AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tan fácil como partir un melón - Devi
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Tan fácil como partir un melón - Devi
Un desagradable chirrido metálico recorría las oscuras calles Parisinas quebrando el paralítico silenció a la 1h de la madrugada . Un tipo vestido dentro de un abrigo largo negro arrastraba por encima los sucios adoquines una hacha plateada y brillante. Andaba solo, pausadamente, fijandose en las letras de cada portal. La zona era sombría y dejada de la mano de dios, parecía que a nadie le apetecía rondar aquellas callejuelas a plena media noche. Se respiraba un ambiente húmedo y apestaba a meados. El hombre giró hacía la derecha en un callejón y luego volvió a girar para bajar por otro. En la otra mano llevaba una botella a la que le iba dando algún que otro sorbo para entrar en calor e iba musitando una canción en alemán en voz baja para no asustar a las ratas.
“Toc, toc, llama el carnicero. Toc, toc llama con esmero. Toc, toc mete el candado, toc toc ¡abre y serás su bocado!”
Al fin se detuvo delante un portal alumbrado por un pequeño farolillo donde una polilla rondaba en círculos. Miró a un lado y a otro de la calle. Nada. Dejó la botella de vino al suelo y sacó un papel arrugado del interior del bolsillo de su abrigo dónde había un nombre apuntado en una impecable caligrafía. Recordó las palabras de la señora Violín aquella mañana mientras tomaban el té en el enorme salón de su mansión “ No quiero volver a ver aquella perra rondando por mis jardines en plena noche. Mis nietos juegan en estos jardines” dijó con una galleta en la boca, lo que él contestó muy formalmente, “Entiendo perfectamente su situación señora Violín”. Y luego fue cuando vino el cheque deslizandose por encima la mesa con la firma de Violín.
Dio un par de golpes en la puerta y se irguió. Al cabo de unos minutos la puerta se abrió emitiendo un sonido como a roído. Una mujer joven asomó la cabeza. “¿Quién llama?” preguntó medio dormida. ¿Sandra Leal? Preguntó el hombre leyendo el papel con una grave voz. A lo que ella asintió con la cabeza. Antes de que la mujer pudiera reaccionar el hombre levanto el hacha con las dos manos y le partió el cráneo como si fuera un melón. La mujer cayó de rodillas al suelo, la sangre le brotaba por toda la cabeza y chorreaba cuello abajo hasta llegar al suelo formando un charco. Con calma, sin ninguna prisa Till sacó un pañuelo y se lo pasó por la cara para limpiarse las salpicaduras de la difunta. Apolló un pie en la cabeza de la muerta para sacar el hacha que se había quedado clavada en su cráneo crujiendo. Recogió la botella del suelo y le dio otro trago, giró la cabeza de golpe cuando le pareció haber escuchado a lo lejos el correteo de unos pasos.
“Toc, toc, llama el carnicero. Toc, toc llama con esmero. Toc, toc mete el candado, toc toc ¡abre y serás su bocado!”
Al fin se detuvo delante un portal alumbrado por un pequeño farolillo donde una polilla rondaba en círculos. Miró a un lado y a otro de la calle. Nada. Dejó la botella de vino al suelo y sacó un papel arrugado del interior del bolsillo de su abrigo dónde había un nombre apuntado en una impecable caligrafía. Recordó las palabras de la señora Violín aquella mañana mientras tomaban el té en el enorme salón de su mansión “ No quiero volver a ver aquella perra rondando por mis jardines en plena noche. Mis nietos juegan en estos jardines” dijó con una galleta en la boca, lo que él contestó muy formalmente, “Entiendo perfectamente su situación señora Violín”. Y luego fue cuando vino el cheque deslizandose por encima la mesa con la firma de Violín.
Dio un par de golpes en la puerta y se irguió. Al cabo de unos minutos la puerta se abrió emitiendo un sonido como a roído. Una mujer joven asomó la cabeza. “¿Quién llama?” preguntó medio dormida. ¿Sandra Leal? Preguntó el hombre leyendo el papel con una grave voz. A lo que ella asintió con la cabeza. Antes de que la mujer pudiera reaccionar el hombre levanto el hacha con las dos manos y le partió el cráneo como si fuera un melón. La mujer cayó de rodillas al suelo, la sangre le brotaba por toda la cabeza y chorreaba cuello abajo hasta llegar al suelo formando un charco. Con calma, sin ninguna prisa Till sacó un pañuelo y se lo pasó por la cara para limpiarse las salpicaduras de la difunta. Apolló un pie en la cabeza de la muerta para sacar el hacha que se había quedado clavada en su cráneo crujiendo. Recogió la botella del suelo y le dio otro trago, giró la cabeza de golpe cuando le pareció haber escuchado a lo lejos el correteo de unos pasos.
Última edición por Till Landman el Dom Ene 17, 2016 1:08 pm, editado 1 vez
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Caminaba ensimismada en sus pensamientos de vuelta a su hogar, si es que eso podría llamarse como tal. En su mente recordaba la tonadilla cantada por aquel músico, incluso se atrevía a tratar de imitar el estribillo con unos silvidos, tan discretos como solía serlo ella misma. No es que tuviera habilidades excepcionales para ocultarse, pero si pasaba desapercibida la mayoría de las veces por no destacar en nada, cosa que a ella le venía bien. No tenía sueño y la luna se veía bien allí arriba. Nada como dar un paseo sobre las siniestras calles parisinas.
A medida que se adentraba más y más en los callejones tenía una super árdua tarea. ¿Como admirar a la bella luna y a la vez evitar los posibles disgustos que ofrece el suelo? Clavarse un cristal roto no entraba en sus planes y menos pringarse del meado de algún perro callejero. Y aunque no estuviera andando descalza dado el frío que hacía tampoco quería estropearse el remilgo que hizo con unas mangas al cortarlas de una blusa para colocárselas en lo pies.
Aunque pronto dejo de prestar atención a esa miniedad.
Sintió un escalofrió recorrerla toda la columna vertebral que hizo que se removiera en el sitio. Aunque ya se encontraba abrazada a si misma para combatir el frió exterior con el calor que ofrezca su propio cuerpo, encogió la cabeza entre los hombros para sentirse más segura aparte de apretujarse mas a si misma con los brazos. A esas horas de la noche, era fácilmente perceptible cualquier sonido y más uno metálico.
-Uhh...Ya están las centellas estridentes buscando, malditos sembradores.
A pesar de que toda su esencia la decía recorrer el camino más largo para llegar al hogar y evitar esa dirección, aunque igual...¿Igual era el afilador a deshora? ¿Qué probabilidad habría?. Ninguna, pero ella necesitaba una excusa más que el mero hecho "voy por que si". Al fin y al cabo, la curiosidad suele salir ganando y ya que no encontraba una que mereciera la pena quizás podria echar una mano o ayudar a alguien. ¿En qué? A eso va a averiguar.
Cruzo otra esquina y apoyo la mano en la pared con la que se sujetaba mientras se asomaba parcialmente, tenía que ojear mientras estaba a la pata coja. ¿Razón? No existe, pero se sentía mas reconfortada y misteriosa de esa manera.
Allí estaba aquel humano, charlando apaciblemente con una chica con la puerta abierta. Obviamente se había equivocado, no había ocurrido ninguna pelea callejera, de haberlo pasado si que se hubiera armado un buen revuelado y...
Y solto un grito ahogado, se llevo la mano al pecho como si algo la impidiera respirar a medida que el horror se dibujaba en su cara. Estaba completamente inmóvil, el cadáver cayo al suelo y tras unos segundos, volvía a ser dueña de su cuerpo.
Ya había puesto los pies en polvorosa sin haber salido aún del horror. No se sentiría segura hasta haberse metido en su alcantarilla. ¿A quien carajos se le ocurriría ir a echar un vistazo?
-Santa sarna, santa sarn...¡Ah!.
Cayo estrepitosamente al suelo soltando un quejido notorio, el azar del destino la había echo pisar un cristal roto en su huida y este le había perforado el pie. Pese a ello. ¿Qué es un cristal en el pie comparado con lo que acababa de ver? Se volvió a poner en pie y siguió como pudo corriendo, apoyando solo la punta del pie mientras apretaba fuertemente los dientes. Lo que fuera por alejarse de aquella monstruosa escena.
Jamás había visto algo semejante con tanta sangre fría.
A medida que se adentraba más y más en los callejones tenía una super árdua tarea. ¿Como admirar a la bella luna y a la vez evitar los posibles disgustos que ofrece el suelo? Clavarse un cristal roto no entraba en sus planes y menos pringarse del meado de algún perro callejero. Y aunque no estuviera andando descalza dado el frío que hacía tampoco quería estropearse el remilgo que hizo con unas mangas al cortarlas de una blusa para colocárselas en lo pies.
Aunque pronto dejo de prestar atención a esa miniedad.
Sintió un escalofrió recorrerla toda la columna vertebral que hizo que se removiera en el sitio. Aunque ya se encontraba abrazada a si misma para combatir el frió exterior con el calor que ofrezca su propio cuerpo, encogió la cabeza entre los hombros para sentirse más segura aparte de apretujarse mas a si misma con los brazos. A esas horas de la noche, era fácilmente perceptible cualquier sonido y más uno metálico.
-Uhh...Ya están las centellas estridentes buscando, malditos sembradores.
A pesar de que toda su esencia la decía recorrer el camino más largo para llegar al hogar y evitar esa dirección, aunque igual...¿Igual era el afilador a deshora? ¿Qué probabilidad habría?. Ninguna, pero ella necesitaba una excusa más que el mero hecho "voy por que si". Al fin y al cabo, la curiosidad suele salir ganando y ya que no encontraba una que mereciera la pena quizás podria echar una mano o ayudar a alguien. ¿En qué? A eso va a averiguar.
Cruzo otra esquina y apoyo la mano en la pared con la que se sujetaba mientras se asomaba parcialmente, tenía que ojear mientras estaba a la pata coja. ¿Razón? No existe, pero se sentía mas reconfortada y misteriosa de esa manera.
Allí estaba aquel humano, charlando apaciblemente con una chica con la puerta abierta. Obviamente se había equivocado, no había ocurrido ninguna pelea callejera, de haberlo pasado si que se hubiera armado un buen revuelado y...
Y solto un grito ahogado, se llevo la mano al pecho como si algo la impidiera respirar a medida que el horror se dibujaba en su cara. Estaba completamente inmóvil, el cadáver cayo al suelo y tras unos segundos, volvía a ser dueña de su cuerpo.
Ya había puesto los pies en polvorosa sin haber salido aún del horror. No se sentiría segura hasta haberse metido en su alcantarilla. ¿A quien carajos se le ocurriría ir a echar un vistazo?
-Santa sarna, santa sarn...¡Ah!.
Cayo estrepitosamente al suelo soltando un quejido notorio, el azar del destino la había echo pisar un cristal roto en su huida y este le había perforado el pie. Pese a ello. ¿Qué es un cristal en el pie comparado con lo que acababa de ver? Se volvió a poner en pie y siguió como pudo corriendo, apoyando solo la punta del pie mientras apretaba fuertemente los dientes. Lo que fuera por alejarse de aquella monstruosa escena.
Jamás había visto algo semejante con tanta sangre fría.
Última edición por Devi el Vie Nov 06, 2015 3:30 pm, editado 2 veces
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Till estaba seguro de que alguien le había visto, escuchó los pasos una calle más abajo e incluso le pareció haber visto una silueta asomarse. “Si las ratas hablaran ya estarías muerto” recordó para si. El anonimato era una parte fundamental en su trabajo y quizá la única cosa que se tomaba realmente en serio en su vida. Un soplo sería suficiente para llenar su casa de muertos con colmillos y perros con la rabia que se rifarían su cabeza igual como se rifan los pavos en navidad. Sin perder la calma apoyó el hacha encima su hombro, se terminó la botella de un sorbo y la lanzó contra una pared haciendo que estallara. Bajó por la calle hasta cruzar por el callejón de donde provenían aquellos pasos, se cubrió medio rostro con un pañuelo dejando solo los ojos a la vista y siguió andando.
No tardó en ver en el suelo un rastro de sangre reciente y más adelante, a unos metros estaba ella. En un primer momento Till sacó su arma y apuntó entrecerrando los ojos a la cabeza de la joven mientras esta seguía huyendo.
La situación le pareció de lo mas lamentable; no era más que una chica enclenque que intentaba huir muerta de miedo por lo que acababa de ver. A juzgar por la ropa que llevaba y por ir descalza entendió que era pobre así que probablemente no sabría ni quien era él. El rastro de sangre que había dejado al suelo le hizo sonreír. Seguramente se habría clavado alguna mierda en el pie, una putada para ella, porque ahora la herida sería el menor de sus problemas. Veréis; normalmente los licántropos conviven en manadas. Los familiares, amigos o cercanos de la desdichada a quien le había partido el cráneo no tardarían en encontrarla y lo primero que harían sería rastrear la zona. Por eso Till ya había tomado precauciones, se había bañado en vinagre para neutralizar su olor corporal. Olía tan increíblemente mal que ni si quiera las moscas le rondaban.
Izo chascar la lengua, dejó de andar y bajó el arma. Seguramente la enterrarían en una fosa común como a todos los pobres, ya iría entonces a visitarla para agradecerle que lo hubiera encubierto. Se sorprendió al descubrir que aquel reciente pensamiento, tan común en él, no le había hecho ninguna gracia. Su cabello plateado danzaba a la luz de la luna y cada vez se alejaba más, un recuerdo le recorrió el cuerpo, frió y escurridizo como una serpiente que además amenazaba en morderle al corazón.
-Mierda- dijo para él. Dio unos pasos hacía delante y volvió a apuntarla con el arma, se escuchó un click indicando que la había cargado y entonces disparó. Un estruendo cortó el silenció y la bala rebotó al suelo muy cerca de la joven. Intentó llamar así su atención para que dejara de escapar.
- !EH! - su voz grave resonó entre las calles.- ¡La mujer que has visto era un Licántropo ¿Sabes que es?! ¡Pronto vendrán otros más y rastrearán tu sangre, no tendrás tiempo ni de poder explicarte que ya te habrán abierto la yugular! Puedes venir conmigo o probar fortuna, pero yo no me voy a quedar esperando a que te decidas!. - dijo alzando la voz debido a la distancia mientras volvía a esconder el arma dentro el abrigo negro.
