AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Démence [PRIVADO]
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Démence [PRIVADO]
Nadie está salvo de sí mismo.
Gusanos, insectos, porquería es lo único que radica en la mente de la que se cree humana, afirmando que el maravilloso universo era la mente misma; Muy extraño que pareciese, sólo personifica aquellos hechos significativos de una manera más exagerada, mezclada con la fantasía y el delirio intenso. Que el dogma central eran los trastornos, casi una pasión secreta, quién sabe cuánto durará.
Tal cual la realidad se va en su contra, ni en sueños está a salvo, ya sea interno o externo, siempre la está asechando la maldad. ¡Por ello es que esta demente! No soporto tanto daño. Y ahora, camina por las callejuelas, lugares solitarios donde habla con la oscuridad, más es un fantasma a quien se dirige; Nadie sabe de esto, todos creen que esta demente. Sin embargo, hay algunas voces que tratan de mantenerla confusa, lo logran, no alcanza a diferenciar cuál es su propio pensar, y peor, cree que es solo silencio en un eco prolongado.
Así, es la enfermedad misma quien controla a esta muñeca, comenzando a quemar su interior, tenía sed, y ella no sabía denominarlo de aquella manera. ¡Cruel era la noche! Camina tocando las paredes, como un ciego que ocupa sus manos para avanzar sin temor a caer, todo parecía desolado.
Aunque, necesitaba distraer sus manos, ellas exigían un cuerpo, sus colmillos relucientes gritan por piel, impacientemente ser incrustados gritan; todo dolía, arde su garganta, la ansiedad le está ahogando, su debilidad le está orillando a cometer un homicidio. Porque va tras un moribundo, un hombre tirado en el suelo, apestaba aunque era natural para ella, todo estaba vuelto de cabeza. Su sangre era la culpable, le tentaba el sonido que entre un laberinto quería escapar, "boom, boom, boom..." uno, seguido de otro, y más latidos entonados. E Inconsciente va tras lo que su vacío ruega, tirándose al suelo y gateando para llegar a él.
Si se preguntan: "Por qué anda suelta? ¿Dónde está su creador?"...Volvería a llorar con su descarada sonrisa, en consecuencia de su esquizofrenia, por un tiempo estaba enjaulada, su titiritero como siempre salia, y ella sin ser de su entendimiento que existían reglas, que era un peligro y que en su jaula debía permanecer. Sin en cambio, escapaba. Justo como lo hizo en cierto momento.
Fue que ni alguna luz tocaba su esplendor, enloquecía inspeccionando al vagabundo, esté era un bicho maligno, porque en cuanto la vio, él se le aventó.
Un grito lamentoso resono, se asusto y trataba de safarse del bicho—el hombre mugriento— Este el alcohol era su perfume, y la putrefacción se percibia en su aliento. No pudo hacer nada, la fuerza le traicionó y su mentalidad de niña prevaleció. Tiritando su cuerpo, el lamento acompañado de lágrimas y risas que desorientan su verdadero estado. ¡Corria peligro! Y no reconocía la magnitud de ello, ¿Quién verdaderamente corría peligro? ¡Él o élla!
Y entre esa penumbra, era lastimada la muñeca, sus prendas estaban siendo destrozadas y simplemente termino pidiendo ayuda sin razón. Desconociendo el termino violación.
Tal cual la realidad se va en su contra, ni en sueños está a salvo, ya sea interno o externo, siempre la está asechando la maldad. ¡Por ello es que esta demente! No soporto tanto daño. Y ahora, camina por las callejuelas, lugares solitarios donde habla con la oscuridad, más es un fantasma a quien se dirige; Nadie sabe de esto, todos creen que esta demente. Sin embargo, hay algunas voces que tratan de mantenerla confusa, lo logran, no alcanza a diferenciar cuál es su propio pensar, y peor, cree que es solo silencio en un eco prolongado.
Así, es la enfermedad misma quien controla a esta muñeca, comenzando a quemar su interior, tenía sed, y ella no sabía denominarlo de aquella manera. ¡Cruel era la noche! Camina tocando las paredes, como un ciego que ocupa sus manos para avanzar sin temor a caer, todo parecía desolado.
Aunque, necesitaba distraer sus manos, ellas exigían un cuerpo, sus colmillos relucientes gritan por piel, impacientemente ser incrustados gritan; todo dolía, arde su garganta, la ansiedad le está ahogando, su debilidad le está orillando a cometer un homicidio. Porque va tras un moribundo, un hombre tirado en el suelo, apestaba aunque era natural para ella, todo estaba vuelto de cabeza. Su sangre era la culpable, le tentaba el sonido que entre un laberinto quería escapar, "boom, boom, boom..." uno, seguido de otro, y más latidos entonados. E Inconsciente va tras lo que su vacío ruega, tirándose al suelo y gateando para llegar a él.
Si se preguntan: "Por qué anda suelta? ¿Dónde está su creador?"...Volvería a llorar con su descarada sonrisa, en consecuencia de su esquizofrenia, por un tiempo estaba enjaulada, su titiritero como siempre salia, y ella sin ser de su entendimiento que existían reglas, que era un peligro y que en su jaula debía permanecer. Sin en cambio, escapaba. Justo como lo hizo en cierto momento.
Fue que ni alguna luz tocaba su esplendor, enloquecía inspeccionando al vagabundo, esté era un bicho maligno, porque en cuanto la vio, él se le aventó.
Un grito lamentoso resono, se asusto y trataba de safarse del bicho—el hombre mugriento— Este el alcohol era su perfume, y la putrefacción se percibia en su aliento. No pudo hacer nada, la fuerza le traicionó y su mentalidad de niña prevaleció. Tiritando su cuerpo, el lamento acompañado de lágrimas y risas que desorientan su verdadero estado. ¡Corria peligro! Y no reconocía la magnitud de ello, ¿Quién verdaderamente corría peligro? ¡Él o élla!
Y entre esa penumbra, era lastimada la muñeca, sus prendas estaban siendo destrozadas y simplemente termino pidiendo ayuda sin razón. Desconociendo el termino violación.
Invitado- Invitado
Re: Démence [PRIVADO]
Había abandonado la pluma y el cuaderno temprano ese día, ya ni su esclavo de sangre le daba las satisfacciones que anhelaba. Estaba sacrificando su futuro con las decisiones que tomaba a menudo… ¿Cuándo había sucedido todo? ¿Cuándo el mundo se le había venido abajo? El vampiro frotó sus sienes y avisando de antemano a su ama de llaves informó que se retiraba. Abandonó la tranquilidad de su casa y el calor de la chimenea temprano, apenas cuando la luz del sol se ocultó en el horizonte y se dirigió destino al centro mismo de la ciudad, necesitaba algo de entretenimiento y donde estaba alejado de todo el mundo no encontraba más que desesperanza y angustias. Su cabeza estaba hecha un lio y tenía muchas cosas por decidir.
Algunas farolas empezaban a encenderse en las calles, hizo un movimiento de los nudillos solo para corroborar que llevaba puestos los guantes. Últimamente sus uñas crecían más de lo normal, tenía un cierto problema con ello mientras buscaba reprimir una vez mas lo que era. Ya era momento de tomar las riendas y decidirse por una solución fácil, que no era más que mostrarse tal cual era en su naturaleza sobrenatural. Nada tenía que ver con su fanatismo por los cadáveres que eso iba mas allá de las cuestiones meramente vampíricas, eso era más una condición personal que había nacido con él según creía Julien. Unos gemidos de desesperación le llamaron la atención y un corazón palpitante se debatía preso de la adrenalina de la cacería. Se sonrió para sí mismo y abandonó el cigarrillo que llevaba en su boca, apagándolo contra las baldosas y se inmiscuyó en el callejón del cual provenía tal música para sus oídos.
Un anciano maloliente se debatía sobre una niña. Su vestimenta así lo decía. Con cierta cautela y con pocas ganas de meterse en problemas ajenos sopesó la idea de brindar ayuda. No buscaba más problemas de los que ya tenía, pero por otro lado notó que la niña bajo el hombre tenía un aura plenamente como la suya, apagada por la sed de sangre fresca pero latente en todo momento. Se acercó ya más confiado ahora ¿Sería un juego? Estaba tentado por el aroma a sangre del lugar. Todo se impregnaba de sangre cuando buscaba terminar con la vida del resto. Como una sombra se movilizó tras el indigente y lo tomó por el cuello alejándolo del cuerpo de la joven.
- ¿Estás bien? – atino simplemente a preguntar con las quejas del hombre al costado del rostro, no le era dificultoso sacárselo de encima, el problema era su hedor y el aroma a sangre que llevaba encima, en sus ropas. La silueta en el piso se levantó con tranquilidad revelando unos incipientes colmillos a flor de piel y un rostro que no podría olvidar fácilmente. Si pudiera seguramente ella formaría parte de su colección de seres humanos muertos, pero a considerar por los hechos, alguien había pensado en eso antes y directamente había dejado que su cuerpo se mantuviera así por la eternidad. Una muñeca por siempre.
