AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Diario de una pasión
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Diario de una pasión
El Pecado y el Pecador
El pasado es un Viejo sueño
El pasado es un Viejo sueño
12 de Agosto — París / Francia
Oigo los rayos que castigan el cielo nocturno, azotan la tierra por los pecados que comenten aquellos que no deberían cometerlo, siempre me he preguntado ¿Es Dios quien lo provoca? Pero ahora veo que no es así, donde estaba Dios cuando aquello ocurrió, por qué decidió que fuera a mí, por qué con ellas…Miles de preguntas y nadie me responde. ¿El sacerdote? Ese viejo carcamán solo responde que todo es la maldita voluntad de Dios pero ya no, ya no es así, ahora es y será siempre mi voluntad.
Su cuerpo estaba cubierto por aquella fina tela que me ha costado una fortuna pero lo vale, al menos la mujer que lo uso antes lo pudo lucir mejor que ella. Los botones abiertos del escote mostrando aquellos senos proporcionados, imaginé que aquellos pechos eran más grandes y generosos como los que me había servido la noche anterior, no importa al menos servirán para lo que deseaba. Sus manos atadas a la rendija de la cama, sus piernas abiertas y esperando mientras sus ojos son vendados, se ve hermosa así, aunque no tanto como cuando era la pequeña doncella inocente. ¡Que imbécil fui!
Tomé asiento mirando como su cuerpo se erizaba por completo, como su labio se lo mordía esperando mi toque, JAMÁS. A esa zorra la tocaré cuando le quede claro que yo soy su amo y siempre lo seré hasta que la muerte nos separe, así fue nuestro juramento en el altar, sus votos de amor y pureza, aquellas palabras de que jamás haría esas cosas lujuriosas de burdeleras que le parecían repulsivas, pero eran mentiras porque la muy mustia resultó ser una zorra completa de aquellas que viven en los burdeles. Solo recordar cómo estaba siendo tomada por mi hermana en mi estudio, como ella gritaba, como gemía y se movía contra él, como mi hermano le tomaba con aquella fuerza con aquel salvajismo y ella gozaba como una…una…si como si estuviera en celo. Cuanto engaño puede venir de aquel rostro.
Aquel tipo con máscara se colocó tras de ella acariciándola suciamente, sus manos aplastaron aquellos pequeños orbes lo que provocó que ella gimiera, ¡que sucia!, observé cada movimiento hasta el momento en que aquel sujeto la tomó, se enterró con fuerza en su interior, comencé a masturbarme viéndoles como aquella mustia se ponía roja. Miré al tipo dándole instrucciones de que no la deje acabar, ese era su castigo. Su rostro se iluminaba como cuando sonreía de joven.
Dolor, sentía el dolor en mi cuerpo producto de lo que hice para castigarla…
Verla así en aquel éxtasis me recordó el pasado.
Su sonrisa y su timidez, cuando la besaba su sonrojo en aquel rostro cándido, esas manos tan tiernas que temblaban cuando me acariciaba el cuello; nuestra primera noche, su sangre, sus…sus gemidos ¡Maldita!.
Le ordené que gima mi nombre, pero se negaba, aun cuando sabe que es su castigo se pone rebelde, le gusta en el fondo esto le gusta a la muy perra. Azoté su trasero con la palma que me masturbaba, sus nalgas saltaron cuando era embestida por aquel tipo pero aun así no gritaba, otro azote le dejé y le tiré los cabellos hacia atrás ordenándole que lo haga o le dolería aún más aquella violación. Oigo como gime mi nombre y como se corre enseguida, aquel tipo se sale de ella dejando todo un reguero de los fluidos de la mujerzuela. No iba a dejar que la terminaran así, ella no se merecía semejante premio.
La tomé del cabello enterrándome por completo en su interior, imaginándola como estaba momentos atrás, como se arqueaba, como gozaba y como se desesperaba por estar desnuda. Le hice saber que solo conmigo estará desnuda que solo yo veré su indecencia de cuerpo y el resto verá lo urgida que es. La tomé cerrando los ojos recordando el pasado y el presente, aquella maldición que nos carcome, el pasado me ponía furioso por lo que podía oír como gritaba de dolor y ¿placer?, si se estaba por correr nuevamente…y eso me provocó una corrida en su interior.
Me salí de ella vistiéndome, chasquee los dedos y entraron las sirvientas que le quitaron las vendas de los ojos y estaban abriendo las cadenas
—No fue lo mejor que tuve, pero al menos algo es algo. Iré a un burdel, si me disculpan. Por cierto la señora tiene prohibido salir de la mansión, si sale tengo ordenes que disparen a matar, le recomiendo señora que no salga de su habitación—
Salí de la casa furioso directo al bar de un viejo amigo que tenía mujeres a montón, ahora le daría dolor, mucho dolor físico y mental.