No tardó en ver en el suelo un rastro de sangre reciente y más adelante, a unos metros estaba ella. En un primer momento Till sacó su arma y apuntó entrecerrando los ojos a la cabeza de la joven mientras esta seguía huyendo.
La situación le pareció de lo mas lamentable; no era más que una chica enclenque que intentaba huir muerta de miedo por lo que acababa de ver. A juzgar por la ropa que llevaba y por ir descalza entendió que era pobre así que probablemente no sabría ni quien era él. El rastro de sangre que había dejado al suelo le hizo sonreír. Seguramente se habría clavado alguna mierda en el pie, una putada para ella, porque ahora la herida sería el menor de sus problemas. Veréis; normalmente los licántropos conviven en manadas. Los familiares, amigos o cercanos de la desdichada a quien le había partido el cráneo no tardarían en encontrarla y lo primero que harían sería rastrear la zona. Por eso Till ya había tomado precauciones, se había bañado en vinagre para neutralizar su olor corporal. Olía tan increíblemente mal que ni si quiera las moscas le rondaban.
Izo chascar la lengua, dejó de andar y bajó el arma. Seguramente la enterrarían en una fosa común como a todos los pobres, ya iría entonces a visitarla para agradecerle que lo hubiera encubierto. Se sorprendió al descubrir que aquel reciente pensamiento, tan común en él, no le había hecho ninguna gracia. Su cabello plateado danzaba a la luz de la luna y cada vez se alejaba más, un recuerdo le recorrió el cuerpo, frió y escurridizo como una serpiente que además amenazaba en morderle al corazón.
-Mierda- dijo para él. Dio unos pasos hacía delante y volvió a apuntarla con el arma, se escuchó un click indicando que la había cargado y entonces disparó. Un estruendo cortó el silenció y la bala rebotó al suelo muy cerca de la joven. Intentó llamar así su atención para que dejara de escapar.
- !EH! - su voz grave resonó entre las calles.- ¡La mujer que has visto era un Licántropo ¿Sabes que es?! ¡Pronto vendrán otros más y rastrearán tu sangre, no tendrás tiempo ni de poder explicarte que ya te habrán abierto la yugular! Puedes venir conmigo o probar fortuna, pero yo no me voy a quedar esperando a que te decidas!. - dijo alzando la voz debido a la distancia mientras volvía a esconder el arma dentro el abrigo negro.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
-¡Ñiit!
Fue la expresión ahogada que pudo soltar antes de que se le cortara la respiración como un quejido de alarma antes de afrontar lo inevitable. Había escuchado el disparo y se había vuelto a quedar totalmente horrorizada, tenía el vello completamente erizado y estaba profundamente encogida sobre si misma. Pasaron unos eternos segundos segundos.
Seguía viva y su cuerpo pudo relajarse parcialmente y volver a respirar nuevamente. Había errado o igual lo había hecho a propósito, ella no lo sabía. Sabía que por algún azar del destino la bala no la había impactado. Estaba amedrentada, ni si quiera sabía cuando había caído sobre sus rodillas a causa de la impresión.
Su instinto pugnaba por salir a correr mientras que otra parte de ella se había quedado inerte al escuchar sus palabras.
(Devi había vivido cosas parecidas a estas, pero ni de lejos como esto. Había podido presenciar asesinatos o peleas en los callejones, no era nada inusual encontrarse algo parecido al mes, pero nadie la encarararía nada. La razón es simple, nadie encararía nada a una mosca. Podrían mirarla y sentir desprecio o insultarla, para entonces ella ya habría echado a volar.
Pero no, no había tenido relación alguna entre esas criaturas de la noche. Jamás había presenciado la muerte de un licántropo.)
Finalmente no volvió a correr, tampoco a levantarse. Un licántropo, trataba de rechazar esa idea como era posible. Sabía perfectamente que existían, pero le era más cómodamente fingir que no eran reales, tanto que hasta se lo había creído.
Se encontraba de rodillas en el suelo, abrazada a si misma y con los ojos fijos en el suelo. Palidecía, el disparo no la había ayudado y la mención de unas criaturas abalanzándose contra su yugular tampoco es que la reconfortara.
Unos murmuros salieron de su boca repitiéndose para si misma.
-Yo no sé nada. No sé nada. Solo quería disfrutar de la noche...del hermoso manto estrellado.
En su cabeza se repetía la imagen que acababa de ver anteriormente. ¿Volver hacia atrás, hacía la persona que acababa de matar a un licántropo de "esa" forma? Desde luego se se le ve capaz. ¿Y si tan solo mirarle ya indicaría que tendría que matarla? O quizás simplemente la mentía y...
Y simplemente era incapaz de pensar algo detenidamente, se había quedado bloqueada, no estaba preparada psicológicamente para algo así. Al menos en un pasado podía haber recurrido a aquello, aquello olvidado.
-Elección...eleción... Siguiendo la oscuridad...¿Allí no me encontraran? Huelen y sienten, juegan a cazar y nunca pierden.- Volvía a expresarse para si en un murmuro delirante.
Fue la expresión ahogada que pudo soltar antes de que se le cortara la respiración como un quejido de alarma antes de afrontar lo inevitable. Había escuchado el disparo y se había vuelto a quedar totalmente horrorizada, tenía el vello completamente erizado y estaba profundamente encogida sobre si misma. Pasaron unos eternos segundos segundos.
Seguía viva y su cuerpo pudo relajarse parcialmente y volver a respirar nuevamente. Había errado o igual lo había hecho a propósito, ella no lo sabía. Sabía que por algún azar del destino la bala no la había impactado. Estaba amedrentada, ni si quiera sabía cuando había caído sobre sus rodillas a causa de la impresión.
Su instinto pugnaba por salir a correr mientras que otra parte de ella se había quedado inerte al escuchar sus palabras.
(Devi había vivido cosas parecidas a estas, pero ni de lejos como esto. Había podido presenciar asesinatos o peleas en los callejones, no era nada inusual encontrarse algo parecido al mes, pero nadie la encarararía nada. La razón es simple, nadie encararía nada a una mosca. Podrían mirarla y sentir desprecio o insultarla, para entonces ella ya habría echado a volar.
Pero no, no había tenido relación alguna entre esas criaturas de la noche. Jamás había presenciado la muerte de un licántropo.)
Finalmente no volvió a correr, tampoco a levantarse. Un licántropo, trataba de rechazar esa idea como era posible. Sabía perfectamente que existían, pero le era más cómodamente fingir que no eran reales, tanto que hasta se lo había creído.
Se encontraba de rodillas en el suelo, abrazada a si misma y con los ojos fijos en el suelo. Palidecía, el disparo no la había ayudado y la mención de unas criaturas abalanzándose contra su yugular tampoco es que la reconfortara.
Unos murmuros salieron de su boca repitiéndose para si misma.
-Yo no sé nada. No sé nada. Solo quería disfrutar de la noche...del hermoso manto estrellado.
En su cabeza se repetía la imagen que acababa de ver anteriormente. ¿Volver hacia atrás, hacía la persona que acababa de matar a un licántropo de "esa" forma? Desde luego se se le ve capaz. ¿Y si tan solo mirarle ya indicaría que tendría que matarla? O quizás simplemente la mentía y...
Y simplemente era incapaz de pensar algo detenidamente, se había quedado bloqueada, no estaba preparada psicológicamente para algo así. Al menos en un pasado podía haber recurrido a aquello, aquello olvidado.
-Elección...eleción... Siguiendo la oscuridad...¿Allí no me encontraran? Huelen y sienten, juegan a cazar y nunca pierden.- Volvía a expresarse para si en un murmuro delirante.
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Hizo rodar los ojos al ver que se había quedado al suelo inmóvil, el tiempo apremiaba y no disponía de toda la noche. Decidido se acercó a ella sin vacilar, estaba pálida como unas sabanas y de su rostro de leche emergían unos ojos azules que miraban a la nada abiertos como una lechuza asustada. Por alguna razón decidió sacarla de allí un gesto inusual en él; podría haber sido sencillamente por bondad o podría haber sentido lastima por ella como cuando encuentras un gatito abandonado en una calle... Pero la realidad era que sus ojos, su pelo, su piel, su figura... todo en ella había hecho evocar un recuerdo que le hacía flaquear. Una voz, una imagen que se deslizaba sigilosa entre los rincones de su memoria y que por mucho que intentara confinarla siempre encontraba una brecha por donde atormentarle hasta asfixiarle en la amargura.
Sin preguntar ni prestar mera atención a lo que estaba diciendo la agarró con un brazo por la cintura y sin ningún esfuerzo se la subió encima del hombro libre cual saco de patatas. Fue así que cargado como una mula con una pesada hacha en un hombro y una mujer en el otro salieron de aquellos sombríos callejones.
Al cabo de unos minutos llegaron a una plaza iluminada, era tarde pero aun así había gente. Debía cruzar, al otro lado donde le estaba esperando su fiel corcel, pero sabía perfectamente que la situación podría ser fácilmente malinterpretada y que podrían llamar a la policía. Se asomó para echar una ojeada; 4 borrachos balbuceaban algo ininteligible mientras un par de prostitutas se reían probablemente de ellos y ellos al creerse divertidos seguían haciendo el ridículo. Le entraron ganas de partirles el cráneo también, le parecía ofensivo que al final no podría escapar por culpa de 4 desgraciados. Se aseguró que el pañuelo le cubría bien la cara y cruzó la plazuela sin más, con su hacha y con la chica que bien podría pasar por muerta a causa de su palidez. Se percato de que las risas pararon y que alguien había dicho un “¿que? ¿Habéis visto este hombre? ¿que lleva?.” Till siguió andando furioso temiendo por tener que invertir otra media hora haciendoles cerrar la boca, pero al final por suerte no ocurrió nada.
Noche, era un corcel negro como su propio nombre indicaba, Till no se había esforzado mucho en bautizarlo. Era grande e majestuoso, sumiso pero lo suficientemente desbocado. Montó a la chica encima del caballo, se colgó el hacha en la espalda y subió seguidamente detrás de ella quedando así entre sus brazos para asegurarse de que no intentara saltar. Con un golpe de riendas el caballo parecía haber enloquecido e empezó a galopar hacía los afueras de la ciudad. En un primer momento había pensado en llevarla en su mansión pero no quería ni que ella supiera donde vivía y menos los perros. Así que se dirigían a su segunda residencia a un par de horas a galope, perdida entre los bosques a los afueras de la ciudad. Era una pequeña casa acogedora, con tan solo un salón con una chimenea un baño y una habitación. Solía ir allí algunas veces cuando necesitaba desaparecer durante un tiempo o cuando quería desconectar del mundo. El fuerte olor a vinagre ranció le vino otra vez e izó una mueca de asco. Luego miró a la chica de reojo y se imaginó que debería estar por lo menos a punto de potar. - ¿Te crees que con este hedor nauseabundo alguien sería capaz de rastrearme?- Dijo en parte por justificarse y en parte intentando penosamente cortar un poco con la tensión.
Sin preguntar ni prestar mera atención a lo que estaba diciendo la agarró con un brazo por la cintura y sin ningún esfuerzo se la subió encima del hombro libre cual saco de patatas. Fue así que cargado como una mula con una pesada hacha en un hombro y una mujer en el otro salieron de aquellos sombríos callejones.
Al cabo de unos minutos llegaron a una plaza iluminada, era tarde pero aun así había gente. Debía cruzar, al otro lado donde le estaba esperando su fiel corcel, pero sabía perfectamente que la situación podría ser fácilmente malinterpretada y que podrían llamar a la policía. Se asomó para echar una ojeada; 4 borrachos balbuceaban algo ininteligible mientras un par de prostitutas se reían probablemente de ellos y ellos al creerse divertidos seguían haciendo el ridículo. Le entraron ganas de partirles el cráneo también, le parecía ofensivo que al final no podría escapar por culpa de 4 desgraciados. Se aseguró que el pañuelo le cubría bien la cara y cruzó la plazuela sin más, con su hacha y con la chica que bien podría pasar por muerta a causa de su palidez. Se percato de que las risas pararon y que alguien había dicho un “¿que? ¿Habéis visto este hombre? ¿que lleva?.” Till siguió andando furioso temiendo por tener que invertir otra media hora haciendoles cerrar la boca, pero al final por suerte no ocurrió nada.
Noche, era un corcel negro como su propio nombre indicaba, Till no se había esforzado mucho en bautizarlo. Era grande e majestuoso, sumiso pero lo suficientemente desbocado. Montó a la chica encima del caballo, se colgó el hacha en la espalda y subió seguidamente detrás de ella quedando así entre sus brazos para asegurarse de que no intentara saltar. Con un golpe de riendas el caballo parecía haber enloquecido e empezó a galopar hacía los afueras de la ciudad. En un primer momento había pensado en llevarla en su mansión pero no quería ni que ella supiera donde vivía y menos los perros. Así que se dirigían a su segunda residencia a un par de horas a galope, perdida entre los bosques a los afueras de la ciudad. Era una pequeña casa acogedora, con tan solo un salón con una chimenea un baño y una habitación. Solía ir allí algunas veces cuando necesitaba desaparecer durante un tiempo o cuando quería desconectar del mundo. El fuerte olor a vinagre ranció le vino otra vez e izó una mueca de asco. Luego miró a la chica de reojo y se imaginó que debería estar por lo menos a punto de potar. - ¿Te crees que con este hedor nauseabundo alguien sería capaz de rastrearme?- Dijo en parte por justificarse y en parte intentando penosamente cortar un poco con la tensión.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Nada más que la tomo se exalto de repente y se dejo llevar cual gato cogido por el lomo. Aún no había salido de su estado y empezaba a encontrarse peor. Hacía mucho tiempo que no tenia tanto contacto con alguien y menos de esa forma, se encontraba siendo llevada y no sabía que era más impropio ahora mismo. No sabía como sentirse ¿Habría de sentirse acaso de alguna forma en especial? La persona que acababa de partir el cráneo a una mujer licántropa la andaba llevando y posiblemente por un sentimiento de lástima. ¿Hasta que punto resultaría hostil para ella? Estaba atemorizada, confusa, temblaba y en parte agradecida. A menos que se la fuera a comer, había errado el disparo apropósito y buscaba llevarla a un lugar seguro, al menos eso ya le había entrado a la cabeza. Pero fíate tú de alguien que parte cabezas como melones.