Algunas farolas empezaban a encenderse en las calles, hizo un movimiento de los nudillos solo para corroborar que llevaba puestos los guantes. Últimamente sus uñas crecían más de lo normal, tenía un cierto problema con ello mientras buscaba reprimir una vez mas lo que era. Ya era momento de tomar las riendas y decidirse por una solución fácil, que no era más que mostrarse tal cual era en su naturaleza sobrenatural. Nada tenía que ver con su fanatismo por los cadáveres que eso iba mas allá de las cuestiones meramente vampíricas, eso era más una condición personal que había nacido con él según creía Julien. Unos gemidos de desesperación le llamaron la atención y un corazón palpitante se debatía preso de la adrenalina de la cacería. Se sonrió para sí mismo y abandonó el cigarrillo que llevaba en su boca, apagándolo contra las baldosas y se inmiscuyó en el callejón del cual provenía tal música para sus oídos.
Un anciano maloliente se debatía sobre una niña. Su vestimenta así lo decía. Con cierta cautela y con pocas ganas de meterse en problemas ajenos sopesó la idea de brindar ayuda. No buscaba más problemas de los que ya tenía, pero por otro lado notó que la niña bajo el hombre tenía un aura plenamente como la suya, apagada por la sed de sangre fresca pero latente en todo momento. Se acercó ya más confiado ahora ¿Sería un juego? Estaba tentado por el aroma a sangre del lugar. Todo se impregnaba de sangre cuando buscaba terminar con la vida del resto. Como una sombra se movilizó tras el indigente y lo tomó por el cuello alejándolo del cuerpo de la joven.
- ¿Estás bien? – atino simplemente a preguntar con las quejas del hombre al costado del rostro, no le era dificultoso sacárselo de encima, el problema era su hedor y el aroma a sangre que llevaba encima, en sus ropas. La silueta en el piso se levantó con tranquilidad revelando unos incipientes colmillos a flor de piel y un rostro que no podría olvidar fácilmente. Si pudiera seguramente ella formaría parte de su colección de seres humanos muertos, pero a considerar por los hechos, alguien había pensado en eso antes y directamente había dejado que su cuerpo se mantuviera así por la eternidad. Una muñeca por siempre.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Démence [PRIVADO]
La violencia se despedaza en las manos del mortal, este se aferra a su bajo instinto; desea a la muñeca destrozar como si fuese de su propiedad. Ella consumida en el trance de un lloriqueo, se queja por el temor que intenta convertirlo en debilidad, ella no puede moverse, el ansia de la sangre le está traicionando, esta sumisa al corazón escandaloso. Como lo son sus lágrimas derramadas de sus enormes orificios, no son secreciones de cristal, más es la sangre que está pidiendo a gritos consumir y que esta se desborda sin permiso alguno. Grita, tratando de alejar al moribundo con vanos movimientos de sus piernas, era un monstruo tan inmundo y espantoso,
¡Trastorno emocional! Si demente estaba, ¿Cómo debía reaccionar a lo que se le presenta? No lo sabe, y por más que el frío del suelo le intente decir que es igual a este, ella cierra los ojos, presionándolos, sin llegar a la conclusión de que justo lo que el animal hacía, era lo que ella ansiaba hacer; Devorar la carne, beber de ese licor exquisito...tragárselo.
Tristemente así era su realidad, ahogándose en ese lamento que divisa a alguien que le está observando, quizás era la oscuridad en la que se encontraba o el silencio que se prolongaba en ese callejón, o podrían ser los insectos que callaban por miedo. Mientras que la muñeca era lastimada.
Con un nudo en la garganta, esa sombra que captó además de creer que el aire le estaba jugando una broma, motivo por el cual ejerce más presión en sus orbes cerrados, y peor, aún mucho más ante una esa voz.
Algo o alguien retiró al monstruo, ella tiritaba, sin ser de su entendimiento la cuestión dada. “¿Que si estaba bien?” ¿Qué significa exactamente ello?
Desconoce la separación de las reglas y conductas, entre el bien y el mal. Solo hacía lo que su instinto comprendía. Tratando de levantarse, pero sin querer abrir los orbes, actuaba como una inútil humana, sus piernas flojas se tambaleaba, no era por la fobia a la muerte, ya que un corazón seguía escuchando. Era su esclava de ese latir.
—Arde, quema, ayúdame… ayúdame, ¡Ayúdame!—fue más como una súplica, señalando al monstruo, necesitaba sangre. Y sus pupilas lo decían, se tornaron más intensas que era el infierno mismo.
Liberando un grito, se muerde la muñeca como resultado de su desesperación, succionando su propia sangre, emitiendo quejidos tras una repentina risa al escupir lo que había succionado. Vomitando el asco. —¡Ayúdame! —insistía, estaba realmente perdida cuando sus colmillos se alistaron y se lanzó contra el monstruo, ya representando esa bestia interna, la que con hambre se guía y devora ese paladar.
Una y otra vez mordía la yugular, se clavó como un vil perro hambriento, riendo y arañando el rostro del insecto viviente, no era satisfactorio, pero si aplacaba un poco la agonía. Aferrándose al monstruo como un koala lo haría en su eucalipto.
Esperando que aquella sombra transformada en carne intentara explicarle por qué no logra satisfacerse y que era eso.
¡Trastorno emocional! Si demente estaba, ¿Cómo debía reaccionar a lo que se le presenta? No lo sabe, y por más que el frío del suelo le intente decir que es igual a este, ella cierra los ojos, presionándolos, sin llegar a la conclusión de que justo lo que el animal hacía, era lo que ella ansiaba hacer; Devorar la carne, beber de ese licor exquisito...tragárselo.
Tristemente así era su realidad, ahogándose en ese lamento que divisa a alguien que le está observando, quizás era la oscuridad en la que se encontraba o el silencio que se prolongaba en ese callejón, o podrían ser los insectos que callaban por miedo. Mientras que la muñeca era lastimada.
Con un nudo en la garganta, esa sombra que captó además de creer que el aire le estaba jugando una broma, motivo por el cual ejerce más presión en sus orbes cerrados, y peor, aún mucho más ante una esa voz.
Algo o alguien retiró al monstruo, ella tiritaba, sin ser de su entendimiento la cuestión dada. “¿Que si estaba bien?” ¿Qué significa exactamente ello?
Desconoce la separación de las reglas y conductas, entre el bien y el mal. Solo hacía lo que su instinto comprendía. Tratando de levantarse, pero sin querer abrir los orbes, actuaba como una inútil humana, sus piernas flojas se tambaleaba, no era por la fobia a la muerte, ya que un corazón seguía escuchando. Era su esclava de ese latir.
—Arde, quema, ayúdame… ayúdame, ¡Ayúdame!—fue más como una súplica, señalando al monstruo, necesitaba sangre. Y sus pupilas lo decían, se tornaron más intensas que era el infierno mismo.
Liberando un grito, se muerde la muñeca como resultado de su desesperación, succionando su propia sangre, emitiendo quejidos tras una repentina risa al escupir lo que había succionado. Vomitando el asco. —¡Ayúdame! —insistía, estaba realmente perdida cuando sus colmillos se alistaron y se lanzó contra el monstruo, ya representando esa bestia interna, la que con hambre se guía y devora ese paladar.
Una y otra vez mordía la yugular, se clavó como un vil perro hambriento, riendo y arañando el rostro del insecto viviente, no era satisfactorio, pero si aplacaba un poco la agonía. Aferrándose al monstruo como un koala lo haría en su eucalipto.
Esperando que aquella sombra transformada en carne intentara explicarle por qué no logra satisfacerse y que era eso.
Invitado- Invitado
Re: Démence [PRIVADO]
Podía notar la agonía, era una neófita, si. Pero no encontró esa descripción en su agonía sino en su estado físico. Obviamente debía beber sangre de inmediato, por eso el ardor, la quemazón que expresaba. Julien se mantuvo inmutable y analizando la situación ¿Cómo podía sobrevivir este tiempo sin saber cómo beber sangre?
Con curiosidad observaba el acto de morderse a ella misma y reciclar su propia sangre, sus heridas sanaban rápido, escupía obviamente, la sangre que estaba consumiendo estaba podrida, muerta hace varios días de seguro. El hombre no dejaba de maldecir en francés. De su boca salía un aire putrefacto que desmayaría a cualquiera. La niña no demoró en tomar ímpetu y arrojando al hombre al suelo una vez mas se aferró a este y comenzó a clavarle los colmillos varias veces sin atinarle a la arteria, la sangre no se vertía en su boca como esperaba y lo arañaba, con ira, consciente que dentro de él albergaba algo que podía sacarla de su sufrimiento. El condenado a muerte no dejaba de maldecir y ya empezaba a gritar apenas notó la sangre en una de sus manos. Su miedo era creciente, era necesario calmarlo o el escándalo iba a atraer a la policía o a los vecinos.
