AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Las emociones nublan el juicio (privado)
Öda canturreaba de un lado a otro de la “cocina”, que era el lugar del hospital donde preparaban ungüentos, pomadas y líquidos para desinfectar, curar, purgar o cualquier acción relacionada con el tratamiento de heridas, forúnculos y gangrenas varias. La farmacia con los medicamentos preparados estaba al lado, y a continuación el cuarto de las vendas. Lo tenían todo muy organizado para poder atender grandes volúmenes de heridos cuando volvía alguna partida o el ejército al completo.
Era jueves y los jueves elaboraban pomadas de árnica y caléndula, envasándolas en tarros de barro que luego sellaban con corcho y cera. Tenían su sistema de trabajo para que nunca hubiera falta de nada. Se recogió el pelo en un moño y se colocó el delantal, moliendo las hojas secas de un cesto en un mortero grande y mezclándolo con los demás ingredientes, los aceites esenciales y los polvos. Canturreaba canciones de las que su madre les había cantado a todos sus hermanos, solía estar de buen humor y le gustaba ayudar a la gente. Giuliana había ido a hacer unos recados y en el hospital además de ella había un par de mujeres más que estaban limpiando y cambiando sábanas. Sólo tenían un hospitalizado por un hueso roto que habían arreglado el día anterior y tenían que observarlo durante al menos dos o tres días más.*
Llevaba días inmerso en la búsqueda de una alimaña que moraba por los bosques septentrionales, no podía descartar que fuera algo nuevo, uno de los miles de experimentos que Randulf llevaba a cabo a lo largo del año y que si no eran de su gusto, soltaba para que ocasionaran daños hasta que fueran descubiertos y cazados.
Posiblemente esté se tratara de otro de sus fallos. Suelto, hambriento ocasionaba peligro a las aldeas colindantes y llevaba ya varios muertos.
Esa noche por fin logré acorralarlo en un riachuelo donde habría acudido a beber. La ristra de flechas no fue suficiente para debilitar a una especie de oso terrible, que duplicaba el tamaño de un animal normal, ademas la capa de pelo, tupida como si se tratara de una armadura lograba que el acero en ocasiones rebotara sin causarle daño alguno. Estaba vendido si no encontraba su punto débil, y el tiempo paa hacerlo frente a estos bicho se agotaba pronto.
Centré mi mirada en el, mientras corría hacia mi, desenvainé sendas espadas con los ojos fijos en la bestia y solo esquivé cuando casi me dio alcance. Para encontrar su debilidad necesitaba tocarlo, sentirlo y eso solo podía hacerlo a corta distancia.
La batalla se prolongo durante una hora, en la que me hirió de varios zarpazos en brazos y piernas, hasta que finalmente mi acero se hundió por debajo de su gaznate y a modo de tijeras logre desgarrar su piel dejando la yugular al descubierto, un tajo seco la rebanó y la pieza cayó a mis pies dando sus ultimas bocanadas de vida.
Apenas me mantenía en pie, pero con las sogas, até su cuerpo, por debajo pasé unos troncos que rodarían facilitando al corcel el transporte y con el orgullo del trabajo hecho regresé a mi hogar, Akershus. No logré cruzar el portón, antes de hacerlo me desmoroné sobre el suelo. Apenasdistinguia borrones marrones, gente en movimiento podía apreciar se aglutinaba a mi alrededor, ruido y mi cuerpo portado en volandas hacia algún sitio, luego oscuridad y de nuevo luces en lo que a todos los efectos parecía ser la enfermería.*
Les trajeron a uno de los hijos del general Lund, el pequeño, bastante malherido, y lo alojaron en una cama. Cortaron sus ropas, desinfectaron las heridas y le colocó varios ungüentos curativos en ellas, pero había una que no podían coser porque faltaba carne. Öda sabía que el muchacho era rarito, que miraba a su madre de reojo, de la misma forma que a Sirius o Valeska, o incluso a Alrek y Garm. Primero pensó que era porque la relación entre Höor y Lund se deterioró un poco en el pasado, pero ahora estaban bien, así que no sabía muy bien qué podía llevarlo a ser tan solitario. Quizás no le gustaban los hechicero, eso podía comprenderlo, había gente muy supersticiosa, pero su madre llevaba allí más de veinte años y todo el mundo la apreciaba. Bueno, su madre no estaba y ella tenía que tomar las decisiones así que prendió el aceite de un pequeño vasito y esparció el olor por la sala salmodiando un conjuro wiccano para alejar a los malos espíritus. Después aferró el vendaje de Ragnar y se puso a murmurar, la carne crecería mucho más rápido así y le dolería menos.*
A mi alrededor una joven doncella rubia que no lograba enfocar se había esforzado por coser mis heridas, mas pronto me di cuenta de mi error, al estar calmo junto a ella.
Olia como a sauce quemándose o no se bien a que y de pronto empezó a recitar cosas en un idioma desconocido, magia.
-¡No! -rugí aferrando su muñeca para que se detuviera y me escuchara -no -insistí con la poca fuerza que me quedaba -si mis dioses me quieren en el Valhalla iré, pero magia no.
No quiero que tu te ocupes de mi -dije con cierto desprecio en la voz ,antes de volver a rugir de dolor sobre el lecho.*
Se sorprendió por la reacción del chico y dejó de salmodiar perdiendo el hilo de lo que estaba haciendo. Nunca nadie le había dicho que no usase magia, normalmente la gente cuando estaba tan dolorida y malita sólo querían que les ayudase.
— Ah… b…bien.— soltó su brazo dejandolo caer sobre una sábana limpia y se limpió las manos en el delantal mirándolo todavía más sorprendida que ofendida. Lo dejó unos minutos para ir a buscar unos ungüentos y más vendas porque si no quería magia, ese bocado de carne había que rellenarlo con el medicamento o se infectaría y dolería un infierno. Al poco regresó y acercó la silla cogiéndole de nuevo el brazo y retirándole la venda para untarlo bien con ese potingue que ahuyentaba las fiebres por infección.— Tardará en curarse…quedará una cicatriz fea. Espero que no se infecte o podrías perder el brazo, no te rasques ni te lo toques. Si te pica me avisas y traeré algo para aliviarlo.
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
-¡Cazaré con el otro! -dije apretando los dientes por el dolor como única y ruda respuesta a su advertencia de que bien podía perder el brazo si se me infectaba. Sus dedos esparcían despacio sobre mi herida aquello que escocía como si fuera mierda de algún demonio, pero yo me limitaba a sisear apretando los dientes, no iba a permitirle que me viera quejarme, era mi elección y la llevaría hasta las ultimas consecuencias. A mi madre casi la mata una de estas bestias. Magos, licántropos, aberraciones ¿que importaba? el mundo estaría mucho mejor purgados de todos ellos.
-Acaba y vete -gruñí girando la cara hacia otro lado. Ya era para mi bastante humillante permitir que me tocara.*
Eso si que se pasaba de la raya. Una cosa era estar dolorido o frustrado y la otra ser un desagradecido o un maleducado. No podía creer cómo la gente podía ser tan desconsiderada, ella sólo trataba de que conservase el brazo y ser amable. Acabó el vendaje y recogió las cosas suspirando contrariada.
— Espero que no caces una infección. Voy a avisar a tu familia de que estás aquí.
Se retiró dejando los bártulos en la sala de curas y se acercó a un chaval que corría por la calle jugando, pidiéndole que avisara a Khayla de que su hijo estaba allí. Quizás Lund estuviera fuera con los soldados, pero ella seguramente estuviera entrenando a los cadetes en el uso del arco. Aunque ya no podía andar bien, seguía siendo buena arquera.*
El dolor no me permitía dormir, la herida quemaba y mi frente se perlaba en sudor mientras yo apretaba los dientes esperando el designio de mis dioses. No se el tiempo que paso, pero sucumbí al cansancio, al menos por nos instantes pues las punzadas eran tan fuertes que volvía a despertarme. Rugía gruñendo por lo bajo, yo mismo me hubiera arrancado el brazo para que aquella sensación cesara.
Fue entonces cuando escuché la voz de mi madre.
-Estoy bien -dije con la voz quebrada*
—Descansa, no hables.— la rubia cambiaba el trapo de su frente cuando éste se calentaba. Öda le había explicado que su hijo no quería el tratamiento que llevase magia y que la había echado. Khayla negó con la cabeza, su hijo era un cabezota como ella misma y como Lund, no podía echarle en cara lo que ella misma hacía.— si te duele, te aguantas, has rechazado la ayuda de la niña Tollak, pues tú mismo.*
Mi madre siempre tan pragmática, no pude evitar ladear la sonrisa al escucharla decirme que me jodiera si me dolia, que me pasaba poco por rechazar la ayuda de la niñata mimada de los Tollak. Cerré los ojos con el húmedo paño sobre mi frente, estaba cansado, así que tras un buen rato en el que me revolví sin quejarme para que mi madre no tuviera nada que echarme en cara acabé sucumbiendo a los brazos de Morfeo.
No se cuantas horas estuve así, pero una punzada en el brazo me despertó aullando de dolor incorporando de golpe mi torso mientras con mi diestra trataba de liberarme de las vendas.
-Acaba y vete -gruñí girando la cara hacia otro lado. Ya era para mi bastante humillante permitir que me tocara.*
Eso si que se pasaba de la raya. Una cosa era estar dolorido o frustrado y la otra ser un desagradecido o un maleducado. No podía creer cómo la gente podía ser tan desconsiderada, ella sólo trataba de que conservase el brazo y ser amable. Acabó el vendaje y recogió las cosas suspirando contrariada.
— Espero que no caces una infección. Voy a avisar a tu familia de que estás aquí.
Se retiró dejando los bártulos en la sala de curas y se acercó a un chaval que corría por la calle jugando, pidiéndole que avisara a Khayla de que su hijo estaba allí. Quizás Lund estuviera fuera con los soldados, pero ella seguramente estuviera entrenando a los cadetes en el uso del arco. Aunque ya no podía andar bien, seguía siendo buena arquera.*
El dolor no me permitía dormir, la herida quemaba y mi frente se perlaba en sudor mientras yo apretaba los dientes esperando el designio de mis dioses. No se el tiempo que paso, pero sucumbí al cansancio, al menos por nos instantes pues las punzadas eran tan fuertes que volvía a despertarme. Rugía gruñendo por lo bajo, yo mismo me hubiera arrancado el brazo para que aquella sensación cesara.
Fue entonces cuando escuché la voz de mi madre.
-Estoy bien -dije con la voz quebrada*
—Descansa, no hables.— la rubia cambiaba el trapo de su frente cuando éste se calentaba. Öda le había explicado que su hijo no quería el tratamiento que llevase magia y que la había echado. Khayla negó con la cabeza, su hijo era un cabezota como ella misma y como Lund, no podía echarle en cara lo que ella misma hacía.— si te duele, te aguantas, has rechazado la ayuda de la niña Tollak, pues tú mismo.*
Mi madre siempre tan pragmática, no pude evitar ladear la sonrisa al escucharla decirme que me jodiera si me dolia, que me pasaba poco por rechazar la ayuda de la niñata mimada de los Tollak. Cerré los ojos con el húmedo paño sobre mi frente, estaba cansado, así que tras un buen rato en el que me revolví sin quejarme para que mi madre no tuviera nada que echarme en cara acabé sucumbiendo a los brazos de Morfeo.
No se cuantas horas estuve así, pero una punzada en el brazo me despertó aullando de dolor incorporando de golpe mi torso mientras con mi diestra trataba de liberarme de las vendas.
Ragnar- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Öda acudió corriendo al quejido de Ragnar y miró a Khayla enarcando las cejas. La madre apretó los dientes.
— Hazlo, yo asumo la decisión cuando despierte.— Ella no tenía problemas con Giuliana y sus hijos, sabía que las criaturas horrendas de Randulf no traían nada bueno y que fueron los pollos gigantes del pantano los que la dejaron tocada y eso hizo que no pudiera reaccionar bien en la emboscada que finalmente la dejó tullida. Pero esas brujas eran diferentes, y dos de sus mejores amigos eran cambiantes, así que no le puso pegas a la joven, que colocó sus manos sobre el brazo de convaleciente y murmuró su magia para que la carne comenzase a cerrar, a entrelazarse con hilos de sangre y materia que pronto regenerarían, al menos lo suficiente como para no sufrir los horribles dolores.*
En aquel ataque de dolor y frenesí, mi madre pareció decidida a tomar una decisión por mi. Negué mirándola, me revolví, pero estaba débil y mi madre aun tullida era una general ducha en la batalla, lograba detenerme mas o menso quieto mientras la bruja de Hela recitaba de nuevo esas palabras para que mi carne creciera. Rugí furioso, no se si mas por el dolor o por la sensación de paz que al escuchar aquel cántico dejaba sobre mi brazo, algo que me frustraba de igual modo.
En un impulso de rabia, empujé a mi madre a un lado afianzando el cuello de la Tollak con la diestra y de un tirón la tumbé sobre el ensangrentado lecho quedando sobre ella.
Con mi rostro muy cerca del ajeno le repetí un ¡no! tan claro como me lo permitió el dolor En ese instante una punzada acabó quebrándome hasta caer inconsciente sobre su cuerpo.*
Öda exclamó un grito al notar cómo la agarraba del cuello con fuerza y cómo la revolcaba sobre el colchón manchándola de pomada y sangre. Ulf entraba en ese momento en la enfermería a ver cómo estaba el hijo de Lund y cuando vio la escena se apresuró a sacar a su hija de debajo del muchacho. Su ceño fruncido mirando a Khayla lo decía todo.
— Está ido por la fiebre, no pretendía hacerle daño.— se excusó la rubia.
— ¡¡¡padre!!!.— se abrazó al cuello de su idolatrado progenitor. Estaba claro que no lo había hecho por hacerle daño, pero se había asustado con el empujón y el agarre, no lo esperaba.— mamá vendrá en un rato…si queréis esperar…— tragó saliva. Porque a menos que Ulf lo sujetara, ella no pensaba ponerle la mano encima nunca más.*
Entré por suerte en la enfermería cuando presencié la escena que encendió el iris de mis ojos en ambar y me hizo gruñir de pura rabia. De no ser porque Khayla se interpuso entre mi cuerpo y el de su hijo el cazador, creo que poco me hubiera importado el estado en el que estaba el muy desgraciado.
-Tu hijo, tus hijos..odian a los sobrenaturales y algún día esto traerá problemas ...
El abrazo de mi hija me hizo callar y clamarme, deslicé mis dedos por la dorada cabellera de mi pequeña a la que había sacado de debajo del peso muerto del muchacho.
-¿estas bien? -pregunté besando su cabeza -voy a sujetar a ese hijo...de Lund -gruñí pues otro seria el nombre que merecía y después lo ataremos, esto no va a repetirse.
Quizás mis métodos no eran del agrado de Kahyla, pero si pretendía que mi hija se ocupara del suyo, tendría que ser bajo la seguridad mínima.
Posé mi brazo en su pecho y miré a mi hija para que empezara, estaba inconsciente pero si despertaba podía moverse lo que quisiera, necesitaría aun muchos años para igualarme, si es que algún día lo conseguía, en fuerza.*
Respiró hondo y miró a los dos generales, lo había hecho un millón de veces, sólo que esa vez se estaba complicando y ahora estaba nerviosa, pero con su padre allí, nada malo podía pasar. Colocó esta vez las dos manos sobre el brazo y empezó a recitar la magia wiccana que sanaría esa terrible herida donde faltaba un montón de carne, al menos para que el tejido de cicatriz evitase males mayores. Khayla respetaba las elecciones de sus hijos, pero si iban en contra del sentido común o de su propia integridad física, no le faltaban arrestos para darles una colleja, así tuvieran 20 o 40 años. Le había costado un infierno parirlos y seguramente no fue la madre más cariñosa del mundo, pero había traido a Akershus dos fieros guerreros y como tales, deberían obedecer las órdenes de quienes estaban por encima. Su padre y ella siempre serían dos leones luchando y no esperaba menos de Niord y Ragnar, pero en este caso, tendrían que aceptar la derrota.
Öda terminó de realizar el hechizo de curación y lo dejó vendado, estaba muy lejos de estar bien, pero al menos no rabiaría tanto de dolor. Miró a su padre y apoyó la cabeza en su hombro un momento, solía pegarse a él, abrazarlo y mimosearlo siempre que podía, porque tenía que compartirlo con 4 hermanos más y con su madre.*
Cuando mi hija terminó su trabajo volví a abrazarla, era mi niña pequeña, con la que menos tiempo pasaba en el campo de armas pero sin duda con la que mas cariñoso era.
Con los varones tenía esa sana competencia, ademas era su general y de algún modo eso mantenía entre nosotros cierta distancia. Mi hija mayor seria una escudera, digna vikinga, de carácter tan explosivo como el mío o el de Alrek, pero ella era la mas parecida a mi mujer, mas dulce, mas tierna y yo sentía que tenia que protegerla de gañanes como ese.Elevé la mirada hacia Khayla
-Vigila de tu hijo o lo haré yo -le advertí.Cogí unas maromas que dejé caer sobre el lecho.
-Atarlo, no quiero mas incidentes - dije depositando un nuevo beso en la cabeza de mi hija -voy con los chicos, me pasó por aquí antes de comer a ver como va todo.
Y con esas me largué de la enfermería hacia el campo de armas, en Akershus nunca se descansaba.*
Sólo tenían al otro hospitalizado y realmente estaba bien, era solo hacerle algunas curas y vigilar que no se pusiera fea la pierna, así que Ragnar ocuparía toda la atención de quienes trabajaban en el hospital de campaña. Tras limpiarlo todo tomó asiento al lado de Khayla dándole un tarrito de leche de amapola.
— Es para el dolor y para que duerma, lo necesita, pero es fuerte y saldrá de ésta.— nada que su madre no supiera, pero le gustaba tranquilizar a los familiares de los enfermos. Cogió un libro y se puso a leer mientras le hacía compañía a la guerrera, que simplemente sujetaba la mano de su hijo en silencio. No era mujer de muchas charlas y respetaba su silencio.*
Pasaron bastantes horas cuando de nuevo abrí los ojos de forma cansina, todavía aturdido por la perdida de sangre. A esas horas por la ventana se podía ver el ocaso. Me encontraba un poco mejor lo que me hizo enarcar una ceja y devolver mi mirada a las dos mujeres respectivamente. Bien sabia que no habían respetado mi voluntad y eso me hizo gruñir, mas aun, cuando tiré a mover los brazos y estaban atados.
-¡Suéltame! -gruñí -yo no soy una bestia -les recordé a ambas. Si querían atar animales bien podían encontrar una larga fila en Akershus y en los confines de aquellas tierras.*
— Pues compórtate como un guerrero y no como un animal.— le espetó su madre.— Si Odín te quisiera en el Valhalla ya te habría reclamado, sólo tenías que caerte del caballo un rato después cuando Öda no estuviera de turno, así que déjate de tonterías. Te ha ayudado y deberías estar agradecido. No sé en qué momento he criado a un hijo desconsiderado.— le gruñó la rubia. Öda se levantó algo incómoda, no le gustaba ver cómo discutían, así que se dispuso a liberarlo, desatando las cuerdas.
— No importa, señora Arud, ya está mejor, seguro que mañana se siente mejor cuando desaparezca la fiebre. Les diré a los del turno de noche que les traigan algo de cenar. ¿Necesitan alguna cosa más? Le dejo el frasco, y dele solo dos gotas cuando duela. Mañana por la mañana estaré aquí, pero si necesitan cualquier cosa, ya saben donde estamos.— se refería a su madre y a ella, obviamente.*
— Hazlo, yo asumo la decisión cuando despierte.— Ella no tenía problemas con Giuliana y sus hijos, sabía que las criaturas horrendas de Randulf no traían nada bueno y que fueron los pollos gigantes del pantano los que la dejaron tocada y eso hizo que no pudiera reaccionar bien en la emboscada que finalmente la dejó tullida. Pero esas brujas eran diferentes, y dos de sus mejores amigos eran cambiantes, así que no le puso pegas a la joven, que colocó sus manos sobre el brazo de convaleciente y murmuró su magia para que la carne comenzase a cerrar, a entrelazarse con hilos de sangre y materia que pronto regenerarían, al menos lo suficiente como para no sufrir los horribles dolores.*
En aquel ataque de dolor y frenesí, mi madre pareció decidida a tomar una decisión por mi. Negué mirándola, me revolví, pero estaba débil y mi madre aun tullida era una general ducha en la batalla, lograba detenerme mas o menso quieto mientras la bruja de Hela recitaba de nuevo esas palabras para que mi carne creciera. Rugí furioso, no se si mas por el dolor o por la sensación de paz que al escuchar aquel cántico dejaba sobre mi brazo, algo que me frustraba de igual modo.
En un impulso de rabia, empujé a mi madre a un lado afianzando el cuello de la Tollak con la diestra y de un tirón la tumbé sobre el ensangrentado lecho quedando sobre ella.
Con mi rostro muy cerca del ajeno le repetí un ¡no! tan claro como me lo permitió el dolor En ese instante una punzada acabó quebrándome hasta caer inconsciente sobre su cuerpo.*
Öda exclamó un grito al notar cómo la agarraba del cuello con fuerza y cómo la revolcaba sobre el colchón manchándola de pomada y sangre. Ulf entraba en ese momento en la enfermería a ver cómo estaba el hijo de Lund y cuando vio la escena se apresuró a sacar a su hija de debajo del muchacho. Su ceño fruncido mirando a Khayla lo decía todo.
— Está ido por la fiebre, no pretendía hacerle daño.— se excusó la rubia.
— ¡¡¡padre!!!.— se abrazó al cuello de su idolatrado progenitor. Estaba claro que no lo había hecho por hacerle daño, pero se había asustado con el empujón y el agarre, no lo esperaba.— mamá vendrá en un rato…si queréis esperar…— tragó saliva. Porque a menos que Ulf lo sujetara, ella no pensaba ponerle la mano encima nunca más.*
Entré por suerte en la enfermería cuando presencié la escena que encendió el iris de mis ojos en ambar y me hizo gruñir de pura rabia. De no ser porque Khayla se interpuso entre mi cuerpo y el de su hijo el cazador, creo que poco me hubiera importado el estado en el que estaba el muy desgraciado.
-Tu hijo, tus hijos..odian a los sobrenaturales y algún día esto traerá problemas ...
El abrazo de mi hija me hizo callar y clamarme, deslicé mis dedos por la dorada cabellera de mi pequeña a la que había sacado de debajo del peso muerto del muchacho.
-¿estas bien? -pregunté besando su cabeza -voy a sujetar a ese hijo...de Lund -gruñí pues otro seria el nombre que merecía y después lo ataremos, esto no va a repetirse.
Quizás mis métodos no eran del agrado de Kahyla, pero si pretendía que mi hija se ocupara del suyo, tendría que ser bajo la seguridad mínima.
Posé mi brazo en su pecho y miré a mi hija para que empezara, estaba inconsciente pero si despertaba podía moverse lo que quisiera, necesitaría aun muchos años para igualarme, si es que algún día lo conseguía, en fuerza.*
Respiró hondo y miró a los dos generales, lo había hecho un millón de veces, sólo que esa vez se estaba complicando y ahora estaba nerviosa, pero con su padre allí, nada malo podía pasar. Colocó esta vez las dos manos sobre el brazo y empezó a recitar la magia wiccana que sanaría esa terrible herida donde faltaba un montón de carne, al menos para que el tejido de cicatriz evitase males mayores. Khayla respetaba las elecciones de sus hijos, pero si iban en contra del sentido común o de su propia integridad física, no le faltaban arrestos para darles una colleja, así tuvieran 20 o 40 años. Le había costado un infierno parirlos y seguramente no fue la madre más cariñosa del mundo, pero había traido a Akershus dos fieros guerreros y como tales, deberían obedecer las órdenes de quienes estaban por encima. Su padre y ella siempre serían dos leones luchando y no esperaba menos de Niord y Ragnar, pero en este caso, tendrían que aceptar la derrota.
Öda terminó de realizar el hechizo de curación y lo dejó vendado, estaba muy lejos de estar bien, pero al menos no rabiaría tanto de dolor. Miró a su padre y apoyó la cabeza en su hombro un momento, solía pegarse a él, abrazarlo y mimosearlo siempre que podía, porque tenía que compartirlo con 4 hermanos más y con su madre.*
Cuando mi hija terminó su trabajo volví a abrazarla, era mi niña pequeña, con la que menos tiempo pasaba en el campo de armas pero sin duda con la que mas cariñoso era.
Con los varones tenía esa sana competencia, ademas era su general y de algún modo eso mantenía entre nosotros cierta distancia. Mi hija mayor seria una escudera, digna vikinga, de carácter tan explosivo como el mío o el de Alrek, pero ella era la mas parecida a mi mujer, mas dulce, mas tierna y yo sentía que tenia que protegerla de gañanes como ese.Elevé la mirada hacia Khayla
-Vigila de tu hijo o lo haré yo -le advertí.Cogí unas maromas que dejé caer sobre el lecho.
-Atarlo, no quiero mas incidentes - dije depositando un nuevo beso en la cabeza de mi hija -voy con los chicos, me pasó por aquí antes de comer a ver como va todo.
Y con esas me largué de la enfermería hacia el campo de armas, en Akershus nunca se descansaba.*
Sólo tenían al otro hospitalizado y realmente estaba bien, era solo hacerle algunas curas y vigilar que no se pusiera fea la pierna, así que Ragnar ocuparía toda la atención de quienes trabajaban en el hospital de campaña. Tras limpiarlo todo tomó asiento al lado de Khayla dándole un tarrito de leche de amapola.
— Es para el dolor y para que duerma, lo necesita, pero es fuerte y saldrá de ésta.— nada que su madre no supiera, pero le gustaba tranquilizar a los familiares de los enfermos. Cogió un libro y se puso a leer mientras le hacía compañía a la guerrera, que simplemente sujetaba la mano de su hijo en silencio. No era mujer de muchas charlas y respetaba su silencio.*
Pasaron bastantes horas cuando de nuevo abrí los ojos de forma cansina, todavía aturdido por la perdida de sangre. A esas horas por la ventana se podía ver el ocaso. Me encontraba un poco mejor lo que me hizo enarcar una ceja y devolver mi mirada a las dos mujeres respectivamente. Bien sabia que no habían respetado mi voluntad y eso me hizo gruñir, mas aun, cuando tiré a mover los brazos y estaban atados.
-¡Suéltame! -gruñí -yo no soy una bestia -les recordé a ambas. Si querían atar animales bien podían encontrar una larga fila en Akershus y en los confines de aquellas tierras.*
— Pues compórtate como un guerrero y no como un animal.— le espetó su madre.— Si Odín te quisiera en el Valhalla ya te habría reclamado, sólo tenías que caerte del caballo un rato después cuando Öda no estuviera de turno, así que déjate de tonterías. Te ha ayudado y deberías estar agradecido. No sé en qué momento he criado a un hijo desconsiderado.— le gruñó la rubia. Öda se levantó algo incómoda, no le gustaba ver cómo discutían, así que se dispuso a liberarlo, desatando las cuerdas.
— No importa, señora Arud, ya está mejor, seguro que mañana se siente mejor cuando desaparezca la fiebre. Les diré a los del turno de noche que les traigan algo de cenar. ¿Necesitan alguna cosa más? Le dejo el frasco, y dele solo dos gotas cuando duela. Mañana por la mañana estaré aquí, pero si necesitan cualquier cosa, ya saben donde estamos.— se refería a su madre y a ella, obviamente.*
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Dejé escapar una carcajada mirando el papel que la bruja se estaba montando ante mi madre.
-Deja de ser condescendiente -dije mirándola. Al menso podía tener la decencia de decir que me odiaba tanto como yo a los de su especie. Era un cazador y no siempre estaba bien visto en Akershus por los sobrenaturales que como una plaga allí moraban.-No madre, no sabremos si Odin me llamaba o no al Valhalla, lo que si sabremos es que Hela no me quería allí. ¿Estas ciega? Brökk es el mensajero de Loqui, Garm el perro de Hela ..esta familia está atada a algo mas oscuro que su magia wiccana.
Resoplé mirando hacia las ventanas mientras me tocaba las muñecas marcadas por las sogas.
-Puedes madre acercarme el bestiario (un díario que yo mismo había empezado a escribir e ilustrar desde que empecé a cazar) pluma, tinta y secante, quiero apuntar unas cosas, me he traido el engendro a casa, lo diseccionaré y encontraremos sus debilidades para que si hay mas podamos saber como demonios hacerles frente.- Mi trabajo podía estar mal visto por algunos, pero era necesario.*
¿Pero qué le había hecho a ese idiota para que la tratase así?ella estaba orgullosa de su familia y de haber recibido el don de la magia como su madre y su hermano Brökk, y la usaban como cualquier otro usaba el acero o el barco, para ayudar a Akershus. Frunció el ceño y elevó la barbilla con un leve temblor en ésta.
— Si vuelves a hablar mal de mi familia te convertiré en un sapo feo, gordo y lleno de verrugas, y verás cómo de oscura puede ser mi magia.— Eso era absurdo, porque la transmutación era algo que casi ningun brujo sabía hacer, pero estaba enfadada y su enfado se desató en forma de lluvia en el exterior, no una tormenta violenta como las que provocaba Sirius, pero si un chaparrón.*
Ladeé la sonrisa ignorando a la niñata de Ulf.
-¿es esa tu peor amenaza?.- me reí negando volviendo a centrarme en mi madre -el bestiarío está en casa, en mi habitación, puedes traerlo. -le dije de nuevo encontrándome con su ceño fruncido -¡vamos madre! Respeto que tu aprecies a esos que llamas tus amigos, respeta que yo sienta o piense distinto. Aun no he matado a ninguno ¿no? Esa frase daba a entender que si pensaba que algún día lo tendría que hacer*
Hizo un mohín al escuchar su frase detonadora. No había matado ninguno “Aun”. No quería escuchar más, era un pazguato y se iba a marchar a su casa y ojalá le dieran los mil dolores y no durmiera esa noche. Al menos sabía escribir, eso era una sorpresa. Se dio la vuelta y fue a la cocina a colgar el delantal, les dio instrucciones a los del turno de noche y se marchó, enfada, dejando que el agua resbalase por su rubia cabellera. Menudo idiota, no esperaba que el hijo de Khayla y Lund fuera tan estúpido. Las horas que quedaban hasta la cena se entretuvo en ayudar en la cocina un ratito para que sus hermanos y su padre tuvieran un plato bonito además de sabroso. Le gustaba hacer esas cosas, pero no estaba inspirada y se fue arriba a leer. Estaba contrariada por lo ocurrido en el hospital y cuando la tropa ruidosa llegó, tras asearse fueron en busca de lo que fuera que hubiera preparado Öda, pero no hallaron más que el pollo asado pelado con patatas y poco más. En casa de los Tollak, Hilda y Arne hacían el trabajo duro de la casa, pero todos colaboraban, allí no había “servicio” como tal. Cada cual se hacía su cama y se preocupaba de ordenar su habitación y su ropa. A Öda le gustaba la cocina, era como hacer magia y pociones, y los demás preferían recoger los platos que montarlos.
— ¿Y esto es todo? Que te ha pasado hoy hermanita?.— le preguntó Brökk dándole un abrazo.
— Nada, un problema en el hospital, pero supongo que puedo hacer un postre.— Lavó unas manzanas y las puso a asar mientras troceaba una raíz de no se qué, que le daría un toque a regaliz y a anís. Es lo que tenía saber de plantas y hierbajos.*
Mi madre finalmente cedió, me trajo el librillo de tapas de cuero oscurecidas y maltrechas por el tiempo. Así que tomé asiento ahuecando tras mi espalda las almohadas y me centré en lo importante, dibujar aquel engendro y escribir lo que a simple vista había descubierto, hasta que no saliera del hospital no podría inspeccionar la bestia con detenimiento y esto tenia que ser antes de que se pudriera o que le quisieran dar un fin alimentario, mas de una vez me había tocado salir discutiendo con algunas mujeres que cuchillo en mano venían a por su porción de carne.
Para eso estaban otro tipo de cazadores que cada día recorrían los bosques en busca de caza para mantener alimentado al pueblo. Allí todos colaboraban, los que trabajaban los campos repartían la cosecha, digamos que era como vivir en una especie de comunidad bien dispuesta.
Mi madre andaba algo molesta por mi comportamiento, pero se le pasaría, ya nos conocía, así que tampoco sabia bien de que se sorprendía. Acabado el dibujo del oso terrible, pasé la pagina y empecé a dibujarla a ella, ladeé la sonrisa recordando su amenaza, tenia que reconocer que como poco era divertida. Cuando los ojos ya se me cerraban dejé el libro a un lado y me recosté sobre el lecho cerrando los ojos. Al día siguiente pediría el alta, tenia que meter mano a esa pieza antes de que de nada sirviera mi caza.*
Se pasó una parte de la noche en vela pensando que si Ragnar tenía un bestiario, sería genial echarle un vistazo. Ella tenía compendios interminables de hierbas, insectos y todo tipo de ejemplares de enciclopedias sobre los más variopintos temas, ya que necesitaban saber de todo con sus pociones y hechizos. Su madre había mandado traer un sinfín de libros y cuadernos desde todas partes del mundo y en el sótano de la casa Tollak había una biblioteca mágica considerable. Supuso que Ragnar tendría un cuaderno común y esa no era la forma de catalogar, clasificar y ordenar nada. Bajó y sacó de una caja un cuaderno en blanco, uno específico para clasificar y al día siguiente esperó junto a la cama del cazador a que abriera los ojos. Tenía el volumen sobre las rodillas. El turno de noche le había informado que había pasado las horas regular, pero sin duda mejor que la jornada anterior.
— Si pretendes llevar un registro de lo que cazas, deberías hacerlo en un cuaderno específico para ello.— se lo tendió con tono medio amable. Tenía muchos motivos para no volver a dirigirle la palabra pero su naturaleza la impedía.*
El cenit resplandecía en el cielo cuando abrí los ojos, había pasado la noche regular, había estado escribiendo hasta tarde y lo que menos esperaba era encontrarme con la bruja sentada en la silla mirándome y velando mi sueño. Enarque una ceja al ver como con esa amabilidad impuesta que la caracterizaba y que no me tragaba, me tendió un libro que según ella me podría servir para organizarme mejor y apuntar las distintas bestias a las que daba caza.
-¿y que te hace pensar que necesito tu ayuda? -pregunté hundiendo mis aceros en sus dos orbes azul cielo.*
— Porque es un buen cuaderno, mi madre los usa para catalogar las plantas que usamos para hacer medicinas.— decidió obviar el tono despreciativo de Ragnar porque le podía la curiosidad.— ¿Puedo ver el tuyo? Lo que cazaste ayer era como un Gnoll.— sabía los nombres de algunas criaturas monstruosas porque venían en los libros de conjuros, otros simplemente los habían bautizado con el largo tiempo que Randulf experimentaba con ellos.*
-¿un que? -pregunté con curiosidad. Yo lo habia bautizado como Oso terrible, peor no como Gnoll -¿que es un Gnoll?.- Saque el libre y empecé a pasar paginas para encontrar el dibujo que había hecho la noche anterior de la bestia.
-¿es así? -pregunté mostrándole mis trazos bien definidos y con un realismo muy certero. -lo que me lleva a la siguiente cuestión, tienes que darme el alta -dije como si pidiera un vaso de agua*
— hum…a ver… Vaya! Que bien dibujas. Pues… un Gnoll es así como este, grande y musculoso pero tiene la cabeza como más afilada, como si fuera una mezcla entre oso y hiena.— Se levantó y fue a la cocina, allí buscó un libro de pociones donde se describía que para hacer un veneno contra los trasgos se requería un ojo de Gnoll. Se sentó a su lado de nuevo y le señaló la página donde estaba dibujado.— Con uno de sus ojos se puede hacer un veneno contra trasgos, se podrían untar las flechas y acabar con un ejército entero en dos minutos.*
Tomé su libro fijándome en le dibujo, ciertamente se parecía mucho a lo que yo había cazado. Cerré la tapa mirando que el libro se llamaba libro de pociones -¿magia? -Negué ocn la cabeza -yo no uso magia -aseguré -seria contradictorio ¿no crees? dar caza a seres creados a base de magia, monstruos y usar la magia para derrotarlos. Hasta hoy lo he hecho solo y no se me ha dado tan mal.
Era cierto, esa poción podía ayudar a los míos, pero...no podía ceder ¿donde pondría los limites?*
Lo miró enarcando una ceja.— No es magia, es herbología, pero se utilizan ingredientes que no sólo crecen en la tierra. No te daré el alta, pero como harás lo que quieras, seguramente te marcharás, esta noche te sangrará el brazo de nuevo y tu madre te arrastrará hasta aquí y a mi o a la mia nos tocará levantarnos de madrugada perdiendo horas de sueño asi que…¿por qué no hacemos algo intermedio? Puedes irte, pero intenta no forzar y ven antes de las diez para cambiar vendajes y comprobar que no se han roto los puntos ¿vale?*
-Deja de ser condescendiente -dije mirándola. Al menso podía tener la decencia de decir que me odiaba tanto como yo a los de su especie. Era un cazador y no siempre estaba bien visto en Akershus por los sobrenaturales que como una plaga allí moraban.-No madre, no sabremos si Odin me llamaba o no al Valhalla, lo que si sabremos es que Hela no me quería allí. ¿Estas ciega? Brökk es el mensajero de Loqui, Garm el perro de Hela ..esta familia está atada a algo mas oscuro que su magia wiccana.
Resoplé mirando hacia las ventanas mientras me tocaba las muñecas marcadas por las sogas.
