AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
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Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Fresca noche, con recuerdos estivales que vuelan por las calles parisinas a esas horas. Una a una van desfilando las pequeñas debutantes tras los antros más oscuros y viles de la ciudad, por doquier se percibe el aroma del licor con el sexo, o del sudor con la sangre, pero en una esquina muy oscura como para ser transitada el aroma de la sangre lo impregno, una imprenta que no se borraría tan fácil más porque la dueña de aquel vitae yacía entre los brazos de las ratas que se paseaban encima de ella, aquel vestido blanco que traslucía el cuerpo femenino ahora cubierto por mordidas de los roedores. El culpable de aquella muerte se alejó de la escena con rumbo desconocido, la noche comenzaba y aún tenía hambre pues hace varias lunas atrás que no había probado bocado alguno, mientras estaba de viaje se mantuvo confinado hasta tocar puerto y ahora que había llegado a su hogar estaba dispuesto a romper la veda.
Uno a uno los antros lo fueron saciando aunque no completamente, el último en ser visitado lo dejó más que satisfecho, tres mujeres en el aposento lo calmaron completamente más la sangre en el lugar lo delataba porque en sus ropas quedaba la huella de ellas, ese líquido carmesí que se impregno en su fría piel, su mentón cubierto de las tres mujeres, fue un desquicio que lo lamentaría. La cartera fue quien desembolsó al dueño del lugar el valor por la vida de las mujeres. Al salió de ahí el alcohol ingerido por sus víctimas hacía estragos en él, lentamente iba perdiendo el conocimiento hasta el punto de no distinguir a las personas en su andar que con horror lo miraron, como si hubiera tenido un accidente y quizás eso fue lo ocurrido, un accidente para quienes perdieron la vida.
Al final solo quedaba la sonrisa en aquel rostro apesadumbrado, que con una mano trataba de borrar aquellos recuerdos pero aún le calentaba la sangre humana en sus fauces, aun deseaba más, pero ya no quería la facilidad de sus víctimas que se encantan con una mordida, estaba buscando algo más algo que fuera más emocionante y divertido algo que valiera la pena devorar y jugar con aquella persona.
Meditando sobre ello se dejó llevar por las calles aun entre las iluminadas y más oscuros callejones de aquella ciudad para poder llegar hasta su mansión sin importarle el estado en que iba y como alertaba las personas a las que solo les sonreía, quizás así podría realmente atraer a aquella mosca que tanto deseaba, o quizás solo la ilusión de algo tan pasajero o común.
Uno a uno los antros lo fueron saciando aunque no completamente, el último en ser visitado lo dejó más que satisfecho, tres mujeres en el aposento lo calmaron completamente más la sangre en el lugar lo delataba porque en sus ropas quedaba la huella de ellas, ese líquido carmesí que se impregno en su fría piel, su mentón cubierto de las tres mujeres, fue un desquicio que lo lamentaría. La cartera fue quien desembolsó al dueño del lugar el valor por la vida de las mujeres. Al salió de ahí el alcohol ingerido por sus víctimas hacía estragos en él, lentamente iba perdiendo el conocimiento hasta el punto de no distinguir a las personas en su andar que con horror lo miraron, como si hubiera tenido un accidente y quizás eso fue lo ocurrido, un accidente para quienes perdieron la vida.
Al final solo quedaba la sonrisa en aquel rostro apesadumbrado, que con una mano trataba de borrar aquellos recuerdos pero aún le calentaba la sangre humana en sus fauces, aun deseaba más, pero ya no quería la facilidad de sus víctimas que se encantan con una mordida, estaba buscando algo más algo que fuera más emocionante y divertido algo que valiera la pena devorar y jugar con aquella persona.
Meditando sobre ello se dejó llevar por las calles aun entre las iluminadas y más oscuros callejones de aquella ciudad para poder llegar hasta su mansión sin importarle el estado en que iba y como alertaba las personas a las que solo les sonreía, quizás así podría realmente atraer a aquella mosca que tanto deseaba, o quizás solo la ilusión de algo tan pasajero o común.
Última edición por Týr Von Streigner el Dom Dic 06, 2015 8:13 pm, editado 1 vez
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Otra noche más que se cernía sobre las calles de París. A pesar de que comenzaba de nuevo el frío la gente no parecía querer quedarse en sus casas a refugiarse de este, sino que más bien parecía que les daba igual el temporal. Las calles estaban repletas de gente, parejas que paseaban tranquilamente bajo la luz de la luna, hombres que se sumergían en las tabernas en busca de alcohol y algún que otro placer más… y ninguno de ellos sabía, realmente, el peligro que podían llegar a tener.
Paseando entre las calles tranquilamente y observando un poco podías encontrarte de todo, parecía que la noche cambiaba a las personas y las hacía sacar sus más oscuros deseos. Parejas que, sin importarles alguna el pudor y la vergüenza, se daban placer entre los callejones. Quizás un humano no podría oír los gemidos, suspiros y jadeos que salían del fondo de los callejones, pero para un vampiro llegaban claros y nítidos, como si lo estuviera presenciando.
Pasé por delante del callejón sin poder evitar sonreír de lado, el callejón estaba oscuro y les daba una perfecta cobertura para que nadie pudiera verlos, y aunque no los mirase, con escucharlos bastaba. Seguí andando y unas cuantas calles más adelante llegó un fuerte olor a sangre, que provenía de una de las calles. Mientras andaba no vi a nadie que estuviera herido, por lo que quizás la sangre provenía de uno de los callejones.
Cuando pasé por delante mi primer pensamiento fue que algún vampiro se estaría alimentado de algún humano, pero al mirar hacia donde provenía el olor me di cuenta de que estaba totalmente equivocada. En el suelo yacía una mujer con un vestido blanco, casi transparente, tumbada en el frío suelo y con un charco de sangre a su alrededor. La habían dejado allí tirada, lejos de la vista de todos, mientras el desgraciado que la había matado gozaba de la vida que, ella, jamás disfrutaría de nuevo.
Seguí adelante queriendo alejarme de allí aunque no tuviera nada que ver, pensando en cómo la vida era tan efímera, y lo frágil que fui cuando era humana. Yo podía haber acabado como ella hacía siglos si no fuera porque, en el último momento, llegó a sentir una especie de compasión por mí vida. En eso estaba pensando cuando vi como la gente que pasaba delante de mí tenía una expresión algo horrorizada, mientras murmuraban entre ellos y andaban con paso algo más apretado.
Por un momento pensé que habían cogido al autor que había cometido el asesinato, y movida por la curiosidad, me adelanté para ver qué era lo que estaba pasando. No tuve que acercarme mucho cuando me di cuenta de que, en realidad, se trataba de un vampiro.
Podía oler en él que se había alimentado hacía poco, pero no podía ser él el autor puesto que distinguía tres matices en la sangre diferente… más, aparte, el alcohol también estaba presente.
Parecía que estuviera borracho por la forma en la que andaba, y no me extrañaba. Si las tres mujeres habían bebido lo suficiente, eso explicaba porqué estaba así.
Lo contemplé durante un momento y vi la sangre que había en su camisa, prueba inequívoca de que se había alimentado. Ahora entendía porqué la gente se alejaba de esa forma, tal cual como iba, daba la sensación de que acababa de cometer un asesinato. Aunque, bueno, podría ser puesto que no sabía si había matado a las jóvenes o solamente había bebido de ellas.
-Si sigues mostrando toda esa sangre en tu camisa la gente no dudará en pensar que, quizás, eres el autor de la joven asesinada –me había parado delante de él contemplándolo, le di un rápido vistazo- Y el alcohol tampoco ayuda mucho –sonreí de lado- Si querías llamar la atención, debo decirte, que lo estás consiguiendo. Aunque creo que deberías de ser algo más.... discreto.