- Tranquila niña. Debes morder directo a la yugular para hacerlo bien. Sino bebe de aquí directo… - dijo e inmediatamente tapo la boca del anciano y tomando la mano que se estaba mirando repleta de sangre se la acercó a la pequeña. Parecía no comprender nada de lo que le decía. En sus orbes rojas se podía notar el enfado y a la vez su rostro mostraba unos gestos de desagrado. Algo la desfiguraba por completo cuando se trataba de sangre. No era el hombre en si, sus labios teñidos de rojo no aceptaban la sangre. En su garganta crecía la repulsión, en breves momentos notó las convulsiones de la misma. No bebía. No podía…
- Escucha… - dijo usando su otra mano con la que no tapaba la boca del hombre y colocándola en el hombro para captar la atención de la muñeca - ¿Ya hiciste esto antes? ¿Has… bebido? – preguntó con una mirada sincera a pesar de sus ojos frios, celestes como los perros siberianos. Siempre creyó real lo que decían de los ojos, que eran el reflejo del alma. Todos lo veían frio, parco, distante. Pero era solo la imagen que quiso dar siempre, era mas sencillo si no le hacían preguntas. Quería ver que tanto le sucedía ¿ acaso estaba recién convertida? De ser asi, el shock seria fuerte, pero nada imposible de explicar. Nuevamente su historia se repetía…
Con curiosidad observaba el acto de morderse a ella misma y reciclar su propia sangre, sus heridas sanaban rápido, escupía obviamente, la sangre que estaba consumiendo estaba podrida, muerta hace varios días de seguro. El hombre no dejaba de maldecir en francés. De su boca salía un aire putrefacto que desmayaría a cualquiera. La niña no demoró en tomar ímpetu y arrojando al hombre al suelo una vez mas se aferró a este y comenzó a clavarle los colmillos varias veces sin atinarle a la arteria, la sangre no se vertía en su boca como esperaba y lo arañaba, con ira, consciente que dentro de él albergaba algo que podía sacarla de su sufrimiento. El condenado a muerte no dejaba de maldecir y ya empezaba a gritar apenas notó la sangre en una de sus manos. Su miedo era creciente, era necesario calmarlo o el escándalo iba a atraer a la policía o a los vecinos.
- Tranquila niña. Debes morder directo a la yugular para hacerlo bien. Sino bebe de aquí directo… - dijo e inmediatamente tapo la boca del anciano y tomando la mano que se estaba mirando repleta de sangre se la acercó a la pequeña. Parecía no comprender nada de lo que le decía. En sus orbes rojas se podía notar el enfado y a la vez su rostro mostraba unos gestos de desagrado. Algo la desfiguraba por completo cuando se trataba de sangre. No era el hombre en si, sus labios teñidos de rojo no aceptaban la sangre. En su garganta crecía la repulsión, en breves momentos notó las convulsiones de la misma. No bebía. No podía…
- Escucha… - dijo usando su otra mano con la que no tapaba la boca del hombre y colocándola en el hombro para captar la atención de la muñeca - ¿Ya hiciste esto antes? ¿Has… bebido? – preguntó con una mirada sincera a pesar de sus ojos frios, celestes como los perros siberianos. Siempre creyó real lo que decían de los ojos, que eran el reflejo del alma. Todos lo veían frio, parco, distante. Pero era solo la imagen que quiso dar siempre, era mas sencillo si no le hacían preguntas. Quería ver que tanto le sucedía ¿ acaso estaba recién convertida? De ser asi, el shock seria fuerte, pero nada imposible de explicar. Nuevamente su historia se repetía…
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Re: Démence [PRIVADO]
Náuseas, repulsión, asco… todo en esa linfa adquirida, la desdeñaba por no satisfacer su estricto paladar, por más que mordiera, destrozara esa yugular, no hallaba el dulzor que le hacía calmar momentáneamente la sed. Aunque algo fue extraño, la sombra recomendó que clavara los colmillos en la yugular, entonces, ¿Donde ella estaba devorando?
Su cuerpo rechazaba ya el templo del vagabundo, por lo que sus manos lo empujaron, y negó a la cuestión de quien antes fue una sombra y el cual, le tomaba el hombro. Pero, ella mentía, realmente ya lo había hecho, atacaba a la humanidad en cuanto veía las venas como manjar en especial. Más estaba en su trance, adormecida por el deseo de beber de vasos sanguíneos, succionar vena por vena y lamer un órgano ensangrentado.
Y como insecto se removió, yendo con las manos al retroceder y situarse frente al muro de ladrillos, con las piernas cruzadas y la mirada fija al pecho del hombre. —¿Por qué sabe diferente? No, no con él, no con hombres mugrosos y podridos, o si, no, yo sé que no. Pero, no soporto este ardor, siento como si me degollaran.— llevó las manos al cuello, apretujándolo, creyendo que interrumpiría la agonía. Había nacido perdida en ese mundo de sombras, todo lo que realizaba era por su instinto de supervivencia, la bestialidad que el hambre representa en ella, así como la demencia que a veces no le permite explicar tales situaciones pero que en su mundo retorcido ya era una costumbre.
La voz en su mente le advertía, ella escuchó por lo que no despegaba las pupilas de ese pecho, acompañado ese sonar, como un reloj viviente, tic-tac, tic-tac. — Suéltalo, él es mío.
Demando a quien le acompaña, liberando el cuello al gatear nuevamente hacia ellos, alzando la falange en cuanto la distancia se lo permitió, yendo directo al pecho donde apenas incrustada las uñas y que aun el vagabundo era preso de su boca para quejarse. —Solo quiero esto, lo quiero solo para mí, pero, ¿Sabrá igual que su sangre? ¿Será podrido? Dímelo, habla, ¿Por qué es que sabe horrendo? Los otros sabían exquisito, pero, sus corazones dejaron de hacer “boom, boom” ¿Por qué? ¿Por qué?
Y sin darse cuenta, había dejado al mugroso y ya sostenía con ambas manos, la ropa de la sombra, furiosa, confundida, deseosa y consumida en un solo punto, sangre, sangre y más sangre…
Su cuerpo rechazaba ya el templo del vagabundo, por lo que sus manos lo empujaron, y negó a la cuestión de quien antes fue una sombra y el cual, le tomaba el hombro. Pero, ella mentía, realmente ya lo había hecho, atacaba a la humanidad en cuanto veía las venas como manjar en especial. Más estaba en su trance, adormecida por el deseo de beber de vasos sanguíneos, succionar vena por vena y lamer un órgano ensangrentado.
Y como insecto se removió, yendo con las manos al retroceder y situarse frente al muro de ladrillos, con las piernas cruzadas y la mirada fija al pecho del hombre. —¿Por qué sabe diferente? No, no con él, no con hombres mugrosos y podridos, o si, no, yo sé que no. Pero, no soporto este ardor, siento como si me degollaran.— llevó las manos al cuello, apretujándolo, creyendo que interrumpiría la agonía. Había nacido perdida en ese mundo de sombras, todo lo que realizaba era por su instinto de supervivencia, la bestialidad que el hambre representa en ella, así como la demencia que a veces no le permite explicar tales situaciones pero que en su mundo retorcido ya era una costumbre.
“No hables con el loca, te está queriendo engañar, tú quieres ese corazón tómalo, es lo único que hay, tómalo, antes de que él te lo arrebate.”
La voz en su mente le advertía, ella escuchó por lo que no despegaba las pupilas de ese pecho, acompañado ese sonar, como un reloj viviente, tic-tac, tic-tac. — Suéltalo, él es mío.
Demando a quien le acompaña, liberando el cuello al gatear nuevamente hacia ellos, alzando la falange en cuanto la distancia se lo permitió, yendo directo al pecho donde apenas incrustada las uñas y que aun el vagabundo era preso de su boca para quejarse. —Solo quiero esto, lo quiero solo para mí, pero, ¿Sabrá igual que su sangre? ¿Será podrido? Dímelo, habla, ¿Por qué es que sabe horrendo? Los otros sabían exquisito, pero, sus corazones dejaron de hacer “boom, boom” ¿Por qué? ¿Por qué?
Y sin darse cuenta, había dejado al mugroso y ya sostenía con ambas manos, la ropa de la sombra, furiosa, confundida, deseosa y consumida en un solo punto, sangre, sangre y más sangre…
Invitado- Invitado
Re: Démence [PRIVADO]
Desesperación que traspasaba el agarre de las alas de su chaleco. Se palpaba en el aire esa necesidad que parecía primitiva en su raza, algo innato propio de la naturaleza de los suyos. No podía quitar de su cabeza la visión reflejada en el espejo de su propia condición unos años atrás cuando en Rusia aprendía sobre alimentación en esa nueva vida que consistía en nocturnidad.
- Tranquila Cherie. Lejos estoy de robarte el sustento. Permíteme ayudarte- informó aún sin salir de la sombra que se proyectaba por los edificios linderos. Lejos estaban de las luces de la ciudad. Estas sólo estaban presentes en las calles transitadas, no en estas.
Tocó su cabello y se volvió hacia el hombre, se movía bajo su agarre, tratando de soltarse para largar un nuevo alarido que despertaría a cualquier vecino. No era algo provechoso así que no lo soltó, sin embargo con la otra mano palpó en el bajo vientre. La niña parecía conocer la forma de beber directamente de sus órganos, de allí que no sentía el sabor de la piel en contacto con sus labios.
