El juicio - Con Stephan Bibrowski

por **Maloney Nicolich** Dom Sep 27, 2015 5:35 pm

La Corte de los Milagros... o lo que quedaba desde sus inicios siglos antes. Una calle concurrida y varios tugurios en ella donde se podían cocinar grandes propuestas laborales, pedidos de los más variados y además un punto de reunión con los suyos adicional al ya clásico campamento gitano.

Allí se habían citado con un grupo para hablar de su próxima aventura y la forma de solventarla era mediante el robo a un pez gordo de la sociedad. Maloney siempre supo que su habilidad para domar bestias en el circo no era suficiente como para hacerlo valerse por sus propios medios toda la vida. En algún momento iba a tener que emprender esa empresa que tanto anhelaba: salir de París, viajar por el mundo, hacerse rico con la caza de criaturas silvestres, abrir un zoológico de excéntricos animales que iba a capturar por el mundo. Conocía, por el circo, que la sociedad siempre andaba en la búsqueda de las rarezas. Lo extraño llamaba mucho la atención. En la Corte solían reunirse varios representantes de lo excéntrico, muchos armaban ese personaje como bien había hecho el gitano en su momento para hacerse con algo de dinero haciéndose pasar por mendigo, huérfano, minusválido o sordo.

Una turba llamó su atención y sin demorarse demasiado, con su grupo la siguieron por esa calle. Llevaban a alguien, apresado por muchos de los gitanos y mendigos que allí estaban y todos se aprestaron en el domicilio donde el Gran Coësre, autoridad del lugar, donde daría su veredicto como juez por algún problema de la sociedad. En las semanas, varias habían sido las acusaciones sobre robos, hurtos o incluso asesinatos en la sociedad exclusiva que conformaban, se sabía de estas cosas cuando había algo de alcohol en medio y mucha necesidad de dinero.

Se abrió camino entre los allí presentes, el lugar no era el más amplio de todos. En medio de la sala había una cabellera rojiza que se le hizo conocida. Si de algo tenia la facilidad el gitano era de conocer a los circos de la zona. La imagen del hombre león no le era tan extraña, se había hecho de un lugar privilegiado en la sociedad Parisina, donde la gente se sorprendía por su apariencia y le daban tanto reconocimiento como curiosidad él generaba en los de clases altas.
Frunció el ceño mientras lo apretaban por detrás y se logró subir a unos fardos en el extremo oeste de la habitación mientras el juez se disponía en su despeluchado sillón y la sala comenzaba a silenciarse de una vez.

por **Stephan Bibrowski** Mar Oct 06, 2015 11:21 am

Llegaron por la noche, con fuego en los ojos. Stephan sabía qué buscaban, pues la mirada de esos hombres era la mirada de los que, viendo que la justicia se encontraba escondida, la buscaban por su mano. El Hombre León no opuso ninguna resistencia cuando lo apresaron con cadenas y lo arrastraron por la senda de los pecadores, hasta llegar al opaco lugar al que llamaban la Corte de los Milagros.

Su justicia, la de los gitanos, tenía lugar allí, porque ellos eran una raza que se dejaba guiar por sus propias leyes. Sus aliados eran suyos, suyos y de nadie más. Sus enemigos, también. Cuando Bibrowski subió al estrado, todos estaban observándole, y vio duda, y compasión, y horror. Sí. También vio horror, incluso allí.

No sabía por qué lo habían apresado. No sabía qué podían esperar de él, y, por un momento, pensó que podría tratarse sólo de otro mal sueño en donde Dios lo llamaba a su divino estrado para responder por el crimen contra Su creación; el rostro de el Hombre León.

Cerca de él, a su misma altura, se hallaba la figura del Rey de los Mendigos, el Gran Coesre, el hombre enano pero que era el que ejercía un gran poder sobre toda la comunidad. El ictus recto del Rey Mendigo no le transmitía nada y, entonces, habló:
-Stephan Bibrowski, ha sido traído aquí para que responda de un crimen que se le adjudica y del cual yo, Gran Coesre de esta nuestra Corte de los Milagros, le permito defenderse.

Las fauces del Hombre León se abrieron, dejando ver su asombro. Esperó a que el Gran Coesre continuase:
-Ayer noche los restos de Martino Kuzok fueron encontrados, presentando grandes marcas de garras en su pecho desgarrado. Testigos del Circo de lo Extraño afirman que unas horas antes, Kuzok y usted tuvieron una discusión fermentada por el alcohol. ¿Lo niega?
-No. No lo niego. -afirmó el León con voz alta y clara- Mas yo no cometí tal crimen.
-¿Puede afirmarlo? ¿Puede decirnos donde estuvo ayer a la hora de la masacre?

