón, más si estaba concentrado en salir al sendero de ella.
Yéndose al cráneo de naipes, bulle de ideas, algunas basadas en su propia razón.
Estirando la falange en cuanto tomó la carta, está la vio, era un as y enseguida la puso sobre la mesa, sin ser descubierta, como al principio permaneció ―era de un valor de 11 o quizás 1, dependiendo de cómo siga el rumbo― por lo que estaban jugando “blackjack”
―Y bien, ¿Otra carta, o se rinde? ―le miro fijo, en espera de entregarla o no, riendo internamente, puesto que sus palabras reflejaban aceptación de cualquier cosa que el rata decía. ― Dígame, ¿Solo pondremos en juego el plan, o algo más desea obtener de esto? Es la última oportunidad para apostar.
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
-¿De animales, decís? -ríose la Gran Duquesa y las perlas que adornaban su tocado crearon haces de luz blanca. Animal tenía muchas acepciones en su lenguaje de cacos y carteristas-Bien, de animales será. Pero no habléis de ellos en tono de desprecio. Los zorros también son tales, pero muy astutos. -guiñó un ojo. Precisamente, a ella, que la habían tildado de todo y zorra entre ello, habíose aprendido la lección. Si zorra le decían, zorra sería; desvalijados a todos los dejaba. Sin gota que mear ni dientes con el que morder. Y ella, al final, gustosa de que la equiparasen a tales ladinas bestias. Los zorros, a su entender, eran alimañas de las que más de uno y una debían de aprender.
-Mucha suerte veo yo en esa carta, para ser un mozuelo que vive debajo del Pont Neuf. -arremetíose Natasha Pavelóvna contra el mancebo de afilada lengua. Arquéose una fina ceja rubia en un gesto que todo su rostro de duendecillo acompañó. La ex ladrona no podía fiar que fuera chanza, así pues continuó jugando. Recordó entonces el consejo del sabio gitano, quien le enseñó todas los embustes posibles del mundo de los naipes. Para el Blackjack, una mente ágil y matemática era lo más importante.
-Muchacho, yo nunca me rindo. -advirtió, dicho lo dicho mordíose el labio inferior pensando cuál sería la siguiente palabra en la ristra de ingenios lanzados a diestro y siniestro-¿Por qué no un nombre? Le apuesto un nombre, su nombre. ¿Se atreve? Es una apuesta generosa, ¡no se vaya a quejar!
Descubrió su naipe para mostrar una jota francesa con valor de 10. Sonríose la duquesa a sí misma, con ademán de diablillo. ¿Trampa o suerte? A veces, las dos caras de una misma moneda. Faltaba la siguiente apuesta del chico, para saber si su valía sumaba o restaba la del as.
-Mucha suerte veo yo en esa carta, para ser un mozuelo que vive debajo del Pont Neuf. -arremetíose Natasha Pavelóvna contra el mancebo de afilada lengua. Arquéose una fina ceja rubia en un gesto que todo su rostro de duendecillo acompañó. La ex ladrona no podía fiar que fuera chanza, así pues continuó jugando. Recordó entonces el consejo del sabio gitano, quien le enseñó todas los embustes posibles del mundo de los naipes. Para el Blackjack, una mente ágil y matemática era lo más importante.
-Muchacho, yo nunca me rindo. -advirtió, dicho lo dicho mordíose el labio inferior pensando cuál sería la siguiente palabra en la ristra de ingenios lanzados a diestro y siniestro-¿Por qué no un nombre? Le apuesto un nombre, su nombre. ¿Se atreve? Es una apuesta generosa, ¡no se vaya a quejar!
Descubrió su naipe para mostrar una jota francesa con valor de 10. Sonríose la duquesa a sí misma, con ademán de diablillo. ¿Trampa o suerte? A veces, las dos caras de una misma moneda. Faltaba la siguiente apuesta del chico, para saber si su valía sumaba o restaba la del as.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
La cualidad de las decisiones de ella era como un súbdito descenso de un halcón que le permite atacar y destruir a su presa, combinando el discurso de piedras pero algo estaba intuyendo el ladrón, el coraje para ellos era miedo, la fortaleza era debilidad, todo era contradictorio y desventajoso. De manera que trataba de ser habilidosos par mantenerle en movimiento, desde un principio se mostró con una apariencia engañosa para que su oponente actuara en concordancia. Más todo se fue a la quiebra, ambos se descubrieron y terminaron apostando. ¡Vaya vida de juego tras juego!
Aunque debía sacrificar algo para que ella trate de arrebatarlo. Sin disfrutar del aura, el ambiente se propiciaba a maquillar una sonrisa. Y lo hizo, sonrió como si fuese la primera vez en divertirse atacando.
—Debo admitir que para ser una mujer, me ha llamado mucho la atención. Para mí es el único animal peligroso ya que si son astutas tiene todos los instrumentos para ganar… ¿Qué piensa de ello? — Cuestionó, deslizando la falange en la oreja de la taza, entrelazando los dedos en esta y la eleva, dando un ligero trago, púes el café era una exquisitez que no siempre tendría a su merced.
—Esta es la vida que a veces se favorece en las jugadas callejeras para sobrevivir pero ¿Para qué hablar de ello, si usted a la perfección lo sabe? …—Esperaba, posando la taza en su lugar y mantuvo la mirada fija en ella. Una gran señorona que le hacía un gran honor por ser su presa en esa ocasión, si el destino deseaba que ganara en esa partida se saldría con la suya, más si pierde, no habría diferencia, sería solo un paso menos a conducirla hacia un beneficio. —Es lo que menos espero. Y seria todo un placer obtener su nombre, madame…—murmuro la última palabra con descaro, concentrándose en su jugada que al ser descubierta su carta de 10, descubrió la propia, siendo su as.
—Tiene buena mano, pero veamos si con la siguiente carta basta para ser la ganadora…—Llevo la falange directo a las cartas, tomando una que de inmediato la lanza sobre la mesa y se descubre un diez —Blackjack —dijo, recargando la espalda en el respaldo, negando ya que pudo haber tenido posibilidad de perder— Ve, ¿Por qué es un error voltear las cartas antes de tiempo? Ese fue su equivocación, más estoy complacido de que fuese usted mi contrincante. Espero que haya sido una jugada bien ganada y no esperada por usted.
Aunque debía sacrificar algo para que ella trate de arrebatarlo. Sin disfrutar del aura, el ambiente se propiciaba a maquillar una sonrisa. Y lo hizo, sonrió como si fuese la primera vez en divertirse atacando.
—Debo admitir que para ser una mujer, me ha llamado mucho la atención. Para mí es el único animal peligroso ya que si son astutas tiene todos los instrumentos para ganar… ¿Qué piensa de ello? — Cuestionó, deslizando la falange en la oreja de la taza, entrelazando los dedos en esta y la eleva, dando un ligero trago, púes el café era una exquisitez que no siempre tendría a su merced.