La mejor opción era abrirlo, dejarlo aún con vida mientras ella aprovechaba el consumo de sus órganos repletos de sangre o succionar directamente de las propias arterias antes que estas murieran. Estaba acuclillado al lado del cuerpo disputado, no dejaba de moverse. Mordió su guante para liberarse de la protección que ocultaba esas uñas que eran más cercanas a unas garras blancas por su forma afilada y sobrenatural que le daba un aire mucho más felino y animal. En un rápido movimiento perforó la yugular sacando un poco de sangre del cuerpo hediendo del vagabundo, generando un estado de éxtasis y somnolencia en la victima que ahora dejaba de resistirse al apriete. Se retiró y mordiéndose la muñeca depositó algo de su sangre en la boca del hombre sólo para mantenerlo con vida mientras le practicaba lo que tenía pensado. Era algo sangriento y de seguro iba contra las reglas. Pero ¿qué importancia tenía? El vagabundo ya estaba condenado por sus actos. El querer aprovecharse de una niña iba a ser pagado con sangre.
Usó sus uñas como un bisturí e hizo una incisión en el vientre del mismo revelando una fina línea roja carmesí allí donde había pasado. Metió su mano en medio y levantó su piel como si se tratara de una tapa. El cuero cedió revelando sus tripas, todas ellas aún vivas. Buscó la mirada de la muñeca y con un asentimiento la invitó a saciar su sed. Su iris destilaba fuego, la sangre provocaba abordado incluso en alguien que parecía grande como él aunque apenas tuviera unos años como hijo de la noche.
- Vamos, bebe... - invitó el vampiro desde la misma sombra como estaba sonriendo con un deje sombrío.
- Tranquila Cherie. Lejos estoy de robarte el sustento. Permíteme ayudarte- informó aún sin salir de la sombra que se proyectaba por los edificios linderos. Lejos estaban de las luces de la ciudad. Estas sólo estaban presentes en las calles transitadas, no en estas.
Tocó su cabello y se volvió hacia el hombre, se movía bajo su agarre, tratando de soltarse para largar un nuevo alarido que despertaría a cualquier vecino. No era algo provechoso así que no lo soltó, sin embargo con la otra mano palpó en el bajo vientre. La niña parecía conocer la forma de beber directamente de sus órganos, de allí que no sentía el sabor de la piel en contacto con sus labios.
La mejor opción era abrirlo, dejarlo aún con vida mientras ella aprovechaba el consumo de sus órganos repletos de sangre o succionar directamente de las propias arterias antes que estas murieran. Estaba acuclillado al lado del cuerpo disputado, no dejaba de moverse. Mordió su guante para liberarse de la protección que ocultaba esas uñas que eran más cercanas a unas garras blancas por su forma afilada y sobrenatural que le daba un aire mucho más felino y animal. En un rápido movimiento perforó la yugular sacando un poco de sangre del cuerpo hediendo del vagabundo, generando un estado de éxtasis y somnolencia en la victima que ahora dejaba de resistirse al apriete. Se retiró y mordiéndose la muñeca depositó algo de su sangre en la boca del hombre sólo para mantenerlo con vida mientras le practicaba lo que tenía pensado. Era algo sangriento y de seguro iba contra las reglas. Pero ¿qué importancia tenía? El vagabundo ya estaba condenado por sus actos. El querer aprovecharse de una niña iba a ser pagado con sangre.
Usó sus uñas como un bisturí e hizo una incisión en el vientre del mismo revelando una fina línea roja carmesí allí donde había pasado. Metió su mano en medio y levantó su piel como si se tratara de una tapa. El cuero cedió revelando sus tripas, todas ellas aún vivas. Buscó la mirada de la muñeca y con un asentimiento la invitó a saciar su sed. Su iris destilaba fuego, la sangre provocaba abordado incluso en alguien que parecía grande como él aunque apenas tuviera unos años como hijo de la noche.
- Vamos, bebe... - invitó el vampiro desde la misma sombra como estaba sonriendo con un deje sombrío.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Démence [PRIVADO]
Será, ¿falso o verdadero? ¿A quién debía creer, si a la voz o al inmortal? Contradicciones, confusión notoria, sus falanges perdieron fuerza, sus manos cayeron al liberar su vestimenta. No fueron por las réplicas que ofrecían seguridad, fue el grito que trato de evocar el vagabundo, y desde entonces, pudo percibir el miedo ajeno, escuchar como ese corazón se exalta y su piel parecía temblar, había la loca experimentado esa sensación ante un abismo, dejándose atraer por los movimientos del inmortal, un movimiento tras otro.
Ella espero, ladeando el rostro cuando a una pequeña le dan entretenimiento. Era alucinante ver esa actuación, el inmortal conocía los puntos exactos para mantener un cuerpo vivo, mientras es torturado. Ya que esa maniobra era una tortura total. Ella maquillo una sonrisa, el rojo carmín que se derramaba de esa yugular abierta, le decoró sus pupilas de un grisáceo, demasiado brillosos por la provocación de ese elixir. Y de inmediato sus colmillos volvieron a liberarse, juntos con las garras que se asemejan a las del inmortal, se estaba alocando su boca, su cuerpo quería aventarse contra esa sangre.
Doliendo, quemaba todo por dentro, como un volcán que se aguanta ante una erupción, quería más, no solo bastaba esa apertura, esa sangre fluir. —mas, mas…—murmuraba, era espléndido como su mano se fue incrustando en el vientre, deleitar esos intestinos, el cómo se movían mientras seguían vivos, latentes, danzando a un compás que se relamió los labios, gimiendo por el deseo, esa atracción plena, pasando la acumulación de saliva, el ansia, la sed le hizo llevar ambas manos a desterrar el intestino delgado, bañando sus manos de sangre, ultrajando ese trozo, lamiendo y saboreando fascinada, con una amplia sonrisa al colocar la base del duodeno en la boca, así, succiono lo que pudiese tener, como un perro lo haría con su hueso, hasta arrebatarle sus proteínas, hasta pulirlo y dejarlo sin sabor.
Pero no bastó, necesitaba un lago, por lo que descendió el rostro al dejar esas tripas sin color en el suelo, ya era basura, y su nuevo punto fue lamer el pozo donde la sangre yacía, en ese vientre succiono, tragando impaciente, excitada por el calor emanado, esa conexión viviente le maravillaba.
Olvidándose por completo de quien le hizo el favor de darle ese manjar, riendo encantada por el dulce exquisito, embriagándose de sensaciones que transitaban por todo el cuerpo. Caliente, muy caliente se siente. Se termina, ya es hora de extraer lo más valioso.
¡Ve por él, es todo tuyo, cógelo, siempre lo has querido…Amalo!
La voz a la perfección reconocía lo que más anhelaba, ese corazón ya estaba listo para ser extraído. Cegada por el placer, su mano se desplaza hacia el corazón, extrayéndolo de un jalón, un órgano que temblaba entre su mano, lo adoro con tanta devoción. Besándolo, lamiéndolo con una dulzura que daba miedo. Mientras disfruta de ello, capto los ojos de su acompañante. Le miro fijo, en lo que sus manos acomodaron el órgano y el orificio, asemejándose a un popote, lo presionaron sus labios y bebió, bebió todo lo que guardaba por dentro.
Y así, pudo estar y ser lo que realmente es…Una neófita.
Ella espero, ladeando el rostro cuando a una pequeña le dan entretenimiento. Era alucinante ver esa actuación, el inmortal conocía los puntos exactos para mantener un cuerpo vivo, mientras es torturado. Ya que esa maniobra era una tortura total. Ella maquillo una sonrisa, el rojo carmín que se derramaba de esa yugular abierta, le decoró sus pupilas de un grisáceo, demasiado brillosos por la provocación de ese elixir. Y de inmediato sus colmillos volvieron a liberarse, juntos con las garras que se asemejan a las del inmortal, se estaba alocando su boca, su cuerpo quería aventarse contra esa sangre.
Doliendo, quemaba todo por dentro, como un volcán que se aguanta ante una erupción, quería más, no solo bastaba esa apertura, esa sangre fluir. —mas, mas…—murmuraba, era espléndido como su mano se fue incrustando en el vientre, deleitar esos intestinos, el cómo se movían mientras seguían vivos, latentes, danzando a un compás que se relamió los labios, gimiendo por el deseo, esa atracción plena, pasando la acumulación de saliva, el ansia, la sed le hizo llevar ambas manos a desterrar el intestino delgado, bañando sus manos de sangre, ultrajando ese trozo, lamiendo y saboreando fascinada, con una amplia sonrisa al colocar la base del duodeno en la boca, así, succiono lo que pudiese tener, como un perro lo haría con su hueso, hasta arrebatarle sus proteínas, hasta pulirlo y dejarlo sin sabor.