Paseando entre las calles tranquilamente y observando un poco podías encontrarte de todo, parecía que la noche cambiaba a las personas y las hacía sacar sus más oscuros deseos. Parejas que, sin importarles alguna el pudor y la vergüenza, se daban placer entre los callejones. Quizás un humano no podría oír los gemidos, suspiros y jadeos que salían del fondo de los callejones, pero para un vampiro llegaban claros y nítidos, como si lo estuviera presenciando.
Pasé por delante del callejón sin poder evitar sonreír de lado, el callejón estaba oscuro y les daba una perfecta cobertura para que nadie pudiera verlos, y aunque no los mirase, con escucharlos bastaba. Seguí andando y unas cuantas calles más adelante llegó un fuerte olor a sangre, que provenía de una de las calles. Mientras andaba no vi a nadie que estuviera herido, por lo que quizás la sangre provenía de uno de los callejones.
Cuando pasé por delante mi primer pensamiento fue que algún vampiro se estaría alimentado de algún humano, pero al mirar hacia donde provenía el olor me di cuenta de que estaba totalmente equivocada. En el suelo yacía una mujer con un vestido blanco, casi transparente, tumbada en el frío suelo y con un charco de sangre a su alrededor. La habían dejado allí tirada, lejos de la vista de todos, mientras el desgraciado que la había matado gozaba de la vida que, ella, jamás disfrutaría de nuevo.
Seguí adelante queriendo alejarme de allí aunque no tuviera nada que ver, pensando en cómo la vida era tan efímera, y lo frágil que fui cuando era humana. Yo podía haber acabado como ella hacía siglos si no fuera porque, en el último momento, llegó a sentir una especie de compasión por mí vida. En eso estaba pensando cuando vi como la gente que pasaba delante de mí tenía una expresión algo horrorizada, mientras murmuraban entre ellos y andaban con paso algo más apretado.
Por un momento pensé que habían cogido al autor que había cometido el asesinato, y movida por la curiosidad, me adelanté para ver qué era lo que estaba pasando. No tuve que acercarme mucho cuando me di cuenta de que, en realidad, se trataba de un vampiro.
Podía oler en él que se había alimentado hacía poco, pero no podía ser él el autor puesto que distinguía tres matices en la sangre diferente… más, aparte, el alcohol también estaba presente.
Parecía que estuviera borracho por la forma en la que andaba, y no me extrañaba. Si las tres mujeres habían bebido lo suficiente, eso explicaba porqué estaba así.
Lo contemplé durante un momento y vi la sangre que había en su camisa, prueba inequívoca de que se había alimentado. Ahora entendía porqué la gente se alejaba de esa forma, tal cual como iba, daba la sensación de que acababa de cometer un asesinato. Aunque, bueno, podría ser puesto que no sabía si había matado a las jóvenes o solamente había bebido de ellas.
-Si sigues mostrando toda esa sangre en tu camisa la gente no dudará en pensar que, quizás, eres el autor de la joven asesinada –me había parado delante de él contemplándolo, le di un rápido vistazo- Y el alcohol tampoco ayuda mucho –sonreí de lado- Si querías llamar la atención, debo decirte, que lo estás consiguiendo. Aunque creo que deberías de ser algo más.... discreto.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/10/2015
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Una velada sencilla y fresca con el viento invernal golpeando en las puertas del pequeño mundo mortal, obligando a los débiles a cubrirse antes de que puedan enfrentarse a la señora muerte, pero muchos son osados y la tientan sin saber que esta los observa a diario, de día y noche esperando el mejor momento para atacarlos, no dependerá de ellos si no de los dioses, demonios, bestias, en fin un sin número de apelativos que pueden poner a aquellas sombras que merodean por cada esquina de las bulliciosas o pacíficas calles.
Las risas, comentarios y miradas atónitas llenas de aquellas expresiones tan propias de aquellos seres, con horror, miedo, temor, odios, estupefacción, todos eran un manjar solo observar pero para algunos como aquel que los miraba con detenimiento olvidándose de su aspecto, no solo era el contemplarlos era el buscar una emoción diferente entre ellos, uno que lo extasiara y le brinde lo que sus anteriores presas no pudieron ofrecerle tan ampliamente.
Efímero pensamiento que se quedó como tal cuando con el viento trajo una voz que le reprendía por su apariencia desastrosa, enarcó una ceja a la par que alzaba la vista de aquel par de piernas que se cubrían tras un vestido, subió más por unas caderas finas y luego a al resto del cuerpo deteniéndose en el cuello que admiró unos segundos más de la cuenta hasta que continuó y clavó la mirada en la de la mujer que se presentaba ante sí; al principio la ignoró como si no fuera con él quien hablaba pero luego fue imposible no hacerlo cuando tocaba temas que le incumbían por completo.
Suspiró pesadamente con cansancio mirando a la joven vampira —Y si de verdad fuera yo el asesino ¿Qué pasaría? Crees que algo bueno o malo pasaría, yo digo que malo, pero eso dependiendo de qué punto de vista se toma, en este caso sería malo desde el punto de vista de ellos, pero bueno para mi ¿tú que crees?— suspira negando poniéndose pie con las manos en los bolsillos —Estoy cansado de esto, no te preocupes solo creerán que es mi sangre y que estoy herido pero nadie se atreve a acercarse es más por miedo a que muera y terminen siendo acusados y encarcelados, por cierto para la próxima al menos dime tu nombre si vas a sermonear a alguien, pequeña señora vieja— ríe dándole la espalda a la mujer recargándose en una de las paredes de uno de los negocios que ya estaban cerrados.
Las risas, comentarios y miradas atónitas llenas de aquellas expresiones tan propias de aquellos seres, con horror, miedo, temor, odios, estupefacción, todos eran un manjar solo observar pero para algunos como aquel que los miraba con detenimiento olvidándose de su aspecto, no solo era el contemplarlos era el buscar una emoción diferente entre ellos, uno que lo extasiara y le brinde lo que sus anteriores presas no pudieron ofrecerle tan ampliamente.
Efímero pensamiento que se quedó como tal cuando con el viento trajo una voz que le reprendía por su apariencia desastrosa, enarcó una ceja a la par que alzaba la vista de aquel par de piernas que se cubrían tras un vestido, subió más por unas caderas finas y luego a al resto del cuerpo deteniéndose en el cuello que admiró unos segundos más de la cuenta hasta que continuó y clavó la mirada en la de la mujer que se presentaba ante sí; al principio la ignoró como si no fuera con él quien hablaba pero luego fue imposible no hacerlo cuando tocaba temas que le incumbían por completo.
Suspiró pesadamente con cansancio mirando a la joven vampira —Y si de verdad fuera yo el asesino ¿Qué pasaría? Crees que algo bueno o malo pasaría, yo digo que malo, pero eso dependiendo de qué punto de vista se toma, en este caso sería malo desde el punto de vista de ellos, pero bueno para mi ¿tú que crees?— suspira negando poniéndose pie con las manos en los bolsillos —Estoy cansado de esto, no te preocupes solo creerán que es mi sangre y que estoy herido pero nadie se atreve a acercarse es más por miedo a que muera y terminen siendo acusados y encarcelados, por cierto para la próxima al menos dime tu nombre si vas a sermonear a alguien, pequeña señora vieja— ríe dándole la espalda a la mujer recargándose en una de las paredes de uno de los negocios que ya estaban cerrados.
