AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Imperfect Tenses - Privado
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Imperfect Tenses - Privado
Mientras revestía su cuerpo con la indumentaria apropiada, sus dedos largos y suaves pasaron por encima de las cicatrices, aquellas que su hermano le había causado después de haberse enfrentado aquella noche, cuando de manera abrupta su destino fue alterado de forma tan atroz. Había llorado lo suficiente como para regresar a esa práctica una vez más. No hizo más que suspirar y elevar una plegaria a la noche, esperando que llegado el día de reencontrarse con aquel monstruo a quien alguna vez amó, hallara paz de alguna forma en su sendero de destrucción que día a día trazaba ahora que se presentaba a sí mismo como un vengador y guardián del don oscuro. Se recostó sobre la mullida cama aunque no supo en que momento perdió la consciencia por completo. Su cuerpo no presentaba cansancio en lo absoluto, era bien, el hecho de viajar al otro día a la santa Sede que aprisionaba su mente en un torbellino de ideas.
El trayecto del viaje resultó extrañamente corto y aunque había demasiadas cosas por archivar y documentos que entregar no pudo evitar ser asaltada por la misma pregunta que los laberintos de su psiquis maquinaban todos los días. ¿Su vida resultaría distinta si el fallo de sus padres hubiera favorecido a su hermano? De ser esto posible ella no lo pensaría dos veces, daría todo lo que es para regresar el tiempo y devolverles la vida a sus padres, pero sobre todo, la calma al alma corrompida por el veneno de la venganza a su hermano mayor. Trató de mostrar la mayor entereza cuando se le advirtió había arribado y agradeció al cochero cuando fue escoltada por el mismo hasta el interior de las instalaciones. Tras ese velo de aflicción Bärbel era bien conocida en su facción por ser una mujer metódica y sumamente perspicaz, por dichas razones su presencia resultaba imprescindible.
El eco de sus pasos resonaba a través de los pasillos, hiriendo la tranquilidad que flotaba sobre los mismos. El salón estaba abierto ya y tras ingresar solo un par de inquisidores más arribaron al cenáculo que estaba por dar inicio. El tema cardinal se inclinaba hacia la caza de sobrenaturales en áreas específicas de Paris. Ella y un soldado más serían los encargados con su vasto conocimiento de informar al resto de los asistentes, los nombres, descripciones físicas, así como estadísticas de mortandad en los últimos meses. Era inevitable pensar que dentro de aquellas cifras muchos inocentes habían pagado el precio de toparse con algún ser sobrenatural. Las horas transcurrieron con diversos puntos de opinión. Su mente estaba agotada y solo necesitaba un descanso y beber un té antes de ir a descansar. El gentío abandonaba el recinto, mientras ella sonreía agotada a cada uno de los soldados que le congratulaba por el trabajo realizado previamente.
Ninguno resultaba alguien conocido, el camino hacia su habitación fue inesperadamente interrumpido por la voz suave de una persona que le llamaba por su nombre.
–Buenas noches, dígame ¿En qué puedo servirle?–
El trayecto del viaje resultó extrañamente corto y aunque había demasiadas cosas por archivar y documentos que entregar no pudo evitar ser asaltada por la misma pregunta que los laberintos de su psiquis maquinaban todos los días. ¿Su vida resultaría distinta si el fallo de sus padres hubiera favorecido a su hermano? De ser esto posible ella no lo pensaría dos veces, daría todo lo que es para regresar el tiempo y devolverles la vida a sus padres, pero sobre todo, la calma al alma corrompida por el veneno de la venganza a su hermano mayor. Trató de mostrar la mayor entereza cuando se le advirtió había arribado y agradeció al cochero cuando fue escoltada por el mismo hasta el interior de las instalaciones. Tras ese velo de aflicción Bärbel era bien conocida en su facción por ser una mujer metódica y sumamente perspicaz, por dichas razones su presencia resultaba imprescindible.