—Esta es la vida que a veces se favorece en las jugadas callejeras para sobrevivir pero ¿Para qué hablar de ello, si usted a la perfección lo sabe? …—Esperaba, posando la taza en su lugar y mantuvo la mirada fija en ella. Una gran señorona que le hacía un gran honor por ser su presa en esa ocasión, si el destino deseaba que ganara en esa partida se saldría con la suya, más si pierde, no habría diferencia, sería solo un paso menos a conducirla hacia un beneficio. —Es lo que menos espero. Y seria todo un placer obtener su nombre, madame…—murmuro la última palabra con descaro, concentrándose en su jugada que al ser descubierta su carta de 10, descubrió la propia, siendo su as.
—Tiene buena mano, pero veamos si con la siguiente carta basta para ser la ganadora…—Llevo la falange directo a las cartas, tomando una que de inmediato la lanza sobre la mesa y se descubre un diez —Blackjack —dijo, recargando la espalda en el respaldo, negando ya que pudo haber tenido posibilidad de perder— Ve, ¿Por qué es un error voltear las cartas antes de tiempo? Ese fue su equivocación, más estoy complacido de que fuese usted mi contrincante. Espero que haya sido una jugada bien ganada y no esperada por usted.
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
¡Vaya suerte del carajo había tenido! ¡Y qué bien se la había jugado el zascandil! Que por lo que se veía, tanta pompa y jarana en las lejanas Rusias habían menoscabado en ese ingenio zorril que tanto se gastaba la antigua ladronzuela. ¿Se le estaba ablandando, acaso, el seso a nuestra eterna caradura? Empero, ella era de buen perder cuando los menesteres del porvenir no estaban de por medio, así que, toda solemne ella, dispúsose a agasajar al mancebo por su tirada más que acertada.
-Reconozco que ha tenido buena mano. ¡Por las barbas que no tengo, muchacho, que ha sido una buena hazaña después de todo! -sonrió y su faz volvióse como la de uno de esos duendecillos picarescos de los relatos mágicos- Debo practicar más el juego de mangas, todo parece apuntar que he perdido el hábito. -chasqueó la lengua. Llevóse a los labios otro sorbo de la ardiente bebida negra y ésta hízole las mieles en su paladar y las calideces en su cuerpo, aterido por el frío que poco tenía que envidiarle al de Rusia.
-Con el tiempo una ya debería saber que la dama Fortuna pronto puede mudar a su gemela Fatalidad. -repróchose a sí misma-¡Pero bueno! Una, que es mujer de palabra, va a cumplir con lo dicho. Un nombre era lo apostado, ¿no es así? Pues bien, puede llamarme Nastya.
Presentóse la duquesa con su sobrenombre por el que la habían conocido los más truhanes de todo París. El cleptómano apodo se lo dio ella misma al no recordar el suyo propio, para luego, ¡vaya el destino, que bufón es!, descubrir que el nombre por sus padres dados estaba compuesto por casi las mismas consonantes y vocales. ¿Reminiscencias de un pasado que todavía no había llegado del todo?
-Reconozco que ha tenido buena mano. ¡Por las barbas que no tengo, muchacho, que ha sido una buena hazaña después de todo! -sonrió y su faz volvióse como la de uno de esos duendecillos picarescos de los relatos mágicos- Debo practicar más el juego de mangas, todo parece apuntar que he perdido el hábito. -chasqueó la lengua. Llevóse a los labios otro sorbo de la ardiente bebida negra y ésta hízole las mieles en su paladar y las calideces en su cuerpo, aterido por el frío que poco tenía que envidiarle al de Rusia.
-Con el tiempo una ya debería saber que la dama Fortuna pronto puede mudar a su gemela Fatalidad. -repróchose a sí misma-¡Pero bueno! Una, que es mujer de palabra, va a cumplir con lo dicho. Un nombre era lo apostado, ¿no es así? Pues bien, puede llamarme Nastya.
Presentóse la duquesa con su sobrenombre por el que la habían conocido los más truhanes de todo París. El cleptómano apodo se lo dio ella misma al no recordar el suyo propio, para luego, ¡vaya el destino, que bufón es!, descubrir que el nombre por sus padres dados estaba compuesto por casi las mismas consonantes y vocales. ¿Reminiscencias de un pasado que todavía no había llegado del todo?
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Mantener la vista enfocada a su objetivo, observar cada gesto producido, más no fue necesario, todo se lo dejo a la posibilidad, no era cuestión de suerte, aquello no existe, pero sí fue el azar al tomar la decisión. Que esta vez fue sumamente correcta. Su cálculo certeza y lo disfruto con el amargo trago. Un café que era digno de tener tras haber avanzado en su plan. Ganar la carta más alta. Era ella a quien apostaba. Un nombre, una identidad, ahora mismo sabrá quién es, y querrá continuar por más.
Esperó, tan solo el sonido que ocasionó la taza al posarse en el plato, con el rostro gallardo, idealizando la siguiente jugada, y no era más que tenerla. ¿Cómo haría aquello? Aún lo planifica, no es fácil después de todo, es minucioso, excitante por la dificultad.
—¿Hábito? Que aburrido sería si lo volviese a adquirir. No debemos dejar que los deseos sean los que manden, ganar por ganar tiene desventaja, más si se enfoca en las posibilidades, movimientos, gestos, sin cegarse a la posibilidad de perder, la victoria será suya, puede que pierda la partida, pero ganara algo mayor que una apuesta. Pues los ases brillan por si solos.
El calor de la garganta perpetuo, cruzando los brazos por las palabras interpretadas. Aprendió del mejor postor.— Nastya
Ese seudónimo ya lo había escuchado en algún lugar, ¿Dónde? ¿En qué parte fue sonado? Por su acento y el nombre, sabe que no pertenece a las tierras Parisinas, aún le faltaba conocimiento, lo que aprendía lo obtenía poco a poco de sus víctimas, por lo que desconocía que fuese una duquesa, pero de que su fortuna era inmensa, no cabía duda. Una mujer de honor era ante todo y más por saber que alguna vez fue ella un caco entre todos.
—Nastya, sí que las apariencias engañan.— Musito con sarcasmo, viendo la taza que aun el café posaba— Pero siga bebiendo, que sin el calor ya no sería café.—Elevó la ceja, posando la mano sobre la mesa, y sus dedos fueron tocados uno por uno. —Es curioso que siendo alguien tan bella, no use su encanto para con los hombres. Y mi cabeza no deja de nombrarla, supongo que fue conocida en mis tierras, ¿O me equivoco? Pero, ¿Por qué Paris? Estoy interesado en dos supuestos: Uno, si de lo que fue llego a ser lo que es ahora, y dos; ¿Quiénes sabrían de esta impresionante información?
...Oh, por cierto, Ash, tan simple que espero que no sea olvidado, así como la ocasión en que fue dado.
¿Qué intenta hacer? Realmente como sacar provecho, ese fue su cumplido al obtener un nombre.
Esperó, tan solo el sonido que ocasionó la taza al posarse en el plato, con el rostro gallardo, idealizando la siguiente jugada, y no era más que tenerla. ¿Cómo haría aquello? Aún lo planifica, no es fácil después de todo, es minucioso, excitante por la dificultad.
—¿Hábito? Que aburrido sería si lo volviese a adquirir. No debemos dejar que los deseos sean los que manden, ganar por ganar tiene desventaja, más si se enfoca en las posibilidades, movimientos, gestos, sin cegarse a la posibilidad de perder, la victoria será suya, puede que pierda la partida, pero ganara algo mayor que una apuesta. Pues los ases brillan por si solos.
