Broken Heart {Kharyn's Diary}

Inicié este diario porque ya no sé cómo desahogarme. Desde que mi esposo murió, ya no registro el paso del tiempo-, olvido las cosas con facilidad y nunca tengo energía para nada.

Solía cantar al preparar pociones, pero ahora, una vez que entono, lo recuerdo y me deprimo; entonces me cayo de golpe, olvido la receta o por qué paso iba, y me terminan saliendo mal los brebajes.

Mis ojos siempre están rojos e irritados por el llanto, que no me abandona; aún tengo cortes que me recuerdan siempre la locura que me invadió al verlo muerto; y aún puede verse como su muerte repercutió en las flores que solíamos plantar.

Siempre recordaré aquella noche de lluvia; los golpes de las gotas en la ventana de la biblioteca, caminar descalza sobre el frío segundo piso hacia el cristal, asomarme para encontrarme con la más horrorosa visión de toda mi vida…

Nunca sabré cómo se abrió esa ventana, cómo fue que caminé directo hacia el vacío, ni cómo pude sobrevivir a caer sobre el suelo congelado.

Puedo incluso recordar que sentí que se quebraba el fino hielo que se había formado por la lluvia helada. Estuve consciente aún luego de caer; puedo recordarlo muy bien, está entre lo poco que logro recordar.

Al cerrar los ojos, revivo la sensación de ardor que el hielo me provocó en el rostro y los brazos, el ínfimo segundo que me quitó la sensibilidad en las piernas durante semanas, y mi respiración interrumpida.

Cuando al fin logré volver a respirar, justo antes de desfallecer, llené mis pulmones al máximo y exhalé, formando una blancuzca nube de vapor frente a mí. Fue lo último que vi…

Me contaron que desperté dos días después. Tania estaba conmigo; de no ser por ella, no sé qué habría sido de mí. No registré ni un segundo de toda esa semana, y cada día Tania debía repetirme lo que había ocurrido.

Al parecer, quien asesinó a mi marido era un inquisidor que buscaba matar a un licántropo. Ya se le había escapado al cazador, así que el inquisidor no dudó en matarlo. Pero entonces vió lo que ocurrió; según Tania, lucía realmente asustado, contaba que mi grito casi le desgarra los oídos, que casi se infarta al verme caer, y que no hacía más que disculparse por las acciones que había tomado.

La gitana tuvo la inteligencia de preparar un eficiente brebaje que me mantuvo viva mientras estuve inconsciente. Aún así, me sorprende que no se diera cuenta que soy hechicera.

El inquisidor acabó tan perturbado, probablemente porque tania estaba tan molesta que manipuló sus emociones sin querer, que convenció a todo el pueblo de que había sido su error. Sin embargo, prefirieron creer que nada de eso era real; están convencidos de que él tan solo me abandonó.

Tania me dijo, hace una semana, que ninguno de ellos se tragaba que él me abandonó, pues lo conocieron, y tampoco creen que él pudiera ser hechicero, pero eso no les molestaría tampoco.

Ah… No sé qué me duele más...

¡Es imposible!

¡No puedo dormir!

¡No puedo!

¡No puedo!

¡No puedo!

Cierro los ojos y pienso en él...

Dibujo y pienso en él…

Cocino y pienso en él…

Trabajo con las plantas y también lo recuerdo…

El aroma de la Sangre de Draco solía ser sublime;
Ahora me recuerda a él y me deprime…

Vestí de negro por años en su memoria, cumplí con cada uno de los pedidos que me hizo antes de morir… Vuelvo a utilizar el apellido de mi familia, por más que no lo merezca; conservo el anillo en un lugar tan seguro que jamás lo perderé; continúo mejorando más y más mis poderes, aún proporciono servicios médicos…

¿Qué más debo hacer?

¿Por qué me persigue de esta manera?