-Puedes madre acercarme el bestiario (un díario que yo mismo había empezado a escribir e ilustrar desde que empecé a cazar) pluma, tinta y secante, quiero apuntar unas cosas, me he traido el engendro a casa, lo diseccionaré y encontraremos sus debilidades para que si hay mas podamos saber como demonios hacerles frente.- Mi trabajo podía estar mal visto por algunos, pero era necesario.*
¿Pero qué le había hecho a ese idiota para que la tratase así?ella estaba orgullosa de su familia y de haber recibido el don de la magia como su madre y su hermano Brökk, y la usaban como cualquier otro usaba el acero o el barco, para ayudar a Akershus. Frunció el ceño y elevó la barbilla con un leve temblor en ésta.
— Si vuelves a hablar mal de mi familia te convertiré en un sapo feo, gordo y lleno de verrugas, y verás cómo de oscura puede ser mi magia.— Eso era absurdo, porque la transmutación era algo que casi ningun brujo sabía hacer, pero estaba enfadada y su enfado se desató en forma de lluvia en el exterior, no una tormenta violenta como las que provocaba Sirius, pero si un chaparrón.*
Ladeé la sonrisa ignorando a la niñata de Ulf.
-¿es esa tu peor amenaza?.- me reí negando volviendo a centrarme en mi madre -el bestiarío está en casa, en mi habitación, puedes traerlo. -le dije de nuevo encontrándome con su ceño fruncido -¡vamos madre! Respeto que tu aprecies a esos que llamas tus amigos, respeta que yo sienta o piense distinto. Aun no he matado a ninguno ¿no? Esa frase daba a entender que si pensaba que algún día lo tendría que hacer*
Hizo un mohín al escuchar su frase detonadora. No había matado ninguno “Aun”. No quería escuchar más, era un pazguato y se iba a marchar a su casa y ojalá le dieran los mil dolores y no durmiera esa noche. Al menos sabía escribir, eso era una sorpresa. Se dio la vuelta y fue a la cocina a colgar el delantal, les dio instrucciones a los del turno de noche y se marchó, enfada, dejando que el agua resbalase por su rubia cabellera. Menudo idiota, no esperaba que el hijo de Khayla y Lund fuera tan estúpido. Las horas que quedaban hasta la cena se entretuvo en ayudar en la cocina un ratito para que sus hermanos y su padre tuvieran un plato bonito además de sabroso. Le gustaba hacer esas cosas, pero no estaba inspirada y se fue arriba a leer. Estaba contrariada por lo ocurrido en el hospital y cuando la tropa ruidosa llegó, tras asearse fueron en busca de lo que fuera que hubiera preparado Öda, pero no hallaron más que el pollo asado pelado con patatas y poco más. En casa de los Tollak, Hilda y Arne hacían el trabajo duro de la casa, pero todos colaboraban, allí no había “servicio” como tal. Cada cual se hacía su cama y se preocupaba de ordenar su habitación y su ropa. A Öda le gustaba la cocina, era como hacer magia y pociones, y los demás preferían recoger los platos que montarlos.
— ¿Y esto es todo? Que te ha pasado hoy hermanita?.— le preguntó Brökk dándole un abrazo.
— Nada, un problema en el hospital, pero supongo que puedo hacer un postre.— Lavó unas manzanas y las puso a asar mientras troceaba una raíz de no se qué, que le daría un toque a regaliz y a anís. Es lo que tenía saber de plantas y hierbajos.*
Mi madre finalmente cedió, me trajo el librillo de tapas de cuero oscurecidas y maltrechas por el tiempo. Así que tomé asiento ahuecando tras mi espalda las almohadas y me centré en lo importante, dibujar aquel engendro y escribir lo que a simple vista había descubierto, hasta que no saliera del hospital no podría inspeccionar la bestia con detenimiento y esto tenia que ser antes de que se pudriera o que le quisieran dar un fin alimentario, mas de una vez me había tocado salir discutiendo con algunas mujeres que cuchillo en mano venían a por su porción de carne.
Para eso estaban otro tipo de cazadores que cada día recorrían los bosques en busca de caza para mantener alimentado al pueblo. Allí todos colaboraban, los que trabajaban los campos repartían la cosecha, digamos que era como vivir en una especie de comunidad bien dispuesta.
Mi madre andaba algo molesta por mi comportamiento, pero se le pasaría, ya nos conocía, así que tampoco sabia bien de que se sorprendía. Acabado el dibujo del oso terrible, pasé la pagina y empecé a dibujarla a ella, ladeé la sonrisa recordando su amenaza, tenia que reconocer que como poco era divertida. Cuando los ojos ya se me cerraban dejé el libro a un lado y me recosté sobre el lecho cerrando los ojos. Al día siguiente pediría el alta, tenia que meter mano a esa pieza antes de que de nada sirviera mi caza.*
Se pasó una parte de la noche en vela pensando que si Ragnar tenía un bestiario, sería genial echarle un vistazo. Ella tenía compendios interminables de hierbas, insectos y todo tipo de ejemplares de enciclopedias sobre los más variopintos temas, ya que necesitaban saber de todo con sus pociones y hechizos. Su madre había mandado traer un sinfín de libros y cuadernos desde todas partes del mundo y en el sótano de la casa Tollak había una biblioteca mágica considerable. Supuso que Ragnar tendría un cuaderno común y esa no era la forma de catalogar, clasificar y ordenar nada. Bajó y sacó de una caja un cuaderno en blanco, uno específico para clasificar y al día siguiente esperó junto a la cama del cazador a que abriera los ojos. Tenía el volumen sobre las rodillas. El turno de noche le había informado que había pasado las horas regular, pero sin duda mejor que la jornada anterior.
— Si pretendes llevar un registro de lo que cazas, deberías hacerlo en un cuaderno específico para ello.— se lo tendió con tono medio amable. Tenía muchos motivos para no volver a dirigirle la palabra pero su naturaleza la impedía.*
El cenit resplandecía en el cielo cuando abrí los ojos, había pasado la noche regular, había estado escribiendo hasta tarde y lo que menos esperaba era encontrarme con la bruja sentada en la silla mirándome y velando mi sueño. Enarque una ceja al ver como con esa amabilidad impuesta que la caracterizaba y que no me tragaba, me tendió un libro que según ella me podría servir para organizarme mejor y apuntar las distintas bestias a las que daba caza.
-¿y que te hace pensar que necesito tu ayuda? -pregunté hundiendo mis aceros en sus dos orbes azul cielo.*
— Porque es un buen cuaderno, mi madre los usa para catalogar las plantas que usamos para hacer medicinas.— decidió obviar el tono despreciativo de Ragnar porque le podía la curiosidad.— ¿Puedo ver el tuyo? Lo que cazaste ayer era como un Gnoll.— sabía los nombres de algunas criaturas monstruosas porque venían en los libros de conjuros, otros simplemente los habían bautizado con el largo tiempo que Randulf experimentaba con ellos.*
-¿un que? -pregunté con curiosidad. Yo lo habia bautizado como Oso terrible, peor no como Gnoll -¿que es un Gnoll?.- Saque el libre y empecé a pasar paginas para encontrar el dibujo que había hecho la noche anterior de la bestia.
-¿es así? -pregunté mostrándole mis trazos bien definidos y con un realismo muy certero. -lo que me lleva a la siguiente cuestión, tienes que darme el alta -dije como si pidiera un vaso de agua*
— hum…a ver… Vaya! Que bien dibujas. Pues… un Gnoll es así como este, grande y musculoso pero tiene la cabeza como más afilada, como si fuera una mezcla entre oso y hiena.— Se levantó y fue a la cocina, allí buscó un libro de pociones donde se describía que para hacer un veneno contra los trasgos se requería un ojo de Gnoll. Se sentó a su lado de nuevo y le señaló la página donde estaba dibujado.— Con uno de sus ojos se puede hacer un veneno contra trasgos, se podrían untar las flechas y acabar con un ejército entero en dos minutos.*
Tomé su libro fijándome en le dibujo, ciertamente se parecía mucho a lo que yo había cazado. Cerré la tapa mirando que el libro se llamaba libro de pociones -¿magia? -Negué ocn la cabeza -yo no uso magia -aseguré -seria contradictorio ¿no crees? dar caza a seres creados a base de magia, monstruos y usar la magia para derrotarlos. Hasta hoy lo he hecho solo y no se me ha dado tan mal.
Era cierto, esa poción podía ayudar a los míos, pero...no podía ceder ¿donde pondría los limites?*
Lo miró enarcando una ceja.— No es magia, es herbología, pero se utilizan ingredientes que no sólo crecen en la tierra. No te daré el alta, pero como harás lo que quieras, seguramente te marcharás, esta noche te sangrará el brazo de nuevo y tu madre te arrastrará hasta aquí y a mi o a la mia nos tocará levantarnos de madrugada perdiendo horas de sueño asi que…¿por qué no hacemos algo intermedio? Puedes irte, pero intenta no forzar y ven antes de las diez para cambiar vendajes y comprobar que no se han roto los puntos ¿vale?*
Ragnar- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
-vale -era mas de lo que esperaba -haremos otra cosa, tu me cubriras un par de horas, solo necesito eso para poder inspeccionar al "Gnoll" y apuntar lo que a simple vista no ví. Yo te traigo su ojo como pago. Tu tendrás tus pócimas y yo el tiempo que necesito antes de que se pudra, si no de nada me haya servido haberlo cazado. Volveré, me cambias las vendas, me tumbo y mi madre no se entera de nada, no me da el coñazo, y no te lo da a ti ¿que me dices?*
Se lo pensó un segundo y asintió alegremente.— ¡Vale! Pero ahora a desayunar.— Se llevó el libro de nuevo a su lugar y le trajo una bandeja con un vaso de leche, pan tostado con mantequilla y en vez de llevárselo en los aburridos platos del hospital se lo puso en uno con flores pintadas y le dobló la servilleta con forma de pájaro. Se lo dejó sobre la mesilla y se marchó a comenzar con las tareas, hoy tocaba hacer jarabe laxante y olía a rayos, pero es que muchos norteños abusaban de la carne y les costaba hacer sus cosas.*
La hija de los Tollak me trajo el desayuno, estaba hambriento, así que me senté en el borde de la cama y me lo comí entero, caía en mi estomago vacío, así que tuve que parar varias veces a empujar con agua para poder tragar. Al final dejé la bandeja a un lado mirando la servilleta con forma de pájaro. Ladeé la sonrisa sin usarla y me alcé del lecho tambaleándome con un ligero siseo.
Me acerqué a la silla cogiendo la camisola y me calcé las botas apretando los dientes, no podían verme o avisarían a mi padre o peor aun, a mi madre y se me terminaría lo de ver al "osos terrible o Gnoll”.
La bruja estaba haciendo no se bien que, pero me acerqué por su espalda y esta dio un respingo.
-Soy yo -me excusé - me voy ¿no tendrás por ahí algún tipo de capa negra con capucha?*
— Ehm… pues…— fue al armario donde habían guardado la ropa del hospitalizado por fractura de hueso.— tráela de vuelta, es de Lars. Toma.— Le dio también un tarrito con tapón de corcho para que guardase los ojos del Gnoll allí, y lo pondrían en el estante de los ingredientes extraños. Estaba ya etiquetado y todo.— iré preparando tus vendajes y ungüentos, cuando regreses los necesitarás.*
Me eche por encima la capa de Lars y le guiñé un ojo como despedida. Sin pensármelo salí a paso "mas o menos" rápido de la enfermería. Trate de pasar desapercibido llegué hasta el viejo granero que utilizaba para poder inspeccionar a mis víctimas.
Mi hermano y yo lo usábamos para poder investigar a los seres sobrenaturales, en alguna ocasión habíamos capturado alguno vivo, así que Höor dio orden de que mientras trabajábamos nadie se acercara para impedir acabara fugándose una bestia por Akershus. Podría tener cierta tranquilidad al menos durante esas dos horas que la bruja me había proporcionado.
Tras pasar este tiempo y manchado de carmesí, bastante cansado por el sobre esfuerzo de haberme movido a una bestia tan yo solo regresé a la enfermería. Por suerte nadie me había visto y si ella me había cubierto, de seguro no tendría que dar explicaciones a nadie, me dejé caer sobre el lecho. Solo quería dormir, pero cogí el libro y empecé a escribir todo lo que había descubierto. Los ojos del Gnoll los dejé en el tarro sobre la mesa, podía ser muchas cosas, pero siempre cumplia mis promesas.*
Había entrado un parto un poco complicado y estaban atendiendo a la joven madre, cuando finalmente el bebe rompió a llorar y la sala se llenó de celebraciones y felicitaciones, fue a ver a Ragnar. Tenía el mandil lleno de sangre pero estaba contenta, una nueva vida en Akershus siempre era motivo de alegría. Vio el tarro sobre la mesa y se alegró.
— ¡Oye! Me lo has traído, que bien! Vamos a ver que…— se dio cuenta que estaba casi dormido y se encogió de hombros. Corrió las cortinas un poco para bajar la luz y fue a buscar las vendas y potingues necesarios para lavar la sangre y curarlo de nuevo. Le tapó de nuevo las heridas pensando que al menos Khayla no los había pillado.*
Adormilado noté como me movían, colaboré todo lo que pude, aunque no estaba siendo muy consciente de lo que pasaba y al final dejó de cambiar mis vendas y pude dormir hasta el día siguiente. Con las primeras luces del alba y esta vez habiendo descansado durante la noche entera abrí los ojos. El tarro de ojos no estaba, así que intuí que la bruja los había cogido.
El pago estaba hecho, yo tuve mis dos horas para inspeccionar el bicho y ella sus dos ojos para ayudar a los guerreros de Akershus, al final el trato había sido beneficioso para ambos.
La hija Tollak, Öda, creo que se llamaba me trajo el desayuno.
-Buenos días ¿viste los ojos?*
— Si, los tienes limpios, no tienes ictericia ni fiebre ni están opacos, o sea que estás bien, siguen de color verde…¡Ah! Los ojos del tarro!! si, si. Gracias. Espero que no te importe que te haya abierto los ojos mientras dormías, debía comprobar como estaban…Puedes quedarte el cuaderno, lo traje para ti.— La llamaron desde algun lugar del hospital.— Debo irme. Ya… ya estás bien, puedes marcharte cuando quieras, ven a curarte una vez al día y a quitarte los puntos.*
Asentí y me puse en pie, me había dado el alta, así que ya no tenia motivo de permanecer ahí.
-Gracias -dije finalmente cogiendo el libro que me había regalado, ya no tendríamos que volver a encontrarnos mas que para hacerme alguna cura que otra durante un par de dias mas y volvería a mi vida habitual. Necesitaba volver al bosque, si era cierto y era n , si tenia nombre, ese bicho no era un experimento fallido, si no uno certero. Se debía haber basado Randulf en ese libro para a partir de otras razas crearlo, lo que implicaba que podían haber mas como ese..y si había sacado machos y hembras dándoles suelta en el bosque, no me extrañaría que lo hubiera hecho para que se reprodujeran. Si eso pasaba las aldeas correrían peligro pues parecíamos ser parte de su dieta, ya habían habido muertes ¿y si todas no habían sido causadas por un único ejemplar si no por una manada?.*
Pasaron un par de días y Öda iba saliendo del hospital rumbo a la escuela a ayudar a enseñar a leer, cuando unos soldados vinieron a buscarla. Se la requería junto a Sirius porque las heladas iban a arruinar las cosechas de cereal de las laderas noroeste. Cuando eso pasaba, los dos brujos invocaban vientos cálidos y conseguían que el hielo se fundiera antes de estropear el sustento de las gente de Akershus, pero era agotador, porque deberían hacer un gasto de poder enorme. Seguramente tras eso necesitase un dia o dos de descanso. Cabalgaron hasta los lindes del bosque y desde allí vislumbraron toda la explanada donde los campos de cereal suministrarían grano y con éste podrían funcionar los molinos. Una vez Randulf atacó los silos de grano con criaturas horrendas, y fueron dos cambiantes escoceses los que pararon el ataque, la ambición y la creatividad de ese villano no conocía límite.*
Tras hacerme las curas que me mandó la bruja hacerme y con la que no volví a coincidir se me informó de que ya podía volver a mi rutina normal. Así que a la mañana siguiente antes de que las luces del alba caldearan el patio de armas acudí a las caballerizas y ensillé la montura. Acaricié el hocico de mi bayo y peiné con los dedos sus crines ligeramente.
-Vamos -apunté dandole un manotazo en la grupa antes de montar sobre este rumbo a la aldea donde se habían producido las muertes. Cerca, había dado caza al Gnoll, en la parte mas profunda de su bosque, así que ese seria mi destino nuevamente.
Crucé la mirada con la bruja justo cuando salía, al parecer ella y Sirius estaban "trabajando" para solventar un problema climatológico que jodería la cosecha. Si bien era cierto ayudaría, jugar a ser dios podía traer sus consecuencias. Si Freya, diosa de la fertilidad y las cosechas, deseaba que ese año fuera malo, debía serlo, antiguamente sacrificábamos un par de terneros en su nombre y adorábamos a nuestra deidad suplicando buenos tiempos que de normal solían llegar, pero ahora ¿para que? teníamos a la joven Tollak y al joven Cannif. Negué con la cabeza dispuesto a pasar de largo.*
Se aguantó el soplido cuando fue a saludarlo y vio que éste le negaba el saludo y se marchaba. No podía entenderlo, sus padres eran amigos ¿por qué tanta desconfianza?. Sirius le puso la mano en el hombro.
— Muchas veces la gente no entiende la magia, creen que es peligrosa, que interfiere con los deseos de los dioses pero…
— Pero si los dioses no quisieran que tuvieramos magia nos la quitarían ¿verdad?.— esa pregunta se la había hecho a su madre y a su padre muchas veces y la respuesta que le daban era esa. Sirius asintió, él tampoco había sido comprendido por su gran poder, pero lo llevaba más o menos bien, al ser mayor que Öda y tener una esposa que lo comprendía. Lo había visto en su casa desde que tenía memoria y lo quería casi tanto como a sus hermanos de sangre.
— Pues vamos a recuperar esas cosechas, que es lo importante.— Siempre que estaba con Sirius se sentía bien porque podía desplegar su magia a raudales, él siempre podría pararla en caso de emergencia.*
Se lo pensó un segundo y asintió alegremente.— ¡Vale! Pero ahora a desayunar.— Se llevó el libro de nuevo a su lugar y le trajo una bandeja con un vaso de leche, pan tostado con mantequilla y en vez de llevárselo en los aburridos platos del hospital se lo puso en uno con flores pintadas y le dobló la servilleta con forma de pájaro. Se lo dejó sobre la mesilla y se marchó a comenzar con las tareas, hoy tocaba hacer jarabe laxante y olía a rayos, pero es que muchos norteños abusaban de la carne y les costaba hacer sus cosas.*
La hija de los Tollak me trajo el desayuno, estaba hambriento, así que me senté en el borde de la cama y me lo comí entero, caía en mi estomago vacío, así que tuve que parar varias veces a empujar con agua para poder tragar. Al final dejé la bandeja a un lado mirando la servilleta con forma de pájaro. Ladeé la sonrisa sin usarla y me alcé del lecho tambaleándome con un ligero siseo.
Me acerqué a la silla cogiendo la camisola y me calcé las botas apretando los dientes, no podían verme o avisarían a mi padre o peor aun, a mi madre y se me terminaría lo de ver al "osos terrible o Gnoll”.
La bruja estaba haciendo no se bien que, pero me acerqué por su espalda y esta dio un respingo.
-Soy yo -me excusé - me voy ¿no tendrás por ahí algún tipo de capa negra con capucha?*
— Ehm… pues…— fue al armario donde habían guardado la ropa del hospitalizado por fractura de hueso.— tráela de vuelta, es de Lars. Toma.— Le dio también un tarrito con tapón de corcho para que guardase los ojos del Gnoll allí, y lo pondrían en el estante de los ingredientes extraños. Estaba ya etiquetado y todo.— iré preparando tus vendajes y ungüentos, cuando regreses los necesitarás.*
Me eche por encima la capa de Lars y le guiñé un ojo como despedida. Sin pensármelo salí a paso "mas o menos" rápido de la enfermería. Trate de pasar desapercibido llegué hasta el viejo granero que utilizaba para poder inspeccionar a mis víctimas.
Mi hermano y yo lo usábamos para poder investigar a los seres sobrenaturales, en alguna ocasión habíamos capturado alguno vivo, así que Höor dio orden de que mientras trabajábamos nadie se acercara para impedir acabara fugándose una bestia por Akershus. Podría tener cierta tranquilidad al menos durante esas dos horas que la bruja me había proporcionado.
Tras pasar este tiempo y manchado de carmesí, bastante cansado por el sobre esfuerzo de haberme movido a una bestia tan yo solo regresé a la enfermería. Por suerte nadie me había visto y si ella me había cubierto, de seguro no tendría que dar explicaciones a nadie, me dejé caer sobre el lecho. Solo quería dormir, pero cogí el libro y empecé a escribir todo lo que había descubierto. Los ojos del Gnoll los dejé en el tarro sobre la mesa, podía ser muchas cosas, pero siempre cumplia mis promesas.*
Había entrado un parto un poco complicado y estaban atendiendo a la joven madre, cuando finalmente el bebe rompió a llorar y la sala se llenó de celebraciones y felicitaciones, fue a ver a Ragnar. Tenía el mandil lleno de sangre pero estaba contenta, una nueva vida en Akershus siempre era motivo de alegría. Vio el tarro sobre la mesa y se alegró.
— ¡Oye! Me lo has traído, que bien! Vamos a ver que…— se dio cuenta que estaba casi dormido y se encogió de hombros. Corrió las cortinas un poco para bajar la luz y fue a buscar las vendas y potingues necesarios para lavar la sangre y curarlo de nuevo. Le tapó de nuevo las heridas pensando que al menos Khayla no los había pillado.*
Adormilado noté como me movían, colaboré todo lo que pude, aunque no estaba siendo muy consciente de lo que pasaba y al final dejó de cambiar mis vendas y pude dormir hasta el día siguiente. Con las primeras luces del alba y esta vez habiendo descansado durante la noche entera abrí los ojos. El tarro de ojos no estaba, así que intuí que la bruja los había cogido.
El pago estaba hecho, yo tuve mis dos horas para inspeccionar el bicho y ella sus dos ojos para ayudar a los guerreros de Akershus, al final el trato había sido beneficioso para ambos.
La hija Tollak, Öda, creo que se llamaba me trajo el desayuno.
-Buenos días ¿viste los ojos?*
— Si, los tienes limpios, no tienes ictericia ni fiebre ni están opacos, o sea que estás bien, siguen de color verde…¡Ah! Los ojos del tarro!! si, si. Gracias. Espero que no te importe que te haya abierto los ojos mientras dormías, debía comprobar como estaban…Puedes quedarte el cuaderno, lo traje para ti.— La llamaron desde algun lugar del hospital.— Debo irme. Ya… ya estás bien, puedes marcharte cuando quieras, ven a curarte una vez al día y a quitarte los puntos.*
Asentí y me puse en pie, me había dado el alta, así que ya no tenia motivo de permanecer ahí.
-Gracias -dije finalmente cogiendo el libro que me había regalado, ya no tendríamos que volver a encontrarnos mas que para hacerme alguna cura que otra durante un par de dias mas y volvería a mi vida habitual. Necesitaba volver al bosque, si era cierto y era n , si tenia nombre, ese bicho no era un experimento fallido, si no uno certero. Se debía haber basado Randulf en ese libro para a partir de otras razas crearlo, lo que implicaba que podían haber mas como ese..y si había sacado machos y hembras dándoles suelta en el bosque, no me extrañaría que lo hubiera hecho para que se reprodujeran. Si eso pasaba las aldeas correrían peligro pues parecíamos ser parte de su dieta, ya habían habido muertes ¿y si todas no habían sido causadas por un único ejemplar si no por una manada?.*
Pasaron un par de días y Öda iba saliendo del hospital rumbo a la escuela a ayudar a enseñar a leer, cuando unos soldados vinieron a buscarla. Se la requería junto a Sirius porque las heladas iban a arruinar las cosechas de cereal de las laderas noroeste. Cuando eso pasaba, los dos brujos invocaban vientos cálidos y conseguían que el hielo se fundiera antes de estropear el sustento de las gente de Akershus, pero era agotador, porque deberían hacer un gasto de poder enorme. Seguramente tras eso necesitase un dia o dos de descanso. Cabalgaron hasta los lindes del bosque y desde allí vislumbraron toda la explanada donde los campos de cereal suministrarían grano y con éste podrían funcionar los molinos. Una vez Randulf atacó los silos de grano con criaturas horrendas, y fueron dos cambiantes escoceses los que pararon el ataque, la ambición y la creatividad de ese villano no conocía límite.*
Tras hacerme las curas que me mandó la bruja hacerme y con la que no volví a coincidir se me informó de que ya podía volver a mi rutina normal. Así que a la mañana siguiente antes de que las luces del alba caldearan el patio de armas acudí a las caballerizas y ensillé la montura. Acaricié el hocico de mi bayo y peiné con los dedos sus crines ligeramente.
-Vamos -apunté dandole un manotazo en la grupa antes de montar sobre este rumbo a la aldea donde se habían producido las muertes. Cerca, había dado caza al Gnoll, en la parte mas profunda de su bosque, así que ese seria mi destino nuevamente.
Crucé la mirada con la bruja justo cuando salía, al parecer ella y Sirius estaban "trabajando" para solventar un problema climatológico que jodería la cosecha. Si bien era cierto ayudaría, jugar a ser dios podía traer sus consecuencias. Si Freya, diosa de la fertilidad y las cosechas, deseaba que ese año fuera malo, debía serlo, antiguamente sacrificábamos un par de terneros en su nombre y adorábamos a nuestra deidad suplicando buenos tiempos que de normal solían llegar, pero ahora ¿para que? teníamos a la joven Tollak y al joven Cannif. Negué con la cabeza dispuesto a pasar de largo.*
Se aguantó el soplido cuando fue a saludarlo y vio que éste le negaba el saludo y se marchaba. No podía entenderlo, sus padres eran amigos ¿por qué tanta desconfianza?. Sirius le puso la mano en el hombro.
— Muchas veces la gente no entiende la magia, creen que es peligrosa, que interfiere con los deseos de los dioses pero…
— Pero si los dioses no quisieran que tuvieramos magia nos la quitarían ¿verdad?.— esa pregunta se la había hecho a su madre y a su padre muchas veces y la respuesta que le daban era esa. Sirius asintió, él tampoco había sido comprendido por su gran poder, pero lo llevaba más o menos bien, al ser mayor que Öda y tener una esposa que lo comprendía. Lo había visto en su casa desde que tenía memoria y lo quería casi tanto como a sus hermanos de sangre.
— Pues vamos a recuperar esas cosechas, que es lo importante.— Siempre que estaba con Sirius se sentía bien porque podía desplegar su magia a raudales, él siempre podría pararla en caso de emergencia.*
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Pasé fuera un par de meses en la aldea, se me dio alojamiento y alimento. Me gustaba confraternizar con los campesinos, con aquellas personas que pasaban muchas calamidades a lo largo del día, y que sometidos a los pagos que Randulf les imponía, trabajaban de sol a sol. Era cierto que la mayoría de esas aldeas, protegidos por Akershus, podían negarse a pagar el diezmo. Randulf no solía masacrar con tanta saña a los poblados mas cercanos, aunque en ocasiones pasaba y los enfrentamientos ejercito contra ejercito se sucedían sin poder remediarlo.
Regresé a Akershus al anochecer de la segunda luna entera, había recorrido esos bosques palmo a palmo y no había dado con nada, así que ..en principio ese Gnoll era todo cuanto había, eso, o eran lo suficientemente inteligentes como para darme esquinazo, algo que dudaba. Los Cannif iban a ir a la taberna a celebrar, así que aunque en un principio me negué porque andaba cansado, al final me dejé enredar por Niels*
Ulf había sacado un rato tras el entrenamiento de la tarde para llevar a su hija a dar un paseo a caballo y al final les habían dado las tantas. Suponía que en casa ya no les esperarían a cenar así que padre e hija fueron a la taberna a comer algo y el general a beber un par de jarras. Öda no bebía, sólo para entrar en trance. En cuanto pisaba la taberna los hombres le decían toda clase de barbaridades a Ulf sobre su hija, sobre comprarla, secuestrarla o cualquier sandez que pretendía ser un piropo a la joven y una provocación al padre, que estaba bien orgulloso de todos sus vástagos.
— Esa te queda joven, gañán! Vete con tu mujer y deja que los demás disfrutemos!!.— Öda sonrió y por contra se apretó más contra Ulf.
— Holmut, la próxima vez que te salga eso en el trasero te lo vaciaré con una cuchara. No me hagas enfadar.— pero se lo dijo entre risas, porque le había tratado varios forúnculos.*
-Mi hija es demasiada hembra para tan poca polla -contestó el general lanzándole un trozo de pan al capullo que le hablaba en esos terminos de la bruja.
Se conocían de siempre y Ulf sabia que bromeaban, cualquiera de los allí presentes se dejaría la vida por proteger a la niña Tollak, y no podíamos negar que la chica era muy guapa, pero era una bruja.
Seguí bebiendo de mi jarra riéndome por las barbaridades que contaban unos y otros, acabamos como de costumbre, ya con demasiado alcohol corriendo por las venas, haciendo pulsos para como carneros mostrar nuestra fuerza delante de las escuderas ue jaleaban los nombres de unos y otros.
Ulf se puso finalmente en pie, la parecer para hacer caso al otro y largarse con su mujer a casa. Niels le insistió en que dejara a Öda con nosotros. Ulf dejó claro que mas nos gustaría a nosotros, que no pensaba dejar a su hija entre tanto depredador.
-Vaya, no sabia que no podía tomar sus decisiones -dije sin alzar la mirada de mi jarra -fue algo que pensé y que no me había dado cuenta que solté en voz alta hasta que las palabras escaparon de mis labios. Los ojos de Ulf se encendieron, al parecer mis palabras si le ofendieron.*
—Si que puedo, pero… no quiero quedarme, estoy cansada y mañana tengo mucho trabajo en el hospital.— trató de conciliar el asunto porque sabía que su padre tenía un carácter endiablado cuando se enfadaba, y a ella le daba igual quedarse que marcharse, si tenía que elegir, siempre barría para casa, para su familia.*
Llevé la jarra a mis labios dejando escapar una carcajada contra el liquido ambarino mirando a la bruja por encima del vidrio.
-¿seguro que puedes? -la desafié ante el gruñido de Ulf que de seguro a la próxima acabaría acogiéndome de la pechera.
La verdad es que no sabia si me divertía mas provocar a su padre o desafiarla a ella.*
— ehm…— buscó con la mirada a Ulf porque no sabía qué responder, le tocaba a él decidir si o no, ella siempre obedecía a su padre, y no se sentía presa ni nada así, pero entendía que lo que estaba allí en juego era la voluntad de Ulf contra el sentido común de dejar que la joven se divirtiera, que ya era mayor de edad.*
Ulf tiró de su hija para largarse con ella como respuesta.
-Imaginaba -apunté con cierta sorna tocándole las pelotas de nuevo al general de mecha corta.
Antes de poder darme cuenta estaba contra la pared, con los ambar del lobo centrados en mis verdes. La jarra se había esparcido sobre la mesa y los jaleos animando al general empezaban a inundar la taberna.
Las peleas de borrachos era algo frecuente y a mi no me importaba llevar esta a cabo si así lo quería el amigo de mi padre, a fin de cuentas no haba sido yo el primero en tocarlo.*
— Venga ya, Tollak!! deja a los muchachos divertirse!!.— la voz de la almirante Morgan resonó en la taberna, venía a por una botella de ron, iba de camino al puerto donde esperaba a Höor. Su hija Beth se pasaba media vida castigada pero por sus propios desatinos, cuando no lo estaba la dejaba salir y divertirse como cualquier otro, todos habían hecho eso de jóvenes.*
El general se giró sin aflojar el agarre que mantenía contra mi pecho y ladeó la sonrisa al escuchar la voz de la Almirante Morgan. Parece que su broma suavizo a la bestia, que ahora se centraba mas en " ella".
-¿Te dije yo como tratar a mi hijo cuando empezaba a tontear con tu hija? algo escuché de que lo arrinconarte en el barco y casi lo conviertes en pasto de tiburones -replico mientras la pelea ahora de titanes divertía a los presentes que golpeaban las mesas con las palmas uniendo los alaridos de unos y otros.
La verdad, ahora mi presencia era insignificante en esa gesta que iba medio en broma, medio en serio.*
La inglesa bebió un trago de la botella y apuntó con la boquilla al lobo.
— A Dios gracias, no. Pero aunque lo hubieras hecho te habría ignorado, ya lo sabes!!.— sonrió entre dientes.— Tu hijo se puso más tieso que el palo mayor cuando lo arrinconé, igual si me lo dejas unos meses te lo devuelvo hecho un hombre.— Las pullas iban y venían, no era un secreto que Ulf nunca apreció a Danielle como pareja para su amigo, pero sí como comandante de la armada, pues era innegable que sabía lo que se hacía. Solían enzarzarse en provocaciones y bromas, y algunas iban más allá de la simple fiesta. Pero en esta ocasión Danielle estaba de buen humor, así que estaba dispuesta a concederle a Ulf el triunfo, sólo quería jalearlo un poco.*
Me empujó hacia la silla, del impulso me sentó y por poco me caigo de esta, lo que me hizo emitir un gruñido, era obvio que no era rival para el general Tollak, pocos en Akershus lo eran, era un mito y nadie en su sano juicio lo desafiaría.
-El que te devolvió a Beth echa mujer fue mi hijo ¿no pirata? -dijo triunfal mientras el resto palmeaban la gesta dialéctica de ambos -pero tranquila, es lo que pasa cuando dejas a tus hijas en manos de estos gañanes de tres la cuarto..al menos ella mete un Tollak entre sus piernas, eso es todo un triunfo.
La llegada de Höor enganchando a Ulf del cuello, bromeando, destensó el ambiente.
-Dejemos a los chicos divertirse y vamos a beber ron nosotros al puerto... -dijo finalmente mirando a la pirata. Ulf y Dani mas de una vez empezaban en broma y acababan en una batalla campal que los llevaba a no dirigirse la palabra en semanas.*
Öda pensaba que su hermano Alrek era afortunado porque la hija de Danielle era intrépida y lo llevaría a conocer el mundo y a vivir aventuras. Aunque le gustaba Elaine hasta el infinito, Sirius no podría haber encontrado mejor esposa. Brökk era muy hermético y no contaba nunca los asuntos de chicas y seguramente en secreto pensase que era mejor no liarse con ninguna porque la arrastraría a un futuro incierto. Ella creía en el amor verdadero como el de sus padres y solía ver esas cosas con el tinte romántico de los cuentos. A fin de cuentas ella era la princesa de la casa y pensaba que un mundo mejor era posible, quizás no tan rosa, pero sí con más amor y alegría del que a veces la gente otorgaba.
— Iré antes de que os quedéis dormidos.— le dio un beso en la mejilla a Ulf, en su cabeza no había espacio para un futuro sin su familia, sin su hogar. Cuando sus padres fueran viejos, y tardarían mucho en serlo, ella los cuidaría, y a sus hermanos si hacía falta también. Era muy familiar. Se sentó con la juventud y pronto tuvo una jarra entre las manos. Le dio un sorbo, pero más por cortesía porque no se la bebería.— ¿y qué estabais haciendo para divertiros?
-Tu -dijo Ulf antes de salir por la puerta señalándome con el dedo -cazador -apuntó por si me cabía duda alguna de a quien se refería -llevaras a mi hija a casa, sobria y entera, si alguien la toca -eso lo dijo señalando al resto -le arrancaré los cojones y se los daré a comer a los cerdos ¿entendido?
Sonrió apacible mientras Höor se descojonaba negando, Ulf tenia ese carácter tempestuoso y lo peor es que todos los presentes lo veíamos muy capaz de llevar sus amenazas a termino.
-Joder con tu padre -le dije una vez salió por la puerta riéndome -lo de sobria es que no te deje beber la jarra -apunté golpeando la mía con la ajena -no se me da bien obedecer.*
— ¿Es a mi? Vaya! Pero si hablas y todo! Pensaba que el Gnoll te comió la lengua.— Le sentó un poco mal que la despreciara de esa forma cuando se cruzaron rumbo al bosque. Los hijos de Lund eran como sus padres, parcos en palabras, hombres de acción y testarudos como mulas.— Puedes bebértela…— le empujó la jarra hacia él.— no me apetece ver tus cojones sobre nuestra chimenea.— Se tapó los ojos un segundo con las manos fingiendo vergüenza y los demás se carcajearon. Aunque en realidad un poco de vergüenza sí que tenía, no se desenvolvía muy bien con los hombres rudos cuando no eran sus hermanos o alguien con un forúnculo en el trasero.*
Regresé a Akershus al anochecer de la segunda luna entera, había recorrido esos bosques palmo a palmo y no había dado con nada, así que ..en principio ese Gnoll era todo cuanto había, eso, o eran lo suficientemente inteligentes como para darme esquinazo, algo que dudaba. Los Cannif iban a ir a la taberna a celebrar, así que aunque en un principio me negué porque andaba cansado, al final me dejé enredar por Niels*
Ulf había sacado un rato tras el entrenamiento de la tarde para llevar a su hija a dar un paseo a caballo y al final les habían dado las tantas. Suponía que en casa ya no les esperarían a cenar así que padre e hija fueron a la taberna a comer algo y el general a beber un par de jarras. Öda no bebía, sólo para entrar en trance. En cuanto pisaba la taberna los hombres le decían toda clase de barbaridades a Ulf sobre su hija, sobre comprarla, secuestrarla o cualquier sandez que pretendía ser un piropo a la joven y una provocación al padre, que estaba bien orgulloso de todos sus vástagos.
