AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Imperfect Equation / privado
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Imperfect Equation / privado
mmanuel abandonó el campamento más temprano de lo que acostumbraba, no podía ser de otra forma sabiendo que aquella noche era la indicada para cazar la presa que tanto de su tiempo se había robado y tantos dolores de cabeza había traído a la comunidad de “renegados sociales”. Fueron semanas de seguimiento, recopilación de información tanto por medios legales como pocos ortodoxos. Aunque no lo parezca demostrar que alguien no es nada inocente es mucho más difícil de lo que cualquiera creería, después de todo “Emma” planeaba quitarle la vida y para hacerlo debía estar segura que aquella criatura era consiente del daño que provocaba y de ésta manera ganarse una vez más el reconocimiento entre su gente, que aún veía con ojos incrédulos el que una chica pudiese hacer el trabajo pesado. Ella no era una cazadora como tal, pero se consideraba una guerrera obstinada.
Búsqueda, investigación a fondo y finalmente acción, ese era su modus operandi, el que la había mantenido viva por tanto tiempo mostrando sólo resultados positivos, un plan sin fallas, sin nada que objetar, 1+1= 2. “Conoce a tu enemigo y ya tendrás gran parte de la batalla ganada”, palabras detestadas por Emmanuel, ya que eran las que su “jefe” solía repetir hasta el hartazgo, pero indiscutiblemente ciertas.
La joven salió de su casa vestida de negro y portando una pistola y un cuchillo. Comenzó a recorrer las zonas más oscuras de las calles de Paris hasta llegar hasta llegar a un oscuro callejón. Allí divisó su objetivo donde esperaba encontrarlo, sentado en un bar, bebiendo ginebra para hacerse pasar por borracho, haciendo negocios. Con la mirada siguió cada movimiento de su presa, un vampiro inexperto que por juego juntaba mujeres , generalmente extranjeras o sin familia, para usarlas de fuente de alimentación permanente, manteniéndolas encadenadas en un sótano alquilado a nombre de una persona que, desde luego, no existía. La joven- vestida completamente como un hombre- tomó lugar dentro de la escena, ubicándose a una distancia prudente de su presa, intentando no quedar en su línea de visión, aguardando como buena observadora por el momento justo para atacar.
Luego de un par de minutos, el vampiro se levantó abruptamente y salió del bar, Emma adivinó dicho movimiento basándose en la incómoda posición que el joven había adoptado, por lo que se acercó a la salida instantes antes que su presa alcanzara el exterior. La joven continuó siguiéndolo sin ser notada, casi confundiéndose con la sombra de su objetivo, caminando por calles vacías hasta llegar a la zona residencial de las zonas alejadas.
El sujeto ingresó rápidamente a una vivienda de techo bajo con dos ventanas laterales. Emmanuel se acercó a una de ellas, la que tenía un contenedor de basura lo suficientemente grande como para esconderse detrás de él si las cosas se complicaban. Pudo ver al joven a quien venía siguiendo acompañado de un sujeto, vampiro también, que habrían pasado desapercibido por los ojos de ella como tal criatura, de no ser por los enormes colmillos que sin problema alguno enseñaba.
Sólo su presa iba armada, el otro no le interesaba, no podía matarlo sólo por ser vampiro, por lo que se propuso dejarle inconsciente dentro de la vivienda. Dio un par de pasos hacia atrás para ganar espacio y poder tomar carrera. Acto seguido, atravesó el vidrio de la ventana, con el brazo izquierdo tomó por el cuello al primer vampiro, y después rebanarle con la daga de plata para que se desangrara un tanto y ponerle en desventaja.
–Uno menos- Pensó la joven. - Finalmente a solas con su presa, sacó su pistola con balas de plata al mismo tiempo que el vampiro desenfundaba su pistola. Emmanuel era más veloz que cualquiera, por lo que la tarea ya estaba casi terminada… por una pequeña excepción: Ninguna bala atravesó el corazón de su oponente ya que el gatillo del arma se había atascado; como resultado la joven sintió el paso de la bala ajena penetrando su hombro izquierdo.
Herida y desarmada sólo había una cosa por hacer: Correr. Salió por la misma ventana por la que había entrado, saltando sobre el contenedor de basura, para luego subirse al techo de la vivienda. Corrió hasta que se terminó el largo del techo, entonces sólo había dos direcciones: Hacia abajo o hacia el próximo techo.
Emmanuel rodó para amortiguar el golpe al caer en el próximo tejado. En ese instante recodó por qué odiaba los techos de teja, eran de las superficies más inestables sobre las cuales podía estar. Sin perder tiempo, se incorporó y siguió corriendo, llevándose la mano derecha al hombro que comenzaba a sangrar de modo preocupante. Fue entonces cuando una de las tejas se soltó cayendo al suelo, arrastrándola con ella.
El golpe fue duro y seco, como si alguien hubiera arrojado una bolsa de arena desde una altura considerable. Emma entrecerró sus ojos para que la vista se normalizara. Al hacerlo divisó el contorno de un rostro. Alguien se había acercado a ella y se encontraba de pie, a su lado. ¿Amigo o enemigo?- Pensó la joven.
Búsqueda, investigación a fondo y finalmente acción, ese era su modus operandi, el que la había mantenido viva por tanto tiempo mostrando sólo resultados positivos, un plan sin fallas, sin nada que objetar, 1+1= 2. “Conoce a tu enemigo y ya tendrás gran parte de la batalla ganada”, palabras detestadas por Emmanuel, ya que eran las que su “jefe” solía repetir hasta el hartazgo, pero indiscutiblemente ciertas.
La joven salió de su casa vestida de negro y portando una pistola y un cuchillo. Comenzó a recorrer las zonas más oscuras de las calles de Paris hasta llegar hasta llegar a un oscuro callejón. Allí divisó su objetivo donde esperaba encontrarlo, sentado en un bar, bebiendo ginebra para hacerse pasar por borracho, haciendo negocios. Con la mirada siguió cada movimiento de su presa, un vampiro inexperto que por juego juntaba mujeres , generalmente extranjeras o sin familia, para usarlas de fuente de alimentación permanente, manteniéndolas encadenadas en un sótano alquilado a nombre de una persona que, desde luego, no existía. La joven- vestida completamente como un hombre- tomó lugar dentro de la escena, ubicándose a una distancia prudente de su presa, intentando no quedar en su línea de visión, aguardando como buena observadora por el momento justo para atacar.
Luego de un par de minutos, el vampiro se levantó abruptamente y salió del bar, Emma adivinó dicho movimiento basándose en la incómoda posición que el joven había adoptado, por lo que se acercó a la salida instantes antes que su presa alcanzara el exterior. La joven continuó siguiéndolo sin ser notada, casi confundiéndose con la sombra de su objetivo, caminando por calles vacías hasta llegar a la zona residencial de las zonas alejadas.
El sujeto ingresó rápidamente a una vivienda de techo bajo con dos ventanas laterales. Emmanuel se acercó a una de ellas, la que tenía un contenedor de basura lo suficientemente grande como para esconderse detrás de él si las cosas se complicaban. Pudo ver al joven a quien venía siguiendo acompañado de un sujeto, vampiro también, que habrían pasado desapercibido por los ojos de ella como tal criatura, de no ser por los enormes colmillos que sin problema alguno enseñaba.
Sólo su presa iba armada, el otro no le interesaba, no podía matarlo sólo por ser vampiro, por lo que se propuso dejarle inconsciente dentro de la vivienda. Dio un par de pasos hacia atrás para ganar espacio y poder tomar carrera. Acto seguido, atravesó el vidrio de la ventana, con el brazo izquierdo tomó por el cuello al primer vampiro, y después rebanarle con la daga de plata para que se desangrara un tanto y ponerle en desventaja.
–Uno menos- Pensó la joven. - Finalmente a solas con su presa, sacó su pistola con balas de plata al mismo tiempo que el vampiro desenfundaba su pistola. Emmanuel era más veloz que cualquiera, por lo que la tarea ya estaba casi terminada… por una pequeña excepción: Ninguna bala atravesó el corazón de su oponente ya que el gatillo del arma se había atascado; como resultado la joven sintió el paso de la bala ajena penetrando su hombro izquierdo.
Herida y desarmada sólo había una cosa por hacer: Correr. Salió por la misma ventana por la que había entrado, saltando sobre el contenedor de basura, para luego subirse al techo de la vivienda. Corrió hasta que se terminó el largo del techo, entonces sólo había dos direcciones: Hacia abajo o hacia el próximo techo.
Emmanuel rodó para amortiguar el golpe al caer en el próximo tejado. En ese instante recodó por qué odiaba los techos de teja, eran de las superficies más inestables sobre las cuales podía estar. Sin perder tiempo, se incorporó y siguió corriendo, llevándose la mano derecha al hombro que comenzaba a sangrar de modo preocupante. Fue entonces cuando una de las tejas se soltó cayendo al suelo, arrastrándola con ella.
El golpe fue duro y seco, como si alguien hubiera arrojado una bolsa de arena desde una altura considerable. Emma entrecerró sus ojos para que la vista se normalizara. Al hacerlo divisó el contorno de un rostro. Alguien se había acercado a ella y se encontraba de pie, a su lado. ¿Amigo o enemigo?- Pensó la joven.
Última edición por Emmanuel H. Ashkenazi el Mar Oct 27, 2015 2:23 pm, editado 1 vez
Emmanuel H. Ashkenazi- Cazador Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
La noche ya había caído y Golnar ya estaba en la calle. Había elegido aquel día una falda larga y un corsé que remarcaba su cadera y sus pechos. Sería una jornada dura de trabajo. Últimamente, buscaba cualquier excusa para evitar el trabajo. Pero al hambre no le valía cualquier excusa y el dinero, por desgracia, era más que necesario en aquella sociedad. Se preguntó qué estaría haciendo Mirko en aquel instante. Seguro que se había vuelto del trabajo y se había encerrado en su casa. Ella negó con la cabeza, no cambiaría nunca pero le gustaba la personalidad del joven.
