AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Broken || Privado
En el fondo del abismo encontramos la oscuridad y ella nos hace pelear con nuestros demonios internos.
Claro en la mañana, el solo despertando a la ciudad completamente; una ciudad que se va llenando del sonido de la transitada y ocupada vida de las parisinos. Las aves y apenas se las puede ya oír por el ruido de la agitada vida que se lleva por aquellas calles, que poco a poco van quedando algo desiertas a medida que el reloj avanzan con las horas. Las pequeñas brisas de la casi tarde llegan agitando los árboles. Las zonas comerciales reciben una afluencia entre media y ligera por las horas de trabajo; mientras tanto en la zonas residenciales la vida se muestra más agitada, con más movimiento y vida.
Por aquellas calles poco transitadas, se encontraba una pequeña y modesta clínica cuyos dueños eran doctores en el hospital general de la ciudad. Un par de hermanos cuya vida privada se mantiene como tal y donde todos los conocen como los “doctores Hauks”. Sus pacientes van de toda clase social y ámbito sin distinciones pues su lema es “dar la ayuda médica a quien lo necesite” ¿muy idealista?, quizás, pero para ellos es más importante la salud que la clase. Aunque sus métodos radican más en la medicina ancestral y homeopática, hierbas y claro la medicina tradicional para no asustar a algunos de sus pacientes y colegas que no ven con buenos ojos sus métodos prácticos.
Aquella mañana, habían recibido algunos pacientes en su consultorio, cuyo espacio está armónicamente distribuido, pero antes de poder retirarse al hospital la doctora, había recibido un invitación, mejor dicho una sugerencia de paciente, donde se le pedía a ambos hermanos acudir a una villa un poco alejada en la zona residencial para tratar a su nueva paciente, cuya ayuda era inminente para el bienestar de algunos, la paga la recibirían al final del día. Sin saber más detalles de quien se podría tratar acuden.
Aquellas vestimentas, su falda larga y su blusa blanca cerada hasta el cuello, el cabello recogido en su totalidad hacia atrás junto a su rostro limpio e impecable de mancha o color más que le natural; su hermano un traje sastre a corte en tonos grises, la camisa blanca, su apariencia lustra y pulcra junto a unos cabellos medio alborotados. Ambos hermanos van caminando
–Sabes Tarja, de quien se trata la nueva paciente–
–No, pero seguro que si llegó la mí es por alguna causa psicológica y de traumas mayores que la mantiene en un estado de shock y aislamiento voluntario–
–Y por qué voy yo entonces–
La hermana le sonríe mirándole con aquella mirada cándida que posee.
–Por qué su aislamiento debió provocarle algunas secuelas en su salud física, debe estar deteriorada y que mejor que un médico clínico para diagnosticar el daño–
–Si pero sabes que no me gusta tocar mujer, por ya sabes que…–
–Tranquilo Steph, por eso vamos juntos, yo te ayudo y tú me das la apreciación–
Se sonríen y llegan a la propiedad. El sol de la tarde llega azotando la ciudad con un calor un poco refrescante. Se anuncian con la empleada a la espera de alguna dirección en aquella mansión lujosa; deciden aguardar en el pequeño salón de la entrada con una sonrisa cada uno.
Tarja & Stephen Hauks- Humano Clase Media
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Re: Broken || Privado
Era difícil que Katharina se reconociera en el reflejo que le devolvía el espejo. Era la primera vez, desde que Olenna había desaparecido, que se atrevía a ello y no estaba segura de que hubiera sido una buena idea. Estaba débil y muy consumida, las semanas sin comer estaban pasando factura un cuerpo ya de por sí delgado. Los huesos de la cadera sobresalían, así como la clavícula, la mandíbula resaltaba en su cara con unos pómulos más llamativos de lo normal. Todo ello le daba un aspecto demasiado gris, tanto como para que su ama de llaves se hubiera permitido el lujo de llamar a dos médicos. Según ella era una pareja de hermanos que disfrutaba ayudando a los demás, que se entregaban a su trabajo y gustaban de hacer terapia juntos. Kath ni siquiera trató de oponer resistencia, le era indiferente lo que pasara a su alrededor; ya podían incendiar su casa recién reformada que no movería un sólo músculo para salvarse. Había terminado por no sentir dolor, había terminado por no sentir. Cada vez que alguien de su servicio subía a dejarle comida y limpiar la habitación ella se limitaba a ir a otro de los cuartos del palacete para seguir sola y a poder ser a oscuras.
La llamada en la puerta pasó desapercibida para ella, no así para sus desesperados criados que se apresuraron a abrir a la joven pareja de médicos. Entre todos les pusieron rápidamente al día de lo ocurrido. Relataron con pelos y señales lo que conocían de la vida de Katharina, que resultaba no ser poco. Para cuando los hermanos Hauks estaban delante de la puerta de su dormitorio eran conocedores del origen de la duquesa, de cómo se vio obligada a huir de su país e instalarse en París ejerciendo la prostitución, de cómo lo dejó al conocer a la que ella consideraba el amor de su vida -Olenna- y cómo animada por las nuevas expectativas que esta le otorgaba, decidió recuperar el control de su vida empezando por el cargo de realeza que por sangre le pertenecía. Había vuelto a nacer gracias a la bruja y ahora caía en las tinieblas sin ella. Estaba tan cansada de luchar que simplemente había decidido dejar de hacerlo.
