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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Invitado Lun Nov 28, 2011 4:13 pm

(Privado)

La noche tendió su manto negri-azul sobre Paris y ellos fueron conducidos al lugar donde decidirían su destino. La muerte vigilaba sus pasos desde que los besó robándoles el aliento de sangre, otorgándoles nueva vida, haciéndolos hijos de la noche. Dos vidas, dos muertes, dos renacimientos y he aquí que la balanza vuelve a mis manos para pesarlos, medirlos y juzgarlos. No son pocos los años que han tenido para prepararse, sus maestros son vástagos excepcionales, hábiles guerreros de orgulloso porte, de antiquísimo linaje. ¿Llevaran con honor el nombre de su clan, las enseñanzas de su sire y su existencia inmortal? Al final de la noche sabrán si están hechos de la materia que en ellos se ha tratado de moldear desde su nacimiento como inmortales. Tantos ojos atentos, siguiéndolos desde hace años, creencias y especulaciones, ambos quieren probar su valor para su clan, para La Camarilla y, lo más importante, para mí.

Se abren las puertas del infierno para aquellos que en el futuro encuentren a ambos contendientes como enemigos pues encontraran que no están solos ni que jamás lo estarán. Estaban quizá en camino, aún, pensando, soñando, temiendo, en lo que era su futuro más próximo. Sus sires estaban con ellos, encontrándose bajo la prohibición de darles más información que la necesaria y eso era prácticamente nada. No existieron preferencias para los de la segunda generación, no existiría ninguna preferencia para los de la tercera y allí me encontraba yo, en ese lugar tan lejano que yo había destinado como el escenario. Un lugar que solo nosotros sabíamos donde se encontraba, lejano de toda vista, imposible de encontrar a menos que siguieras los pasos del mismo Hades.

El laberinto se levanta majestuoso, oscuro, profundo. Sus miedos latentes ya se encuentran allí más no el mayor de todos pues solo lo enfrentaran cuando se encuentren en plena lucha por sus vidas. Ellos, poderosos entre muchos, serán débiles esta noche pues pelearan contra lo desconocido. Uno de los guardias de la noche se acerca a confirmar la llegada de los cuatro invitados para la primera velada de muchas que se avecinaban en las siguientes noches. Dos sires, dos aprendices. Los dos primeros debían encontrarse conmigo y sentarse a mis lados para observar el juicio de quienes ellos concibieron como hijos y en quienes depositaron la maldición milenaria de nuestra estirpe ¿Eran ellos merecedores de nuestro linaje? Estaban cercanos a probarlo.

Veo desde lo alto de aquel escenario situarse a los dos neófitos, cada uno en lugares opuestos del laberinto, puestos ambos al tanto de lo que tienen que hacer más sin saber lo que les espera. Los reconozco porque los he visto en mis visiones, ellos ya saben que los estoy observando aunque nunca hayan visto mi rostro, solo podrán pararse frente a mi cuando hayan pasado mi juicio, si es que lo pasaban, ambos podían fracasar o ambos podían salir victoriosos aunque el panorama se situaba debajo de la fatalidad. Los guardias rodean el laberinto, ellos esperan a que se les dé la orden para entrar al laberinto, han abandonado sus ropas formales y sus miradas altivas, solo por esta noche en la que vinieron a presentarse ante alguien más poderoso que ellos.

Sus sires toman sus lugares a mis costados, están dispuestos a observar, sin pestañear, sin opinar, sin murmurar pues aquellos dos allí abajo portan en sus hombros el peso de llevar honor a su clan, a su sire y sobretodo, sobrevivir. –Esta noche quizá se vean a ustedes mismos cuando antaño pasaron el juicio, situaciones diferentes los embargaron entonces pero quizá descubran que no será tan diferente de lo que presenciaran- me levanté del asiento y di la señal a los guardias de la noche. Estos se acercaron a los dos neófitos y les comunicaron la instrucción que provenía de un punto que sus miradas nunca podrían encontrar, los vimos a ambos entrar al laberinto –El juicio ha comenzado- volví a sentarme y cerré los ojos como los tenían las dos personas a mis costados, aquella actitud no implicaba que no veríamos el juicio pues solo de esa forma podíamos ser participes de él.



INDICACIONES:

1. Los sires solo pueden postear cuando el juicio se termine
2. Los dos neofitos a prueba pueden entrar segun el que llegue primero y luego seguiremos un orden.
3. Yo sere el narrador y a medida que respondan les ire poniendo algunas pruebas en el camino pero solo hasta cierto punto ya que despues solo rolearan ambos hasta que yo decida que el juicio ha terminado.
4. Pueden hacer uso de sus habilidades vampiricas
5. Diviertanse
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Mensaje por Invitado Jue Dic 01, 2011 10:57 pm

Y más temprano que tarde, todo había comenzado. Había llegado el día en el cual el gran juicio se llevaría a cabo, la noche llegó más oscura que nunca o al menos así lo sentía Amelié quien apenas se sentía una novata luego de 700 años esperando este tan anhelado momento ¿De qué se trataría? ¿Lo lograría? ¿Qué aprendería de todo esto? ¿Haría honor a todo el tiempo que habían invertido en ella? Tenía tantas preguntas sin respuestas mientras que la ansiedad llegaba a ella de una manera casi inexplicable y un horrible sentimiento de duda la asechaba sin poder evitarlo, no podía fracasar solo por su pequeña Lyn, que a pesar de haber pasado ya tantos siglos ella aún la seguía viendo como su pequeña. Tenía aquella razón para dar lo mejor de ella, sabía que si no llegaba a lograrlo Lyn no quedaría en malas manos ni mucho menos sola pero si algo no iba a permitir, era dejarla “sola”.

"Aquí no te puedes esconder, no hay amigos que te ayuden, no hay padre a tu lado"

La orden ya había sido dada y era bastante clara, la hora había llegado junto a todas sus emociones que luchaban en su cabeza para predominar, se sentía inclusive mareada por tanta imagen en su cerebro pero “inspiró” o al menos hizo los movimientos requeridos para ello para poder así calmarse un poco. No tardó demasiado en alistarse para el momento, lo que más le importaba era estar vestida con ropas adecuadas para el momento, no le preocupaba si estaban rasgadas, viejas, sucias o gastadas, solo buscaba sentirse cómoda. Buscó entre un gran tumulto de ropa pero solo encontró vestidos típicos de diversos colores, el vestido elegido era uno color blanco que no era tan frondoso por lo que no le molestaría demasiado a la hora de actuar con agilidad, tenía una chaqueta de cuello alto y unos cuantos diseños más que hasta ella misma sentía exagerado, no iba a una fiesta de alta sociedad, era un juicio donde no sabía cómo terminaría y le incomodaba no haber encontrado algo más cómodo que ese tonto vestido.

Una vez preparada se apresuró sin hacer mayores preguntas sobre de qué se trataba todo o donde irían, a pesar de que su naturaleza era curiosa ya que siempre buscaba una forma por la cual enterarse de las situaciones, esta vez no era así, había mantenido su curiosidad en bajo perfil ya que de todos modos tenía bastante claro que preguntara lo que preguntara no le iban a decir más de lo que ya sabía ni tampoco pretendía quedar como “niñita caprichosa”. Una vez en el camino toda la situación le rondaba la cabeza jugando constantemente con las manos al sentir nervios de nuevo, miraba por la ventanilla a su lado y lo único que veía además de la oscuridad era que cada vez se alejaban más de la ciudad, ya no se veían hogares, cafés ni plazas sino que su alrededor se constituía solo por frondosos árboles que danzaban al compás de la brisa. No se oída nada, el silencio llegaba a aterrarle en algunos momentos y el único ritmo que se escuchaba no era nada más que el trote de los caballos. Intentaba mantener su mente en blanco y así evitar pensar en el tan esperado juicio pero no podía, el hecho le aterraba, tenía miedo, desesperación y ansias cubiertas por un rostro frío sin expresión alguno, prefería que pensaran que estaba casi desinteresada a que se dieran cuenta en realidad todo lo que ella sentía y bueno, actuar así era ya algo tan típico de Amelié.


"No atormentes tu cerebro, deja que todo se vaya, saborea el momento, siente tu sangre fluir"

Los caballos cesaron su andar casi de manera unánime y al bajar del carruaje un hombre que se veía mayor pero al que no reconoció la ayudó a descender, solo hizo una pequeña reverencia y forzó no muy notoriamente una sonrisa, no tenía cabeza ni ánimos de tener que aparentar ya que tenía mejores cosas en las cuales gastar su energía. Caminó con paso seguro por donde le indicaban mientras sus ojos rápidamente intentaban identificar el lugar donde estaban, pero sin éxito, lo único que lograba divisar eran enormes árboles, animales escondidos que se sentían curiosos y alguna que otra típica flora de las afueras de la ciudad. Observó unos segundos la luna la cual no era tan brillante como otras noches ¿o era que ella la sentía así?. Sabía que no sería ella su guía esta noche.

"Rompe las cadenas que te atan a un pasado que alimenta estos amargos días, aprovecha tu única oportunidad, sigue las estrellas que te llaman a través de cielos oscurecidos"

Su guía la dejó frente al inicio de cual sería su juicio, había llegado el minuto donde tenía que demostrar que era lo suficientemente buena como para ver el rostro del Sire a quien debía toda lealtad y respeto, debía demostrar que todos estos siglos había tenido un buen profesor, por no decir el mejor, y que cada segundo que pasó el junto a ella enseñándole técnicas, como superar su vida como vampiro y todo…había valido la pena. Observó el majestuoso laberinto comprendiendo de inmediato lo que era, sabía que debía cruzarlo y la poca información que le habían dado era que tenía que encontrar la salida pero para ser sinceros, buscar la salida era lo que menos le preocupaba ya que no entendía que era lo que podía esperarla allá adentro junto a la oscuridad, mordió su labio inferior y esperó a que dieran la señal para comenzar, tenía ambos brazos al costado y estiraba y encerraba el puño intercaladamente intentando controlarse, sus emociones no iban a liderar…no lo permitiría y lo estaba logrando hasta que uno de los guardias se acercó hacia ella indicándole que era el momento de partir.

"Es hora de dejar tu segura jaula, de enfrentar tus mas profundos miedos, el mundo esta en tu contra, estas luchando contra tus lagrimas”

Y así fue como comenzó a caminar, a media que iba adentrándose el miedo la comenzó a invadir y al no saber que era lo que realmente le esperaba comenzó a sacar parte de su vestido quedando así en simples enaguas que a pesar de no ser bonitas si era mucho más cómodo que un vestido. Su paso era firme pero sentía que sus piernas temblaban, no quería mirar atrás puesto que sabía que la entrada estaba ya bastante lejos. Inspiró y mordió su labio inferior mientras tenía sus cinco sentidos totalmente atentos ante cualquier movimiento, ruido u olor, pero no sentía nada y cada vez se hacía más oscuro, la situación comenzaba a desesperarla cuando giraba en algunos pasillos del laberinto y estos no tenían salida, su mente comenzó a bloquearse lo que no la dejaba pensar con claridad. Se quedó congelada unos minutos donde su rostro reflejaba el pánico que sentía en aquél momento y agradeció para sus adentros de que nadie estuviera ahí. El miedo había vuelto y cruelmente no quería soltarla, unas lágrimas inexplicables corrieron por sus mejillas.

"Ignora las emociones dentro de tu cabeza, concéntrate en el mundo real fuera de tu mente, no es muy tarde para dejar tus cargas atrás"

Pronto volvió la seriedad en su rostro y miró al frente, secó las tontas lágrimas que lograron escapar y luego sonrió irónica. Tenía que demostrar que una prueba no la iba a vencer, tenía que revelar que merecía un lugar en el Clan LaSombra, que merecía un lugar junto a su Sire, a sus hermanos y junto a su pequeña Lyn. Aclaró su garganta a pesar de no decir palabra alguna y miró desafiante el infinito laberinto, declarando que no perdería.

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Mensaje por Invitado Sáb Dic 03, 2011 5:54 pm

So, we'll go no more a roving
So late into the night,
Though the heart be still as loving,
And the moon be still as bright.

For the sword outwears its sheath,
And the soul wears out the breast,
And the hearth must pause to breathe,
And love itself have rest.

Though the night was made for loving,
And the days return too soon,
Yet we'll go no more a roving
By the light of the moon.


Ella espero en la puerta de la abadía, al lado de un carruaje, la observe desde la ventana de la biblioteca. Deje el libro que hojeaba sobre una mesa, pase la yema de los dedos por la cubierta y sonreí por la ironía a la que me enfrentaba el título de dicha obra. Era un día en el cuál había un gran revuelo en la abadía, los guardias abrían las puertas a medida que pasaba e inclinaban el rostro con una expresión de lamento y a la vez de aliento porque sabían que existía la probabilidad de que aquella noche fuera la última de mi vida. Antes de salir me despedí de mis hermanos, hasta entonces no me di cuenta de cuánto los quería a los tres, quizá por el tiempo que habíamos pasado sobrellevando aquella existencia juntos. Stephen ocuparía el trono como rey en caso de que yo no regresara antes del amanecer. Abracé a Aimee y me fui con una sonrisa melancólica dibujada en el rostro, como siempre lo hacía desde que nací como vampiro, sin mirar ni un segundo atrás.

