AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
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Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
La oscuridad de la noche comenzaba a disiparse, el manto oscuro que cubría París se iba aclarando poco a poco y un sol casi rojizo amenazaba con salir a saludar en el horizonte. Pronto las calles se llenarían de gente yendo a trabajar y sería ya demasiado tarde para un malherido Jeremías el moverse entre ellos con el costado como lo tenía. Se apretaba con la zurda por encima de la empapada camisa, pero la sangre no parecía dejar de brotar. Necesitaba encontrar refugio, un lugar caliente y una enfermera o médico que le atendiera. ¿Pero a quién podía acudir? No era un corte normal, no podía ir mostrando semejante zarpazo como si se hubiera hecho daño arando el campo. Ni siquiera un doctor que hubiese visto leñadores lastimados por un oso se creería que aquellas profundas hendiduras habían sido causa de semejante animal. Pero no tenía tiempo para ponerse pejiguero, no podía tomarse la libertad de escoger dónde caer moribundo o incluso muerto.
Observó a su alrededor y en cuanto encontró el jardín de una gran mansión, se coló, saltando el muro de piedra que lo rodeaba, cayendo de lado y aplomo contra el suelo de tierra húmeda y tulipanes. Ahogó el quejido que el golpe le quiso arrancar de los pulmones y, como pudo, se aproximó a una de las ventanas traseras del lugar. Las luces estaban apagadas, ni siquiera sabía si había alguien en casa. Muchas de aquellas grandes torres estaban vacías, eran lugares para que los ricachones vinieran de visita unas semanas al año y el resto del tiempo permanecían abandonadas a su suerte y a la pasión tejedora de las arañas. Se encaramó al alfeizar de una ventana e hizo palanca con una rama para abrirla, sonando un chasquido seco cuando ésta se partió, aunque no sin antes dejar un hueco entre el marco y el portón. Sonrió levemente, deslizándose al interior, que estaba cálido, lo que le dio mala espina. Una casa inhabitada estaría fría, casi helada, posiblemente la humedad hasta teñiría las paredes, y éstas al tocarlas estaban secas, bien cuidadas. Pero ya estaba muy cansado, hecho polvo, no podía perder el tiempo en buscar otro lugar. Maldijo por lo bajo y con pasos torpes, errados, se dirigió a las escaleras para usar la barandilla como soporte y observar las estancias a la vista o intuir lo que habría en aquellas que no alcanzaba su mirar. Necesitaba alcohol, ¿habría en la cocina, en la alacena, en el despacho principal? Recordaba que su padre siempre guardaba el buen licor en un armario en su oficina, escondido tras un viejo cuadro pintoresco de un perro perdiguero con un pato colgando de su boca por el pescuezo. Sacudió la cabeza, apartando aquel fragmento de pasado de su memoria y prosiguió, avanzando hacia la cocina. Rebuscó en los armarios y dio con una botella de vino, no era el alcohol más adecuado pero fue lo único que encontró. La descorchó con los dientes, porque había sido abierto anteriormente, y dejándose caer contra la pared de al lado, se escurrió hasta quedar sentado en el suelo de madera. Levantó la camisa que casi parecía una segunda piel, rechinando los dientes por el dolor que el tirón le provocó con la sangre ligeramente seca, y vertió el líquido sobre la herida, gruñendo ferozmente por el calor ardiente y, encima, poco útil para la curación. Siseó, intentando hurgar en la abertura porque estaba convencido que se le había quedado dentro parte de una uña, un trozo de garra letal y certero que por poco le hace añicos las costillas.
Y tan concentrado estaba en escudriñar en el corte que no se percató que en el piso de arriba, se prendía un candil. Había alguien en la mansión, alguien que, seguramente, hasta sus quejidos dormía. Pero se había despertado y mientras él intentaba curarse, se aproximaba lentamente a su posición, paso a paso, y sólo Dios sabía si ese alguien estaba armado.
Observó a su alrededor y en cuanto encontró el jardín de una gran mansión, se coló, saltando el muro de piedra que lo rodeaba, cayendo de lado y aplomo contra el suelo de tierra húmeda y tulipanes. Ahogó el quejido que el golpe le quiso arrancar de los pulmones y, como pudo, se aproximó a una de las ventanas traseras del lugar. Las luces estaban apagadas, ni siquiera sabía si había alguien en casa. Muchas de aquellas grandes torres estaban vacías, eran lugares para que los ricachones vinieran de visita unas semanas al año y el resto del tiempo permanecían abandonadas a su suerte y a la pasión tejedora de las arañas. Se encaramó al alfeizar de una ventana e hizo palanca con una rama para abrirla, sonando un chasquido seco cuando ésta se partió, aunque no sin antes dejar un hueco entre el marco y el portón. Sonrió levemente, deslizándose al interior, que estaba cálido, lo que le dio mala espina. Una casa inhabitada estaría fría, casi helada, posiblemente la humedad hasta teñiría las paredes, y éstas al tocarlas estaban secas, bien cuidadas. Pero ya estaba muy cansado, hecho polvo, no podía perder el tiempo en buscar otro lugar. Maldijo por lo bajo y con pasos torpes, errados, se dirigió a las escaleras para usar la barandilla como soporte y observar las estancias a la vista o intuir lo que habría en aquellas que no alcanzaba su mirar. Necesitaba alcohol, ¿habría en la cocina, en la alacena, en el despacho principal? Recordaba que su padre siempre guardaba el buen licor en un armario en su oficina, escondido tras un viejo cuadro pintoresco de un perro perdiguero con un pato colgando de su boca por el pescuezo. Sacudió la cabeza, apartando aquel fragmento de pasado de su memoria y prosiguió, avanzando hacia la cocina. Rebuscó en los armarios y dio con una botella de vino, no era el alcohol más adecuado pero fue lo único que encontró. La descorchó con los dientes, porque había sido abierto anteriormente, y dejándose caer contra la pared de al lado, se escurrió hasta quedar sentado en el suelo de madera. Levantó la camisa que casi parecía una segunda piel, rechinando los dientes por el dolor que el tirón le provocó con la sangre ligeramente seca, y vertió el líquido sobre la herida, gruñendo ferozmente por el calor ardiente y, encima, poco útil para la curación. Siseó, intentando hurgar en la abertura porque estaba convencido que se le había quedado dentro parte de una uña, un trozo de garra letal y certero que por poco le hace añicos las costillas.
Y tan concentrado estaba en escudriñar en el corte que no se percató que en el piso de arriba, se prendía un candil. Había alguien en la mansión, alguien que, seguramente, hasta sus quejidos dormía. Pero se había despertado y mientras él intentaba curarse, se aproximaba lentamente a su posición, paso a paso, y sólo Dios sabía si ese alguien estaba armado.
Última edición por Jeremías de Olivares el Miér Ene 17, 2018 9:54 am, editado 1 vez
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Me desperté sobre saltada, no hacía más de una hora que había logrado conciliar el sueño y quizás siguiera dormida de no ser por que el pesado libro resbaló de mis manos cayendo al suelo estrepitosamente. No era la primera vez que me ganaba el cansancio por quedarme leyendo a altas horas, lo hacia cuando algo no me tenía tranquila y en esta ocasión la visita de un joven me tenía hasta cierto punto angustiada; no era tan ingenua para no darme cuenta que ese era el nuevo objetivo de mi madre al menos hasta que apareciera un mejor postor,cruel, pero cierto pues así pensaba mi progenitora.
Casper Kaarkarogf, parecía ser ese caballero andante que toda jovencita parisina desearía desposar...todas excepto yo. No es que me hubiese causado mala impresión, al contrario parecía ser alguien agradable por lo tanto me antojaba mas una amistad que una relación amorosa o un casamiento arreglado, que lo último era lo que seguramente se daria, ojalá me equivocara con las intenciones que mostraba mi madre.
Sin levantarme de la cama estire mi mano para tomar el libro del suelo dejándolo en la mesita de noche cuando un peculiar ruido en la planta baja me alarmo, no creo que mi Nana estuviera levantada aún, no había salido el sol pues la oscuridad aún se colaba por el balcón, qué hora sería?.
Mis pies tocaron la alfombra, mientras encendía el candil y me acomodaba la bata. Si, ya se que lo más sensato sería levantar a uno de mis hermanos para que estos fueran a ver qué fue lo que irrumpió el silencio pero conociéndolos me tirarían de loca y encima miedosa así que sin más remedio me encontré sola bajando las escaleras tratando de ver más haya de lo que la tenue vela lograba alumbrar.Otro ruido llamó mi atención haciéndome casi caer, parecía venir de la cocina, me encamine con cautela caminando de puntillas y debo ser sincera, lo que mis ojos esmeraldas se encontraron al entrar en esa estancia casi me hace lanzar un grito; no era para menos pues aún lado de unos de los estantes estaba un hombre sentado en el suelo y podía distinguir una botella de vino, con rapidez tome un cuchillo de la mesa permanecíendo tensa a casi dos metros de distancia pues este no se movía.Deberia comenzar a gritar por ayuda?, Alce con la otra mano la vela para poder divisar al intruso y mi sorpresa aumento al ver la sangre en sus ropas.
-Por Dios, está herido...-
Susurre con voz ahogada mientras el cuchillo caía de mis manos, no tenía pinta de ladrón pero si la facha de alguien que fue atacado por un enorme animal. La sangre me ponía mal y rápidamente me sentí mareada, respire profundo acercándome hasta donde se encontraba aquella persona.
-Permitame ayudarlo, yo...-
En este punto yo ya me encontraba rezando para que el desmayado fuera el y no yo, por que si no valiente ayuda que iba resultarle. Mis ojos volaron rápidos a la herida al parecer antes de mi intromisión el intentaba quitar algo de ella, pero no de la manera correcta, necesitaba curación y rápido, la verdad yo no tenía ni la más remota idea de cómo suturar por que era evidente que eso necesitaría, pero no me acobardaria, así que primero debía concentrarme en limpiar esa herida después averiguaba su identidad. Recordé que mi Nana tenía alcohol en su repisa al igual que vendas y otras tantas cosas medicinales así que corrí pronta y con nerviosismo abrí las puertas de aquel anaquel a mis espaldas revisando los frascos hasta dar con el que busca.
-Puedo?...-
Pregunté con voz temblorosa señalando la herida, sin duda esto si le iba a doler más que el vino que había vertido en su piel lastimada.
Casper Kaarkarogf, parecía ser ese caballero andante que toda jovencita parisina desearía desposar...todas excepto yo. No es que me hubiese causado mala impresión, al contrario parecía ser alguien agradable por lo tanto me antojaba mas una amistad que una relación amorosa o un casamiento arreglado, que lo último era lo que seguramente se daria, ojalá me equivocara con las intenciones que mostraba mi madre.
Sin levantarme de la cama estire mi mano para tomar el libro del suelo dejándolo en la mesita de noche cuando un peculiar ruido en la planta baja me alarmo, no creo que mi Nana estuviera levantada aún, no había salido el sol pues la oscuridad aún se colaba por el balcón, qué hora sería?.
Mis pies tocaron la alfombra, mientras encendía el candil y me acomodaba la bata. Si, ya se que lo más sensato sería levantar a uno de mis hermanos para que estos fueran a ver qué fue lo que irrumpió el silencio pero conociéndolos me tirarían de loca y encima miedosa así que sin más remedio me encontré sola bajando las escaleras tratando de ver más haya de lo que la tenue vela lograba alumbrar.Otro ruido llamó mi atención haciéndome casi caer, parecía venir de la cocina, me encamine con cautela caminando de puntillas y debo ser sincera, lo que mis ojos esmeraldas se encontraron al entrar en esa estancia casi me hace lanzar un grito; no era para menos pues aún lado de unos de los estantes estaba un hombre sentado en el suelo y podía distinguir una botella de vino, con rapidez tome un cuchillo de la mesa permanecíendo tensa a casi dos metros de distancia pues este no se movía.Deberia comenzar a gritar por ayuda?, Alce con la otra mano la vela para poder divisar al intruso y mi sorpresa aumento al ver la sangre en sus ropas.
-Por Dios, está herido...-
Susurre con voz ahogada mientras el cuchillo caía de mis manos, no tenía pinta de ladrón pero si la facha de alguien que fue atacado por un enorme animal. La sangre me ponía mal y rápidamente me sentí mareada, respire profundo acercándome hasta donde se encontraba aquella persona.
-Permitame ayudarlo, yo...-
En este punto yo ya me encontraba rezando para que el desmayado fuera el y no yo, por que si no valiente ayuda que iba resultarle. Mis ojos volaron rápidos a la herida al parecer antes de mi intromisión el intentaba quitar algo de ella, pero no de la manera correcta, necesitaba curación y rápido, la verdad yo no tenía ni la más remota idea de cómo suturar por que era evidente que eso necesitaría, pero no me acobardaria, así que primero debía concentrarme en limpiar esa herida después averiguaba su identidad. Recordé que mi Nana tenía alcohol en su repisa al igual que vendas y otras tantas cosas medicinales así que corrí pronta y con nerviosismo abrí las puertas de aquel anaquel a mis espaldas revisando los frascos hasta dar con el que busca.
-Puedo?...-
Pregunté con voz temblorosa señalando la herida, sin duda esto si le iba a doler más que el vino que había vertido en su piel lastimada.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Vio entonces el reflejo del candil en una de las ventanas y, tras convencerse de que la luz no venía de fuera, se tensó de inmediato e intentó contener la respiración, como si con semejante acto fuera a volverse invisible para quienquiera que fuera que se acercaba a su posición. No podía escapar, estaba demasiado debilitado por la pérdida de sangre, el dolor era lo de menos, más había sufrido aquella vez que le mordiera un caimán en la pierna y por escasos milímetros no le sesgara la aorta.