El eco de sus pasos resonaba a través de los pasillos, hiriendo la tranquilidad que flotaba sobre los mismos. El salón estaba abierto ya y tras ingresar solo un par de inquisidores más arribaron al cenáculo que estaba por dar inicio. El tema cardinal se inclinaba hacia la caza de sobrenaturales en áreas específicas de Paris. Ella y un soldado más serían los encargados con su vasto conocimiento de informar al resto de los asistentes, los nombres, descripciones físicas, así como estadísticas de mortandad en los últimos meses. Era inevitable pensar que dentro de aquellas cifras muchos inocentes habían pagado el precio de toparse con algún ser sobrenatural. Las horas transcurrieron con diversos puntos de opinión. Su mente estaba agotada y solo necesitaba un descanso y beber un té antes de ir a descansar. El gentío abandonaba el recinto, mientras ella sonreía agotada a cada uno de los soldados que le congratulaba por el trabajo realizado previamente.
Ninguno resultaba alguien conocido, el camino hacia su habitación fue inesperadamente interrumpido por la voz suave de una persona que le llamaba por su nombre.
–Buenas noches, dígame ¿En qué puedo servirle?–
Última edición por Bärbel Schweinsteiger el Lun Ago 15, 2016 10:10 pm, editado 1 vez
Ana María de Borja- Humano Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 20/10/2015
Re: Imperfect Tenses - Privado
—Tan sólo me preguntaba ¿cuánto de tu tiempo se ha ganado uno de los hombres que te salvo la vida? …—le dijo a la que tan sólo unos años atrás fuese su protegida pero a la que no veía en un largo tiempo. Nada de saludos, nada de preguntas, sólo eso, quería hablar con ella y a pesar de haber viajado desde París sólo para verle, su visita no era para saber cómo se encontraba o qué había sido de ella, sino que la única razón de su presencia ahí era para reclutarle.
En realidad todo lo que necesitaba saber sobre ella después de todo este tiempo ya lo sabía, las respuestas a todas esas preguntas que le habría hecho de encontrarle en otra situación, las obtuvo hace tan solo unos instantes. Él era uno de los presentes en la reunión que se había llevado a cabo y la cual ella presidía. Entre otras cosas no le sorprendido que Bärbel no le hubiese reconocido pues aquello sólo le demostraba que su pasado y con ello sus fantasmas aún le perseguían y que era probable que aunque ella se esforzase en ocultarlo, y vaya que lo hacía bien, su familia y el hermano que terminó con esta eran lo único en lo que seguía pensando, y eso era mucho más de lo que necesitaba saber. Probablemente, si hubiese sido cualquier otra persona, Renan hubiese preferido regresar a Paris solo, pero la verdad era que la necesitaba.
Desde el mismo instante en el que se había visto a sí mismo incapaz de seguir con la investigación solo, su nombre fue lo único que le vino a la cabeza. Seguramente existían mejores opciones, inquisidores más capaces y con menos problemas, pero Renan necesitaba a alguien en quien pudiera confiar y esperaba que el conocer a Bärbel hace unos años atrás le rindiera frutos ahora. La realidad era que entre todo Renan necesitaba que si llegase el momento, Bärbel le devolviera el favor, esperaba que la vida que él y sus compañeros le habían arrebatado a su hermano aquella noche fuera pagada cuando llegase su momento. Estaba seguro que nadie, además de ella, podría hacer algo así por él.
La recompensa de pelear por la iglesia y de ayudar a un camarada podría haber sido suficiente para los demás inquisidores, pero no para él. Encontrarse con una jovencita llena de temor y tristeza pero sobre necesitada de una guía fue para Renan como encontrar una mina de oro. Lo que terminó invirtiendo en ella nunca fue para él una pérdida de tiempo pues sabía que tarde o temprano llegaría el momento de saldar cuentas, lo único que le preocupaba era que Bärbel pudiese encontrar a su hermano antes de que llegará ese momento, o peor aún que este decidiera encontrarle a ella. Una vez consumada su venganza, o cualquiera que fuera su intención al reencontrarle, era probable que ella dejará todo a un lado o que terminase muerta, como fuese, en cualquiera de los dos casos de nada le serviría.
