AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
2 participantes
Página 3 de 4.
Página 3 de 4. • 1, 2, 3, 4
Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Recuerdo del primer mensaje :
La oscuridad de la noche comenzaba a disiparse, el manto oscuro que cubría París se iba aclarando poco a poco y un sol casi rojizo amenazaba con salir a saludar en el horizonte. Pronto las calles se llenarían de gente yendo a trabajar y sería ya demasiado tarde para un malherido Jeremías el moverse entre ellos con el costado como lo tenía. Se apretaba con la zurda por encima de la empapada camisa, pero la sangre no parecía dejar de brotar. Necesitaba encontrar refugio, un lugar caliente y una enfermera o médico que le atendiera. ¿Pero a quién podía acudir? No era un corte normal, no podía ir mostrando semejante zarpazo como si se hubiera hecho daño arando el campo. Ni siquiera un doctor que hubiese visto leñadores lastimados por un oso se creería que aquellas profundas hendiduras habían sido causa de semejante animal. Pero no tenía tiempo para ponerse pejiguero, no podía tomarse la libertad de escoger dónde caer moribundo o incluso muerto.
Observó a su alrededor y en cuanto encontró el jardín de una gran mansión, se coló, saltando el muro de piedra que lo rodeaba, cayendo de lado y aplomo contra el suelo de tierra húmeda y tulipanes. Ahogó el quejido que el golpe le quiso arrancar de los pulmones y, como pudo, se aproximó a una de las ventanas traseras del lugar. Las luces estaban apagadas, ni siquiera sabía si había alguien en casa. Muchas de aquellas grandes torres estaban vacías, eran lugares para que los ricachones vinieran de visita unas semanas al año y el resto del tiempo permanecían abandonadas a su suerte y a la pasión tejedora de las arañas. Se encaramó al alfeizar de una ventana e hizo palanca con una rama para abrirla, sonando un chasquido seco cuando ésta se partió, aunque no sin antes dejar un hueco entre el marco y el portón. Sonrió levemente, deslizándose al interior, que estaba cálido, lo que le dio mala espina. Una casa inhabitada estaría fría, casi helada, posiblemente la humedad hasta teñiría las paredes, y éstas al tocarlas estaban secas, bien cuidadas. Pero ya estaba muy cansado, hecho polvo, no podía perder el tiempo en buscar otro lugar. Maldijo por lo bajo y con pasos torpes, errados, se dirigió a las escaleras para usar la barandilla como soporte y observar las estancias a la vista o intuir lo que habría en aquellas que no alcanzaba su mirar. Necesitaba alcohol, ¿habría en la cocina, en la alacena, en el despacho principal? Recordaba que su padre siempre guardaba el buen licor en un armario en su oficina, escondido tras un viejo cuadro pintoresco de un perro perdiguero con un pato colgando de su boca por el pescuezo. Sacudió la cabeza, apartando aquel fragmento de pasado de su memoria y prosiguió, avanzando hacia la cocina. Rebuscó en los armarios y dio con una botella de vino, no era el alcohol más adecuado pero fue lo único que encontró. La descorchó con los dientes, porque había sido abierto anteriormente, y dejándose caer contra la pared de al lado, se escurrió hasta quedar sentado en el suelo de madera. Levantó la camisa que casi parecía una segunda piel, rechinando los dientes por el dolor que el tirón le provocó con la sangre ligeramente seca, y vertió el líquido sobre la herida, gruñendo ferozmente por el calor ardiente y, encima, poco útil para la curación. Siseó, intentando hurgar en la abertura porque estaba convencido que se le había quedado dentro parte de una uña, un trozo de garra letal y certero que por poco le hace añicos las costillas.
Y tan concentrado estaba en escudriñar en el corte que no se percató que en el piso de arriba, se prendía un candil. Había alguien en la mansión, alguien que, seguramente, hasta sus quejidos dormía. Pero se había despertado y mientras él intentaba curarse, se aproximaba lentamente a su posición, paso a paso, y sólo Dios sabía si ese alguien estaba armado.
La oscuridad de la noche comenzaba a disiparse, el manto oscuro que cubría París se iba aclarando poco a poco y un sol casi rojizo amenazaba con salir a saludar en el horizonte. Pronto las calles se llenarían de gente yendo a trabajar y sería ya demasiado tarde para un malherido Jeremías el moverse entre ellos con el costado como lo tenía. Se apretaba con la zurda por encima de la empapada camisa, pero la sangre no parecía dejar de brotar. Necesitaba encontrar refugio, un lugar caliente y una enfermera o médico que le atendiera. ¿Pero a quién podía acudir? No era un corte normal, no podía ir mostrando semejante zarpazo como si se hubiera hecho daño arando el campo. Ni siquiera un doctor que hubiese visto leñadores lastimados por un oso se creería que aquellas profundas hendiduras habían sido causa de semejante animal. Pero no tenía tiempo para ponerse pejiguero, no podía tomarse la libertad de escoger dónde caer moribundo o incluso muerto.
Observó a su alrededor y en cuanto encontró el jardín de una gran mansión, se coló, saltando el muro de piedra que lo rodeaba, cayendo de lado y aplomo contra el suelo de tierra húmeda y tulipanes. Ahogó el quejido que el golpe le quiso arrancar de los pulmones y, como pudo, se aproximó a una de las ventanas traseras del lugar. Las luces estaban apagadas, ni siquiera sabía si había alguien en casa. Muchas de aquellas grandes torres estaban vacías, eran lugares para que los ricachones vinieran de visita unas semanas al año y el resto del tiempo permanecían abandonadas a su suerte y a la pasión tejedora de las arañas. Se encaramó al alfeizar de una ventana e hizo palanca con una rama para abrirla, sonando un chasquido seco cuando ésta se partió, aunque no sin antes dejar un hueco entre el marco y el portón. Sonrió levemente, deslizándose al interior, que estaba cálido, lo que le dio mala espina. Una casa inhabitada estaría fría, casi helada, posiblemente la humedad hasta teñiría las paredes, y éstas al tocarlas estaban secas, bien cuidadas. Pero ya estaba muy cansado, hecho polvo, no podía perder el tiempo en buscar otro lugar. Maldijo por lo bajo y con pasos torpes, errados, se dirigió a las escaleras para usar la barandilla como soporte y observar las estancias a la vista o intuir lo que habría en aquellas que no alcanzaba su mirar. Necesitaba alcohol, ¿habría en la cocina, en la alacena, en el despacho principal? Recordaba que su padre siempre guardaba el buen licor en un armario en su oficina, escondido tras un viejo cuadro pintoresco de un perro perdiguero con un pato colgando de su boca por el pescuezo. Sacudió la cabeza, apartando aquel fragmento de pasado de su memoria y prosiguió, avanzando hacia la cocina. Rebuscó en los armarios y dio con una botella de vino, no era el alcohol más adecuado pero fue lo único que encontró. La descorchó con los dientes, porque había sido abierto anteriormente, y dejándose caer contra la pared de al lado, se escurrió hasta quedar sentado en el suelo de madera. Levantó la camisa que casi parecía una segunda piel, rechinando los dientes por el dolor que el tirón le provocó con la sangre ligeramente seca, y vertió el líquido sobre la herida, gruñendo ferozmente por el calor ardiente y, encima, poco útil para la curación. Siseó, intentando hurgar en la abertura porque estaba convencido que se le había quedado dentro parte de una uña, un trozo de garra letal y certero que por poco le hace añicos las costillas.
Y tan concentrado estaba en escudriñar en el corte que no se percató que en el piso de arriba, se prendía un candil. Había alguien en la mansión, alguien que, seguramente, hasta sus quejidos dormía. Pero se había despertado y mientras él intentaba curarse, se aproximaba lentamente a su posición, paso a paso, y sólo Dios sabía si ese alguien estaba armado.
Última edición por Jeremías de Olivares el Miér Ene 17, 2018 9:54 am, editado 1 vez
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
La reacción de la rubia le desconcertó, principalmente porque era ella la que había dicho que debía marcharse, y no le pareció al cazador que fuera sólo por la cena, sino que creyó que la muchacha buscaba una excusa para alejarse de él en aquellos momentos, sino ¿por qué lo había mencionado justo en aquel instante? En el preciso segundo en el que él iba a acariciar de nuevo su rostro y buscar la cercanía, el contacto entre ambos. Llevaba días debatiéndose entre lo que deseaba hacer y lo que era correcto y cuando, al fin, había tomado una decisión, siendo cauto aún así en sus actos, ella lo esquivó con la mención de sus obligaciones para con su madre, unas que seguro le aportaban un nuevo pretendiente.
Ni siquiera tuvo tiempo de responder a la pregunta, que dejaba claro que ella le había malinterpretado. Si sólo deseara compañía, cualquiera, no le hubiese pedido que se escapara a verle con el riesgo que ello implicaba. Ambos podían ser descubiertos en un renuncio, ella castigada y él… a saber. Era un intruso en aquella casa, lo que ordenaría la dueña de aquella mansión que hicieran con él las autoridades, dudaba que fuera nada bueno. Tal vez incluso pidiera para él la horca por intentar deshonrar a su única hija. Y, aún así, estaba dispuesto a correr el riesgo.
La vio marchar a toda prisa, sin poder detenerla, pues en cuanto abrió la puerta, la estancia al completo quedó expuesta y él tuvo que ocultarse tras la hoja de madera que cerró despacio, casi como si ésta cediera por su propio peso. De nuevo no había usado la llave, así que debería permanecer alerta hasta que o bien la nana o Mía, si es que deseaba siquiera volver a cruzar aquel umbral, regresaran. Se dejó caer en la cama cuando algo le pinchó en la zona baja de la espalda. Se incorporó y buscó con la mano, encontrándose con un pequeño colgante que se le debía haber caído a la chica mientras alisaba las sábanas. Aguardó allí, sentado, cara a la única entrada, con el dije paseándose entre los dedos de su diestra.
Las horas se le antojaron eternas, casi semanas, y no por el hambre o la sed que tuviera, sino por las vueltas que le daba a lo ocurrido anteriormente con la inglesa. Debía pedirle perdón, aunque no tenía muy claro el por qué, lo que significaba un fracaso rotundo si se lo miraba con perspectiva. Seguro que ella no apreciaría en lo más mínimo una disculpa sin concretar, con dudas. No porque él no sintiera que ella se molestara, estaba claro que eso sí lo lamentaba, pero seguía sin conocer el motivo por el que se había puesto así antes de marchar.
No supo cuánto tiempo había pasado, pero demasiado, eso seguro, cuando escuchó pasos aproximarse a la puerta, aquello no era extraño, lo raro fue que se detuvieran frente a ésta. Se levantó en sumo silencio, aproximándose al marco y con sigilo pegó la oreja a la madera para ver si lograba oír algo al otro lado. Sólo escuchó un leve toque, como si algo se posara contra la puerta. Por eso no podía discernir quién había aguardando cuando abriera, pero la fragancia que desprendía sí delató a la muchacha. Se apartó un poco, hacia el lado de la pared y abrió la puerta, tirando de la rubia hacia el interior de la habitación y cerrando rápidamente cuando estuvo dentro. -¿Viniste a mostrarme cómo te quedan los pendientes?- Intentó iniciar una conversación, pensando que, tal vez, algo sencillo sería la mejor manera de proceder, en vez de con tensos silencios y culpas.
Ni siquiera tuvo tiempo de responder a la pregunta, que dejaba claro que ella le había malinterpretado. Si sólo deseara compañía, cualquiera, no le hubiese pedido que se escapara a verle con el riesgo que ello implicaba. Ambos podían ser descubiertos en un renuncio, ella castigada y él… a saber. Era un intruso en aquella casa, lo que ordenaría la dueña de aquella mansión que hicieran con él las autoridades, dudaba que fuera nada bueno. Tal vez incluso pidiera para él la horca por intentar deshonrar a su única hija. Y, aún así, estaba dispuesto a correr el riesgo.
La vio marchar a toda prisa, sin poder detenerla, pues en cuanto abrió la puerta, la estancia al completo quedó expuesta y él tuvo que ocultarse tras la hoja de madera que cerró despacio, casi como si ésta cediera por su propio peso. De nuevo no había usado la llave, así que debería permanecer alerta hasta que o bien la nana o Mía, si es que deseaba siquiera volver a cruzar aquel umbral, regresaran. Se dejó caer en la cama cuando algo le pinchó en la zona baja de la espalda. Se incorporó y buscó con la mano, encontrándose con un pequeño colgante que se le debía haber caído a la chica mientras alisaba las sábanas. Aguardó allí, sentado, cara a la única entrada, con el dije paseándose entre los dedos de su diestra.
Las horas se le antojaron eternas, casi semanas, y no por el hambre o la sed que tuviera, sino por las vueltas que le daba a lo ocurrido anteriormente con la inglesa. Debía pedirle perdón, aunque no tenía muy claro el por qué, lo que significaba un fracaso rotundo si se lo miraba con perspectiva. Seguro que ella no apreciaría en lo más mínimo una disculpa sin concretar, con dudas. No porque él no sintiera que ella se molestara, estaba claro que eso sí lo lamentaba, pero seguía sin conocer el motivo por el que se había puesto así antes de marchar.
No supo cuánto tiempo había pasado, pero demasiado, eso seguro, cuando escuchó pasos aproximarse a la puerta, aquello no era extraño, lo raro fue que se detuvieran frente a ésta. Se levantó en sumo silencio, aproximándose al marco y con sigilo pegó la oreja a la madera para ver si lograba oír algo al otro lado. Sólo escuchó un leve toque, como si algo se posara contra la puerta. Por eso no podía discernir quién había aguardando cuando abriera, pero la fragancia que desprendía sí delató a la muchacha. Se apartó un poco, hacia el lado de la pared y abrió la puerta, tirando de la rubia hacia el interior de la habitación y cerrando rápidamente cuando estuvo dentro. -¿Viniste a mostrarme cómo te quedan los pendientes?- Intentó iniciar una conversación, pensando que, tal vez, algo sencillo sería la mejor manera de proceder, en vez de con tensos silencios y culpas.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Por inercia mis manos fueron a donde los pendientes estaban enganchados ante su comentario, solo pude asentir ya que evidentemente estaba avergonzada después de lo que se podía catalogar como puro drama, aunque una leve sonrisa escapo de mis labios pues note su intención de no tocar el tema para no incomodarme o algo parecido; no lo entendía…porque controlar los pensamientos y por ende mis acciones me resultaba tan difícil cuando él estaba cerca, un anestésico a mi conciencia o manera coherente de pensar. A pesar de aquel intento de conversación tan neutral sentía que debía justificar mi sin sentido, pero ¿cómo?, por dónde empezar si ni yo lo tenía muy claro, lleve mis manos a mi vientre teniendo la sensación extraña de faltarme el aire, estaba ansiosa eso era evidente, por fortuna la luz en el recinto era tan tenue que el golpe de calor en mis mejillas pasaría inadvertido por el español o al menos eso esperaba.