Pero no bastó, necesitaba un lago, por lo que descendió el rostro al dejar esas tripas sin color en el suelo, ya era basura, y su nuevo punto fue lamer el pozo donde la sangre yacía, en ese vientre succiono, tragando impaciente, excitada por el calor emanado, esa conexión viviente le maravillaba.
Olvidándose por completo de quien le hizo el favor de darle ese manjar, riendo encantada por el dulce exquisito, embriagándose de sensaciones que transitaban por todo el cuerpo. Caliente, muy caliente se siente. Se termina, ya es hora de extraer lo más valioso.
¡Ve por él, es todo tuyo, cógelo, siempre lo has querido…Amalo!
La voz a la perfección reconocía lo que más anhelaba, ese corazón ya estaba listo para ser extraído. Cegada por el placer, su mano se desplaza hacia el corazón, extrayéndolo de un jalón, un órgano que temblaba entre su mano, lo adoro con tanta devoción. Besándolo, lamiéndolo con una dulzura que daba miedo. Mientras disfruta de ello, capto los ojos de su acompañante. Le miro fijo, en lo que sus manos acomodaron el órgano y el orificio, asemejándose a un popote, lo presionaron sus labios y bebió, bebió todo lo que guardaba por dentro.
Y así, pudo estar y ser lo que realmente es…Una neófita.
Invitado- Invitado
Re: Démence [PRIVADO]
¿Había visto alguna vez a una inmortal asi?
Posiblemente era la primera vez. Era admirable como se podían ver entre ellos con esta nueva visión que podían tener de la noche y de la gente que rodeaba ese ámbito. Podría categorizarse de “mágico”, sangriento, algo violento y sumamente frio; pero la aberración contra la humanidad que cometían esta noche ambos neófitos era tan puro como el arte ¿Quién se animaría a contradecirlos? ¿Acaso un artista no tomaría de ejemplo esta imagen para una de sus mas diabólicas obras? Una revelación fugaz cruzó por esa mente desencajada por saborear la linfa del hombre pronto a reunirse en el inframundo con sus pares.
Unos ojos grisáceos pálidos pidiendo mas, el vampiro estaba en trance. Ambos lo hacían, saboreando con los ojos, con las manos, exponiendo sus sentidos al máximo para luego darle espacio al último de ellos, el que daría el punto final a la obra que podría haber sido la vida del hombre que tomo una mala decisión. La pequeña muñeca, ya lejos de su fragilidad inicial cobró la desesperación que venía acumulando y sus manos fueron a parar a sus intestinos expuestos. Era increíble como el cuerpo humano aun asi pudiera aguantar lo suficiente para disfrutar ese momento. Los ojos del desafortunado palidecían, perdiendo ese brillo. Las garras abrieron mas ese tórax, revelando el inicio del esternón. La vida repiqueteaba bajo este, el carozo mas puro de la fruta, este era uno comestible y delicioso. Levantó la mirada, ella había captado ese brillo. Una risa demente de ella le reveló que lo había mantenido reservado, solo para ella. Y una mano directa al mismo termina por arrancarlo de su cubículo, una ceremonia que disfruta de cada golpe, aun alejado de su cuerpo el corazón es un músculo que no pierde movimiento. La escena rozaba lo erótico, ella lo adora, era como un niño con su primer dulce. Y eso justamente es. Una niña, convertida demasiado pronto, y no por ello menos joven que otros.
Lo succionó con energías, saboreándolo por completo. Julien se mantuvo, con cierta incredulidad, cierta satisfacción a la vez y posiblemente deleitado por lo que había visto. Miles de ideas se le sumaron a las anteriores a su cabeza. El arte, porque eso era, un arte de matar humanos sabiendo exactamente donde aplicar ese dolor. Dolor que alimentaba mas que la sangre misma. Una revelación de las grandes. Era necesario, el dolor terminaba por completarlo, el sufrimiento ajeno, era una realidad que se alzaba frente a él una y otra vez. Necesitaba hacer sufrir a sus víctimas.
El cuerpo del hombre yacía inerte en el piso, lo pútrido de su aroma llegó al olfato del vampiro quien no dejaba de ejercer presión sobre su cuerpo. Lo liberó y observó el reguero de sangre bajo el mismo. Por suerte el negro solía matizar el rojo de la sangre y Julien vestía de negro a menudo. La neófita se encontraba allí. Sonrió sin saber exactamente qué decir. Ambos estaban mentalmente alterados por la sangre – Ma’ petit, aun arde ¿verdad? – preguntó sabiendo que la respuesta no podía ser otra que afirmativa. El ardor no podía ceder fácilmente por mucho tiempo y solía apenas matizarse por unas horas, unas míseras horas. Tenía que deshacerse de ese cuerpo completamente destripado. Lo levantó como si se tratara de una bolsa de basura y lo llevó a un tacho del callejón. Una petaca bastó para rociarlo y bañarlo bajo el fuego que lo consumiría por completo. Nadie pediría explicaciones por él, nadie lo buscaría, no era mas que un vagabundo mas muerto en las calles de París. El aroma a carne chamuscada invadió sus fosas, le revolvía el estomago de solamente pensarlo. Tomó a la niña por el hombro y a su lado la condujo por la calle por la que habían caminado antes.
- Cuéntame de ti… - dejó en el aire el vampiro. La observó bañada en sangre, con sus ojos perfectos y su silueta coleccionable.
Posiblemente era la primera vez. Era admirable como se podían ver entre ellos con esta nueva visión que podían tener de la noche y de la gente que rodeaba ese ámbito. Podría categorizarse de “mágico”, sangriento, algo violento y sumamente frio; pero la aberración contra la humanidad que cometían esta noche ambos neófitos era tan puro como el arte ¿Quién se animaría a contradecirlos? ¿Acaso un artista no tomaría de ejemplo esta imagen para una de sus mas diabólicas obras? Una revelación fugaz cruzó por esa mente desencajada por saborear la linfa del hombre pronto a reunirse en el inframundo con sus pares.
Unos ojos grisáceos pálidos pidiendo mas, el vampiro estaba en trance. Ambos lo hacían, saboreando con los ojos, con las manos, exponiendo sus sentidos al máximo para luego darle espacio al último de ellos, el que daría el punto final a la obra que podría haber sido la vida del hombre que tomo una mala decisión. La pequeña muñeca, ya lejos de su fragilidad inicial cobró la desesperación que venía acumulando y sus manos fueron a parar a sus intestinos expuestos. Era increíble como el cuerpo humano aun asi pudiera aguantar lo suficiente para disfrutar ese momento. Los ojos del desafortunado palidecían, perdiendo ese brillo. Las garras abrieron mas ese tórax, revelando el inicio del esternón. La vida repiqueteaba bajo este, el carozo mas puro de la fruta, este era uno comestible y delicioso. Levantó la mirada, ella había captado ese brillo. Una risa demente de ella le reveló que lo había mantenido reservado, solo para ella. Y una mano directa al mismo termina por arrancarlo de su cubículo, una ceremonia que disfruta de cada golpe, aun alejado de su cuerpo el corazón es un músculo que no pierde movimiento. La escena rozaba lo erótico, ella lo adora, era como un niño con su primer dulce. Y eso justamente es. Una niña, convertida demasiado pronto, y no por ello menos joven que otros.
Lo succionó con energías, saboreándolo por completo. Julien se mantuvo, con cierta incredulidad, cierta satisfacción a la vez y posiblemente deleitado por lo que había visto. Miles de ideas se le sumaron a las anteriores a su cabeza. El arte, porque eso era, un arte de matar humanos sabiendo exactamente donde aplicar ese dolor. Dolor que alimentaba mas que la sangre misma. Una revelación de las grandes. Era necesario, el dolor terminaba por completarlo, el sufrimiento ajeno, era una realidad que se alzaba frente a él una y otra vez. Necesitaba hacer sufrir a sus víctimas.
El cuerpo del hombre yacía inerte en el piso, lo pútrido de su aroma llegó al olfato del vampiro quien no dejaba de ejercer presión sobre su cuerpo. Lo liberó y observó el reguero de sangre bajo el mismo. Por suerte el negro solía matizar el rojo de la sangre y Julien vestía de negro a menudo. La neófita se encontraba allí. Sonrió sin saber exactamente qué decir. Ambos estaban mentalmente alterados por la sangre – Ma’ petit, aun arde ¿verdad? – preguntó sabiendo que la respuesta no podía ser otra que afirmativa. El ardor no podía ceder fácilmente por mucho tiempo y solía apenas matizarse por unas horas, unas míseras horas. Tenía que deshacerse de ese cuerpo completamente destripado. Lo levantó como si se tratara de una bolsa de basura y lo llevó a un tacho del callejón. Una petaca bastó para rociarlo y bañarlo bajo el fuego que lo consumiría por completo. Nadie pediría explicaciones por él, nadie lo buscaría, no era mas que un vagabundo mas muerto en las calles de París. El aroma a carne chamuscada invadió sus fosas, le revolvía el estomago de solamente pensarlo. Tomó a la niña por el hombro y a su lado la condujo por la calle por la que habían caminado antes.
