AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nuevas emociones//Privado
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Nuevas emociones//Privado
El teatro, el circo...en general el mundo del espectáculo es algo que a Ephraim le apasionaba, al menos desde que había adquirido aquella nueva forma de pensar, menos apegada a lo racional, a lo aburrido a lo mundano. Había aprendido a vivir de otra forma, mas divertida, menos practica pero emocionante. Estaba cansado de ser una rata de biblioteca, siempre encerrado en casa con los libros y la maquina de escribir ¿que le había aportado aquella vida salvo desgracia?...nada. Por el contrario lo que le proporcionaba aquel mundo...era mucho mayor. Tenía libertar para expresar lo que realmente quería, podía ser todo lo estrafalario que desease.
Aquel día en particular tenía un pequeño trabajo que hacer en el circo. Si bien era actor de teatro la mayor parte de las veces, de vez en cuando se escapaba a hacer obras de otro calibre, mas divertidas, mas ociosas...tal vez mas atrevidas, pero en aquel lugar se sentía bien, por lo cual siempre que salia la oportunidad aceptaba casi sin saber que es lo que tenía que hacer. Incluso si le hubiese puesto como domador de leones hubiese aceptado, al fin y al cabo, sería una cosa nueva que aprender y una nueva experiencia que llevarse.
Si se ponía pensar en el pasado no lograba recordar si el circo le había gustado tanto en el pasado como ahora. ¿Había ido alguna vez de pequeño al circo?...no lo recordaba bien, solo recordaba la oscuridad que había en el mismo, por lo cual en aquellos momento eran pensamientos que intentaba olvidar...por el viendo de todo aquel que le rodease.
Una vez llegó a la entrada de la carpa se permitió el lujo de sonreír de oreja a oreja, respirando el aire que había a su alrededor, saboreando el ambiente. Aunque el olor no fuese del todo agradable debido a los animales que usaban en la mayoría de sus espectáculos, pero aun así, se sintió bien. Sin duda aquello le gustaba mas que el simple y mero teatro, el circo era mas libre...pero también era consciente de que el no se podía permitir el lujo de girar con un circo fuera de París. Su salud podría verse muy deteriorada si se alejaba de Ksenia y su sangre.
-¡¡¡ Ephraim!!!-el dueño del circo se acercó con efusividad y entusiasmo al joven de cabello negro. Iba con los brazos abiertos dispuesto a darle un abrazo al actor.-como me alegra verte por aquí muchacho.-el dueño en si tenía pinta de dueño de circo. Bajito, con una panza de lo mas redonda y un bigote exagerado hasta para alguien de la farándula.
-Buenos días señor Stromboli. Siempre es un placer, ya lo sabe-se dejó abrazar, aunque no fuese un contacto que le agradase demasiado.-bien, ¿que se supone que vamos a hacer hoy? en la carta que me envió no había mucho detalles sobre la actuación
Stromboli sonrió para luego reír. Se dio unos golpecitos en la tripa, que parecía hacer las veces te tambor, y dijo:
-¿Te atreverías a domar a una fiera?. Sería algo de lo mas entretenido y divertido
Eph alzo una ceja mientras se cruzaba de brazos. ¿Estaba de broma?. Era justo lo que había estado pensando y sin duda era una locura.
-Déjame que te explique. Nuestro ultimo domador ha sufrido un pequeño incidente. Nada que ver con las bestias que doma, esas son de lo mas pacificas. Digamos que tuvo un pequeño enfrentamiento con el marido de la adivina...-hizo un pequeño silencio de teatralidad-digamos que el marido no pudo adivinar que su mujer se estaba tirando al domador hasta que no les vio con sus propios ojos-rió otra vez.- como podrás imaginar le ha dejado incapacitado para la función de hoy. Tiene un brazo roto y la cara parece un cuadro de esos feos.
-Si, creo que me lo puedo imaginar-sonrió de medio lado.-¿tendré tiempo de ver a las bestias antes? quiero estar mas o menos seguro de que no me van a comer durante la función.
-Bah, pamplinas. Esas bestias son como gatitos recién nacidos. Completamente inofensivos.
-Hasta los gatitos tienen dientes que hacen daño. Lo haré, pero quiero ver primero como me las voy a apañar con ellas.