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Mientras contemplaba delante de mí a aquel vampiro la gente, que pasaba a nuestro alrededor, nos miraba con cierta desconfianza y profunda curiosidad. Estaba claro que no podían evitar posar sus ojos en nosotros mientras pasaban por nuestro lado, para luego marcharse cuchicheando entre susurros, imaginando lo que estaba pasando pero sin querer saber realmente lo que estaba sucediendo.
Podía oír sus pensamientos sin tan siquiera mirarlos, era algo que con el paso del tiempo había aprendido a desarrollar de una forma que jamás llegué que lograría. Podía oír cada pensamiento y cada disparate, cuada cual peor que el anterior, mientras se alejaban mirando algunos hacia atrás queriendo saber lo que pasaría. Era divertido escuchar las locas teorías que podían a llegar a inventar los humanos, sin saber realmente que eran dos vampiros los que estaban delante de ellos, y del serio y grave peligro que corrían pasando por nuestro lado.
Era cierto que me había acercado por simple y vana curiosidad pensando que habían atrapado al asesino que había matado a la mujer que, dos calles más abajo, yacía muerta en el frío suelo. Lo que no me esperaba encontrar era a un vampiro que dejaba claras evidencias de que se había alimentado. La ventaja era que, los humanos, jamás llegarían a pensar que era un vampiro y pensarían sin lugar a dudas que se trataría de cualquier reyerta, o bien un asesinato… o que la sangre era suya.
Fue entonces cuando él levantó la mirada que pude contemplarlo realmente bien y pude ver su rostro mejor. No pasé por alto el escrutinio que su mirada hizo empezando por mis pies y acabando en mí cuello, donde noté que lo miraba más de lo necesario. No podía confundirse y pensar que era humana puesto que entre nosotros nos reconocíamos fácilmente, por lo que no pude evitar estar alerta. Aunque dudaba que hiciera algo el plena calle y con tantos testigos presentes.
Fue entonces cuando decidió hablar y por un momento pensé en lo que me había preguntado. Sabía que él no había sido el asesino, pero la respuesta estaba muy clara. Pese a todo la naturaleza nos llevaba a matar para seguir viviendo una noche más, siempre era bueno para nosotros el encontrar esa fuente de alimento, y estaba más que claro quienes eran los grandes perjudicados. Por lo que no pude evitar elevar la comisura de mí labio.
-Sé que no sois el asesino de aquella joven, y en caso de serlo, no podría tacharte sobre algo que yo también hago. Pero no sería a mí a quién tendrías que convencer de que toda la sangre de esa camisa es tuya, ni suya tampoco –me encogí de hombros- De ahí la discreción –hice una pausa, retomando su pregunta- Sobre si sería bueno o malo, te contestaré que en efecto sabemos que para ellos será muy malo, porque por mucho que se intenten resistir al final no podrán evitar el fatídico desenlace que tendrán contra uno de nosotros… sin embargo, como bien has dicho, es algo muy bueno y beneficioso.
Fue entonces cuando soltó aquella última frase dándose la vuelta para darme la espalda, a lo que no pude evitar reír por unos segundos por lo último que había dicho. Si bien es cierto que era más joven que él, pero tampoco me esperaba aquellos términos hacia mí persona. Di unos pasos hasta quedar cerca de él sin querer realmente incomodarle, una no sabía cómo podían reaccionar los demás, y siempre llevaba cuidado.
-No sabía que alguien pudiera ser pequeña, pero al mismo tiempo una señora vieja –le quise seguir la gracia, riéndome entre dientes- aunque he de decir, no tan vieja como quién tengo delante, señor –hice una pequeña pausa en la que suspiré, ya que era cierto que no me había presentado- Perdonad mi osadía al deciros tal cosa, pero pensaba que no os vendría mal que alguien os dijera, o recordara, lo que es la discreción –no pude evitar devolver, en cierta parte, lo del sermón- Soy Sunshine, pero podéis llamarme Sun. Y bien, ¿con quién tengo el honor de soltarle tal sermón, señor?
Podía oír sus pensamientos sin tan siquiera mirarlos, era algo que con el paso del tiempo había aprendido a desarrollar de una forma que jamás llegué que lograría. Podía oír cada pensamiento y cada disparate, cuada cual peor que el anterior, mientras se alejaban mirando algunos hacia atrás queriendo saber lo que pasaría. Era divertido escuchar las locas teorías que podían a llegar a inventar los humanos, sin saber realmente que eran dos vampiros los que estaban delante de ellos, y del serio y grave peligro que corrían pasando por nuestro lado.
Era cierto que me había acercado por simple y vana curiosidad pensando que habían atrapado al asesino que había matado a la mujer que, dos calles más abajo, yacía muerta en el frío suelo. Lo que no me esperaba encontrar era a un vampiro que dejaba claras evidencias de que se había alimentado. La ventaja era que, los humanos, jamás llegarían a pensar que era un vampiro y pensarían sin lugar a dudas que se trataría de cualquier reyerta, o bien un asesinato… o que la sangre era suya.
Fue entonces cuando él levantó la mirada que pude contemplarlo realmente bien y pude ver su rostro mejor. No pasé por alto el escrutinio que su mirada hizo empezando por mis pies y acabando en mí cuello, donde noté que lo miraba más de lo necesario. No podía confundirse y pensar que era humana puesto que entre nosotros nos reconocíamos fácilmente, por lo que no pude evitar estar alerta. Aunque dudaba que hiciera algo el plena calle y con tantos testigos presentes.
Fue entonces cuando decidió hablar y por un momento pensé en lo que me había preguntado. Sabía que él no había sido el asesino, pero la respuesta estaba muy clara. Pese a todo la naturaleza nos llevaba a matar para seguir viviendo una noche más, siempre era bueno para nosotros el encontrar esa fuente de alimento, y estaba más que claro quienes eran los grandes perjudicados. Por lo que no pude evitar elevar la comisura de mí labio.
-Sé que no sois el asesino de aquella joven, y en caso de serlo, no podría tacharte sobre algo que yo también hago. Pero no sería a mí a quién tendrías que convencer de que toda la sangre de esa camisa es tuya, ni suya tampoco –me encogí de hombros- De ahí la discreción –hice una pausa, retomando su pregunta- Sobre si sería bueno o malo, te contestaré que en efecto sabemos que para ellos será muy malo, porque por mucho que se intenten resistir al final no podrán evitar el fatídico desenlace que tendrán contra uno de nosotros… sin embargo, como bien has dicho, es algo muy bueno y beneficioso.
Fue entonces cuando soltó aquella última frase dándose la vuelta para darme la espalda, a lo que no pude evitar reír por unos segundos por lo último que había dicho. Si bien es cierto que era más joven que él, pero tampoco me esperaba aquellos términos hacia mí persona. Di unos pasos hasta quedar cerca de él sin querer realmente incomodarle, una no sabía cómo podían reaccionar los demás, y siempre llevaba cuidado.
-No sabía que alguien pudiera ser pequeña, pero al mismo tiempo una señora vieja –le quise seguir la gracia, riéndome entre dientes- aunque he de decir, no tan vieja como quién tengo delante, señor –hice una pequeña pausa en la que suspiré, ya que era cierto que no me había presentado- Perdonad mi osadía al deciros tal cosa, pero pensaba que no os vendría mal que alguien os dijera, o recordara, lo que es la discreción –no pude evitar devolver, en cierta parte, lo del sermón- Soy Sunshine, pero podéis llamarme Sun. Y bien, ¿con quién tengo el honor de soltarle tal sermón, señor?