Alzó la mirada por encima del escritorio de madera tallada en el que estaba sentada encontrándose entonces con el rostro de ambos. No hubo signo alguno que reflejara un cambio en ella, se limitó a esperar pues al fin y al cabo eran ellos quienes debían dar su veredicto. Todo fuera porque los sirvientes se sintieran menos culpables por tenerla así de consumida. - Parece ser que mi servicio les ha pedido que vengan a verme - murmuró con la garganta reseca, - tomen asiento y pidan lo que quieran - con movimientos que detonaban su debilidad les indico que le acompañaran a una zona en la que se encontraban 2 sofás frente a una cristalera frente al jardín. - Antes de que digan nada, les he de confesar que no deseo ser tratada de ninguna manera. No tengo ganas ni fuerza - a pesar de su estado, la cabezonería y el sutil toque altivo digno de los de su clase seguía ahí.
Acto seguido dejó que hablaran entre ellos mientras ella desvía su atención a la ventana admirando la belleza que había conseguido crear en aquel lugar. Motivada por ese gran amor había conseguido reformar el palacete totalmente destrozado, en un lugar elegante y precioso en que cualquiera sería feliz viviendo. Cualquiera salvo ella. Cada día que pasaba en él era un peso más sobre su espalda, la esperanza de que Olenna regresara se esfumaba día a día y no saber si había huido o algo le había pasado le destrozaba el corazón pues se debatía entre odiarla o llorar por ella. Y de nuevo ahí estaba esa sensación de ahogo, le faltaba aire y cuando más trataba de inspirar más se agobiaba, ataques de ansiedad lo llamaban. Al menos ahora se encontraba con Stephen y Tarja que raudos se pusieron manos a la obra para buscar su calma y lograr que volviera a respirar con normalidad.
- Gracias... - dijo aún agitada por el susto, - digan a mi servicio cuando salgan que les paguen por sus servicios con generosidad -. Parecía, al fin y al cabo, que aún quedaba algún resquicio de la verdadera Katharina en el interior de aquel cuerpo que no respondía a su dueña.
La llamada en la puerta pasó desapercibida para ella, no así para sus desesperados criados que se apresuraron a abrir a la joven pareja de médicos. Entre todos les pusieron rápidamente al día de lo ocurrido. Relataron con pelos y señales lo que conocían de la vida de Katharina, que resultaba no ser poco. Para cuando los hermanos Hauks estaban delante de la puerta de su dormitorio eran conocedores del origen de la duquesa, de cómo se vio obligada a huir de su país e instalarse en París ejerciendo la prostitución, de cómo lo dejó al conocer a la que ella consideraba el amor de su vida -Olenna- y cómo animada por las nuevas expectativas que esta le otorgaba, decidió recuperar el control de su vida empezando por el cargo de realeza que por sangre le pertenecía. Había vuelto a nacer gracias a la bruja y ahora caía en las tinieblas sin ella. Estaba tan cansada de luchar que simplemente había decidido dejar de hacerlo.
Alzó la mirada por encima del escritorio de madera tallada en el que estaba sentada encontrándose entonces con el rostro de ambos. No hubo signo alguno que reflejara un cambio en ella, se limitó a esperar pues al fin y al cabo eran ellos quienes debían dar su veredicto. Todo fuera porque los sirvientes se sintieran menos culpables por tenerla así de consumida. - Parece ser que mi servicio les ha pedido que vengan a verme - murmuró con la garganta reseca, - tomen asiento y pidan lo que quieran - con movimientos que detonaban su debilidad les indico que le acompañaran a una zona en la que se encontraban 2 sofás frente a una cristalera frente al jardín. - Antes de que digan nada, les he de confesar que no deseo ser tratada de ninguna manera. No tengo ganas ni fuerza - a pesar de su estado, la cabezonería y el sutil toque altivo digno de los de su clase seguía ahí.
Acto seguido dejó que hablaran entre ellos mientras ella desvía su atención a la ventana admirando la belleza que había conseguido crear en aquel lugar. Motivada por ese gran amor había conseguido reformar el palacete totalmente destrozado, en un lugar elegante y precioso en que cualquiera sería feliz viviendo. Cualquiera salvo ella. Cada día que pasaba en él era un peso más sobre su espalda, la esperanza de que Olenna regresara se esfumaba día a día y no saber si había huido o algo le había pasado le destrozaba el corazón pues se debatía entre odiarla o llorar por ella. Y de nuevo ahí estaba esa sensación de ahogo, le faltaba aire y cuando más trataba de inspirar más se agobiaba, ataques de ansiedad lo llamaban. Al menos ahora se encontraba con Stephen y Tarja que raudos se pusieron manos a la obra para buscar su calma y lograr que volviera a respirar con normalidad.
- Gracias... - dijo aún agitada por el susto, - digan a mi servicio cuando salgan que les paguen por sus servicios con generosidad -. Parecía, al fin y al cabo, que aún quedaba algún resquicio de la verdadera Katharina en el interior de aquel cuerpo que no respondía a su dueña.
Katharina Von Hammersmark- Cambiante Clase Alta
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Re: Broken || Privado
Los demonios atacan internamente la mente y cuerpo del alma que se postra ante ellos.
Durante unos minutos una larga charla se había instado en aquel salón, cada uno de los que conformaban el servicio de aquella mansión daban capsulas sobre la vida de la dueña de aquella propiedad, una mujer que se había abandonado a la muerte en vida en sus aposentos, cada detalle aunque muy corto y breve llenaban en parte el historial psicológico que en su mente trataba de mantener la doctora Hauks, una a una iban siendo contestadas las preguntas silenciosa que se hacía y otras simplemente quedaban en un sola respuesta “creo” “no sabemos” “quizás”. Volvía a descartar que todo el historial que estaba recibiendo no iba a estar del todo correcto, así que tenía que idear alguna forma de obtener los datos de la fuente directa pero sin que se vea como si fuera parte de la terapia. Meditó un momento mientras su hermano que no había dejado de observarla realizaba las preguntas de rutina sobre su alimentación, estado físico, etc.; lastimosamente fueron las mismas negativas que se asumían los dos doctores.