La herida del pie se le vino a la mente aunque mientras no llegara a posar el pie no le vendría el dolor a la mente y seguía teniendo otras prioridades, como resistir el perfume o'vinagreta proveniente de aquel humano. Odiaba el vinagre. ¿Quien carajos usaría vinagre para perfumarse? Y luego la que si la loca es ella.
Prefería soportar el aroma de las alcantarillas, al menos estaba acostumbrada.
De repente, ya no estaba en su hombro, hubiera deseado bajarse mucho antes, aunque no se atrevería a hablarle y mucho menos a mirarle, ni siquiera sabía que mantenía el rostro oculto.
Trago saliva al ver que estaba subida encima de caballo. Le encantaban los animales, pero por alguna razón estos a ella no, usualmente tiene un trágico desenlace con ellos, aún recuerda cuando le mordió un chihuahua de aquella señoritinga en el mercado. Ni si quiera tuvo la molestia de disculparse aunque no se lo reprocha, ni siquiera se habría percatado de que estuviera allí. Por suerte no fue nada, quizás solo jugaba, pero la mordedura se la llevo.
Se estremeció cuando se sintió aprisionada entre los brazos del humano cuando este finalmente se monto. Una angustia empezó a llenarla por dentro y se encogía sobre si misma. Miró al corcel y puso las manos frente suya, inconscientemente aprisionaba entre sus manos el pelaje del animal, soltando y volviendo a agarrarlo nerviosa por todo lo que estaba sucediendo. Jamás había montado a caballo e irónicamente esperaba no molestar al anfitrión de quien estaba subida.
Seguía manteniendo la cabeza gacha o lo más separada del perfume o'vinagreta del humano y tardo unos segundos en responderle.
-Pu-pues...yo creo que sí... si me permite decir.-Traga saliva.- Podrían rastrear dicha emanación...aunque yo no te seguiría, no. Se apresuro a decir en lo ultimo.
A pesar de su intento por liberar la tensión ella respondió lo más "seria" posible y Ahora había caido en la cuenta, empleó el vinagre sabiendo del super desarrollado sentido olfativo de un licantropo.
Tras unos segundos, finalmente hizo la pregunta.
-¿A cual es el destino que guías?. Oprimió los labios formando una linea recta.
No pregunto si estaría a salvo, o si la haría daño. Ya podía haberlo hecho algo, por lo qué descarto la idea de que fuera un maniático con viles planes sobre ella. Seguía insegura y con temor ante lo desconocido pero no se encontraba amenazaba. Tenía un montón de preguntas, pero no se sentía capaz de formular más.
La herida del pie se le vino a la mente aunque mientras no llegara a posar el pie no le vendría el dolor a la mente y seguía teniendo otras prioridades, como resistir el perfume o'vinagreta proveniente de aquel humano. Odiaba el vinagre. ¿Quien carajos usaría vinagre para perfumarse? Y luego la que si la loca es ella.
Prefería soportar el aroma de las alcantarillas, al menos estaba acostumbrada.
De repente, ya no estaba en su hombro, hubiera deseado bajarse mucho antes, aunque no se atrevería a hablarle y mucho menos a mirarle, ni siquiera sabía que mantenía el rostro oculto.
Trago saliva al ver que estaba subida encima de caballo. Le encantaban los animales, pero por alguna razón estos a ella no, usualmente tiene un trágico desenlace con ellos, aún recuerda cuando le mordió un chihuahua de aquella señoritinga en el mercado. Ni si quiera tuvo la molestia de disculparse aunque no se lo reprocha, ni siquiera se habría percatado de que estuviera allí. Por suerte no fue nada, quizás solo jugaba, pero la mordedura se la llevo.
Se estremeció cuando se sintió aprisionada entre los brazos del humano cuando este finalmente se monto. Una angustia empezó a llenarla por dentro y se encogía sobre si misma. Miró al corcel y puso las manos frente suya, inconscientemente aprisionaba entre sus manos el pelaje del animal, soltando y volviendo a agarrarlo nerviosa por todo lo que estaba sucediendo. Jamás había montado a caballo e irónicamente esperaba no molestar al anfitrión de quien estaba subida.
Seguía manteniendo la cabeza gacha o lo más separada del perfume o'vinagreta del humano y tardo unos segundos en responderle.
-Pu-pues...yo creo que sí... si me permite decir.-Traga saliva.- Podrían rastrear dicha emanación...aunque yo no te seguiría, no. Se apresuro a decir en lo ultimo.
A pesar de su intento por liberar la tensión ella respondió lo más "seria" posible y Ahora había caido en la cuenta, empleó el vinagre sabiendo del super desarrollado sentido olfativo de un licantropo.
Tras unos segundos, finalmente hizo la pregunta.
-¿A cual es el destino que guías?. Oprimió los labios formando una linea recta.
No pregunto si estaría a salvo, o si la haría daño. Ya podía haberlo hecho algo, por lo qué descarto la idea de que fuera un maniático con viles planes sobre ella. Seguía insegura y con temor ante lo desconocido pero no se encontraba amenazaba. Tenía un montón de preguntas, pero no se sentía capaz de formular más.
Última edición por Devi el Sáb Nov 07, 2015 3:58 pm, editado 2 veces
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
La noche era húmeda, los arboles se alzaban silenciosos e inmóviles formando sombras ramificadas. Noche corría veloz entre la vegetación como una sombra más, esquivando con rapidez cada obstáculo. Solo algún búho o el ajetreo de las hojas al viento tenían permiso para romper aquel fascinante silencio casi hipnótico. Till no dijo una palabra en casi las dos horas que duró el trayecto, le gustaba la noche, le gustaba el silencio y le gustaba la soledad. Ni siquiera respondió a la pregunta que le hizo la chica, nombre el cual no se molesto ni en preguntar. Su compañía empezó a serle molesta tan solo en pensar todo el trabajo que se le venía encima y el esfuerzo social que supondría para él.
Till tiró de las riendas hacía atrás y Noche se detuvo en un resoplo, de su nariz expiró una ráfaga de vaho como si fuera un tren de carbón. Algo patoso se bajo del caballo, tenia el culo dormido y las piernas entumecidas de tantas horas cabalgando. Seguidamente agarró a la chica por debajo los brazos como si fuera un muñeco y la bajó del caballo.
- Vamos. – Ordenó. Abrió una pequeña puerta metálica que emitió un pequeño chirrido al abrirse. Estaba entre unos muros de piedra cubiertos de enredaderas y musgo que rodeaban una pequeño claro verde y unos metros más lejos había una pequeña casa de madera oscura. Noche como si ya supiera donde iba los siguió.
Tubo que abrir la puerta de un golpetazo porqué solía atrancarse, esta se abrió de golpe dando paso a una sala oscura y fría que olía a cerrado. Había un sillón al lado de una chimenea y una gran alfombra granate y negra con cenefas rectangulares. Delante la chimenea se alzaba una robusta estantería llena de libros, al fondo había un piano y un montón de partituras esparcidas por el suelo, también una escalera y una trampilla que comunicaba con la parte superior e inferior de la casa.
– Pasa.- volvió a ordenarle frio y seco como solía ser.- No toques nada… y procura no manchar nada con este pie. Ahora vuelvo.- Till salió a fuera y acompañó a su caballo a un pequeño establo que había detrás donde también guardaba una buena montaña de leña. Le acarició la cabeza, le saco las riendas, la silla y la mantilla. Caminó unos metros donde había un pozo y sacó un cubo de agua para el caballo. A continuación empezó a cargar leña para encender la chimenea. Salió a fuera y se quedo mirando la luna. “Dos noches” pensó. “Faltan dos noches para la luna llena”.
Till tiró de las riendas hacía atrás y Noche se detuvo en un resoplo, de su nariz expiró una ráfaga de vaho como si fuera un tren de carbón. Algo patoso se bajo del caballo, tenia el culo dormido y las piernas entumecidas de tantas horas cabalgando. Seguidamente agarró a la chica por debajo los brazos como si fuera un muñeco y la bajó del caballo.
- Vamos. – Ordenó. Abrió una pequeña puerta metálica que emitió un pequeño chirrido al abrirse. Estaba entre unos muros de piedra cubiertos de enredaderas y musgo que rodeaban una pequeño claro verde y unos metros más lejos había una pequeña casa de madera oscura. Noche como si ya supiera donde iba los siguió.
Tubo que abrir la puerta de un golpetazo porqué solía atrancarse, esta se abrió de golpe dando paso a una sala oscura y fría que olía a cerrado. Había un sillón al lado de una chimenea y una gran alfombra granate y negra con cenefas rectangulares. Delante la chimenea se alzaba una robusta estantería llena de libros, al fondo había un piano y un montón de partituras esparcidas por el suelo, también una escalera y una trampilla que comunicaba con la parte superior e inferior de la casa.
– Pasa.- volvió a ordenarle frio y seco como solía ser.- No toques nada… y procura no manchar nada con este pie. Ahora vuelvo.- Till salió a fuera y acompañó a su caballo a un pequeño establo que había detrás donde también guardaba una buena montaña de leña. Le acarició la cabeza, le saco las riendas, la silla y la mantilla. Caminó unos metros donde había un pozo y sacó un cubo de agua para el caballo. A continuación empezó a cargar leña para encender la chimenea. Salió a fuera y se quedo mirando la luna. “Dos noches” pensó. “Faltan dos noches para la luna llena”.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
A medida que transcurría el tiempo Devi empezaba a serenarse, si había decidido ignorarla o no responderla abiertamente no parecía incomodarla. El silencio no le era desconocido y en parte la agradaba.
Cuando se percató, dejo de asir fuertemente el pelaje del animal entre sus dedos, se froto las manos en el pantalón para quitarles el sudor que tenía y volvió a ponerlas frente suya en la parte del robusto cuello del corcel. -Perdona por los tirones, Azabache.- Susurro débilmente al caballo. Puesto desconocía su nombre, profirió en otorgarle uno acorde a sus características.
La travesía empezó a hacerse mas y más dura para Devi, puesto que era novicia y sus capacidades de monta eran nulas, no hacía más que removerse en el sitio conforme acrecentaba el dolor en su trasero, en el que sumado a la herida del pie y a las agujetas, fue posiblemente gracias a que tenia a ambos lados los brazos de Till por la que no se cayo en el recorrido.
Trataba de mantenerse ligeramente inclinada hacia adelante, moviendo continuamente la nariz y pasándose la mano por esta por el incomodísimo perfume a vinagreta.
Por fin pararon, cuando estuvo apunto de bajarse se sintió repentinamente en volandas cuando Till la cogió. En ese momento se quedo paralizada y un repentino temor creció en su interior. El contacto con la gente seguía incomodándola y más sobre él. REspiro hondamente y se froto el pandero, tardando unos segundos en ponerse en marcha y continuar tras el humano y en el primer paso, la fortuna volvió a sonreirla. Se había olvidado de la herida del pie y accidentalmente piso en el canto de una piedra produciéndola un dolor estremecedor. Soltó un quejido y trastabillo hacia adelante a punto de caerse, asiéndose por suerte o por desgracia a las riendas del caballo haciendo que este relinchara levemente por la repentina falta de cuidado de Devi. Mostro una desdichada y vergonzosa sonrisa entre dientes hacia Till cuando se volteo a ver que sucedía. -Lo siento, lo siento.- Se apresuro a decir Devi, formando una linea recta con los labios al introducirlos dentro de la boca y aprisionarlos con los dientes. Caminaba cabizbaja y le seguía a cierta distancia buscando recuperar su "espacio personal" como quien diría sobre la gente, y en parte para no generarle más malestar.
Mientras el humano abría la puerta, Devi se abstrajo un momento apoyando una mano en su otro brazo mientras miraba absorta hacia la luna.
-Aún sigue allí, altiva y rebosante de energía...que hermosa figura.-
Salió de sus pensamientos tan pronto como le ordeno que entrara donde sin vacilar se obedeció adentrándose en el umbral de la casa.
Asintió un par de veces en respuesta a las condiciones del Till y tan pronto como se fue echo una ojeada a la estancia. Caminaba de puntillas con ambas piernas y se dirigió hacia la estantería donde estaban los libros. Ladeaba la cabeza buscando leer el titulo de los tomos hasta qué visualizo algo mucho más llamativo...¡Un piano!
¡Tenía un piano!
Se acerco hacia este a medida que recogía todas las partituras que había por el camino, ojeandolas a pesar de no tener ni idea sobre música, pero finalmente, la curiosidad es la curiosidad. Se acerco al piano y coloco las partituras en un lateral. Sonrió tímidamente para si misma cuando pasaba las manos por las teclas del piano, recreándose como sonaría cada una de ellas, incluso casi las acariciaba en un momento de abstracción que tuvo. Casi, casi toca una tecla cuando volteo la mirada hacia la entrada de la casa pudiendo expresar un solo sonido, en el que, pese a ser leve se escucho por toda la estancia.
-Ups.-
Cuando se percató, dejo de asir fuertemente el pelaje del animal entre sus dedos, se froto las manos en el pantalón para quitarles el sudor que tenía y volvió a ponerlas frente suya en la parte del robusto cuello del corcel. -Perdona por los tirones, Azabache.- Susurro débilmente al caballo. Puesto desconocía su nombre, profirió en otorgarle uno acorde a sus características.
La travesía empezó a hacerse mas y más dura para Devi, puesto que era novicia y sus capacidades de monta eran nulas, no hacía más que removerse en el sitio conforme acrecentaba el dolor en su trasero, en el que sumado a la herida del pie y a las agujetas, fue posiblemente gracias a que tenia a ambos lados los brazos de Till por la que no se cayo en el recorrido.
Trataba de mantenerse ligeramente inclinada hacia adelante, moviendo continuamente la nariz y pasándose la mano por esta por el incomodísimo perfume a vinagreta.