El calor de la garganta perpetuo, cruzando los brazos por las palabras interpretadas. Aprendió del mejor postor.— Nastya
Ese seudónimo ya lo había escuchado en algún lugar, ¿Dónde? ¿En qué parte fue sonado? Por su acento y el nombre, sabe que no pertenece a las tierras Parisinas, aún le faltaba conocimiento, lo que aprendía lo obtenía poco a poco de sus víctimas, por lo que desconocía que fuese una duquesa, pero de que su fortuna era inmensa, no cabía duda. Una mujer de honor era ante todo y más por saber que alguna vez fue ella un caco entre todos.
—Nastya, sí que las apariencias engañan.— Musito con sarcasmo, viendo la taza que aun el café posaba— Pero siga bebiendo, que sin el calor ya no sería café.—Elevó la ceja, posando la mano sobre la mesa, y sus dedos fueron tocados uno por uno. —Es curioso que siendo alguien tan bella, no use su encanto para con los hombres. Y mi cabeza no deja de nombrarla, supongo que fue conocida en mis tierras, ¿O me equivoco? Pero, ¿Por qué Paris? Estoy interesado en dos supuestos: Uno, si de lo que fue llego a ser lo que es ahora, y dos; ¿Quiénes sabrían de esta impresionante información?
...Oh, por cierto, Ash, tan simple que espero que no sea olvidado, así como la ocasión en que fue dado.
¿Qué intenta hacer? Realmente como sacar provecho, ese fue su cumplido al obtener un nombre.
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Rapaz de buena vista e intelecto le había tocado, empero ¿no era así como criaban las calles de París? (y de cualquier otro punto del mundo, ya puestos. ¡No pocas fueron las veces que por los recovecos de San Petersburgo y Moscú viérase la rubia rusa a zagales de la misma estirpe y casa). El hambre espabilaba el ingenio, la agudeza y el corazón. Eso era lo que el gitano decíale siempre a la pilla ladrona y puesto que a Nastya hacíose difícil olvidarlas, siempre las llevaba consigo, para no extraviarlas en el recuerdo.
-¡Vaya! -exclamó llevándose la mano al pecho con un gesto rocambolesco y circense-Sí que es verdad eso que dice de que nadie es profeta en su propia tierra. ¡A país extranjero tuve que venir a dar para que conocieran el nombre de Nastya!
Si bien París no era lo que la rubia había calificado como país extranjero para ella. París llevaba la mitad de su vida y de sus enseñanzas. ¡Anda! ¿Ya nos hemos puesto nostálgicos tan pronto? No, no, esto no puede seguir así; que Natasha Pavelóvna siempre habíose sido experta en mirar hacia delante y no hacia atrás. Algunas cosas sí que cambian.
-¿Asume que por ser mujer he de valerme sólo de esos encantos que tildan de femeninos? Porque prefiero hacer uso de otras mañas cuando la situación lo requiere. La estrategia de los césares, ya sabe. -medio bromeó. Natasha Pavelóvna sabía una mierda de Julio César, Alejandro Magno y el resto de la curia romana. Si alguna vez De bello civili había caído en sus manos o bien había sido causa del despiste, o bien como estrategia, precisamente, para vencer al insomnio. Vamos, que todo lo que tenía que saber lo aprendía sobre la marcha o ya lo había aprendido de antes a base de palos y cuartelillos.
-Ash. -repitió, pasándose la lengua por los labios, como saboreándolo-Un nombre breve, cierto. Pero ya he aprendido a no juzgarlo de antemano. -chasqueó la lengua, recordando el fracaso con los naipes- ¿Quiere adivinarlo? Le veo muy interesado -comentó con cierta sorna- La curiosidad es buena, eso dicen los sabios. Pero cuidáos; también mató al gato. -arqueó una ceja mientras bebía del humeante café de ultramar.[/b]
-¡Vaya! -exclamó llevándose la mano al pecho con un gesto rocambolesco y circense-Sí que es verdad eso que dice de que nadie es profeta en su propia tierra. ¡A país extranjero tuve que venir a dar para que conocieran el nombre de Nastya!
Si bien París no era lo que la rubia había calificado como país extranjero para ella. París llevaba la mitad de su vida y de sus enseñanzas. ¡Anda! ¿Ya nos hemos puesto nostálgicos tan pronto? No, no, esto no puede seguir así; que Natasha Pavelóvna siempre habíose sido experta en mirar hacia delante y no hacia atrás. Algunas cosas sí que cambian.
-¿Asume que por ser mujer he de valerme sólo de esos encantos que tildan de femeninos? Porque prefiero hacer uso de otras mañas cuando la situación lo requiere. La estrategia de los césares, ya sabe. -medio bromeó. Natasha Pavelóvna sabía una mierda de Julio César, Alejandro Magno y el resto de la curia romana. Si alguna vez De bello civili había caído en sus manos o bien había sido causa del despiste, o bien como estrategia, precisamente, para vencer al insomnio. Vamos, que todo lo que tenía que saber lo aprendía sobre la marcha o ya lo había aprendido de antes a base de palos y cuartelillos.
-Ash. -repitió, pasándose la lengua por los labios, como saboreándolo-Un nombre breve, cierto. Pero ya he aprendido a no juzgarlo de antemano. -chasqueó la lengua, recordando el fracaso con los naipes- ¿Quiere adivinarlo? Le veo muy interesado -comentó con cierta sorna- La curiosidad es buena, eso dicen los sabios. Pero cuidáos; también mató al gato. -arqueó una ceja mientras bebía del humeante café de ultramar.[/b]
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Impecables términos, entre más escuchaba de ella, su predilección se acrecentaba, ya no quedó en la materialización de su destreza, ni el juego de naipes veía más, pero debía ser reconocido que si no fuera por su agilidad, no le habría interesado aprovecharse de la ignorancia, habría descuartizado su fortuna hasta hacerse de algo.
Siendo sus irises verde azules los que fiscalizan lo que hacía, necesitaba hallar su punto débil, encontrar la manera de retenerla en la mano, sujetar hasta que haya obtenido todo de ella. Así es, asegurarla, emplear el chantaje de una forma lucrativa. Porque le satisfacía; su apariencia le conquistó pero lo reafirmó su carácter.
Seguro continuaba con el café, regocijándose con el cargado sabor que finalizó con el último sorbo, cruzando los brazos y sosteniendo esa figura con la mirada. — ¿Así que la vanidad de una mujer, no radica en solo con la presencia de la belleza, sino que recuerden de ella? —Sabe que algo más esconde, quería descubrir sus secretos, apoderarse de ella aunque sea por unos días. Eso días en lo que encuentra otro objetivo al que hurtar…
— Que tristeza representan sus verdades, esperaba una trampa de su parte, una maña o una simple distracción, ya que he de confesar que usted es codiciada, no sé si solo su habilidad es lo que quiero conocer. — ¡Vaya soldado! Le dejo con una risa en el rostro, viéndola como un gran obstáculo por lo que las mentiras no eran necesarias. —Me tomaré el atrevimiento de hablarle de tú, creo que las formalidades se fueron con nuestros descubrimientos. ¿Qué te parece Nastya? O serás de esas mujeres que al llamarles de usted, ¿se creen solo damas?