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Miradas superficiales que acechaban como buitres que adoran la carne putrefacta dispuesto a hacer más pedazos a aquello que ya no se puede deteriorar, la suave sonrisa que como una caricia pega a los que con ojos curiosas tratan de encontrar las respuestas de su mal interés, sonrisa con una reverencia muy elegante y dedos que se tocan el pecho con un señal de dolor, como si donde la sangre seca se había impregnado aún queda señas de un dolor, uno que era solo engaño y mentira de la ilusión maestra.
El fugaz pensamiento que se clava con la mirada cansina sobre aquella joven vampira que le hablaba con tanta confianza al punto de despertar un viejo interés ya olvidado por su mente, sonríe anímicamente como un auto reflejo. Ladea su cabeza buscando la comprensión de lo que aquella mujer mostraba en sus palabras, más solo se limitó a oír y repasar palabra por palabra cada uno de las sentencias recibidas.
El silencio cortante se hizo presente al terminar la muchacha su exponencia, aguardó entre la oscura noche el momento perfecto para poder hablar, pero no lo encontró, solo pudo acercarse a la joven hasta estar frente a ella, cojeaba, el hombro caído y la mirada perdida como de quien va a morir en cuestión de segundos, se acercó demasiado como para captar el aroma tenso de la vampira algo que le sacó una risa
—Con esto será suficiente para lo que llama “discreción” o tendré que hacer algo más— levanta la fría mano hasta tomar uno de los mechones de la joven para oler el aroma que de este desprendía —Igual que le de todos, pensé que tendrías el aroma de un viejo y añorado amigo, el Sul, pequeña Sun— ríe soltando el cabello de la joven con una mirada apagada pero con la sonrisa en sus labios —¿Por qué ser discretos? No creo que debamos esconder lo que somos de personas como ellos que son el alimento, oh pero claro que debemos hacerlo porque de lo contrario la santa iglesia nos cazaría como animales salvajes, pero ¿realmente tenemos que ser discretos? ¿por qué? ¿quién dijo ello?— se aleja de la joven negando lentamente sus propias palabras
Deja unos segundos silencio meditando en sus palabras —Aunque seamos discretos no será suficiente, mejor que cada uno viva según su convicción ¿cuál es tu convicción Sun?— la mira de lado con un llama en sus pupilas sin vida —Hay niñas que siendo niñas se comportan como mujeres maduras y adultas, amando y soñando despiertas, y mujeres adultas que se comportan como niñas pequeñas, entonces se puede ser una pequeña señora vieja— guiña un ojo como signo de confianza —Soy Tyr, así de simple y sencillo pequeña Sun— se vuelve a sentar en la vereda observando a las personas a su pasar, y lo que están más allá y que no pueden ver ni ellos mismos ni otros..
El fugaz pensamiento que se clava con la mirada cansina sobre aquella joven vampira que le hablaba con tanta confianza al punto de despertar un viejo interés ya olvidado por su mente, sonríe anímicamente como un auto reflejo. Ladea su cabeza buscando la comprensión de lo que aquella mujer mostraba en sus palabras, más solo se limitó a oír y repasar palabra por palabra cada uno de las sentencias recibidas.
El silencio cortante se hizo presente al terminar la muchacha su exponencia, aguardó entre la oscura noche el momento perfecto para poder hablar, pero no lo encontró, solo pudo acercarse a la joven hasta estar frente a ella, cojeaba, el hombro caído y la mirada perdida como de quien va a morir en cuestión de segundos, se acercó demasiado como para captar el aroma tenso de la vampira algo que le sacó una risa
—Con esto será suficiente para lo que llama “discreción” o tendré que hacer algo más— levanta la fría mano hasta tomar uno de los mechones de la joven para oler el aroma que de este desprendía —Igual que le de todos, pensé que tendrías el aroma de un viejo y añorado amigo, el Sul, pequeña Sun— ríe soltando el cabello de la joven con una mirada apagada pero con la sonrisa en sus labios —¿Por qué ser discretos? No creo que debamos esconder lo que somos de personas como ellos que son el alimento, oh pero claro que debemos hacerlo porque de lo contrario la santa iglesia nos cazaría como animales salvajes, pero ¿realmente tenemos que ser discretos? ¿por qué? ¿quién dijo ello?— se aleja de la joven negando lentamente sus propias palabras
Deja unos segundos silencio meditando en sus palabras —Aunque seamos discretos no será suficiente, mejor que cada uno viva según su convicción ¿cuál es tu convicción Sun?— la mira de lado con un llama en sus pupilas sin vida —Hay niñas que siendo niñas se comportan como mujeres maduras y adultas, amando y soñando despiertas, y mujeres adultas que se comportan como niñas pequeñas, entonces se puede ser una pequeña señora vieja— guiña un ojo como signo de confianza —Soy Tyr, así de simple y sencillo pequeña Sun— se vuelve a sentar en la vereda observando a las personas a su pasar, y lo que están más allá y que no pueden ver ni ellos mismos ni otros..
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
No pasó desapercibido aquel simple pero sencillo ‘truco’ que hizo con la sangre que había en su camiseta, haciendo ver a la gente que por allí pasaba que realmente era él quién estaba herido. Su cojera más ese aspecto pálido, demacrado, y a punto de expirar hacían que, en conjunto, pudiera pasar fácilmente por alguien que tenía sus segundos de vida más que contados.
Sonreí por aquello, porque viéndole de esa forma realmente parecía que estuviera herido.
Lo observé en todo momento atenta a lo que pudiera hacerme cuando se acercó más a mí, seguí la dirección que tomaba su mano hasta que cogió uno de los mechones de mí pelo y, contra todo pronóstico, lo vi acercarlo más a su rostro hasta que oí cómo inhalaba, impregnándose con mí aroma. Enarqué una ceja ante su comentario y sonreí de lado, con una vieja añorando bailando en mis ojos.
-Siento si os he defraudado con eso, señor. A pesar de lo irónico que resulta mí nombre en la condición en la que me encuentro… me temo que jamás albergaré nada parecido con ese viejo astro, más que compartir su nombre –me mordí el labio recordando lo irónico y paradójico que resultaba llevar ese nombre, más cuando era una de las mayores amenazas que representaba para los vampiros, y del cual teníamos que estar huyendo el resto de nuestras vidas. Si había algo en lo que la gran mayoría de los vampiros que conocía, al menos, tenían en común… era el poder ver de nuevo un amanecer. Era algo que siendo humanos habíamos por decirlo de alguna forma, desperdiciado. No éramos conscientes realmente de lo bello que era ver amanecer, ni de la importancia que le dábamos cuando este calentaba nuestra piel y nuestro cuerpo. En vida no lo apreciábamos como era debido, y en la muerte añorábamos sentir su cándido resplandor. Le sonreí por el apelativo de pequeña, hacía muchos siglos que nadie me llamaba de esa forma… y la persona que lo hacía yacía muerta el mismo año en el que fui transformada… hizo que mi mente vagara a aquella época en la que era humana, cuando tan sólo era una simple campesina.
Me reí entre dientes a su comentario de ser discretos.
-Bueno, deberíamos de serlo no solamente por la Iglesia… sino porque creo que si realmente los humanos supieran de nuestra existencia, se alinearían con ellos seguramente. Adiós al anonimato, y conseguir presas sería mucho más difícil. –me encogí de hombros- Los tiempos han cambiado últimamente, y mayores son nuestros enemigos. El tiempo de campar libremente sin temer a nada pasó hace mucho tiempo. La iglesia no es el mayor de nuestros problemas… pero tampoco el menor de ellos, ni el único.
Me hizo gracia su explicación sobre ser una pequeña señora vieja, y negué con la cabeza cuando me preguntó cuál era mi convicción. Bueno, no tenía una realmente clara… hasta hacía bien poco, me había dejado llevar sin pensar claramente en nada, sin tener un plan a seguir.