Stephan Bibrowski mudó de pronto. Era cierto la disputa con Kuzok, su compañero domador con la mano demasiado larga para las bestias del circo, y Bibrowski, sintiéndose en parte conectado con ellas, intercedió por ellas. Cierto era también que el vino de garrafón había atrofiado parte de sus recuerdos de la noche anterior. Abrió de nuevo la boca para decir algo, pero la volvió a cerrar. No había nada que decir.
-No lo sé. El vino nubla mi sesera, Gran Coesre.
Y aún a pensar de que no los estaba mirando, Stephan pudo percibir todas las miradas de su familia gitana sobre él. ¿Les habría fallado en algo? ¿Sería entonces el monstruo que su padre siempre había clamado que era?

por **Maloney Nicolich** Dom Oct 18, 2015 3:51 pm

La sinceridad en el rostro de Stephan se hacía notar. El pequeño gitano sabía por conocimiento propio que no sería capaz de matar a alguien sin razón alguna. Pero de una forma u otra, alguien lo había hecho por lo que era un acto que cualquier ser humano podía cometer aunque él no lo viera viable por mas que siempre se comentaban atrocidades del hombre león.
Imposible… no puede ser él. Posiblemente había cruzado alguna que otra palabra alguna vez. Los gitanos sueles hacerlo a menudo. Las largas noches de fiesta se prolongan por horas y en algún momento hay escenas perdidas en las que posiblemente había conocido mucha gente mas de la que imaginaba y había tanto encuentros como desencuentros.

Se concentró en la mirada del Gran Coesre, juzgándolo mas por su apariencia que por su forma de ser día a día ¿realmente creía él esa mentira? ¿Cuál era la sentencia para un asesino del cual no se pueden encontrar pruebas concretas del hecho? No había nada que pudiera incriminarlo –nadie confirmó nada sobre las garras -, por lo que era normal que lo largaran sin mas. Nadie podría juzgarlo por un altercado con un compañero. Todos lo tenían.

Observó en la sala, las caras de desaprobación por todos lados. No comprendía aun como la gente podía darse el lujo de lucir puritana cuando en medio de todos ellos había un pecador cada tres personas. Todos los pecados capitales estaban encerrados en esa sala y podía enumerarlos uno por uno, señalando al pecador. Él mismo se reconocía como tal, no había motivos para culpar a Stephan solo por una agresión menor antes de la muerte de Martino Kuzok. Las garras bien podían haber sido de alguna bestia de las que domaba ya que ese era su desempeño en el circo si mal no recordaba.

Pensó un poco mas, aun allí en la altura que lo escondía del resto de los presentes en la sala. Al menos allá había aire para aclarar su cabeza. Si algo lo ponía de malas eran los juicios de este tipo en los que salían las suciedades de la gente como hermandad. Las caras de desaprobación abundaban. La sangre gitana le bullía en el interior. Era bronca.

por **Stephan Bibrowski** Dom Nov 01, 2015 1:49 pm

Estaba solo en el estrado. Como solo había estado el día en el que su padre lo vendió al Circo de lo Extraño. Solo como en el día en el que había nacido un monstruo. Solo como en el día en el que el Hombre León moriría. La mayor parte de su infancia se había sentido solo. Y solo estaba, de alguna manera, aún rodeado de toda aquella gente gitana que una vez lo acogió en sus hogares, hogueras, historias. Porque no había nadie como Stephan Bibrowski en todo el mundo. Él era una rareza, una extravagancia; una anormalidad en el Universo. Incluso los seres más fantásticos del mundo -hechiceros, vampiros, lobos; ¡qué más daba!- tenían a otros a su lado. Mas, ¿qué era Bibrowski?

Se sentía abrumado por el peso de los acontecimientos. No se iba a echar a llorar (las bestias no hacen eso), sin embargo, dentro de sí la zozobra y la quemazón empezaban a arder en su estómago, en su garganta. ¡Cómo poder defenderse si no recordaba nada de la fraudulenta noche! Se maldijo interiormente una y mil veces, porque maldecir era lo único que le quedaba.

-¿No puede defenderse, pues? ¿No hay testigo de lo que sucedió?
El Gran Coerse alzó las cejas, sorprendido de tal hecho. Nadie en el público dijo nada. Abandonado a su suerte. Stephan no podía creer lo que veía. Sintió pena, una pena infinita, de que aquellos a los que una vez hubo considerado familia -sí, familia- no alzasen la voz por él. Porque Stephan Bibrowski podía ser muchas cosas (gruñón, solitario, esquivo, seco, distante...) pero a su gente -SU gente- los hubiera defendido con esas uñas, esos dientes, esas garras tan horribles.

