AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tan fácil como partir un melón - Devi
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Tan fácil como partir un melón - Devi
Recuerdo del primer mensaje :
Un desagradable chirrido metálico recorría las oscuras calles Parisinas quebrando el paralítico silenció a la 1h de la madrugada . Un tipo vestido dentro de un abrigo largo negro arrastraba por encima los sucios adoquines una hacha plateada y brillante. Andaba solo, pausadamente, fijandose en las letras de cada portal. La zona era sombría y dejada de la mano de dios, parecía que a nadie le apetecía rondar aquellas callejuelas a plena media noche. Se respiraba un ambiente húmedo y apestaba a meados. El hombre giró hacía la derecha en un callejón y luego volvió a girar para bajar por otro. En la otra mano llevaba una botella a la que le iba dando algún que otro sorbo para entrar en calor e iba musitando una canción en alemán en voz baja para no asustar a las ratas.
“Toc, toc, llama el carnicero. Toc, toc llama con esmero. Toc, toc mete el candado, toc toc ¡abre y serás su bocado!”
Al fin se detuvo delante un portal alumbrado por un pequeño farolillo donde una polilla rondaba en círculos. Miró a un lado y a otro de la calle. Nada. Dejó la botella de vino al suelo y sacó un papel arrugado del interior del bolsillo de su abrigo dónde había un nombre apuntado en una impecable caligrafía. Recordó las palabras de la señora Violín aquella mañana mientras tomaban el té en el enorme salón de su mansión “ No quiero volver a ver aquella perra rondando por mis jardines en plena noche. Mis nietos juegan en estos jardines” dijó con una galleta en la boca, lo que él contestó muy formalmente, “Entiendo perfectamente su situación señora Violín”. Y luego fue cuando vino el cheque deslizandose por encima la mesa con la firma de Violín.
Dio un par de golpes en la puerta y se irguió. Al cabo de unos minutos la puerta se abrió emitiendo un sonido como a roído. Una mujer joven asomó la cabeza. “¿Quién llama?” preguntó medio dormida. ¿Sandra Leal? Preguntó el hombre leyendo el papel con una grave voz. A lo que ella asintió con la cabeza. Antes de que la mujer pudiera reaccionar el hombre levanto el hacha con las dos manos y le partió el cráneo como si fuera un melón. La mujer cayó de rodillas al suelo, la sangre le brotaba por toda la cabeza y chorreaba cuello abajo hasta llegar al suelo formando un charco. Con calma, sin ninguna prisa Till sacó un pañuelo y se lo pasó por la cara para limpiarse las salpicaduras de la difunta. Apolló un pie en la cabeza de la muerta para sacar el hacha que se había quedado clavada en su cráneo crujiendo. Recogió la botella del suelo y le dio otro trago, giró la cabeza de golpe cuando le pareció haber escuchado a lo lejos el correteo de unos pasos.
Un desagradable chirrido metálico recorría las oscuras calles Parisinas quebrando el paralítico silenció a la 1h de la madrugada . Un tipo vestido dentro de un abrigo largo negro arrastraba por encima los sucios adoquines una hacha plateada y brillante. Andaba solo, pausadamente, fijandose en las letras de cada portal. La zona era sombría y dejada de la mano de dios, parecía que a nadie le apetecía rondar aquellas callejuelas a plena media noche. Se respiraba un ambiente húmedo y apestaba a meados. El hombre giró hacía la derecha en un callejón y luego volvió a girar para bajar por otro. En la otra mano llevaba una botella a la que le iba dando algún que otro sorbo para entrar en calor e iba musitando una canción en alemán en voz baja para no asustar a las ratas.
“Toc, toc, llama el carnicero. Toc, toc llama con esmero. Toc, toc mete el candado, toc toc ¡abre y serás su bocado!”
Al fin se detuvo delante un portal alumbrado por un pequeño farolillo donde una polilla rondaba en círculos. Miró a un lado y a otro de la calle. Nada. Dejó la botella de vino al suelo y sacó un papel arrugado del interior del bolsillo de su abrigo dónde había un nombre apuntado en una impecable caligrafía. Recordó las palabras de la señora Violín aquella mañana mientras tomaban el té en el enorme salón de su mansión “ No quiero volver a ver aquella perra rondando por mis jardines en plena noche. Mis nietos juegan en estos jardines” dijó con una galleta en la boca, lo que él contestó muy formalmente, “Entiendo perfectamente su situación señora Violín”. Y luego fue cuando vino el cheque deslizandose por encima la mesa con la firma de Violín.
Dio un par de golpes en la puerta y se irguió. Al cabo de unos minutos la puerta se abrió emitiendo un sonido como a roído. Una mujer joven asomó la cabeza. “¿Quién llama?” preguntó medio dormida. ¿Sandra Leal? Preguntó el hombre leyendo el papel con una grave voz. A lo que ella asintió con la cabeza. Antes de que la mujer pudiera reaccionar el hombre levanto el hacha con las dos manos y le partió el cráneo como si fuera un melón. La mujer cayó de rodillas al suelo, la sangre le brotaba por toda la cabeza y chorreaba cuello abajo hasta llegar al suelo formando un charco. Con calma, sin ninguna prisa Till sacó un pañuelo y se lo pasó por la cara para limpiarse las salpicaduras de la difunta. Apolló un pie en la cabeza de la muerta para sacar el hacha que se había quedado clavada en su cráneo crujiendo. Recogió la botella del suelo y le dio otro trago, giró la cabeza de golpe cuando le pareció haber escuchado a lo lejos el correteo de unos pasos.
Última edición por Till Landman el Dom Ene 17, 2016 1:08 pm, editado 1 vez
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Negó con la cabeza rendido ante su ingenuidad y se arrodilló delante suyo para estar a su altura.
