Recuerdos frios con Notas cálidas (Derkesthai)

por **Julien** Miér Oct 07, 2015 10:44 am

♦ Mansión de Julien en las afueras de París - pasada la medianoche ♦

Una brisa fria había movido sus cabellos y hasta parecía por la gelidez del aire que iba a nevar en poco tiempo aunque aún no tenia idea de cómo eran las nevadas reales en pleno Francia, esperaba que no sean como las de Rusia... o si. Extrañaba ese lugar y si no habia vuelto era por la parte familiar de su clan que seguía por la zona y con la cual prefería no tener relación.
Por miedo, solamente era eso...

Por esto no quería verlos, tanto tiempo habia pasado y se habia adjudicado diversos problemas en la empresa como para justificar su aparicion por esos lugares, a sabiendas que en algún momento iba a tener que enfrentarlos si asi pasara. Su compromiso se acercaba y nada podía hacer para salirse de esta ¿qué verían cuando lo observaran?

Su imagen de vampiro era mucho mas cruel que la que tenia como humano. Poco viva. El espejo le devolvia una imagen irreal de lo que antes habia sido. Él no tenia problemas con ello, pero no pensaba lo mismo de los demás. Su tez, su porte y por sobre todas las cosas sus ojos albinos habian cambiado de manera considerable.

Cerró los ojos y respiró profundo tomando el aire que circulaba por esas alturas, se empezaba a mojar con el agua-nieve asi que soltó la balaustada del balcón y se encaminó dentro de la mansión. Apenas entró notó una triste melodía en el aire. No era necesario preguntar, sabía quién podia sacarle al piano esas notas. Había pensado que estaría en el teatro esa noche. Dudó, pero se dejó llevar por ese sonido con altibajos, con profundidad. Bajó las escaleras y se inclinó sobre el pasamanos para ver si se trataba de él.

Alli estaba, con sus cabellos largos caídos cual cascada. Aún podia verse reflejado en él, era increible, como ver su propio reflejo varios años antes, cuando aún era joven, cuando su corazon galopaba con la fuerza de diez caballos. Se colocó detrás disfrutando de la musica del piano, el tiempo se paralizaba cuando Derkesthai tocaba. Por los ventanales comenzaron a verse unos diminutos puntos blancos que dejaban estático el momento y los recuerdos de Rusia volvieron...momentos felices. Se recostó en la pared mientras viajaba por esos recuerdos, regocijándose de poder dejar de lado esos pensamientos que solo conseguían cargarlo de dudas y dejandose llenar por estos donde las bailarinas bailaban con faldas largas, describiendo figuras alternas, sonriendo.

por **Derkesthai** Dom Oct 11, 2015 9:33 pm

Habían veces en que no podía dormir con tranquilidad, algunos recuerdos agazapados en mi mente no me permitían volar entre el espacio de mis deseos, me ponía a pensar constantemente en cómo podía perfeccionar mi estabilidad humana, y mi estabilidad en la música… Estaba un poco confundido, por lo que de inmediato supe que lo que tenía que hacer en aquél mísero momento era tocar mí adorado piano de cola, que mi amo dejaba a mi disposición. Ya llevaba tiempo viviendo con Julien, y la atracción que puso en mí fue inmediata. Pues veía en él todo aquello que no había podido ver en otros vampiros que conocí en el Teatro. Él tenía una esencia que marcaba y rompía cualquiera de los esquemas, sabía que era una criatura llena de riquezas, tanto intelectuales como materiales… Pero lo que me llamó la atención es que él podía lograr cierto equilibrio ante todo y todos.

Me acostumbré a su presencia inminente en el Teatro, después me enteré que ya no sólo venía a ver a los demás artistas que se presentaban, sino que en especial a mí…. Me acostumbré a su oído, a sus ojos especiales que reflejaban una historia fascinante, un misterio intrínseco que sabía guardar tan bien, es por eso y muchas cosas más que yo me sentí atraído por este ser…. Supiera él cuánto le admiro, a veces toco para él, a veces disfruto en darle un pequeño viaje entre mi música y mi propia historia… que a diferencia suya, no tiene nada de fascinante. Pero que más daba, siempre podría avanzar un paso hacia nuevos horizontes… Más en éste sólo momento sólo quería tocar… y esta vez, estaba tocando para mí.