Eliz esperaba ya dentro del carruaje que nos conduciría a un lugar indefinido en un tiempo que no se veía más eterno para mí. Finalmente el reloj se había detenido, la muerte regresaba a rondarme aunque esta vez no me asustaba porque, para pesar de mi sire, no tenía una razón que me alentara a seguir como hasta esa noche, por más que me forzaba a imaginarla o a mantener a mi mente ocupada solo encontraba lo que hace noches había invadido mi vida hasta destruirla, el vacio. Ni una palabra durante el camino, sentí un par de veces su mirada sobre mí pero pude devolverle el gesto con la mía prácticamente porque mi mente se encontraba en un estado paralizado. Miraba por la ventana, miraba a la nada, miraba a la muerte. Cuando salimos de la ciudad no me preocupo, era evidente que a donde nos dirigíamos no estaba en ningún mapa y que por supuesto, si esperaban medir nuestras habilidades como ya sabía, no lo harían ante los ojos de los mortales.

Fue largo el camino, no lo sentí en el transcurso pero al llegar me di cuenta porque una brillante luna se alzaba ante una arbolada que albergaba la oscuridad, entonces vi por última vez a Eliz. No sabía si aquel sería un adiós o solo un hasta luego, no sabía cuál sería la prueba, no sabía a qué me enfrentaría. Le dirigí una mirada animada, o lo que pude aparentar de ella, mas una media sonrisa dotada de algo de picardía como si le estuviera diciendo con ello que no se preocupara por mí, entonces un guardia que nunca había visto me condujo por un sendero entre la arboleda. Después de caminar unos diez minutos no me di cuenta que a medida que avanzábamos se iba materializando una gran y solida pared verdusca, solo hasta que llegue a cierto punto me di cuenta que era un laberinto similar a los que se hacían en los jardines franceses solo que este era inmenso y la altura de los muros verdes probablemente llevaba a los cinco metros.

Se me ordeno esperar y se me pregunto si quería librarme de algo que llevara encima. Me quite el saco y la corbata quedando solo con los pantalones, la camisa y un chaleco extremadamente duro más flexible que llevaba en ocasiones en donde pelearía cuerpo a cuerpo, en realidad no me había preocupado por ir formal a la cita con la muerte sino mas bien cómodo para poder moverme con facilidad ante lo que se me presentara, en lugar de zapatos me había puesto un par de botas del mismo material que el chaleco y dentro del bolsillo del pantalón deje lo único de valor sentimental que nunca había dejado de llevar desde mi conversión en vástago. El guardapelo, cuando el guardia se retiro lo saque del bolsillo, lo abrí con cuidado y vi su retrato, debajo de él estaba el mechón de cabello que le había cortado la primera noche en que estuvimos juntos, en contra de todo deterioro se conservaba como el primer día, lo único que me quedaba de ella. Esa noche pensé en que si habría de morir lo aceptaría sin dar pelea con tal de que al momento de desaparecer alguna fuerza invisible me guiara al lugar donde ella reposaba después de su muerte. Mostrándome fuerte durante más de novecientos años, enterrando el pasado, solo por esta vez me permití recordar.

El guardia regreso y me indicó que era hora, la oscuridad y el frio del lugar eran inminentes, me rodeaban de pies a cabeza aunque no significaran nada para una piel eternamente congelada e insensible a los cambios del clima como aquellos pero había algo más, algo más que mis sentidos no podían comprender. Di el primer paso dentro del laberinto y me invadió ese escalofrío que mis recuerdos habían sepultado, el mismo que había sentido un día, en el pasado, cuando mi corazón murió aunque aún no había dejado de latir. Esto no lo recordaba, había quedado en mi subconsciente, solo advirtiéndome que algo se avecinaba y que como en el pasado podría removerme las arterias y arrancarlas de un solo golpe. Camine sin rumbo, en estado automático, sin esforzarme, sin saber por dónde ir ni mucho menos pensando en encontrar rápidamente la salida; estaba claro que no sería sencillo. Imperaba el silencio, solo el sonido de mis pasos rompía en la oscuridad aquella solemne obra maquiavélica.

Mientras caminaba distraje un momento a la nada, a la nada que me rodeaba y a la nada existencial. Pensé de pronto en que aquello no tardaría en cambiar, de pronto me había interiorizado en el laberinto, caminaba a través de largos pasillos sin techo donde solo se veían las estrellas y todo estaba demasiado tranquilo. Ese estado solo podía significar que la prueba se presentaría en el momento menos esperado pero ¿Qué sería?, de alguna forma mis instintos no estaban sojuzgados a mi estado melancólico y como demonio que era en el momento preciso una reacción mía no se dejaría esperar por un simple hecho: era parte de mi naturaleza. Aunque no me importara luchar con todas mis fuerzas así seria inevitablemente, desde el momento de mi conversión ese había sido mi alimento, el poder, la venganza, la destrucción. Dorian el humano estaba muerto y aunque quisiera recordar no me sería posible, Dorian el demonio había sobrevivido y esta vez el despertar de esa naturaleza no estaba lejano, de nuevo emergería por instinto o provocación.
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Mensaje por Invitado Dom Dic 04, 2011 4:27 pm

Seguía los pasos de ella, seguía los pasos de él. Me encontraba al lado de cada uno, hurgando en sus memorias y en sus recuerdos, buscando sus debilidades y que sorpresa la mía, o más bien ninguna sorpresa de lo que ya anticipaba, que cada uno era la debilidad del otro. Sus sires lo sabían porque ellos los habían separado para hacerlos fuertes y allí compartían mi visión de lo que en el laberinto acontecía. Lagrimas en ella, nostalgia en él. Pánico en ella, vacio en él. Dos ejemplares tan fuertes en destrezas, en poderes, en personalidades pero tan débiles en ese momento. Ninguno de ellos comprendía por entonces que yo secretamente manipulaba sus mentes mientras sus sires manipulaban sus emociones poniéndolas a flor de piel. La pregunta era fácil, ¿podrían ellos esquivar esa prueba?, al parecer les costaría ya que ambos habían caído desde el inicio en los efectos del laberinto, hogar de sus miedos, teatro de nuestras ilusiones.

Amelié Nottingham, no estaba contemplada al principio como una descendiente de nuestro linaje. Vivió y murió como la hija de un noble ingles pero su vientre la salvo. Albergó una semilla que era vital para nuestros intereses, un heredero aunque al alumbrarla nos saliera con que en realidad era heredera. Después de ello la decisión fue fácil, la madre estaba destinada a morir mientras La Camarilla se encargaría de criar a la hija pero alguien entonces se opuso. La palabra de Tom era seria y la tomaba como tal, después de argumentar haber encontrado un prodigio en la joven acepte su unión a la familia y me enorgullecí de que uno de mis hijos pudiera reconocer aquel diamante por entonces en bruto. Seguí el desarrollo de esa mujer durante casi mil años, los resultados en cuanto a táctica y pelea eran propios de alguien que descendiera de aquel clan, en buena hora llegó a nuestras manos aunque no lo hubiéramos planeado. Estaba en el laberinto, luchando contra ella misma, tratando de probar que era una estudiante merecedora del linaje que se le heredó.

Dorian Windsor, príncipe de Inglaterra cuando fue señalado junto a sus hermanos. El joven heredero al trono de Inglaterra constituyo, incluso antes de nacer, un sujeto que se incluiría en nuestras filas y gracias a una sencilla razón; el territorio que el heredaba lo habíamos forjado desde los inicios de su imperio junto a su sire, Eliz y junto al sire de Amelié, Tom. Todos los reyes de Inglaterra, mucho más anteriores al mismo padre de Dorian, gozaron de nuestra protección y por ello en el caso de él y sus hermanos no sería diferente. Sin embargo, el joven necesitaba madurar y la muerte de ella lo ayudo. Eliz se encargó en delante de hacerlo fuerte y sembrar en su mente los ideales que seguía todo líder, porque mientras Tom se encargaba de forjar a los estrategas, Eliz se encargaba de formar a los líderes. El príncipe fue educado para ser rey y así ocupo su papel por casi mil años. Él se dirigía hacia donde ella avanzaba sin darse cuenta de lo que encontraría. No trataba de probar su valor para su clan sino para él mismo, en aquellas sombras trataba de encontrarse sin saber cuándo se había perdido en la existencia que recibió como regalo.

Separados eran fuertes, ante cualquier otro oponente que les hubiera puesto demostrarían que podían pelear pero lo que me importaba era ¿podían contra ellos mismos?, su juicio respondería a esta incógnita mía. La perdición de ambos no se encontraba en sus cuerpos sino en sus mentes. Llego la hora de penetrar en esos rincones que los dos ocultan de los demás, de sacar a relucir sus temores, de librarlos de los fantasmas que debilitan su arduo entrenamiento. Las primeras pruebas ante ellos han de materializarse bajo la forma de aquellos a quienes han dedicado su vida inmortal. Por allá donde se encuentra Amelié en una esquina dobla una figura menuda y e ilusoria, Lynnette Nottingham que corre a prevenirla:

¡Madre! Sal de aquí, vienen a matarnos, salgamos de aquí es una trampa. ¡Sígueme madre! Tenemos que regresar por el camino por el que viniste.

La sombra de Lynnette quiere conducir a su madre por los lugares más oscuros del laberinto, ese rostro noble e infantil llora y clama porque su madre la escuche. Y en las sombras se esconde la niña que ella ama, esperando a Amelié, preparándose para matarla en el momento en que baje la guardia.

Más allá, en la dirección opuesta camina Dorian un tanto despreocupado. La risa de uno, la risa del otro, la risa de los dos golpea sonoramente en las paredes del laberinto y Stephen Windsor y Aidan Windsor aparecen ante él riendo burlonamente:

Deberías ver la cara que traes (Aidan) , ¿creíste que esto era en serio? (Stephen) , eres más tonto de lo que pensábamos por presentarte a este circo (Aidan) , deberíamos estar ocupándonos de asuntos más importantes (Stephen). Da media vuelta, iremos detrás de ti (Aidan), guíanos a la salida hermano (Stephen).

Dorian entonces notara que sus hermanos no se presentan de la forma en la que esperaba. Tanto Stephen como Aidan presentan sus figuras de adolescentes, como aquellos tiempos en los que el hermano mayor debía protegerlos y velar por su sobrevivencia. Ellos esperan a que Dorian se dé la vuelta para atacar.

Observo al lado de cada uno, ¿Qué harán?, ¿Creeran en las personas que aman?, ¿Quién morirá primero?
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Mensaje por Invitado Dom Dic 04, 2011 11:21 pm

El camino no sería fácil y jamás lo había sido en toda la vida y la “no vida” de Amelié, siempre dejo en evidencia su carácter, siempre mostró sus ideales, lo que esperaba…lo que quería. Acostumbraba ocultarse detrás de una fría máscara de hielo cada vez que alguien extraño o con malas intenciones se le acercaba mas solo unos pocos eran los que llegaban a conocerla profundamente, por no decir “ninguno”. Muchas veces había captado en primera instancia la intención de cada mujer y hombre que se le acercaba por lo que sabía de inmediato cual era la forma correcta para lidiar con ellos.

"Nadie sabe lo frío que estoy, lo que es caminar por esta calle totalmente solo, no es culpa de nadie sino mía, es el camino que he elegido seguir. Ser frío como la nieve sin mostrar ningún tipo de emociones"

Aquél frondoso laberinto, la inmensa oscuridad que lo rodeaba, los distintos olores a flora de pequeño tamaño que liberaban su aroma cuando Amelié dejaba su huella buscando el rumbo correcto. No caminó demasiado cuando otra vez quedó de pié frente a una enorme pared, su cerebro se bloqueaba nuevamente pero ahora no eran sus emociones luchando, eran nítidos recuerdos de un pasado que ella prefería ignorar, encerrar bajo siete llaves y ojalá olvidar pero nadie más que ella sabía que eso siempre sería imposible ya que por lo general había alguna situación, algún objeto o alguna discusión que la hacía viajar a aquél pasado que en momentos fue hermoso, pero que ahora solo le dañaba.

Nos abrazamos, pero no es mucho aunque es lo suficiente como para preguntarme que es lo que nos espera, es un deseo, una tortura, debes ser un hechicero porque simplemente haz hecho lo imposible”

Y el recuerdo de aquél hombre que hace ya tantos siglos le había robado el sueño, el aire, pero más importante, su corazón volvía insistentemente sin compasión alguna logrando que lágrimas nuevamente recorrieran sus mejillas, ella no quería pensar en él, no quería pensar en Dorian y por más que lo intentaba no lo lograba ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Por qué no podía manejar bien sus recuerdos? ¿Acaso era el laberinto? Se arrodilló en el suelo y con ambas manos tocó la tierra intentando sentir que no estaba soñando, que si no recuperaba nuevamente el orden de sus pensamientos de seguro moriría en manos de los rayos del sol y no era algo que tenía pensado. Tomó un poco de tierra entre sus manos frías y luego la vio escurrir por entre sus dedos, una suave brisa acarició su rostro y elevó cada uno de sus cabellos mientras Amelié suspiraba, sabía que nada de eso era un sueño, sabía que si seguía ahí el amanecer llegaría y sería su fin, sabía que no podía abandonar a Lyn, no podía fallarle así a ella…

Abrió sus ojos viendo cada detalle que tenía su alrededor, notó como ningún animal estaba cerca, siquiera algún insecto, la luz de la luna no llegaba en ese punto del laberinto por lo que se hacía más oscuro de lo que ya era. Se puso de pié y observó una estrella sintiéndose más relajada pero pronto unas palabras la alteraron de nuevo
- Nada de lo que él te ha dicho es verdad, solo se preocupó de jugar contigo y con cada uno de tus sentimientos, jamás te amó… - Habían sido siglos en las que había logrado sobrellevar cualquier recuerdo que se viniera a la mente en la cual estuviera Dorian, el amor que sentía por él y los lindos recuerdos habían sido manchados de la manera más cruel que pudo haber sido. Jamás quiso creer que tales palabras que lo único que lograban eran dañarla, pero jamás volvió a saber sobre él ¿Entonces qué prueba más esperaba?. Había perdido la cuenta del tiempo que había transcurrido esperando que todo lo que había sucedido fuese mentira, anheló con toda su alma que un día Dorian llegara para decirle que nada era cierto pero eso jamás había ocurrido, solo sabía que estaba vivo gracias al constante visitante que tenía una vez por año pero ella no volvió a preguntar por él luego de tales dichos.