Cruzo la pierna, desviando un poco el rostro por ver cómo todos se comen entre sí, devorándose con los ojos, maldiciendo con los pensamientos, hasta él lo hacía con ella, pero por ver cómo hacer que le lleve a su cuna de oro. —El aprendizaje es mutuo, no debo dejar que tu rostro inocente me engañe. Tienes de posesión una ternura disfrazada de frivolidad.
Le agradaba su chasquido, tanto que aceptó atinar con su paradero. — Entonces pondré mi vida en peligro.—No era una bravata, ni algún sentimiento de victoria más, sino, resolver ese misterio que representa. Y ahí, quizás este lo que tanto anhela para atraparla.
— Veamos... A todos nos llama el lado del saber, ese en el que nos hundimos para obtener poder, nos sentirnos seguros después de haber sufrido una serie de eventos inesperados. Por ello es que la formación se va desarrollando en las experiencias vividas, Pero solo aquellos que han sido abandonados, olvidados por la humanidad que no fueron capaces de ofrecer ayuda cuando más se necesitaba o el sufrimiento mismo es el que hizo despertar esa hambre de sobrevivir. Entonces, por hechos sociales nos vemos afectados. Más debo decir que todos tienden a padecer de esto. Sin embargo, se hacen destacar en aquellos que han vivido o viven en la calle. Motivo que me hace finalizar en que tú, te has criado en las callejuelas más peligrosas, que fue conocida por ello, aunque siempre todos han de hallarse con alguien que quiera cambiar su rumbo, Así que me atrevo a decirte que alguien más sabe de esto, pero la pregunta sería, ¿Quién será aquel o aquella?
Por su mente viajo la simple idea de que en esa persona, su punto débil se encontraba. Así que con ello la tendría.
Siendo sus irises verde azules los que fiscalizan lo que hacía, necesitaba hallar su punto débil, encontrar la manera de retenerla en la mano, sujetar hasta que haya obtenido todo de ella. Así es, asegurarla, emplear el chantaje de una forma lucrativa. Porque le satisfacía; su apariencia le conquistó pero lo reafirmó su carácter.
Seguro continuaba con el café, regocijándose con el cargado sabor que finalizó con el último sorbo, cruzando los brazos y sosteniendo esa figura con la mirada. — ¿Así que la vanidad de una mujer, no radica en solo con la presencia de la belleza, sino que recuerden de ella? —Sabe que algo más esconde, quería descubrir sus secretos, apoderarse de ella aunque sea por unos días. Eso días en lo que encuentra otro objetivo al que hurtar…
— Que tristeza representan sus verdades, esperaba una trampa de su parte, una maña o una simple distracción, ya que he de confesar que usted es codiciada, no sé si solo su habilidad es lo que quiero conocer. — ¡Vaya soldado! Le dejo con una risa en el rostro, viéndola como un gran obstáculo por lo que las mentiras no eran necesarias. —Me tomaré el atrevimiento de hablarle de tú, creo que las formalidades se fueron con nuestros descubrimientos. ¿Qué te parece Nastya? O serás de esas mujeres que al llamarles de usted, ¿se creen solo damas?
Cruzo la pierna, desviando un poco el rostro por ver cómo todos se comen entre sí, devorándose con los ojos, maldiciendo con los pensamientos, hasta él lo hacía con ella, pero por ver cómo hacer que le lleve a su cuna de oro. —El aprendizaje es mutuo, no debo dejar que tu rostro inocente me engañe. Tienes de posesión una ternura disfrazada de frivolidad.
Le agradaba su chasquido, tanto que aceptó atinar con su paradero. — Entonces pondré mi vida en peligro.—No era una bravata, ni algún sentimiento de victoria más, sino, resolver ese misterio que representa. Y ahí, quizás este lo que tanto anhela para atraparla.
— Veamos... A todos nos llama el lado del saber, ese en el que nos hundimos para obtener poder, nos sentirnos seguros después de haber sufrido una serie de eventos inesperados. Por ello es que la formación se va desarrollando en las experiencias vividas, Pero solo aquellos que han sido abandonados, olvidados por la humanidad que no fueron capaces de ofrecer ayuda cuando más se necesitaba o el sufrimiento mismo es el que hizo despertar esa hambre de sobrevivir. Entonces, por hechos sociales nos vemos afectados. Más debo decir que todos tienden a padecer de esto. Sin embargo, se hacen destacar en aquellos que han vivido o viven en la calle. Motivo que me hace finalizar en que tú, te has criado en las callejuelas más peligrosas, que fue conocida por ello, aunque siempre todos han de hallarse con alguien que quiera cambiar su rumbo, Así que me atrevo a decirte que alguien más sabe de esto, pero la pregunta sería, ¿Quién será aquel o aquella?
Por su mente viajo la simple idea de que en esa persona, su punto débil se encontraba. Así que con ello la tendría.
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Si bien la simpleza de su nombre hubiese provocado la tirada equivocada en el suave y aduendado rostro de la duquesa con ínfulas de carterista -más bien, cleptómana salió- hubiese sido pues el error fatal que la condenaría al calabozo que la finísima lengua del tal Ash encontrábase fabricando para ella. ¡Qué buen zorro era! Empero, si bien astuto era, ello raposa había nacido. Y desconfiada, un buen rato también pues, bien que no sabiendo exactamente lo que tramaba, olíase que algo era. Mas, ¿el qué? ¿Oro? ¿Joyas? ¿Títulos? Descubríase todo lo banal -que el muchacho podía conseguir fácilmente, si de rauda mano era como de buen parloteo- y déjose entonces lo íntimo, recóndito.
Escúchole, mano sobre la humeante taza del líquido de allende los mares, dando vueltas la cucharilla con el hermoso tintineo que casi parecía de flautín. La duquesa fingióse indiferencia y concentraba estaba en girar la cucharilla de plata mientras sus oídos se afinaban como los de un felino y con atención escuchaba cada ilustrada frase de aquel Don Ash Don Nadie.
Déjose escapar unos minutos, en los que se tomó su tiempo para sorber el café, relamerse y limpiarse las comisuras de los labios con la servilleta de tela. Gestos perfectos, mudos de encanto, aprehendidos (que no aprendidos, pues esos se olvidan) en sus diez años vividos en la corte de la Madre Rusia. Unos ademanes que Natasha odiaba y, ¡por más decir! ¡Que no eran ni suyos! Si no del personaje a quien interpretaba. Pues, ¿podía el que siempre había sido zascandil adoptar las medidas de un rey? Como dicen por ahí; "aunque la mona se vista de seda..."
-Así que, según tus deducciones -empezó, tuteándole al igual que él había empezado a hacerlo con ella- soy una pobre huérfana que no podía abrirse camino sola en este cruel y perro mundo. -hizo un puchero- Por lo que alguien de generoso y boyante corazón me sacó de las calles para hacerme rica, mimada y damisela, ¡prometiéndome el oro y el moro!