- Cuéntame de ti… - dejó en el aire el vampiro. La observó bañada en sangre, con sus ojos perfectos y su silueta coleccionable.
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Re: Démence [PRIVADO]
¿Que si era un arte? ¿Que si era la vida devorando? ¿Que si sea la sangre el dulce perfecto para la niña? Todo comenzaba a ser un sentimiento placentero, inexplicable y agradable para el templo, su vacío reinaba de la sangre tomada, decorando sus colmillos de ello, adorando en su más esplendor el corazón entre sus manos. Al fin lo tenía, al fin un corazón hermoso que perdió su color carmesí a través de la boca, de esa lengua que saboreo el rojizo, y ahora solo queda un carné descolorido, exprimido y quizás diseco, pero así lo amaba. Era un anhelo que jamás supieron comprenderlo, mas ella se aferra a ese afán.
Ya que ella se hundía en los latidos que una vez propagaba ese órgano, y tanto es su demencia que de por vida los oía, era la única forma de protegerse, temía a la muerte, temía a no escuchar latidos, ya que eso demostraba la inexistencia, por eso es que no existió pavor alguno hacia el inmortal, porque con latidos resonando en su mente, había vida. No había ningún peligro.
Así su necrofobia desapareció, más su ardor parecía aumentar, entre más sangre obtenía más su deseo se acrecentaba. Y sus ojos no cambiaban de color; nublados, como un paisaje sin colores, sin vida, era como el mismo color que comenzaba a retomar el vagabundo, grisáceo…
Palideció el cadáver y ella cerró los ojos, era la misma imagen de la muerte, no quería verla, no quería arruinar su momento y se levantó, dando la espalda, abrazándose al órgano, relamiendo sus manos para dejarlas impecables y sin mancha alguna de sangre. — Si, sigue ardiendo, nunca deja de arder. No importa con que la entretenga, siempre se queja, siempre necesita de ese líquido viscoso para no quejarse… —Hacía mención sobre su garganta, emitiendo sonidos tras chupar sus dedos, riendo por encariñarse con su órgano, con él y con lo que llamarían una alegría inmensa.
Miraba sobre el sendero de la calle oscura, nada se percibía, más que una luz entre naranja, rojiza y amarillenta, saliendo humo y siendo tan caliente si se acercan más a esta, alumbraba un poco, y tras ver un bulto negro, no supo por qué lo llevaba a ese fuego. Observo cada movimiento, apestando el aire, a quemado apestaba, era un olor desagradable por lo que arrugó su nariz y siguió al que bautizó como sombra. — ¿Qué es lo que desea saber con exactitud? Puedo decirle que me dicen Vídoll, mas no todos lo pueden saber. Tenía días esperando por este Boom, nadie me lo quería dar, y usted fue el único que lo permitió. Estoy feliz de tenerlo, gracias por dármelo. —Y con sus prendas hermosas, aun con unas manchas de sangre, era divina, caminando de puntas y hace una vuelta, yendo a besar la mejilla del inmortal, era gesto de un agradecimiento. Y las voces preguntaron por qué lo hacía, ¿Por qué agradecía por la crueldad emanada? Y ella no lo sabía, más veía que algunos lo hacían. Fue entonces, una imitación.
—Y usted, ¿Quién es usted?.
Pregúntale ¿Porque quemó el cuerpo? Exige, ¿Que te diga porque conspiró con nosotras?
No, no, seguían las voces demandando, era mejor no saberlo y ellos lo sabían, por el bien de la loca, más estos querían atormentarla. Y ella solo dejo que parlotearan porque ella tenía algo al fin para no padecer.
Ya que ella se hundía en los latidos que una vez propagaba ese órgano, y tanto es su demencia que de por vida los oía, era la única forma de protegerse, temía a la muerte, temía a no escuchar latidos, ya que eso demostraba la inexistencia, por eso es que no existió pavor alguno hacia el inmortal, porque con latidos resonando en su mente, había vida. No había ningún peligro.
Así su necrofobia desapareció, más su ardor parecía aumentar, entre más sangre obtenía más su deseo se acrecentaba. Y sus ojos no cambiaban de color; nublados, como un paisaje sin colores, sin vida, era como el mismo color que comenzaba a retomar el vagabundo, grisáceo…
Palideció el cadáver y ella cerró los ojos, era la misma imagen de la muerte, no quería verla, no quería arruinar su momento y se levantó, dando la espalda, abrazándose al órgano, relamiendo sus manos para dejarlas impecables y sin mancha alguna de sangre. — Si, sigue ardiendo, nunca deja de arder. No importa con que la entretenga, siempre se queja, siempre necesita de ese líquido viscoso para no quejarse… —Hacía mención sobre su garganta, emitiendo sonidos tras chupar sus dedos, riendo por encariñarse con su órgano, con él y con lo que llamarían una alegría inmensa.
Miraba sobre el sendero de la calle oscura, nada se percibía, más que una luz entre naranja, rojiza y amarillenta, saliendo humo y siendo tan caliente si se acercan más a esta, alumbraba un poco, y tras ver un bulto negro, no supo por qué lo llevaba a ese fuego. Observo cada movimiento, apestando el aire, a quemado apestaba, era un olor desagradable por lo que arrugó su nariz y siguió al que bautizó como sombra. — ¿Qué es lo que desea saber con exactitud? Puedo decirle que me dicen Vídoll, mas no todos lo pueden saber. Tenía días esperando por este Boom, nadie me lo quería dar, y usted fue el único que lo permitió. Estoy feliz de tenerlo, gracias por dármelo. —Y con sus prendas hermosas, aun con unas manchas de sangre, era divina, caminando de puntas y hace una vuelta, yendo a besar la mejilla del inmortal, era gesto de un agradecimiento. Y las voces preguntaron por qué lo hacía, ¿Por qué agradecía por la crueldad emanada? Y ella no lo sabía, más veía que algunos lo hacían. Fue entonces, una imitación.
—Y usted, ¿Quién es usted?.
Pregúntale ¿Porque quemó el cuerpo? Exige, ¿Que te diga porque conspiró con nosotras?
No, no, seguían las voces demandando, era mejor no saberlo y ellos lo sabían, por el bien de la loca, más estos querían atormentarla. Y ella solo dejo que parlotearan porque ella tenía algo al fin para no padecer.
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Re: Démence [PRIVADO]
Estaba maravillado, impresionado por lo que acababa de acontecer entre ellos dos. Un secreto los mantenía en comunión con la muerte, pasmado por la sangre, sucumbe el vampiro a tal hipnotismo traído a la realidad solamente por el hedor de la carne humana quemándose en el barril. Es horrible, lo agrede y por ese se aleja con la compañía de ella a uno de sus lados, protegiéndola con una mano en el hombro. Protegiéndola de lo que podía ver o sentir allí. Buscando su compañía quizá. Inconscientemente puede verse reflejado en sus ojos grises, tal frialdad la ve a menudo el vampiro en el espejo de su alcoba, si es que un vampiro puede tener una…
Un “boom”, su forma aniñada de llamar al corazón del ser humano. Lo vio Interesante.
- Es un gusto, Vidoll – paladeó su nombre luego de la sorpresiva muestra de agradecimiento, presa de la coincidencia entre su nombre y parecido físico al de una bella muñeca de porcelana – Gracias por hacérmelo saber… - mencionó refiriéndose al hecho del nombre, aunque no quiso ahondar demasiado en esa pregunta, le interesaba mas lo ultimo – De nada, me alegro que seas feliz con él. Aunque, no puedo imaginar alguien que no quisiera dártelo…- dijo como comentario a ver si ella mencionaba algo al respecto. Era extraño que una vampiro no pudiera conseguirse su propio alimento y estaba consciente que no muy lejos de ese lugar rondaría su creador.
- Mi nombre es Julien, soy un vampiro con pocos años en las sombras también… al igual que tu. Te entiendo y sé por lo que pasas. Pero, permíteme pedirte que seas mas precavida ma´ petit ¿sueles cazar sola, así? – preguntó con tranquilidad y cierta contención en sus palabras mientras avanzaban, a lo lejos quedaba la fogata con sus luces anaranjadas, proyectándose por el callejón que habían tomado, dando luz a donde no era necesaria la misma.
Había algo extraño, algo que circulaba entre ellos, algo que parecía aun no comprender del todo. Una situación implícita que se percibía extraña, mas, ¿Qué no era extraño en esta sociedad? Pensó Julien para sus adentros
Un “boom”, su forma aniñada de llamar al corazón del ser humano. Lo vio Interesante.
- Es un gusto, Vidoll – paladeó su nombre luego de la sorpresiva muestra de agradecimiento, presa de la coincidencia entre su nombre y parecido físico al de una bella muñeca de porcelana – Gracias por hacérmelo saber… - mencionó refiriéndose al hecho del nombre, aunque no quiso ahondar demasiado en esa pregunta, le interesaba mas lo ultimo – De nada, me alegro que seas feliz con él. Aunque, no puedo imaginar alguien que no quisiera dártelo…- dijo como comentario a ver si ella mencionaba algo al respecto. Era extraño que una vampiro no pudiera conseguirse su propio alimento y estaba consciente que no muy lejos de ese lugar rondaría su creador.