Sentí su fría presencia cerca del lugar dónde me encontraba, tan gélida pero tan llena de caricia que no lograba incomodarme, como otras personas que me escuchaban o me veían tocar. Me sentía cómodo, después de mucho tiempo sin sentir el cálido roce de fraternidad que alguna vez tuve con mi antiguo amo, pero con el cual se convirtió en un martirio y condena. Ahora estaba frente a alguien completamente distinto, de la misma naturaleza tal vez, pero la esencia siempre perdura en cada uno de los seres…. Y en Julien, aquél caballero de armadura oxidada su esencia no me perturbaba de mala manera… sino que era completamente divina.
Al tocar aquellas notas que había compuesto hace unos meses atrás, me sentí un poco más realizado al verlas entrelazadas armónicamente en mi humilde piano. Me percaté de la presencia de Julien en aquella medianoche sin alzar la vista hacia él hasta que hube terminado de ejecutar la pieza.

“La vida era tan efímera que apenas denotas cuánto tiempo has perdido, cuánto tiempo has aprovechado, cuánto tiempo te queda… La inmortalidad era una ilusión atemporal que sólo se manifestaba a través del recuerdo de toda esa vida. Tu nacimiento, el crecimiento, el desarrollo, los caminos, el desvarío, los errores, las decisiones… todo aquello implicaba una inmortalidad incontable de la que sólo te podrías dar cuenta, en el momento de tu muerte…. Cuánto y todo has hecho, has vivido o has dejado morir… los pasos se desvanecen como en la propia arena , y las olas tal como el tiempo, termina borrando todo… y te ves encaminado hacia otro lugar, que quizás nunca antes has conocido, que nunca antes has imaginado… y el cuerpo…el cuerpo mortal termina desvaneciéndose…”

Aquello fue lo que me inspiró a realizar esta pieza, y recordé los momentos exactos en que cada nota declaraba su posición e identificación en mis partituras.

….Fue entonces que la pieza había acabado, y en un sutil movimiento mis largos cabellos oscuros cayeron por sobre mi rostro suavemente como un velo, que me invitaba a descansar en paz…

-Mi señor… ¿Le he interrumpido con el ruido de mi piano?, disculpe si fue así- dije con la voz pétrea que me caracterizaba girándome a mostrarle mis sinceras disculpas contemplándole con mis ojos verde-grisáceos.

por **Julien** Miér Oct 28, 2015 9:44 pm

- Nunca podrás Derkesthai… - dijo el vampiro quitando las manos detrás de sí y acercándose lentamente hacia donde estaba él.

No podría saberlo, pero su música era el trasfondo mas apropiado que encontraba para su vida que consideraba una obra de teatro. Era dramático, muchas veces se le iba de las manos, pero le fascinaba el teatro. De allí que a veces terminaba por hacer de algunos momentos una escena fantástica.

Pero por sobre todas las cosas la música le traía recuerdos. Era verdad lo que afirmaban de la pérdida de memoria. Al parecer era una condición normal que venía con la sangre vampírica, había ciertos hechos que olvidaba, y era justamente por ello que se había vuelto escritor. Las palabras permanecen allí donde la mente olvida.

-Tus notas y esta noche me han traído el aroma de Rusia… anhelo regresar- y eso justamente coincidía con su incapacidad de hacerlo ¿Porqué todo ello que le prometía felicidad tenía que ser algo prohibido o imposible? Se preguntó para si mismo percibiendo internamente que su pesimismo solo lo iba a llevar una vez más hacia un callejón sin salida – Deberíamos ir algún día…- sopesó. Antes era un vampiro solitario. Mas que un esclavo de sangre simple, el joven se había ganado lo que cualquiera llamaba “un lugar especial”. No podía negarle absolutamente ninguna de sus peticiones y mucho menos arrancarle las alas. Le gustaba que fuera independiente. Su forma de desenvolverse y por sobre todo amaba su disciplina con su verdadero amor por el arte: La Música. Obviamente iba a convertirse en un pianista exitoso, posiblemente cuando el tiempo llegase iba a optar por la inmortalidad antes de dejar este mundo dejando esa breve huella. Porque, al fin y al cabo, eso era lo que creía Julien, la inmortalidad les era dada para dejar esa marca en la historia.