-No he tenido una convicción férrea, me temo. Pero… si habría que deciros alguna –sonreí- sería alimentar la sed de sangre, saciar y disfrutar de los placeres carnales y… recorrer el mundo. Supongo que sería una buena definición de lo que he estado haciendo todos estos años –le miré alejarse y sentarse y suspiré, viendo que las personas que paseaban cerca de nosotros ya no reparaban tanto ni en él, ni en mí. Bueno… al menos no más de lo normal.- Creo que me siento agradecida por vuestras palabras, Týr –un nombre que no había oído jamás en todos los siglos que llevaba vagando por el mundo- Y a pesar de lo que habéis dicho, no os encuentro ni fácil… ni sencillo –le sonreí queriendo devolverle la gracia y me agaché un poco, dejando mi rostro casi a su misma altura pero sin sentarme ni doblar las rodillas- Como os he dicho antes, Týr, soy una persona que se deja guiar por sus pasos pensando en dónde me llevarán. Esta noche me han llevado hasta vos en una de las tantas casualidades de la vida, y me pregunto… ¿qué más me deparará esta noche? ¿Queréis averiguarlo, Týr? No creo que un poco de compañía nos haga mal a ninguno de los dos. ¿Qué me decís? –no era muy común en mí tener compañía a no ser que fuera por alimentarme o por placeres carnales… pero, por una vez en mi vida, no me apetecía recorrer las calles de París sola. Con compañía, más de un vampiro, podría ser mucho más divertido. Le sonreí tras mí propuesta, sin saber si aceptaría o no- Será mucho más divertido que… ir sola.
Sonreí por aquello, porque viéndole de esa forma realmente parecía que estuviera herido.
Lo observé en todo momento atenta a lo que pudiera hacerme cuando se acercó más a mí, seguí la dirección que tomaba su mano hasta que cogió uno de los mechones de mí pelo y, contra todo pronóstico, lo vi acercarlo más a su rostro hasta que oí cómo inhalaba, impregnándose con mí aroma. Enarqué una ceja ante su comentario y sonreí de lado, con una vieja añorando bailando en mis ojos.
-Siento si os he defraudado con eso, señor. A pesar de lo irónico que resulta mí nombre en la condición en la que me encuentro… me temo que jamás albergaré nada parecido con ese viejo astro, más que compartir su nombre –me mordí el labio recordando lo irónico y paradójico que resultaba llevar ese nombre, más cuando era una de las mayores amenazas que representaba para los vampiros, y del cual teníamos que estar huyendo el resto de nuestras vidas. Si había algo en lo que la gran mayoría de los vampiros que conocía, al menos, tenían en común… era el poder ver de nuevo un amanecer. Era algo que siendo humanos habíamos por decirlo de alguna forma, desperdiciado. No éramos conscientes realmente de lo bello que era ver amanecer, ni de la importancia que le dábamos cuando este calentaba nuestra piel y nuestro cuerpo. En vida no lo apreciábamos como era debido, y en la muerte añorábamos sentir su cándido resplandor. Le sonreí por el apelativo de pequeña, hacía muchos siglos que nadie me llamaba de esa forma… y la persona que lo hacía yacía muerta el mismo año en el que fui transformada… hizo que mi mente vagara a aquella época en la que era humana, cuando tan sólo era una simple campesina.
Me reí entre dientes a su comentario de ser discretos.
-Bueno, deberíamos de serlo no solamente por la Iglesia… sino porque creo que si realmente los humanos supieran de nuestra existencia, se alinearían con ellos seguramente. Adiós al anonimato, y conseguir presas sería mucho más difícil. –me encogí de hombros- Los tiempos han cambiado últimamente, y mayores son nuestros enemigos. El tiempo de campar libremente sin temer a nada pasó hace mucho tiempo. La iglesia no es el mayor de nuestros problemas… pero tampoco el menor de ellos, ni el único.
Me hizo gracia su explicación sobre ser una pequeña señora vieja, y negué con la cabeza cuando me preguntó cuál era mi convicción. Bueno, no tenía una realmente clara… hasta hacía bien poco, me había dejado llevar sin pensar claramente en nada, sin tener un plan a seguir.
-No he tenido una convicción férrea, me temo. Pero… si habría que deciros alguna –sonreí- sería alimentar la sed de sangre, saciar y disfrutar de los placeres carnales y… recorrer el mundo. Supongo que sería una buena definición de lo que he estado haciendo todos estos años –le miré alejarse y sentarse y suspiré, viendo que las personas que paseaban cerca de nosotros ya no reparaban tanto ni en él, ni en mí. Bueno… al menos no más de lo normal.- Creo que me siento agradecida por vuestras palabras, Týr –un nombre que no había oído jamás en todos los siglos que llevaba vagando por el mundo- Y a pesar de lo que habéis dicho, no os encuentro ni fácil… ni sencillo –le sonreí queriendo devolverle la gracia y me agaché un poco, dejando mi rostro casi a su misma altura pero sin sentarme ni doblar las rodillas- Como os he dicho antes, Týr, soy una persona que se deja guiar por sus pasos pensando en dónde me llevarán. Esta noche me han llevado hasta vos en una de las tantas casualidades de la vida, y me pregunto… ¿qué más me deparará esta noche? ¿Queréis averiguarlo, Týr? No creo que un poco de compañía nos haga mal a ninguno de los dos. ¿Qué me decís? –no era muy común en mí tener compañía a no ser que fuera por alimentarme o por placeres carnales… pero, por una vez en mi vida, no me apetecía recorrer las calles de París sola. Con compañía, más de un vampiro, podría ser mucho más divertido. Le sonreí tras mí propuesta, sin saber si aceptaría o no- Será mucho más divertido que… ir sola.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Pequeño susurro que como el viento termina quedando con un montón de palabras que danzan lentamente alrededor de los que apenas transitan por las calles solitarias pero atestadas de gente que solo ignora lo que puede pasar a su alrededor con el engaño perfecto que encubre la verdad que se niegan a apreciar dejándose llevar por aquello en otras dirección poco moralistas y convencionales.
La mirada que se clava fija en aquellos labios que se mueven con gracia para extender la invitación, una que solo arrancó una sonrisa al perceptor de aquel acto de ¿valentía?; levantándose de donde había decidido pasar la noche hasta que el sol estuviera lo más cercano posible, ahora tomaba otro destino; los cabellos se agitan con el viento invernal que trae consigo los aromas de la muerte y la frivolidad.
—Interesante— murmura muy bajo, para si mismo —Eres una mujer muy interesante Sun— la risa que suelta es de animosidad —¿Por qué parte de esta ciudad iremos, pequeña Sun?— da dos pasos hasta ver su ropa en aquel estado que provoca una sonrisa hueca —Antes de dar un paseo tendré que ir a casa a cambiar el atuendo, para no llamar mucho la atención por aquello que tanto llamas discreción, ya que podrían muchas mujeres y hombres lanzarse a mis brazos por querer sentir el placer de ser tocados por mí y estos fieros colmillos que darían placeres inimaginables en la piel que lleguen a rasgar— mantiene una mirada seria en contestación a aquello que no le desagrada pero tampoco es de su mayor agrado e interés.
Camia con la mayor gracia con las manos en los bolsillos sonriendo con aquella mirada de confianza y perdido en sus propios pensamientos, en sus recuerdos; ¿Hace cuanto que no observa el sol? horas, ¿Hace cuanto que no siente aquel calor? Horas, días, semanas, meses, años, y así continuamente…¿Cuánto hace que no queda bajo aquel resplandor? Ya se ha olvidado. Mira a la mujer por encima de hombro recordando con el nombre aquella vida que había perdido ya —Es una lastima que aquel añorado astro, viejo amigo, termine ahora siendo un dolor agónico y extenuante para nosotros, que no tenemos, ¿Qué pasaría con nosotros? Morir es el caso pero ¿nuestras almas? Acaso no la perdimos ya y están en el infierno cuando hicimos este pacto de sangre— recita las palabras que escuchó cuando el hizo aquel trato.
