AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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En sus manos esta mi refugio [Privado]
2 participantes
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En sus manos esta mi refugio [Privado]
Una sombra de temor empañó sus ojos
Eduardo Mendoza
¿Iba a sucederle lo mismo dos veces? ¿Lograría escapar con vida en esta ocasión?
Esas preguntas se las repetía una y otra vez en su mente mientras que sus pies iban a la mayor velocidad posible, esquivando los árboles y las ramas que pudieran hacerle tropezar, provocando así que su vida llegara quizás a un trágico final. Autumn De Lacour, atrapada una vez por la inquisición en aquellos mismos bosques, era perseguida una vez más por un grupo de inquisidores dispuestos a darle alcance y llevarla una vez más a los cuarteles de ese grupo sanguinario que no hacía más que gozar con el sufrimiento y la pena ajenos.
¿Cómo es que había terminado una vez más en una situación como aquella? La verdad es que ni ella misma sabía como había sucedido todo. Aquella mañana la bruja se levanto temprano, dispuesta a ir a los bosques en busca de algunas hierbas para practicar pociones y aunque gran parte de su día en los bosques transcurrió sin novedades fue cuando planeaba regresar a la ciudad que se topo con quienes ahora le perseguían. Autumn a pesar de aprender a fingir normalidad debidamente frente a inquisidores, no conto con que aquel grupo que se topaba llevaba a uno de los suyos, un hombre de mirada severa que apenas y la vio sonrió con malicia. Quizás la joven bruja hubiera pasado cerca de ellos sin nada que temer de no ser porque el hechicero aquel la señalo y con palabras burlonas dijo a todos sus acompañantes “Atrapen a la bruja y tendrán una recompensa”; apenas y esas palabras llegaron a los oídos femeninos, la bruja se echo a correr, en esta ocasión sin llorar y con la idea de sobrevivir bastante firme, aunque con cada paso que daba esa idea perdía fuerza.
Llevaba corriendo ya un buen rato, ocultándose entre todo aquello que le permitía dar un pequeño respiro antes de volver a correr para poner más distancia entre ella y los inquisidores (distancia que cada vez parecía estarse acortando mucho más); de hecho, estaba realmente por rendirse, entregarse al destino que le esperaba y no volver a pensar en nada más que en un mundo mejor cuando frente a ella vio a un hombre, cuya aura parecía ser muy diferente a la de los inquisidores que le perseguían. Autumn no se pregunto que estaba haciendo él ahí, ni quien sería y mucho menos si tenía algo en que huir o como esconderla, ella simplemente corrió hasta tomarlo del brazo, mirarle a los ojos y con voz agitada y suplicante pedirle ayuda.
– Po… por favor…. Vienen y… no… no quiero…. Morir… – mencionó aferrada al brazo masculino, aquel que simbolizaba su salvación o su completa perdición.
Eduardo Mendoza
¿Iba a sucederle lo mismo dos veces? ¿Lograría escapar con vida en esta ocasión?
Esas preguntas se las repetía una y otra vez en su mente mientras que sus pies iban a la mayor velocidad posible, esquivando los árboles y las ramas que pudieran hacerle tropezar, provocando así que su vida llegara quizás a un trágico final. Autumn De Lacour, atrapada una vez por la inquisición en aquellos mismos bosques, era perseguida una vez más por un grupo de inquisidores dispuestos a darle alcance y llevarla una vez más a los cuarteles de ese grupo sanguinario que no hacía más que gozar con el sufrimiento y la pena ajenos.
¿Cómo es que había terminado una vez más en una situación como aquella? La verdad es que ni ella misma sabía como había sucedido todo. Aquella mañana la bruja se levanto temprano, dispuesta a ir a los bosques en busca de algunas hierbas para practicar pociones y aunque gran parte de su día en los bosques transcurrió sin novedades fue cuando planeaba regresar a la ciudad que se topo con quienes ahora le perseguían. Autumn a pesar de aprender a fingir normalidad debidamente frente a inquisidores, no conto con que aquel grupo que se topaba llevaba a uno de los suyos, un hombre de mirada severa que apenas y la vio sonrió con malicia. Quizás la joven bruja hubiera pasado cerca de ellos sin nada que temer de no ser porque el hechicero aquel la señalo y con palabras burlonas dijo a todos sus acompañantes “Atrapen a la bruja y tendrán una recompensa”; apenas y esas palabras llegaron a los oídos femeninos, la bruja se echo a correr, en esta ocasión sin llorar y con la idea de sobrevivir bastante firme, aunque con cada paso que daba esa idea perdía fuerza.
Llevaba corriendo ya un buen rato, ocultándose entre todo aquello que le permitía dar un pequeño respiro antes de volver a correr para poner más distancia entre ella y los inquisidores (distancia que cada vez parecía estarse acortando mucho más); de hecho, estaba realmente por rendirse, entregarse al destino que le esperaba y no volver a pensar en nada más que en un mundo mejor cuando frente a ella vio a un hombre, cuya aura parecía ser muy diferente a la de los inquisidores que le perseguían. Autumn no se pregunto que estaba haciendo él ahí, ni quien sería y mucho menos si tenía algo en que huir o como esconderla, ella simplemente corrió hasta tomarlo del brazo, mirarle a los ojos y con voz agitada y suplicante pedirle ayuda.
– Po… por favor…. Vienen y… no… no quiero…. Morir… – mencionó aferrada al brazo masculino, aquel que simbolizaba su salvación o su completa perdición.
Autumn Di Moncalieri- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 20/11/2014
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
No solo de pan vive el hombre, y aunque Aelius tuviera una entrada sumamente generosa, por los negocios que su difunto hermano Girolamo, creara para la familia Rosenheimers, pero que solo correspondía al marquesado de Turín, en el que Aelius era el único heredero, ya que la familia, había tenido especial cuidado de mantener los títulos nobiliarios separados y que jamás pudieran ser reclamados por la misma persona. Había una clausula, que Aelius conocía y que no había puesto sobre aviso a la hija de su hermano, por solo contar con doce años. Si llegaba a ser la decisión de la pequeña, al llegar a la adultez, podría ostentar el titulo de condesa de Italia, siempre y cuando, no apareciera un varón cercano al Conde, quien podría tomar posesión del título, mientras la joven creciera, teniendo que litigar el mismo al cumplir los 20 años. Pero el único varón en la familia, luego de Aelius era su sobrino Ruggero, que contaba con solo cinco años.
Pues la cuestión era que, aunque no lo necesitara para vivir, él no había reclamado el título, ya que estaba cómodo con su vida de cazador de sobrenaturales, no necesitaba mas que poder seguir en la caza de su presa predilecta - los vampiros -, a la que se dedica con ahínco, ya que fueron éstos inmortales, los responsables de la masacre de su familia, y entre las victimas se encontraba su madre. Claro que aquello, había sido parte de la maldición familiar, pero hacía años - antes que él comenzara a cazar – que la familia había dejado de perseguir vampiros, intentando apaciguar la maldición, mas todo fue en vano. Por esa razón, y porque el hacer ejercicios le venía muy bien para la presión que estaba experimentando al buscar a los parientes perdidos, Aelius pensó que recorrer el bosque y cazar alguna presa, le vendría bien, tanto como entrenamiento, como diversión. Ademas, que bastante nervioso lo tenía, cuidar una niña de doce años, pero que aparentaba una de seis, puesto que Eva, la hija de Girolamo, había sido la única sobreviviente de la tragedia vivida por el Marques y su señora.
En mitad del bosque, existía una construcción señorial, perteneciente a la familia Rosenheimers, allí habían vivido el marques y su familia. Aelius, ya había contratado a la servidumbre que trabajara con el noble italiano, para que al volver al hogar la pequeña Eva, pudiera sentirse mas a gusto y no sufrir tanto la ausencia de sus padres. El cazador había dejado atada su montura en el patio trasero de la mansión, la cual estaba impecable ya que hacía pocas semanas se habían terminado los arreglos y los sirvientes estaban al caer, en cualquier momento. Se sintió orgulloso de su decisión de vivir con su sobrina y su hermana Chiara, a la que, semanas atrás, había seguido, descubriendo que trabajaba como ama de llaves en una mansión. Estuvo a poco de armar un escándalo, - es el colmo – se exasperó, - en cuanto éste lugar se encuentre habitable, la traeré aquí, para que viva como se merece, como una condesa, y ese inquisidor, se las tendrá que ver conmigo, que se ha creído, abandonarla a su suerte, como si se tratara de una prostituta que liberó de un burdel – golpeó el tronco de un árbol, con la fusta que llevaba en la mano. Se dirigió a la parte delantera de la construcción y se dispuso a recorrer el bosque cercano, antes que la noche descendiera, quería estar seguro que el lugar podría ser un buen refugio para usarlo.
El cazador se sorprendió, cuando de la nada, una joven apareció, acercándose a él, con el rostro pálido y casi sin aliento, suplicando que la ayudara. Cuando la joven terminó de balbucear, Aelius la sostuvo con firmeza de los brazos, pues le pareció que en cualquier momento se derrumbaría. Observando aquellos ojos, tan bellos y tiernos, le preguntó, - quienes te persiguen, dime… solo así podré ayudarte -, la mirada pura de la mujer, su rostro delicado, le hizo pensar en sus hermanas, él hubiera querido protegerlas mejor, darles una vida tranquila, pero ninguna lo había conseguido, tal vez la vida le daba la oportunidad de hacer algo por una joven, tan frágil y pura como lo habían sido sus hermanas.
Pues la cuestión era que, aunque no lo necesitara para vivir, él no había reclamado el título, ya que estaba cómodo con su vida de cazador de sobrenaturales, no necesitaba mas que poder seguir en la caza de su presa predilecta - los vampiros -, a la que se dedica con ahínco, ya que fueron éstos inmortales, los responsables de la masacre de su familia, y entre las victimas se encontraba su madre. Claro que aquello, había sido parte de la maldición familiar, pero hacía años - antes que él comenzara a cazar – que la familia había dejado de perseguir vampiros, intentando apaciguar la maldición, mas todo fue en vano. Por esa razón, y porque el hacer ejercicios le venía muy bien para la presión que estaba experimentando al buscar a los parientes perdidos, Aelius pensó que recorrer el bosque y cazar alguna presa, le vendría bien, tanto como entrenamiento, como diversión. Ademas, que bastante nervioso lo tenía, cuidar una niña de doce años, pero que aparentaba una de seis, puesto que Eva, la hija de Girolamo, había sido la única sobreviviente de la tragedia vivida por el Marques y su señora.
En mitad del bosque, existía una construcción señorial, perteneciente a la familia Rosenheimers, allí habían vivido el marques y su familia. Aelius, ya había contratado a la servidumbre que trabajara con el noble italiano, para que al volver al hogar la pequeña Eva, pudiera sentirse mas a gusto y no sufrir tanto la ausencia de sus padres. El cazador había dejado atada su montura en el patio trasero de la mansión, la cual estaba impecable ya que hacía pocas semanas se habían terminado los arreglos y los sirvientes estaban al caer, en cualquier momento. Se sintió orgulloso de su decisión de vivir con su sobrina y su hermana Chiara, a la que, semanas atrás, había seguido, descubriendo que trabajaba como ama de llaves en una mansión. Estuvo a poco de armar un escándalo, - es el colmo – se exasperó, - en cuanto éste lugar se encuentre habitable, la traeré aquí, para que viva como se merece, como una condesa, y ese inquisidor, se las tendrá que ver conmigo, que se ha creído, abandonarla a su suerte, como si se tratara de una prostituta que liberó de un burdel – golpeó el tronco de un árbol, con la fusta que llevaba en la mano. Se dirigió a la parte delantera de la construcción y se dispuso a recorrer el bosque cercano, antes que la noche descendiera, quería estar seguro que el lugar podría ser un buen refugio para usarlo.