Me acuesto y siento frío. Acabo girando de un lado al otro, estando incómoda de una manera u otra, incapaz de pegar un ojo, vacía mi mente, desconectado mi cerebro… Me siento en constante movimiento, como si nunca me detuviera; en un eterno bamboleo, mi mente gira sin parar, pues lo quiere recuperar…

Constantemente fatigada, siempre angustiada…

Esa presión en el pecho se vuelve tan insoportable…

Me siento como una bolsa vacía;
Y termino derramando como tinta toda la pena que me agobia…

Me permito sufrir de esta manera;
No puedo evitarlo, aunque quiera;
Él fue parte de mi vida, y seguirá siendo parte de mi mente;
Lo amé como a nadie, y como nadie él me amó…

Así como la humedad permanece por un tiempo, como una huella;
Del mismo modo queda marcada la presencia.
Pero la de él es imborrable;
¿Qué más me espera?

Veo su rostro en cada sueño,
Siento su aliento sobre mi rostro,
Su calor junto a mí,
Y me muevo de un lado al otro buscando encontrarlo.

No basta solo con odiar dormir…

Ahora se sabe que usualmente paso las noches en vela; se sabe que en general no estoy acostumbrada a socializar; y que me sumerjo en libros con facilidad. Se sabe que me acuesto tras almorzar, que en la noche es cuando más despierta me puedes hallar, y que cualquiera es bienvenido en mi casa…

Pero hay mucho que no se sabe.

Guardo secretos… Muchos de ellos…

Algunos secretos son míos, otros le pertenecían a mi marido, y otros son de gente que he conocido. Mi refugiados tienen secretos… Quizás los comparten entre ellos, y conmigo, pero nadie más lo sabe… Y si así fuera, peligrarían sus vidas…

Primer secreto: Mi mejor amiga, Adelina, es una cambiante. Nos conocimos tan pronto como mi esposo y yo llegamos aquí. En ese entonces, ella estaba comprometida con un sujeto por completo desconocido para ella; me convertí en su confidente, porque fue conmigo con quien comenzó a hablar sobre sus miedos. Recuerdo que vi rasguños en los bordes de su cama, al igual que rayones y plumas en la ventana. Un día, me asomé debajo de su cama y descubrí cientos de plumas… No pienso revelar ese secreto.

Segundo secreto: Ella no sabe que he descubierto su naturaleza, ni que la ayudé a controlarla. Supe que esos rayones se debían a la falta de control que Adelina poseía sobre sus transformaciones. Decidí entonces regalarle un anillo de bronce que utiliza en el meñique; está encantado, y utiliza nuestro lazo amistoso para fortalecer el control de la cambiante sobre sus transformaciones. Pero no le quiero decirle nada de eso, porque se sentiría insegura.

Tercer secreto: El esposo de Adelina, nunca supo que ella es cambiante, pero lo peor de todo es que él es un cazador. Está retirado, pero un cazador será siempre cazador, y no dudaría en tomar sus armas para cazar cualquier criatura que pudiera encontrar. La razón por la que trato de mantener todo en calma es precisamente que él se casó con Adelina, y durante todos estos años no ha descubierto la verdad; y yo no lo quiero revelar porque ella podría reaccionar mal.

Cuarto secreto: Adoro las tinieblas y todo lo relacionado con la obscuridad, pero aborrezco la “magia negra”. Las prácticas ocultistas en general dan algo de miedo a quienes no conocen sobre la magia; pero hay parte de lo que hacemos que retribuye a nuestra tierra, pagándole por lo que nos dá. Mi marido y yo jamás olvidábamos una sola celebración; conocíamos más hechiceros, con los que nos juntábamos... Pero cada vez conozco más y más de ellos que optan por la magia negra, y la verdad es que no me agradan mucho. No es algo que quiera compartir con nadie.

Quinto secreto: puedo casi adivinar lo que la gente piensa, solo con ver sus expresiones y sus gestos; pero me refiero a lo que "piensa sobre algo", como su opinión sobre algún tema. Tengo todo lo necesario para amenazar a quien trate de pasarme por encima; pero eso no me gusta... Sinceramente no. Pero no quiero que nadie sepa que puedo averiguar tanto de alguien con solo verlo.

He vuelto a dibujar, y ahora trato de plasmar todos esos sentimientos que me llegan en el arte que creo. Nada de lo que hago sale de mi casa, apenas Tania sabe que algo de todo eso existe, y siempre mantengo todo guardado en uno de los armarios de mi cuarto, que está completamente destinado a guardar esas cosas.