Lanzó una mirada al público y sus ojos azules (lo único claro y bello que Stephan poseía) se cruzaron con los del muchacho Nicolich, uno de los domadores del circo. Y Stephan no le suplicó, porque Stephan no suplicaba a nadie, no obstante, sí que percibió en él la empatía que algunos le negaban.

De pronto, alguien gritó:
-¡A la bestia! ¡A la bestia!
Y más almas crueles se unieron a la función. Alzaron los puños, escupieron sus malas palabras, arrojaron arena y piedras. El Gran Coerse pidió silencio. El Hombre León perdió el poco coraje que le quedaba, y lo que había sido un felino orgulloso, ahora sólo era un rey de la selva de pacotilla, reducido a una caricatura de él mismo.

por **Maloney Nicolich** Lun Nov 23, 2015 4:41 pm

Y ¿si reclamaba por la imputación de Stephan?...

¿Cómo podía oficiar de abogado si tenía a la mitad de los gitanos en su contra? Por debajo los gitanos que lo habían acompañado lo miraban con asombro en los ojos, no por la altura en donde estaba sino porque sabían cómo iba a terminar actuando. Siempre había sido de naturaleza impulsiva. No tenía miedo a arriesgarse pero cuando se trataba solo de él no le importaba. En este caso un error los condenaría a ambos al infierno o a la deserción.

Pensó en Stephan, estaba casi del todo seguro que podía enojarse pero matar… por mas violento que se lo viera e imponente eso no tenia pies ni cabeza.

Llegó a la conclusión que no había forma de defenderlo sin inmiscuirse, desde lejos nada podía lograr. La turba se veía venir, sabía que bastaba que alguien aclamara para que eso pasara en su pueblo y asi fue.

Apenas las aguas se aquietaron fue su voz la que llamó con cierta actitud al juez de esta causa.
- ¡Gran Coërse! Nicolich aquí arriba – comentó mientras levantaba una de sus manos para ser visto por este. Tragó saliva y esperaba no arrepentirse de esto mas adelante.

- Señor, Bibrowski es inocente, ayer por la noche estuvo bebiendo conmigo en la carpa luego de la discusión con Kuzok – comentó y calló esperando no hundirse en su propia mentira, ahora tenia la mirada de todos encima. Era presión, pero al menos esto era mejor que la bronca que tenia acumulada contra los propios.

El Gran Coësre no se demoró y pidió que este se acercara y asi hizo, tratando de abrirse paso entre los allí presentes. El sudor se hizo presente en su frente, mucha gente entre la que pasaba pedía la muerte de Stephan, eso era terrible para su forma de pensar, era un ser humano como ellos. Seguramente si no tenían éxito ese mismo castigo sería el que aplicaran sobre él.

Las cartas estaban echadas, nada mas podía hacer que acercarse hasta el estrado y a medida que avanzaba por el pasillo humano improvisado mas se apoderaba de él algo mas parecido al miedo. Vio de lejos las caras de sus compañeros donde se reflejaba ese mismo miedo, ellos sabían perfectamente que Maloney no tenía nada que ver en esto.

por **Stephan Bibrowski** Lun Nov 30, 2015 4:29 am

La voz que salió del diminuto -a ojos de Stephan todos lo eran- cuerpo de un muchacho provocó en él un suspiro ahogado. Tal vez no todo estuviera perdido. El Hombre León era muy consciente de que el muchacho estaba arriesgando su propio pellejo por él y sintió una ola de aliento pero también de alarma. Porque si descubrían la mentira era muy seguro que los ajusticiaran a los dos. Él ya estaba casi condenado, pero, ¿y el chico? No soportaría la carga de una muerte inocente a sus espaldas.

Nicolich subió al estrado tal y como el Gran Coërse había solicitado. La plaza entera enmudeció de pronto, y los chillidos salvajes se habían acallado. Todos esperaban con estupor cuál sería ahora el giro de los acontecimientos. Bibrowski también permaneció en silencio, observando al chico subir las improvisadas escaleras de madera hasta donde se encontraba el Gran Coërse y él mismo.

El polaco le dirigió una mirada de profundo agradecimiento y agachó la cabeza en señal de respeto. Si ambos salían de esta con vida, debía recordar invitarlo a hidromiel de por vida.

