AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No todas las bestias son malas...-Priv
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No todas las bestias son malas...-Priv
Cuando salió de la casona esa noche pensó que sería una buena noche para atrapar alguna bestia, para eliminar una amenaza más para las personas del pueblo, para asegurarse de que todos estarían todo lo seguros que pudieran y sin embargo nadie le dijo que solo inmediatamente entrar en el bosque y caminar unos pasos encontró a su primera víctima, esperaba que fuera un licántropo, les tenia especial atención a esos aunque no podría decir porque, le era un poco fastidioso tener que encontrarse con vampiros con superfuerza y sobre todo con habilidades que a pesar de todo el no podía igualar; el aun así trataba de eliminar la dichosa raza, seria en todo caso un individuo chupasangres menos.
Reviviendo nuevamente el momento en el que su propio padre mato a la única persona que intento explicarle que no necesariamente todos los licántropos eran malos, el licántropo mordió la nuca de la mujer y la mató fue lo que le hizo apretar el gatillo del arma cargada con balas de plata, un disparo, luego otro y otro más, debía quedar muerto si o si, para la mujer no había sido su día y sin embargo lo era, no se convertiría en ninguna bestia, morir estaba bien para ella. Tomó la estaca de su pantalón y la clavo directamente en el corazón de la bestia que soltaba quejidos y gruñidos algo leves de dolor. Por un momento sintió pena, pena por lo que estaba haciendo y por lo que ellos mismos le hacían hacer, porque ciertamente todos debían desaparecer de la faz de la tierra. Lamentablemente no estuvo tan lejos como para que el animal no le viera o escuchara llegar y había sido descuidado en su forma de hacer aquello porque iba pensando en el pasado. Se llamó la atención mentalmente por aquella novatada.
El gemido de dolor de la bestia al momento morir le dio un momento de satisfacción mezclado con el mismo dolor de un arañazo en su brazo causado por el animal, dejando una larga línea en forma vertical de sangre y rompiendo las telas de la camisa que llevaba.
Tenía algunas cosas que le podían ayudar a curarse la herida así que se encamino directamente hasta el sitio más cercano en donde más o menos sabía que nadie preguntaría gran cosa. “el circo de los gitanos”. Estaba lleno de ruido, voces alegres de la gente y algunos niños, además de la música que usualmente rondaba por allí, miro con atención a todo el mundo entretanto caminaba para buscar un sitio un poco callado en donde poder curarse un poco. –Malditos licántropos-murmuró para sí mismo mientras terminaba de romper la tela de su ropa. –son todos unos problemas…-uno sonido le distrajo mientras empezaba a limpiar un poco su herida, la cual escocia, alzo la cabeza y escudriño el sitio abierto en donde se encontraba.-¿Quién está ahí?-preguntó llevando una mano nuevamente a su revolver.
Reviviendo nuevamente el momento en el que su propio padre mato a la única persona que intento explicarle que no necesariamente todos los licántropos eran malos, el licántropo mordió la nuca de la mujer y la mató fue lo que le hizo apretar el gatillo del arma cargada con balas de plata, un disparo, luego otro y otro más, debía quedar muerto si o si, para la mujer no había sido su día y sin embargo lo era, no se convertiría en ninguna bestia, morir estaba bien para ella. Tomó la estaca de su pantalón y la clavo directamente en el corazón de la bestia que soltaba quejidos y gruñidos algo leves de dolor. Por un momento sintió pena, pena por lo que estaba haciendo y por lo que ellos mismos le hacían hacer, porque ciertamente todos debían desaparecer de la faz de la tierra. Lamentablemente no estuvo tan lejos como para que el animal no le viera o escuchara llegar y había sido descuidado en su forma de hacer aquello porque iba pensando en el pasado. Se llamó la atención mentalmente por aquella novatada.
El gemido de dolor de la bestia al momento morir le dio un momento de satisfacción mezclado con el mismo dolor de un arañazo en su brazo causado por el animal, dejando una larga línea en forma vertical de sangre y rompiendo las telas de la camisa que llevaba.