Por fin pararon, cuando estuvo apunto de bajarse se sintió repentinamente en volandas cuando Till la cogió. En ese momento se quedo paralizada y un repentino temor creció en su interior. El contacto con la gente seguía incomodándola y más sobre él. REspiro hondamente y se froto el pandero, tardando unos segundos en ponerse en marcha y continuar tras el humano y en el primer paso, la fortuna volvió a sonreirla. Se había olvidado de la herida del pie y accidentalmente piso en el canto de una piedra produciéndola un dolor estremecedor. Soltó un quejido y trastabillo hacia adelante a punto de caerse, asiéndose por suerte o por desgracia a las riendas del caballo haciendo que este relinchara levemente por la repentina falta de cuidado de Devi. Mostro una desdichada y vergonzosa sonrisa entre dientes hacia Till cuando se volteo a ver que sucedía. -Lo siento, lo siento.- Se apresuro a decir Devi, formando una linea recta con los labios al introducirlos dentro de la boca y aprisionarlos con los dientes. Caminaba cabizbaja y le seguía a cierta distancia buscando recuperar su "espacio personal" como quien diría sobre la gente, y en parte para no generarle más malestar.
Mientras el humano abría la puerta, Devi se abstrajo un momento apoyando una mano en su otro brazo mientras miraba absorta hacia la luna.
-Aún sigue allí, altiva y rebosante de energía...que hermosa figura.-
Salió de sus pensamientos tan pronto como le ordeno que entrara donde sin vacilar se obedeció adentrándose en el umbral de la casa.
Asintió un par de veces en respuesta a las condiciones del Till y tan pronto como se fue echo una ojeada a la estancia. Caminaba de puntillas con ambas piernas y se dirigió hacia la estantería donde estaban los libros. Ladeaba la cabeza buscando leer el titulo de los tomos hasta qué visualizo algo mucho más llamativo...¡Un piano!
¡Tenía un piano!
Se acerco hacia este a medida que recogía todas las partituras que había por el camino, ojeandolas a pesar de no tener ni idea sobre música, pero finalmente, la curiosidad es la curiosidad. Se acerco al piano y coloco las partituras en un lateral. Sonrió tímidamente para si misma cuando pasaba las manos por las teclas del piano, recreándose como sonaría cada una de ellas, incluso casi las acariciaba en un momento de abstracción que tuvo. Casi, casi toca una tecla cuando volteo la mirada hacia la entrada de la casa pudiendo expresar un solo sonido, en el que, pese a ser leve se escucho por toda la estancia.
-Ups.-
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Con otro golpe se abrió la puerta, la sombra corpulenta de Till se esbozó en el marco y al entrar dejó caer al suelo una buena pila de madera. Buscó con la mirada a Devi que se encontraba sentada detrás del piano inmóvil, quieta como una figura de piedra, seguramente sorprendida por su repentina llegada. Casi se sintió desconcertado al ver al piano, hacía tantos años que no lo tocaba que se había olvidado de su existencia. En su infancia había tenido un profesor privado y sus padres siempre le hacían tocar orgullosos delante los invitados. Ni siquiera le importó que manoseara las partituras, la mayoría de ellas las había compuesto estando sobrio e deprimido. Parecía que la niña las había ordenado de alguna forma poco convincente y ahora estaban colocadas en una pila al lateral del piano. La tristeza y la rabia abrasaron tanto su alma que la musica ya no le servía para canalizarlas, asta que dicha actividad paso a convertirse en una perdida de tiempo.
Sin decir palabra lanzó unos troncos en la chimenea, pasó por delante de Devi, como si se tratara de un mueble más, para agarrar una botella de ron que había en la estantería. Sus pasos sonaban fuertes cada vez que se movía haciendo temblar sutilmente la casa. Al volver a pasar por delante del piano se detuvo un momento. Entre las partituras el nombre de Annette encabezaba una dulce nana. Un escalofrió le recorrió la columna vertebral hasta erizarle el bello de la nuca. De un tirón se llevó las partituras y las lanzó también a la chimenea. Descorchó la botella con la boca, dio un trago y derramo un cuarto del liquido por encima la leña y el papel. Seguidamente le prendió fuego. Se dejó caer en su sillón de cuero marrón y se quedó mirando como rápidamente las partituras empezaron a reducirse en una bola negra mientras las notas chispeaban y el nombre de Annette ardía entre las llamas. Dio otro sorbo a la botella y se quedo esta vez mirando fijamente a Devi. Sus ojos parecían arder también en el infierno y la poca iluminación le daba un aspecto cadavérico, era delgada y frágil, pensó en que debería tener entre 15 o 17 años como mucho. Dio otro trago a la botella sin dejar de mirarla, se echó hacía delante apoyando sus brazos en los cuadriceps.
- Quítate la ropa y lánzala al fuego. - Le ordenó señalando con la mano con que sujetaba la botella a la chimenea.
Sin decir palabra lanzó unos troncos en la chimenea, pasó por delante de Devi, como si se tratara de un mueble más, para agarrar una botella de ron que había en la estantería. Sus pasos sonaban fuertes cada vez que se movía haciendo temblar sutilmente la casa. Al volver a pasar por delante del piano se detuvo un momento. Entre las partituras el nombre de Annette encabezaba una dulce nana. Un escalofrió le recorrió la columna vertebral hasta erizarle el bello de la nuca. De un tirón se llevó las partituras y las lanzó también a la chimenea. Descorchó la botella con la boca, dio un trago y derramo un cuarto del liquido por encima la leña y el papel. Seguidamente le prendió fuego. Se dejó caer en su sillón de cuero marrón y se quedó mirando como rápidamente las partituras empezaron a reducirse en una bola negra mientras las notas chispeaban y el nombre de Annette ardía entre las llamas. Dio otro sorbo a la botella y se quedo esta vez mirando fijamente a Devi. Sus ojos parecían arder también en el infierno y la poca iluminación le daba un aspecto cadavérico, era delgada y frágil, pensó en que debería tener entre 15 o 17 años como mucho. Dio otro trago a la botella sin dejar de mirarla, se echó hacía delante apoyando sus brazos en los cuadriceps.
- Quítate la ropa y lánzala al fuego. - Le ordenó señalando con la mano con que sujetaba la botella a la chimenea.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Se había quedado muda desde el momento que le vio entrar, no paro de mirarle a medida que se movía permaneciendo completamente inmóvil. No sabía como se tomaría el haber desobedecido algo que le había dictado. Por suerte no había parecido importarle, o sencillamente ella le resultaba tan poca cosa que su mediocridad no le interesaba lo más mínimo.
A diferencia de otras veces, esta vez si se atrevió a mirarle a él definitivamente, no a la carcasa de materia con la que el humano se movía, no. Si no a la esencia que Till Landman representaba. Miraba a los ojos de Till y se abrumo por lo que estos desprendían, un cúmulo de emociones abrumadas entre si queriendo explotar y que simplemente, los guardaba en su interior.
Claro que...esto es lo que sintió Devi, ella misma, sin ningún artificio de hechicería o comprensión, por lo que dicho percibimiento sobre Till puede ser completamente erroneo. Tan simple como eso, esta en su naturaleza ser empatica y afable con el resto de humanos.
Fue en ese momento cuando se exalto, abrió enormemente los ojos y sintió tristeza por lo que hacía, desconocía la razón por la que Till incineraba esas partituras pero percibía su dolor.
-¿Pero qué haces!- Exclamó de repente. - ¿Por qué has quemado parte de ti mismo? Eso duele... no es sano.- Se produjo la ultima frase con un tono de voz ahogado, dolida por lo que había hecho y se quedo mirando como ardían, como el fruto de las emociones inducidas en dichas partituras se volatilizaban y con ello la materialidad del recuerdo.
Y con ello llego el silencio en su boca. Las siguientes palabras de Till le sonaron tan distantes como absurdas, si la hubiera pedido que abriera los brazos y se lanzara por la ventana intentando volar como un pájaro, probablemente hubiera sido más factible que hiciera eso que a lo que le había ordenado. ¿Pero quitarse la ropa y quemarla?
El humano corpulento la intimidaba a todas luces y había acatado todo lo que le había ordenado por temor a una represalia e intento cuanto menos ofenderle o enfurecerle, pero durante sus años en los callejones apreció considerablemente los pocos bienes que conservaba, entre ellos su ropa.
No es que Devi fuera materialista, ni mucho menos, se contentaba con simples cosas, pero pasar el invierno en la calle en harapos es terrible, y es que por muy mal que pudiera tener dicha vestimenta, no es que la sobraran prendas con las que cambiarse.
Obviando de lado que es bastante pudorosa en cuanto a la sexualidad se refiere y no le hacía gracia desnudarse ante Till...
Decidió ignorar abiertamente su mandato.
Y antes de que lo tomara como una ofensa, volvió a preguntarle, en parte por que pensó que quizás necesitaría alguien con quien desahogarse...quizás y aunque sabría que de necesitarlo no lo haría con una cualquiera y menos con alguien como ella, también lo hizo con intención de hacerle olvidar aquello último que la había mandado. Posiblemente erró.
-¿Tanto te has guardado dentro que no le permites respirar? Deberías... -Le miraba con melancolía. Movió los labios abruptamente hasta que llego a formar un punto, sabía que debía estar callada. Ella no sabía nada. Se puso la mano en el cuello como si buscara impedir soltar lo último que quería decir, aunque la verdad es que se le había hecho un nudo en la garganta y simplemente le costaba continuar. -Estas congelado por dentro, deberías tratar de - Soltó un suspiro antes de continuar.- De ser más volátil.
A diferencia de otras veces, esta vez si se atrevió a mirarle a él definitivamente, no a la carcasa de materia con la que el humano se movía, no. Si no a la esencia que Till Landman representaba. Miraba a los ojos de Till y se abrumo por lo que estos desprendían, un cúmulo de emociones abrumadas entre si queriendo explotar y que simplemente, los guardaba en su interior.
Claro que...esto es lo que sintió Devi, ella misma, sin ningún artificio de hechicería o comprensión, por lo que dicho percibimiento sobre Till puede ser completamente erroneo. Tan simple como eso, esta en su naturaleza ser empatica y afable con el resto de humanos.
Fue en ese momento cuando se exalto, abrió enormemente los ojos y sintió tristeza por lo que hacía, desconocía la razón por la que Till incineraba esas partituras pero percibía su dolor.
-¿Pero qué haces!- Exclamó de repente. - ¿Por qué has quemado parte de ti mismo? Eso duele... no es sano.- Se produjo la ultima frase con un tono de voz ahogado, dolida por lo que había hecho y se quedo mirando como ardían, como el fruto de las emociones inducidas en dichas partituras se volatilizaban y con ello la materialidad del recuerdo.
Y con ello llego el silencio en su boca. Las siguientes palabras de Till le sonaron tan distantes como absurdas, si la hubiera pedido que abriera los brazos y se lanzara por la ventana intentando volar como un pájaro, probablemente hubiera sido más factible que hiciera eso que a lo que le había ordenado. ¿Pero quitarse la ropa y quemarla?
El humano corpulento la intimidaba a todas luces y había acatado todo lo que le había ordenado por temor a una represalia e intento cuanto menos ofenderle o enfurecerle, pero durante sus años en los callejones apreció considerablemente los pocos bienes que conservaba, entre ellos su ropa.
No es que Devi fuera materialista, ni mucho menos, se contentaba con simples cosas, pero pasar el invierno en la calle en harapos es terrible, y es que por muy mal que pudiera tener dicha vestimenta, no es que la sobraran prendas con las que cambiarse.
Obviando de lado que es bastante pudorosa en cuanto a la sexualidad se refiere y no le hacía gracia desnudarse ante Till...
Decidió ignorar abiertamente su mandato.
Y antes de que lo tomara como una ofensa, volvió a preguntarle, en parte por que pensó que quizás necesitaría alguien con quien desahogarse...quizás y aunque sabría que de necesitarlo no lo haría con una cualquiera y menos con alguien como ella, también lo hizo con intención de hacerle olvidar aquello último que la había mandado. Posiblemente erró.
-¿Tanto te has guardado dentro que no le permites respirar? Deberías... -Le miraba con melancolía. Movió los labios abruptamente hasta que llego a formar un punto, sabía que debía estar callada. Ella no sabía nada. Se puso la mano en el cuello como si buscara impedir soltar lo último que quería decir, aunque la verdad es que se le había hecho un nudo en la garganta y simplemente le costaba continuar. -Estas congelado por dentro, deberías tratar de - Soltó un suspiro antes de continuar.- De ser más volátil.
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
No mostró ni gesticuló nada frente al acertado comentario de la joven, se limitó a observarla con un expresión serena. Hasta ahora no había sido consciente de lo rara que le parecía: su forma de moverse y de expresarse le parecían insólitas. Por el momento no había podido comprender nada de lo que quería comunicar, aunque por tendencia él tampoco prestaba mucha atención a nada. Le recordó a los mendigos que alguna vez se había encontrado en las calles articulando palabras sin sentido y que a nadie le importaban, quizá era algo propio de los pobres: decir tonterías.
“Más volátil... Si fuera más volátil me encargaría yo de sacarte la ropa” pensó para sí mismo. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios tras aquel pensamiento grosero. Se levantó del sillón con la ayuda de las manos aparentando cansancio. Dejó la botella al suelo para seguidamente sacarse su abrigo y lanzarlo al fuego, detrás le acompañó su chaleco de cuero y su camisa quedandole el torso desnudo. Era algo que acostumbraba a hacer siempre que iba a cazar licántropos y se bañaba en vinagre. Sin mucho afán subió por la escalera de madera hacía el piso de arriba. La habitación era una ratonera, diminuta y poco iluminada. Una pequeña ventana inclinada paralela al tejado era lo único que dejaba entrar la luz. Había una cama casi tan grande como la estancia que estaba desecha, llena de ropa esparcida por encima. Rebuscó entre el montón de telas hasta hacerse con una camisa de mangas anchas oscura. No pasó ni un minuto que ya estaba bajando otra vez con la cabeza agachada para no topar contra el tejado.
- Quítate la ropa y lánzala al fuego.- repitió lanzándole la camisa que acababa de recoger y que por lo menos le iba 10 tallas mas grande. Pasó por delante suyo sin detenerse dirigiéndose a la puerta de la casa no sin olvidarse de recoger la botella que había dejado al suelo al lado del sillón. - Hazlo antes de que vuelva, o lo haré yo. - Dijo amenazante señalandola con un dedo antes de salir por la puerta dando un portazo. La seriedad y aspereza en sus palabras no daban lugar a duda de que era capaz de hacerlo.