Oigo los rayos que castigan el cielo nocturno, azotan la tierra por los pecados que comenten aquellos que no deberían cometerlo, siempre me he preguntado ¿Es Dios quien lo provoca? Pero ahora veo que no es así, donde estaba Dios cuando aquello ocurrió, por qué decidió que fuera a mí, por qué con ellas…Miles de preguntas y nadie me responde. ¿El sacerdote? Ese viejo carcamán solo responde que todo es la maldita voluntad de Dios pero ya no, ya no es así, ahora es y será siempre mi voluntad.
Su cuerpo estaba cubierto por aquella fina tela que me ha costado una fortuna pero lo vale, al menos la mujer que lo uso antes lo pudo lucir mejor que ella. Los botones abiertos del escote mostrando aquellos senos proporcionados, imaginé que aquellos pechos eran más grandes y generosos como los que me había servido la noche anterior, no importa al menos servirán para lo que deseaba. Sus manos atadas a la rendija de la cama, sus piernas abiertas y esperando mientras sus ojos son vendados, se ve hermosa así, aunque no tanto como cuando era la pequeña doncella inocente. ¡Que imbécil fui!
Tomé asiento mirando como su cuerpo se erizaba por completo, como su labio se lo mordía esperando mi toque, JAMÁS. A esa zorra la tocaré cuando le quede claro que yo soy su amo y siempre lo seré hasta que la muerte nos separe, así fue nuestro juramento en el altar, sus votos de amor y pureza, aquellas palabras de que jamás haría esas cosas lujuriosas de burdeleras que le parecían repulsivas, pero eran mentiras porque la muy mustia resultó ser una zorra completa de aquellas que viven en los burdeles. Solo recordar cómo estaba siendo tomada por mi hermana en mi estudio, como ella gritaba, como gemía y se movía contra él, como mi hermano le tomaba con aquella fuerza con aquel salvajismo y ella gozaba como una…una…si como si estuviera en celo. Cuanto engaño puede venir de aquel rostro.
Aquel tipo con máscara se colocó tras de ella acariciándola suciamente, sus manos aplastaron aquellos pequeños orbes lo que provocó que ella gimiera, ¡que sucia!, observé cada movimiento hasta el momento en que aquel sujeto la tomó, se enterró con fuerza en su interior, comencé a masturbarme viéndoles como aquella mustia se ponía roja. Miré al tipo dándole instrucciones de que no la deje acabar, ese era su castigo. Su rostro se iluminaba como cuando sonreía de joven.
Dolor, sentía el dolor en mi cuerpo producto de lo que hice para castigarla…
Verla así en aquel éxtasis me recordó el pasado.
Su sonrisa y su timidez, cuando la besaba su sonrojo en aquel rostro cándido, esas manos tan tiernas que temblaban cuando me acariciaba el cuello; nuestra primera noche, su sangre, sus…sus gemidos ¡Maldita!.
Le ordené que gima mi nombre, pero se negaba, aun cuando sabe que es su castigo se pone rebelde, le gusta en el fondo esto le gusta a la muy perra. Azoté su trasero con la palma que me masturbaba, sus nalgas saltaron cuando era embestida por aquel tipo pero aun así no gritaba, otro azote le dejé y le tiré los cabellos hacia atrás ordenándole que lo haga o le dolería aún más aquella violación. Oigo como gime mi nombre y como se corre enseguida, aquel tipo se sale de ella dejando todo un reguero de los fluidos de la mujerzuela. No iba a dejar que la terminaran así, ella no se merecía semejante premio.
La tomé del cabello enterrándome por completo en su interior, imaginándola como estaba momentos atrás, como se arqueaba, como gozaba y como se desesperaba por estar desnuda. Le hice saber que solo conmigo estará desnuda que solo yo veré su indecencia de cuerpo y el resto verá lo urgida que es. La tomé cerrando los ojos recordando el pasado y el presente, aquella maldición que nos carcome, el pasado me ponía furioso por lo que podía oír como gritaba de dolor y ¿placer?, si se estaba por correr nuevamente…y eso me provocó una corrida en su interior.
Me salí de ella vistiéndome, chasquee los dedos y entraron las sirvientas que le quitaron las vendas de los ojos y estaban abriendo las cadenas
—No fue lo mejor que tuve, pero al menos algo es algo. Iré a un burdel, si me disculpan. Por cierto la señora tiene prohibido salir de la mansión, si sale tengo ordenes que disparen a matar, le recomiendo señora que no salga de su habitación—
Salí de la casa furioso directo al bar de un viejo amigo que tenía mujeres a montón, ahora le daría dolor, mucho dolor físico y mental.