Tenía algunas cosas que le podían ayudar a curarse la herida así que se encamino directamente hasta el sitio más cercano en donde más o menos sabía que nadie preguntaría gran cosa. “el circo de los gitanos”. Estaba lleno de ruido, voces alegres de la gente y algunos niños, además de la música que usualmente rondaba por allí, miro con atención a todo el mundo entretanto caminaba para buscar un sitio un poco callado en donde poder curarse un poco. –Malditos licántropos-murmuró para sí mismo mientras terminaba de romper la tela de su ropa. –son todos unos problemas…-uno sonido le distrajo mientras empezaba a limpiar un poco su herida, la cual escocia, alzo la cabeza y escudriño el sitio abierto en donde se encontraba.-¿Quién está ahí?-preguntó llevando una mano nuevamente a su revolver.
Hazziel A. Piretti- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 12/10/2015
Localización : Londres, Inglaterra
Re: No todas las bestias son malas...-Priv
¡No lograba olvidarse de él! ¡No podía! Y todo aquello la consumía como una vela. Skyler llevaba más de un mes corriendo entre los bosques, perdiéndose por caminos oscuros e intransitables para una mayoría de personas. Sin saber cómo había llegado a Francia y aún después de tanto tiempo sentía a Dimitri pegado a su piel. El mismo quemazón que sentía al pensar en él, le había seguido desde la separación de ambos tras una noche juntos en el burdel e incluso algunas noches había logrado atisbar su perfume o por lo menos había imaginado su perfume cerca de ella, lo que la había hecho huir más rápido. Debía de olvidarse de aquel lobo, debía de hacerlo porque ella deseaba ser libre, ahora una vez conseguida su ansiada libertad no quería, ni pensaba siquiera encadenarse a nadie. Y aquel lobo, con su perfume, con la conexión que en una sola noche habían establecido los dos, ya amenazaba todo por cuanto siempre había soñado y deseado. A él se encadenaría por sí sola, sin cadenas, sin amenazas y órdenes. Su loba aquella noche ya había marcado al lobo como suyo, y él a ella y de lo poco que conocía del mundo externo por el que ahora caminaba, era que su loba cuando se trataba de él era inflexible y peligrosamente celosa. Por ello debía de huir de sus recuerdos, para no encontrarse buscándolo entre la gente o llamándolo las noches de luna llena. Para no encadenarse voluntariamente… y además, ¿Quién le decía que él podría estar siquiera pensando en buscarla o en querer volver a verla? A su parecer parecía imposible, más por precaución seguía huyendo, de aquellos fantasmas que la atormentaban día y noche con aquella piel y voz masculina.
Así en aquel estado de duermevela, tras no haber dormido apenas los últimos días, había llegado a las afueras de Paris. No había sido fácil pero ahí estaba y tras haber recorrido quien sabe cuántos países, parecía haber llegado al lugar donde pensaba mínimamente en establecerse, o por lo menos por un tiempo hasta pensar en qué hacer con su situación. No obstante, primero de todo debía de ser reconocer el terreno y aquello procedió a hacer tras cambiarse de vestido y dejar su vestimenta preparada para lavar a su regreso, en alguno de los ríos cercanos al bosque. Oía casi todo lo que ocurría en el bosque. En el burdel nunca antes había podido desarrollar sus poderes o sentir sus habilidades y capacidades, pero ahora todo parecía fuera de sí en ella y la joven loba cautivada de los olores y los sonidos del bosque, no intentó siquiera cambiar aquello. Como más pensase en el bosque y en sus habitantes, más rápido su mente olvidaría al lobo y más feliz sería ella.