Gire un poco mi rostro tratando de encontrar el ajeno y ver si en sus ojos había alguna molestia o recelo.
-¿Se encuentra bien?, ¿mi nana ya le trajo los alimentos? …no tuve oportunidad de preguntarle estaba muy ocupada en la cocina y yo pues…muy ocupada aburriendome-
Sin atrever a moverme pegue mi espalda a la pared mientras jugaba con mis dedos dando pequeños golpecitos sobre la madera de esta hasta que el recogido en mi cabello llamo mi atención dado que comenzaba a doler después de tanto tiempo ajustado, así que con la diestra intente aflojar los broches en mi cabello, pero solo logre enredarlo en este de forma desastrosa, de modo que tuve que dejar esa idea o terminaría sin cabello. Hice una mueca ante el ultimo tirón que ejercí en uno de los broches, me había jalado demasiado brusco y sin lograr nada. Suspire con fuerza, aunque intentaba por todo medio reprimir esta sensación no pude callarme, debía decirle…debía quitarme esa culpa o no podría hablar de nada mas con él por la pena.
-Lamento lo ofuscada de…mi acción, la última vez que le vi, no sé qué me paso…solo sé que no fue correcto hablarle de aquel modo, por ello le ofrezco una disculpa ante mi temperamento mal direccionado -
El tono de mi voz era casi audible, pero estoy segura que el alcanzaría a escuchar perfectamente. La verdad me sentí más aliviada y menos incomoda después de externarle la culpa que sentía, aunque no por ello descartaba del todo que a él le incomodara mi presencia en el fondo lo retenía para no crearme falsas expectativas.
Gire un poco mi rostro tratando de encontrar el ajeno y ver si en sus ojos había alguna molestia o recelo.
-¿Se encuentra bien?, ¿mi nana ya le trajo los alimentos? …no tuve oportunidad de preguntarle estaba muy ocupada en la cocina y yo pues…muy ocupada aburriendome-
Sin atrever a moverme pegue mi espalda a la pared mientras jugaba con mis dedos dando pequeños golpecitos sobre la madera de esta hasta que el recogido en mi cabello llamo mi atención dado que comenzaba a doler después de tanto tiempo ajustado, así que con la diestra intente aflojar los broches en mi cabello, pero solo logre enredarlo en este de forma desastrosa, de modo que tuve que dejar esa idea o terminaría sin cabello. Hice una mueca ante el ultimo tirón que ejercí en uno de los broches, me había jalado demasiado brusco y sin lograr nada. Suspire con fuerza, aunque intentaba por todo medio reprimir esta sensación no pude callarme, debía decirle…debía quitarme esa culpa o no podría hablar de nada mas con él por la pena.
-Lamento lo ofuscada de…mi acción, la última vez que le vi, no sé qué me paso…solo sé que no fue correcto hablarle de aquel modo, por ello le ofrezco una disculpa ante mi temperamento mal direccionado -
El tono de mi voz era casi audible, pero estoy segura que el alcanzaría a escuchar perfectamente. La verdad me sentí más aliviada y menos incomoda después de externarle la culpa que sentía, aunque no por ello descartaba del todo que a él le incomodara mi presencia en el fondo lo retenía para no crearme falsas expectativas.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Observó aquel gesto, el como la rubia cubría los pendientes al llevarse ambas manos a las orejas, como si se asegurara que las joyas seguían ahí, poco acostumbrada a llevarlas. El cazador tocó el dije que ahora tenía guardado en el bolsillo, se lo devolvería, pero no quería que se fuera deprisa y temía que si se lo entregaba, volviera a marcharse corriendo de la estancia y dejándolo solo. Mas no era la soledad lo que temía, sino que ella partiera.
Negó ante la pregunta que le fue formulada, pues incluso la nana debía haber estado ocupada con el tema de aquella noche. No había dejado de oír pasos, voces, regaños y risitas desde hacía ya un par de horas, el servicio estaba que no paraba debido a las visitas, y aunque a veces había momentos tensos, se pasaron casi todo el tiempo animados. -Desde que te fuiste antes, no ha venido nadie.- Le confirmó, observando como ella se tocaba el pelo y batallaba por algo que no alcanzaba a ver ni comprender. En cierto momento pudo ver como ella hacía una mueca y se quejaba e instintivamente movió un brazo para intentar ayudarla, aunque enseguida pareció solucionar el problema y prestarle atención a él de nuevo, así que se echó otra vez hacia atrás y dejó que hablara.
No pensó que ella fuera a disculparse. Si bien no había entendido el por qué e su actuación, tampoco pretendía que ella cargara con la culpa de nada. Él tampoco había estado muy receptivo al final de su anterior charla e incluso se había sentido molesto de un modo inevitable, aunque intentara ocultarlo para la muchacha. Negó cuando ella terminaba su ruego y dio un paso al frente para envolver la mano ajena con las suyas, toscas al tacto, pero cálidas. -No te preocupes, Mía. Y si hice algo para enojarte antes, lo lamento.- Se inclinó a besar el dorso, justo por debajo de los nudillos y, luego, de nuevo, pero por encima. Elevó la mirada, mas no el rostro y le dedicó una afable sonrisa. -Encontré algo que te pertenece.- Coló la diestra en el bolsillo y tiró de la cadena para mostrarle el colgante. Creía que ahora que ambos habían pedido perdón, la joven ya no se marcharía a toda prisa con sólo recuperar lo que creía perdido. -¿Me permites que te ayude a ponértelo?- Inquirió, abriendo con algo de torpeza el diminuto cierre de plata.
Negó ante la pregunta que le fue formulada, pues incluso la nana debía haber estado ocupada con el tema de aquella noche. No había dejado de oír pasos, voces, regaños y risitas desde hacía ya un par de horas, el servicio estaba que no paraba debido a las visitas, y aunque a veces había momentos tensos, se pasaron casi todo el tiempo animados. -Desde que te fuiste antes, no ha venido nadie.- Le confirmó, observando como ella se tocaba el pelo y batallaba por algo que no alcanzaba a ver ni comprender. En cierto momento pudo ver como ella hacía una mueca y se quejaba e instintivamente movió un brazo para intentar ayudarla, aunque enseguida pareció solucionar el problema y prestarle atención a él de nuevo, así que se echó otra vez hacia atrás y dejó que hablara.
No pensó que ella fuera a disculparse. Si bien no había entendido el por qué e su actuación, tampoco pretendía que ella cargara con la culpa de nada. Él tampoco había estado muy receptivo al final de su anterior charla e incluso se había sentido molesto de un modo inevitable, aunque intentara ocultarlo para la muchacha. Negó cuando ella terminaba su ruego y dio un paso al frente para envolver la mano ajena con las suyas, toscas al tacto, pero cálidas. -No te preocupes, Mía. Y si hice algo para enojarte antes, lo lamento.- Se inclinó a besar el dorso, justo por debajo de los nudillos y, luego, de nuevo, pero por encima. Elevó la mirada, mas no el rostro y le dedicó una afable sonrisa. -Encontré algo que te pertenece.- Coló la diestra en el bolsillo y tiró de la cadena para mostrarle el colgante. Creía que ahora que ambos habían pedido perdón, la joven ya no se marcharía a toda prisa con sólo recuperar lo que creía perdido. -¿Me permites que te ayude a ponértelo?- Inquirió, abriendo con algo de torpeza el diminuto cierre de plata.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Ante la negativa que el moreno me dio sentí una enorme culpa pues ya pasaban de las 8 y el sin probar bocado, debía estar hambriento. Con lo incomoda que me había sentido durante toda la velada gracias a nuestro gentil primo, se me paso por completo recordarle a mi nana llevarle los alimentos a Jeremías, aunque eso no me exoneraba de sentirme peor; me debatí cuando su piel hizo contacto con la mía pero termine por aceptar la cercanía, aunque sabía que no estaba bien dejarme sentir estas cosquillas en el vientre y la repentina emoción que me ocasionaba su mirada serena indicaban que ya era caso perdido. Mis labios se curvaron devolviéndole la sonrisa cálida que tan sincera me regalaba, mi mano se aferró a la suya sintiendo la aspereza que estas albergaban, la verdad por un momento me había olvidado del pretexto al que me aferre para venir a verle.-Tenía la esperanza que aquí se me hubiese caído, me alegra corroborar que así fue. - no oculte la alegría que me dio ver el colgante en sus manos, por un momento creí que no lo recuperaría pues no sabía si se me había caído en otro lugar.
-Si, gracias. -murmure despejando mi cuello de cualquier cabello que pudiera interferir con su ayuda.- No ha le ha pasado que en ocasiones hace todo lo contrario a lo que quiere?, eso me está pasando, siento que no controlo mis pensamientos al menos no de manera objetiva. Claro estuvo en mi actitud de esta tarde. - dije con una pequeña sonrisa mientras rodaba la mirada con evidente frustración, toque con las yemas de mis dedos el dije dorado y suspiraba. Estar tan cómoda no era buena señal, que pasaría cuando él se fuera. Mi mirada le busco para apaciguar el mar de dudas que me estaban amenazando, aunque encontré una salida rápida para evadir eso que me provocaba mal sabor de boca.
-Cree que pueda caminar algunos metros? -
Mi sonrisa casi traviesa me delataba y es que a esta hora solo pocos empleados debían de estar levantados, por supuesto en el gran salón a la espera de cualquier capricho por parte de mi familia, eso, si aún seguían ahí así que probablemente solo mi nana estuviera cerca.-Vamos a salir de este cuarto, la cocina no esta tan lejos como bien a de recordar.- por supuesto que no era la mejor idea si lo veía de manera prudente, pero de lo contrario le quitaría lo divertido. Después de todo con tanto empleado si nos veían podía excusarme fácilmente, ventajas de vivir en un lugar tan amplio. -A esta hora dudo que nos topemos con alguien, nadie entra a la cocina a menos que este mi nana, aunque si desea comer aquí no tengo problema alguno, después de todo no es como si yo le pudiera arrastrar. -
-Si, gracias. -murmure despejando mi cuello de cualquier cabello que pudiera interferir con su ayuda.- No ha le ha pasado que en ocasiones hace todo lo contrario a lo que quiere?, eso me está pasando, siento que no controlo mis pensamientos al menos no de manera objetiva. Claro estuvo en mi actitud de esta tarde. - dije con una pequeña sonrisa mientras rodaba la mirada con evidente frustración, toque con las yemas de mis dedos el dije dorado y suspiraba. Estar tan cómoda no era buena señal, que pasaría cuando él se fuera. Mi mirada le busco para apaciguar el mar de dudas que me estaban amenazando, aunque encontré una salida rápida para evadir eso que me provocaba mal sabor de boca.
-Cree que pueda caminar algunos metros? -
Mi sonrisa casi traviesa me delataba y es que a esta hora solo pocos empleados debían de estar levantados, por supuesto en el gran salón a la espera de cualquier capricho por parte de mi familia, eso, si aún seguían ahí así que probablemente solo mi nana estuviera cerca.-Vamos a salir de este cuarto, la cocina no esta tan lejos como bien a de recordar.- por supuesto que no era la mejor idea si lo veía de manera prudente, pero de lo contrario le quitaría lo divertido. Después de todo con tanto empleado si nos veían podía excusarme fácilmente, ventajas de vivir en un lugar tan amplio. -A esta hora dudo que nos topemos con alguien, nadie entra a la cocina a menos que este mi nana, aunque si desea comer aquí no tengo problema alguno, después de todo no es como si yo le pudiera arrastrar. -
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Cuando la joven aceptó que él le colocara el colgante, se situó tras ella, pegado casi a la espalda ajena e hizo pasar el colgante por encima de su cabeza, para aproximarlo desde delante y le rodeó el cuello con la fina cadena antes de atarlo cuidadosamente a la nuca. Revisó el cierre y no parecía dañado, seguramente se habría enganchado con el cabello de la chica en la tarde y se abriera sin querer, cayendo en la cama mientras se empeñaba en alisar una y otra vez las sábanas. Permaneció quieto en aquel lugar, sin moverse, aún habiendo terminado de colocarle el collar a la rubia. Posó ambas manos en los hombros de ella y las deslizó suavemente por sus brazos, apartándose antes de alcanzar los codos. Se estaba pasando de la ralla de nuevo y no quería que la muchacha se enojara con él una vez más.
Los ojos de ambos se encontraron cuando la inglesa giró y le dedicó aquella pícara sonrisa que, inicialmente, no supo cómo interpretar, a pesar de haberle formulado la pregunta, hasta que le explicó qué loca idea había cruzado por su cabeza. Obviamente que podía caminar unos metros, sino no estaría allí de pie como si no ocurriera nada, pero era arriesgado, más para la joven que para él, y ponerla en peligro aunque fuera sólo de una represalia materna, no era algo que le apeteciera provocar en lo más mínimo. -Puedo caminar y no es que comer fuera no me apetezca, de hecho, estoy ansioso por abandonar esta habitación pero, y no quiero que me malinterpretes, no deseo ponerte en riesgo. Si alguien me encuentra contigo, las cosas podrían ponerse muy feas y yo no estoy en condiciones de protegerte…- No era como si fuera a iniciarse una batalla, pero era un hombre soltero, mayor que ella, extranjero y encima había estado oculto en una estancia de la casa durante días, bajo los cuidados de la única hija de los propietarios del lugar. Las cosas pintaban muy mal para ambos, y aunque él pudiera escapar airoso si se lo proponía, no podía llevarse a Mía con él como desearía. Ella tenía una familia a la que quería y, aunque no se llevara demasiado bien con su madre ni quisiera que le organizara la vida, era una joven con muchas cosas por hacer y, sobre todo, con pretendientes que en nada debían parecerse a un loco cazador de monstruos como Jeremías.
-Supongo que decir que me gustaría que trajeras algo de comida y me hicieras compañía, sería pedir demasiado…- Ella debía regresar a la celebración que acontecía en otro punto de la mansión, sólo había venido a recuperar el colgante y a disculparse, aunque para lo segundo no hubiese necesidad alguna en realidad. De manera instintiva y sin pensárselo, mientras aquellos pensamientos invadían su mente, el español alzó el brazo y con el dorso de la mano acarició la mejilla de la muchacha. Se sentía suave y caliente en contacto con los nudillos llenos de cortes del Conde. Era agradable y le hacía sentir bien poder tenerla tan cerca, allí donde pudiera tocarla, verla, escucharla. Se dejaba llevar y, aunque sabía qué era imprudente, no lo podía evitar.