Cuando la reunión terminó, Renan permaneció en su asiento esperando a que todos abandonasen la sala. Una vez afuera espero unos segundos a que el último hombre le presentara sus agradecimientos a Bärbel y luego la siguió en silencio por unos minutos. Durante sólo este corto tiempo pude darse cuenta de algo más sobre ella. Su semblante le pareció algo lastimero, era como si de pronto reviviese aquellos momentos en los que la había descubierto llorando en su habitación más de una vez, aquello le hizo pensar que no sólo luchaba por aparentar que había superado su tragedia sino que era probable que sus ganas de vivir fueran también sólo una farsa y eso le hizo dudar si la decisión que estaba tomando era la mejor, y para ello la respuesta indicada, la única respuesta, era que no tenía otra opción.
— Tan sólo me preguntaba ¿cuánto de tu tiempo se ha ganado uno de los hombres que te salvo la vida? ... He estado ahí adentro, te escuche hablar y compartí tu atención, si es que existía tal cosa, con todos aquellos hombres, ahora necesito de toda tu consideración para mí solo. Tengo algo que decirte y si nos apresuramos quizá aún podamos tomar el transporte de regreso a París esta misma noche.
En realidad todo lo que necesitaba saber sobre ella después de todo este tiempo ya lo sabía, las respuestas a todas esas preguntas que le habría hecho de encontrarle en otra situación, las obtuvo hace tan solo unos instantes. Él era uno de los presentes en la reunión que se había llevado a cabo y la cual ella presidía. Entre otras cosas no le sorprendido que Bärbel no le hubiese reconocido pues aquello sólo le demostraba que su pasado y con ello sus fantasmas aún le perseguían y que era probable que aunque ella se esforzase en ocultarlo, y vaya que lo hacía bien, su familia y el hermano que terminó con esta eran lo único en lo que seguía pensando, y eso era mucho más de lo que necesitaba saber. Probablemente, si hubiese sido cualquier otra persona, Renan hubiese preferido regresar a Paris solo, pero la verdad era que la necesitaba.
Desde el mismo instante en el que se había visto a sí mismo incapaz de seguir con la investigación solo, su nombre fue lo único que le vino a la cabeza. Seguramente existían mejores opciones, inquisidores más capaces y con menos problemas, pero Renan necesitaba a alguien en quien pudiera confiar y esperaba que el conocer a Bärbel hace unos años atrás le rindiera frutos ahora. La realidad era que entre todo Renan necesitaba que si llegase el momento, Bärbel le devolviera el favor, esperaba que la vida que él y sus compañeros le habían arrebatado a su hermano aquella noche fuera pagada cuando llegase su momento. Estaba seguro que nadie, además de ella, podría hacer algo así por él.
La recompensa de pelear por la iglesia y de ayudar a un camarada podría haber sido suficiente para los demás inquisidores, pero no para él. Encontrarse con una jovencita llena de temor y tristeza pero sobre necesitada de una guía fue para Renan como encontrar una mina de oro. Lo que terminó invirtiendo en ella nunca fue para él una pérdida de tiempo pues sabía que tarde o temprano llegaría el momento de saldar cuentas, lo único que le preocupaba era que Bärbel pudiese encontrar a su hermano antes de que llegará ese momento, o peor aún que este decidiera encontrarle a ella. Una vez consumada su venganza, o cualquiera que fuera su intención al reencontrarle, era probable que ella dejará todo a un lado o que terminase muerta, como fuese, en cualquiera de los dos casos de nada le serviría.