Ambos hermanos durante unos minutos silenciosos se hablaban con la mirada ante el caso que estaban teniendo en mano, más, la sonrisa de la doctora tranquilizó a su hermano a continuar. Las indicaciones de los empleados los llevan a estar delante de una hermosa puerta en madera de caoba oscura con diseños y grabados que hacían un excelente arte a la vista. La doctora había observado con detenimiento el interior de aquella mansión, cada detalle que le ayudaría más adelante. La pesada puerta se abrió emitiendo un pequeño chirrido que anunciaba a quien estuviera adentro la llegada de alguien, ambos se adentraron esperando ver a una mujer sería y de entrada edad, pero no.
La mujer tras aquel escritorio tenía signos muy claros de haber sido una mujer joven y llena de vida y que ahora solo esperaba morir en manos de algo o alguien. Un profundo deje de tristeza llegó al corazón de la doctora, que solo se limitó a sonreír para ocultar sus emociones, por su parte su hermano, vagó con la mirada por todo el lugar para así no tener que cruzarse con la mirada de la mujer, al contrario buscaba por todo lado evitarla, aún mantenía sus miedos. Dieron unos pasos para poder identificarse pero antes de que pudieran hacerlo la mujer con un desplante magnifico los dejó en silencio. Tarja ladeó la cabeza mirándola de frente y negó lentamente. Si era cierto que los empleados les habían contratado pero estaba muy errada en aquello de no querer ser tratada. Se acercaron a tomar asiento frente aquella cristalera con una vista hermosa del jardín, bellos rosales que se alzaban, pequeñas fuentes que acariciaban la vista en los paseos que se dieran ahí, jardineras, arboles pero sobre todo aquellos arcos llenos de enredaderas y rosas en tonos rojos, las banquetas y el pequeño estanque con peces, la pequeña plazoleta. Todo un conjunto de belleza y armonía que lograron que en la doctora se le iluminaran los ojos ante tanta belleza.
Más todo ello quedó reducido a la nada cuando la mujer que tenían enfrente mantenía su vista perdido en el horizonte olvidándose del ahora y de ellos, incluso de que aún estaba viva. Stephen instó a Tarja y ambos corrieron a prestarle su ayuda. Con ligeros toques a la muñeca la doctora trajo de nuevo al presente a la mujer mientras el doctor controlaba su pulso. Había entre los hermanos un completo y silencio trabajo, realizaban apreciaciones médicas con miradas y asentimientos y apenas movían los labios, estaban compenetrados en su trabajo y ahora era el turno de la doctora comenzar con el tratamiento.
El doctor se mantuvo en silencio sentado observando a las dos mujeres como un simple espectador, tomó de su bolso de doctor una libreta donde comenzó a anotar todo lo que veía en una profunda reserva. Tarja se aclaró la garganta mientras negaba y tomaba asiento en uno de los sofás, observando las vistas.
–No– Fue todo lo que dijo por unos momentos viendo como la joven enarcaba una de sus cejas. Ella solo le sonrió
–Por qué no salimos al jardín un momento los tres, creo que el aire fresco le sentará. No se preocupe, no vamos a tratarla ni darle terapia de patillas o electrochoques, eso ya no se usa hace mucho tiempo. Además, usted es la que manda no su servicio, ellos solo pidieron la apreciación de un par de médicos en cuanto a su salud física se trataba y darles a ellos una guía a seguir para que usted recupere su salud, si no desea igual a nosotros nos pagarán, así que porque desperdiciar la mañana. El doctor irá tras de nosotras anotando lo que necesita para su alimentación. Estaremos casi solas–
Había cambiado todo el sistema de terapia psicológica que solía implementar. Para ella jamás se debía tratar a un paciente en algún lugar fuera, no debía saltarse los parámetros de la psicología y por último no debía empezar sin antes haber llenado el formulario para abrir el expediente, pero esta vez, por vez primera iba a hacer una excepción.
Se puso de pie mientras su hermano seguía anotando el estado físico de la mujer. Ella se acercó a la dama a extenderle la mano con una sonrisa.
–Una caminata, ese será el pago que pedimos por el servicio de generosidad. Lo otro ya quedó pactado con sus empleados–
Esperó observando el rostro sin vida de la mujer, y con una expresión de que para nada le agrada lo que estaban haciendo los hermanos. Si, había pacientes que eran difíciles, pero ambos sabían ya cómo manejarlos sin que se dieran cuenta, o al menos eso era lo que esperaban, porque Tarja no se movió y mantuvo su mano extendida.
Tarja & Stephen Hauks- Humano Clase Media
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Re: Broken || Privado
La mujer que tenía delante parecía ser bastante más segura y extrovertida que el doctor. Mientras Tarja se expresaba con absoluta claridad y no dudaba en exponer sus ideas a Katharina, Stephen por el contrario se mantenía en un segundo plano tan sólo asintiendo o negando a lo que parecía pensar a la vez que su hermana. Era curioso verlos interactuar entre ellos, no se escapaba al control de la cambiante la conexión que existía entre ambos y fue justamente eso lo que la llevó a replantearse el dejarse atender por ellos. Cansada de pelear con su servicio, supuso que un paseo no la vendría tan mal como pensaba. Realmente no tenía gana alguna de notar el aire, el sol o cualquier cosa que estuviera fuera de aquella habitación pero había algo distinto en esa pareja que le hizo sacar fuerzas de donde creía que no quedaban. - Demos ese paseo, quizás no me venga mal estar en ese jardín… - accedió.