-Stephan Bibrowski; ¿se reafirma en lo dicho por el joven Nicolich? -la voz del Coërse estaba cargada de suspicacia. Bibrowski tragó saliva y se pasó la lengua por los colmillos. Estaba a punto de dar comienzo la función de sus vidas, nunca mejor dicho.

-No puedo afirmar, pues como ya dije mi sesera está borrosa. Mas puedo asegurar que a la mañana siguiente me desperté cerca de la tienda del chico.

Volvió a clavar sus iris, tan azules que eran capaces de rivalizar con toda la fealdad de su rostro leonado, en Nicolich. Ya está, lo había hecho; había mentido al Gran Coërse, posiblemente, uno de los pecados más graves que pudieran castigar a la comunidad gitana de la Corte de los Milagros.

-Joven Maloney, ¿puede aventurar una hora exacta de cuándo empezó y hasta cuándo duró su encuentro con Bibrowski y las bebidas espirituosas? -dejó escapar el maestro de los gitanos, no sin cierto aire de sospecha todavía rondando en sus sabios ojos de anciano.

por **Maloney Nicolich** Jue Dic 10, 2015 11:12 pm

Mientras avanzaba paso a paso frente a todos sus compañeros, sus pares, la bronca comenzaba a quitarse de en medio dejando en ese espacio un vacio grande. Como era de esperar ese espacio se ocupó rápidamente… y el miedo fue quien tomó esos espacios.

Mierda, mierda…. La mirada de sus amigos era de temor e incredulidad y eso lo preocupó mas. Tragó saliva camino al estrado como un cordero que está yendo al matadero a sabiendas que nadie salía de allí entero en una sola pieza. Su propio juicio; se había condenado con una mentira. Pero… ¿Qué otra cosa hubiera hecho? ¿Tragarse las palabras y simplemente ver como un hombre inocente era juzgado? Decía “inocente” tratando de creérselo asi. Stephan no era capaz, se repetía una y otra vez para sí mismo.

Algo le dio mucho más ánimos. La mirada de Bibrowski era pura, sincera y llena de agradecimiento. No sabía porque lo hizo pero sonrió, animándolo. No era el momento mas indicado para hacerlo. Sin querer queriendo ambos estaban juntos en esta tramoya.
Agradeció a su Dios por ser afirmado en sus dichos, era un comienzo, después vendrían preguntas mucho mas complicadas, pero habría tiempo para ello mas tarde. Buscó serenidad en su interior para observar a su par en el estrado y al Gran Coësre que cada vez que tomaba la palabra tenía un tono realmente escalofriante, cualquier afirmación que se le hiciera seria cuestionada, tomándola por mentira antes siquiera de salir de la boca de cualquiera que ocupara el banquillo de los acusados. Aun asi, encontró algo de positivo en ello y la mejor de las opciones que tenia era la de responder con parciales.

-No podría aventurar una hora exacta Señor. Cuando bebemos en el campamento solemos hacerlo constante y sonante. Por lo que puedo recordar sé que habíamos terminado funciones, había acomodado a mis bestias y no pasó mucho tiempo hasta que Stephan ingresó a la tienda con una botella de alcohol fuerte. No sabría especificar que era porque para entonces ya venía bebiendo y mi gusto se pierde luego del tercer trago. No estoy acostumbrado a largas noches de bebida, es por ello que suelo sufrir el mismo mal que el hombre aquí presente – afirmó con voz clara para ser escuchado por los demás buscando generar una cierta confianza con el pueblo gitano allí reunido que no tenían costumbres demasiado alejadas a las que allí mencionaba Maloney. Los jóvenes de la comunidad bebían pequeñas cantidades de pequeños pero eso no bastaba para soportar una maratón.

por **Stephan Bibrowski** Jue Dic 24, 2015 10:51 am

Stephan Bibrowski podía oler el miedo de Maloney mientras subía al estrado para posarse a su lado. La mente del Hombre León empezó a efectuar toda una serie de cabriolas, volteretas y saltos a la par que prestaba atención a la declaración del muchacho. Se estaba arriesgando por él, pero Bibrowski no podía permitir que la mentira llegase más lejos. Agradecía sinceramente al joven Maloney el acto de fe que había depositado en la Bestia, no obstante, Stephan no podía permitir que se viera envuelto en aquella mentira. Mucho menos por él.