Te ganaste mi confianza, no juegues conmigo porque correrás peligro si me jodes, porque si yo me quemo te enseñaré lo que es el dolor, y es el amor el que está maldito".

Mordió su labio inferior y rió irónica negando con su cabeza, no entendía nada de lo que estaba sucediendo ¿En qué momento aparecería la real prueba? No podía ser tan fácil como parecía hasta el momento sin darse cuenta aún como era que sus recuerdos y emociones estaban a flor de piel. Caminó nuevamente intentando aparentar estar serena, caminaba a pasos ligeros como el viento y hasta parecía que danzaba en vez de una simple caminata, pero no era así. Ignoró por completo todo recuerdo de su mente, desechó cada momento que en vez de sacarle una sonrisa provocara una lágrima, ella siempre había sido fuerte y ahora no iba a decaer tan fácilmente y menos por él. Nunca había necesitado de un hombre para ser feliz o para salir adelante y ahora no iba a quedarse ahí esperando su muerte por alguien que solo había jugado con ella.

"No hay necesidad de sentir dolor, no hay necesidad de sentirse traicionada. No hay necesidad de sentirse estúpida, no hay necesidad de sentir miedo".

La ansiedad comenzó a jugarle una mala pasada pues ya no aguantaba más en aquél laberinto, comenzaba sentirse desesperanzada aunque no se rendiría, empezaba a creer que jamás encontraría una salida y que su destino era simplemente morir pero si así debía ser moriría luchando, moriría dando lo mejor de si misma. Pronto se percató de un movimiento frente a ella y se puso inmediatamente a la defensiva pensando que por fin aquél con quien debía luchar se había presentado, había retrocedido un paso y dejado sus colmillos al descubierto haciendo entender que no sería una lucha fácil pero pronto dejó de lado aquella actitud cambiándola totalmente a una de asombro y confusión, quien había aparecido delante de ella no era nada más ni nada menos que su hija Lyn corriendo hasta donde estaba ella intentando prevenirla ¿Acaso era ella parte del juicio? Pero no era posible…no se le hacía justo que metieran a ambas dentro de un mismo juicio ¿Y qué tal si todo consistía en comprobar que tan fuerte era el lazo entre ambas?. Tragó saliva estupefacta sin comprender nada mientras se giró para ver cómo se ocultaba dentro de la oscuridad del mismo laberinto - Lyn cariño, ¿Qué estas haciendo acá? - Enarcó una ceja ante el silencio de su hija e iba a acercarse donde ella se había ocultado, pero algo la detuvo. Recuerdos de su hija vinieron fuertemente a su mente mostrándole que cada vez que ella tenía miedo, sentía tristeza, desesperación o cualquier cosa Lyn se dirigía directamente a ella para abrazarla y esta vez no sucedía así. - Jovencita, estarás en grandes problemas si no me cuentas en este instante lo que sucede - Su voz sonaba severa y estaba caminando exactamente hacia donde se había ocultado su pequeña, solo notó como se abalanzaba encima de Amelié ¿Con intención de matarla?. No había podido reconocer cual había sido la acción correcta ya que en lo que Lyn se abalanzó sobre lo que era Amelié ambas sombras desaparecieron. Amelié había salido de su escondite detrás de una de las paredes del laberinto luego de ocupar el poder de la ilusión y observó todo lo que había sucedido con gran asombro, nada de eso había sido real ¿Cuál era la idea, jugar con su mente? No tenía la certeza de qué era lo que querían realmente lograr con aquél juicio, pero nada le había gustado que metieran a Lyn en ello.

No se quedó demasiado parada en el lugar donde las sombras se habían desvanecidos y corrió por todo camino que se le cruzase, si habían sido capaces de enviar una ilusión de Lyn no quería saber de que eran realmente capaces de hacer ahora, quería encontrar ya la salida, no quería seguir siendo partícipe de aquél macabro juego que solo lograba confundirla más.


"Hay calma antes de la tempestad, hay tranquilidad antes de la guerra, ha llegado la hora en la que todo será decidido, pero nadie escucha los ecos del viento"


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Mensaje por Invitado Jue Dic 08, 2011 4:15 pm

Te nombran frente a mí,
Un toque lúgubre en mi oído;
Un estremecimiento viene a mí
¿Por qué te quise tanto?
No saben que te conocí,
Aquellos que te conocen demasiado bien:
Por mucho, mucho tiempo he de arrepentirme de tí,
Demasiado hondo como para expresar.
En secreto nos encontramos
En silencio me lamento,
De que tu corazón pudiese olvidar,
Tu espíritu engañar.
Si llegara a encontrarte
Tras largos años,
¡Cómo habría de saludarte!
Con silencio y lágrimas.

Mientras caminaba adentrándome en el laberinto se hizo presente la soberanía de la nada, ni un sonido, ni una presencia que pudiera sentir, ni un soplo de viento, lo cual era raro al estar en un lugar donde solo habían árboles y aquel laberinto del cual se veía el cielo nocturno en medio de la….nada. De pronto me vi recorriendo aquel camino tan similar al recorrido los últimos años de mi vida, en un estado automático, sabiendo lo que debía hacer cuando llegara el momento pero preguntándome a la vez que seguiría después de aquello y la respuesta era siempre la misma: la misma nada, el mismo vacio. Ya estaba allí, o salía vivo o salía muerto y para mí no existía mucha diferencia en ello considerando que no tenía una razón para mi propia existencia desde la muerte de aquella mujer. Con los años me había tratado de convencer de lo contrario, a veces había logrado disfrazar una perfecta realidad para vivir en ella como todos los de mi especie, en la comodidad, en el poder, en el deleite a través de placeres que solo me satisfacían por una noche pero no en la eternidad.

Ante mi familia, ante mis amistades, ante la sociedad, yo era solo un inmortal indiferente y frío a cualquier sentimiento que perdurara. La mayoría creía que yo era un rey que había caído en el vicio de las plácidas compañías y en efecto constituyeron el único vicio para tratar de alejar el fantasma de una mortal. En Inglaterra se había olvidado el apellido de aquella ilustre familia, sin descendientes, sin propiedades que quedaran en pie, sin recuerdos que me permitiera traer al presente ya sea porque los consideraba una debilidad o porque creía que era vano rememorar un tiempo perdido para siempre. La vida de los mortales era olvidada en cuanto morían, eran pocos quienes plasmaban su nombre en la historia, solo aquellos genios que dejaron un legado pero ella, sin que fuera uno de estos genios, perduraba en mi mente desde su muerte. Irónicamente me había permitido recordarla esta noche, mientras caminaba sin rumbo, quizá porque la muerte estaba próxima y quizá porque solo en la muerte la encontraría aunque aún no podía pronunciar su nombre ni siquiera en mi cabeza.

Trate de despertar de ese repentino desplazamiento al pasado absoluto y una vez más agudice mis sentidos para tratar de encontrar alguna presencia en el lugar. Creía que sería demasiado fácil que la prueba solo consistiera en salir del laberinto, en algún momento se encontraba el camino, pero ¿qué había en el camino?, quizá un enfrentamiento contra otro vástago bien entrenado, lo que prácticamente esperaba si de medir habilidades se trataba. Camine unos diez minutos mas y doble una esquina que permaneció en tal estado de oscuridad que parecía que pisaba el vacio. Me predispuse a seguir pero enseguida capte una presencia aunque algo extraño había en ella. Las risas me resultaron extremadamente familiares, desde que las escuche supe que mi momento de calma había terminado, el juicio realmente comenzaba en ese momento.

Desde un corredor igualmente oscuro aparecieron Stephen y Aidan caminando en dirección hacia donde yo me encontraba. Fruncí el entrecejo tras escucharlos, un escalofrío recorrió mi espalda cuando al verlos mejor pude comprobar que no eran los hermanos que tenía en la actualidad sino los que había tenido en aquel pasado tan lejano, cuando aún éramos mortales. Ambos tenían esas caras de niños y la mirada similar a la de aquellos dos chiquillos que una vez fueron llevados junto a mí a un encierro prolongado. No los había vuelto a recordar así, incluso sus voces eran las de entonces. Mi primera reacción fue creer que me había quedado dormido o de alguna forma adormecido porque aquello no podía estar sucediendo, Stephen y Aidan eran vampiros como yo y presentaban figuras diferentes a las que se me aparecían en ese laberinto de ellos. Sin embargo, estaba en ese laberinto, eso era real, como podía soñar despierto si no había dejado de caminar en ningún momento.

Entonces me di cuenta que allí se me presentaba la primera prueba, si mostraba ser débil moriría y allí se encontraban las dos personas que hasta el presente habían sido las más importantes en mi vida además de Aimee. Mi familia era lo único que me quedaba, mis lazos con el mundo para sobrellevar una existencia tan larga. Desde niños había tenido ese instinto sobre protector a pesar de no ser el más responsable de los tres era innato en el querer a mis hermanos tal cual eran. En el pasado pedí a Eliz que transformara a Stephen para que él no muriera a pesar de que me gané su odio por largos años dado a esa decisión. Nunca me alejé de Aidan incluso siendo este el mas malcriado y rebelde de la familia porque el afecto de hermano era mayor que los defectos que pudieran tener. Si no los conociera tan bien como los conocía entonces quizá me hubiera preocupado de creerles a los dos farsantes que tenía delante de mí.

Sonreí y les devolví la mirada, ni aunque fueran los reales podrían detenerme, la misma Eliz había estado preocupaba de aquel juicio semanas antes, si todo fuera una broma ella no estaría implicando un nombre tan significativo como el de Abaddon. Me acerqué a ellos y destrocé el cuello del primero mientras el segundo me desgarro el estómago, si hubiera sido yo probablemente mi participación hubiera terminado pero el que tenía en las manos el vampiro que quedaba, que obedecía a la imagen de un joven Stephen no era más que su propio compañero. ¿Qué paso?, un rápido desplazamiento de lugares que me fue posible aprovechando la oscuridad del laberinto, ellos se quedaron mirando hacia mi sombra que fue fácil dejarla en el lugar donde me encontraba gracias al control sobre sus mentes donde quedo registrado su blanco mas no su movimiento. Desafortunadamente para el muchacho, cuando se dio cuenta de que me encontraba a su lado ya fue demasiado tarde. Pero no fue el que suplantaran las caras de mis hermanos lo que me causo preocupación, sino que ambos cuerpos se desvanecieron como si nunca hubieran estado allí.

Lo pensé dos veces antes de darme a mí mismo la respuesta. Los hechos indicaban que se trataban de ilusiones, de formas que confundían a los sentidos y sobre todo a la vista. De modo que en el lugar me encontraría con pruebas de ese tipo…pero ¿qué otra cosa podría afectarme a ese nivel que no fueran mis hermanos?, mi mejor amigo se encontraba lejos porque él mismo sería sometido a un juicio similar así que la posibilidad de que él estuviera allí era baja y totalmente nula cuando uno le atribuía al hecho de que pertenecíamos al mismo clan. Hasta donde tenía entendido dos individuos de un mismo clan no pueden enfrentarse en el mismo juicio ¿Por qué?, han tenido el mismo maestro y por ende poseen las mismas destrezas, seria banal medir dos seres que son el reflejo del mismo estanque. Entonces concluí que lo siguiente seria un enfrentamiento con alguien real, de lo contrario no habría razón para no vencer mas ilusiones después de pasar el factor sorpresa de las primeras. De tal forma seguí mi camino, adentrándome más en el laberinto, en espera de lo inevitable.
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Mensaje por Invitado Jue Dic 08, 2011 6:38 pm

La primera cree que es su hija la que le acababa de poner en el camino, uso el tono maternal y por poco es presa de un engaño destinado a su exterminio. De modo que no era tan débil como pensaba, creía que su relación con su hija seria su perdición pero logro sobrevivir y aquello me satisfizo. Note algo en el aire que me rodeaba allá arriba, Tom volvía a su tranquilidad, no lo habia visto así desde su juicio y parecía tener apego a esa chiquilla por lo que me daba la impresión que cuando me tocara poner a juicio a sus otros dos hijos se preocuparía en la misma medida de ellos. Los dos hijos que tenia a mis lados eran en extremo orgullosos, si alguno de los neonatos del laberinto fallaba entonces los sires se sentirían fallar también. A pesar de haber pasado la prueba la vi llorar, una buena señal, se empieza a quebrar por lo que la siguiente etapa será para ella sin duda algo mortal.

El hijo de Eliz es del tipo razonable, en oposición a todo lo que pensaba de él, suponía que Dorian era de aquellos que actuaba en el acto y que sin duda o bien caería en la trampa de sus hermanos o bien se iría sobre ellos provocando ser atacado por los dos al mismo tiempo. Al parecer era lo suficientemente precavido como para atacarlos uno a la vez y me pareció que su humanidad estaba disminuida a cero al casi no inmutarse como pensaba ante las presencias de los dos jóvenes que les envié. Luego me di cuenta que no era una fortaleza suya sino que trataba desesperadamente de no tener ninguna imagen del pasado, se aferraba a su presente para sobrevivir y allí encontraría el su final. Su mente racional no podría ya sacarlo del pasado como en la primera prueba que le puse porque sería totalmente insulso querer permanecer en un presente si estaba en mis manos eliminarlo.