Siguió aventurándose hacia las cercanías del bosque con la civilización, hasta que inesperadamente un olor fuerte la paralizó al reconocerlo. Se trataba del aroma de un licántropo como ella, y debía de ser un hombre. Arrugó la nariz y siguió aquel rastro. El olor era más fuerte y hasta nauseabundo después de haber tratado tan íntimamente con el olor de su lobo. De nuevo, ante aquel pensamiento de “su lobo” gruñó molesta consigo misma sintiéndose traicionada por su subconsciente y reparando atención en aquel otro lobo, fue testigo al llegar cerca de su procedencia, de lo que jamás creyó posible. El olor nauseabundo se trataba de sangre. Era la sangre que corría por el cuerpo frío del licántropo vencido y de dos olores más de sangre distintas, una proveniente de la mujer que se encontraba echada sobre el pasto y la cuál fue a asegurarse de que estuviese muerta y de otro olor que se diluía en dirección contraria a la que ella había salido. Atentamente observó las heridas del lobo y al ver plata en las heridas, su loba gruñó furiosa obligándola a apartarse de aquel metal tan nocivo para los licántropos. Skyler se apartó y acudiendo ante la mujer, intentó reanimarla dándose cuenta una vez tuvo manchadas sus manos de sangre, que era demasiado tarde para ella al ver como la cabeza literalmente le colgaba del cuerpo.
Horrorizada al ver eso, sintió el impulso nuevamente de huir. ¿Si huía por algo como un recuerdo o de un olor, porque no huir de un peligro real como aquel? Se preguntó. Sin embargo, toda conjetura quedó acallada por la curiosidad de quien podía haber matado al licántropo y aún más importante, que peligros le aguardaba de los que aún le eran desconocidos. Mirando por última vez los caídos, fue tras el otro olor hacia las afueras del bosque, entrando en lo que parecía un circo gitano. No muchas veces había podido disfrutar de ellos, y si había pasado por ellos, era siempre de pasada en su huid hacia París. Enseguida los nuevos olores y sonidos de la fiesta de los gitanos y de los niños allí presentes, la descolocaron unos segundos hasta lograr centrarse. Ahora mismo se sentía como una cachorra que salía por primera vez de su madriguera y todo cuanto nuevo que veía, le resultaba abrumador. Y por eso mismo, de nuevo huyó lejos de tanto ruido volviendo a enfrascarse en mitad del bosque con la mala suerte de que terminó yendo hacía donde el cazador se encontraba.
La primera alerta la sintió en su olfato y luego en su mente. Al caminar en aquella dirección sin pensar en nada más que huir del intenso ruido, había olvidado pasar inadvertida para todos y cuantos habitasen en el bosque, entrando sin querer en la panorámica del joven que en un principio había seguido. Intentando cubrirse las espaldas, se escondió ipso facto contra un árbol, tarde por ello, ya que el joven parecía preparado y completamente seguro de su presencia. Al oír al cazador preparando el arma cerró los ojos y se maldijo por ser tan estúpida. ¿Cómo podría salir de esa indemne ahora? Se preguntó sintiendo como su loba en su interior gruñía alerta ante aquel inesperado peligro. Por suerte, la tenía bajo control y tras asegurarle de ello, pudo respirar más tranquila. Simplemente haría parecer que era alguien normal, él no debía de saber lo que era… o aquello esperó, realmente ahora se guiaba a ciegas. No conocía mucho del mundo sobrenatural y hasta el momento actual tampoco había sabido de la presencia de cazadores, ni más enemigos que los de la santa inquisición. La joven licántropa suspiró tomando valor y finalmente, muy lentamente, sintiendo la amenaza del revolver puesto en ella, salió de detrás del árbol en que se había escondido de la mirada del cazador y con las manos en alto tembló al ver la mirilla del arma apuntar hacia ella. No había visto muchas veces armas de aquel calibre, pero sabiendo lo que había provocado en el licántropo ahora muerto, no debía ser nada agradable que te hirieran con algo así. Si de normal no lo era, de ser balas de plata, aún parecía hacerlo todo mucho peor.
—Lo siento, por favor no me hagas daño.— Contestó — solo vi lo que pasó en el bosque y quería ver si necesitabais ayuda… he sanado heridas más graves que esas y la mujer, a ella no pude ya salvarla, así que me preguntaba si os podría servir de ayuda para algo. No quise molestaros, solo pasé cerca y vi todo eso, os lo prometo. No hablaré de ello a nadie, y lo olvidaré si así me lo ordenáis.
Si de algo había servido estar trabajando en aquel burdel de mala muerte, era para salirse de situaciones como aquellas, de las que su loba seguramente jamás saldría entera.