Los ojos de ambos se encontraron cuando la inglesa giró y le dedicó aquella pícara sonrisa que, inicialmente, no supo cómo interpretar, a pesar de haberle formulado la pregunta, hasta que le explicó qué loca idea había cruzado por su cabeza. Obviamente que podía caminar unos metros, sino no estaría allí de pie como si no ocurriera nada, pero era arriesgado, más para la joven que para él, y ponerla en peligro aunque fuera sólo de una represalia materna, no era algo que le apeteciera provocar en lo más mínimo. -Puedo caminar y no es que comer fuera no me apetezca, de hecho, estoy ansioso por abandonar esta habitación pero, y no quiero que me malinterpretes, no deseo ponerte en riesgo. Si alguien me encuentra contigo, las cosas podrían ponerse muy feas y yo no estoy en condiciones de protegerte…- No era como si fuera a iniciarse una batalla, pero era un hombre soltero, mayor que ella, extranjero y encima había estado oculto en una estancia de la casa durante días, bajo los cuidados de la única hija de los propietarios del lugar. Las cosas pintaban muy mal para ambos, y aunque él pudiera escapar airoso si se lo proponía, no podía llevarse a Mía con él como desearía. Ella tenía una familia a la que quería y, aunque no se llevara demasiado bien con su madre ni quisiera que le organizara la vida, era una joven con muchas cosas por hacer y, sobre todo, con pretendientes que en nada debían parecerse a un loco cazador de monstruos como Jeremías.
-Supongo que decir que me gustaría que trajeras algo de comida y me hicieras compañía, sería pedir demasiado…- Ella debía regresar a la celebración que acontecía en otro punto de la mansión, sólo había venido a recuperar el colgante y a disculparse, aunque para lo segundo no hubiese necesidad alguna en realidad. De manera instintiva y sin pensárselo, mientras aquellos pensamientos invadían su mente, el español alzó el brazo y con el dorso de la mano acarició la mejilla de la muchacha. Se sentía suave y caliente en contacto con los nudillos llenos de cortes del Conde. Era agradable y le hacía sentir bien poder tenerla tan cerca, allí donde pudiera tocarla, verla, escucharla. Se dejaba llevar y, aunque sabía qué era imprudente, no lo podía evitar.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
La mano varonil resulto lograr un efecto casi de letargo, sus dedos rozando la suave piel de mi mejilla apaciguaron mis ganas de increpar ante su respuesta, porque yo rara vez accedía a algo que no congeniaba con mis intenciones, por lo general mi posición era rebatir hasta lograr lo que deseaba cayendo a veces en actitudes infantiles propias aun de mi edad y la ferviente idea de aun conservar esa parte de aquella niña que no media el peligro parecía no querer esfumarse. Solo pude afirmar con un leve movimiento de cabeza que seguiríamos su indicación, evidentemente no había manera de hacerle cambiar de opinión mientras él estuviera decidió a salvaguardar mi integridad moral; porque bueno yo no veía más allá de lo que quería en este momento e indebidamente llevar a cabo mi plan nos exponía.
-Bien…le hare caso al mayor…-
Comente de manera divertida mientras rodaba los ojos y resoplaba con evidente gesto teatral, las yemas de mis dedos por unos breves segundos delinearon los nudillos de su mano que seguía posada en mi mejilla. -De acuerdo, le traeré la cena porque si bien se lidiar con enfermos, la verdad no sabría qué hacer si muere por inanición…esconder su cuerpo me resultaría muy difícil y aún más si le tengo que llevar encima. -Traes mi sagaz comentario sin malicia alguna implícita, gire sobre mis talones rompiendo el contacto que me tenía tan ansiosa, porque debo ser realista comenzaba a marearme tanto cosquilleo en el estómago y mis manos sudaban inexplicablemente. -Volveré en un momento, no tardo…-susurre como el mayor de los secretos mientras abría la puerta con sumo cuidado, la tenue luz era perceptible en el pasillo así que costaba acostumbrar la visión por lo que no fue sorprendente el hecho de que trastabillara un poco antes de salir de aquella habitación, tras cruzar el marco de la puerta empareje está cuidando que no se pudiera ver nada de aquel cuarto a mi salida, previniendo obviamente que alguien del servicio se percatara de Jeremías , así que al ver que estaba solo, camine un tanto rápido o eso intentaba ya que el vestido tan inservible no me dejaba mucho movimiento, por ello no fue de extrañarse que llegara casi jadeando a la cocina. Por lo menos fue un alivio saber que la escena era como yo pensaba… no había nadie lo más seguro es que el servicio destinado para esa noche siguiera en la sala a merced de los caprichos de la señora. Tome una charola del estante junto al fogón y los demás utensilios los fui tomando de la alacena, serví un poco de aquella crema de brócoli y tome un poco de pan.
-Querida, no sabía que tu apetito era considerable…por tu compleción se da a entender que te mantienes con un régimen alimenticio muy estricto. -
La voz a mis espaldas me hizo derramar un poco de sopa en la mesa manchándome la mano, gire un tanto nerviosa para encarar a mi primo que con una sonrisa se acercó rompiendo con mi espacio personal, su mano paso por un costado de mi cintura tomando una servilleta de la mesa para después sujetar mi muñeca y limpiar la mancha en mi mano. Me incomodo, estaba demás decirlo, lo tenía demasiado cerca tanto que pude cincelar en sus ojos grises esa chispa cargada de intención. ¿Me habría seguido?
-Como pudo haberse percatado al igual que en este momento no me sentía cómoda en la cena así que baje por un poco de comida. -murmure moviéndome grácil para poner distancia entre ambos. Tome uno de los platos que habían quedado servidos solo echando un poco más de patatas al platillo principal y terminada mi encomienda camine con la charola hacia la salida.
-Espero que realmente vayas a tu habitación y no a los dormitorios del servicio…no me gustaría que mi querida prima ande en boca de todos-
-Le recuerdo que es mi casa y puedo disponer libremente de cada una de sus estancias, así que encarecidamente le pediré que abstenga su lengua de rumores que no es bien visto el que un caballero ande en chismes propios de personas sin que hacer. -le sonreí de manera delicada dándole la espalda y así dada por terminada nuestra peculiar charla le deje sin siquiera despedirme solo una vez caminando por el pasillo gire un poco el rostro para ver si no me seguía y claro al percatarme que no era así pude estar más tranquila. Pase de estar nerviosa a estar particularmente crispada porque no era tan ingenua para oler las intenciones que mi madre se traía si no por que más había invitado a mi madrina y el viaje que esta me pedía realizar con ella y con mi primo no dejaban nada bueno a la imaginación. Pero eso al igual que la partida de Jeremías era inevitable. Como alma que llevaba el diablo entre en aquella habitación sin decir nada, ni siquiera note que nuevamente se me había olvidado poner llave al salir.
-Lamento la demora…espero que aún no este dormido. -murmure dejando la charola en la mesita ni siquiera me había fijado en que parte dela habitación estaba porque yo mantenía fija la mirada en la sopa verde.
-Bien…le hare caso al mayor…-
Comente de manera divertida mientras rodaba los ojos y resoplaba con evidente gesto teatral, las yemas de mis dedos por unos breves segundos delinearon los nudillos de su mano que seguía posada en mi mejilla. -De acuerdo, le traeré la cena porque si bien se lidiar con enfermos, la verdad no sabría qué hacer si muere por inanición…esconder su cuerpo me resultaría muy difícil y aún más si le tengo que llevar encima. -Traes mi sagaz comentario sin malicia alguna implícita, gire sobre mis talones rompiendo el contacto que me tenía tan ansiosa, porque debo ser realista comenzaba a marearme tanto cosquilleo en el estómago y mis manos sudaban inexplicablemente. -Volveré en un momento, no tardo…-susurre como el mayor de los secretos mientras abría la puerta con sumo cuidado, la tenue luz era perceptible en el pasillo así que costaba acostumbrar la visión por lo que no fue sorprendente el hecho de que trastabillara un poco antes de salir de aquella habitación, tras cruzar el marco de la puerta empareje está cuidando que no se pudiera ver nada de aquel cuarto a mi salida, previniendo obviamente que alguien del servicio se percatara de Jeremías , así que al ver que estaba solo, camine un tanto rápido o eso intentaba ya que el vestido tan inservible no me dejaba mucho movimiento, por ello no fue de extrañarse que llegara casi jadeando a la cocina. Por lo menos fue un alivio saber que la escena era como yo pensaba… no había nadie lo más seguro es que el servicio destinado para esa noche siguiera en la sala a merced de los caprichos de la señora. Tome una charola del estante junto al fogón y los demás utensilios los fui tomando de la alacena, serví un poco de aquella crema de brócoli y tome un poco de pan.
-Querida, no sabía que tu apetito era considerable…por tu compleción se da a entender que te mantienes con un régimen alimenticio muy estricto. -
La voz a mis espaldas me hizo derramar un poco de sopa en la mesa manchándome la mano, gire un tanto nerviosa para encarar a mi primo que con una sonrisa se acercó rompiendo con mi espacio personal, su mano paso por un costado de mi cintura tomando una servilleta de la mesa para después sujetar mi muñeca y limpiar la mancha en mi mano. Me incomodo, estaba demás decirlo, lo tenía demasiado cerca tanto que pude cincelar en sus ojos grises esa chispa cargada de intención. ¿Me habría seguido?
-Como pudo haberse percatado al igual que en este momento no me sentía cómoda en la cena así que baje por un poco de comida. -murmure moviéndome grácil para poner distancia entre ambos. Tome uno de los platos que habían quedado servidos solo echando un poco más de patatas al platillo principal y terminada mi encomienda camine con la charola hacia la salida.
-Espero que realmente vayas a tu habitación y no a los dormitorios del servicio…no me gustaría que mi querida prima ande en boca de todos-
-Le recuerdo que es mi casa y puedo disponer libremente de cada una de sus estancias, así que encarecidamente le pediré que abstenga su lengua de rumores que no es bien visto el que un caballero ande en chismes propios de personas sin que hacer. -le sonreí de manera delicada dándole la espalda y así dada por terminada nuestra peculiar charla le deje sin siquiera despedirme solo una vez caminando por el pasillo gire un poco el rostro para ver si no me seguía y claro al percatarme que no era así pude estar más tranquila. Pase de estar nerviosa a estar particularmente crispada porque no era tan ingenua para oler las intenciones que mi madre se traía si no por que más había invitado a mi madrina y el viaje que esta me pedía realizar con ella y con mi primo no dejaban nada bueno a la imaginación. Pero eso al igual que la partida de Jeremías era inevitable. Como alma que llevaba el diablo entre en aquella habitación sin decir nada, ni siquiera note que nuevamente se me había olvidado poner llave al salir.
-Lamento la demora…espero que aún no este dormido. -murmure dejando la charola en la mesita ni siquiera me había fijado en que parte dela habitación estaba porque yo mantenía fija la mirada en la sopa verde.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
La rubia bromeaba, seguramente porque el tacto del cazador la seguía incomodando, pero él no podía evitarlo, se sentía atraído hacia su cuerpo como si fueran los polos opuestos de unos imanes. Y no eran tan distintos en realidad, pero eso era lo de menos ahora. El español le devolvió el espacio, observando aquel joven rostro bajo la tenue luz de una vela que reposaba en un pequeño platillo en la mesita de noche. La dejó marchar entonces con un leve asentimiento de cabeza y aguardó en la habitación a que ella regresara.
Tardaba mucho para sólo ir a por algo de comida, así que se apegó a la puerta y agudizó su oído. Pudo escuchar una conversación a lo lejos, aunque sin entender lo que se decía. No había gritos ni sonidos extraños, así que imaginó se habría cruzado con alguien y ésta persona la entretenía y por eso no regresaba. Se separó y fue a sentarse de nuevo en la cama, no quería parecer demasiado ansioso por su retorno cuando la muchacha asomara por la puerta.
En cuanto la perilla giró, se irguió de inmediato y sonrió al ver a la muchacha, hasta que pudo discernir la expresión de su cara y frunció el ceño. -¿Qué ha ocurrido?- Se aproximó hasta ella, le quitó el resto de cosas de las manos que dejó sobre la mesita, empujando a un lado el platillo con la vela y volvió a fijar sus orbes en los de ella, aún a oscuras podía verlos, ese brillo que tenían. Llevó las palmas a ahuecar el rostro foráneo en un intento por descubrir lo que le pasaba a Mía y, al mismo tiempo, calmarla, pues estaba preocupada, nerviosa y, tal vez, enfadada incluso. -¿Con quién te has encontrado en la cocina?- Los pulgares del varón se deslizaron por los pómulos de la chica como si con ellos dibujara el contorno de sus ojos por debajo. Acercó un poco más su rostro al de ella, pero no demasiado, pues no deseaba ser invasivo con la joven y asustarla. -¿Quieres que salgamos de aquí? Podríamos ir al bosque y pasear bajo las estrellas… Que nos dé el aire a ambos. Lo necesitamos.- Salir era un riesgo, los dos lo sabían, pero algo le decía que la inglesa necesitaba alejarse de la casa de inmediato y el conde era un experto en ocultarse y desplazarse de manera silenciosa. Si ella conseguía salir con alguna excusa aunque fuera al jardín, el resto resultaría sencillo con ayuda de Jeremías.
Tardaba mucho para sólo ir a por algo de comida, así que se apegó a la puerta y agudizó su oído. Pudo escuchar una conversación a lo lejos, aunque sin entender lo que se decía. No había gritos ni sonidos extraños, así que imaginó se habría cruzado con alguien y ésta persona la entretenía y por eso no regresaba. Se separó y fue a sentarse de nuevo en la cama, no quería parecer demasiado ansioso por su retorno cuando la muchacha asomara por la puerta.