El cazador se sorprendió, cuando de la nada, una joven apareció, acercándose a él, con el rostro pálido y casi sin aliento, suplicando que la ayudara. Cuando la joven terminó de balbucear, Aelius la sostuvo con firmeza de los brazos, pues le pareció que en cualquier momento se derrumbaría. Observando aquellos ojos, tan bellos y tiernos, le preguntó, - quienes te persiguen, dime… solo así podré ayudarte -, la mirada pura de la mujer, su rostro delicado, le hizo pensar en sus hermanas, él hubiera querido protegerlas mejor, darles una vida tranquila, pero ninguna lo había conseguido, tal vez la vida le daba la oportunidad de hacer algo por una joven, tan frágil y pura como lo habían sido sus hermanas.
Última edición por Aelius Rosenheimers el Jue Jul 28, 2016 7:56 am, editado 2 veces
Bernard Liusse- Vampiro Clase Media
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
¿Qué males hizo la inocente bruja para que el destino le tratara de esa manera? Ella había robado si, pero lo hizo únicamente para sobrevivir y nunca busco dañar a nadie, así que no era capaz de comprender como es que todas aquellas desgracias le ocurrían a ella. Autumn corría entonces por los bosques, con el grupo de inquisidores y la muerte pisándole los talones además de que era incapaz de encontrar una respuesta sensata a sus desgracias.
La bruja no quería morir, realmente no quería pero cuando ya llevaba demasiado rato corriendo sin encontrar manera de escapar de los inquisidores fue que comenzó a pensar que darse por vencida sería lo mejor, igual y su sufrimiento no se extendía tanto tiempo y más pronto que tarde vería a sus padres. Autumn se hacía ya a la idea de morir cuando observo a un hombre del que se aferro con desespero y mientras le hablaba de manera entrecortada podía escuchar a los inquisidores acercarse hasta donde se encontraban. Con sus ojos fijos en el desconocido aquel, suplicaban por una ayuda que probablemente no llegaría.
De un momento a otro creyó que estar con aquel hombre era completamente inútil y estaba a punto de echarse a correr nuevamente cuando el desconocido le sujeto por los brazos de manera firme. El cuerpo de la bruja se tensó bajo aquellas manos pero con las palabras que salieron de aquellos labios, volvió a relajarse y a ver frente a ella una esperanza de sobrevivir.
– Inquisidores… y le juro que no le he hecho daño alguno a nadie, apenas y puedo defenderme así que soy incapaz de hacer algo – sus ojos se alejaron de la figura masculina, buscando más allá de donde ambos se encontraban al grupo de despiadados hombres que la seguían – No tenemos mucho tiempo, por favor, ayúdeme… Le juro que soy inofensiva y que no sé por qué me siguen – parada junto a aquel hombre, fue capaz de notar como su cuerpo temblaba del miedo – Corramos… corramos ya – se removió para liberarse del agarre ajeno y para que ambos corrieran.
La bruja no quería morir, realmente no quería pero cuando ya llevaba demasiado rato corriendo sin encontrar manera de escapar de los inquisidores fue que comenzó a pensar que darse por vencida sería lo mejor, igual y su sufrimiento no se extendía tanto tiempo y más pronto que tarde vería a sus padres. Autumn se hacía ya a la idea de morir cuando observo a un hombre del que se aferro con desespero y mientras le hablaba de manera entrecortada podía escuchar a los inquisidores acercarse hasta donde se encontraban. Con sus ojos fijos en el desconocido aquel, suplicaban por una ayuda que probablemente no llegaría.
De un momento a otro creyó que estar con aquel hombre era completamente inútil y estaba a punto de echarse a correr nuevamente cuando el desconocido le sujeto por los brazos de manera firme. El cuerpo de la bruja se tensó bajo aquellas manos pero con las palabras que salieron de aquellos labios, volvió a relajarse y a ver frente a ella una esperanza de sobrevivir.
– Inquisidores… y le juro que no le he hecho daño alguno a nadie, apenas y puedo defenderme así que soy incapaz de hacer algo – sus ojos se alejaron de la figura masculina, buscando más allá de donde ambos se encontraban al grupo de despiadados hombres que la seguían – No tenemos mucho tiempo, por favor, ayúdeme… Le juro que soy inofensiva y que no sé por qué me siguen – parada junto a aquel hombre, fue capaz de notar como su cuerpo temblaba del miedo – Corramos… corramos ya – se removió para liberarse del agarre ajeno y para que ambos corrieran.
Autumn Di Moncalieri- Hechicero Clase Alta
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
- Espera, no servirá de nada que intentes huir, de seguro traerán perros o peor aún, alguno de ellos puede ser... - iba a decir, un inquisidor condenado, un licantropo o cambiante, pero prefirió medir sus palabras - un experto en el rastreo - le sonrió, intentando conseguir que confiara en él y en sus palabras, - no te preocupes, ya tengo el lugar indicado para esconderte - le dijo mientras con rapidez, y sin pedir permiso, ni esperar que accediera, la iba tironeando, para adentrarse nuevamente en la propiedad de los Moncalieri.
Delante de ellos, la hermosa y antigua construcción, pareció resplandecer, feliz de ver llegar nuevamente seres vivos. Los cristales de los ventanales refulgieron por el sol de la tarde que se diluía entre el follaje. Aelius, soltó el brazo de la joven, que no había dejado de mantener presionado suavemente, mientras le obligaba a acompañarlo. Con un gesto conciliador, y un ademan, le mostró la construcción. - aquí puedes esconderte, no hay sirvientes porque por mucho tiempo estuvo abandonado... pero mañana mismo haré que vengan a trabajar, adecentando el lugar - se adelantó, sacando la llave del bolsillo de su chaqueta, - es la casa de mi hermano mayor, se llama Girolamo, pero... está de viaje y... - hizo fuerza para hacer girar la llave en el tambor de la cerradura y empujar la pesada puerta de madera, - no la necesitará... digamos que por bastante tiempo - hizo una mueca, que intentó ocultar el fastidio que le causaba pensar en la forma en que aquel cazador perdiera la vida.
Como parecía que la joven dudaba, Aelius le hizo señas con la mano, - vamos, apresúrate, que en cualquier momento pueden llegar... - su tono de voz era perentorio y frunció el ceño, - cuando estés oculta en uno de los cuartos, podré habar con ellos y distraerlos... si es que llegan - le explicó, aunque no aclaró que podía salvarla porque sus cuñados habían sido inquisidores. Mas al ver que no conseguía respuesta, refunfuño y se metió dentro de la construcción, debía buscar cerillas, prender candiles y verificar que la joven tuviera algo que llevarse a la boca para la cena, agua para un buen baño, y todo lo que se suponía que usaran las señoritas. De no ser así, debía dejarla sola, para ir a buscar lo necesario a la ciudad. Además tenía que encontrar al mayordomo de la familia, el viejo Cosimo que había manejado aquella casa y que sabría lidiar con una chiquilla como aquella. Debía pedirle que se ocupe de la joven, - no está bien visto que nos quedemos solos, la reputación de ésta joven podría arruinarse - caviló mientras continuaba buscando los elementos.
Cuando logró prender un candelabro, buscó a su invitada, mas no la encontró, se apresuró a salir al jardín delantero y allí la encontró -¿y... que esperas? no te preocupes, no te deboraré... si no quieres - le dijo en tono de burla.
Delante de ellos, la hermosa y antigua construcción, pareció resplandecer, feliz de ver llegar nuevamente seres vivos. Los cristales de los ventanales refulgieron por el sol de la tarde que se diluía entre el follaje. Aelius, soltó el brazo de la joven, que no había dejado de mantener presionado suavemente, mientras le obligaba a acompañarlo. Con un gesto conciliador, y un ademan, le mostró la construcción. - aquí puedes esconderte, no hay sirvientes porque por mucho tiempo estuvo abandonado... pero mañana mismo haré que vengan a trabajar, adecentando el lugar - se adelantó, sacando la llave del bolsillo de su chaqueta, - es la casa de mi hermano mayor, se llama Girolamo, pero... está de viaje y... - hizo fuerza para hacer girar la llave en el tambor de la cerradura y empujar la pesada puerta de madera, - no la necesitará... digamos que por bastante tiempo - hizo una mueca, que intentó ocultar el fastidio que le causaba pensar en la forma en que aquel cazador perdiera la vida.
Como parecía que la joven dudaba, Aelius le hizo señas con la mano, - vamos, apresúrate, que en cualquier momento pueden llegar... - su tono de voz era perentorio y frunció el ceño, - cuando estés oculta en uno de los cuartos, podré habar con ellos y distraerlos... si es que llegan - le explicó, aunque no aclaró que podía salvarla porque sus cuñados habían sido inquisidores. Mas al ver que no conseguía respuesta, refunfuño y se metió dentro de la construcción, debía buscar cerillas, prender candiles y verificar que la joven tuviera algo que llevarse a la boca para la cena, agua para un buen baño, y todo lo que se suponía que usaran las señoritas. De no ser así, debía dejarla sola, para ir a buscar lo necesario a la ciudad. Además tenía que encontrar al mayordomo de la familia, el viejo Cosimo que había manejado aquella casa y que sabría lidiar con una chiquilla como aquella. Debía pedirle que se ocupe de la joven, - no está bien visto que nos quedemos solos, la reputación de ésta joven podría arruinarse - caviló mientras continuaba buscando los elementos.
Cuando logró prender un candelabro, buscó a su invitada, mas no la encontró, se apresuró a salir al jardín delantero y allí la encontró -¿y... que esperas? no te preocupes, no te deboraré... si no quieres - le dijo en tono de burla.
Bernard Liusse- Vampiro Clase Media
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
Correr era la única opción de escape que la hechicera encontraba, por eso trataba con desesperacion de liberarse de las manos masculinas que la mantenía cerca del peligro de los inquisidores.
- Corramos, aun podemos escapar si lo hacemos - aseguró al hombre quien la detuvo nuevamente antes de que echara a correr - quedarnos aquí tampoco servira - la voz de Autumn se volvió casi una suplica, ella necesitaba escapar o encontrar refugio lo más rápidamente posible. Escuchando las palabras de aquel hombre, la bruja perdió cualquier esperanza de un posible escape y las lágrimas inundaron sus ojos - No tiene sentido, ya no podremos huir de ellos. Van a encontrarme y tendre que afrontar mi destino - mencionó antes de ser obligadaa seguir a aquel que no conocia pero a quien entregaba su vida, todo con la esperanza de que realmente tuviera un lugar donde ocultarla.
Con el terror de quien siente la muerte hablándole al oído, Atumn siguió al hombre hasta una mansión en medio del bosque. La mansion parecia abandonada y ante ese hecho, un escalofrío recorrio la espalda de la bruja. ¿Estaría cayendo en una trampa? ¿Sería aquel amable hombre un inquisidorque la engañaba? La realidad era que aunque su teoría basada en el miedo que experimentaba fuera verdadera, no tenia más opción que confiar en él. El brazo de la bruja fue liberado del agarré y aunque eso le dejaba la posibilidad de escapar, Autumn permaneció inmóvil.