No fueron ésas las palabras del zascandil, mas algo valedero llevaba la sorna de la agitada Stroganóva. Mofa y burla había en algunas de las palabras por ser tan cercanas a la verdad. Y, ¿qué si le decía que ni siquiera había terminado con lo empezado hacía más de diez años? Todo quedóse reducido a una pantomima bastante buena, pero parodia a fin de cuentas. Propúsose jugar entonces con él, no creyendo realmente que fuera a caer en la red de falsos ingenios.
-Buen argumento para una ópera. Mas, ¿qué si te digo que no hubo caballeros buenos ni corazones sinceros? Que todo esto, todo lo que aquí ves -señálose a sí misma y al fastuoso traje- es obra pura y dura de la rapiña más vil. Apuesto a que entonces querrías saber mi secreto, empero, no hay ninguno, tan sólo la plata, amigo. -se frotó el dedo índice y pulgar- La plata es la única llave que no has de perder nunca si quieres vivir en lugar de sobrevivir.
Escúchole, mano sobre la humeante taza del líquido de allende los mares, dando vueltas la cucharilla con el hermoso tintineo que casi parecía de flautín. La duquesa fingióse indiferencia y concentraba estaba en girar la cucharilla de plata mientras sus oídos se afinaban como los de un felino y con atención escuchaba cada ilustrada frase de aquel Don Ash Don Nadie.
Déjose escapar unos minutos, en los que se tomó su tiempo para sorber el café, relamerse y limpiarse las comisuras de los labios con la servilleta de tela. Gestos perfectos, mudos de encanto, aprehendidos (que no aprendidos, pues esos se olvidan) en sus diez años vividos en la corte de la Madre Rusia. Unos ademanes que Natasha odiaba y, ¡por más decir! ¡Que no eran ni suyos! Si no del personaje a quien interpretaba. Pues, ¿podía el que siempre había sido zascandil adoptar las medidas de un rey? Como dicen por ahí; "aunque la mona se vista de seda..."
-Así que, según tus deducciones -empezó, tuteándole al igual que él había empezado a hacerlo con ella- soy una pobre huérfana que no podía abrirse camino sola en este cruel y perro mundo. -hizo un puchero- Por lo que alguien de generoso y boyante corazón me sacó de las calles para hacerme rica, mimada y damisela, ¡prometiéndome el oro y el moro!
No fueron ésas las palabras del zascandil, mas algo valedero llevaba la sorna de la agitada Stroganóva. Mofa y burla había en algunas de las palabras por ser tan cercanas a la verdad. Y, ¿qué si le decía que ni siquiera había terminado con lo empezado hacía más de diez años? Todo quedóse reducido a una pantomima bastante buena, pero parodia a fin de cuentas. Propúsose jugar entonces con él, no creyendo realmente que fuera a caer en la red de falsos ingenios.
-Buen argumento para una ópera. Mas, ¿qué si te digo que no hubo caballeros buenos ni corazones sinceros? Que todo esto, todo lo que aquí ves -señálose a sí misma y al fastuoso traje- es obra pura y dura de la rapiña más vil. Apuesto a que entonces querrías saber mi secreto, empero, no hay ninguno, tan sólo la plata, amigo. -se frotó el dedo índice y pulgar- La plata es la única llave que no has de perder nunca si quieres vivir en lugar de sobrevivir.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Qué mentirosas podían llegar a ser las mujeres, tan traicioneras que por ello el peligro era en carne y hueso; Ash no se hallaba con una simple fulana, no, era una armadura segura, con el metal a relucir para defenderse. ¡Que hermosa! Perfecta para el mundo en el que se está viviendo, respetuosa en sus mañas que pronto reconoció el ladrón. Pero debía tener cuidado, tentar al hombre, es su maldición. Ya que, eran de darse varios supuestos; uno, que cambiará el rumbo de la verdad; dos, que negara en su totalidad la propuesta; tres, que lo aceptara, pero dadas las circunstancias. Dio en su blanco Ash, lo sabía, ¿Por qué y cómo? No se sabe con exactitud, pero tras una idea que se le meta está prevalecerá, era como cuando se comete un delito, y en el sistema acusatorio, todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. Aquí su idea aún existía hasta que algo le haga cambiar de parecer, un argumento que lo fundamente para exonerar su juicio anterior.
— Me han conmovido tus palabras, pero sí de esa forma lo has visto, ¿Que le puedo hacer? Nada, ya que ambas; tanto tu idea como la mía, van por el mismo rumbo. Hay que ser honestos, no es necesario la caridad, más si existe el aprovechamiento a quien la sienta, ¿No lo crees?
Era la forma más fácil de aceptar los términos que empleaba, alguien le ha ayudado. Y eso es seguro. Por lo que se dedicaría a estudiar, interpretar cada gesto, como el de ese puchero tan carente de sentido, una burla que ofreció otro punto a favor del joven.
¡Maldita sea y el café que se le termino! No podía pedir uno más, no debía acceder a un grano que le costaría muy caro y sus bolsillos limitados estaban, pues su mina de oro aun no la capturaba.
Y le miró como pedido de ella, negando con una sonrisa. — Es muy difícil caer en las primeras palabras, si hubiese un poco de sentimiento, o vaya, una lágrima rodando por su mejilla, lo pensaría aún. — Tan difícil creer de la boca de alguien.
— ¿Y acaso tú estás viviendo? Porque tu rostro dice mil cosas distintas a los de tu atuendo. Pero yo puedo darte la solución a ello, lo único que falta es tu consentimiento.
Vil alimaña dirían unas, pero la realidad es que no se hallaba con un caballero, sino con un ladrón que busca de cualquier manera, dormir en su jodida cuna de oro.
— Me han conmovido tus palabras, pero sí de esa forma lo has visto, ¿Que le puedo hacer? Nada, ya que ambas; tanto tu idea como la mía, van por el mismo rumbo. Hay que ser honestos, no es necesario la caridad, más si existe el aprovechamiento a quien la sienta, ¿No lo crees?
Era la forma más fácil de aceptar los términos que empleaba, alguien le ha ayudado. Y eso es seguro. Por lo que se dedicaría a estudiar, interpretar cada gesto, como el de ese puchero tan carente de sentido, una burla que ofreció otro punto a favor del joven.
¡Maldita sea y el café que se le termino! No podía pedir uno más, no debía acceder a un grano que le costaría muy caro y sus bolsillos limitados estaban, pues su mina de oro aun no la capturaba.
Y le miró como pedido de ella, negando con una sonrisa. — Es muy difícil caer en las primeras palabras, si hubiese un poco de sentimiento, o vaya, una lágrima rodando por su mejilla, lo pensaría aún. — Tan difícil creer de la boca de alguien.
— ¿Y acaso tú estás viviendo? Porque tu rostro dice mil cosas distintas a los de tu atuendo. Pero yo puedo darte la solución a ello, lo único que falta es tu consentimiento.
Vil alimaña dirían unas, pero la realidad es que no se hallaba con un caballero, sino con un ladrón que busca de cualquier manera, dormir en su jodida cuna de oro.