Les seguí de cerca a ambos, espere a que se adentraran mas en el laberinto e indirectamente guie sus sentidos hacia donde yo quería que estuvieran porque era la hora de que se fueran acercando mas hasta que su encuentro constituyera la última etapa. Amelié y Dorian caminan en el laberinto y al llegar al centro encuentran la salida, extraño quizá para ambos. Allí, delante de los ojos de ambos se alza un palacete de una época donde los nobles eran señores de alta estima. Sobre las puertas se encuentra tallado el escudo de aquella familia que una vez albergo a ambos jóvenes y la cual ahora yace en cenizas. No hay luz dentro, no hay nadie más que los fantasmas del pasado. Las puertas se abrieron de par en par, las telas de las cortinas salían flotando por las ventanas llamando a que entren los visitantes, la mente les juega una mala pasada pues ambos están seguros de que el lugar se les hace familiar.

Es el final del camino, el final del laberinto no se encontraba al otro lado del mismo sino al medio. La única opción que ambos tenían era la de entrar y yo observo y espero y me deleito cuando ambos se deciden y entran en la gran casa de los recuerdos cada uno por el lado contrario. Tras que ellos entran las puertas se sellan y es imposible salir, han abandonado el presente y están en el pasado. Amelíe ha cambiado y vuelve a ser la joven de mejillas rosadas que danzaba por aquellos pasillos. Dorian recupera el pulso y se adueña de él la emoción que una vez tuvo de regresar a Inglaterra. Amelie recuerda que acaba de ver desde su balcón a un joven que llega en el medio de la noche. Dorian entra a la casa con la sola idea de ver a la doncella del balcón. Eliz y Tom nunca existieron para ellos pues de hecho no los conocen, no conocen el mundo de la oscuridad ni a los demonios que moran en él, no conocen la sed ni la inmortalidad y todo lo que habita dentro de aquella casa son los recuerdos que cobran vida y la vida se les es devuelta a ellos.


INDICACIONES:

1. Se hallan en la casa de la familia Nottingham
2. Una vez que estén en el interior no recuerdan que están en el laberinto
3. Se verán con las apariencias que tuvieron cuando eran mortales
4. En el interior de la casa ira avanzando rápidamente el tiempo hasta la llegada del amanecer, los rayos del sol se filtraran por las ventanas como lo vivieron al ser humanos; sin embargo es mera ilusión, en el exterior de la casa el tiempo transcurre normalmente y seguimos en el juicio que es de noche
5. Olvidaran que son vampiros y no se sentirán como tales
6. Tienen que encontrarse en algún momento, que su rol los lleve a él y tendrán cada uno dos respuestas para describir como se encuentran y cómo actúan después de ello
7. Luego de las dos respuestas de cada uno de ustedes yo volveré a postear
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Mensaje por Invitado Sáb Dic 10, 2011 1:45 pm

"Las cicatrices de tu amor me recuerdan a nosotros, me mantienen recordando que pudimos tener todo, las cicatrices de tu amor me dejan sin aliento y no puedo evitar sentir que lo podríamos haber tenido todo"

Dulce era la triste ironía de la vida al jugar con los sentimientos, pensamientos y recuerdos de Amelié sin compasión alguna, ni por mínima que fuera estaba corriendo por aquél tenebroso laberinto sin mirar atrás y es que a pesar de no entender aún de lo que consistía, de lo que debía aprender o superar, seguía preguntándose una y otra vez cual era la prueba que tenía que vencer. Ya habían jugado con la apariencia de lo más preciado que tenía y había estado a punto de caer en la trampa, trampa que la habría enviado directo a la muerte de no ser que conocía muy bien a su hija. ¿Si ya había superado ello, qué podía entonces venir ahora? Mientras corría analizaba dentro de si para considerar toda posible debilidad con la que podrían sacar provecho pero por más que pensaba, analizaba y buscaba no encontraba una respuesta lógica.

Corría a una velocidad considerable, tal vez un poco más rápido que un humano pero no utilizaba del todo su rapidez puesto que no quería agotar las energías debido a un posible enfrentamiento ya que a pesar de haber jugado ya con su mente nada aseguraba que así seguirían las cosas y si algo aprendió en sus largos años de vida era que debía ser precavida, que por mucho que estuviese preparada para una situación en particular siempre habría algo o alguien que cambiara de golpe toda su vida, así ocurrió con Dorian y volvió a suceder al tener a Lynnette al menos hasta ese momento los altibajos de la vida se mantenían en equilibrio.


"Estoy algo perdida dentro de este laberinto, ¿Estas allí? dame una señal, ¿Estás en casa?..."

A medida que se adentraba en el laberinto ya no ocupaba su racionalidad para intentar buscar una salida y simplemente corría por inercia sin darse cuenta que cada vez que tomaba una nueva ruta en aquél enorme camino, siempre daba con su objetivo que era no toparse con una enorme pared verdosa que impidiera seguir. En ese momento no lo intuyó siquiera, no se dio cuenta de ese extraño acontecer y más se preocupó de encontrar pronto el final del juicio pero no pensó que le faltaba aún mucho por lograrlo.

Giros, correr, cansancio, desesperación, histeria, intento de control… Era lo básico que ocupaba ahora su mente sintiéndose cada vez más frustrada ¿Cuándo? ¿CUÁNDO? ¿Cuándo se aburrirían ya de disfrutar tal espectáculo y por fin mostrar la verdadera prueba? Y es que le parecía estúpido que todo se tratara de velocidad, era incoherente y demasiado simplista el hecho de intentar hacerla caer con su hija ¿Eso era todo? ¿¡Pero qué!?...

Y de pronto todo pensamiento racional se esfumó quedando su mente en blanco, Amelié quedó de pié inmóvil frente a una estructura familiar la que observó y analizó por unos segundos con una mirada perdida. Sabía muy dentro de ella que conocía aquella mansión que se aparecía de la nada frente a sus ojos pero no lograba recordar donde la había visto antes aunque sintió como algo dentro de su pecho se retorcía sin entender ella el por qué, pero no le prestó demasiada atención. Caminó a paso lento desconfiada ¿Era posible que hubiera una casa justo en pleno camino de aquél laberinto? No le parecía lógico y cada vez comprendía menos la situación. Aquél lugar no le brindaba para nada seguridad pero aún así algo la llamaba a entrar y no se podía negar ante tal curiosidad que le provocaba. Retomó nuevamente el camino y vio las cortinas asomadas como invitándole a pasar, tragó saliva y antes de entrar observó su alrededor por quizás última vez, pensando en todo y en todos quienes la habían acompañado hasta este día.


"Ahora me ves superándolo, estoy aquí tan expuesta, y lo haré un poco más difícil yendo por todo el camino, encontraste muy fácilmente donde estaba tan vulnerable, con tu poder y sabiduría para abandonarme acá sola, sola…estoy completamente sola"

Avanzaba a paso lento, con su mano izquierda alzada ya que al caminar iba tocando todo objeto, pared y adornos que encontraba en su camino intentando recordar. A medida que iba avanzando cerraba sus ojos unos segundos para calmarse, sus recuerdos se enredaban unos con otros intentando hacerla viajar a un pasado hermoso pero que no era ya parte de su presente. Se dio cuenta que el lugar donde estaba era su propio hogar hace muchísimos años, ahí había conocido al hombre con quien había querido pasar por el resto de su vida. Lágrimas, malditas lágrimas otra vez y ya estaba harta de ello por lo que esta vez llevó su mano derecha a la altura de sus ojos y se secó así todos los tontos lamentos para seguir caminando con su rostro serio.

"El día en que te marchaste, me tuviste que perjudicar, supongo que no lo sabías. Todo con lo que me dejaste es demasiado para manejarlo, pero supongo que no te importa no necesitas predicar, no tienes que amarme todo el tiempo"


Canción para esta parte de la historia:
Amelié creía que seguía normalmente caminando a través de su hogar sin prevenir que estaba nuevamente en una ilusión, otra vez la habían atrapado desprevenida y ahora era el momento de la verdad. Aquella noche, aquella hermosa noche que siempre había atesorado en su ya muerto corazón había salido a la luz. Su corazón palpitaba hasta más no poder sintiendo que éste escaparía de su pecho y es que su recuerdo la hacía sentir así ¿Y por qué si siquiera lo conocía? Luego de estar leyendo un libro se había asomado al balcón al sentir el ruido de un carruaje acercarse y es que ahí había ocurrido el momento más glorioso para ella…Encontrarse con la mirada de él

Su corazón danzaba cada vez que recordaba su mirada, sus labios y su rostro a pesar de no conocerlo demasiado pero quería conocerlo y haría todo lo posible para lograrlo. A paso lento y con una amplia sonrisa una risueña y sonrojada Amelié caminaba a hurtadillas, con una sonrisa cómplice, hacia su antigua biblioteca. Una vez adentró suspiró y buscó un libro de su interés antes de irse a sentar, lo abrió y hojeó un par de páginas ya que en realidad, muy en el fondo de ella, esperaba que ese alguien especial atravesara por fin la puerta de la biblioteca.

”Este no es el fin, el miedo marchita el alma a un punto sin regreso, debemos ser el cambio que deseamos ver, entraré en tu mundo, miraré a través de tus ojos e intentaré entender antes de perder lo que tenemos. "


Canción de hoy:
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Mensaje por Invitado Dom Dic 11, 2011 2:33 pm

There used to be a graying tower alone on the sea
You became the light on the dark side of me
Love remained a drug that's the high and not the pill
But did you know,
That when it snows,
My eyes become large and
The light that you shine can be seen
I compare you to a kiss from a rose on the gray
The more I get of you,
The stranger it feels,
And now that your rose is in bloom
A light hits the gloom on the gray
There is so much a man can tell you,
So much he can say
You remain,
My power, my pleasure, my pain,
To me you're like a growing addiction that I can't deny.

Desde el encuentro con aquellos impostores, o lo que fuera que hayan sido, me mantuve con todos los sentidos atentos a lo siguiente que apareciera. Finalmente me situaba en el lugar y tiempo en el que se me había puesto y si no me encontraba alerta fácilmente podría caer en alguna trampa que aquel laberinto preparara. Los recuerdos regresaron al recóndito lugar donde una vez habían sido apartados y todo lo que importaba era sobrevivir y seguir, como lo había sido siempre desde mi transformación. Ya no podía regresar al pasado, nada de lo ocurrido podía cambiar, ella estaba muerta y nada me la devolvería; haber estado pensando tanto en mi vida mortal en las últimas semanas había sido una pérdida de tiempo, o eso era de lo que quería convencerme mientras seguía caminando sin rumbo pero con un objetivo claro, el de ganar aquella prueba. Eso era lo que el inmortal había aprendido y lo que yo acepté, una vida a cambio de la otra, toda mi humanidad a cambio de lo que tenía en el presente y solo así podría seguir cumpliendo el papel que se me había delegado desde mi nacimiento sobre el territorio inglés.

Caminé decidido a afrontar todo lo que me encontrara de por medio, el laberinto parecía apartar las sombras con las que me encontraba antes y que me hacían vacilar entre tomar un camino u otro. La oscuridad que antes no me dejaba ver por dónde iba poco a poco se apartaba entre mas avanzaba y algo me decía que estaba cerca a la prueba final y por ende a encontrar la salida. No decepcionaría a Eliz ni a los años en los que me enseño todas las artes secretas de nuestro clan. Sin embargo, la predisposición que me rodeaba pronto se vería opacada por completo ante el terror. El tiempo ya no era medible dentro de ese lugar, no supe cuanto más pero camine a paso rápido consciente de que solo tenía que seguir avanzando y erróneamente me creí preparado para todo lo que se me presentara después de vencer la primera prueba ilusoria. De lejos ya veía una extraña estructura, demasiado extraño para que se encontrara en medio de aquellos pasillos interminables y lúgubres. Empecé a correr creyendo que finalmente había llegado a la meta donde se me sometería a la prueba que tanto temía pero que estaba dispuesto a ejecutar.

Se alzaba una casa delante de mí, me detuve en seco cuando, sentí un frío incontenible y eso era prácticamente imposible ya que se suponía que la piel de los inmortales era como un bloque de hielo. Solo minutos después entendí que ese escalofrío no era externo, esa sensación desagradable recorrió mi médula y rompió mi equilibrio mental y emocional. Una vez, hace casi mil años, había estado delante de una estructura similar, en medio de la noche y observando, desde mi llegada, a ese balcón. Mis esfuerzos por bloquear el pasado habían sido en vano, las barreras que cree para toda debilidad que aquello constituyera cayeron y con la guardia ya baja y la mente totalmente pérdida avance automáticamente hacia ese lugar y entre en la casa. Las puertas se cerraron fuertemente, el estrépito me hizo despertar de una especie de trance o me hacían despertar para entrar justamente en un trance. Sólo recordaba haberla visto, acababa de llegar a la casa de Lord Nottingham, un aliado de mi familia, aquel que nos escondería hasta que pudiéramos ajustar las cuentas con aquellos que usurparon el trono. Mis hermanos debieron entrar ya hace minutos pues me había distraído en la entrada con la visión más hermosa que hasta entonces hubiera tenido en mi vida, aquella joven del balcón.