Primero se dibujó una silueta ligeramente borrosa, recortada por la proyección de la pequeña llama que aquella misma figura portaba en una mano. Pudo discernir el cabello largo, más muchos hombres había conocido ya con largas melenas y no era un motivo para descartar un sexo en la probabilidad. Mas pronto pudo ver más que sólo una sombra, y a pesar de ello su mirada se desvió ante el ruido de algo cayendo al suelo, algo metálico por el sonido emergido al golpear los tablones de madera y el destello le dejó bien claro lo que aquel objeto era. Se puso a la defensiva corporalmente, a pesar de las dificultades que tenía para mover la zona de la cintura, e incluso cuando supo claramente que era una muchacha, no se relajó. Había vivido lo suficiente para saber que una mujer podía ser tan mortífera como cualquier varón e incluso más. Pero las palabras y el tono que la joven utilizó al aproximarse más a él, fueron lo que hicieron cambiar la actitud del conde. Estaba claro que la chica estaba asustada y, a pesar de ello, le ofrecía su ayuda. Jeremías no estaba en condiciones de negarse, porque en su estado actual, cualquier aporte podía servirle de ayuda. Le hizo un gesto con la mano, moviendo los dedos manchados de sangre en una señal que la invitaba claramente a terminar de acercarse a él. –Ven, desde ahí no podrás ayudarme demasiado…- Su voz sonó ronca por el dolor, pero no pretendía ahuyentar a la rubia, simplemente no podía usar un tono distinto cuando tenía el vientre abierto y a poco no se le salían las tripas.
La vio ir a buscar algo en uno de los armarios a los que no había alcanzado por ir medio doblado. Esperó a que regresara y se levantó más la ropa, exponiendo así su torso, tan rojizo que apenas se veía algo y eso que acababa de limpiarlo. Aguardó la llegada de la muchacha y cuando la tuvo ya delante, acuclillada, se fijó en su rostro fino, hermoso, parecía un hada. -¿Cómo te llamas?- Absurdo preguntar algo semejante en la situación que se hallaban, pero el español era un hombre impulsivo y rara vez se callaba.
Primero se dibujó una silueta ligeramente borrosa, recortada por la proyección de la pequeña llama que aquella misma figura portaba en una mano. Pudo discernir el cabello largo, más muchos hombres había conocido ya con largas melenas y no era un motivo para descartar un sexo en la probabilidad. Mas pronto pudo ver más que sólo una sombra, y a pesar de ello su mirada se desvió ante el ruido de algo cayendo al suelo, algo metálico por el sonido emergido al golpear los tablones de madera y el destello le dejó bien claro lo que aquel objeto era. Se puso a la defensiva corporalmente, a pesar de las dificultades que tenía para mover la zona de la cintura, e incluso cuando supo claramente que era una muchacha, no se relajó. Había vivido lo suficiente para saber que una mujer podía ser tan mortífera como cualquier varón e incluso más. Pero las palabras y el tono que la joven utilizó al aproximarse más a él, fueron lo que hicieron cambiar la actitud del conde. Estaba claro que la chica estaba asustada y, a pesar de ello, le ofrecía su ayuda. Jeremías no estaba en condiciones de negarse, porque en su estado actual, cualquier aporte podía servirle de ayuda. Le hizo un gesto con la mano, moviendo los dedos manchados de sangre en una señal que la invitaba claramente a terminar de acercarse a él. –Ven, desde ahí no podrás ayudarme demasiado…- Su voz sonó ronca por el dolor, pero no pretendía ahuyentar a la rubia, simplemente no podía usar un tono distinto cuando tenía el vientre abierto y a poco no se le salían las tripas.
La vio ir a buscar algo en uno de los armarios a los que no había alcanzado por ir medio doblado. Esperó a que regresara y se levantó más la ropa, exponiendo así su torso, tan rojizo que apenas se veía algo y eso que acababa de limpiarlo. Aguardó la llegada de la muchacha y cuando la tuvo ya delante, acuclillada, se fijó en su rostro fino, hermoso, parecía un hada. -¿Cómo te llamas?- Absurdo preguntar algo semejante en la situación que se hallaban, pero el español era un hombre impulsivo y rara vez se callaba.
Última edición por Jeremías de Olivares el Miér Ene 17, 2018 9:53 am, editado 2 veces
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Casi se me cae de las manos los utensilios que tome al escuchar la voz varonil, sentí ese golpe de adrenalina y la angustia por lo agitado que se oía, eso no era nada alentador, debía darme prisa sin titubear.
Me arrodille frente a él y le miré extrañada al oirle preguntar mi nombre, la verdad no me atreví a verle a los ojos ya que me encontraba lo suficientemente nerviosa por la situación como para encima confrontar esos seremos ojos que estudiaban mi rostro apesar de su contratiempo. No lo niego era un hecho que estaba tan afectada que mis manos con aquel leve temblor me delataron sin contar que batalle para quitarle la tapa al recipiente con el líquido transparente como si fuese la cosa más difícil del mundo.-Mia...y el suyo cual es?...-hablé en un susurro acomodandome aún mas cerca de el observando mejor la naturaleza de su herida divisando aquello que quería sacarse, al menos logré identificar la punta entre tanta sangre; con una voluntad enorme evite mostrarme abatida en todo momento mientras inspecciónaba que tan grave era el ataques que sufrió y ahora que le veía bien por la cercanía entre ambos pude constar que esto fue provocado por algo más que una simple bestia salvaje.
Con gentileza le tendi un trapo limpio indicándole que lo mordiera pues lo que venía no era muy placentero. Aprovechando que esté levantó un poco más su camisa verti un poco del líquido transparente en un plato para después utilizar el resto en la piel lastimada; no lo pensé y por inercia con la mano libre tome la mano varonil manchando mi dedos de su sangre, cierto que eso no aliviaría su dolor pero por lo menos tenía la creencia que le diera apoyo que por lo menos apretara mi mano para soportar un poco no importaba que doliera su agarre.
-Lo siento...tengo que...- deje el frasco de lado metiendo esa misma mano en el plato hondo mojandola bien en alcohol para después con cuidado utilizar mis delgados dedos introduciéndolos en la herida, sacando lo más rápido que podía ese pedazo de...esperen esto parecía como una especie de garra, de algún modo se me hacía familiar, no me detuve a observar el objeto extraño pues vi que más sangre comenzaba a salir y con evidente nerviosismo solté su mano para sostener trapos limpios contra la herida estaba a punto de ponerme histérica.
-... dime qué hacer?...que hago ahora, no tengo idea de cómo...por favor, lo que sea lo haré..- mi voz denoto miedo y evidentemente no por mí si no por el, por un momento mis ojos se perdieron en los suyos tratando de encontrar respuesta rogando al cielo que no se me desangrase este hombre aquí en plena cocina, no quería ni imaginarlo. Ya estaba contemplando la idea de despertar a medio mundo pero y si resultaba peor? No podría dormir por el resto de mi vida si lo dejaba morir, la conciencia me atormentaria día y noche.
Me arrodille frente a él y le miré extrañada al oirle preguntar mi nombre, la verdad no me atreví a verle a los ojos ya que me encontraba lo suficientemente nerviosa por la situación como para encima confrontar esos seremos ojos que estudiaban mi rostro apesar de su contratiempo. No lo niego era un hecho que estaba tan afectada que mis manos con aquel leve temblor me delataron sin contar que batalle para quitarle la tapa al recipiente con el líquido transparente como si fuese la cosa más difícil del mundo.-Mia...y el suyo cual es?...-hablé en un susurro acomodandome aún mas cerca de el observando mejor la naturaleza de su herida divisando aquello que quería sacarse, al menos logré identificar la punta entre tanta sangre; con una voluntad enorme evite mostrarme abatida en todo momento mientras inspecciónaba que tan grave era el ataques que sufrió y ahora que le veía bien por la cercanía entre ambos pude constar que esto fue provocado por algo más que una simple bestia salvaje.
Con gentileza le tendi un trapo limpio indicándole que lo mordiera pues lo que venía no era muy placentero. Aprovechando que esté levantó un poco más su camisa verti un poco del líquido transparente en un plato para después utilizar el resto en la piel lastimada; no lo pensé y por inercia con la mano libre tome la mano varonil manchando mi dedos de su sangre, cierto que eso no aliviaría su dolor pero por lo menos tenía la creencia que le diera apoyo que por lo menos apretara mi mano para soportar un poco no importaba que doliera su agarre.
-Lo siento...tengo que...- deje el frasco de lado metiendo esa misma mano en el plato hondo mojandola bien en alcohol para después con cuidado utilizar mis delgados dedos introduciéndolos en la herida, sacando lo más rápido que podía ese pedazo de...esperen esto parecía como una especie de garra, de algún modo se me hacía familiar, no me detuve a observar el objeto extraño pues vi que más sangre comenzaba a salir y con evidente nerviosismo solté su mano para sostener trapos limpios contra la herida estaba a punto de ponerme histérica.
-... dime qué hacer?...que hago ahora, no tengo idea de cómo...por favor, lo que sea lo haré..- mi voz denoto miedo y evidentemente no por mí si no por el, por un momento mis ojos se perdieron en los suyos tratando de encontrar respuesta rogando al cielo que no se me desangrase este hombre aquí en plena cocina, no quería ni imaginarlo. Ya estaba contemplando la idea de despertar a medio mundo pero y si resultaba peor? No podría dormir por el resto de mi vida si lo dejaba morir, la conciencia me atormentaria día y noche.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
A pesar del dolor y de la tensión del momento, ver el nerviosismo de la chica le tranquilizó, confirmándole que no debía preocuparse por ella, una amenaza no temblaría de aquella manera. Sonrió de manera torcida al escuchar el nombre de la muchacha, conteniendo una mueca por una nueva punzada en la herida. -Yo soy Jeremías. Diría que un placer, pero…- Hizo un gesto con la cabeza hacia la herida, riendo de manera forzada y breve. -… en otras circunstancias seguro que lo sería.- Aseguró, pues nunca podía ser algo negativo conocer a una joven hermosa y bondadosa como ella. Porque sí, estaba claro que tenía un alma caritativa, sino de qué le iba a echar una mano a un intruso que se colaba en su casa, sangrando como un condenado y oliendo a vino.
Observó cómo destapaba la botella, con bastante dificultad a decir verdad, seguramente por la falta de pulso que estaba demostrando, causada por la presencia de un hombre en su cocina. Resopló con fuerza y con un movimiento de cabeza agradeció el trozo de tela que atrapó entre los dientes y labios, aprisionándolo en cuanto los dedos delgados de la fémina hurgaron en su herida. Era jodidamente lacerante y gruñó, ahogando un quejido por la fuerza que ejercían sus mandíbulas la una contra la otra, sólo interpuestas por aquella gasa improvisada que le había dejado la muchacha. Miró de reojo como le daba la mano y la apretó muy suavemente, no quería dañarla. Notó la garra al salir, de hecho le cortó de nuevo, aunque no diría nada, bastante estaba haciendo la rubia como para encima asustarla, capaz de la impresión dejaba el maldito objeto afilado dentro. Resopló de nuevo y supo enseguida que la sangre manaba, cosa que le reafirmó la chica al rápidamente cubrirle con ambas manos, soltando la suya propia, la herida. Los ojos del cazador se ensombrecieron y se sintió mareado. Escupió a un lado la tela que aún mantenía en la boca y le señaló el camisón que portaba. -Rasga un trozo y hazme un torniquete alrededor de las costillas… Coge algo rígido para apretar bien, una rama, un martillo, incluso una cuchara de palo servirá.- Posó sus propias extremidades sobre las ajenas para ejercer presión. -Ve, anda, no demores.- Su voz parecía ir apagándose por segundos, y con razón, se estaba desangrando a una velocidad alarmante. Su vida estaba en manos de una adolescente, de una niña rica. Pero era su única salvación, la única salida. Y aún tenía suerte de que ella le hubiera encontrado, o sino no habría posibilidad alguna y simplemente allí moriría, tendido, oliendo a beodo y sangre, el Conde de España, muere al allanar una casa. El titular sería gracioso, irónico, ridículo. Sobre todo porque omitirían su herida, su lucha que nadie excepto él conocía.
Se quedó allí, aguardando a que Mía se apiadara de él y le salvara la vida. Una vida que, sin ella saberlo realmente, tal vez no merecía ser salvada. Porque la joven no le conocía, no sabía cómo pasaba sus días. No cazaba porque se ganara con ello la vida, sino porque así lo había elegido, porque le gustaba, porque le llenaba de adrenalina y le divertía.