— Esa te queda joven, gañán! Vete con tu mujer y deja que los demás disfrutemos!!.— Öda sonrió y por contra se apretó más contra Ulf.
— Holmut, la próxima vez que te salga eso en el trasero te lo vaciaré con una cuchara. No me hagas enfadar.— pero se lo dijo entre risas, porque le había tratado varios forúnculos.*
-Mi hija es demasiada hembra para tan poca polla -contestó el general lanzándole un trozo de pan al capullo que le hablaba en esos terminos de la bruja.
Se conocían de siempre y Ulf sabia que bromeaban, cualquiera de los allí presentes se dejaría la vida por proteger a la niña Tollak, y no podíamos negar que la chica era muy guapa, pero era una bruja.
Seguí bebiendo de mi jarra riéndome por las barbaridades que contaban unos y otros, acabamos como de costumbre, ya con demasiado alcohol corriendo por las venas, haciendo pulsos para como carneros mostrar nuestra fuerza delante de las escuderas ue jaleaban los nombres de unos y otros.
Ulf se puso finalmente en pie, la parecer para hacer caso al otro y largarse con su mujer a casa. Niels le insistió en que dejara a Öda con nosotros. Ulf dejó claro que mas nos gustaría a nosotros, que no pensaba dejar a su hija entre tanto depredador.
-Vaya, no sabia que no podía tomar sus decisiones -dije sin alzar la mirada de mi jarra -fue algo que pensé y que no me había dado cuenta que solté en voz alta hasta que las palabras escaparon de mis labios. Los ojos de Ulf se encendieron, al parecer mis palabras si le ofendieron.*
—Si que puedo, pero… no quiero quedarme, estoy cansada y mañana tengo mucho trabajo en el hospital.— trató de conciliar el asunto porque sabía que su padre tenía un carácter endiablado cuando se enfadaba, y a ella le daba igual quedarse que marcharse, si tenía que elegir, siempre barría para casa, para su familia.*
Llevé la jarra a mis labios dejando escapar una carcajada contra el liquido ambarino mirando a la bruja por encima del vidrio.
-¿seguro que puedes? -la desafié ante el gruñido de Ulf que de seguro a la próxima acabaría acogiéndome de la pechera.
La verdad es que no sabia si me divertía mas provocar a su padre o desafiarla a ella.*
— ehm…— buscó con la mirada a Ulf porque no sabía qué responder, le tocaba a él decidir si o no, ella siempre obedecía a su padre, y no se sentía presa ni nada así, pero entendía que lo que estaba allí en juego era la voluntad de Ulf contra el sentido común de dejar que la joven se divirtiera, que ya era mayor de edad.*
Ulf tiró de su hija para largarse con ella como respuesta.
-Imaginaba -apunté con cierta sorna tocándole las pelotas de nuevo al general de mecha corta.
Antes de poder darme cuenta estaba contra la pared, con los ambar del lobo centrados en mis verdes. La jarra se había esparcido sobre la mesa y los jaleos animando al general empezaban a inundar la taberna.
Las peleas de borrachos era algo frecuente y a mi no me importaba llevar esta a cabo si así lo quería el amigo de mi padre, a fin de cuentas no haba sido yo el primero en tocarlo.*
— Venga ya, Tollak!! deja a los muchachos divertirse!!.— la voz de la almirante Morgan resonó en la taberna, venía a por una botella de ron, iba de camino al puerto donde esperaba a Höor. Su hija Beth se pasaba media vida castigada pero por sus propios desatinos, cuando no lo estaba la dejaba salir y divertirse como cualquier otro, todos habían hecho eso de jóvenes.*
El general se giró sin aflojar el agarre que mantenía contra mi pecho y ladeó la sonrisa al escuchar la voz de la Almirante Morgan. Parece que su broma suavizo a la bestia, que ahora se centraba mas en " ella".
-¿Te dije yo como tratar a mi hijo cuando empezaba a tontear con tu hija? algo escuché de que lo arrinconarte en el barco y casi lo conviertes en pasto de tiburones -replico mientras la pelea ahora de titanes divertía a los presentes que golpeaban las mesas con las palmas uniendo los alaridos de unos y otros.
La verdad, ahora mi presencia era insignificante en esa gesta que iba medio en broma, medio en serio.*
La inglesa bebió un trago de la botella y apuntó con la boquilla al lobo.
— A Dios gracias, no. Pero aunque lo hubieras hecho te habría ignorado, ya lo sabes!!.— sonrió entre dientes.— Tu hijo se puso más tieso que el palo mayor cuando lo arrinconé, igual si me lo dejas unos meses te lo devuelvo hecho un hombre.— Las pullas iban y venían, no era un secreto que Ulf nunca apreció a Danielle como pareja para su amigo, pero sí como comandante de la armada, pues era innegable que sabía lo que se hacía. Solían enzarzarse en provocaciones y bromas, y algunas iban más allá de la simple fiesta. Pero en esta ocasión Danielle estaba de buen humor, así que estaba dispuesta a concederle a Ulf el triunfo, sólo quería jalearlo un poco.*
Me empujó hacia la silla, del impulso me sentó y por poco me caigo de esta, lo que me hizo emitir un gruñido, era obvio que no era rival para el general Tollak, pocos en Akershus lo eran, era un mito y nadie en su sano juicio lo desafiaría.
-El que te devolvió a Beth echa mujer fue mi hijo ¿no pirata? -dijo triunfal mientras el resto palmeaban la gesta dialéctica de ambos -pero tranquila, es lo que pasa cuando dejas a tus hijas en manos de estos gañanes de tres la cuarto..al menos ella mete un Tollak entre sus piernas, eso es todo un triunfo.
La llegada de Höor enganchando a Ulf del cuello, bromeando, destensó el ambiente.
-Dejemos a los chicos divertirse y vamos a beber ron nosotros al puerto... -dijo finalmente mirando a la pirata. Ulf y Dani mas de una vez empezaban en broma y acababan en una batalla campal que los llevaba a no dirigirse la palabra en semanas.*
Öda pensaba que su hermano Alrek era afortunado porque la hija de Danielle era intrépida y lo llevaría a conocer el mundo y a vivir aventuras. Aunque le gustaba Elaine hasta el infinito, Sirius no podría haber encontrado mejor esposa. Brökk era muy hermético y no contaba nunca los asuntos de chicas y seguramente en secreto pensase que era mejor no liarse con ninguna porque la arrastraría a un futuro incierto. Ella creía en el amor verdadero como el de sus padres y solía ver esas cosas con el tinte romántico de los cuentos. A fin de cuentas ella era la princesa de la casa y pensaba que un mundo mejor era posible, quizás no tan rosa, pero sí con más amor y alegría del que a veces la gente otorgaba.
— Iré antes de que os quedéis dormidos.— le dio un beso en la mejilla a Ulf, en su cabeza no había espacio para un futuro sin su familia, sin su hogar. Cuando sus padres fueran viejos, y tardarían mucho en serlo, ella los cuidaría, y a sus hermanos si hacía falta también. Era muy familiar. Se sentó con la juventud y pronto tuvo una jarra entre las manos. Le dio un sorbo, pero más por cortesía porque no se la bebería.— ¿y qué estabais haciendo para divertiros?
-Tu -dijo Ulf antes de salir por la puerta señalándome con el dedo -cazador -apuntó por si me cabía duda alguna de a quien se refería -llevaras a mi hija a casa, sobria y entera, si alguien la toca -eso lo dijo señalando al resto -le arrancaré los cojones y se los daré a comer a los cerdos ¿entendido?
Sonrió apacible mientras Höor se descojonaba negando, Ulf tenia ese carácter tempestuoso y lo peor es que todos los presentes lo veíamos muy capaz de llevar sus amenazas a termino.
-Joder con tu padre -le dije una vez salió por la puerta riéndome -lo de sobria es que no te deje beber la jarra -apunté golpeando la mía con la ajena -no se me da bien obedecer.*
— ¿Es a mi? Vaya! Pero si hablas y todo! Pensaba que el Gnoll te comió la lengua.— Le sentó un poco mal que la despreciara de esa forma cuando se cruzaron rumbo al bosque. Los hijos de Lund eran como sus padres, parcos en palabras, hombres de acción y testarudos como mulas.— Puedes bebértela…— le empujó la jarra hacia él.— no me apetece ver tus cojones sobre nuestra chimenea.— Se tapó los ojos un segundo con las manos fingiendo vergüenza y los demás se carcajearon. Aunque en realidad un poco de vergüenza sí que tenía, no se desenvolvía muy bien con los hombres rudos cuando no eran sus hermanos o alguien con un forúnculo en el trasero.*
Ragnar- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
-¿lo de mis cojones en la chimenea es porque vas a dejar que te meta mano? -pregunte sonriendo mientras tomaba su jarra y le daba un trago -según tu padre le arrancará los cojones a quien te toque.. ¿quieres que te toque?
De normal no le diría estas tonterías a la bruja, ni me molestaría en hablarle, pero al final el alcohol hacia sus efectos y gracias a ellos allí estábamos ambos picandonos mutuamente.
-no te matará -dije acercándole la jarra -bebe.*
— Se te podría pegar la peste o algo. Porque soy una bruja y como bien sabes tenemos tiña y maldad.— esta vez no se quedó callada, porque le había fastidiado sus desprecios sin motivo, cuando ella no le había hecho nada que no fuera ayudarlo. Bebió un trago de la jarra, estaba amarga aunque la bilis de vaca era peor, y a veces tenía que probarla para elaborar la pasta contra el acné, si estaba cortada no servía.— Gracias por los ojos. Loa arqueros te lo agradecerán. Y cualquiera que pueda ser devorado por un trasgo. No es que vaya a pasar ahora, por ejemplo, pero…bueno, yo ya sé lo que quiero decir.*
-Bla, bla, bla bla -dije con cierto deje burlón -esto no es divertirse ¿quien habla de lo que van a usar los arqueros? ¿siempre eres tan aburrida? -pregunté picandola nuevamente mientras empujaba hacia ella la jarra de nuevo ignorando lo que me había dicho antes sobre lo de que podía coger la peste. Espera... -me eche a reír a carcajadas palmeando la mesa -es eso - ¿entera? no has follado con ningún tio nunca...de ahí que no pares de decir tonterías...estas nerviosa -estaba borracho pero era observador, supongo que gajes del oficio, que ella estaba nerviosa era un hecho y las palabras de su padre la confirmación y que yo era un capullo una realidad..pero..*
Se puso roja como un tomate cuando le soltó eso, no era ninguna deshonra no haber tenido relaciones todavía. Tenía otros intereses y el sexo masculino no estaba al principio de la lista. Sobre todo dominar su poder, sacarle el máximo rendimiento y ser importante para Akershus como lo era su madre. Tampoco salía mucho, solía irse con sus hermanos y estaba feliz en sus labores en el hospital y la escuela. Aquello era embarazoso y no había forma digna de salir de eso.
—Tu carta de Gnoll me pone nerviosa. Y si fueras menos animal y más educado sabrías como tratar a una chica. A este paso el que tendrá que follarse a los bichos que caza serás tu.— Apartó la jarra y se sentó mirando hacia otro lado dándole la espalda deliberadamente.*
-Vaya, he ofendido a la princesita niña de papa ¿podrás perdonarme? -pregunté muerto de la risa sin poder contener las carcajadas. Tiré de la silla para que me mirara girándola y dejándola de cara a mi.
-eso tampoco es ser educada ¿estamos divirtiendonos no? -pregunté volviendo a dar un trago y relamiendo la espuma que quedaba sobre mi labio superior -vale, vamos a jugar a algo ¿quieres? ¿que sabes hacer? -pregunté con una picara sonrisa en los labios..- doy por hecho que nada que implique tocarnos…*
¿Que si podía perdonarlo? pfff. Por suerte para él no era rencorosa, pero no debería hacerlo. Jugar a un juego…já! Seguro que le tomaba el pelo y le hacía trampas, porque Ragnar la despreciaba por su naturaleza.
— ¿Qué sé hacer? Pues partirte en dos con un rayo…para eso no necesito tocarte. ¿es eso lo que quieres escuchar? Lo mala gente que soy?*
Me encogí de hombros mirándola.
-No, me da igual si dices lo mala o lo buena que eres, ahora mismo solo me importa lo buena que estas, lo otro puedo perdonarlo hasta mañana ¿te sirve mi sinceridad?*
Entornó los ojos cada vez más enfadada. ¿eso se suponía que era divertirse? Pues no se estaba divirtiendo en absoluto.
— Eres un idiota. ¿Qué te pasa? Por qué quieres fastidiarme? eh? Que te he hecho?.— lo empujó con las dos manos en el pecho hacia atrás para separarlo de ella, no lo quería cerca.— te he ayudado, he sido amable contigo y tú sólo me dices sandeces y… pfff..¿para qué me molesto?.*
-¿que me has hecho? nacer, gente como tu conforman las filas de Randulf, gente como tu crea las bestias que yo cazo a diario y gente como tu son los que consiguieron que mi madre acabara tullida perdiendo así el sueño de ser escudera. Odio todo lo que representas Öda Tollak, tu y toda tu familia.
No era sensato, ni siquiera tenia razón, ella no me había hecho nada, pero la magia si, la magia y todas esas criaturas que algún día acabarían con el norte.
-Déjalo -dije poniéndome en pie -te acompaño, no quiero mis cojones colgados de tu chimenea.*
Escuchó todas y cada una de sus palabras impactando contra su corazón. ¿Por qué tanto odio? Ella estaba contenta y orgullosa de tener ese don, de ayudar tanto con él. Fue la magia de su madre la que consiguió que Khayla recuperase la movilidad de las piernas, pero milagros no podían hacer sin un alto coste.
— Olvídalo, prefiero irme sola.— No lo quería caminando a su lado, no quería volver a cruzar dos palabras con ese idiota que además la ridiculizaba como si ser la pequeña de su casa fuera algo malo. Se levantó bruscamente de la silla y salió del local rumbo a casa. No había gran trecho y se escuchaban ya los truenos retumbar.*
De normal no le diría estas tonterías a la bruja, ni me molestaría en hablarle, pero al final el alcohol hacia sus efectos y gracias a ellos allí estábamos ambos picandonos mutuamente.
-no te matará -dije acercándole la jarra -bebe.*
— Se te podría pegar la peste o algo. Porque soy una bruja y como bien sabes tenemos tiña y maldad.— esta vez no se quedó callada, porque le había fastidiado sus desprecios sin motivo, cuando ella no le había hecho nada que no fuera ayudarlo. Bebió un trago de la jarra, estaba amarga aunque la bilis de vaca era peor, y a veces tenía que probarla para elaborar la pasta contra el acné, si estaba cortada no servía.— Gracias por los ojos. Loa arqueros te lo agradecerán. Y cualquiera que pueda ser devorado por un trasgo. No es que vaya a pasar ahora, por ejemplo, pero…bueno, yo ya sé lo que quiero decir.*
-Bla, bla, bla bla -dije con cierto deje burlón -esto no es divertirse ¿quien habla de lo que van a usar los arqueros? ¿siempre eres tan aburrida? -pregunté picandola nuevamente mientras empujaba hacia ella la jarra de nuevo ignorando lo que me había dicho antes sobre lo de que podía coger la peste. Espera... -me eche a reír a carcajadas palmeando la mesa -es eso - ¿entera? no has follado con ningún tio nunca...de ahí que no pares de decir tonterías...estas nerviosa -estaba borracho pero era observador, supongo que gajes del oficio, que ella estaba nerviosa era un hecho y las palabras de su padre la confirmación y que yo era un capullo una realidad..pero..*
Se puso roja como un tomate cuando le soltó eso, no era ninguna deshonra no haber tenido relaciones todavía. Tenía otros intereses y el sexo masculino no estaba al principio de la lista. Sobre todo dominar su poder, sacarle el máximo rendimiento y ser importante para Akershus como lo era su madre. Tampoco salía mucho, solía irse con sus hermanos y estaba feliz en sus labores en el hospital y la escuela. Aquello era embarazoso y no había forma digna de salir de eso.
—Tu carta de Gnoll me pone nerviosa. Y si fueras menos animal y más educado sabrías como tratar a una chica. A este paso el que tendrá que follarse a los bichos que caza serás tu.— Apartó la jarra y se sentó mirando hacia otro lado dándole la espalda deliberadamente.*
-Vaya, he ofendido a la princesita niña de papa ¿podrás perdonarme? -pregunté muerto de la risa sin poder contener las carcajadas. Tiré de la silla para que me mirara girándola y dejándola de cara a mi.
-eso tampoco es ser educada ¿estamos divirtiendonos no? -pregunté volviendo a dar un trago y relamiendo la espuma que quedaba sobre mi labio superior -vale, vamos a jugar a algo ¿quieres? ¿que sabes hacer? -pregunté con una picara sonrisa en los labios..- doy por hecho que nada que implique tocarnos…*
¿Que si podía perdonarlo? pfff. Por suerte para él no era rencorosa, pero no debería hacerlo. Jugar a un juego…já! Seguro que le tomaba el pelo y le hacía trampas, porque Ragnar la despreciaba por su naturaleza.
— ¿Qué sé hacer? Pues partirte en dos con un rayo…para eso no necesito tocarte. ¿es eso lo que quieres escuchar? Lo mala gente que soy?*
Me encogí de hombros mirándola.
-No, me da igual si dices lo mala o lo buena que eres, ahora mismo solo me importa lo buena que estas, lo otro puedo perdonarlo hasta mañana ¿te sirve mi sinceridad?*
Entornó los ojos cada vez más enfadada. ¿eso se suponía que era divertirse? Pues no se estaba divirtiendo en absoluto.
— Eres un idiota. ¿Qué te pasa? Por qué quieres fastidiarme? eh? Que te he hecho?.— lo empujó con las dos manos en el pecho hacia atrás para separarlo de ella, no lo quería cerca.— te he ayudado, he sido amable contigo y tú sólo me dices sandeces y… pfff..¿para qué me molesto?.*
-¿que me has hecho? nacer, gente como tu conforman las filas de Randulf, gente como tu crea las bestias que yo cazo a diario y gente como tu son los que consiguieron que mi madre acabara tullida perdiendo así el sueño de ser escudera. Odio todo lo que representas Öda Tollak, tu y toda tu familia.
No era sensato, ni siquiera tenia razón, ella no me había hecho nada, pero la magia si, la magia y todas esas criaturas que algún día acabarían con el norte.
-Déjalo -dije poniéndome en pie -te acompaño, no quiero mis cojones colgados de tu chimenea.*
Escuchó todas y cada una de sus palabras impactando contra su corazón. ¿Por qué tanto odio? Ella estaba contenta y orgullosa de tener ese don, de ayudar tanto con él. Fue la magia de su madre la que consiguió que Khayla recuperase la movilidad de las piernas, pero milagros no podían hacer sin un alto coste.
— Olvídalo, prefiero irme sola.— No lo quería caminando a su lado, no quería volver a cruzar dos palabras con ese idiota que además la ridiculizaba como si ser la pequeña de su casa fuera algo malo. Se levantó bruscamente de la silla y salió del local rumbo a casa. No había gran trecho y se escuchaban ya los truenos retumbar.*
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Salí tras ella, solo me faltaba que le pasara algo en el trayecto y que Ulf me pidiera explicaciones al día siguiente. La tormenta caía sobre nuestras cabezas bañando nuestros cuerpos.
-Puedes parar -gruñí molesto caminando tras ella hasta darle alcance y detenerla atrapando su muñeca. -Mira, se que no eres mala chica..-dejé escapar el aire -olvidemos esta noche, simplemente gente como tu y como yo..no..-negué con la cabeza -no pueden ser amigos. Agradezco lo de mi herida y bueno...déjame acompañarte a casa y .. -me costaba articular las frases mas que por el alcohol que también, por tener que no soltar mi rabia contra ella -déjame acompañarte -concluí.*
Desde luego que no era mala gente y normalmente evitaba los prejuicios, a ella le daba igual si quien acudía con el brazo roto era un tramposo a las cartas o le ponía los cuernos a su mujer, a todos los trataba por igual, sólo pedía un poco de humanidad. No podían ser amigos porque él era un maldito prejuicioso, por su parte no le guardaba rencor a nadie por nada. Miró unos instantes al cielo encapotado donde los rayos se entretejían como un manto de luz. Resopló un par de veces calmándose y la tormenta aminoró. Echó a andar despacio hacia su casa, con Ragnar al lado, primero en un silencio incómodo y después se detuvo a la altura de la fuente, a un par de casas.
— Yo no soy Randulf. Y él no ganará esta guerra. Y si para eso tengo que morir de agotamiento usando todo mi poder, lo haré.— siguió subiendo la cuesta y se detuvo en la puerta.— que tengas suerte en tu caza.— La noche se acababa allí, estaba dolida por sus palabras y nadie la había tratado jamás así.*
Escuché su promesa antes de subir la cuesta en silencio, era ingenua, demasiado, quizás porque ella no conocía la verdad de todo aquello. En la puerta posé mi mano encerrando a la bruja en una prisión de piel y hueso, mi frente choco contra la ajena cerrando los ojos.
-Te contaré un secreto, vamos a perder esta guerra -confesé con su aliento golpeando mis labios -lo he visto. No hay nada que podamos hacer contra Randulf y los suyos. No eres él, ese es el problema, nadie en Akershus es Randulf. Perderemos esta guerra.
Me separé de ella dándome la vuelta para marcharme, supongo que esta era la mas factible y sincera de las despedidas, jamas había confesado a nadie lo que pensaba, pero así era, Randulf era capaz de todo por ganar, no había limites que no traspasara y tenia un séquito de hechiceros cuya oscuridad devoraba el norte y a sus gentes. Había visto lo suficiente como para saber que nosotros solo nos defendíamos panza arriba como gatos asustados. Mientras nosotros llorábamos a nuestros muertos, Randulf creaba ejércitos...yo enfrentaba sus aberraciones y algún día..estas nos destruirían.*
De eso nada, jamás se rendirían, jamás darían la victoria al tirano mientras estuviera en sus manos impedirlo. Tan sólo tenía que invocar rayos, truenos y terremotos y el ejército entero de bestias sería engullido por la tierra. Sirius lo había hecho en muchas ocasiones y ella haría lo mismo si lo necesitaban.
— Te equivocas Ragnar…— lo dejó marcharse y entonces sonrió con esa cara que Ulf siempre catalogaba como “de estar pensando una maldad”. Agitó la mano y cerró los ojos un segundo, que parpadearon en el color plata de la tormenta y la lluvia cesó de golpe. En su lugar una nieva tan fina como purpurina empezó a caer sobre la calle y después cambió de dirección concentrándose sobre todo en el hijo de Lund. Formaban como un remolino de viento suave a su alrededor y cesó en el mismo instante que la puerta se cerró a las espaldas de Öda.*
La lluvia ceso, sustituida por una suave nevada de copos blancos y suaves que empezaron a caer sobre mis hombros en una imagen francamente bella. Seguí andando sin mirar atrás, no me equivocaba, solo que ella todavía no lo sabia. Un tornado de aire me envolvió, era agradable mecía mi pelo, mi ropa y la nieve bailaba a mi alrededor logrando pintar en mi rostro una sonrisa, tan sincera como la del pájaro de la servilleta.
Era una buena chica, pero...¿que importaba? yo moriría joven, era cazador y enfrentar bestias no era enfrentar hombres. No quería familia, ni linaje, no quería nada que pudiera atarme a un mundo que terminaría arrodillado ante un tirano.
Lucharía, lo haría hasta que Odin me llevara…
***** 2 MESES MÁS TARDE*********
Solían comprar muchas hierbas e ingredientes para no tener que preocuparse de si habían suficientes o no, pero unas cuantas hierbas medicinales crecían en abundancia en las laderas de los fiordos. Una par de veces al año iba de “acampada” y se pasaban dos días recolectándolas para luego secarlas y añadirlas a sus remedios. Solían llevarse soldados de apoyo y no iban todos los que sabían de herbología, Akershus no podía quedarse desatendida. Esta vez le tocó el turno a Öda y fue a pedirle a su hermano Garm que la acompañase.
— Porfaaaaa ven conmigo, yo estoy mucho más tranquila si vienes tú.— Se lo podría haber pedido a Brökk o a Alrek, pero había pasado más tiempo en casa con él cuando era pequeño y estaba enfermo y se llevaban muy bien. Además no era un secreto que se sentía más segura si una bestia grande dominaba el bosque, las demás no osarían acercarse.*
Aquella mañana mi hermana estaba de buen humor, al parecer le tocaba ir de "acampada" para recolectar hierbas. A la mayoría les aburría ese tipo de misiones, pero Öda tenia ese aire jovial y un tanto ingenuo que le permitía ver la mejor cara a todo lo que le pedian que llevara a cabo. Le di un beso en la cabeza cuando con esa naturalidad aun infantil me pidió que fuera con ella, me gustaba su frescura y para que mentir, ella era mi niña consentida, en eso era en lo único que Ulf y yo nos parecíamos.
-No puedo hermana, Höor me ha pedido que acuda al la zona mas septentrional del bosque, al parecer hay algún problema con la manada de licantropos y piensa que lo puedo solventar. Acompañaré a Elaine, la mujer de Sirius, vamos, soy el perro grande y feo que va a hacer de guardaespaldas a la princesita .-bromeé guiñándole un ojo -pídeselo a Alrek, aunque no se si nada con algún encargo también.*
Compuso un mohín de fastidio pero fue a preguntarles al resto de sus hermanos y todos tenían algo que hacer. ¡Vale! Pues ya está, iría con el resto de curanderos y los soldados que destinaran a acompañarlos ¡qué remedio!. Se hizo el petate con una muda y ropa bien abrigada, aunque en realidad si le daba frío sólo tenía que calentar el aire alrededor. Cogió un cuaderno para hacer inventario de todo lo que recolectarían y se despidió de su familia rumbo a la plaza de donde partirían con un carro donde iban los cestos y sacos vacío, pero volverían llenos. Caminarían al menos cinco o seis horas hasta llegar a las faldas del fiordo donde crecían algunas de esas hierbas. Montaron un pequeño campamento y con la hoz curva de mano colgada al cinto y un saco cada uno, comenzaron a buscar plantas. Sabía que un poco más arriba crecía la edelweiss o pendientes de la reina, una campanilla blanca que tenía múltiples propiedades. Se alejó un poco del grupo, tan absorta estaba cuando encontró la primera que se alejó un poco más y cuando se dio cuenta no divisaba a nadie.*
No se bien como acabé en el grupo de vigías que se encargarían de cuidar a aquellos que durante un par de días recolectarían unas hierbas en los lindes del fiordo. Al parecer muy necesarias para sanar a los heridos de Akershus.
Según mi padre era importante que no fueran atacados, en su mayoría viajaban mujeres que trabajaban en el hospital y que entendían de herbolisteria, tres guerreros y yo, que me ocuparía de coordinarlos y de rastrear para evitar ser sorprendidos por cualquier tipo de bestia.
Emprendimos camino y nada mas llegamos, tras unas 5 o 6 horas de viaje, las mujeres se pusieron a trabajar, los guerreros siguiendo mis ordenes afianzaron el perímetro y yo me encargué de buscar por el suelo rastro alguno de cualquier tipo de amenaza que rondara por la zona.
Por suerte las horas fueron pasando sin mayores complicaciones y al caer sobre nosotros la noche las tres mujeres se replegaron ¿espera? ¡Tres!
Miré fijamente, mi rebaño no estaba completo y eso me hizo gruñir de pura frustración.
-¡Öda! - Pregunte a las mujeres pero al parecer la habían perdido la pista hacia ya bastante rato, unas pensaban que estaba conmigo, otras que en el campamento base montado... Los guerreros tampoco la habían visto desaparecer, así que prendí una de las antorchas y dejé al resto frente a una buena lumbre que los protegería de los depredadores, al menos de los mas simples.
Empecé a ascender el fiordo, sus huellas iban rumbo hacia la copa, maldecía a la bruja en mi idioma y de vez en cuando vociferaba su nombre por si me escuchaba.
Mi preocupación iba aumentando tal y como las horas pasaban, esa niñata no estaba preparada para sobrevivir sola en el bosque y mis maldiciones pronto se convirtieron plegarias a mis dioses por que la protegieran hasta que yo la alcanzara*
Se había perdido, sin saber cómo iba absorta en las flores que eran tan valiosas ya que habían sobrevivido a los glaciares y tenían mecanismos de adaptación asombrosos que a ellos les servirían para combatir un montón de problemas, y perdió la noción del tiempo. Luego simplemente se desorientó cuando trató de regresar sobre sus pasos. Arrancó unos matojos secos y los entrelazó para colocarlo entre dos palos, con eso prendió la llama, que era fuego mágico, del que no quemaba, sólo iluminaba, y consiguió hacerse una especie de antorcha de luz verdosa. Caminó en círculos al parecer hasta que escuchó la voz de Ragnar llamándola a gritos.
— ¡Ragnar! Aquí!! Estoy aquí!!.— dirigió sus pasos hacia donde venía aquella voz, se había empezado a asustar porque podía fundir un ejército con rayos y terremotos, podía invocar a los muertos y predecir el futuro…pero no se podía defender ni de una simple ardilla rabiosa.*
Respiré aliviado al escuchar su voz y salí corriendo en su dirección hasta que le di alcance. Cerré los ojos y la abrace susurrando una pregunta contra su cuello ¿estas bien? ese fue el primer acto, no así el fin de la escena que retomé en cuanto el susto inicial pasó. Fruncí el ceño mirándola -¿pero tu estas loca? ¿como cojones se te ocurre alejarte sola? ¡podías haber muerto! ¡Estoy aquí para protegerte y has de obedecerme! .-cada vez me iba encendiendo mas y ella me miraba con sus dos grandes esferas fijas en mi.*
Se quedó patidifusa cuando la abrazó, no esperaba una reacción así de Ragnar, tanto que se le cayó al suelo la antorcha de fuego mágico que se fue apagando poco a poco al contacto con la hojarasca. Después cuando la soltó le echó la bronca y si no fuera porque vivía con tres lobos territoriales y agresivos le habría dado miedo. Pero no llevaba ninguna sartén, así que sintiéndolo mucho…no le daba tanto miedo como su propia madre cabreada.
— Vale… lo siento, me desorienté. No me he ido de borrachera, estaba recogiendo edelweiss, que son muy valiosas y difíciles de encontrar. No pensaba que…— no pensaba que hubiera nada más en ese bosque a parte de ardillas y zorros. Pero no lo dijo, porque era absurdo, sabía que habían muchas más criaturas rondando y que podrían haberla devorado.*
-Puedes parar -gruñí molesto caminando tras ella hasta darle alcance y detenerla atrapando su muñeca. -Mira, se que no eres mala chica..-dejé escapar el aire -olvidemos esta noche, simplemente gente como tu y como yo..no..-negué con la cabeza -no pueden ser amigos. Agradezco lo de mi herida y bueno...déjame acompañarte a casa y .. -me costaba articular las frases mas que por el alcohol que también, por tener que no soltar mi rabia contra ella -déjame acompañarte -concluí.*
Desde luego que no era mala gente y normalmente evitaba los prejuicios, a ella le daba igual si quien acudía con el brazo roto era un tramposo a las cartas o le ponía los cuernos a su mujer, a todos los trataba por igual, sólo pedía un poco de humanidad. No podían ser amigos porque él era un maldito prejuicioso, por su parte no le guardaba rencor a nadie por nada. Miró unos instantes al cielo encapotado donde los rayos se entretejían como un manto de luz. Resopló un par de veces calmándose y la tormenta aminoró. Echó a andar despacio hacia su casa, con Ragnar al lado, primero en un silencio incómodo y después se detuvo a la altura de la fuente, a un par de casas.
— Yo no soy Randulf. Y él no ganará esta guerra. Y si para eso tengo que morir de agotamiento usando todo mi poder, lo haré.— siguió subiendo la cuesta y se detuvo en la puerta.— que tengas suerte en tu caza.— La noche se acababa allí, estaba dolida por sus palabras y nadie la había tratado jamás así.*
Escuché su promesa antes de subir la cuesta en silencio, era ingenua, demasiado, quizás porque ella no conocía la verdad de todo aquello. En la puerta posé mi mano encerrando a la bruja en una prisión de piel y hueso, mi frente choco contra la ajena cerrando los ojos.
-Te contaré un secreto, vamos a perder esta guerra -confesé con su aliento golpeando mis labios -lo he visto. No hay nada que podamos hacer contra Randulf y los suyos. No eres él, ese es el problema, nadie en Akershus es Randulf. Perderemos esta guerra.
Me separé de ella dándome la vuelta para marcharme, supongo que esta era la mas factible y sincera de las despedidas, jamas había confesado a nadie lo que pensaba, pero así era, Randulf era capaz de todo por ganar, no había limites que no traspasara y tenia un séquito de hechiceros cuya oscuridad devoraba el norte y a sus gentes. Había visto lo suficiente como para saber que nosotros solo nos defendíamos panza arriba como gatos asustados. Mientras nosotros llorábamos a nuestros muertos, Randulf creaba ejércitos...yo enfrentaba sus aberraciones y algún día..estas nos destruirían.*
De eso nada, jamás se rendirían, jamás darían la victoria al tirano mientras estuviera en sus manos impedirlo. Tan sólo tenía que invocar rayos, truenos y terremotos y el ejército entero de bestias sería engullido por la tierra. Sirius lo había hecho en muchas ocasiones y ella haría lo mismo si lo necesitaban.
— Te equivocas Ragnar…— lo dejó marcharse y entonces sonrió con esa cara que Ulf siempre catalogaba como “de estar pensando una maldad”. Agitó la mano y cerró los ojos un segundo, que parpadearon en el color plata de la tormenta y la lluvia cesó de golpe. En su lugar una nieva tan fina como purpurina empezó a caer sobre la calle y después cambió de dirección concentrándose sobre todo en el hijo de Lund. Formaban como un remolino de viento suave a su alrededor y cesó en el mismo instante que la puerta se cerró a las espaldas de Öda.*
La lluvia ceso, sustituida por una suave nevada de copos blancos y suaves que empezaron a caer sobre mis hombros en una imagen francamente bella. Seguí andando sin mirar atrás, no me equivocaba, solo que ella todavía no lo sabia. Un tornado de aire me envolvió, era agradable mecía mi pelo, mi ropa y la nieve bailaba a mi alrededor logrando pintar en mi rostro una sonrisa, tan sincera como la del pájaro de la servilleta.
Era una buena chica, pero...¿que importaba? yo moriría joven, era cazador y enfrentar bestias no era enfrentar hombres. No quería familia, ni linaje, no quería nada que pudiera atarme a un mundo que terminaría arrodillado ante un tirano.
Lucharía, lo haría hasta que Odin me llevara…
***** 2 MESES MÁS TARDE*********
Solían comprar muchas hierbas e ingredientes para no tener que preocuparse de si habían suficientes o no, pero unas cuantas hierbas medicinales crecían en abundancia en las laderas de los fiordos. Una par de veces al año iba de “acampada” y se pasaban dos días recolectándolas para luego secarlas y añadirlas a sus remedios. Solían llevarse soldados de apoyo y no iban todos los que sabían de herbología, Akershus no podía quedarse desatendida. Esta vez le tocó el turno a Öda y fue a pedirle a su hermano Garm que la acompañase.
— Porfaaaaa ven conmigo, yo estoy mucho más tranquila si vienes tú.— Se lo podría haber pedido a Brökk o a Alrek, pero había pasado más tiempo en casa con él cuando era pequeño y estaba enfermo y se llevaban muy bien. Además no era un secreto que se sentía más segura si una bestia grande dominaba el bosque, las demás no osarían acercarse.*
Aquella mañana mi hermana estaba de buen humor, al parecer le tocaba ir de "acampada" para recolectar hierbas. A la mayoría les aburría ese tipo de misiones, pero Öda tenia ese aire jovial y un tanto ingenuo que le permitía ver la mejor cara a todo lo que le pedian que llevara a cabo. Le di un beso en la cabeza cuando con esa naturalidad aun infantil me pidió que fuera con ella, me gustaba su frescura y para que mentir, ella era mi niña consentida, en eso era en lo único que Ulf y yo nos parecíamos.
-No puedo hermana, Höor me ha pedido que acuda al la zona mas septentrional del bosque, al parecer hay algún problema con la manada de licantropos y piensa que lo puedo solventar. Acompañaré a Elaine, la mujer de Sirius, vamos, soy el perro grande y feo que va a hacer de guardaespaldas a la princesita .-bromeé guiñándole un ojo -pídeselo a Alrek, aunque no se si nada con algún encargo también.*
Compuso un mohín de fastidio pero fue a preguntarles al resto de sus hermanos y todos tenían algo que hacer. ¡Vale! Pues ya está, iría con el resto de curanderos y los soldados que destinaran a acompañarlos ¡qué remedio!. Se hizo el petate con una muda y ropa bien abrigada, aunque en realidad si le daba frío sólo tenía que calentar el aire alrededor. Cogió un cuaderno para hacer inventario de todo lo que recolectarían y se despidió de su familia rumbo a la plaza de donde partirían con un carro donde iban los cestos y sacos vacío, pero volverían llenos. Caminarían al menos cinco o seis horas hasta llegar a las faldas del fiordo donde crecían algunas de esas hierbas. Montaron un pequeño campamento y con la hoz curva de mano colgada al cinto y un saco cada uno, comenzaron a buscar plantas. Sabía que un poco más arriba crecía la edelweiss o pendientes de la reina, una campanilla blanca que tenía múltiples propiedades. Se alejó un poco del grupo, tan absorta estaba cuando encontró la primera que se alejó un poco más y cuando se dio cuenta no divisaba a nadie.*
No se bien como acabé en el grupo de vigías que se encargarían de cuidar a aquellos que durante un par de días recolectarían unas hierbas en los lindes del fiordo. Al parecer muy necesarias para sanar a los heridos de Akershus.