La noche era mas húmeda que fría, oscura y recóndita hasta resultar vertiginosa. Andaba entre la maleza dándole algún que otro tragó a la botella. Por el camino notó un movimiento de hojas a sus pies que no era suyo, pisó fuerte varías veces al suelo aleatoriamente como si estuviera bailando un zapateado a ver si con un poco de suerte lograba pisar al ratón o lo que fuera que hubiera sido. Consciente de que parecía un imbécil paró. Siguió andando unos 10 minutos hasta llegar a un estanque donde la luna se estaba dando un baño.
- Buenas noches my lady.- perjudicado por el alcohol le habló al reflejo de la luna del estanque e le hizo una reverencia. - No quisiera ofenderle con este hedor, de echo a eso he venido.- decía mientras se iba desvistiendo lo que le quedaba de ropa.- En parte es vuestra culpa, tu los conviertes... jodida zorra.- Al sacarse la otra manga del pantalón perdió el equilibrio y casi cayó al suelo. - ¡Zorra!- Su grito se extendió hacía la lejanía del estanque hasta perderse entre los arboles del otro lado. - Debería matarte!.- dijo lanzando la botella ya vacía a su reflejo haciendo que oscilara. Se arrimó a la orilla y se quedo observando al hombre nudo del agua algo sinuoso. Su torso estaba lleno de cicatrices. Empezó a acariciarlas, pasando su mano por encima del vientre donde había una larga y fina que recorría desde a un lado de las costillas al obligo. Siguió subiendo hasta los pectorales resiguiendo cada una de ellas con dificultades para recordar el origen de cada una. Finalmente se detuvo encima del hombro en una que parecía un mordisco de perro o serpiente y lo repaso ensimismado. Sus ojos se enrojecieron y su expresión mudo a una mas imperturbable. - Debería matarte- dijo mientras las lágrimas acaronaban su rostro. Esta vez, no se lo dijo a la luna. Entonces se dejó caer en el agua.
“Más volátil... Si fuera más volátil me encargaría yo de sacarte la ropa” pensó para sí mismo. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios tras aquel pensamiento grosero. Se levantó del sillón con la ayuda de las manos aparentando cansancio. Dejó la botella al suelo para seguidamente sacarse su abrigo y lanzarlo al fuego, detrás le acompañó su chaleco de cuero y su camisa quedandole el torso desnudo. Era algo que acostumbraba a hacer siempre que iba a cazar licántropos y se bañaba en vinagre. Sin mucho afán subió por la escalera de madera hacía el piso de arriba. La habitación era una ratonera, diminuta y poco iluminada. Una pequeña ventana inclinada paralela al tejado era lo único que dejaba entrar la luz. Había una cama casi tan grande como la estancia que estaba desecha, llena de ropa esparcida por encima. Rebuscó entre el montón de telas hasta hacerse con una camisa de mangas anchas oscura. No pasó ni un minuto que ya estaba bajando otra vez con la cabeza agachada para no topar contra el tejado.
- Quítate la ropa y lánzala al fuego.- repitió lanzándole la camisa que acababa de recoger y que por lo menos le iba 10 tallas mas grande. Pasó por delante suyo sin detenerse dirigiéndose a la puerta de la casa no sin olvidarse de recoger la botella que había dejado al suelo al lado del sillón. - Hazlo antes de que vuelva, o lo haré yo. - Dijo amenazante señalandola con un dedo antes de salir por la puerta dando un portazo. La seriedad y aspereza en sus palabras no daban lugar a duda de que era capaz de hacerlo.
La noche era mas húmeda que fría, oscura y recóndita hasta resultar vertiginosa. Andaba entre la maleza dándole algún que otro tragó a la botella. Por el camino notó un movimiento de hojas a sus pies que no era suyo, pisó fuerte varías veces al suelo aleatoriamente como si estuviera bailando un zapateado a ver si con un poco de suerte lograba pisar al ratón o lo que fuera que hubiera sido. Consciente de que parecía un imbécil paró. Siguió andando unos 10 minutos hasta llegar a un estanque donde la luna se estaba dando un baño.
- Buenas noches my lady.- perjudicado por el alcohol le habló al reflejo de la luna del estanque e le hizo una reverencia. - No quisiera ofenderle con este hedor, de echo a eso he venido.- decía mientras se iba desvistiendo lo que le quedaba de ropa.- En parte es vuestra culpa, tu los conviertes... jodida zorra.- Al sacarse la otra manga del pantalón perdió el equilibrio y casi cayó al suelo. - ¡Zorra!- Su grito se extendió hacía la lejanía del estanque hasta perderse entre los arboles del otro lado. - Debería matarte!.- dijo lanzando la botella ya vacía a su reflejo haciendo que oscilara. Se arrimó a la orilla y se quedo observando al hombre nudo del agua algo sinuoso. Su torso estaba lleno de cicatrices. Empezó a acariciarlas, pasando su mano por encima del vientre donde había una larga y fina que recorría desde a un lado de las costillas al obligo. Siguió subiendo hasta los pectorales resiguiendo cada una de ellas con dificultades para recordar el origen de cada una. Finalmente se detuvo encima del hombro en una que parecía un mordisco de perro o serpiente y lo repaso ensimismado. Sus ojos se enrojecieron y su expresión mudo a una mas imperturbable. - Debería matarte- dijo mientras las lágrimas acaronaban su rostro. Esta vez, no se lo dijo a la luna. Entonces se dejó caer en el agua.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Pese al silencio de Till Landman, seguía sin importarla o incomodarla el hecho de que no la respondiera, incluso casi podría tomarlo como un hábito pese al poco y largo tiempo que lleva con él. Seguía sintiéndose intimidada y buscaba la lejanía, aunque en su interior pensaba que no tenía que temerle.
Respiro hondamente en el momento en que subió las escaleras, momento que aprovecho para relajar su cuerpo. Desvió la mirada hacia la ventana y soltó un suspiro de resignación, para cuando Till bajo esta se le quedo mirando. Cuando le lanzo la camisa puso las manos frente suya antes de que le cayera ridículamente en la cabeza.
-Si tardas, saldré a buscarte- Expreso en un murmuro, en parte no quería que la escuchara, o no lo suficiente como para considerar que debiera recriminarselo. Se estremeció cuando dio el portazo, y ahora que no la escuchaba, si podía decirlo.
-¡Y no bebas! Convierte al mejor hombre en un borrego...-
Volvió a dar un suspiro y volvió a mirar a su alrededor. Hacia tiempo que no estaba en una casa como tal, miro la camisa que le había dado y puso una mueca de asco. Obviamente la idea de que la quitara la ropa era peor.
Se paseo por la sala con más calma y trato de buscar algunas vendas, se rasco la mejilla y se pregunto donde las escondería de ser él. Finalmente se encogió de hombros y miro hacia el fuego y se quedo pensativa con la cabeza ladeada.
-¿Lo habría encendido para mi?- Sopeso la idea y supuso que si.
Se acerco a este y se desvistió. Después uso los dientes y las manos para rasgar parte de la camisa que llevaba aprovechando algún agujero que ya estaría abierto, saco una tira y la dejo a un lado. Se puso la camisa que le había dado Till y se sentó a mirarse la herida.
Si hubiera estado en su Hogar podría haberla tratado de diferente forma con algunas plantas medicinales que aún guardaba de la última vez que fue a recolectar, por lo que a las malas se usa lo que se tiene a mano. Dado que posee buena flexibilidad se llevo el pie a la boca y empezó a chupar la herida, tras eliminar la suciedad que tenia alrededor de la herida y en esta escupió con repulsión el contenido en la ropa que se acababa de quitar. Tras asegurarse de que estuviera limpia empezó a acumular saliva en la boca y luego lo escupió en la herida.
Podrá parecer una asquerosidad para la mayoría de mundanos, pero que la mayoría de los animales se laman las heridas no es que sea algo gratuito, y es que el alto contenido de oxigeno en la saliva ayuda a eliminar las bacterias y limpiar la herida aparte de ayudar en la cicatrización y aunque Devi lo sabía inconscientemente, lo hizo por que pensó que debía hacerlo. A parte, ¿A quién no le gusta su propia sangre?
Cogió la tira que había expropiado a su camisa y se la anudo en el pie a modo de venda. Se cruzo las piernas y se quedo mirando al fuego, agradecida de la calidez que la otorgaba. Le encantaba el baile de las ascuas, era magnifico, atrayente, seductor. Se rasco la mejilla y deslizo la mano en el pantalón que llevaba antes puesto y extrajo unos piñones que había tenido la ocasión de haber recogido antes de que encontrara con Till. Tras acabarse lo que podría ser su cena de esa noche, lanzo con mucho pésame la ropa a la hoguera.
Se levanto y se sacudió la camisa que casi la llegaba hasta el suelo, recorrió la mirada hacia la ventana con intención de quedarse a contemplar la luna hasta que en dicho recorrido su vista se quedo en el piano...
Ahora Till no estaba...
Y el piano la llamaba...
Y ahora podría tocar...
Aunque fuera un poquito...
Se sentó frente al piano y se mordió el labio interior, una creciente expectación crecía en sus adentro. Empezó a pulsar teclas azarosamente, dejándolas vibrar hasta el final. A cada pulsación no hacia mas que mover continuamente los dedos de los pies casi en un estado de excitación. Aunque su frustración llego rápidamente al no ser capaz de componer absolutamente nada y únicamente producir sonidos grotescos y arbitrarios. Se alejo del piano, en parte por que estaba maltratando a la música, y en parte por que no quería arriesgar a que viniera Till y la escuchara, se acerco a la ventana, la abrió y se sentó en el alfeizar dejando la pierna fuera de esta y haciendo que ondule como si fuera un péndulo mientras admiraba a la luna.
-Ay... hacedora de sentimientos, ilusionista de sueños bajo tu manto estrellado, que retraes las esencias de tu menester. Desdichada lujuria la tuya y de quienes persiguen tu hermosura.-
Tras unos minutos de contemplarla, ya se estaba planteando la idea de ir a buscarle si tardaba un poco más. Quería pedirle que tocara el piano, aunque fuera un poco.
Que carajos, por sus pertinentes ovarios se propuso hacerle tocar al menos esa noche.
Respiro hondamente en el momento en que subió las escaleras, momento que aprovecho para relajar su cuerpo. Desvió la mirada hacia la ventana y soltó un suspiro de resignación, para cuando Till bajo esta se le quedo mirando. Cuando le lanzo la camisa puso las manos frente suya antes de que le cayera ridículamente en la cabeza.
-Si tardas, saldré a buscarte- Expreso en un murmuro, en parte no quería que la escuchara, o no lo suficiente como para considerar que debiera recriminarselo. Se estremeció cuando dio el portazo, y ahora que no la escuchaba, si podía decirlo.
-¡Y no bebas! Convierte al mejor hombre en un borrego...-
Volvió a dar un suspiro y volvió a mirar a su alrededor. Hacia tiempo que no estaba en una casa como tal, miro la camisa que le había dado y puso una mueca de asco. Obviamente la idea de que la quitara la ropa era peor.
Se paseo por la sala con más calma y trato de buscar algunas vendas, se rasco la mejilla y se pregunto donde las escondería de ser él. Finalmente se encogió de hombros y miro hacia el fuego y se quedo pensativa con la cabeza ladeada.
-¿Lo habría encendido para mi?- Sopeso la idea y supuso que si.
Se acerco a este y se desvistió. Después uso los dientes y las manos para rasgar parte de la camisa que llevaba aprovechando algún agujero que ya estaría abierto, saco una tira y la dejo a un lado. Se puso la camisa que le había dado Till y se sentó a mirarse la herida.
Si hubiera estado en su Hogar podría haberla tratado de diferente forma con algunas plantas medicinales que aún guardaba de la última vez que fue a recolectar, por lo que a las malas se usa lo que se tiene a mano. Dado que posee buena flexibilidad se llevo el pie a la boca y empezó a chupar la herida, tras eliminar la suciedad que tenia alrededor de la herida y en esta escupió con repulsión el contenido en la ropa que se acababa de quitar. Tras asegurarse de que estuviera limpia empezó a acumular saliva en la boca y luego lo escupió en la herida.
Podrá parecer una asquerosidad para la mayoría de mundanos, pero que la mayoría de los animales se laman las heridas no es que sea algo gratuito, y es que el alto contenido de oxigeno en la saliva ayuda a eliminar las bacterias y limpiar la herida aparte de ayudar en la cicatrización y aunque Devi lo sabía inconscientemente, lo hizo por que pensó que debía hacerlo. A parte, ¿A quién no le gusta su propia sangre?
Cogió la tira que había expropiado a su camisa y se la anudo en el pie a modo de venda. Se cruzo las piernas y se quedo mirando al fuego, agradecida de la calidez que la otorgaba. Le encantaba el baile de las ascuas, era magnifico, atrayente, seductor. Se rasco la mejilla y deslizo la mano en el pantalón que llevaba antes puesto y extrajo unos piñones que había tenido la ocasión de haber recogido antes de que encontrara con Till. Tras acabarse lo que podría ser su cena de esa noche, lanzo con mucho pésame la ropa a la hoguera.
Se levanto y se sacudió la camisa que casi la llegaba hasta el suelo, recorrió la mirada hacia la ventana con intención de quedarse a contemplar la luna hasta que en dicho recorrido su vista se quedo en el piano...
Ahora Till no estaba...
Y el piano la llamaba...
Y ahora podría tocar...
Aunque fuera un poquito...
Se sentó frente al piano y se mordió el labio interior, una creciente expectación crecía en sus adentro. Empezó a pulsar teclas azarosamente, dejándolas vibrar hasta el final. A cada pulsación no hacia mas que mover continuamente los dedos de los pies casi en un estado de excitación. Aunque su frustración llego rápidamente al no ser capaz de componer absolutamente nada y únicamente producir sonidos grotescos y arbitrarios. Se alejo del piano, en parte por que estaba maltratando a la música, y en parte por que no quería arriesgar a que viniera Till y la escuchara, se acerco a la ventana, la abrió y se sentó en el alfeizar dejando la pierna fuera de esta y haciendo que ondule como si fuera un péndulo mientras admiraba a la luna.