- ¿No entiendes nada cierto?.- Cogió aire en un sonoro suspiro y echó la cabeza hacía atrás sosteniéndose con una mano en cada brazo del sillón. - ¿Que sabrás tu de mi interior Devi? El demonio pérfido que viste en el callejón, sediento de sangre ponzoñosa, lejos de razones e escrúpulos... Eso Devi no es ni siquiera una aproximación, de lo mas parecido que soy capaz de hacer. - Dijo en un susurro con una voz más grave de lo habitual como si realmente estuviera poseído por alguna sombra maligna. Volvió a negar con la cabeza encogiéndose de hombros intentando relajarse. Till era demasiado arrogante para hablar sobre él así que decidió no desviarse demasiado del tema hablando sobre él e centrando la conversación en lo que realmente quería decir. - Solo quiero que entiendas que no estás a salvo. Quiero que no te muevas de aquí hasta después de la luna nueva. Entonces te llevaré de vuelta y podrás hacer lo que quieras mientras que no vuelvas a acercarte a mi jamás. ¿Me explico? ¿Podrás hacerlo Devi? - decía mirándola fijamente a los ojos como si fuera capaz de ver su alma.
- ¿No entiendes nada cierto?.- Cogió aire en un sonoro suspiro y echó la cabeza hacía atrás sosteniéndose con una mano en cada brazo del sillón. - ¿Que sabrás tu de mi interior Devi? El demonio pérfido que viste en el callejón, sediento de sangre ponzoñosa, lejos de razones e escrúpulos... Eso Devi no es ni siquiera una aproximación, de lo mas parecido que soy capaz de hacer. - Dijo en un susurro con una voz más grave de lo habitual como si realmente estuviera poseído por alguna sombra maligna. Volvió a negar con la cabeza encogiéndose de hombros intentando relajarse. Till era demasiado arrogante para hablar sobre él así que decidió no desviarse demasiado del tema hablando sobre él e centrando la conversación en lo que realmente quería decir. - Solo quiero que entiendas que no estás a salvo. Quiero que no te muevas de aquí hasta después de la luna nueva. Entonces te llevaré de vuelta y podrás hacer lo que quieras mientras que no vuelvas a acercarte a mi jamás. ¿Me explico? ¿Podrás hacerlo Devi? - decía mirándola fijamente a los ojos como si fuera capaz de ver su alma.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Devi no aparto la mirada de Till en ningún momento desde que la sentó y conforme más se expresaba menos intimidante resultaba su presencia para ella, ensanchaba más los ojos y soltaba alguna sonrisa fugaz como si los papeles se hubieran intercambiado y él fuera el ingenuo incapaz de ver con claridad.
Conforme llego al final una inquietud nació dentro de su interior, cierta ansiedad o perturbación. No fue su mirada si no sus palabras. La idea de que nunca más se volverían a ver le resultaba escalofriante, después de tres años jamás había tenido tanto contacto con alguien prolongadamente y menos con una especie de afecto especial que al menos ella había sentido, resultaba un temor nuevo y olvidado para ella. Si es que pudiera llamarse de esa forma.
Landman esperaba una respuesta fácil y concreta. La tristeza allanó su rostro, y Devi, dejo de ser Devi.
-Señor, cada cual en este mundo decide como nos afectan las emociones y el paso del tiempo, todo cuanto nos rodea es sangre y ceniza. Tú, don de Cicatrices, has sabido seguir adelante pese a todas las adversidades, tú, que luchas por mantenerte cuerdo cada noche ahogando los recuerdos en bebidas alcohólicas, tú que eres el fuego del pasto de tus pesadillas. Solo en tú esencia eres capaz de controlar la llama que te atormenta hoy en día. Confróntate y aceptate.-
Llevo sendas frías manos a las mejillas de aquel hombre corpulento mirándole de forma enternecedora, compadeciéndose de lo mucho que había vivido y no por el tiempo expresamente. Pese a que estaban a la misma altura tuvo que alzarse para poder ofrecerle un suave beso en la frente. Tras breves segundos escondió la barbilla en su hombro y colo los brazos por su cintura hasta llegar a su espalda donde llego a aferrar tímidamente entre los dedos parte de su camisa. -Si me dejas sola, me marcharé- Le apretujo un poco mas en su abrazo y se soltó dejándose caer en el sillón. Se encontraba algo aturdida con un cúmulo de emociones que no era capaz de controlar. Se paso las manos por los ojos y sorbió ligeramente por la nariz, trago saliva y miro a Till. Volvía a ser ella.
-Entiendo que no estaré segura sola, quiero ir contigo y no con extraños. Y no quiero...- Un suspiro corto lo que fuera a decir.
Devi agacho la cabeza. ¿Qué podría decirle? ¿Que quería seguir viéndole? Tiene su vida, su estilo de vida, incompatible con la suya. Ni tendría tiempo para ella seguramente.
Trato de dejar de engañarse en pensar que quizás le importaba como algo más que una mera vida, que a alguien le importaba que Devi fuera Devi. Por lo que simplemente acepto que cuando llegara el momento, él seguiría su vida y ella se iría en busca de la luna.
Conforme llego al final una inquietud nació dentro de su interior, cierta ansiedad o perturbación. No fue su mirada si no sus palabras. La idea de que nunca más se volverían a ver le resultaba escalofriante, después de tres años jamás había tenido tanto contacto con alguien prolongadamente y menos con una especie de afecto especial que al menos ella había sentido, resultaba un temor nuevo y olvidado para ella. Si es que pudiera llamarse de esa forma.
Landman esperaba una respuesta fácil y concreta. La tristeza allanó su rostro, y Devi, dejo de ser Devi.
-Señor, cada cual en este mundo decide como nos afectan las emociones y el paso del tiempo, todo cuanto nos rodea es sangre y ceniza. Tú, don de Cicatrices, has sabido seguir adelante pese a todas las adversidades, tú, que luchas por mantenerte cuerdo cada noche ahogando los recuerdos en bebidas alcohólicas, tú que eres el fuego del pasto de tus pesadillas. Solo en tú esencia eres capaz de controlar la llama que te atormenta hoy en día. Confróntate y aceptate.-
Llevo sendas frías manos a las mejillas de aquel hombre corpulento mirándole de forma enternecedora, compadeciéndose de lo mucho que había vivido y no por el tiempo expresamente. Pese a que estaban a la misma altura tuvo que alzarse para poder ofrecerle un suave beso en la frente. Tras breves segundos escondió la barbilla en su hombro y colo los brazos por su cintura hasta llegar a su espalda donde llego a aferrar tímidamente entre los dedos parte de su camisa. -Si me dejas sola, me marcharé- Le apretujo un poco mas en su abrazo y se soltó dejándose caer en el sillón. Se encontraba algo aturdida con un cúmulo de emociones que no era capaz de controlar. Se paso las manos por los ojos y sorbió ligeramente por la nariz, trago saliva y miro a Till. Volvía a ser ella.