Escribir también me ayuda con eso. Estoy logrando aceptar la muerte de mi marido, pero siempre me lleno de tristeza al recordarlo. Puedo aceptarlo, puedo superarlo, pero nunca olvidarlo.

Todos en el pueblo creen conocerme; pero no es así.

Lo que ellos creen: que soy una mujer abandonada, sanadora, benevolente, y de clase media.

Lo que en realidad soy: una hechicera, viuda, defensora de la vida en general, sanadora o curandera, de clase alta.

Vaya diferencia...

Mantengo en secreto la mayor parte de mis hechizos. Entre hechiceros solíamos compartir nuestros conjuros, pero en mi caso he estado muy distante; no confío en nadie para esa clase de cosas.

Tengo hechizos muy poderosos, más que nada porque son en lenguas antiguas y extrañas... Soy de las pocas personas que tienen acceso a algo como eso, y en las manos equivocadas podrían causar estragos.

La mayor parte de los hechizos son para mantenerme oculta, para limpiar todo rastro de magia, o para volverme invisible. En ese caso me benefician, pero yo no los utilizo para deshacerme de inquisidores o cazadores, sino para escapar de ellos. Con esos hechizos, puedo salvar seres mágicos sin riesgo alguno, mantener mis cosas ocultas a plena vista, y continuar con la gran mentira que he construido a mi alrededor.

El hechizo de limpieza más básico que suelo usar es "Magika obliviant", pero eso solo elimina el recuerdo de la magia de las mentes humanas. Los seres mágicos conservan el recuerdo, y cualquier rastreador descubriría lo que sucedió en el lugar sin haber presenciado nada. Por eso, requiero de hechizos mucho más poderosos. Uno que no me he aprendido de memoria, pero que tiene el suficiente poder como para borrar las huellas que cualquier magia, incluso previa a la mía, haya dejado, es "Feim kruziik kro lah". Está en una lengua tan antigua como el tiempo, y elimina cualquier magia.

Ocultar... Ocultar se convierte en un hábito para mí. Debo ocultar, encubrir, esconder, o disimular tantas cosas cada día, que a veces pienso que debería cambiarme el nombre.

Incluso venir a Francia fue "ocultarme". En su momento nos escondíamos de los inquisidores ingleses, pero ahora que mi esposo murió y tuve que volver a usar mi apellido, el hecho de que "D' Alis" sea una familia de renombre inglesa, no francesa, me mantiene oculta de cierto modo, pues no está tan difundido aquí que los D' Alis han sido durante muchos siglos una familia de cambiantes donde abunda el don.

Yo no lo tengo... Me pregunto a veces si, de estar vivo alguno de ellos, me odiaría por no continuar con su línea de cambiantes.

Todo lo que sé, es que sé cosas que me ponen en peligro; logro averiguar cosas que ponen a otros en peligro, y soy responsable de que esos secretos no puedan ser utilizados...

Resulta casi injusto que aún exista la magia arcana, pero que no pueda ser utilizada por todos. Conozco a más de un hechicero que desearía obtener mis libros de magia... Comprender el control sobre la magia arcana es difícil; pero no imposible. La magia arcana tiene un poder tan impresionante, que posee a quien trata de utilizarla. Con mis libros, y mucha práctica, puede controlarse la energía poderosa que se encuentra en el ambiente, en lugar de que la energía te controle; pero requiere de mucha paciencia, cosa que el poder posesivo de la magia arcana quita con facilidad. Si mi esposo no me hubiera ayudado, ni siquiera yo podría podría controlarla.

Pero la imprudencia no es exactamente escasa entre los seres humanos, quienes siempre demostramos ser hijos del rigor. Me hice la que no sabía nada cuando un hechicero conocido comenzó a hablarme sobre la magia arcana. Decía estar seguro de poder controlarlo, pero no dejé de advertirle. Intentó invocar solo un poco de magia en el bosque, y me pidió que lo acompañara para poder cubrirnos si alguien nos descubría. Pero por muy pequeño e inocente que fuera el intento, casi lo mata. Lo vi quedar envuelto de una extraña neblina. Por lo que sabía, tendría que ser una neblina celeste, pero fue una neblina rojiza la que lo cubrió por completo, comenzando a meterse por sus vías respiratorias. Entendí entonces que se había salido de control, la magia arcana lo mataría si no lograba poseerlo, pero de un modo u otro estaría perdido. No lo pensé mucho, contuve la magia arcana con un hechizo en Lengua de Dragones: "Lah stin". Ese hechizo liberó la magia, dispersando la energía arcana en el aire, y soltando al hechicero. Estuvo desmayado un tiempo, y con Tania lo atendimos. Tuve la suerte de que, al despertar, no recordaba nada; pero ya no podía permitir que mi secreto volviera a revelarse. Tome la decisión, en ese momento y con el fin de proteger aquel poderoso secreto, de borrar de su mente la noción de magia arcana, con un hechizo específico: "Magicis arcanæ obliviant".