Claro que lo haría, la emoción y la adrenalina de aquel momento no tenía precio para Eph. Sin duda aquel iba a ser un gran día.
-Claro, sigueme.
Dicho aquello, ambos se metieron en la carpa. Aun quedaban algunas horas para que empezase el espectáculo y Eph tenía que prepararse para la diversión.
Aquel día en particular tenía un pequeño trabajo que hacer en el circo. Si bien era actor de teatro la mayor parte de las veces, de vez en cuando se escapaba a hacer obras de otro calibre, mas divertidas, mas ociosas...tal vez mas atrevidas, pero en aquel lugar se sentía bien, por lo cual siempre que salia la oportunidad aceptaba casi sin saber que es lo que tenía que hacer. Incluso si le hubiese puesto como domador de leones hubiese aceptado, al fin y al cabo, sería una cosa nueva que aprender y una nueva experiencia que llevarse.
Si se ponía pensar en el pasado no lograba recordar si el circo le había gustado tanto en el pasado como ahora. ¿Había ido alguna vez de pequeño al circo?...no lo recordaba bien, solo recordaba la oscuridad que había en el mismo, por lo cual en aquellos momento eran pensamientos que intentaba olvidar...por el viendo de todo aquel que le rodease.
Una vez llegó a la entrada de la carpa se permitió el lujo de sonreír de oreja a oreja, respirando el aire que había a su alrededor, saboreando el ambiente. Aunque el olor no fuese del todo agradable debido a los animales que usaban en la mayoría de sus espectáculos, pero aun así, se sintió bien. Sin duda aquello le gustaba mas que el simple y mero teatro, el circo era mas libre...pero también era consciente de que el no se podía permitir el lujo de girar con un circo fuera de París. Su salud podría verse muy deteriorada si se alejaba de Ksenia y su sangre.
-¡¡¡ Ephraim!!!-el dueño del circo se acercó con efusividad y entusiasmo al joven de cabello negro. Iba con los brazos abiertos dispuesto a darle un abrazo al actor.-como me alegra verte por aquí muchacho.-el dueño en si tenía pinta de dueño de circo. Bajito, con una panza de lo mas redonda y un bigote exagerado hasta para alguien de la farándula.
-Buenos días señor Stromboli. Siempre es un placer, ya lo sabe-se dejó abrazar, aunque no fuese un contacto que le agradase demasiado.-bien, ¿que se supone que vamos a hacer hoy? en la carta que me envió no había mucho detalles sobre la actuación
Stromboli sonrió para luego reír. Se dio unos golpecitos en la tripa, que parecía hacer las veces te tambor, y dijo:
-¿Te atreverías a domar a una fiera?. Sería algo de lo mas entretenido y divertido
Eph alzo una ceja mientras se cruzaba de brazos. ¿Estaba de broma?. Era justo lo que había estado pensando y sin duda era una locura.
-Déjame que te explique. Nuestro ultimo domador ha sufrido un pequeño incidente. Nada que ver con las bestias que doma, esas son de lo mas pacificas. Digamos que tuvo un pequeño enfrentamiento con el marido de la adivina...-hizo un pequeño silencio de teatralidad-digamos que el marido no pudo adivinar que su mujer se estaba tirando al domador hasta que no les vio con sus propios ojos-rió otra vez.- como podrás imaginar le ha dejado incapacitado para la función de hoy. Tiene un brazo roto y la cara parece un cuadro de esos feos.
-Si, creo que me lo puedo imaginar-sonrió de medio lado.-¿tendré tiempo de ver a las bestias antes? quiero estar mas o menos seguro de que no me van a comer durante la función.
-Bah, pamplinas. Esas bestias son como gatitos recién nacidos. Completamente inofensivos.
-Hasta los gatitos tienen dientes que hacen daño. Lo haré, pero quiero ver primero como me las voy a apañar con ellas.
Claro que lo haría, la emoción y la adrenalina de aquel momento no tenía precio para Eph. Sin duda aquel iba a ser un gran día.
-Claro, sigueme.
Dicho aquello, ambos se metieron en la carpa. Aun quedaban algunas horas para que empezase el espectáculo y Eph tenía que prepararse para la diversión.