Niega levente como si aquello no hubiera llegado a su mente —Lo que sea que nos depare la noche, bienvenido sea, sobre todo si es más interesante que ver a aquellos seres con su falsedad pasar y vivir. Salir contigo pequeña sería mejor que todo lo demás, porque no hay cosa o persona más interesante que tu en este momento, quizás por tus palabras, que aunque he visto en muchas de ustedes no las he oído con tal franqueza y mirada— se acerca a la mujer extendiendo la mano para ofertar la invitación de salir con él por aquella noche.
Una noche que auguraba muchas sorpresas, para ambos.
La mirada que se clava fija en aquellos labios que se mueven con gracia para extender la invitación, una que solo arrancó una sonrisa al perceptor de aquel acto de ¿valentía?; levantándose de donde había decidido pasar la noche hasta que el sol estuviera lo más cercano posible, ahora tomaba otro destino; los cabellos se agitan con el viento invernal que trae consigo los aromas de la muerte y la frivolidad.
—Interesante— murmura muy bajo, para si mismo —Eres una mujer muy interesante Sun— la risa que suelta es de animosidad —¿Por qué parte de esta ciudad iremos, pequeña Sun?— da dos pasos hasta ver su ropa en aquel estado que provoca una sonrisa hueca —Antes de dar un paseo tendré que ir a casa a cambiar el atuendo, para no llamar mucho la atención por aquello que tanto llamas discreción, ya que podrían muchas mujeres y hombres lanzarse a mis brazos por querer sentir el placer de ser tocados por mí y estos fieros colmillos que darían placeres inimaginables en la piel que lleguen a rasgar— mantiene una mirada seria en contestación a aquello que no le desagrada pero tampoco es de su mayor agrado e interés.
Camia con la mayor gracia con las manos en los bolsillos sonriendo con aquella mirada de confianza y perdido en sus propios pensamientos, en sus recuerdos; ¿Hace cuanto que no observa el sol? horas, ¿Hace cuanto que no siente aquel calor? Horas, días, semanas, meses, años, y así continuamente…¿Cuánto hace que no queda bajo aquel resplandor? Ya se ha olvidado. Mira a la mujer por encima de hombro recordando con el nombre aquella vida que había perdido ya —Es una lastima que aquel añorado astro, viejo amigo, termine ahora siendo un dolor agónico y extenuante para nosotros, que no tenemos, ¿Qué pasaría con nosotros? Morir es el caso pero ¿nuestras almas? Acaso no la perdimos ya y están en el infierno cuando hicimos este pacto de sangre— recita las palabras que escuchó cuando el hizo aquel trato.
Niega levente como si aquello no hubiera llegado a su mente —Lo que sea que nos depare la noche, bienvenido sea, sobre todo si es más interesante que ver a aquellos seres con su falsedad pasar y vivir. Salir contigo pequeña sería mejor que todo lo demás, porque no hay cosa o persona más interesante que tu en este momento, quizás por tus palabras, que aunque he visto en muchas de ustedes no las he oído con tal franqueza y mirada— se acerca a la mujer extendiendo la mano para ofertar la invitación de salir con él por aquella noche.
Una noche que auguraba muchas sorpresas, para ambos.
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
No sabía realmente lo que podría depararnos aquella noche, pero tal y como había dicho sería mucho más divertida que si vagara yo sola por las calles. Con tanto tiempo que llevaba ya convertida, siglo tras siglo, uno se hacía un poco a la idea de vagar sola por el mundo. Sí, la eternidad podía ser una idea bastante tentadora si te lo llegasen a proponer… pero si debías de pasarlo a solas, las tornas cambiaban. Por ese mismo echo había decidido aprovechar esta segunda oportunidad, por eso había buscado todos esos años alguna “chispa” que le diera emoción a aquella larga y eterna vida.
Me lo quedé observando a la espera de si aceptaba o no aquella proposición, sin saber realmente si aceptaría. Si hubiera sido al revés también me lo habría pensado, no solía confiar demasiado en los míos pero… por una noche que lo pasara junto a uno, no iba a pasar nada. La gente sigue su curso ajenos a todo lo que estamos hablando, pero sin poder evitar echar alguna que otra mirada hacia nosotros, preguntándose quizás qué estaríamos tramando, o haciendo.
Sonreí cuando aceptó mi propuesta y lo observé durante unos minutos, pensando en dónde podríamos ir aquella noche. El caso era, que me daba exactamente igual. Había salido aquella noche dejando que mis pasos me guiaran, y era lo que iba a seguir haciendo.
Me reí divertida cuando dijo de ir a su casa a cambiarse y no tuve ningún problema con ella, es más, lo prefería así que fuera llamando la atención con aquella camisa bañada en sangre.
-No veo que suponga un problema el acompañaros a vuestra casa, ya que veo muy lógico y razonable que os cambiéis para no llamar la atención y ser, como os he dicho, discretos. La inquisición no es lo único que nos persigue y los cazadores también acechan tras las esquinas. Y aunque me guste algo de diversión en mis noches, no contemplo por esta el que nos pillen. Aunque dos vampiros siempre serán mejor que uno –lo seguí observándole andar con las manos metidas en el bolsillo y me reí entre dientes por sus palabras- Es cierto que en vida no apreciamos ese viejo astro que nos daba calor y proporcionaba luz a lo largo del día, pero decidme algo Týr, ¿si nuestra condena hubiera sido no ver la luna nunca más… no la echaríamos también en falta? El caso es que siempre añoramos aquello que no podremos volver a tener; el sol, paseos bajo este, calor, el latir de nuestro corazón… En vida no sabemos apreciar aquello que nos rodea, lo damos por algo tan común en nuestras vidas que, cuando lo perdemos, es cuando lo añoramos y echamos en falta. Yo también añoro sentir el calor en mí piel, pero por eso mismo que os he dicho aprendí que debía de disfrutar de todo y en todo momento. Jamás sabremos cuánto durarán nuestras vidas, ni que habrá más allá de nuestra muerte. ¿Nuestras almas? Seguramente estén vagando bajo un mando de condenación por seguir viviendo cuando deberíamos de estar muertos.
Me quedé observándolo cuando se giró para mirarme mientras me decía aquellas palabras, lo que había dicho había sonado tan real porque era realmente lo que pensaba, a la par que sentía. Miré su mano durante unos segundos y extendí la mía para coger la suya, no sabiendo a dónde nos depararía aquella noche, ni el qué.
-Bien Týr, adentrémonos en la noche y veamos qué nos depara bajo su manto. Estoy segura que será mucho más divertido e interesante que si lo hiciéramos a solas. Me da igual a donde vayamos, dejemos que nuestros pasos nos guíen… estoy segura de que nos llevarán a buen puerto, al igual que nos han guiado hacia el otro. Será interesante, hacía mucho tiempo que no disfrutaba de la compañía de un ser de la noche –le sonreí dejando que guiara hacia su casa, para que se cambiara de ropa.
Me lo quedé observando a la espera de si aceptaba o no aquella proposición, sin saber realmente si aceptaría. Si hubiera sido al revés también me lo habría pensado, no solía confiar demasiado en los míos pero… por una noche que lo pasara junto a uno, no iba a pasar nada. La gente sigue su curso ajenos a todo lo que estamos hablando, pero sin poder evitar echar alguna que otra mirada hacia nosotros, preguntándose quizás qué estaríamos tramando, o haciendo.