Lo único en lo que pensaba era en verla otra vez, encontrarla y comprobar que no se trataba de un sueño. Los pasillos de aquel lugar me resultaban extraordinariamente conocidos, los mismos retratos de las paredes confirmaron la creencia a la que me aferraba, ella era real, las pinturas donde ella aparecía se encontraban por doquier. Sentí como la vida se me devolvía a medida que caminaba con un rumbo como si mis pies conocieran el camino de memoria y como no si allí nos ocultábamos de las miradas que nos vigilaban. La emoción de joven enamorado dibujo en mi rostro esa sonrisa que solo ella podía producir cuando me regalaba su risa, el corazón golpeaba insistente por sentirla en mis brazos y por besar sus dulces labios. El frío se había apartado como en un soplo desde el momento que entrara en aquella casa y todo aparentaba ser cálido o la calidez de saberla allí, de encontrarla, rodeaba todas las paredes alimentando mis ansias de llegar a esa habitación, donde entre estanterías llenas de libros, estaba seguro que la encontraría esperándome como siempre lo habíamos pactado, después de la cena y cuando todos los demás ocupantes de la casa se encontraran durmiendo.

Al atravesar la puerta vi su perfil, estaba sentada y en las manos tenía un libro, solía distraerse con ellos en los momentos de la espera. En mi mente pronuncie el nombre que estaba prohibido, Amelié, y luego un eco y otro hasta que mis labios comprobaron que era real y que allí estaba ella –Amelié- dije, sonreí y me acerqué a ella apartando el libro de sus manos e inclinándome para encontrar su rostro y aunque ganas de besarla no me faltaban no lo hice porque quería ver cada detalle de ella, comprobar que allí estaba tal como había pensado encontrarla y que era tan real que eran infundados mis temores de que se tratara de un sueño. No me puse a pensar porque pero una alegría sin igual se apodero de mí, no creí haber sido tan feliz hasta aquel momento como si la realización de mi existencia hubiera estado esperando solo a encontrarla. Acaricie su rostro con las yemas de los dedos, mi mirada se encontró con la suya y en ese momento reconocí a la chica del balcón.

Nunca había existido su muerte ni la mía, no recordaba nada de esto, no recordaba el tener casi mil años ni siquiera que existieran los vampiros. El tiempo y espacio se habían apartado de toda realidad y me habían llevado solo a uno de los muchos momentos que habíamos compartido dentro de esa casa. Mis sentidos, que creí en ese momento como humanos, captaban la calidez de su cuerpo, el perfume de sus ropas, la suavidad de su piel y la textura de su cabello. Ese sentimiento de felicidad era único porque ese lugar había sido el escenario de mi vida con ella y solo ella había podido hacerme sentir feliz. Antes y después lo único que me quedaba era la vida de obligaciones y tareas que solo un título debía cumplir. Los días con ella eran en cambio algo que pertenecía a Dorian Windsor el hombre y que nunca podría encontrar un lugar dentro de la vida de Dorian Windsor el rey porque ella prácticamente no existía ya en ese universo que parecía entonces tan lejano a lo que estaba viviendo en esa casa. Congelar el tiempo, congelar los acontecimientos, congelaría a la misma muerte si se me permitiera quedarme allí con ella, acariciándola como lo hacía, volviéndola a amar como lo hacía mientras la miraba y la reconocía –¿Me esperaste mucho tiempo?- pregunte susurrando a su oído.
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Mensaje por Invitado Dom Dic 11, 2011 3:45 pm

"La fe ha venido a advertirte que abandonaste por mucho tiempo su corazón, avanza hacia la verdad, respira la luz del sol quemando en sus brazos abiertos"

El tiempo dentro de aquella ilusión se había detenido sin dar tiempo a un posible razonamiento, había sido transportada a sus más oscuros recuerdos, recuerdos que guardaba con recelo en el fondo de su corazón por muchas situaciones que habían ocurrido sin mayor explicación. No quería recordar, no quería revivir nada de lo que en su pasado había quedado, no quería estar frente al único hombre que amó, no quería sentir sus labios, no quería sentir nada de él…solo quería poder borrar su memoria y así no recordarlo más. Pero no tenían eso planeado y quisiera o no, debía enfrentar todo lo que en alguna ocasión enterró en un rincón oscuro de su mente.

"Mira quien soy, ábrete camino a la superficie, alcanza mi mano, mostrémosle que podemos liberar nuestras mentes y encontrar un camino, el mundo está en nuestras manos"

Amelié estaba totalmente hundida en aquél momento de su vida, no existía nada más en su vida que Dorian, era lo único que quería ver, que quería sentir y acariciar sin imaginarse siquiera en una vida si él, no existía Lynnette, no existía Tom no existían sus hermanos…no conocía demasiado a Stephen. Su mente, sus sentidos y su ser entero se ocupaban solo de tener latente todo movimiento, situación, olor y caricia que éste le provocaba sintiéndose tan feliz, tan dichosa que no lo podía explicar. En sus años no había encontrado nunca al indicado siendo que muchos habían pasado a tocar su puerta pero ella jamás estuvo interesada en alguno de esos típicos hombres que juraban lealtad aunque siquiera sintieran de corazón cumplirlo y si había algo que ella jamás había aceptado ni soportado eran las falsas ilusiones que un podrido corazón prometía. Jamás había tenido experiencia sobre romance, pasión, amor pero no por ello era ingenua, no por ello caería ante el primero que le hablase bonito, no por ello se dejaría pisotear por alguien que se creía superior sin conocerla. Jamás lo permitiría puesto que un gran valor inculcado por sus padres siempre fue el de respetar para que te respeten ¿Cómo estaría entonces en una relación donde aquello no ocurría?.

Y cuando ya había rechazado a muchos porque le aburrían o porque se daba cuenta de sus verdaderas intenciones conoció a quien siempre consideró su primer amor, sin planificaciones de por medio, con su padre intentando evitar que ambos tuvieran contacto, él librándose de sus hermanos para verla y ella escapando de sus doncellas para tener un minuto, aunque fuese un minuto de tranquilidad junto a él, nadie más que él. Tal vez sospechaban o quizá no, pero todo ello se había vuelto en una especie de ritual, ella no se daría por vencido hasta que todos aceptaran que era Dorian el indicado, y es que simplemente así lo sentía y si debía luchar contra mil soldados por sentir amor por él…lucharía sin pensarlo dos veces.


"En la esquinas de estos cielos universales la conclusión del día a menudo me sobrepasa, al igual que los caminos de la luz alcanzará tu resistente corazón, lo encontraré, encontraré...al mejor de los hombres"

Y aquella noche como habían quedado de acuerdo, Amelié se había escabullido silenciosamente por unos de los pasillos sin hacer ruido alguno para llegar a la biblioteca para verlo a él, a él y solo a él, nada más le importaba. Tenía su libro entre las manos, libro que no se había tomado la libertad de leer ya que lo había hecho ya hace un tiempo pero si la encontraban ahí a esa hora, tendría un buen argumento ya que después de todo, siempre creían en sus palabras. Sintió la puerta de la biblioteca abrirse y su corazón comenzó a palpitar hasta más no poder y observó de reojo, una gran sonrisa se había asomado al ver que era Dorian quien entraba “por fin, por fin” pensaba una y otra vez sonrojada y con su rostro semioculto detrás del libro que ahora solo estorbaba.

Escuchó su voz, su dulce voz que la llamaba sin titubeo alguno, voz que con tan solo unas palabras lograban tanto en ella, la hacía viajar al mismo cielo y luego volver ¿ Cómo podía él provocar tantas cosas en ella? No lo entendía ni lo quería entender.
- Dorian – Susurró feliz junto a un gran suspiro, tal vez no había esperado demasiado pero se le había hecho eterno. Observó sus ojos perdiéndose en ellos y luego vio sus labios pero rápidamente desvió la mirada de ellos, no sabía por qué pero se le hacía tan intocable, tan perfecto…tan todo, que no podía evitar paralizarse cada vez que lo veía o lo sentía cerca.

Cerró sus ojos en cuanto sintió el contacto de sus dedos sobre su rostro para grabar cada caricia de su mano sobre ella, no quería perderse de nada, no quería que el tiempo siguiera avanzando. Quería quedarse así, simplemente así ¿era demasiado pedir? Nada cómo lo conocía tenía sentido al estar así otra vez, todos sus malos recuerdos habían sido borrados al estar nuevamente con él y lo disfrutaba demasiado.


"Por favor pronuncia mi nombre, recuerda quién soy, me encontrarás en el mundo del pasado, te fuiste otra vez tan lejos de donde estoy…cuando me preguntaste quién era yo"

Se sentía tan feliz en ese momento que con gusto se habría quedado ahí aunque significara su muerte, pero no pensaba racionalmente puesto que todo había quedado en el laberinto. Amelié alzó la vista y observó a Dorian con un rostro sonrojado, quería sentir sus labios, sus manos, su cuerpo. Quería sentir que todo ello era real, que de verdad el tiempo había retrocedido y que esa era su realidad, su presente, donde no había engaños, sangre, muerte…solo existía felicidad y amor. Llevó ambas manos sobre las de Dorian sonriente y acarició con suavidad para recordar cada centímetro de su piel. Al escuchar su voz sintió un escalofríos y negó con suavidad – Cualquier espera valdría la pena si eres tu quien atraviesa esa puerta y no importaría si son años - miró sus ojos convencida de sus palabras y apegó su mejilla con la suya, la alta ansiedad de querer besarlo la carcomía por dentro, no aguantaba más, quería un beso solo un beso.

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Mensaje por Invitado Miér Dic 14, 2011 7:06 pm

A UNA MADONA (Charles Baudelaire)

Construiré para ti, Madona, mi señora,
un altar subterráneo en el fondo de mi dolor
y erigiré en el rincón más negro de mi corazón,
lejos del mundano deseo y de las burlonas miradas,
un altar, todo azul y oro esmaltado,
donde tú te elevarás, estatua maravillada.
Con mis pulidos versos, tejidos del metal más puro,
sabiamente constelados de rimas de cristal,
haré para ti una enorme corona
y en mis celos, oh mortal Madona,
sabré tejerte un manto, al estilo bárbaro
pesado y rígido, y con la sospecha por doblez,
que como una garita, contendrá tus encantos,
no de perlas bordada, sino con todas mis lágrimas.
Tu túnica será mi deseo, estremecedor y ondulante,
deseo que asciende y desciende,
y que en las cimas pende y en los valles descansa
y reviste con un beso todo tu cuerpo blanco y rosado.
Te haré con mi respeto bellas sandalias
de satín, y que por tus pies divinos sean humilladas,
y que sean así tus prisioneras en tan suave celda
como un molde fiel que guardarán la impronta.
Y su acaso no puedo, a pesar de todo mi arte diligente
tallar por cascabel una luna de plata,
posaré allí la serpiente que mis entrañas desgarra,
bajo tus talones, para que aplastes y rías,
oh reina fecunda y victoriosa en rescates,
a ese monstruo henchido por odio.
Verás mis pensamientos, ordenados como los cirios
ante el altar florido de la reina de las vírgenes,
estallando de luces el techo azul,
mirándote siempre con ojos de fuego;
y como todo en mi, te ama y te admira,
y todo se hará benjuí, incienso y mirra
y sin cesar hacia ti, blanca y nevada cima,
en vapores ascenderá mi espíritu tormentoso.

Escuchar nuevamente su voz provoco que olvidara por completo mi entera existencia, como mortal, como vampiro, como todo porque todo era Amelié y a la vez todo mi ser era suyo. Lo único que podía pedir era escucharla pronunciar mi nombre cada mañana, cuando despertáramos juntos después de haber pasado la noche entre caricias y pasiones. De esta forma sabría que estaba allí, desde el anochecer hasta el amanecer y entonces le podría prometer, como muchas veces antes lo hice, que nunca la dejaría y que siempre estaríamos juntos. A su suave toque la plenitud de la vida no pudo manifestarse de una forma más predominante como aquella, la necesidad de abrazarla, de besarla, de poseerla, eran tan fuertes que parecía que hubieran pasado siglos sin tenerla cuando en realidad solo habían pasado horas desde nuestro último encuentro más esa era la realidad, no podía pasar mucho tiempo sin ella sin encontrarme ya extrañando su presencia, dicha añoranza era semejante a que a un ser humano le privaran del aire para vivir.

-Y yo siempre atravesaría tierra, mar y cielo para llegar a ti mi dulce Amelié- respondí y sonreí sin dejar de verla, sin siquiera pestañear porque tenía un extraño miedo a perderla y a que todo aquello no fuera real. No imaginaba la vida sin Amelié, no encontraba una razón para la vida sin ella, no concebía tal posibilidad y solo daba gracias porque nos encontráramos seguros dentro de esos muros. El único miedo que podíamos tener era el que nos descubriera su padre y que se opusiera a la relación pero aún así yo le había prometido a Amelié casarme con ella y me preguntaba si Lord Nottingham desaprobaría esa proposición o la festejaría al darse cuenta que cuando el momento llegara su hija sería reina de Inglaterra. Esto era en todo lo que podía pensar, en pasar el resto de mi vida con ella, en tenerla como mi reina y en que algún día nuestros hijos heredarían el trono que le había pertenecido a nuestras familias por generaciones.

El impulso de abrazarla me venció, la tenía en mis brazos, rodeándola por completo, sintiéndola contra mi cuerpo. Su delicada figura daba la impresión de que si la abrazaba demasiado fuerte se iba a romper pero no era así, mi Amelié podía ser delgada pero era fuerte, cuantas veces jugando en el jardín no me había dado un buen porrazo. No me preocupe por ello y la apretuje para sentirla cada vez más real y entonces me deje suspender en el tiempo quedándome así, abrazado a ella, sin fuerza humana o sobrehumana que pudiera arrebatarme ese momento. Amaba a esa mujer, ¿se lo había dicho antes?, desde la primera vez que pasamos una noche juntos y se lo repetía cada día y cada vez que me parecía maravilloso tenerla delante de mí. La aleje un poco del abrazo pero solo lo suficiente para poder mirarla a los ojos –Te amo- le dije y deposite un beso en su frente, luego uno más en la comisura de sus labios y otro en su cuello.