Ephraim Eichhorst- Esclavo de Sangre/Clase Media
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 01/09/2017
Re: Nuevas emociones//Privado
Si algo le gustaba del circo a Herion, eran los trapecistas. Ver a simples humanos con esas habilidades y jugarse su frágil vida como modo de vida le hacía sentir cierta adrenalina. Sin embargo, odiaba la trata de animales que se hacía en esos espectáculos.
Le hacía recordar cuando fue capturado por un grupo de humanos. Utilizaron a Herion para su gran espectáculo “Arrête de mourir”, donde torturaban a Herion hasta el borde de la muerte una y otra vez para el disfrute de todos aprovechando su poder de regeneración. Sí, consiguió escapar. Y sí, les torturó a ellos, solo que… ellos no se regeneraron.
A Herion se le escapó una sonrisa de medio lado perdido en sus pensamientos, mientras se terminaba de calzar para esa noche tan especial. Cogió la entrada del Circo de encima de su mesita de noche y se la guardó en uno de sus pequeños bolsillos interiores de la casaca granate que llevaba puesta.
Salió de su mansión con aires de grandeza y se puso camino a su destino. Estas noches le gustaban. No era cuestión de infiltrarse, vigilar, pasar desapercibido. Estas noches eran de dejarse ver, aparentar ser uno más. De rechazar miradas de jovencitas cortésmente. Herion respiró hondo el frescor de aquella noche y se hizo una coleta cuando estaba apunto de llegar al Circo.
La carpa era impresionante, y la cola aún más. Tuvo que pasar un buen rato hasta que por fin llegó su turno con la joven y atractiva mujer que se encargaba de comprobar los boletos.
-Buenas noches. -Dijo Herion con amabilidad. Ella, sin embargo, se quedó mirándole con unos preciosos ojos negros.
-Bu, bu, buenas noches, monsieur. -Contestó mientras le dedicaba una sonrisa tímida y le apartaba la mirada. Seamos sinceros, a Herion le encantaba ser vampiro. Ese toque erótico, morboso y perverso probablemente eran algunas de las cualidades preferidas de un vástago para él.
Ya una vez dentro, buscó su sitio en uno de sus anfiteatros. Obviamente Herion escogió la zona VIP, no es que le gustase demasiado conversar.. De repente, todo se hizo oscuro.
Comenzaba el espectáculo.
Le hacía recordar cuando fue capturado por un grupo de humanos. Utilizaron a Herion para su gran espectáculo “Arrête de mourir”, donde torturaban a Herion hasta el borde de la muerte una y otra vez para el disfrute de todos aprovechando su poder de regeneración. Sí, consiguió escapar. Y sí, les torturó a ellos, solo que… ellos no se regeneraron.
A Herion se le escapó una sonrisa de medio lado perdido en sus pensamientos, mientras se terminaba de calzar para esa noche tan especial. Cogió la entrada del Circo de encima de su mesita de noche y se la guardó en uno de sus pequeños bolsillos interiores de la casaca granate que llevaba puesta.
Salió de su mansión con aires de grandeza y se puso camino a su destino. Estas noches le gustaban. No era cuestión de infiltrarse, vigilar, pasar desapercibido. Estas noches eran de dejarse ver, aparentar ser uno más. De rechazar miradas de jovencitas cortésmente. Herion respiró hondo el frescor de aquella noche y se hizo una coleta cuando estaba apunto de llegar al Circo.
La carpa era impresionante, y la cola aún más. Tuvo que pasar un buen rato hasta que por fin llegó su turno con la joven y atractiva mujer que se encargaba de comprobar los boletos.
-Buenas noches. -Dijo Herion con amabilidad. Ella, sin embargo, se quedó mirándole con unos preciosos ojos negros.
-Bu, bu, buenas noches, monsieur. -Contestó mientras le dedicaba una sonrisa tímida y le apartaba la mirada. Seamos sinceros, a Herion le encantaba ser vampiro. Ese toque erótico, morboso y perverso probablemente eran algunas de las cualidades preferidas de un vástago para él.
Ya una vez dentro, buscó su sitio en uno de sus anfiteatros. Obviamente Herion escogió la zona VIP, no es que le gustase demasiado conversar.. De repente, todo se hizo oscuro.