❦ By Sylver
Bruno L. Đømęćq- Humano Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 19/10/2014
Re: Diario de una pasión
El Pecado y el Pecador
El pasado es un Viejo sueño
El pasado es un Viejo sueño
12 de Agosto — París / Francia
Oigo los rayos que castigan el cielo nocturno, azotan la tierra por los pecados que comenten aquellos que no deberían cometerlo, siempre me he preguntado ¿Por qué dios permitió que me sucediera eso? Ahora pago un pecado comentado sin intención alguna. ¿Por qué yo? ¿Por qué con él? ¿Por qué aquella noche? ¿Por qué tenía que vernos? ¿Acaso dios castiga los impuros actos de mi familia a través de mi? … Miles de preguntas y nadie me responde pues en esta noche de tormenta es cuando mas recuerdo todo aquello sucedido, cuando dios me abandono y solo quedo un hombre destrozado por lo que sus ojos vieron. Un hombre destrozado y roto por los celos, dudas y desconfianza a la cual soy sometida a su voluntad a partir de esa noche hace ya casi dos años. Cierro los ojos y aun recuerdo claramente lo sucedido. Escuche ruido y baje emocionada pensando que era aquel al que prometí separarnos hasta la muerte, así fue nuestro juramento en el altar junto a mis votos de amor y pureza. Cuan equivocada estaba… pero eso solo lo comprendí muchas horas después recostada en los jardines a mitad de la madrugada, completamente desnuda, después de ser tomada a la fuerza por mi esposo una y otra vez hasta que se sacio o canso de mí.
La voz aguda y fuerte con el claro acento francés que siempre me proporciono bienestar y consuelo me ordena el castigo de esta noche. No puedo objetar, me tiene completamente sometida, amenazada y lo que esta pasando es su mas puro deseo, mientras que yo no soy capas de negarme aunque quisiese. Se o deseo saber que en algún lado en el fondo mi esposo aun sigue vivo y presente en aquel hombre que se ha vuelto amargado lleno de odio y rencor hacia a mí, aquel que solo sabe lastimarme.
Un delicado camisón demasiado impúdico y obsceno para lo que estoy acostumbrada a usar es lo único que llevo puesto, la seda rosa mi piel desnuda pues no llevo nada más encima dejando ver mis pechos y poco mas debajo de mi vientre. Me muevo incomoda haciendo sonar las ataduras que me mantienen aferrada de las muñecas al dosel de la cama, no veo nada al haberme vendado los ojos en cuento entre a la habitación y no conforme con ello mis piernas están separadas. Me siento tan sucia, me asquea esta situación cada que tengo que enfrentarla. No importa cuán recurrente sea es insoportable. Mi cuerpo se eriza escuchando cualquier sonido que me indique alguna pista, muerdo mis labios esperando el toque de él en específico, no deseo a nadie más solo a él pero sé que no será así de sencillo.
Las manos que me tocan no son las de él, son de otro hombre. Me toca una y otra vez de forma profana, buscando la satisfacción propia mientras yo solo deseo gritar y rogar que esto acabe, mas sin embargo se que no queda mas que esperar, ya e probado mi suerte con aquello anteriormente y ha sido en vano, el resultado ha sido catastrófico y no deseo hacerle enfadar. Gimo asqueada, los dedos del desconocido se entierran entre mis piernas intentando prepararme, continúa pero no sirve, estoy roja de enfado y repulsión a mí misma. Tiemblo al sentirlo dentro de mi, me muerdo los labios tragándome los gemidos de dolor y aberración.
Dolor, sentía el dolor en mi cuerpo producto de lo que hicieron sus enfermizos celos, su obsesión para castigarnos, para castigarme…
No puedo sentir placer si no son sus manos, su cuerpo, tomándome, poseyéndome, siendo sola y absolutamente gobernada por el… no si no es él.
Me ordena que diga su nombre mientras muerdo mis labios y niego aun siendo tomada por un extraño que no le llega ni a los talones al hombre al que pertenezco, el insiste y sus manos se marcan en mi pálida piel con un golpe. Su mano esta húmeda, se lo que ha estado haciendo, lo he mirado antes, pues es la única manera que aminora el dolor de nuestra maldición. Tira de mis cabellos ordenando una vez mas o no dejara que esto acabe y no importa si el hombre se cana o acaba, él traerá a algún otro, no es la primera vez que lo hace. Su voz ruge colérico la orden metiendo sus manos debajo del camisón... Oigo como gimo su nombre sin aliento y no puedo retenerlo mas, no con sus manos entre mis piernas moviéndose en aquel punto alto entre los labios, estrujando uno de mis pacho y pasando las manos por mi cuerpo… ya no soporto mas, llego a aquel punto de éxtasis y placer que él y solo él puede llevarme y desencadenar en todo mi cuerpo… al regresar de mi epifanía mis pulmones luchan por obtener un poco de ese vital oxígeno, mi cuerpo está cansado, mis muslos están mojados y ya no escucho al otro hombre. Muevo las muñecas esperando mi liberación sin esperar lo que continuación sucede, jamás lo espero pero siempre llega. Su diestra se enreda en mis cabellos y sin más me toma yaciendo por completo en mi interior hasta el fondo de un solo impulso, mi espalda se arquea inconsciente al recibirlo –Ah! Ah! Ah! Ah! Bruno… Ah! Ah!– todo mi cuerpo tiembla, se eriza y derrite llenándome. La ropa a desaparecido y su caliente piel se frota contra mi, el bello de su pecho roza contra mi espalda arrancando sonoros gemidos. Cada movimiento se vuelve más frenético, más rudo y fuerte, me aprieta más y más contra su cuerpo, hasta tenerme completamente acorralada contra el dosel de la cama y él mismo… mis gemidos se vuelven gritos puros de placer que le provoca a mi cuerpo y dolor que entierra en mi corazón… perdí la conciencia unos momentos al llegar al éxtasis junto a él sin saber en qué momento deje de ser consiente. Le escucho gruñir y derramarse ferozmente en mi interior llenándome por completo mientras gimoteo su nombre sin coherencia…
… un momento después se aparta, me quita la venda de los ojos y nuestras miradas se cruzan. Esta furioso y mi corazón agoniza una vez mas sin comprender. Aparto la mirada y la rutina ya la se, ni siquiera me tomo la molestia de prestar atención a sus ya conocidas amenazas.