Sonreí cuando aceptó mi propuesta y lo observé durante unos minutos, pensando en dónde podríamos ir aquella noche. El caso era, que me daba exactamente igual. Había salido aquella noche dejando que mis pasos me guiaran, y era lo que iba a seguir haciendo.
Me reí divertida cuando dijo de ir a su casa a cambiarse y no tuve ningún problema con ella, es más, lo prefería así que fuera llamando la atención con aquella camisa bañada en sangre.
-No veo que suponga un problema el acompañaros a vuestra casa, ya que veo muy lógico y razonable que os cambiéis para no llamar la atención y ser, como os he dicho, discretos. La inquisición no es lo único que nos persigue y los cazadores también acechan tras las esquinas. Y aunque me guste algo de diversión en mis noches, no contemplo por esta el que nos pillen. Aunque dos vampiros siempre serán mejor que uno –lo seguí observándole andar con las manos metidas en el bolsillo y me reí entre dientes por sus palabras- Es cierto que en vida no apreciamos ese viejo astro que nos daba calor y proporcionaba luz a lo largo del día, pero decidme algo Týr, ¿si nuestra condena hubiera sido no ver la luna nunca más… no la echaríamos también en falta? El caso es que siempre añoramos aquello que no podremos volver a tener; el sol, paseos bajo este, calor, el latir de nuestro corazón… En vida no sabemos apreciar aquello que nos rodea, lo damos por algo tan común en nuestras vidas que, cuando lo perdemos, es cuando lo añoramos y echamos en falta. Yo también añoro sentir el calor en mí piel, pero por eso mismo que os he dicho aprendí que debía de disfrutar de todo y en todo momento. Jamás sabremos cuánto durarán nuestras vidas, ni que habrá más allá de nuestra muerte. ¿Nuestras almas? Seguramente estén vagando bajo un mando de condenación por seguir viviendo cuando deberíamos de estar muertos.
Me quedé observándolo cuando se giró para mirarme mientras me decía aquellas palabras, lo que había dicho había sonado tan real porque era realmente lo que pensaba, a la par que sentía. Miré su mano durante unos segundos y extendí la mía para coger la suya, no sabiendo a dónde nos depararía aquella noche, ni el qué.
-Bien Týr, adentrémonos en la noche y veamos qué nos depara bajo su manto. Estoy segura que será mucho más divertido e interesante que si lo hiciéramos a solas. Me da igual a donde vayamos, dejemos que nuestros pasos nos guíen… estoy segura de que nos llevarán a buen puerto, al igual que nos han guiado hacia el otro. Será interesante, hacía mucho tiempo que no disfrutaba de la compañía de un ser de la noche –le sonreí dejando que guiara hacia su casa, para que se cambiara de ropa.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
La mano extendida que se muestra con generosidad junto a la sonrisa afable en aquel rostro que sin engaño alguno se acerca lentamente para tomar alrededor de su brazo la mano ajena y delicada, aunque habría que tomar desde otras perspectivas; la muestra de amabilidad que se refleja es seguida por sus pasos parsimoniosos llevándolos lejos de las miradas curiosas que intentan descifrar lo que entre ambos se cuece, más con solo una mirada aleja esos pensamientos para envolverlos en otros.
Eleva la mirada a los altos cielos tan inalcanzables como bien conocidos por los años que lleva caminando por los oscuros valles de la no existencia, las palabras ajenas solo hacen el eco de la lógica perdida y que siempre se encuentra tras los viejos libros que en antañó parecían explicar la mente perdida de la humanidad pero solo creaban el conflicto interno de la problemática existencial, pero aun así con la sonrisa que se torna en una risa escueta y mal simulada puede seguir con sus pensamientos dispersos —Pequeña Sun, a la luna podría verle tras las cortinas, podría admirar su brillo en cada una de sus etapas, pero al sol, a mi querido sol no puedo verlo cuando se levanta ni cuando se duerme, solo cuando las sombras cubren la tierra puedo levantarme y encontrar el mismo cielo nocturno, las mismas paredes con las mismos colores ¿no es eso aburrido? Oh y no pienses que considero un suicidio, adoro mi vida como es, adoro el pacto que hice hace años, amo lo que soy y quien soy realmente porque puedo tener mi diversión de diversas maneras, aunque eso no quita que en nuestra condena la soledad austera se convierta en algo aburrido para nosotros, algo que nos mata lentamente hasta hacernos perder la discreción— el susurro de la última palabra se conduce con la elegancia de los pasos fingidos de dos seres normales como cualquier otro.
En silencio deja pasar los minutos hasta llegar a su propiedad, una bella mansión de estilo barroco con toques góticos y lujosos que se van cerniendo en el poder que se ha acumulado así como el polvo; la puerta se abre con una doncella que con reverencia y una voz apagada le saluda, una voz que hace eco del respeto que tiene la humana por su señor, además de la confianza —Clarissa, pequeña, atiende a la joven Sunshine, ella es una amiga mía. Mientras dile a Loretta que prepare mi ropa y algo de mi baño, por favor— la joven se apresura pero hace lo opuesto enviando a la otra joven a atenderlos provocando una carcajada en su maestro —Ay, Ay, Ay estas niñas, un día me terminaran matando con dolores de cabeza, ¿Así también eras tú pequeña Sun, tal como mi pequeña Clarissa? No entiendo a las mujeres, ni a los hombres en si, pero son divertidos en verlos ¿Qué te divierte pequeña Sun?— se retira la camisa dejándola caer al suelo, misma que es tomada por la joven Loretta mientras corre desapareciendo tras la puerta dejando a su maestro e invitada con dos copas con sangre fresca —No te preocupes por la sangre, no es de ninguna de ellas, ni tampoco tengo un matadero de humanos inocentes en mi sótano aun cuando mate a la prostituta, esta sangre es, digamos regalo de ciertos lugares que dan complacencia a seres como nosotros, tienen botellas con sangre fresca de humanos que se prestan para esto y lo hacen pasar como vino “especial” ¿está bien esto para la discreción? Apuesto que pensaste que no era del todo discreto, el que mate a algunas personas, una pequeña cuota diaria, semanal o mensual no quiere decir que sea un idiota completo, también puedo mantenerme con esto pero no es divertido no disfrutar de una buena cacería y el sabor que toman las presas cuando experimentan esos placeres ¿tu lo has experimentado pequeña Sun?— cruza los brazos sentándose en su sillón favorito esperando a que su pequeña doncella anuncie lo preparado.
Eleva la mirada a los altos cielos tan inalcanzables como bien conocidos por los años que lleva caminando por los oscuros valles de la no existencia, las palabras ajenas solo hacen el eco de la lógica perdida y que siempre se encuentra tras los viejos libros que en antañó parecían explicar la mente perdida de la humanidad pero solo creaban el conflicto interno de la problemática existencial, pero aun así con la sonrisa que se torna en una risa escueta y mal simulada puede seguir con sus pensamientos dispersos —Pequeña Sun, a la luna podría verle tras las cortinas, podría admirar su brillo en cada una de sus etapas, pero al sol, a mi querido sol no puedo verlo cuando se levanta ni cuando se duerme, solo cuando las sombras cubren la tierra puedo levantarme y encontrar el mismo cielo nocturno, las mismas paredes con las mismos colores ¿no es eso aburrido? Oh y no pienses que considero un suicidio, adoro mi vida como es, adoro el pacto que hice hace años, amo lo que soy y quien soy realmente porque puedo tener mi diversión de diversas maneras, aunque eso no quita que en nuestra condena la soledad austera se convierta en algo aburrido para nosotros, algo que nos mata lentamente hasta hacernos perder la discreción— el susurro de la última palabra se conduce con la elegancia de los pasos fingidos de dos seres normales como cualquier otro.