Así en aquel estado de duermevela, tras no haber dormido apenas los últimos días, había llegado a las afueras de Paris. No había sido fácil pero ahí estaba y tras haber recorrido quien sabe cuántos países, parecía haber llegado al lugar donde pensaba mínimamente en establecerse, o por lo menos por un tiempo hasta pensar en qué hacer con su situación. No obstante, primero de todo debía de ser reconocer el terreno y aquello procedió a hacer tras cambiarse de vestido y dejar su vestimenta preparada para lavar a su regreso, en alguno de los ríos cercanos al bosque. Oía casi todo lo que ocurría en el bosque. En el burdel nunca antes había podido desarrollar sus poderes o sentir sus habilidades y capacidades, pero ahora todo parecía fuera de sí en ella y la joven loba cautivada de los olores y los sonidos del bosque, no intentó siquiera cambiar aquello. Como más pensase en el bosque y en sus habitantes, más rápido su mente olvidaría al lobo y más feliz sería ella.
Siguió aventurándose hacia las cercanías del bosque con la civilización, hasta que inesperadamente un olor fuerte la paralizó al reconocerlo. Se trataba del aroma de un licántropo como ella, y debía de ser un hombre. Arrugó la nariz y siguió aquel rastro. El olor era más fuerte y hasta nauseabundo después de haber tratado tan íntimamente con el olor de su lobo. De nuevo, ante aquel pensamiento de “su lobo” gruñó molesta consigo misma sintiéndose traicionada por su subconsciente y reparando atención en aquel otro lobo, fue testigo al llegar cerca de su procedencia, de lo que jamás creyó posible. El olor nauseabundo se trataba de sangre. Era la sangre que corría por el cuerpo frío del licántropo vencido y de dos olores más de sangre distintas, una proveniente de la mujer que se encontraba echada sobre el pasto y la cuál fue a asegurarse de que estuviese muerta y de otro olor que se diluía en dirección contraria a la que ella había salido. Atentamente observó las heridas del lobo y al ver plata en las heridas, su loba gruñó furiosa obligándola a apartarse de aquel metal tan nocivo para los licántropos. Skyler se apartó y acudiendo ante la mujer, intentó reanimarla dándose cuenta una vez tuvo manchadas sus manos de sangre, que era demasiado tarde para ella al ver como la cabeza literalmente le colgaba del cuerpo.
Horrorizada al ver eso, sintió el impulso nuevamente de huir. ¿Si huía por algo como un recuerdo o de un olor, porque no huir de un peligro real como aquel? Se preguntó. Sin embargo, toda conjetura quedó acallada por la curiosidad de quien podía haber matado al licántropo y aún más importante, que peligros le aguardaba de los que aún le eran desconocidos. Mirando por última vez los caídos, fue tras el otro olor hacia las afueras del bosque, entrando en lo que parecía un circo gitano. No muchas veces había podido disfrutar de ellos, y si había pasado por ellos, era siempre de pasada en su huid hacia París. Enseguida los nuevos olores y sonidos de la fiesta de los gitanos y de los niños allí presentes, la descolocaron unos segundos hasta lograr centrarse. Ahora mismo se sentía como una cachorra que salía por primera vez de su madriguera y todo cuanto nuevo que veía, le resultaba abrumador. Y por eso mismo, de nuevo huyó lejos de tanto ruido volviendo a enfrascarse en mitad del bosque con la mala suerte de que terminó yendo hacía donde el cazador se encontraba.