Varios minutos después me encuentro recostada en mi cama, bien, en su cama, son los aposentos de él, en los que debo estar recluida, no me tocare, no permitiré que disfrute, que se sienta solo y vacío, que se meta con cuanta prostitutita se le cruce, no me importa sentir aquel dolor atroz… sé que regresara y tendrá que calmar sus ansias conmigo porque no le queda de otra… solo falta esperar al alba… mientras padezco aquel dolor físico y mental…
❦ By Sylver
Dęliã Perrault- Humano Clase Media
- Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 22/10/2014
Re: Diario de una pasión
El Pecado y el Pecador
El pasado es un Viejo sueño
El pasado es un Viejo sueño
25 de Diciembre — Lisboa / Protugal
Otro cuerpo yace junto a mí, es de una mujer con proporciones exactas donde las merece, unos pechos exquisitos y redondos así como unas caderas anchas y piernas bien torneadas que exprimirían el bolsillo de cualquier hombre, pero ya no pueden conmigo, esas mujeres perdieron todo el gusto en el momento en que hice aquello; aún recuerdo el momento en que aquella traidora se ofreció a las manos del pecado y luego me mentía con su inocencia. ¡Mentirosa!.
Su castigo es poco, aunque no pueda satisfacerme completamente me excita saber que ella sentirá mucho pero mucho dolor en cada parte de su cuerpo cuando esté con otras, ella también desea a otros, lo sé, lo puedo sentir y eso me enfurece aún más, el saber que ella me engañó haciéndose pasar por un ángel impoluto para luego mostrarme que no es más que un ángel de los infiernos, una infiel, una cualquiera como la de los burdeles de cualquier ciudad.
Este viaje a tierras lejanas fue para olvidar su rostro al menos por unos meses, de lo contrario terminaría arrepintiéndome de mis actos o peor aún, ella terminaría encerrada en los mismos calabozos que compartió su amante. Miserable, se merece la muerte, solo espero que por lo menos en mi ausencia sepa comportarse como la señora Đømęćq, aunque debo dudar de ello, porque no tiene lo necesario para serlo pero, aun así la he amenazado de que no arrastre mi apellido por toda la ciudad o la castigaré con el doble, no, el triple del castigo que ya tiene. Pero aun así puedo sentir dolor en mi cuerpo, la muy zorra debe estar con cuántos ¿tres? ¿cuatro?, solo es una zorra más que no tiene valor.
Cuánto ha pasado desde la última vez que la toque serán ya ¿Días? ¿Semanas? ¿Meses?, ¡Qué irónico es todo esto!. Aun puedo recordar el sabor de su piel quemando entre mis dedos, solo con verlos me lleva a esa noche, la última y la que más me causa asco, solo ver como se retuerce por el dolor, ver como sus lágrimas de placer le llegan al suelo, como se deshace por más de ello. Me repugna.
Ya han sido tres meses desde que salí de casa, lo sé por el número de mujeres que visitaron la villa en mi estadía en esta ciudad, un viejo amigo me recibió encantado aportándome diversión a cada hora, las mujeres de apresuraban a darme todo tipo de placer para poder acabar, sabía que ella sentiría ello, el dolor y podría verlo, podría ver a las mujeres que estaban conmigo satisfaciendo mi cuerpo de todas las formas posibles, terminaba muy poco solo con imaginarme a la muy zorra que se ocultaba tras ese rostro lleno de “inocencia”, cuando todo lo que es, es una…
En el cuarto mes del viaje, no esperé tener que cancelar todo…
Una noticia que cambiaría las cosas de todo.
—De cuál de todos será—
No partiría aún, si no dentro de seis meses más, al menos le daría un tiempo muy largo para pensar en una mentira a la muy zorra.