Vagaba por las calles sin ningún rumbo en concreto. Se adentraba en los oscuros callejones esperando ver a alguna presa a la que le pudiera sacar el dinero. Contorneaba sus caderas al andar y dejaba ver una de sus piernas por una de las rajas que tenía su falda. Lo había hecho a propósito, así engrandecía el apetito de los hombres.
Más de uno cayó en sus redes aquella noche y, aunque no lo había disfrutado demasiado, estaba bastante contenta por las monedas que había podido conseguir. Necesitaba seguir buscando más presas antes de que acabase su jornada de trabajo. Ella misma se había puesto un horario y por el día lograba hacer vida normal, como si se tratase de una mujer de clase media.
Siguió andando por las calles casi vacías. Los vicios siempre se tenían que satisfacer en secreto. Oyó un fuerte golpe y se alarmó. ¿Qué estaba pasando? Dobló la esquina de la calle y al fondo de la misma vio a un hombre correr, parecía herido. Contempló, horrorizada, cómo una teja caía sobre él y lo tumbaba. Corrió en su ayuda y se arrodilló. Miró a ambos lados antes de si quiera preguntarle si estaba bien. Debía asegurarse de que no había nadie que le persiguiera o ella se metería en un buen lío.
─¿Está bien?─ dijo sin saber muy bien cómo podía reaccionar. Alzó su mano temblorosa y le tocó el hombro derecho, intentando comprobar que aún estaba consciente─Déjeme que le ayude. ¿Qué le ha ocurrido? ¿Cómo se llama?─ creía recordar que había que preguntarle cosas al malherido por si, por algún casual, había perdido parte de la memoria. Le pareció de mala educación no presentarse así que añadió─Me llamo Golnar y quiero ayudarle, ¿vale?─ le había dado su nombre real y no el de prostituta. Era lógico, ¿qué prostituta ayudaría a un hombre malherido?
Vagaba por las calles sin ningún rumbo en concreto. Se adentraba en los oscuros callejones esperando ver a alguna presa a la que le pudiera sacar el dinero. Contorneaba sus caderas al andar y dejaba ver una de sus piernas por una de las rajas que tenía su falda. Lo había hecho a propósito, así engrandecía el apetito de los hombres.
Más de uno cayó en sus redes aquella noche y, aunque no lo había disfrutado demasiado, estaba bastante contenta por las monedas que había podido conseguir. Necesitaba seguir buscando más presas antes de que acabase su jornada de trabajo. Ella misma se había puesto un horario y por el día lograba hacer vida normal, como si se tratase de una mujer de clase media.
Siguió andando por las calles casi vacías. Los vicios siempre se tenían que satisfacer en secreto. Oyó un fuerte golpe y se alarmó. ¿Qué estaba pasando? Dobló la esquina de la calle y al fondo de la misma vio a un hombre correr, parecía herido. Contempló, horrorizada, cómo una teja caía sobre él y lo tumbaba. Corrió en su ayuda y se arrodilló. Miró a ambos lados antes de si quiera preguntarle si estaba bien. Debía asegurarse de que no había nadie que le persiguiera o ella se metería en un buen lío.
─¿Está bien?─ dijo sin saber muy bien cómo podía reaccionar. Alzó su mano temblorosa y le tocó el hombro derecho, intentando comprobar que aún estaba consciente─Déjeme que le ayude. ¿Qué le ha ocurrido? ¿Cómo se llama?─ creía recordar que había que preguntarle cosas al malherido por si, por algún casual, había perdido parte de la memoria. Le pareció de mala educación no presentarse así que añadió─Me llamo Golnar y quiero ayudarle, ¿vale?─ le había dado su nombre real y no el de prostituta. Era lógico, ¿qué prostituta ayudaría a un hombre malherido?
Golnar Richelieu- Prostituta Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
La imagen de a poco comenzó a ser más nítida pero aún así se encontraba desorientada, el golpe causado por la caída había sido bastante duro, pero el emocional por encontrar su plan perfecto reducido a añicos, sería mucho peor, pero como siempre, de momento sólo los dolores físicos predominaban. Escuchó una voz femenina, diciendo algo que sus oídos se negaron a descifrar , había cosas más importantes que debía hacer primero. Tenía que orientarse, buscar los puntos cardinales, ubicarse dentro del mapa. Ver ¡qué demonios le había sucedido! sensando cada parte de su cuerpo, buscando rápidamente las fuentes de dolor. ¿Podía caminar? Sí podía, pero sólo si lograba incorporarse.
La chica no alcanzó a tensar los músculos para intentar levantarse, cuando sintió que la mujer, borrosa hasta el momento, trataba de conseguir un poco de información. ¿A caso la estaba ayudando, o era uno de los vampiros que la perseguían, quien venía a buscar su cena?. La respuesta quedó contestada, cuando la voz preguntó si se encontraba bien. Emma reaccionó, dejando escapar algo así como un quejido de dolor ahogado, mientras se llevaba una mano a la frente, intentando que su mundo dejara de dar vueltas.
Nuevamente ignoró la voz de la extraña, mientras en su cabeza recorría la secuencia de errores que la habían llevado a terminar en aquel estado: Dolorida y con un balazo en el hombro. ¿Aún tenía su arma? Emma con toda naturalidad, llevó su mano al estuche que colgaba de su cinturón; éste estaba vacío. Al parecer que la había dejado dentro de la vivienda extraña. Más sorprendida que asustada, la joven levantó la vista rápidamente para estudiar el rostro de la mujer.
Nunca la había visto. Se levantó del suelo como pudo. Antes de poder abrir la boca para formular la pregunta, sus oídos acusaron tres juegos de pasos que se acercaban. Examinó los techos de las casas que la rodeaban, dejando por un tiempo de lado de reconocer como amenaza a la joven que tenía frente a ella. Divisó el alto techo de tejas del que había caído, y pudo imaginarse rápidamente, qué dirección habrían tomado los vampiros para continuar la persecución.
No había decidido aún si la mujer joven era amiga o enemiga, pero el caso era que, quien una vez fuera su presa, era un sujeto más que peligroso y no dejaría a aquella chica a su merced. Luego lo interrogaría, pero por ahora, su instinto volvía a llamarla –¡Corre!- Dijo tirando del brazo de la joven para que la siguiera, mientas comenzaba a correr en dirección opuesta a los vampiros, buscando con la mirada alguna clase de objeto que le permitiera hacer más equitativa la pelea.
Sabía que habría una pelea, ya que en su estado no podía correr por mucho tiempo sin desangrarse, y su objetivo principal, más allá de su salud, era darle muerte definitiva a la asquerosa criatura, que ahora comandaba una caza, en la que ella había pasado a ser la jugosa presa, junto con aquella misteriosa mujer que había tratado de ayudarle.
La chica no alcanzó a tensar los músculos para intentar levantarse, cuando sintió que la mujer, borrosa hasta el momento, trataba de conseguir un poco de información. ¿A caso la estaba ayudando, o era uno de los vampiros que la perseguían, quien venía a buscar su cena?. La respuesta quedó contestada, cuando la voz preguntó si se encontraba bien. Emma reaccionó, dejando escapar algo así como un quejido de dolor ahogado, mientras se llevaba una mano a la frente, intentando que su mundo dejara de dar vueltas.
Nuevamente ignoró la voz de la extraña, mientras en su cabeza recorría la secuencia de errores que la habían llevado a terminar en aquel estado: Dolorida y con un balazo en el hombro. ¿Aún tenía su arma? Emma con toda naturalidad, llevó su mano al estuche que colgaba de su cinturón; éste estaba vacío. Al parecer que la había dejado dentro de la vivienda extraña. Más sorprendida que asustada, la joven levantó la vista rápidamente para estudiar el rostro de la mujer.
Nunca la había visto. Se levantó del suelo como pudo. Antes de poder abrir la boca para formular la pregunta, sus oídos acusaron tres juegos de pasos que se acercaban. Examinó los techos de las casas que la rodeaban, dejando por un tiempo de lado de reconocer como amenaza a la joven que tenía frente a ella. Divisó el alto techo de tejas del que había caído, y pudo imaginarse rápidamente, qué dirección habrían tomado los vampiros para continuar la persecución.
No había decidido aún si la mujer joven era amiga o enemiga, pero el caso era que, quien una vez fuera su presa, era un sujeto más que peligroso y no dejaría a aquella chica a su merced. Luego lo interrogaría, pero por ahora, su instinto volvía a llamarla –¡Corre!- Dijo tirando del brazo de la joven para que la siguiera, mientas comenzaba a correr en dirección opuesta a los vampiros, buscando con la mirada alguna clase de objeto que le permitiera hacer más equitativa la pelea.
Sabía que habría una pelea, ya que en su estado no podía correr por mucho tiempo sin desangrarse, y su objetivo principal, más allá de su salud, era darle muerte definitiva a la asquerosa criatura, que ahora comandaba una caza, en la que ella había pasado a ser la jugosa presa, junto con aquella misteriosa mujer que había tratado de ayudarle.
Última edición por Emmanuel H. Ashkenazi el Mar Oct 27, 2015 5:50 pm, editado 1 vez
Emmanuel H. Ashkenazi- Cazador Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
No estaba segura de si la persona que estaba tirada en el suelo la escuchaba. Quizá el golpe había sido demasiado fuerte. Lo último que le faltaba a Golnar era tener la culpa de la muerte de alguien. Pero aún respiraba y vio que se llevó la mano a una parte de su ropa, como si buscase algo. Los ojos que la miraron eran de auténtica sorpresa. A lo mejor sí que había perdido la memoria y no recordaba ni cómo había llegado hasta allí. A lo mejor había perdido algo y la acusaría a ella de robo. Quizá se pondría a gritarle o algo mucho peor. En aquel momento deseó estar de vuelta en su casa, acogedora y calentita junto a Narcisse...