Cuando la reunión terminó, Renan permaneció en su asiento esperando a que todos abandonasen la sala. Una vez afuera espero unos segundos a que el último hombre le presentara sus agradecimientos a Bärbel y luego la siguió en silencio por unos minutos. Durante sólo este corto tiempo pude darse cuenta de algo más sobre ella. Su semblante le pareció algo lastimero, era como si de pronto reviviese aquellos momentos en los que la había descubierto llorando en su habitación más de una vez, aquello le hizo pensar que no sólo luchaba por aparentar que había superado su tragedia sino que era probable que sus ganas de vivir fueran también sólo una farsa y eso le hizo dudar si la decisión que estaba tomando era la mejor, y para ello la respuesta indicada, la única respuesta, era que no tenía otra opción.
— Tan sólo me preguntaba ¿cuánto de tu tiempo se ha ganado uno de los hombres que te salvo la vida? ... He estado ahí adentro, te escuche hablar y compartí tu atención, si es que existía tal cosa, con todos aquellos hombres, ahora necesito de toda tu consideración para mí solo. Tengo algo que decirte y si nos apresuramos quizá aún podamos tomar el transporte de regreso a París esta misma noche.
Renan Lazerov- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Re: Imperfect Tenses - Privado
Aunque las palabras de Bärbel poseían peso y veracidad, su mente y corazón estaban lejos de mostrar una mejoría. Aun sucumbía por las noches a las imágenes rampantes que llegaban hasta los pasillos grises de su alma. Cuando las palabras graves de aquel hombre asaltaron su cordura no pudo evitar sentir un ligero sobresalto. De manera mecánica llevó su mano al pecho y sus labios rosados delinearon una tenue sonrisa. El carácter devoto de la berlinesa suponía una obediencia magistral, pero fuera del círculo inquisitivo eran muy pocos los conocidos con quienes realmente podía entablar una conversación. Ver a Renan de pie frente a ella significó un reencuentro con su pasado, uno que no pensó traer de regreso nuevamente, no obstante trató de no derrumbarse frente a él. Aquel hombre tiempo atrás le salvó la vida y en años posteriores se había dado a la tarea de fungir como mentor suyo, si había algo que ella necesitara era el único a quien podía recurrir y de igual forma si algo podía hacer por él, no dudaría en aceptar.
Asintió de inmediato y aclaró su garganta para poder responder como se debía.
–Monsieur Lazerov, cuanto tiempo ha pasado, me disculpo no es mi intención ignorar su llamado–
Su semblante cambió de inmediato y una sombra de confusión se posesionó de sus delicadas facciones. Escucharle hablar de tal manera solo significaba una cosa, las cosas no iban del todo bien dentro el organigrama y era esa solo una de las razones por la cual aceptó asistir a la reunión previa. Realmente había un trasfondo desconocido para muchos de los otros inquisidores y ella con muchos otros colaboradores se encargaban de esa tarea, de descubrir esos enigmas que los altos mn Trabajar con Renan suponía la primera misión de real importancia, la única por la cual dispondría de todo su conocimiento para salir avante porque después de ese riesgo al salvarla del infierno en Alemania le debía al menos eso. Giró el cuerpo por completo para verle cara a cara.
–Por supuesto Monsieur–
El tiempo parecía detenerse en los pasillos, Bärbel notó ese ápice de preocupación en él y si se había tomado la molestia de ir a buscarle hasta ese lugar era porque la situación realmente era de importancia.
–Claro, por supuesto sólo necesito entregar un par de tomos y si gusta podemos partir en cuanto me lo indique–
Avanzaron juntos hacia una pequeña oficina donde no le tomó más de 5 minutos documentar la información, enseguida se encaminó con Renan nuevamente de regreso.
–Necesito saber a detalle lo que ha ocurrido en todo este tiempo, pero antes de eso Monsieur Lazerov ¿Cómo ha estado usted?–
La preocupación de la inquisidora aumentó ligeramente, temía que sus sospechas fueran ciertas y que esto podría ser el inicio de algo más difícil de confrontar.