La primera alerta la sintió en su olfato y luego en su mente. Al caminar en aquella dirección sin pensar en nada más que huir del intenso ruido, había olvidado pasar inadvertida para todos y cuantos habitasen en el bosque, entrando sin querer en la panorámica del joven que en un principio había seguido. Intentando cubrirse las espaldas, se escondió ipso facto contra un árbol, tarde por ello, ya que el joven parecía preparado y completamente seguro de su presencia. Al oír al cazador preparando el arma cerró los ojos y se maldijo por ser tan estúpida. ¿Cómo podría salir de esa indemne ahora? Se preguntó sintiendo como su loba en su interior gruñía alerta ante aquel inesperado peligro. Por suerte, la tenía bajo control y tras asegurarle de ello, pudo respirar más tranquila. Simplemente haría parecer que era alguien normal, él no debía de saber lo que era… o aquello esperó, realmente ahora se guiaba a ciegas. No conocía mucho del mundo sobrenatural y hasta el momento actual tampoco había sabido de la presencia de cazadores, ni más enemigos que los de la santa inquisición. La joven licántropa suspiró tomando valor y finalmente, muy lentamente, sintiendo la amenaza del revolver puesto en ella, salió de detrás del árbol en que se había escondido de la mirada del cazador y con las manos en alto tembló al ver la mirilla del arma apuntar hacia ella. No había visto muchas veces armas de aquel calibre, pero sabiendo lo que había provocado en el licántropo ahora muerto, no debía ser nada agradable que te hirieran con algo así. Si de normal no lo era, de ser balas de plata, aún parecía hacerlo todo mucho peor.
—Lo siento, por favor no me hagas daño.— Contestó — solo vi lo que pasó en el bosque y quería ver si necesitabais ayuda… he sanado heridas más graves que esas y la mujer, a ella no pude ya salvarla, así que me preguntaba si os podría servir de ayuda para algo. No quise molestaros, solo pasé cerca y vi todo eso, os lo prometo. No hablaré de ello a nadie, y lo olvidaré si así me lo ordenáis.
Si de algo había servido estar trabajando en aquel burdel de mala muerte, era para salirse de situaciones como aquellas, de las que su loba seguramente jamás saldría entera.
Skyler Marchant- Licántropo Clase Baja
- Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 13/10/2015
Re: No todas las bestias son malas...-Priv
Sus hombros se tensaron al sentir que el desconocido se descubría y ciertamente no podía decir que su tensión disminuyo al saber que una mujer con voz suave y cabello bronce. Sus ojos recorrieron de manera rápida y ágil a la mujer, mirando atentamente la vestimenta, la forma de caminar e incluso si portaba alguna clase de armas a la visa. “En donde hay bestias no hay suficiente seguridad” pensó. Era un hombre precavido y cauteloso por eso aún mantenía su vida intacta y, aunque antes se había dejado llevar por sus pensamientos recibiendo una herida que un novato bien podría haber evitado él no pensaba dejar que pasara de nuevo, aun apuntándole con el revolver.
Los sonidos de la noche continuaban como si fuera todo normal, los pequeños grillos y el ruido no tan lejano de las personas que se encontraban con los gitanos, aun así mientras escuchaba cada palabra de las que ella decía algo hizo “Clic” en su cabeza, no entendía como en las palabras tan corrientes y preocupadas de ella había algo que no terminaba de cerrarle. Algo que le incomodaba un poco. Analizó las palabras nueva vez, lentamente preguntándose que estaba mal en todas aquellas frases, había visto lo que paso en el bosque y quería ver si necesitaba ayuda… ¿el? Quería ver si el necesitaba ayuda…eso era lo que había dicho. ¿Cómo suponía ella que él había estado también en el bosque justamente con la mujer? Era una posibilidad, como todas que ciertamente hubiese estado detrás de un árbol alejado, que fuese una víctima y sin embargo…estaba intacta y no tan aterrorizada.
Hazziel no sabía que pensar de la mujer, aun revolver apuntándola dio dos pasos en dirección hacia ella. –Solo pasabas cerca ¿eh?- preguntó suavemente, no tenía demasiada intención de asustarla…tal vez un poco, pero no entendía como es que pasaba cerca justo cuando el mataba a un licántropo y ni se hubiese inmutado…eso partiendo de que había sido lo que había pasado en caso de la mujer. –Y… dime algo –todas las reglas de la etiqueta estarían rotas en ese momento llamándola de una manera tan informal, juraba que su madrastra podría alarmarse por su falta de agradecimiento y educación con la mujer…[color=#e6dae6]-¿Cómo es que solo pasabas por allí?-preguntó-¿Te encontraste a la pobre mujer muerta y decidiste ayudarla o…que pasó?- preguntó con la misma tranquilidad que hasta el momento llevaba -¿Qué te hace pensar que por arriesgarte a ayudarme te dejaré con vida?- preguntó.