En cuanto la perilla giró, se irguió de inmediato y sonrió al ver a la muchacha, hasta que pudo discernir la expresión de su cara y frunció el ceño. -¿Qué ha ocurrido?- Se aproximó hasta ella, le quitó el resto de cosas de las manos que dejó sobre la mesita, empujando a un lado el platillo con la vela y volvió a fijar sus orbes en los de ella, aún a oscuras podía verlos, ese brillo que tenían. Llevó las palmas a ahuecar el rostro foráneo en un intento por descubrir lo que le pasaba a Mía y, al mismo tiempo, calmarla, pues estaba preocupada, nerviosa y, tal vez, enfadada incluso. -¿Con quién te has encontrado en la cocina?- Los pulgares del varón se deslizaron por los pómulos de la chica como si con ellos dibujara el contorno de sus ojos por debajo. Acercó un poco más su rostro al de ella, pero no demasiado, pues no deseaba ser invasivo con la joven y asustarla. -¿Quieres que salgamos de aquí? Podríamos ir al bosque y pasear bajo las estrellas… Que nos dé el aire a ambos. Lo necesitamos.- Salir era un riesgo, los dos lo sabían, pero algo le decía que la inglesa necesitaba alejarse de la casa de inmediato y el conde era un experto en ocultarse y desplazarse de manera silenciosa. Si ella conseguía salir con alguna excusa aunque fuera al jardín, el resto resultaría sencillo con ayuda de Jeremías.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Un escalofrió invadió mi cuerpo al sentir las varoniles manos sobre mi rostro y no fue por que me incomodara sino que simplemente reaccione a su cercanía olvidando por completo el encuentro tan desagradable; sus ojos capturaron irremediablemente los míos sin dejarme ganas de ver otra cosa que su rostro, que a pesar de la poco luz, dada la cercanía le podia detallar con lujo de detalle el como su labios se curvaban un poco al mostrarse preocupado.-Me tope con un incomodo familiar político, toda la noche me estuvo hostigando y simplemente colmo mi paciencia...el y mi madre que no duda en mandarme lejos a la primera oportunidad.-murmure volviendo la vista a sus ojos, era evidente que estaba molesta, lo único bueno de esa cena habia sido poder ver a mi madrina y por supuesto mi hermano Henry que siempre trataba de ayudarme cuando me sentía tan incomoda porque a los demás solo les causaba gracia mi situación tachándome de exagerada. Pestañee un par de veces creyendo que su sugerencia era una broma, porque bueno, el era de los dos el mas sensato y precavido.
-Si, pero antes tendrás que comer de otra manera no saldremos de esta habitación.- sentencie girándome para poder tomar un trozo de pan y tendérselo.
Por supuesto que deseaba salir corriendo y tomar un respiro, simplemente mirar al cielo sin preocuparme de nada, pero no podia estar a gusto sabiendo que Jeremias no habia probado bocado desde el desayuno así que tome el plato hondo que contenía la sopa y justo como habia hecho cuando este estaba convaleciente le ofrecí con la cuchara.Tenerlo cerca me calmaba un poco, su tacto,su atención me reconfortaba de manera tan agradable que solo deseaba alargar su presencia en mi vida, sonreí inevitablemente al ver que habia manchado su barbilla, al parecer yo no tenia muy buena puntería pues volví a mancharle ahora en un costado de su boca.-La verdad es que no veo muy bien...- mencione dejando escapar una sonrisa mientras le pasaba una servilleta asi que viendo el desastre que era, para el platillo principal solo le pase los cubiertos.
-Me disculpe con mi familia asi que todos piensan que estoy dormida...bueno todos menos August.- dije con evidente hastió, quizás estaba siendo muy dura en juzgarlo pero si se prestaba para los juegos de mi madre, la verdad no tenia esperanza que mi opinión sobre el cambiara.
-Si, pero antes tendrás que comer de otra manera no saldremos de esta habitación.- sentencie girándome para poder tomar un trozo de pan y tendérselo.
Por supuesto que deseaba salir corriendo y tomar un respiro, simplemente mirar al cielo sin preocuparme de nada, pero no podia estar a gusto sabiendo que Jeremias no habia probado bocado desde el desayuno así que tome el plato hondo que contenía la sopa y justo como habia hecho cuando este estaba convaleciente le ofrecí con la cuchara.Tenerlo cerca me calmaba un poco, su tacto,su atención me reconfortaba de manera tan agradable que solo deseaba alargar su presencia en mi vida, sonreí inevitablemente al ver que habia manchado su barbilla, al parecer yo no tenia muy buena puntería pues volví a mancharle ahora en un costado de su boca.-La verdad es que no veo muy bien...- mencione dejando escapar una sonrisa mientras le pasaba una servilleta asi que viendo el desastre que era, para el platillo principal solo le pase los cubiertos.
-Me disculpe con mi familia asi que todos piensan que estoy dormida...bueno todos menos August.- dije con evidente hastió, quizás estaba siendo muy dura en juzgarlo pero si se prestaba para los juegos de mi madre, la verdad no tenia esperanza que mi opinión sobre el cambiara.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Como si la preocupación se contagiara de uno a otro, pudo ver como el rostro de la muchacha pasaba de enojado a intranquilo. Asintió a su comentario, consciente de que si no comía algo, ella no le dejaría salir de allí y, además, era cierto que necesitaba nutrirse, no porque no estuviera acostumbrado a pasar días sin alimento, sino porque aún estaba terminando de cerrar la herida por dentro, aunque por fuera ya estuviera el tejido regenerado y debía centrarse en sanar por completo. No quería partir y dejar a la joven sola, eso le pulsaba en la parte trasera del cerebro, mas no podía permanecer allí por más tiempo, porque cada día que transcurría ponía en peligro a Mía.
La torpeza de la chica le arrancó una áspera risa baja, como afónica. Con la lengua intentó atrapar los restos que habían quedado en su mentón y luego en la mejilla, pero no pudo limpiarlo todo, así que agradeció que ella alcanzara una servilleta para terminar lo que él había empezado. Tomó los cubiertos para el plato principal y al escuchar aquel nombre salir de los labios de la inglesa, juró recordarlo. Comió con hambre, pero sin perder las formas, haciendo tomado asiento en la cama, con el plato en el regazo como mesa. Dio buena cuenta de su contenido, dejándolo limpio gracias al pan que antes le había ofrecido la muchacha. Rebañó hasta la última gota de salsa y hasta se chupó el pulgar que se le había manchado un poco. Buscó el agua de la mesita, aquella de la jarra que le trajera anteriormente la joven y se sirvió un vaso para ayudar a pasar bien toda la comida y, a su vez, enjuagarse la boca. -Muy bien, ya estoy alimentado. Hora de salir a que nos dé el aire.- Era de noche, pero la rubia parecía confiar en él como para salir juntos de la mansión y adentrarse en el bosque. Él, obviamente, se conocía a sí mismo y sabía que no le haría nada a la chica, pero ella se dejaba llevar con esa impulsividad que ya le había demostrado en varias ocasiones al conde.
Se levantó, dejando el plato junto a la vela y se sacudió un poco los pantalones. -¿Estás lista?- La observó de arriba abajo, iba con un vestido, no era algo excesivamente cómodo, pero si subía a cambiarse de ropa, probablemente no regresara de nuevo. Seguro que la interceptaría por el camino su nana, su madre o aquel tal August al que el cazador ya se la tenía jurada en su mente. Le tendió la mano a la inglesa con una sonrisa. -Vamos.- La instó a que la tomara para salir juntos de la estancia, en sumo sigilo. É era experto en emboscadas, en poner trampas y en cacería. Mimetizarse con el ambiente, ocultar su presencia y ser silencioso eran de sus mejores dones, además de la lucha cuerpo a cuerpo y la puntería. Si la muchacha le seguía e imitaba sus acciones, pronto estarían en el jardín y de allí a ser “libres”, si Romeo no les delataba, nadie lo haría.
La torpeza de la chica le arrancó una áspera risa baja, como afónica. Con la lengua intentó atrapar los restos que habían quedado en su mentón y luego en la mejilla, pero no pudo limpiarlo todo, así que agradeció que ella alcanzara una servilleta para terminar lo que él había empezado. Tomó los cubiertos para el plato principal y al escuchar aquel nombre salir de los labios de la inglesa, juró recordarlo. Comió con hambre, pero sin perder las formas, haciendo tomado asiento en la cama, con el plato en el regazo como mesa. Dio buena cuenta de su contenido, dejándolo limpio gracias al pan que antes le había ofrecido la muchacha. Rebañó hasta la última gota de salsa y hasta se chupó el pulgar que se le había manchado un poco. Buscó el agua de la mesita, aquella de la jarra que le trajera anteriormente la joven y se sirvió un vaso para ayudar a pasar bien toda la comida y, a su vez, enjuagarse la boca. -Muy bien, ya estoy alimentado. Hora de salir a que nos dé el aire.- Era de noche, pero la rubia parecía confiar en él como para salir juntos de la mansión y adentrarse en el bosque. Él, obviamente, se conocía a sí mismo y sabía que no le haría nada a la chica, pero ella se dejaba llevar con esa impulsividad que ya le había demostrado en varias ocasiones al conde.
Se levantó, dejando el plato junto a la vela y se sacudió un poco los pantalones. -¿Estás lista?- La observó de arriba abajo, iba con un vestido, no era algo excesivamente cómodo, pero si subía a cambiarse de ropa, probablemente no regresara de nuevo. Seguro que la interceptaría por el camino su nana, su madre o aquel tal August al que el cazador ya se la tenía jurada en su mente. Le tendió la mano a la inglesa con una sonrisa. -Vamos.- La instó a que la tomara para salir juntos de la estancia, en sumo sigilo. É era experto en emboscadas, en poner trampas y en cacería. Mimetizarse con el ambiente, ocultar su presencia y ser silencioso eran de sus mejores dones, además de la lucha cuerpo a cuerpo y la puntería. Si la muchacha le seguía e imitaba sus acciones, pronto estarían en el jardín y de allí a ser “libres”, si Romeo no les delataba, nadie lo haría.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Sonreí cuando ví que este había degustado realmente la comida, mi nana la verdad se había lucido con esa cena pues todo había quedado absolutamente delicioso hasta el pan estaba excepcional y de verdad podría asegurar que no exageraba al afirma tal cosa. Asentí cuando esté me preguntó si estaba lista, la verdad es que me sentía tan, como decirlo, acostumbrada?, Si, me sentía acostumbrada a salir de noche aunque obviamente Jeremías no estaba enterado de ello y la verdad no sabía si revelarselo pues no le encontraba mucho caso cuando en un par de días, si no es que menos, lo dejaría de ver con un prometedor hasta nunca, generándome amargura con solo meditarlo. Por ello para no levantar sosospechas trate de no verme tan familiarizada con el tema de salir a hurtadillas, no quería encender la duda en el moreno y que este se hiciera ideas erróneas de mi, por qué no se necesita ser muy inteligente para saber que no es bien visto mi habitual comportamiento en demasía liberal.
Ante el ofrecimiento de su mano me mostré con confiaza para en un acto un tanto más personal entrelazar sus dedos con los míos, la textura de nuestra piel era muy diferente, incluso podía sentir algunas pequeñas cortadas o marcas de estas. Mire por un momento esa unión y el como de manera inconsciente había procedido a llevar acabó sin meditarlo; susurre un <> mientras dejábamos la habitación con total sigilo, la verdad el vestido que portaba no ayudaba en mucho, estaba demasiado ajustado y con un vuelo considerable asi que con la mano libre había alzado un poco y de cierta manera lo pegue a mis piernas para que no me estorbara, por lo general siempre que salia a escondidas lo hacía vestida de hombre. No quiero ni pensar la cara del español si me viera con esas ropas proque no me cabe duda que me reconocería de inmediato; lo cual me recordaba que ya tenía tiempo sin salir, exactamente desde aquella noche en que encontré a Jeremías en mi cocina.
Imite los movimientos que el hacia disimulando un tanto como prevención, salir era cosa sencilla si lograbamos no topar con nadie, y todo hubiese ido de maravilla si no fuera por los pasos que se oían a la vuelta del pasillo. Suspiré ya que no tenía planeado revelarle el tema de los pasadisos, como mera precaución pero dada la circunstancias era la única opción y nadamas me quedaba rezar porque no pensa mal de mi; me detuve de seco tirando de la mano varonil para que volteara a veré, cuando sus ojos estuvieron sobre los míos con la mano libre tire del candelabro que había pegado a la pared y como en los cuentos de suspenso el tramo de una pared se movió dejando a la vista un pasillo, rápido tome la vela que ahí había dejado y la encendí con el fuego del candelabro.
-Es una casa muy antigua...-murmuré en el tono más bajo posible mientras le guiaba dentro, a nuestras espaldas la pared se volvió a acomodar con un poco de ruido de por medio. Voltee a ver al cazador mientras encogía los hombros con una sonrisa traviesa.-Una niña inteligente y muy bonita por cierto, encontró unos planos de pasillos ocultos. Demasiado tiempo libre también...- solté con una pequeña risa, debía confiar en la prudencia del moreno porque le estaba revelando algo de cuidado, que fácilmente podría perjudicar los bienes de mi familia; pero si algo sabía o mejor dicho intuía, era el hecho que este hombre no haría algo para perjudicarme, al contrario, podría apostar que sus intenciones eran honorables y no corría peligro de ningun tipo a su lado. Con vela en mano continue camino por el estrecho pasillo que iba perdiendo espacio conforme avanzabamos, lo cual queria decir que no faltaba mucho para llegara las divisiones.
-Las primeras noches me costaba recordar cual camino era cual, según yo iba al jardín y terminaba en la biblioteca.- le conté sin ser consciente que mi comentario daba pauta a saber si yo hacía uso muy amenudo de estos pasillos
Ante el ofrecimiento de su mano me mostré con confiaza para en un acto un tanto más personal entrelazar sus dedos con los míos, la textura de nuestra piel era muy diferente, incluso podía sentir algunas pequeñas cortadas o marcas de estas. Mire por un momento esa unión y el como de manera inconsciente había procedido a llevar acabó sin meditarlo; susurre un <
Imite los movimientos que el hacia disimulando un tanto como prevención, salir era cosa sencilla si lograbamos no topar con nadie, y todo hubiese ido de maravilla si no fuera por los pasos que se oían a la vuelta del pasillo. Suspiré ya que no tenía planeado revelarle el tema de los pasadisos, como mera precaución pero dada la circunstancias era la única opción y nadamas me quedaba rezar porque no pensa mal de mi; me detuve de seco tirando de la mano varonil para que volteara a veré, cuando sus ojos estuvieron sobre los míos con la mano libre tire del candelabro que había pegado a la pared y como en los cuentos de suspenso el tramo de una pared se movió dejando a la vista un pasillo, rápido tome la vela que ahí había dejado y la encendí con el fuego del candelabro.
-Es una casa muy antigua...-murmuré en el tono más bajo posible mientras le guiaba dentro, a nuestras espaldas la pared se volvió a acomodar con un poco de ruido de por medio. Voltee a ver al cazador mientras encogía los hombros con una sonrisa traviesa.-Una niña inteligente y muy bonita por cierto, encontró unos planos de pasillos ocultos. Demasiado tiempo libre también...- solté con una pequeña risa, debía confiar en la prudencia del moreno porque le estaba revelando algo de cuidado, que fácilmente podría perjudicar los bienes de mi familia; pero si algo sabía o mejor dicho intuía, era el hecho que este hombre no haría algo para perjudicarme, al contrario, podría apostar que sus intenciones eran honorables y no corría peligro de ningun tipo a su lado. Con vela en mano continue camino por el estrecho pasillo que iba perdiendo espacio conforme avanzabamos, lo cual queria decir que no faltaba mucho para llegara las divisiones.