-Ay... hacedora de sentimientos, ilusionista de sueños bajo tu manto estrellado, que retraes las esencias de tu menester. Desdichada lujuria la tuya y de quienes persiguen tu hermosura.-
Tras unos minutos de contemplarla, ya se estaba planteando la idea de ir a buscarle si tardaba un poco más. Quería pedirle que tocara el piano, aunque fuera un poco.
Que carajos, por sus pertinentes ovarios se propuso hacerle tocar al menos esa noche.
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Salió del agua cuando el frío le empezó a ser insoportable. Temblando como una hoja en noviembre buscó sus pantalones y botas entre la hierba mojada por el rocío de la mañana. No sabía que hora era pero calculó que las 3 o las 4 de la madrugada, se había pasado demasiado tiempo dentro del agua. Se puso los pantalones húmedos y asqueado prefirió ir descalzo antes que ponerse las botas. Tomó la misma ruta de ida e abrigándose nada más que con sus brazos caminó temblando. El camino de regreso empezó a hacérsele un suplició, se sentía mareado y tenía dificultades para moverse y andar.
- Mierda - Tropezó con una rama y se cayó de rodillas al suelo pelándose las rodillas, tardó unos minutos en levantarse y siguió andando. Al fin vio la luz de la chimenea de su casa, que en aquellos momentos paso a ser la casa del edén. Aceleró como pudo el paso, las piernas le temblaban y empezó a costarle respirar. Tenía toda la pinta de que estaba a punto de coger una hipotermia por hacer el idiota en el estanco. Quería llamar a la chica para que lo ayudara, cayendo en la cuenta de que ni siquiera se habían presentado y no sabía su nombre. Quizá a causa de la debilidad que sentía por el frío y la necesidad de que alguien le ayudara, suspiró al darse cuenta de lo maleducado que era y lo mal que se había llevado con ella injustamente. “su herida” recordó, ni siquiera le había ofrecido vendas. “Tienes un demonio dentro” le dijo una vez un gitana. “Este no te dejará ser feliz a ti ni a los que te rodean”. No sabía cuanto estas palabras cada vez tomaban más sentido. Se propuso que si lograba llegar, a la madrugada ira a buscar al medico y a Gilbert, su mayordomo, para que se encargara de cubrir las necesidades de la chica ya que él no era capaz de hacer una cosa tan aparentemente sencilla. Se sintió impotente al pensar en la posibilidad de que algún licántropo atacara a la chica y que él no pudiera protegerla.
Dio el clásico golpe a la puerta para entrar. Se mareo a causa de la pequeña investida e cayó absurdamente al suelo intentando mantener el equilibrio. Estaba blanco como un muerto y no dejaba de temblar. Sentado en el suelo se rodeo con sus brazos, vio la sombra de la silueta, supuso que de la chica, acercándose a él.
-Tu nombre. – dijo medio ido. Le pareció escuchar la palabra Devi antes de que se le cerraran los ojos e cayera inconsciente. “Devi”
- Mierda - Tropezó con una rama y se cayó de rodillas al suelo pelándose las rodillas, tardó unos minutos en levantarse y siguió andando. Al fin vio la luz de la chimenea de su casa, que en aquellos momentos paso a ser la casa del edén. Aceleró como pudo el paso, las piernas le temblaban y empezó a costarle respirar. Tenía toda la pinta de que estaba a punto de coger una hipotermia por hacer el idiota en el estanco. Quería llamar a la chica para que lo ayudara, cayendo en la cuenta de que ni siquiera se habían presentado y no sabía su nombre. Quizá a causa de la debilidad que sentía por el frío y la necesidad de que alguien le ayudara, suspiró al darse cuenta de lo maleducado que era y lo mal que se había llevado con ella injustamente. “su herida” recordó, ni siquiera le había ofrecido vendas. “Tienes un demonio dentro” le dijo una vez un gitana. “Este no te dejará ser feliz a ti ni a los que te rodean”. No sabía cuanto estas palabras cada vez tomaban más sentido. Se propuso que si lograba llegar, a la madrugada ira a buscar al medico y a Gilbert, su mayordomo, para que se encargara de cubrir las necesidades de la chica ya que él no era capaz de hacer una cosa tan aparentemente sencilla. Se sintió impotente al pensar en la posibilidad de que algún licántropo atacara a la chica y que él no pudiera protegerla.
Dio el clásico golpe a la puerta para entrar. Se mareo a causa de la pequeña investida e cayó absurdamente al suelo intentando mantener el equilibrio. Estaba blanco como un muerto y no dejaba de temblar. Sentado en el suelo se rodeo con sus brazos, vio la sombra de la silueta, supuso que de la chica, acercándose a él.
-Tu nombre. – dijo medio ido. Le pareció escuchar la palabra Devi antes de que se le cerraran los ojos e cayera inconsciente. “Devi”
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Cada vez estaba más incómoda, el tiempo pasaba y la espera se la hacia eterna. Sabía que debía obedecerle y que si no la encontrara a su vuelta en la casa probablemente se enojaría, o quizás pasaría a ser un asunto menos del que importarle. Quizás, pero sentía que no era así, ambos se habían caído en gracia aunque cada uno a su modo. Por lo que tras darle varias vueltas ¿Qué tenía que perder? al fin y al cabo le había avisado de que iría en su búsqueda si tardaba, y había varias razones tras ello, lo primero de todo es que pese a que la estancia resultaba mucho más agradable que su Hogar en las alcantarillas se sentía encerrada y eso lo detestaba más que a cualquier cosa y obviando la parte de preocupación que sentía por él, se estaba aburriendo sin poder hacer nada.
Así que finalmente decidió marcharse, hubiera saltado por la ventana pero la fortuna y torpeza que la seguía a todos lados seguramente hubiera acabado en lastimarse aún más el pie por lo que decidió enfrentarse a la puerta obstruida y espero que realmente no le costara abrirla. ¡Carajos, era una simple puerta!
Dio un brinco repentino en el sitio cuando la puerta se abrió bruscamente, cinco segundos mas tarde y el porrazo que se hubiera llevado en la cara hubiera sido de teatro.
La sorpresa y el susto la había dejado muda con la boca completamente abierta y los ojos abiertos de par en par, pero eso no la impidió poder volver a mirar dentro del humano donde su asombro creció exponencialmente.
El tipo estaba enfermo y lo único que se le había ocurrido preguntar era su nombre. Una súbita comprensión y afecto creció en Devi, sintió la parte de culpabilidad por el comportamiento qué había tenido con ella, o el hecho de haberla metido en todo ese entuerto, ahí se dio cuenta de que en verdad ella le importaba y que Till, pese a la frialdad en la que estaba envuelta, pese a todo lo que había sufrido, parte de su humanidad no se había perdido.
Y no es que fuera una exageración, ya que la impresión que le dio a Devi la primera vez que le vio fue la de un autómata insensible cuyo fundamento de existencia se residía en cumplir un único fin sin importar cual fuera el precio. Por eso Devi había estado atemorizada pero conforme más tiempo pasaba con él se fue dando cuenta de que le había juzgado mal, aún no era un esclavo de sí mismo.
Se acerco apresuradamente hacia él y pronuncio su nombre en un susurro. -Devi, pero shhh... guarda tu esencia, pues el Frió aclama tu cuerpo sin ser su momento, descansa. Yo velaré por ti.- Noto que estaba empapado y maldijo a los nueve infiernos mientras acusaba al alcohol de lo sucedido, con premura puso su oreja cerca del pecho para notar su respiración con temor de que tuviera el pecho oprimido por la congelación y no pudiera respirar, tras considerar que era estable no vacilo en ponerse manos a la obra y es que el tiempo la apremiaba.
Cogió los pies de Till y fue arrastrándole para alejarle del umbral de la casa, cerro bruscamente la puerta con las manos y empezó a subir las escaleras de la casa. Fue al cuarto de Till y arrugo ligeramente la nariz al ver la habitación, y antes de empezar a buscar alguna manta cogió el edredón de la cama, puso varias ropa al azar dentro de esta y tal cual lo apelotono todo, lo cogió y bajo al piso de abajo. Posteriormente fue al baño y cogió alguna toalla que habría, fue a donde estaba Till e instantáneamente elimino sus pudores y empezó a desvestirle. Tras quitarle la ropa le seco tanto el cuerpo como el pelo con la toalla, luego junto la alfombra de la sala junto al fuego y arrastro a Till hasta depositarle encima de esta para que su cuerpo empezara a calentarse una vez estaba seco.
Trato de vestirle como buenamente pudo y después le puso tanto las sabanas como el edredón para arropándole. Pese a todo, tenía cuidado de no suministrarle gran cantidad de calor, ya que el cambio brusco de temperatura podría afectarle negativamente al cuerpo. Busco por la casa unos paños y se fue a la cocina a calentar agua caliente, tardo bastante en hacer esto puesto que no sabía donde estaba cada cosa y revisaba cada rato como se encontraba Till ya que si no veía mejoría, probablemente le enrollaría en las sabanas cual rollito de primavera.
Tras calentar varios paños o en su defecto algunas prendas, no se cortaría a la hora de emplear otra cosa pareja, las escurrió y se los coloco parcialmente en el cuello, en el pecho y en los pies.
Estaba cansada, el hecho de mover a Till ya suponía un reto para su mundana fuerza pero aún se resistía a abandonarse al sueño, prolongando los bostezos a la espera de que el calor de su cuerpo aumentara y tras ello, se hizo un ovillo en el sillón y se durmió.
Y tanto que Devi se quedo sin poder escucharle tocar, Till se quedo sin alcohol del que beber, ya que...de alguna forma, Devi tenia que echar mano a algo con lo que alimentar la hoguera de la chimenea.
En verdad aún le quedarían botellas, una cosa era conservar el fuego y otra generar un incendio y tuvo especial cuidado con eso.
Así que finalmente decidió marcharse, hubiera saltado por la ventana pero la fortuna y torpeza que la seguía a todos lados seguramente hubiera acabado en lastimarse aún más el pie por lo que decidió enfrentarse a la puerta obstruida y espero que realmente no le costara abrirla. ¡Carajos, era una simple puerta!
Dio un brinco repentino en el sitio cuando la puerta se abrió bruscamente, cinco segundos mas tarde y el porrazo que se hubiera llevado en la cara hubiera sido de teatro.
La sorpresa y el susto la había dejado muda con la boca completamente abierta y los ojos abiertos de par en par, pero eso no la impidió poder volver a mirar dentro del humano donde su asombro creció exponencialmente.
El tipo estaba enfermo y lo único que se le había ocurrido preguntar era su nombre. Una súbita comprensión y afecto creció en Devi, sintió la parte de culpabilidad por el comportamiento qué había tenido con ella, o el hecho de haberla metido en todo ese entuerto, ahí se dio cuenta de que en verdad ella le importaba y que Till, pese a la frialdad en la que estaba envuelta, pese a todo lo que había sufrido, parte de su humanidad no se había perdido.
Y no es que fuera una exageración, ya que la impresión que le dio a Devi la primera vez que le vio fue la de un autómata insensible cuyo fundamento de existencia se residía en cumplir un único fin sin importar cual fuera el precio. Por eso Devi había estado atemorizada pero conforme más tiempo pasaba con él se fue dando cuenta de que le había juzgado mal, aún no era un esclavo de sí mismo.
Se acerco apresuradamente hacia él y pronuncio su nombre en un susurro. -Devi, pero shhh... guarda tu esencia, pues el Frió aclama tu cuerpo sin ser su momento, descansa. Yo velaré por ti.- Noto que estaba empapado y maldijo a los nueve infiernos mientras acusaba al alcohol de lo sucedido, con premura puso su oreja cerca del pecho para notar su respiración con temor de que tuviera el pecho oprimido por la congelación y no pudiera respirar, tras considerar que era estable no vacilo en ponerse manos a la obra y es que el tiempo la apremiaba.
Cogió los pies de Till y fue arrastrándole para alejarle del umbral de la casa, cerro bruscamente la puerta con las manos y empezó a subir las escaleras de la casa. Fue al cuarto de Till y arrugo ligeramente la nariz al ver la habitación, y antes de empezar a buscar alguna manta cogió el edredón de la cama, puso varias ropa al azar dentro de esta y tal cual lo apelotono todo, lo cogió y bajo al piso de abajo. Posteriormente fue al baño y cogió alguna toalla que habría, fue a donde estaba Till e instantáneamente elimino sus pudores y empezó a desvestirle. Tras quitarle la ropa le seco tanto el cuerpo como el pelo con la toalla, luego junto la alfombra de la sala junto al fuego y arrastro a Till hasta depositarle encima de esta para que su cuerpo empezara a calentarse una vez estaba seco.
Trato de vestirle como buenamente pudo y después le puso tanto las sabanas como el edredón para arropándole. Pese a todo, tenía cuidado de no suministrarle gran cantidad de calor, ya que el cambio brusco de temperatura podría afectarle negativamente al cuerpo. Busco por la casa unos paños y se fue a la cocina a calentar agua caliente, tardo bastante en hacer esto puesto que no sabía donde estaba cada cosa y revisaba cada rato como se encontraba Till ya que si no veía mejoría, probablemente le enrollaría en las sabanas cual rollito de primavera.
Tras calentar varios paños o en su defecto algunas prendas, no se cortaría a la hora de emplear otra cosa pareja, las escurrió y se los coloco parcialmente en el cuello, en el pecho y en los pies.
Estaba cansada, el hecho de mover a Till ya suponía un reto para su mundana fuerza pero aún se resistía a abandonarse al sueño, prolongando los bostezos a la espera de que el calor de su cuerpo aumentara y tras ello, se hizo un ovillo en el sillón y se durmió.
Y tanto que Devi se quedo sin poder escucharle tocar, Till se quedo sin alcohol del que beber, ya que...de alguna forma, Devi tenia que echar mano a algo con lo que alimentar la hoguera de la chimenea.
En verdad aún le quedarían botellas, una cosa era conservar el fuego y otra generar un incendio y tuvo especial cuidado con eso.