A penas tuvo tiempo de pensar pues la orden la tomó totalmente por sorpresa. ¿Por qué correr? ¿Quién la perseguía? Todo aquello era una locura. ¿Y si el personaje que tenía delante era un auténtico fugitivo, un ladrón o un asesino? No, no tenía sentido. Si fuese así, no le habría insistido en que corriese. No hubiese tirado de su brazo y hubiera intentado que siguiera su ritmo. Estaba en peligro y lo peor era que no sabía qué era lo que le perseguían.
─Espere, por favor─ dijo intentando detenerse pero era totalmente inútil─. ¿Qué está pasando? ¿Por qué corremos?
La confusión era demasiado grande como para ordenar a sus pies que frenasen en el acto. Estaba corriendo con un completo desconocido. No paraba de hacerse preguntas y no encontraba una respuesta satisfactoria. Todo aquello le pasaba por intentar ayudar a la gente. Durante la noche no había nada bueno en las calles. Solo personas sin alma que eran capaces de todo por conseguir sus asquerosos objetivos.
─No podrá correr mucho con esa herida. Será mejor que se detenga─ le intentó convencer con aquellas simples palabras pero seguro que eso ya lo sabía. No necesitaba recordar que alguien estuviera herido pero si lograba que sus palabras hicieran efecto, no estaba de más intentarlo.
A penas tuvo tiempo de pensar pues la orden la tomó totalmente por sorpresa. ¿Por qué correr? ¿Quién la perseguía? Todo aquello era una locura. ¿Y si el personaje que tenía delante era un auténtico fugitivo, un ladrón o un asesino? No, no tenía sentido. Si fuese así, no le habría insistido en que corriese. No hubiese tirado de su brazo y hubiera intentado que siguiera su ritmo. Estaba en peligro y lo peor era que no sabía qué era lo que le perseguían.
─Espere, por favor─ dijo intentando detenerse pero era totalmente inútil─. ¿Qué está pasando? ¿Por qué corremos?
La confusión era demasiado grande como para ordenar a sus pies que frenasen en el acto. Estaba corriendo con un completo desconocido. No paraba de hacerse preguntas y no encontraba una respuesta satisfactoria. Todo aquello le pasaba por intentar ayudar a la gente. Durante la noche no había nada bueno en las calles. Solo personas sin alma que eran capaces de todo por conseguir sus asquerosos objetivos.
─No podrá correr mucho con esa herida. Será mejor que se detenga─ le intentó convencer con aquellas simples palabras pero seguro que eso ya lo sabía. No necesitaba recordar que alguien estuviera herido pero si lograba que sus palabras hicieran efecto, no estaba de más intentarlo.
Golnar Richelieu- Prostituta Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
Emma comenzó a correr en dirección opuesta a los pasos que se aproximaban. A su vez se sintió agradecida de no tener que perder el tiempo explicando por el momento, que la lunática caída del cielo no era la amenaza, sino los vampiros cargados de ira que ahora las perseguían a ambas, pero si respondía a todas sus preguntas en ése instante, quizás entrara en pánico. El callejón que la cazadora decidió tomar, resultó estar increíblemente limpio, manteniéndolas a salvo por breves instantes. –¿Dónde hay una construcción abandonada cuando uno la necesita?-Pensó Emma, quien comenzaba a hacerse la idea pelear con los puños, y la poca energía que aún tenía.
Mientras mantenía la vista a los costados del callejón, pidiendo a su "amiga" que guardase silencio, sus oídos continuaban escuchando la posición de los tres vampiros que les perseguían. De pronto, uno de los pasos se apagó de repente, hasta dejar de escucharse. ¿Les tendría en la mira? ¿Había otra opción además de correr?,
– Nos persiguen tres vampiros - Respondió finalmente con voz gruesa y a dolorida - Espero que sepas pelear… Porque en el estado en que me encuentro, sólo podré hacerme cargo de uno-. Le miró a los ojos por un instante, intentando adivinar por qué había terminado también envuelta en esto, pero como siempre, las dudas podían esperar, primero había que sobrevivir.
Emma comenzó a sentir la necesidad de apartarse de ella por un instante para poder examinar su herida, porque como bien dijo, debía ser atendida, pero con lo concurrida que estaba la ruta tomada, su única oportunidad de hacerlo, era cambiando la trayectoria hacia otro callejón oscuro.
–Vamos a volver al callejón- Le indicó a la joven, tirando de ella nuevamente, para que doblaran en la primer equina oscura, donde al parecer todo estaba en calma. Sin embargo la sensación de alivio duró poco al escuchar un disparo, obligándola a agacharse y proteger con su cuerpo a la mujer haciendo uso de su característica velocidad, para evitar alojar una nueva bala en su cuerpo o en el ajeno.
Emma levantó la vista, encontrando una medianera a medio construir detrás de la cual se refugió. Sin habèrselo propuesto siquiera, había encontrado la construcción que tanto ansiaba. Tomó una pala de metal que oxidada, descansaba sobre el empedrado y se volvió a la joven –. Si te animas a enfrentarte a uno, yo me encargo del otro- propuso, sin siquiera saber si ella podría defenderse sola, o si tendría que cargar con la responsabilidad de proteger dos espaldas en lugar de una.
Mientras mantenía la vista a los costados del callejón, pidiendo a su "amiga" que guardase silencio, sus oídos continuaban escuchando la posición de los tres vampiros que les perseguían. De pronto, uno de los pasos se apagó de repente, hasta dejar de escucharse. ¿Les tendría en la mira? ¿Había otra opción además de correr?,
– Nos persiguen tres vampiros - Respondió finalmente con voz gruesa y a dolorida - Espero que sepas pelear… Porque en el estado en que me encuentro, sólo podré hacerme cargo de uno-. Le miró a los ojos por un instante, intentando adivinar por qué había terminado también envuelta en esto, pero como siempre, las dudas podían esperar, primero había que sobrevivir.
Emma comenzó a sentir la necesidad de apartarse de ella por un instante para poder examinar su herida, porque como bien dijo, debía ser atendida, pero con lo concurrida que estaba la ruta tomada, su única oportunidad de hacerlo, era cambiando la trayectoria hacia otro callejón oscuro.
–Vamos a volver al callejón- Le indicó a la joven, tirando de ella nuevamente, para que doblaran en la primer equina oscura, donde al parecer todo estaba en calma. Sin embargo la sensación de alivio duró poco al escuchar un disparo, obligándola a agacharse y proteger con su cuerpo a la mujer haciendo uso de su característica velocidad, para evitar alojar una nueva bala en su cuerpo o en el ajeno.
Emma levantó la vista, encontrando una medianera a medio construir detrás de la cual se refugió. Sin habèrselo propuesto siquiera, había encontrado la construcción que tanto ansiaba. Tomó una pala de metal que oxidada, descansaba sobre el empedrado y se volvió a la joven –. Si te animas a enfrentarte a uno, yo me encargo del otro- propuso, sin siquiera saber si ella podría defenderse sola, o si tendría que cargar con la responsabilidad de proteger dos espaldas en lugar de una.
Emmanuel H. Ashkenazi- Cazador Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
No obtenía respuesta y se estaba poniendo más nerviosa. No entendía nada y simplemente se estaba dejando llevar por alguien totalmente desconocido. Se quedó en total silencio cuando se lo pidió. Ni siquiera sabía por qué le hacía caso. Debía admitir que estaba asustada, no sabía si de verdad alguien estaba detrás de ellos o ni siquiera por qué demonios estaba involucrada ahora en ello. Pero todas sus preguntas se disiparon durante unos instantes cuando le reveló lo que parecía perseguirles.
─¿Vampiros? ¿Pelear?─ preguntó casi perpleja, ¿qué estaba pasando? Sin duda, el opio era demasiado malo para algunas personas pero sin embargo, había algo que hacía que no desconfiara del todo de sus palabras─. No sé cómo pretende que haga algo semejante...
Observó cómo se alejaba de ella unos segundos y examinaba su herida. Ni siquiera sabía dónde estaban. Se había desorientado y no podía pensar el camino más rápido para llegar a su casa. Aquella noche debía haber acabado hacía rato. Se volvió a repetir que ayudar a la gente no era nada bueno. Escuchó sus nuevas palabras y se sorprendió. Lo siguiente que sintió fue un tirón y un cuerpo sobre el suyo. El disparo resonó en sus oídos y pegó un grito que se vio apagado por el sonido del arma. Ahora sí que se había vuelto serio. Sus ojos estaban bien abiertos. No se creía lo que estaba pasando, ella no había hecho nada malo. ¿Y si tenía que luchar por su vida como le había dicho? No podía ser... Ella no peleaba. Podría hacerlo, de eso no cabía duda pero sabía que no sería tan buena como se esperaría.
─¿Q-qué hacemos?─ a penas podía hablar y la pregunta que había formulado había sido la peor que podía haber hecho. Se sentía como una estúpida. Ella creía que sabía defenderse en esas situaciones pero todo era tan aterrador. No tenía armas con que luchar y el adversario una pistola que sin duda acabaría con sus vidas en menos de un instante. Miró a su alrededor, su acompañante había encontrado una pala que le podría servir, pero ella no tenía nada. Solo había unos trozos de escombros a su alrededor. Eso no haría nada─. No tengo armas...
Abrió los ojos al máximo. Ahora que lo pensaba mejor... Había algo que había robado de su último cliente. No le había dado tiempo a mirarlo pero quizá le podría servir. Lo extrajo de entre sus medias y lo miró detenidamente. Estaba en una funda pero no cabía duda de que era una pequeña daga. Miró a su acompañante y asintió.
─Puedo tirar escombros y atraer a uno─ le dijo asintiendo mientras notaba cómo su corazón golpeaba fuertemente contra su pecho. Cogió una roca y la daga con su mano derecha, no sabía a qué se enfrentaba ni por qué pero habían intentado matarla y eso era más que suficiente. Esperaría a la señal de su acompañante para atacar.