Otro cuerpo yace junto a mí, es de una mujer con proporciones exactas donde las merece, unos pechos exquisitos y redondos así como unas caderas anchas y piernas bien torneadas que exprimirían el bolsillo de cualquier hombre, pero ya no pueden conmigo, esas mujeres perdieron todo el gusto en el momento en que hice aquello; aún recuerdo el momento en que aquella traidora se ofreció a las manos del pecado y luego me mentía con su inocencia. ¡Mentirosa!.
Su castigo es poco, aunque no pueda satisfacerme completamente me excita saber que ella sentirá mucho pero mucho dolor en cada parte de su cuerpo cuando esté con otras, ella también desea a otros, lo sé, lo puedo sentir y eso me enfurece aún más, el saber que ella me engañó haciéndose pasar por un ángel impoluto para luego mostrarme que no es más que un ángel de los infiernos, una infiel, una cualquiera como la de los burdeles de cualquier ciudad.
Este viaje a tierras lejanas fue para olvidar su rostro al menos por unos meses, de lo contrario terminaría arrepintiéndome de mis actos o peor aún, ella terminaría encerrada en los mismos calabozos que compartió su amante. Miserable, se merece la muerte, solo espero que por lo menos en mi ausencia sepa comportarse como la señora Đømęćq, aunque debo dudar de ello, porque no tiene lo necesario para serlo pero, aun así la he amenazado de que no arrastre mi apellido por toda la ciudad o la castigaré con el doble, no, el triple del castigo que ya tiene. Pero aun así puedo sentir dolor en mi cuerpo, la muy zorra debe estar con cuántos ¿tres? ¿cuatro?, solo es una zorra más que no tiene valor.
Cuánto ha pasado desde la última vez que la toque serán ya ¿Días? ¿Semanas? ¿Meses?, ¡Qué irónico es todo esto!. Aun puedo recordar el sabor de su piel quemando entre mis dedos, solo con verlos me lleva a esa noche, la última y la que más me causa asco, solo ver como se retuerce por el dolor, ver como sus lágrimas de placer le llegan al suelo, como se deshace por más de ello. Me repugna.
Ya han sido tres meses desde que salí de casa, lo sé por el número de mujeres que visitaron la villa en mi estadía en esta ciudad, un viejo amigo me recibió encantado aportándome diversión a cada hora, las mujeres de apresuraban a darme todo tipo de placer para poder acabar, sabía que ella sentiría ello, el dolor y podría verlo, podría ver a las mujeres que estaban conmigo satisfaciendo mi cuerpo de todas las formas posibles, terminaba muy poco solo con imaginarme a la muy zorra que se ocultaba tras ese rostro lleno de “inocencia”, cuando todo lo que es, es una…
En el cuarto mes del viaje, no esperé tener que cancelar todo…
Una noticia que cambiaría las cosas de todo.
—De cuál de todos será—
No partiría aún, si no dentro de seis meses más, al menos le daría un tiempo muy largo para pensar en una mentira a la muy zorra.
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Bruno L. Đømęćq- Humano Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 19/10/2014
Re: Diario de una pasión
El Pecado y el Pecador
El pasado es un Viejo sueño
El pasado es un Viejo sueño
31 de Diciembre— Lisboa / Protugal
Fin de año es, y ella está en Paris encerrada en aquella mansión, puedo sentir su necesidad cada noche y día que pasamos separados se que no soportaremos mucho, pero esto es poco para lo que ella me hizo, merece más y más dolor en su vida, aunque ella también sabe desquitarse.
Mujeres y más mujeres acompañan en la casa de mi amigo, el ha sido muy generoso con aquella fiesta organizada para mi visita, una que se prolongará un mes más, los negocios y asuntos privados. El cuerpo de aquellas mujeres no es como el de ella y me mata de las iras el recordar cada detalle esa maldita infiel, de aquella mentirosa y embustera mujer; siempre me pregunto ¿por qué? ¿por qué no mande a que la decapitaran por infiel, a que la arrestaran con la pena de muerte por haberme engañado? Estúpido y tonto fui por creer en un amor inexistente.
La fiesta comienza antes de la hora acordada, pero el dolor que comencé a sentir, un dolor agónico y punzante en el estómago que subía por mi garganta y me quemaba el cuerpo completamente; la preocupación de mis acompañantes era obvia, con sus gritos y rostros asustados por si se tratara de la fiebre amarilla, pero se dé que se trata ese dolor, es ella que está en brazos de ¿cuántos?.
El dolor aumenta cada vez más, puedo sentir las manos ajenas en el cuerpo de esa maldita, son tres, tres hombres con los que está por ello el dolor aumenta quemándome el pecho, ardiendo en fiebre, pero no se lo voy a permitir. Tomé el brazo de una de las cortesanas que se había quedado a mi lado a la que pedí el favor, ella asustada no sabía qué hacer y estaba a punto de negarse pero como a todas las mujeres, solo con oír la palabra “dinero” cambian, accedió a realizar mi pedido.