Si ella había visto lo que había pasado al menos tuvo que haber estado tras el algunos metros, y el, cuando menos hubiese visto o sentido incluso alguna pista de que alguien acechaba por los alrededores… sino… ¿Qué clase de cazador seria? Tenía alguna clase de instinto que se activaba cuando sentía que no estaba solo, cuando podría sentirse observado y no se sintió de ninguna de esas maneras…o él estaba perdiendo facultades o aquella mujer no decía la realidad como era. Entrecerró los ojos pensando que quizá también merecía el beneficio de la duda… ¿Qué podría hacer? solo era una simple humana, desde donde estaba y por la oscuridad de la noche no podría apreciarla tanto como quisiera pero su voz sonaba dulce…a pesar de que había algo que no terminaba de encajar en sus palabras.
El silencio los abordó rápidamente mientras él tomó la decisión de bajar el arma y guardarla en el cinturón de manera segura. –Hasta el momento me desenvolvía bastante bien… ¿Qué crees que debo hacer para que cierre la herida más rápido?- preguntó, era claramente una forma de ver hasta donde sus conocimientos llegaban, una manera de medir que de cierto había en sus palabras de que no era peligrosa.
Los sonidos de la noche continuaban como si fuera todo normal, los pequeños grillos y el ruido no tan lejano de las personas que se encontraban con los gitanos, aun así mientras escuchaba cada palabra de las que ella decía algo hizo “Clic” en su cabeza, no entendía como en las palabras tan corrientes y preocupadas de ella había algo que no terminaba de cerrarle. Algo que le incomodaba un poco. Analizó las palabras nueva vez, lentamente preguntándose que estaba mal en todas aquellas frases, había visto lo que paso en el bosque y quería ver si necesitaba ayuda… ¿el? Quería ver si el necesitaba ayuda…eso era lo que había dicho. ¿Cómo suponía ella que él había estado también en el bosque justamente con la mujer? Era una posibilidad, como todas que ciertamente hubiese estado detrás de un árbol alejado, que fuese una víctima y sin embargo…estaba intacta y no tan aterrorizada.
Hazziel no sabía que pensar de la mujer, aun revolver apuntándola dio dos pasos en dirección hacia ella. –Solo pasabas cerca ¿eh?- preguntó suavemente, no tenía demasiada intención de asustarla…tal vez un poco, pero no entendía como es que pasaba cerca justo cuando el mataba a un licántropo y ni se hubiese inmutado…eso partiendo de que había sido lo que había pasado en caso de la mujer. –Y… dime algo –todas las reglas de la etiqueta estarían rotas en ese momento llamándola de una manera tan informal, juraba que su madrastra podría alarmarse por su falta de agradecimiento y educación con la mujer…[color=#e6dae6]-¿Cómo es que solo pasabas por allí?-preguntó-¿Te encontraste a la pobre mujer muerta y decidiste ayudarla o…que pasó?- preguntó con la misma tranquilidad que hasta el momento llevaba -¿Qué te hace pensar que por arriesgarte a ayudarme te dejaré con vida?- preguntó.
Si ella había visto lo que había pasado al menos tuvo que haber estado tras el algunos metros, y el, cuando menos hubiese visto o sentido incluso alguna pista de que alguien acechaba por los alrededores… sino… ¿Qué clase de cazador seria? Tenía alguna clase de instinto que se activaba cuando sentía que no estaba solo, cuando podría sentirse observado y no se sintió de ninguna de esas maneras…o él estaba perdiendo facultades o aquella mujer no decía la realidad como era. Entrecerró los ojos pensando que quizá también merecía el beneficio de la duda… ¿Qué podría hacer? solo era una simple humana, desde donde estaba y por la oscuridad de la noche no podría apreciarla tanto como quisiera pero su voz sonaba dulce…a pesar de que había algo que no terminaba de encajar en sus palabras.