─¿Vampiros? ¿Pelear?─ preguntó casi perpleja, ¿qué estaba pasando? Sin duda, el opio era demasiado malo para algunas personas pero sin embargo, había algo que hacía que no desconfiara del todo de sus palabras─. No sé cómo pretende que haga algo semejante...
Observó cómo se alejaba de ella unos segundos y examinaba su herida. Ni siquiera sabía dónde estaban. Se había desorientado y no podía pensar el camino más rápido para llegar a su casa. Aquella noche debía haber acabado hacía rato. Se volvió a repetir que ayudar a la gente no era nada bueno. Escuchó sus nuevas palabras y se sorprendió. Lo siguiente que sintió fue un tirón y un cuerpo sobre el suyo. El disparo resonó en sus oídos y pegó un grito que se vio apagado por el sonido del arma. Ahora sí que se había vuelto serio. Sus ojos estaban bien abiertos. No se creía lo que estaba pasando, ella no había hecho nada malo. ¿Y si tenía que luchar por su vida como le había dicho? No podía ser... Ella no peleaba. Podría hacerlo, de eso no cabía duda pero sabía que no sería tan buena como se esperaría.
─¿Q-qué hacemos?─ a penas podía hablar y la pregunta que había formulado había sido la peor que podía haber hecho. Se sentía como una estúpida. Ella creía que sabía defenderse en esas situaciones pero todo era tan aterrador. No tenía armas con que luchar y el adversario una pistola que sin duda acabaría con sus vidas en menos de un instante. Miró a su alrededor, su acompañante había encontrado una pala que le podría servir, pero ella no tenía nada. Solo había unos trozos de escombros a su alrededor. Eso no haría nada─. No tengo armas...
Abrió los ojos al máximo. Ahora que lo pensaba mejor... Había algo que había robado de su último cliente. No le había dado tiempo a mirarlo pero quizá le podría servir. Lo extrajo de entre sus medias y lo miró detenidamente. Estaba en una funda pero no cabía duda de que era una pequeña daga. Miró a su acompañante y asintió.
─Puedo tirar escombros y atraer a uno─ le dijo asintiendo mientras notaba cómo su corazón golpeaba fuertemente contra su pecho. Cogió una roca y la daga con su mano derecha, no sabía a qué se enfrentaba ni por qué pero habían intentado matarla y eso era más que suficiente. Esperaría a la señal de su acompañante para atacar.
Golnar Richelieu- Prostituta Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
Emma sopesó las posibilidades. Meditò uno segundos lo que la mujer le decía. Se cargó la pala metálica al hombro y cerró los ojos para que sus oídos viesen por ella. Estaba segura que sus perseguidores sabían que estaban vivas, y por la ira que parecían tener, no las dejarían escapar tan fácilmente. Lo único que restaba por hacer, era esperar a que entraran, tratar de atacarlos antes que pudieran reaccionar y rogar porque la desconocida que la acompañaba, realmente supiera pelear - aunque ya lo dudaba seriamente - y que a ella no se le agotaran las energías antes de tiempo.
Un ruido de vidrios rotos provenientes del segundo piso, quebraron el silencio.
-Espera un momento. No te muevas - dijo en tono bajo. -Si te sientes capaz de luchar, hazlo, si no, en medio de la trifulca huye. ¿De acuerdo? fue un placer - No sabía siquiera su nombre, pero agradecer el no reprocharle nada o caer en la histeria del momento, con aquel simple gesto, ya había ayudado bastante.
Emma hizo que sus ojos instantáneamente se desviaran hacia la escalera más cercana, esperando que, de ser el que entró, el sujeto que poseía el arma, no las encontrara en posición de blanco fácil. Afuera, unos pasos se acercaban hacia la puerta, ya tenía la ubicación del segundo vampiro. Miro a su compañera a los ojos, intentando desearle suerte con la mirada y quizás pidiendo algo de perdón por haberla arrestado hacia el peligro en lugar de salvarla, como quería hacerlo en un principio. ¿A caso las cosas podían haber salido peor? Pensó la joven. Si, siempre podían ser peores; eso lo aprendió con tropiezos, pero a estas alturas de su vida, el error cometido era inaceptable, y lo sabía.
El primer sujeto apareció, no cargaba ningún arma, lo que indicaba que tampoco era el vampiro que ella estaba esperando. Estaba a punto de comenzar a correr hacia él -si podía ocuparse de ambos vampiros ella sería lo mejor- cuando el tercer sujeto hizo acto de aparición, posando sus ojos siniestros sobre la chica. Emma suspiró nerviosa, sabiendo que tendría que ir en su ayuda, ya que ningún mortal ganaría una lucha cuerpo a cuerpo con un vampiro. Ella tenía experiencia sin embargo... -Perfecto, has logrado asesinar a una inocente – se dijo a si misma preparándose para salir en ayuda de la mujer, cuando notò que ése mismo vampiro - o parecia ser otro, no lograba discernir en aquel instante - arremetió contra uno de los dos perseguidores enfrascàndose en una lucha cuerpo a cuerpo -Demonios… ¿Nos ha ayudado un vampiro?- Pensó muy desconcertada, cuando de golpe, la puerta se abrió con fuerza:
Emma no dudo un segundo, se olvidó por completo de su acompañante de naturaleza sobrenatural y dio el primer golpe de pala, a la mano armada del vampiro. La pieza de armería cayó al piso y la joven la pateó lejos del alcance de su contrincante. Había sorprendido al sujeto, por lo que, si su habilidad se lo permitía, podía aplicarle un golpe más antes que éste intentara defenderse. –Un golpe para desequilibrarlo-pensó la joven quien aprovechó el impulso que le dio al objeto, para que tomara el sentido contrario, de arriba hacia abajo, sobre una diagonal perfecta, abriéndole una herida en la pierna izquierda al vampiro, con el filo de la pala. La atención de la criatura fue hacia su pierna, lo que le dio más tiempo para seguir atacando.
Emma lo empujó con el cuerpo, apoyándole el hombre lastimado contra el pecho; lo hizo por puro instinto de pelea, ya que había olvidado por completo que estaba lastimada a pesar de que aún sangraba. Gritó de dolor, pero al menos había derribado a su contrincante.
Colocó sus pies uno a cada de lado del vampiro, a la altura de las costillas. Lo miró a los ojos, y sonrió antes de elevar la pala verticalmente con el filo hacia abajo, y dejarla caer con fuerza sobre la garganta del sujeto, separándole la cabeza del cuerpo. Corrió por el arma, y sólo para asegurarse, le disparó en el corazón y entre los ojos. Luego se dejó caer sobre sus rodillas casi sin energía.
Con la mirada buscó a la joven que la acompañaba, asegurándose de que se mantenía aún con vida; sólo podía matar a la bestia inmortal y asesina que yacía en el piso, pero no al otro sujeto que entro de improviso. No sin la debida investigación, datos de seguimiento etc. La ecuación volvía a armarse en su cabeza. Levantó la vista, observando el triunfo del desconocido que aún con sangre en la boca, se elevò por los aires y abandono el lugar. Todo habìa sido tan extraño... La habían librado aquella noche, pero por muy poco.
Aún sobre sus rodillas, juntando fuerza para levantarse y con la respiración agitada, Emma centrò su atención a la chica -¿Te encuentras bien, desconocida?-, exclamó, apodando a la joven “Desconocida” a falta de nombre.
Un ruido de vidrios rotos provenientes del segundo piso, quebraron el silencio.
-Espera un momento. No te muevas - dijo en tono bajo. -Si te sientes capaz de luchar, hazlo, si no, en medio de la trifulca huye. ¿De acuerdo? fue un placer - No sabía siquiera su nombre, pero agradecer el no reprocharle nada o caer en la histeria del momento, con aquel simple gesto, ya había ayudado bastante.
Emma hizo que sus ojos instantáneamente se desviaran hacia la escalera más cercana, esperando que, de ser el que entró, el sujeto que poseía el arma, no las encontrara en posición de blanco fácil. Afuera, unos pasos se acercaban hacia la puerta, ya tenía la ubicación del segundo vampiro. Miro a su compañera a los ojos, intentando desearle suerte con la mirada y quizás pidiendo algo de perdón por haberla arrestado hacia el peligro en lugar de salvarla, como quería hacerlo en un principio. ¿A caso las cosas podían haber salido peor? Pensó la joven. Si, siempre podían ser peores; eso lo aprendió con tropiezos, pero a estas alturas de su vida, el error cometido era inaceptable, y lo sabía.
El primer sujeto apareció, no cargaba ningún arma, lo que indicaba que tampoco era el vampiro que ella estaba esperando. Estaba a punto de comenzar a correr hacia él -si podía ocuparse de ambos vampiros ella sería lo mejor- cuando el tercer sujeto hizo acto de aparición, posando sus ojos siniestros sobre la chica. Emma suspiró nerviosa, sabiendo que tendría que ir en su ayuda, ya que ningún mortal ganaría una lucha cuerpo a cuerpo con un vampiro. Ella tenía experiencia sin embargo... -Perfecto, has logrado asesinar a una inocente – se dijo a si misma preparándose para salir en ayuda de la mujer, cuando notò que ése mismo vampiro - o parecia ser otro, no lograba discernir en aquel instante - arremetió contra uno de los dos perseguidores enfrascàndose en una lucha cuerpo a cuerpo -Demonios… ¿Nos ha ayudado un vampiro?- Pensó muy desconcertada, cuando de golpe, la puerta se abrió con fuerza:
Emma no dudo un segundo, se olvidó por completo de su acompañante de naturaleza sobrenatural y dio el primer golpe de pala, a la mano armada del vampiro. La pieza de armería cayó al piso y la joven la pateó lejos del alcance de su contrincante. Había sorprendido al sujeto, por lo que, si su habilidad se lo permitía, podía aplicarle un golpe más antes que éste intentara defenderse. –Un golpe para desequilibrarlo-pensó la joven quien aprovechó el impulso que le dio al objeto, para que tomara el sentido contrario, de arriba hacia abajo, sobre una diagonal perfecta, abriéndole una herida en la pierna izquierda al vampiro, con el filo de la pala. La atención de la criatura fue hacia su pierna, lo que le dio más tiempo para seguir atacando.