-Entiendo que no estaré segura sola, quiero ir contigo y no con extraños. Y no quiero...- Un suspiro corto lo que fuera a decir.
Devi agacho la cabeza. ¿Qué podría decirle? ¿Que quería seguir viéndole? Tiene su vida, su estilo de vida, incompatible con la suya. Ni tendría tiempo para ella seguramente.
Trato de dejar de engañarse en pensar que quizás le importaba como algo más que una mera vida, que a alguien le importaba que Devi fuera Devi. Por lo que simplemente acepto que cuando llegara el momento, él seguiría su vida y ella se iría en busca de la luna.
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Se estremeció al sentir en el rostro el contacto de las manos de Devi que lo dejaron paralizado como si fuera una de las gárgolas de Notre Dame. El beso aún le ardía en la frente cuando aquellos brazos tan insignificantes pero cálidos lo rodearon. No movió ni un musculo al no saber como responder ante la inesperada reacción de la joven. Se limitó a permanecer inmóvil e tenso con los ojos bien abiertos, atento, sin saber que hacer. El frío volvió raudo ciñéndose en su piel desahuciada, cuando Devi se apartó demasiado pronto. Su alma adormecida pedía en un silencio vibrante otra oleada de calor, deplorada en las recónditas profundidades de su ser.
“Tienes un demonio dentro” “Este no te dejara ser feliz ni a ti ni a los que te rodean”
– Son mis demonios- dijo levantándose. – ¡Mis demonios!. – Chilló completamente ido hablándole al techo. -¡Yo soy un extraño! – Dijo señalándose él mismo esta vez pero mirando a Devi. Caminó hacía la entrada y agarró el hacha de plata que tenía cerca la puerta, volvió a plantarse delante de ella señalándola con el arma levantándola perpendicularmente con una mano y con un gesto teatral dijo. – Mierda Devi ¿Qué quieres? ¿Quieres esto? Es todo lo que puedo darte.- Izo una pausa y bajó el brazo.- ¿O qué es lo quieres? ¿Sera esto?. – Dejó caer el hacha en el suelo y se balanceó encima de ella en el sillón acercando su rostro al suyo a un dedo de distancia. Le cogió la mano y la condujo por encima su pecho haciéndola bajar unos centímetros deteniéndose cerca de su entrepierna. Asustado por no saber afrontar las emociones quiso asustarla a ella para que se alejara. Tenía miedo de uno mismo. Tenía miedo de herirla. Tenía miedo de los fantasmas. Tenía miedo.– Mierda- maldijo por segunda vez apartándose. Se sentó el suelo apoyando su espalda a los pies del sillón y se cubrió el rostro con las dos manos. – Nos quedaremos aquí los dos mañana hasta la madrugada siguiente.- Dijo mientras se frotaba el rostro.
“Tienes un demonio dentro” “Este no te dejara ser feliz ni a ti ni a los que te rodean”
– Son mis demonios- dijo levantándose. – ¡Mis demonios!. – Chilló completamente ido hablándole al techo. -¡Yo soy un extraño! – Dijo señalándose él mismo esta vez pero mirando a Devi. Caminó hacía la entrada y agarró el hacha de plata que tenía cerca la puerta, volvió a plantarse delante de ella señalándola con el arma levantándola perpendicularmente con una mano y con un gesto teatral dijo. – Mierda Devi ¿Qué quieres? ¿Quieres esto? Es todo lo que puedo darte.- Izo una pausa y bajó el brazo.- ¿O qué es lo quieres? ¿Sera esto?. – Dejó caer el hacha en el suelo y se balanceó encima de ella en el sillón acercando su rostro al suyo a un dedo de distancia. Le cogió la mano y la condujo por encima su pecho haciéndola bajar unos centímetros deteniéndose cerca de su entrepierna. Asustado por no saber afrontar las emociones quiso asustarla a ella para que se alejara. Tenía miedo de uno mismo. Tenía miedo de herirla. Tenía miedo de los fantasmas. Tenía miedo.– Mierda- maldijo por segunda vez apartándose. Se sentó el suelo apoyando su espalda a los pies del sillón y se cubrió el rostro con las dos manos. – Nos quedaremos aquí los dos mañana hasta la madrugada siguiente.- Dijo mientras se frotaba el rostro.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Se quedo perpleja en el momento que se levanto exaltado, irónicamente ella tampoco se esperaba esa inesperada reacción. Parpadeaba a medida que seguía sus gestos.
-Ah...Ca-cálmate, por favor.-
El sudor aparecía en las manos mientras se acurrucaba con sus brazos en el momento que cogió su hacha. La memoria de aquella cabeza partiéndose en dos la sobrevino instantáneamente, se puso las manos en los ojos rápidamente con intención de borrar ese recuerdo donde no hacía más que recrearlo más fuerte en su imaginación. La brutalidad en la forma que la despacho era inhumano.
Por fortuna o por desgracia dicho recuerdo fue cancelado en el momento que sus manos fueron apartadas para posarse involuntariamente en el pecho de Till, a medida que sentía como exhalaba su respiración en su rostro demasiado cerca.
Estaba temblando por puro nerviosismo, tensaba los músculos fugazmente conforme ciertos estímulos crecían en su cuerpo, las mejillas tomaron un color rojizo y sus labios vibraban incesantemente, su respiración se aceleraba y en su expresión denotaba a todas luces una incomodidad sin igual. Trataba de retirar la mano a medida que Till lo desplazaba hacia su vientre hasta que este cedió y se aparto.
Cogió grandes bocanadas de aire y en el momento en que Till se sentó, ella salió por el lateral del reposabrazos del sillón y se marcho corriendo. Subió las escaleras de la casa hasta llegar a la habitación de Till donde cerro tanto la puerta como sus ojos y dejo la espalda apoyada en ella.
Ya era la tercera vez que Till la había hecho huir, sentía que tenía que haberse quedado y haberle consolado, lo estaba pasando mal, estaba sufriendo, pero es algo que ella no podía remediar, había simples cosas en la vida que la espantaban o repelían, al igual que otras la acercaban a algo involuntariamente como la música.