Tocó las pétreas teclas del piano que tenía a mano - ¿Cuál es tu secreto? – dejó la pregunta en el aire. Amaba el piano pero le era imposible la creación de nuevas piezas.

por **Derkesthai** Jue Oct 29, 2015 5:20 pm

Escuché las palabras de mi Amo, y me daba un poco de timidez aquella resonante voz del vampiro, ya que aquello era lo que más aturdía la habitación después de las notas de mi piano, siempre era así, y yo no me quejaba… simplemente me sorprendía los estremecedores sentires que eso me producía. Seguramente era así debido a que mi oído musical estaba bastante bien desarrollado y los sonidos eran mucho más perturbantes para mí, y más ricos en su esencia.

-Apreciaría mucho que me llevara con usted, mi señor. De seguro encontraré otras formas de expresión en música de piano, aunque me sentiría un poco novato. Tal vez….– di una leve pausa y suspiré...- …No soy lo suficientemente bueno.- dije acongojado, la verdad es que me costaba mucho expresar mis sentimientos en palabras. Era como si me desnudaran cada vez que declaraba algo que quizás a nadie le interesaría.

A pesar de todo, el tiempo que llevaba junto a mi Amo, el vampiro me había devuelto unas leves fuerzas de confiar, pero definitivamente si otra persona u otro ser se me acercara como él lo hace, o me hablara tan directamente como él lo hace, tal vez saldría corriendo.

-Mi señor, ¿Acaso me llevaría porque teme que este alimento se le escape de las manos?... pues déjeme decirle que irme no está en mis planes.- agaché un poco la mirada después de haber dicho aquello, pero se me salió de la boca, debido a que las inseguridades siempre me agazapaban. Pero había dicho una osadía, y me levanté de mi asiento poniéndome frente a él dándole una reverencia en forma de disculpa.

-…Disculpe mi estupidez, amo.- dije con esa voz triste que era parte de mí. Pues así la tenía, desde que tengo uso de razón.

Recordé la pregunta acerca de mi secreto… ¿Secreto? Que otro secreto podría tener un individuo tan carente de gracia, y solitario como yo sino era simple talento. Pero me di el valor de alzar la vista hacia mi amo, y verle su penetrante mirada conectada a mis ojos verde-grisáceos.

Mi rostro se escondía tras mi larga cabellera negra y respondí con timidez lo mejor que pude, y lo que me nacía tras analizar su pregunta:
-Caos… tragedia, mi señor… muerte y una leve luz de esperanza viven entre mis secretos.- desvié la mirada rápidamente de mi Amo, puesto a que la pequeña distancia que nos mantenía en pie uno frente al otro, activaron mis sentidos como por arte de magia.

¿Acaso el vampiro estaría utilizando alguno de sus poderes conmigo dentro de aquel intenso momento en que una especie de sed me llamaba?... ¿Una especie de sed a muerte?.... y fue entonces que me retiré de su lado, con miedo a mis sensaciones y las descargué entonando otra melodía.La intriga frente a los pequeños momentos que vivía junto a mi Amo, me desesperaban un poco, porque no sabía definirlo todo muy bien. Más siempre podía disiparlo rápidamente controlando mi ira, y mi rabia tocando una pieza...