Ansiaba de una manera casi criminal besar sus labios pero tenía miedo a hacerlo por una razón que no lograba entender si ya tantas veces los había besado antes. Recordé lo que llevaba en el bolsillo, lo había encontrado en una de las valijas y solo hasta aquel momento me acordé que lo había tomado una noche fatal. Mi madre llevaba su anillo de compromiso ligado a una cadena de oro que nunca dejo su cuello hasta la noche de su muerte. Fue lo último que me quedo de ella después de esa fatídica noche y después de haberlo pensado era lo natural que aquella mujer que había significado tanto para mi le legara algo a la mujer que en el presente constituía toda mi felicidad. Solo un par de noches antes le había propuesto que se casara conmigo pero no le había dado un anillo, creí que era el momento indicado para hacerlo. Tomé el anillo del bolsillo y no se lo puse en el dedo como se acostumbraba sino en la palma de la mano, luego la uní a mi mano entrelazando mis dedos -¿Aún quieres ser mi esposa?- susurre a su oído.

Aquel anillo que había trascendido generaciones, desde la primera reina de los Windsor, seguiría la tradición de pertenecerle solo a aquella mujer que tenía la suficiente fuerza como para gobernar a un imperio tan poderoso. Amelié era por mucho la única que podría ocupar ese lugar porque no existiría jamás una mujer a quien amara como a ella. Una simple sortija para sellar una vida, un simple juramento para sellar dos destinos, un simple beso para sellar un momento. Me acerqué a sus labios y apenas pude rozarlos, cerré los ojos, respire y volví a abrirlos, allí seguía ella junto a mí, no tenía que temer perderla, juntos superaríamos todas las pruebas porque ella me hacia ser fuerte y ser mejor, ella me hacia ser aquella persona que no podía ser con nadie más. Tomé el riesgo, volví a acercarme a sus labios y la bese, superficialmente al principio pero al probar de ellos todo siguió su curso natural, mis labios no se detuvieron en caricias continuas e insistentes a los suyos, mi lengua masajeo la de ella sintiendo la textura y la humedad de su boca, esa boquita roja, esa fuente de maná. No me detuve ni me contuve en ningún momento, besarla constituía uno de aquellos placeres personales que solo se pueden disfrutar en el acto y no en los recuerdos.
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Mensaje por Invitado Jue Dic 29, 2011 4:45 pm

Se sintieron hipnotizados ante la ilusión, el velo que cubría sus recuerdos fue apartado por mi mano y me aproveche de estos para montar un escenario donde dos vampiros, que en un mundo exterior se creían fuertes, allí serían débiles. Dorian y Amelié entraron en la ilusión como dos conejos caen en una trampa campestre, sin siquiera mostrar objeción alguna, lo que lo hacía más interesante aún para mis deducciones. A partir de los recuerdos de ambos deje que las imágenes de sus mentes dibujaran las escenas en las que ellos se veían como una vez fueron, jóvenes y mortales, enamorados y despreocupados. El pasado era la debilidad de ambos, aquel que pensaron haber olvidado pero que en el presente los atrapaba. Aquello solo me demostraba que cambiarían su naturaleza, el precioso regalo de la inmortalidad, por regresar a aquella mortalidad pintoresca. Por otro lado una unión semejante podía tener una cara que sirviera a los intereses comunales de La Camarilla y yo sabría como explotarla.

En adelante es solo un escenario donde dos actores siguen los diálogos que una vez vivieron. Sus sires pueden observar junto a mí y puedo adivinar que piensan, a pesar de todo el esfuerzo, de todo el entrenamiento y de la dedicación que les han dado no pudieron meterse en sus mentes y eliminar esos vestigios. Aunque Eliz y Tom sean respetados y queridos por sus neófitos no tuvieron acceso a esa llaga a la que yo me metí para abrirla una vez más, quizá ambos no se percataron de la herida abierta que ambos neófitos habían tratado de cubrir con las arenas del tiempo. Observo cada detalle, escucho cada palabra, me fijo en cada gesto y los veo vulnerables, más de lo que imagine. ¿Cómo es que dos personas que no vacilan en matar como demonios se convierten en dos corderos ante sus emociones?, me froto las sienes con los dedos y analizo la situación, entre las muchas opciones ya decidí la que nos beneficiaba a todos para cuando llegó el momento en que vi que él le entregaba el anillo de la reina a ella.

Era el final, no del juicio sino de aquella ilusión, tras el beso que se dieron las paredes de aquella mansión fueron barridas por un fuerte viento que arranco todo cimiento de sus raíces haciéndolos desaparecer en una nada inminente. El y ella fueron separados por la fuerza del mismo viento y sus memorias retornaron a ellos, no más ilusiones, no más dominio de sus emociones. Allí los puse uno frente a otro, en sus condiciones de inmortales, con sus raciocinios tal cual eran propios de cada uno y entonces quería ver la reacción ¿Qué harían al descubrirse tal cual eran en la actualidad?, los vampiros no sentíamos de la misma forma en que los mortales, ¿serian ellos capaces de ‘sentir’?, estaba seguro que Eliz y Tom también esperaban ver sus reacciones. Un vampiro frente a otro, la fase final del juicio, el enfrentamiento. Y lo que me preguntaba realmente era ¿aceptarían enfrentarse?.

Ellos sabían que debían enfrentar al vampiro con el que se encontraran para poder terminar su juicio. Cada uno representaba a su clan, poseía habilidades, destrezas y nulas debilidades en la lucha pero era dudoso si se enfrentarían o no. Quizá sería prudente que recordaran lo que estaba en juego, una hija para ella, curiosamente hija también de él aunque no supiera de su existencia. Y él moriría si dejaba que ella la atacara pero algo me decía que ya no estaría tan despreocupado de su vida como lo note al principio al saber que aquella que creía muerta estaba frente a él y que era real. Realmente disfrutaba de los juicios, allí podía verlos tal cual eran, como los había visto antes a los que ahora estaban a mi lado también observando. Esperaba el momento del enfrentamiento, momento en que emitiría mi juicio, cuando la familia abriría las puertas para siempre a un nuevo miembro ya probado como merecedor del linaje que se le había otorgado. Los guardias rodean lo que ahora parece una arena de luchas, están cercados, sin escape a su destino.

INSTRUCCIONES:

1. Pueden usar sus habilidades
2. Pueden usar armas blancas si las llevan con ustedes
3. Vayan respondiendo y yo interrumpiré el momento en que crea necesario, entonces terminara el juicio.
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Mensaje por Invitado Lun Ene 09, 2012 10:47 pm

"¿Dónde estás?, ¿no puedes oír su llamado?, nada puedes hacer, no tienes tiempo, no hay nadie ahí para atraparla ahora que está cayendo, por qué te importaría?...Lo estás haciendo bien"

Era casi imposible explicar todo lo que sentía Amelié dentro de su interior cada vez que sentía a Dorian cerca, con un solo toque de su suave piel sentía que por dentro se derretía, con un solo beso de él sentía que ya le pertenecía por completo ¿Y acaso ya no era así?. Siempre se cuidaron de que su padre se enterara de aquella relación mas ella jamás comprendió el por qué tanta obstinación por mantenerlos separados ¿No podía comprender aquél flechazo inevitable que sintieron ambos la primera vez que se vieron? No podían competir en contra del destino ¡No podían! Ni tampoco querían, Amelié no se daría por vencida tan rápidamente ante su familia, no ahora que estaba segura de haber encontrado el amor.

"Hago lo que sea necesario, porque cuando estoy contigo siento fuertes emociones, mi cuerpo duele cuando no te tengo, cuando estoy contigo se me van las fuerzas, no existen limites para llegar hasta donde haga falta, no hay barreras ni distancias, y es que eso es lo que decimos, hasta que encontramos a la persona que creemos que será la definitiva"

Ante sus dulces y cálidas palabras Amelié sonreía como cual niña, se sentía como si estuviera de verdad en uno de aquellos cuentos de hadas que le contaban de pequeña ¿Sería acaso el su príncipe?. Siempre lo había considerado una estupidez, que nada de esas historias era real y que venían de mentes frustradas que solo intentaban detallar lo que para ellas sería el amor perfecto. Con cada fracasado que había aparecido antes de Dorian lo había podido comprobar por lo que ella no buscaba el amor, no quería sufrir la desilusión tan obvia que mostraban todos aquellos que osaban tocar su puerta reclamando su amor, solo la buscaban por interés y ella lo sabía por lo que jamás se entregó a ninguno ¿Y de pronto llegaba un viajero a altas horas de la noche a cambiarlo todo? Poco importaba encontrar respuestas, se sentía segura del amor que sentían ambos y eso le bastaba (al menos hasta ese momento).

"Esto no es ningún concurso y yo no soy la conquista de nadie, no te buscaba pero me topé contigo, debe haber sido el destino"

Se dejaba abrazar y correspondía cada uno de sus abrazos, caricias y besos sintiendo que se volvería loca ante tanta sensación junta, jamás había pensado que podía ser posible sentir tanto con tan poco, su estómago se revoloteaba como si miles de mariposas volaran y danzaran dentro de él cada vez que él la besaba, su corazón y respiración se agitaban llevando su propio ritmo sin poder controlarlo. Lo observó a los ojos y un “te amo” salió de sus cálidos labios, ella sonrió en respuesta y se sonrojó evitando con todas sus fuerzas desviar la mirada – Y yo te amo a ti – Aquellas palabras salieron en un suave susurro mientras recibía gustosa sus besos y cerró sus ojos para sentir que todo ello seguía siendo real y que no era tan solo un sueño, ese era el temor que siempre sentía, que un día abriría los ojos sin encontrarlo a su lado, dándose cuenta que todo había formado parte de su imaginación.

"No hay necesidad de desear, pero te necesito conmigo, no hay necesidad de sentirse pequeña, pero necesito sentirme segura, no hay necesidad de sentirse lejana, pero yo necesito libertad, no hay necesidad de sentir en absoluto, pero tengo que saber con seguridad"

Sus ojos viajaban a cada facción de él, a cada curva de su cuerpo atesorándola en lo más profundo de su cerebro y corazón. Llevó una mano hasta sus labios y cerró los ojos memorizándolos temiendo que algún día podía olvidarlos, no estaba dispuesta a ello. Permaneció varios minutos acariciando sus labios con suavidad hasta que un movimiento de Dorian la obligó a abrir sus ojos nuevamente. Sacaba algo de su bolsillo no logrando comprender lo que era en un principio pero cuando situó el pequeño objeto en su palma pudo comprender todo. Sintió su susurro en su oído y cerró sus ojos entreabriendo sus labios con la intención de responder pero luego los labios de él interrumpieron cualquier respuesta y pensamiento que pudiera tener concentrándose solamente en sus acciones. Mantuvo sus ojos cerrados sin separar sus manos, sabía que después de todo estaría ahí al abrir sus ojos y una suave y casi imperceptible sonrisa apareció en su rostro al sentir que por fin se decidía a besarla, sus emociones, recuerdos y sentimientos se mezclaron todos logrando que sintiera alguna clase de mareo por todo ello. Llevó su mano hacia la cabeza del que ahora era un vampiro y entrelazó sus dedos con suavidad en sus cabellos mientras su lengua seguía el ritmo que Dorian llevaba en el beso. No quería detenerse, no ahora que por fin podía demostrarte en un simple beso todo lo que sentía por él..Pero no todo sería tan perfecto, el “destino” (mejor llamado, Abaddon) tenía algo más planeado, todo estaba siendo barrido y un fuerte viento logró separar tanto su beso como sus manos que estaban fuertemente entrelazadas consiguiendo una distancia entre ellos.

"Es el final del ciclo, destrucción de los sentimientos, se acabó la partida"

Cerró sus ojos con fuerza sintiendo un mareo horrible luego de que todos sus recuerdos habían vuelto a ella, se arrodilló con la cabeza gacha y abrió sus ojos de forma exagerada por la impresión ¿Todo eso era una ilusión? ¿Cómo era posible que no se diera cuenta y cayera tan fácilmente?. Levantó solo un poco la mirada para ver a Dorian como realmente estaba, ya no era aquél joven que demostraba vitalidad con cada cosa que hacía y ella sentía esa vitalidad cada vez que estaban juntos, ahora, obviamente, se mostraba confundido, con la piel pálida como ella y aquella vitalidad que siempre creía que le había caracterizado ya no estaba más. Se levantó desviando su mirada puesto que lo menos que quería hacer era observarlo, encerró ambas manos formando un puño intentando soportar cada impulso que la llevaban directamente a lanzarse sobre él, pero no era por el amor que alguna vez sintió, sino todo lo contrario…la impulsaba todo el desprecio que sentía ahora por todo lo que una vez había ocurrido.