- No es necesario que venga nadie y mucho menos que me de explicaciones sobre la casa, solo agradeceré que me permita ocultarme hoy y para mañana me habré ido - todo dependiendo de que todo lo vivido hasta ese momento no fuese una trampa.
Ella había corrido hasta aquel hombre y pese a ese hecho, aun dudaba de él, algo que definitivamente no tenía derecho a hacer después de asaltarle como lo hizo. Estatica en la entrada de la mansión, Autumn simplemente escuchaba todo lo que el hombre tenía para decirle, mientras que los ojos de la bruja recorrían aquella construcción. La casa era de personas adineradas, personas muy lejos de lo que la bruja acostumbraba a tratar así que pese a asentir a todo lo que escuchaba, no ingreso en la mansión sino que permaneció en el exterior. Aquel lugar simbolizaba su salvación y con todo y eso, no se sentia completamente bienvenida. Deseaba por el contrario no estar en aquella situación, deseaba estar con Lavern y con todos aquellos que de verdad conocía, personas de humilde cuna justo como ella.
La bruja podía escuchar a los inquisidores acercarse y con una enorme indecisión sobre que hacer aguardó hasta ver nuevamente a su salvador aparecer en la puerta con un candelabro en la mano.
- Yo… tengo miedo de que todo esto sea una trampa - aceptó al escucharlo aunque claro, ella no comprendió del todo lo que el joven insinuaba. Con todo el temor y la desconfianza que experimentaba, al escuchar los gritos de los hombres que la seguían, Autumn se tenso en su sitio solo para segundos después apresurarse al interior de la mansión - Lo siento, lo siento… - dijo una y otra vez. Estaba avergonzada por como llegó hasta él, por la manera en que dudaba, por lo inútil que era y claro… por generar tantas molestias a quien se mostraba tan amable con ella. Ya de nada servía sufrir por si todo era una trampa o no, así que la hechicera se limitaría a esperar lo mejor de aquella situación.
- Corramos, aun podemos escapar si lo hacemos - aseguró al hombre quien la detuvo nuevamente antes de que echara a correr - quedarnos aquí tampoco servira - la voz de Autumn se volvió casi una suplica, ella necesitaba escapar o encontrar refugio lo más rápidamente posible. Escuchando las palabras de aquel hombre, la bruja perdió cualquier esperanza de un posible escape y las lágrimas inundaron sus ojos - No tiene sentido, ya no podremos huir de ellos. Van a encontrarme y tendre que afrontar mi destino - mencionó antes de ser obligadaa seguir a aquel que no conocia pero a quien entregaba su vida, todo con la esperanza de que realmente tuviera un lugar donde ocultarla.
Con el terror de quien siente la muerte hablándole al oído, Atumn siguió al hombre hasta una mansión en medio del bosque. La mansion parecia abandonada y ante ese hecho, un escalofrío recorrio la espalda de la bruja. ¿Estaría cayendo en una trampa? ¿Sería aquel amable hombre un inquisidorque la engañaba? La realidad era que aunque su teoría basada en el miedo que experimentaba fuera verdadera, no tenia más opción que confiar en él. El brazo de la bruja fue liberado del agarré y aunque eso le dejaba la posibilidad de escapar, Autumn permaneció inmóvil.
- No es necesario que venga nadie y mucho menos que me de explicaciones sobre la casa, solo agradeceré que me permita ocultarme hoy y para mañana me habré ido - todo dependiendo de que todo lo vivido hasta ese momento no fuese una trampa.
Ella había corrido hasta aquel hombre y pese a ese hecho, aun dudaba de él, algo que definitivamente no tenía derecho a hacer después de asaltarle como lo hizo. Estatica en la entrada de la mansión, Autumn simplemente escuchaba todo lo que el hombre tenía para decirle, mientras que los ojos de la bruja recorrían aquella construcción. La casa era de personas adineradas, personas muy lejos de lo que la bruja acostumbraba a tratar así que pese a asentir a todo lo que escuchaba, no ingreso en la mansión sino que permaneció en el exterior. Aquel lugar simbolizaba su salvación y con todo y eso, no se sentia completamente bienvenida. Deseaba por el contrario no estar en aquella situación, deseaba estar con Lavern y con todos aquellos que de verdad conocía, personas de humilde cuna justo como ella.
La bruja podía escuchar a los inquisidores acercarse y con una enorme indecisión sobre que hacer aguardó hasta ver nuevamente a su salvador aparecer en la puerta con un candelabro en la mano.
- Yo… tengo miedo de que todo esto sea una trampa - aceptó al escucharlo aunque claro, ella no comprendió del todo lo que el joven insinuaba. Con todo el temor y la desconfianza que experimentaba, al escuchar los gritos de los hombres que la seguían, Autumn se tenso en su sitio solo para segundos después apresurarse al interior de la mansión - Lo siento, lo siento… - dijo una y otra vez. Estaba avergonzada por como llegó hasta él, por la manera en que dudaba, por lo inútil que era y claro… por generar tantas molestias a quien se mostraba tan amable con ella. Ya de nada servía sufrir por si todo era una trampa o no, así que la hechicera se limitaría a esperar lo mejor de aquella situación.
Autumn Di Moncalieri- Hechicero Clase Alta
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
El tiempo se detuvo un instante, Aelius, no supo si aquel portento había sido por los ojos cautivantes que tenía la niña, o porque se había olvidado que en breve llegarían los inquisidores que buscaban una presa, la que no estaba dispuesto a entregar.
Sonrió de lado, mientras la mirada se le iluminaba, como hacía demasiado tiempo no sucedía. como si unas cadenas le liberaran el andar, y el movimiento, tomó a la joven de la mano y la arrastró escaleras arriba, al cuarto que había pertenecido a su hermana, éste a su vez, se conectaba con un ático. El que era muy especial, ya que la amiga de Chiara, una bruja que él no conocía, había puesto un hechizo a la habitación, el que consistía que por medio de la ilusión y el poder de borrar los actos mágicos, ocultaban de cualquier mortal o sobrenatural, la entrada a ese refugio. Desprendiéndose la cadena que tenía al cuello, se acercó a una pared que parecía no ser mas que piedra, las al acercar la llave a una de éstas, apareció el lugar donde debía ser introducida y con un suave clak, la habitación quedó a la vista del cazador y la hechicera.
Volvió a tirar suavemente del brazo de la joven, - ven no tenemos demasiado tiempo, aquí tienes todo lo que necesitaras hasta que yo vuelva... si todo sale bien, en unas horas... si las cosas se complican... - dijo cambiando el tono de la voz y mostrando preocupación en el rostro - si, no volviera... es porque algo me lo ha impedido... pero antes de salir de éste refugio, te prevengo, asegúrate bien de no escuchar a ningún posible intruso, no salgas hasta que el sol esté alto... no confíes en nadie - se quedó en silencio, contemplando aquellos cautivantes ojos, al darse cuenta que la miraba con ensoñación, carraspeó y se alejó de ella. Tomó su arma de fuego y se la entregó, - si alguien logra entrar, dispara, no importa quien sea, si intenta capturarte... dispara - no se detuvo mucho en enseñarle como tomar el arma, solo lo elemental, tras lo cual, se despidió, dejando la llave en la otra mano de la joven - en cuanto me vaya, cierra la puerta y escóndete, tengo otra llave, seré el único quien podrá entrar sin problemas, pero aún así, me has de preguntar en que lugar he dejado mi corazón, si no llegara a responderte correctamente, dispara, pues no seré yo - Sonrió nuevamente, se acercó hasta casi abrazarla, llevó su boca al oído derecho de la joven y susurró la respuesta, sus labios recorrieron la distancia desde el oído a la mejilla, hasta llegar a los labios ajenos, en ningún momento la tocó, cuando sus ojos se contemplaron, sus respiraciones se se acoplaron el volvió a sonreír y le robó un beso, alejándose veloz. Ya en el marco de la entrada, se despidió con un simple - hasta pronto -, cerró la puerta tras él y corrió escaleras abajo, podía sentir los cascos de los caballos, en segundos estarían allí, ¿podría hacer que se retiraran? o tendría que lucha contra ellos, intentando salvar a la joven que lo había hechizado? no lo sabía, si de algo estaba seguro, era que no le fallaría, no, mientras un hilo de vida lo atara a ese mundo en el que ella se encontraba, - Espérame Autumn... espérame, hasta que volvamos a encontrarnos-.
Sonrió de lado, mientras la mirada se le iluminaba, como hacía demasiado tiempo no sucedía. como si unas cadenas le liberaran el andar, y el movimiento, tomó a la joven de la mano y la arrastró escaleras arriba, al cuarto que había pertenecido a su hermana, éste a su vez, se conectaba con un ático. El que era muy especial, ya que la amiga de Chiara, una bruja que él no conocía, había puesto un hechizo a la habitación, el que consistía que por medio de la ilusión y el poder de borrar los actos mágicos, ocultaban de cualquier mortal o sobrenatural, la entrada a ese refugio. Desprendiéndose la cadena que tenía al cuello, se acercó a una pared que parecía no ser mas que piedra, las al acercar la llave a una de éstas, apareció el lugar donde debía ser introducida y con un suave clak, la habitación quedó a la vista del cazador y la hechicera.
Volvió a tirar suavemente del brazo de la joven, - ven no tenemos demasiado tiempo, aquí tienes todo lo que necesitaras hasta que yo vuelva... si todo sale bien, en unas horas... si las cosas se complican... - dijo cambiando el tono de la voz y mostrando preocupación en el rostro - si, no volviera... es porque algo me lo ha impedido... pero antes de salir de éste refugio, te prevengo, asegúrate bien de no escuchar a ningún posible intruso, no salgas hasta que el sol esté alto... no confíes en nadie - se quedó en silencio, contemplando aquellos cautivantes ojos, al darse cuenta que la miraba con ensoñación, carraspeó y se alejó de ella. Tomó su arma de fuego y se la entregó, - si alguien logra entrar, dispara, no importa quien sea, si intenta capturarte... dispara - no se detuvo mucho en enseñarle como tomar el arma, solo lo elemental, tras lo cual, se despidió, dejando la llave en la otra mano de la joven - en cuanto me vaya, cierra la puerta y escóndete, tengo otra llave, seré el único quien podrá entrar sin problemas, pero aún así, me has de preguntar en que lugar he dejado mi corazón, si no llegara a responderte correctamente, dispara, pues no seré yo - Sonrió nuevamente, se acercó hasta casi abrazarla, llevó su boca al oído derecho de la joven y susurró la respuesta, sus labios recorrieron la distancia desde el oído a la mejilla, hasta llegar a los labios ajenos, en ningún momento la tocó, cuando sus ojos se contemplaron, sus respiraciones se se acoplaron el volvió a sonreír y le robó un beso, alejándose veloz. Ya en el marco de la entrada, se despidió con un simple - hasta pronto -, cerró la puerta tras él y corrió escaleras abajo, podía sentir los cascos de los caballos, en segundos estarían allí, ¿podría hacer que se retiraran? o tendría que lucha contra ellos, intentando salvar a la joven que lo había hechizado? no lo sabía, si de algo estaba seguro, era que no le fallaría, no, mientras un hilo de vida lo atara a ese mundo en el que ella se encontraba, - Espérame Autumn... espérame, hasta que volvamos a encontrarnos-.