Así las cosas, y sin pretender contradecir del todo las palabras dichas por Maloney (lo que hubiese sido el error fatal que los conduciría a horcas), el polaco se puso en pie por vez primera, haciendo acopio de un valor que no tenía. "El león cobarde se quita la máscara feroz. Já. Já. Já". Su enorme figura superaba en altura a todos los presentes. Dejó caer sus grandes manazas, adoptando una posición de humilde súplica.
-Gran Coërse, sé que no se me permite hablar si no se me da la palabra, pero he de rectificar las palabras del joven Maloney. Compartimos espacio aquella noche, no conversación. Es libre de toda complicidad que pueda acusarse a su persona.

El juez de los ladrones ladeó una sonrisa ante aquella explicación casi innecesaria, como si el viejo ya supiera de antemano lo que estaba pasando y lo que se traían entre manos el polaco y el muchacho. A continuación, habló:
-Bueno, veo que este juicio no lleva a ninguna parte, a falta de pruebas concluyentes. -suspiró el Coërse, con la firmeza de quien ya había tomado una decisión- El juicio de Stephan Bibrowski quedará aplazado hasta la recopilación de nuevas pruebas.

El sonido hueco de un mazo golpeando un trozo de madera indicó el final del juicio, al menos por ahora. Stephan sabía lo que venía a continuación; días, semanas, de miradas suspicaces y desconfiadas. En aquellos momentos, la comunidad gitana había quedado dividida entre los que pensaban que Bibrowski era inocente y los que opinaban lo contrario. Aún así, el polaco dejó escapar un suspiro de alivio.

Bajó del estrado junto con Maloney y, a continuación, se dirigió a él muy serio:
-¿Por qué has hecho eso? -frunció su leonado entrecejo. No era una acusación, aunque podría haber sonado algo brusco. Miraba al chico como si quisiera tantearlo primero, buscando algo que no sabríamos decir si llegó a encontrar. Bibrowski estaba seguro de que Maloney sabía a lo que se refería.

Off:

por **Maloney Nicolich** Vie Ene 22, 2016 10:54 pm

Había terminado de hablar y se sorprendió apenas segundos antes que el auspiciante de juez dijera algo. Bibrowski se levantó del asiento y tomando acopio de su fortaleza se mostró tal cual era, estaba decaído en comparación a lo magnifico que lo había visto en el circo y no era para menos, una culpa enorme pesaba en sus enormes hombros. Y aunque Maloney tenía la certeza que las acusaciones eran erróneas no dejaban de ser tales… acusaciones de gente de su propio pueblo.

De todas formas el león aclaró que no había cruzado palabras, cosa que si bien parecía algo simple confirmaba que no lo hacía participe del caso, o sea, cómplice de una muerte en caso que fuera juzgado como asesino.

La mirada del domador gitano bajó al suelo nuevamente, apenado, sabía que lo que venía era la sentencia, y sea cual fuese esperaba que salieran beneficiados al menos con tiempo. Y asi fue para alegría de ambos. Stefan no iba a estar tranquilo asi nomas pero al menos ambos conservaban la vida. El juicio se cerró bajo los vítores de algunos y los cuchicheos de otros. La gente anhelaba sangre a veces y eso lo ponía de mal humor al joven gitano que apenas bajaron del estrado repartió un par de miradas asesinas entre la multitud a quienes tranquilamente los hubieran escupido en la cara en caso de resultar culpables. No podía creer semejantes cosas de su propia gente, pero era una buena forma de saber con quienes trataba a diario.

Antes de bajar del estrado había sonreído a Bibrowski y había hecho una reverencia al Gran Coësre, lo que pareció a su forma de ver como una despedida formal de momento y se regresó para el lado donde estaban sus compañeros pero antes de alcanzar tal lugar fue interceptado por el león que con el ceño fruncido y una mirada que causaba miedo se plantó pidiendo una explicación por tales acciones de Nicolich. Inmediatamente este miró alrededor y vio tanta gente que para no levantar sospechas tomó al otro por la muñeca y lo condujo a la calle por la misma puerta que habían entrado al lugar un tiempo antes, había algunos puestos armados con carpas, en donde en medio había espacio para una breve conversación asi que se metió en medio de unas carpas y allí dio rienda suelta a sus palabras y frunciendo el ceño con incredulidad mencionó – ¿Estás loco? ¿Piensas que te iba a dejar acusar de tal forma asi porque si y encima ver como luego mueres en la horca frente a todos Bibrowski. Acaso el alcohol te nubló el razonamiento también? – dijo con cierto tono molesto y pensando porque le preguntaba eso ¿acaso él se hubiera quedado de brazos cruzados ante tales hechos? No conocía mas que de vista al hombre, pero de momento no había pruebas contra él que lo señalaran como el responsable.

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El juicio - Con Stephan Bibrowski

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