La única habitación en la que se había prohibido entrar era en la biblioteca en la que tantas horas había pasado esperando a que llegara Olenna, demasiado dolor encerrado en aquellas cuatro paredes. Sin intención alguna de cambiarse de ropa, se puso de pie dispuesta a acompañar a los doctores hacia el exterior del palacete. Aferró la mano de Tarja y posteriormente apoyó parte del peso de su cuerpo en el brazo ajeno para ayudarse a caminar, ya que con la falta de ingesta de alimentos le era verdaderamente difícil sacar fuerza para moverse.
Giró el rostro hacia el hombre que se disponía a seguirlas de cerca, - ¿Sabe su hermano hablar? - preguntó a Tarja aunque le mirara a él. El carácter de Katharina, por muy débil que pudiera estar, no se evaporaba. No acababa de conocer la naturaleza de Stephen y eso la descolocaba, era como si estuviera atrapado en sí mismo y sólo su hermana pudiera ver dentro de él. Para Kath eso era un impedimento pues no permitiría ser tratada, ni estar cerca de alguien exponiendo sus miedos y males, mientras la otra persona se escudaba en el silencio y la distancia. Tras ello comenzó su descenso por las escaleras hasta la planta baja, los sirvientes les seguían con la mirada incrédulos al ver con la rapidez con que habían conseguido sacar a la señora de su habitación.
Los pasos de aquel curioso trío se dirigieron a la parte trasera de la casa, recibiendo la pelirroja de golpe el aire fresco de la tarde. Hacía tanto tiempo que no dejaba que abrieran las ventanas de su cuarto que había olvidado el olor de aquellas flores, el sonido que hacían los árboles por el movimiento del viento, el agua de la fuente… Cerró los ojos tratando de evitar que las lágrimas se abrieran camino una vez más por sus mejillas. Tenía que mantener la promesa que se hizo de no llorar más costase lo que la costase.
Por primera vez se sintió débil, no físicamente eso era obvio, sino mentalmente. El abandono de su pareja, su dejadez personal, recordar la cara de James al verla en ese estado y pensar en que su propio servicio temía por su vida le hizo replantearse si merecía la pena abandonarse de aquella manera, si merecía la pena no volver a disfrutar de su jardín, su casa, su vida… - No la voy a contar mi vida porque considero que es algo privado - comenzó a sabiendas de que los psicólogos en muchas ocasiones ahondaban en el pasado de sus pacientes buscando así como ayudarles, - si así puede ayudarme… estoy dispuesta a recibir sus visitas -. Ni ella misma se esperaba hacía escasos minutos atrás pronunciar esas palabras. Habían llegado ya a la mitad del jardín, zona en la que se encontraba la fuente y cuatro bancos de piedra entre los arbustos. Despacio alcanzó uno de ellos para poder sentarse sola un momento. Suponía que Tarja y Stephen deberían hablar para decidir si querían seguir con ese tratamiento o no. Katahrina estaba casi completamente segura de que Stephen diría que no, parecía estar incómodo con ella todo el rato, al contrario que su hermana. Era como si algo en la propia pelirroja le molestara y desconocía el motivo de aquello aunque suponía que con el tiempo acabaría por averiguarlo.
La única habitación en la que se había prohibido entrar era en la biblioteca en la que tantas horas había pasado esperando a que llegara Olenna, demasiado dolor encerrado en aquellas cuatro paredes. Sin intención alguna de cambiarse de ropa, se puso de pie dispuesta a acompañar a los doctores hacia el exterior del palacete. Aferró la mano de Tarja y posteriormente apoyó parte del peso de su cuerpo en el brazo ajeno para ayudarse a caminar, ya que con la falta de ingesta de alimentos le era verdaderamente difícil sacar fuerza para moverse.
Giró el rostro hacia el hombre que se disponía a seguirlas de cerca, - ¿Sabe su hermano hablar? - preguntó a Tarja aunque le mirara a él. El carácter de Katharina, por muy débil que pudiera estar, no se evaporaba. No acababa de conocer la naturaleza de Stephen y eso la descolocaba, era como si estuviera atrapado en sí mismo y sólo su hermana pudiera ver dentro de él. Para Kath eso era un impedimento pues no permitiría ser tratada, ni estar cerca de alguien exponiendo sus miedos y males, mientras la otra persona se escudaba en el silencio y la distancia. Tras ello comenzó su descenso por las escaleras hasta la planta baja, los sirvientes les seguían con la mirada incrédulos al ver con la rapidez con que habían conseguido sacar a la señora de su habitación.
Los pasos de aquel curioso trío se dirigieron a la parte trasera de la casa, recibiendo la pelirroja de golpe el aire fresco de la tarde. Hacía tanto tiempo que no dejaba que abrieran las ventanas de su cuarto que había olvidado el olor de aquellas flores, el sonido que hacían los árboles por el movimiento del viento, el agua de la fuente… Cerró los ojos tratando de evitar que las lágrimas se abrieran camino una vez más por sus mejillas. Tenía que mantener la promesa que se hizo de no llorar más costase lo que la costase.