Bernard Liusse- Vampiro Clase Media
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
Una vez más ponía su vida en manos ajenas haciéndola sentir cada vez más inútil. Lavern le advirtió que tenía que moverse con cuidado, que si una vez los inquisidores le atraparon podrían hacerlo de nuevo, pero la bruja se confió demasiado y ahora atravesaba las consecuencias de sus actos, arrastrando junto consigo a un hombre de buenas intenciones, ante el que ahora se encontraba sumamente avergonzada. Aquel desconocido estaba poniendo en peligro su propia vida y ella estaba dudando de él, fue por eso que mientras era arrastrada por aquella enorme mansión, repetía una y otra vez palabras de disculpa, siendo consciente de que nunca podría hacer nada que demostrara verdaderamente su agradecimiento a aquel hombre.
El andar de ambos llegó a su fin cuando frente a los ojos de la bruja y el hombre apareció nada más que una pared de piedra solida. El temor nuevamente se posesiono del cuerpo de Autumn, quien con el corazón latiendo agitado en su pecho dejo en libertad la mano del hombre, únicamente para ver como era que él se quitaba una cadena bastante peculiar, misma que reacciono apenas se acercaba a la pared, abriendo frente a la mirada atónita de la muchacha un cuarto secreto.
Lo que estaba viviendo era tan increíble que se quedo estática observando el interior de aquella habitación mágica. Ni en sus mas remotos sueños hubiera imaginado poder presenciar algo como aquello, ¿Era siquiera posible? ¿Cómo se creaban esos cuartos secretos? ¿Podría pedirle a Lavern que le enseñara cómo hacer uno? Primero que nada, necesitaba sobrevivir y para recordarle eso, el hombre tomo su mano con suavidad para guiarla al interior de aquella mágica habitación.
– ¿Hasta que vuelvas? – con el terror en la mirada, observó a su salvador – ¿Vas a dejarme aquí? – ante cada advertencia, ante cada palabra de las posibles complicaciones Autumn comenzó a mover la cabeza de un lado a otro a manera de negativa. La bruja no podía permitir que su salvador se pusiera en peligro por ella y aún así, tenía demasiado miedo como para hacer algo – Quédate aquí, en este cuarto podemos quedarnos los dos y nada tiene que pasarnos – la voz se le quebró ligeramente y los ojos se le llenaron de lagrimas que se esforzó por no soltar. A sus manos llegó un arma y el frió del metal del cañón le provoco escalofríos por todo el cuerpo. Si tan solo fuera autosuficiente como para defenderse nada de eso estaría pasando, sus poderes serían capaces de sacarla de cualquier apuro y sobre todo, nadie debería arriesgar su vida por ella.
Aturdida, asintió a todo cuanto aquel hombre le dijo respecto al arma y como usarla. Le tranquilizó saber que él sería quien podría entrar al tener otra llave para hacerlo, aun así, él le se acercó a indicarle que debía pedir una contraseña.
– Y... ¿Cuál es la respuesta? – preguntó sin alejar la mirada de los ojos ajenos. Su cuerpo se mantuvo inmóvil cuando el cuerpo masculino se acercó a ella, su corazón latió rápido en su pecho, en esa ocasión no por el temor sino por la cercanía y el susurró de aquellas palabras en su oído. Una vez que los ojos de ambos se encontraron su caballero de brillante armadura le robó un beso, alejándose casi tan rápido como se acercó. El beso fue fugaz pero provocó que una oleada extraña recorriera el cuerpo de la bruja, como si toda su vida hubiera aguardado por encontrar a aquel individuo que se despedía de ella – Autumn… y vuelve pronto – le gritó ella antes de que la puerta mágica de aquella habitación se cerrara, dejándola en completa soledad.
Observó a su alrededor, aquella habitación realmente tenía todo lo que podría necesitarse para mantenerse seguro durante varios días, pero ella no quería estar ahí días, quería estar a salvo y volver al lado de Lavern y contarle sobre su mágico encuentro con… ¿Cómo se llamaba? Ni siquiera había preguntado su nombre. Se aferró al arma con fuerza, observando con insistencia a donde antes hubiera estado la entrada a la habitación, implorando porque se abriera y aquel hombre apareciera una vez más, la bruja tenía que saber su nombre, tenía que conocerlo y estar a su lado, aunque eso resultara extraño hasta para si misma.
Autumn Di Moncalieri- Hechicero Clase Alta
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
Apenas cerrar el cuarto secreto, se apresuró a bajar las escaleras. Encendió la chimenea, se sirvió un cognac y prendió un habano, él no fumaba, eran los pequeños lujos que se daba su querido hermano Girolamo, aquel que hubiera dado lo que fuera por conocer, por decirle personalmente que se sentía orgulloso de que fueran familia, que sabía toda la historia, pues Cosimo, el mayordomo que por tanto tiempo había servido a la familia, le había contado lo ocurrido con Giro y su amada. No pudo más que brindar en silencio, contemplando el crepitar de los leños en el hogar.
Su mirada se dirigió a los grandes ventanales, allí el clima comenzaba a cambiar, una tormenta se acercaba, eso correría a su favor, por un lado, aunque podía traer complicaciones por otro. Si los inquisidores llegaban hasta la mansión, antes que la tormenta llegara, pretenderían pasar el temporal allí, y de ser así, ¿Qué haría con la joven que se encontraba en el cuarto? ¿acaso debería mantenerla prisionera por mucho tiempo? Bien sabía que era un lugar incomodo, pensó en aquellos orbes de mirada asustadiza, en su piel cálida, sus cabellos, quiso volver a subir y abrir esa puerta, solo para volver a besarla, porque aquellos labios, aquel beso robado, mas no despreciado, lo habían cautivado.
Estuvo a punto de dejar la copa de cognac sobre la mesa del salón y subir los escalones de dos en dos, para que su corazón volviera a sentir la paz que aquellos labios le habían dado. Mas los golpes en la puerta lo trajeron de regreso a la realidad. Inspiró profundamente y tiró los hombros hacia tras, sacando pecho, levantando la barbillas, miró el escudo de la familia, que colgaba señorial sobre el hogar, sería un digno descendiente de aquella noble estirpe, mostraría la gallardía, la fiereza y el carácter de un Arezzo. Caminó con aplomo hasta la gran puerta de madera, la abrió y sus ojos dieron de lleno con un grupo no mayor de seis inquisidores, todos bien abastecidos para una cacería, - vaya que estás en apuros - dijo al pensar en la joven que se encontraba segura en el cuarto sellado con magia. Enarcando una ceja se quedó en silencio contemplándolos.
No hicieron el intento de pasar, porque el joven Arezzo se mantenía en la puerta, impidiendo la entrada – que desean, quienes son, a que han venido – les espetó, mostrándoles disimuladamente su espada que colgaba en su cintura. El que parecía el líder del grupo se adelantó, quedando iluminado por la luz del interior de la mansión, - Disculpe las molestias señor Arezzo – dijo escuadrándose ante la presencia de aquel italiano, - mi nombre es Roberto Marinetti, soy inquisidor, al igual que los que me acompañan – dijo, mientras los señalaba con un gesto de la mano, - estamos buscando a una mujer, es menuda, de poca altura, algo escuálida, parece inofensiva pero es una hechicera y la buscamos por estar relacionada a la muerte de un inquisidor-. Aelius lo siguió contemplando como si con lo dicho no resolviera el interrogante de porqué lo estaban molestando, pero en su cabeza se formaba la imagen de la pequeña muchacha que estaba bajo su protección, ¿habría sido capaz de matar a sangre fría? Fue el primer pensamiento que pasó por su cabeza, mas pronto lo alejó, porque simplemente era imposible, no tenía ni la fuerza, ni la pericia para hacerlo, a menos que fuera una genial impostora, - ¿y que tiene eso que ver conmigo? - dijo con un cierto tono de enfado y aburrimiento.
Su mirada se dirigió a los grandes ventanales, allí el clima comenzaba a cambiar, una tormenta se acercaba, eso correría a su favor, por un lado, aunque podía traer complicaciones por otro. Si los inquisidores llegaban hasta la mansión, antes que la tormenta llegara, pretenderían pasar el temporal allí, y de ser así, ¿Qué haría con la joven que se encontraba en el cuarto? ¿acaso debería mantenerla prisionera por mucho tiempo? Bien sabía que era un lugar incomodo, pensó en aquellos orbes de mirada asustadiza, en su piel cálida, sus cabellos, quiso volver a subir y abrir esa puerta, solo para volver a besarla, porque aquellos labios, aquel beso robado, mas no despreciado, lo habían cautivado.
Estuvo a punto de dejar la copa de cognac sobre la mesa del salón y subir los escalones de dos en dos, para que su corazón volviera a sentir la paz que aquellos labios le habían dado. Mas los golpes en la puerta lo trajeron de regreso a la realidad. Inspiró profundamente y tiró los hombros hacia tras, sacando pecho, levantando la barbillas, miró el escudo de la familia, que colgaba señorial sobre el hogar, sería un digno descendiente de aquella noble estirpe, mostraría la gallardía, la fiereza y el carácter de un Arezzo. Caminó con aplomo hasta la gran puerta de madera, la abrió y sus ojos dieron de lleno con un grupo no mayor de seis inquisidores, todos bien abastecidos para una cacería, - vaya que estás en apuros - dijo al pensar en la joven que se encontraba segura en el cuarto sellado con magia. Enarcando una ceja se quedó en silencio contemplándolos.
No hicieron el intento de pasar, porque el joven Arezzo se mantenía en la puerta, impidiendo la entrada – que desean, quienes son, a que han venido – les espetó, mostrándoles disimuladamente su espada que colgaba en su cintura. El que parecía el líder del grupo se adelantó, quedando iluminado por la luz del interior de la mansión, - Disculpe las molestias señor Arezzo – dijo escuadrándose ante la presencia de aquel italiano, - mi nombre es Roberto Marinetti, soy inquisidor, al igual que los que me acompañan – dijo, mientras los señalaba con un gesto de la mano, - estamos buscando a una mujer, es menuda, de poca altura, algo escuálida, parece inofensiva pero es una hechicera y la buscamos por estar relacionada a la muerte de un inquisidor-. Aelius lo siguió contemplando como si con lo dicho no resolviera el interrogante de porqué lo estaban molestando, pero en su cabeza se formaba la imagen de la pequeña muchacha que estaba bajo su protección, ¿habría sido capaz de matar a sangre fría? Fue el primer pensamiento que pasó por su cabeza, mas pronto lo alejó, porque simplemente era imposible, no tenía ni la fuerza, ni la pericia para hacerlo, a menos que fuera una genial impostora, - ¿y que tiene eso que ver conmigo? - dijo con un cierto tono de enfado y aburrimiento.
Bernard Liusse- Vampiro Clase Media
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
Auxiliada por un desconocido y en una habitación mágica a la que fue guiada con la promesa de seguridad, Autumn se mantenía expectante, con la mirada fija en el lugar donde minutos atrás estuviera la puerta de salida del refugio donde ahora se encontraba, aguardando por el regreso del hombre que no solamente se apiado de ella y le brindo una mano amiga, sino que además, le había besado antes de alejarse de ella.