Comenzaba el espectáculo.
Herion- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 31/08/2017
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Nuevas emociones//Privado
El circo...una obra muy diferente a las recargadas obras de teatro que ultimare frecuentaba y representaba el humano. Se sentía emocionado, casi hasta nervioso, como si fuese la primera vez que salia a escena delante de tanta gente. Pero aquel público eran distinto al del teatro, aquel publico era exigente a su manera. Buscaban emociones fuertes, el ver como la vida de otros corría peligro hacia que sintiesen una extraña excitación y subida de adrenalina. Ephraim lo entendía a la perfección, pero el prefería vivirlo mas que verlo.
Cuando las luces apagaron y un foco se centró en la pista, Stromboli salio a escena como buen maestro de ceremonias que era para explicar en que iba a consistir el número de aquella noche. Trapecistas, equilibristas, contorsionistas...y mucho mas. Aparte de eso, nombró a Ephraim como "invitado" especial y ocasional del circo. El moreno salió a escena con una sonrisa de oreja a oreja y con el maquillaje típico de un arlequín y ataviado de rojo y negro. Un maquillaje y una indumentaria que había aprendido a identificar con ciertas partes de su personalidad.
Hubo gente que reconoció al actor y aplaudió cuando el foco le iluminó. Ephraim hizo un gesto con los brazos de abajo arriba para que los aplausos aumentasen aun mas, para animar a los rezagados a dar señales de vida. Cuando los aplausos aumentaron Eph se llevo la mano a la oreja como intentando escuchar mejor aquellos aplausos. Con la otra mano hizo un movimiento similar al anterior para aumentar dichos aplausos y al final, por diversión o pesadez, la mayor parte del publico aplaudió.
Eran muchos años ya actuando y sabía como tratar a un publico receptivo y emocionado por el espectáculo de aquella noche. Una vez jaleado el publico, el actor volvió tras el escenario para dar paso a los primeros números y de paso hacerse un poco mas con las bestia que tendría que domar. Aquella iba a ser su primera vez y lo estaba deseando, saliese como saliese. El caso era dar un buen espectáculo.
Los primeros en salir, fueron los payasos para hacer reír al publico con sus tonterías y bromas fáciles pero divertidas. Las risas de aquella noche eran música para los oídos del actor. Lo siguiente fueron los trapecistas y equilibristas, sin red de protección bajo ellos. Un riesgo innecesario pero que daba emoción al espectáculo, sobre todo cuando parecía que alguno de ellos se iba a estrellar contra el suelo, solo que siempre había un compañero dispuesto a no dejarle caer. Por supuesto era un numero bien preparado y estudiado, aunque los accidentes podían ocurrir.
El número final fue el de Ephraim. Las luces se volvieron a pagar y cuando se encendieron, apareció el actor con un látigo corto de domador en la mano en la mano. Se hizo el silencio y el moreno chasco el látigo contra el suelo mientras miraba al frente, el dirección a una zona oscura de la capa. De allí salió una leona de aspecto fiero gruñendo y abriendo las fauces mostrando los dientes al actor. Eph sonrió de forma sarcástica, acto seguido volvió a hacer chascar el látigo y con una simple orden de su mano la leona se subió a un pequeño atril que había en el suelo. Eph señaló con el dedo indice hacía el suelo y el animal se sentó gruñiendo otra vez.
El pulso del actor estaba acelerado, aunque no de miedo, tal vez su inconsciencia en aquel momento era un mal factor un mal ayudante. Pero la seguridad que daba hizo que la gente se quedase en total y completo silencio.
Con otro movimiento del látigo y la mano hizo que la leona se bajase del pequeño atril y se acercase a él. Los movimientos del animal eran lentos pero seguros, Eph la llevó hacia una pequeña zona de obstáculos que hizo que la leona sortease. Tal y como había dicho Stromboli, aquella leona era fácil de llevar y haciendo que el domador le diese una pequeñas pautas también ayudó. Ademas de que la leona al ver que era de fiar no había opuesto demasiada resistencia.