Poco a poco el dolor iba cediendo, no se había ido del todo pero ya no era tan sofocante, ahora lo compartíamos los dos porque ella sentiría de regreso aquello; la excitación del momento no lo iba a desaprovechar ni la joven que estaba sobre mí con ojos cerrados gritando, verla a ella me hizo recordar la primera noche que pase con aquella, aquella que se hacía llamar mi gran amor.
La hora final del año estaba por llegar pero solo había dolor, un profundo dolor en mi corazón, mente, y cuerpo.
Igual que ella.
Fin de año es, y ella está en Paris encerrada en aquella mansión, puedo sentir su necesidad cada noche y día que pasamos separados se que no soportaremos mucho, pero esto es poco para lo que ella me hizo, merece más y más dolor en su vida, aunque ella también sabe desquitarse.
Mujeres y más mujeres acompañan en la casa de mi amigo, el ha sido muy generoso con aquella fiesta organizada para mi visita, una que se prolongará un mes más, los negocios y asuntos privados. El cuerpo de aquellas mujeres no es como el de ella y me mata de las iras el recordar cada detalle esa maldita infiel, de aquella mentirosa y embustera mujer; siempre me pregunto ¿por qué? ¿por qué no mande a que la decapitaran por infiel, a que la arrestaran con la pena de muerte por haberme engañado? Estúpido y tonto fui por creer en un amor inexistente.
La fiesta comienza antes de la hora acordada, pero el dolor que comencé a sentir, un dolor agónico y punzante en el estómago que subía por mi garganta y me quemaba el cuerpo completamente; la preocupación de mis acompañantes era obvia, con sus gritos y rostros asustados por si se tratara de la fiebre amarilla, pero se dé que se trata ese dolor, es ella que está en brazos de ¿cuántos?.
El dolor aumenta cada vez más, puedo sentir las manos ajenas en el cuerpo de esa maldita, son tres, tres hombres con los que está por ello el dolor aumenta quemándome el pecho, ardiendo en fiebre, pero no se lo voy a permitir. Tomé el brazo de una de las cortesanas que se había quedado a mi lado a la que pedí el favor, ella asustada no sabía qué hacer y estaba a punto de negarse pero como a todas las mujeres, solo con oír la palabra “dinero” cambian, accedió a realizar mi pedido.
Poco a poco el dolor iba cediendo, no se había ido del todo pero ya no era tan sofocante, ahora lo compartíamos los dos porque ella sentiría de regreso aquello; la excitación del momento no lo iba a desaprovechar ni la joven que estaba sobre mí con ojos cerrados gritando, verla a ella me hizo recordar la primera noche que pase con aquella, aquella que se hacía llamar mi gran amor.
La hora final del año estaba por llegar pero solo había dolor, un profundo dolor en mi corazón, mente, y cuerpo.
Igual que ella.
❦ By Sylver
Bruno L. Đømęćq- Humano Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 19/10/2014
Re: Diario de una pasión
El Pecado y el Pecador
El pasado es un Viejo sueño
El pasado es un Viejo sueño
25 de Octubre — París / Francia
Opresión, dolor, temor… todo es obscuro, tenebroso y la poca visibilidad esta en penumbras. Camino por un largo pasillo que parece no tener fin, se está acercando, camino mas y mas a prisa hasta que mis pies corren ligeros, se está acercando y aquel golpe me hace sobresaltar…
… despierto.