Por primera vez se sintió débil, no físicamente eso era obvio, sino mentalmente. El abandono de su pareja, su dejadez personal, recordar la cara de James al verla en ese estado y pensar en que su propio servicio temía por su vida le hizo replantearse si merecía la pena abandonarse de aquella manera, si merecía la pena no volver a disfrutar de su jardín, su casa, su vida… - No la voy a contar mi vida porque considero que es algo privado - comenzó a sabiendas de que los psicólogos en muchas ocasiones ahondaban en el pasado de sus pacientes buscando así como ayudarles, - si así puede ayudarme… estoy dispuesta a recibir sus visitas -. Ni ella misma se esperaba hacía escasos minutos atrás pronunciar esas palabras. Habían llegado ya a la mitad del jardín, zona en la que se encontraba la fuente y cuatro bancos de piedra entre los arbustos. Despacio alcanzó uno de ellos para poder sentarse sola un momento. Suponía que Tarja y Stephen deberían hablar para decidir si querían seguir con ese tratamiento o no. Katahrina estaba casi completamente segura de que Stephen diría que no, parecía estar incómodo con ella todo el rato, al contrario que su hermana. Era como si algo en la propia pelirroja le molestara y desconocía el motivo de aquello aunque suponía que con el tiempo acabaría por averiguarlo.
Katharina Von Hammersmark- Cambiante Clase Alta
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Re: Broken || Privado
Al principio de la charla, la doctora no estaba convencida de que podría hacer que la joven señorita accediera a acompañarlos, es más con ciertas miradas secretas trataba de hacer que su hermano le ayudara, pequeños gestos, pequeños movimientos que ayudarían a la doctora a analizarla más profundamente, pero para su sorpresa no fue así, de una tuvo la aceptación y eso la hizo sonreír, sobre todo porque anotaría como parte de un nuevo método de aplicación “médico—paciente”, aunque…aquello no era muy profesional.
La suave y acogedora caricia del viento que recibieron al dar aquel paseo fue más que agradable para los dos hermanos, aunque Stephen optaba más por permanecer tras las mujeres, dándole el especio a cada una de ellas pero más que nada por el mismo. Para Tarja, el camino le resultó de lo más agradable, el sentir el aroma del césped recién cortado, la dulce fragancia de las rosas mezcladas con gotas de agua, el mismo sonido del agua correr por las fuentes, todo en una completa armonía, algo que utilizaría para su trabajo.
Observó a la mujer con una sonrisa en sus labios y sus ojos entrecerrándose levemente al ver que ella observaba a su hermano, mientras este, solo se sonrojó negando a las palabras de la mujer, iba a responder pero observó que su hermana hizo un gesto con los dedos con lo que le dio la idea de que por ahora no era momento hablar, al menos por unos minutos.
El Silencio que reinó en aquel lugar era maravilloso, Stephen no dejaba de escribir en base a lo que había observado en el trayecto sobre su alimentación, cuidado y una que otra medicina que le abriera el apetito en caso de que se rehusara a comer, además de que también hacia anotaciones que luego servirían a su hermana. Se sentó solo en otro de las banquetas observando en silencio, si ese el mayor problema que ellos presentaban que por los miedos del doctor se volvía algo molesto su presencia en cuanto a tratar a mujer, pero para ello está la doctora, la que ayuda a integrar el ambiente.
Observó atenta a la mujer mientras se sentaba, tan pequeña e indefensa que sintió su corazón estremecerse, Stephen estaba atento por si tuviera que ayudar, aunque ello lo ponía nervioso; una que la mujer planteo una línea de tratamiento Tarja no iba a desaprovecharla, claro estaba que en aquella profesión se tocaba el pasado, presente para llevar un futuro o porvenir mejor para el paciente, según el estado en que se lo valore, pero si aquella mujer no quería tocar un importante habría que buscar otra táctica, al menos que ella acepte.
Sonrió asintiendo a su hermano, fue entonces que él dejó oír su voz –Me disculpo por la señorita si no me presente antes correctamente, estaba dándole espacio a las damas para que conversen mientras yo hacía todo le trabajo ¿no es eso lo que se espera de los hombres, que oigan en silencio lo que las damas tengan que decirnos? Creo que llevó a la perfección ese papel, además aún no ha accedido a que la tratáramos, bueno no precisamente los dos, por el momento solo observaré, no interferiré en nada sin opinión– eso sería lo más fácil para mi pensó dejando una sonrisa cordial a la mujer y de nuevo a su hermana le devolvió un gesto a lo que ella rio ampliamente –Disculpe mi hermano es así de directo algunas ocasiones, no se mide– hizo una mirada de regaño al joven doctor y este solo rolo los ojos con una sonrisa.
Ambos se conocían muy bien, no era el primero ni el último caso que tratarían ambos, siempre se estaban dando una mano, mutuamente, en situaciones comprometedoras y eso se debía a que ambos conocían los más oscuros secretos de cada uno, y aunque no lo diga, siempre estaba presente en ellos dos.