-Las primeras noches me costaba recordar cual camino era cual, según yo iba al jardín y terminaba en la biblioteca.- le conté sin ser consciente que mi comentario daba pauta a saber si yo hacía uso muy amenudo de estos pasillos
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Sonrió al notar como la joven le tomaba de la mano. Pensó que la sujetaría de otra manera, así que cuando los dedos de amos se entrelazaron, automáticamente estrechó el agarre con cuidado. Salieron juntos al pasillo y aunque, originalmente, fue él quien guio el camino y se aseguro de que no hubiera nadie antes de dar cada paso, de pronto ella tomó la iniciativa y con un acto inesperado, en uno de los laterales se abrió una puerta que dio paso a un estrecho y húmedo pasadizo. La expresión del cazador delató su sorpresa, grata cabía decir, pues en ningún momento pensó nada malo de la chica porque conociera aquellos secretos de la casa. A fin de cuentas, ella vivía allí desde niña y había tenido años para explorar cada esquina.
Ladeó la sonrisa ante las explicaciones que le daba la rubia y asintió arqueando una ceja. -Inteligente y preciosa, sin duda.- Aseguró, dándole toda la razón a Mía. No podía verle bien la cara porque ella guiaba y sostenía la vela, pero después de tantos días, estaba seguro que en aquel instante las mejillas siempre claras de la joven, estarían coloradas y encendidas.
El último comentario de la inglesa le hizo plantearse una pregunta que tras meditar unos segundos, pronuncio en voz alta, aunque tono bajo, pues no sabía hasta dónde podía alcanzar el sonido de lo que allí se decía. -¿Los usas habitualmente los pasillos? Imagino que de niña debía ser toda una aventura, pero me pregunto la utilidad que tienen para una mujer adulta… Aparte de para escapar de una madre excesivamente autoritaria y de la imposición que le desea de un marido.- Él mismo ya respondía a la cuestión, pues en las charlas que había ido manteniendo con su salvadora, había descubierto muchas cosas sobre ella. Era un hombre observador y la muchacha había captado de inmediato su atención en más de un sentido.
Entonces se detuvo y tiró un poco de la mano que sujetaba para que la chica se diera la vuelta y le mirara. -No me malinterpretes, no te estoy juzgando. Sólo tengo curiosidad, porque aunque siempre te has mostrado bastante tranquila, desde el primer instante vi fuego en tu mirada. Y sé que dentro de ti hay una mujer impulsiva, te he visto reaccionar ante algunas situaciones que te han delatado.- La observaba con intensidad, pero sin verse invasivo. -Dime que te mueres por vivir una aventura, por algo de acción en tu vida...- Murmuró con la voz teñida de un extraño deseo similar a la esperanza, como si se aferrara a esa idea que bailaba en su mente desde hacía días.
Ladeó la sonrisa ante las explicaciones que le daba la rubia y asintió arqueando una ceja. -Inteligente y preciosa, sin duda.- Aseguró, dándole toda la razón a Mía. No podía verle bien la cara porque ella guiaba y sostenía la vela, pero después de tantos días, estaba seguro que en aquel instante las mejillas siempre claras de la joven, estarían coloradas y encendidas.
El último comentario de la inglesa le hizo plantearse una pregunta que tras meditar unos segundos, pronuncio en voz alta, aunque tono bajo, pues no sabía hasta dónde podía alcanzar el sonido de lo que allí se decía. -¿Los usas habitualmente los pasillos? Imagino que de niña debía ser toda una aventura, pero me pregunto la utilidad que tienen para una mujer adulta… Aparte de para escapar de una madre excesivamente autoritaria y de la imposición que le desea de un marido.- Él mismo ya respondía a la cuestión, pues en las charlas que había ido manteniendo con su salvadora, había descubierto muchas cosas sobre ella. Era un hombre observador y la muchacha había captado de inmediato su atención en más de un sentido.
Entonces se detuvo y tiró un poco de la mano que sujetaba para que la chica se diera la vuelta y le mirara. -No me malinterpretes, no te estoy juzgando. Sólo tengo curiosidad, porque aunque siempre te has mostrado bastante tranquila, desde el primer instante vi fuego en tu mirada. Y sé que dentro de ti hay una mujer impulsiva, te he visto reaccionar ante algunas situaciones que te han delatado.- La observaba con intensidad, pero sin verse invasivo. -Dime que te mueres por vivir una aventura, por algo de acción en tu vida...- Murmuró con la voz teñida de un extraño deseo similar a la esperanza, como si se aferrara a esa idea que bailaba en su mente desde hacía días.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Sin duda alguna agradecí que en ese momento no tuviera al español de frente porque de lo contrario hubiera visto el tomate que mi rostro se volvio, ese bochorno inevitable que te aqueja al ser descubierta era el que me estaba atacando en este momento provocando que la mano con la que sostenía la vela se tambalease un poco, bueno que seguramente igual se me hubiera tambaleado en otro momento con lo acelerada que solía ser era muy normal que tirará el mundo a mi paso.–De acuerdo, admito que hago uso de esto muy amenudo, cuando todos me creen dormida...aunque ya hace un par de semanas que no declinó por degustar la brisa nocturna, por eso mi nana estaba de tan buen humor y a todo me decía que si.– dije dándole a entender porque mi nana fungía como mi más confiable complice en eso de mantenerlo oculto y la razón por la que no había hecho tanto escándalo cómo seria lo más normal. De hecho las únicas personas que sabian de mis pequeños paseos nocturnos eran mi nana y Henry, que estaba igual de descolocado que yo, por eso congeniabamos tanto, eso y que fácilmente podía pasar como mi gemelo, de ahí que me confundieran con el cuando me ponía pantalones. Rei ante la imagen de Henry portando el vaporoso vestido en el que estaba enfundada, sin duda sería una cosa muy bizarra con claireles rubios. Su delicado tirón me trajo de vuelta en conjunto con su voz modulada que a pesar de ello se distinguía en mi memoria como un credo que fui aprendiendo en el transcurso de los dias, por inercia me gire aluzandonos con la vela para así poder capturar aquellas avellanas que eran sus ojos, por supuesto que refleje mi duda y ese temor a ser juzgada porque yo sabía bien que mi proceder no era sensato ni propio ante los ojos de la sociedad, pues mis salidas las podrían asociar con el libertinaje y un sin fin de hechos errados.
Lo sentía, aquel cosquilleo producto de mi respuesta ante su intensa mirada que parecía haber visto más allá de lo que inclusive yo percibía en mi, contuve por un momento el aire, el me leyó sin ningún problema identificando mi espíritu en simples acciones diarias. Entre cerré los ojos un momento de forma casi analitica – No está poniendo aprueba mi prudencia verdad? Acaso le contrato mi madre para delatar mis intenciones, Por qué de ser así me temo le decepcionaría ya que no concibo otra cosa mas aventurera que pasar mis días de soltería aprendiendo a ser una futura buena esposa– Por un momento la seriedad de mi rostro ponía en duda el sarcasmo implícito hasta que no aguante la risa y el eco de mi risueño canto me recordó que no debía pronunciar mi presencia en aquellos pasillos.
– Suelo fantasear con cada aventura que leo por las tardes, y llegué a la conclusión que no quiero imaginar cómo seria embarcarme en busca de lugares ocultos o una travesia que me acelere el corazón y le de sentido a mi vida. Me rehusó a conformarme con bailes y clases para tejer. Quiero más.– le confese con esa misma chispa que había mencionado porque la idea me encendía, el saber que en algún punto iba a poder salir de esa monotonía llena de hipocresía. O por lo menos imaginarlo era muy satisfactorio, suspiré con fuerza regresando la mirada al rostro varonil ya que en algún punto de mi confesion mis ojos se perdieron en la pequeña flama de la vela.–Asi que, la respuesta es si, muero por ver más allá. Aunque el peligro este en cada luna llena o en la belleza más tentadora.– Lo último lo dije con sutil transfondo, que alguien ajeno al oculto mundo que nos rodea pasaría simplemente de largo. Fui consiente que mi mano libre aún aprisionaba la varonil así que demanera sutil deshize el gesto apenada, no quería pasar frente a sus ojos como una ostigosa recientemente confesada rebelde.–Que piensa?, A cambiado en algo su concepto de mi?–pregunté mirándole fijamente sin darle trejua o opción de esquivar mis esmeraldas, porque algo en mi me urgía saber que pensaba sobre lo dicho.
Lo sentía, aquel cosquilleo producto de mi respuesta ante su intensa mirada que parecía haber visto más allá de lo que inclusive yo percibía en mi, contuve por un momento el aire, el me leyó sin ningún problema identificando mi espíritu en simples acciones diarias. Entre cerré los ojos un momento de forma casi analitica – No está poniendo aprueba mi prudencia verdad? Acaso le contrato mi madre para delatar mis intenciones, Por qué de ser así me temo le decepcionaría ya que no concibo otra cosa mas aventurera que pasar mis días de soltería aprendiendo a ser una futura buena esposa– Por un momento la seriedad de mi rostro ponía en duda el sarcasmo implícito hasta que no aguante la risa y el eco de mi risueño canto me recordó que no debía pronunciar mi presencia en aquellos pasillos.
– Suelo fantasear con cada aventura que leo por las tardes, y llegué a la conclusión que no quiero imaginar cómo seria embarcarme en busca de lugares ocultos o una travesia que me acelere el corazón y le de sentido a mi vida. Me rehusó a conformarme con bailes y clases para tejer. Quiero más.– le confese con esa misma chispa que había mencionado porque la idea me encendía, el saber que en algún punto iba a poder salir de esa monotonía llena de hipocresía. O por lo menos imaginarlo era muy satisfactorio, suspiré con fuerza regresando la mirada al rostro varonil ya que en algún punto de mi confesion mis ojos se perdieron en la pequeña flama de la vela.–Asi que, la respuesta es si, muero por ver más allá. Aunque el peligro este en cada luna llena o en la belleza más tentadora.– Lo último lo dije con sutil transfondo, que alguien ajeno al oculto mundo que nos rodea pasaría simplemente de largo. Fui consiente que mi mano libre aún aprisionaba la varonil así que demanera sutil deshize el gesto apenada, no quería pasar frente a sus ojos como una ostigosa recientemente confesada rebelde.–Que piensa?, A cambiado en algo su concepto de mi?–pregunté mirándole fijamente sin darle trejua o opción de esquivar mis esmeraldas, porque algo en mi me urgía saber que pensaba sobre lo dicho.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Escuchó todas y cada una de las palabras que salieron de aquellos labios a los que, a pesar de la poca luz que los alumbraba, no podía dejar de mirar. Intentaba centrarse en los ojos color miel de la joven, pero su vista se desviaba constantemente. Empezaba a comprender el humor ácido y algo confuso de la muchacha y en cuanto le contestó que toda la aventura que ansiaba era la de pasar tiempo aprendiendo a ser una buena esposa, sonrió por no hacer ruido y demostrar, al mismo tiempo, que había comprendido que lo que le decía en aquel instante no era cierto. Pero fueron sus siguientes frases las que le hicieron ampliar la mueca de su rostro, satisfecho. Aunque una sombra cruzó por su mirada cuando analizó en mayor profundidad las palabras usadas por la chica. Que específicamente hiciera mención a la luna llena se le antojó ajeno a una casualidad. Entornó la mirada, aproximándose a la rubia, tanto que su aliento bañó los belfos ajenos. -¿Qué sabes de la luna llena, Mía?- Su tono bajo, como un susurro, pero serio, apagando aquella sonrisa que hasta hacía unos segundos pintaba los labios del español. ¿Había sido algo fortuito y él lo estaba exagerando? ¿Tal vez lo decía por todos aquellos libros que leía? Recordaba haberse encontrado con una novela fantástica que hablaba sobre vampiros entre los tomos que le había llevado para entretenerlo en sus horas de aburrida soledad en la recámara en la que descansaba todos los días desde que la joven inglesa le encontrara malherido en su cocina.
Se percató que con su actitud la estaba acorralando y dio un paso hacia atrás, desviando la mirada hacia un lateral de aquel estrecho pasillo por un instante, regresándola a su compañera. -Disculpa, no pretendía… Olvida lo que te he preguntado. Salgamos de aquí.- Giró de nuevo, buscando la salida de aquel lugar. Pero era un laberinto, sin un plano o la guía de la muchacha, él no sería capaz de salir de allí, o al menos no en mucho más tiempo del que pretendía invertir en perderse en esos pasillos secretos. Incomodarla era lo último que deseaba, así que intentaba darle algo de espacio. Pero huir tampoco era la solución. Echó la mano hacia atrás y buscó la muñeca de la rubia. -Vamos a que nos dé el aire, esta humedad y oscuridad comienzan a agobiarme.- Comentó, aunque estaba acostumbrado a cuevas y lugares peores, porque lo que le sabía mal era el cambio de actitud que él había demostrado con la joven hacía tan sólo un par de minutos.
Se percató que con su actitud la estaba acorralando y dio un paso hacia atrás, desviando la mirada hacia un lateral de aquel estrecho pasillo por un instante, regresándola a su compañera. -Disculpa, no pretendía… Olvida lo que te he preguntado. Salgamos de aquí.- Giró de nuevo, buscando la salida de aquel lugar. Pero era un laberinto, sin un plano o la guía de la muchacha, él no sería capaz de salir de allí, o al menos no en mucho más tiempo del que pretendía invertir en perderse en esos pasillos secretos. Incomodarla era lo último que deseaba, así que intentaba darle algo de espacio. Pero huir tampoco era la solución. Echó la mano hacia atrás y buscó la muñeca de la rubia. -Vamos a que nos dé el aire, esta humedad y oscuridad comienzan a agobiarme.- Comentó, aunque estaba acostumbrado a cuevas y lugares peores, porque lo que le sabía mal era el cambio de actitud que él había demostrado con la joven hacía tan sólo un par de minutos.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Abrí los ojos un poco y sinceramente no se si fue por la breve cercanía o por lo extraña de su pregunta lo que me dejo con cara de idiota, porque evidentemente no fui capaz de pronunciar una respuesta, nunca habia sido buena fingiendo y la mirada seria no me daba la seguridad para contestar o decir algo que desviara la necesidad de sincerarme. Acorralada, así me sentí por un segundo, por supuesto el no paso por alto el leve titubeo que me embriago por su reacción y como era de esperarse se aparto dando un paso hacia atrás, el pasillo no daba espacio para mas era inevitable mantener una distancia que no invadiera espacio personal, solté el aire contenido una vez que este se giro dándome la espalda por un momento, sin evitar la sensación que esta vez se me fue la boca demás, así que solo fui capaz de pronunciar un leve y casi inaudible ¨si¨mientras le pasaba la vela de manera rápida.
Cuando su mano capturo mi muñeca para continuar con nuestro andar, la verdad me sentí mas tranquila ya que por un momento su reacción la sentí mas como un rechazo, no se porque, últimamente andaba de un sentido con medio mundo.