El silencio los abordó rápidamente mientras él tomó la decisión de bajar el arma y guardarla en el cinturón de manera segura. –Hasta el momento me desenvolvía bastante bien… ¿Qué crees que debo hacer para que cierre la herida más rápido?- preguntó, era claramente una forma de ver hasta donde sus conocimientos llegaban, una manera de medir que de cierto había en sus palabras de que no era peligrosa.
Hazziel A. Piretti- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 10
Fecha de inscripción : 12/10/2015
Localización : Londres, Inglaterra
Re: No todas las bestias son malas...-Priv
Tenía una predilección insana por meterse en problemas y cada vez estaba más segura de ello. El primer problema había sido cuando en el burdel le había dado por ser rebelde con uno de sus primeros clientes. Para aquel entonces apenas era una jovencita y el castigo había sido superior a sus fuerzas, inclusive aún para una joven con la licantropía en su piel habían sido devastadores los cuarenta latigazos a los que había sido sometida por negarse al cliente. El segundo problema, ya había sido otro tipo de problema e inclusive, tenía un nombre propio; Dimitri. Aquel lobo del que su perfume parecía perseguirla hasta en sueños. No obstante, lo peor era que no podía siquiera quitárselo de la cabeza, se había adueñado de ella por completo, igual que aquella noche en que se había adueñado de su cuerpo como nadie nunca antes le había permitido. Y ahora, el tercer problema y quizás el más grave de no salir con vida de ese encuentro, era aquel mismo instante en que le había dado por conocer más de cerca a los cazadores. En concreto a aquel cazador que tenía frente a ella y el cual parecía recelar de sus palabras.
« ¿Y ahora como salgo de esta?» Se preguntó Sky al encontrarse que ni se le había ocurrido pensar que aquel hombre pudiese desconfiar de su acción.
Sintiendo como en su interior su loba le enviaba mensajes inequívocos de terminar con él y así, desquitarse del problema y de aquel peligro que se hacía más intenso a medida el cazador no apartaba su arma, y no contento con eso, se acercaba más y más a su posición. Aguantó su mirada fijamente y no reculó ni una sola vez cuando él se le acercó, no quería mostrarle miedo, aun sintiéndolo, estaba segura que de verla con miedo ella correría aún más peligro que el actual. Se maldijo por ser tan estúpida y meterse en todo, más en concreto por dejarse guiar por su curiosidad que más de una vez ya la había metido en anteriores problemas a ese. Suspiró aguantándose sus ganas de huir de allí y de desaparecer de la diana de aquella arma con que la apuntaba y al ver la herida del cazador, inconscientemente dio un paso hacia él embargada por la preocupación. En el burdel siempre cuando alguna hetaira había terminado herida o dolorida, ella había sido la que había acudido a hacer todo lo que estaba en sus manos para poder aliviarles el dolor, y de allí el que no pudiese ignorar el dar la mano, cuando alguien necesitaba de su ayuda o se encontraba herido.
— Me lo hace pensar, porque creo que sois un buen hombre y no creo que queráis cargar con una muerte más esta mañana. Estoy segura solo intentabais salvar a aquella mujer de la muerte, pero no pudisteis llegar a tiempo.
Le habló en todo momento con un tono suave de voz, que más que encenderlo buscó sosegarlo y cuando tras sus palabras, bajó el arma se sintió aligerada. Sus movimientos habían dado resultados y aun viendo cierta desconfianza en sus ojos y estando segura que aún estaba en pruebas por el cazador, se prometió hacer cuanto estuviera en su mano para no ganarse la muerte. Ahora que estaba libre, no deseaba morir. No era su hora, no todavía.
