Le Violon du Diable | Libre |

por **Joseph Rosemberg** Vie Sep 25, 2015 6:43 pm

Esta era una de las noches en las que Joseph se alejaría de todo el mundo para dedicarse a su música; se había alimentado de unas cuantas personas sin matarlas, con el tiempo había aprendido a controlarse y sobrevivir la noche con pequeños sorbos de diferentes personas; en el trayecto de la zona céntrica de la ciudad para dirigirse hacia la zona en la que se encontraba el edificio en ruinas que usaría como su centro de recital; como si para él no existiese lugar más sagrado de igual forma que el teatro es sagrado para las orquestas o los artistas de teatro.

No queriendo llamar la atención, su ropa había sido elegida como si fuese miembro de las clases más bajas de la sociedad, un pantalón de lana color café un poco más abajo de las rodillas sin media alguna por lo que sus piernas son completamente visibles, unos zapatos de cuero marrón, una camisa de algodón color blanco abierta desde el cuello hasta el plexo solar o que alguna vez fue blanca y un chaleco de lana igual de color marrón. Lo único de valor que llevaba era una bolsa con unos cuantos francos y el estuche de piel donde se encuentra depositado el antiguo violín junto con su arco.

Como de costumbre, el edificio que había elegido como recinto estaba completamente vacío, más una ruina que un edificio habitable es lo que era para todas las personas que pasaban enfrente del mismo, para él... era como si fuese la sala de un Rey o del Papa para quien tocaría esta noche. Una vez dentro, después de asegurarse de que se encontraba completamente solo y que nadie pudiese verle por las ventanas, Joseph se dirige al centro de la estancia más grande del primer piso a nivel de la calle. Tal vez alguna vez fue la sala o el recibidor del hogar, pero ahora no quedaba huella de lo que alguna vez fue.

Saca con extrema delicadeza el instrumento de su estuche, revisa las cuerdas y el tono de las mismas. Toca unos cuantos acordes para comprobar la acústica del lugar antes de ponerse de pie y dirigirse al centro de la estancia; cierra los ojos mientras coloca el violín entre su barbilla y el hombro para luego empezar a rasgar las cuerdas con el arco hasta que las notas se vuelven acordes y poco a poco empieza a sonar la pieza y alcanzar el sonido preternatural que solo las manos de un inmortal puede llegar a darle a un instrumento tan complejo como lo es un violín.

La pieza que toca por efectos dramáticos:

por **Baruch D'Anunzio** Jue Oct 08, 2015 10:30 am

No comprendía cómo había llegado a parar allí. Desde luego no era París, era más bien una suma de desérticos descampados, ciertamente lúgubres y fantasmagóricos
-Bueno, a esto se le debe de llamar hacer turismo- dijo en voz baja. Tenía la casaca negra medio desabrochada y se le veía el chaquetín púrpura con jacintos blancos bordados. Pensaba que quizás se había puesto demasiado elegante para una mera salida nocturna. Tenía previsto asistir a una velada de música de cámara en casa de su amiga madame la Comtesse. Pero declinó la invitación a última hora.

Aburrido decidió salir a explorar, y bien...ahora estaba aqui. De repente, escuchó un sonido como de rechinar...-¿Eh, que es eso?- Agudizó el oido y empezó a adivinar de dónde venía. De un edificio desvencijado absolutamente, de paredes amarillentas y ventanales rotos. Se acercó a observar el interior por uno de esos ventanales, y vio algo muy curioso: Un chico, en el centro de la habitación, absorto en tocar a Vivaldi.

Baruch recordaba a Vivaldi, un pelirrojo uniformado que estaba siempre pidiendo limosna para sus violinistas. No era mal tipo,pero era algo soso. Aunque claro, tenía genialidad. Baruch se sentó sobre el alfeizar de la ventana y empezó a prestar atención a la música. Cuando acabó, comenzó a aplaudir en silencio y a sonreir a tan buen ejecutor de la pieza.

por **Joseph Rosemberg** Sáb Oct 10, 2015 1:55 pm

Completamente absorto en sus pensamientos y el intrincado mensaje que provenía del violín, Joseph no se daba cuenta de que ahora tenía audiencia a su recital privado; tal vez estaría al tanto de que algún alma pedida buscaría entrar para dormir o que alguien escuchara la música que provenía del interior para escuchar un poco mejor la pieza, pero Joseph en estos momentos, no estaba al tanto de aquella figura masculina que le observaba por una de las ventanas.

Poco a poco la pieza va llegando a su final mientras los movimientos rítmicos que Joseph hace con su cuerpo van disminuyendo poco a poco, una vez tocado el último acorde el vampiro baja el arco por unos segundos para tomar un largo suspiro, no es que lo necesitase... era solo una manía que había adquirido cuando tenía que tocar para mortales bajo petición de su antiguo Señor, inclusive da los pocos minutos de cortesía para luego levantar nuevamente el arco y colocarlo sobre los cuerdas del violín para empezar a tocar nuevamente como si la pieza anterior hubiese sido un ejercicio de calentamiento.

Trino del DIablo:

Poco a poco la pieza va tomando forma al igual que los movimientos, nuevamente era una pieza complicada para las manos mortales por la dificultad de los trinos y los movimientos tan rápidos en sus cambios; así continua tocando alcanzando las notas que sólo podían ser alcanzadas por las manos y las destrezas de un ser sobrenatural hasta que llega al segundo movimiento; es en ese momento cuando se da la vuelta para observar su alrededor mientras toca, eventualmente fija su mirada en aquél hombre que le está observando.

Una sonrisa se dibuja en su rostro como saludo hacia el sujeto antes de cerrar los ojos y continuar tocando mientras camina unos pasos hacia Baruch como si estuviese tocando únicamente para él en un concierto privado. Cada determinado tiempo, abre sus ojos para fijarlos en el rostro del sujeto que se encontraba ante él del otro lado del marco de la ventana como si estuviera esperando a que el otro sujeto tomara la iniciativa e iniciara el primer contacto entre ellos.

por **Baruch D'Anunzio** Sáb Oct 10, 2015 6:09 pm

Baruch miraba ahora cómo este individuo volvía a darle otro recital...Más complicado que el de Vivaldi. Era un virtuoso, de eso no había duda. Pero en cierto sentido le disgustaba ese intento de lucimiento ¿A quién quería sorprender? Si todo se resumía en la técnica, entonces ¿Qué arte tiene el tocar? Una máquina también podría hacerlo eficientemente...

Miró cómo el individuo se le acercaba, sacó un cigarro y empezó a fumarlo con tranquilidad. El opio le calmaba. Esperó a que el sujeto acabase de tocar la pieza, y le aplaudió,con cierto desinterés. El arco reposaba en sus manos y el violín había sido bajado del hombro. Baruch se tocaba la chistera, en señal de saludo, y se giró a ver la luna, que estaba alta en el cielo. Suspiró.

-Tocais bien ¿Sabeis?- dijo lo suficientemente alto para que se enterase el sujeto que le había brindado esa actuación. Era obvio que lo sabía. Expulsó el humo azul del cigarro de opio al frío de la noche. Lástima que os guste tanto Paganini y Tartini,y tan poco Bach. Teneis buena técnica...pero ¿Tendreis emoción?- Pensó.

Baruch se reclinó a un lado de la ventana, y se volvió a girar -Soy Baruch,por cierto,encantado...- e hizo una reverencia,muy ligera,casi imperceptible.

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