- Mi nombre es Julien, soy un vampiro con pocos años en las sombras también… al igual que tu. Te entiendo y sé por lo que pasas. Pero, permíteme pedirte que seas mas precavida ma´ petit ¿sueles cazar sola, así? – preguntó con tranquilidad y cierta contención en sus palabras mientras avanzaban, a lo lejos quedaba la fogata con sus luces anaranjadas, proyectándose por el callejón que habían tomado, dando luz a donde no era necesaria la misma.
Había algo extraño, algo que circulaba entre ellos, algo que parecía aun no comprender del todo. Una situación implícita que se percibía extraña, mas, ¿Qué no era extraño en esta sociedad? Pensó Julien para sus adentros
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Re: Démence [PRIVADO]
Fascinada la pequeña camina con la sombra que de nombre recibe ; Julien, ¿Que era Julien? ¿Era el nombre o quizás como ella, se lo ofrecieron por no recordar el suyo…? Quién podría saberlo, nadie, porque de quien es propiedad no lo sabe.
Mas, si sabe, o reconoce el afecto, una acción conlleva una reacción, su hombro era tocado, destruyendo la distancia entre ellos, los unió la complicidad del homicidio; el por ayudarla, y ella por aceptarlo. Y, ¿A cambio de que fue? De lo que se siguen aferrando sus manos, ese órgano está más disecado, pronto esta endureciendose, pierde su color pero su belleza se torna más hermosa. — Nadie ha sido capaz de ofrecermelo, todos son egoístas, se marchan o se alejan por solo mi presencia. Y aquellos quienes he visto tenerlo, no me lo dan, son muy malos, porque enfrente de mis ojos lo devoran, no me dejan nada, no me dejan ni tocarlo. Y él, él dice que no me merezco nada, a veces dice que eso me matara, y a veces me dice, que yo no lo necesito.
Comentaba con un aliento desanimado, guardando entre esas palabras la agonía de su locura, ella no merecía nada debido a que no sabe detener sus ansias. Le era negado por su incapacidad de cuidado.
— JULIEN, un vampiro... julien es un vampiro.— repetía el contenido para comprender…— Yo, ¿Yo soy un vampiro? No, no puedo ser eso, no, él me dijo lo mismo, pero no lo es, dice que los vampiros están muertos, tú no puedes estar muerto, yo, yo no estoy muerta.
Se soltó, más bien se alejó un poco de esa presencia, era imposible imaginarlo, ella no acepta a la muerte.— ¿Cazar? No, no se hacerlo, ¿De que estas hablando? Detente, no, no. Eres igual que todos, no estoy muerta, escucha mi corazón, Escuchalo, sigue latiendo, mi cuerpo, la sangre, yo, no seas cruel.
Y sus manos por el susto, la rabia que comenzó a presenciar, le hicieron tirar ese corazón, este cayó y ella, a ella le temblaron las manos. ¿Que quedaba? El sentimiento desgarrador.
“Te lo dijimos siempre, estás muerta, otro te lo ha dicho; estas muerta”
No, no lo asimilaba, ni porque se lo repitieran mil veces, ni porque ayer le dijeran que es un vampiro, no lo será, ni porque le digan en ese momento, no lo será, no puede ser aquello a que le teme, no debe ser lo que todos dicen.
Y quedo sumisa ante la tristeza exteriorizada en lágrimas. Cubriéndose el rostro con sus manos, negando una y otra vez.
Mas, si sabe, o reconoce el afecto, una acción conlleva una reacción, su hombro era tocado, destruyendo la distancia entre ellos, los unió la complicidad del homicidio; el por ayudarla, y ella por aceptarlo. Y, ¿A cambio de que fue? De lo que se siguen aferrando sus manos, ese órgano está más disecado, pronto esta endureciendose, pierde su color pero su belleza se torna más hermosa. — Nadie ha sido capaz de ofrecermelo, todos son egoístas, se marchan o se alejan por solo mi presencia. Y aquellos quienes he visto tenerlo, no me lo dan, son muy malos, porque enfrente de mis ojos lo devoran, no me dejan nada, no me dejan ni tocarlo. Y él, él dice que no me merezco nada, a veces dice que eso me matara, y a veces me dice, que yo no lo necesito.
Comentaba con un aliento desanimado, guardando entre esas palabras la agonía de su locura, ella no merecía nada debido a que no sabe detener sus ansias. Le era negado por su incapacidad de cuidado.
— JULIEN, un vampiro... julien es un vampiro.— repetía el contenido para comprender…— Yo, ¿Yo soy un vampiro? No, no puedo ser eso, no, él me dijo lo mismo, pero no lo es, dice que los vampiros están muertos, tú no puedes estar muerto, yo, yo no estoy muerta.
Se soltó, más bien se alejó un poco de esa presencia, era imposible imaginarlo, ella no acepta a la muerte.— ¿Cazar? No, no se hacerlo, ¿De que estas hablando? Detente, no, no. Eres igual que todos, no estoy muerta, escucha mi corazón, Escuchalo, sigue latiendo, mi cuerpo, la sangre, yo, no seas cruel.
Y sus manos por el susto, la rabia que comenzó a presenciar, le hicieron tirar ese corazón, este cayó y ella, a ella le temblaron las manos. ¿Que quedaba? El sentimiento desgarrador.
“Te lo dijimos siempre, estás muerta, otro te lo ha dicho; estas muerta”
No, no lo asimilaba, ni porque se lo repitieran mil veces, ni porque ayer le dijeran que es un vampiro, no lo será, ni porque le digan en ese momento, no lo será, no puede ser aquello a que le teme, no debe ser lo que todos dicen.
Y quedo sumisa ante la tristeza exteriorizada en lágrimas. Cubriéndose el rostro con sus manos, negando una y otra vez.
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Re: Démence [PRIVADO]
Bastó una simple reacción para confirmar sus dudas, ella no estaba muerta. Se frenó in situ en medio de la vereda y le dirigió una mirada de soslayo.
Su visión era muy clara, no se creía muerta ni mucho menos descorazonada, a pesar que nadie pudiera oír los latidos de su corazón. Era una idiotez negar la realidad, pero esa joven podía no estar tan perdida como aparentaba.
Julien se ensimismó, buscó en su interior una respuesta clara, algo simple que ella comprendiera y diera en lo cierto por cuenta propia.
-Ma' petit … - comenzó mientras se acercaba en un gesto mas consolador que antes, no quería verla asi, no a ella al menos. Su corazón no podía partirse pero en su interior tenia breves momentos de sentimientos casi humanos que aun lo atormentaban – ¿Sientes tu corazón latir en tu pecho? – la mirada de la niña neófita era desconcertada en medio del mar de lágrimas que se desprendían y paseaban por sus mejillas.
Se colocó frente a ella tomando esos frágiles brazos blanquecinos e igualando su altura – No sientas temor, solo compruébalo… ¿Puedes comer como hacías antes? ¿Puedes ver el amanecer? – con tranquilidad descorrió una de sus mangas e hizo lo mismo con una de las suyas. Con una de sus uñas cortó su antebrazo y luego hizo lo mismo en el de ella – Observa… - dijo sin mas y se levantó expectante de lo que pudiera comentar al respecto. De las heridas comenzó a surgir sangre roja escarlata y sus gotas circulaban rapido, y lentamente menguaban hasta que las heridas eran simples cicatrices rosadas.
Tenía fe, sabía que ella tenía salvación, su raza era la salvación con ciertas limitaciones.
Una suave llovizna comenzó a caer sobre la calle, unas cuantas gotas caían sobre ellos, pero nada inmutaba al vampiro, de todas formas no importaba mojarse.
Su visión era muy clara, no se creía muerta ni mucho menos descorazonada, a pesar que nadie pudiera oír los latidos de su corazón. Era una idiotez negar la realidad, pero esa joven podía no estar tan perdida como aparentaba.
Julien se ensimismó, buscó en su interior una respuesta clara, algo simple que ella comprendiera y diera en lo cierto por cuenta propia.
-Ma' petit … - comenzó mientras se acercaba en un gesto mas consolador que antes, no quería verla asi, no a ella al menos. Su corazón no podía partirse pero en su interior tenia breves momentos de sentimientos casi humanos que aun lo atormentaban – ¿Sientes tu corazón latir en tu pecho? – la mirada de la niña neófita era desconcertada en medio del mar de lágrimas que se desprendían y paseaban por sus mejillas.
Se colocó frente a ella tomando esos frágiles brazos blanquecinos e igualando su altura – No sientas temor, solo compruébalo… ¿Puedes comer como hacías antes? ¿Puedes ver el amanecer? – con tranquilidad descorrió una de sus mangas e hizo lo mismo con una de las suyas. Con una de sus uñas cortó su antebrazo y luego hizo lo mismo en el de ella – Observa… - dijo sin mas y se levantó expectante de lo que pudiera comentar al respecto. De las heridas comenzó a surgir sangre roja escarlata y sus gotas circulaban rapido, y lentamente menguaban hasta que las heridas eran simples cicatrices rosadas.