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Abrió los ojos algo mareado, la luz que se filtraba por las ventanas de madera le despertó. Fuera se escuchaban los pájaros anunciando la madrugada. Se levantó dolido y se puso una mano en la cabeza haciendo una mueca. Echó un vistazo a su alrededor, alguien lo había arrastrado al medio de la alfombra y le había cubierto con sabanas cual capullo. Arrugó la frente al descubrir que también le habían desvestido. Devi estaba dormida en el sillón echa un ovillo. Respiraba pausadamente cogiendo pequeñas bocanadas de aire como si tuviera miedo de consumir demasiado oxigeno. Parecía estar agotada. Era pálida y bella como un ángel, la camisa que Till le había dado contrastaba altamente con su piel apagando su aura.
- Devi. – se le escapo su nombre en un susurro al ser este el ultimo pensamiento que tubo antes de perder el conocimiento. Se levantó con dificultad procurando hacer el menor ruido posible, para no despertarla. Tenia todo el cuerpo dolorido y lo mejor que se le ocurrió hacer fue beber más para calmar el dolor. Vio que faltaba un buen numero de botellas y lanzo una mirada fulminante a Devi al ver barias botellas al suelo bacías. – Maldita canija. – murmuro para sus adentros al ver que se tendría que conformar con una. Por su sorpresa no le hizo demasiada rabia sino que incluso le pareció gracioso que alguien tan poca cosa se atreviera hacer todo lo que había hecho ella. Subió al piso de arriba y se vistió, antes de salir por la puerta cubrió a Devi hasta la cabeza con las sabanas que estaban en el suelo.
Casi a la hora de comer un pequeño carruaje llego en la casa del bosque. Bajaron 2 hombres mayores, uno de ellos era Gilbert acompañado de un medico. Gilbert era un hombre mayor, agradable y afable con todo el mundo. Era alto y delgado, maníaco de los detalles y obsesionado por dar siempre una buena imagen. Parecía mentida que hubiera podido aguantar tantos años trabajando para alguien como Landman. Para él era mucho mas que un mayordomo, de echo era lo mas parecido a una familia o amigo que tenía. Llevaba consigo una plata llena de comida y de su brazo colgaban 2 caros vestidos y un par de zapatos nuevos. Bajo el rostro sereno de Gilbert se escondía preocupación. Till le ordenó nada más llegar que fuera a la casa del bosque donde había una chica: que le trajera ropa, un medico y cuidara de ella durante el día. Sobretodo le remarcó que no le dejara irse. Primero pensó que el medico era para él ya que parecía estar enfermo, pero el echo de que lo quería para la chica le asusto pensar que pudiera haberla lastimado. No sabía que era lo que iba encontrar al abrir la puerta, pero rezó para que Till no hubiera hecho ninguna estupidez. Dio unos golpes con el dedo índice a la puerta, se irguió, aclaró su voz y esperó que alguien abriera.
- Devi. – se le escapo su nombre en un susurro al ser este el ultimo pensamiento que tubo antes de perder el conocimiento. Se levantó con dificultad procurando hacer el menor ruido posible, para no despertarla. Tenia todo el cuerpo dolorido y lo mejor que se le ocurrió hacer fue beber más para calmar el dolor. Vio que faltaba un buen numero de botellas y lanzo una mirada fulminante a Devi al ver barias botellas al suelo bacías. – Maldita canija. – murmuro para sus adentros al ver que se tendría que conformar con una. Por su sorpresa no le hizo demasiada rabia sino que incluso le pareció gracioso que alguien tan poca cosa se atreviera hacer todo lo que había hecho ella. Subió al piso de arriba y se vistió, antes de salir por la puerta cubrió a Devi hasta la cabeza con las sabanas que estaban en el suelo.
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Casi a la hora de comer un pequeño carruaje llego en la casa del bosque. Bajaron 2 hombres mayores, uno de ellos era Gilbert acompañado de un medico. Gilbert era un hombre mayor, agradable y afable con todo el mundo. Era alto y delgado, maníaco de los detalles y obsesionado por dar siempre una buena imagen. Parecía mentida que hubiera podido aguantar tantos años trabajando para alguien como Landman. Para él era mucho mas que un mayordomo, de echo era lo mas parecido a una familia o amigo que tenía. Llevaba consigo una plata llena de comida y de su brazo colgaban 2 caros vestidos y un par de zapatos nuevos. Bajo el rostro sereno de Gilbert se escondía preocupación. Till le ordenó nada más llegar que fuera a la casa del bosque donde había una chica: que le trajera ropa, un medico y cuidara de ella durante el día. Sobretodo le remarcó que no le dejara irse. Primero pensó que el medico era para él ya que parecía estar enfermo, pero el echo de que lo quería para la chica le asusto pensar que pudiera haberla lastimado. No sabía que era lo que iba encontrar al abrir la puerta, pero rezó para que Till no hubiera hecho ninguna estupidez. Dio unos golpes con el dedo índice a la puerta, se irguió, aclaró su voz y esperó que alguien abriera.
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
¡Plof!
-¡Ay!, Estiércol de salamandra, que porrazo...- Expreso a medida que se frotaba el trasero tras la absurda caída del sillón. Siempre había dormido en una superficie lisa y no se esperaba la diferencia de nivel, sumado a que ella misma se había liado con las sabanas fue el hecho desencadenante que la hizo caer al suelo.
Como si tuviera una telaraña en la cabeza se despojo de las telas que la cubrían y se quedo con cara atontada mirando hacia la ventana mientras bostezaba sonoramente. Antes de levantarse aprovecho la alfombra del piso para terminar de estirarse como dios manda, se cogió el tobillo y se lo puso casi a la cabeza mientras estiraba el resto extremidades a medida que se retorcía. Una vez termino se quedo en el suelo un rato acariciándose la tripa y recordó que tenía hambre.
Se frotaba la mejilla mientras miraba a su alrededor, era obvio que se había marchado lo cual eso la desanimo un poco. Se trato de peinarse el pelo enmarañado que tenía, aunque por mucho que tratara de dejárselo de forma aceptable siempre terminaría con un pelo alocado según por donde se metiese o incluso, de forma despistada, ella misma con la mano.
Dio un suspiro de resignación y fue a la cocina, no es que le gustase la idea de coger cosas sin permiso, pero seguro que encontraría algo que no echara de menos o pudiera ofrecerla. Incluso podría prepararle algo de comer... sí recordara como hacerlo.
Fue entonces cuando de camino a esta miro hacia la puerta. Había escuchado el galope de unos caballos por lo que se dirigió a la ventana y miro a escondidas para ver de quién se trataba, esperando que fuera él.
Su desilusión la sobrevino acompañado de un temor esporádico al ver que no era el humano de aquella noche.
Habían salido dos personas bien vestidas, traían comida y dos vestidos femeninos que colgaban en un brazo. Sabía que eran para ella y el horror creció en su rostro.
Detestaba la ostentosidad, ella era feliz con su modo de vida, dentro de lo que cabía con sus múltiples cosas malas. Al menos, tenía pavor al recordar un estilo de vida anterior, algo que guardaba en sus adentros. Para cuando tocaron la puerta con el dedo Devi estaba abriendo la ventana del lado contrario para salir de la casa, se preocupo bastante poco de la herida, al fin y al cabo vivía en la calle.
El despecho que la gente de la clase alta solía sentir hacia ella sumado a su reparo a conocer gente la hizo huir.
¿A dónde? No podía volver a su Hogar, habían cabalgado durante un par de horas y volver andando no era una idea razonable. Esperaría a la llegada de la luna, quizás habría vuelto el humano.
Salto por la ventana y se interno al bosque.
-¡Ay!, Estiércol de salamandra, que porrazo...- Expreso a medida que se frotaba el trasero tras la absurda caída del sillón. Siempre había dormido en una superficie lisa y no se esperaba la diferencia de nivel, sumado a que ella misma se había liado con las sabanas fue el hecho desencadenante que la hizo caer al suelo.
Como si tuviera una telaraña en la cabeza se despojo de las telas que la cubrían y se quedo con cara atontada mirando hacia la ventana mientras bostezaba sonoramente. Antes de levantarse aprovecho la alfombra del piso para terminar de estirarse como dios manda, se cogió el tobillo y se lo puso casi a la cabeza mientras estiraba el resto extremidades a medida que se retorcía. Una vez termino se quedo en el suelo un rato acariciándose la tripa y recordó que tenía hambre.
Se frotaba la mejilla mientras miraba a su alrededor, era obvio que se había marchado lo cual eso la desanimo un poco. Se trato de peinarse el pelo enmarañado que tenía, aunque por mucho que tratara de dejárselo de forma aceptable siempre terminaría con un pelo alocado según por donde se metiese o incluso, de forma despistada, ella misma con la mano.
Dio un suspiro de resignación y fue a la cocina, no es que le gustase la idea de coger cosas sin permiso, pero seguro que encontraría algo que no echara de menos o pudiera ofrecerla. Incluso podría prepararle algo de comer... sí recordara como hacerlo.
Fue entonces cuando de camino a esta miro hacia la puerta. Había escuchado el galope de unos caballos por lo que se dirigió a la ventana y miro a escondidas para ver de quién se trataba, esperando que fuera él.
Su desilusión la sobrevino acompañado de un temor esporádico al ver que no era el humano de aquella noche.
Habían salido dos personas bien vestidas, traían comida y dos vestidos femeninos que colgaban en un brazo. Sabía que eran para ella y el horror creció en su rostro.
Detestaba la ostentosidad, ella era feliz con su modo de vida, dentro de lo que cabía con sus múltiples cosas malas. Al menos, tenía pavor al recordar un estilo de vida anterior, algo que guardaba en sus adentros. Para cuando tocaron la puerta con el dedo Devi estaba abriendo la ventana del lado contrario para salir de la casa, se preocupo bastante poco de la herida, al fin y al cabo vivía en la calle.
El despecho que la gente de la clase alta solía sentir hacia ella sumado a su reparo a conocer gente la hizo huir.
¿A dónde? No podía volver a su Hogar, habían cabalgado durante un par de horas y volver andando no era una idea razonable. Esperaría a la llegada de la luna, quizás habría vuelto el humano.
Salto por la ventana y se interno al bosque.
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Sentado en un lado de la mesa apoyaba su cabeza encima su mano. Estaba haciendo un esfuerzo enorme para mantener los ojos medio abiertos en medio de la aburrida reunión. El delegado de la empresa hablaba de cómo habían aumentado los beneficios tras la nueva contratación de niños en la plantilla. “Son la clave” repitió una vez más por undécima vez. “cobran poco, trabajan mucho y tienen las manos pequeñas.” Tubo que contener un bostezo y se removió en la silla cambiando de postura.
- Yo y Truman hemos estado haciendo un balance de las ventas y consideramos que la producción de balas de plata no nos aporta muchos beneficios… - El delegado suspiró para si, ante el silencio de Till, intuyendo cual seria la respuesta. – En pocas palabras, casi nadie quiere comprar balas de plata. Son muy bonitas sí oh y brillan mucho claro…pero ¿Quién carajos va a querer disparar a alguien con una bala de plata? Es absurdo, no tiene sentido, ni siquiera los que….
Dejo que siguiera hablando sin prestarle atención mientras vió por la ventana llegar el carruaje de Gilbert. Arrugó la frente y se levantó.
- Seguiremos produciendo balas de plata. – dijo antes de salir por la puerta, detrás pudo escuchar el delegado maldiciéndole. Bajó las escaleras y atravesó la ruidosa planta baja donde había la sección de confección de armas, donde niños y mujeres montaban las pistolas. Los hombres se encontraban al taller del sótano en la fundición donde el trabajo era más fatigoso. Salió por la puerta grande de la nave abriéndola de un golpe furioso. Se dirigió pisando fuerte hacía Gilbert, que acababa de bajar del carruaje y se dirigía hacía Till levantando los hombros en señal de desconocimiento. Antes de que él pudiera preguntar nada Gilbert se adelantó jadeando.
- No había nadie en la casa, miré dentro incluso busqué por los alrededores pero no vi a nadie. He venido tan rápido como he podido para advertirle.
Estaba empezando a oscurecer cuando llegó de nuevo en la casa del bosque. Llegó más tarde de lo que hubiera querido pero tenía obligaciones que atender. Estaba cansado, estaba cabreado y estaba fastidiado de que por culpa de una cría, que a saber que le habría pasado por la cabeza, si es que había algún tipo de actividad ahí dentro, tuviera que perder el tiempo de aquella manera. La noche siguiente era luna llena, esperaba que aquella perra a la que le partió el cráneo no tuviera amiguitos. Pero no podía estar seguro.
Se plantó en medió del patio y chillo el nombre de Devi un par de veces. Puso los brazos en jarras y suspiró mirando al suelo. Si un licántropo la atacara por su culpa debería cargar con una muerte más en su espalda y empezaba a estar un poco jorobado. El bosque era extenso, podría estar en cualquier lugar, salir a buscarla sería una perdida de tiempo.
- Niñata estúpida.- dijo chasqueando la lengua y negando con la cabeza. Entonces tuvo una idea.
Se sentó delante del piano y pasó la mano suavemente por encima las teclas sacando una buena capa de polvo. Hacía tanto tiempo que no lo tocaba que se sentía como un extraño ahí sentado. Cerró los ojos e intentó recordar alguna melodía. Coloco los dedos en sus respectivos lugares y toco una nota. Esta resonó por la estancia y Till se quedo unos segundos quieto como si se hubiera asustado. Volvió otra vez a tocar la misma nota y rápidamente le siguieron otras a un ritmo constante y melancólico, se trabo un par de veces a falta de la practica, pero finalmente volvió a retomar la melodía como si su subconsciente hubiera estado guardando receloso en alguna parte la destreza. Poco a poco se fue animando, había olvidado el placer que se sentía tocando tal instrumento. Y cerro lo ojos evadiendose de aquel lugar.
https://www.youtube.com/watch?v=KmzFDEu2RoA
- Yo y Truman hemos estado haciendo un balance de las ventas y consideramos que la producción de balas de plata no nos aporta muchos beneficios… - El delegado suspiró para si, ante el silencio de Till, intuyendo cual seria la respuesta. – En pocas palabras, casi nadie quiere comprar balas de plata. Son muy bonitas sí oh y brillan mucho claro…pero ¿Quién carajos va a querer disparar a alguien con una bala de plata? Es absurdo, no tiene sentido, ni siquiera los que….
Dejo que siguiera hablando sin prestarle atención mientras vió por la ventana llegar el carruaje de Gilbert. Arrugó la frente y se levantó.