Según mi padre era importante que no fueran atacados, en su mayoría viajaban mujeres que trabajaban en el hospital y que entendían de herbolisteria, tres guerreros y yo, que me ocuparía de coordinarlos y de rastrear para evitar ser sorprendidos por cualquier tipo de bestia.
Emprendimos camino y nada mas llegamos, tras unas 5 o 6 horas de viaje, las mujeres se pusieron a trabajar, los guerreros siguiendo mis ordenes afianzaron el perímetro y yo me encargué de buscar por el suelo rastro alguno de cualquier tipo de amenaza que rondara por la zona.
Por suerte las horas fueron pasando sin mayores complicaciones y al caer sobre nosotros la noche las tres mujeres se replegaron ¿espera? ¡Tres!
Miré fijamente, mi rebaño no estaba completo y eso me hizo gruñir de pura frustración.
-¡Öda! - Pregunte a las mujeres pero al parecer la habían perdido la pista hacia ya bastante rato, unas pensaban que estaba conmigo, otras que en el campamento base montado... Los guerreros tampoco la habían visto desaparecer, así que prendí una de las antorchas y dejé al resto frente a una buena lumbre que los protegería de los depredadores, al menos de los mas simples.
Empecé a ascender el fiordo, sus huellas iban rumbo hacia la copa, maldecía a la bruja en mi idioma y de vez en cuando vociferaba su nombre por si me escuchaba.
Mi preocupación iba aumentando tal y como las horas pasaban, esa niñata no estaba preparada para sobrevivir sola en el bosque y mis maldiciones pronto se convirtieron plegarias a mis dioses por que la protegieran hasta que yo la alcanzara*
Se había perdido, sin saber cómo iba absorta en las flores que eran tan valiosas ya que habían sobrevivido a los glaciares y tenían mecanismos de adaptación asombrosos que a ellos les servirían para combatir un montón de problemas, y perdió la noción del tiempo. Luego simplemente se desorientó cuando trató de regresar sobre sus pasos. Arrancó unos matojos secos y los entrelazó para colocarlo entre dos palos, con eso prendió la llama, que era fuego mágico, del que no quemaba, sólo iluminaba, y consiguió hacerse una especie de antorcha de luz verdosa. Caminó en círculos al parecer hasta que escuchó la voz de Ragnar llamándola a gritos.
— ¡Ragnar! Aquí!! Estoy aquí!!.— dirigió sus pasos hacia donde venía aquella voz, se había empezado a asustar porque podía fundir un ejército con rayos y terremotos, podía invocar a los muertos y predecir el futuro…pero no se podía defender ni de una simple ardilla rabiosa.*
Respiré aliviado al escuchar su voz y salí corriendo en su dirección hasta que le di alcance. Cerré los ojos y la abrace susurrando una pregunta contra su cuello ¿estas bien? ese fue el primer acto, no así el fin de la escena que retomé en cuanto el susto inicial pasó. Fruncí el ceño mirándola -¿pero tu estas loca? ¿como cojones se te ocurre alejarte sola? ¡podías haber muerto! ¡Estoy aquí para protegerte y has de obedecerme! .-cada vez me iba encendiendo mas y ella me miraba con sus dos grandes esferas fijas en mi.*
Se quedó patidifusa cuando la abrazó, no esperaba una reacción así de Ragnar, tanto que se le cayó al suelo la antorcha de fuego mágico que se fue apagando poco a poco al contacto con la hojarasca. Después cuando la soltó le echó la bronca y si no fuera porque vivía con tres lobos territoriales y agresivos le habría dado miedo. Pero no llevaba ninguna sartén, así que sintiéndolo mucho…no le daba tanto miedo como su propia madre cabreada.
— Vale… lo siento, me desorienté. No me he ido de borrachera, estaba recogiendo edelweiss, que son muy valiosas y difíciles de encontrar. No pensaba que…— no pensaba que hubiera nada más en ese bosque a parte de ardillas y zorros. Pero no lo dijo, porque era absurdo, sabía que habían muchas más criaturas rondando y que podrían haberla devorado.*
Ragnar- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Negué con la cabeza mientras dejaba escapar el aire a modo de gruñido, al parecer poseer magia la situaba en un lugar por encima del resto, por eso se creía que podía perfectamente ir por libre y coger las plantas sin tenerle miedo a nada.
-Camina -la instigué alzando la antorcha para iluminar el camino de vuelta al campamento base donde habíamos dejado la resto. Había caminado un trozo considerable, así que aun nos quedaría cerca de media hora de camino y los depredadores bien podían captar nuestro aroma, ademas de que con la lumbre en la mano éramos un objetivo móvil demasiado fácil de localizar para los merodeadores de Randulf. -Ya entiendo porque tu padre no te pierde de vista -apunté ladeando la sonrisa.*
¿Eso era un intento de insulto? Pues no iba a conseguir que se enfadara por ello, para ella era un orgullo ser la niña de papá que todos creían que era.
— No me voy a sentir mal por eso, mi padre me quiere mucho y yo lo adoro por encima de todas las cosas, como a mis hermanos. Ya querrían muchos tener una familia como la mía.— se encogió de hombros. Incluso aunque estuviera dejándola de despistada o inútil, tampoco se iba a ofender.— No todos valemos para las mismas cosas, por eso tú no sabes curar y yo no sé cazar.*
Me detuve un instante llevando la antorcha ligeramente hacia ella, su rostro quedo lamido por las luces naranjas dotando a su mirada azul cielo de un inusual destello.
-Por eso, porque yo soy cazador y tu no estoy al frente de esta misión, así que obedéceme, de acabo eso de ir como Caperucita roja con su cestita por el bosque, ya te digo yo que el final no es bueno y si mal no recuerdo, al final sale del vientre del lobo gracias al cazador. Llevé de nuevo la lumbre hacia le camino y con un gesto le pedí que empezara a caminar y se dejara de tanta chachara.
-Tu familia es ... -ladeé la sonrisa - cuanto menso extraña ¿no crees? No tenéis tratos con Thor, o con Odin..si no con Loqui y su hija ¿no te dice eso nada?*
— La voluntad de los dioses es incomprensible. Mis padres estuvieron en Asgard y hablaron con el mismísimo Odín, pero los dioses dejaron el asunto de mi hermano en manos de Loki…¿qué puedo decir? Si ellos lo desean así, es su voluntad. Y ya que Loki ha protegido a Brökk todos estos años, cuando Yrian estuvo a punto de morir, Hela se ofreció y no hemos visto que ningun otro dios moviera un dedo para evitarlo. Yo no cuestiono las acciones de los dioses. ¿Tú si?.— inquirió, mientras se sujetaba los bajos del vestido para pasar por encima de un tronco caído.*
-No, yo no cuestiono a los dioses, pero la historia la conozco, padre y madre me la contaron, al parecer la voluntad de los dioses era que ninguno de vosotros naciera, no era decisión de estos que Ulf tuviera descendencia. Sus motivos tendrían, mas tus padres lejos de asumir su voluntad viajaron a Asgard a contradecir al mismo Odin, quizás sea ese el motivo por el que no muevan un dedo por vosotros, porque tus padres solo pudieron traeros a Midgard por medio del dios del engaño.*
Frunció el ceño negando con la cabeza. ¿Eso era lo que opinaban de su familia? estaba muy equivocado, así no se interpretaba la voluntad de los dioses.
— Eso es una forma de verlo muy retorcida. Los dioses lo pueden todo, si no hubieran querido que naciéramos no habría pasado y ya está. De la misma forma que sin la magia de mi madre la tuya no habría podido andar y quien sabe si vosotros no habríais nacido, porque sin poder andar era imposible que diera a luz. ¿Eso es contravenir a los dioses? No lo creo, para ellos es muy fácil…si hubieran querido a tu madre muerta, la habrían matado en cualquier momento. Quizás fuera voluntad de Hela llevársela y mira por donde, no te veo quejarte de que mi madre la conservase aquí en Midgard, haciendo caso a los propios deseos de tu madre de seguir adelante y traeros vivos a este mundo.*
-¿Y me llamas retorcido a mi? -me eche a reír con sarcasmo -quizás no debería estar en este mundo, quizás tampoco tu, quizás los dioses solo estén jugando una partida de ajedrez, en el que peones torres y caballos seamos los humanos. No lo se, no conozco los designios de nuestros dioses. Pero si se algo, que la magia a anclado a mi madre a este mundo, mas no hubiera sido necesaria si antes no la hubiera dejado tullida. La magia no debería estar en poder de los humanos. Antaño solo existían las oráculos, mujeres bendecidas por los dioses para guiar el camino de los humanos. Pero el norte acabó siendo corrompido de algún modo por hechiceros provenientes de lugares muy distintos y Randulf se aprovechó de esto..cazo bestias a diario ,se de lo que hablo...esta guerra no se va a ganar con cuatro flores, para ganar tendríamos que ser tan caóticos como el enemigo que enfrentamos, pocas veces la luz gana sobre la oscuridad.*
— Yo no sé cómo ni cuando se ganará la guerra, sólo sé que todo lo que pueda hacer por Akershus, lo haré. Tanto si es curar heridas, como si se trata de descongelar cosechas… todo cuanto me pidan los que en verdad aman Akershus y quieren verla libre y próspera…lo haré. Si los dioses me dieron este don, lo usaré a favor de Akershus. Y siento mucho si crees que ser diferente a ti me hace peor, pero yo no lo siento así. Para mi no hay diferencia cuando entráis por la puerta del hospital, incluso aquellos que sé que han malmetido contra mi madre o contra cualquiera de mi familia…los he curado igual.— Caminaron un trecho más y cerca del campamento escuchó un aullido de lobo. Frunció el ceño, porque en casa tenía tres y no aullaban así.— ¿qué es eso?*
-Camina -la instigué alzando la antorcha para iluminar el camino de vuelta al campamento base donde habíamos dejado la resto. Había caminado un trozo considerable, así que aun nos quedaría cerca de media hora de camino y los depredadores bien podían captar nuestro aroma, ademas de que con la lumbre en la mano éramos un objetivo móvil demasiado fácil de localizar para los merodeadores de Randulf. -Ya entiendo porque tu padre no te pierde de vista -apunté ladeando la sonrisa.*
¿Eso era un intento de insulto? Pues no iba a conseguir que se enfadara por ello, para ella era un orgullo ser la niña de papá que todos creían que era.
— No me voy a sentir mal por eso, mi padre me quiere mucho y yo lo adoro por encima de todas las cosas, como a mis hermanos. Ya querrían muchos tener una familia como la mía.— se encogió de hombros. Incluso aunque estuviera dejándola de despistada o inútil, tampoco se iba a ofender.— No todos valemos para las mismas cosas, por eso tú no sabes curar y yo no sé cazar.*
Me detuve un instante llevando la antorcha ligeramente hacia ella, su rostro quedo lamido por las luces naranjas dotando a su mirada azul cielo de un inusual destello.
-Por eso, porque yo soy cazador y tu no estoy al frente de esta misión, así que obedéceme, de acabo eso de ir como Caperucita roja con su cestita por el bosque, ya te digo yo que el final no es bueno y si mal no recuerdo, al final sale del vientre del lobo gracias al cazador. Llevé de nuevo la lumbre hacia le camino y con un gesto le pedí que empezara a caminar y se dejara de tanta chachara.
-Tu familia es ... -ladeé la sonrisa - cuanto menso extraña ¿no crees? No tenéis tratos con Thor, o con Odin..si no con Loqui y su hija ¿no te dice eso nada?*
— La voluntad de los dioses es incomprensible. Mis padres estuvieron en Asgard y hablaron con el mismísimo Odín, pero los dioses dejaron el asunto de mi hermano en manos de Loki…¿qué puedo decir? Si ellos lo desean así, es su voluntad. Y ya que Loki ha protegido a Brökk todos estos años, cuando Yrian estuvo a punto de morir, Hela se ofreció y no hemos visto que ningun otro dios moviera un dedo para evitarlo. Yo no cuestiono las acciones de los dioses. ¿Tú si?.— inquirió, mientras se sujetaba los bajos del vestido para pasar por encima de un tronco caído.*
-No, yo no cuestiono a los dioses, pero la historia la conozco, padre y madre me la contaron, al parecer la voluntad de los dioses era que ninguno de vosotros naciera, no era decisión de estos que Ulf tuviera descendencia. Sus motivos tendrían, mas tus padres lejos de asumir su voluntad viajaron a Asgard a contradecir al mismo Odin, quizás sea ese el motivo por el que no muevan un dedo por vosotros, porque tus padres solo pudieron traeros a Midgard por medio del dios del engaño.*
Frunció el ceño negando con la cabeza. ¿Eso era lo que opinaban de su familia? estaba muy equivocado, así no se interpretaba la voluntad de los dioses.
— Eso es una forma de verlo muy retorcida. Los dioses lo pueden todo, si no hubieran querido que naciéramos no habría pasado y ya está. De la misma forma que sin la magia de mi madre la tuya no habría podido andar y quien sabe si vosotros no habríais nacido, porque sin poder andar era imposible que diera a luz. ¿Eso es contravenir a los dioses? No lo creo, para ellos es muy fácil…si hubieran querido a tu madre muerta, la habrían matado en cualquier momento. Quizás fuera voluntad de Hela llevársela y mira por donde, no te veo quejarte de que mi madre la conservase aquí en Midgard, haciendo caso a los propios deseos de tu madre de seguir adelante y traeros vivos a este mundo.*
-¿Y me llamas retorcido a mi? -me eche a reír con sarcasmo -quizás no debería estar en este mundo, quizás tampoco tu, quizás los dioses solo estén jugando una partida de ajedrez, en el que peones torres y caballos seamos los humanos. No lo se, no conozco los designios de nuestros dioses. Pero si se algo, que la magia a anclado a mi madre a este mundo, mas no hubiera sido necesaria si antes no la hubiera dejado tullida. La magia no debería estar en poder de los humanos. Antaño solo existían las oráculos, mujeres bendecidas por los dioses para guiar el camino de los humanos. Pero el norte acabó siendo corrompido de algún modo por hechiceros provenientes de lugares muy distintos y Randulf se aprovechó de esto..cazo bestias a diario ,se de lo que hablo...esta guerra no se va a ganar con cuatro flores, para ganar tendríamos que ser tan caóticos como el enemigo que enfrentamos, pocas veces la luz gana sobre la oscuridad.*
— Yo no sé cómo ni cuando se ganará la guerra, sólo sé que todo lo que pueda hacer por Akershus, lo haré. Tanto si es curar heridas, como si se trata de descongelar cosechas… todo cuanto me pidan los que en verdad aman Akershus y quieren verla libre y próspera…lo haré. Si los dioses me dieron este don, lo usaré a favor de Akershus. Y siento mucho si crees que ser diferente a ti me hace peor, pero yo no lo siento así. Para mi no hay diferencia cuando entráis por la puerta del hospital, incluso aquellos que sé que han malmetido contra mi madre o contra cualquiera de mi familia…los he curado igual.— Caminaron un trecho más y cerca del campamento escuchó un aullido de lobo. Frunció el ceño, porque en casa tenía tres y no aullaban así.— ¿qué es eso?*
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
-¿insinuas que yo no amo Akershus? ¿tiene mi cuerpo lleno de cicatrices pinta de no haber sangrado por Akershus? No amo a tus dioses, Loqui y Hela no me representan, peor supongo que son necesarios para mantener el equilibrio de lso tiempos. Entiendo que ellos han ayudado a tu familia y que de algún modo estéis en deuda con su..." caos" pero si fueran tan buenos como los pintas ¿por que Höor no ha cedido nunca ante las peticiones de Hela? pocos sabían de esto, pero yo escuché una vez a mis padres hablar de ello, creían que dormía, así que no repararon en mi presencia.
El aullido de un Huargo me hizo detenerme por completo.
-¡huargos! son huargos, creo que está llamando a mas. Cerré los ojos, había algo que no terminaba de encajarme, no escuchaba mas aullidos ¿por que? solían ir en manada.
-¡Corre! -rugí tirando de ella -teníamos que llegar junto al resto.*
Iba a replicarle pero los aullidos daban mal fario, cogió la mano de Ragnar y corrió tan rápido como se lo permitían las faldas, que con la otra mano sujetaba para no enredarse. Tenían que llegar donde estuvieran los otros, estando juntos podrían repelerlos, pero estando solos el peligro era quedar rodeados por esas bestias inmundas que sólo querían roer huesos y masticar tu carne cruda. La recorrió un escalofrío y aunque seguiría las órdenes de Ragnar, estaría preparada para invocar rayos o hacer salir picos de hielo de entre la nieve. No se había visto nunca en la situación de tener que combatir, pero además de la inventiva de Giuliana, había heredado un poco de Ulf y no se amedrentaba ante la dificultad. Además así ponía a prueba su magia y sus límites.*
Cuando alcanzamos los lindes del campamento este se encontraba ya rodeado pro una manada de Huargos, como depredadores rodeaban con sus ojos encendidos a los guerreros. Las mujeres junto al fuego central se mantenían juntas, los tres soldados acero en mano las cubrían, pero eran demasiados, y los intentos por arrebatar las piezas de carnaza no dejaban de sucederse bajo la ofensiva de los hombres que hacían lo posible por mantenerlas a salvo. Tenia que pensar rápido...
No tardé en identificar al líder, un huargo mas grande que lanzaba mordiscos a sus compañeros azuzándolos, tenia que intentarlo, eso los acobardaría lo suficiente como para dar cierta ventaja a los hombres y aun así algo no terminaba de encajarme, los huargos tenían los instintos muy parecidos al de los lobos salvajes de los que provenían, asi que pocos atacaban cuando el fuego prendía a las espaldas de humanos y aun así, estos lo hacían con saña como si no sintieran miedo.
-Sube al maldito árbol y no te muevas -la increpé -los huargos no trepan, son cánidos, no felinos.
Saqué de mi cinto una de las espadas y con la antorcha en mi diestra corrí hacia el líder sacudiendo el fuego ante sus ojos mientras este buscaba el modo de alcanzar mi flanco que cubría con el acero. El resto de los lobos observaban gruñendo nuestra batalla, las dentelladas sonaban al aire. De un golpe seco rasgué su ojo dejándole una herida abierta que lo hizo gruñir y lanzarse sobre mi mandando la antorcha lejos de mi mano. Con sus dientes afilados gruñendo sobre mi rostro y las babas cayendo por mis mejillas interpuse la espada intentando que no me diera alcance con sus fauces.*
¿Trepar a un árbol? No era un mono!! Trató de agarrarse al tronco y apoyar los pies en los salientes de la corteza pero no pudo y se quedó pegada al roble. No podía apartar los ojos de las bestias cuyos ojos rojos refulgían en la oscuridad. Ahogó un grito cuando la bestia derribó a Ragnar y estiró la mano formando una garra con los dedos. El fuego de la fogata se elevó rugiendo con una flamígera explosión de la que surgieron garras ígneas que mordieron el pelo y la carne de las bestias. Algunas aullaron al sentir el dolor y recularon, otras huyeron hacia las profundidades del bosque, pero el huargo alfa no había sido chamuscado porque podía herir al propio cazador, y éste seguía debatiéndose contra la bestia.*
El fuego creció como si pudiera devastarlo todo, como un espectro terrorífico que ahuyentó a la manada, no así al alfa que en melé contra mi propio cuerpo seguía luchando por morder carnaza. Encogí las piernas metiéndolas bajo el vientre de la criatura y emitiendo un rugido lo impulsé quitándomelo de encima. Rugí abalanzándome sobre la bestia, en mi zurda un hacha de mano que preso del frenesí y la rabia, hundí en su craneo. Como una manzana se abrió por la mitad. Mas perdido en la ira no me contuve y seguí asestando estocadas con la diestra y la espada corta en su lateral mientras gruñía desafiante sin parar. La carnaza saltaba despedazándose y la sangre me bañaba de carmesí rostro y ropas ante la mirada aterrada de las mujeres que aun siendo norteñas no estaban ni de lejos hechas a la guerra.*
La sangre y las tripas no le eran ajenas, había curado a todo tipo de soldados, amputados, eviscerados, rasgados… pero verlo en directo era otra cosa, esos dientes que chasqueaban a tan pocos centímetros del joven, la sangre casi negra de la bestia manchando su cara, sin saber si él estaba sangrando o no… el espectáculo era dantesco. Se acercó a la hoguera y agarró un palo que ardía y se lo acercó a la bestia furibunda quemando carne y pelo y extendiéndose el olor a chamusquina por el ambiente. Lo que no pensó es que ahora la bestia se lanzaría contra ella derribándola en el suelo, su cabeza rebotó contra la dura roca y sintió que las fuerzas le abandonaban y todo se tornaba negro.*
Rugí al ver como el alfa prendía y reculé para no ser abrasado por las incandescentes llamas de us tupido pelaje, tiempo que la bestia usó para rehacerse y en su ultimo aliento tratar de arrancar la vida de la bruja portandosela junto a la suya a Hel.
-¡No! rugí aferrado el mango del hacha entre mis dedos y sin pensarlo hundí el acero bajo sus fauces sajando su yugular.
Introduje mi diestra en su traquea y tiré hasta sacársela fuera emitiendo un grotesco crujido. El demonio falleció a mis pies mientras yo jadeaba por el sobre esfuerzo.
-¡Bruja! -rugí corriendo hacia ella, elevando su espalda que acomodé entre mis brazos mientras miraba su rostro y ese golpe que se había dado en la cabeza y que la hacia sangrar en abundancia -¡tu! -dije señalando a una de las enfermeras -¡haz algo!*
La suerte es que todas las que iban a recolectar sabían de hierbas y curas, así que la mujer rompió un trozo de sus enaguas para limpiarle la sangre y taponar la herida. Después alguien sacó de la faltriquera aguja e hilo y le cosieron la brecha, la tenía en la nuca y al levantar el pelo quedó al descubierto el Valknut tatuado, el símbolo de los nueve reinos. Estaba mareada, la cabeza le daba vueltas y al haber descargado la magia son control sentía un hormigueo extraño por los dedos.*
-¡Traed agua! -pedí a uno de los soldados llevándole la boquilla a sus labios -bebe, te sentirás mejor -aseguré deslizando mis dedos entre los rubios mechones ensangrentados de su pelo. Me fije en el tatuaje, el símbolo de los nueve reinos y con la yema de mis dedos lo dibujé despacio.
-¿cuando te lo hiciste? -pregunté tratando de relajar el ambiente mientras los soldados aseguraban el perímetro y las " enfermeras" recogían el desastre que se había creado a nuestro alrededor.*
El aullido de un Huargo me hizo detenerme por completo.
-¡huargos! son huargos, creo que está llamando a mas. Cerré los ojos, había algo que no terminaba de encajarme, no escuchaba mas aullidos ¿por que? solían ir en manada.
-¡Corre! -rugí tirando de ella -teníamos que llegar junto al resto.*
Iba a replicarle pero los aullidos daban mal fario, cogió la mano de Ragnar y corrió tan rápido como se lo permitían las faldas, que con la otra mano sujetaba para no enredarse. Tenían que llegar donde estuvieran los otros, estando juntos podrían repelerlos, pero estando solos el peligro era quedar rodeados por esas bestias inmundas que sólo querían roer huesos y masticar tu carne cruda. La recorrió un escalofrío y aunque seguiría las órdenes de Ragnar, estaría preparada para invocar rayos o hacer salir picos de hielo de entre la nieve. No se había visto nunca en la situación de tener que combatir, pero además de la inventiva de Giuliana, había heredado un poco de Ulf y no se amedrentaba ante la dificultad. Además así ponía a prueba su magia y sus límites.*
Cuando alcanzamos los lindes del campamento este se encontraba ya rodeado pro una manada de Huargos, como depredadores rodeaban con sus ojos encendidos a los guerreros. Las mujeres junto al fuego central se mantenían juntas, los tres soldados acero en mano las cubrían, pero eran demasiados, y los intentos por arrebatar las piezas de carnaza no dejaban de sucederse bajo la ofensiva de los hombres que hacían lo posible por mantenerlas a salvo. Tenia que pensar rápido...
No tardé en identificar al líder, un huargo mas grande que lanzaba mordiscos a sus compañeros azuzándolos, tenia que intentarlo, eso los acobardaría lo suficiente como para dar cierta ventaja a los hombres y aun así algo no terminaba de encajarme, los huargos tenían los instintos muy parecidos al de los lobos salvajes de los que provenían, asi que pocos atacaban cuando el fuego prendía a las espaldas de humanos y aun así, estos lo hacían con saña como si no sintieran miedo.
-Sube al maldito árbol y no te muevas -la increpé -los huargos no trepan, son cánidos, no felinos.
Saqué de mi cinto una de las espadas y con la antorcha en mi diestra corrí hacia el líder sacudiendo el fuego ante sus ojos mientras este buscaba el modo de alcanzar mi flanco que cubría con el acero. El resto de los lobos observaban gruñendo nuestra batalla, las dentelladas sonaban al aire. De un golpe seco rasgué su ojo dejándole una herida abierta que lo hizo gruñir y lanzarse sobre mi mandando la antorcha lejos de mi mano. Con sus dientes afilados gruñendo sobre mi rostro y las babas cayendo por mis mejillas interpuse la espada intentando que no me diera alcance con sus fauces.*
¿Trepar a un árbol? No era un mono!! Trató de agarrarse al tronco y apoyar los pies en los salientes de la corteza pero no pudo y se quedó pegada al roble. No podía apartar los ojos de las bestias cuyos ojos rojos refulgían en la oscuridad. Ahogó un grito cuando la bestia derribó a Ragnar y estiró la mano formando una garra con los dedos. El fuego de la fogata se elevó rugiendo con una flamígera explosión de la que surgieron garras ígneas que mordieron el pelo y la carne de las bestias. Algunas aullaron al sentir el dolor y recularon, otras huyeron hacia las profundidades del bosque, pero el huargo alfa no había sido chamuscado porque podía herir al propio cazador, y éste seguía debatiéndose contra la bestia.*
El fuego creció como si pudiera devastarlo todo, como un espectro terrorífico que ahuyentó a la manada, no así al alfa que en melé contra mi propio cuerpo seguía luchando por morder carnaza. Encogí las piernas metiéndolas bajo el vientre de la criatura y emitiendo un rugido lo impulsé quitándomelo de encima. Rugí abalanzándome sobre la bestia, en mi zurda un hacha de mano que preso del frenesí y la rabia, hundí en su craneo. Como una manzana se abrió por la mitad. Mas perdido en la ira no me contuve y seguí asestando estocadas con la diestra y la espada corta en su lateral mientras gruñía desafiante sin parar. La carnaza saltaba despedazándose y la sangre me bañaba de carmesí rostro y ropas ante la mirada aterrada de las mujeres que aun siendo norteñas no estaban ni de lejos hechas a la guerra.*
La sangre y las tripas no le eran ajenas, había curado a todo tipo de soldados, amputados, eviscerados, rasgados… pero verlo en directo era otra cosa, esos dientes que chasqueaban a tan pocos centímetros del joven, la sangre casi negra de la bestia manchando su cara, sin saber si él estaba sangrando o no… el espectáculo era dantesco. Se acercó a la hoguera y agarró un palo que ardía y se lo acercó a la bestia furibunda quemando carne y pelo y extendiéndose el olor a chamusquina por el ambiente. Lo que no pensó es que ahora la bestia se lanzaría contra ella derribándola en el suelo, su cabeza rebotó contra la dura roca y sintió que las fuerzas le abandonaban y todo se tornaba negro.*
Rugí al ver como el alfa prendía y reculé para no ser abrasado por las incandescentes llamas de us tupido pelaje, tiempo que la bestia usó para rehacerse y en su ultimo aliento tratar de arrancar la vida de la bruja portandosela junto a la suya a Hel.
-¡No! rugí aferrado el mango del hacha entre mis dedos y sin pensarlo hundí el acero bajo sus fauces sajando su yugular.
Introduje mi diestra en su traquea y tiré hasta sacársela fuera emitiendo un grotesco crujido. El demonio falleció a mis pies mientras yo jadeaba por el sobre esfuerzo.
-¡Bruja! -rugí corriendo hacia ella, elevando su espalda que acomodé entre mis brazos mientras miraba su rostro y ese golpe que se había dado en la cabeza y que la hacia sangrar en abundancia -¡tu! -dije señalando a una de las enfermeras -¡haz algo!*
La suerte es que todas las que iban a recolectar sabían de hierbas y curas, así que la mujer rompió un trozo de sus enaguas para limpiarle la sangre y taponar la herida. Después alguien sacó de la faltriquera aguja e hilo y le cosieron la brecha, la tenía en la nuca y al levantar el pelo quedó al descubierto el Valknut tatuado, el símbolo de los nueve reinos. Estaba mareada, la cabeza le daba vueltas y al haber descargado la magia son control sentía un hormigueo extraño por los dedos.*
-¡Traed agua! -pedí a uno de los soldados llevándole la boquilla a sus labios -bebe, te sentirás mejor -aseguré deslizando mis dedos entre los rubios mechones ensangrentados de su pelo. Me fije en el tatuaje, el símbolo de los nueve reinos y con la yema de mis dedos lo dibujé despacio.
-¿cuando te lo hiciste? -pregunté tratando de relajar el ambiente mientras los soldados aseguraban el perímetro y las " enfermeras" recogían el desastre que se había creado a nuestro alrededor.*
Ragnar- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Bebió despacio del pellejo unos sorbos notando la cabeza aun pesada y dolorida. La marca en su piel destacaba porque su epidermis era muy blanca como la de su madre.
— Mi madre me dejó hacérmelo cuando consiguiese controlar la lluvia…más o menos. Tenía trece años y quería ser como Sirius.— Su padre no estaba muy conforme con eso, porque los tatuajes eran para los guerreros normalmente, pero le impusieron una condición y ella la cumplió.— mi padre me gruñó durante semanas…— sonrió débilmente.*
-Tu padre me va a gruñir durante meses cuando vea la brecha, así que...mas te vale coger fuerzas. Te quedará una bonita marca de guerra para en la taberna con unas jarras de mas poder contar esta chanza -le guiñé un ojo y acomodé unas pieles en el suelo para poder tumbarla -voy a asegurarme que todo está bien y volveré, intenta no moverte mucho y no dormirte, los golpes en la cabeza son una mierda ¿pero que te voy a contar a ti?.- Ella y Sirius eran dos buenos hechiceros, poderosos, algún día puede que Öda alcanzara su potencial. No estaba de acuerdo con la magia, todo iría mejor si las cosas siguieran como en el inicio de los tiempos, pero ambos la poseían y yo tenia que lidiar con ello.
Me acerqué a una de las mujeres, la que se encargaría del cuidado de la hechicera hasta que volviera.
-Escucha, al otro lado del rio hay una aldea, me he hospedado en ella algunas veces cuando las misiones me han llevado de caza a los lindes del fiordo. No quiero correr riesgos moviendo a la hija del General, así que vamos a estabilizarla y a crear una improvisada camilla, la llevaremos hasta la aldea, allí podremos descansar y enviar un cuervo a Akershus.
La hija del jefe, una de las mejores escuderas que jamas había conocido nos llevábamos bastante bien, así que de seguro nos prestarían su ayuda, eran fieles a Akershus desde el inicio de la revolución.*
Los soldados y las enfermeras de Akershus partieron hacia la aldea, Öda estaba aturdida con el golpe en la cabeza, pero al final se despejó y abandonó la camilla improvisada para caminar junto al resto, eso sí, necesitaba algo de apoyo y una compañera la sostenía de la cintura y el hombro. En el pueblo los recibieron de buen agrado ya que Ragnar conocía a alguien importante por allí, les dieron cobijo y compartieron sus alimentos con ellos. A cambio, las enfermeras echaron varios vistazos a heridas y procesos clínicos variados prescribiendo cataplasmas, infusiones y realizando curas. Sabían que podían acudir al templo de Akershus convertido en hospital cuando quisieran, pero por su lejanía, no solían hacerlo.
Tras la cena y un rato de descanso, la hija del jefe local que parecía llevarse “muy bien” con Ragnar los invitó a la taberna. Decidió acompañarlos porque no se fiaba mucho de quedarse sola y todos querían ir.*
Tras una copiosa cena donde corrió la hidromiel y la carne ahumada con especies, Astrid decidió llevarnos a la taberna, decía que teníamos que probar la cerveza negra que elaboraban allí, tan espesa que se podía masticar y tan fría que entraba sin enterarte.
La verdad es que yo ya había estado por allí y no le faltaba razón a la escudera, esa bebida era digna del mismo Thor. Los chicos animados por varias de las amigas de Astrid se apuntaron enseguida y las jóvenes enfermeras no tuvieron objeción en unirse, incluso la santa de la hija de Ulf, decidió acompañarnos.
Nos sentamos en una de las mesas y pedimos una ronda, podía ver la cara de disgusto de Öda ante una bebida tan fuerte. - podemos pedirte un zumo -bromeé haciendo a los allí presentes reír mientras devolvía mi atención a la escudera que paseaba sus dedos por el borde de la jarra secando las gotas que resbalaban por esta mientras me miraba.*
— Pues en realidad es más sano, pero si todos lo tomáis…— Bebió unos pocos tragos y trató de seguir la conversación, pero de vez en cuando se palpaba los puntos en la nuca, que le daban pinchazos y observaba alrededor. La hija del jefe estaba provocando deliberadamente a Ragnar y eso le hizo gracia. Su madre siempre decía que los hombres son simples, que responden a sus necesidades básicas en primer término y que luego ya se puede charlar con ellos. Se centró en la cerveza, que estaba amarga pero le adormecía un poco el dolor de la herida.*
Todos nos estábamos divirtiendo, riéndonos, conversando y contando las típicas chanzas de guerras pasadas, de anécdotas vividas en Akershus y de recuerdos del pasado. Astrid jugueteaba con el medallon que pendía de mi pecho, cada vez estábamos mas cerca. Nos mirábamos, nos picábamos y nos retábamos. Con el barullo y los vocifeos del resto de norteños la necesidad de hablarnos al oido se produjo, esta vez contándonos cosas mas intimas e invitaciones para después de las jarras que levábamos.*
Uno de los lugareños le preguntó a Öda si tenía novio y ésta contestó sin pensar.
— Si.
—¿Ah si? Y qué es? soldado?
— algo así.
— ¿y no viene contigo? debería, no se puede dejar suelta a una chica tan linda como tu.
— No pasa nada, vengo con mis amigos, ellos me protegen.
— Me parece que tus amigos están más ocupados en meterles mano a las chicas…
Öda miró alrededor y se fijó en que casi todos estaban en actitudes cariñosas con alguna mujer, bromeando, empujándose tontamente, lanzándose miraditas…¿en serio era necesaria tanta tontería? Apuró la jarra y fue a levantarse para retirarse, aunque primero deberia decirle a Ragnar que se iba, ya que insistió tanto en que le obedeciera. Se acercó a donde éste estaba con las manos colocadas sobre los muslos de la escudera.
— ehm…yo… me…creo que voy a… ¿es en serio?¿así y ya está? Unas pocas jarras, cuatro palabras que seguramente sean torpes y te la llevas al huerto? pffff…eres como mis hermanos.*
— Mi madre me dejó hacérmelo cuando consiguiese controlar la lluvia…más o menos. Tenía trece años y quería ser como Sirius.— Su padre no estaba muy conforme con eso, porque los tatuajes eran para los guerreros normalmente, pero le impusieron una condición y ella la cumplió.— mi padre me gruñó durante semanas…— sonrió débilmente.*
-Tu padre me va a gruñir durante meses cuando vea la brecha, así que...mas te vale coger fuerzas. Te quedará una bonita marca de guerra para en la taberna con unas jarras de mas poder contar esta chanza -le guiñé un ojo y acomodé unas pieles en el suelo para poder tumbarla -voy a asegurarme que todo está bien y volveré, intenta no moverte mucho y no dormirte, los golpes en la cabeza son una mierda ¿pero que te voy a contar a ti?.- Ella y Sirius eran dos buenos hechiceros, poderosos, algún día puede que Öda alcanzara su potencial. No estaba de acuerdo con la magia, todo iría mejor si las cosas siguieran como en el inicio de los tiempos, pero ambos la poseían y yo tenia que lidiar con ello.
Me acerqué a una de las mujeres, la que se encargaría del cuidado de la hechicera hasta que volviera.
-Escucha, al otro lado del rio hay una aldea, me he hospedado en ella algunas veces cuando las misiones me han llevado de caza a los lindes del fiordo. No quiero correr riesgos moviendo a la hija del General, así que vamos a estabilizarla y a crear una improvisada camilla, la llevaremos hasta la aldea, allí podremos descansar y enviar un cuervo a Akershus.
La hija del jefe, una de las mejores escuderas que jamas había conocido nos llevábamos bastante bien, así que de seguro nos prestarían su ayuda, eran fieles a Akershus desde el inicio de la revolución.*
Los soldados y las enfermeras de Akershus partieron hacia la aldea, Öda estaba aturdida con el golpe en la cabeza, pero al final se despejó y abandonó la camilla improvisada para caminar junto al resto, eso sí, necesitaba algo de apoyo y una compañera la sostenía de la cintura y el hombro. En el pueblo los recibieron de buen agrado ya que Ragnar conocía a alguien importante por allí, les dieron cobijo y compartieron sus alimentos con ellos. A cambio, las enfermeras echaron varios vistazos a heridas y procesos clínicos variados prescribiendo cataplasmas, infusiones y realizando curas. Sabían que podían acudir al templo de Akershus convertido en hospital cuando quisieran, pero por su lejanía, no solían hacerlo.
Tras la cena y un rato de descanso, la hija del jefe local que parecía llevarse “muy bien” con Ragnar los invitó a la taberna. Decidió acompañarlos porque no se fiaba mucho de quedarse sola y todos querían ir.*
Tras una copiosa cena donde corrió la hidromiel y la carne ahumada con especies, Astrid decidió llevarnos a la taberna, decía que teníamos que probar la cerveza negra que elaboraban allí, tan espesa que se podía masticar y tan fría que entraba sin enterarte.