Abrió los ojos cuando su respiración se apaciguo y marcho hacia la ventana. No existía nada en el mundo que pudiera tranquilizarla tanto como contemplar la luna. Se sentó en el poyete y saco una pierna por la ventana dejándola balancear mientras que con la otra la arrimo a su pecho, abrazo su propia pierna y dejo la mejilla apoyada en la rodilla para quedarse absorta en el resplandor plateado que la luna producía.
Hasta que un ruido llamo su atención y dirigió la mirada al bosque.
-Ah...Ca-cálmate, por favor.-
El sudor aparecía en las manos mientras se acurrucaba con sus brazos en el momento que cogió su hacha. La memoria de aquella cabeza partiéndose en dos la sobrevino instantáneamente, se puso las manos en los ojos rápidamente con intención de borrar ese recuerdo donde no hacía más que recrearlo más fuerte en su imaginación. La brutalidad en la forma que la despacho era inhumano.
Por fortuna o por desgracia dicho recuerdo fue cancelado en el momento que sus manos fueron apartadas para posarse involuntariamente en el pecho de Till, a medida que sentía como exhalaba su respiración en su rostro demasiado cerca.
Estaba temblando por puro nerviosismo, tensaba los músculos fugazmente conforme ciertos estímulos crecían en su cuerpo, las mejillas tomaron un color rojizo y sus labios vibraban incesantemente, su respiración se aceleraba y en su expresión denotaba a todas luces una incomodidad sin igual. Trataba de retirar la mano a medida que Till lo desplazaba hacia su vientre hasta que este cedió y se aparto.
Cogió grandes bocanadas de aire y en el momento en que Till se sentó, ella salió por el lateral del reposabrazos del sillón y se marcho corriendo. Subió las escaleras de la casa hasta llegar a la habitación de Till donde cerro tanto la puerta como sus ojos y dejo la espalda apoyada en ella.
Ya era la tercera vez que Till la había hecho huir, sentía que tenía que haberse quedado y haberle consolado, lo estaba pasando mal, estaba sufriendo, pero es algo que ella no podía remediar, había simples cosas en la vida que la espantaban o repelían, al igual que otras la acercaban a algo involuntariamente como la música.
Abrió los ojos cuando su respiración se apaciguo y marcho hacia la ventana. No existía nada en el mundo que pudiera tranquilizarla tanto como contemplar la luna. Se sentó en el poyete y saco una pierna por la ventana dejándola balancear mientras que con la otra la arrimo a su pecho, abrazo su propia pierna y dejo la mejilla apoyada en la rodilla para quedarse absorta en el resplandor plateado que la luna producía.
Hasta que un ruido llamo su atención y dirigió la mirada al bosque.
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Permaneció sentado en el suelo unos minutos hasta que se tranquilizó. Algo estaba alterado en su interior. Nunca le había importado si hería los sentimientos de alguien y menos lo que se pensará de él, pero una pieza de su acorazado escudo mecánico andaba suelta haciendo temblar a las demás. Y la causa de eso era Devi.
Se levantó algo patoso, ya había oscurecido y el quinto octante de la luna amenazaba des de la ventana en transformase en luna llena la siguiente noche. - Se acerca halloween – Bromeo en Alemán como si no le incomodara en absoluto el echo de que los hombres lobo pudieran llamar a su puerta la siguiente noche. Siguió el mismo ritual de siempre para encender el fuego de la chimenea. Descorchó la botella, roció los troncos con el alcohol y prendió fuego. Ya acomodado en su sillón con las piernas abiertas contemplaba la danza de las llamas mientras le daba sorbos a la botella. Pensaba en como tranquilizar a Devi, después del espectáculo que le había propinado no se le ocurría ninguna forma de hacerlo sin que saliera corriendo. Se pasó una mano por la cabeza y se removió en el sillón cerrando los ojos. Le tranquilizaba saber que al menos des de el piso de arriba no podría escapar. Con un ojo abierto miró el piano que permanecía solo e inmóvil en las sombras. El piano de Devi. Pensó en tocar de nuevo para que lo perdonara pero la timidez y el orgullo le vetaron la idea en un rotundo y conjunto: “Ni se te ocurra”. Se quedó un largo rato ahí sentado hasta que la botella dejó de manar. Algo tuerto se levantó a por otra cuando vió que ya no quedaba ninguna. Se acordó de que Devi las había vaciado en a la chimenea. - Perra – masculló entre dientes.
Hambriento se dirigió a la cocina. Encima la mesa seguía intacta la bandeja de pastas dulces que su mayordomo había traído aquella mañana para la ella. Cogió un puñado y se las llevó todas a la boca sin apenas saborearlas. Iba a coger otro puñado cuando se le ocurrió que quizás Devi también estaría hambrienta. Un poco mareado por el alcohol subió las escaleras apoyándose en la barandilla para no caerse. Un fuerte golpe hizo retumbar las paredes de la casa, Till se había dado un golpe en la cabeza con el tejado demasiado bajo para su estatura. - Mierda Devi, ¿vas a comer algo?.- maldijo por el golpe que se había propinado antes de presentarse dentro la habitación con los pastelitos.
Se levantó algo patoso, ya había oscurecido y el quinto octante de la luna amenazaba des de la ventana en transformase en luna llena la siguiente noche. - Se acerca halloween – Bromeo en Alemán como si no le incomodara en absoluto el echo de que los hombres lobo pudieran llamar a su puerta la siguiente noche. Siguió el mismo ritual de siempre para encender el fuego de la chimenea. Descorchó la botella, roció los troncos con el alcohol y prendió fuego. Ya acomodado en su sillón con las piernas abiertas contemplaba la danza de las llamas mientras le daba sorbos a la botella. Pensaba en como tranquilizar a Devi, después del espectáculo que le había propinado no se le ocurría ninguna forma de hacerlo sin que saliera corriendo. Se pasó una mano por la cabeza y se removió en el sillón cerrando los ojos. Le tranquilizaba saber que al menos des de el piso de arriba no podría escapar. Con un ojo abierto miró el piano que permanecía solo e inmóvil en las sombras. El piano de Devi. Pensó en tocar de nuevo para que lo perdonara pero la timidez y el orgullo le vetaron la idea en un rotundo y conjunto: “Ni se te ocurra”. Se quedó un largo rato ahí sentado hasta que la botella dejó de manar. Algo tuerto se levantó a por otra cuando vió que ya no quedaba ninguna. Se acordó de que Devi las había vaciado en a la chimenea. - Perra – masculló entre dientes.