-No sera que le tiene miedo a la oscuridad?-
Dije a manera de romper aquella extraña tensión que se creo por unos segundos-Cuidado, escaleras.-murmure avisándole mientras me detenía pues sentí que habia pisado algo, no me libere de su agarre así que solo me agache un poco recogiendo del suelo una pulsera demasiado familiar, me levante mostrandole mi descubrimiento a Jeremias quien parecía no entender mi sorpresa.-Es de mi nana...pero es imposible, ella nunca usa estos pasadizos.- quizas me estaba haciendo ideas raras dejándome llevar por el ambiente que propiciaba los túneles.-Debe estarme buscando, seguro se perdió...- una tenue sonrisa disimulo mi creciente preocupación, avance pasandole por un lado al moreno con evidente inquietud de igual manera no necesitaba tanto la vela podia andar en aquel lugar con los ojos vendados después de todo en mi infancia era mi lugar de juegos, el eco de nuestras pisadas se fue haciendo mas pronunciado conforme bajábamos cada escalón y de no se por que Jeremias venia detrás mio me hubiese caído con aquel charco de agua al final de las escaleras que me provoco resbalar.
-Perdón, es que habia agu...-deje al vuelo la frase ya que mis ojos repararon que aquel liquido estaba lejos de ser agua.-Jeremias...- murmure dándole un tirón a su camisa para que confirmara lo que mis ojos estaban viendo, cuando alce la mirada la vela fue apagada por la corriente de aire provocando un escalofrió que me recorrió el cuerpo, suficientes señales para indicar que lo que debía ser un relajante paseo se habia terminado.
Cuando su mano capturo mi muñeca para continuar con nuestro andar, la verdad me sentí mas tranquila ya que por un momento su reacción la sentí mas como un rechazo, no se porque, últimamente andaba de un sentido con medio mundo.
-No sera que le tiene miedo a la oscuridad?-
Dije a manera de romper aquella extraña tensión que se creo por unos segundos-Cuidado, escaleras.-murmure avisándole mientras me detenía pues sentí que habia pisado algo, no me libere de su agarre así que solo me agache un poco recogiendo del suelo una pulsera demasiado familiar, me levante mostrandole mi descubrimiento a Jeremias quien parecía no entender mi sorpresa.-Es de mi nana...pero es imposible, ella nunca usa estos pasadizos.- quizas me estaba haciendo ideas raras dejándome llevar por el ambiente que propiciaba los túneles.-Debe estarme buscando, seguro se perdió...- una tenue sonrisa disimulo mi creciente preocupación, avance pasandole por un lado al moreno con evidente inquietud de igual manera no necesitaba tanto la vela podia andar en aquel lugar con los ojos vendados después de todo en mi infancia era mi lugar de juegos, el eco de nuestras pisadas se fue haciendo mas pronunciado conforme bajábamos cada escalón y de no se por que Jeremias venia detrás mio me hubiese caído con aquel charco de agua al final de las escaleras que me provoco resbalar.
-Perdón, es que habia agu...-deje al vuelo la frase ya que mis ojos repararon que aquel liquido estaba lejos de ser agua.-Jeremias...- murmure dándole un tirón a su camisa para que confirmara lo que mis ojos estaban viendo, cuando alce la mirada la vela fue apagada por la corriente de aire provocando un escalofrió que me recorrió el cuerpo, suficientes señales para indicar que lo que debía ser un relajante paseo se habia terminado.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Con la vela en una mano y la muñeca ajena en la otra, fue él quien emprendió camino, aunque obviamente no tenía claro el destino. Él era nuevo en el lugar, algo que incluía mucho más que aquel laberinto de pasillos, englobando también la zona, el barrio e incluso la ciudad misma. Tanto era su desconcierto y la sensación aquella que pulsaba en la parte trasera de su cabeza que ni se percató de las escaleras de las que le avisó la inglesa, deteniendo su paso con un leve tirón que hizo que, aunque algo brusco, no hizo que se zafara del agarre que Jeremías tenía sobre ella. Con la mirada siguió el gesto de la rubia al agacharse y observó el objeto que entre sus dedos se movía. Alfo no le olía bien, y eso sin saber que su nana no era habitual de su escondrijo, porque por la relación que mantenían bien podían haberlo estado usando para hablar de sus cosas a escondidas de oídos ajenos. -Nunca los usa, ¿pero sabe de su existencia?- Formuló la pregunta en voz alta, una que fue suscitada por los comentarios de la joven británica que divagaba sobre las posibilidades, sobre los motivos posibles por los que la joya de su mujer de confianza podía estar allí.
Ella avanzó, así que él fue tras ella, soltando su mano para que le resultara más fácil descender por la escalera. El lugar esa estrecho, cada vez incluso y no había barandilla, así que apoyarse en las paredes era lo más práctico, aunque tocarlas pudiera llegar a dar incluso asco. Sus reflejos evitaron que la muchacha se cayera de culo en los escalones, rodeándola con un brazo por la zona lumbar y deteniendo su bajada. La ayudó a incorporarse y en cuanto ella comenzó a disculparse, el semblante de él se ensombreció con la mirada fija en el charco de suelo, oscuro y de olor férrico. Cubrió los ojos de la joven con una mano y la atrajo hacia él, logrando que la espalda de Mía se apoyara contra su pecho. -Shh…- La vela ya no iluminaba y reinaba la oscuridad en los pasillos. La mano del cazador fue bajando hasta que el dedo índice se posó en los labios de la chica. -No hables y sitúate detrás de mí.- Le susurró en tono sumamente bajo junto al oído, meciendo su cabello con la respiración.
Descendió despacio hasta colocarse frente a ella, cubriéndola con su cuerpo para protegerla. Buscó en su bolsillo hasta dar con una pequeña caja de cerillas, mas no prendió la vela con ella, sino que únicamente encendió un pequeño fósforo para dar un rápido vistazo a su alrededor y ubicarse. -Hay un casi imperceptible camino de sangre que va hacia delante y a la derecha, ¿qué hay en esa zona?- Le preguntó a su acompañante, aquella que se conocía el lugar como la mismísima palma de su mano. Necesitaba trazar un plan por si lo que había allí no era la señora medio desangrada sino un animal o algo peor que pudiera atacarles.
Ella avanzó, así que él fue tras ella, soltando su mano para que le resultara más fácil descender por la escalera. El lugar esa estrecho, cada vez incluso y no había barandilla, así que apoyarse en las paredes era lo más práctico, aunque tocarlas pudiera llegar a dar incluso asco. Sus reflejos evitaron que la muchacha se cayera de culo en los escalones, rodeándola con un brazo por la zona lumbar y deteniendo su bajada. La ayudó a incorporarse y en cuanto ella comenzó a disculparse, el semblante de él se ensombreció con la mirada fija en el charco de suelo, oscuro y de olor férrico. Cubrió los ojos de la joven con una mano y la atrajo hacia él, logrando que la espalda de Mía se apoyara contra su pecho. -Shh…- La vela ya no iluminaba y reinaba la oscuridad en los pasillos. La mano del cazador fue bajando hasta que el dedo índice se posó en los labios de la chica. -No hables y sitúate detrás de mí.- Le susurró en tono sumamente bajo junto al oído, meciendo su cabello con la respiración.
Descendió despacio hasta colocarse frente a ella, cubriéndola con su cuerpo para protegerla. Buscó en su bolsillo hasta dar con una pequeña caja de cerillas, mas no prendió la vela con ella, sino que únicamente encendió un pequeño fósforo para dar un rápido vistazo a su alrededor y ubicarse. -Hay un casi imperceptible camino de sangre que va hacia delante y a la derecha, ¿qué hay en esa zona?- Le preguntó a su acompañante, aquella que se conocía el lugar como la mismísima palma de su mano. Necesitaba trazar un plan por si lo que había allí no era la señora medio desangrada sino un animal o algo peor que pudiera atacarles.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
–Por supuesto, solo que no tendría que haber andado por aquí, la única entrada que conoce es la de la biblioteca y dejamos un hilo rojo hasta la salida al kiosco para que no se perdiera...no me explico cómo...ella no sabía que yo estaría aqui, a todos les dije que me iba a mi habitación...– murmuré confundida porque no encontraba una explicación adecuada si se suponía que mi nana estaba en la sala atendiendo a nuestros invitados. Eso sólo dejaba incertidumbre y desconcierto en mi; el silbido del viento en aquellas paredes me causaba escalofríos y la preocupación se extendía en mí como una enredadera asfixiante. La verdad no esperaba que el español tapara mis ojos y por ello mi corazón se sobresalto, no supe si fue su tacto o el ambiente tan extrañamente tétrico que comenzaba a recrearse, le escuche atenta asintiendo a su petición. Me mantuve detrás de su espalda, la cercanía me permito embriagarme de su agradable aroma quizás romero o cedro era lo que despedia su camisa, me tranquilizó y reconfortó sin duda que su cuerpo me cubriera de manera protectora; cuando este se detuvo mis manos se posaron en cada hombro como apoyo para pararme de puntillas y con mi barbilla apenas rozando su hombro alcance a divisar como era el camino hacia ese pasillo trate de recrear en mi mente lo que había en aquella dirección pues no era un lugar que me agradara. Las mazmorras, cuando recién descubri a donde iba ese pasillo supe que no quería volver ya que el lugar era demaciado macabro siempre se oían cadenas arrastrándose y ese tipo de cosas aunque claro siendo una niña no le daba mucho crédito a mis recuerdos aunque tampoco me eh dado el tiempo de comprobar en que estado se encuentran.
–Te llevan a unos calabozos...siempre los eh evitado, no es muy agradable el ambiente de ese lugar, trato de no pasar por aquí normalmente– eso era la absoluta verdad, nunca entraba por aquí siempre usaba el pasadizo de la biblioteca o el del gran salón que me evitaban pasar por este peculiar lugar pero como esta vez no iba a entrar sola opte por usarlo. Las palabras dichas apenas fueron audibles, mientras mis dedos se apretaban un poco sobre la tela que cubrían aquellos anchos hombros, estaba comenzando a ponerme ansiosa por el camino de sangre que alcanzó a distinguir Jeremías; quería correr a rectificar que no era la sangre de Amelia la que marcaba el piso y así quise hacerlo pero el brazo varonil me detuvo. Me imaginé sientos de cosas, desde un ladrón hasta la peor de las bestias, esas imágenes me albergaron un miedo, pero no por mí si no por mí Nana y Jeremías, como protegerlos si resulta ser que un hombre no está detrás de esto, tenía que contemplar esa posibilidad–Tengo que saber si ella esta aqui...– susurré en aquel tono tan bajo e íntimo que por un momento dude si este me habia escuchado. No quería pensar que esa sangre le pertenecía, el corazón me latía con tanta fuerza y el hueco iba creciendo conforme los segundos pasaban; imposible no sentir que esto solo es el principio, era algo que el lugar gritaba.
Creo que no alcanzamos ni siquiera a doblar aquella esquina para adentrarnos al pasillo que nos llevaría a las mazmorras cuando un olor bastante desagradable me hizo dar algunas arcadas, solo pude tapar mi boca y tratar de no aspirar más de aquel aroma o en definitiva me vomitaria; quise avanzar de nuevo pero Jeremías no tenía intención de hacerlo pues se había parado en seco y cuando su mirada se topó con la mía supe que no podía ser nada bueno de inmediato le arrebate la caja con fosforos y encendí uno a un cuando esté intento frenarme. Quedé helada, no pude pronunciar ninguna palabra simplemente cuando la oscuridad volvió me refugie con fuerza en el pecho ajeno negando con la cabeza como si eso pudiera deshacer aquello. –No puede ser ella...– Dejé de escuchar, solo oía un pitido llenar mi audición alze el rostro por demanda del moreno y solo veía como este movía los labios con mirada alterada, su brazo jalo el mío llevándonos devuelta por el camino que ya habíamos recorrido. Mi visión era lenta, no quería irme sin mi nana e intente frenar el paso pero una vez más el español no me lo permitió solo veía como movía los labios mientras tiraba de mi, me deje llevar hasta que terminamos de subir las escaleras, como si el estuviera lejos le escuche pronunciar mi nombre mientras sacudía mis hombros con un poco de energía.
–Su ropa...no era lo que traía esta noche. Si mi nana...falleció quien está con mi familia en este momento...– pensé en voz alta, al reparar en ese detalle. Frío, fue lo que senti, las lágrimas no me dejaban ver y de poco aquel pitido fue desvaneciéndose permitiendo recuperar la audición. Al fondo de la escaleras se escucharon unos pasos, me gire viendo a Jeremías y rápida busque aquella palanca para que el muro se deslizara y salir de aquel lugar ya a estas alturas no importaba si me veían con Jeremías cuando alguien nos estaba siguiendo, tome aire abordando el corredor de los empleados que para mi sorpresa no estaba iluminado.
–Debemos...debemos...– mi labios temblaban, no entendía nada, me parecía una pesadilla...un mal sueño. Disparos y gruñidos? , Si eso fue lo que se oía, mi visión se enfocó y justo a unos metros pude ver la sombra de un cuerpo tendido en el suelo y encima de este había alguien que cuando se dió cuenta de nuestra presencia alzó el rostro regalandonos una mirada carmesí...
–Te llevan a unos calabozos...siempre los eh evitado, no es muy agradable el ambiente de ese lugar, trato de no pasar por aquí normalmente– eso era la absoluta verdad, nunca entraba por aquí siempre usaba el pasadizo de la biblioteca o el del gran salón que me evitaban pasar por este peculiar lugar pero como esta vez no iba a entrar sola opte por usarlo. Las palabras dichas apenas fueron audibles, mientras mis dedos se apretaban un poco sobre la tela que cubrían aquellos anchos hombros, estaba comenzando a ponerme ansiosa por el camino de sangre que alcanzó a distinguir Jeremías; quería correr a rectificar que no era la sangre de Amelia la que marcaba el piso y así quise hacerlo pero el brazo varonil me detuvo. Me imaginé sientos de cosas, desde un ladrón hasta la peor de las bestias, esas imágenes me albergaron un miedo, pero no por mí si no por mí Nana y Jeremías, como protegerlos si resulta ser que un hombre no está detrás de esto, tenía que contemplar esa posibilidad–Tengo que saber si ella esta aqui...– susurré en aquel tono tan bajo e íntimo que por un momento dude si este me habia escuchado. No quería pensar que esa sangre le pertenecía, el corazón me latía con tanta fuerza y el hueco iba creciendo conforme los segundos pasaban; imposible no sentir que esto solo es el principio, era algo que el lugar gritaba.