Observó cómo destapaba la botella, con bastante dificultad a decir verdad, seguramente por la falta de pulso que estaba demostrando, causada por la presencia de un hombre en su cocina. Resopló con fuerza y con un movimiento de cabeza agradeció el trozo de tela que atrapó entre los dientes y labios, aprisionándolo en cuanto los dedos delgados de la fémina hurgaron en su herida. Era jodidamente lacerante y gruñó, ahogando un quejido por la fuerza que ejercían sus mandíbulas la una contra la otra, sólo interpuestas por aquella gasa improvisada que le había dejado la muchacha. Miró de reojo como le daba la mano y la apretó muy suavemente, no quería dañarla. Notó la garra al salir, de hecho le cortó de nuevo, aunque no diría nada, bastante estaba haciendo la rubia como para encima asustarla, capaz de la impresión dejaba el maldito objeto afilado dentro. Resopló de nuevo y supo enseguida que la sangre manaba, cosa que le reafirmó la chica al rápidamente cubrirle con ambas manos, soltando la suya propia, la herida. Los ojos del cazador se ensombrecieron y se sintió mareado. Escupió a un lado la tela que aún mantenía en la boca y le señaló el camisón que portaba. -Rasga un trozo y hazme un torniquete alrededor de las costillas… Coge algo rígido para apretar bien, una rama, un martillo, incluso una cuchara de palo servirá.- Posó sus propias extremidades sobre las ajenas para ejercer presión. -Ve, anda, no demores.- Su voz parecía ir apagándose por segundos, y con razón, se estaba desangrando a una velocidad alarmante. Su vida estaba en manos de una adolescente, de una niña rica. Pero era su única salvación, la única salida. Y aún tenía suerte de que ella le hubiera encontrado, o sino no habría posibilidad alguna y simplemente allí moriría, tendido, oliendo a beodo y sangre, el Conde de España, muere al allanar una casa. El titular sería gracioso, irónico, ridículo. Sobre todo porque omitirían su herida, su lucha que nadie excepto él conocía.
Se quedó allí, aguardando a que Mía se apiadara de él y le salvara la vida. Una vida que, sin ella saberlo realmente, tal vez no merecía ser salvada. Porque la joven no le conocía, no sabía cómo pasaba sus días. No cazaba porque se ganara con ello la vida, sino porque así lo había elegido, porque le gustaba, porque le llenaba de adrenalina y le divertía.
Última edición por Jeremías de Olivares el Miér Ene 17, 2018 9:53 am, editado 1 vez
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Era mi imaginación o el hombre que respondía a Jeremías estaba perdiendo el color en el rostro, pestañee varias veces intentando concentrarme en sus palabras así que ante lo último asentí dejando de hacer presión en su herida para poder correr por algo que me ayudara a realizar el torniquete, mis manos buscaron en los cajones de los utensilios de forma desesperada hasta encontrar una cuchara de madera lo suficientemente grande solo esperaba que funcionara por que la verdad no lo veía bien. Me posicione de nuevo a su lado y como me indico rasgue mi camisón de la parte baja para poder hacer lo que él me pedía así que mis manos por un momento le rodearon para poder acomodar el pedazo de tela acomodando el utensilio para hacer presión, no era una enfermera ni siquiera en mi vida había hecho algo parecido a esto quizás por ello resultaba un tanto brusca en mis movimientos, ni cuenta me daba que me estaba mordiendo el labio de lo nerviosa que me encontraba.
-Por favor resista, verá que se pondrá bien...no luce tan mal.-
Lo último no sonó como yo hubiese deseado pues se notaba que dudaba, pero al menos tenía la convicción de hacer hasta lo imposible, y la tenue sonrisa en mi rostro buscaba calmarlo de algún modo, mire a mi alrededor necesitaba moverlo a un lugar más cómodo que aquí imposible que no nos vieran; descarté llevarlo a mi habitación pues el no podría subir las escaleras ni de broma y menos contemplar que lo cargará si era el evidentemente más pequeña así que una vez efectuada su indicación recordé que las habitaciones de los empleados no quedaban lejos de hecho estaba a un pasillo detrás de la cocina.
-Necesito llevarle a una cama ahora mismo, no tardan en aparecer los del servicio y si nos ven aquí no quiero ni pensar el escándalo que se armaría; por lo menos así estaría recostado no cree?-
Mi voz sonó en un susurro pues al tenerle cerca era innecesario alzar la voz, tome su brazo y lo pasé por mi hombro dispuesta a levantarme con él para que se apoyará en mi. Estaba loca, sin duda alguna por que no tenía ni la más remota idea aquíen le tendia la mano pero bueno al menos no podia ignorar esta corazonada que me gritaba que este hombre no era un ser del que debía temer.
-No queda lejos, ni tendrá que subir escaleras, no se preocupe, yo le cuidare.-
Dije dándole mi palabra para que confiara en que no le iba a delatar con nadie de esta casa, no dije más pues con paso lento me levanté deseando que no se desmayara aquí mismo, no tuve oportunidad de tomar la vela que traía así que en total oscuridad caminamos por el pasillo del servicio sin decir ni una sola palabra hasta que topé con la última habitación a veces aquí me escondía así que por ello tenía llave y la tenia colgada al cuello oculta siempre de la vista ajena. Cómo pude me quite la cadena para poder introducir la llave y entrar con el peso del hombre a un costado, cómo pude lo acomode en la pequeña cama de tratrando de no lastimarlo. Casi tropezaba al dirigirme a prender un candil que estaba en la mesita de noche.
-Su herida...que sigue ahora? debo coserle? Volverle a limpiar? Apretar más el torniquete? Le puedo traer agua, vino lo que sea?.-
Me calle abruptamente pues me percate que había hecho tantas pregunta por mis emociones ante la inusual situación así que susurre un lo siento pues no debía hacerlo hablar, estaba fatigado y era lógico pero me daba más miedo que cerrara los ojos y ya no los abríera, no quería ni contemplar esa idea así que negué levemente y me acerque a la cama asegurándome que aún estuviera concierte.
-Como le ayudo ahora?-
Pregunté finalmente, viéndole mejor por la luz que emitía el candil con la leve llamarada.
-Por favor resista, verá que se pondrá bien...no luce tan mal.-
Lo último no sonó como yo hubiese deseado pues se notaba que dudaba, pero al menos tenía la convicción de hacer hasta lo imposible, y la tenue sonrisa en mi rostro buscaba calmarlo de algún modo, mire a mi alrededor necesitaba moverlo a un lugar más cómodo que aquí imposible que no nos vieran; descarté llevarlo a mi habitación pues el no podría subir las escaleras ni de broma y menos contemplar que lo cargará si era el evidentemente más pequeña así que una vez efectuada su indicación recordé que las habitaciones de los empleados no quedaban lejos de hecho estaba a un pasillo detrás de la cocina.
-Necesito llevarle a una cama ahora mismo, no tardan en aparecer los del servicio y si nos ven aquí no quiero ni pensar el escándalo que se armaría; por lo menos así estaría recostado no cree?-
Mi voz sonó en un susurro pues al tenerle cerca era innecesario alzar la voz, tome su brazo y lo pasé por mi hombro dispuesta a levantarme con él para que se apoyará en mi. Estaba loca, sin duda alguna por que no tenía ni la más remota idea aquíen le tendia la mano pero bueno al menos no podia ignorar esta corazonada que me gritaba que este hombre no era un ser del que debía temer.
-No queda lejos, ni tendrá que subir escaleras, no se preocupe, yo le cuidare.-
Dije dándole mi palabra para que confiara en que no le iba a delatar con nadie de esta casa, no dije más pues con paso lento me levanté deseando que no se desmayara aquí mismo, no tuve oportunidad de tomar la vela que traía así que en total oscuridad caminamos por el pasillo del servicio sin decir ni una sola palabra hasta que topé con la última habitación a veces aquí me escondía así que por ello tenía llave y la tenia colgada al cuello oculta siempre de la vista ajena. Cómo pude me quite la cadena para poder introducir la llave y entrar con el peso del hombre a un costado, cómo pude lo acomode en la pequeña cama de tratrando de no lastimarlo. Casi tropezaba al dirigirme a prender un candil que estaba en la mesita de noche.
-Su herida...que sigue ahora? debo coserle? Volverle a limpiar? Apretar más el torniquete? Le puedo traer agua, vino lo que sea?.-
Me calle abruptamente pues me percate que había hecho tantas pregunta por mis emociones ante la inusual situación así que susurre un lo siento pues no debía hacerlo hablar, estaba fatigado y era lógico pero me daba más miedo que cerrara los ojos y ya no los abríera, no quería ni contemplar esa idea así que negué levemente y me acerque a la cama asegurándome que aún estuviera concierte.
-Como le ayudo ahora?-
Pregunté finalmente, viéndole mejor por la luz que emitía el candil con la leve llamarada.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
En cuanto la muchacha regresó a su lado, él ya sentía que se le iba la consciencia y de ocurrir aquello, sería su fin, seguro. Él mismo se hurgó cerca de la herida para que el dolor le reanimara, apretando los dientes para no quejarse, aunque éstos chirriaron de manera audible en la cocina. Se dejó vendar y apretar la tela alrededor del torso, si no se hacía bien el torniquete drenaría tanta sangre que sería imposible recuperarse. Inspiró profundamente, notando los aguijonazos lacerantes recorrerle todo el costillar hasta la axila. Se volvió a recargar contra la pared, procurando calmar la respiración, relajarla, porque al haber inhalado hondo, notó que algo le punzaba.
Alzó ambas cejas al escuchar a la joven decir que debía llevarle a una habitación, porque él no se veía capaz de caminar y no consideraba la chica fuera demasiado fuerte como para medio cargar con un hombre adulto de su estatura y tamaño. Aún así, decidió intentarlo. -De acuerdo, aunque no sé si llegaremos muy lejos en mi estado.- Advirtió a la rubia, al tiempo en que pasaba el brazo izquierdo sobre sus hombros y con la diestra se ayudaba a ascender con la espalda aún pegada al muro de carga. Logró alzarse y aunque iba arrastrando bastante la pierna derecha, podía apoyar los dedos del pie e impulsarse para ir avanzando junto con la chica.
Fue observando todo a su alrededor, porque aunque a oscuras, en su oficio estaba ya acostumbrado y tenía bastante buena visión nocturna para ser un simple humano. Sonrió ante el ofrecimiento porque, de nuevo, la anfitriona de la casa le ofrecía ayuda desinteresada, aún sin saber quién era él ni a qué se dedicaba. -Muchas gracias, Mía.- Creyó que tratarla de modo cercano la calmaría, ya que aún notaba la tensión en ella, el temblor de sus dedos. Una vez en la estancia y tras quedarse con el detalle de que aquella puerta estuviera cerrada con llave y la joven la llevara colgando del cuello, se sentó en la cama. La miró con cierta sorpresa, sonriendo. -¿Sabes suturar?- Porque no era lo mismo atravesar carne con una aguja ligeramente curva que coser una camisa. Se deslizó más al interior del catre, colocando la almohada para apoyarse en ella. -Pero algo de agua me vendría bien. Perder tanta sangre me tiene deshidratado...- Dejó reposar la mano sobre el vendaje, allí donde se ocultaba la herida y ejerció un poco más de presión, relajándose. Suspiró pesadamente y al notar que se le cerraban los párpados, estiró el brazo libre, agarrando la muñeca de su salvadora. -No dejes que me duerma. Son horas críticas y si... Y si cierro los ojos, tal vez no los abra de nuevo.- Fue sincero, aún sabiendo que sus palabras podían ser difíciles de aceptar por la muchacha. Pero necesitaba que le mantuviera consciente, alerta, sólo así habría valido el esfuerzo de ella, y él podría volver a dar caza al animal que le había dejado en aquel estado.
Alzó ambas cejas al escuchar a la joven decir que debía llevarle a una habitación, porque él no se veía capaz de caminar y no consideraba la chica fuera demasiado fuerte como para medio cargar con un hombre adulto de su estatura y tamaño. Aún así, decidió intentarlo. -De acuerdo, aunque no sé si llegaremos muy lejos en mi estado.- Advirtió a la rubia, al tiempo en que pasaba el brazo izquierdo sobre sus hombros y con la diestra se ayudaba a ascender con la espalda aún pegada al muro de carga. Logró alzarse y aunque iba arrastrando bastante la pierna derecha, podía apoyar los dedos del pie e impulsarse para ir avanzando junto con la chica.
Fue observando todo a su alrededor, porque aunque a oscuras, en su oficio estaba ya acostumbrado y tenía bastante buena visión nocturna para ser un simple humano. Sonrió ante el ofrecimiento porque, de nuevo, la anfitriona de la casa le ofrecía ayuda desinteresada, aún sin saber quién era él ni a qué se dedicaba. -Muchas gracias, Mía.- Creyó que tratarla de modo cercano la calmaría, ya que aún notaba la tensión en ella, el temblor de sus dedos. Una vez en la estancia y tras quedarse con el detalle de que aquella puerta estuviera cerrada con llave y la joven la llevara colgando del cuello, se sentó en la cama. La miró con cierta sorpresa, sonriendo. -¿Sabes suturar?- Porque no era lo mismo atravesar carne con una aguja ligeramente curva que coser una camisa. Se deslizó más al interior del catre, colocando la almohada para apoyarse en ella. -Pero algo de agua me vendría bien. Perder tanta sangre me tiene deshidratado...- Dejó reposar la mano sobre el vendaje, allí donde se ocultaba la herida y ejerció un poco más de presión, relajándose. Suspiró pesadamente y al notar que se le cerraban los párpados, estiró el brazo libre, agarrando la muñeca de su salvadora. -No dejes que me duerma. Son horas críticas y si... Y si cierro los ojos, tal vez no los abra de nuevo.- Fue sincero, aún sabiendo que sus palabras podían ser difíciles de aceptar por la muchacha. Pero necesitaba que le mantuviera consciente, alerta, sólo así habría valido el esfuerzo de ella, y él podría volver a dar caza al animal que le había dejado en aquel estado.
Última edición por Jeremías de Olivares el Miér Ene 17, 2018 9:54 am, editado 1 vez
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Apreté los labios cuando oi su pregunta.La verdad jamas en la vida había suturado una herida solo recuerdo que fui testigo una vez que mi hermano Henry se abrió la pierna y no fue mas de 7 puntadas, con cuidado negué levemente a modo de respuesta-amm solo e visto como lo hacen, lo único que eh hecho es tejer y no soy muy buena...pero puedo intentarlo, si me guía.-fui sincera mientras hacia ademan de alejarme para ir por el vaso con agua pero la mano varonil detuvo mis intenciones, mi mirar se clavo en su rostro percatándome de su desmejora y no pude evitar sentirme alarmada ante su pedido, me provoco una leve punzada en el pecho de solo imaginar que sus palabras se convirtieran en hechos, no, debía pensar positivo para poder ayudarlo.-No lo mencione, se pondrá bien y no dejare que duerma por ningún motivo así que este tranquilo, recuerde que le voy a suturar y con eso tiene para no dormir por una semana.-apreté la mano varonil como apoyo mientras sonreía aun con la vista fija en el moreno, a pesar de su compleccion, lucia tan vulnerable que me provocaba esas ganas de cuidarlo cual niño. Lo que me hacia pensar que seguro tenia familia esperándole, un motivo mas para no permitir que el hombre se perdiera.
-Debo ir a la cocina otra vez, por lo necesario, por favor resista que no tardo lo prometo.- de nuevo ejercí fuerza en su mano con temor a soltarlo,pero tenia que hacerlo, dejarle solo por un momento y asi lo hice, en cuanto cruce por esa puerta corrí con todas mis fuerzas por el pasillo tratando de no hacer ruido. Revise en los cajones en donde mi nana tenia esa especie de botiquín logrando obtener lo que buscaba poniendolo en una charola sin olvidarme del vaso con agua, aunque por si las dudas tome la botella con whisky que vi a mi alcance pues con el dolor que le generaría mejor apaciguarle con algo fuerte. Pude oir ruido afuera seguro mi Amelia ya estaba levantada asi que con mas nerviosismo me apresure de nuevo hacia donde había dejado a Jeremias. No me alentó el verle con los ojos cerrados asi que deje la charola al pie del catre acercando mi rostro al suyo cerciorandome que aun respirara entonces sentí su aliento chocar con mi mejilla devolviendome un poco de calma.
Tome las tijeras y corte la maltratada camisa pues no lo iba a mover, quizas lo lastimaba mas-No se mueva, no quiero causarle otra herida...-murmure por lo bajo terminando con aquella tarea que fue quitarle los retasos de tela manchada hasta quitar el vendaje mal hecho que le hice para nuevamente limpiar alrededor de la herida marcando los bordes, respire profundo mientras pasaba la aguja por la llama del candil esterilizandola al menos eso había visto que hacían y como pude prepare el hilo grueso y oscuro de seda.Antes de empezar le extendí la botella de whisky.-Tome...le servira.- mis ojos de nuevos se cruzaron con los ajenos,quizas si la situación fuera otra yo estaría nerviosa por aquel torso desnudo pues jamas había visto a un hombre con tal falta de ropa, pero era entendible por que este hecho no me inquieto, estaba mas preocupada por esa herida que otra cosa.-Sabe...no logro descifrar que fue lo que le causo esta herida...un lobo quizas-dije a manera de distracción mientras con una mano trataba de unir la piel separada y de esa manera hacia la primera puntada sin quitar la vista de lo que me ocupaba, esperaba que el alcohol le aliviara un poco aunque sea. Mientras suturaba de manera irregular le platique sobre mis teorías sobre el porque de su condición que fueron desde un asalto hasta un duelo aunque lo ultimo lo descarte por que no había señal de bala. Definitivamente las puntadas no eran perfectas pero cumplían con el objetivo, ahora solo quedaba cuidar que no le diera fiebre y terminar de limpiarle.
El dolor lo veía en su rostro y a pesar de ello soporto el martirio que mi brusquedad le provoco aun con las indicaciones que me había dado para suturarlo.-No habrá manera de ocultarle la herida a su familia, o mejor dicho a su esposa, por que quedo muy llamativa y por lo menos tendrá que pasar un buen tiempo aquí.- mencione terminado de pasar el trapo húmedo alrededor de la herida ya unida, tome un trapo limpio y lo humedecí igual para limpiar su rostro y cuello manchados de sangre hasta que el hombre quedo limpio, con el dorso de mi mano aparte el cabello que caía en mi rostro, mirándole con una tonta sonrisa de victoria pues había logrado parar el sangrado aunque las siguientes hora tenia que estarle cuidando la temperatura. Deje mi bata manchada de sangre en la silla de un rincón mientras recogía todo lo que utilice y lo regresaba a la charola.
Me volví a acercar a Jeremias con intención de darle el vaso con agua, pero no se lo di, simplemente acerque el borde del vaso a sus labios pues estaba segura que no podia moverse,
-Debo ir a la cocina otra vez, por lo necesario, por favor resista que no tardo lo prometo.- de nuevo ejercí fuerza en su mano con temor a soltarlo,pero tenia que hacerlo, dejarle solo por un momento y asi lo hice, en cuanto cruce por esa puerta corrí con todas mis fuerzas por el pasillo tratando de no hacer ruido. Revise en los cajones en donde mi nana tenia esa especie de botiquín logrando obtener lo que buscaba poniendolo en una charola sin olvidarme del vaso con agua, aunque por si las dudas tome la botella con whisky que vi a mi alcance pues con el dolor que le generaría mejor apaciguarle con algo fuerte. Pude oir ruido afuera seguro mi Amelia ya estaba levantada asi que con mas nerviosismo me apresure de nuevo hacia donde había dejado a Jeremias. No me alentó el verle con los ojos cerrados asi que deje la charola al pie del catre acercando mi rostro al suyo cerciorandome que aun respirara entonces sentí su aliento chocar con mi mejilla devolviendome un poco de calma.
Tome las tijeras y corte la maltratada camisa pues no lo iba a mover, quizas lo lastimaba mas-No se mueva, no quiero causarle otra herida...-murmure por lo bajo terminando con aquella tarea que fue quitarle los retasos de tela manchada hasta quitar el vendaje mal hecho que le hice para nuevamente limpiar alrededor de la herida marcando los bordes, respire profundo mientras pasaba la aguja por la llama del candil esterilizandola al menos eso había visto que hacían y como pude prepare el hilo grueso y oscuro de seda.Antes de empezar le extendí la botella de whisky.-Tome...le servira.- mis ojos de nuevos se cruzaron con los ajenos,quizas si la situación fuera otra yo estaría nerviosa por aquel torso desnudo pues jamas había visto a un hombre con tal falta de ropa, pero era entendible por que este hecho no me inquieto, estaba mas preocupada por esa herida que otra cosa.-Sabe...no logro descifrar que fue lo que le causo esta herida...un lobo quizas-dije a manera de distracción mientras con una mano trataba de unir la piel separada y de esa manera hacia la primera puntada sin quitar la vista de lo que me ocupaba, esperaba que el alcohol le aliviara un poco aunque sea. Mientras suturaba de manera irregular le platique sobre mis teorías sobre el porque de su condición que fueron desde un asalto hasta un duelo aunque lo ultimo lo descarte por que no había señal de bala. Definitivamente las puntadas no eran perfectas pero cumplían con el objetivo, ahora solo quedaba cuidar que no le diera fiebre y terminar de limpiarle.
El dolor lo veía en su rostro y a pesar de ello soporto el martirio que mi brusquedad le provoco aun con las indicaciones que me había dado para suturarlo.-No habrá manera de ocultarle la herida a su familia, o mejor dicho a su esposa, por que quedo muy llamativa y por lo menos tendrá que pasar un buen tiempo aquí.- mencione terminado de pasar el trapo húmedo alrededor de la herida ya unida, tome un trapo limpio y lo humedecí igual para limpiar su rostro y cuello manchados de sangre hasta que el hombre quedo limpio, con el dorso de mi mano aparte el cabello que caía en mi rostro, mirándole con una tonta sonrisa de victoria pues había logrado parar el sangrado aunque las siguientes hora tenia que estarle cuidando la temperatura. Deje mi bata manchada de sangre en la silla de un rincón mientras recogía todo lo que utilice y lo regresaba a la charola.
Me volví a acercar a Jeremias con intención de darle el vaso con agua, pero no se lo di, simplemente acerque el borde del vaso a sus labios pues estaba segura que no podia moverse,
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Dejó partir a la muchacha, ya que era cierto lo que decía y necesitaba coger algunos utensilios para poder suturarle la herida. Y, si bien le había dicho que ella no sabía, tampoco era momento para ser selectivo, pues ella era la única que podía ayudarle, la única alma caritativa que, en vez de huir al ver a un hombre medio desangrado en su cocina, se había acercado a tenderle la mano. Aguardó, intentando mantenerse despierto del modo en que pudo, dándose incluso un guantazo una vez cuando creyó que caería dormido. Por suerte, la rubia fue rápida y en cuanto la tuvo tan cerca que pudo aspirar su aroma, le dedicó una agotada sonrisa a su ángel de la guarda. -Sigo vivo…- Comentó en tono gracioso, aunque se notaba que, en el fondo, estaba hecho polvo.
Permitió que arreglara lo que necesitara, intentando no respirar, porque aquel era el único movimiento del que, realmente, era capaz. Estaba hecho mierda, trizas, y si le hubiese pedido que la besara, ni siquiera eso podría. En su mente hubo una carcajada, una burla a tal tontería, porque una chiquilla como aquella, jamás querría nada con un cazador como él, por mucho que fuera el mismísimo Conde de España. Claro que no tenía pensado decirle ni una cosa ni la otra, aunque ella enseguida mostró curiosidad y le preguntó por el animal que le había hecho semejante desgracia. -Fue un oso…- Mintió, pero estaba acostumbrado. En su línea de trabajo, uno no iba contando batallas sobre cómo cazaba licántropos o decapitaba vampiros. Muchos humanos desconocían la existencia de tales seres y así era mejor para todos. La ignorancia, realmente era un regalo para ellos, porque sino, muchos no se atreverían a cerrar los ojos por la noche, a salir a por el pan o a irse siquiera de prostitutas.
Le dio un buen trago al alcohol y apretó los dientes, creyendo que como ejerciera más fuerza con ellos, haría astillas sus muelas. La aguja dolió como una condenada, le laceraba con cada punzada que daba. Pero era necesario cerrar aquella abertura o además de la sangre, al final se le saldrían algo peor, como las tripas. Aunque lo más preocupante era una posible infección, la aparición de gangrena. Sería necesario curar bien aquella herida durante cierto tiempo o ni siquiera la sutura habría servido de algo.
Tuvo ganas de reír, a pesar del acuciante dolor, cuando hizo mención a la familia y, aunque no tenía por qué aclarar nada a la muchacha, lo hizo enseguida. -No estoy casado… no he conocido aún a mujer que me soporte lo suficiente.- Siseó por la última pasada del hilo y terminó por soltar un tremendo suspiro. Ya había pasado lo peor, al menos por el momento. Sonrió levemente ante el gesto de Mía y dio un par de tragos al agua que le supieron a gloria, mejor incluso que el whisky de antes. -Gracias, creo que ahora sí debería descansar un poco la vista…- Estaba destrozado, sencillamente, no podía ya ni con su vida. Pero era un hueso duro de roer, un testarudo, un de Olivares. Dejó escapar el aire contenido en sus maltrechos pulmones y sus párpados cayeron, y casi como si le fulminara un rayo, se durmió de inmediato por a saber cuánto tiempo.
Permitió que arreglara lo que necesitara, intentando no respirar, porque aquel era el único movimiento del que, realmente, era capaz. Estaba hecho mierda, trizas, y si le hubiese pedido que la besara, ni siquiera eso podría. En su mente hubo una carcajada, una burla a tal tontería, porque una chiquilla como aquella, jamás querría nada con un cazador como él, por mucho que fuera el mismísimo Conde de España. Claro que no tenía pensado decirle ni una cosa ni la otra, aunque ella enseguida mostró curiosidad y le preguntó por el animal que le había hecho semejante desgracia. -Fue un oso…- Mintió, pero estaba acostumbrado. En su línea de trabajo, uno no iba contando batallas sobre cómo cazaba licántropos o decapitaba vampiros. Muchos humanos desconocían la existencia de tales seres y así era mejor para todos. La ignorancia, realmente era un regalo para ellos, porque sino, muchos no se atreverían a cerrar los ojos por la noche, a salir a por el pan o a irse siquiera de prostitutas.
Le dio un buen trago al alcohol y apretó los dientes, creyendo que como ejerciera más fuerza con ellos, haría astillas sus muelas. La aguja dolió como una condenada, le laceraba con cada punzada que daba. Pero era necesario cerrar aquella abertura o además de la sangre, al final se le saldrían algo peor, como las tripas. Aunque lo más preocupante era una posible infección, la aparición de gangrena. Sería necesario curar bien aquella herida durante cierto tiempo o ni siquiera la sutura habría servido de algo.
Tuvo ganas de reír, a pesar del acuciante dolor, cuando hizo mención a la familia y, aunque no tenía por qué aclarar nada a la muchacha, lo hizo enseguida. -No estoy casado… no he conocido aún a mujer que me soporte lo suficiente.- Siseó por la última pasada del hilo y terminó por soltar un tremendo suspiro. Ya había pasado lo peor, al menos por el momento. Sonrió levemente ante el gesto de Mía y dio un par de tragos al agua que le supieron a gloria, mejor incluso que el whisky de antes. -Gracias, creo que ahora sí debería descansar un poco la vista…- Estaba destrozado, sencillamente, no podía ya ni con su vida. Pero era un hueso duro de roer, un testarudo, un de Olivares. Dejó escapar el aire contenido en sus maltrechos pulmones y sus párpados cayeron, y casi como si le fulminara un rayo, se durmió de inmediato por a saber cuánto tiempo.
Última edición por Jeremías de Olivares el Miér Ene 17, 2018 9:54 am, editado 1 vez
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Asentí a lo que el moreno decía y me calle la curiosidad pues lo del oso no me lo trague por completo algo me decía que había mas pero no era el momento para mover aquello ni hacerle hablar, así que solo le vi cerrar los ojos, suspire con fuerza meditando un poco. Estaba loca, sin duda mi proceder distaba mucho de ser sensato por que vamos, quien en su sano juicio ayuda a alguien que se mete a tu casa a mitad de la madrugada y con una herida como aquella; no sabia nada de el mas que su nombre, Jeremías, Jeremías que?, ni siquiera su apellido para buscar a algún familiar ya que no tenia esposa, lo ultimo me provoco una sonrisa que de inmediato me reproche, que demonios pensaba, negué con la cabeza y tratando de hacer el menor ruido le deje descansar cerrando con llave la puerta tras mi salida, tenia que limpiar cualquier rastro de sangre en la cocina antes de que el servicio se levantara para sus labores.
Estaba hincada frotando el rastro de sangre que se encontraba aun costado de la alacena cuando mi nana entro, no me quedo mas remedio que contarle todo lo sucedido estas ultimas horas después de todo ella era como mi madre y podría jurar que olía mis mentiras, al final logre convencerla de ayudarme pues le hice ver que debido a mi invitado especial no saldría por las noches, con eso tuvo para no decir nada pues era lógico que estuviera tranquila al saberme en casa por lo menos las siguientes semanas, no dijo mas y gracias al cielo me ayudo a limpiar el resto de mi alboroto por lo que terminamos enseguida justo cuando los empleados comenzaron a aparecer uno tras otro, antes de retirarme a cambiar las ropas lleve a mi nana hasta la habitación que yo solía usar como escondite, Jeremias estaba profundamente dormido y Amelia creyó que seria mejor mantenerlo en ese estado por lo menos el resto del día, encargándome que le diera una infusión de corteza valeriana con un poco de lúpulo. Debo confesar que se me paso un poco la mano con el lúpulo y quizás por ello el hombre no despertó a la mañana siguiente provocandome preocupación, ese día estuve dándole demasiadas vueltas saltándome la hora de la merienda pidiéndole a mi nana que me excusara con cualquier pretexto.
-En que me metí...debi pedir ayuda...y si no despiertas? que voy a hacer?-
Susurre sentada en el borde de la cama contemplando el subir y bajar del pecho cubierto hasta la mitad por un vendaje limpio, por supuesto que entre mi nana y yo le estuvimos cuidando la herida para que no se le infectara y la fiebre aun no se había presentado lo cual agradecíamos por que eran buenas señales.
-Niña, ya le dije que no se preocupe el despertara asi que quite esa mirada, por fortuna no se le fue la mano de mas, aunque para la otra consúlteme si tiene dudas.-
La voz de mi nana me saco de mi trance culposo cuando irrumpió en la habitación con una charola que por el aroma supe que era sopa, sonrei ante el comentario mientras veía como dejaba la charola en la mesita de noche y se despedía pues tenia que seguir con su trabajo.Hice un mueca, tocando con la yema de mis dedos las manos varoniles, lucían un tanto maltratadas aun, con heridas pequeñas.
Estaba hincada frotando el rastro de sangre que se encontraba aun costado de la alacena cuando mi nana entro, no me quedo mas remedio que contarle todo lo sucedido estas ultimas horas después de todo ella era como mi madre y podría jurar que olía mis mentiras, al final logre convencerla de ayudarme pues le hice ver que debido a mi invitado especial no saldría por las noches, con eso tuvo para no decir nada pues era lógico que estuviera tranquila al saberme en casa por lo menos las siguientes semanas, no dijo mas y gracias al cielo me ayudo a limpiar el resto de mi alboroto por lo que terminamos enseguida justo cuando los empleados comenzaron a aparecer uno tras otro, antes de retirarme a cambiar las ropas lleve a mi nana hasta la habitación que yo solía usar como escondite, Jeremias estaba profundamente dormido y Amelia creyó que seria mejor mantenerlo en ese estado por lo menos el resto del día, encargándome que le diera una infusión de corteza valeriana con un poco de lúpulo. Debo confesar que se me paso un poco la mano con el lúpulo y quizás por ello el hombre no despertó a la mañana siguiente provocandome preocupación, ese día estuve dándole demasiadas vueltas saltándome la hora de la merienda pidiéndole a mi nana que me excusara con cualquier pretexto.
-En que me metí...debi pedir ayuda...y si no despiertas? que voy a hacer?-
Susurre sentada en el borde de la cama contemplando el subir y bajar del pecho cubierto hasta la mitad por un vendaje limpio, por supuesto que entre mi nana y yo le estuvimos cuidando la herida para que no se le infectara y la fiebre aun no se había presentado lo cual agradecíamos por que eran buenas señales.
-Niña, ya le dije que no se preocupe el despertara asi que quite esa mirada, por fortuna no se le fue la mano de mas, aunque para la otra consúlteme si tiene dudas.-
La voz de mi nana me saco de mi trance culposo cuando irrumpió en la habitación con una charola que por el aroma supe que era sopa, sonrei ante el comentario mientras veía como dejaba la charola en la mesita de noche y se despedía pues tenia que seguir con su trabajo.Hice un mueca, tocando con la yema de mis dedos las manos varoniles, lucían un tanto maltratadas aun, con heridas pequeñas.
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Sus párpados pesaban como si de ellos colgaran gruesos troncos de madera, arrastrando consigo las pestañas. Morfeo le reclamaba y aunque él seguía creyendo, al menos, por una parte, que debía mantenerse despierto y aguantar hasta que ya no aguantara, lo cierto era que ya había alcanzado aquel punto. Su cuerpo no respondía, su cerebro parecía haber iniciado una huelga o, tal vez, vacaciones y todos sus sentidos, embotados como los tenía, estaba claro que no colaboraban. Suspiró largo y lento y, para cuando quiso darse cuenta, ya estaba dormido.
No supo el tiempo que transcurrió, pero la siguiente vez que logró abrir sus ojos, tenía de nuevo a la jovencita delante, sosteniéndole una taza con algo caliente. Con toda la sangre que había perdido, necesitaba recuperar rápido fluidos, así que sin dudarlo y confiando en que, tras salvarle la vida, no le pondría en riesgo, tomó el recipiente con una de sus manos y lo empujó por el culo del vaso para darle varios sorbos hasta terminarlo por completo, mientras la chica lo sostenía con sus dedos, seguramente temiendo que él lo tirara todo. -Gracias…- Alcanzó a musitar, pero seguía derrotado, y ni un minuto había transcurrido que ya se había vuelto a quedar traspuesto, dormido por completo. Por suerte no era roncador, o se hubiese enterado toda la mansión que allí había un intruso. Porque más profundamente de lo que él estaba durmiendo, era casi imposible hacerlo.
Ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor, un error mortal para un experto cazador, pero inevitable dada la situación, él siguió durmiendo por largas horas, ni siquiera preguntarías cuántas al despertar. Muy lentamente fue enfocando la vista, sintiendo como algo suave rozaba sus callosas y curtidas manos. Al menos fue consciente de dónde estaba y no soltó ninguna burrada al despegar los labios y abrir la boca. -Eso huele bien…- Ni siquiera sabía de dónde procedía el olor, además que la combinación era un poco extraña, pues sentía el característico aroma de una sopa casera y también el de lilas y jazmines, un toque suave y delicado, que clamaba a sus sentidos que, al igual que él, ya se habían despejado del trance y el sopor.
Se ayudó con la diestra para intentar incorporarse, aunque el lacerante dolor le obligó a olvidarse de la idea, soltando un gruñido bajo y una maldición, sin tener en cuenta la presencia de la fémina a su lado. -¿Llevas mucho rato aquí?- No le recriminaba nada, sólo faltaría, era su manera de querer saber si tanto le preocupaba. No estaba acostumbrado a las atenciones, al menos fuera del condado que le pertenecía, y para aquella rubia él no era más que un desconocido, un intruso en su casa, un posible ladrón o, incluso, un asesino. Y, sin embargo, le estaba cuidando, atendiendo sus heridas, dándole de comer. En resumen, le estaba mimando.
No supo el tiempo que transcurrió, pero la siguiente vez que logró abrir sus ojos, tenía de nuevo a la jovencita delante, sosteniéndole una taza con algo caliente. Con toda la sangre que había perdido, necesitaba recuperar rápido fluidos, así que sin dudarlo y confiando en que, tras salvarle la vida, no le pondría en riesgo, tomó el recipiente con una de sus manos y lo empujó por el culo del vaso para darle varios sorbos hasta terminarlo por completo, mientras la chica lo sostenía con sus dedos, seguramente temiendo que él lo tirara todo. -Gracias…- Alcanzó a musitar, pero seguía derrotado, y ni un minuto había transcurrido que ya se había vuelto a quedar traspuesto, dormido por completo. Por suerte no era roncador, o se hubiese enterado toda la mansión que allí había un intruso. Porque más profundamente de lo que él estaba durmiendo, era casi imposible hacerlo.
Ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor, un error mortal para un experto cazador, pero inevitable dada la situación, él siguió durmiendo por largas horas, ni siquiera preguntarías cuántas al despertar. Muy lentamente fue enfocando la vista, sintiendo como algo suave rozaba sus callosas y curtidas manos. Al menos fue consciente de dónde estaba y no soltó ninguna burrada al despegar los labios y abrir la boca. -Eso huele bien…- Ni siquiera sabía de dónde procedía el olor, además que la combinación era un poco extraña, pues sentía el característico aroma de una sopa casera y también el de lilas y jazmines, un toque suave y delicado, que clamaba a sus sentidos que, al igual que él, ya se habían despejado del trance y el sopor.
Se ayudó con la diestra para intentar incorporarse, aunque el lacerante dolor le obligó a olvidarse de la idea, soltando un gruñido bajo y una maldición, sin tener en cuenta la presencia de la fémina a su lado. -¿Llevas mucho rato aquí?- No le recriminaba nada, sólo faltaría, era su manera de querer saber si tanto le preocupaba. No estaba acostumbrado a las atenciones, al menos fuera del condado que le pertenecía, y para aquella rubia él no era más que un desconocido, un intruso en su casa, un posible ladrón o, incluso, un asesino. Y, sin embargo, le estaba cuidando, atendiendo sus heridas, dándole de comer. En resumen, le estaba mimando.
Última edición por Jeremías de Olivares el Miér Ene 17, 2018 9:54 am, editado 1 vez
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Me fue inevitable el no sentirme tranquila tras escuchar de nuevo la voz varonil, después de todo mi nana tenia razón y el despertó gracias al cielo, sonreí cuando menciono el aroma que despedía la sopa, cierto, ya tenia mas de un dia dormido por lo que era lógico que tuviese hambre así que tras ver el intento fallido que este hizo por erguirse un poco, decidí ayudarlo con delicadeza acomodando una de las almohadas detrás de su espalda para que le sirviera de apoyo y no quedara del todo acostado de esa manera podría comer sin problema alguno. Una vez que lo ayude a medio sentarse le acerque la charola con la comida que había preparado mi nana, un poco de pan y la humeante sopa que sin duda le sabría muy bien después de pasar sin bocado alguno tantas horas.
-Es un poco de sopa, mi nana la preparo para ti. Ella me ayudo a curarte, y por supuesto no dirá nada.-aclare de inmediato, acomodando la charola para que pudiese comer sin problema.Cuando escuche aquella pregunta desvié la mirada.
-Yo...no, mi nana, ella se encargo de cuidarle todo el tiempo- mentí, por alguna causa extraña me genero vergüenza que este supiera que en realidad yo no me había despegado de el desde que le di el te, de hecho mi familia creía que estaba enferma pues según ellos no había salido de mi habitación siendo que en realidad me la pasa aquí cuidando de Jeremías. Claro que eso fue por la culpa que sentí al pasarme con la dosis de lúpulo, solo era eso y nada mas verdad?, después de todo no sabia nada de el, así que no tenia que simpatizarme tanto, frenar este sentir era mejor...debía convencerme que solo era un acto de solidaridad y buena fe. Por un momento me di cuenta de mis mejillas arder, era una pésima mentirosa, pero eso era algo que quizás el hombre no notara, pues no me conocía.-Deberia probarla antes de que se enfrié.- mencione refiriéndome a la sopa logrando desviar el tema mientras regresaba la vista al hombre frente a mi, lucia un poco mejor que el día anterior ahora que le detallaba. Mis dedos bailaban sobre el vaso con agua con cierto deje de nervios en cada golpeteo de mis yemas sobre el cristal, que sostenía de buena gana para cuando a el se le ofreciera un trago.
- Se que puede sonar incomodo, pero me gustaría saber si usted es de por aquí y como fue que termino en la cocina de esta casa... mi nana insistió en que preguntase pues esta un tanto inquieta y no me dejara tranquila. Teme que usted me pueda hacer daño, claro que esa no es mi percepción, pero prefiero dejarla calmada y asegurarme que no este encima nuestro por esta causa, por lo menos de aquí a que se recupere.- dije soltando un suspiro mientras le pasaba una servilleta en caso de que la ocupase, la verdad a mi no me generaba desconfianza, cierto que no le conocía,no podía crearme una imagen certera de el por escasas palabras que cruzamos de manera superficial, pero estaba segura de lo que el me generaba y para nada me sonaba a un ladrón o asesino. Quizás por ello mi nana estaba tan preocupada al verme tan cómoda con la presencia de ese extraño.