Asintió de inmediato y aclaró su garganta para poder responder como se debía.
–Monsieur Lazerov, cuanto tiempo ha pasado, me disculpo no es mi intención ignorar su llamado–
Su semblante cambió de inmediato y una sombra de confusión se posesionó de sus delicadas facciones. Escucharle hablar de tal manera solo significaba una cosa, las cosas no iban del todo bien dentro el organigrama y era esa solo una de las razones por la cual aceptó asistir a la reunión previa. Realmente había un trasfondo desconocido para muchos de los otros inquisidores y ella con muchos otros colaboradores se encargaban de esa tarea, de descubrir esos enigmas que los altos mn Trabajar con Renan suponía la primera misión de real importancia, la única por la cual dispondría de todo su conocimiento para salir avante porque después de ese riesgo al salvarla del infierno en Alemania le debía al menos eso. Giró el cuerpo por completo para verle cara a cara.
–Por supuesto Monsieur–
El tiempo parecía detenerse en los pasillos, Bärbel notó ese ápice de preocupación en él y si se había tomado la molestia de ir a buscarle hasta ese lugar era porque la situación realmente era de importancia.
–Claro, por supuesto sólo necesito entregar un par de tomos y si gusta podemos partir en cuanto me lo indique–
Avanzaron juntos hacia una pequeña oficina donde no le tomó más de 5 minutos documentar la información, enseguida se encaminó con Renan nuevamente de regreso.
–Necesito saber a detalle lo que ha ocurrido en todo este tiempo, pero antes de eso Monsieur Lazerov ¿Cómo ha estado usted?–
La preocupación de la inquisidora aumentó ligeramente, temía que sus sospechas fueran ciertas y que esto podría ser el inicio de algo más difícil de confrontar.
Ana María de Borja- Humano Clase Alta
- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 20/10/2015
Re: Imperfect Tenses - Privado
La decisión de Bärbel no pudo parecerle más satisfactoria. Sus expectativas no eran pocas tampoco, él sabía que si no era en ese preciso momento la inquisidora acudirían a él en el momento en el que más la necesitase, el que pudiera contar con su ayuda desde ese momento le resulto en un cierto alivio que no experimentaba desde hace un tiempo ya.
— ¿Preguntas cómo he estado?… ¿Cómo he estado? ¿Es eso en realidad lo que quieres preguntar? – permaneció callado durante el camino hasta su oficina y de regreso y cuando ella hizo su pregunta no pudo pensar en otra cosa, quería hacer él mismo esas preguntas, quería saber qué estaba pensando, qué demonios pensaba que era esa reunión, pero no lo hizo.
El hecho de que Bärbel hubiera aceptado ir con él no había sido tan impredecible sino que las razones por las que casi de inmediato había decidido hacerlo eran lo que le intrigaba. La forma en la que la mente trabajaba aún le era un enigma a Renan quien había tratado casi toda su vida de ser capaz de leer hasta la más mínima señal del inconsciente humano, saber cómo actuaban las personas y lo seres sobrenaturales y sus razones eran prácticamente la razón de vivir del inquisidor.
— Me sorprende que después de aceptar regresar conmigo a Paris consideres más importante saber cómo he estado a saber por qué estoy aquí –al final no pudo contenerse.
La respuesta pudo haber sido tan fácil como pensar que lo hacía para reparar su deuda o porque se sentía genuinamente agradecida pero generalmente con el tipo de personas que se vestían de inquisidores nada lo era. Sin darle el tiempo necesario para contestar su pregunta Renan le mostraba una carta con el sello del vaticano.