Ahora que se encontraba a solas, la bruja creía que tendría el tiempo suficiente para analizar lo acontecido. Con cuidado y aún sin apartar su mirada de la pared donde su salvador desapareciera, Autumn tomó asiento en la enorme cama que existía en aquella habitación y al hacerlo, suspiro. La joven hechicera no tenía la menor idea de cómo era que el grupo de inquisidores que la perseguía había dado tan fácilmente con ella, en su parte ingenua era solo parte de la mala suerte que siempre cargaba que eso hubiera ocurrido, sin embargo, otra parte de ella le decía que existía algo más, que la inquisición nunca dejo de seguirla y de saber sus pasos, que únicamente estaban esperando la oportunidad para atacarla, tal y como sucedió ese día. También pensó en lo mal agradecida que lució al dudar de su caballero de brillante armadura pero en su defensa, el temor la volvía su presa muy rápidamente y si bien las justificaciones ya habían sido ofrecidas a su salvador, Autumn pensaba en expresarle nuevamente sus más sinceras disculpas.
Al pensar una vez más en su defensor sus mejillas se enrojecieron. Necesitaba conocer su nombre y si es que cabía la posibilidad de que volviesen a encontrarse en un futuro. La hechicera evidentemente aún no era capaz de generar aquellas interrogantes, no obstante, algo le hacía conocer la respuesta. Lo vería más de lo que esperaba y lo necesitaría más de lo que alguna vez creyó necesitar a alguien. Nuevamente un suspiro afloro de sus labios y aferrada fuertemente al arma que era su única protección en aquella guarida secreta, Atumn ponía todas sus esperanzas en el hombre que se hallaba fuera de la habitación, tratando de volver a su lado aunque eso ella aún no lo supiera.
– Vuelve pronto, por favor – pronunció, sin saber que en la planta baja sus perseguidores ya interrogaban al dueño de la casa, contándole mentiras respecto a los motivos que los llevaban a perseguir a la inocente bruja.
Ahora que se encontraba a solas, la bruja creía que tendría el tiempo suficiente para analizar lo acontecido. Con cuidado y aún sin apartar su mirada de la pared donde su salvador desapareciera, Autumn tomó asiento en la enorme cama que existía en aquella habitación y al hacerlo, suspiro. La joven hechicera no tenía la menor idea de cómo era que el grupo de inquisidores que la perseguía había dado tan fácilmente con ella, en su parte ingenua era solo parte de la mala suerte que siempre cargaba que eso hubiera ocurrido, sin embargo, otra parte de ella le decía que existía algo más, que la inquisición nunca dejo de seguirla y de saber sus pasos, que únicamente estaban esperando la oportunidad para atacarla, tal y como sucedió ese día. También pensó en lo mal agradecida que lució al dudar de su caballero de brillante armadura pero en su defensa, el temor la volvía su presa muy rápidamente y si bien las justificaciones ya habían sido ofrecidas a su salvador, Autumn pensaba en expresarle nuevamente sus más sinceras disculpas.
Al pensar una vez más en su defensor sus mejillas se enrojecieron. Necesitaba conocer su nombre y si es que cabía la posibilidad de que volviesen a encontrarse en un futuro. La hechicera evidentemente aún no era capaz de generar aquellas interrogantes, no obstante, algo le hacía conocer la respuesta. Lo vería más de lo que esperaba y lo necesitaría más de lo que alguna vez creyó necesitar a alguien. Nuevamente un suspiro afloro de sus labios y aferrada fuertemente al arma que era su única protección en aquella guarida secreta, Atumn ponía todas sus esperanzas en el hombre que se hallaba fuera de la habitación, tratando de volver a su lado aunque eso ella aún no lo supiera.
– Vuelve pronto, por favor – pronunció, sin saber que en la planta baja sus perseguidores ya interrogaban al dueño de la casa, contándole mentiras respecto a los motivos que los llevaban a perseguir a la inocente bruja.
Autumn Di Moncalieri- Hechicero Clase Alta
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
No les había creído ni una palabra, ¿aquella jovencita, una asesina? – sí, claro, y yo soy un vampiro sediento de sangre y venganza – caviló, intentando que la risa que le causaba semejante afirmación, no se hiciera visible en su rostro. A pesar que les había afirmado que podían contar con su ayuda, en ningún momento les permitió entrar. Por el contrario, cerró la puerta, quedando fuera de la construcción, bien, si quieren acompañarme, les mostraré donde pueden alojarse, como le he dicho señor Marinetti, - No puedo ofrecerles las habitaciones de la mansión, porque aún no han llegado los sirvientes – afirmó, mientras caminaba de forma enérgica, alejándolos de la construcción y de la muchacha, - no deshagas el sello, mantente segura en esa habitación – caviló mientras intentaba no fijar su mirada a la última de las habitaciones que se encontraban en la tercera planta.
Tras caminar hasta donde se encontraban las cuadras, les informó que en ellas podrían dormir plácidamente, ya que contaba con una cabaña acogedora para el palafrenero y el cochero. Pronto sacó el manojo de llaves y abrió la humilde construcción, el comandante, entró junto al cazador, observando cada centímetro del lugar, sin poder ocultar su frustración, creyendo que él se merecía estar en la mansión junto con el dueño de casa, pero en ningún momento Rosenheimers le hizo invitación alguna.
Le costó más de media hora, dejar instalados a los inquisidores en el lugar indicado, estarían lo bastante alejados de ellos, aunque no lo suficiente como para sacar de la mansión a la joven, debería esperar a la mañana, rogando que se marchasen al alba y así, preparar su montura y llevarla hasta la ciudad. No pudo dejar de mirar la ventana que daba a la habitación mágica, allí, le esperaba una jovencita hermosa, que sin saber cómo había logrado que el italiano volviera a pensar en una mujer, sin la amargura de quien ha sufrido enormemente por culpa de una.
Tras caminar hasta donde se encontraban las cuadras, les informó que en ellas podrían dormir plácidamente, ya que contaba con una cabaña acogedora para el palafrenero y el cochero. Pronto sacó el manojo de llaves y abrió la humilde construcción, el comandante, entró junto al cazador, observando cada centímetro del lugar, sin poder ocultar su frustración, creyendo que él se merecía estar en la mansión junto con el dueño de casa, pero en ningún momento Rosenheimers le hizo invitación alguna.
Le costó más de media hora, dejar instalados a los inquisidores en el lugar indicado, estarían lo bastante alejados de ellos, aunque no lo suficiente como para sacar de la mansión a la joven, debería esperar a la mañana, rogando que se marchasen al alba y así, preparar su montura y llevarla hasta la ciudad. No pudo dejar de mirar la ventana que daba a la habitación mágica, allí, le esperaba una jovencita hermosa, que sin saber cómo había logrado que el italiano volviera a pensar en una mujer, sin la amargura de quien ha sufrido enormemente por culpa de una.
Bernard Liusse- Vampiro Clase Media
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
Con la mirada aún fija en el lugar por donde su salvador salió, Autumn aguardaba por su regreso. La hechicera se ponía más y más nerviosa con cada minuto que pasaba, esos que a ellas le sabían a horas y a desesperanza. ¿Era realmente tan mala como los inquisidores pensaban? ¿Debía entregarse a ellos y dejar que terminasen con su vida de una vez por todas? Ella no se consideraba mala, de hecho, nunca lastimaba a nadie. Respecto a entregarse, quizás fuera lo mejor, después de todo no debía seguir inmiscuyendo a sus problemas a personas inocentes, gente que se encontraba fuera del radar de la inquisición, quienes seguramente terminarían como blancos por su culpa. De manera inevitable pensó en Lavern y en el hombre que se encontraba afuera, tratando de salvarla aún sin conocerla.
Un suspiro de frustración brotó de los labios de la hechicera, quien harta de estar esperando con la incertidumbre de si su salvador vivía, se levantó de la cama y camino hasta la puerta mágica, la que hasta esos momentos continuaba siendo invisible. Con mucho cuidado puso su mano sobre la solida roca y cerró los ojos antes de sumergirse en sus propios pensamientos.
– Voy a ser más fuerte, aprenderé a defenderme a mi misma y a otros – dijo aquello como si hablara con la puerta mágica e hiciera un pacto con ella – Nadie más deberá sufrir por mi o preocuparse por que este bien – hizo una pausa – Solo te pido que lo ayudes a regresar a salvo – y tras decir aquellas palabras algo pareció cambiar, la roca transmitió algo a Autumn, algo que la hizo sonreír y aguardar por escuchar una voz masculina del otro lado.
Un suspiro de frustración brotó de los labios de la hechicera, quien harta de estar esperando con la incertidumbre de si su salvador vivía, se levantó de la cama y camino hasta la puerta mágica, la que hasta esos momentos continuaba siendo invisible. Con mucho cuidado puso su mano sobre la solida roca y cerró los ojos antes de sumergirse en sus propios pensamientos.
– Voy a ser más fuerte, aprenderé a defenderme a mi misma y a otros – dijo aquello como si hablara con la puerta mágica e hiciera un pacto con ella – Nadie más deberá sufrir por mi o preocuparse por que este bien – hizo una pausa – Solo te pido que lo ayudes a regresar a salvo – y tras decir aquellas palabras algo pareció cambiar, la roca transmitió algo a Autumn, algo que la hizo sonreír y aguardar por escuchar una voz masculina del otro lado.
Autumn Di Moncalieri- Hechicero Clase Alta
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
Sonrió, mientras caminaba, dando grandes zancadas, en su cabeza, solo podía pensar en la dueña de unos hermosos ojos avellanas, que eran soñadores, como debería ser el alma de aquella muchachita, ¿como podían decir que era responsable de la muerte de un ser humano? no, él creía estar seguro de que jamás habría levantar sus delicadas manos contra ningún ser viviente.
Pensando en ella se encontraba, cuando la voz del jefe de inquisidores volvió a sonar muy cerca de él, - señor Rosenheimers, disculpe que lo vuelva a molestar, pero... tengo una carta para usted - dijo en tono misterioso. Aelius, enarcó una ceja, en el momento que giraba su cuerpo para enfrentarle, - de que se trata ésto, ¿no era su misión encontrar a una bruja? - dijo con una leve nota de disgusto cuando contestó. El inquisidor se sorprendió, pero pronto entendió que esa contestación era lógico, él era un simple soldado de la iglesia, mientras que el señor Rosenheimers, era un caballero en toda la ley. Sin decir ninguna otra palabra, le extendió la carta y se cuadró, como si fuese un coronel del ejercito, - Buenas noches - susurró, al momento que se apresuraba a desaparecer rumbo a los establos.
Aelius, suspiró, observando como el soldado se alejaba, - Mejor así, que lo único que me faltaba, era tener un inquisidor, clavado a la nuca, husmeando todo lo que hago o dejo de hacer. Cuanto mas lejos mejor, no deseo poner en peligro a la señorita que se encuentra esperándome - caviló, mientras sonreía, apresurando sus pasos hasta llegar al portal de la mansión.
Se aseguró de cerrar la puerta de entrada, antes de dirigirse a la escalera que lo conduciría al refugio en donde esperaba la joven hechicera. Apunto de subir por las escaleras, se acordó que aún portaba en su mano, la carta, llevó su diestra a la altura de sus ojos, para así leer el remitente, mas fue solo ver la delicada y elegante caligrafía de quien le había mandado dicha carta, para que su rostro mudara de expresión, sus ojos destellaron ira.- Sofía... maldito demonio -, podía asegurar, sin leerla, que estaría plagada de mentiras, de melosas promesas, de juramentos falsos, y traiciones mortíferas. Por eso, la rompió en pedazos mientras suba enérgico cada uno de los peldaños que lo acercaban a su huésped. Cerró los ojos, intentó inspirar profundamente, traer la paz que le provocaba el recuerdo de esos ojos soñadores. se paró frente a lo que parecía ser una pared de piedra, tan solida, como toda la construcción, y con voz firme, dijo la frase que ella necesitaba escuchar para saber que el peligro había terminado.