Creo que no alcanzamos ni siquiera a doblar aquella esquina para adentrarnos al pasillo que nos llevaría a las mazmorras cuando un olor bastante desagradable me hizo dar algunas arcadas, solo pude tapar mi boca y tratar de no aspirar más de aquel aroma o en definitiva me vomitaria; quise avanzar de nuevo pero Jeremías no tenía intención de hacerlo pues se había parado en seco y cuando su mirada se topó con la mía supe que no podía ser nada bueno de inmediato le arrebate la caja con fosforos y encendí uno a un cuando esté intento frenarme. Quedé helada, no pude pronunciar ninguna palabra simplemente cuando la oscuridad volvió me refugie con fuerza en el pecho ajeno negando con la cabeza como si eso pudiera deshacer aquello. –No puede ser ella...– Dejé de escuchar, solo oía un pitido llenar mi audición alze el rostro por demanda del moreno y solo veía como este movía los labios con mirada alterada, su brazo jalo el mío llevándonos devuelta por el camino que ya habíamos recorrido. Mi visión era lenta, no quería irme sin mi nana e intente frenar el paso pero una vez más el español no me lo permitió solo veía como movía los labios mientras tiraba de mi, me deje llevar hasta que terminamos de subir las escaleras, como si el estuviera lejos le escuche pronunciar mi nombre mientras sacudía mis hombros con un poco de energía.
–Su ropa...no era lo que traía esta noche. Si mi nana...falleció quien está con mi familia en este momento...– pensé en voz alta, al reparar en ese detalle. Frío, fue lo que senti, las lágrimas no me dejaban ver y de poco aquel pitido fue desvaneciéndose permitiendo recuperar la audición. Al fondo de la escaleras se escucharon unos pasos, me gire viendo a Jeremías y rápida busque aquella palanca para que el muro se deslizara y salir de aquel lugar ya a estas alturas no importaba si me veían con Jeremías cuando alguien nos estaba siguiendo, tome aire abordando el corredor de los empleados que para mi sorpresa no estaba iluminado.
–Debemos...debemos...– mi labios temblaban, no entendía nada, me parecía una pesadilla...un mal sueño. Disparos y gruñidos? , Si eso fue lo que se oía, mi visión se enfocó y justo a unos metros pude ver la sombra de un cuerpo tendido en el suelo y encima de este había alguien que cuando se dió cuenta de nuestra presencia alzó el rostro regalandonos una mirada carmesí...
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Notaba el miedo recorrer el cuerpo de la rubia, porque aunque ella no se percatara, temblaba ligeramente, como una diminuta hoja de un joven árbol creciente, siendo mecida por el helador frío invernal de los Pirineos. Los orbes del cazador se oscurecieron, adaptándose mejor a la oscuridad, obviamente no era capaz de vez como lo haría un gato, pero con años de entrenamiento tenía una visión mucho mejor que la de cualquier hombre normal. Los susurros de la inglesa rozaron su oreja con una calidez que le sobrecogió de algún modo, pero fueron sus palabras y el aroma que alcanzó sus fosas nasales lo que le pusieron aún más alerta. Mía insistió en avanzar, empeñada en descubrir si su nana estaba o no más adelante, en si la sangre era suya. Pero el español se lo impidió en reiteradas ocasiones, sobretodo porque el hedor le decía que de ser ella la causa de aquel charco, no llevaba allí únicamente un rato, al menos hacía dos días que eso que destilaba semejante peste, que a cada paso que daban aumentaba, se estaba descomponiendo en aquellos pasillos, en aquellos calabozos.
La británica le quitó la caja de cerillas a Jeremías y prendió una, lo que destapó aquello que el conde ya sabía, porque había sacado sus propias deducciones, y dejó helada a la muchacha que se apretó contra él, intentando ocultar su dolor, su temor y su grito. La rodeó con los brazos, intentando reconfortar algo que sabía era muy complicado de eliminar, pues aquella imagen quedaría grabada para siempre en el recuerdo de la joven Bélanger. -Tenemos que irnos.- Le susurró al oído y sujetó a la rubia del brazo para guiarla por el mismo camino que habían recorrido hasta alcanzar aquel punto. Ella se debatía, quería quedarse allí con aquella mujer que la había cuidado y visto crecer, pero no podían. Lo que fuera que hubiese acabado con ella, estaba cerca. Tenían que largarse de inmediato, ya habría tiempo para velatorios y llantos cuando Mía estuviera a salvo. Estaba seguro que aquella difunta mujer estaría de acuerdo con él. Pronto la muchacha se dio cuenta de lo mismo que él, aunque ambos habían alcanzado la conclusión a través de distintas pistas. Lo peor de todo, era que solamente existían dos tipos de criaturas capaces de adoptar la apariencia de otro ser humano: Poderosos hechiceros y los nosferatu. Esperaba que se tratara de lo primero o estarían en serios problemas, porque aunque achacados por la edad, los últimos eran sumamente poderosos y muy difíciles de vencer, más aún de matar.
Algo sonó a sus espaldas, lo que hizo que el cazador apremiara su paso. Lo primordial era sacar a la inglesa de allí y luego él enfrentaría al sujeto a solas, sin poner en peligro la vida de la joven. Sin embargo, cuando regresaron al domicilio, comprobó que no había un sólo ser allí, sino mínimo dos, aquel que resoplaba por los pasillos laberínticos del sótano secreto y el ser de ojos rojizos que les observaba desde el salón, sobre la última víctima de sus actos. Ese destello le delataba como vampiro, lo que hacía decantar peligrosamente la balanza hacia un nosferatu. Rápidamente se interpuso entre la chica y el sujeto. -¿Qué es lo que andas buscando?- Espetó el español, desafiando a la criatura con sus orbes azules como el océano. El individuo se irguió al completo y dio un paso al frente, dejando que la luz de la luna bañara su perfil, marcando sus pálidos pómulos, sus labios teñidos de carmesí, linfas que se deslizaban por su espigado mentón hasta gotear en el suelo. El cuerpo de Jeremías se tensó, ansiaba proteger a la británica, pero estaba desarmado y su mejor opción era darle tiempo a ella para huir de la casa. Giró un poco la cabeza, sin dejar de observar a la criatura que parecía oscilar ligeramente de un lado al otro al tiempo en que emitía un extraño sonido con la lengua, como un grillo. -Cuando te diga, echa a correr por el pasillo de la derecha y sal por la ventana de la cocina.- Le susurró casi sin despegar los labios, esperando que eso bastara para que el cainita no se los leyera o, al menos, no le entendiera.
La británica le quitó la caja de cerillas a Jeremías y prendió una, lo que destapó aquello que el conde ya sabía, porque había sacado sus propias deducciones, y dejó helada a la muchacha que se apretó contra él, intentando ocultar su dolor, su temor y su grito. La rodeó con los brazos, intentando reconfortar algo que sabía era muy complicado de eliminar, pues aquella imagen quedaría grabada para siempre en el recuerdo de la joven Bélanger. -Tenemos que irnos.- Le susurró al oído y sujetó a la rubia del brazo para guiarla por el mismo camino que habían recorrido hasta alcanzar aquel punto. Ella se debatía, quería quedarse allí con aquella mujer que la había cuidado y visto crecer, pero no podían. Lo que fuera que hubiese acabado con ella, estaba cerca. Tenían que largarse de inmediato, ya habría tiempo para velatorios y llantos cuando Mía estuviera a salvo. Estaba seguro que aquella difunta mujer estaría de acuerdo con él. Pronto la muchacha se dio cuenta de lo mismo que él, aunque ambos habían alcanzado la conclusión a través de distintas pistas. Lo peor de todo, era que solamente existían dos tipos de criaturas capaces de adoptar la apariencia de otro ser humano: Poderosos hechiceros y los nosferatu. Esperaba que se tratara de lo primero o estarían en serios problemas, porque aunque achacados por la edad, los últimos eran sumamente poderosos y muy difíciles de vencer, más aún de matar.
Algo sonó a sus espaldas, lo que hizo que el cazador apremiara su paso. Lo primordial era sacar a la inglesa de allí y luego él enfrentaría al sujeto a solas, sin poner en peligro la vida de la joven. Sin embargo, cuando regresaron al domicilio, comprobó que no había un sólo ser allí, sino mínimo dos, aquel que resoplaba por los pasillos laberínticos del sótano secreto y el ser de ojos rojizos que les observaba desde el salón, sobre la última víctima de sus actos. Ese destello le delataba como vampiro, lo que hacía decantar peligrosamente la balanza hacia un nosferatu. Rápidamente se interpuso entre la chica y el sujeto. -¿Qué es lo que andas buscando?- Espetó el español, desafiando a la criatura con sus orbes azules como el océano. El individuo se irguió al completo y dio un paso al frente, dejando que la luz de la luna bañara su perfil, marcando sus pálidos pómulos, sus labios teñidos de carmesí, linfas que se deslizaban por su espigado mentón hasta gotear en el suelo. El cuerpo de Jeremías se tensó, ansiaba proteger a la británica, pero estaba desarmado y su mejor opción era darle tiempo a ella para huir de la casa. Giró un poco la cabeza, sin dejar de observar a la criatura que parecía oscilar ligeramente de un lado al otro al tiempo en que emitía un extraño sonido con la lengua, como un grillo. -Cuando te diga, echa a correr por el pasillo de la derecha y sal por la ventana de la cocina.- Le susurró casi sin despegar los labios, esperando que eso bastara para que el cainita no se los leyera o, al menos, no le entendiera.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
Ante mi estupor el cuerpo varonil me cubrió dándome la espalda, resguardandome de la visión de aquel ser que producía un ruido totalmente desagradable con la lengua, por instinto mi mano derecha busco enredar sus dedos con los ajenos mientras mi mejilla húmeda por un momento mantuvo contacto con la tela de su camisa. Sentí como todo el cuerpo de Jeremías se sostuvo tenso y alerta, yo sabía perfectamente que era aquel ser, había visto esos mismos ojos en mis peores pesadillas después de descubrir que nuestra existencia era debil, pero eso no quería decir que el lo supiera después de todo no era lo mismo cazar osos a vampiros, tenía que decirle a que se enfrentaba. Una pregunta que no fue contestada bailo en el silbido extraño de aquellos labios frios mientras mis dedos se apretaba más a los del Español, que haríamos?, Correr no era una opción cuando aquel gozaba de habilidades que sobrepasaban las humanas, no teníamos oportunidad o si?
–No es humano...–
Susurre dejando que un remolino de imágenes se agolparan de un tirón en mi memoria, había estado tan cerca de esos seres con antelación que al ver esos orbes color rubi gritar por sangre, no pude evitar congelarme por lo que pareció una eternidad, el frío se apoderó de mí pecho e inclusive parecía que mis piernas se habían dormido al no obedecer mis deseos pues tuve el instinto de querer proteger al español al ver que este avanzaba lento, provocando a Jeremías, y yo simplemente eche raíz detrás de el, inoportunamente de nuevo sentía ese eco en mi cabeza martillando con fuerza, estaba mareada por tanta información debatiendose en mi interior buscando algo que en aquellas noches de lectura pudiera ayudarme, hasta que el susurro varonil me devolvio al presente. Le mire como si estuviera loco mi mano atada a la suya subio apretando su brazo con ímpetu reclamando por el, con un pavor evidente por lo que me estaba pidiendo ya que en ningún momento dijo que me alcanzaría...
– Y tu?–
Murmuré con incertidumbre de solo imaginar lo que le pudiera pasar por darme el tiempo para salir de esta locura. No hubo tiempo de que este me respondiera ya que el piso comenzó a vibrar y la pared que daba al pasadizo también lo hizo, provocando la risa del vampiro mientras tallaba su barbilla como si aquello fuera lo más divertido.
«Todo será más fácil si cooperas pequeña Mía...asi que ven»
La voz sono tan lasciva mientras nos barria con la mirada a pesar que estaba oculta detrás del cazador, me desconcertó tanto oírlo en mis pensamientos que retrocedi unos pasos alejandome de Jeremías hasta que en un pestañeo la pared se rompió provocando que todo se llenará del polvo que soltó el material, no hubo oportunidad de reaccionar todo sucedió tan rápido; lo que salió del enorme orificio se abalanzó encontrá del español que era el que estaba más cerca impactandolo contra la mesita decorativa, oí el jarrón impactar contra el suelo al igual que la mesa crujir.– Jeremías!!!– grite exaltada, entre tanto polvo levantado era difícil la visión lo cual el vampiro que oí en mi cabeza aprovecho moviéndose tan rápido para arrinconarme contra la pared alzando mis brazos con una sola mano mientras yo luchaba en vano por soltarme.
–Eso es, llora...–
Su lengua fría recorrió mi mejilla limpiando las lágrimas que no había sentido deslizarse por mi piel. Gire mi rostro impotente intentando que me dejara, sin poder controlar el temblor de mis labios, la fuerza en el agarre me impidió seguir luchando pues me inmovilizo tan fácil...
–No es humano...–
Susurre dejando que un remolino de imágenes se agolparan de un tirón en mi memoria, había estado tan cerca de esos seres con antelación que al ver esos orbes color rubi gritar por sangre, no pude evitar congelarme por lo que pareció una eternidad, el frío se apoderó de mí pecho e inclusive parecía que mis piernas se habían dormido al no obedecer mis deseos pues tuve el instinto de querer proteger al español al ver que este avanzaba lento, provocando a Jeremías, y yo simplemente eche raíz detrás de el, inoportunamente de nuevo sentía ese eco en mi cabeza martillando con fuerza, estaba mareada por tanta información debatiendose en mi interior buscando algo que en aquellas noches de lectura pudiera ayudarme, hasta que el susurro varonil me devolvio al presente. Le mire como si estuviera loco mi mano atada a la suya subio apretando su brazo con ímpetu reclamando por el, con un pavor evidente por lo que me estaba pidiendo ya que en ningún momento dijo que me alcanzaría...
– Y tu?–
Murmuré con incertidumbre de solo imaginar lo que le pudiera pasar por darme el tiempo para salir de esta locura. No hubo tiempo de que este me respondiera ya que el piso comenzó a vibrar y la pared que daba al pasadizo también lo hizo, provocando la risa del vampiro mientras tallaba su barbilla como si aquello fuera lo más divertido.
«Todo será más fácil si cooperas pequeña Mía...asi que ven»
La voz sono tan lasciva mientras nos barria con la mirada a pesar que estaba oculta detrás del cazador, me desconcertó tanto oírlo en mis pensamientos que retrocedi unos pasos alejandome de Jeremías hasta que en un pestañeo la pared se rompió provocando que todo se llenará del polvo que soltó el material, no hubo oportunidad de reaccionar todo sucedió tan rápido; lo que salió del enorme orificio se abalanzó encontrá del español que era el que estaba más cerca impactandolo contra la mesita decorativa, oí el jarrón impactar contra el suelo al igual que la mesa crujir.– Jeremías!!!– grite exaltada, entre tanto polvo levantado era difícil la visión lo cual el vampiro que oí en mi cabeza aprovecho moviéndose tan rápido para arrinconarme contra la pared alzando mis brazos con una sola mano mientras yo luchaba en vano por soltarme.