— No partiremos de inmediato, tan sólo quería saber qué dirías si te dijera que teníamos que hacerlo –la carta era un citatorio. Habían llamado a Renan para evaluar su condición mental. Esperó hasta que Bärbel terminara de leer para continuar hablando — No es la primera vez. Odio tener que decirte que no vine aquí sólo por ti pero es la verdad. Aunque hay un premio de consolación. Podrás acompañarme y no sólo eso, dejaré que vuelvas a tomar una decisión sobre si quieres ayudarme o no después de que la evaluación termine. Bastante generoso si me lo preguntas –
Para Renan casi todo era una prueba. No había decidió encontrarse con Bärbel sino hasta después de atender su citatorio como tampoco había decidido que ella lo acompañase sino hasta ese mismo instante en el que una cosa había sucedido antes que la otra. En realidad no le importaba que las cosas no fuesen como las había planeado, en realidad casi nunca planeaba nada, de alguna forma el sentir de poder lidiar con cualquier cosa le parecía mucho más apremiante que el funcionar como un reloj. Por supuesto que no iba a dejar que Bärbel desistiera de ayudarle, algo mucho más grande que la salud mental de la propia inquisidora estaba en juego, tan sólo quería saber hasta dónde la llevaría una situación como en la que la había colocado. Para él todo lo imprevisto representaba una oportunidad, aquello que no se esperaba decía más sobre el carácter de una persona que aquello que se sentía controlado. Emular el carácter del asesino al que Bärbel se enfrentaría ahora que era su compañera para confrontarla sería lo primero que Renan haría para obtener sus respuestas.
Cuando llegaron al sitio donde se levaría a cabo la sesión de Renan fue relativamente fácil hacer que Bärbel permaneciera en el cuarto con él, después de todo ella iba a ser su compañera y tenía todo el derecho de saber si su compañero estaba lo o no, aun cuando todo era sólo una farsa. No tuvieron que esperar mucho para que la doctora que estaba asignada al caso de Renan apareciera.
— Lo esperábamos más temprano, Sr. Lazerov –hablando de comportamientos sistemáticos — Y ciertamente lo esperábamos sin compañía –
— Me disculpo, por ambos –un pequeña sonrisa enmascaró el sarcasmo.
— Está bien, no es que esta sea la primer sorpresa que nos da, ¿cierto? Sr. Lazerov. Por lo menos debería saber quién es su invitada –dijo dirigiéndose a Bärbel.
— ¿Preguntas cómo he estado?… ¿Cómo he estado? ¿Es eso en realidad lo que quieres preguntar? – permaneció callado durante el camino hasta su oficina y de regreso y cuando ella hizo su pregunta no pudo pensar en otra cosa, quería hacer él mismo esas preguntas, quería saber qué estaba pensando, qué demonios pensaba que era esa reunión, pero no lo hizo.
El hecho de que Bärbel hubiera aceptado ir con él no había sido tan impredecible sino que las razones por las que casi de inmediato había decidido hacerlo eran lo que le intrigaba. La forma en la que la mente trabajaba aún le era un enigma a Renan quien había tratado casi toda su vida de ser capaz de leer hasta la más mínima señal del inconsciente humano, saber cómo actuaban las personas y lo seres sobrenaturales y sus razones eran prácticamente la razón de vivir del inquisidor.
— Me sorprende que después de aceptar regresar conmigo a Paris consideres más importante saber cómo he estado a saber por qué estoy aquí –al final no pudo contenerse.
La respuesta pudo haber sido tan fácil como pensar que lo hacía para reparar su deuda o porque se sentía genuinamente agradecida pero generalmente con el tipo de personas que se vestían de inquisidores nada lo era. Sin darle el tiempo necesario para contestar su pregunta Renan le mostraba una carta con el sello del vaticano.