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
¡Ah, qué hermosa voz! Tan hipnotizante como la lengua de una víbora. Ojalá pudiera dejarse llevar por las lisonjerías del mozo. Ojalá no hubiese sido Natasha Pavelóvna Stroganóva. ¡Qué digo! Si siempre había sido Nastya, al menos hasta donde su memoria le llegaba. Nastya la pilluela, Nastya la salamandrilla escurridiza, con dotes infrahumanas para desquiciar al personal. Nastya la aventurera. Nastya la huérfana. Pero, ¿qué digo? ¿Acaso la duquesa querría ahora cambiar su título por el aroma pestilente de una cloaca? Pues claro que no. ¡Pardiez, que no se había vuelto majareta! Mas sentía que no estaba más cerca del escalón hacia la verdad de su pasado de lo que lo había estado hacía diez años. Ay, perro mundo este, incluso para los enjoyados.
Alzó unas finas cejas rubias, toda sorprendida ella. ¿Que le iba a dar la solución, decía el muy tunante? "Desconfía, botarate, desconfía", se repetía a sí misma una y otra vez. Sabiendo cómo se las gastaban los ladrones de París, ¿qué podía esperar del mancebo que, aunque bien entrenado, no dejaba de ser un timador como ella fuese en su tiempo? "Conoces los ardides de los bribones como él. ¡Pardiez, Nastya, no puedes dejarte camelar!", exclamaron sus pensamientos, que podrían haber sido acompañados por un fuerte golpe de puños en la mesa. Dio un trago al café, ya casi acabado, con la sola intención de disimular sus pensamientos.
¡Por todas las barbas que no tienes, Natasha! Sigue jugando. Sigue jugando a ver dónde te lleva el final de la partida.
-¿Tienes la solución a mis penas, rapaz? ¡Voto a bríos! ¡Esa afirmación sí que puede ser tramposa, muchacho! ¿Cómo creerte, pues? Y, lo más importante; ¿qué querrías a cambio de esa solución de la que me hablas? -frunció el ceño y unas arrugas de expresión aparecieron en su despejada frente- Porque nadie da nada a cambio de nada, y tú tampoco lo harás, ¿no es así? Habla entonces -lo instó acompañando las palabras con un gesto de la mano- Pide por esa boquita de piñón. Al final, igual hasta consigues lo que sea que has venido a buscar.
Alzó unas finas cejas rubias, toda sorprendida ella. ¿Que le iba a dar la solución, decía el muy tunante? "Desconfía, botarate, desconfía", se repetía a sí misma una y otra vez. Sabiendo cómo se las gastaban los ladrones de París, ¿qué podía esperar del mancebo que, aunque bien entrenado, no dejaba de ser un timador como ella fuese en su tiempo? "Conoces los ardides de los bribones como él. ¡Pardiez, Nastya, no puedes dejarte camelar!", exclamaron sus pensamientos, que podrían haber sido acompañados por un fuerte golpe de puños en la mesa. Dio un trago al café, ya casi acabado, con la sola intención de disimular sus pensamientos.
¡Por todas las barbas que no tienes, Natasha! Sigue jugando. Sigue jugando a ver dónde te lleva el final de la partida.
-¿Tienes la solución a mis penas, rapaz? ¡Voto a bríos! ¡Esa afirmación sí que puede ser tramposa, muchacho! ¿Cómo creerte, pues? Y, lo más importante; ¿qué querrías a cambio de esa solución de la que me hablas? -frunció el ceño y unas arrugas de expresión aparecieron en su despejada frente- Porque nadie da nada a cambio de nada, y tú tampoco lo harás, ¿no es así? Habla entonces -lo instó acompañando las palabras con un gesto de la mano- Pide por esa boquita de piñón. Al final, igual hasta consigues lo que sea que has venido a buscar.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
¿Quién verdaderamente era? Incertidumbre, duda y sigue dudando de sus palabras, no es capaz de creer su habladuría por más que buscaba la manera de saber de ella, no ofrecía nada. Hacía mal, porque le eleva la intriga de conocerla, le aumenta el deseo por arrancarle los secretos en vez de la vestidura. A sabiendas que era muy costoso lo que viste, lo que monta en su mano, en su cuello y en sus orejas. Bien podría ganarse algo con ello si se los despoja, pero era una miseria para lo que ya había vislumbrado el ladrón ante ella. Era opulenta, y no solo en joyerías, había algo que descubrir y eso era lo que le daría la fortuna. La verdadera plata que ella destacaba
En cambio Ash, no posee nada que le sacaran de valor, ni la información de su trastorno era de su comprensión, por lo que no habría forma de que lo dijera. Más que lo único era, que era un miserable, un huérfano que en la calle vivía. Aunque, ¿Quién no, lo sabría ya?
Y entre más inspecciona a la adinerada, sus gestos eran inusuales a de cualquier dama, su pupilas ocultan cosas, sus manos, esa mano que coge el café quiere esconder algo, pero, ¿Qué? ¡Maldita sea! El tiempo sigue corriendo, y debía de darse prisa, pues no quería dormir en las callejuelas.
—Si Nastya, pero, ¿A qué le temes? No soy tramposo, más veo que estoy dando un paso más hacia ti. ¿Qué esperas? ¿A que venga tu salvador como siempre y te guié? o ¿Esperar a avanzar un paso más que yo? Porque no busco que me creas, ni exponerme a las mentiras que contigo no resultaran. Veo que me conoces, ya estás empezando a entender, o quizás solo estabas aparentando olvidarlo. Sí, quiero algo a cambio. Esos siempre lo supiste en cuanto te invite a sentarte.
Medio sonrió, con una descares que bien hubiera podido aplaudirle. — Así, es. Quiero, ¿Que quiero? —se atrevió a jugar con las palabras, a jugar con la idea de pensarlo, de meditar la respuesta venidera.
—Sería muy rápido si accedes a lo que quiero, ya que eres tú lo que necesito. —Saco de su bolsillo el dinero, contado desde un principio para pagar los dos cafés, era justo, y limitante. Pues no podía darse el lujo de estar con las bolsas llenas de dinero.
— ¿Me dejarías dormir en tu palco? Abrazados, sin padecer frío, pues mira a este pobre rapaz que ni puede pagar una habitación alquilada, ni cortejar a una dama con flores o dulces que le hagan caer a mis brazos de una buena vez …—Una descares tremenda, habla con una inocencia que parecía imitar a un sufrido, sin vergüenza ya estaría diciendo. Pero, se da el gusto de divertirse mientras busca lo que quiere. Así poco a poco, lentamente quiere llegar a su mina.
—Entonces, ¿Me llevaras? Puedes ir llamando al carruaje, ya que sabes lo que quiero.
En cambio Ash, no posee nada que le sacaran de valor, ni la información de su trastorno era de su comprensión, por lo que no habría forma de que lo dijera. Más que lo único era, que era un miserable, un huérfano que en la calle vivía. Aunque, ¿Quién no, lo sabría ya?
Y entre más inspecciona a la adinerada, sus gestos eran inusuales a de cualquier dama, su pupilas ocultan cosas, sus manos, esa mano que coge el café quiere esconder algo, pero, ¿Qué? ¡Maldita sea! El tiempo sigue corriendo, y debía de darse prisa, pues no quería dormir en las callejuelas.