Lo siento como una terrible derrota moral la revelación de alguno de mis secretos, pero bien sé que nada de lo que hago es correcto. Es decir, miento casi de manera natural; me comportó frente a todos como si fuera una santa, cosa que no soy; y me escondo entre las sombras como una vil sabandija.

Ocultar... Ocultar sigue siendo la maldita prioridad de mi vida. Aún si quisiera revelar todos mis secretos de una no podría... Contener todo esto dentro mío me quita el aire.

Y tratar de hacer justicia al apellido que llevo es aún más duro; siendo alguien tan llena de secretos, ¿Quién querría tenerme como pariente? Debo ser la mayor deshonra existente, la desgracia personificada.

Jamás fui de llorar mis penas, y aún no lo hago. Lloré a mi esposo, lloré a antes a mi madre; pero ya no tengo penas que llorar ni nunca las tuve... El pasado ya ha pasado, no puedo cambiarlo, y aunque que me entristece y nada me hará olvidarlo, ya lo he superado y no me hace sufrir.

Por otro lado... Aún soy el bicho raro que se camufla; el día que se sepa la verdad sobre mí, no habrá nada capaz de sanear el caos que habrá...

Mis poderosos secretos... Deben permanecer secretos.

La primer primavera que pasé sola fue la peor de todas. Tras ocultarme todo el inviermo en el corazón de mi hogar, que se siente tan vacío sin él, llegaba el momento de volver a salir.

Dejé de permanecer en cama por tantas horas y comencé a moverme. Aún no salía de la casa pero trabajaba allí; me abastecía de pociones, removía la tierra, plantaba semillas, cocinaba mucho, y hacía mi propia pintura, como él me había enseñado.

Jamás me quedaba sin algo que hacer, pues cuando mi jardín estuvo lleno, mis repizas abarrotadas, mi paredes cubiertas, e incluso había cocinado todas las recetas que tenía, comencé a ordenar los muchos años de conocimiento que entre mi marido y yo habíamos reunido. Llené muchos libros con cientos de hechizos que fui describiendo detalladamente, y pronto llené mi pequeño cuarto secreto con pilas muy altas de libros.

Llegó entonces, una tarde calurosa en la que la primavera explotaba en las calles de la ciudad y podían encontrarse las plazas llenas de árboles floreados. Fue un día en el que prácticamente regresé a mi juventud, a cuando liberaba las criaturas que los cazadores e inquicidores capturaban; había una gitana muy pequeña, vistiendo una pollera y una remera violetas, sucias y roídas, encerrada en una jaula con un hombre mayor. El hombre miraba de izquierda a derecha con frenetismo, estaba muy alterado, y no lo hubiera entendido, de no haber visto su aura anaranjada.

Ver el peligro que corría la pequeña niña encerrada junto a un hombre lobo, en la tarde de un día de Luna llena, sacó a flote mi instinto letargado, y los liberé a ambos sin pensarlo dos veces.

El recuerdo, la nostalgia, la tristeza, que me invadieron, todo eso fue demasiado; no pude aguantar la necesidad de verlo, y a partir de entonces, comencé a realizar diversos hechizos cada noche, por medio de los cuales alcanzaba a ver a mi marido. Era solo una ténue visión de otro plano, y cada día se dificultaba más alcanzarlo.

Entendí que el velo entre nuestros mundos se engrosaba, tendría que esperar hasta el otoño.

Así que la primavera, y sus flores que brotan esplendorosas, solo tienen para enseñar su nostálgica hermosura…