Hambriento se dirigió a la cocina. Encima la mesa seguía intacta la bandeja de pastas dulces que su mayordomo había traído aquella mañana para la ella. Cogió un puñado y se las llevó todas a la boca sin apenas saborearlas. Iba a coger otro puñado cuando se le ocurrió que quizás Devi también estaría hambrienta. Un poco mareado por el alcohol subió las escaleras apoyándose en la barandilla para no caerse. Un fuerte golpe hizo retumbar las paredes de la casa, Till se había dado un golpe en la cabeza con el tejado demasiado bajo para su estatura. - Mierda Devi, ¿vas a comer algo?.- maldijo por el golpe que se había propinado antes de presentarse dentro la habitación con los pastelitos.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Entrecerró los ojos hasta que diviso que era lo que había llamado su atención. Un simple cuervo negro, lo siguió con la mirada hasta que cruzo su visión con la luna. Hizo una mueca de desagrado, eso no podía atisbar nada nuevo, augurios dirían algunos.
Su sobresalto llego cuando escucho el repentino sonidoo torpeza procedente de las escaleras. Quiso su mala suerte conservarla en vida y no precipitarla tras la ventana, se puso la mano en el pecho recuperándose de su estúpido susto -Sapos y salamandras, qué...- Dirigió la mirada hacia la puerta y vio aparecer a Till en el umbral y su rostro se calmo. Sonrió de forma afable a Till, ni siquiera parecía que hubiera tenido un percance anteriormente, simplemente lo ha ignorado y el tenerlo presente no sería más que una molestia, la vida la es más cómoda así.
-¡Hey! ¿Qué es eso de entrar en la habitación de una señorita sin presentarse? - Se bajo del poyete de la ventana, la cerro y se sacudió la camisa. -Aún no me has dicho tu nombre.- Se encamino hacia él mirando por curiosidad lo que traía, ladeando a un lado y a otro la cabeza. - ¡Cielos! -Abrió los ojos como platos y se quedo asombrada. Eso era un manjar para ella, desde luego.- Espera...¿Ha estado todo eso en el Hogar, y no me lo habías dicho antes! -Le recrimino, y es que se moría por darle un bocado pero aún asi, aguantaba su espera. - Que cara tienes, son como dulces de nube traid... -Se interrumpió a si misma rascandose la nariz mientras husmeaba por encima para despues torcer los labios al reconocer dicho olor. - ¿Has bebido?- No esperaba respuesta, y ese hecho la incómodo y la hizo recordar algo.- ¡Ah! espera aquí, te había traído algo.
Se colo por un lateral de donde estaba Till y bajo las escaleras precipitadamente, se estaba ilusionando por momentos. En parte por el regalo que le iba a dar y también, por probar esos dulces. Pego un tirón en la puerta y salio fuera en el lugar donde Till la había cogido para que entrara. Busco por el suelo hasta que encontró dicha esfera anaranjada y volvió al interior de la casa. Pegando el susodicho portazo para cerrar la puerta bien. Restregó el objeto en su camisa para quitarle la suciedad o tierra del suelo así como lo froto con la mano. Subió las escaleras y se lo tendió a Till.
-Toma, es para ti. Es especial, guarda un deseo en su interior y ayudará a ponerte mejor por lo de anoche.-
Devi sonreía enternecedoramente, le tendía sobre ambas manos un simple y común albaricoque, solo que más aplastado por el trayecto y por los incidentes aparte de estar algo pocho.
Y a pesar de ser común, el albaricoque si guardaba en su interior varias cosas; el cariño especial de Devi, que luchando contra el hambre de aquella tarde, decidió guardárselo para dicho humano, pues este había padecido de frió la noche anterior y sabía que las múltiples vitaminas que contiene dicha fruta harían bien en él. Pero al fin y al cabo, es una pieza de fruta. ¿Pero que más puede dar Devi aparte de su desdén y su alegre sonrisa? Y en sí, dicha pieza de fruta contenía en su interior muchas mas cosas de las que Till no podría esperar de una mocosa como ella, o quizás si.
Sin lugar a dudas Till podrá haber notado que Devi no es que sea especialmente habladora, pero si había sido esta vez tan "expresiva" o afable su verdad reside en que Devi se avergonzaba por haberse ido y no haberle ayudado anteriormente, sabía que lo necesitaba, pero simplemente no podía.
-¿Y estos dulces, qué guardan en su interior?-
Seguía manteniendo su sonrisa mirando a Till con la cabeza Ladeada, esperando su momento para echar el guante a esos dulces.
Su sobresalto llego cuando escucho el repentino sonido
-¡Hey! ¿Qué es eso de entrar en la habitación de una señorita sin presentarse? - Se bajo del poyete de la ventana, la cerro y se sacudió la camisa. -Aún no me has dicho tu nombre.- Se encamino hacia él mirando por curiosidad lo que traía, ladeando a un lado y a otro la cabeza. - ¡Cielos! -Abrió los ojos como platos y se quedo asombrada. Eso era un manjar para ella, desde luego.- Espera...¿Ha estado todo eso en el Hogar, y no me lo habías dicho antes! -Le recrimino, y es que se moría por darle un bocado pero aún asi, aguantaba su espera. - Que cara tienes, son como dulces de nube traid... -Se interrumpió a si misma rascandose la nariz mientras husmeaba por encima para despues torcer los labios al reconocer dicho olor. - ¿Has bebido?- No esperaba respuesta, y ese hecho la incómodo y la hizo recordar algo.- ¡Ah! espera aquí, te había traído algo.
Se colo por un lateral de donde estaba Till y bajo las escaleras precipitadamente, se estaba ilusionando por momentos. En parte por el regalo que le iba a dar y también, por probar esos dulces. Pego un tirón en la puerta y salio fuera en el lugar donde Till la había cogido para que entrara. Busco por el suelo hasta que encontró dicha esfera anaranjada y volvió al interior de la casa. Pegando el susodicho portazo para cerrar la puerta bien. Restregó el objeto en su camisa para quitarle la suciedad o tierra del suelo así como lo froto con la mano. Subió las escaleras y se lo tendió a Till.