"Despiértame antes que muera, teniéndome cerca mientras contemplo el cielo en estado de coma, no hay razón para sobrevivir supongo, despiértanos, antes de morir"

Lo que siempre evitó y logró con poco sabor a éxito ahora había sido impuesto de la forma más cruel para ella, se había obligado a esconder en lo más oscuro de su mente cada recuerdo de ellos dos juntos mas nunca podría olvidarlo por completo ya que “su pequeña” Lyn se lo recordaría siempre. Lágrimas brotaron sin control llenas de ira y aversión, pocas eran las situaciones en las que se había sentido tan vulnerable y eso no le agradaba en lo absoluto y lo peor de todo era que no podía hacer queja al respecto. Encerró tanto su puño intentando controlarse que logró clavarse sus propias uñas en la palma, pero poco le importó. Su rostro demostraba tanto la ira, el dolor, la confusión y la desesperación que sentía en ese momento, su mirada cambió volviéndose fría e impenetrable buscando la mirada de él, evitó todo posible contacto físico que pudiesen tener y se concentró totalmente en los ojos de Dorian, sus labios eran serios, su rostro completo demostraba que no sería amigable. Una vez que consiguió la atención de él logró concentrarse para ocupar uno de sus poderes, no lo había utilizado demasiado contra otros vampiros pues sabía que podrían rápidamente saber que era una táctica para hacerlos vulnerables pero poco le importó si lo notaba, solo quería mostrarle unas imágenes de la forma menos tierna que se le había ocurrido.

“Tenías mi corazón en tus manos, piensa en mí en las profundidades de tu desesperación”

Lo primero que hizo que se reflejara en la mente de él, era el recuerdo de ambos cuando aún estaban juntos, era una de aquellas noches en las que habían burlado a los demás y habían logrado dormir juntos. Sin desviar ningún solo segundo su fría mirada de los ojos de él, acto seguido reflejó a Amelié aún de humana diciéndole que ya no lo quería volver a ver y que no lo amaba más, buscó entre su ropa un cuchillo y ahí mismo, frente a él se dibujaba una sonrisa sarcástica terminando por cortarse el cuello y cayendo el cuerpo desangrado e inerte al lado de lo que sería Dorian.

Poco le importaba lo que pudiese sentir él respecto a todo lo que había logrado mostrarle, poco le importaba si le causaba daño, ira o dolor, poco le importaba si en realidad él no sentía nada en lo absoluto…solo quería hacerle entender que ya no era SU Amelié, que ya no era la tonta humana que alguna vez cayó en sus absurdos juegos, ya no era la apiadada y sonriente mujer que se sentía enamorada da él y si su “vida” dependía de matarlo…estaría dispuesta a hacerlo, todo por su hija.


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Mensaje por Invitado Miér Ene 11, 2012 1:40 pm

Y para concluir tu rol de María,
y para mezclar el amor con la barbarie,
negra voluptuosidad de los siete pecados capitales,
verdugo colmado de remordimientos, yo hare siete agudas
y filosas dagas, y como un juglar insensible,
tomando a lo más profundo de tu amor por blanco,
las hundiré a todas en tu corazón gimiente,
en tu corazón fulguroso, en tu corazón palpitante.

(Fragmento ultimo de "A una Madonna" de Baudelaire)

Por ella lo hubiera dejado todo, incluso la corona, mi vida, mi familia. Encontrarla significo para mí un cambio total y allí en la biblioteca estaba un hombre que amaba a una mujer más que a cualquier cosa que existiera por ese entonces. Si tenía que irme no la dejaría, la llevaría conmigo hasta el fin del mundo si era necesario, todo por estar con ella. Ni siquiera quería pensar en dejar de verla porque era como no tener aire para respirar el tenerla lejos. Era adicto a su piel, a sus labios, a su mirada y sobre todo, a su amor. Mis hermanos no lograban entenderlo, creían que estaba enfermo o poseído por una ilusión de joven, quizá sí, quizá no. Los padres de Amelié ya nos tenían vigilados constantemente porque se habían dado cuenta que no éramos indiferentes el uno del otro, no importaban nuestras familias, solo nosotros, por ello le pedía que fuera mi esposa y que empezáramos una vida juntos y lejos de la opinión de quienes nos rodeaban.

Aquel sería nuestro último encuentro a escondidas, planeábamos partir en los próximos días y ella estaba dispuesta a seguirme. En adelante podría abrazarla y besarla sin horarios que nos interrumpieran, sin persecuciones de sirvientes, aunque esto resultaba particularmente divertido para ambos, y sin que tuviéramos que tener miedo a que rechacen nuestra unión. La sujete con fuerza pegándola a mi cuerpo, con un inexplicable temor de que la iba a perder que surgió de ningún lugar que pudiera explicar. La bese como si fuera la última vez en que lo haría y en ese momento todo empezó a temblar a nuestro alrededor o sentí mi cuerpo impulsado por una fuerza sobrehumana a alejarme de ella. Nuestros labios se separaron y sentí como miles de recuerdos se manifestaban ante mis ojos como si hubiera muerto y viera mi vida pasar ante mis ojos, en realidad así era. Todo había sido un sueño, una ilusión.

Yo había muerto hace más de novecientos años, no era el joven que vi en ese sueño, mi piel estaba congelada en el tiempo y mi vida nunca había tenido una continuación desde aquel episodio de la biblioteca. Yo no era ese, nunca lo sería, era solo un vago recuerdo del que se habían aprovechado para hacerme caer en una ilusión. Recordé toda mi vida en cuestión de segundos, el abrazo para convertirme en un vampiro, la recuperación de mi trono, las miles de mujeres con las que había estado y que lo único que me quedaba de la mujer del recuerdo era un mechón de su cabello porque ella estaba muerta. Amelié, ese nombre prohibido e impronunciable, ese rostro que había tratado de borrar de mis recuerdos, esa existencia que no solo me perturbaba cuando me encontraba en la más profunda soledad sino que me perseguía cada noche sin dejarme borrarla de mi memoria, ese vestigio insistente de los momentos que podía considerar había sido feliz. Solo imágenes de algo irreal, imposible e inconcebible que nunca más podría aceptar porque ella pertenecía al pasado y su aun estaba en mi memoria no permitiría que saliera de allí bajo ninguna forma, ni siquiera materializada, como la estaba viendo.

La mujer delante de mí no era Amelié aunque se pareciera a ella. Mi Amelié estaba muerta y aquella figura inmortal se había atrevido a copiar su forma física pero estaba claro que no igualaba el espíritu que ella tenía, aquel que había permitido que ella prevaleciera en mis recuerdos. Si, un buen trabajo de parte de quienes llevaban a cabo el juicio, ella era mi debilidad, mi única debilidad después de tanto tiempo. Sin embargo, algo con lo que no contaban era que mi debilidad era la Amelié que una vez había amado, aquella a la que vi en la biblioteca, no la burda ilusión que me presentaban delante cuando todo se esfumó y quede otra vez en ese extraño lugar. Estaba preparado para enfrentar a un vampiro, allí tenía uno, no había contado con que usarían la forma de la persona que mas amaba pero no me dejaría engañar. A pesar de que al principio no pude creer lo que mis ojos veían simplemente me negaba a creer que aquel ser fuera real.

Su ataque empezó mirándome a los ojos fijamente, ¿control mental?, ¿ilusión?, no me importaba porque ya estaba seguro que había vencido a mi peor miedo, su recuerdo, hubiera sido más fácil matarme cuando me hicieron creer humano y teniéndome en esa ilusión, su ‘herramienta’ de suplantación les hubiera sido más efectiva entonces. Lo que ella me proyecto en la mente se asemejaba a uno de mis muchos recuerdos con ella, seguramente la mente del mismo Abaddon se estaba haciendo cargo de eso, de tomar mis memorias y usarlas en mi contra. Cuando termino me frote los ojos y sonreí de lado retando a lo que fuera esa mujer o ilusión, no sería tan fácil vencerme -¿Eso es lo mejor que puedes hacer?, el truco de la biblioteca salió bien, lo aplaudo pero tú no eres Amelié así tengas su forma y hagas lo que hagas no me detendré hasta que caigas porque no tienes derecho a asemejarte a ella- dije antes de responder su ataque, no era necesario decir más.

Analicé la situación rápidamente, el control de emociones no me serviría, no sabía cuál era la verdadera forma de aquel vástago así que no sabría cómo usarlo. Me quedaban dos poderes pero no podía confiar solo en ellos así que el combate se llevaría a cabo tal como pensaba, incluyendo una batalla cuerpo a cuerpo. Tomé una roca que estaba en el suelo sin dejar de tener contacto visual con ella. Por un momento volví a sonreí y le lancé la roca con fuerza solo para generar una distracción -Atrápala- dije mientras mi proyectil iba dirigido a su cabeza. En ese momento en que el contacto visual se perdió empecé a usar la ilusión aunque no de la misma forma en que la habían proyectado para mí. Aparecí detrás de ella rápidamente y la tome de la mandíbula y la frente, preparado para romperle el cuello pero su aroma de detuvo. Ese ser no era una ilusión, ese poder rara vez había podido engañar a mis sentidos aunque momentos antes si había ocurrido en la supuesta biblioteca ¿o no?, conocía muy bien ese aroma, estaba tan impregnado en mis recuerdos como su rostro -¿Quién eres?- resonó mi voz de algún lugar que no era del cuerpo que la sostenía a ella por detrás.

No podía ser, aquello era todo una trampa, mi razón me decía que Amelié estaba muerta mientras que mis sentidos me engañaban y me decían que aquel aroma era el de la mujer que una vez había amado como a ninguna otra. Además aquella impostora era una inmortal, a Amelié nunca le habían dado la oportunidad de serlo. Inmediatamente rememoré la última vez que la vi con vida. Su sangre mancho mis manos, había cerrado los ojos delante de mí, me habían tenido que obligar a dejar su cuerpo en medio del ataque y nunca más volví a verla. No había otros vampiros aquella noche más que Eliz y ella no pudo haberla transformado. ¡Era mentira! solo querían demostrar que era débil por su recuerdo y no lo sería, esa mujer no era ella, no caería otra vez, debía librarme de una vez del recuerdo de Amelié y si tenía que ser esa noche en que mi vida dependía de ello pues así sería.
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Mensaje por Invitado Jue Ene 12, 2012 1:18 am

"Me estoy evaporando, un velo de humo es lo que soy, tus pensamientos se irán por su camino para envejecer y ser seguros"

Y de pronto…todo había cambiado tanto, sintió que su vida estaba tan diferente en muy poco tiempo siendo que no era así, ya habían pasado cuántas décadas, incluso siglos desde que la habían transformado, aún recordaba esa noche como si hubiese ocurrido hace tan solo unos pocos años atrás. Jamás comprendió cómo su abdomen la había salvado de encontrar un horrible destino que ella no esperó tan pronto “la muerte”, e inclusive aquella misma noche se había enterado que llevaba algo en su vientre ¿Tantas cosas? En aquél tiempo Amelié no comprendía demasiado la situación mas no le costó trabajo adaptarse a su nueva vida como inmortal aprendiendo lo mejor de su Sire. Aún bajo su condición se las había arreglado siempre para no descuidar a la pequeña que había salvado su vida, que a pesar de toda circunstancia la amaba sobre cualquier otro ser que pudiese existir en el universo, no le importaba quién fuera el padre, no le importaban las mentiras, no le importaba nada más que mantener siempre a salvo a su hija.

Luego de años había logrado concentrarse en lo realmente importante, progresar cada día más para convertirse en una de las mejores, jamás se había tratado de los demás, jamás se había tratado de alguien más que no fuera ella o Lyn, siempre daría lo mejor de si por ella y era algo que más que prometerlo, lo había jurado por su existencia. Por ello no lo dudó dos veces en pasar por sobre cualquier autoridad para transformar a lo que era su única compañía, luego de años de dedicación no la dejaría partir así sin más, no así de fácil y estaría dispuesta a pagar cualquier consecuencia que fuese necesaria. En algún momento de su vida como humana estuvo dispuesta a dejar absolutamente todo por Dorian y lo había demostrado justo antes de ser herida, ella quería realmente estar junto a él por siempre. Pero ya no era así, había descubierto todo el mal juego, se había enterado de su embarazo y ahora sus prioridades habían cambiado en un ángulo de 180 grados, si había alguien por quién dejaría ya todo de lado, esa sería su hija, solo Lyn.


"¿Es verdad lo que dicen? ¿Somos demasiado ciegos para encontrar un camino? El miedo a lo desconocido nubla hoy nuestros corazones"

Ahora estaba ahí, encerrada dentro de un enorme laberinto luchando por demostrar que todo el sacrificio no había sido en vano, no podía ridiculizar tampoco a su Sire puesto que, a pesar de no estar en sus planes su transformación, siempre se esforzó y exigió inculcarle una buena disciplina, y lo había logrado. No se consideraba la mejor jamás, sabía que siempre habrían inmortales e inclusive otras razas que podían ser mejores que ella pero también comprendía que habían muchos que estaban muy por debajo de su nivel aunque fuese como fuese el contrincante, siempre habría algo que aprender de él.

Tal vez Amelié aún no podía aceptar del todo el presente mismo, ¿Tenía suficientemente claro que quién estaba justo frente a sus ojos era el que alguna vez amó con todo su ser? ¿Entendía qué aquél le robó su propio corazón? ¿Comprendía qué lo que tanto evito, tanto para ella como para Lynnette, estaba ocurriendo justo en ese momento?. Estaba cegada, completamente cegada por el fuerte sofocamiento que le había provocado recuperar todos sus recuerdos de pronto. Tenía tantas ganas de llorar desconsoladamente pues ya estaba realmente harta de la situación, pero no le daría el gusto a ninguno de verla así puesto que ella era muchísimo mas fuerte que toda circunstancia, no permitiría que ello la dejara más vulnerable, era momento de recobrar ya el control de sus sentimientos, emociones, de su cerebro y de su cuerpo completo.