— No partiremos de inmediato, tan sólo quería saber qué dirías si te dijera que teníamos que hacerlo –la carta era un citatorio. Habían llamado a Renan para evaluar su condición mental. Esperó hasta que Bärbel terminara de leer para continuar hablando — No es la primera vez. Odio tener que decirte que no vine aquí sólo por ti pero es la verdad. Aunque hay un premio de consolación. Podrás acompañarme y no sólo eso, dejaré que vuelvas a tomar una decisión sobre si quieres ayudarme o no después de que la evaluación termine. Bastante generoso si me lo preguntas –
Para Renan casi todo era una prueba. No había decidió encontrarse con Bärbel sino hasta después de atender su citatorio como tampoco había decidido que ella lo acompañase sino hasta ese mismo instante en el que una cosa había sucedido antes que la otra. En realidad no le importaba que las cosas no fuesen como las había planeado, en realidad casi nunca planeaba nada, de alguna forma el sentir de poder lidiar con cualquier cosa le parecía mucho más apremiante que el funcionar como un reloj. Por supuesto que no iba a dejar que Bärbel desistiera de ayudarle, algo mucho más grande que la salud mental de la propia inquisidora estaba en juego, tan sólo quería saber hasta dónde la llevaría una situación como en la que la había colocado. Para él todo lo imprevisto representaba una oportunidad, aquello que no se esperaba decía más sobre el carácter de una persona que aquello que se sentía controlado. Emular el carácter del asesino al que Bärbel se enfrentaría ahora que era su compañera para confrontarla sería lo primero que Renan haría para obtener sus respuestas.
Cuando llegaron al sitio donde se levaría a cabo la sesión de Renan fue relativamente fácil hacer que Bärbel permaneciera en el cuarto con él, después de todo ella iba a ser su compañera y tenía todo el derecho de saber si su compañero estaba lo o no, aun cuando todo era sólo una farsa. No tuvieron que esperar mucho para que la doctora que estaba asignada al caso de Renan apareciera.
— Lo esperábamos más temprano, Sr. Lazerov –hablando de comportamientos sistemáticos — Y ciertamente lo esperábamos sin compañía –
— Me disculpo, por ambos –un pequeña sonrisa enmascaró el sarcasmo.
— Está bien, no es que esta sea la primer sorpresa que nos da, ¿cierto? Sr. Lazerov. Por lo menos debería saber quién es su invitada –dijo dirigiéndose a Bärbel.
Renan Lazerov- Inquisidor Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Re: Imperfect Tenses - Privado
Era común ver en la alemana esa fachada. Ese instinto natural de preocupación por los demás, anteponiendo incluso la integridad propia, si bien se comportaba asó con extraños, compañeros de misión y muchos otros que se cruzaban en su camino de vez en cuando, como negarle ese detalle a quien le había salvado la vida un par de años atrás. Porque sin la intervención de Lazerov, la existencia de la inquisidora hubiese sido más corta, fugaz como aquella sonrisa que apenas se plasmaba sobre los labios de la mujer.
–Me conoces bien Renan, creo que nada ha cambiado desde la última vez que nos vimos–
Respondió apenas audible y suspiró.
Nunca se había atrevido a interferir en las decisiones del otro, ni siquiera se atrevió a preguntar porque se había marchado después de que le salvara del yugo de su propio hermano. Pero estaba claro que la inquietud de Bärbel yacía en verle en ese estado. Renan podría ser hombre de pocas palabras, pero las suficientes que llegaron a sus oídos le develaban algo más en el la salud del inquisidor. El silencio repentino tomó posesión de la escena y ella no se atrevió a decir más hasta que sintió fuese necesario.
–Sé bien que nunca haces un movimiento en falso, que si tuviste el tiempo de localizarme nuevamente es porque realmente necesitas de mi ayuda–
Sonrió nuevamente.
–Aunque te soy sincera, me sorprende que me hayas elegido, hay muchos elementos con mayor preparación que yo–
Le proporcionaría toda la información que necesitara, pero, si esta nueva misión exigía un desempeño en el campo de batalla, podría ser que el inquisidor estuviera errando en su decisión. Aquella sombra de dudas quedó abolida cuando su semejante respondió. Sin oportunidad de dar pie a una réplica por parte de la mujer, el fallo era claro.