-Es un poco de sopa, mi nana la preparo para ti. Ella me ayudo a curarte, y por supuesto no dirá nada.-aclare de inmediato, acomodando la charola para que pudiese comer sin problema.Cuando escuche aquella pregunta desvié la mirada.
-Yo...no, mi nana, ella se encargo de cuidarle todo el tiempo- mentí, por alguna causa extraña me genero vergüenza que este supiera que en realidad yo no me había despegado de el desde que le di el te, de hecho mi familia creía que estaba enferma pues según ellos no había salido de mi habitación siendo que en realidad me la pasa aquí cuidando de Jeremías. Claro que eso fue por la culpa que sentí al pasarme con la dosis de lúpulo, solo era eso y nada mas verdad?, después de todo no sabia nada de el, así que no tenia que simpatizarme tanto, frenar este sentir era mejor...debía convencerme que solo era un acto de solidaridad y buena fe. Por un momento me di cuenta de mis mejillas arder, era una pésima mentirosa, pero eso era algo que quizás el hombre no notara, pues no me conocía.-Deberia probarla antes de que se enfrié.- mencione refiriéndome a la sopa logrando desviar el tema mientras regresaba la vista al hombre frente a mi, lucia un poco mejor que el día anterior ahora que le detallaba. Mis dedos bailaban sobre el vaso con agua con cierto deje de nervios en cada golpeteo de mis yemas sobre el cristal, que sostenía de buena gana para cuando a el se le ofreciera un trago.
- Se que puede sonar incomodo, pero me gustaría saber si usted es de por aquí y como fue que termino en la cocina de esta casa... mi nana insistió en que preguntase pues esta un tanto inquieta y no me dejara tranquila. Teme que usted me pueda hacer daño, claro que esa no es mi percepción, pero prefiero dejarla calmada y asegurarme que no este encima nuestro por esta causa, por lo menos de aquí a que se recupere.- dije soltando un suspiro mientras le pasaba una servilleta en caso de que la ocupase, la verdad a mi no me generaba desconfianza, cierto que no le conocía,no podía crearme una imagen certera de el por escasas palabras que cruzamos de manera superficial, pero estaba segura de lo que el me generaba y para nada me sonaba a un ladrón o asesino. Quizás por ello mi nana estaba tan preocupada al verme tan cómoda con la presencia de ese extraño.
Última edición por Mía Belanger el Miér Dic 13, 2017 3:04 pm, editado 1 vez
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Enseguida se dio cuenta de que la muchacha ocultaba la verdad al ver el tono rosado que tomaron sus mejillas y que, a la luz del candil, resaltaron como pétalos de rosas acariciando aquella piel pálida que cubría todo el cuerpo de la joven. No la delató, fingió que creía sus palabras y asintió levemente, dejando que su espalda se acomodara algo mejor a aquellos almohadones que la chica había colocado instantes atrás para que pudiera tomar de aquella sopa con calma. Tomó el cuenco con ambas manos, pero lo cierto era que le faltaban fuerzas, y aunque no le faltaran, tenía una idea mejor en la cabeza que no tomársela él solo.
Sin embargo, una pregunta por parte de la chiquilla hizo que pospusiera la petición que tenía para ella. -Lo comprendo, no te preocupes, Mía…- La llamó por su nombre, sabiendo cuánto podía atar un hecho tan simple. Sobre todo a una dama que se veía tan inocente y confiada. -Tal vez no se me note en el acento… sobre todo porque ahora mi voz es casi un susurro, pero soy español.- Hizo una pausa, principalmente por el dolor que le provocaba el hablar con el vendaje prieto y las costillas aún lastimadas por las profundas heridas causadas por un licántropo en su forma de huargo. Suspiró pesadamente, intentando reducir la presión en los pulmones, pero sin apartar sus orbes marrones y oscuras de los claros ojos mezcla entre dos esmeraldas y un poco de miel de la adolescente. -Estoy aquí en París por trabajo, soy cazador.- Obviamente no especificó a qué tipo de bestias acechaba, ni tampoco haría mención a su cargo de conde, sólo Dios sabía el revuelo que aquello podría ocasionar de vuelta en la Mansión de Olivares si se enteraban de lo que le había ocurrido a Jeremías.
Movió ligeramente la charola, deslizándola sobre su regazo en dirección al frente, allí donde se encontraba sentada la rubia y le dedicó una débil sonrisa cargada de intenciones, y mucho encanto. -¿Podrías ayudarme con esto? Me resulta complicado alzar los brazos…- Aguardó a ver si su carisma surtía efecto y conseguía que la muchacha le alimentara. No tenía muy claro por qué, pues en el fondo no era más que una niña, pero le apetecía ser cuidado por ella. Y por más que le diera vueltas, no la veía como a su hermana, al contrario, la manera en que la miraba distaba mucho de ser de modo fraternal.
Sin embargo, una pregunta por parte de la chiquilla hizo que pospusiera la petición que tenía para ella. -Lo comprendo, no te preocupes, Mía…- La llamó por su nombre, sabiendo cuánto podía atar un hecho tan simple. Sobre todo a una dama que se veía tan inocente y confiada. -Tal vez no se me note en el acento… sobre todo porque ahora mi voz es casi un susurro, pero soy español.- Hizo una pausa, principalmente por el dolor que le provocaba el hablar con el vendaje prieto y las costillas aún lastimadas por las profundas heridas causadas por un licántropo en su forma de huargo. Suspiró pesadamente, intentando reducir la presión en los pulmones, pero sin apartar sus orbes marrones y oscuras de los claros ojos mezcla entre dos esmeraldas y un poco de miel de la adolescente. -Estoy aquí en París por trabajo, soy cazador.- Obviamente no especificó a qué tipo de bestias acechaba, ni tampoco haría mención a su cargo de conde, sólo Dios sabía el revuelo que aquello podría ocasionar de vuelta en la Mansión de Olivares si se enteraban de lo que le había ocurrido a Jeremías.
Movió ligeramente la charola, deslizándola sobre su regazo en dirección al frente, allí donde se encontraba sentada la rubia y le dedicó una débil sonrisa cargada de intenciones, y mucho encanto. -¿Podrías ayudarme con esto? Me resulta complicado alzar los brazos…- Aguardó a ver si su carisma surtía efecto y conseguía que la muchacha le alimentara. No tenía muy claro por qué, pues en el fondo no era más que una niña, pero le apetecía ser cuidado por ella. Y por más que le diera vueltas, no la veía como a su hermana, al contrario, la manera en que la miraba distaba mucho de ser de modo fraternal.
Última edición por Jeremías de Olivares el Miér Ene 17, 2018 9:54 am, editado 1 vez
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Le mire tomar aquella cuchara, pero para mi sorpresa no la llevo a su boca simplemente la dejo ahí mientras me explicaba su procedencia, seguro debía saber más idiomas por que el acento ni siquiera fui capaz de notarlo, su francés era muy fluido incluso más que el mío. No pude evitar cierto nerviosismo al oír la palabra cazador pues relacionarlo con el mundo sobre natural me fue inevitable, últimamente estaba más paranoica de lo normal, alterada gracias al insomnio que fui presa semanas atrás, por ello ya estaba viendo ¨moros con tranchetes¨y cualquier suceso lo atribuía a seres que se alimentaban de sangre o a lobos enormes; los encuentros que había tenido hasta hoy dia, distaban mucho de ser calmados era como si una vez abierta esa puerta solo hubiera en mi vida más cosas sobrenaturales siendo como un imán para todo ello, de la única cosa que estaba segura es que de no cerrarla pronto terminaría volviéndome loca. Sonreí un poco tratando de ocultar mi reacción, debía calmarme y dejar de maquinar historias.
-Un cazador...espero no encontrar muchos osos en mi jardín.-
Dije con un tono más vivo, dejando atrás aquellos miedos e inseguridades que parecían querer resurgir. Observe la charola y luego pose mis ojos en los del moreno dejando escapar una sonrisa que devolvía la ajena, no estaba tan segura que no pudiese comer el solo, aunque bueno no debía ser desconsiderada ya que el había pasado por mi mano y gracias al cielo no le mate en el proceso, sin duda mi poca sutileza e inexperiencia en curaciones le había dejado un tanto imposibilitado. Quería pensar que era por la herida y no por la anestesia que de manera muy generosa le administre. -Claro...-Tome la charola y me acomode un tanto más cerca de el sin dejar de sonreír, no me molestaba en lo absoluto poder cuidarle, después de todo se lo debía por lo del té. Con cuidado tome un poco de sopa con el cucharon después de revolver el contenido asegurándome que la temperatura fuera soportable, más que nada agradable para cualquier boca evitando que se quemara; de manera juguetona moví la cuchara en forma zigzagueante hasta ponerla frente a la boca masculina sin poder evitar reírme. -Una buena sopa sabe aún mejor con mimos...ayuda a la pronta recuperación según el doctor familiar.- solté riendo en un tono bajo, mientras le daba un poco más de sopa esta vez sin juguetear pues suponía que Jeremías tenía bastante hambre, le pase un poco de pan para que acompañara el platillo.
-Volviendo a tu oficio...andabas solo en el bosque?, ¿porque ahí fue donde te ataco el animal cierto?.-
Pregunte tratando de saber más sobre su accidente porque si iba en grupo quizás había más personas heridas o lo estaban buscando.-Perdona tanta pregunta, se que recordar el incidente no es grato, aunque me atrevo a pensar que no a sido el único, cierto?,.- dije encogiendo los hombros,mientras continuaba ofreciéndole mas sopa; al menos no andaba cazando seres nocturnos.
-Un cazador...espero no encontrar muchos osos en mi jardín.-
Dije con un tono más vivo, dejando atrás aquellos miedos e inseguridades que parecían querer resurgir. Observe la charola y luego pose mis ojos en los del moreno dejando escapar una sonrisa que devolvía la ajena, no estaba tan segura que no pudiese comer el solo, aunque bueno no debía ser desconsiderada ya que el había pasado por mi mano y gracias al cielo no le mate en el proceso, sin duda mi poca sutileza e inexperiencia en curaciones le había dejado un tanto imposibilitado. Quería pensar que era por la herida y no por la anestesia que de manera muy generosa le administre. -Claro...-Tome la charola y me acomode un tanto más cerca de el sin dejar de sonreír, no me molestaba en lo absoluto poder cuidarle, después de todo se lo debía por lo del té. Con cuidado tome un poco de sopa con el cucharon después de revolver el contenido asegurándome que la temperatura fuera soportable, más que nada agradable para cualquier boca evitando que se quemara; de manera juguetona moví la cuchara en forma zigzagueante hasta ponerla frente a la boca masculina sin poder evitar reírme. -Una buena sopa sabe aún mejor con mimos...ayuda a la pronta recuperación según el doctor familiar.- solté riendo en un tono bajo, mientras le daba un poco más de sopa esta vez sin juguetear pues suponía que Jeremías tenía bastante hambre, le pase un poco de pan para que acompañara el platillo.
-Volviendo a tu oficio...andabas solo en el bosque?, ¿porque ahí fue donde te ataco el animal cierto?.-
Pregunte tratando de saber más sobre su accidente porque si iba en grupo quizás había más personas heridas o lo estaban buscando.-Perdona tanta pregunta, se que recordar el incidente no es grato, aunque me atrevo a pensar que no a sido el único, cierto?,.- dije encogiendo los hombros,mientras continuaba ofreciéndole mas sopa; al menos no andaba cazando seres nocturnos.
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Sonrió al ver que la joven accedía a darle de comer. Obviamente él podría haberse alimentado solo, pero también era cierto que le hubiese dolido, aunque algo totalmente soportable dado el grado de daños al que estaba acostumbrado el cazador. Pero tener a una chica hermosa alimentándole a mano, era un privilegio que no se podía permitir desde que de niño le alimentara una de las criadas por las que tuvo su primer enamoramiento fugaz infantil. Así que, aprovechándose de la situación, disfrutaría del momento, aunque fuera algo completamente inocente por parte de la rubia. Y aquello se acentuó cuando la vio jugar con la cuchara como si él, realmente, fuera sólo un jovencito de seis o siete años al que debía cuidar. Alzó una ceja, aunque no por ello borró la sonrisa que aún portaba en los labios. Abrió la boca para atrapar la cuchara y saboreó la sopa, relamiéndose, antes de responder al comentario sobre su juego. -Yo por mimos entiendo otras cosas.- Lo dejó caer como si nada, ladeando la sonrisa de un modo seductor.
La pregunta que ella le formuló a continuación, le incomodó en cierto grado, porque le estaba mintiendo a una muchacha que se había tomado el tiempo y la preocupación de sanar sus heridas y alimentarle, y aunque estaba acostumbrado a las falacias en su entorno como Conde de España, en aquellos instantes no le agradaba tener que recurrir a la ocultación de la verdad. Aunque fuera por el bien de Mía, cuya inocencia debía mantenerse intacta. Cuanto menos supiera de la existencia de seres sobrenaturales, menos posibilidades de encontrarse con alguno, por irrisorio que pareciera el tema. Lo tenía comprobado, que la ignorancia en un tema como aquel, era una ventaja certera. -Sí, fue en el bosque, pero bastante lejos de aquí... Vine en busca de ayuda, eso ya lo sabes. Vine guiado por el humo de una chimenea, lo único que se podía ver en la lejanía tan entrada la noche y con luna llena.- Pensó que con eso tendría suficiente, pero aún le hizo otro comentario en forma interrogativa. Aquella vez la contestación fue visual cuando se descubrió el pecho cubierto anteriormente por la ropa de cama. Además de la obvia herida cubierta con vendajes limpios, se podían ver cicatrices repartidas por todo su torso. Una de bala en el hombro, cortes y zarpazos diversos por el pecho y los brazos. Y porque no le mostró las piernas, pero otra dosis de lo mismo. Alzó la vista, regresándola de nuevo a los ojos verdes de la muchacha. -La vida del cazador está llena de contratiempos y de batallas por defender tu vida.- Se encogió de hombros, restándole importancia, y abrió la boca, esperando a que le siguiera alimentando. De verdad tenía hambre.