Pensando en ella se encontraba, cuando la voz del jefe de inquisidores volvió a sonar muy cerca de él, - señor Rosenheimers, disculpe que lo vuelva a molestar, pero... tengo una carta para usted - dijo en tono misterioso. Aelius, enarcó una ceja, en el momento que giraba su cuerpo para enfrentarle, - de que se trata ésto, ¿no era su misión encontrar a una bruja? - dijo con una leve nota de disgusto cuando contestó. El inquisidor se sorprendió, pero pronto entendió que esa contestación era lógico, él era un simple soldado de la iglesia, mientras que el señor Rosenheimers, era un caballero en toda la ley. Sin decir ninguna otra palabra, le extendió la carta y se cuadró, como si fuese un coronel del ejercito, - Buenas noches - susurró, al momento que se apresuraba a desaparecer rumbo a los establos.
Aelius, suspiró, observando como el soldado se alejaba, - Mejor así, que lo único que me faltaba, era tener un inquisidor, clavado a la nuca, husmeando todo lo que hago o dejo de hacer. Cuanto mas lejos mejor, no deseo poner en peligro a la señorita que se encuentra esperándome - caviló, mientras sonreía, apresurando sus pasos hasta llegar al portal de la mansión.
Se aseguró de cerrar la puerta de entrada, antes de dirigirse a la escalera que lo conduciría al refugio en donde esperaba la joven hechicera. Apunto de subir por las escaleras, se acordó que aún portaba en su mano, la carta, llevó su diestra a la altura de sus ojos, para así leer el remitente, mas fue solo ver la delicada y elegante caligrafía de quien le había mandado dicha carta, para que su rostro mudara de expresión, sus ojos destellaron ira.- Sofía... maldito demonio -, podía asegurar, sin leerla, que estaría plagada de mentiras, de melosas promesas, de juramentos falsos, y traiciones mortíferas. Por eso, la rompió en pedazos mientras suba enérgico cada uno de los peldaños que lo acercaban a su huésped. Cerró los ojos, intentó inspirar profundamente, traer la paz que le provocaba el recuerdo de esos ojos soñadores. se paró frente a lo que parecía ser una pared de piedra, tan solida, como toda la construcción, y con voz firme, dijo la frase que ella necesitaba escuchar para saber que el peligro había terminado.
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
El hombre que la llevará hasta aquella habitación le garantizo que nada ni nadie sería capaz de sentirla, que aquel lugar eran un refugio seguro y por sobre todo, él prometió que pronto regresaría a donde ella se encontraba. Autumn había permanecido durante bastante tiempos aguardando por ver a su salvador entrar a través de la puerta mágica de rocas, pero conforme el tiempo pasaba y nada parecía cambiar, la bruja comenzó a sentirse incomoda. ¿Cómo iba a saber si él estaba a salvo? ¿Cómo iba ella a saber cual era el momento adecuado para abandonar el refugio? Preocupada, la hechicera suspiro y mantuvo la mirada fija en la fría roca, no podía hacer nada más que aguardar que su rescatador se encontrase a salvo y que pronto volviera a donde ella se encontraba.
Los minutos transcurrían dolorosamente lentos y los temores carcomían a la hechicera, quien de un segundo a otro percibió algo. Su salvador dijo que nadie iba a sentirla dentro de la habitación pero al parecer, ella si podía sentir lo que ocurría en el exterior de la puerta mágica y lo que sentía era que el hombre que le ofreciera ayuda estaba ahí, a salvo. Una enorme sonrisa apareció en los labios de la muchacha, una que se ensancho al escuchar la frase secreta a la que respondió sin titubear ni un segundo.
Apenas terminaba de dar su respuesta, la puerta mágica volvió a aparecer solo para segundos después dar paso al valeroso caballero que la acogió sin temor o desconfianza.
– ¡Estas a salvo! – dijo Autumn al tiempo que se acercaba hasta él para abrazarle – Pensé que esos inquisidores te habían hecho daño y eso me aterró – segundos después de decir aquello se separó abruptamente del cuerpo masculino, avergonzada por su manera de actuar – Lo lamento, no sé si los abrazos te incomodan – agachó la mirada, ocultando de esa manera el sonrojo de sus mejillas. Para ese momento la bruja ignoraba que del todo lo que los inquisidores decían de ella, Autumn era solo una joven inocente cuyo único pecado fue nacer con habilidades mágicas pues la hechicera nunca en su vida daño a nadie.
Los minutos transcurrían dolorosamente lentos y los temores carcomían a la hechicera, quien de un segundo a otro percibió algo. Su salvador dijo que nadie iba a sentirla dentro de la habitación pero al parecer, ella si podía sentir lo que ocurría en el exterior de la puerta mágica y lo que sentía era que el hombre que le ofreciera ayuda estaba ahí, a salvo. Una enorme sonrisa apareció en los labios de la muchacha, una que se ensancho al escuchar la frase secreta a la que respondió sin titubear ni un segundo.
Apenas terminaba de dar su respuesta, la puerta mágica volvió a aparecer solo para segundos después dar paso al valeroso caballero que la acogió sin temor o desconfianza.
– ¡Estas a salvo! – dijo Autumn al tiempo que se acercaba hasta él para abrazarle – Pensé que esos inquisidores te habían hecho daño y eso me aterró – segundos después de decir aquello se separó abruptamente del cuerpo masculino, avergonzada por su manera de actuar – Lo lamento, no sé si los abrazos te incomodan – agachó la mirada, ocultando de esa manera el sonrojo de sus mejillas. Para ese momento la bruja ignoraba que del todo lo que los inquisidores decían de ella, Autumn era solo una joven inocente cuyo único pecado fue nacer con habilidades mágicas pues la hechicera nunca en su vida daño a nadie.
Autumn Di Moncalieri- Hechicero Clase Alta
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
Cuando por fin pudo entrar a la habitación donde se encontraba su invitada, sus pasos se dirigieron a su encuentro, en la mirada de aquella joven pudo distinguir un viso de preocupación, lo que le pareció lógico, tratándose de la situación en la que se habían conocido. Se detuvo, esperando que fuera ella quien se aproximara, pues no quería asustarla, o que pensara algo impropio para el carácter del cazador. Aelius era todo un caballero, jamás haría algo que provocara el miedo en una mujer, o intentaría propasarse de algún modo, por eso esperó paciente a que ella se acercara. Aquel abrazo cálido y efusivo con el que lo recibió, hizo que el cazador, sintiera una inmensa alegría. Hacía tanto tiempo que vivía solo, que nadie dependía de él, que un contacto físico, como ese, era un regalo que no olvidaría por mucho tiempo.
Ese contacto solo duró unos segundos, pero a pesar de ello, él, se dispuso a disfrutarlo, cerró sus ojos e inclinó su cabeza, apoyando su barbilla en la cabeza de la joven, abrazándola suavemente, sin hacer presión, ni mantenerla entre sus brazos, cuando ésta se fue separando, totalmente avergonzada por la forma en que le había recibido. Sus sentidos se agudizaron, para poder atesorar en sus recuerdos aquel momento, inspiró profundamente, percibiendo el delicado perfume que emanaba el cabello de la bruja, sus manos acariciaron la breve espalda femenina y su pecho se maravilló al acunar el bello rostro de la joven. Habría querido que ese momento durara una eternidad, pero solo fueron un escaso momento. Cuando abrió nuevamente sus parpados, contempló como la joven se alejaba de él, para detenerse nerviosa a una corta distancia, con su mirada al suelo, como si tuviera miedo de que aquel comportamiento fuera reprendido por el italiano.
Aelius sonrió, acercándose a ella, - no debes avergonzarte, no has hecho nada que esté mal – acortó aún mas la distancia, hasta que estuvo a una distancia de pocos centímetros, extendió su mano y con la punta de sus dedos, elevó la barbilla de la joven, - mírame, pequeña – le pidió, con una voz dulce, intentando sonar lo más inofensivo posible, cosa que le costaba, al ser un cazador y estar acostumbrado a pelear con todo el mundo, siendo casi un ermitaño, - tu abrazo no me ha molestado, no creo que sea impropio, solo que he pasado mucho tiempo sin nadie que se alegre tanto por verme – se sinceró, mientras sonreía, y soltaba una carcajada, aunque pronto volvió a bajar el tono de voz, por temor a que el capitán de los inquisidores, estuviera rondado el edificio. La contempló, perdiéndose en aquellos ojos dulces y cargados de inocencia, - no, no puede ser verdad las acusaciones que ha hecho ese soldado sobre ella – caviló. Una sombra oscureció su mirada, no porque de pronto desconfiara de la bruja. Un presentimiento le hizo recapacitar en el capitán de esos supuestos inquisidores. Se suponía que buscaban a la bruja, pero no hicieron en mínimo esfuerzo de continuar su misión, a pesar de que la noche había caído, cuando por experiencia sabía que tanto los cazadores como los inquisidores, muchas veces, trabajaban de noche, y en condiciones mucho más adversas, entonces, si no estaban ansiosos de encontrar a la joven, ¿quién era su presa? ¿Acaso todo eso era una emboscada para darle muerte a su verdadero objetivo?
Ese contacto solo duró unos segundos, pero a pesar de ello, él, se dispuso a disfrutarlo, cerró sus ojos e inclinó su cabeza, apoyando su barbilla en la cabeza de la joven, abrazándola suavemente, sin hacer presión, ni mantenerla entre sus brazos, cuando ésta se fue separando, totalmente avergonzada por la forma en que le había recibido. Sus sentidos se agudizaron, para poder atesorar en sus recuerdos aquel momento, inspiró profundamente, percibiendo el delicado perfume que emanaba el cabello de la bruja, sus manos acariciaron la breve espalda femenina y su pecho se maravilló al acunar el bello rostro de la joven. Habría querido que ese momento durara una eternidad, pero solo fueron un escaso momento. Cuando abrió nuevamente sus parpados, contempló como la joven se alejaba de él, para detenerse nerviosa a una corta distancia, con su mirada al suelo, como si tuviera miedo de que aquel comportamiento fuera reprendido por el italiano.
Aelius sonrió, acercándose a ella, - no debes avergonzarte, no has hecho nada que esté mal – acortó aún mas la distancia, hasta que estuvo a una distancia de pocos centímetros, extendió su mano y con la punta de sus dedos, elevó la barbilla de la joven, - mírame, pequeña – le pidió, con una voz dulce, intentando sonar lo más inofensivo posible, cosa que le costaba, al ser un cazador y estar acostumbrado a pelear con todo el mundo, siendo casi un ermitaño, - tu abrazo no me ha molestado, no creo que sea impropio, solo que he pasado mucho tiempo sin nadie que se alegre tanto por verme – se sinceró, mientras sonreía, y soltaba una carcajada, aunque pronto volvió a bajar el tono de voz, por temor a que el capitán de los inquisidores, estuviera rondado el edificio. La contempló, perdiéndose en aquellos ojos dulces y cargados de inocencia, - no, no puede ser verdad las acusaciones que ha hecho ese soldado sobre ella – caviló. Una sombra oscureció su mirada, no porque de pronto desconfiara de la bruja. Un presentimiento le hizo recapacitar en el capitán de esos supuestos inquisidores. Se suponía que buscaban a la bruja, pero no hicieron en mínimo esfuerzo de continuar su misión, a pesar de que la noche había caído, cuando por experiencia sabía que tanto los cazadores como los inquisidores, muchas veces, trabajaban de noche, y en condiciones mucho más adversas, entonces, si no estaban ansiosos de encontrar a la joven, ¿quién era su presa? ¿Acaso todo eso era una emboscada para darle muerte a su verdadero objetivo?