Cuando el numero estaba apunto de terminar, Ephraim hizo que la leona se volviese a subir al atril. Él enrolló el látigo y dando la espalda al animal alzó los brazos hacia el publico, el cual empezó a aplaudir, muchos se pusieron de piel al ver finalizada la obra. Aunque de pronto se hizo el silencio. Al dar la espalda a la leona, está adoptó rápidamente posición de ataque y saló hacia al actor. El golpe no fue fuerte, pero le hizo perder el equilibrio, y entre gruñidos dio la sensación de que la leona estaba atacando al domador. La gente se llevó las manos a la boca ahogando gritos de horror y asombro, el cual duró unos segundos antes de ver de que en realidad la leona no le estaba atando, si no que estaba jugando. El animal empezó a restregarse cual gato sobre Eph, solo que al ser mas grande y mas pesada se hizo un poco mas doloroso e incomodo. El actor se reía y abrazó y acarició al animal como si nada.
Muchos soltaron un suspiro de alivio, otros se rieron. Stromboli salio a escena y ayudo a Eph a ponerse en pie apartando a la leona. Y una vez en pie, el actor hizo una pequeña reverencia dando por terminado el show.
En realidad, la confianza que tenía con aquel animal tenía truco. Eph había ido varias veces al circo y como era de imaginar, siempre que había podido había estado entre bastidores viendo a los actores y a los domadores. Aquella leona había sido criada completamente en cautividad y era la compañera mas fiel que jamas tendría el domador de aquel circo. No era un animal violento, todo lo contrario, por eso Eph había podido "jugar" con ella. Para el animal, que a pesar de su tamaño no era mas que un cachorro de 3 años, todo aquello no era mas que un simple y mero juego. De no ser así, no hubiesen puesto en peligro la vida Ephraim.
Una vez terminado y medio desalojado el circo, ya que siempre se quedaba algún que otro espectador para ver si tenía la oportunidad de hablar con alguno de los participantes, Eph agradeció aquella oportunidad. Seguía acariciando a la leona y casi tuvo deseos de llevarse a casa como mascota, aunque sabía que ni Ksenia, ni los vecinos, ni las autoridades le iban a dejar tenerla en su casa por muy pacifica que fuese.
Sin duda, aquello había sido una grata experiencia.
Eph no tardó en salir detrás del escenario, era ya noche cerrada y tenía que volver a casa con Ksenia. Sobre todo porque no le había avisado de aquella pequeña excursión y seguramente se acabaría preocupando si no aparecía en los próximos minutos.
Cuando las luces apagaron y un foco se centró en la pista, Stromboli salio a escena como buen maestro de ceremonias que era para explicar en que iba a consistir el número de aquella noche. Trapecistas, equilibristas, contorsionistas...y mucho mas. Aparte de eso, nombró a Ephraim como "invitado" especial y ocasional del circo. El moreno salió a escena con una sonrisa de oreja a oreja y con el maquillaje típico de un arlequín y ataviado de rojo y negro. Un maquillaje y una indumentaria que había aprendido a identificar con ciertas partes de su personalidad.
Hubo gente que reconoció al actor y aplaudió cuando el foco le iluminó. Ephraim hizo un gesto con los brazos de abajo arriba para que los aplausos aumentasen aun mas, para animar a los rezagados a dar señales de vida. Cuando los aplausos aumentaron Eph se llevo la mano a la oreja como intentando escuchar mejor aquellos aplausos. Con la otra mano hizo un movimiento similar al anterior para aumentar dichos aplausos y al final, por diversión o pesadez, la mayor parte del publico aplaudió.
Eran muchos años ya actuando y sabía como tratar a un publico receptivo y emocionado por el espectáculo de aquella noche. Una vez jaleado el publico, el actor volvió tras el escenario para dar paso a los primeros números y de paso hacerse un poco mas con las bestia que tendría que domar. Aquella iba a ser su primera vez y lo estaba deseando, saliese como saliese. El caso era dar un buen espectáculo.
Los primeros en salir, fueron los payasos para hacer reír al publico con sus tonterías y bromas fáciles pero divertidas. Las risas de aquella noche eran música para los oídos del actor. Lo siguiente fueron los trapecistas y equilibristas, sin red de protección bajo ellos. Un riesgo innecesario pero que daba emoción al espectáculo, sobre todo cuando parecía que alguno de ellos se iba a estrellar contra el suelo, solo que siempre había un compañero dispuesto a no dejarle caer. Por supuesto era un numero bien preparado y estudiado, aunque los accidentes podían ocurrir.