Las sabanas se enredan cálidas en mi cuerpo, esta obscuro las velas se han apagado, las lágrimas de dolor se han secado en mis mejillas pero hay un ajetreo en la casa. Se escuchan las voces de hombres… ¿Bruno a regresado? , no lo sé, me recuesto con el corazón latiendo fuertemente. Los parpados me pesan, mi cuerpo aun esta muy adolorido, el cansancio y sueño me envuelven cálida llevándome lejos de la realidad ¡NO! ¡No lo suficientemente rápido! La puerta se abre de una patada haciendo que brinque y arrope un puño de sabana junto a mi pecho mirando la figura masculina entre las puestas dobles abiertas de par en par —¿Bru… Bruno…? ¿Qué… Que te suce… AAHH…. —
Se abalanza sobre mí, estoy muerta de miedo, lo miro aterrada, esta mas que ebrio ¿Acaso no tuvo con las mujerzuelas con las que acaba de castigarme? —MIA— ruge colérico arrebatando las cobijas, trato de escapar pero como siempre él es mucho mas fuerte y rápido. La tela de mi camisón es desgarrada —Para por favor— susurro entre lágrimas intentando quitarme sus manos, apesta a alcohol y mujeres baratas, una bofetada sofoca mis quejas y forcejeos —Bruno…— ahoga mi queja con un beso, sus labios reclaman los míos, baja besando y mordiendo mi cuello y piel, sus manos fuertes y callosas por el trabajo buscan exigiendo mi cuerpo —MIA— repite introduciendo los dedos entre mis piernas haciéndome gritar… no mas… no mas…
—Te odio maltita!!! Te odio por hacernos esto!!! — me reclama colérico acorralándome de frente a él tomándome las muñecas a lo alto, pegando mi espalda a la abecera de la cama. Me siento indefensa, estoy tan cansada de esto —Nos lo hiciste TU… y… tus… enfermizos celos!! — grito molesta —Fue TU hermano… … NO YO!!! — lo miro con furia sintiendo como mi cuerpo me traiciona favoreciéndolo, humedeciéndose para mi esposo. Sus dedos entran y salen calentándome. Me besa silenciándome, mordiéndome, sus dedos se separan dentro de mi y sin esperarlo se hunde profundamente. Grito al no estar lista para recibirlo mientras él bebe mi agonía. No hay delicadeza, no hay compasión ni suavidad ni cariño ni cuidado… no, eso se acabo hace mucho, él solo me utiliza. ¿Acaso puedo hacer lo mismo? Mientras el me somete y me hace suya entre gritos, gruñidos, malas palabras, gemidos, el choque de nuestros húmedos cuerpos, discuto y peleo a como me lo permite mi aliento robado. ¿Puedo ser como él y solo entregarme al placer? Me insulta y a su ves me reclama como suya en una mezcla interminable de gemidos, gritos y suspiros. Sale de mi cuerpo girándome, poniéndome de espalda —Lo mío…— estruja mi piel penetrándome frotando sus dedos entre mis piernas, lo siento… se está acercando como una tormenta a punto de estallar en mi interior —Miles pueden usarte pero sigues siendo solo mía… Mia… MIA!!!— me corro enseguida después de aquella ultima palabra y él me acompaña tan solo un momento después.
Ambos respiramos con dificultad, quedándonos estáticos por un momento… gimo temblando y tensándome por completo al sentir como aun esta duro en mi interior y comienza a moverse.
Es acaso una tortura? Una deliciosa tortura a la que término rindiéndome, como siempre, como cada vez que me reclama suya en cuerpo y alma, una tortura que sin saberlo concebirá vida esta noche…
❦ By Sylver
Dęliã Perrault- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 22/10/2014
Re: Diario de una pasión
El Pecado y el Pecador
El pasado es un Viejo sueño
El pasado es un Viejo sueño
26 de Octubre — París / Francia
Había llegado de viajehace dos días atrás, pero no me apetecía volver a casa y encontrarme con aquel esperpento que tengo como esposa, al contrario quería primero lastimarla como ella me lastimo. ¿Cuánto más? ¿Cuánto más tendré que lastimarle para sentirme sastifecho?, no tengo esas respuestas y aunque las busque realmente no las encuentro, porque cada vez que veo en mi interior, en mi corazón por encontrarla solo veo un profundo vacío, un hoyo enorme que no puede ser cubierto con nada.
Es ahí a donde arrojo cada humillación, maltrato, sufrimiento de ella, peso no es suficiente para llenarme. Quiero más, quiero verla acabada y sufriendo los peores males.
Las zorras de los burdeles son el mejor entretenimiento para un hombre como yo, ver y disfrutar es lo mejor que puedo hacer, el dolor agonizante y punzante que se crea va para ella también, sé que estará tan mojada cuando regrese, pero no le haré el amor, la violaré hasta que quedé en nada. Así tiene que ser, ya no hay amor porque ella rompió todo lo que más amaba, ella jugó con mi corazón y mi razón.
Su cuerpo no se ha vuelto áspero, es suave incluso en esos momentos en los que la estoy violando, su humedad aumenta en cada embiste, por más que la insulto solo veo las reacciones de su rostro sonrojado y su cuerpo contrayéndose del placer. La perra realmente disfruta así, así como se lo hizo mi hermano en el estudio. Un shock tengo al recordar ello, por eso le tomé del cabello poniéndola de espaldas a mi abriendo sus piernas completamente y tirando sus largos y sedosos cabellos arqueandola completamente, se ve sensual con sus pezones endurecidos y sus senos todos traslucidos luego de ser chupados y besados por mi, le saldrán marcas de los besos.
Rozaba su cuerpo con mi sexo sin dejar de insultarla y tocar su intimidad, solo la calentaba más porque se estremecía entre mis manos; metí los dedos mojados en ella, en su boca justo cuando la clavé con fuerza; no sé cuántas veces la he poseído o mando a follar por alguien peor aun así en esa postura se siente algo estrecha y justa para mi miembro que palpita corriéndose en su interior, estallando tan fuerte que se que la he llenado demasiado.