"Hemos estado soñando ¿pero quien lo puede negar? Esta es la mejor manera de vivir, entra la verdad y las mentiras"

Luego de llevar acabo la ilusión una sonrisa llena de sarcasmo, de ironía e ira había curvado sus labios, levantó por completo su mirada con los ojos fijos en él, seguía cada paso, cada mínimo movimiento que él pudiese realizar, uno de los factores que le jugaban a favor en las batallas era ser una gran observadora y perceptiva por lo que no sería una lucha fácil, daría lo mejor de si. Al notar ella un frote de ojos de Dorian fue inevitable que alzara una ceja sin comprender, en primera instancia, a lo que él se estaba refiriendo ¿De verdad seguía creyendo que todo ello era una ilusión? ¡Qué ingenuo! Amelié ya comprendía que era el momento de dejarlo todo o morir, la ilusión había desaparecido junto con todo lo que los rodeaba. Permanecía silenciosa, analizadora y concentrada, no había tiempo para un error y ella no crearía el momento para que él la atacase.

Observó con cuidado cuando Dorian tomó la piedra y una sutil sonrisa nuevamente apareció, tenía que haber algo más interesante que una simple piedra sobre su rostro. No se sobresaltó ante ello y retrocedió unos pasos perdiéndolo de vista y atrapar sin problemas la piedra que logró rebotar en su palma producto la fuerza con la que estaba dirigida. Pronto sintió cómo la sujetaban por su mandíbula y frente. Ella no dijo nada, solo sus ojos dejaron en evidencia lo irritada que estaba con toda la situación, si no se daba cuenta de la verdad, ella no tendría problemas en hacérsela saber. Escuchó una vez más su voz que venía del lugar por lo que rápidamente comprendió que lo que la sujetaba no era más que una ilusión ¿Por qué le temería? Tal vez actuaba temerariamente, o tal vez no.

Una suave carcajada resonó desde lo más hondo de su pecho y comenzó a observar su alrededor intentando buscar alguna señal de él
- ¿Por qué no mejor no te muestras, no sería mejor hablar…de frente, como siempre lo hicimos?- Se volteó con rapidez para deshacerse, con un golpe certero en el estómago, por fin de la ilusión, observó cada rincón oscuro con una sonrisa desafiante y caminó con suavidad y gracia en círculo - ¡Muéstrate cobarde y asume de una buena vez la absurda realidad!- Gruñó dejando entrever sus colmillos, sin bajar en ningún momento la guardia - ¿O es que acaso seguirás creyendo que todo esto es falso, una simple ilusión?- Rió, rió con ganas esta vez y luego negó en desaprobación - ¿Te darás cuenta por fin que soy la misma a la que abandonaste tanto tiempo atrás?- Al tiempo que terminó de hablar empuñó sus manos con fuerza, seguía caminando por el lugar atenta a cualquier aroma, movimiento o sonido que pudiese provocar él - ¡Respóndeme Dorian! ¿O seguirás haciéndote el sorprendido de notar que no morí, como pretendías?-Sus pasos pararon en seco y la luna era la encargada de dibujar su silueta aquella noche, había quedado simplemente allí pdetenida, mirando un punto fijo en el cual podría o no estar él escondido. ¿Seguiría él pensando que todo era parte del juego? Hasta sentía cierta ansiedad de saber la respuesta, pero si de una cosa ya se había agotado, era de los juegos ya había sido demasiado y prefería enfrentarlo de cara a cara de una vez, importándole poco en ese momento cuál fuese el verdadero resultado de aquél encuentro, pero a pesar de todo si él así lo decidía…ella estaría dispuesta a seguir jugando al predador y la presa.

"Escucho tu silencio sermoneando mi culpa, ¿Permanecerá nuestra fuerza si su poder reina?"

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El juicio ha comenzado Empty Re: El juicio ha comenzado

Mensaje por Invitado Lun Ene 16, 2012 5:23 pm

El Heautontimorumenos (Charles Baudelaire)

Te golpearé sin cólera
y sin odio, como un carnicero,
como Moisés la roca;
y de tus parpados
para aliviar a mi Sahara
haré surgir las aguas del sufrimiento.
Y mi deseo henchido de esperanza
sobre tus saladas lágrimas navegará,
y como un velero que a la mar se lanza
a mi corazón saciaran
tus amados sollozos resonando
como un tambor que a la carga llama.

La ilusión ha funcionado, estoy preparado para dar el último golpe y desasearme de esa figura que encarna a aquella que una vez ame. Cuando lo haga todo terminara, estoy seguro, esa es la prueba a la que me están sometiendo, el vencer a aquello que me hace débil y solo su recuerdo podría haberme causado una caída estrepitosa como cuando caí por completo en la ilusión de la biblioteca. No volverá a pasar, esta vez estaba atento a todo y aunque ella se pareciera a Amelié no lograría engañarme con su falsa actuación. Sin embargo cuando logré desplazar a mi ilusión para sujetarla me di cuenta que algo no estaba bien, si mis sentidos no estaban más aletargados ni mi conciencia dormida, y si era totalmente dueño de mi razón en aquel presente, ¿porque esa ilusión presentaba la naturaleza de ser alguien real?, está claro que hay alguien real allí pero quién es no lo sé. Me detuve antes de salir a dar el último golpe ya que quizá no fuera necesario al estar ya descubierto el engaño de que me estaba enfrentando a alguien real y que bien podía terminar su vida si no se rendía en el acto.

No sucedió como esperaba, a cambio una risa se desprendió del cuerpo de aquella inmortal, aun me negaba a creer fervientemente lo que ella decía. Escucharla me saco totalmente de contexto, nada de lo que decía era coherente, hablaba de cosas que nunca habían sucedido por las que intentara buscar en mis recuerdos para dar con alguna de ellas con excepción de lo primero. Siempre habíamos hablado de frente y solo por ello pensé en mostrarme pero me detuve a tiempo, aun tenía muchas cosas más que asimilar, debía tratar de encontrar un significado a todo lo que decía porque si fuera solo una pelea entre los dos ella no tendría porque argumentar razones y solo se dispondría a pelear pero algo raro había con aquella mujer. Entre más la observaba y escuchaba más me confundía, entre mas pensaba peor me sentía respecto a tomar decisiones porque todo lo que había tenido pensado para terminar aquel duelo ya se encontraba en tela de juicio gracias a esa inmortal, ¿estaría logrando su cometido?, ¿y si lo que decía era verdad?, ¿si ella era Amelié?.

¿No soy acaso un falso acorde
en la divina sinfonía
que, gracias a la voraz ironía,
me muerde y me estremece?
Ella está en mi voz, vociferante,
y es toda mi sangre ese negro veneno,
soy el siniestro espejo
donde la furiosa arpía se contempla.

La oscuridad ha cegado mi mente y me encuentro en el infierno que creí haber olvidado. Todos mis sentidos están atentos, la veo, escucho mi voz y su voz y se dónde estamos y lo que debemos hacer pero a la vez no estoy allí, ya he muerto. Mi memoria me lleva a una sombría habitación donde despierto con un grito sonoro, con lágrimas y dolor, deseando solo arrancarme la vida y los ojos, y la lengua, y los recuerdos, y el corazón. Entonces es una voz que nunca había escuchado la que me hace entrar en razón o por lo menos lo intenta. Eliz, nunca la he visto antes, me confirma mis peores miedos, me ratifica que aquella pesadilla es una realidad y todo lo que amaba lo había perdido y nada me quedaba, nada. Entonces deseé la muerte y ella me la dio de la forma más sutil, matando mi corazón y mi alma, ellos murieron junto a Amelié y todo lo que quedo fue un cuerpo vacio y una mente cuyo único ideal que prevaleció fue la venganza. Aquellos responsables de su muerte murieron a mis manos, no me canse de encontrar hasta el último descendiente de cada uno de ellos, no repare en eliminarlos uno por uno. Y entonces nació Dorian el rey, aquel que sabe gobernar un imperio, aquel que ha olvidado lo que es el amor, aquel que es siempre el amante de todas y el marido de ninguna. La costumbre es la mejor escuela, así aprendí a vivir durante toda mi existencia vampírica, cubriendo la llaga, olvidando el origen y mirando al futuro pero siempre arrastrando el único recuerdo que no me dejaba matar completamente al Dorian mortal, Amelié.

Nunca la enterré, me dijeron que el cadáver había sido incinerado con muchos otros de los que fenecieron esa trágica noche. Nunca vi su cuerpo después de tenerla muerta entre mis brazos, ¿estaba muerta?, recordaba su último suspiro, su mirada, sus lagrimas, sus labios tratando de susurrar algo y su sangre corriendo entre mis manos. Recordaba que cerró los ojos. Recordaba cuanto la amaba. Recordaba el dolor que me invadió después de su muerte y como busque ansiadamente el morir también. Nunca vi su cuerpo…nunca vi su tumba…no, no podía aceptarlo porque era muy difícil de hacerlo porque ya la había enterrado en mis memorias y no quería revivirla por miedo a volver a sentir aunque no tuviera ya un corazón vivo ni un alma que entregarle. Una a una sus palabras se reproducían como si tuvieran un eco dentro de mi cabeza…’abandonaste’ decía, ‘pretender que había muerto’ decía, y entonces fruncí el entrecejo mientras me daba cuenta de una terrible posibilidad, el que ella no hubiera muerto. En ese entonces tal noticia me hubiera devuelto la vida pero en la actualidad era difícil que lo aceptara con alegría. Una infinidad de preguntas surgieron, dónde había estado ella durante tantos años, cómo había sobrevivido, quién la había transformado en una inmortal, aunque era obvio que alguien de la familia de Abaddon ya que por ello la estaba enfrentando, y porqué no me había buscando pero a la vez las respuestas posibles me conmocionaban más, todas se resumían a la palabra que ella misma lanzo en su acusación: abandono. Hasta donde me fue posible entender ella creía que yo la había abandonado aquella noche.

Soy la llaga y el puñal,
soy el golpe y la mejilla,
soy los miembros y la tortura
y la victima y el verdugo.
Soy de mi corazón el vampiro
y uno de aquellos grandes abandonados
que a la eterna risa condenados
no pueden ya sonreír.

En algo si había estado en lo cierto durante tantos años, la Amelié que yo conocía había muerto, la mujer que amaba, la mortal, no era la persona que estaba viendo desde las sombras, la que me gritaba que la enfrentara. La Amelié inmortal estaba llena de acusaciones y desprecio mientras que yo trataba de comprender el por qué sería mejor que lo retrasara mas lo inevitable, la aceptación del horror. Salí de las sombras, ella estaba parada frente a mí en posición de ataque, mostrando los colmillos, ya se había desecho de mi ilusión por lo que tenía el terreno completo para atacarme y yo había completado sus posibilidades al mostrarme frente a ella. No sabía quién era aquella Amelié, no la conocía, pero si podría librarme de su acusación antes de que llegara un final, el mío o el suyo, ya no me importaba, solo sería cuestión de instintos lo que sucediera después de lo que tenía que decir. Camine firme y serio acercándome a ella sin importarme si me atacaba o no, la evitaría fácilmente para que por lo menos se convenciera que aquello que creía se lo debía a otro Dorian y no a mí –Dices ser Amelié Nottingham y solo por ello me presento frente a ti, como siempre lo hice con ella, ahora escucharas- dije mirándola fijamente sin sentir odio ni amor, simplemente nada, ya no era el recuerdo que me pesaba porque estaba viva pero tampoco era el amor de mi vida ya que no era la misma, ¿odiarla?, para que, ya era suficiente con que uno de los dos representara ese papel.

-No voy a preguntar cómo ni porque terminaste en esa condición, si no me buscaste antes está claro que no querías que me enterara pero te atreves a lanzar acusaciones que no tienen fundamento en mi contra y eso no lo comprendo- dije mientras llevaba la mano al bolsillo para sacar el relicario que guardaba como única prueba de que ella alguna vez había sido parte de mi vida. Lo tiré a sus pies provocando el golpe que se abriera en el acto y revelara el contenido –La absurda realidad de la que hablas es aquella en la que nunca abandone a la Amelié que ame. Tienes razón en algo, durante más de novecientos años te creí muerta pero nunca lo pretendí falsamente. La Amelié que conocí murió la noche en que su casa fue asaltada por los traidores al trono de Inglaterra, te tenía en mis brazos cuando cerraste los ojos, pedía que alguien me ayudara cuando me dejaron inconsciente. Al despertar me dijeron que habían incinerado tu cuerpo, noches más tarde regrese a las ruinas de lo que fue tu casa y encontré solo eso- dije señalando al relicario, era el que ella usaba, al tenerlo como uno testimonio de su existencia puse en el interior todo lo que me recordaba a ella o que la mantenía viva en los más oscuros rincones de mis recuerdos.

No pude resistirlo y me gire dándole la espalda unos segundos, no me importaba si me atacaba por detrás aunque estaba seguro que no lo haría, llevé los dedos a los ojos apretándolos fuertemente tratando de evitar que aquella humanidad perdida reviviera por un momento bajo la forma de una lágrima, vano fue mi esfuerzo, en la yema de los dedos yacía la única gota que le pertenecía a Amelié y que había estado siendo guardada, en mi intento de suprimir en dolor, sin que yo mismo lo supiera. Volví a girar y a verla de frente, separe los brazos como si la fuera a abrazar pero los deje extendidos, relajé el rostro y la miré con melancolía por unos segundos –Mis pecados han sido muchos, no lo negaré, pero nunca te abandoné. Al desaparecer tu cuerpo y todo lo que tenia de ti lo único que podía hacer era creer en lo que me habían dicho. No te busque más y maté mi humanidad para que tu ausencia sea soportable. Si, trate de olvidarte, innumerables veces pero no lo logré. Cúlpame por todo ello y acabemos ya con esto porque es todo lo que tenía que decir- concluí y espere su reacción, cualquiera que fuera.
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