El número final fue el de Ephraim. Las luces se volvieron a pagar y cuando se encendieron, apareció el actor con un látigo corto de domador en la mano en la mano. Se hizo el silencio y el moreno chasco el látigo contra el suelo mientras miraba al frente, el dirección a una zona oscura de la capa. De allí salió una leona de aspecto fiero gruñendo y abriendo las fauces mostrando los dientes al actor. Eph sonrió de forma sarcástica, acto seguido volvió a hacer chascar el látigo y con una simple orden de su mano la leona se subió a un pequeño atril que había en el suelo. Eph señaló con el dedo indice hacía el suelo y el animal se sentó gruñiendo otra vez.
El pulso del actor estaba acelerado, aunque no de miedo, tal vez su inconsciencia en aquel momento era un mal factor un mal ayudante. Pero la seguridad que daba hizo que la gente se quedase en total y completo silencio.
Con otro movimiento del látigo y la mano hizo que la leona se bajase del pequeño atril y se acercase a él. Los movimientos del animal eran lentos pero seguros, Eph la llevó hacia una pequeña zona de obstáculos que hizo que la leona sortease. Tal y como había dicho Stromboli, aquella leona era fácil de llevar y haciendo que el domador le diese una pequeñas pautas también ayudó. Ademas de que la leona al ver que era de fiar no había opuesto demasiada resistencia.
Cuando el numero estaba apunto de terminar, Ephraim hizo que la leona se volviese a subir al atril. Él enrolló el látigo y dando la espalda al animal alzó los brazos hacia el publico, el cual empezó a aplaudir, muchos se pusieron de piel al ver finalizada la obra. Aunque de pronto se hizo el silencio. Al dar la espalda a la leona, está adoptó rápidamente posición de ataque y saló hacia al actor. El golpe no fue fuerte, pero le hizo perder el equilibrio, y entre gruñidos dio la sensación de que la leona estaba atacando al domador. La gente se llevó las manos a la boca ahogando gritos de horror y asombro, el cual duró unos segundos antes de ver de que en realidad la leona no le estaba atando, si no que estaba jugando. El animal empezó a restregarse cual gato sobre Eph, solo que al ser mas grande y mas pesada se hizo un poco mas doloroso e incomodo. El actor se reía y abrazó y acarició al animal como si nada.
Muchos soltaron un suspiro de alivio, otros se rieron. Stromboli salio a escena y ayudo a Eph a ponerse en pie apartando a la leona. Y una vez en pie, el actor hizo una pequeña reverencia dando por terminado el show.
En realidad, la confianza que tenía con aquel animal tenía truco. Eph había ido varias veces al circo y como era de imaginar, siempre que había podido había estado entre bastidores viendo a los actores y a los domadores. Aquella leona había sido criada completamente en cautividad y era la compañera mas fiel que jamas tendría el domador de aquel circo. No era un animal violento, todo lo contrario, por eso Eph había podido "jugar" con ella. Para el animal, que a pesar de su tamaño no era mas que un cachorro de 3 años, todo aquello no era mas que un simple y mero juego. De no ser así, no hubiesen puesto en peligro la vida Ephraim.
Una vez terminado y medio desalojado el circo, ya que siempre se quedaba algún que otro espectador para ver si tenía la oportunidad de hablar con alguno de los participantes, Eph agradeció aquella oportunidad. Seguía acariciando a la leona y casi tuvo deseos de llevarse a casa como mascota, aunque sabía que ni Ksenia, ni los vecinos, ni las autoridades le iban a dejar tenerla en su casa por muy pacifica que fuese.
Sin duda, aquello había sido una grata experiencia.
Eph no tardó en salir detrás del escenario, era ya noche cerrada y tenía que volver a casa con Ksenia. Sobre todo porque no le había avisado de aquella pequeña excursión y seguramente se acabaría preocupando si no aparecía en los próximos minutos.
Ephraim Eichhorst- Esclavo de Sangre/Clase Media
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Fecha de inscripción : 01/09/2017
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