Tenía fe, sabía que ella tenía salvación, su raza era la salvación con ciertas limitaciones.
Una suave llovizna comenzó a caer sobre la calle, unas cuantas gotas caían sobre ellos, pero nada inmutaba al vampiro, de todas formas no importaba mojarse.
Julien- Vampiro Clase Alta
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Re: Démence [PRIVADO]
Lo escucho, está aquí…—sollozaba, fluyendo incontrolable sus lágrimas, un dolor profundo, anonada para sus palabras, él decía y ella no escucha. Solo responde a un mecanismo defensivo. — sí, he comido como me viste hacerlo, nada ha cambiado, aunque todo comenzó a ser oscuro, muy oscuro y escandaloso. Confuso, muy confuso...—Pobre muñeca, ¿Cómo decirle que todos y especialmente él, juega con su mente, que su pasado fue reducido al presente, que sus memorias solo habitan desde que despertó con una hambre incontrolable y la cual no ha disminuido, se ha incrementado la ansiedad.
Ya que, ni sus manos podían darles las respuestas, lo único que podía hacer era, describir el momento vivido. Y observó cómo le fue demandado, pañosos ojos miran aquella piel, una brujería maldita fue lo que admiro. Y en cuanto en su brazo fue herida. Ella gritó.
— ¡No! ¿Qué haces? —miraba con los enormes ojos la herida, tanto la propia como la ajena, Comparando una con otra en ese proceso de sanación y viro los ojos. Le ardía y de repente ya no había sangre floreciendo, esta cicatrizaba
En automático, deslizó su yema en la herida, acariciando esta para comprobar que sus ojos no le mentían; que la vista fuese manipulada. Pero la consolación puede matar, los buenos actos cometidos por Julien, eran aterradores, dañinos para la pequeña. Era una manera de amenazar. La cercanía le asqueaba, le hostiga ya su presencia. Una incomodes que superó los nervios. La rabia, y el repudio fundado en su mirada, en la manera en la que degollara a su acompañante para que deje de jugar con ella. No quería jugar, no, aunque quizás, sería divertido sentirse como aquel sujeto, un vampiro; imitarlo y si sería posible, callarlos, callar a todos de una buena vez, que dejen de decir que ella es un vampiro, un muerto, un aterrador muerto. Por ello, comenzó a ser ese vampiro que todos querrán, más ella no está muerta ¡NO LO ESTÁ!
—¿Soy un vam..piro? —La interrogación quedo perdida, aceptando ya lo que el destino, si es que existía, llegara a ella de una buena vez.
Eres mala, muy mala...En vampiro te has aceptado y muerta estarás. Al fin comienza la pesadilla. Ingrata muñeca. Nos escucharas por el resto de tu maldita existencia...
Amenazas, horrores agregados, estaba en constante lucha, por no caer más en la demencia. Muy pronto olvidara a Vídoll y dará paso a su verdadera naturaleza.
Ya que, ni sus manos podían darles las respuestas, lo único que podía hacer era, describir el momento vivido. Y observó cómo le fue demandado, pañosos ojos miran aquella piel, una brujería maldita fue lo que admiro. Y en cuanto en su brazo fue herida. Ella gritó.
— ¡No! ¿Qué haces? —miraba con los enormes ojos la herida, tanto la propia como la ajena, Comparando una con otra en ese proceso de sanación y viro los ojos. Le ardía y de repente ya no había sangre floreciendo, esta cicatrizaba
En automático, deslizó su yema en la herida, acariciando esta para comprobar que sus ojos no le mentían; que la vista fuese manipulada. Pero la consolación puede matar, los buenos actos cometidos por Julien, eran aterradores, dañinos para la pequeña. Era una manera de amenazar. La cercanía le asqueaba, le hostiga ya su presencia. Una incomodes que superó los nervios. La rabia, y el repudio fundado en su mirada, en la manera en la que degollara a su acompañante para que deje de jugar con ella. No quería jugar, no, aunque quizás, sería divertido sentirse como aquel sujeto, un vampiro; imitarlo y si sería posible, callarlos, callar a todos de una buena vez, que dejen de decir que ella es un vampiro, un muerto, un aterrador muerto. Por ello, comenzó a ser ese vampiro que todos querrán, más ella no está muerta ¡NO LO ESTÁ!
—¿Soy un vam..piro? —La interrogación quedo perdida, aceptando ya lo que el destino, si es que existía, llegara a ella de una buena vez.
Eres mala, muy mala...En vampiro te has aceptado y muerta estarás. Al fin comienza la pesadilla. Ingrata muñeca. Nos escucharas por el resto de tu maldita existencia...
Amenazas, horrores agregados, estaba en constante lucha, por no caer más en la demencia. Muy pronto olvidara a Vídoll y dará paso a su verdadera naturaleza.
Invitado- Invitado
Re: Démence [PRIVADO]
Se mantuvo en silencio y dejó un espacio entre ellos porque ella no lo quería tener cerca después de haberla lastimado. La herida cicatrizó automáticamente gracias a las bondades de su cuerpo por lo que ella pudo verlo con sus mortecinos ojos como esta herida desaparecía sin dejar rastro visible.
La suave lluvia comenzaba a achatar el cabello del vampiro mientras este se mantenía en cuclillas. Quería medir las reacciones de Vidoll, una pequeña condenada al temor en caso de no saber su verdadera naturaleza. De seguir asi y sin tener compañía terminaría por salir y exponerse al sol como cualquier niña.
Se notaba un claro asco y repudio hacia el comportamiento de los seres de la noche. Él lo había aceptado después de muchas idas y vueltas también. Hubo épocas donde solo se alimentaba lo mínimo necesario y vital para terminar recriminándoselo y casi vomitando la sangre ingerida. No fue hasta un ataque de cólera donde había salido de la Iglesia donde se ocultaba con el afán de devorar cada gota de sangre que se le cruzara en el camino. Una respuesta de supervivencia porque estaba muriendo lentamente. No quería ver eso en ningún neófito mas, su imagen en el espejo le traía pesadillas al recordarla.
Se estremeció al escuchar la pregunta que escondía los mas profundos miedos de la niña.
No podía responderle. No quería saberse vampiro, no iba a decirle aquello, tenía que ser un camino mas personal el que recorriese. Él era una sombra, quizá ella pudiera serlo también. Era un juego de…tolerancias.
- Mas bien creo que estas en el camino de la sombra, cherie – comentó sin darle demasiada importancia al asunto.
- ¿Ya te habías planteado antes en entrenarte para ser sigilosa como la noche misma? – preguntó mientras secaba una gota de agua que caía por el costado de su rostro perfilado en la noche. El cielo había abandonado el profundo azul negruzco por un tinte mas grisáceo de nubes aglomeradas y la pareja partió hacia un destino mas cómodo donde poder continuar con su charla ya lejos del aroma a muerte y putrefacción de las calles de París.
Y sus pasos se fueron callando a medida que abandonaban la escena del crimen, con la viva esperanza de hallar la cura a la demencia que aquejaba a la Poupée Morte...
La suave lluvia comenzaba a achatar el cabello del vampiro mientras este se mantenía en cuclillas. Quería medir las reacciones de Vidoll, una pequeña condenada al temor en caso de no saber su verdadera naturaleza. De seguir asi y sin tener compañía terminaría por salir y exponerse al sol como cualquier niña.
Se notaba un claro asco y repudio hacia el comportamiento de los seres de la noche. Él lo había aceptado después de muchas idas y vueltas también. Hubo épocas donde solo se alimentaba lo mínimo necesario y vital para terminar recriminándoselo y casi vomitando la sangre ingerida. No fue hasta un ataque de cólera donde había salido de la Iglesia donde se ocultaba con el afán de devorar cada gota de sangre que se le cruzara en el camino. Una respuesta de supervivencia porque estaba muriendo lentamente. No quería ver eso en ningún neófito mas, su imagen en el espejo le traía pesadillas al recordarla.
Se estremeció al escuchar la pregunta que escondía los mas profundos miedos de la niña.
No podía responderle. No quería saberse vampiro, no iba a decirle aquello, tenía que ser un camino mas personal el que recorriese. Él era una sombra, quizá ella pudiera serlo también. Era un juego de…tolerancias.
- Mas bien creo que estas en el camino de la sombra, cherie – comentó sin darle demasiada importancia al asunto.
- ¿Ya te habías planteado antes en entrenarte para ser sigilosa como la noche misma? – preguntó mientras secaba una gota de agua que caía por el costado de su rostro perfilado en la noche. El cielo había abandonado el profundo azul negruzco por un tinte mas grisáceo de nubes aglomeradas y la pareja partió hacia un destino mas cómodo donde poder continuar con su charla ya lejos del aroma a muerte y putrefacción de las calles de París.
Y sus pasos se fueron callando a medida que abandonaban la escena del crimen, con la viva esperanza de hallar la cura a la demencia que aquejaba a la Poupée Morte...
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Julien- Vampiro Clase Alta
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