Emma lo empujó con el cuerpo, apoyándole el hombre lastimado contra el pecho; lo hizo por puro instinto de pelea, ya que había olvidado por completo que estaba lastimada a pesar de que aún sangraba. Gritó de dolor, pero al menos había derribado a su contrincante.
Colocó sus pies uno a cada de lado del vampiro, a la altura de las costillas. Lo miró a los ojos, y sonrió antes de elevar la pala verticalmente con el filo hacia abajo, y dejarla caer con fuerza sobre la garganta del sujeto, separándole la cabeza del cuerpo. Corrió por el arma, y sólo para asegurarse, le disparó en el corazón y entre los ojos. Luego se dejó caer sobre sus rodillas casi sin energía.
Con la mirada buscó a la joven que la acompañaba, asegurándose de que se mantenía aún con vida; sólo podía matar a la bestia inmortal y asesina que yacía en el piso, pero no al otro sujeto que entro de improviso. No sin la debida investigación, datos de seguimiento etc. La ecuación volvía a armarse en su cabeza. Levantó la vista, observando el triunfo del desconocido que aún con sangre en la boca, se elevò por los aires y abandono el lugar. Todo habìa sido tan extraño... La habían librado aquella noche, pero por muy poco.
Aún sobre sus rodillas, juntando fuerza para levantarse y con la respiración agitada, Emma centrò su atención a la chica -¿Te encuentras bien, desconocida?-, exclamó, apodando a la joven “Desconocida” a falta de nombre.
Emmanuel H. Ashkenazi- Cazador Clase Baja
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Asintió al escuchar las palabras de su acompañante. No sabría cómo se enfrentaría a semejante situación. Ella nunca había pasado por algo así. Mucho menos si hablaban de vampiros. Eso no podía ser. Los vampiros solo existían en las novelas, en las imaginaciones de las personas. Pero no en la realidad. A penas tuvo tiempo de reaccionar, o su tiempo de reacción fue demasiado lento. Cuando quiso darse cuenta, su acompañante ya no estaba a su lado. Se quedó en su escondite con una respiración irregular y su corazón bombeando con fuerza sobre su pecho. ¿Qué estaba pasando? Quería tomar el consejo que le habían dado y huir pero sus piernas parecían no obedecer a sus órdenes.
“Corre” se repetía una y otra vez, mientras cerraba los ojos y tragaba con fuerza. Sus sentidos estaban alerta y podía notar la presencia de más personas en la sala pero ella seguía sin poder reaccionar si quiera. No notó, sin embargo, que uno de los atacantes había puesto su atención sobre ella. No lo notó hasta que alguien se abalanzó contra él. Giró su rostro para contemplar la pelea que se mantenía a poca distancia de ella. Con los ojos muy abiertos y las manos pegadas fuertemente sobre su pecho, observó la pelea que aquellos seres estaban manteniendo. Deseaba correr, quería desaparecer de allí lo más rápido posible pero las órdenes de su cerebro seguían sin ser escuchadas. Lo único que se le ocurrió fue rezar para que todo acabase cuanto antes. Hacía años que no recurría a la oración pero, en momentos desesperado, parecía lo único que fuese a funcionar.
A penas pasaron unos minutos, cuando uno de los seres había acabado con el otro, que yacía en el suelo totalmente cubierto de sangre. Era desagradable. Ahora que había acabado con uno, seguro que se dirigiría hacia ella. Pero no ocurrió. Simplemente, desapareció, como si hubiese sido una visión. La voz de su acompañante la asustó y se giró para contemplar el rostro de su salvación. Había demasiada sangre, demasiada muerte a su alrededor. Al principio le costó articular palabra alguna.
─S-sí, creo...─ dijo sin mucha confianza y con un leve temblor en su voz que delataba el miedo que había sentido─. ¿Y usted? ¿Está bien? ¿P-por qué le seguían?─ fueron las únicas preguntas que le asaltaron pero tenía muchas más, demasiadas como para soltarlas sin pensar.
“Corre” se repetía una y otra vez, mientras cerraba los ojos y tragaba con fuerza. Sus sentidos estaban alerta y podía notar la presencia de más personas en la sala pero ella seguía sin poder reaccionar si quiera. No notó, sin embargo, que uno de los atacantes había puesto su atención sobre ella. No lo notó hasta que alguien se abalanzó contra él. Giró su rostro para contemplar la pelea que se mantenía a poca distancia de ella. Con los ojos muy abiertos y las manos pegadas fuertemente sobre su pecho, observó la pelea que aquellos seres estaban manteniendo. Deseaba correr, quería desaparecer de allí lo más rápido posible pero las órdenes de su cerebro seguían sin ser escuchadas. Lo único que se le ocurrió fue rezar para que todo acabase cuanto antes. Hacía años que no recurría a la oración pero, en momentos desesperado, parecía lo único que fuese a funcionar.
A penas pasaron unos minutos, cuando uno de los seres había acabado con el otro, que yacía en el suelo totalmente cubierto de sangre. Era desagradable. Ahora que había acabado con uno, seguro que se dirigiría hacia ella. Pero no ocurrió. Simplemente, desapareció, como si hubiese sido una visión. La voz de su acompañante la asustó y se giró para contemplar el rostro de su salvación. Había demasiada sangre, demasiada muerte a su alrededor. Al principio le costó articular palabra alguna.
─S-sí, creo...─ dijo sin mucha confianza y con un leve temblor en su voz que delataba el miedo que había sentido─. ¿Y usted? ¿Está bien? ¿P-por qué le seguían?─ fueron las únicas preguntas que le asaltaron pero tenía muchas más, demasiadas como para soltarlas sin pensar.
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Re: Imperfect Equation / privado
Emma se arrastró unos centímetros utilizando la fuerza de sus piernas hasta apoyar la espalda contra una de las paredes ya levantadas de la vivienda en construcción. Tenía una mano en el hombro ensangrentado y la otra colgaba inerte. Llevó ante sus ojos la mano que apretaba al hombro dolorido encontrándola teñida de rojo.
La joven parecía no haber recibido ni un simple rasguño, lo que la hizo sentirse menos culpable por haberla arrastrado a la pelea. –Mejor imposible- contestó la pregunta con ironía, mientras apretaba los dientes al intentar verse la herida con la respiración aún agitada por la pelea, que le había quitado mayor cantidad de energías de las que estaba dispuesta a gastar, y ahora se encontraba apoyada contra la pared sin tener fuerza suficiente para levantarse.
-Tuve la mala fortuna de encontrarme en el momento menos adecuado, como tú. ¿Me ayudas a quitarme la chaqueta?- Preguntó luego del primer intento, sin resultados positivos. Lo miró a los ojos esperando su respuesta cuando notó que éstos estaban perdidos en su herida, mejor dicho, en su sangre. Era la peor de sus maldiciones para alguien que se jactaba de ser diestra con las armas.
-Mejor quédate donde estás, no vayas a mancharte- Dijo Emma con tranquilidad, antes que la joven pudiera acercarse –No creo que sea buena idea, ¿luego que explicaciones daría en tu casa?-Confesó dejando de observarla y volviendo a llevar su atención a la herida de bala.
Suspiró intentando olvidarse de lo ocurrido, tenía cosas más importantes de qué ocuparse, como la herida que la estaba matando. Sabía como tratarla, no era la primera vez que le disparaban y mucho menos la primera vez que la maldita bala no encontraba la forma de atravesarla y salir de su cuerpo.
-¿Por qué no escapaste? ¿por qué no huiste cuando te lo dije? - Eran pregunta tontas, de esas que la gente solía hacer. A ella no le interesaban las razones morales que habían arrastrado al joven a ayudarla. La pregunta la hizo simplemente para mantenerla hablando, mientras ella buscaba la forma de quitar las capas de tela de su hombro, alistando mentalmente lo que necesitaba para poder curarse y no morir desangrada frente a ella que, por mucho que a su ego le pesara, la había mantenido con vida, al menos hasta ese momento, pues aún se sentía con la responsabilidad de su seguridad. Quizás si ella no hubiese estado ahí a su lado, independientemente de las circunstancias, quizás hubiera doblado las manos y dejar que todo terminase.
Ahora bastaba con saber que aquella criatura - inesperadamente y contra todo pronóstico- les dio una mano cuando la necesitaron y eso era todo lo que ella sacaba en conclusión, pero que dejaba muchas dudas en en aire.
La joven parecía no haber recibido ni un simple rasguño, lo que la hizo sentirse menos culpable por haberla arrastrado a la pelea. –Mejor imposible- contestó la pregunta con ironía, mientras apretaba los dientes al intentar verse la herida con la respiración aún agitada por la pelea, que le había quitado mayor cantidad de energías de las que estaba dispuesta a gastar, y ahora se encontraba apoyada contra la pared sin tener fuerza suficiente para levantarse.
-Tuve la mala fortuna de encontrarme en el momento menos adecuado, como tú. ¿Me ayudas a quitarme la chaqueta?- Preguntó luego del primer intento, sin resultados positivos. Lo miró a los ojos esperando su respuesta cuando notó que éstos estaban perdidos en su herida, mejor dicho, en su sangre. Era la peor de sus maldiciones para alguien que se jactaba de ser diestra con las armas.
-Mejor quédate donde estás, no vayas a mancharte- Dijo Emma con tranquilidad, antes que la joven pudiera acercarse –No creo que sea buena idea, ¿luego que explicaciones daría en tu casa?-Confesó dejando de observarla y volviendo a llevar su atención a la herida de bala.
Suspiró intentando olvidarse de lo ocurrido, tenía cosas más importantes de qué ocuparse, como la herida que la estaba matando. Sabía como tratarla, no era la primera vez que le disparaban y mucho menos la primera vez que la maldita bala no encontraba la forma de atravesarla y salir de su cuerpo.
-¿Por qué no escapaste? ¿por qué no huiste cuando te lo dije? - Eran pregunta tontas, de esas que la gente solía hacer. A ella no le interesaban las razones morales que habían arrastrado al joven a ayudarla. La pregunta la hizo simplemente para mantenerla hablando, mientras ella buscaba la forma de quitar las capas de tela de su hombro, alistando mentalmente lo que necesitaba para poder curarse y no morir desangrada frente a ella que, por mucho que a su ego le pesara, la había mantenido con vida, al menos hasta ese momento, pues aún se sentía con la responsabilidad de su seguridad. Quizás si ella no hubiese estado ahí a su lado, independientemente de las circunstancias, quizás hubiera doblado las manos y dejar que todo terminase.
Ahora bastaba con saber que aquella criatura - inesperadamente y contra todo pronóstico- les dio una mano cuando la necesitaron y eso era todo lo que ella sacaba en conclusión, pero que dejaba muchas dudas en en aire.
Emmanuel H. Ashkenazi- Cazador Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
Se quedó en silencio mientras veía a su acompañante, sentarse apoyado en una pared. Estaba confusa. Realmente todo lo que había pasado en esos angustiosos minutos la habían descolocado totalmente. Al principio, había creído que su acompañante era un hombre pero había algo en su voz que le indicaba lo contrario. Ya no estaba segura y temía decirlo en voz alta por su ofendía a su acompañante.
Se incorporó levemente al escuchar si le podía ayudar pero pareció arrepentirse de esa propuesta. Aun así y, tras oír su última pregunta, se acercó y se arrodilló frente a su acompañante para ayudarle con la herida de bala.
─ Tiene suerte de que nadie diga nada en mi casa
Vaciló un poco pero, finalmente, le apartó la mano del hombro para poder ayudar a retirar la chaqueta. Tendría que hacerlo con sumo cuidado y despegando la tela de su cuerpo para no hacer sufrir más. Debía de estar pasando un momento angustioso pero algo le decía que no era la primera bala que recibía.
─. Ha sido un momento de tensión. Era incapaz de moverme… Quería huir pero si lo hacía, hubiese estado pensando en lo que te habría pasado.
Le examinó un poco la herida. Bajo la camisa para poder ver cómo de desagradable era aquello. No había curado muchas heridas y aquella no tenía el mejor de los aspectos. Podía aguantar aquella visión. No era de las que apartaba la mirada al ver sangre. Estaba algo acostumbrada a ello.
─No entiendo mucho de herida pero puedes ir dándome indicaciones ─ le sugirió posando su vista sobre su acompañante─ . Por cierto, aún no sé cómo te llamas.
Se incorporó levemente al escuchar si le podía ayudar pero pareció arrepentirse de esa propuesta. Aun así y, tras oír su última pregunta, se acercó y se arrodilló frente a su acompañante para ayudarle con la herida de bala.
─ Tiene suerte de que nadie diga nada en mi casa
Vaciló un poco pero, finalmente, le apartó la mano del hombro para poder ayudar a retirar la chaqueta. Tendría que hacerlo con sumo cuidado y despegando la tela de su cuerpo para no hacer sufrir más. Debía de estar pasando un momento angustioso pero algo le decía que no era la primera bala que recibía.
─. Ha sido un momento de tensión. Era incapaz de moverme… Quería huir pero si lo hacía, hubiese estado pensando en lo que te habría pasado.
Le examinó un poco la herida. Bajo la camisa para poder ver cómo de desagradable era aquello. No había curado muchas heridas y aquella no tenía el mejor de los aspectos. Podía aguantar aquella visión. No era de las que apartaba la mirada al ver sangre. Estaba algo acostumbrada a ello.
─No entiendo mucho de herida pero puedes ir dándome indicaciones ─ le sugirió posando su vista sobre su acompañante─ . Por cierto, aún no sé cómo te llamas.
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Re: Imperfect Equation / privado
Emma rió sarcásticamente al oír la respuesta del joven a su pregunta, -Vaya así que nadie dirá nada en tu casa-. Dijo intentando usar un tono no muy duro, para que su interlocutora no se ofendiera, aunque la mueca de dolor la acompañaba en casi todo momento –. ¿Por qué siempre termino conociendo la gente más rara?- Se preguntó la cazadora algo divertida de su propio destino, mientras apoyaba la cabeza en la porosa pared sin revocar, con la mirada perdida y desesperanzada. Sentía cómo de a poco perdía fuerzas, y de verse en un espejo, de seguro se notaría más pálida de lo normal. Pero no se estaba dando por vencida, eso jamás lo haría, solamente estaba intentado reunir fuerzas, de la forma que fuere.
Volvía a mirar a la joven, para notar que se estaba acercando lentamente. La joven se había comportado de forma excelente con ella, pero Emma, desconfiada como era, también tenía que lidiar con sus instintos que le decían: “¡Huye!”.
La mujer le quitó la chaqueta con tal delicadeza que no pudo evitar mirarla, como quien no cree lo que sus ojos le están enseñando –. Vaya espécimen extraño que eres- expresó con una dulce sonrisa que le costó más que correr con el hombro baleado, sintiéndose afortunada de haber encontrado alguien que pudiera serle de ayuda.
Cuando ella aseguró creer que podía quitarle la bala del hombro con algunas indicaciones, Emma llevó instintivamente la mano contraria al hombro, cubriendo la herida. Una cosa era que la salvara de unos vampiros iracundos, que peleara a su lado y que le quite la chaqueta para ver su herida. Otra cosa muy diferente era meterse con su cuerpo. El hecho que le dolería no le importaba en lo más mínimo, todo duele, el dolor es algo a lo que la cazadora estaba más que acostumbrada, pero el sólo echo de pensar que una persona ajena hiciese contacto su piel, con su sangre, le revolvía el estómago. -¿Cuánta idea tienes del cuerpo humano?- Preguntó aún desconfiada, cubriéndose la herida -¿Sabes que una herida como esta puede infectarse, y sobre todo, que sangra como el demonio?- Dijo elevando un poco el tono de voz, un poco más enojada ya que sabía que tenía pocas opciones, y aceptar su era la más viable si no quería morir desangrada.
Dejó caer la mano que cubría su hombro sobre el regazo, mirando en otra dirección, para evitar hacer contacto con ella. Con bastante desgano expresó –Vale, inténtalo. Creo que no tengo demasiadas opciones si es que quiero salir con vida de aquí- Dijo, sabiendo que no se perdonaría caer tan bajo, maldiciendo aquella noche en la que todo había salido mal.-Pero tendré esto conmigo en todo momento- Dijo tomando la pala metálica y enseñándosela, de forma graciosa, ya que con las fuerzas que le quedaban, poco podía hacer. –Ya sabes por si el olor atrae a nuevos visitantes. Aunque también lo hacia para defenderse de ella por si llegara a ofrecerse.
Volviendo a adquirir seriedad, confesó –.No es que desconfíe de ti… Bueno, si, desconfío de ti. Ni siquiera sé quien eres- Volvió a reír maldiciendo a su destino. Soltó la pala metálica, para pasar su mano por el rostro de ella, intentado quizás hacerle una caricia; probablemente le agradara el gesto y le daría confianza.
Acto seguido se llenó los pulmones de aire y dijo –Hazlo- introduciéndose luego, la manga de la chaqueta en la boca, para evitar gritar de dolor. –Ayuda a Emmanuel a salir de este embrollo –. Ya con esto respondía a su pregunta–. En una de mis botas tengo escondido un cuchillo, sacalo y.. escarba hasta que encuentres la bala. –cerro los ojos esperando la punzada de dolor.
Volvía a mirar a la joven, para notar que se estaba acercando lentamente. La joven se había comportado de forma excelente con ella, pero Emma, desconfiada como era, también tenía que lidiar con sus instintos que le decían: “¡Huye!”.
La mujer le quitó la chaqueta con tal delicadeza que no pudo evitar mirarla, como quien no cree lo que sus ojos le están enseñando –. Vaya espécimen extraño que eres- expresó con una dulce sonrisa que le costó más que correr con el hombro baleado, sintiéndose afortunada de haber encontrado alguien que pudiera serle de ayuda.
Cuando ella aseguró creer que podía quitarle la bala del hombro con algunas indicaciones, Emma llevó instintivamente la mano contraria al hombro, cubriendo la herida. Una cosa era que la salvara de unos vampiros iracundos, que peleara a su lado y que le quite la chaqueta para ver su herida. Otra cosa muy diferente era meterse con su cuerpo. El hecho que le dolería no le importaba en lo más mínimo, todo duele, el dolor es algo a lo que la cazadora estaba más que acostumbrada, pero el sólo echo de pensar que una persona ajena hiciese contacto su piel, con su sangre, le revolvía el estómago. -¿Cuánta idea tienes del cuerpo humano?- Preguntó aún desconfiada, cubriéndose la herida -¿Sabes que una herida como esta puede infectarse, y sobre todo, que sangra como el demonio?- Dijo elevando un poco el tono de voz, un poco más enojada ya que sabía que tenía pocas opciones, y aceptar su era la más viable si no quería morir desangrada.
Dejó caer la mano que cubría su hombro sobre el regazo, mirando en otra dirección, para evitar hacer contacto con ella. Con bastante desgano expresó –Vale, inténtalo. Creo que no tengo demasiadas opciones si es que quiero salir con vida de aquí- Dijo, sabiendo que no se perdonaría caer tan bajo, maldiciendo aquella noche en la que todo había salido mal.-Pero tendré esto conmigo en todo momento- Dijo tomando la pala metálica y enseñándosela, de forma graciosa, ya que con las fuerzas que le quedaban, poco podía hacer. –Ya sabes por si el olor atrae a nuevos visitantes. Aunque también lo hacia para defenderse de ella por si llegara a ofrecerse.