-Toma, es para ti. Es especial, guarda un deseo en su interior y ayudará a ponerte mejor por lo de anoche.-
Devi sonreía enternecedoramente, le tendía sobre ambas manos un simple y común albaricoque, solo que más aplastado por el trayecto y por los incidentes aparte de estar algo pocho.
Y a pesar de ser común, el albaricoque si guardaba en su interior varias cosas; el cariño especial de Devi, que luchando contra el hambre de aquella tarde, decidió guardárselo para dicho humano, pues este había padecido de frió la noche anterior y sabía que las múltiples vitaminas que contiene dicha fruta harían bien en él. Pero al fin y al cabo, es una pieza de fruta. ¿Pero que más puede dar Devi aparte de su desdén y su alegre sonrisa? Y en sí, dicha pieza de fruta contenía en su interior muchas mas cosas de las que Till no podría esperar de una mocosa como ella, o quizás si.
Sin lugar a dudas Till podrá haber notado que Devi no es que sea especialmente habladora, pero si había sido esta vez tan "expresiva" o afable su verdad reside en que Devi se avergonzaba por haberse ido y no haberle ayudado anteriormente, sabía que lo necesitaba, pero simplemente no podía.
-¿Y estos dulces, qué guardan en su interior?-
Seguía manteniendo su sonrisa mirando a Till con la cabeza Ladeada, esperando su momento para echar el guante a esos dulces.
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
-!Hey¡ ¿Qué es eso de entrar en la habitación de una señorita sin presentarse?- Till se preguntó que carajos hacía en la ventana pero prefirió ignorarlo. Iba a protestar recordándole que aquella habitación era suya cuando le preguntó por su nombre. Se quedó pensativo sin saber que responder a una pregunta tan simple y tan odiosa que en el fondo sabía que tarde o temprano llegaría. Till Landman era un hombre respetable, y conocido en París como dueño de una de las principales empresas suministradoras de armas. En su no tan honrado segundo trabajo, (o más bien principal , según el punto de perspectiva por donde se mire) utilizaba otros nombres si había la necesidad de presentarse. Balbuceó algo como si no se acordara de su propio nombre, y finalmente por alguna misteriosa razón no mintió.- Till. - dijo antes de que Devi perdiera el mundo de vista al ver tanta comida. Incluso parecía que babeaba como un perro delante un pedazo de lomo. No dejaba de hablar, nunca había hablado tanto, estaba emocionada por algo que él no podía comprender, imaginó que por la comida, seguramente los dulces no era un manjar que podía permitirse incluir al menú habitualmente. Por una parte se alegraba que se hubiera olvidado de lo ocurrido pero por la otra le dolía la cabeza. Salió de sus pensamientos al escuchar la siguiente pregunta que le lanzó Devi. -¿Has bebido?.-
-No lo suficiente. - contestó cuando Devi ya había desaparecido por la puerta para supuestamente ir a buscar algo que le había traído. Se sentó en la cama aún sujetando la bandeja cual camarero y suspiró. Echó otra ojeada a los dulces, habían unos que llevaban licor dentro y la otra mitad no. Obviamente hubiera preferido comerse los de licor pero los dejó para Devi, divertido e intrigado por saber como le sentaría un poco de alcohol en las venas, con un poco de suerte quizá le entraría sueño y dormiría. En unos segundos Devi volvió en la estancia, Till seguía masticando un dulce cuando la joven le ofreció un pocho y para nada apetitoso albaricoque. Dejó la bandeja a un lado y cogió la fruta sin saber que hacer con ella. Se estremeció ante la enternecedora sonrisa de Devi, a causa de la poca costumbre a que alguien lo mirara así. Eso le indicaba que no debía ser brusco con ella, e elegir las palabras indicadas e adecuadas para no herir sus...
-¿Y esos dulces, que guardan en su interior? -
-Come ya de una vez Devi.- Las supuestas palabras que había escogido para rechazar su regalo sin herirla habían volado de su cabeza a lo que contestó como él solía contestar siempre.- ¿No pretenderás que me coma esto verdad?. - Dijo dándole vueltas al albaricoque como si buscara la cara menos perjudicada de la fruta.
-No lo suficiente. - contestó cuando Devi ya había desaparecido por la puerta para supuestamente ir a buscar algo que le había traído. Se sentó en la cama aún sujetando la bandeja cual camarero y suspiró. Echó otra ojeada a los dulces, habían unos que llevaban licor dentro y la otra mitad no. Obviamente hubiera preferido comerse los de licor pero los dejó para Devi, divertido e intrigado por saber como le sentaría un poco de alcohol en las venas, con un poco de suerte quizá le entraría sueño y dormiría. En unos segundos Devi volvió en la estancia, Till seguía masticando un dulce cuando la joven le ofreció un pocho y para nada apetitoso albaricoque. Dejó la bandeja a un lado y cogió la fruta sin saber que hacer con ella. Se estremeció ante la enternecedora sonrisa de Devi, a causa de la poca costumbre a que alguien lo mirara así. Eso le indicaba que no debía ser brusco con ella, e elegir las palabras indicadas e adecuadas para no herir sus...
-¿Y esos dulces, que guardan en su interior? -
-Come ya de una vez Devi.- Las supuestas palabras que había escogido para rechazar su regalo sin herirla habían volado de su cabeza a lo que contestó como él solía contestar siempre.- ¿No pretenderás que me coma esto verdad?. - Dijo dándole vueltas al albaricoque como si buscara la cara menos perjudicada de la fruta.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Ladeo la cabeza a la vez que enarcaba una ceja mientras parpadeaba.
-Ah, ahora es tuyo, no me corresponde a mi decírtelo.-
Y respecto a lo que ella quisiera que hiciera con dicho albaricoque, se lo guardo en sus adentros. Al fin y al cabo, ya tenía la vista puesta en algo más llamativo. Miraba los dulces y a Till intermitentemente, como si pidiera permiso después de que él le hubiera ofrecido anteriormente.