Tarja se acomodó la falda frente a la mujer, como si intentará quitar alguna pelusa invisible, su sonrisa no de borró de su rostro en ningún momento, es más hasta sus dedos se tonaron más delicados; la brisa que les acompañaba en ese momento alborotó uno de los mechos de la joven y la doctora tomó uno colocándolo tras la oreja de ella mirándole a los ojos con aquella sonrisa despreocupada –¿Pasado?– preguntó como si no entendiera aquellas palabras –Oh, vaya ya entendí.– soltó una risilla por aquello, como si no comprendiera, lo que estaba haciendo realmente ella era darle espacio a la mujer que se sienta más segura –Usted dijo que no quería ser tratada, por lo tanto este paseo no es para que se sienta presionada a hablar de algo que no quiere, solo quería que tomará algo de sol y aire fresco que le hará bien a su piel y a su alma– eleva el rostro a los cielos respirando el aroma del momento
En ese momento dio inicio a un tratamiento diferente –Cada uno tiene un pasado, diferente, igual, oscuro, doloroso, sea como sea estará ahí y dependerá de nosotros si lo seguimos llevando o no. Incluso mi hermano y yo tenemos nuestro pasado, pero eso no nos detiene a hacer lo que mejor sabemos hacer ¿a usted si?– regresa la mirada a ella moviendo los dedos sobre su falda. Stephen observa el gesto y está listo para seguir anotando lo que observa y lo que su nueva paciente comenta.
Ambos hermanos no se dirigen en aquel momento la mirada pero con leves movimientos en los que cruzan su mirar puede observase ciertos gestos que ya conocen y aplican en un lenguaje que solo ellos comprenden.
La suave y acogedora caricia del viento que recibieron al dar aquel paseo fue más que agradable para los dos hermanos, aunque Stephen optaba más por permanecer tras las mujeres, dándole el especio a cada una de ellas pero más que nada por el mismo. Para Tarja, el camino le resultó de lo más agradable, el sentir el aroma del césped recién cortado, la dulce fragancia de las rosas mezcladas con gotas de agua, el mismo sonido del agua correr por las fuentes, todo en una completa armonía, algo que utilizaría para su trabajo.
Observó a la mujer con una sonrisa en sus labios y sus ojos entrecerrándose levemente al ver que ella observaba a su hermano, mientras este, solo se sonrojó negando a las palabras de la mujer, iba a responder pero observó que su hermana hizo un gesto con los dedos con lo que le dio la idea de que por ahora no era momento hablar, al menos por unos minutos.
El Silencio que reinó en aquel lugar era maravilloso, Stephen no dejaba de escribir en base a lo que había observado en el trayecto sobre su alimentación, cuidado y una que otra medicina que le abriera el apetito en caso de que se rehusara a comer, además de que también hacia anotaciones que luego servirían a su hermana. Se sentó solo en otro de las banquetas observando en silencio, si ese el mayor problema que ellos presentaban que por los miedos del doctor se volvía algo molesto su presencia en cuanto a tratar a mujer, pero para ello está la doctora, la que ayuda a integrar el ambiente.
Observó atenta a la mujer mientras se sentaba, tan pequeña e indefensa que sintió su corazón estremecerse, Stephen estaba atento por si tuviera que ayudar, aunque ello lo ponía nervioso; una que la mujer planteo una línea de tratamiento Tarja no iba a desaprovecharla, claro estaba que en aquella profesión se tocaba el pasado, presente para llevar un futuro o porvenir mejor para el paciente, según el estado en que se lo valore, pero si aquella mujer no quería tocar un importante habría que buscar otra táctica, al menos que ella acepte.
Sonrió asintiendo a su hermano, fue entonces que él dejó oír su voz –Me disculpo por la señorita si no me presente antes correctamente, estaba dándole espacio a las damas para que conversen mientras yo hacía todo le trabajo ¿no es eso lo que se espera de los hombres, que oigan en silencio lo que las damas tengan que decirnos? Creo que llevó a la perfección ese papel, además aún no ha accedido a que la tratáramos, bueno no precisamente los dos, por el momento solo observaré, no interferiré en nada sin opinión– eso sería lo más fácil para mi pensó dejando una sonrisa cordial a la mujer y de nuevo a su hermana le devolvió un gesto a lo que ella rio ampliamente –Disculpe mi hermano es así de directo algunas ocasiones, no se mide– hizo una mirada de regaño al joven doctor y este solo rolo los ojos con una sonrisa.
Ambos se conocían muy bien, no era el primero ni el último caso que tratarían ambos, siempre se estaban dando una mano, mutuamente, en situaciones comprometedoras y eso se debía a que ambos conocían los más oscuros secretos de cada uno, y aunque no lo diga, siempre estaba presente en ellos dos.
Tarja se acomodó la falda frente a la mujer, como si intentará quitar alguna pelusa invisible, su sonrisa no de borró de su rostro en ningún momento, es más hasta sus dedos se tonaron más delicados; la brisa que les acompañaba en ese momento alborotó uno de los mechos de la joven y la doctora tomó uno colocándolo tras la oreja de ella mirándole a los ojos con aquella sonrisa despreocupada –¿Pasado?– preguntó como si no entendiera aquellas palabras –Oh, vaya ya entendí.– soltó una risilla por aquello, como si no comprendiera, lo que estaba haciendo realmente ella era darle espacio a la mujer que se sienta más segura –Usted dijo que no quería ser tratada, por lo tanto este paseo no es para que se sienta presionada a hablar de algo que no quiere, solo quería que tomará algo de sol y aire fresco que le hará bien a su piel y a su alma– eleva el rostro a los cielos respirando el aroma del momento
En ese momento dio inicio a un tratamiento diferente –Cada uno tiene un pasado, diferente, igual, oscuro, doloroso, sea como sea estará ahí y dependerá de nosotros si lo seguimos llevando o no. Incluso mi hermano y yo tenemos nuestro pasado, pero eso no nos detiene a hacer lo que mejor sabemos hacer ¿a usted si?– regresa la mirada a ella moviendo los dedos sobre su falda. Stephen observa el gesto y está listo para seguir anotando lo que observa y lo que su nueva paciente comenta.