–Eso es, llora...–
Su lengua fría recorrió mi mejilla limpiando las lágrimas que no había sentido deslizarse por mi piel. Gire mi rostro impotente intentando que me dejara, sin poder controlar el temblor de mis labios, la fuerza en el agarre me impidió seguir luchando pues me inmovilizo tan fácil...
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
La muchacha había deducido hábilmente que no se trataba de un ser humano. Podría haber sido un loco escapado del sanatorio, un asesino despiadado, un sádico. Un caníbal que se alimentara de la carne de otras personas. Pero no, aquel fulgor en sus ojos, el rojo rubí brillante, delataba que aquel ser no era de este mundo o, mejor dicho, no debería permanecer en él.
La pregunta de la rubia fue sólo un susurro, pero antes de que el cazador pudiera instarla a salir corriendo sin poner en duda sus palabras, el suelo tembló como si de un terremoto se tratara. Quiso, de nuevo, proteger a chica, pero ésta, presa del pánico, en vez de resguardarse en él, dio varios pasos, alejándose. -¡Mía!- El español giró para recuperar la cercanía con la joven, pero era demasiado tarde, porque un ser apareció quebrando el muro que daba a los pasillos húmedos y oscuros, un engendro que se abalanzó contra él, tirándole al suelo a pesar de la resistencia que él interpuso con sus pies casi arañando el suelo enfundados en las botas de cuero.
Mientras él se debatía por sacarse a la maldita criatura de encima, el nosferatu rodeó a la inglesa con su brazo, atrayéndola, bañándola en su asqueroso aliento. Jeremías la buscó con la mirada bajo los jadeos de la bestia, sintiendo las gotas ácidas de su saliva caer sobre su barba. -¡Suéltala, desgraciado!- Parecía no prestar atención a su propia lucha, sin embargo, estaba siendo astuto a su manera. Mientras con su voz y orbes se centraba en el que mandaba y su presa, usaba el brazo derecho para presionar la yugular del monstruo, evitando con toda su fuerza que los dientes de éste se hundieran en su mejilla. Pero, de manera oculta y sin que nadie se percatara, su zurda andaba buscando una daga de plata oculta en la pernera de su pantalón. -Quita tus sucias manos de la chica.- Gruñó, aún mirando al vampiro milenario. La fiera rugía contra su rostro, le apestaba con su aliento, le calcinaba con sus babas y le aplastaba bajo su excesivo peso. Era complicado moverse, más aún hacerlo con sigilo, sin que descubrieran sus intenciones hasta que fuera demasiado tarde. Pero para vencer debía ceder, buscar un punto ciego del animal. En parte estaba cansado, su herida recién había sanado. Así que dejó una abertura que el monstruo no desaprovechó. Con ferocidad hincó sus amarillentos dientes en el hombro del cazador, perforando piel, músculo e incluso resquebrajando el hueso de la clavícula. Fue entonces, justo cuando la sangre comenzó a brotar que en un movimiento brusco y tosco, pero firme, arremetió con el puñal contra el ojo del ser, ayudado por un golpe de la palma de su diestra, porque el brazo izquierdo era el que estaba siendo atacado por la bestia. La hoja de hundió rápidamente al principio, atravesando el glóbulo ocular como si fuera mantequilla, pero se complicó la cosa al llegar a la membrana que recubría el cerebro del engendro, porque no era un cráneo normal, como el de un humano o un animal corriente, con esos hubiese sido sencillo acabar con él al atacar por ese flanco. El monstruo se resistió, devolvió el ataque con un zarpazo en el muslo de Jeremías al intentar apartarse de él, buscando espacio, una escapatoria.
La pregunta de la rubia fue sólo un susurro, pero antes de que el cazador pudiera instarla a salir corriendo sin poner en duda sus palabras, el suelo tembló como si de un terremoto se tratara. Quiso, de nuevo, proteger a chica, pero ésta, presa del pánico, en vez de resguardarse en él, dio varios pasos, alejándose. -¡Mía!- El español giró para recuperar la cercanía con la joven, pero era demasiado tarde, porque un ser apareció quebrando el muro que daba a los pasillos húmedos y oscuros, un engendro que se abalanzó contra él, tirándole al suelo a pesar de la resistencia que él interpuso con sus pies casi arañando el suelo enfundados en las botas de cuero.
Mientras él se debatía por sacarse a la maldita criatura de encima, el nosferatu rodeó a la inglesa con su brazo, atrayéndola, bañándola en su asqueroso aliento. Jeremías la buscó con la mirada bajo los jadeos de la bestia, sintiendo las gotas ácidas de su saliva caer sobre su barba. -¡Suéltala, desgraciado!- Parecía no prestar atención a su propia lucha, sin embargo, estaba siendo astuto a su manera. Mientras con su voz y orbes se centraba en el que mandaba y su presa, usaba el brazo derecho para presionar la yugular del monstruo, evitando con toda su fuerza que los dientes de éste se hundieran en su mejilla. Pero, de manera oculta y sin que nadie se percatara, su zurda andaba buscando una daga de plata oculta en la pernera de su pantalón. -Quita tus sucias manos de la chica.- Gruñó, aún mirando al vampiro milenario. La fiera rugía contra su rostro, le apestaba con su aliento, le calcinaba con sus babas y le aplastaba bajo su excesivo peso. Era complicado moverse, más aún hacerlo con sigilo, sin que descubrieran sus intenciones hasta que fuera demasiado tarde. Pero para vencer debía ceder, buscar un punto ciego del animal. En parte estaba cansado, su herida recién había sanado. Así que dejó una abertura que el monstruo no desaprovechó. Con ferocidad hincó sus amarillentos dientes en el hombro del cazador, perforando piel, músculo e incluso resquebrajando el hueso de la clavícula. Fue entonces, justo cuando la sangre comenzó a brotar que en un movimiento brusco y tosco, pero firme, arremetió con el puñal contra el ojo del ser, ayudado por un golpe de la palma de su diestra, porque el brazo izquierdo era el que estaba siendo atacado por la bestia. La hoja de hundió rápidamente al principio, atravesando el glóbulo ocular como si fuera mantequilla, pero se complicó la cosa al llegar a la membrana que recubría el cerebro del engendro, porque no era un cráneo normal, como el de un humano o un animal corriente, con esos hubiese sido sencillo acabar con él al atacar por ese flanco. El monstruo se resistió, devolvió el ataque con un zarpazo en el muslo de Jeremías al intentar apartarse de él, buscando espacio, una escapatoria.
Jeremías de Olivares- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 05/11/2017
Re: Refugio inesperado // Privado - Mía Belanger
El aroma putrido llenaba mis pulmones y las manos frías que me aprisionaban se sentían ásperas, no podía parar de sollozar de impotencia al no poder hacer nada contra aquel que me retenía y aún pese a mis inutiles intentos su lengua seguía marcando la piel de mi rostro bajando lentamente hasta mi cuello para detenerse a la mitad de mi hombro, chupando la piel de manera lasciva. Sabía que sería lo siguiente, no me moví, dejé de luchar, quizás debido a que mi preocupación no estaba en mi destino si no en el del hombre que se debatía con aquella bestia, oí el rugido del animal y conste con mis propios ojos las heridas que le estaba ocasionando...tanto fue mi miedo por la seguridad de Jeremías que no fui conciente en que punto aquellos afilados colmillos atravesaron mi piel, no salió ningún grito de mis labios, aún a pesar de la presión del cuerpo ajeno que me moldeaba a su antojo para mejor deleite. No sé porque, pero la ingesta no duró ni dos segundos cuando aquel inmortal se separó de mi con violencia limpiando mi sangre de su boca mientras maldecia.
–Maldita bruja!!!–
Por inercia mi mano fue a dar donde tenía la herida y confundida en totalidad observé cómo a este le salía humo por la boca llevándose las garras a la garganta, mi sangre le quemaba?, No lo sabía con certeza pero sin duda era algo que debía aprovechar, así que sin pensarlo mucho me quite una zapatilla lanzandola justo en la cabeza de aquel animal que tenía acorralado al moreno, surtió efecto pues a pesar de tener el rostro ensangrentado sin duda volteo a mi dirección rugiendo con aquella daga clavada en ojo, bien tenía su atención y la tuve aun más cuando le lance el otro par, le estaba dando oportunidad a Jeremías. Un rugido más, tuve la intención de correr pero el aún agonizante vampiro me tomo con fuerza del brazo lanzándome al suelo, dolió, mi cabeza rebotó con fuerza en el frío piso.
–Veamos que pasa si te devora...–La voz del horrible ser salió afónica y rasposa, cuando menos pensé mi rostro se veía manchado por la sangre que escurría el animal, cerré los ojos con fuerza, esperando algo que no sucedió pues disparos se oyeron solo sentí que un arma era lanza por el piso en dirección a Jeremías y un tirón que me levanto antes de que la bestia muerta me cayera encima, los brazos que me aprisionaron me eran demasiado conocidos.
– Tranquila...estas bien? Déjame ver esa mordida– murmuró Henry, uno de mis hermanos, por fortuna no estaba solo ya que detras de el venian Nilton y Steve, el último fue el que le lanzó el arma a Jeremías. Puso una de sus manos sobre mí y la herida comenzó a cerrar tras unas palabras que no entendí, le mire sorprendida.– Habrá tiempo de explicar después, quien es el, lo conoces ?– No lo pensé dos veces cuando señaló al moreno, pues corte la distancia.
–Jeremias...– murmure olvidando que estaba herido pues le envolví con mis delgados brazos, fue hasta entonces que oí su quejido que le solté, tenía demasiado comprometido el hombro izquierdo. Nilton se acercó y vociferando un tosco "Puedo?" Inspeccionó la herida expuesta en el cazador.
–Esta fracturado Henry, no lo podrás curar con un hechizo, una posion quizás, llevas contigo?– dijo girando a ver a nuestro hermano.
– No, pero en Rockford tengo. Le curarán cuando lleguen, este lugar no es seguro aún estamos siendo atacados y ese nosferatu va a volver solo está herido, una vez que en su cuerpo no haya rastro de belladonna regresara. Nuestra prioridad era encontrarte y me alegro que estés bien en medida–lo último nos lo dijo viéndonos a mí y al cazador cavilando en nuestra extraña cercania, le mire confundida sin tomar importancia a su escrutinio pues de todo lo que dijo solo identifique el nombre del antiguo castillo perteneciente a la familia de mi madre, que no estába abandonado? Pestañee sin entender mucho, manteniendome como un imán a lado del español aún tenía lágrimas escurridizas en el rostro y estaba luchando fervientemente para no desmoronarme, me enfoque en detener el sangrado con tirones de la tela de mi vestido mientras mi mano temblaban.
–Les dijo que buscaba? Supieron como entró? – aunque la pregunta la hizo en plural su mirada estaba puesta en el español.
–Maldita bruja!!!–
Por inercia mi mano fue a dar donde tenía la herida y confundida en totalidad observé cómo a este le salía humo por la boca llevándose las garras a la garganta, mi sangre le quemaba?, No lo sabía con certeza pero sin duda era algo que debía aprovechar, así que sin pensarlo mucho me quite una zapatilla lanzandola justo en la cabeza de aquel animal que tenía acorralado al moreno, surtió efecto pues a pesar de tener el rostro ensangrentado sin duda volteo a mi dirección rugiendo con aquella daga clavada en ojo, bien tenía su atención y la tuve aun más cuando le lance el otro par, le estaba dando oportunidad a Jeremías. Un rugido más, tuve la intención de correr pero el aún agonizante vampiro me tomo con fuerza del brazo lanzándome al suelo, dolió, mi cabeza rebotó con fuerza en el frío piso.
–Veamos que pasa si te devora...–La voz del horrible ser salió afónica y rasposa, cuando menos pensé mi rostro se veía manchado por la sangre que escurría el animal, cerré los ojos con fuerza, esperando algo que no sucedió pues disparos se oyeron solo sentí que un arma era lanza por el piso en dirección a Jeremías y un tirón que me levanto antes de que la bestia muerta me cayera encima, los brazos que me aprisionaron me eran demasiado conocidos.
– Tranquila...estas bien? Déjame ver esa mordida– murmuró Henry, uno de mis hermanos, por fortuna no estaba solo ya que detras de el venian Nilton y Steve, el último fue el que le lanzó el arma a Jeremías. Puso una de sus manos sobre mí y la herida comenzó a cerrar tras unas palabras que no entendí, le mire sorprendida.– Habrá tiempo de explicar después, quien es el, lo conoces ?– No lo pensé dos veces cuando señaló al moreno, pues corte la distancia.
–Jeremias...– murmure olvidando que estaba herido pues le envolví con mis delgados brazos, fue hasta entonces que oí su quejido que le solté, tenía demasiado comprometido el hombro izquierdo. Nilton se acercó y vociferando un tosco "Puedo?" Inspeccionó la herida expuesta en el cazador.
–Esta fracturado Henry, no lo podrás curar con un hechizo, una posion quizás, llevas contigo?– dijo girando a ver a nuestro hermano.
– No, pero en Rockford tengo. Le curarán cuando lleguen, este lugar no es seguro aún estamos siendo atacados y ese nosferatu va a volver solo está herido, una vez que en su cuerpo no haya rastro de belladonna regresara. Nuestra prioridad era encontrarte y me alegro que estés bien en medida–lo último nos lo dijo viéndonos a mí y al cazador cavilando en nuestra extraña cercania, le mire confundida sin tomar importancia a su escrutinio pues de todo lo que dijo solo identifique el nombre del antiguo castillo perteneciente a la familia de mi madre, que no estába abandonado? Pestañee sin entender mucho, manteniendome como un imán a lado del español aún tenía lágrimas escurridizas en el rostro y estaba luchando fervientemente para no desmoronarme, me enfoque en detener el sangrado con tirones de la tela de mi vestido mientras mi mano temblaban.
–Les dijo que buscaba? Supieron como entró? – aunque la pregunta la hizo en plural su mirada estaba puesta en el español.
Mía Belanger- Humano Clase Alta
- Mensajes : 155
Fecha de inscripción : 16/03/2017
Localización : Seguro en un nuevo problema
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Página 3 de 4. • 1, 2, 3, 4
Temas similares
» En sus manos esta mi refugio [Privado]
» Refugio para una noche de lluvia (Privado)
» Encuentro Inesperado [Privado]
» Un mensaje inesperado (Privado)
» Reencuentro inesperado [Privado]
» Refugio para una noche de lluvia (Privado)
» Encuentro Inesperado [Privado]
» Un mensaje inesperado (Privado)
» Reencuentro inesperado [Privado]
Página 3 de 4.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour