You Can’t Repeat the Past → Privado

por **Baldassare Donizetti** Miér Oct 28, 2015 10:22 pm

“‘I wouldn't ask too much of her,’ I ventured. ‘You can't repeat the past.’
‘Can't repeat the past?’ He cried incredulously. ‘Why of course you can!’
He looked around him wildly, as if the past were lurking here in the shadow of his house, just out of reach of his hand.”
— F. Scott Fitzgerald, The Great Gatsby

Decir que había buscado durante largo tiempo alguien apto para esa labor, era quedarse corto. Baldassare era bastante ideático cuando algo tan importante para él se instalaba como prioridad en su cabeza. Constantemente insatisfecho, complacerlo resultaba imposible. Por supuesto, al final, tenía que ser alguien como el joven vampiro que tenía enfrente. Lo observaba escudriñándolo como si con los orbes azules pudiera desnudarlo, no sólo de sus ropas, sino de su secretos también. Como si pudiera abrirle el pecho y manosearle el alma y el corazón. Después de un rato de estudiarlo, llegó a la conclusión de que le podía servir como modelo también; era apuesto y tenía rasgos muy particulares. Y era ahí donde pisaba una linde peligrosa.

Si Ionel fue el candidato que más lo convenció fue por una razón. En realidad fueron varias, pero una preponderaba por sobre las demás. Era un neófito cuyo sire no se había hecho cargo de él y eso le hablaba en un idioma íntimo y doloroso. Aparte, le gustaba el arte, eso ya lo hacía resistente a las excentricidades de un artista como él. Pero hacerlo su modelo, como Cato había hecho con él era tratar de ataviarlo con su propio pretérito. Parpadeó y se acomodó en la silla.

—¿Qué te parece? —Preguntó con voz amable. Estiró una mano y sirvió vino en las copas puestas sobre el escritorio que los dividía—. Esta es mi casa, no te obligaré a vivir aquí pero… yo lo recomendaría. Como puedes notar es un tanto inaccesible, además que puedo tener alguna solicitud a mitad del día, mientras las cortinas nos protegen del sol, o a mitad de la noche —se encogió de un hombro. La vieja y lóbrega casona estaba en medio de la espesura del bosque y sólo cocheros que conocían el camino llegaban seguros.

Tenerlo ahí a su lado le aseguraba que cada capricho fuera cumplido. Los primeros días serían difíciles, pero confiaba en el muchacho, que en apariencia era como de su edad. Y también, de ese modo podría cerciorarse de que un vampiro tan novel no estuviera abandonado a su suerte por París. No estaba seguro si el papel de mentor le sentaría bien, pero qué se le podía hacer.

Hace días que se conocieron. Entablaron agitadas conversaciones sobre arte y sobre la vida. En un impulso, Baldassare le explicó su predicamento y Ionel pareció un candidato adecuado. Ahora ahí estaban, en medio de una noche sin luna, llegando a los términos de su sociedad. El más viejo de los vampiros no era tan injusto como a veces daba la impresión. Podía ceder bastante si sabías cómo tratarlo y si le convenía, sobre todo. Y este era el caso.

por **Dougal Scrymgeour** Jue Oct 29, 2015 2:43 pm

You Can’t Repeat the Past

Ensimismado en aquellos lúgubres lugares en su mente, inhóspitos inclusive cuando se mostraba distraído, soñador, distante de su áspera y actual rutina. Posiblemente cualquier otro inmortal renegaría de su pasado, tomando en cuenta la tiranía de su padre y la precipitada conversión que le había otorgado ahora su nuevo don, sin embargo resultaba una tarea casi imposible para Ionel. Su carácter afable le jugaba en contra si se hablaba de lazos familiares. No le podían pedir eso de forma repentina, el rostro de su progenitora quien siempre fue tan atenta y amorosa con él, aún las expresiones de Slava y el coronel seguían siendo cálidas cada vez que reparaba en sus años como infante. ¿Era posible que de un momento a otro las cosas cambiaran en demasía? ¿Cómo puede ser tan caprichoso el destino? Nacido en noble cuna y ahora ¿Qué quedaba de eso? Nada. Tan solo ahora tinieblas. Tuvo que sucumbir y adular el final para poder renacer, no tenía alternativa, pues de algún modo su transformación involuntaria le concedía una nueva oportunidad o una maldición, según el juicio que el joven decidiera tomar.

Bastaron un par de segundos para que de manera abrupta despertara de su ensueño. No había notado en lo más mínimo el transcurrir de las horas que sin remedio alguno se encaminaban hacia una muerte segura al compás de las manecillas, cuyo sonido apenas cubría de manera discreta la distancia entre ambas siluetas. Se mantuvo estático en un inicio, no fue sino en un acto reflejo que llevó su mano hacia la copa ofrecida por la diestra del joven que ahora estaba frente a él tratando de asegurarse que dichas oraciones fueran comprendidas por el neófito.

—Creo, que es un trato justo— espetó en un susurro —Después de todo es un honor para mí poder compartir la grandeza de que el arte significa para ambos—

Su mirada se mantuvo fija en los orbes ajenos, cristalinos e hipnóticos pero a su vez peligrosos si se sumergía con profundidad en ellos. Sonrió apenas tras analizar lo que el hombre explicaba. Poseía el talento para hacerse de bienes propios, incluso de servidumbre si así lo quisiera, no obstante el hecho de permanecer encerrado le resultaría insoportable con el paso del tiempo. Suspiró.

La única razón que le orillaría a refutar dicha oferta se había esfumado con su última misiva enviada a Rumania, a la vieja mansión donde solía compartir gratos momentos con su madre.

—Tenga por seguro Monsieur, que no habrá petición imposible, los años para nosotros carecen de importancia, sublevados a nuestros pies dada nuestra condición, si hemos de estar condenados a soportar dicho peso, es mejor hacerlo rodeado de buena compañía—

Le miro nuevamente tratando de hallar lógica en sus palabras, pues hablaba como si llevara un largo tiempo recorrido en los senderos siniestros de la inmortalidad.

por **Baldassare Donizetti** Dom Nov 01, 2015 11:33 pm

“There are no words to express the abyss between isolation and having one ally. It may be conceded to the mathematician that four is twice two. But two is not twice one; two is two thousand times one.”
― G.K. Chesterton

Con los años uno llegaba a refinar la virtud de la paciencia. El joven parecía ensimismado en un mundo que él ni siquiera podía imaginar, no lo intentaba tampoco. Esas ensoñaciones eran personales y no le gustaba pretender que conocía a los demás al grado de tratar de adivinar qué les dolía o que los regocijaba. Era sabio, porque podía aparentar un cuarto de siglo de edad, pero tenía 2 milenios a cuestas y un poco más; tiempo más que suficiente para saber adquirir experiencia.

Sonrió luego al verlo tomar al fin la copa y escucharlo. Asintió levemente sin decir más. Dio un trago al vino; una buena cosecha y dejó la copa una vez más sobre el escritorio, sobre un portavasos muy bello color borgoña, parte de un juego de seis.

—Primero que nada, puedes decirme Baldassare. Sé que soy viejo, pero no hagas sentir como tal —eso era lo más parecido a una broma que uno podía obtener del antiguo vampiro—. Y me gusta tu actitud. Mucho más inteligente que la que yo tomé en su momento, pero basta de historia pasada. Ionel, recuerda que estás aquí para aprender, y no sólo a ser mi hombre de confianza —no había nombre adecuado para el papel que el joven iba a desempeñar. Era mucho más que un mayordomo o un valet. Era algo más parecido a esas veces que los nobles mandaban a sus hijos a casas de amigos para que hicieran alguna labor y se enseñaran—, sino también a ser lo que eres ahora. Veo que has aceptado muy bien el hecho, pero no dejas de ser un neófito, no te preocupes… nadie nos prepara para esto. Si cometes errores, nadie te los va a recriminar, no aquí, al menos —arqueó una fina ceja y deslizó la mano por el escritorio como si quisiera alcanzar la copa de nuevo, sin hacerlo.

—Y está esa otra parte que termina de unirnos: el arte. No temas preguntar, porque estaré encantado de responder —se puso de pie sin previo aviso y rodeó el escritorio—. Si no tienes más dudas, me gustaría que me acompañaras por aquí —señaló la puerta con la mano—. Sólo deseo mostrarte la casa, y la gente con la que te toparás a menudo —explicó.

—Quiero que sepas y quede muy claro, que ante todo, eres libre. Puedes salir y entrar a esta casa cuanto lo desees. Si no estoy yo, tú serás el hombre a cargo. Sé que eres joven, pero confío en ti —le sonrió de tal modo que infundía seguridad. Si Baldassare te dedicaba una sonrisa de esas, eras capaz de conquistar el mundo. Eran raras, así que debían atesorarse.

por **Dougal Scrymgeour** Lun Nov 09, 2015 2:51 pm

You Can’t Repeat the Past

Después de haber dado un trago más a su copa, el neófito volcó su atención a lo que el vampiro milenario explicaba. Para Ionel esa parte de confianza era importante en demasía. Su madre e incluso parte de la servidumbre en Bucarest solían aconsejarle mostrar ese interés cuando se escuchaba hablar a alguien más. A menudo solía hacerlo, sobre todo cuando se encontraba cerca de su padre. Mil y un intentos no habían sido suficientes para que el coronel le confiara tareas de mayor rango como ahora su oyente lo hacía. Existía una comunión que enlazaba los pensamientos de ambos caballeros, después de todo pertenecían a un mismo linaje viéndolo desde ese punto de vista. Caminantes nocturnos cuyo destino había sido alterado de una u otra forma a voluntad de alguien más. Los milenos que sobraban en uno le hacían falta al menor, era por eso que bastaba una mirada, una gesticulación para comprender el sentimiento que les atañía.

—Descuida Baldassare, no ha sido mi intención hacer hincapié en tu edad de esa forma—respondió esbozando una ligera sonrisa, permitiéndose por primera vez esa confianza con el otro.

Si en algo había acertado el vampiro oyente, era en el hecho de ver las cosas con perspectivas renovadas. Ese carácter positivo era una de muchas cualidades que habían llamado la atención del rumano y por las cuales aceptó sin reparos la invitación. Aunado a eso, su devoción al arte, terminaba por finiquitar el trato. No era necesaria una retribución física, puesto que el simple de hecho de compartir experiencias y la posibilidad de aprender del otro bastaban para sentirse satisfecho.

—No tengo más que agregar, seguramente habrá muchas cosas que podremos compartir con el transcurso del tiempo, por favor siéntete con la libertad de hacer lo mismo en su momento—

De inmediato se levantó de su asiento llevando la copa de vino consigo y caminó a su lado, la agudeza en la mirada del otro obligaba en ocasiones a Ionel a desviar sus ojos hacia los detalles minimalistas de la mansión. Asentía con seguridad en cada oración conferida, podría incluso decirse que le llenaba de orgullo sentir que alguien más podía confiar en él. Sus pasos eran pausados permitiéndose divagar de vez en cuando en la fisonomía y el porte del otro, no podía imaginar la serie de infortunios que le orillaron a recluirse en el lado más oscuro de Paris.

—Tenlo por seguro que así lo haré—

Dio un sorbo a su bebida y se detuvo para contemplar la belleza de un ejemplar que pendía en uno de los muros, se atrevió a rozar con la mano libre sus contornos.

—Es simplemente exquisito, tú técnica, la forma de plasmar tu esencia, única— susurró —¿Tiene algún nombre?— refiriéndose a la pintura.

por **Baldassare Donizetti** Vie Nov 13, 2015 11:13 pm

“Painting is poetry that is seen rather than felt, and poetry is painting that is felt rather than seen.”
― Leonardo da Vinci

De algún modo, la convivencia con Ionel se sentía correcta. Y eso ya era un gran paso para Baldassare que usualmente rehuía a todo contacto con otras personas, sobrenaturales o no. Supuso que aquello yacía en ese déjà vu que hacía eco dentro de su pecho y llegaba hasta el neófito. Sus historias diferían, pero coincidían también y lo hacían en los puntos importantes. Si él estaba ahí, en ese instante, con él, charlando sobre una sociedad que, esperaba, se prolongaría por años, era gracias a Cato, un vampiro que, no siendo su obligación, lo había acogido.

Soltó una risa breve y suave. Una risa educada pero sincera y una vez que Ionel dijo que no tenía dudas, comenzó a conducirlo por el pasillo principal siendo la puerta de aquella habitación que ocupaban el principio del mismo, o el final, según se viera.

—Así lo haré. No me gusta usar frases hechas, pero creo que en esta circunstancia sólo queda decir una: la confianza será la clave —habló mientras seguía avanzando, adaptándose al paso del otro que, por ir observando los detalles de la casa, iba ligeramente más lento.

Se detuvo cuando Ionel lo hizo, pero no observó el cuadro que veía, sino al joven en sí. Le gustaba apreciar las expresiones de la gente cuando se enfrentaban a una obra suya. Sonrió satisfecho y luego, al final, tras la pregunta, miró el cuadro.

—Este en particular no tiene nombre—, confesó. A veces pintaba tanto y tan rápido, que no podía nombrar todas sus obras al instante. Muchas encontraban título con los años, otras se quedaban sin uno para siempre. Personalmente era algo que le molestaba; obsesivo del orden, aquello era una disrupción a la rutina, al método—. ¿Quieres ponerle uno? —Entonces su sonrisa se ensanchó. Con ese gesto y ese cabello dorado, parecía Aquiles a punto de matar troyanos.

—Me halagan tus palabras. Aún queda pendiente que me muestres lo que tú haces más a fondo, no se me olvida —continuó. Durante alguno de sus primeros encuentros, logró apreciar algo del talento de Ionel, pero insuficiente para hacerse un juicio. Aquella expresión era de buena técnica y sensibilidad única, le había gustado, pero estaba determinado a ver más. Quizá ahora que pasarían más tiempo juntos podrían hacerlo con más calma.

Baldassare dio un paso hacia atrás de manera sutil. No quería que Ionel notara demasiado el movimiento. Era como si dejara al joven solo con la obra. Estudió la escena, las sombras que predominaban y la piel argenta de su nueva mano derecha. Una belleza en sí misma, aquel cuadro vivo cumplía con sus exigencias. ¿Pero había elegido a Ionel por ser hermoso? Oh, no, eso sólo venía como consecuencia.

por **Dougal Scrymgeour** Miér Nov 18, 2015 11:57 am

You Can’t Repeat the Past

Ionel quedó embelesado al instante por aquella escena. Era la forma en la cual los sentimientos del autor trasmitían un aire de misticismo y nostalgia a través de las pinceladas y los tonos que había utilizado. Sin dejar de un lado una técnica casi pulcra donde apenas se podían distinguir las líneas. No había experimentado una dicha como esa desde hacía un tiempo, en su natal Rumania. Los dedos del neófito perfilaban los contornos del cuadro simulando un camino al aire. Parecía un chiquillo atraído hacia un objeto reluciente, una palomilla volando hacia la luz que resplandece en una farola. Baldassare podía sentirse satisfecho después de atestiguar dicha escena, no había objetivo cumplido en el artista si no lograba que el espectador se sumergiera por más de un minuto en la iconografía, tal y como ahora lo hacía ahora el joven vampiro.

—Es una pena— corrigió —Es decir, es lamentable que aún no posea un título para dicha obra de arte—

Refiriéndose a lo expuesto y tratándose de arte Ionel no exageraba, nunca.

Aquella propuesta llegó a sus oídos y sintió un ligero estremecimiento en su interior. Sin afán de causarle un daño, el vampiro milenario había removido parte de su pasado al cederle tal privilegio. El rumano entonces, dedicó una sonrisa a su anfitrión antes de posar su mirada nuevamente en la pintura.

—¿Cómo dice? Creo que es un privilegio que aún no puedo tomarme, cada pieza posee su encanto y su propia forma de narrarnos un vivencia, un momento o un…sentimiento, requiere de cierto tiempo para brindarle el nombre correcto—

La escena presumía tonos violáceos a lo alto de una bóveda taciturna, un espeso follaje era la capa sombría que envolvía un claro donde lo único que se mantenía con color era una delicada rosa blanca. Todo carecía de tonos vivos excepto la pureza nívea con la cual la protagonista de la escena se alzaba prodigiosa entre la maleza crecida a su alrededor.

—Aunque si me permite el atrevimiento Monsieur, yo le llamaría: “Jardín Salvaje” pues nuestra mente lo es en ocasiones, un jardín salvaje—

Había reflejado en el nombre tildado al cuadro, ese ápice de soledad que en ocasiones lo volvían huraño, reservado y con demasiados sentimientos enfrascados. Iba a ser inevitable no sentir esa afinidad al verse rodeado de tantos ejemplares como aquel.

—Tenemos una eternidad Monsieur, nos basta y sobra para que usted dé el visto bueno a mis trabajos, aunque créame, comparado con lo que acabo de ver, soy un mero principiante—

Aclaró la garganta para recuperar su compostura y bebió un poco más del vino que aún queda en la copa.

—Si me permite la pregunta Monsieur ¿Qué le trajo a la capital gala? Estoy seguro que algo en ella le ha fascinado—

Un cuestionamiento algo directo, pero necesario para continuar su charla nocturna.

por **Baldassare Donizetti** Miér Nov 25, 2015 10:21 pm

“In spite of all the refinements of civilization that conspired to make art—the dizzying perfection of the string quartet or the sprawling grandeur of Fragonard's canvases—beauty was savage. It was as dangerous and lawless as the earth had been eons before man had one single coherent thought in his head or wrote codes of conduct on tablets of clay. Beauty was a Savage Garden.”
― Anne Rice, The Vampire Lestat

Con un gesto calmo, tan apacible e imperturbable que hacía lucir a Baldassare como una estatua que ha resistido tantas inclemencias del tiempo que resulta imposible nombrarlas todas. Notas en las facciones perfectas que ese rostro sin vida, el de un monumento erigido a un héroe sin nombre, ha visto de todo. Y de cierto modo, ese era él también. El Baldassare vivo era una efigie construida en pos de nada y de todo. Era complicado saber qué cruzaba por la mente del más antiguo de los inmortales, difícil de leer como lo resultaría con una imagen sin vida y de ojos vacíos. Pero dentro, las palabras de Ionel llegaban como espinas que se clavaban de una por una en su interior, como si éste fuera un lienzo delgado que puede rasgarse en cualquier momento.

Estuvo a punto de decir algo sobre que no había presiones para nombrar la obra, cuando el joven continuó. Y consiguió bautizarla con una certeza que Baldassare envidió en ese instante.

—«Jardín Salvaje» —repitió, más para sí mismo, que otra cosa. Luego musitó algo más quedo, sólo volvía a pronunciar aquel par de palabras como para aprenderlas de memoria—. No se diga más, «Jardín Salvaje» es un nombre perfecto. La belleza es un jardín salvaje… —pronunció aquello último con vehemencia digna de algún viejo profeta. Con una vaguedad tirana. La frase, se sabía, podía continuar, pero él había decidido dejarla así, desvanecerse en el aire.

—Ya lo creo. Tenemos una eternidad, y no te preocupes por la técnica, siempre he creído que el mensaje es más importante. Además, si pinto hoy así, como has visto, es tras dos siglos de práctica —esta vez sonó amable, casi bromista. Desde luego, fue incapaz de dotar de humildad sus palabras, pero no mentía, a veces la verdad podía ser arrogante.

Hizo amago de continuar el recorrido cuando la pregunta de Ionel llegó a él como un golpe trapero, que no te esperas y que te tumba. Se giró ligeramente para quedar frente a frente. Aunque ambos lucían muy jóvenes, había algo que poseía Baldassare que Ionel no. Algo que sólo se adquiere con los años. Algo sin nombre y sin forma.

—París, poco a poco se fue transformando en una capital importante. Sobre todo para alguien interesado en la labor artística como yo. Soy famoso por no salir demasiado, pero eso no quiere decir que no quiera estar donde suceden las cosas —sonrió y sus ojos azules parecieron más claros a la luz ajada de la luna—. ¿Qué te hizo venir a ti? Yo he viajado por todo el mundo, he tenido tiempo de sobra, pero intuyo, y desmiénteme si estoy siendo muy temerario con mis aseveraciones, que esta es la primera ciudad que pisas tras dejar tu lugar de origen —conforme fue diciendo aquello, fue levantando el mentón, pero no para minimizar a Ionel, sino para estudiarlo. Sabía que era de Rumanía, pero no sabía con exactitud de dónde.

por **Dougal Scrymgeour** Dom Dic 20, 2015 11:01 am

You Can’t Repeat the Past

Ionel podía ser un artista novel, con demasiadas fallas en su técnica aun. No obstante, poseía una sagacidad natural que desde pequeño asombró a su madre y por tal motivo le había conducido hacia los senderos de tan bellas obras de arte. Era esta chispa de conocimiento lo que en este momento le había facilitado el designar con precisión la pintura ajena. Se mantuvo estático, aún absorto por la pulcritud del acabado y la beldad de las coloraciones. Las oraciones de su semejante llegaron a sus oídos apenas en un susurro, sin resultar invasivo como para privarlo de ese espectáculo que pocas veces se presentaban ante sus ojos. De forma mecánica, su cuerpo le obligó a despegarse apenas unos centímetros del cuadro para centrar sus orbes cristalinos en la efigie de su anfitrión, no menos atractivo que lo antes contemplado.

—Debo darte la razón Baldassare, el tiempo ahora— suspiró —apenas y significa un parpadeo para nosotros, así que disponemos del mismo para seguir aprendiendo y perfeccionando nuestras habilidades—

Sonrió y desde el ángulo que su posición le regalaba, notó las facciones perfectas del otro vampiro, el perfil cincelado que poseía y el sortilegio que rodeaba su mirada, lánguida pero hipnótica. Escuchaba con detenimiento las aseveraciones de su interlocutor, pero le resultaba casi imposible no dejar de mirarle. A sus espaldas, la espesura de la noche parecía engullirle, de no ser por el baño argento del satélite que se derramaba sobre él. Cuando la pregunta llegó repentinamente, Ionel alejó sus ojos para centrarlos en la penumbra, cómo si huyera del vampiro, aunque no era su presencia lo que pudiera incomodarle, sino el hecho de haber pronunciado aquella pregunta tan certera.

¿Qué iba a responder? Caviló un par de segundos tomando en cuenta que no podía demorarse en demasía. Además si la convivencia con Baldassare iba a ser parte de su rutina, tarde o temprano tenía que ceder parte de su espacio personal compartiendo el pasado que como bien lo había dicho el otro, lo había guiado hasta ese punto.

—Necesitaba encontrar un lugar propio Monsieur, tuve una infancia muy tranquila no me quejo, pero existe un momento en el cual, tu entorno mismo se convierte en una prisión y el arte y demás formas de expresión no florecen en un paisaje desértico. Paris podría ser ese faro que ilumine mi búsqueda de la perfección—

Le miró fijamente una vez más.

—Acertó Monsieur, no había tenido la oportunidad de viajar a ninguna otra parte del mundo, hasta hace un año apenas que tomé la decisión de encontrar nuevos espacios—

Se detuvo y como si hubiese leído la mente del milenario susurró apenas.

—Bucarest ¿Y tú? —

Sin darse cuenta, con cada detalle expuesto en la charla el novel artista aprendía y esa sin duda era la mayor recompensa ganada hasta ahora.

por **Baldassare Donizetti** Miér Dic 30, 2015 12:55 am

“It’s no use going back to yesterday, because I was a different person then.”
― Lewis Carroll, Alice in Wonderland

A pesar de sus años, que no eran pocos, Baldassare creía que todavía le quedaban cosas por aprender, lecciones que tomar y cosas que ver. Podía ser un cínico, pero también era un artista. Y cuando estaba con personas más jóvenes que él, como era el caso con Ionel, en lugar de sentirse alguna especie de líder, se daba cuenta en realidad que aún quedaban caminos que recorrer. Le sonrió y asintió, sin agregar más a esa parte de la conversación. Miró una vez más el cuadro, que ahora llevaba un título más que digno y se dijo mentalmente que, quizá, otra de las tareas de Ionel podía ser nombrar sus obras.

Distraído con aquella banalidad, fue tomado por sorpresa cuando el más joven abrió la boca de nuevo. Desde luego y como siempre, no lo demostró. De entrada, no pudo notar, por su propio descuido, como Ionel huía sin dejar el lugar, cómo su mirada evitaba la propia y lamentó haber tocado una fibra sensible. Era curioso por naturaleza y si el otro iba a trabajar con y para él, debía conocerlo, pero había algo en entrometerse en la vida ajena, sin importar de quién se tratara, que no le sentaba bien. Quizá porque él mismo era bastante cauto con sus asuntos personales.

Se sintió ligeramente más tranquilo cuando Ionel se decidió a responder y agradeció no sólo la sinceridad, sino también el perdón silencioso a su imprudencia. Le sonrió con un dejo paternal y lo tomó por el hombro.

—Baldassare, llámame Baldassare —tuvo que recordarle—. Has llegado al lugar indicado. Debo decirte que me sorprende la claridad con la que avanzas. Yo en tu posición me sentí perdido. Tuve a alguien que me ayudó, pero… —dejó inconclusa la frase. Lo soltó y se encogió de un hombro. Claro que las situaciones a ambos eran distintas y el más viejo de los inmortales agradeció que las circunstancias de Ionel no fueran tan desafortunadas con fueron las suyas.