- Seguiremos produciendo balas de plata. – dijo antes de salir por la puerta, detrás pudo escuchar el delegado maldiciéndole. Bajó las escaleras y atravesó la ruidosa planta baja donde había la sección de confección de armas, donde niños y mujeres montaban las pistolas. Los hombres se encontraban al taller del sótano en la fundición donde el trabajo era más fatigoso. Salió por la puerta grande de la nave abriéndola de un golpe furioso. Se dirigió pisando fuerte hacía Gilbert, que acababa de bajar del carruaje y se dirigía hacía Till levantando los hombros en señal de desconocimiento. Antes de que él pudiera preguntar nada Gilbert se adelantó jadeando.
- No había nadie en la casa, miré dentro incluso busqué por los alrededores pero no vi a nadie. He venido tan rápido como he podido para advertirle.
Estaba empezando a oscurecer cuando llegó de nuevo en la casa del bosque. Llegó más tarde de lo que hubiera querido pero tenía obligaciones que atender. Estaba cansado, estaba cabreado y estaba fastidiado de que por culpa de una cría, que a saber que le habría pasado por la cabeza, si es que había algún tipo de actividad ahí dentro, tuviera que perder el tiempo de aquella manera. La noche siguiente era luna llena, esperaba que aquella perra a la que le partió el cráneo no tuviera amiguitos. Pero no podía estar seguro.
Se plantó en medió del patio y chillo el nombre de Devi un par de veces. Puso los brazos en jarras y suspiró mirando al suelo. Si un licántropo la atacara por su culpa debería cargar con una muerte más en su espalda y empezaba a estar un poco jorobado. El bosque era extenso, podría estar en cualquier lugar, salir a buscarla sería una perdida de tiempo.
- Niñata estúpida.- dijo chasqueando la lengua y negando con la cabeza. Entonces tuvo una idea.
Se sentó delante del piano y pasó la mano suavemente por encima las teclas sacando una buena capa de polvo. Hacía tanto tiempo que no lo tocaba que se sentía como un extraño ahí sentado. Cerró los ojos e intentó recordar alguna melodía. Coloco los dedos en sus respectivos lugares y toco una nota. Esta resonó por la estancia y Till se quedo unos segundos quieto como si se hubiera asustado. Volvió otra vez a tocar la misma nota y rápidamente le siguieron otras a un ritmo constante y melancólico, se trabo un par de veces a falta de la practica, pero finalmente volvió a retomar la melodía como si su subconsciente hubiera estado guardando receloso en alguna parte la destreza. Poco a poco se fue animando, había olvidado el placer que se sentía tocando tal instrumento. Y cerro lo ojos evadiendose de aquel lugar.
https://www.youtube.com/watch?v=KmzFDEu2RoA
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
A pesar de ser mediodía lamentaba no tener mas ropa que una largota camiseta con lo que protegerse, ya que pese a agradarla el frío, resultaba incómodo que se te colara entre las piernas y esa es la razón por la que seguía adelante. ¿A dónde? No lo sabe, solo sabe que anda buscando cosas.
Les había dado esquinazo si es que trataron de seguirla y si no, andaba lejos de la casa como para que se topara con ellos accidentalmente. Hubiera agradecido poder parar a descansar pero no quería que se le enfriara el cuerpo y aparte, tenía hambre.
Así que su primer tarea fue la de buscar comida.
A medida que caminaba se fue fijando en la vegetación, buscaba nidos de pájaros, eso podría indicar que habría bayas por los alrededores, quizás. Pero como dudaba de su suerte escarbo en un árbol joven para extraer algunas raíces y guardárselas en el bolsillo de... bueno, qué remedio, en la mano mismamente. Y de paso, recolecto un puñado de hojas más pálidas que el resto ya que en general suelen estar mas tiernas con la precaución de no romperlas que tuvo la precaución de no romperlas o estropearlas. Sabía que eso podría favorecer a segregar un ácido no realmente factible para digerirlas.
Sacudió una hoja y se la llevo a la boca mientras seguía caminando, si la producía alguna irritación o malestar sabría que haría bien en no comerse las otras.
Vio otra serie de plantas, algunas con pelillo en la parte del tallo y en las hojas, otras soltaban una savia lechosas y ambas las desecho rápidamente mientras seguía buscando, ignorando también él laurel que atisbó en su camino dado el contenido de cianuro que guardan en sus hojas.
Camino prolongadamente mientras hacia una especie de círculo a medida que se movía para no alejarse en demasía de la casa. Escucho el piar de unos pájaros, dicha noticia la hizo sonreír abiertamente y siguió mirando en los alrededores.
Encontró al lado de unos helechos unas moras donde se paro a coger las mejores. Se metió una en la boca y continuo brevemente hasta encontrar un estanque en el que decidió parar ignorando la botella vacía que estaba tirada en el suelo. A pesar de considerar que no sería adecuado beber, lavo las raíces para quitar la tierra y tras eso, se puso a comer los alimentos que había recogido.
Tras alimentarse, decidió echar un vistazo a la herida del pie, había cicatrizado mal, a pesar de que la hubiera desinfectado la tira de ropa que había empleado no estaba limpia, así como el hecho de haber estado andando todo el día se le había abierto alguna vez. Sin vacilar, volvió a limpiarse la herida como la última vez.
Había consumido gran cantidad de tiempo para hasta ahora dada su meticulosidad en no llevarse algo a la boca que pudiera perjudicarla gravemente, por ello se acercaba ya la noche y puesto que tenia buena vista en dicho estanque, decidió quedarse a ver como aparecía la luna mientras se abrazaba a si misma para guardar el calor.
Movió repentinamente las orejas cuando un sonido ajeno y peculiar, que no pertenecía a ese lugar la aparto de sus pensamientos. Se levanto y miro hacia los alrededores, y sin más se encamino hacia donde provenía dicha música. La respiración se agitaba en su pecho a la vez que se aceleraban los latidos de su corazón conforme la música continuaba, y mientras esta se extendía desde su foco por los lindes del bosque más rápidamente se movía. Una extraña excitación la sobrevino cuando llego a la casa, pese a lo calmada que resultaba la música era completamente bella y atrayente, casi podría palpar su esencia. Pego un salgo hasta llegar al alfeizar con cuidado de no aplastar la esfera anaranjada que tenia en la mano, con poco resultado, y escalo con dificultad hasta poder verse medio cuerpo a través de la ventana.
Para cuando Till la vio, estaba entusiasmada cual cría con los ojos abiertos como platos. Tenia el pelo enmarañado y alguna que otra ramita perdida por ahí, parte de su mejilla manchada de barro y con una enorme sonrisa en su rostro. Para entonces había llegado el final de la canción.
-¡Toca, toca otra vez, por favor!-
Les había dado esquinazo si es que trataron de seguirla y si no, andaba lejos de la casa como para que se topara con ellos accidentalmente. Hubiera agradecido poder parar a descansar pero no quería que se le enfriara el cuerpo y aparte, tenía hambre.
Así que su primer tarea fue la de buscar comida.
A medida que caminaba se fue fijando en la vegetación, buscaba nidos de pájaros, eso podría indicar que habría bayas por los alrededores, quizás. Pero como dudaba de su suerte escarbo en un árbol joven para extraer algunas raíces y guardárselas en el bolsillo de... bueno, qué remedio, en la mano mismamente. Y de paso, recolecto un puñado de hojas más pálidas que el resto ya que en general suelen estar mas tiernas con la precaución de no romperlas que tuvo la precaución de no romperlas o estropearlas. Sabía que eso podría favorecer a segregar un ácido no realmente factible para digerirlas.
Sacudió una hoja y se la llevo a la boca mientras seguía caminando, si la producía alguna irritación o malestar sabría que haría bien en no comerse las otras.
Vio otra serie de plantas, algunas con pelillo en la parte del tallo y en las hojas, otras soltaban una savia lechosas y ambas las desecho rápidamente mientras seguía buscando, ignorando también él laurel que atisbó en su camino dado el contenido de cianuro que guardan en sus hojas.
Camino prolongadamente mientras hacia una especie de círculo a medida que se movía para no alejarse en demasía de la casa. Escucho el piar de unos pájaros, dicha noticia la hizo sonreír abiertamente y siguió mirando en los alrededores.
Encontró al lado de unos helechos unas moras donde se paro a coger las mejores. Se metió una en la boca y continuo brevemente hasta encontrar un estanque en el que decidió parar ignorando la botella vacía que estaba tirada en el suelo. A pesar de considerar que no sería adecuado beber, lavo las raíces para quitar la tierra y tras eso, se puso a comer los alimentos que había recogido.
Tras alimentarse, decidió echar un vistazo a la herida del pie, había cicatrizado mal, a pesar de que la hubiera desinfectado la tira de ropa que había empleado no estaba limpia, así como el hecho de haber estado andando todo el día se le había abierto alguna vez. Sin vacilar, volvió a limpiarse la herida como la última vez.
Había consumido gran cantidad de tiempo para hasta ahora dada su meticulosidad en no llevarse algo a la boca que pudiera perjudicarla gravemente, por ello se acercaba ya la noche y puesto que tenia buena vista en dicho estanque, decidió quedarse a ver como aparecía la luna mientras se abrazaba a si misma para guardar el calor.
Movió repentinamente las orejas cuando un sonido ajeno y peculiar, que no pertenecía a ese lugar la aparto de sus pensamientos. Se levanto y miro hacia los alrededores, y sin más se encamino hacia donde provenía dicha música. La respiración se agitaba en su pecho a la vez que se aceleraban los latidos de su corazón conforme la música continuaba, y mientras esta se extendía desde su foco por los lindes del bosque más rápidamente se movía. Una extraña excitación la sobrevino cuando llego a la casa, pese a lo calmada que resultaba la música era completamente bella y atrayente, casi podría palpar su esencia. Pego un salgo hasta llegar al alfeizar con cuidado de no aplastar la esfera anaranjada que tenia en la mano, con poco resultado, y escalo con dificultad hasta poder verse medio cuerpo a través de la ventana.
Para cuando Till la vio, estaba entusiasmada cual cría con los ojos abiertos como platos. Tenia el pelo enmarañado y alguna que otra ramita perdida por ahí, parte de su mejilla manchada de barro y con una enorme sonrisa en su rostro. Para entonces había llegado el final de la canción.
-¡Toca, toca otra vez, por favor!-
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Levantó la mirada al parecerle ver a alguien asomado en la ventana. Devi le animaba a tocar de nuevo como si él fuera un mono de feria. Iba mugrienta de haber estado haciendo el tonto por el bosque y sonreía como una boba. Al verla Till recordó porque estaba haciendo el capullo con el piano y volvió en estado de tensión. Su plan había funcionado y ella había acudido como mosca en la miel. Se levantó de golpe y como alma que lleva el diablo salió hecho una furia hacía fuera a darle la bienvenida a Devi. Abrió la puerta de un golpe y se acerco más de lo normal a Devi cogiendola por el cogote apartandola de la ventana.
- ¡¿SE PUEDE SABER EN QUE DIABLOS ESTAS PENSANDO?¡- Reaccionó agresivamente al no tener mas reacciones que escoger en su escaso repertorio. Los nervios que había pasado durante el día, las pocas horas de sueño y lafalta nula paciencia le hicieron estallar. - ¡¿QUÉ PRETENDIAS NIÑA?!- Agarradola por el cogote la condujo a la fuerza hacia el interior de la casa y de un empujón sin demasiado impetu, hizo sentarla en el sillón. Una vez la tubo ahí sentada, a salvo, una sensación de alivio recorrió su cuerpo quitandole un buen peso de encima. Respiró hondo e intentó calmarse.
- ¡¿SE PUEDE SABER EN QUE DIABLOS ESTAS PENSANDO?¡- Reaccionó agresivamente al no tener mas reacciones que escoger en su escaso repertorio. Los nervios que había pasado durante el día, las pocas horas de sueño y la
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
La sorpresa se mostraba en su rostro, la completa inocencia podría verse reflejada en ella. Todo la había pillado muy deprisa. A su primera pregunta no salieron mas que leves balbuceos de su boca. Estaba asustada por el repentino carácter emocional que había sufrido, ni siquiera se percato cuando perdió la esfera anaranjada que guardaba para él. Tras que la sentara en el sillón siguió muda unos segundos más hasta que supo a lo que se refería.
- Yo...Lo-lo lamento...solo quería verte tocar. Era hermoso, como un baile de luciernagas encandiladas...estabas... - Se aclaro la garganta antes de continuar- Eras más tú yo interior que tu yo de ahora, casi parecías feliz.
Bajo la cabeza intimidada por su persona, movía las manos continuamente entre la otra haciendo remilgos con las uñas en una forma de distracción como de nerviosismo.
Y claro...¿Qué iba a saber Devi que se refería a por que se fue esta tarde? Lo que ella creía es que le había ofendido mirándole hurtadillas tocar. ¿Qué puede significar tocar para ella? Una desnudez de la persona, evocar los sentimientos y manifestarlos.
Y quizás eso fue lo que le hubo molestado a Till, que le escucharan en secreto. Al menos es en lo que pensaba. ¿En cuanto a lo de esta tarde? Ya quedo pasado por agua
Lo que más podría sacar de quicio a Till es la sinceridad en la que refleja sus palabras.
- Yo...Lo-lo lamento...solo quería verte tocar. Era hermoso, como un baile de luciernagas encandiladas...estabas... - Se aclaro la garganta antes de continuar- Eras más tú yo interior que tu yo de ahora, casi parecías feliz.
Bajo la cabeza intimidada por su persona, movía las manos continuamente entre la otra haciendo remilgos con las uñas en una forma de distracción como de nerviosismo.
Y claro...¿Qué iba a saber Devi que se refería a por que se fue esta tarde? Lo que ella creía es que le había ofendido mirándole hurtadillas tocar. ¿Qué puede significar tocar para ella? Una desnudez de la persona, evocar los sentimientos y manifestarlos.
Y quizás eso fue lo que le hubo molestado a Till, que le escucharan en secreto. Al menos es en lo que pensaba. ¿En cuanto a lo de esta tarde? Ya quedo pasado por agua
Lo que más podría sacar de quicio a Till es la sinceridad en la que refleja sus palabras.
Devi- Hechicero Clase Baja
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