La pregunta que ella le formuló a continuación, le incomodó en cierto grado, porque le estaba mintiendo a una muchacha que se había tomado el tiempo y la preocupación de sanar sus heridas y alimentarle, y aunque estaba acostumbrado a las falacias en su entorno como Conde de España, en aquellos instantes no le agradaba tener que recurrir a la ocultación de la verdad. Aunque fuera por el bien de Mía, cuya inocencia debía mantenerse intacta. Cuanto menos supiera de la existencia de seres sobrenaturales, menos posibilidades de encontrarse con alguno, por irrisorio que pareciera el tema. Lo tenía comprobado, que la ignorancia en un tema como aquel, era una ventaja certera. -Sí, fue en el bosque, pero bastante lejos de aquí... Vine en busca de ayuda, eso ya lo sabes. Vine guiado por el humo de una chimenea, lo único que se podía ver en la lejanía tan entrada la noche y con luna llena.- Pensó que con eso tendría suficiente, pero aún le hizo otro comentario en forma interrogativa. Aquella vez la contestación fue visual cuando se descubrió el pecho cubierto anteriormente por la ropa de cama. Además de la obvia herida cubierta con vendajes limpios, se podían ver cicatrices repartidas por todo su torso. Una de bala en el hombro, cortes y zarpazos diversos por el pecho y los brazos. Y porque no le mostró las piernas, pero otra dosis de lo mismo. Alzó la vista, regresándola de nuevo a los ojos verdes de la muchacha. -La vida del cazador está llena de contratiempos y de batallas por defender tu vida.- Se encogió de hombros, restándole importancia, y abrió la boca, esperando a que le siguiera alimentando. De verdad tenía hambre.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Debía admitir que efectivamente el comentario con intención, de alguna manera logro ponerme estúpidamente nerviosa tras la sonrisa que apareció momento después en el rostro varonil, por que vamos no era ciega! El español poseía encanto y para mi desventaja yo no había estado tan cerca de un hombre ajeno a la familia, no supe que decir y dudo que hubiese formulado alguna palabra coherente asi que opte por finjir no entender su comentario aunque el sonrojo en mis mejillas como siempre no ayudaba en mucho de igual forma sonrei disimulada continuando con mi enmienda mientras escuchaba las respuestas; sobre ello, quizás estaba siendo un tanto paranoica pero algo en su relato no me calmaba, el como comento el hecho de estar expuesto a la batalla constante por su vida...no lo se, me hacia pensar de mas, por que vamos! que cazar de noche no es lo mas sensato por más necesitado que este el hombre y menos si anda solo. Creo que seria mejor no seguir preguntando por que hasta para mi era evidente que lo incomodaba tanta pregunta, mis ojos bailaron por el pecho del hombre detallando las marcas en el y entonces una llamo mi atención, parecía de bala, muy curioso...y si era un bandido? Por que era obvio que los oso o los animales que cazaban no sabían tomar un arma; aunque bueno no debía ser tan mal pensada a lo mejor esa herida de bala fue la resultante de un duelo por honor, por que era tan curiosa?, debía dejarlo pasar?.
Hubiese seguido con mi indiscreto escrutinio de no ser por que me tope con los ojos castaños viéndome fijamente y hasta entonces solo fui consciente que desde su perspectiva yo podía parecer una completa fisjona observando su piel expuesta pues había permanecido en silencio con la mirada fija en su pecho y en su torso, tosi un poco desviando la mirada, rompiendo con ese pequeño contacto incómodo, revolví la sopa, quizás con demasiada fuerza para ayudarle después a tomar otro bocado de alimento.
- Que tipo de animales caza aparte de osos, que le dejan tan herido...recordaré no ir al bosque sola despues de haberle encontrado en ese estado la noche anterior -
Comente tratando de evitar ponerme nerviosa, aunque no debía, por Dios solo era un hombre!... con un buen torso...pero que estaba pensando, solo era piel. Me obligue a solo mirar sus ojos de ahora en adelante por que de lo contrario saldría despavorida de la habitación y la verdad quería seguir platicando con el, su voz me era agradable.- Debería buscar otro oficio, no creí que fuera tan peligroso ser cazador, dijo, no me mal entiendas pero la mayoría caza venados o gacelas, un es muy común que anden tras osos...bueno yo no se mucho de ello la verdad.- dije encogiendo los hombros mientras le ofrecía agua inclinándome un poco mas hacia el, me preguntaba cuantos años tendría, aunque por la expresión de sus ojos no debía pasar los 30.-Nunca has pensado en buscar otro trabajo? Uno donde no implique volver a casa herido-Pregunte con esa chispa genuina de curiosidad en mis esmeraldas.
Por extraño que pareciese tenía esta necesidad por saber mas de el, claro que yo lo atribuía al hecho que quería confiar en el hombre que resguardaba bajo nuestro techo.
Hubiese seguido con mi indiscreto escrutinio de no ser por que me tope con los ojos castaños viéndome fijamente y hasta entonces solo fui consciente que desde su perspectiva yo podía parecer una completa fisjona observando su piel expuesta pues había permanecido en silencio con la mirada fija en su pecho y en su torso, tosi un poco desviando la mirada, rompiendo con ese pequeño contacto incómodo, revolví la sopa, quizás con demasiada fuerza para ayudarle después a tomar otro bocado de alimento.
- Que tipo de animales caza aparte de osos, que le dejan tan herido...recordaré no ir al bosque sola despues de haberle encontrado en ese estado la noche anterior -
Comente tratando de evitar ponerme nerviosa, aunque no debía, por Dios solo era un hombre!... con un buen torso...pero que estaba pensando, solo era piel. Me obligue a solo mirar sus ojos de ahora en adelante por que de lo contrario saldría despavorida de la habitación y la verdad quería seguir platicando con el, su voz me era agradable.- Debería buscar otro oficio, no creí que fuera tan peligroso ser cazador, dijo, no me mal entiendas pero la mayoría caza venados o gacelas, un es muy común que anden tras osos...bueno yo no se mucho de ello la verdad.- dije encogiendo los hombros mientras le ofrecía agua inclinándome un poco mas hacia el, me preguntaba cuantos años tendría, aunque por la expresión de sus ojos no debía pasar los 30.-Nunca has pensado en buscar otro trabajo? Uno donde no implique volver a casa herido-Pregunte con esa chispa genuina de curiosidad en mis esmeraldas.
Por extraño que pareciese tenía esta necesidad por saber mas de el, claro que yo lo atribuía al hecho que quería confiar en el hombre que resguardaba bajo nuestro techo.
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Por el único motivo que le molestaban las preguntas de la muchacha, era porque se veía obligado a contestarle con falacias. De no ser así, poca importancia le daría al escrutinio al que ella parecía querer someterle. Excepto por el hecho de cazar seres sobrenaturales y el título que ostentaba, Jeremías no era un hombre receloso de su intimidad, tal vez porque carecía de ella. Su vida se basaba en lo mismo una y otra vez, exterminar bestias y asistir a reuniones de la alta sociedad en las que vestirse como un pingüino y asentir con una sonrisa, como si ciertamente prestara atención a las tonterías que llegaban a sus oídos. Tras tragar el siguiente bocado y relamerse, le dedicó una de sus caballerosas sonrisas, esperando distraerla con sus encantos más que con sus excusas. -Cazo animales de gran tamaño, depredadores. Pocos hombres se atreven a perseguir osos, pumas, lobos… Por eso es tan arriesgado y, a la vez, está tan bien recompensado mi oficio.- Al menos en lo de los lobos, no le mentía del todo, a fin de cuentas exterminaba licántropos y parte de dicho animal tenían, eso cuando no se convertían en huargos, con todas las características de un canis lupus pero de un tamaño descomunal y una fuerza desmesurada, por no hablar de la presión de mandíbula de aquellos monstruos.
Dejó que fuera entonces la joven la que hablara de nuevo, mientras le daba excesivas vueltas a la sopa y con una energía innecesaria que denotaba su nerviosismo. Sin embargo, Jeremías no hizo comentario alguno al respecto y le dejó hacer, esperando que, con ello, se sintiera más cómoda y siguiera charlando con él. Le agradaba la compañía de la rubia y sabía que pronto debería regresar con la familia y dejarle a solas de nuevo. El conde aún no estaba en condiciones de abandonar la mansión y permanecer encerrado para alguien como él, era lo mismo que para cualquier animal salvaje. -Porque yo nací para esto, Mía.- Los orbes avellana del hombre se clavaron en los dos verdosos de la chica, intentando transmitirle con aquella mirada, más de lo que podrían expresar las palabras. -¿No te ha ocurrido nunca que sabes que debes hacer algo, aunque el mundo entero parezca estar en tu contra o no te comprenda? ¿No has tenido la necesidad de romper las cadenas que se te han impuesto para demostrar que tu camino no es el que otros han sembrado para ti? Yo creo que el destino está escrito, pero no por nuestros antecesores, sino por las estrellas.- Miró hacia arriba, como si desde aquella pequeña estancia se pudiera ver el cielo, cosa que no ocurría. Pero no necesitaba ver los astros para saber que estaban allí, mapeando el firmamento.
Dejó que fuera entonces la joven la que hablara de nuevo, mientras le daba excesivas vueltas a la sopa y con una energía innecesaria que denotaba su nerviosismo. Sin embargo, Jeremías no hizo comentario alguno al respecto y le dejó hacer, esperando que, con ello, se sintiera más cómoda y siguiera charlando con él. Le agradaba la compañía de la rubia y sabía que pronto debería regresar con la familia y dejarle a solas de nuevo. El conde aún no estaba en condiciones de abandonar la mansión y permanecer encerrado para alguien como él, era lo mismo que para cualquier animal salvaje. -Porque yo nací para esto, Mía.- Los orbes avellana del hombre se clavaron en los dos verdosos de la chica, intentando transmitirle con aquella mirada, más de lo que podrían expresar las palabras. -¿No te ha ocurrido nunca que sabes que debes hacer algo, aunque el mundo entero parezca estar en tu contra o no te comprenda? ¿No has tenido la necesidad de romper las cadenas que se te han impuesto para demostrar que tu camino no es el que otros han sembrado para ti? Yo creo que el destino está escrito, pero no por nuestros antecesores, sino por las estrellas.- Miró hacia arriba, como si desde aquella pequeña estancia se pudiera ver el cielo, cosa que no ocurría. Pero no necesitaba ver los astros para saber que estaban allí, mapeando el firmamento.
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Por que le daba tantas vueltas y no me quedaba conforme con lo que me respondía, intuición?, no lo se pues su mirada no confirmaba sus palabras era como si a través de sus avellanas intentara decirme mas,quizas me hacía falta aire fresco y dejar de ver la sonrisa tan lin...un momento, pero que estaba pensando, debía enfocarme en otra cosa y no en su sonrisa, desvie mi mirada a un rincón de la habitación rompiendo el contacto que sin duda pretendía distraerme aunque su voz destilaba esa pasión al hablar no sabria como describirlo pero envolvia.
Suspire ante el ultimo comentario meditando un tanto sobre que responder, pues claro que había experimentado ese sentir en mas de una ocasión, aunque teniendo una madre como mi progenitora no era difícil experimentar el sentimiento de estar encadenado. Por supuesto que deseaba romper toda cadena que me hacia sentir tan asfixiada, queria mas de lo que en esta sociedad se permitía; casarme y llenarme de hijos no era algo que deseara en lo absoluto, no cuando en mi corazón deseaba recorrer los mares hacia tierras desconocidas o vivir una enorme aventura llena de emociones como las que se relataban en los libros...y no un príncipe azul que me rescatara.
- Debo decir, que en su totalidad me identifico con su comentario...yo siento que este no es mi lugar, el pasar las tardes tejiendo y tocando el piano esperando al nuevo pretendiente que mi madre tan insistentemente se empeña en encasquetarme no es en absoluto lo que yo deseo, es como si tuviera ese sentimiento de salir y encontrarme, pero ni hablar de ello puedo, el que una jovencita quiera viajar por el mundo no es bien visto.- me mofe con cierta tristeza en los ojos, pero bueno no me podía quejar del todo, a pesar de todas las restricciones que tenia por parte de mi madre, me las ingeniaba para escabullirme por las noches aunque fuera vestida de varón.-Debería empezar a odiar a las estrellas entonces...-farfulle para al final soltar una risa por mi comentario, por supuesto no hablaba enserio. Me preguntaba si realmente en las estrellas ya estaba el que yo descubriera un mundo donde los seres que utilizaban para asustarme de pequeña realmente existieran, aunque para ser sincera sentía que me estaba volviendo loca, algo en mi había cambiado, el modo en que veía las cosas, mis temores...aunque no todo era tan malo, prefería un poco de locura que seguir ignorando lo que me rodea.
-Yo creo...que aun no descubro mi propósito, solo se que el casarme con el mejor postor no lo es.- dije encogiendo los hombros mientras terminaba de ayudarle con sus alimentos, me levante para dejar la charola en la mesita de noche.-Algunas noches me eh meditado el escapar y buscar mi camino pero se el dolor que le causaria a mi padre, sin contar lo imprudente que seria de mi parte, con todo lo que me ha pasado...- comente con una tenue sonrisa y entonces me percate que casi se me salia una imprudencia.