—Ah —suspiró y avanzó sin alejarse mucho—. București —dijo con un acento rumano algo oxidado. Guardó silencio después de eso y sopesó sus opciones. No tenía motivo real para mentirle a Ionel, además de que quería forjar esa relación a base de confianza y si comenzaba a ocultarle cosas, por triviales que fueran, sus planes se verían abajo—. Yo… yo creo ser de la República Romana, pero la verdad es que no lo sé con exactitud —se giró para verlo y se quedó así. Era en momentos como aquel que uno podía apreciar al verdadero Baldassare, cuando bajaba rápidamente sus defensas y se tenía que estar muy atento para poder captarlo. Sólo así uno podía ver que, a pesar de sus milenios, el artista alguna vez fue humano.

—Hay una gran laguna en mi pasado que… resulta ser toda mi vida mortal. No recuerdo nada de esa parte de mi existencia. Siempre he ido con bandera de romano porque ahí desperté y ahí aprendí todo lo que soy ahora —soltó aquel breve discurso sin titubear. Ahondó como pocas veces se atrevía o le gustaba hacerlo. Eran temas delicados para él, y aunque no era tan tonto como para creerse sin debilidades, no le gustaba mostrar sus heridas tan abiertamente.

—Sigamos el recorrido —invitó después, con una sonrisa de lado, parecida a la de un zorro.

por **Dougal Scrymgeour** Lun Feb 29, 2016 3:17 pm

You Can’t Repeat the Past

La nocturna continuaba su curso de manera habitual y en medio de la espesura de su manto se hallaban dos figuras inmortales que daban inicio a una especie de vaivén de secretos y revelaciones a medias. Tan solo significaban las pautas para entablar una comunión y lazo de confianza entre ambos. Ionel no reparó en la posibilidad de ahondar en el pasado ajeno pues había aprendido perfectamente que las criaturas como ellos eran especialmente celosas con detalles de su pasado. Pocos tenían la dicha o desgracia según el caso de pronunciar la palabra Sire con tal devoción, en su caso no había cabida para dicha dadiva y sin mostrarse imprudente evitó hacer un cuestionamiento innecesario a su anfitrión referente al tema, con el paso el tiempo podría darse esa oportunidad.

Los orbes del rumano volvieron a posarse por unos instantes sobre el milenario y es que, había una atracción que iba más allá de lo físico, Ionel sentía la necesidad de aprender del otro, no en vano las palabras elegidas durante la charla recaían con suma delicadeza sobre él. Era como si resucitara el dolor de antaño pero de forma placentera. Es decir, podía responder de buena manera los cuestionamientos por más difícil que resultaran.

—Cierto, Baldassare, suelo ser distraído en ocasiones—

Fue lo único que pudo decir al respecto. Desde niño, su carácter fue el de un soñador, ausente, idealista.

Escuchó atento una vez más, a ese vacío que acompañaba la aseveración ajena seguida de una memoria probablemente dolosa.

—Disfruto del arte, es quizás por eso que no ha resultado del todo difícil— pausó un momento para hallar las palabras correctas que pudieran aminorar ese peso en el otro.
—Sin restarle importancia al pasado, es tu presente lo que importa Baldassare no permitas que nadie te lo arrebate—

Desvió sus ojos al notar que quizás se había tomado un derecho que no le correspondía al opinar de esa manera. Las confesiones ajenas llegaban a sus oídos de forma tácita, casi palpable, notando que bajo esa perfección existen también grietas que pudieron ser ocasionadas durante sus años como mortal.

Suspiró.

—Es curioso como aquella parte sombría resulta ser siempre fundamental en nuestras historias, no sientas que es una pena no recordar, algunos bien quisiéramos tener esa capacidad—

Aún en estos días, los fantasmas de Rumania seguían muy de cerca al novel artista y en ese sentido sintió que Baldassare poseía un privilegio. Retomó el camino por los estrechos pasillos sin dejar de admirar el buen gusto del otro. Las tonalidades minimalistas pero elegantes que daban vida a los muebles y la ornamentación.

—Es por todo esto, que no debes mirar hacia atrás— susurró sin dejar de observar a su alrededor —Has construido algo sencillamente maravilloso durante todo este tiempo, mi vida como morador de las sombras se remonta a un par de años atrás y de mi lapso mortal es muy poco lo que en realidad vale la penar contar—

Soltó para darle una tregua al dolor ajeno, sincerándose y abriendo esas heridas era como Ionel buscaba ayudar al otro.

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