—Si Nastya, pero, ¿A qué le temes? No soy tramposo, más veo que estoy dando un paso más hacia ti. ¿Qué esperas? ¿A que venga tu salvador como siempre y te guié? o ¿Esperar a avanzar un paso más que yo? Porque no busco que me creas, ni exponerme a las mentiras que contigo no resultaran. Veo que me conoces, ya estás empezando a entender, o quizás solo estabas aparentando olvidarlo. Sí, quiero algo a cambio. Esos siempre lo supiste en cuanto te invite a sentarte.
Medio sonrió, con una descares que bien hubiera podido aplaudirle. — Así, es. Quiero, ¿Que quiero? —se atrevió a jugar con las palabras, a jugar con la idea de pensarlo, de meditar la respuesta venidera.
—Sería muy rápido si accedes a lo que quiero, ya que eres tú lo que necesito. —Saco de su bolsillo el dinero, contado desde un principio para pagar los dos cafés, era justo, y limitante. Pues no podía darse el lujo de estar con las bolsas llenas de dinero.
— ¿Me dejarías dormir en tu palco? Abrazados, sin padecer frío, pues mira a este pobre rapaz que ni puede pagar una habitación alquilada, ni cortejar a una dama con flores o dulces que le hagan caer a mis brazos de una buena vez …—Una descares tremenda, habla con una inocencia que parecía imitar a un sufrido, sin vergüenza ya estaría diciendo. Pero, se da el gusto de divertirse mientras busca lo que quiere. Así poco a poco, lentamente quiere llegar a su mina.
—Entonces, ¿Me llevaras? Puedes ir llamando al carruaje, ya que sabes lo que quiero.
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
¿Por qué, en nombre del Todopoderoso, no se había parado a pensar antes de hablar? ¡Tremenda bocaza la suya! La misma que la llevaba en más de una ocasión a los problemas en los que se metía. El joven Ash ya había formulado su petición, una petición que resultole extraña. No porque no supiera lo que era pasar una noche a la fresca de París (que eso lo sabéis de sobra y no lo voy a volver a repetir), empero demanda como esa jamás húbole hecha por nadie. ¿Estaba el pícaro clamando por su empatía o sería fruto de otra triquiñuela? ¡Voto a bríos! Que ahora la raposa se creía atrapada en su propio juego.
Discurrió. Curiosidad sentía, eso no lo iba a negar, por el pillastre. Podría aceptar y ver cómo prosperaba la insólita sociedad que húbose formado entre ambos ladrones.
-¿Crees acaso que soy una de esas estúpidas a las que puedes engatusar? El truco igual te ha servido en otras ocasiones, pero yo sé lo que eres, amigo. -chasqueó la lengua. Y él sabía qué era ella; estaban equilibrados, por el momento.-Lo de abrazados te lo puedes ahorrar, pájaro. Y la sorna también. -respondió, entre cabreada y divertida. Divertida, sí. Porque aquello resultole una peculiar distracción en el inesperado viaje de vuelta a Francia.
-Me temo que no dispongo de alojamiento propio aquí. De visita a París me hallo. Pero apuesto que un mancebo tan espabilado como tú ya se lo habría olido. Y si no es así, permíteme decirte que sería una decepción. -de nuevo esa sonrisa de duendecillo insidioso apareció en sus agraciados rasgos, a los que todavía les quedaba algo de infantil.-Pero puedo conseguirte habitación en el hotel donde me hospedo. Eso sí; las manos, donde pueda verlas. -apresuróse a añadir. No bien iba aquella advertencia en un sentido libidinoso, más bien se refería a que no quería ningún truco de magia (por llamarlo de alguna forma) que hiciese desaparecer algún objeto de valor del hotel.
Observó al muchacho dejar un par de francos para pagar las bebidas, a lo que la duquesa no pudo retenerse a comentar:
-¡Vaya, vaya! Sí que has venido preparado, mozo. ¿Pensabas darme caza a mi en particular o esperabas a cualquier señorona que apareciese por aquí? -díjole en un tono de guasa- Ahora; espero que tu pago sea bueno. Iré llamando al cochero, joven Ash.
Discurrió. Curiosidad sentía, eso no lo iba a negar, por el pillastre. Podría aceptar y ver cómo prosperaba la insólita sociedad que húbose formado entre ambos ladrones.
-¿Crees acaso que soy una de esas estúpidas a las que puedes engatusar? El truco igual te ha servido en otras ocasiones, pero yo sé lo que eres, amigo. -chasqueó la lengua. Y él sabía qué era ella; estaban equilibrados, por el momento.-Lo de abrazados te lo puedes ahorrar, pájaro. Y la sorna también. -respondió, entre cabreada y divertida. Divertida, sí. Porque aquello resultole una peculiar distracción en el inesperado viaje de vuelta a Francia.
-Me temo que no dispongo de alojamiento propio aquí. De visita a París me hallo. Pero apuesto que un mancebo tan espabilado como tú ya se lo habría olido. Y si no es así, permíteme decirte que sería una decepción. -de nuevo esa sonrisa de duendecillo insidioso apareció en sus agraciados rasgos, a los que todavía les quedaba algo de infantil.-Pero puedo conseguirte habitación en el hotel donde me hospedo. Eso sí; las manos, donde pueda verlas. -apresuróse a añadir. No bien iba aquella advertencia en un sentido libidinoso, más bien se refería a que no quería ningún truco de magia (por llamarlo de alguna forma) que hiciese desaparecer algún objeto de valor del hotel.
Observó al muchacho dejar un par de francos para pagar las bebidas, a lo que la duquesa no pudo retenerse a comentar:
-¡Vaya, vaya! Sí que has venido preparado, mozo. ¿Pensabas darme caza a mi en particular o esperabas a cualquier señorona que apareciese por aquí? -díjole en un tono de guasa- Ahora; espero que tu pago sea bueno. Iré llamando al cochero, joven Ash.
Natasha Stroganóva- Realeza Rusa
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Y sus chasquidos divertían, admitía que ella era un gran misterio. Como una pequeña molestia de no salirse con la suya, de no poder ganar mediante un berrinche que bien afloran esos labios. Era un juego con una sola salida, ¿cuál? Ella tenía la única respuesta, con ella es que comienza la travesía. Ya que el propósito fue desviado a un camino fácil, pero quizás eso lo aparentaba, por lo que andaría precavido de cualquier situación. Y su diversión fue transmitida, mirándole con la ceja muy en alto.
—No, desde un principio supe que no eras como aquellas, ni un grano de estúpida, ni una mujerzuela barata. Pero de poder, eso sí lo tengo. Sí no. Ya estaría preso por mis insolencias. ¿No crees? —deslizó la mano, con su guante blanco a la boca, rozando un dedo los labios y le envía un beso. — Sabemos que somos, y sabemos a lo que le tiramos. Así como sabes que no estoy satisfecho con esa respuesta, haré que cambies de opinión.
Una vez pagado, pensó en tres posibilidades y una extra; la primera de que sería echado del lugar por tal requerimiento, segunda, gritaría la damisela para ser arrestado. La tercera, rechazaría tal petición. Y por última, estaba su respuesta.