–Siempre tan impredecible–
Se adentraron en una pequeña oficina adyacente a los pasillos principales de la estructura. Bärbel conocía ese pabellón de estudio. Sin embargo era la primera vez que ingresaba en él y tomando en cuenta la presencia que le acompañaba, no pudo evitar sentir cierto desasosiego. La mujer encargada del caso del inquisidor se mostró sorprendida ante tal hecho y como bien lo describía, era ya algo común en el hombre actuar de ese modo.
–Siento interferir de esta manera el tratamiento, ni nombre es Bärbel Schweinteiger, bibliotecaria y compañera de Renan–
Soslayó a su semejante ¿Qué había en él? ¿Qué le estaba causando ese pesar? Al grado de tomar una consulta con esos especialistas. Cierto. Estaba conforme con su la decisión de acompañarlo a donde quiera que el fuese, así mismo tranquila por haberle reencontrado. Pero aun había una mancha indescifrable que le causaba estragos en su sosiego.
–Si me permite añadir, no esperaba que Renan fuese paciente suyo ¿Dígame, está todo en orden?–
No era correcto intervenir de ese modo, pero al menos debía estar preparada para escuchar en labios de la especialista el veredicto. Fuese algo bueno o no, se mantendría apegada a acompañarle, porque eso era mínimamente lo que le debía.
–Me conoces bien Renan, creo que nada ha cambiado desde la última vez que nos vimos–
Respondió apenas audible y suspiró.
Nunca se había atrevido a interferir en las decisiones del otro, ni siquiera se atrevió a preguntar porque se había marchado después de que le salvara del yugo de su propio hermano. Pero estaba claro que la inquietud de Bärbel yacía en verle en ese estado. Renan podría ser hombre de pocas palabras, pero las suficientes que llegaron a sus oídos le develaban algo más en el la salud del inquisidor. El silencio repentino tomó posesión de la escena y ella no se atrevió a decir más hasta que sintió fuese necesario.
–Sé bien que nunca haces un movimiento en falso, que si tuviste el tiempo de localizarme nuevamente es porque realmente necesitas de mi ayuda–
Sonrió nuevamente.
–Aunque te soy sincera, me sorprende que me hayas elegido, hay muchos elementos con mayor preparación que yo–
Le proporcionaría toda la información que necesitara, pero, si esta nueva misión exigía un desempeño en el campo de batalla, podría ser que el inquisidor estuviera errando en su decisión. Aquella sombra de dudas quedó abolida cuando su semejante respondió. Sin oportunidad de dar pie a una réplica por parte de la mujer, el fallo era claro.
–Siempre tan impredecible–
Se adentraron en una pequeña oficina adyacente a los pasillos principales de la estructura. Bärbel conocía ese pabellón de estudio. Sin embargo era la primera vez que ingresaba en él y tomando en cuenta la presencia que le acompañaba, no pudo evitar sentir cierto desasosiego. La mujer encargada del caso del inquisidor se mostró sorprendida ante tal hecho y como bien lo describía, era ya algo común en el hombre actuar de ese modo.
–Siento interferir de esta manera el tratamiento, ni nombre es Bärbel Schweinteiger, bibliotecaria y compañera de Renan–
Soslayó a su semejante ¿Qué había en él? ¿Qué le estaba causando ese pesar? Al grado de tomar una consulta con esos especialistas. Cierto. Estaba conforme con su la decisión de acompañarlo a donde quiera que el fuese, así mismo tranquila por haberle reencontrado. Pero aun había una mancha indescifrable que le causaba estragos en su sosiego.
–Si me permite añadir, no esperaba que Renan fuese paciente suyo ¿Dígame, está todo en orden?–
No era correcto intervenir de ese modo, pero al menos debía estar preparada para escuchar en labios de la especialista el veredicto. Fuese algo bueno o no, se mantendría apegada a acompañarle, porque eso era mínimamente lo que le debía.
Ana María de Borja- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/10/2015
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