Ambos hermanos no se dirigen en aquel momento la mirada pero con leves movimientos en los que cruzan su mirar puede observase ciertos gestos que ya conocen y aplican en un lenguaje que solo ellos comprenden.
Tarja & Stephen Hauks- Humano Clase Media
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Re: Broken || Privado
En absoluto le agradó la respuesta de Stephen, más bien al contrario. Para Katharina la diferencia entre hombres y mujeres era ridícula en la sociedad, ambos sexos eran igualmente capaces de hacer lo que fuera y por tanto la actitud del doctor le pareció in tanto sexista. Solo tuvo razón en un punto y es que no había accedido a ser tratada, ni lo haría. Se planteó el contestarle, sacar la garra que arañaba en su interior deseando ser liberada de nuevo. Llevaba más tiempo del acostumbrado sin cambiar de forma, sin dar pie a sus felinos a estar libres y notaba la presión en su pecho aumentar día a día, ellos estaban muriendo también, lo notaba; pero no sería algo que confesara a los hermanos. Finalmente optó por el silencio como respuesta ante el hombre y con un gesto de decepción volvió su mirada a Tarja. Estaba claro que habían optado por una táctica en la que ella debía ganar la confianza de la cambiante, quizás era así como trabajaban, Tarja con las mujeres y Stephen con los hombres… Gran cantidad de opciones pasearon por su mente, mas su cara no reflejó ninguna de ellas. Se limitó a verles interactuar, despertaban en ella una curiosidad que quizás fuera necesaria para aferrarse a sus ganas de vivir después de todo. - Estoy tomando el aire y reconozco que es agradable volver al jardín pero sigue siendo una tortura para mi pasear por él, por lo que sigo en la misma encrucijada que cuando me ocultaba en el dormitorio - no podían pretender dar con la clave para comprenderla o ayudarla cuando no habían estado en su vida por más de ¿cuánto, una hora?
Sonrió al escuchar a la mujer que se encontraba a su lado. No conocía su pasado, ni el de su hermano y por supuesto no pretendía hacerlo, pero estaba claro que tenía suficiente con lo que le había tocado vivir a ella misma. Perder a su familia, huir de su país sin título ni dinero, prostituirse y ser abandonada por el amor de su vida… básicamente era el resumen de cuando le había sucedido los últimos años y el agotamiento que había estado acarreando era el responsable de su situación actual. En ese momento pudo averiguar que no estaba así de débil por Olenna, sino por todo lo que le había pasado. Y la desaparición de la mujer no había sido más que la gota que colmó el vaso. - Yo… les agradezco su visita y en un futuro cuando mejore se lo agradeceré al servicio por haberles hecho venir, pero… creo que no necesitaré de su presencia aquí por más tiempo - no sabía si había sido su presencia o el mero hecho de haberse parado a pensar en la vida de otra manera, pero lo que tenía claro era que después de todo lo que había pasado no sería la soledad en sí misma lo que acabaría con su vida.
Con cuidado volvió a ponerse en pie y solicitó con un gesto el brazo de Tarja para poder ayudarse y empezar el camino de vuelta a la casa. - Será mejor que vuelva a ocupar mi mente con la lectura o el cuidado de las tierras - comentó mientras avanzaban, notando la presencia del hombre tras ellas, - creo que en parte les debo agradecer que mi actitud haya cambiado. Su relación es inspiradora, pero creo que es algo que amos saben - sonrió a la mujer y se detuvo para coger fuerza a los pies de la escalera de piedra. Le molestaba, en cierta medida, despedirse de dos personas que habían ayudado realmente a su mejora en tan poco espacio de tiempo, pero siempre se había enfrentado a la adversidad sola y esa vez no sería diferente. - Díganme por favor como puedo pagarles el esfuerzo que han hecho al venir aquí y conseguir este cambio en mi - cada persona se ganaba el pan de una manera y ellos, aunque no habían empeñado todas sus armas con ella habían conseguido muchos avances por lo que no permitiría que se fueran de allí sin algún tipo de pago en agradecimiento por ello.
Sonrió al escuchar a la mujer que se encontraba a su lado. No conocía su pasado, ni el de su hermano y por supuesto no pretendía hacerlo, pero estaba claro que tenía suficiente con lo que le había tocado vivir a ella misma. Perder a su familia, huir de su país sin título ni dinero, prostituirse y ser abandonada por el amor de su vida… básicamente era el resumen de cuando le había sucedido los últimos años y el agotamiento que había estado acarreando era el responsable de su situación actual. En ese momento pudo averiguar que no estaba así de débil por Olenna, sino por todo lo que le había pasado. Y la desaparición de la mujer no había sido más que la gota que colmó el vaso. - Yo… les agradezco su visita y en un futuro cuando mejore se lo agradeceré al servicio por haberles hecho venir, pero… creo que no necesitaré de su presencia aquí por más tiempo - no sabía si había sido su presencia o el mero hecho de haberse parado a pensar en la vida de otra manera, pero lo que tenía claro era que después de todo lo que había pasado no sería la soledad en sí misma lo que acabaría con su vida.