-Ahm...- Se mordía los labios, prolongando su espera y recreándose en su imaginación los sabores que evocarían dichos dulces.
-Con permiso. ¿Sí?- Alargo la mano y cogió uno, se sentó en la cama al lado de Till y le dio un mordisco.
Se llevo ambas manos a las mejillas dibujando una suave sonrisa en su rostro, cerro los ojos saboreando la suave textura del azucar glass, deleitándose con la esponjosidad del dulce escogido, dejándose llevar por...Espera, ¿Y ese sabor? Abrió los ojos recorriendo la estancia inconscientemente mientras trataba de descubrir esa nueva sensación de sabor, era dulce, sabía a mora.
Al desconocer que era licor de mora, acto seguido se llevo otro, a veces ponía malas caras, cuando alguna resultaba amarga. ¿Quien en su sano juicio combina un dulce con un licor amargo? Eso si, las de manzana volaron.
Tras saciar su hambre, se relamía los dedos hasta que reparo en Till. No había pronunciado sonido alguno a medida que comía, era otra de sus extrañas reglas. Le saludo cordialmente con la mano y trato de guardar la compostura. Se sentía rara y extraña, al fin y al cabo, estaba comiendo un manjar, algo que pocas personas podrían permitirse y estaba comiendo junto a alguien. Este tipo de cosas le resultaban ajenos. (Pero bien que se los comió).
-Estaban muy buenos, menos los anaranjados que te pican la lengua.- Se puso a mirarse los dedos con aire distraído, jugando con sus uñas.-Gracias. Poca gente se porta bien conmigo.-Volvió a dedicarle una enternecedora sonrisa a Till.-Gracias por no mentirme.-
Till era la clase de personas que nunca te diría su nombre real, es un hombre viviente en dos mundos que han de estar separados, posiblemente es la persona que te asesinaría de saber su verdadera identidad para quitarse problemas. Cualquiera que fuera la razón real, no la mintió y ella lo vio reflejado en su mirada. Ella lo valoraba, sabía lo que podría implicarle. Podrían ser minucias para el resto de seres, pero a ella eso la hacía sentirse más cómoda con él. Ahora, empezaba a dejar de ser un extraño, hubiera querido seguir sabiendo más de él dada su naturaleza curiosa pero como a ella no la hubiera gustado hablar de si misma, prima su ley del intercambio equivalente.
Dejo de trastear con sus dedos y de remirarse las uñas, y sin más en un arranque emocional decidió decidir como pasar parte de la noche.
-¡Oye! Si gustas, podría contarte la historia de la luna, es hermosas pero larga, quizás prefieras otro día, o tal vez podrías mostrarme tú música.- La emoción la hizo precipitarse en su petición. Trago saliva y desvió la mirada hacia el lado contrario a donde estaba sentado Till y el enrojecimiento surgió en sus mejillas, de hecho, si le hubiera propuesto un beso o matrimonio no se habría ruborizado tanto. La música podía representar mucho para ella, podría sentir las emociones de la otra persona así como sus sentimientos ocultos, es una forma de darse a conocer, de mostrar como eres. Le había pedido que se desnudara.
También había otro interés en esa pregunta. Resalto en las palabras "otro día". Detestaba la idea de que Till la dejara en los callejones y se olvidara de ella para siempre.
Conforme pasa el tiempo el alcohol ira haciendo mella en ella, el hecho de que su constitución sea delgada, el apenas haber ingerido alimentos en las últimas horas y no tener tolerancia al alcohol...
Unos simples dulces pueden ser catastróficamente impredecibles.
-Ah, ahora es tuyo, no me corresponde a mi decírtelo.-
Y respecto a lo que ella quisiera que hiciera con dicho albaricoque, se lo guardo en sus adentros. Al fin y al cabo, ya tenía la vista puesta en algo más llamativo. Miraba los dulces y a Till intermitentemente, como si pidiera permiso después de que él le hubiera ofrecido anteriormente.
-Ahm...- Se mordía los labios, prolongando su espera y recreándose en su imaginación los sabores que evocarían dichos dulces.
-Con permiso. ¿Sí?- Alargo la mano y cogió uno, se sentó en la cama al lado de Till y le dio un mordisco.
Se llevo ambas manos a las mejillas dibujando una suave sonrisa en su rostro, cerro los ojos saboreando la suave textura del azucar glass, deleitándose con la esponjosidad del dulce escogido, dejándose llevar por...Espera, ¿Y ese sabor? Abrió los ojos recorriendo la estancia inconscientemente mientras trataba de descubrir esa nueva sensación de sabor, era dulce, sabía a mora.
Al desconocer que era licor de mora, acto seguido se llevo otro, a veces ponía malas caras, cuando alguna resultaba amarga. ¿Quien en su sano juicio combina un dulce con un licor amargo? Eso si, las de manzana volaron.
Tras saciar su hambre, se relamía los dedos hasta que reparo en Till. No había pronunciado sonido alguno a medida que comía, era otra de sus extrañas reglas. Le saludo cordialmente con la mano y trato de guardar la compostura. Se sentía rara y extraña, al fin y al cabo, estaba comiendo un manjar, algo que pocas personas podrían permitirse y estaba comiendo junto a alguien. Este tipo de cosas le resultaban ajenos. (Pero bien que se los comió).
-Estaban muy buenos, menos los anaranjados que te pican la lengua.- Se puso a mirarse los dedos con aire distraído, jugando con sus uñas.-Gracias. Poca gente se porta bien conmigo.-Volvió a dedicarle una enternecedora sonrisa a Till.-Gracias por no mentirme.-
Till era la clase de personas que nunca te diría su nombre real, es un hombre viviente en dos mundos que han de estar separados, posiblemente es la persona que te asesinaría de saber su verdadera identidad para quitarse problemas. Cualquiera que fuera la razón real, no la mintió y ella lo vio reflejado en su mirada. Ella lo valoraba, sabía lo que podría implicarle. Podrían ser minucias para el resto de seres, pero a ella eso la hacía sentirse más cómoda con él. Ahora, empezaba a dejar de ser un extraño, hubiera querido seguir sabiendo más de él dada su naturaleza curiosa pero como a ella no la hubiera gustado hablar de si misma, prima su ley del intercambio equivalente.