Volviendo a adquirir seriedad, confesó –.No es que desconfíe de ti… Bueno, si, desconfío de ti. Ni siquiera sé quien eres- Volvió a reír maldiciendo a su destino. Soltó la pala metálica, para pasar su mano por el rostro de ella, intentado quizás hacerle una caricia; probablemente le agradara el gesto y le daría confianza.
Acto seguido se llenó los pulmones de aire y dijo –Hazlo- introduciéndose luego, la manga de la chaqueta en la boca, para evitar gritar de dolor. –Ayuda a Emmanuel a salir de este embrollo –. Ya con esto respondía a su pregunta–. En una de mis botas tengo escondido un cuchillo, sacalo y.. escarba hasta que encuentres la bala. –cerro los ojos esperando la punzada de dolor.
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Re: Imperfect Equation / privado
No respondió al comentario. Eran desconocidos que habían tenido un encuentro bastante fuerte. Aún no estaba lista para contarle su vida ni mucho menos, aunque lo cierto es que se lo debía. Pero eso no era su principal objetivo. En aquel instante, tenía que curar a su salvavidas. Le miró algo extrañada cuando la llamó “espécimen extraño” aun así acabó por sonreírle, se lo tomó como un cumplido.
Se quedó unos segundos en silencio, tratando de averiguar cuánto sabía ella de cuerpo humano. Lo cierto era que había leído varios libros donde describían la anatomía humana pero hacía bastante tiempo de eso. Si Mirko estuviera allí, seguro que le ayudaba.
─ ¿Te sirve con que he visto bastantes cuerpos humanos? ─ quería liberar tensión pero parecía que de su interior no se iba el nerviosismo. Jamás había pasado por una situación semejante.
No supo si alegrarse o no cuando le dio el visto bueno. Aunque no parecía tener demasiada seguridad en ello. Era normal, y como dijo más tarde, no la conocía. Podría ser perfectamente una cosa de esas que habían intentado atacarle. Pero ella no era así, ella era buena, dentro de lo que cabía.
─ Vale, escarbar hasta que encuentre la bala─ se repitió a sí misma y se alargó si mano para coger el cuchillo que tenía escondido. En la primera bota no pudo encontrarlo y tuvo que inspeccionar la segunda para dar con él.
La parte más difícil venía ahora. Miró la herida y luego el cuchillo. Le dolería, eso lo tenía muy claro pero detestaba hacer daño a alguien. Aunque era un daño para evitar que se muriera así que algo bueno sacaría de todo aquello.
Poco a poco fue inspeccionando la herida, era torpe, cualquiera lo vería. Intentaba no mirar demasiado a la herida. Vale que la sangre no fuese para ella un gran problema per aquello sobrepasaba todo lo que había hecho antes. Trataba, incansablemente, de mantener su mente fría. Ni se quería imaginar el dolor que estaba sufriendo Emmanuel pero era por su propio bien. No podía estar demasiado profundo… Sus movimientos se detuvieron en seco al dar con algo más duro que la carne
─ Creo…─ dijo algo dubitativa─. Creo que la he encontrado. ¿Ahora qué?─ no quería dar un paso en falso y necesitaba saber con exactitud cuál era el siguiente movimiento a realizar.
Se quedó unos segundos en silencio, tratando de averiguar cuánto sabía ella de cuerpo humano. Lo cierto era que había leído varios libros donde describían la anatomía humana pero hacía bastante tiempo de eso. Si Mirko estuviera allí, seguro que le ayudaba.
─ ¿Te sirve con que he visto bastantes cuerpos humanos? ─ quería liberar tensión pero parecía que de su interior no se iba el nerviosismo. Jamás había pasado por una situación semejante.
No supo si alegrarse o no cuando le dio el visto bueno. Aunque no parecía tener demasiada seguridad en ello. Era normal, y como dijo más tarde, no la conocía. Podría ser perfectamente una cosa de esas que habían intentado atacarle. Pero ella no era así, ella era buena, dentro de lo que cabía.
─ Vale, escarbar hasta que encuentre la bala─ se repitió a sí misma y se alargó si mano para coger el cuchillo que tenía escondido. En la primera bota no pudo encontrarlo y tuvo que inspeccionar la segunda para dar con él.
La parte más difícil venía ahora. Miró la herida y luego el cuchillo. Le dolería, eso lo tenía muy claro pero detestaba hacer daño a alguien. Aunque era un daño para evitar que se muriera así que algo bueno sacaría de todo aquello.
Poco a poco fue inspeccionando la herida, era torpe, cualquiera lo vería. Intentaba no mirar demasiado a la herida. Vale que la sangre no fuese para ella un gran problema per aquello sobrepasaba todo lo que había hecho antes. Trataba, incansablemente, de mantener su mente fría. Ni se quería imaginar el dolor que estaba sufriendo Emmanuel pero era por su propio bien. No podía estar demasiado profundo… Sus movimientos se detuvieron en seco al dar con algo más duro que la carne
─ Creo…─ dijo algo dubitativa─. Creo que la he encontrado. ¿Ahora qué?─ no quería dar un paso en falso y necesitaba saber con exactitud cuál era el siguiente movimiento a realizar.
Golnar Richelieu- Prostituta Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
Emma quería el trozo de metal fuera de su cuerpo en ese mismo instante, dio permiso a la joven para comenzar con la extracción de la bala, colocándose de inmediato la manga de su chaqueta en la boca. Sintió los dedos introducirse en su cuerpo, desgarrando la carne a medida que avanzaban para encontrar el proyectil. la cazadora mordió con fuerza la chaqueta evitando emitir sonido alguno, más que apagado quejido. –Vamos Emmanuel, tu puedes, aguanta el dolor- repetía mentalmente, manteniendo los ojos cerrados; no porque le diera impresión observar su propia sangre correr, sino porque el dolor no se lo permitió de otra forma. El sudor le recorría la frente y las pulsaciones de su corazón no hacían más que aumentar.
El ruido metálico de la bala impactando sobre el suelo, le indicó que el dolor cesaría pronto. Cuando pudo abrió los ojos, examinando qué haría la chica a continuación, más por curiosidad que por poder hacer algo. La cazadora intentó resistirse moviendo un poco su hombro, pero su resistencia cesó instantáneamente, no había otra forma de desinfectar la herida y la tampoco podía esperar que volver a casa con un agujero en el hombro, esperando que milagrosamente se cerrase sin infectarse. Otro golpe duro para su ahora arruinado ego - Creo que... vas a tener que buscar algún fierro que no esté enmohecido y...Vamos a tener que encender una fogata. Lo pondremos encima y cuando esté al rojo vivo, tendrás que ponerlo encima para que se cierre.
Hablar, era lo único que podía hacer mientras recuperaba el aliento, esperando a que su corazón descansase. Le quedaban pocas fuerzas, pero aún así no permitiría que la joven la cargara hasta su casa, sus intensiones eran abandonar la vivienda en construcción, impulsada por sus propias piernas.
El ruido metálico de la bala impactando sobre el suelo, le indicó que el dolor cesaría pronto. Cuando pudo abrió los ojos, examinando qué haría la chica a continuación, más por curiosidad que por poder hacer algo. La cazadora intentó resistirse moviendo un poco su hombro, pero su resistencia cesó instantáneamente, no había otra forma de desinfectar la herida y la tampoco podía esperar que volver a casa con un agujero en el hombro, esperando que milagrosamente se cerrase sin infectarse. Otro golpe duro para su ahora arruinado ego - Creo que... vas a tener que buscar algún fierro que no esté enmohecido y...Vamos a tener que encender una fogata. Lo pondremos encima y cuando esté al rojo vivo, tendrás que ponerlo encima para que se cierre.
Hablar, era lo único que podía hacer mientras recuperaba el aliento, esperando a que su corazón descansase. Le quedaban pocas fuerzas, pero aún así no permitiría que la joven la cargara hasta su casa, sus intensiones eran abandonar la vivienda en construcción, impulsada por sus propias piernas.
Emmanuel H. Ashkenazi- Cazador Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
Jamás le gustaba hacer daño a las personas. Era por una causa mayor pero verla sufrir era algo superior a ella. Estaba angustiada por solo verla cerrar los ojos y apretar la manga de esa manera. ¿Cuántas heridas habrá tenido? Seguro que aquella no era la primera. Si se dedicaba a cazar… o a matar… No lo sabía con seguridad, jamás pensó que hubiera cosas tan escalofriantes fuera.
Escuchó sus palabras y asintió mientras tragaba saliva. Sus manos estaban manchadas de sangre. Nunca la había visto tan rojas. Aquella imagen se grabó en su retina y de seguro que no se eliminaría en mucho tiempo. Fuego… Fuego, ¿cómo hacían fuego allí? Había madera pero dudaba que fuese suficiente para lograrlo. De todas maneras, no perdía nada por intentar. Cogió dos maderas, había hecho fuego de aquella manera en casa. Su madre le había enseñado para un caso extremo de necesidad. Era lo que tenía ser pobre, no tenías dinero para que otros hicieran fuego por ti. Lo intentó de la manera más tradicional que había: mediante fricción de dos maderas. Quizá no surtiría efecto pero el tiempo corría en su contra.
─ Espero que esto funcione ─ susurró mientras giraba el palo entre sus manos. El tiempo no era el más adecuado pero quizá podría funcionar─ . ¿Tiene otra idea?─ preguntó por si aquello no funcionaba.
Pero un hilo de humo comenzó a salir de la madera cuando ya llevaba varios largos minutos. Intentó que aquello no se apagara. Esperaba que funcionase y rezaba para que todo saliese bien y la suerte del desconocido fuese a su favor. Una pequeña llama salió de la madera y sonrió llena de satisfacción por haber ganado una pequeña batalla. Intentó avivar el fuego con más madera. Venía bien también para calentarlos.