Suspire ante el ultimo comentario meditando un tanto sobre que responder, pues claro que había experimentado ese sentir en mas de una ocasión, aunque teniendo una madre como mi progenitora no era difícil experimentar el sentimiento de estar encadenado. Por supuesto que deseaba romper toda cadena que me hacia sentir tan asfixiada, queria mas de lo que en esta sociedad se permitía; casarme y llenarme de hijos no era algo que deseara en lo absoluto, no cuando en mi corazón deseaba recorrer los mares hacia tierras desconocidas o vivir una enorme aventura llena de emociones como las que se relataban en los libros...y no un príncipe azul que me rescatara.
- Debo decir, que en su totalidad me identifico con su comentario...yo siento que este no es mi lugar, el pasar las tardes tejiendo y tocando el piano esperando al nuevo pretendiente que mi madre tan insistentemente se empeña en encasquetarme no es en absoluto lo que yo deseo, es como si tuviera ese sentimiento de salir y encontrarme, pero ni hablar de ello puedo, el que una jovencita quiera viajar por el mundo no es bien visto.- me mofe con cierta tristeza en los ojos, pero bueno no me podía quejar del todo, a pesar de todas las restricciones que tenia por parte de mi madre, me las ingeniaba para escabullirme por las noches aunque fuera vestida de varón.-Debería empezar a odiar a las estrellas entonces...-farfulle para al final soltar una risa por mi comentario, por supuesto no hablaba enserio. Me preguntaba si realmente en las estrellas ya estaba el que yo descubriera un mundo donde los seres que utilizaban para asustarme de pequeña realmente existieran, aunque para ser sincera sentía que me estaba volviendo loca, algo en mi había cambiado, el modo en que veía las cosas, mis temores...aunque no todo era tan malo, prefería un poco de locura que seguir ignorando lo que me rodea.
-Yo creo...que aun no descubro mi propósito, solo se que el casarme con el mejor postor no lo es.- dije encogiendo los hombros mientras terminaba de ayudarle con sus alimentos, me levante para dejar la charola en la mesita de noche.-Algunas noches me eh meditado el escapar y buscar mi camino pero se el dolor que le causaria a mi padre, sin contar lo imprudente que seria de mi parte, con todo lo que me ha pasado...- comente con una tenue sonrisa y entonces me percate que casi se me salia una imprudencia.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
No necesitó escuchar las palabras de la muchacha para saber que le comprendía. Tal vez no al mismo nivel, pero estaba claro que se sentía asfixiada en aquella vida, lo había sabido desde el momento en que le prestó ayuda. Una dama de su clase no se hubiese molestado jamás en ayudar a un desconocido que se desangraba en su cocina, a no ser que anhelara aventura, riesgo, salir de la maldita rutina monótona que la envolvía. Mas el escuchar confirmación por su parte, fue un voto de voluntad por parte de la rubia, ya que le confesaba a un extraño que se sentía encarcelada en su propia casa. Un hombre que, sin ella saberlo, podría estar urdiendo un temible plan. Por suerte para Mía, no era el caso. El cazador podía ser muchas cosas, pero no un ser cruel y despiadado, al menos no con los humanos o con aquellos seres sobrenaturales que demostraban no ser una amenaza. Él se dedicaba a dar muerte sólo a aquellos que asesinaban indiscriminadamente, que cometían atrocidades. Y eso no sólo incluía a vampiros, licántropos y cambiantes, también había depredadores que atacaban poblados y él, les daba caza.
La dejó terminar, ladeando la sonrisa al escuchar cierto comentario que hizo la joven antes de reír. -Yo no podría odiar a las estrellas. Menos si son como esas dos que me observan ahora mismo.- Comentó, haciendo referencia a los ojos verdes y brillantes de la chica que parecían llenos de deseo por vivir más allá de aquellos muros, descubrir el mundo, conocer gente. Estaba llena de pasión. En cierto modo le recordaba a él, al momento en que se dio cuenta que era mucho más que el heredero al condado de España. Entendía también la presión por el matrimonio, ya había perdido la cuenta de las veces que había tenido que rechazar candidatas. No porque ninguna mujer fuera digna de él, no tenía esa clase de ego, sino que ninguna iba a comprender jamás lo que Jeremías era y el porqué. Y no deseaba pasar el resto de su vida con una persona a la que tuviera que ocultarle su verdadero yo. No necesitaba una hembra para procrear, ni una dama de llaves que le cuidara la casa… Si necesitaba algo, era una compañera de viaje, de aventuras, de vida. Y eso no lo iba a encontrar entre las ofertas que se acumulaban a raíz de su cargo de nobleza.
Estaba dándole vueltas a las semejanzas y diferencias que tenían, cuando lo último que mencionó la rubia llamó su atención. Detuvo sus pensamientos para preguntar, pues a pesar de la educación que había recibido, el Conde jamás había sido de los que se callaban las dudas que rondaban su mente. -Con todo lo que te ha pasado… ¿Y qué ha sido eso?- Alzó las cejas de manera inquisitiva, esperando que la muchacha despejara aquella incógnita que ella misma acababa de crear.
La dejó terminar, ladeando la sonrisa al escuchar cierto comentario que hizo la joven antes de reír. -Yo no podría odiar a las estrellas. Menos si son como esas dos que me observan ahora mismo.- Comentó, haciendo referencia a los ojos verdes y brillantes de la chica que parecían llenos de deseo por vivir más allá de aquellos muros, descubrir el mundo, conocer gente. Estaba llena de pasión. En cierto modo le recordaba a él, al momento en que se dio cuenta que era mucho más que el heredero al condado de España. Entendía también la presión por el matrimonio, ya había perdido la cuenta de las veces que había tenido que rechazar candidatas. No porque ninguna mujer fuera digna de él, no tenía esa clase de ego, sino que ninguna iba a comprender jamás lo que Jeremías era y el porqué. Y no deseaba pasar el resto de su vida con una persona a la que tuviera que ocultarle su verdadero yo. No necesitaba una hembra para procrear, ni una dama de llaves que le cuidara la casa… Si necesitaba algo, era una compañera de viaje, de aventuras, de vida. Y eso no lo iba a encontrar entre las ofertas que se acumulaban a raíz de su cargo de nobleza.
Estaba dándole vueltas a las semejanzas y diferencias que tenían, cuando lo último que mencionó la rubia llamó su atención. Detuvo sus pensamientos para preguntar, pues a pesar de la educación que había recibido, el Conde jamás había sido de los que se callaban las dudas que rondaban su mente. -Con todo lo que te ha pasado… ¿Y qué ha sido eso?- Alzó las cejas de manera inquisitiva, esperando que la muchacha despejara aquella incógnita que ella misma acababa de crear.
Última edición por Jeremías de Olivares el Miér Ene 17, 2018 9:53 am, editado 1 vez
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
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Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Inmediatamente retire la mirada cuando soltó aquel cumplido, no es que me sorprendieran los elogios pues muchas veces los recibía en diversas reuniones, pero era obvio que los sentía con doble intención para obtener algo, como era de esperarse de la sociedad tan hipócrita a la que pertenecía para mi mala suerte, por ello siempre tenía un comentario sutil que dejaba en claro mi postura y bueno si se ponían necios...sin duda soy muy afortunada de haber crecido entre puro varón, ellos no solían jugar a las muñecas conmigo, en cambio me toco practicar con ellos y aprender a la vez como defenderme así que con pretenciosos sabia lidiar, con lo que no sabía era con personas como Jeremías, él no era como los otros hombres, aunque estaba segura que su comentario tenía intención de halagarme no lo sentí mal intencionado. Aunque bueno, el seguía siendo un desconocido, fingí acomodar el vaso en la charola poniendo una innecesaria concentración, odiaba ese efecto tan extraño que me provocaba cosquilleo en el estómago, ¿qué era eso?, lo último que me faltaba seria enfermar.
-Muy elocuente, bello cumplido, pero no crea que le daré trato preferencial igual le haré beber este remedio que no promete estar nada bueno.-
Por fin me atreví a mirarle mientras soltaba una pequeña risa un tanto infantil, la verdad yo sabía muy bien que los remedios no eran nada dulces al paladar. Junto a la charola, en la mesita de noche estaba una taza, si soy sincera no tengo ni una sola idea de que le hecha, pero de que sabe fatal, sabe fatal y desafortunadamente lo constate cuando Henry, mi hermano el más próximo a mi edad, se lesiono causándose una herida abierta en la pierna obligándome a tomarlo con el como parte de un absurdo trato, por supuesto que el doctor suturo y le dio medicina para el dolor, pero juraría que si no hubiera sido por ese te que parecía mágico mi hermano hubiese tardado más en recuperarse. Me encamine de nuevo a la cama y sentándome con cuidado en el borde de esta le acerque la taza hasta sus labios obligándole a beber mientras pensaba en una respuesta.
¨Pues mira, estos últimos meses eh vivido con el miedo de que un ser inmortal aparezca por mi balcón y me drene la sangre, que para ser sincera las sensación no es nada grata y ni que decir de los locos incadores o como era...inquisidores, si eso. Oh cierto, se me olvidaban los lobos, porque según esto también existen y los cambiaformas o como se llamen tambien son reales, aunque gracias al cielo no me he topado con lobos. En resumen, no ha sido fácil dormir desde entonces. A se me olvidaba el drama familiar, pero de ahí en fuera eso es lo mas detallado, por que salir por las noches se volvió irrelevante después de mi encuentro demasiado cercano con lo sobrenatural. ¨
Si eso no sonaba muy bien, descartado.
-Emm si, es que, bueno...mi madre me ha expuesto a demasiadas situaciones incomodas al insistir con su búsqueda del hombre indicado para su única hija-dije señalándome con la mano libre .- Y creo que debido a ello ya me genere una fama por la poca sutileza con la que les rechazo, que de seguir así acabare con los nervios de mi progenitora, esta demás decir que suele ser muy dura en esos temas.- dije enfocando la mirada en la taza, no quería que mi vista delatara lo que omitía, y es que vamos quien me iba a creer; a mi favor puedo decir que no estaba mintiendo, ese tema tambien era un verdadero dolor de cabeza. Apreté los labios mientras esperaba el gesto de desagrado por el líquido oscuro.
-Pero bueno, ya no hablare de mi madre, no quiero invocar su presencia que de enterarse seguro me manda a un convento por encontrarme sola con un hombre.- puede que eso al decirlo me causara gracia, pero vamos, que no estaba alejada de la realidad, eso haría mi madre sin duda.-Apuesto a que sabe peor de lo que huele- comente refiriéndome al te que preparo mi nana, sin poder evitar que la situación me causara risa y es que claro que era divertido cuando uno no lo tenia que beber.
-Muy elocuente, bello cumplido, pero no crea que le daré trato preferencial igual le haré beber este remedio que no promete estar nada bueno.-
Por fin me atreví a mirarle mientras soltaba una pequeña risa un tanto infantil, la verdad yo sabía muy bien que los remedios no eran nada dulces al paladar. Junto a la charola, en la mesita de noche estaba una taza, si soy sincera no tengo ni una sola idea de que le hecha, pero de que sabe fatal, sabe fatal y desafortunadamente lo constate cuando Henry, mi hermano el más próximo a mi edad, se lesiono causándose una herida abierta en la pierna obligándome a tomarlo con el como parte de un absurdo trato, por supuesto que el doctor suturo y le dio medicina para el dolor, pero juraría que si no hubiera sido por ese te que parecía mágico mi hermano hubiese tardado más en recuperarse. Me encamine de nuevo a la cama y sentándome con cuidado en el borde de esta le acerque la taza hasta sus labios obligándole a beber mientras pensaba en una respuesta.
¨Pues mira, estos últimos meses eh vivido con el miedo de que un ser inmortal aparezca por mi balcón y me drene la sangre, que para ser sincera las sensación no es nada grata y ni que decir de los locos incadores o como era...inquisidores, si eso. Oh cierto, se me olvidaban los lobos, porque según esto también existen y los cambiaformas o como se llamen tambien son reales, aunque gracias al cielo no me he topado con lobos. En resumen, no ha sido fácil dormir desde entonces. A se me olvidaba el drama familiar, pero de ahí en fuera eso es lo mas detallado, por que salir por las noches se volvió irrelevante después de mi encuentro demasiado cercano con lo sobrenatural. ¨
Si eso no sonaba muy bien, descartado.
-Emm si, es que, bueno...mi madre me ha expuesto a demasiadas situaciones incomodas al insistir con su búsqueda del hombre indicado para su única hija-dije señalándome con la mano libre .- Y creo que debido a ello ya me genere una fama por la poca sutileza con la que les rechazo, que de seguir así acabare con los nervios de mi progenitora, esta demás decir que suele ser muy dura en esos temas.- dije enfocando la mirada en la taza, no quería que mi vista delatara lo que omitía, y es que vamos quien me iba a creer; a mi favor puedo decir que no estaba mintiendo, ese tema tambien era un verdadero dolor de cabeza. Apreté los labios mientras esperaba el gesto de desagrado por el líquido oscuro.
-Pero bueno, ya no hablare de mi madre, no quiero invocar su presencia que de enterarse seguro me manda a un convento por encontrarme sola con un hombre.- puede que eso al decirlo me causara gracia, pero vamos, que no estaba alejada de la realidad, eso haría mi madre sin duda.-Apuesto a que sabe peor de lo que huele- comente refiriéndome al te que preparo mi nana, sin poder evitar que la situación me causara risa y es que claro que era divertido cuando uno no lo tenia que beber.
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