La verdad es que yo ya había estado por allí y no le faltaba razón a la escudera, esa bebida era digna del mismo Thor. Los chicos animados por varias de las amigas de Astrid se apuntaron enseguida y las jóvenes enfermeras no tuvieron objeción en unirse, incluso la santa de la hija de Ulf, decidió acompañarnos.
Nos sentamos en una de las mesas y pedimos una ronda, podía ver la cara de disgusto de Öda ante una bebida tan fuerte. - podemos pedirte un zumo -bromeé haciendo a los allí presentes reír mientras devolvía mi atención a la escudera que paseaba sus dedos por el borde de la jarra secando las gotas que resbalaban por esta mientras me miraba.*
— Pues en realidad es más sano, pero si todos lo tomáis…— Bebió unos pocos tragos y trató de seguir la conversación, pero de vez en cuando se palpaba los puntos en la nuca, que le daban pinchazos y observaba alrededor. La hija del jefe estaba provocando deliberadamente a Ragnar y eso le hizo gracia. Su madre siempre decía que los hombres son simples, que responden a sus necesidades básicas en primer término y que luego ya se puede charlar con ellos. Se centró en la cerveza, que estaba amarga pero le adormecía un poco el dolor de la herida.*
Todos nos estábamos divirtiendo, riéndonos, conversando y contando las típicas chanzas de guerras pasadas, de anécdotas vividas en Akershus y de recuerdos del pasado. Astrid jugueteaba con el medallon que pendía de mi pecho, cada vez estábamos mas cerca. Nos mirábamos, nos picábamos y nos retábamos. Con el barullo y los vocifeos del resto de norteños la necesidad de hablarnos al oido se produjo, esta vez contándonos cosas mas intimas e invitaciones para después de las jarras que levábamos.*
Uno de los lugareños le preguntó a Öda si tenía novio y ésta contestó sin pensar.
— Si.
—¿Ah si? Y qué es? soldado?
— algo así.
— ¿y no viene contigo? debería, no se puede dejar suelta a una chica tan linda como tu.
— No pasa nada, vengo con mis amigos, ellos me protegen.
— Me parece que tus amigos están más ocupados en meterles mano a las chicas…
Öda miró alrededor y se fijó en que casi todos estaban en actitudes cariñosas con alguna mujer, bromeando, empujándose tontamente, lanzándose miraditas…¿en serio era necesaria tanta tontería? Apuró la jarra y fue a levantarse para retirarse, aunque primero deberia decirle a Ragnar que se iba, ya que insistió tanto en que le obedeciera. Se acercó a donde éste estaba con las manos colocadas sobre los muslos de la escudera.
— ehm…yo… me…creo que voy a… ¿es en serio?¿así y ya está? Unas pocas jarras, cuatro palabras que seguramente sean torpes y te la llevas al huerto? pffff…eres como mis hermanos.*
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Ensimismado en deslizar mis manos por los muslos de la joven y mis labios por el lóbulo de su oreja no me percaté de Öda hasta que la tuve a mi lado y su voz sonó primero dudosa y cuando elevé la mirada hundiendo en sus cielos mis aceros con firmeza.
-Es lo que suele pasar entre un hombre y una mujer, hechicera. Deberías probar, te gustará - añadí ladeando la sonrisa -bébete una jarra, baila, diviértete y luego te acompaño a casa..ya sabes, tu padre me cortará las pelotas si te pasa algo y la verdad Astrid y yo las tenemos en alta estima - bromeé.
Enarcó una ceja ¿divertirse como si fuera una perra en celo con los perros detrás? No, gracias. Resopló, porque al parecer Ragnar decía que mandaba allí, y que no hiciera nada sin su permiso, pero ella no quería estar en esa taberna esperando a que éste terminase con sus necesidades fisiológicas. Se sentó de nuevo en una mesa con otra jarra y un viejo le dio conversación. El hombre no iba buscando meterle mano, así que se pusieron a hablar y sin saber cómo, tras una jarra vino otra.
— y entoncessss…llegarrron cubierrtos de mierda…así…— le estaba contando un episodio divertido del hospital, pero ya arrastraba hasta las palabras. Los dos acabaron riéndose tontamente.*
Astrid se subió a horcajadas, íbamos animándonos, besándonos cuando escuché las risas ebrias de la bruja.
-¡pero que cojones! -rugí mirando por encima del hombro en la dirección de donde porvenían las voces -¡Joder!
Si Ulf se enteraba de esto no solo me cortaría las bolas si no que se haría con ellas un buen colgante que exhibir en el porton de su casa. Pegué un salto que casi lleva a Astrid a caer de culo al suelo y antes de que ese viejo le metiera mano a la inocente hija del general, llegué y rodeé su cintura para sacarla del lío en el que ella sola se había metido.
-Nos vamos preciosa -susurré -te he dicho una jarra, que te divirtieras, no que te bebieras la taberna entera -gruñí frunciendo el ceño.*
Öda abrió los ojos enormemente y dejó escapar un silbido. Levantó el dedo índice y lo posó sobre el ceño fruncido de Ragnar.
— vaya… no sabía que pudieras fruncir tanto el ceño, cuántas arrugas!! O a lo mejor es que las veo dobles…jajajajaja.— se tapó la boca con una mano al reirse, estaba en la fase ebria de reirse de todo, de reirse de tonterías.— Sólo han sido dosss jarrrrras… creo. O quizás…bueno…tres? cinco? Te van a colgar delos huevossss…pero no se lo diré a mi padre y a los demáss…mmmm les puedo cambiar alguna guarddiaa para que mantengan la boca cerrrada.*
-vaya, que considerada que no se lo cuentes a papa -dije con una sonrisa ladeada mientras tiraba de ella hacia el exterior, mas antes de alcanzar el portón Astrid interceptó mi camino con el ceño mas fruncido de lo que lo había puesto yo.
-Tengo que dejarla en casa, es la hija del general Ulf -me excusé. Öda se reía apenas manteniéndose en pie, mi brazo rodeaba su cintura mientras su cabeza daba cabezazos apoyándose en mi hombro de vez en cuando. -menuda has liado, para una vez que bebes…*
— Mientes… no he hecho nada, estaba conversando con un amable señor…puedo llegar yo sola a la posada. Tú vuelve con tu…mmmm…lo que sea.— pero no se soltaba de Ragnar, al que se había agarrado para no caerse, con una herida de guerra ya tenía suficiente.*
-Claro, tu sola puedes -apunté empezando a reírme, desde luego era graciosa la bruja. Sin pensarlo hundí mi hombro bajo su estomago y la elevé haciéndola caer sobre mi hombro como un saco, le di un azote en el trasero y despidiéndome así de una Astrid mas que enfadada empecé a caminar hacia la posada donde nos habían hecho hueco para pasar la noche a cubierto.
-De esto a tu padre ni una palabra, ya he tenido bastante castigo con quedarme a medias, tengo los huevos llenos de amor*
— ¡Oye! No soy un fardo…— protestó, pero no le hizo ni caso. Cuando la descargó en el suelo se tuvo que agarrar a su chaqueta para no perder el equilibrio.— Pues es lo menos que te podía pasar por llevarme al mal camino.— Se puso las manos en las mejillas y estalló en carcajadas.— ha sido divertido aunque creo que vomitaré hasta el dia del juicio final.— La ayudó a subir las escaleras y a encontrar su habitación, que compartiría con otra enfermera que no había llegado aún. Iba a irse derecha a la cama, pero tropezó con una tabla suelta del suelo y se agarró a Ragnar para no dejarse los dientes, arrastrándolo con ella al colchón. Quedaron muy cercanos, ambos rostros pegados a unos milímetros, respirando el mismo minúsculo espacio de aire. Borracha o no, sus instintos, tan primarios como esos que su madre les atribuía a los hombres, afloraron y la proximidad de esos labios la hizo estremecer recortó aún más la distancia y cuando estaba a punto de besarlo sintió una sacudida, su cuerpo se puso rígido y sus ojos blancos, estaba entrando en trance.*
La hechicera gracias a mi intervención divina llegó sana y salva hasta su habitación. Habia salvado mis huevos por un pelo, así que con una sonrisa ladeada, porque en el fondo me estaba divirtiendo verla en ese estado tan "atípico" en ella y tan "normal" en muchas otras, la dejé frente a su cama para que se acostara y poder irme, mas en ese instante, borracha como iba trastabilló con un tablón suelto y agarrándose a mi nos fuimos ambos de bruces contra el colchón que por suerte amortiguó el peso de nuestros cuerpos. Nos reímos a carcajadas un instante, efímero, pues pronto nos dimos cuenta de la cercanía de nuestros cuerpos, el roce de su aliento contra mis labios entreabrió mi boca y mis ojos danzaron hasta la ajena acortando la distancia despacio hasta que nuestra nariz se rozó tibia y casi lo hacen nuestros labios de no ser porque la bruja se puso rígida, con los ojos en blanco.
-¡Joder! -rugí asustado sin saber que le pasaba ahora.
ladeé su cuerpo, sabía que había gente a la que le daban ataques, se vomitaba encima.
-¡Öda! ¡Vamos pequeña vuelve en ti! ¡respira! -francamente estaba preocupado por ella y no por mis pelotas que unidas a mi verga endurecida bien podía perderlas si la bruja no salía de esta.*
-Es lo que suele pasar entre un hombre y una mujer, hechicera. Deberías probar, te gustará - añadí ladeando la sonrisa -bébete una jarra, baila, diviértete y luego te acompaño a casa..ya sabes, tu padre me cortará las pelotas si te pasa algo y la verdad Astrid y yo las tenemos en alta estima - bromeé.
Enarcó una ceja ¿divertirse como si fuera una perra en celo con los perros detrás? No, gracias. Resopló, porque al parecer Ragnar decía que mandaba allí, y que no hiciera nada sin su permiso, pero ella no quería estar en esa taberna esperando a que éste terminase con sus necesidades fisiológicas. Se sentó de nuevo en una mesa con otra jarra y un viejo le dio conversación. El hombre no iba buscando meterle mano, así que se pusieron a hablar y sin saber cómo, tras una jarra vino otra.
— y entoncessss…llegarrron cubierrtos de mierda…así…— le estaba contando un episodio divertido del hospital, pero ya arrastraba hasta las palabras. Los dos acabaron riéndose tontamente.*
Astrid se subió a horcajadas, íbamos animándonos, besándonos cuando escuché las risas ebrias de la bruja.
-¡pero que cojones! -rugí mirando por encima del hombro en la dirección de donde porvenían las voces -¡Joder!
Si Ulf se enteraba de esto no solo me cortaría las bolas si no que se haría con ellas un buen colgante que exhibir en el porton de su casa. Pegué un salto que casi lleva a Astrid a caer de culo al suelo y antes de que ese viejo le metiera mano a la inocente hija del general, llegué y rodeé su cintura para sacarla del lío en el que ella sola se había metido.
-Nos vamos preciosa -susurré -te he dicho una jarra, que te divirtieras, no que te bebieras la taberna entera -gruñí frunciendo el ceño.*
Öda abrió los ojos enormemente y dejó escapar un silbido. Levantó el dedo índice y lo posó sobre el ceño fruncido de Ragnar.
— vaya… no sabía que pudieras fruncir tanto el ceño, cuántas arrugas!! O a lo mejor es que las veo dobles…jajajajaja.— se tapó la boca con una mano al reirse, estaba en la fase ebria de reirse de todo, de reirse de tonterías.— Sólo han sido dosss jarrrrras… creo. O quizás…bueno…tres? cinco? Te van a colgar delos huevossss…pero no se lo diré a mi padre y a los demáss…mmmm les puedo cambiar alguna guarddiaa para que mantengan la boca cerrrada.*
-vaya, que considerada que no se lo cuentes a papa -dije con una sonrisa ladeada mientras tiraba de ella hacia el exterior, mas antes de alcanzar el portón Astrid interceptó mi camino con el ceño mas fruncido de lo que lo había puesto yo.
-Tengo que dejarla en casa, es la hija del general Ulf -me excusé. Öda se reía apenas manteniéndose en pie, mi brazo rodeaba su cintura mientras su cabeza daba cabezazos apoyándose en mi hombro de vez en cuando. -menuda has liado, para una vez que bebes…*
— Mientes… no he hecho nada, estaba conversando con un amable señor…puedo llegar yo sola a la posada. Tú vuelve con tu…mmmm…lo que sea.— pero no se soltaba de Ragnar, al que se había agarrado para no caerse, con una herida de guerra ya tenía suficiente.*
-Claro, tu sola puedes -apunté empezando a reírme, desde luego era graciosa la bruja. Sin pensarlo hundí mi hombro bajo su estomago y la elevé haciéndola caer sobre mi hombro como un saco, le di un azote en el trasero y despidiéndome así de una Astrid mas que enfadada empecé a caminar hacia la posada donde nos habían hecho hueco para pasar la noche a cubierto.
-De esto a tu padre ni una palabra, ya he tenido bastante castigo con quedarme a medias, tengo los huevos llenos de amor*
— ¡Oye! No soy un fardo…— protestó, pero no le hizo ni caso. Cuando la descargó en el suelo se tuvo que agarrar a su chaqueta para no perder el equilibrio.— Pues es lo menos que te podía pasar por llevarme al mal camino.— Se puso las manos en las mejillas y estalló en carcajadas.— ha sido divertido aunque creo que vomitaré hasta el dia del juicio final.— La ayudó a subir las escaleras y a encontrar su habitación, que compartiría con otra enfermera que no había llegado aún. Iba a irse derecha a la cama, pero tropezó con una tabla suelta del suelo y se agarró a Ragnar para no dejarse los dientes, arrastrándolo con ella al colchón. Quedaron muy cercanos, ambos rostros pegados a unos milímetros, respirando el mismo minúsculo espacio de aire. Borracha o no, sus instintos, tan primarios como esos que su madre les atribuía a los hombres, afloraron y la proximidad de esos labios la hizo estremecer recortó aún más la distancia y cuando estaba a punto de besarlo sintió una sacudida, su cuerpo se puso rígido y sus ojos blancos, estaba entrando en trance.*
La hechicera gracias a mi intervención divina llegó sana y salva hasta su habitación. Habia salvado mis huevos por un pelo, así que con una sonrisa ladeada, porque en el fondo me estaba divirtiendo verla en ese estado tan "atípico" en ella y tan "normal" en muchas otras, la dejé frente a su cama para que se acostara y poder irme, mas en ese instante, borracha como iba trastabilló con un tablón suelto y agarrándose a mi nos fuimos ambos de bruces contra el colchón que por suerte amortiguó el peso de nuestros cuerpos. Nos reímos a carcajadas un instante, efímero, pues pronto nos dimos cuenta de la cercanía de nuestros cuerpos, el roce de su aliento contra mis labios entreabrió mi boca y mis ojos danzaron hasta la ajena acortando la distancia despacio hasta que nuestra nariz se rozó tibia y casi lo hacen nuestros labios de no ser porque la bruja se puso rígida, con los ojos en blanco.
-¡Joder! -rugí asustado sin saber que le pasaba ahora.
ladeé su cuerpo, sabía que había gente a la que le daban ataques, se vomitaba encima.
-¡Öda! ¡Vamos pequeña vuelve en ti! ¡respira! -francamente estaba preocupado por ella y no por mis pelotas que unidas a mi verga endurecida bien podía perderlas si la bruja no salía de esta.*
Ragnar- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Los trances le daban el don de la visión del futuro. Su madre le había enseñado el cruce de caminos donde Legba habitaba y no le tenía miedo al dios negro de cuencas vacías. Se acercó a él y se sentó en frente con las piernas cruzadas.
— Creo que estoy borracha papa Legba, espero que pueda recordar al despertar.
— Te he traído para que veas algo que sucederá.— el Loa chasqueó los dedos y frente a ella se desarrolló una visión en la que su hermano Garm luchaba ferozmente contra Niord el hermano de Ragnar. Cazador y licántropo se acometían con fiereza, ambos iban manchados de sangre y en sus ojos brillaba la furia de la bestia, ese brillo asesino que los llevaría a uno o al otro a dar muerte al contrario.
— ¡Parad! Dejadlo ya!! Garm déjalo, por favor!!! Niord… no lo hagas!! Es mi hermano, te lo suplico…— Öda gritaba en la realidad con los puños cerrados y el cuerpo tenso. La visión era muy vívida pero antes de que acabase, salió del trance abruptamente.*
La bruja gritaba el nombre de nuestros hermanos con desesperación, su cuerpo rígido como una tabla, sus ojos blancos como la nada, parecía sumida en un extraño trance. La mantuve aferrada entre mis brazos acariciando su rostro, hasta que poco a poco su cuerpo cedió contra mi cuerpo relajando sus músculos y su gesto.Sus orbes se abrieron turbios por el alcohol encontrándose con mis dos praderas tempestuosas por saber que había visto, pues no podía negarme que tenia que ver con mi hermano y con el suyo.
-¿que has visto? -pregunté aun sujetando su cuerpo en mi regazo.
Ambos estábamos sobre el lecho, muy cerca el uno del otro, nuestro aliento chocaba impetuoso mientras yo buscaba respuestas y ella meditaba si dármelas aunque con la que llevaba encima dudaba que no se le fuera la lengua.*
—Tenemos que detenerlos…se estaban peleando a muerte, había mucha sangre y gruñidos y no sé cuándo pasará, pero podría ser hoy, mañana o dentro de seis años!!.— Öda quería a su hermano muchísimo y cualquier amenaza le producía ansiedad, pero en ese caso la amenaza era Niord, cazador experto, y alguien conocido, la cosa aún se complicaba más.— tenemos que volver a Akershus!! Tengo que avisarlos….vamonos, por favor!!.— se incorporó bruscamente con movimientos torpes tratando de salir corriendo hacia a Akershus en mitad de la noche, aún beoda y con una herida en la cabeza.*
Mi gestó permaneció imperturbable, como si la noticia lejos de venirme de nuevas fuera lago que sabia o imaginaba, algo que daba por hecho de algún modo. Atrapé su cintura antes de que se fuera de bruces al suelo y la aferré en mi regazo sobre el lecho.
-No podemos irnos, no ahora, estas borracha, herida y la noche se cierne sobre nosotros, atravesar los fiordos es peligroso. Si los dioses quieren que sea as, que nuestros hermanos se den muerte, no somos nadie para impedirlo. Mañana emprenderemos camino a casa y podrás informar a tu familia de la visión, pero cuidado, quizás esto traiga problemas entre nuestros padres ¿estas segura de lo que has visto? *
Asintió angustiada.— había…mucha sangre…no vi el final, no sé quien sobrevive o si sobrevive alguno. No quiero perderlo, y tu tampoco al tuyo.— Se cubrió los ojos con las manos negando con la cabeza. Sabía que regresar esa noche a Akershus sería un error y quizás cuando lo hicieran hallaran a Niord y Garm dormidos en sus camas, pero lo que había visto le produjo una sensación horrible y entre el ataque de los huargos, el estar lejos de casa y encima la visión, se sentía como una mierda.*
Guardé silencio, decía que yo no quería ver muerto a mi hermano y por supuesto que asi era, pero éramos lo que éramos, cazadores guerreros y si para salvar Akershus de un mal mayor teníamos que perecer en el intento si Odin requería nuestra presencia en el Valhalla que así fuera.
-Vamos, duerme un poco, te hará bien, me quedaré contigo hasta que te duermas. Empujé nuestros cuerpos sobre el lecho rodeando su cintura con mi brazo en silencio.
Entendía que no era una guerrera, que estaba asustada, pero..¿que esperaba? el trato con Hela fue un error, Garm era incontrolable y solo podría traer destrucción.*
Estaba agotada, no podía hacer más magia para regresar al cruce de caminos y pedirle a Legba que le diera más información sobre la visión. La larga caminata, todo lo que hizo recolectando Edelweiss y después el ataque de los huargos y la borrachera la habían dejado exhausta. Tardó un rato en dormirse acurrucada y hecha un ovillo dándole la espalda a Ragnar, que había pasado su brazo por encima, el cual cogió entre sus manos para sentirse un poco más protegida.*
Poco a poco su cuerpo fue relajándose, por contra yo seguía dandole vueltas a lo mismo, si Öda contaba a su padre y madre lo que había visto, ademas de abrir una brecha en Akershus entre los generales, nuestros padres, la situación no mejoraría si no mas bien todo lo contrario. Lo visto estaba visto y pasaría de un modo u otro, así era la voluntad de los dioses, Hela había elegido su guerrero y Thor el suyo y la gesta seria de dimensiones epicas, el bien contra el mal, la luz contra la oscuridad, una batalla que se había producido a lo largo de las eras...
Acabé sucumbiendo al sueño, durmiéndome contra su cuerpo…*
En algún momento de la noche se giró y quizás debió pensar que estaba con alguno de sus hermanos o con su padre, y se abrazó a él escondiendo la cabeza en su pecho. Cuando se despertó le dolía horriblemente la cabeza, entre el golpe, la borrachera y la visión y no se dio cuenta hasta pasados cinco o diez minutos que estaba abrazando a Ragnar, entonces se espabiló de pronto y se deshizo del nudo que brazos y pies que tenían montado.
— ehm.. buenos…días. Pffff. ay! Que dolor de cabeza.*
Abrí los ojos cuando la bruja trataba de zafarse de mi abrazo, ladeé la sonrisa con cierta mueca de diversión. -¿que ta la resaca bruja? -me relamí los labios, tenia la boca pastosa y mucha sed fruto del alcohol. No sabia si recordaba lo que había soñado estando en trance, así que tampoco hice hincapié en el tema, pensaba que todo iría mejor si dejábamos ese episodio a un lado y que los dioses decidieran el camino de nuestros hermanos.*
—No sé cómo puedes divertirte bebiendo…el despertar es horrible. Tu amiga Astrid debió pedirme la peor cerveza del local en venganza…— se giró un segundo a encarar sus ojos.— siento haberte estropeado el plan…¿Volvemos ya a Akershus? Quiero hablar con mi madre, ella sabrá que hacer.*
Dejé escapar el aire contra sus labios de forma pesada mientras analizaba las palabras para que no sonaran tan crudas como lo hacían en mi cabeza.
-¿estas segura de que hablar con tus padres es la mejor opción? ¿que hará Ulf si descubre que es posible que mi hermano quiere matar al tuyo? ¿que hará Lund, mi padre, si descubre que Garm quiere matar a su hijo? estabas borracha, a veces e ese estado se sueñan cosas raras sin mayor fundamento que eso, un engaño del alcohol que corre por las venas. Si yo te contara con todas las que he soñado borracho me habría tirado a medio Akershus -bromeé quitando hierro al asunto.*
No había caído en eso, su cerebro estaba lento y torpe, embotado por el alcohol, casi que podían oirse los engranajes al pensar chirriando oxidados.
— Pero si no decimos nada…¿entonces por qué los dioses me otorgan esta visiones? Sé lo que vi Ragnar, por borracha que estuviera. Si quieres puedo llevarte, atravesar el velo y que veas el cruce de caminos. No sé con qué objetivo se me ha revelado eso, deberíamos pensarlo con calma, porque puede que tengas algo de razón.*
— Creo que estoy borracha papa Legba, espero que pueda recordar al despertar.
— Te he traído para que veas algo que sucederá.— el Loa chasqueó los dedos y frente a ella se desarrolló una visión en la que su hermano Garm luchaba ferozmente contra Niord el hermano de Ragnar. Cazador y licántropo se acometían con fiereza, ambos iban manchados de sangre y en sus ojos brillaba la furia de la bestia, ese brillo asesino que los llevaría a uno o al otro a dar muerte al contrario.
— ¡Parad! Dejadlo ya!! Garm déjalo, por favor!!! Niord… no lo hagas!! Es mi hermano, te lo suplico…— Öda gritaba en la realidad con los puños cerrados y el cuerpo tenso. La visión era muy vívida pero antes de que acabase, salió del trance abruptamente.*
La bruja gritaba el nombre de nuestros hermanos con desesperación, su cuerpo rígido como una tabla, sus ojos blancos como la nada, parecía sumida en un extraño trance. La mantuve aferrada entre mis brazos acariciando su rostro, hasta que poco a poco su cuerpo cedió contra mi cuerpo relajando sus músculos y su gesto.Sus orbes se abrieron turbios por el alcohol encontrándose con mis dos praderas tempestuosas por saber que había visto, pues no podía negarme que tenia que ver con mi hermano y con el suyo.
-¿que has visto? -pregunté aun sujetando su cuerpo en mi regazo.
Ambos estábamos sobre el lecho, muy cerca el uno del otro, nuestro aliento chocaba impetuoso mientras yo buscaba respuestas y ella meditaba si dármelas aunque con la que llevaba encima dudaba que no se le fuera la lengua.*
—Tenemos que detenerlos…se estaban peleando a muerte, había mucha sangre y gruñidos y no sé cuándo pasará, pero podría ser hoy, mañana o dentro de seis años!!.— Öda quería a su hermano muchísimo y cualquier amenaza le producía ansiedad, pero en ese caso la amenaza era Niord, cazador experto, y alguien conocido, la cosa aún se complicaba más.— tenemos que volver a Akershus!! Tengo que avisarlos….vamonos, por favor!!.— se incorporó bruscamente con movimientos torpes tratando de salir corriendo hacia a Akershus en mitad de la noche, aún beoda y con una herida en la cabeza.*
Mi gestó permaneció imperturbable, como si la noticia lejos de venirme de nuevas fuera lago que sabia o imaginaba, algo que daba por hecho de algún modo. Atrapé su cintura antes de que se fuera de bruces al suelo y la aferré en mi regazo sobre el lecho.
-No podemos irnos, no ahora, estas borracha, herida y la noche se cierne sobre nosotros, atravesar los fiordos es peligroso. Si los dioses quieren que sea as, que nuestros hermanos se den muerte, no somos nadie para impedirlo. Mañana emprenderemos camino a casa y podrás informar a tu familia de la visión, pero cuidado, quizás esto traiga problemas entre nuestros padres ¿estas segura de lo que has visto? *
Asintió angustiada.— había…mucha sangre…no vi el final, no sé quien sobrevive o si sobrevive alguno. No quiero perderlo, y tu tampoco al tuyo.— Se cubrió los ojos con las manos negando con la cabeza. Sabía que regresar esa noche a Akershus sería un error y quizás cuando lo hicieran hallaran a Niord y Garm dormidos en sus camas, pero lo que había visto le produjo una sensación horrible y entre el ataque de los huargos, el estar lejos de casa y encima la visión, se sentía como una mierda.*
Guardé silencio, decía que yo no quería ver muerto a mi hermano y por supuesto que asi era, pero éramos lo que éramos, cazadores guerreros y si para salvar Akershus de un mal mayor teníamos que perecer en el intento si Odin requería nuestra presencia en el Valhalla que así fuera.
-Vamos, duerme un poco, te hará bien, me quedaré contigo hasta que te duermas. Empujé nuestros cuerpos sobre el lecho rodeando su cintura con mi brazo en silencio.
Entendía que no era una guerrera, que estaba asustada, pero..¿que esperaba? el trato con Hela fue un error, Garm era incontrolable y solo podría traer destrucción.*
Estaba agotada, no podía hacer más magia para regresar al cruce de caminos y pedirle a Legba que le diera más información sobre la visión. La larga caminata, todo lo que hizo recolectando Edelweiss y después el ataque de los huargos y la borrachera la habían dejado exhausta. Tardó un rato en dormirse acurrucada y hecha un ovillo dándole la espalda a Ragnar, que había pasado su brazo por encima, el cual cogió entre sus manos para sentirse un poco más protegida.*
Poco a poco su cuerpo fue relajándose, por contra yo seguía dandole vueltas a lo mismo, si Öda contaba a su padre y madre lo que había visto, ademas de abrir una brecha en Akershus entre los generales, nuestros padres, la situación no mejoraría si no mas bien todo lo contrario. Lo visto estaba visto y pasaría de un modo u otro, así era la voluntad de los dioses, Hela había elegido su guerrero y Thor el suyo y la gesta seria de dimensiones epicas, el bien contra el mal, la luz contra la oscuridad, una batalla que se había producido a lo largo de las eras...
Acabé sucumbiendo al sueño, durmiéndome contra su cuerpo…*
En algún momento de la noche se giró y quizás debió pensar que estaba con alguno de sus hermanos o con su padre, y se abrazó a él escondiendo la cabeza en su pecho. Cuando se despertó le dolía horriblemente la cabeza, entre el golpe, la borrachera y la visión y no se dio cuenta hasta pasados cinco o diez minutos que estaba abrazando a Ragnar, entonces se espabiló de pronto y se deshizo del nudo que brazos y pies que tenían montado.
— ehm.. buenos…días. Pffff. ay! Que dolor de cabeza.*
Abrí los ojos cuando la bruja trataba de zafarse de mi abrazo, ladeé la sonrisa con cierta mueca de diversión. -¿que ta la resaca bruja? -me relamí los labios, tenia la boca pastosa y mucha sed fruto del alcohol. No sabia si recordaba lo que había soñado estando en trance, así que tampoco hice hincapié en el tema, pensaba que todo iría mejor si dejábamos ese episodio a un lado y que los dioses decidieran el camino de nuestros hermanos.*
—No sé cómo puedes divertirte bebiendo…el despertar es horrible. Tu amiga Astrid debió pedirme la peor cerveza del local en venganza…— se giró un segundo a encarar sus ojos.— siento haberte estropeado el plan…¿Volvemos ya a Akershus? Quiero hablar con mi madre, ella sabrá que hacer.*
Dejé escapar el aire contra sus labios de forma pesada mientras analizaba las palabras para que no sonaran tan crudas como lo hacían en mi cabeza.
-¿estas segura de que hablar con tus padres es la mejor opción? ¿que hará Ulf si descubre que es posible que mi hermano quiere matar al tuyo? ¿que hará Lund, mi padre, si descubre que Garm quiere matar a su hijo? estabas borracha, a veces e ese estado se sueñan cosas raras sin mayor fundamento que eso, un engaño del alcohol que corre por las venas. Si yo te contara con todas las que he soñado borracho me habría tirado a medio Akershus -bromeé quitando hierro al asunto.*
No había caído en eso, su cerebro estaba lento y torpe, embotado por el alcohol, casi que podían oirse los engranajes al pensar chirriando oxidados.
— Pero si no decimos nada…¿entonces por qué los dioses me otorgan esta visiones? Sé lo que vi Ragnar, por borracha que estuviera. Si quieres puedo llevarte, atravesar el velo y que veas el cruce de caminos. No sé con qué objetivo se me ha revelado eso, deberíamos pensarlo con calma, porque puede que tengas algo de razón.*
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
-Tengo razón -asegure apartando su pelo del rostro mientras la miraba -si contamos esto nuestros padres se enfrentaran, no olvides que aunque son amigos de siempre, sus hijos vamos por delante. Padre ama a Niord, es su primogénito y aunque tu padre no muestre por Garm demasiado, en el fondo es su hijo y lo quiere vivo y coleando. De momento guardemos el secreto, si tus dioses quieren que intercedas, volveran a contactar contigo ¿cierto?*
Lo que Ragnar decía tenía sentido, si en verdad fuera algo inminente o algo que necesitase saber, seguramente Legba le mandase las visiones o a su madre, que ella siempre sabía interpretarlas mejor.
— Entonces…¿otro día más aquí? ¿y después podemos irnos a Akershus?.— ese día se le iba a hacer muy largo, pero trataría de recoger todas las hierbas necesarias para no pasar allí más tiempo del necesario.— ¿Podemos al menos venir aquí a dormir? El bosque no es seguro.*
-si, podemos dormir aquí el jefe de la aldea nos a invitado a quedarnos el tiempo que creamos necesario, nos llevamos bien y no pondrá problemas en que pasemos aquí una segunda noche -le di con mi dedo un toque en la frente -deja de pensar en esas cosas, estabas borracha, no le des mas importancia.
Ensanché la sonrisa poniéndome en pie, hasta ahora había permanecido pegado a su cuerpo en el lecho.
-Tenemos cosas que hacer…*
Se puso en pie y se peinó con los dedos sus largos cabellos rubios desordenados por todo el ajetreo. Acabó haciéndose dos trenzas en las sienes y anudándolas detrás. Bajaron a desayunar y después regresaron al bosque con sus cestos de mimbre para recolectar todo aquello que hacía falta en la farmacia. Comieron haciendo un parada corta y siguieron hasta el ocaso, si querían marcharse al día siguiente de allí, tendría que afanarse. Guardaron el carro con los sacos y cestos en un establo de la aldea y después se dirigieron a la taberna. Cuando acabó su plato se excusó con que estaba muy cansada y se marchó a la habitación, así Ragnar podría disfrutar de su amiga sin que ella estuviera dando problemas.*
EL día transcurrió sin mas, aunque Öda se mantuvo ajena a todas las risas, bromas y peripecias que a lo largo de día se sucedieron. Como una autómata se limitó a recolectar, algo me decía que estaba dandole vueltas a lo que había visto y conociéndola, seguro que llegaría a Akershus y correría a los brazos de su madre a contarle lo que había visto.
Tras la cena se retiró con premura, como si la silla quemara y aunque yo estaba con la joven hija del "jefe" no pude evitar seguirla con la mirada.
Tenia que impedir que se fuera de la lengua, así que cogí una botella, sendos vasos y camine hasta su habitación, golpeando con mis nudillos la puerta.*
Se había quitado ya la ropa y tenía solo el camisón largo y los calcetines. Se echó el chal de lana sobre los hombros acercándose a la puerta. Preguntó quién llamaba y al escuchar su voz abrió el cerrojo y lo dejó pasar.
— ¿Pasa algo? Estaba ya apunto de dormir.*
Le mostré la botella con una ladeada sonrisa.
-Como he visto te ibas, he pensado que ¿quizás te apetecería beber conmigo? cuando estemos en Akershus tu padre no me dejará acercarme a ti..aquí, no esta Ulf, aprovechemos.
Tenia que convencerla, pero no sabia muy bien todavía como.*
— Pues… lo cierto es que no quiero beber, todavía me arde el estómago de ayer.— se hizo a un lado y lo dejó entrar cerrando después y sentándose en la cama subiendo los pies y doblandolos hacia un lado, no quería enfriarse ni resfriarse, porque eso la apartaba del hospital hasta estar recobrada.— ¿Por qué querrías acercarte a mi si soy una bruja? Para estudiarme y apuntar notas en tu cuaderno?.*
La miré fijamente, "touche" eso no empezaba como yo tenia pensado exactamente. Admito que mi plan mental se acercaba mas a beber y acabar enredados en el lecho, quizás así pudiera convencerla de que era mejor que guardara silencio, pero..
Me serví un vaso rumiando como hacerlo, que palabras usar para que esto no nos llevara a una discusión. Vacié el vaso entre mis labios devolviéndole mi mirada.
-Bueno..eres una bruja y yo un cazador...eso es evidente, pero no quita que podamos divertirnos…¿no?.- Sonaba tan convincente que hasta yo mimo me lo hubiera tragado (sarcasmo)
Bueno, si eso era un intento de enderezar lo mal que habían empezado, lo aceptaba pero nada más. No iba a cambiar de la noche a la mañana su forma de ser.
— Creo que nos divertimos de forma distinta. No importa, en serio, vuelve a la taberna con ehm…no recuerdo su nombre. Yo estaba casi dormida. Mañana será otro día y al volver a Akershus no hace falta que nos crucemos más, tu seguirás con tus cosas y yo con las mías.*
Enarqué una ceja sin alcanzar a comprender.
-¿te he hecho algo para que ahora digas eso? te estaba ofreciendo una tregua, pero..si de verdad prefieres que me vaya con Astrid, solo dilo -ladeé la sonrisa -ya lo has dicho. Skol -dije vaciando el segundo vaso y dejando allí la botella - en la taberna hay mas de esto, no lo necesito. Buenas noches.*
— ¿debería querer otra cosa?.— enarcó una ceja con cierta sorpresa.— No sé, eras tú el que decía sin parar que la gente como yo tenemos la culpa de todos los males. Me alegro si has cambiado de opinión, pero no entiendo a qué ha venido esto.*
-Pues a que me apetecía beber contigo, anoche...estábamos bien -recordé el momento en el que ambos estábamos tumbados sobre ese mismo lecho -pensaba que te apetecía pasar tiempo conmigo...-me encogí de hombros. Joder que mal se me daba la palabrería de este tipo.*
—Ah… pues… si quieres pasar un rato más conmigo…— se encogió de hombros y le hizo un hueco en la cama, ella no iba a bajar a la taberna de nuevo, pero no estaba segura de qué quería Ragnar, charlar seguramente, asegurarse de que no diria nada de la visión.— Si quieres recalcarme que no diga nada, no hace falta, ya lo hemos hablado esta mañana, no diré nada por el momento, será un secreto.*
¿Tan previsible era? al parecer si o ella era demasiado lista y había leído sin problema mis intenciones. Me acerqué al lecho con la botella, el vaso quitándome las botas al subir sobre el colchón.
-Bueno, es lo mejor...como hemos hablado esta mañana de momento es mejor esperar, quizás eso nunca se produzca, para que enfrentar a nuestras familias -ensanché la sonrisa quitándole a eso importancia.*
Asintió brevemente y se arrebujó en el chal.— No conozco muy bien a tu hermano, sólo una vez que le curé el brazo y tampoco era muy hablador. ¿Cómo es? Porque Garm es muy distinto de lo que tú piensas. Es cariñoso, es protector, le encantaba que le leyera las historias de dragones cuando estaba tan débil que comer una toda una gesta. Sé que no es perfecto pero… hay muchos monstruos sueltos y algunos tienen rostro humano.*
¿Que iba a decir de su propio hermano? ¿que era un monstruo? Hubiera podido decirle que el chico al que describía murió, que ahora el perro del infierno ocupaba el cuerpo de este tras haber sido mordido, condenándolo así a la maldición de la licantropia..pero eso nos hubiera llevado a discutir y aunque no me importaba que eso sucediera en otro momento, tenía que mantenerla calma para que no hablara mas de la cuenta.