─¡Lo conseguí!─ le dijo, como si no fuese evidente. Buscó por el lugar un trozo de hierro, lo cierto que el lugar le ofrecía todo lo que podía necesitar. No era demasiado difícil encontrar algo así en un sitio como aquel. Consiguió un fierro y lo acercó al fuego mientras buscaba la mejor manera de seguir avivando el fuego─ Supongo que no será la primera vez que le pasa algo así, ¿verdad?
No quería ser entrometida pero el silencio era demasiado helado como para dejarlo estar. Dejó que el hierro se calentase, era necesario que estuviese ardiendo. Aquello tenía que doler, mucho. Seguro que estaba sufriendo internamente al pensar en lo que venía a continuación. Lo mejor sería que se calmase antes de pasar a la acción.
Escuchó sus palabras y asintió mientras tragaba saliva. Sus manos estaban manchadas de sangre. Nunca la había visto tan rojas. Aquella imagen se grabó en su retina y de seguro que no se eliminaría en mucho tiempo. Fuego… Fuego, ¿cómo hacían fuego allí? Había madera pero dudaba que fuese suficiente para lograrlo. De todas maneras, no perdía nada por intentar. Cogió dos maderas, había hecho fuego de aquella manera en casa. Su madre le había enseñado para un caso extremo de necesidad. Era lo que tenía ser pobre, no tenías dinero para que otros hicieran fuego por ti. Lo intentó de la manera más tradicional que había: mediante fricción de dos maderas. Quizá no surtiría efecto pero el tiempo corría en su contra.
─ Espero que esto funcione ─ susurró mientras giraba el palo entre sus manos. El tiempo no era el más adecuado pero quizá podría funcionar─ . ¿Tiene otra idea?─ preguntó por si aquello no funcionaba.
Pero un hilo de humo comenzó a salir de la madera cuando ya llevaba varios largos minutos. Intentó que aquello no se apagara. Esperaba que funcionase y rezaba para que todo saliese bien y la suerte del desconocido fuese a su favor. Una pequeña llama salió de la madera y sonrió llena de satisfacción por haber ganado una pequeña batalla. Intentó avivar el fuego con más madera. Venía bien también para calentarlos.
─¡Lo conseguí!─ le dijo, como si no fuese evidente. Buscó por el lugar un trozo de hierro, lo cierto que el lugar le ofrecía todo lo que podía necesitar. No era demasiado difícil encontrar algo así en un sitio como aquel. Consiguió un fierro y lo acercó al fuego mientras buscaba la mejor manera de seguir avivando el fuego─ Supongo que no será la primera vez que le pasa algo así, ¿verdad?
No quería ser entrometida pero el silencio era demasiado helado como para dejarlo estar. Dejó que el hierro se calentase, era necesario que estuviese ardiendo. Aquello tenía que doler, mucho. Seguro que estaba sufriendo internamente al pensar en lo que venía a continuación. Lo mejor sería que se calmase antes de pasar a la acción.
Golnar Richelieu- Prostituta Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
Cada vez veía más cercano el encuentro con el hierro ardiente. Sería la primera vez, había visto a varios cazadores más hacerlo, pero nunca experimentado con su propio cuerpo. Pero de no hacerlo, moriría desangrada y no estaba entre sus planes morir tan pronto. No aún, y no sin descubrir cosas de su pasado que no terminaban claras. Mucha vida por delante y deseos irrefutables de buscarle un significado a su vida existencia por la tierra.
Meditaba también sobre el hecho de que la señorita presente, era más avispada de lo que aparentaba. Estaba siendo de mucha ayuda y Emma estaba desconcertada. Jamás nadie le había ofrecido ayuda, mucho menos en aquellas circunstancias tan desfavorables. La cazadora deseaba darle las gracias, pero su voz estaba seca. Tanto tiempo transcurrido ya desde que alguien fue honesta, que pensaba que la gratitud ya no existía por aquellas tierras de nadie.
-Ahora necesito que me alcances algo que pueda morder. En cuanto coloques ese hierro ardiente sobre mi herida, va a doler como el carajo. - tragó saliva. Se consideraba una persona valiente, una cazadora fuera de serie capaz de soportar toda clase de dolor, incluidas las del alma; pero tan adolorida y mareada estaba por la pérdida de sangre, que no sabía si podría seguir despierta una vez sintiera como la carne se quemaba. -Claro que no necesitas ver este espectáculo. Suficiente haz hecho ya con no dejarme morir por el momento. Puedes irte si es tu deseo. Ya no habrá peligro por el camino, confía en mí. Tu casa te espera... En verdad puedes irte, que yo me las puedo arreglar sola - Bajó la mirada. Sentirse expuesta y débil ante los ojos de aquella mujer, le hacía sentir incómoda.
Emma sabía que existían varios clases de personas y ella. La mujer ahí presente era una de esas, ayudando sin esperar nada a cambio por el momento. La otra, las criaturas sobrenaturales. Otras más, la clase burguesa que pisoteaba a las clases menos favorecidas y... ¡Bha! Cerró los ojos esperando. Pero ¿qué esperaba exactamente? ¿No habría sido mejor morir desangrada? La vida le había quitado todo. ¿Por qué se aferraba a seguir cargando la miseria sobre su espalda?
Meditaba también sobre el hecho de que la señorita presente, era más avispada de lo que aparentaba. Estaba siendo de mucha ayuda y Emma estaba desconcertada. Jamás nadie le había ofrecido ayuda, mucho menos en aquellas circunstancias tan desfavorables. La cazadora deseaba darle las gracias, pero su voz estaba seca. Tanto tiempo transcurrido ya desde que alguien fue honesta, que pensaba que la gratitud ya no existía por aquellas tierras de nadie.
-Ahora necesito que me alcances algo que pueda morder. En cuanto coloques ese hierro ardiente sobre mi herida, va a doler como el carajo. - tragó saliva. Se consideraba una persona valiente, una cazadora fuera de serie capaz de soportar toda clase de dolor, incluidas las del alma; pero tan adolorida y mareada estaba por la pérdida de sangre, que no sabía si podría seguir despierta una vez sintiera como la carne se quemaba. -Claro que no necesitas ver este espectáculo. Suficiente haz hecho ya con no dejarme morir por el momento. Puedes irte si es tu deseo. Ya no habrá peligro por el camino, confía en mí. Tu casa te espera... En verdad puedes irte, que yo me las puedo arreglar sola - Bajó la mirada. Sentirse expuesta y débil ante los ojos de aquella mujer, le hacía sentir incómoda.
Emma sabía que existían varios clases de personas y ella. La mujer ahí presente era una de esas, ayudando sin esperar nada a cambio por el momento. La otra, las criaturas sobrenaturales. Otras más, la clase burguesa que pisoteaba a las clases menos favorecidas y... ¡Bha! Cerró los ojos esperando. Pero ¿qué esperaba exactamente? ¿No habría sido mejor morir desangrada? La vida le había quitado todo. ¿Por qué se aferraba a seguir cargando la miseria sobre su espalda?
Emmanuel H. Ashkenazi- Cazador Clase Baja
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Re: Imperfect Equation / privado
Golnar tragó saliva mientras le hablaba. Algo que poder morder… Bueno, siempre llevaba un pañuelo por si acaso lo necesitaba así que sacó de su corpiño el pañuelo blanco- aunque con el uso parecía más un tono grisáceo- y lo dobló de manera que no se hiciese daño en la boca cuando estuviese. Se lo acercó a la boca cuando oyó lo que le decía. Perder sangre le tenía que haber afectado al cerebro.
─Sí, claro, como si fuese a dejar que te mueras aquí─ le dijo volviendo a acercar el pañuelo para que lo mordiese. Ni en sueños iba a dejarla así, en ese estado─. Venga, será rápido.
Aunque no sabía si lo que estaba diciendo era cierto pero tenía que calmarla como fuese para que no sufriera más de lo que debía. Sacó el hierro del fuego y vaciló durante unos segundos pero, cuando se aseguró que todo estaba listo, posó el férreo sobre la herida para cerrarla por completo. Sabía que dolía, que tenía que estar sufriendo pero no había otra manera de hacerlo. Le llevó el olor a piel quemada, era desagradable pero aguantaba lo mejor que podía. Cuando comprobó que la herida estaba correctamente cerrada, apartó el hierro de su piel y lo tiró a un lado. Le temblaban un poco las manos pero ya podía respirar tranquila, ya había pasado todo. Había sido duro y había sido la primera vez que hacía algo por el estilo. Al menos había aprendido por si en un futuro pasaba por algo similar.
─¿Ves? No ha sido para tanto─ se lo decía más a ella misma─. ¿En serio creías que te iba a dejar? No hubiese vivido bien sabiendo que podías haber muerto…
─Sí, claro, como si fuese a dejar que te mueras aquí─ le dijo volviendo a acercar el pañuelo para que lo mordiese. Ni en sueños iba a dejarla así, en ese estado─. Venga, será rápido.
Aunque no sabía si lo que estaba diciendo era cierto pero tenía que calmarla como fuese para que no sufriera más de lo que debía. Sacó el hierro del fuego y vaciló durante unos segundos pero, cuando se aseguró que todo estaba listo, posó el férreo sobre la herida para cerrarla por completo. Sabía que dolía, que tenía que estar sufriendo pero no había otra manera de hacerlo. Le llevó el olor a piel quemada, era desagradable pero aguantaba lo mejor que podía. Cuando comprobó que la herida estaba correctamente cerrada, apartó el hierro de su piel y lo tiró a un lado. Le temblaban un poco las manos pero ya podía respirar tranquila, ya había pasado todo. Había sido duro y había sido la primera vez que hacía algo por el estilo. Al menos había aprendido por si en un futuro pasaba por algo similar.
─¿Ves? No ha sido para tanto─ se lo decía más a ella misma─. ¿En serio creías que te iba a dejar? No hubiese vivido bien sabiendo que podías haber muerto…
Golnar Richelieu- Prostituta Clase Baja
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