Bernard Liusse- Vampiro Clase Media
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
Prácticamente se abalanzo sobre su salvador, sin estar del todo segura si era aquello correcto o no, aunque más bien, en aquel momento solo deseaba constatar que él estaba completamente a salvo y que no se lo estaba imaginando. Que su cuerpo se encontrara con el ajeno la hizo sonreír, ocultar su rostro en el pecho masculino y sentir que todo lo que vivió esa noche, fue nada más que una pesadilla de la cual ya despertaba.
Cuando se daba cuenta de lo inapropiado de su manera de actuar, la hechicera se aparto pronto de los brazos que la protegían, pidiendo disculpas al hacerlo. Sus impulsos no iban mal encaminados, aun así, debía considerar a las otras personas y no únicamente lo que ella deseaba. Las mejillas de Autumn se encendían ante la pena, de sus labios salió una disculpa sincera, la que fue acallada por la voz masculina que le aseguraba que su forma de actuar no era inapropiada.
– Es que a muchas personas no les gustan los abrazos y no sabía si te agradaban o disgustaban – su mentón fue tomado con suavidad y al encontrarse sus ojos con aquella mirada profunda y sincera que la miraba, el aire quedo contenido en su pecho. Soltó el aire, contenta de que su forma de proceder fuera bien aceptada por el hombre, pero al mismo tiempo, notaba una opresión en su pecho. ¿Dónde estaba la familia de su salvador? ¿Acaso no tenía nadie que se preocupara por él? ¿Se encontraba tan solo en la vida como ella? Probablemente fuera de esa manera hasta ese momento, más ya no sería así nunca más. Ella se convertiría en su amiga, en su apoyo y le daría tanto afecto como lo necesitara. Esa era su resolución. – Yo me he alegrado muchísimo y te abrazaría todo el día para demostrarlo – la sonrisa que apareció en su rostro fue completamente sincera, sonrisa que se opaco segundos después, cuando en los ojos ajenos surgió oscuridad.
– Algo pasa, dime, ¿Qué pasa? – soltó abruptamente, sintiendo al segundo de decir aquello una enorme culpabilidad. No era propio de ella decir esas cosas que exigían una explicación. Autumn siempre destaco por ser una joven que observaba, que no irrumpía en las vidas ajenas porque la suya ya era demasiado complicada como para complicársela más con la de otros, sin embargo, con su salvador era diferente. Necesitaba cerciorarse de que todo estaba bien, de que su presencia no significaba realmente un problema para el hombre que tan amablemente abrió las puertas de su casa, todo para brindarle refugio. Apenada agacho la mirada, evadiendo los ojos ajenos – Tus ojos me dicen que hay algo mal y si es por mi culpa – levantó la mirada decidida – quiero que me lo digas, por otro lado, si es que es algo que solo tiene que ver contigo, si deseas contarme, te escuchare y tratare de ayudarte – dicho eso sonrió, estirando entonces una de sus manos para acariciar la mejilla del hombre aquel – Vamos a estar bien – aseguró, porque por primera vez en su vida se sentía a salvo. Algo dentro de ella, una parte de su magia, le garantizaba que nada malo les pasaría y que aquel encuentro entre ambos, era el inicio de algo más grande.
Cuando se daba cuenta de lo inapropiado de su manera de actuar, la hechicera se aparto pronto de los brazos que la protegían, pidiendo disculpas al hacerlo. Sus impulsos no iban mal encaminados, aun así, debía considerar a las otras personas y no únicamente lo que ella deseaba. Las mejillas de Autumn se encendían ante la pena, de sus labios salió una disculpa sincera, la que fue acallada por la voz masculina que le aseguraba que su forma de actuar no era inapropiada.
– Es que a muchas personas no les gustan los abrazos y no sabía si te agradaban o disgustaban – su mentón fue tomado con suavidad y al encontrarse sus ojos con aquella mirada profunda y sincera que la miraba, el aire quedo contenido en su pecho. Soltó el aire, contenta de que su forma de proceder fuera bien aceptada por el hombre, pero al mismo tiempo, notaba una opresión en su pecho. ¿Dónde estaba la familia de su salvador? ¿Acaso no tenía nadie que se preocupara por él? ¿Se encontraba tan solo en la vida como ella? Probablemente fuera de esa manera hasta ese momento, más ya no sería así nunca más. Ella se convertiría en su amiga, en su apoyo y le daría tanto afecto como lo necesitara. Esa era su resolución. – Yo me he alegrado muchísimo y te abrazaría todo el día para demostrarlo – la sonrisa que apareció en su rostro fue completamente sincera, sonrisa que se opaco segundos después, cuando en los ojos ajenos surgió oscuridad.
– Algo pasa, dime, ¿Qué pasa? – soltó abruptamente, sintiendo al segundo de decir aquello una enorme culpabilidad. No era propio de ella decir esas cosas que exigían una explicación. Autumn siempre destaco por ser una joven que observaba, que no irrumpía en las vidas ajenas porque la suya ya era demasiado complicada como para complicársela más con la de otros, sin embargo, con su salvador era diferente. Necesitaba cerciorarse de que todo estaba bien, de que su presencia no significaba realmente un problema para el hombre que tan amablemente abrió las puertas de su casa, todo para brindarle refugio. Apenada agacho la mirada, evadiendo los ojos ajenos – Tus ojos me dicen que hay algo mal y si es por mi culpa – levantó la mirada decidida – quiero que me lo digas, por otro lado, si es que es algo que solo tiene que ver contigo, si deseas contarme, te escuchare y tratare de ayudarte – dicho eso sonrió, estirando entonces una de sus manos para acariciar la mejilla del hombre aquel – Vamos a estar bien – aseguró, porque por primera vez en su vida se sentía a salvo. Algo dentro de ella, una parte de su magia, le garantizaba que nada malo les pasaría y que aquel encuentro entre ambos, era el inicio de algo más grande.
Autumn Di Moncalieri- Hechicero Clase Alta
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
La suave caricia le devolvió al presente, escuchando lo que la joven le afirmaba, - vamos a estar bien - repitió, sonriendo y rodeando con sus brazos el delicado cuerpo de la bruja. Le besó en la frente, - si, te prometo que estaremos bien -. El impulso lo llevó a abrazarle, una de sus manos acarició los cabellos, mientras apoyaba su mejilla en la coronilla de Autumn. Quería explicarle sus dudas y también los pasos que debería realizar para librarse de esos inquisidores, desenmascarándolos de una vez.
La soltó lentamente, no deseaba hacerlo, se hubiera quedado así, toda la noche, mas debía explicarle su plan. Tomó con delicadeza el brazo de la joven y tiró suave de él. - Ven, sentémonos - le sugirió, mientras la llevaba al borde del lecho y le hacía sentarse. Inspiró profundo para comenzar a explicarle, - mi preocupación no es por algo que hayas hecho. No, por el contrario, creo que los inquisidores no vienen buscándote. Es mas, dudo mucho que sean inquisidores. Son sicarios, buscando a un hombre que no podrían vencer con facilidad. Lo he visto en sus ojos, soy su objetivo, y creo saber quien les manda. Por eso debo ponerte a salvo. - dijo, estando parado, en frente de ella. Se quedó en silencio, para luego llevar su mano a la mejilla de la bruja y acariciarla con suma ternura. - Me alegra que no seas su objetivo. Pero si supieran que te encuentras aquí, te eliminarían... no quieren testigos. No permitiré que te hagan daño. Pero se que de quedarte a mi lado, lo harán, no puedo ponerte en peligro -, le explicó.
Se sentó a su lado, cruzó su brazo izquierdo por detrás de la espalda de Autumn y la atrajo hacia él. - Por eso, me iré de la mansión, los alejaré, lo suficiente para que puedas huir - volvió a quedarse en silencio, prendado de esa mirada dulce y amorosa que la joven poseía. Se quedó así por unos cuantos segundos, cuando se dió cuenta de aquel lapsus, carraspeó, evadiendo la mirada ajena, debía estar alerta y esos descuidos podían traer desgracias, no solo para él, sino para la muchacha. - Tomarás el caballo que se encuentra en el patio de armas, saldrás en cuanto oigas que los inquisidores van tras de mi... - con su dedo indice dibujó el filo de la mandíbula femenina, - no temas, yo me encargaré de ellos, y nos encontraremos al amanecer en el cementerio de Montmartre, desde allí, nos iremos de París, por un tiempo... si quieres acompañarme - dijo con un tono de duda, pues de pronto había dado por sentado que ella, al igual que él, estaba sola en la ciudad y que tal vez desearía acompañarlo. Aelius debía poner distancia entre sus enemigos y él. Necesitaba llegar a Turín, a la villa de la Condesa Di Moncalieri, allí poco podrían hacer los que habían puesto precio a su cabeza.
Llevó su mano a la delicada mano femenina, - No quiero que te sientas presionada, si debes quedarte, te prometo que volveré, aunque no se cuando, pero te juro que volveré, solo por ti - le dijo llevando la mano de Autumn a sus labios y besándola.
La soltó lentamente, no deseaba hacerlo, se hubiera quedado así, toda la noche, mas debía explicarle su plan. Tomó con delicadeza el brazo de la joven y tiró suave de él. - Ven, sentémonos - le sugirió, mientras la llevaba al borde del lecho y le hacía sentarse. Inspiró profundo para comenzar a explicarle, - mi preocupación no es por algo que hayas hecho. No, por el contrario, creo que los inquisidores no vienen buscándote. Es mas, dudo mucho que sean inquisidores. Son sicarios, buscando a un hombre que no podrían vencer con facilidad. Lo he visto en sus ojos, soy su objetivo, y creo saber quien les manda. Por eso debo ponerte a salvo. - dijo, estando parado, en frente de ella. Se quedó en silencio, para luego llevar su mano a la mejilla de la bruja y acariciarla con suma ternura. - Me alegra que no seas su objetivo. Pero si supieran que te encuentras aquí, te eliminarían... no quieren testigos. No permitiré que te hagan daño. Pero se que de quedarte a mi lado, lo harán, no puedo ponerte en peligro -, le explicó.
Se sentó a su lado, cruzó su brazo izquierdo por detrás de la espalda de Autumn y la atrajo hacia él. - Por eso, me iré de la mansión, los alejaré, lo suficiente para que puedas huir - volvió a quedarse en silencio, prendado de esa mirada dulce y amorosa que la joven poseía. Se quedó así por unos cuantos segundos, cuando se dió cuenta de aquel lapsus, carraspeó, evadiendo la mirada ajena, debía estar alerta y esos descuidos podían traer desgracias, no solo para él, sino para la muchacha. - Tomarás el caballo que se encuentra en el patio de armas, saldrás en cuanto oigas que los inquisidores van tras de mi... - con su dedo indice dibujó el filo de la mandíbula femenina, - no temas, yo me encargaré de ellos, y nos encontraremos al amanecer en el cementerio de Montmartre, desde allí, nos iremos de París, por un tiempo... si quieres acompañarme - dijo con un tono de duda, pues de pronto había dado por sentado que ella, al igual que él, estaba sola en la ciudad y que tal vez desearía acompañarlo. Aelius debía poner distancia entre sus enemigos y él. Necesitaba llegar a Turín, a la villa de la Condesa Di Moncalieri, allí poco podrían hacer los que habían puesto precio a su cabeza.