-Mi hermano es un cazador, algo parco en palabras, pero un gran hombre capaz de dar su vida pro Akershus y sus gentes.- Me fui acercando mas a ella mientras deslizaba la yema de mis dedos por su pierna lentamente - no he venido aquí solo para hablar de nuestros hermanos -susurré meciendo su pelo con mi aliento.*
Enfrentó a Ragnar girando su rostro para mirarlo a los ojos directamente, esa forma de deslizar sus dedos…
— ¿a qué has venido entonces Ragnar? No somos amigos, ni siquiera te caigo bien.— se encogió de hombros con la sensación de que estaba perdiendo algo. Vale, salía con sus hermanos en ocasiones pero poco más, no solía ir de juerga a la taberna y tampoco tenía “amigos” como tal porque se movía siempre con la gente del hospital.*
Cuando se giró enfrentando mis pantanos susurrando contra mis labios esa pregunta que sonó absurda aun sin ir borracho, no dudé, atrapé su nuca con mi diestra cerrando la cascada de pelo dorado en un puño y con rudeza la atraje contra mi labios presionando los ajenos, deslizando mi lengua entre sus precipicios.*
Lo que Ragnar decía tenía sentido, si en verdad fuera algo inminente o algo que necesitase saber, seguramente Legba le mandase las visiones o a su madre, que ella siempre sabía interpretarlas mejor.
— Entonces…¿otro día más aquí? ¿y después podemos irnos a Akershus?.— ese día se le iba a hacer muy largo, pero trataría de recoger todas las hierbas necesarias para no pasar allí más tiempo del necesario.— ¿Podemos al menos venir aquí a dormir? El bosque no es seguro.*
-si, podemos dormir aquí el jefe de la aldea nos a invitado a quedarnos el tiempo que creamos necesario, nos llevamos bien y no pondrá problemas en que pasemos aquí una segunda noche -le di con mi dedo un toque en la frente -deja de pensar en esas cosas, estabas borracha, no le des mas importancia.
Ensanché la sonrisa poniéndome en pie, hasta ahora había permanecido pegado a su cuerpo en el lecho.
-Tenemos cosas que hacer…*
Se puso en pie y se peinó con los dedos sus largos cabellos rubios desordenados por todo el ajetreo. Acabó haciéndose dos trenzas en las sienes y anudándolas detrás. Bajaron a desayunar y después regresaron al bosque con sus cestos de mimbre para recolectar todo aquello que hacía falta en la farmacia. Comieron haciendo un parada corta y siguieron hasta el ocaso, si querían marcharse al día siguiente de allí, tendría que afanarse. Guardaron el carro con los sacos y cestos en un establo de la aldea y después se dirigieron a la taberna. Cuando acabó su plato se excusó con que estaba muy cansada y se marchó a la habitación, así Ragnar podría disfrutar de su amiga sin que ella estuviera dando problemas.*
EL día transcurrió sin mas, aunque Öda se mantuvo ajena a todas las risas, bromas y peripecias que a lo largo de día se sucedieron. Como una autómata se limitó a recolectar, algo me decía que estaba dandole vueltas a lo que había visto y conociéndola, seguro que llegaría a Akershus y correría a los brazos de su madre a contarle lo que había visto.
Tras la cena se retiró con premura, como si la silla quemara y aunque yo estaba con la joven hija del "jefe" no pude evitar seguirla con la mirada.
Tenia que impedir que se fuera de la lengua, así que cogí una botella, sendos vasos y camine hasta su habitación, golpeando con mis nudillos la puerta.*
Se había quitado ya la ropa y tenía solo el camisón largo y los calcetines. Se echó el chal de lana sobre los hombros acercándose a la puerta. Preguntó quién llamaba y al escuchar su voz abrió el cerrojo y lo dejó pasar.
— ¿Pasa algo? Estaba ya apunto de dormir.*
Le mostré la botella con una ladeada sonrisa.
-Como he visto te ibas, he pensado que ¿quizás te apetecería beber conmigo? cuando estemos en Akershus tu padre no me dejará acercarme a ti..aquí, no esta Ulf, aprovechemos.
Tenia que convencerla, pero no sabia muy bien todavía como.*
— Pues… lo cierto es que no quiero beber, todavía me arde el estómago de ayer.— se hizo a un lado y lo dejó entrar cerrando después y sentándose en la cama subiendo los pies y doblandolos hacia un lado, no quería enfriarse ni resfriarse, porque eso la apartaba del hospital hasta estar recobrada.— ¿Por qué querrías acercarte a mi si soy una bruja? Para estudiarme y apuntar notas en tu cuaderno?.*
La miré fijamente, "touche" eso no empezaba como yo tenia pensado exactamente. Admito que mi plan mental se acercaba mas a beber y acabar enredados en el lecho, quizás así pudiera convencerla de que era mejor que guardara silencio, pero..
Me serví un vaso rumiando como hacerlo, que palabras usar para que esto no nos llevara a una discusión. Vacié el vaso entre mis labios devolviéndole mi mirada.
-Bueno..eres una bruja y yo un cazador...eso es evidente, pero no quita que podamos divertirnos…¿no?.- Sonaba tan convincente que hasta yo mimo me lo hubiera tragado (sarcasmo)
Bueno, si eso era un intento de enderezar lo mal que habían empezado, lo aceptaba pero nada más. No iba a cambiar de la noche a la mañana su forma de ser.
— Creo que nos divertimos de forma distinta. No importa, en serio, vuelve a la taberna con ehm…no recuerdo su nombre. Yo estaba casi dormida. Mañana será otro día y al volver a Akershus no hace falta que nos crucemos más, tu seguirás con tus cosas y yo con las mías.*
Enarqué una ceja sin alcanzar a comprender.
-¿te he hecho algo para que ahora digas eso? te estaba ofreciendo una tregua, pero..si de verdad prefieres que me vaya con Astrid, solo dilo -ladeé la sonrisa -ya lo has dicho. Skol -dije vaciando el segundo vaso y dejando allí la botella - en la taberna hay mas de esto, no lo necesito. Buenas noches.*
— ¿debería querer otra cosa?.— enarcó una ceja con cierta sorpresa.— No sé, eras tú el que decía sin parar que la gente como yo tenemos la culpa de todos los males. Me alegro si has cambiado de opinión, pero no entiendo a qué ha venido esto.*
-Pues a que me apetecía beber contigo, anoche...estábamos bien -recordé el momento en el que ambos estábamos tumbados sobre ese mismo lecho -pensaba que te apetecía pasar tiempo conmigo...-me encogí de hombros. Joder que mal se me daba la palabrería de este tipo.*
—Ah… pues… si quieres pasar un rato más conmigo…— se encogió de hombros y le hizo un hueco en la cama, ella no iba a bajar a la taberna de nuevo, pero no estaba segura de qué quería Ragnar, charlar seguramente, asegurarse de que no diria nada de la visión.— Si quieres recalcarme que no diga nada, no hace falta, ya lo hemos hablado esta mañana, no diré nada por el momento, será un secreto.*
¿Tan previsible era? al parecer si o ella era demasiado lista y había leído sin problema mis intenciones. Me acerqué al lecho con la botella, el vaso quitándome las botas al subir sobre el colchón.
-Bueno, es lo mejor...como hemos hablado esta mañana de momento es mejor esperar, quizás eso nunca se produzca, para que enfrentar a nuestras familias -ensanché la sonrisa quitándole a eso importancia.*
Asintió brevemente y se arrebujó en el chal.— No conozco muy bien a tu hermano, sólo una vez que le curé el brazo y tampoco era muy hablador. ¿Cómo es? Porque Garm es muy distinto de lo que tú piensas. Es cariñoso, es protector, le encantaba que le leyera las historias de dragones cuando estaba tan débil que comer una toda una gesta. Sé que no es perfecto pero… hay muchos monstruos sueltos y algunos tienen rostro humano.*
¿Que iba a decir de su propio hermano? ¿que era un monstruo? Hubiera podido decirle que el chico al que describía murió, que ahora el perro del infierno ocupaba el cuerpo de este tras haber sido mordido, condenándolo así a la maldición de la licantropia..pero eso nos hubiera llevado a discutir y aunque no me importaba que eso sucediera en otro momento, tenía que mantenerla calma para que no hablara mas de la cuenta.
-Mi hermano es un cazador, algo parco en palabras, pero un gran hombre capaz de dar su vida pro Akershus y sus gentes.- Me fui acercando mas a ella mientras deslizaba la yema de mis dedos por su pierna lentamente - no he venido aquí solo para hablar de nuestros hermanos -susurré meciendo su pelo con mi aliento.*
Enfrentó a Ragnar girando su rostro para mirarlo a los ojos directamente, esa forma de deslizar sus dedos…
— ¿a qué has venido entonces Ragnar? No somos amigos, ni siquiera te caigo bien.— se encogió de hombros con la sensación de que estaba perdiendo algo. Vale, salía con sus hermanos en ocasiones pero poco más, no solía ir de juerga a la taberna y tampoco tenía “amigos” como tal porque se movía siempre con la gente del hospital.*
Cuando se giró enfrentando mis pantanos susurrando contra mis labios esa pregunta que sonó absurda aun sin ir borracho, no dudé, atrapé su nuca con mi diestra cerrando la cascada de pelo dorado en un puño y con rudeza la atraje contra mi labios presionando los ajenos, deslizando mi lengua entre sus precipicios.*
Ragnar- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Abrió los ojos al máximo dando un respingo, ese beso la había pillado por sorpresa, no esperaba que Ragnar hiciera algo así, pensaba que le caía mal y que no quería acercarse a una bruja por ningun motivo. Se separó un poco porque él tenía la mano sobre su nuca y la agarraba con fuerza.
— ¡¡¿Qué haces!!?*
Öda se separó ligeramente para hacer la pregunta mas estúpida que había oido en estos casos.
-¿como que que hago? -pregunté aun manteniendo el agarre sin entender a lo que se refería ciertamente -te beso -explique, por si la evidencia necesitaba de palabras - me has hecho hueco en tu cama, ayer me arrastraste hasta este colchón..y de no haberte desmayado hubiéramos fornicado ¿como que que hago?*
¿Fornicado? Qué tipo de cerveza servían en esa taberna? Porque era alucinógena.
—¿me tomas el pelo?— negó con la cabeza y retiró su mano de la nuca sujetándosela con ambas manos.— Ayer no sé muy bien lo que hacía, y lo siento si te di la impresión de que estaba buscandote de esa forma, pero…apenas te conozco y la verdad es que…yo no hago estas cosas, no sé de esto y tú me tratas como si fuera lo peor, así que…creo que no quiero hacerlo así, de esta forma.*
-¿como? -no podía dar crédito a lo que me estaba diciendo. Llevé la mano a mi cara frotándome los ojos para acabar apretando el puente de mi nariz intentado entender exactamente lo que me estaba diciendo -¿no haces exactamente que? - Me relamí los labios poniendo ahora cierta distancia con su cuerpo. Pero si me acababa de invitar a su cama ¿que pensaba que íbamos a hacer en ella? ¿jugar a las tabas? La pequeña Tollak era una calienta pollas. -Bien -dije sin mas, acercándome al borde de la cama para calzare las botas con el ego tocado y la verga enardecida.*
Pues follarse al primero que la besaba así sin más, y encima un tio que no se cortaba en decirle que debería extinguirse.
— vale…— se levantó también y se encogió dentro del chal mirando por la ventana.— Nunca me habían besado.*
¿Que decía ahora? ¿como no iban a haberla besado nunca? ya tenia una edad, la mayoría de las mujeres ya se habían abierto de piernas muchas veces.
-¿te has ofrecido a la diosa Freya? -pregunté siendo eso lo único que me encajaba, que el don de la oráculo anidara en ella.Fuere como fuere mis botas estaban atadas y me alcé del lecho*
Negó con la cabeza.— tengo el don de mi madre, ella sigue teniéndolo. Es sólo que… no sé, no salgo mucho y mi padre intimida a la gente, otros simplemente creen que soy una bruja malvada, como tú…y yo prefiero leer sobre plantas o hacer un pastel para mis hermanos que emborracharme en la taberna.*
-¿prefieres hacer un pastel que enredarte conmigo en el lecho?- me eche a reir, esa era buena.- Tu padre intimida, por eso pensé que aquí serias mas libre, mas tu..me equivoque. De chocolate -dije ladeando la sonrisa -el pastel, ya me traerás un trozo.*
Resopló, ocultando sus mejillas enrojecidas al mirar por la ventana, ya era bastante vergonzoso que justamente Ragnar, que no tenía reparos en burlarse de ella supiera que no había estado con ningun chico.— Vale, cuando volvamos a Akershus te haré uno…vigila porque podría envenenarte, o convertirte en gato.*
-Miau -bromeé -correré el riesgo. Bueno, pues te dejo dormir o lo que quiera que hagas para saciar tu virginal cuerpo -apunté aun incrédulo. No sabia que decirle, si bien era cierto que en la taberna las palabras de su padre me habían dado a entender que no conocía varón, eso en el norte era algo que solo pasaba con las oráculos, ni las mujeres mas feas no habían catado hombre aunque fuera tras una buena borrachera.
-¿Buenas noches?*
Se giró a mirarlo algo confusa. ¿Que debería decirle? ¿Buenas noches y hasta mañana? O quizás que no se fuera? o…? Ella no tenía ni idea de esas cosas y con sus hermanos mayores no podía hablar del tema porque eran unos brutos y era mejor no hablar de eso. Quizás hablaría con su madre, que encontró a su padre siendo joven y fue su primer y único amor. — Si… ehm… claro… buenas noches.— se llevó inconscientemente los dedos a los labios y lo dejó marchar. Había sido extraño porque antes se hubiera esperado que uno de los aprendices del hospital se hubiera atrevido en un descanso, o incluso alguno de los amigos de Brökk, que eran todos de traca. Pero no esperaba que hubiera sucedido asi y menos con Ragnar.*
Salí de la habitación un tanto desorientado, no terminaba de entender a es mujer, quizás era todo una fachada que se gastaba. Si algo había aprendido es que había monstruos con bellos rostros humanos. Fuere como fuere, lo descubriría con el tiempo, algo me decía que su familia y la mí iba pronto a quedar enlazada con un futuro incierto, uno de sangre y sufrimiento. Regresé a la taberna a perderme entre otros cuerpos, otros labios pero sin poder sacar de mi cabeza su maldito beso.*
Se quedó sentada sobre la cama reviviendo una y otra vez ese momento y recordando después su extrañeza. Debía ser muy fácil para Ragnar encontrar compañía y diversión y se había quedado perplejo por su negativa, que más que una negativa había sido una declaración de su ignorancia en esos temas. La noche pasó en blanco, el sueño fue ligero y poco reparador, le llegaban flashes a la mente sobre la visión, sobre el ataque del bosque, sobre el beso de Ragnar…todo junto hacía una mezcla abrumadora y se despertó tras una pesadilla en la que el cazador la besaba y cuando se apartaba de él tenía fauces de huargo. Emprenderían camino de nuevo a Akershus y se acabaría esa excursión fatídica.*
A la mañana siguiente emprendimos camino hacia Akershus, las cestas iban a rebosar de las plantas necesarias para elaborar los ungüentos que sanarían a los guerreros, así que se podía decir que la misión había sido un éxito pese al susto inicial del primer día. Öda guardaba silencio, yo tampoco estaba demasiado hablador, mas pendiente de que el camino estuviera despejado, me centré en mi trabajo, hasta que tras mas de medio día de viaje alcanzamos las puertas de nuestro hogar. Cada uno podría seguir su camino hasta que nos volviéramos a encontrar.*
Cuando entraron en la ciudad los críos corrieron hacia el carro, muchas veces los usaban de mensajeros o a llevar algun tarro a alguien que no podía moverse de casa hasta que ellos pudieran ir a visitarlos. Öda se despidió de sus compañeros del hospital y se acercó a Ragnar para despedirse antes de poner rumbo a casa.
— No diremos nada, como quedamos, al menos por el momento ¿no? Que pases un buen día Ragnar.*
Elevé la mirada cuando la hechicera se paró frene a mi, instintivamente me relamí los labios como si con ese gesto recordara el beso al que sin quererlo le había estado dando vueltas. -Si, es lo mejor -dije tajante -mantengamos lo acordado, al menos por el momento.- Extendí la mano en su dirección para estrechar la de la bruja. -Hasta que volvamos a vernos.*
Unos días más tarde su madre le encargó que visitara a Khayla en su casa, que le llevara un ungüento especial que hacían con magia wiccana, con un hechizo muy concreto y que servía para relajar los tendones contracturados por la lesión, eso le quitaba movilidad y cuando se iban relajando recuperaba un poco de movimiento en su mano derecha y su costado derecho en general. Öda cruzó la ciudad para detenerse frente a la casa que antiguamente perteneció a la familia de Lund y llamó a la puerta. Fue Ragnar quien abrió.
— Hola, vengo a traerle esto a tu madre y si está, a ayudarla a ponérselo.— Aunque ellos ya debían estar acostumbrados, porque desde que la lesión avanzó una vez al mes le colocaban el ungüento envuelto en paños calientes.*
— ¡¡¿Qué haces!!?*
Öda se separó ligeramente para hacer la pregunta mas estúpida que había oido en estos casos.
-¿como que que hago? -pregunté aun manteniendo el agarre sin entender a lo que se refería ciertamente -te beso -explique, por si la evidencia necesitaba de palabras - me has hecho hueco en tu cama, ayer me arrastraste hasta este colchón..y de no haberte desmayado hubiéramos fornicado ¿como que que hago?*
¿Fornicado? Qué tipo de cerveza servían en esa taberna? Porque era alucinógena.
—¿me tomas el pelo?— negó con la cabeza y retiró su mano de la nuca sujetándosela con ambas manos.— Ayer no sé muy bien lo que hacía, y lo siento si te di la impresión de que estaba buscandote de esa forma, pero…apenas te conozco y la verdad es que…yo no hago estas cosas, no sé de esto y tú me tratas como si fuera lo peor, así que…creo que no quiero hacerlo así, de esta forma.*
-¿como? -no podía dar crédito a lo que me estaba diciendo. Llevé la mano a mi cara frotándome los ojos para acabar apretando el puente de mi nariz intentado entender exactamente lo que me estaba diciendo -¿no haces exactamente que? - Me relamí los labios poniendo ahora cierta distancia con su cuerpo. Pero si me acababa de invitar a su cama ¿que pensaba que íbamos a hacer en ella? ¿jugar a las tabas? La pequeña Tollak era una calienta pollas. -Bien -dije sin mas, acercándome al borde de la cama para calzare las botas con el ego tocado y la verga enardecida.*
Pues follarse al primero que la besaba así sin más, y encima un tio que no se cortaba en decirle que debería extinguirse.
— vale…— se levantó también y se encogió dentro del chal mirando por la ventana.— Nunca me habían besado.*
¿Que decía ahora? ¿como no iban a haberla besado nunca? ya tenia una edad, la mayoría de las mujeres ya se habían abierto de piernas muchas veces.
-¿te has ofrecido a la diosa Freya? -pregunté siendo eso lo único que me encajaba, que el don de la oráculo anidara en ella.Fuere como fuere mis botas estaban atadas y me alcé del lecho*
Negó con la cabeza.— tengo el don de mi madre, ella sigue teniéndolo. Es sólo que… no sé, no salgo mucho y mi padre intimida a la gente, otros simplemente creen que soy una bruja malvada, como tú…y yo prefiero leer sobre plantas o hacer un pastel para mis hermanos que emborracharme en la taberna.*
-¿prefieres hacer un pastel que enredarte conmigo en el lecho?- me eche a reir, esa era buena.- Tu padre intimida, por eso pensé que aquí serias mas libre, mas tu..me equivoque. De chocolate -dije ladeando la sonrisa -el pastel, ya me traerás un trozo.*
Resopló, ocultando sus mejillas enrojecidas al mirar por la ventana, ya era bastante vergonzoso que justamente Ragnar, que no tenía reparos en burlarse de ella supiera que no había estado con ningun chico.— Vale, cuando volvamos a Akershus te haré uno…vigila porque podría envenenarte, o convertirte en gato.*
-Miau -bromeé -correré el riesgo. Bueno, pues te dejo dormir o lo que quiera que hagas para saciar tu virginal cuerpo -apunté aun incrédulo. No sabia que decirle, si bien era cierto que en la taberna las palabras de su padre me habían dado a entender que no conocía varón, eso en el norte era algo que solo pasaba con las oráculos, ni las mujeres mas feas no habían catado hombre aunque fuera tras una buena borrachera.
-¿Buenas noches?*
Se giró a mirarlo algo confusa. ¿Que debería decirle? ¿Buenas noches y hasta mañana? O quizás que no se fuera? o…? Ella no tenía ni idea de esas cosas y con sus hermanos mayores no podía hablar del tema porque eran unos brutos y era mejor no hablar de eso. Quizás hablaría con su madre, que encontró a su padre siendo joven y fue su primer y único amor. — Si… ehm… claro… buenas noches.— se llevó inconscientemente los dedos a los labios y lo dejó marchar. Había sido extraño porque antes se hubiera esperado que uno de los aprendices del hospital se hubiera atrevido en un descanso, o incluso alguno de los amigos de Brökk, que eran todos de traca. Pero no esperaba que hubiera sucedido asi y menos con Ragnar.*
Salí de la habitación un tanto desorientado, no terminaba de entender a es mujer, quizás era todo una fachada que se gastaba. Si algo había aprendido es que había monstruos con bellos rostros humanos. Fuere como fuere, lo descubriría con el tiempo, algo me decía que su familia y la mí iba pronto a quedar enlazada con un futuro incierto, uno de sangre y sufrimiento. Regresé a la taberna a perderme entre otros cuerpos, otros labios pero sin poder sacar de mi cabeza su maldito beso.*
Se quedó sentada sobre la cama reviviendo una y otra vez ese momento y recordando después su extrañeza. Debía ser muy fácil para Ragnar encontrar compañía y diversión y se había quedado perplejo por su negativa, que más que una negativa había sido una declaración de su ignorancia en esos temas. La noche pasó en blanco, el sueño fue ligero y poco reparador, le llegaban flashes a la mente sobre la visión, sobre el ataque del bosque, sobre el beso de Ragnar…todo junto hacía una mezcla abrumadora y se despertó tras una pesadilla en la que el cazador la besaba y cuando se apartaba de él tenía fauces de huargo. Emprenderían camino de nuevo a Akershus y se acabaría esa excursión fatídica.*
A la mañana siguiente emprendimos camino hacia Akershus, las cestas iban a rebosar de las plantas necesarias para elaborar los ungüentos que sanarían a los guerreros, así que se podía decir que la misión había sido un éxito pese al susto inicial del primer día. Öda guardaba silencio, yo tampoco estaba demasiado hablador, mas pendiente de que el camino estuviera despejado, me centré en mi trabajo, hasta que tras mas de medio día de viaje alcanzamos las puertas de nuestro hogar. Cada uno podría seguir su camino hasta que nos volviéramos a encontrar.*
Cuando entraron en la ciudad los críos corrieron hacia el carro, muchas veces los usaban de mensajeros o a llevar algun tarro a alguien que no podía moverse de casa hasta que ellos pudieran ir a visitarlos. Öda se despidió de sus compañeros del hospital y se acercó a Ragnar para despedirse antes de poner rumbo a casa.
— No diremos nada, como quedamos, al menos por el momento ¿no? Que pases un buen día Ragnar.*
Elevé la mirada cuando la hechicera se paró frene a mi, instintivamente me relamí los labios como si con ese gesto recordara el beso al que sin quererlo le había estado dando vueltas. -Si, es lo mejor -dije tajante -mantengamos lo acordado, al menos por el momento.- Extendí la mano en su dirección para estrechar la de la bruja. -Hasta que volvamos a vernos.*
Unos días más tarde su madre le encargó que visitara a Khayla en su casa, que le llevara un ungüento especial que hacían con magia wiccana, con un hechizo muy concreto y que servía para relajar los tendones contracturados por la lesión, eso le quitaba movilidad y cuando se iban relajando recuperaba un poco de movimiento en su mano derecha y su costado derecho en general. Öda cruzó la ciudad para detenerse frente a la casa que antiguamente perteneció a la familia de Lund y llamó a la puerta. Fue Ragnar quien abrió.
— Hola, vengo a traerle esto a tu madre y si está, a ayudarla a ponérselo.— Aunque ellos ya debían estar acostumbrados, porque desde que la lesión avanzó una vez al mes le colocaban el ungüento envuelto en paños calientes.*
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Sentado en la mesa del comedor, con el bestiario abierto por la pagina donde dibuje a Öda. Añadía anotaciones a pie de pagina sobre la visión que me había narrado. Ademas, con anterioridad, indiqué su poder para controlar tempestades y según había escuchado, que no presenciado, podía ejercer poder sobre los muertos, nigromancia lo llamaban. Fue entonces cuando llamaron a la puerta, pensé que seria madre y que como de costumbre había dejado la llave del porton en casa o en cualquier lado olvidada, así que di un sorbo al café y me levanté a abrir.
La bruja y no mi madre, estaba al otro lado de la puerta, mis ojos deambularon pro su cuerpo lentamente casi sin quererlo, hasta que escuché lo que decía.
-Claro, pasa, mi madre está ayudando al conde con los jóvenes, pero dudo tarde mucho en llegar.- Me hice a un lado para que pasara a mi casa y cerré la puerta una vez ambos quedamos en el interior. -¿quieres un café mientras la esperas? -pregunté.*
—Vale, claro.— Pasó al interior y dejó el tarro y los paños sobre una mesa mientras se sentaba. Le echó una mirada de reojo a su cuaderno de bestias preguntándose si ella estaría allí catalogada con sus poderes, sus debilidades…se preguntó si también escribía como matarla. Retiró los ojos del cuaderno.— Esta mañana han llegado al hospital dos leñadores que decían haber oído y visto una criatura extraña en el bosque. Supongo que además del alcohol que habían ingerido, es posible que algo ronde por allí, me dijeron que lo vieron cerca de la cascada de cristal.— ¿Por qué le decía eso? Porque quizás hubiera algo que investigar allí, algun bicho más para su colección.*
Le serví una taza de cafe llevándole el azucarero para que ella misma lo dejara a su gusto y tomé asiento a su lado apartando de su alcancé de forma instintiva mi bestiario.
-Eso he oido, una mujer que había ido a lavar la ropa de la familia asegura haber escuchado ruidos extraños -me encogí de hombros -en dos días habrá luna llena y no quiero arriesgarme, así que mi intención es ir esta noche a ver que encuentro, mi hermano está de misión fuera de Akershus, así que digamos que últimamente no tengo mucha tregua -aseguré enseñándole mi taza de café -vivo a base de cafeína ¿no tendrás algo para mantenerme despierto verdad? -bromeé -la cascada de cristal, bien, empezaré por ahí.*
—Oh, sí, claro que hay hierbas para eso, pero no es muy recomendable. Irías por ahí eufórico.— Se centró en su café, poniendole mucho azúcar porque no le gustaba el sabor tan amargo.— Puedo acompañarte hasta la puerta de la ciudad si quieres… no creo que más allá, mi padre se volvería loco si supiera que me he ido de excursión nocturna al bosque a buscar criaturas extrañas.. Hoy va a llover… puedo mantener la lluvia lejos de ti si es lo que necesitas.*
Negué con la cabeza llevando de nuevo la taza a mis labios para dar un trago.
-No me molesta la lluvia, si Thor decide que es con agua con lo que he de cazar ¿quien soy yo para negarme a su reto? Prefiero que te mantengas en la aldea, segura. Höor va a decretar toque de queda hasta que cacé a la criatura, esta demasiado cerca de la ciudadela y es mejor no arriesgarse, cuando la noche caiga ,debéis todos estar a salvo tras estos muros.*
—Ten cuidado… es…— iba a decir que era peligroso, pero eso ya lo sabía, era una obviedad decirlo. Lo que en verdad quería decir es que no quería que se expusiera porque se preocupaba por él. Deslizó su mano sobre la de Ragnar y luego la retiró, fue un pequeño acto reflejo.*
Bajé la mirada hasta su mano, que permaneció un instante sobre la mía lo que me llevo a ladear en silencio la sonrisa.
-Cazar y no exponerse es algo que no siempre va de la mano -aseguré guiñándole un ojo -con suerte os libráis de los dos únicos cazadores de Akershus - bromeé apurando la taza de cafe antes de bostezar.*
—Puedo hacerte un hechizo para robarte el sueño por unas horas…pero como odias la magia…— se encogió de hombros y bebió un sorbo de su taza.— Mi hermano estará fuera de misión al menos un mes, supongo que no pasará nada.*
-No odio la magia, simplemente no la comparto, debe estar en manos de nuestros dioses. La noche hará su papel, me despertara con su gelidez y la adrenalina el resto, mañana volveré a Akershus con la pieza cobrada, si esa es la voluntad de los dioses.
Mi hermano también estará fuera unos meses, así que puedes estar tranquila, no tocará a tu hermano hasta entonces.*
La puerta se abrió y Khayla entró renqueante, cuando iba llegando esas fechas del mes, sus tendones se negaban a funcionar. Öda ya lo sabía, su madre llevaba años elaborando un ungüento con hierbas y magia wiccana que le devolvían la movilidad a sus músculos contraídos por las graves lesiones sufridas años atrás. No habían podido usar la magia curativa porque estaba embarazada de Niord y la magia de ese tipo siempre tenía un precio. La guerrera rubia sonrió de medio lado, seguía siendo una diosa de la guerra, Öda siempre había admirado a las mujeres de férreo carácter como ella o Danielle porque eran lo contrario a ella o a su madre, más inclinadas a ceder el terreno que a conquistarlo. Su madre siempre le había contado que Khayla tuvo una recuperación durísima, que fue un ejemplo de superación, coraje y voluntad de hierro.
— ¡Hola señora Arund! Mi madre no podía venir hoy, así que si no le importa que sea yo quien le coloque los paños…— la había acompañado en algunas ocasiones pero no había ido sola nunca.
— No, claro que no. ¿Te ha ofrecido algo este tarugo o has tenido que hacer tú el café?.— le revolvió el pelo a su hijo, no es que fuera la madre más más cariñosa del mundo, pero desde luego sí una leona con los suyos.
—No señora, lo ha hecho él.— le sonrió a Ragnar.— y está bueno…
—eso si que es nuevo.— le guiñó el ojo a la muchacha, porque le parecía una mini Giuliana en toda regla, pero sin sartén. Aún no había heredado la mala leche de la bruja. Ella apreciaba a la hechicera, había estado ahí para cuidarla, había estado ahí cuando tuvo dos partos muy complejos y siempre asumía más riesgos y más costes de los que debería arriesgándose por todos ellos.
Öda apuró el café y fue a calentar los paños con agua que atemperó en el hornillo. Khayla fue a tumbarse en la cama tras quitarse la armadura, cuando untara su cuerpo con esa pasta y le pusiera encima las toallas calientes sentiría cómo se le adormecían los miembros y un hormigueo como agujas la sacudiría durante unos minutos, pero luego podría estar bien durante un mes. La bruja se arremangó las mangas de la camisa y se sujetó el pelo en la coronilla para no ensuciárselo, fue masajeando con cuidado y cubriendo con paños.
—¿Sabe qué? He estado repasando la fórmula de mi madre y creo que le vendría bien un ajuste, creo que podría conseguir que su efecto se alargase a dos meses. Si quiere que lo probemos, la próxima vez elaboraré la nueva receta.
Öda no se conformaba con seguir los pasos de su madre, quería mejorar las cosas y si bien su madre era un gran ejemplo para ella, pensaba que podía ir un paso más allá. A eso se dedicaba mayoritariamente mientras las muchachas de su edad iban a la taberna, ella leía y probaba cosas en el sótano donde Giuliana había practicado la magia durante décadas.*
Mi madre llegó renqueante, cuando el mes iba pasando, los dolores regresaban y volvía a necesitar la dosis de medicina que las brujas le aplicaban para que al menos pudiera mantenerse en pie y andar. Mi madre era una guerrera, podía ver la frustración en su mirada cuando padre era enviado de misión fuera de Akershus y ella quedaba relegada a simplemente entrenar a jóvenes, ser una leyenda para ellos, pero una con un final trágico.
Mi hermano y yo hacíamos cuanto podíamos por animarla, pocas eran las veces que ese tema salía en casa y cuando lo hacia guardábamos un silencio incomodo porque no habían palabras para clamar su desazón en ninguno de los casos. Öda entró con mi madre en la habitación, mientras yo volvía a mi bestiario, apuntando los últimos descubrimientos. En cuanto llegara el ocaso partiría, tenia listas las armas, el petate en la puerta con algo que llevarme a la boca, cuerdas, una antorcha, aceite de quemar, yesca y pedernal.*
No quería darle espranzas vanas a Khayla, en verdad se creía capaz de mejorar la fórmula y quería probar algo que había leído en un antiguo libro sobre medicina oriental.
— ¿le importaría que probase algo? Es solo una pequeña aguja. Bueno, en realidad son tres. Verá, en China creen que estamos hechos de energía y que ésta se conecta a través de los miles de nervios que nos recorren. Cuando no algo no funciona es porque esa energía está alterada y necesita recolocarse, y lo hacen insertando agujas en los lugares que… bueno, es un poco técnico. A lo que voy es a que creo que puedo mejorar su mano derecha si me deja intentarlo.— Le enseñó las finísimas agujas y ante su asentimiento, las colocó en diferentes puntos por el brazo, la espalda y el dedo como había estudiado. Tras darle un ratito de conversación, la dejó tranquila decansar un rato y cuando fue la hora se las retiró. Khayla movió la mano y frunció el ceño.
— ¿qué pasa? Está peor? He hecho algo que la ha empeorado?
— no. Al revés.
—¿en serio? Me alegro! Pues estudiaré más sobre la acupuntura china.— suspiró aliviada y muy satisfecha por haber podido ayudar un poco más a alguien con sus conocimientos. Recogió los trastos y se detuvo un momento donde Ragnar.
— Que tengas buena noche y… ten cuidado.*
Öda parecía haber terminado las curas a mi madre, salía contenta, así que deduje que había ido bien. Ambas tenían una buena relación. Giuliana había ayudado mucho a mi madre y eso era algo que yo no podía negar en ninguno de los casos. Cuando Öda se detuvo frente a mi me alcé de la silla cerrando el bestiario que introduje en el bolsillo interior del chaleco.
-Me voy ya también, es la hora...si quieres te acompaño un trozo hasta cerca de tu casa, me viene de paso.
No respondí a us ten cuidado, iba en busca de una bestia, y era obvio que ir con cuidado y eso eran dos cosas opuestas.
-Espera un segundo, voy a despedirme de mi madre.
Entré en la habitación, madre movía una mano, parecía contenta, solía pasarle después de la medicación ya que le quitaba los dolores.
-Me voy madre -atajé chocando con suavidad mi frente con la suya y cerrando los ojos - nos vemos pronto.*
La bruja y no mi madre, estaba al otro lado de la puerta, mis ojos deambularon pro su cuerpo lentamente casi sin quererlo, hasta que escuché lo que decía.
-Claro, pasa, mi madre está ayudando al conde con los jóvenes, pero dudo tarde mucho en llegar.- Me hice a un lado para que pasara a mi casa y cerré la puerta una vez ambos quedamos en el interior. -¿quieres un café mientras la esperas? -pregunté.*
—Vale, claro.— Pasó al interior y dejó el tarro y los paños sobre una mesa mientras se sentaba. Le echó una mirada de reojo a su cuaderno de bestias preguntándose si ella estaría allí catalogada con sus poderes, sus debilidades…se preguntó si también escribía como matarla. Retiró los ojos del cuaderno.— Esta mañana han llegado al hospital dos leñadores que decían haber oído y visto una criatura extraña en el bosque. Supongo que además del alcohol que habían ingerido, es posible que algo ronde por allí, me dijeron que lo vieron cerca de la cascada de cristal.— ¿Por qué le decía eso? Porque quizás hubiera algo que investigar allí, algun bicho más para su colección.*
Le serví una taza de cafe llevándole el azucarero para que ella misma lo dejara a su gusto y tomé asiento a su lado apartando de su alcancé de forma instintiva mi bestiario.
-Eso he oido, una mujer que había ido a lavar la ropa de la familia asegura haber escuchado ruidos extraños -me encogí de hombros -en dos días habrá luna llena y no quiero arriesgarme, así que mi intención es ir esta noche a ver que encuentro, mi hermano está de misión fuera de Akershus, así que digamos que últimamente no tengo mucha tregua -aseguré enseñándole mi taza de café -vivo a base de cafeína ¿no tendrás algo para mantenerme despierto verdad? -bromeé -la cascada de cristal, bien, empezaré por ahí.*
—Oh, sí, claro que hay hierbas para eso, pero no es muy recomendable. Irías por ahí eufórico.— Se centró en su café, poniendole mucho azúcar porque no le gustaba el sabor tan amargo.— Puedo acompañarte hasta la puerta de la ciudad si quieres… no creo que más allá, mi padre se volvería loco si supiera que me he ido de excursión nocturna al bosque a buscar criaturas extrañas.. Hoy va a llover… puedo mantener la lluvia lejos de ti si es lo que necesitas.*
Negué con la cabeza llevando de nuevo la taza a mis labios para dar un trago.