Con cuidado volvió a ponerse en pie y solicitó con un gesto el brazo de Tarja para poder ayudarse y empezar el camino de vuelta a la casa. - Será mejor que vuelva a ocupar mi mente con la lectura o el cuidado de las tierras - comentó mientras avanzaban, notando la presencia del hombre tras ellas, - creo que en parte les debo agradecer que mi actitud haya cambiado. Su relación es inspiradora, pero creo que es algo que amos saben - sonrió a la mujer y se detuvo para coger fuerza a los pies de la escalera de piedra. Le molestaba, en cierta medida, despedirse de dos personas que habían ayudado realmente a su mejora en tan poco espacio de tiempo, pero siempre se había enfrentado a la adversidad sola y esa vez no sería diferente. - Díganme por favor como puedo pagarles el esfuerzo que han hecho al venir aquí y conseguir este cambio en mi - cada persona se ganaba el pan de una manera y ellos, aunque no habían empeñado todas sus armas con ella habían conseguido muchos avances por lo que no permitiría que se fueran de allí sin algún tipo de pago en agradecimiento por ello.
Katharina Von Hammersmark- Cambiante Clase Alta
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Re: Broken || Privado
Stephen no despegaba la mirada de las anotaciones que ejercía y que su hermana observaba como despiste para no ver directamente a la joven mujer, para que no se sienta estudiada, ella sabía bien que cuando los médicos se quedan observando a alguien es porque están analizando con profundidad, dando como resultado que los mismos pacientes terminaran cerrándose y no contando todo lo que necesitaban o las dolencias que poseían, lo sabía a la perfección ella. Pero, aun así, de vez en cuando observaba a la mujer con una sonrisa, sobre todo cuando aquella se quedaba observando el lugar o cuando los miraba a los dos.
Más, el momento culmine llegó al haber escuchado las últimas palabras de la mujer Tarja no pudo hacer, su hermano iba a hablar sobre el tratamiento pero antes de poder siquiera emular una palabra más la mano zurda que descansaba sobre el regazo de la mujer se movió en una negación clara a lo que él solo asintió poniéndose de pie, con una reverencia se alejó un poco de ellas tomando la nota con indicaciones médicas para mejorar la salud y el apetito de la mujer, recetándole vitaminas y algunas que otras medicinas naturales , extractos he hierbas para controlar el sueño y así mismo una lista de alimentos.
Tarja ayudó a la mujer a llegar hasta aquella hermosa escalera viéndola subir, quiso ayudarla pero se frenó en el momento en que la mujer se tomaba sola por el pasamano, simplemente sonrió cuando su hermano regresó poniéndose tras de ella. Realizó una leve negación con la cabeza a la palabra de pago –No la hemos tratado para nada, además ya se nos ha cancelado por la aportación del médico especialista que vendría a ver por su salud, mi hermano, así que no tiene por qué preocuparse por nada más, en cuanto a mis servicios señorita como le dije, el pago será que sonría si nos volvemos a encontrar en alguna otra ocasión y veo que sonríe será todo el pago ¿verdad Stephen?– mira a su hermano y este con sorpresa asiente –Así es, todo se soluciona al final aunque al principio sea doloroso con el tiempo se vuelve más soportable– iba a acotar algo más pero Tarja rápidamente lo empujo para salir.
–Hemos terminado Stephen por ahora– le daba empujones a su hermano –Oye, duele Tarja, ¿que haces?– Se alejan lentamente y cuando están lo suficientemente lejos, la doctora se regresa a ver a la joven dama –No ha querido ser tratada, con ello muestra que su dolor es tan grande que no sabe por dónde empezar, no lo ha identificado bien que de todo lo que la atormenta puede ser lo que la esté matando por lo que ha hecho ella misma que todo sea la razón– el hermano la observa cuando le pide las notas.
Ambos hermanos se alejan de la propiedad con una sonrisa y conversando amenamente.
Más, el momento culmine llegó al haber escuchado las últimas palabras de la mujer Tarja no pudo hacer, su hermano iba a hablar sobre el tratamiento pero antes de poder siquiera emular una palabra más la mano zurda que descansaba sobre el regazo de la mujer se movió en una negación clara a lo que él solo asintió poniéndose de pie, con una reverencia se alejó un poco de ellas tomando la nota con indicaciones médicas para mejorar la salud y el apetito de la mujer, recetándole vitaminas y algunas que otras medicinas naturales , extractos he hierbas para controlar el sueño y así mismo una lista de alimentos.
Tarja ayudó a la mujer a llegar hasta aquella hermosa escalera viéndola subir, quiso ayudarla pero se frenó en el momento en que la mujer se tomaba sola por el pasamano, simplemente sonrió cuando su hermano regresó poniéndose tras de ella. Realizó una leve negación con la cabeza a la palabra de pago –No la hemos tratado para nada, además ya se nos ha cancelado por la aportación del médico especialista que vendría a ver por su salud, mi hermano, así que no tiene por qué preocuparse por nada más, en cuanto a mis servicios señorita como le dije, el pago será que sonría si nos volvemos a encontrar en alguna otra ocasión y veo que sonríe será todo el pago ¿verdad Stephen?– mira a su hermano y este con sorpresa asiente –Así es, todo se soluciona al final aunque al principio sea doloroso con el tiempo se vuelve más soportable– iba a acotar algo más pero Tarja rápidamente lo empujo para salir.
–Hemos terminado Stephen por ahora– le daba empujones a su hermano –Oye, duele Tarja, ¿que haces?– Se alejan lentamente y cuando están lo suficientemente lejos, la doctora se regresa a ver a la joven dama –No ha querido ser tratada, con ello muestra que su dolor es tan grande que no sabe por dónde empezar, no lo ha identificado bien que de todo lo que la atormenta puede ser lo que la esté matando por lo que ha hecho ella misma que todo sea la razón– el hermano la observa cuando le pide las notas.
Ambos hermanos se alejan de la propiedad con una sonrisa y conversando amenamente.
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