Las gotas de su orgasmo que se mezcla con el mio caen al suelo dejando la muestra de lo que habíamos hecho; quería humillarla más, así que la arrojé al suelo mientras me terminaba de desnudar
—Límpialo con tus manos y lengua, no quiero que una empleada lo esté limpiando sino tu, ¿no eres la señora de la casa? O es que quieres mostrar a todos lo mucho que te correr como zorra. Si no quieres que todos se enteren lo puta que eres y te venda a un burdel límpialo con tu lengua jugosa—
Solo me senté a observarla, me dolía el haberle dicho eso, dolía verla en ese estado llorando y mirándome con odio, pero ella fue la culpable, ella y sus mentiras.
Había llegado de viajehace dos días atrás, pero no me apetecía volver a casa y encontrarme con aquel esperpento que tengo como esposa, al contrario quería primero lastimarla como ella me lastimo. ¿Cuánto más? ¿Cuánto más tendré que lastimarle para sentirme sastifecho?, no tengo esas respuestas y aunque las busque realmente no las encuentro, porque cada vez que veo en mi interior, en mi corazón por encontrarla solo veo un profundo vacío, un hoyo enorme que no puede ser cubierto con nada.
Es ahí a donde arrojo cada humillación, maltrato, sufrimiento de ella, peso no es suficiente para llenarme. Quiero más, quiero verla acabada y sufriendo los peores males.
Las zorras de los burdeles son el mejor entretenimiento para un hombre como yo, ver y disfrutar es lo mejor que puedo hacer, el dolor agonizante y punzante que se crea va para ella también, sé que estará tan mojada cuando regrese, pero no le haré el amor, la violaré hasta que quedé en nada. Así tiene que ser, ya no hay amor porque ella rompió todo lo que más amaba, ella jugó con mi corazón y mi razón.
Su cuerpo no se ha vuelto áspero, es suave incluso en esos momentos en los que la estoy violando, su humedad aumenta en cada embiste, por más que la insulto solo veo las reacciones de su rostro sonrojado y su cuerpo contrayéndose del placer. La perra realmente disfruta así, así como se lo hizo mi hermano en el estudio. Un shock tengo al recordar ello, por eso le tomé del cabello poniéndola de espaldas a mi abriendo sus piernas completamente y tirando sus largos y sedosos cabellos arqueandola completamente, se ve sensual con sus pezones endurecidos y sus senos todos traslucidos luego de ser chupados y besados por mi, le saldrán marcas de los besos.
Rozaba su cuerpo con mi sexo sin dejar de insultarla y tocar su intimidad, solo la calentaba más porque se estremecía entre mis manos; metí los dedos mojados en ella, en su boca justo cuando la clavé con fuerza; no sé cuántas veces la he poseído o mando a follar por alguien peor aun así en esa postura se siente algo estrecha y justa para mi miembro que palpita corriéndose en su interior, estallando tan fuerte que se que la he llenado demasiado.
Las gotas de su orgasmo que se mezcla con el mio caen al suelo dejando la muestra de lo que habíamos hecho; quería humillarla más, así que la arrojé al suelo mientras me terminaba de desnudar
—Límpialo con tus manos y lengua, no quiero que una empleada lo esté limpiando sino tu, ¿no eres la señora de la casa? O es que quieres mostrar a todos lo mucho que te correr como zorra. Si no quieres que todos se enteren lo puta que eres y te venda a un burdel límpialo con tu lengua jugosa—
Solo me senté a observarla, me dolía el haberle dicho eso, dolía verla en ese estado llorando y mirándome con odio, pero ella fue la culpable, ella y sus mentiras.
❦ By Sylver
Bruno L. Đømęćq- Humano Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 19/10/2014
Re: Diario de una pasión
Me acaba de comprar una moto de putísima madre, de segunda mano. El tío por casi me la regala, estaba deseando deshacerse de ella. Yo le dije "oye, mientras ande..." Y como yo estaba hecho un manitas, me puse al lío. Le di un buen contrachapado con martillo y cincel. Tuve que cambiar el tuvo de escape porque sonaba como una de esas bocinas de broma que llevan algunos payasos. Mi cara era suficientemente curiosa como para ir por ahí redundando. "Ahora canta como los ángeles." Con mi nueva compañera todo parecía ir bien. Hasta que aparqué la moto en la puerta del edificio. El cigarrillo en la comisura de la boca y la mano en la punta de la polla. Empezaron a sudarme las orejas cuando contemplé la prisión. Me esperaban nueve meses de condena. No vería las luz hasta los 18. Me tocaba compartir lavabo, comer ensalada de col en un comedor con 300 personas, inflar a algún tonto del culo a hostias, acumular faltas, pelearme con el director, leer como un niño de cinco años delante del personal alguna obra de Jodorowsky. "Y Álgebra... la puta Álgebra...." ¿Para qué coño sirve? El instituto era una pesadilla. Nunca he dado un palo al agua, ¿vale? Ni siquiera deberían admitirme. Me pregunté quién habría sido el cenutrio. No hay más que verme. ¿Tengo cara de aprobar algo?
Bruno L. Đømęćq- Humano Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 19/10/2014
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