Dicen que las señoras siempre cargan con sus tesoros, pues se sienten desprotegidas sin ellos. Acaso, ¿es la misma razón con ella? Sabía que podría no tener propiedad alguna, pero también podría haber una posibilidad. Y con el alojamiento, no iba a echar para atrás sus planes. —Si cuidar de mis manos es la condición, deberías tenerme siempre en la mira, y qué mejor que en tu propia habitación— hizo una pausa — Sabía que no podrías ser de aquí, tu acento te delata, y vaya que soy un mendigo, que hasta eso, creía no entender tus palabras. — rió, ya que era cierto, usaba términos que desconocía más el lenguaje corporal ayudó en esta ocasión.
Sin hacer más larga la espera, se levanta, lastima por el mesero quien les atendió. Esta vez no había propina, y no lo iba a desperdiciar lo que le sobra con este. — Tú misma te has respondido, pero fuiste tú la elegida. — estiró el brazo, para que se levantara, quería jugar bien su papel de caballero en ese lugar. Por lo que le dejó ir, esperando unos minutos para después ir detrás de ella.
¿Si pensaba que iba a dejar propina? Estaba en un grandísimo error, el pago fue solo lo que se consumió, el servicio después lo pagará cuando haya aumentado su suerte.
Y avanzó, yendo hacia ella, hacia el carruaje. Al hotel.
—No, desde un principio supe que no eras como aquellas, ni un grano de estúpida, ni una mujerzuela barata. Pero de poder, eso sí lo tengo. Sí no. Ya estaría preso por mis insolencias. ¿No crees? —deslizó la mano, con su guante blanco a la boca, rozando un dedo los labios y le envía un beso. — Sabemos que somos, y sabemos a lo que le tiramos. Así como sabes que no estoy satisfecho con esa respuesta, haré que cambies de opinión.
Una vez pagado, pensó en tres posibilidades y una extra; la primera de que sería echado del lugar por tal requerimiento, segunda, gritaría la damisela para ser arrestado. La tercera, rechazaría tal petición. Y por última, estaba su respuesta.
Dicen que las señoras siempre cargan con sus tesoros, pues se sienten desprotegidas sin ellos. Acaso, ¿es la misma razón con ella? Sabía que podría no tener propiedad alguna, pero también podría haber una posibilidad. Y con el alojamiento, no iba a echar para atrás sus planes. —Si cuidar de mis manos es la condición, deberías tenerme siempre en la mira, y qué mejor que en tu propia habitación— hizo una pausa — Sabía que no podrías ser de aquí, tu acento te delata, y vaya que soy un mendigo, que hasta eso, creía no entender tus palabras. — rió, ya que era cierto, usaba términos que desconocía más el lenguaje corporal ayudó en esta ocasión.
Sin hacer más larga la espera, se levanta, lastima por el mesero quien les atendió. Esta vez no había propina, y no lo iba a desperdiciar lo que le sobra con este. — Tú misma te has respondido, pero fuiste tú la elegida. — estiró el brazo, para que se levantara, quería jugar bien su papel de caballero en ese lugar. Por lo que le dejó ir, esperando unos minutos para después ir detrás de ella.
¿Si pensaba que iba a dejar propina? Estaba en un grandísimo error, el pago fue solo lo que se consumió, el servicio después lo pagará cuando haya aumentado su suerte.
Y avanzó, yendo hacia ella, hacia el carruaje. Al hotel.
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Re: The kingdom of rats [PRIVADO]
Las palabras engañan. Siempre. Bueno, casi siempre. Eso era tan certero para la duquesa como que la lluvia caía del cielo. ¡Mal rayo le partiera! ¿Sabía qué estaba haciendo, qué propósito conducían sus actos? Já, qué agudeza más pasada de moda. ¿Que acaso alguna vez había sabido la salamandrilla lo que hacía? ¡Si su lengua solía ir más rápido que su testa! Y qué, si aún así le había ido bien. Más o menos. Ahora no se podía quejar. Habíose ella puesto en aquel recreo del gato y el ratón. Ahora bien; qué quedaba del primero y qué del segundo.
Así que, bien fuese la suerte, bien el hado -¡el hado, otra tontuna igual de pedante que la religión!- allí estaban los dos, el muchacho y ella. Se levantó él primero sin dejar propina. Después hizo ella lo mismo, mas, esta vez, unos dineros sí que déjole a aquel que les hubo atendido. Que ella era generosa. Generosa ahora que podía, claro está.
Salíose a la puerta de la cafetería y alzóse una mano con guante de ganchillo avisando al cochero. Éste abrió la puerta diligentemente. Pasó ella primero porque, hombre, faltaría más. Anunció al conductor que los acercase al hotel donde se alojaba. Luego, clavó una especie de acusadora mirada al invitado. Una mirada tan madura que desencajaba enormemente con la todavía infantil fisionomía de su rostro de duende.
-Confieso que me desconcierta un poco. -admitió. ¿Cómo? ¿Y qué le había dado ahora a la duquesa rusa para admitir semejante manifiesto? Muy mal, Natasha. Muy mal. Mas ella continuó:-¿Suele hacer esto muy a menudo? Lo de mendigar cobijo, digo. -alzó una ceja, toda digna ella. Porque a ella a terca y tozuda no la ganaba -ni la gana- nadie, y hubiese preferido congelarse de frío en las calles (que así fue más de una vez) antes que recurrir a ello. ¡Ah! ¡Pero qué hipócrita!, estaréis pensando. ¡Pero si robaba hasta al más pintado sin un ápice de compasión en ese cuerpecillo suyo!, exclamaréis indignados. Entonces permitidme recordaros que ella requisaba objetos. Que, por supuesto, suena mucho más decente que robar, dónde vamos a parar.
Así que, bien fuese la suerte, bien el hado -¡el hado, otra tontuna igual de pedante que la religión!- allí estaban los dos, el muchacho y ella. Se levantó él primero sin dejar propina. Después hizo ella lo mismo, mas, esta vez, unos dineros sí que déjole a aquel que les hubo atendido. Que ella era generosa. Generosa ahora que podía, claro está.
Salíose a la puerta de la cafetería y alzóse una mano con guante de ganchillo avisando al cochero. Éste abrió la puerta diligentemente. Pasó ella primero porque, hombre, faltaría más. Anunció al conductor que los acercase al hotel donde se alojaba. Luego, clavó una especie de acusadora mirada al invitado. Una mirada tan madura que desencajaba enormemente con la todavía infantil fisionomía de su rostro de duende.
-Confieso que me desconcierta un poco. -admitió. ¿Cómo? ¿Y qué le había dado ahora a la duquesa rusa para admitir semejante manifiesto? Muy mal, Natasha. Muy mal. Mas ella continuó:-¿Suele hacer esto muy a menudo? Lo de mendigar cobijo, digo. -alzó una ceja, toda digna ella. Porque a ella a terca y tozuda no la ganaba -ni la gana- nadie, y hubiese preferido congelarse de frío en las calles (que así fue más de una vez) antes que recurrir a ello. ¡Ah! ¡Pero qué hipócrita!, estaréis pensando. ¡Pero si robaba hasta al más pintado sin un ápice de compasión en ese cuerpecillo suyo!, exclamaréis indignados. Entonces permitidme recordaros que ella requisaba objetos. Que, por supuesto, suena mucho más decente que robar, dónde vamos a parar.
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