— Deberíais haceros un empaste con hojas de Llantén, ya que es una planta que ayuda a purificar la sangre, a combatir cualquier infección y sobre todo a cicatrizar heridas. Por suerte, justo a unos metros de vos, tenéis un par de esta planta medicinal, por lo que no hará falta ir muy lejos en su búsqueda y arriesgaros a caminar por el bosque herido. —Le dijo señalando un par de esas plantas que nacían justo a la sombre de un árbol y que parecían estar adrede en ese lugar, como si las hubiesen plantado allí los gitanos para casos de emergencia. Además, se oía levemente la corriente del agua pasar en algún rio próximo a sus posiciones, así que debería ser todo estratégico. Quizás lo habían hecho los gitanos que eran los que más cerca se encontraban de ese bosque o quizás cualquier otro cazador que tuviera era zona de cacería. Fuera lo que fuera, les iría bien tener esa planta allí. — ¿Me permitís acercarme y examinaros? —Preguntó esperando tener su aprobación y a poder ser; su confianza—. Vos sois quien tiene un arma y podéis empuñarla siempre que querías… dejadme solo ayudaros, creo que mi remedio os hará mejor que el ungüento que os estabais aplicando.
« ¿Y ahora como salgo de esta?» Se preguntó Sky al encontrarse que ni se le había ocurrido pensar que aquel hombre pudiese desconfiar de su acción.
Sintiendo como en su interior su loba le enviaba mensajes inequívocos de terminar con él y así, desquitarse del problema y de aquel peligro que se hacía más intenso a medida el cazador no apartaba su arma, y no contento con eso, se acercaba más y más a su posición. Aguantó su mirada fijamente y no reculó ni una sola vez cuando él se le acercó, no quería mostrarle miedo, aun sintiéndolo, estaba segura que de verla con miedo ella correría aún más peligro que el actual. Se maldijo por ser tan estúpida y meterse en todo, más en concreto por dejarse guiar por su curiosidad que más de una vez ya la había metido en anteriores problemas a ese. Suspiró aguantándose sus ganas de huir de allí y de desaparecer de la diana de aquella arma con que la apuntaba y al ver la herida del cazador, inconscientemente dio un paso hacia él embargada por la preocupación. En el burdel siempre cuando alguna hetaira había terminado herida o dolorida, ella había sido la que había acudido a hacer todo lo que estaba en sus manos para poder aliviarles el dolor, y de allí el que no pudiese ignorar el dar la mano, cuando alguien necesitaba de su ayuda o se encontraba herido.
— Me lo hace pensar, porque creo que sois un buen hombre y no creo que queráis cargar con una muerte más esta mañana. Estoy segura solo intentabais salvar a aquella mujer de la muerte, pero no pudisteis llegar a tiempo.
Le habló en todo momento con un tono suave de voz, que más que encenderlo buscó sosegarlo y cuando tras sus palabras, bajó el arma se sintió aligerada. Sus movimientos habían dado resultados y aun viendo cierta desconfianza en sus ojos y estando segura que aún estaba en pruebas por el cazador, se prometió hacer cuanto estuviera en su mano para no ganarse la muerte. Ahora que estaba libre, no deseaba morir. No era su hora, no todavía.
— Deberíais haceros un empaste con hojas de Llantén, ya que es una planta que ayuda a purificar la sangre, a combatir cualquier infección y sobre todo a cicatrizar heridas. Por suerte, justo a unos metros de vos, tenéis un par de esta planta medicinal, por lo que no hará falta ir muy lejos en su búsqueda y arriesgaros a caminar por el bosque herido. —Le dijo señalando un par de esas plantas que nacían justo a la sombre de un árbol y que parecían estar adrede en ese lugar, como si las hubiesen plantado allí los gitanos para casos de emergencia. Además, se oía levemente la corriente del agua pasar en algún rio próximo a sus posiciones, así que debería ser todo estratégico. Quizás lo habían hecho los gitanos que eran los que más cerca se encontraban de ese bosque o quizás cualquier otro cazador que tuviera era zona de cacería. Fuera lo que fuera, les iría bien tener esa planta allí. — ¿Me permitís acercarme y examinaros? —Preguntó esperando tener su aprobación y a poder ser; su confianza—. Vos sois quien tiene un arma y podéis empuñarla siempre que querías… dejadme solo ayudaros, creo que mi remedio os hará mejor que el ungüento que os estabais aplicando.
Skyler Marchant- Licántropo Clase Baja
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Fecha de inscripción : 13/10/2015
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