-No me molesta la lluvia, si Thor decide que es con agua con lo que he de cazar ¿quien soy yo para negarme a su reto? Prefiero que te mantengas en la aldea, segura. Höor va a decretar toque de queda hasta que cacé a la criatura, esta demasiado cerca de la ciudadela y es mejor no arriesgarse, cuando la noche caiga ,debéis todos estar a salvo tras estos muros.*
—Ten cuidado… es…— iba a decir que era peligroso, pero eso ya lo sabía, era una obviedad decirlo. Lo que en verdad quería decir es que no quería que se expusiera porque se preocupaba por él. Deslizó su mano sobre la de Ragnar y luego la retiró, fue un pequeño acto reflejo.*
Bajé la mirada hasta su mano, que permaneció un instante sobre la mía lo que me llevo a ladear en silencio la sonrisa.
-Cazar y no exponerse es algo que no siempre va de la mano -aseguré guiñándole un ojo -con suerte os libráis de los dos únicos cazadores de Akershus - bromeé apurando la taza de cafe antes de bostezar.*
—Puedo hacerte un hechizo para robarte el sueño por unas horas…pero como odias la magia…— se encogió de hombros y bebió un sorbo de su taza.— Mi hermano estará fuera de misión al menos un mes, supongo que no pasará nada.*
-No odio la magia, simplemente no la comparto, debe estar en manos de nuestros dioses. La noche hará su papel, me despertara con su gelidez y la adrenalina el resto, mañana volveré a Akershus con la pieza cobrada, si esa es la voluntad de los dioses.
Mi hermano también estará fuera unos meses, así que puedes estar tranquila, no tocará a tu hermano hasta entonces.*
La puerta se abrió y Khayla entró renqueante, cuando iba llegando esas fechas del mes, sus tendones se negaban a funcionar. Öda ya lo sabía, su madre llevaba años elaborando un ungüento con hierbas y magia wiccana que le devolvían la movilidad a sus músculos contraídos por las graves lesiones sufridas años atrás. No habían podido usar la magia curativa porque estaba embarazada de Niord y la magia de ese tipo siempre tenía un precio. La guerrera rubia sonrió de medio lado, seguía siendo una diosa de la guerra, Öda siempre había admirado a las mujeres de férreo carácter como ella o Danielle porque eran lo contrario a ella o a su madre, más inclinadas a ceder el terreno que a conquistarlo. Su madre siempre le había contado que Khayla tuvo una recuperación durísima, que fue un ejemplo de superación, coraje y voluntad de hierro.
— ¡Hola señora Arund! Mi madre no podía venir hoy, así que si no le importa que sea yo quien le coloque los paños…— la había acompañado en algunas ocasiones pero no había ido sola nunca.
— No, claro que no. ¿Te ha ofrecido algo este tarugo o has tenido que hacer tú el café?.— le revolvió el pelo a su hijo, no es que fuera la madre más más cariñosa del mundo, pero desde luego sí una leona con los suyos.
—No señora, lo ha hecho él.— le sonrió a Ragnar.— y está bueno…
—eso si que es nuevo.— le guiñó el ojo a la muchacha, porque le parecía una mini Giuliana en toda regla, pero sin sartén. Aún no había heredado la mala leche de la bruja. Ella apreciaba a la hechicera, había estado ahí para cuidarla, había estado ahí cuando tuvo dos partos muy complejos y siempre asumía más riesgos y más costes de los que debería arriesgándose por todos ellos.
Öda apuró el café y fue a calentar los paños con agua que atemperó en el hornillo. Khayla fue a tumbarse en la cama tras quitarse la armadura, cuando untara su cuerpo con esa pasta y le pusiera encima las toallas calientes sentiría cómo se le adormecían los miembros y un hormigueo como agujas la sacudiría durante unos minutos, pero luego podría estar bien durante un mes. La bruja se arremangó las mangas de la camisa y se sujetó el pelo en la coronilla para no ensuciárselo, fue masajeando con cuidado y cubriendo con paños.
—¿Sabe qué? He estado repasando la fórmula de mi madre y creo que le vendría bien un ajuste, creo que podría conseguir que su efecto se alargase a dos meses. Si quiere que lo probemos, la próxima vez elaboraré la nueva receta.
Öda no se conformaba con seguir los pasos de su madre, quería mejorar las cosas y si bien su madre era un gran ejemplo para ella, pensaba que podía ir un paso más allá. A eso se dedicaba mayoritariamente mientras las muchachas de su edad iban a la taberna, ella leía y probaba cosas en el sótano donde Giuliana había practicado la magia durante décadas.*
Mi madre llegó renqueante, cuando el mes iba pasando, los dolores regresaban y volvía a necesitar la dosis de medicina que las brujas le aplicaban para que al menos pudiera mantenerse en pie y andar. Mi madre era una guerrera, podía ver la frustración en su mirada cuando padre era enviado de misión fuera de Akershus y ella quedaba relegada a simplemente entrenar a jóvenes, ser una leyenda para ellos, pero una con un final trágico.
Mi hermano y yo hacíamos cuanto podíamos por animarla, pocas eran las veces que ese tema salía en casa y cuando lo hacia guardábamos un silencio incomodo porque no habían palabras para clamar su desazón en ninguno de los casos. Öda entró con mi madre en la habitación, mientras yo volvía a mi bestiario, apuntando los últimos descubrimientos. En cuanto llegara el ocaso partiría, tenia listas las armas, el petate en la puerta con algo que llevarme a la boca, cuerdas, una antorcha, aceite de quemar, yesca y pedernal.*
No quería darle espranzas vanas a Khayla, en verdad se creía capaz de mejorar la fórmula y quería probar algo que había leído en un antiguo libro sobre medicina oriental.
— ¿le importaría que probase algo? Es solo una pequeña aguja. Bueno, en realidad son tres. Verá, en China creen que estamos hechos de energía y que ésta se conecta a través de los miles de nervios que nos recorren. Cuando no algo no funciona es porque esa energía está alterada y necesita recolocarse, y lo hacen insertando agujas en los lugares que… bueno, es un poco técnico. A lo que voy es a que creo que puedo mejorar su mano derecha si me deja intentarlo.— Le enseñó las finísimas agujas y ante su asentimiento, las colocó en diferentes puntos por el brazo, la espalda y el dedo como había estudiado. Tras darle un ratito de conversación, la dejó tranquila decansar un rato y cuando fue la hora se las retiró. Khayla movió la mano y frunció el ceño.
— ¿qué pasa? Está peor? He hecho algo que la ha empeorado?
— no. Al revés.
—¿en serio? Me alegro! Pues estudiaré más sobre la acupuntura china.— suspiró aliviada y muy satisfecha por haber podido ayudar un poco más a alguien con sus conocimientos. Recogió los trastos y se detuvo un momento donde Ragnar.
— Que tengas buena noche y… ten cuidado.*
Öda parecía haber terminado las curas a mi madre, salía contenta, así que deduje que había ido bien. Ambas tenían una buena relación. Giuliana había ayudado mucho a mi madre y eso era algo que yo no podía negar en ninguno de los casos. Cuando Öda se detuvo frente a mi me alcé de la silla cerrando el bestiario que introduje en el bolsillo interior del chaleco.
-Me voy ya también, es la hora...si quieres te acompaño un trozo hasta cerca de tu casa, me viene de paso.
No respondí a us ten cuidado, iba en busca de una bestia, y era obvio que ir con cuidado y eso eran dos cosas opuestas.
-Espera un segundo, voy a despedirme de mi madre.
Entré en la habitación, madre movía una mano, parecía contenta, solía pasarle después de la medicación ya que le quitaba los dolores.
-Me voy madre -atajé chocando con suavidad mi frente con la suya y cerrando los ojos - nos vemos pronto.*
Ragnar- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Esperó en la puerta, animada por la idea de encontrar en esos insufribles libros las respuestas que pudieran guardar y que tantos beneficios podrían tener para los enfermos o heridos. Su madre nunca dormía cuando alguno se iba de misión peligrosa, o se dormía con ese suelo vigilante que casi siempre dejaba la puerta abierta a las premoniciones. Podía entender a Khayla y ella misma que recibía a los hombres con heridas terribles, a veces pensaba que aquello era una barbaridad, pero el fuego del coraje y de la libertad corría por las venas de los habitantes de Akershus y siempre sería así. Cada cual tendría su papel y el de ella algún día sería esperar la llegada de los suyos, con su escudo o sobre él. Cuando Ragnar salió y cerró la puerta caminaron hacia casa de Öda. Iba algo taciturna pensando en algo hasta que decidió decirlo.
— No te rías… igual es una tontería pero… ¿si te presto una cosa me la devolverás?*
Caminábamos rumbo a la casa de Oda, no estaba lejos del castillo y de camino me pillaba el porton para salir de la fortificación. Cuando nos detuvimos en el cruce de caminos que a ella la llevaría a su casa y a mi a mi destino, me hizo una pregunta que no esperaba y menos entendía, pero que me llevo a ladear la sonrisa.
-¿que enigmática? Si, supongo. Si me prestas algo te lo devolveré -afirmé finalmente -no así si me lo regalas.*
Se detuvo un momento y sacó del bolsillo un cordón de cuero al final del cual pendía una piedra rojiza con una runa tallada, Alghiz, la runa en forma de tridente que garantizaba protección y victoria. Se la tendió a Ragnar.
- Me la regaló un druida del norte, uno de los que salvaron tu padre y el mio. Me dijo que siempre me traería suerte, que los dioses estarían de mi lado siempre que la llevara. Creo que hoy la necesitarás.*
Por unos segundos mis ojos se anclaron a la piedra rojiza, me debatí entre tomarla o no hacerlo, hasta que mis manos sobrevolaron la distancia sobre la ajena cerrándola en un puño donde quedó la piedra resguardada.
-No quiero magia, lo haré por mi mismo, espero te proteja, no todos los monstruos habitan fuera de estos muros -besé su frente antes de soltar su mano sin apartar de ella mi mirada.*
— pero… no es mágica.—en su rostro se podía leer de nuevo la impotencia que le producía el rechazo de Ragnar por todo lo que hacía y decía.— De acuerdo. No quieres nada que tenga que ver conmigo.— Bajó los ojos a su propia mano donde tenía la runa y la guardó de nuevo en el bolsillo. Tenía un mal presentimiento, pero no quería magia, no quería ayuda, no quería saber nada de ella. No iba a imponer su voluntad porque ella no era nadie para hacerlo. Echó a andar hacia su casa, era frustrante, pero no podía hacer nada para remediar eso.*
No había dicho que no quisiera saber nada de ella, chasqueé la legua tensando el gesto .Pero eso no impidió que guardara silencio ¿Que iba a decirle? ¿que me gustaba? No, eso no era posible, yo era un cazador y sacarla de mi cabeza era lo mas sensato, lo mejor. Su hermano tarde o temprano se enfrentaría al mío, nuestras familias entrelazarían sus sinos y la sangre correría. Estaba seguro porque esa porfecía no era la primera vez que la escuchaba...
Se dio la vuelta para irse, ojalá no me quedara con cosas en el tintero que decirle, pero se hacia tarde y tener la cabeza en otra parte no ayudaba para cazar bestias en la noche.*
Se cerró la puerta tras ella y el ruido del jaleo en el comedor de su casa la obligó a tratar de sonreir al llegar. Saludó a todos, iban a cenar en un rato, pero dijo que no tenía hambre, que la habían invitado a algo en casa de los Arund y que prefería irse a dormir. Su madre supo de inmediato que no era cierto, asi que cuando todo estuvo tranquilo subió a su cuarto y la vio sentada frente a un libro de hechizo de protección. Le dio un beso en la sien.
— ¿cuál buscas?
— uno que funcione a distancia…— su madre no preguntó para quien era pero se lo podía oler y era mejor no sacar el tema demasiado.
— Esos son muy complejos y no siempre funcionan, pero si quieres que te ayude, podemos bajar al sótano.— Öda agradeció a su madre su comprensión y ambas bajaron a la estancia que tenía Giuliana para practicar. Allí prepararon los ingredientes, recitaron las salvaguardas, invocaron la suerte y a todos los espíritus protectores que estuvieran presentes cerca del destinatario. Finalmente Öda escribió su nombre en un papel, quemándolo después y soplando las cenizas sobre un pequeño pebetero del cual salió un fogonazo verde. Estaba lanzado, pero el resultado sería incierto.
— Y ahora a la cama… ya no puedes hacer nada más, está en manos de los dioses.— la acompañó arriba, ella jamás se metería en las relaciones de sus hijos, porque no concebía la vida sin Ulf y seguramente si lo pensaba friamente no sería el marido que le convenía.*
Una vez fuera de Akershus me dirigí a esa cascada donde según los hombres borrachos y la mujer que lavaba las ropas habían escuchado y visto algo grande, una bestia que les arrancaba el sueño y a los norteños pocas cosas a estas alturas podían sorprendernos.
Pasé horas siguiendo un rastro de pisadas bípedas y de grandes dimensiones. El caso es que parecía pese a su tamaño ser muy capaz de camuflar su rastro, como si el bicho lejos de ser irracional tuviera cierto raciocinio, de ser así complicaba mucho las cosas, pues podría bien estar ante un igual.
La noche fue golpeando con mas rudeza, una ventisca se alzó de pronto en aquel bosque cada vez mas profundo, denso y de copas tan tupidas que ni los rayos de la luna eran capaces de traspasar. Pasé horas hasta que de nuevo dí con el rastro, no había cenado, mi cuerpo estaba ligeramente entumecido y a traspiés, como si no fuera el único que acechaba, una bestia me salió de frente. Su cuerpo era rojo fuego, dos cuernos de grandes dimensiones coronaban una cabeza prominente y tosca con ojos ígneos y afiladas fauces.
En la parte alta de su cabeza un pelo negruzco en forma de cresta descendía hasta la mitad de su espalda, portaba un hacha dantesca en su diestra que no dudó en dejar caer sobre mi forzándome a rodar por la tierra mientras desenvainaba mi acero. Me sacaba dos cuerpos y medio y su hacha duplicaba el tamaño de mi bastarda, no había que ser muy inteligente para saber que esta batalla no la tenia precisamente ganada.*
No podía dormir, pero el esfuerzo de la magia después de un duro dia de trabajo la había dejado agotada y finalmente cerró los ojos. Durmió sin sueños y se despertó con el primer canto del gallo, aun no clareaba el alba. Se enrolló en un chal y bajó a desayunar algo, no había cenado y el estómago se quejaba. Mordisqueó un poco de pan distraídamente. ¿Ragnar habría regresado? ¿estaría ya en su casa echado en su cama y durmiendo a pierna suelta? Y si lo estaba…se sentiría como una estúpida por preocuparse tanto.*
A mele, el ruido de los aceros se extendió por el bosque alzando una manada de cuervos. Hoy el Valhalla abria sus puertas al guerrero. La bastarda danzaba entre mis manos con violencia mientras quebraba los golpes buscando los flancos de un ser cuyo cuerpo parecía tener una armadura natural tan elevada que ni siquiera sangraba.
Jadeaba frente al enemigo, mirándolo de frente tras un enfrentamiento demasiado largo, buscando su punto débil, me di cuenta que mi cuerpo temblaba fruto del esfuerzo. Mi ultima oportunidad, fue fugaz, me lancé hacia delante y cuando lanzó su brazo en mi dirección salté apoyando mi pie derecho, reflexionando la rodilla y tomando impulso hasta quedar en el aire, hundí mi acero en su ojo ígneo como el fuego. Un berrido de dolor atravesó la garganta de la bestia, seguido de un deje angustioso propio al notar su cuerno embestir mi estomago saliendo por el lateral de mi espalda.
Caí de bruces al suelo tal y como el demonio sacudía su cabeza, malherido, dejando un reguero carmesí sobre la fresca hierba del rocío de la mañana, pero aprovechando que su ojo malherido no le daba tregua y había perdido gran parte de la visión, me deslicé por un pequeño montículo hacia bajo. Mi cuerpo rodó, jadeé de dolor apretando mis tripas hasta golpear contra la orilla de un rio.
— No te rías… igual es una tontería pero… ¿si te presto una cosa me la devolverás?*
Caminábamos rumbo a la casa de Oda, no estaba lejos del castillo y de camino me pillaba el porton para salir de la fortificación. Cuando nos detuvimos en el cruce de caminos que a ella la llevaría a su casa y a mi a mi destino, me hizo una pregunta que no esperaba y menos entendía, pero que me llevo a ladear la sonrisa.
-¿que enigmática? Si, supongo. Si me prestas algo te lo devolveré -afirmé finalmente -no así si me lo regalas.*
Se detuvo un momento y sacó del bolsillo un cordón de cuero al final del cual pendía una piedra rojiza con una runa tallada, Alghiz, la runa en forma de tridente que garantizaba protección y victoria. Se la tendió a Ragnar.
- Me la regaló un druida del norte, uno de los que salvaron tu padre y el mio. Me dijo que siempre me traería suerte, que los dioses estarían de mi lado siempre que la llevara. Creo que hoy la necesitarás.*
Por unos segundos mis ojos se anclaron a la piedra rojiza, me debatí entre tomarla o no hacerlo, hasta que mis manos sobrevolaron la distancia sobre la ajena cerrándola en un puño donde quedó la piedra resguardada.
-No quiero magia, lo haré por mi mismo, espero te proteja, no todos los monstruos habitan fuera de estos muros -besé su frente antes de soltar su mano sin apartar de ella mi mirada.*
— pero… no es mágica.—en su rostro se podía leer de nuevo la impotencia que le producía el rechazo de Ragnar por todo lo que hacía y decía.— De acuerdo. No quieres nada que tenga que ver conmigo.— Bajó los ojos a su propia mano donde tenía la runa y la guardó de nuevo en el bolsillo. Tenía un mal presentimiento, pero no quería magia, no quería ayuda, no quería saber nada de ella. No iba a imponer su voluntad porque ella no era nadie para hacerlo. Echó a andar hacia su casa, era frustrante, pero no podía hacer nada para remediar eso.*
No había dicho que no quisiera saber nada de ella, chasqueé la legua tensando el gesto .Pero eso no impidió que guardara silencio ¿Que iba a decirle? ¿que me gustaba? No, eso no era posible, yo era un cazador y sacarla de mi cabeza era lo mas sensato, lo mejor. Su hermano tarde o temprano se enfrentaría al mío, nuestras familias entrelazarían sus sinos y la sangre correría. Estaba seguro porque esa porfecía no era la primera vez que la escuchaba...
Se dio la vuelta para irse, ojalá no me quedara con cosas en el tintero que decirle, pero se hacia tarde y tener la cabeza en otra parte no ayudaba para cazar bestias en la noche.*
Se cerró la puerta tras ella y el ruido del jaleo en el comedor de su casa la obligó a tratar de sonreir al llegar. Saludó a todos, iban a cenar en un rato, pero dijo que no tenía hambre, que la habían invitado a algo en casa de los Arund y que prefería irse a dormir. Su madre supo de inmediato que no era cierto, asi que cuando todo estuvo tranquilo subió a su cuarto y la vio sentada frente a un libro de hechizo de protección. Le dio un beso en la sien.
— ¿cuál buscas?
— uno que funcione a distancia…— su madre no preguntó para quien era pero se lo podía oler y era mejor no sacar el tema demasiado.
— Esos son muy complejos y no siempre funcionan, pero si quieres que te ayude, podemos bajar al sótano.— Öda agradeció a su madre su comprensión y ambas bajaron a la estancia que tenía Giuliana para practicar. Allí prepararon los ingredientes, recitaron las salvaguardas, invocaron la suerte y a todos los espíritus protectores que estuvieran presentes cerca del destinatario. Finalmente Öda escribió su nombre en un papel, quemándolo después y soplando las cenizas sobre un pequeño pebetero del cual salió un fogonazo verde. Estaba lanzado, pero el resultado sería incierto.
— Y ahora a la cama… ya no puedes hacer nada más, está en manos de los dioses.— la acompañó arriba, ella jamás se metería en las relaciones de sus hijos, porque no concebía la vida sin Ulf y seguramente si lo pensaba friamente no sería el marido que le convenía.*
Una vez fuera de Akershus me dirigí a esa cascada donde según los hombres borrachos y la mujer que lavaba las ropas habían escuchado y visto algo grande, una bestia que les arrancaba el sueño y a los norteños pocas cosas a estas alturas podían sorprendernos.
Pasé horas siguiendo un rastro de pisadas bípedas y de grandes dimensiones. El caso es que parecía pese a su tamaño ser muy capaz de camuflar su rastro, como si el bicho lejos de ser irracional tuviera cierto raciocinio, de ser así complicaba mucho las cosas, pues podría bien estar ante un igual.
La noche fue golpeando con mas rudeza, una ventisca se alzó de pronto en aquel bosque cada vez mas profundo, denso y de copas tan tupidas que ni los rayos de la luna eran capaces de traspasar. Pasé horas hasta que de nuevo dí con el rastro, no había cenado, mi cuerpo estaba ligeramente entumecido y a traspiés, como si no fuera el único que acechaba, una bestia me salió de frente. Su cuerpo era rojo fuego, dos cuernos de grandes dimensiones coronaban una cabeza prominente y tosca con ojos ígneos y afiladas fauces.
En la parte alta de su cabeza un pelo negruzco en forma de cresta descendía hasta la mitad de su espalda, portaba un hacha dantesca en su diestra que no dudó en dejar caer sobre mi forzándome a rodar por la tierra mientras desenvainaba mi acero. Me sacaba dos cuerpos y medio y su hacha duplicaba el tamaño de mi bastarda, no había que ser muy inteligente para saber que esta batalla no la tenia precisamente ganada.*
No podía dormir, pero el esfuerzo de la magia después de un duro dia de trabajo la había dejado agotada y finalmente cerró los ojos. Durmió sin sueños y se despertó con el primer canto del gallo, aun no clareaba el alba. Se enrolló en un chal y bajó a desayunar algo, no había cenado y el estómago se quejaba. Mordisqueó un poco de pan distraídamente. ¿Ragnar habría regresado? ¿estaría ya en su casa echado en su cama y durmiendo a pierna suelta? Y si lo estaba…se sentiría como una estúpida por preocuparse tanto.*
A mele, el ruido de los aceros se extendió por el bosque alzando una manada de cuervos. Hoy el Valhalla abria sus puertas al guerrero. La bastarda danzaba entre mis manos con violencia mientras quebraba los golpes buscando los flancos de un ser cuyo cuerpo parecía tener una armadura natural tan elevada que ni siquiera sangraba.
Jadeaba frente al enemigo, mirándolo de frente tras un enfrentamiento demasiado largo, buscando su punto débil, me di cuenta que mi cuerpo temblaba fruto del esfuerzo. Mi ultima oportunidad, fue fugaz, me lancé hacia delante y cuando lanzó su brazo en mi dirección salté apoyando mi pie derecho, reflexionando la rodilla y tomando impulso hasta quedar en el aire, hundí mi acero en su ojo ígneo como el fuego. Un berrido de dolor atravesó la garganta de la bestia, seguido de un deje angustioso propio al notar su cuerno embestir mi estomago saliendo por el lateral de mi espalda.
Caí de bruces al suelo tal y como el demonio sacudía su cabeza, malherido, dejando un reguero carmesí sobre la fresca hierba del rocío de la mañana, pero aprovechando que su ojo malherido no le daba tregua y había perdido gran parte de la visión, me deslicé por un pequeño montículo hacia bajo. Mi cuerpo rodó, jadeé de dolor apretando mis tripas hasta golpear contra la orilla de un rio.
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Alcé la mirada, el enemigo bajaba tras de mi, no dispuesto a permitirme salir de esta si es que eso era posible a esas alturas. Así que me arrastré hacia el interior de las bravas aguas del rio y allí, sin mas, me encomendé a mis dioses, mi sino estaba en sus manos.*
Unos cazadores, pero no de bestias sino de corzos y pavos salvajes, lo vieron flotando rio abajo y lo sacaron del agua llevándolo a Akershus. Tenía una herida grave en el abdomen y aquello pintaba mal. Los Tollak aun no se habían acabado de levantar cuando alguien aporreó la puerta reclamando a Giuliana en el hospital. La taza se le escurrió de las manos, Öda tenía claro que se había cumplido su mal presentimiento. Su madre la sujetó antes de que saliera corriendo descalza y le pidió a gritos a Alrek que le lanzara unos zapatos y el menos el abrigo. La ropa voló por la escalera y la obligó a ponerselo antes de salir ambas hacia el hospital corriendo.
Cuando llegaron lo tenían tendido sobre una camilla cubierto de sangre y empapado. La escena se desarrolló ante sus ojos como a cámara lenta, su madre ordenó traer agua, jabón, vendas y sutura y la obligó a sentarse hasta que se centrara. Giuliana colocó sus manos sobre la herida y comenzó a desprender calor que irradiaba hacia ella.
— Ragnar ¿estás consciente? Puedes oirme?— La voz de la bruja sonaba tranquila, por el contrario Öda estaba presa del pánico.*
No hubo respuesta, estaba lejos de esa mesa donde mi cuerpo parecía aferrarse a la vida, pasaron unos minutos hasta que mi cuerpo dio un espasmo, me ladeé vomitando agua y sangre a partes iguales. Por un instante, entre la oscuridad de mi turbia mirada que solo era capaz de distinguir manchas marrones pude ver los dorados cabellos de Öda o quizás era una sueño, una valquiria o la misma Freya.
-Öda -jadee casi sin fuerzas antes de desplomarme nuevamente sobre la mesa.*
La bruja se levantó de la silla como un resorte y le cogió la mano, mirando a su madre con el miedo reflejado en sus ojos. Giuliana hablaba con los demás en voz baja para que preparasen algunos ungüentos y elixires, sin apartar la mano de su herida, que ya estaba dejando de sangrar. El poder de la bruja era muy grande y con los años se había ido fortaleciendo y controlando.
— Ve cosiendo ahí, voy a conjurar la cura interna.— Le dio trabajo a Öda para que dejara de angustiarse y pensar y ésta obedeció, empezando a suturar a un inconsciente Ragnar mientras su madre recitaba la magia wiccana que evitaba el desastre, aunque esa herida no pintaba muy bien, era un abdomen abierto y siempre estaba el riesgo de no superar la infección. Harían todo lo posible para que eso no sucediera.
Acabada la sutura taparon las heridas envolviéndolas en ungüentos antisépticos y le tendió a su hija un frasquito de leche de amapola para el dolor. Ella ya sabía qué tenía que hacer.
— Voy a avisar a Khayla.— La dejó sola un rato, sosteniendo la mano de Ragnar.*
No se el tiempo que pasó hasta que volví a abrir los ojos, el dolor me llevó a sisear, era incapaz de moverme, parpadeé varias veces para lograr enfocar a la mujer que sujetaba mi mano.
-Höor -pedí sin lograr articular palabra. El estomago me dolía como si me hubieran abierto las mismísimas entrañas.
Recordé a la bestia, no podían dejar salir a nadie de Akershus hasta que fuera abatida. Ahora herida estaría rabiosa, y seria mucho mas peligrosa. Hice ademan de levantarme, tenia que avisar antes de que fuera tarde mas el cuerpo no me respondía.*
Pidió a un aprendiz que avisase al conde Cannif y regresó a su lado. Era un idiota, si hubiera llevado la runa no le habría pasado eso… pero claro, era un cabezota y no quería nada de ella, y sí, estaba enfadada con él y a la vez asustada y …quizás no quería tenerla allí.
— En nada estará tu madre aquí. Tengo que darte la razón en algo… hice un hechizo de protección pero no ha servido de nada, cuando los dioses lo quieren así, da igual qué hagamos.*
¿Había hecho un conjuro de protección para mi? ¿por que tomarse tantas molestias? No había sido precisamente bueno con ella, mas bien todo lo contrario, me había mofado de ella, distante, frío y en ocasiones hasta dañino. No entendía porque se esforzaba tanto en mantenerme con vida. Lo mejor para su familia seria dejarme ir, a mi y a mi hermano, pues...tarde o temprano nuestros caminos se encontrarían en un baño de sangre.
-Hela nos encuentra a todos -aseguré ladeando la sonrisa con la voz entrecortada -quizás...
Guardé silencio, quizás sin ese conjuro de protección el rio no me hubiera llevado a la orilla vivo.*
Garm conocia bien a Hela, no nos eran ajenos en casa tanto Loki como su hija, pero había mil cosas más que podían matarte y no siempre era la voluntad de los dioses, a veces era la más absurda casualidad.
— es mejor que guardes las fuerzas, cuando estés mejor ya me contarás qué tipo de bicho fue esta vez.— Se sentó a su lado y le pasó un paño húmedo y limpio para retirar los restos de sangre o barro que quedasen en su cara, en su cuello, en el brazo… lo habían limpiado lo justo para suturar y tratar el desastre, pero le quedaban restos de suciedad y era mejor que no hubiera nada con lo que se contaminase la herida.*
Cerré los ojos cansado, dejándome cuidar por las atenciones de la bruja, que limpiaba con un paño húmedo mi rostro, cuello, quitando los restos de barro. Escuché la voz de Höor que al verme dormir susurró, no queriendo despertarme, pero preguntando a la hija de su general porque lo habían hecho llamar.
-He sido yo -dije con la voz entrecortada por el dolor, apretando los dientes tras cada palabra -Has de cerrar el porton, nadie debe salir de Akershus, lo que hay en el bosque es peligroso, hay que abatirlo.
Höor posó su mano en mi hombro para que guardara silencio cuando empecé a toser tirando sangre por mis labios.
-Buen trabajo Ragnar, ahora solo descansa ¿entendido?
Iba a replicar, no habían mas cazadores que yo en Akershus y me necesitaba, pero no tenia fuerzas ni para eso. Höor se marchó de allí listo como siempre para afrontar el peligro, algo me decía que el temerario Cannif afrontaría el peligro con su espada.*
La bruja entendió de sobra lo que significaban las palabras de Höor y se levantó, acompañándolo a la salida del hospital.
— Tio Höor, sé que vas a hacer la barbaridad, tienes la misma cara que mi padre cuando lo hace, y que mis hermanos. Pero esta vez ese bicho es grande, mira cómo dejó a Ragnar… déjame que te ayude con algo.— Entró en la farmacia y le sacó un frasquito con un líquido amarillento.— Es veneno de Gnoll, creo que servirá, si lo untas en la espada, pero ve con cuidado, es muy potente y si te hieres tú…*
Mi sobrina era lista, se le daba bien curar, pero también usaba su magia para otros menesteres, quizás menos belios que el propio Sirius, pero igual de necesarios para Akershus. Besé su frente y le di un suave toque en su nariz ladeando la sonrisa.
-Tu padre y yo llevamos una eternidad haciendo locuras y aquí seguimos, no te preocupes -dije cogiendo el tarro de veneno que Öda me ofrecía -Gracias enana -apunté guiñándole un ojo -cuida del terco ese que tienes en la camilla.*
¡Ya no era una enana! Pero bueno, a ojos de su padre y de Höor siempre lo sería, y lo cierto es que le encantaba ser la consentida de ambos. Pero esta vez, inspiró el aire con orgullo, porque entendía que los hombres de Akershus eran temerarios y enfrentaban sus destinos con bravura, eso no lo iba a cambiar, así que sólo le quedaba ayudarles con las armas de las que ella disponía y rezar para que regresaran sanos y salvos. Regresó adentro y terminó la ronda, llevándoles algo de comer a los ingresados que podían comer alguna cosa. Ragnar no debía comer aun, sólo un poco de agua, sus tripas estaban perforadas y aunque su madre había usado la magia para unirlas, era mejor no forzar la máquina. Se hizo una infusión y se sentó a su lado a leer. Cuando despertase le daría unos sorbitos de agua a ver qué tal.*
Unos cazadores, pero no de bestias sino de corzos y pavos salvajes, lo vieron flotando rio abajo y lo sacaron del agua llevándolo a Akershus. Tenía una herida grave en el abdomen y aquello pintaba mal. Los Tollak aun no se habían acabado de levantar cuando alguien aporreó la puerta reclamando a Giuliana en el hospital. La taza se le escurrió de las manos, Öda tenía claro que se había cumplido su mal presentimiento. Su madre la sujetó antes de que saliera corriendo descalza y le pidió a gritos a Alrek que le lanzara unos zapatos y el menos el abrigo. La ropa voló por la escalera y la obligó a ponerselo antes de salir ambas hacia el hospital corriendo.
Cuando llegaron lo tenían tendido sobre una camilla cubierto de sangre y empapado. La escena se desarrolló ante sus ojos como a cámara lenta, su madre ordenó traer agua, jabón, vendas y sutura y la obligó a sentarse hasta que se centrara. Giuliana colocó sus manos sobre la herida y comenzó a desprender calor que irradiaba hacia ella.
— Ragnar ¿estás consciente? Puedes oirme?— La voz de la bruja sonaba tranquila, por el contrario Öda estaba presa del pánico.*
No hubo respuesta, estaba lejos de esa mesa donde mi cuerpo parecía aferrarse a la vida, pasaron unos minutos hasta que mi cuerpo dio un espasmo, me ladeé vomitando agua y sangre a partes iguales. Por un instante, entre la oscuridad de mi turbia mirada que solo era capaz de distinguir manchas marrones pude ver los dorados cabellos de Öda o quizás era una sueño, una valquiria o la misma Freya.
-Öda -jadee casi sin fuerzas antes de desplomarme nuevamente sobre la mesa.*
La bruja se levantó de la silla como un resorte y le cogió la mano, mirando a su madre con el miedo reflejado en sus ojos. Giuliana hablaba con los demás en voz baja para que preparasen algunos ungüentos y elixires, sin apartar la mano de su herida, que ya estaba dejando de sangrar. El poder de la bruja era muy grande y con los años se había ido fortaleciendo y controlando.
— Ve cosiendo ahí, voy a conjurar la cura interna.— Le dio trabajo a Öda para que dejara de angustiarse y pensar y ésta obedeció, empezando a suturar a un inconsciente Ragnar mientras su madre recitaba la magia wiccana que evitaba el desastre, aunque esa herida no pintaba muy bien, era un abdomen abierto y siempre estaba el riesgo de no superar la infección. Harían todo lo posible para que eso no sucediera.
Acabada la sutura taparon las heridas envolviéndolas en ungüentos antisépticos y le tendió a su hija un frasquito de leche de amapola para el dolor. Ella ya sabía qué tenía que hacer.
— Voy a avisar a Khayla.— La dejó sola un rato, sosteniendo la mano de Ragnar.*
No se el tiempo que pasó hasta que volví a abrir los ojos, el dolor me llevó a sisear, era incapaz de moverme, parpadeé varias veces para lograr enfocar a la mujer que sujetaba mi mano.
-Höor -pedí sin lograr articular palabra. El estomago me dolía como si me hubieran abierto las mismísimas entrañas.
Recordé a la bestia, no podían dejar salir a nadie de Akershus hasta que fuera abatida. Ahora herida estaría rabiosa, y seria mucho mas peligrosa. Hice ademan de levantarme, tenia que avisar antes de que fuera tarde mas el cuerpo no me respondía.*
Pidió a un aprendiz que avisase al conde Cannif y regresó a su lado. Era un idiota, si hubiera llevado la runa no le habría pasado eso… pero claro, era un cabezota y no quería nada de ella, y sí, estaba enfadada con él y a la vez asustada y …quizás no quería tenerla allí.
— En nada estará tu madre aquí. Tengo que darte la razón en algo… hice un hechizo de protección pero no ha servido de nada, cuando los dioses lo quieren así, da igual qué hagamos.*
¿Había hecho un conjuro de protección para mi? ¿por que tomarse tantas molestias? No había sido precisamente bueno con ella, mas bien todo lo contrario, me había mofado de ella, distante, frío y en ocasiones hasta dañino. No entendía porque se esforzaba tanto en mantenerme con vida. Lo mejor para su familia seria dejarme ir, a mi y a mi hermano, pues...tarde o temprano nuestros caminos se encontrarían en un baño de sangre.
-Hela nos encuentra a todos -aseguré ladeando la sonrisa con la voz entrecortada -quizás...
Guardé silencio, quizás sin ese conjuro de protección el rio no me hubiera llevado a la orilla vivo.*
Garm conocia bien a Hela, no nos eran ajenos en casa tanto Loki como su hija, pero había mil cosas más que podían matarte y no siempre era la voluntad de los dioses, a veces era la más absurda casualidad.
— es mejor que guardes las fuerzas, cuando estés mejor ya me contarás qué tipo de bicho fue esta vez.— Se sentó a su lado y le pasó un paño húmedo y limpio para retirar los restos de sangre o barro que quedasen en su cara, en su cuello, en el brazo… lo habían limpiado lo justo para suturar y tratar el desastre, pero le quedaban restos de suciedad y era mejor que no hubiera nada con lo que se contaminase la herida.*
Cerré los ojos cansado, dejándome cuidar por las atenciones de la bruja, que limpiaba con un paño húmedo mi rostro, cuello, quitando los restos de barro. Escuché la voz de Höor que al verme dormir susurró, no queriendo despertarme, pero preguntando a la hija de su general porque lo habían hecho llamar.
-He sido yo -dije con la voz entrecortada por el dolor, apretando los dientes tras cada palabra -Has de cerrar el porton, nadie debe salir de Akershus, lo que hay en el bosque es peligroso, hay que abatirlo.
Höor posó su mano en mi hombro para que guardara silencio cuando empecé a toser tirando sangre por mis labios.
-Buen trabajo Ragnar, ahora solo descansa ¿entendido?
Iba a replicar, no habían mas cazadores que yo en Akershus y me necesitaba, pero no tenia fuerzas ni para eso. Höor se marchó de allí listo como siempre para afrontar el peligro, algo me decía que el temerario Cannif afrontaría el peligro con su espada.*
La bruja entendió de sobra lo que significaban las palabras de Höor y se levantó, acompañándolo a la salida del hospital.