Llevó su mano a la delicada mano femenina, - No quiero que te sientas presionada, si debes quedarte, te prometo que volveré, aunque no se cuando, pero te juro que volveré, solo por ti - le dijo llevando la mano de Autumn a sus labios y besándola.
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
Le había asegurado a aquel hombre que se encontrarían a salvo, que nadie les iba a hacer nada en aquel lugar pero ¿Esa era una promesa que podía cumplir? La respuesta era no. Autumn no tenía aún demasiado control de sus poderes, de hecho, apenas y los estaba descubriendo así que prácticamente había sobrevivido en París de milagro, gracias a gente de buen corazón que se preocupaban sinceramente por ella. Aún así quería creer que de verdad estarían bien y si bien había mucho por lo que temer, fueron los brazos que la rodearon los que terminaron por convencerla de que sus palabras serian reales.
La seguridad que experimentaba en los brazos de Aelius no duró mucho, pues de manera lenta y cuidadosa, él la alejó de su cuerpo para pedirle después que le acompañara a sentarse. Los ojos de ambos se enfocaron en los ajenos y a la hechicera la ataco la ansiedad, mientras que Aelius comenzaba a hablar.
– ¿Entonces que te preocupa? – preguntó segundos antes de que el hombre frente a ella comenzara a explicarle lo que realmente estaba sucediendo, o lo que él creía que sucedía. El alivio que la hechicera experimento al saber que no era ella a quien buscaban desapareció en el instante que Aelius le comentó que más bien creía que andaban tras de él. ¿De él? ¿Cómo podía un grupo de sicarios ir tras él? A los ojos de Autumn aquel amable hombre era un sujeto común y corriente, alguien que quizás tendría sus secretos pero ninguno tan grave como para que estuviera en la mira de algún individuo con oscuras intenciones – Pero si no vienen tras de mi no debo correr ningún peligro si me quedó contigo, ¿o si? – No era una mujer intrépida y su miedo a todo lo que la rodeaba la dejaba sin saber como actuar, más en aquella situación sabia que no quería irse y dejar a su salvador solo, corriendo peligro a manos de aquellos hombres de malas intenciones.
Huir. Correr otra vez aterrorizada y sin saber que era lo que le depararía el futuro, eso era lo que Aelius le pedía hacer, algo que de primera, Autumn se negaba a hacer, por eso fue que su cabeza comenzó a ir de un lado a otro en negativa.
– No quiero irme, correrás peligro y quiero estar aquí por si puedo ayudarte – sus ojos se mantenían fijos en los del hombre sentado a su lado, ese del que no quería despegarse aunque le costara la vida pero pronto, más parte del plan le fue revelado, dejándola ligeramente más tranquila y con esperanza. Por algún motivo, Aelius estaba confiando en ella a tal grado que la incluía en su plan de escape, uno que no solo les llevaría fuera de los bosques, sino lejos de París – ¡Si quiero acompañarte! – garantizo a pesar de que sabía que irse sin decir nada preocuparía sobre todo a Lavern, pero seguramente su mentora encontraría la manera de comunicarse con ella y cerciorarse de que estaba bien, así que sin nadie más en la ciudad que se preocupara por ella, la joven bruja estaba lista para seguir a su actual salvador a donde quiera que él fuera – y no me siento presionada, de verdad que quiero ir contigo, en esta ciudad no tengo nada y bueno, así no iras solo – se encogió de hombros – no me prometas que volverás, mejor promete que llegaras al cementerio por mi – y entonces sonrió al observar como es que su mano era besada muestra de una promesa.
Una vez que las promesas estaban hechas, Autumn suspiro.
– Tu dirás cuando ponemos en marcha el plan – la seguridad en su voz era absoluta, aun así, su cuerpo entero temblaba ligeramente. Aquella era la primera vez que la hechicera hacía algo como aquello pero al parecer, no sería la última.
La seguridad que experimentaba en los brazos de Aelius no duró mucho, pues de manera lenta y cuidadosa, él la alejó de su cuerpo para pedirle después que le acompañara a sentarse. Los ojos de ambos se enfocaron en los ajenos y a la hechicera la ataco la ansiedad, mientras que Aelius comenzaba a hablar.
– ¿Entonces que te preocupa? – preguntó segundos antes de que el hombre frente a ella comenzara a explicarle lo que realmente estaba sucediendo, o lo que él creía que sucedía. El alivio que la hechicera experimento al saber que no era ella a quien buscaban desapareció en el instante que Aelius le comentó que más bien creía que andaban tras de él. ¿De él? ¿Cómo podía un grupo de sicarios ir tras él? A los ojos de Autumn aquel amable hombre era un sujeto común y corriente, alguien que quizás tendría sus secretos pero ninguno tan grave como para que estuviera en la mira de algún individuo con oscuras intenciones – Pero si no vienen tras de mi no debo correr ningún peligro si me quedó contigo, ¿o si? – No era una mujer intrépida y su miedo a todo lo que la rodeaba la dejaba sin saber como actuar, más en aquella situación sabia que no quería irse y dejar a su salvador solo, corriendo peligro a manos de aquellos hombres de malas intenciones.
Huir. Correr otra vez aterrorizada y sin saber que era lo que le depararía el futuro, eso era lo que Aelius le pedía hacer, algo que de primera, Autumn se negaba a hacer, por eso fue que su cabeza comenzó a ir de un lado a otro en negativa.
– No quiero irme, correrás peligro y quiero estar aquí por si puedo ayudarte – sus ojos se mantenían fijos en los del hombre sentado a su lado, ese del que no quería despegarse aunque le costara la vida pero pronto, más parte del plan le fue revelado, dejándola ligeramente más tranquila y con esperanza. Por algún motivo, Aelius estaba confiando en ella a tal grado que la incluía en su plan de escape, uno que no solo les llevaría fuera de los bosques, sino lejos de París – ¡Si quiero acompañarte! – garantizo a pesar de que sabía que irse sin decir nada preocuparía sobre todo a Lavern, pero seguramente su mentora encontraría la manera de comunicarse con ella y cerciorarse de que estaba bien, así que sin nadie más en la ciudad que se preocupara por ella, la joven bruja estaba lista para seguir a su actual salvador a donde quiera que él fuera – y no me siento presionada, de verdad que quiero ir contigo, en esta ciudad no tengo nada y bueno, así no iras solo – se encogió de hombros – no me prometas que volverás, mejor promete que llegaras al cementerio por mi – y entonces sonrió al observar como es que su mano era besada muestra de una promesa.
Una vez que las promesas estaban hechas, Autumn suspiro.
– Tu dirás cuando ponemos en marcha el plan – la seguridad en su voz era absoluta, aun así, su cuerpo entero temblaba ligeramente. Aquella era la primera vez que la hechicera hacía algo como aquello pero al parecer, no sería la última.
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Re: En sus manos esta mi refugio [Privado]
La convicción con que la muchacha le hablaba, le llenaron de esperanzas y certezas, podía afirmar que de ahora en mas, él, ya no estaría solo, que su vida tenía un sentido y éste era Autumn, una hermosa joven que llegó a su vida, con la sorpresa y la magia de un hada y eso lo había conquistado, no podía dejarla ir, quería tenerla a su lado toda la vida. Mas debía cuidarla de aquellos que habían puesto precio a su cabeza y no dudarían en vengarse con ella, si se enteraban que había conquistado el corazón del cazador.
Luego de besarle las manos, se levantó, dispuesto a partir, la guió por los largos corredores y le mostró por donde debía huir, ya que la mansión posieía infinidades de pasadizos secretos que la ayudarían a salir sin problemas de la mansión. Alumbrados por una antorcha la condujo por uno de éstos intrincados laberintos, hasta salir en mitad de unas ruinas, allí, en el patio de armas de aquella vieja y deteriorada mansión, se encontraba un caballo, prolijamente pertrechado, para llevar a su jinete a donde éste le llevara.
Se giró y buscó la mirada de la joven, - cariño mio, te ruego que tengas mucho cuidado, no te demores, recuerda que te estaré esperando, en el cementerio y de allí, nos iremos a un lugar donde no podrán hacerte daño, ni a mí tampoco - mintió - por eso, solo debes prometerme que cuidarás de ti, y no desviaras tu rumbo, así, en poco tiempo podamos estar nuevamente juntos - dijo con profunda seriedad, una seriedad que se marcaba en su rostro, siendo visible por las delgadas lineas que marcaban su frente.
Tomó sus delicadas manos entre las suyas y las besó, para luego, impulsivo, aprisionarla entre sus brazos y besarle con el deseo y la pasión de un enamorado que sabe que aquella despedida puede ser la definitiva, mas ruega a los cielos que solo sea un instante. Cuando se separó de ella, no dijo palabra alguna, temía decir algo, poner en palabras sus miedos. Prefirió callar y ayudarle a montar, para luego ver como se alejaba.
Cuando se quedo nuevamente solo, suspiró, antes de girar y volverse a internar por los intrincados pasillos, entrando nuevamente a la mansión y tomando sus armas, buscando guardar en las alforjas lo que necesitaría para comenzar el viaje. El amanecer todavía estaba lejos, cuando subió a su caballo y le espoleó, para salir a galope de aquella mansión, dejando a los inquisidores atrás, quienes, pronto se dieron cuenta de lo sucedido y subieron a sus monturas, dispuestos a darle caza.
Luego de besarle las manos, se levantó, dispuesto a partir, la guió por los largos corredores y le mostró por donde debía huir, ya que la mansión posieía infinidades de pasadizos secretos que la ayudarían a salir sin problemas de la mansión. Alumbrados por una antorcha la condujo por uno de éstos intrincados laberintos, hasta salir en mitad de unas ruinas, allí, en el patio de armas de aquella vieja y deteriorada mansión, se encontraba un caballo, prolijamente pertrechado, para llevar a su jinete a donde éste le llevara.
Se giró y buscó la mirada de la joven, - cariño mio, te ruego que tengas mucho cuidado, no te demores, recuerda que te estaré esperando, en el cementerio y de allí, nos iremos a un lugar donde no podrán hacerte daño, ni a mí tampoco - mintió - por eso, solo debes prometerme que cuidarás de ti, y no desviaras tu rumbo, así, en poco tiempo podamos estar nuevamente juntos - dijo con profunda seriedad, una seriedad que se marcaba en su rostro, siendo visible por las delgadas lineas que marcaban su frente.
Tomó sus delicadas manos entre las suyas y las besó, para luego, impulsivo, aprisionarla entre sus brazos y besarle con el deseo y la pasión de un enamorado que sabe que aquella despedida puede ser la definitiva, mas ruega a los cielos que solo sea un instante. Cuando se separó de ella, no dijo palabra alguna, temía decir algo, poner en palabras sus miedos. Prefirió callar y ayudarle a montar, para luego ver como se alejaba.
Cuando se quedo nuevamente solo, suspiró, antes de girar y volverse a internar por los intrincados pasillos, entrando nuevamente a la mansión y tomando sus armas, buscando guardar en las alforjas lo que necesitaría para comenzar el viaje. El amanecer todavía estaba lejos, cuando subió a su caballo y le espoleó, para salir a galope de aquella mansión, dejando a los inquisidores atrás, quienes, pronto se dieron cuenta de lo sucedido y subieron a sus monturas, dispuestos a darle caza.
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