Al terminar después de un gran lapso de silencio al fin pude levantar mi rostro del instrumento que era dueño de mis placeres, de mi control, de mi personalidad, de mi vida… y susurré:
-Tengo sed…- dije con una voz terroríficamente desgastada, pero era como un suave rasguño de un felino en la madera.

por **Julien** Jue Nov 12, 2015 10:41 pm

Esas palabas habían logrado captar su atención. El chico era joven, pero a veces tenía esos pensamientos inseguros dignos de un niño. Era consciente del sufrimiento que había tenido en una temprana edad y era justamente esa sabiduría que le daba la paciencia necesaria con él. Posiblemente si no le recordara tanto a si mismo no sería igual. Siempre hay un roto para un descosido dicen… Derkesthai era justamente ese. Suspiró resignado y se acuclilló a su lado para estar a su altura – Oh Derkesthai… no tienes ni idea- comentó con la cara hacia abajo, luego subió la vista hacia esos ojos trémulos del pianista. Tenía todo lo necesario para despegar ya aun asi desconfiaba de sus alas. Era un ave lastimada, tanto dolor había soportado que ya no garantizaba la posibilidad de emprender el vuelo una vez mas. Era una pena, que en el fondo, muy en el fondo podía llegar a agradarle en cierto punto, y allí era donde residía la confianza del vampiro. Impulsarlo era una opción pero no era la única. No quería el mal para este, es mas suponía que terminaría viviendo una historia similar a la suya pero de todas formas confiaba en que terminaría tomando su vida, subsistiendo con esa melancolía que marcaba su forma de ser, que además no estaba demasiado alejada de la que todo vampiro tenia. Julien no conocía a ningún vampiro cuerdo que no tuviera un ápice de melancolía reflejado en su cara.

Julien se levantó al escuchar, no podía creer que pensara eso de él y de si mismo tampoco. ¿Alimento… solo se veía como alimento? Se preguntó a si mismo el vampiro, sus cejas se entrecerraron en el centro de su cara ¿Cómo así? Acaso no apreciaba los sentimientos visibles y consientes que tenia por este. No era que se la pasara todos los días informándoselo, los sentimientos eran algo que no le salían como si nada y si de expresarlos se hablaba no era algo viable. Normalmente prefería dejar esas expresiones en manos de las acciones. Era mas sencillo asi, no había que traducir a palabras nada, solo hacer y con ello informar al otro de los sentimientos que tenia. Se frenó al ver que la mirada de su compañero había cambiado, el cambio en su actitud era notorio tanto como la del propio vampiro, que bajando un poco la guardia se sorprendió una vez mas perdido en estos ámbitos. Su frialdad le jugaba una mala pasada. Y aun no se animaba a tocar a su pupilo, asi que le basto responder – No tienes por qué disculparte, tranquilo… - y luego de una pausa, buscó desviar el tema con la pregunta sobre su secreto.

Nuevamente las sombras lo envolvían, podía sentir esa fuerza latente dentro de él. La controlaba haciendo lo que amaba pero en el fondo tenía la certeza que terminaría por aparecer tras ese velo negro su verdadera naturaleza, un vampiro revelado, sediento por la muerte. Estaba incubando. Sonrió al notarlo, no por la tragedia que le daba la posibilidad de ejecutar tales piezas sino por ese sentimiento poderoso de futuro que estaba poniendo sobre él. Era cuestión de tiempo.

Y de pronto su iris le revelaba ese deseo, tan famosa mirada de deseo de sangre, ese tormento delicioso. Lo conocía y sabía que podía generar una horrible sensación de ira el no tenerlo. Una dependencia intratable, incurable que iba a atormentarlo por muchos años después de la muerte. Se volvió y colocando sus dedos sobre las teclas emprendió ese viaje melancólico una vez mas, ese desapego del mundo que solía reconciliar su alma atormentada. Lo quería. Y lo respetaba por sobre todas las cosas. Lo escuchó, hasta el final, acuclillado una vez mas a su lado en el taburete, siguiendo los movimientos concentrados. Bastó escuchar su voz al finalizar para confirmar sus pensamientos. Tomo lugar en el taburete junto a él y desabrochó uno de sus puños y arremangó su camisa para extenderle su brazo desnudo.

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