— Tio Höor, sé que vas a hacer la barbaridad, tienes la misma cara que mi padre cuando lo hace, y que mis hermanos. Pero esta vez ese bicho es grande, mira cómo dejó a Ragnar… déjame que te ayude con algo.— Entró en la farmacia y le sacó un frasquito con un líquido amarillento.— Es veneno de Gnoll, creo que servirá, si lo untas en la espada, pero ve con cuidado, es muy potente y si te hieres tú…*
Mi sobrina era lista, se le daba bien curar, pero también usaba su magia para otros menesteres, quizás menos belios que el propio Sirius, pero igual de necesarios para Akershus. Besé su frente y le di un suave toque en su nariz ladeando la sonrisa.
-Tu padre y yo llevamos una eternidad haciendo locuras y aquí seguimos, no te preocupes -dije cogiendo el tarro de veneno que Öda me ofrecía -Gracias enana -apunté guiñándole un ojo -cuida del terco ese que tienes en la camilla.*
¡Ya no era una enana! Pero bueno, a ojos de su padre y de Höor siempre lo sería, y lo cierto es que le encantaba ser la consentida de ambos. Pero esta vez, inspiró el aire con orgullo, porque entendía que los hombres de Akershus eran temerarios y enfrentaban sus destinos con bravura, eso no lo iba a cambiar, así que sólo le quedaba ayudarles con las armas de las que ella disponía y rezar para que regresaran sanos y salvos. Regresó adentro y terminó la ronda, llevándoles algo de comer a los ingresados que podían comer alguna cosa. Ragnar no debía comer aun, sólo un poco de agua, sus tripas estaban perforadas y aunque su madre había usado la magia para unirlas, era mejor no forzar la máquina. Se hizo una infusión y se sentó a su lado a leer. Cuando despertase le daría unos sorbitos de agua a ver qué tal.*
Ragnar- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Höor se marchó con Öda hacia el exterior, estaba agotado, así que no recuerdo si tarde mucho en caer de nuevo noqueado sobre la camilla, peor creo que no.
Al abrir los ojos la bruja estaba allí con un libro en la mano. Me queje ligeramente al moverme para ponerme de lado y mirarla fijamente.
-¿ahora te dedicas a velar mi sueño? -bromeé con picardía.*
— Si te molesto tendrás que aguantarte, este es el mejor sitio para leer, por la luz, las corrientes de aire y todo eso.— Mentira, pero era la excusa más creible que se le ocurría para estar allí.— ¿estás mejor? ¿te duele menos? Puedo darte un poco de agua, pero no debes abusar hasta que sepamos cómo te sienta.— cerró el libro y vertió un poco de agua de la jarra en un vaso que le acercó a Ragnar.*
Me intenté incorporar un poco para poder beber, siseé jadeando por el esfuerzo y con la mano fría por la perdida de sangre rodeé el vaso y la mano ajena que lo sujetaba. Acercó el borde a mis labios y di un par de sorbos, tenia sed, el agua bajó por mi garganta cayendo hasta mi estomago, mas en cuanto lo hizo, noté como se revolvía y apartándola con mi diestra me arqueé vomitando en el suelo, el agua y un poco de sangre.*
— Vale… vale… nada de agua por el momento.— apartó el vaso y cogió de nuevo el paño ayudándolo a echarse de nuevo y limpiando primero su cara, donde pudieran haber restos de sangre o vómito y después el del suelo, que limpió y se lo llevó afuera, las camas de los enfermos siempre estaban impolutas. Le trajo también otra manta ligera para ponérsela encima, porque si no podía beber aún podría perder calor corporal a raudales. No podía darle amapola o la vomitaría también así que se sentó a su lado de nuevo y cogió su mano. Las de la bruja eran cálidas y a través de ellas corría una levísima energía que mandó para tratar de estabilizar la del cazador herido. No le quitaría el dolor pero rebajaría el malestar, ella se fundía con los elementos, agua, tierra, aire y fuego y en ese caso trataría de equilibrar su agua interior.*
-Estoy bien -dije apartando el trapo y su mano. Sentirme inútil podía conmigo, sabia que bien podía haber muerto en el enfrentamiento, un hombre mas débil, menos hecho a la batalla y sin la capacidad de aguante que yo tenia jamas hubiera llegado a la orilla del rio para poder salvar su vida, pero odiaba sentirme inútil. La bruja lo recogió todo y volvió a mi lado sentándose al borde de la cama para sujetar con su diestra mi mano.
Pasaron semanas, mi carácter se volvió tosco y huraño odiaba estar débil, la bruja fue paciente, demasiado, pero finalmente me recuperé, seguramente Öda se alegró de que me largara. Me dieron el alta y volví a la rutina de mi día a día.*
Durante aquellos días que Ragnar estuvo encamado tuvo que vérselas con un joven gruñón y malcriado, como todos los hombres de Akershus, raro era el que llevaba bien que una chica le tocase sin ser para otros menesteres, pero ya estaba acostumbrada y lo llevaba con humor. A veces conseguía que hablase un rato con ella de cualquier cosa, otras veces le llevaba un cuaderno para apuntar y dibujar pero al final siempre le soltaba alguna coz. Quizás pecase de optimista o de pretenciosa, pero se propuso ganarse a ese cazador cabezota, hacerle cambiar de opinión sobre la magia y lo intentó días tras día con poco éxito. Pero el resultado daba igual, los Tollak nunca se rendían.
Ragnar se marchó cuando pudo salir de la cama y todo regresó a la normalidad. Yrian y Niord aún tenían para largo fuera de Akershus así estaba medio tranquila y no había tenido más visiones. El invierno tocaba a su fin y en breve iban a celebrar una fiesta en honor del final de los días oscuros y el comienzo del deshielo. Sería una jornada lúdica, de mercadillo, puestos de comida callejera, bailes en la calle, hogueras, juegos…Öda salió de casa rumbo al hospital a pasar revista, pero había poca gente ingresada, así que terminó pronto y se internó entre la gente que estaba paseando por las calles.*
Caminaba rumbo al castillo para hablar con Höor, pronto se celebraría el comienzo de la primavera, despediríamos los fríos días oscuros de invierno para dar paso a unas temperaturas mas agradables, el lago se deshelaría y las cosechas pronto se sembrarían para ser recogidas, tendríamos que ofrecer sacrificios a Freya y pedir a los dioses para que nos favorecieran en próximas gestas. La fiesta de la cosecha era importante en Akershus y muchas eran las parejas que elegían ese día para celebrar sus bodas y ser bendecidos así con un gran linaje. Quería hablar con Hoor sobre el mejor modo de proteger las fronteras para vivir tranquilos esa noche de fiesta, pero de camino me encontré con Öda que caminaba del hospital hacia su casa.
-¿vas a casa? -pregunté deteniéndome frente a ella con una ladeada sonrisa.*
—¡Hola! sí, bueno, iba a pasear un rato antes de ir, hay buen ambiente. ¿Estás ya mejor?.— sabía que sí, porque las últimas curas habían ido bien, pero no las había hecho ella, lo sabía por los comentarios de sus compañeros del templo. De sus hermanos sólo estaba en Akershus Alrek, los demás estaban fuera, así que seguramente él saliera a celebrar con alguno de sus amigos y con su amiga griega, que al parecer eran algo más que amigos.*
-Si, estoy bien ya -aseguré mostrándole mis músculos como un pavo real y sonriendo después. -Iba a hablar con Höor. ¿Quieres venirte? podemos después tomar algo..aunque pronto será la fiesta de la cosecha ¿iras? -pregunté enarcando una ceja. Ulf no la perdía de vista, era como un sabueso con ella, no aflojaba la vigilancia a su hija pequeña.*
—Vale, voy contigo. Mi tío siempre se alegra de verme.— para ella era su tio de verdad, pues su madre no tenía hermanos y por parte de padre si los habían, no los conocía. Acompañó a Ragnar hasta el castillo, y luego se quedaría un rato en la fiesta de la cosecha, cuando estaba la familia al completo solían ir juntos, pero seguramente esa noche su madre y su padre fueran con Höor y ella quedaría encomendada a Alrek por un rato, luego regresaría a casa, pero no por nada, seguramente se acabaría aburriendo en las tabernas.*
Hablé con Höor, nos centramos en las rondas que se llevarían a cabo no en las almenas y en las fronteras. Unos cuantos montaraces se ocuparían de garantizar la seguridad durante la fiesta pues las puertas permanecerían abiertas para los norteños que vinieran al templo para llevar sus ofrendas. Una vez fuera nos acercamos a una de las tabernas y pedí sendas jarras, aunque no nos quedamos allí, le pregunté si quería que nos acercáramos al muelle a bebérnosla y conversar...Esa noche ya beberíamos bastante mas en la taberna y las calles...*
Caminaron hacia el muelle con las jarras en la mano, seguramente Ragnar la bebiese rápido, ella tendría que controlarse un poco más visto lo visto.— Espero que esta no sea tan fuerte como la de aquella aldea o te fastidiaré de nuevo la diversión.— le sonrió bromeando al cazador, recordando aquel episodio de la taberna que al final tuvo un desenlace curioso y más complicado de lo que hubiera esperado. Aunque la siguiente noche el alcohol también tuvo su momento estelar cuando Ragnar la besó, pero claro, fue porque la bebida hizo mella en él, no se habría acercado a una bruja de no estar algo borracho. Esa certeza le daba una punzada dolorosa en algún rincón del corazón.*
Ladeé la sonrisa mirando a la bruja antes de dar un trago.
-Si mal no recuerdo no fue solo una jarra lo que te tomaste en la taberna aquella, pero admito estabas preciosa con la nariz roja y las mejillas sonrojadas...borracha no eres tan siesa como de costumbre ¿sabes? -bromeé.Tomamos asiento en el muelle con las piernas colgando mirando el mar.
-¿saldrás con Alrek? he quedado con el por la noche, bueno con Beth..estará también Einar, los otros Cannif junto a tus dos hermanos andan de misión.*
¿Que estaba preciosa? Eso era algo que acostumbraba a oir de su padre y sus hermanos, pero no de los demás y se sonrojó un poco ocultándolo al beber de la jarra.
— No soy rancia, es que tú eres un bruto como mis hermanos, y os encanta montar jaleo… pero supongo que sí, que iré con vosotros, no habrá nadie en casa y sería un poco raro que fuera con mis padres…que ya tengo dieciocho.
Al abrir los ojos la bruja estaba allí con un libro en la mano. Me queje ligeramente al moverme para ponerme de lado y mirarla fijamente.
-¿ahora te dedicas a velar mi sueño? -bromeé con picardía.*
— Si te molesto tendrás que aguantarte, este es el mejor sitio para leer, por la luz, las corrientes de aire y todo eso.— Mentira, pero era la excusa más creible que se le ocurría para estar allí.— ¿estás mejor? ¿te duele menos? Puedo darte un poco de agua, pero no debes abusar hasta que sepamos cómo te sienta.— cerró el libro y vertió un poco de agua de la jarra en un vaso que le acercó a Ragnar.*
Me intenté incorporar un poco para poder beber, siseé jadeando por el esfuerzo y con la mano fría por la perdida de sangre rodeé el vaso y la mano ajena que lo sujetaba. Acercó el borde a mis labios y di un par de sorbos, tenia sed, el agua bajó por mi garganta cayendo hasta mi estomago, mas en cuanto lo hizo, noté como se revolvía y apartándola con mi diestra me arqueé vomitando en el suelo, el agua y un poco de sangre.*
— Vale… vale… nada de agua por el momento.— apartó el vaso y cogió de nuevo el paño ayudándolo a echarse de nuevo y limpiando primero su cara, donde pudieran haber restos de sangre o vómito y después el del suelo, que limpió y se lo llevó afuera, las camas de los enfermos siempre estaban impolutas. Le trajo también otra manta ligera para ponérsela encima, porque si no podía beber aún podría perder calor corporal a raudales. No podía darle amapola o la vomitaría también así que se sentó a su lado de nuevo y cogió su mano. Las de la bruja eran cálidas y a través de ellas corría una levísima energía que mandó para tratar de estabilizar la del cazador herido. No le quitaría el dolor pero rebajaría el malestar, ella se fundía con los elementos, agua, tierra, aire y fuego y en ese caso trataría de equilibrar su agua interior.*
-Estoy bien -dije apartando el trapo y su mano. Sentirme inútil podía conmigo, sabia que bien podía haber muerto en el enfrentamiento, un hombre mas débil, menos hecho a la batalla y sin la capacidad de aguante que yo tenia jamas hubiera llegado a la orilla del rio para poder salvar su vida, pero odiaba sentirme inútil. La bruja lo recogió todo y volvió a mi lado sentándose al borde de la cama para sujetar con su diestra mi mano.
Pasaron semanas, mi carácter se volvió tosco y huraño odiaba estar débil, la bruja fue paciente, demasiado, pero finalmente me recuperé, seguramente Öda se alegró de que me largara. Me dieron el alta y volví a la rutina de mi día a día.*
Durante aquellos días que Ragnar estuvo encamado tuvo que vérselas con un joven gruñón y malcriado, como todos los hombres de Akershus, raro era el que llevaba bien que una chica le tocase sin ser para otros menesteres, pero ya estaba acostumbrada y lo llevaba con humor. A veces conseguía que hablase un rato con ella de cualquier cosa, otras veces le llevaba un cuaderno para apuntar y dibujar pero al final siempre le soltaba alguna coz. Quizás pecase de optimista o de pretenciosa, pero se propuso ganarse a ese cazador cabezota, hacerle cambiar de opinión sobre la magia y lo intentó días tras día con poco éxito. Pero el resultado daba igual, los Tollak nunca se rendían.
Ragnar se marchó cuando pudo salir de la cama y todo regresó a la normalidad. Yrian y Niord aún tenían para largo fuera de Akershus así estaba medio tranquila y no había tenido más visiones. El invierno tocaba a su fin y en breve iban a celebrar una fiesta en honor del final de los días oscuros y el comienzo del deshielo. Sería una jornada lúdica, de mercadillo, puestos de comida callejera, bailes en la calle, hogueras, juegos…Öda salió de casa rumbo al hospital a pasar revista, pero había poca gente ingresada, así que terminó pronto y se internó entre la gente que estaba paseando por las calles.*
Caminaba rumbo al castillo para hablar con Höor, pronto se celebraría el comienzo de la primavera, despediríamos los fríos días oscuros de invierno para dar paso a unas temperaturas mas agradables, el lago se deshelaría y las cosechas pronto se sembrarían para ser recogidas, tendríamos que ofrecer sacrificios a Freya y pedir a los dioses para que nos favorecieran en próximas gestas. La fiesta de la cosecha era importante en Akershus y muchas eran las parejas que elegían ese día para celebrar sus bodas y ser bendecidos así con un gran linaje. Quería hablar con Hoor sobre el mejor modo de proteger las fronteras para vivir tranquilos esa noche de fiesta, pero de camino me encontré con Öda que caminaba del hospital hacia su casa.
-¿vas a casa? -pregunté deteniéndome frente a ella con una ladeada sonrisa.*
—¡Hola! sí, bueno, iba a pasear un rato antes de ir, hay buen ambiente. ¿Estás ya mejor?.— sabía que sí, porque las últimas curas habían ido bien, pero no las había hecho ella, lo sabía por los comentarios de sus compañeros del templo. De sus hermanos sólo estaba en Akershus Alrek, los demás estaban fuera, así que seguramente él saliera a celebrar con alguno de sus amigos y con su amiga griega, que al parecer eran algo más que amigos.*
-Si, estoy bien ya -aseguré mostrándole mis músculos como un pavo real y sonriendo después. -Iba a hablar con Höor. ¿Quieres venirte? podemos después tomar algo..aunque pronto será la fiesta de la cosecha ¿iras? -pregunté enarcando una ceja. Ulf no la perdía de vista, era como un sabueso con ella, no aflojaba la vigilancia a su hija pequeña.*
—Vale, voy contigo. Mi tío siempre se alegra de verme.— para ella era su tio de verdad, pues su madre no tenía hermanos y por parte de padre si los habían, no los conocía. Acompañó a Ragnar hasta el castillo, y luego se quedaría un rato en la fiesta de la cosecha, cuando estaba la familia al completo solían ir juntos, pero seguramente esa noche su madre y su padre fueran con Höor y ella quedaría encomendada a Alrek por un rato, luego regresaría a casa, pero no por nada, seguramente se acabaría aburriendo en las tabernas.*
Hablé con Höor, nos centramos en las rondas que se llevarían a cabo no en las almenas y en las fronteras. Unos cuantos montaraces se ocuparían de garantizar la seguridad durante la fiesta pues las puertas permanecerían abiertas para los norteños que vinieran al templo para llevar sus ofrendas. Una vez fuera nos acercamos a una de las tabernas y pedí sendas jarras, aunque no nos quedamos allí, le pregunté si quería que nos acercáramos al muelle a bebérnosla y conversar...Esa noche ya beberíamos bastante mas en la taberna y las calles...*
Caminaron hacia el muelle con las jarras en la mano, seguramente Ragnar la bebiese rápido, ella tendría que controlarse un poco más visto lo visto.— Espero que esta no sea tan fuerte como la de aquella aldea o te fastidiaré de nuevo la diversión.— le sonrió bromeando al cazador, recordando aquel episodio de la taberna que al final tuvo un desenlace curioso y más complicado de lo que hubiera esperado. Aunque la siguiente noche el alcohol también tuvo su momento estelar cuando Ragnar la besó, pero claro, fue porque la bebida hizo mella en él, no se habría acercado a una bruja de no estar algo borracho. Esa certeza le daba una punzada dolorosa en algún rincón del corazón.*
Ladeé la sonrisa mirando a la bruja antes de dar un trago.
-Si mal no recuerdo no fue solo una jarra lo que te tomaste en la taberna aquella, pero admito estabas preciosa con la nariz roja y las mejillas sonrojadas...borracha no eres tan siesa como de costumbre ¿sabes? -bromeé.Tomamos asiento en el muelle con las piernas colgando mirando el mar.
-¿saldrás con Alrek? he quedado con el por la noche, bueno con Beth..estará también Einar, los otros Cannif junto a tus dos hermanos andan de misión.*
¿Que estaba preciosa? Eso era algo que acostumbraba a oir de su padre y sus hermanos, pero no de los demás y se sonrojó un poco ocultándolo al beber de la jarra.
— No soy rancia, es que tú eres un bruto como mis hermanos, y os encanta montar jaleo… pero supongo que sí, que iré con vosotros, no habrá nadie en casa y sería un poco raro que fuera con mis padres…que ya tengo dieciocho.
Öda Tollak- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 34
Fecha de inscripción : 08/02/2018
Localización : Akershus
Re: Las emociones nublan el juicio (privado)
Di otro trago relamiéndome después la espuma, así que me consideraba un bruto, pero ella se había criado entre vikingos, si bien era cierto su madre era extranjera era igual de cierto que se había hecho como nadie a estas tierras. No estaba de acuerdo con la magia, pensaba que era algo que no debería estar en posesión de los humanos, pues Randulf con ella había hecho mucho daño, pero..no podía culpar a su madre de hacer nada malo contra estas tierras, no mas allá de traer al perro de Hela a ellas.
-Llevamos mucha responsabilidad encima, desfogarnos es una necesidad que hasta los dioses contemplan -le dije guiñándole un ojo -¿nuca te permites...ya sabes..dejar de ser esa niña buena y dejarte llevar?*
— Si dejo de ser la niña buena… entonces sería mala. Ya es bastante ser bruja, para encima ser malaaaaaa gggrrrrr… empezaría por cortarte a trocitos y echarte a un caldero apestoso lleno de tripas de rana y arañas.— le hizo un gesto poniendo muecas, como si estuviera asustando a uno de los niños que enseñaba a leer en la escuela.*
-¿Es ahora cuando he de salir corriendo? -pregunté muerto de la risa al ver las caras esas que ponía...no estaba muy seguro de que ni siquiera espantasen a un niño pequeño, peor si ella creía que eso era ser mala, no iba a contradecirla.
-Bueno, ademas de todo eso que está muy bien -bromeé -me refiero a ser libre, hacer lo que te apetece, las chicas de tu edad, salen, beben, se divierten..nunca te he visto en el lago por poner un ejemplo.
—Tenemos bañera en casa y no tardo tanto como ir hasta el lago y volver si quiero lavarme. Es sólo que tengo otros intereses, tengo siempre cosas que hacer. La magia no es como la espada, si no quieres, no la empuñas, puedes no ser un guerrero y ser…cocinero por ejemplo. Pero si la magia corre por tus venas, tienes que aprender a controlarla porque de lo contrario puedes causar muchos daños involuntariamente. He crecido viendo a Sirius esforzarse por controlar su enorme poder. Yo no tengo tanto, pero también debo hacerlo, así que no he tenido mucho tiempo libre para eso que tú llamas “divertirse”.*
-Ladeé la sonrisa llevando el vidrio a mis labios nuevamente mientras meditaba sus palabras, apuré la jarra y la dejé a un lado.
-¿pretendes me crea eso? es decir, entiendo necesites horas de entrenamiento, como nosotros, quizás mas, pero vamos ¿ni una hora para ir a la taberna?¿ ni media para ir junto al resto de chicas al lago?-la señalé con el dedo de forma acusadora -¿sabes que creo? que tu padre en ese afán de protección no te ha permitido descubrir que ademas de bruja..eres algo mas, una mujer.*
—¿qué chicas? Sólo hablan de tonterías, prefiero estar con la gente que trabaja en el hospital, no es cosa de mi padre….a ver sé que es muy protector, pero eso no me molesta, yo sé que no soy una guerrera, que necesitaré siempre a alguien para eso. ¿Qué hay de malo en conocer cuál es tu lugar? Yo no quiero ser la intrépida pirata ni la condesa más bella, sólo quiero ayudar en la enfermería, controlar la magia y si con ella puedo aportar algo bueno a Akershus, hacerlo. Me gusta estar en mi casa con mi familia y … ¿por qué te parece tan raro?*
Me encogí de hombros ante su pregunta ¿por que me parecía raro?
-Porque no es lo normal...quizás yo me he educado bajo otro concepto de relación. Padre y madre son ambos guerreros, se rigen por otra forma de ver las cosas, ambos celebran, disfrutan y desde niño los he visto llegar borrachos y perderse entre las sabanas gruñendo para festejar..
Supongo que..tu madre al ser extranjera es distinta, algo que también le ha venido bien a tu padre -apunté ladeando la sonrisa.*
—¡Oh, no! Mis padres… festejan mucho. Ehm… no sé si quiero hablar de eso…mis hermanos tampoco se cortan, pero… no sé, supongo que hay tiempo para todo, no necesito ir rápido ni quemar etapas antes de tiempo. Para mi ha sido más importante llegar a este punto controlando mi poder y sabiendo todas las cosas que sé, que siendo la más rápida en ganarme a un chico en el lago. Pero lo dices como si fuera un bicho raro…¿soy un bicho raro? No pensaba que los demás me vierais asi… pensaba que… pfff, da igual.*
Dejé escapar el aire con cierta resignación.
-Supongo en parte tienes razón, tu no necesitas quemar etapas -apunté guiñándole un ojo. Tomé mi jarra vacía y me puse en pie ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse -¿te acompaño a casa? tengo que prepararme para la fiesta de la cosecha, hemos quedado en un par de horas..
Pude ver el desconcierto en su mirada, pero tenia en algo razón ¿que cojones estaba haciendo? desde que la besé, la buscaba, era una realidad, una que podía traerme consecuencias, yo era un cazador, ella una bruja y nuestro sino no era el de pasear de la mano por el muelle del puerto.*
Esa afirmación la hizo caer en la cuenta de que Ragnar había estado muy cerca de la muerte en varias ocasiones y que ella aunque trataba con eso a diario, no lo había sentido en las propias carnes. Lo detuvo antes de que arrancase a andar.
— espera… no sé si te han molestado mis palabras, pero no eran con intención de herirte, sólo trataba de comprender tu visión de mi porque… me importa lo que pienses de mi.— Eso era sincero, aún no tenía muy claro por qué lo buscaba, por qué trataba de abrirle los ojos respecto a la magia blanca, pero sí sabía que quería que él cambiase de opinión sobre ella. Había más gente que opinaba igual, pero no le molestaba, sin embargo Ragnar…tenía sentimientos contradictorios porque no entendía como podía gustarle alguien que la trataba más veces como si fuera el enemigo que una simple muchacha.*
-Para ofenderme, herirme o molestarme tendría que no tener asumida mi senda, tengo muy claro que al desenvainar el acero lo hago para proteger a lo que amo y jamas lo enfundo si no siento honor tras mi trabajo. Se que moriré joven, no necesito que nadie use su poder de adivinación conmigo. Asumo que mi vida esta unida a la caza y supeditada a los monstruos que enfrente llevando mi misión a cabo. Tu eres distinta, tienes futuro, yo solo presente, me bebo la vida porque no se si mañana seguiré en pie o por contra..no volveré.*
—No eres tan distinto de mi padre o de mis hermanos, ellos se lanzan de cabeza a la batalla, como tus padres, asumiendo que pueden volver muy malheridos o no volver. Pero mi padre siempre dice que lucha con fiereza porque quiere regresar a casa con mi madre, que ella es su ancla a este mundo y bueno, también porque no habrá Valquirias para él, mi madre juró perseguirlas y ahuyentarlas a sartenazos, así que ningun vikingo en su sano juicio se dejaría matar por un futuro tan negro.— sonrió al decirlo porque era una broma muy extendida en Akershus y a ella le hacía mucha gracia.— No sabes cuándo morirás, eso no está en tus manos, está en la de los dioses aunque es cierto que te expones al peligro luchando casi siempre en desventaja. Pero aún así, no lo sabes.*
-No es lo mismo Öda, es cierto, todos los norteños son valientes, desenvainan el acero y corren al combate, muchos no vuelven, otros se convierten en leyenda como es el caso de tu padre. Mi misión nada tiene que ver con ser recordado, ni adorado, no soy un héroe, soy lo que Akershus necesita cuando nadie puede. Nuestro trabajo es ir y corroborar si son ciertas las historias que se cuentan, muchas de ellas suenan a fábulas, a leyendas..en ocasiones solo son eso, mas cuando son tan ciertas, tangibles como que este instante puede ser el ultimo...mi vida corre mas peligro que la de ninguno. No quiero viudas que me lloren, ni hijos huérfanos, soy lo que soy, un cazador con métodos mas humanos que mágicos. Yo creo en el hombre y creo en que la magia conlleva unas responsabilidades que no deberían caer sobre nuestras manos. No te odio por poseer magia, lo hago porque la utilizas..se que para el bien, pero es que la linea en ocasiones es delgada.*
— ¿Y si los dioses han decidido que el hilo de tu vida sea largo? Cuando sabrás que es el momento de morir sin remedio? Acaso hablas con ellos? Quizás quieran para ti una familia o un matrimonio, qué sé yo. Además la muerte es la incógnita que todos llevamos a cuestas, si pensase que voy a morir ya ¿qué sentido tendría estudiar tanto? Pues puede que pase, puede que mañana mismo los dioses me manden una enfermedad que no pueda curar y muera. Yo creo que te resulta más fácil convencerte de eso que atreverte a querer a una chica. ¿Te has enamorado alguna vez de alguna?*
Negué con la cabeza con una sarcástica sonrisa en mis labios.
-No, nunca me he enamorado de ninguna chica nunca me he permitido tener mas de eso..un rollo de una noche que se ha podido repetir en alguna otra ocasión. Siempre dejo claro lo que busco, nada...sin amor, solo diversión. No es complicado en el norte encontrar mujeres que busquen una noche sin complicaciones, así que la verdad es que..-hice una pausa relamiéndome los labios recordando el beso y su negativa a llegar a mas...-que no se..no quiero complicarme. Puede que yo sea un cobarde y me resulte mas fácil no enamorarme, pero...tu también eres una cobarde, te sumerges en tus libros y finges que no te gustaría por una noche saber lo que se siente.*
— Tienes razón, me gustaría saberlo. Pero ser el rollo de alguien que al dia siguiente me olvidará y pasará a buscar a otra y así sucesivamente…creo que no es lo que quiero. Mi madre dice que soy muy sentimental, y que vaya con cuidado, que es fácil que me partan el corazón. Aunque a ella le pasa igual, así que no sé qué tipo de consejo es ese…mi padre podría haberle roto el corazón.— pensaba en voz alta mientras hablaba con él y sus ojos inevitablemente viajaban hasta los labios de Ragnar.*
-Llevamos mucha responsabilidad encima, desfogarnos es una necesidad que hasta los dioses contemplan -le dije guiñándole un ojo -¿nuca te permites...ya sabes..dejar de ser esa niña buena y dejarte llevar?*
— Si dejo de ser la niña buena… entonces sería mala. Ya es bastante ser bruja, para encima ser malaaaaaa gggrrrrr… empezaría por cortarte a trocitos y echarte a un caldero apestoso lleno de tripas de rana y arañas.— le hizo un gesto poniendo muecas, como si estuviera asustando a uno de los niños que enseñaba a leer en la escuela.*
-¿Es ahora cuando he de salir corriendo? -pregunté muerto de la risa al ver las caras esas que ponía...no estaba muy seguro de que ni siquiera espantasen a un niño pequeño, peor si ella creía que eso era ser mala, no iba a contradecirla.
-Bueno, ademas de todo eso que está muy bien -bromeé -me refiero a ser libre, hacer lo que te apetece, las chicas de tu edad, salen, beben, se divierten..nunca te he visto en el lago por poner un ejemplo.
—Tenemos bañera en casa y no tardo tanto como ir hasta el lago y volver si quiero lavarme. Es sólo que tengo otros intereses, tengo siempre cosas que hacer. La magia no es como la espada, si no quieres, no la empuñas, puedes no ser un guerrero y ser…cocinero por ejemplo. Pero si la magia corre por tus venas, tienes que aprender a controlarla porque de lo contrario puedes causar muchos daños involuntariamente. He crecido viendo a Sirius esforzarse por controlar su enorme poder. Yo no tengo tanto, pero también debo hacerlo, así que no he tenido mucho tiempo libre para eso que tú llamas “divertirse”.*
-Ladeé la sonrisa llevando el vidrio a mis labios nuevamente mientras meditaba sus palabras, apuré la jarra y la dejé a un lado.
-¿pretendes me crea eso? es decir, entiendo necesites horas de entrenamiento, como nosotros, quizás mas, pero vamos ¿ni una hora para ir a la taberna?¿ ni media para ir junto al resto de chicas al lago?-la señalé con el dedo de forma acusadora -¿sabes que creo? que tu padre en ese afán de protección no te ha permitido descubrir que ademas de bruja..eres algo mas, una mujer.*
—¿qué chicas? Sólo hablan de tonterías, prefiero estar con la gente que trabaja en el hospital, no es cosa de mi padre….a ver sé que es muy protector, pero eso no me molesta, yo sé que no soy una guerrera, que necesitaré siempre a alguien para eso. ¿Qué hay de malo en conocer cuál es tu lugar? Yo no quiero ser la intrépida pirata ni la condesa más bella, sólo quiero ayudar en la enfermería, controlar la magia y si con ella puedo aportar algo bueno a Akershus, hacerlo. Me gusta estar en mi casa con mi familia y … ¿por qué te parece tan raro?*
Me encogí de hombros ante su pregunta ¿por que me parecía raro?
-Porque no es lo normal...quizás yo me he educado bajo otro concepto de relación. Padre y madre son ambos guerreros, se rigen por otra forma de ver las cosas, ambos celebran, disfrutan y desde niño los he visto llegar borrachos y perderse entre las sabanas gruñendo para festejar..
Supongo que..tu madre al ser extranjera es distinta, algo que también le ha venido bien a tu padre -apunté ladeando la sonrisa.*
—¡Oh, no! Mis padres… festejan mucho. Ehm… no sé si quiero hablar de eso…mis hermanos tampoco se cortan, pero… no sé, supongo que hay tiempo para todo, no necesito ir rápido ni quemar etapas antes de tiempo. Para mi ha sido más importante llegar a este punto controlando mi poder y sabiendo todas las cosas que sé, que siendo la más rápida en ganarme a un chico en el lago. Pero lo dices como si fuera un bicho raro…¿soy un bicho raro? No pensaba que los demás me vierais asi… pensaba que… pfff, da igual.*
Dejé escapar el aire con cierta resignación.
-Supongo en parte tienes razón, tu no necesitas quemar etapas -apunté guiñándole un ojo. Tomé mi jarra vacía y me puse en pie ofreciéndole la mano para ayudarla a levantarse -¿te acompaño a casa? tengo que prepararme para la fiesta de la cosecha, hemos quedado en un par de horas..
Pude ver el desconcierto en su mirada, pero tenia en algo razón ¿que cojones estaba haciendo? desde que la besé, la buscaba, era una realidad, una que podía traerme consecuencias, yo era un cazador, ella una bruja y nuestro sino no era el de pasear de la mano por el muelle del puerto.*
Esa afirmación la hizo caer en la cuenta de que Ragnar había estado muy cerca de la muerte en varias ocasiones y que ella aunque trataba con eso a diario, no lo había sentido en las propias carnes. Lo detuvo antes de que arrancase a andar.
— espera… no sé si te han molestado mis palabras, pero no eran con intención de herirte, sólo trataba de comprender tu visión de mi porque… me importa lo que pienses de mi.— Eso era sincero, aún no tenía muy claro por qué lo buscaba, por qué trataba de abrirle los ojos respecto a la magia blanca, pero sí sabía que quería que él cambiase de opinión sobre ella. Había más gente que opinaba igual, pero no le molestaba, sin embargo Ragnar…tenía sentimientos contradictorios porque no entendía como podía gustarle alguien que la trataba más veces como si fuera el enemigo que una simple muchacha.*
-Para ofenderme, herirme o molestarme tendría que no tener asumida mi senda, tengo muy claro que al desenvainar el acero lo hago para proteger a lo que amo y jamas lo enfundo si no siento honor tras mi trabajo. Se que moriré joven, no necesito que nadie use su poder de adivinación conmigo. Asumo que mi vida esta unida a la caza y supeditada a los monstruos que enfrente llevando mi misión a cabo. Tu eres distinta, tienes futuro, yo solo presente, me bebo la vida porque no se si mañana seguiré en pie o por contra..no volveré.*
—No eres tan distinto de mi padre o de mis hermanos, ellos se lanzan de cabeza a la batalla, como tus padres, asumiendo que pueden volver muy malheridos o no volver. Pero mi padre siempre dice que lucha con fiereza porque quiere regresar a casa con mi madre, que ella es su ancla a este mundo y bueno, también porque no habrá Valquirias para él, mi madre juró perseguirlas y ahuyentarlas a sartenazos, así que ningun vikingo en su sano juicio se dejaría matar por un futuro tan negro.— sonrió al decirlo porque era una broma muy extendida en Akershus y a ella le hacía mucha gracia.— No sabes cuándo morirás, eso no está en tus manos, está en la de los dioses aunque es cierto que te expones al peligro luchando casi siempre en desventaja. Pero aún así, no lo sabes.*
-No es lo mismo Öda, es cierto, todos los norteños son valientes, desenvainan el acero y corren al combate, muchos no vuelven, otros se convierten en leyenda como es el caso de tu padre. Mi misión nada tiene que ver con ser recordado, ni adorado, no soy un héroe, soy lo que Akershus necesita cuando nadie puede. Nuestro trabajo es ir y corroborar si son ciertas las historias que se cuentan, muchas de ellas suenan a fábulas, a leyendas..en ocasiones solo son eso, mas cuando son tan ciertas, tangibles como que este instante puede ser el ultimo...mi vida corre mas peligro que la de ninguno. No quiero viudas que me lloren, ni hijos huérfanos, soy lo que soy, un cazador con métodos mas humanos que mágicos. Yo creo en el hombre y creo en que la magia conlleva unas responsabilidades que no deberían caer sobre nuestras manos. No te odio por poseer magia, lo hago porque la utilizas..se que para el bien, pero es que la linea en ocasiones es delgada.*
— ¿Y si los dioses han decidido que el hilo de tu vida sea largo? Cuando sabrás que es el momento de morir sin remedio? Acaso hablas con ellos? Quizás quieran para ti una familia o un matrimonio, qué sé yo. Además la muerte es la incógnita que todos llevamos a cuestas, si pensase que voy a morir ya ¿qué sentido tendría estudiar tanto? Pues puede que pase, puede que mañana mismo los dioses me manden una enfermedad que no pueda curar y muera. Yo creo que te resulta más fácil convencerte de eso que atreverte a querer a una chica. ¿Te has enamorado alguna vez de alguna?*
Negué con la cabeza con una sarcástica sonrisa en mis labios.
-No, nunca me he enamorado de ninguna chica nunca me he permitido tener mas de eso..un rollo de una noche que se ha podido repetir en alguna otra ocasión. Siempre dejo claro lo que busco, nada...sin amor, solo diversión. No es complicado en el norte encontrar mujeres que busquen una noche sin complicaciones, así que la verdad es que..-hice una pausa relamiéndome los labios recordando el beso y su negativa a llegar a mas...-que no se..no quiero complicarme. Puede que yo sea un cobarde y me resulte mas fácil no enamorarme, pero...tu también eres una cobarde, te sumerges en tus libros y finges que no te gustaría por una noche saber lo que se siente.*
— Tienes razón, me gustaría saberlo. Pero ser el rollo de alguien que al dia siguiente me olvidará y pasará a buscar a otra y así sucesivamente…creo que no es lo que quiero. Mi madre dice que soy muy sentimental, y que vaya con cuidado, que es fácil que me partan el corazón. Aunque a ella le pasa igual, así que no sé qué tipo de consejo es ese…mi padre podría haberle roto el corazón.— pensaba en voz alta mientras hablaba con él y sus ojos inevitablemente viajaban hasta los labios de Ragnar.*
Ragnar- Cazador Clase Alta
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