Dejo de trastear con sus dedos y de remirarse las uñas, y sin más en un arranque emocional decidió decidir como pasar parte de la noche.
-¡Oye! Si gustas, podría contarte la historia de la luna, es hermosas pero larga, quizás prefieras otro día, o tal vez podrías mostrarme tú música.- La emoción la hizo precipitarse en su petición. Trago saliva y desvió la mirada hacia el lado contrario a donde estaba sentado Till y el enrojecimiento surgió en sus mejillas, de hecho, si le hubiera propuesto un beso o matrimonio no se habría ruborizado tanto. La música podía representar mucho para ella, podría sentir las emociones de la otra persona así como sus sentimientos ocultos, es una forma de darse a conocer, de mostrar como eres. Le había pedido que se desnudara.
También había otro interés en esa pregunta. Resalto en las palabras "otro día". Detestaba la idea de que Till la dejara en los callejones y se olvidara de ella para siempre.
Conforme pasa el tiempo el alcohol ira haciendo mella en ella, el hecho de que su constitución sea delgada, el apenas haber ingerido alimentos en las últimas horas y no tener tolerancia al alcohol...
Unos simples dulces pueden ser catastróficamente impredecibles.
Devi- Hechicero Clase Baja
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Re: Tan fácil como partir un melón - Devi
Rió para adentro ante el descaro de Devi pidiéndole que tocara para ella como si fuera a cortejarla. Ya se sintió bastante ridículo la primera vez que lo hizo para atraer a una mocosa. Se dejó caer de espaldas encima la cama con las piernas colgando al lado de Devi. – Ah la Luna!… esa gran zorra. – Volvió a reírse para él. Apoyó el dorso de su mano en su frente y entrecerro los ojos mientras su cabeza daba una vuelta por el pasado. – Se cuentan muchas historias sobre la Luna, todo el mundo tiene la suya, aunque la mía la conocen muy pocos y no es del todo convencional.
Veras, en Alemania estuve un tiempo formando parte de una asociación... bueno a mi me gusta mas llamarlo secta, conocidos como inquisidores. Se dedicaban a aniquilar cualquier tipo de criatura sobrenatural incluidos sus simpatizantes, primero le quitaban la vida y después preguntaban. Había una parte de ellos que maldecía a la luna, le llamaban la puta del diablo, y creían en que sus hijos eran los vampiros y los licántropos. Decían que por la noche ella les daba la fuerza y el cobijo, para que pudieran propagar el mal en la tierra. Al principio no hacía mucho caso de estas historias, ni siquiera estaba seguro de compartir sus creencias, solo quería una cosa; venganza, vengarme del vampiro que mató a mi hermana. Solo quería matarlos a todos, verlos arder a la luz del alba… por eso me limitaba a hacer lo que ellos esperaban que hiciera.
A medida que pasaron los años empecé a ver las cosas de manera distinta, no compartía sus intereses ni su forma de hacer las cosas y me largué. Me di cuenta que ellos odiaban a todas estas criaturas, el odio era uno de los pilares donde se levantaba su religión. Pero yo no los odiaba, sabía que muchas veces ellos no podían evitar sus actos: la sed de sangre y eso... a mi solo me jodía que murieran inocentes y sabía que ya podía protegerles con lo que había aprendido. Cuando me preguntaron por qué me largaba, una de las cosas que les dije fue que yo no veía la luna como la puta del diablo, sino que para mi era la hechicera que rompe el conjuro que los mantiene ocultos. Si no fuera por ella jamás podríamos descubrirlos. Nunca me gustó que cazaran a hechiceros ni siquiera creo que lo fueran o que existan, la única que yo conozco es la luna. Malditos pirados, psicópatas.
Levantó el otro brazo donde conservaba el albericoque, le dio unas cuantas vueltas buscando la cara menos perjudicada y le pegó un mordisco. Estaba demasiado dulce para su gusto, aprovecho un momento cuando Devi no miraba y lo dejó caer por la ventana.
- Adelante cuenta la historia.- la animó interesado. Siempre le gustaron las historias sobre la luna.
Veras, en Alemania estuve un tiempo formando parte de una asociación... bueno a mi me gusta mas llamarlo secta, conocidos como inquisidores. Se dedicaban a aniquilar cualquier tipo de criatura sobrenatural incluidos sus simpatizantes, primero le quitaban la vida y después preguntaban. Había una parte de ellos que maldecía a la luna, le llamaban la puta del diablo, y creían en que sus hijos eran los vampiros y los licántropos. Decían que por la noche ella les daba la fuerza y el cobijo, para que pudieran propagar el mal en la tierra. Al principio no hacía mucho caso de estas historias, ni siquiera estaba seguro de compartir sus creencias, solo quería una cosa; venganza, vengarme del vampiro que mató a mi hermana. Solo quería matarlos a todos, verlos arder a la luz del alba… por eso me limitaba a hacer lo que ellos esperaban que hiciera.
A medida que pasaron los años empecé a ver las cosas de manera distinta, no compartía sus intereses ni su forma de hacer las cosas y me largué. Me di cuenta que ellos odiaban a todas estas criaturas, el odio era uno de los pilares donde se levantaba su religión. Pero yo no los odiaba, sabía que muchas veces ellos no podían evitar sus actos: la sed de sangre y eso... a mi solo me jodía que murieran inocentes y sabía que ya podía protegerles con lo que había aprendido. Cuando me preguntaron por qué me largaba, una de las cosas que les dije fue que yo no veía la luna como la puta del diablo, sino que para mi era la hechicera que rompe el conjuro que los mantiene ocultos. Si no fuera por ella jamás podríamos descubrirlos. Nunca me gustó que cazaran a hechiceros ni siquiera creo que lo fueran o que existan, la única que yo conozco es la luna. Malditos pirados, psicópatas.
Levantó el otro brazo donde conservaba el albericoque, le dio unas cuantas vueltas buscando la cara menos perjudicada y le pegó un mordisco. Estaba demasiado dulce para su gusto, aprovecho un momento cuando Devi no miraba y lo dejó caer por la ventana.
- Adelante cuenta la historia.- la animó interesado. Siempre le gustaron las historias sobre la luna.
Till Landman- Cazador Clase Alta
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