En silencio deja pasar los minutos hasta llegar a su propiedad, una bella mansión de estilo barroco con toques góticos y lujosos que se van cerniendo en el poder que se ha acumulado así como el polvo; la puerta se abre con una doncella que con reverencia y una voz apagada le saluda, una voz que hace eco del respeto que tiene la humana por su señor, además de la confianza —Clarissa, pequeña, atiende a la joven Sunshine, ella es una amiga mía. Mientras dile a Loretta que prepare mi ropa y algo de mi baño, por favor— la joven se apresura pero hace lo opuesto enviando a la otra joven a atenderlos provocando una carcajada en su maestro —Ay, Ay, Ay estas niñas, un día me terminaran matando con dolores de cabeza, ¿Así también eras tú pequeña Sun, tal como mi pequeña Clarissa? No entiendo a las mujeres, ni a los hombres en si, pero son divertidos en verlos ¿Qué te divierte pequeña Sun?— se retira la camisa dejándola caer al suelo, misma que es tomada por la joven Loretta mientras corre desapareciendo tras la puerta dejando a su maestro e invitada con dos copas con sangre fresca —No te preocupes por la sangre, no es de ninguna de ellas, ni tampoco tengo un matadero de humanos inocentes en mi sótano aun cuando mate a la prostituta, esta sangre es, digamos regalo de ciertos lugares que dan complacencia a seres como nosotros, tienen botellas con sangre fresca de humanos que se prestan para esto y lo hacen pasar como vino “especial” ¿está bien esto para la discreción? Apuesto que pensaste que no era del todo discreto, el que mate a algunas personas, una pequeña cuota diaria, semanal o mensual no quiere decir que sea un idiota completo, también puedo mantenerme con esto pero no es divertido no disfrutar de una buena cacería y el sabor que toman las presas cuando experimentan esos placeres ¿tu lo has experimentado pequeña Sun?— cruza los brazos sentándose en su sillón favorito esperando a que su pequeña doncella anuncie lo preparado.
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Cuando salí aquella noche no había pensado que me toparía con otro ser de la noche y que además pasaría lo que restaba de noche con él. Era algo que tenía en mente y que jamás habría llegado a pensar, porque hacía mucho tiempo que no tenía la compañía de otro ser de la noche. Sería divertido, sin duda. Me había acostumbrado a salir solas por las noches para cazar y disfrutar bajo el amparo que la noche nos ofrecía pero… sola, siempre sola. Encontrarme a otro igual que yo le daría una chispa de diversión diferente, una que estaba pensando que disfrutaría sin duda alguna.
Tomó mi mano mientras era él quien conducía el camino hacia su casa para cambiarse de ropa mientras caminábamos por aquellas calles, yo no sabía hacia dónde nos dirigíamos y por eso dejé que guiara él. Comenzamos a andar mientras él daba su peculiar versión sobre la noche, la luna y ese astro solar que todos los inmortales en algún momento de nuestra vida echábamos de menos. Era algo que pensaba que todo inmortal hacía, más tarde o más temprano, pero lo hacían igualmente.
Compartía algunas cosas de lo que había dicho, otras sin embargo las descartaba aunque siempre respetaba la opinión que tenían los demás, eso siempre, me gustase más o me gustase menos. Era algo que tenía muy presente si quería que respetasen la mía, unos valores arraigados desde hacía mucho tiempo y que no iba a cambiar después de casi nuevo siglos de vida.
-Pero, ¿no sería igual de mortífero si la maldición fuera el poder caminar bajo la luz de la luna? Aunque no tenga el mismo brillo y luz que el sol, igualmente aunque intentaras verla tras unas cortinas… morirías, pues sería igualmente mortal ¿no crees? –hice una leve pausa- Creo que, aparte de los seres que nos acechan en las sombras y en cada esquina, nuestros enemigos naturales y demás… la soledad sería también una causa de muerte. Pasamos el resto de nuestra vida vagando a solas por el mundo, si uno no se acostumbra a esa soledad moriría bajo su yugo. Algo triste, sin embargo. –Lo miré levemente mientras seguíamos andando- Sí, yo también adoro mí vida y pienso que con una vida humana jamás habría podido hacer ni un cuarto de lo que he hecho en todos estos siglos… y no me refiero a matar, por supuesto, sino a conocer cada uno de los rincones que hay en el mundo. Mí vida no habría dado para tanto y en cierta parte, ser lo que soy ha contribuido bastante en poder conocer mundo. Aún me quedan más lugares que conocer pero tengo todo el tiempo del mundo –reí entre dientes- ¿Y vos, Týr, habéis viajado a lo largo del mundo o sois del tipo que prefieren… otros placeres? –por fin llegamos a su lugar residencia y no pierdo detalle de la mansión que se alza ante nosotros. Los toques góticos la hacen destacar aún más y me parece que con ello adquiere más belleza.
Observé a la joven humana que nos atendió en la puerta durante unos segundos recorriéndola con la mirada mientras ella hablaba con su señor, denotando en su tono al hablar el respeto que esta le profesaba, y también podía notar solamente con aquello la confianza que había entre ambos. Una humana, no era algo muy inusual que un vampiro tuviera sirvientes humanos, aunque mayormente esos sirvientes eran esclavos de sangre que se ofrecían para alimentar a sus amos. Enarqué una ceja al ver que la doncella no hacía lo que le había pedido y lo miré mientras este se reía y entrábamos dentro de aquella mansión y lo miré ante su pregunta.
-Era una joven obediente en lo que creía que debía serlo, cosa que también le producía a mí padre dolores de cabeza –reí entre dientes levemente mirando a mí acompañante aquella noche- Con los años he ido adquiriendo mayores diversiones que no pensaba que jamás descubriría, si te refieres a cuando era humana te diré que leer y montar a caballo era lo que más me divertía, en cambio ahora… -sonreí de lado mientras observaba cómo el se quitaba la camiseta, recogida enseguida por su joven doncella que abandonó rauda la habitación- me divierten placeres más… vivos, por decirlo de alguna forma. Una clara ironía, desde luego –observé el par de copas que nos habían dejado y tomé una mientras lo miraba tras su explicación dando un sorbo de aquella sangre que había en la copa. Sonreí de lado ante sus palabras, sobre todo en cuanto a la discreción, y reí entre dientes- Sin duda, no era algo que esperaba de vos –me senté en uno de los sofás que había y lo observé durante unos segundos moviendo la copa dejando que aquel líquido carmesí bañara el borde de esta dejando pequeñas marcas onduladas- Creí que sería sangre de tus doncellas o, en todo caso, quizás de algún esclavo de sangre que tuvieras escondido por la mansión. He oído de ello muchas veces pero jamás he tenido ningún esclavo de sangre y es algo que, a día de hoy, no contemplo. Aunque no sabía que se comerciara con ello como si estuvieran vendiendo botellas de vino… algo que, sin duda, tendrás que decirme cómo podría conseguirlo yo también en alguna ocasión –volví a dar otro ligero sorbo mientras esperaba que se marchara para tomar aquel baño que había dicho que le prepararan y sonreí, divertida con aquella ante la mención del pequeña que ya estaba utilizando- Por supuesto que lo he experimentado, muchas veces, y lo haría muchas veces más. Es lo que suelo hacer mayormente, cazo para poder conseguir el preciado y valioso líquido carmesí que los humanos nos ofrecen para seguir viviendo. Disfruto con la cacería y disfruto cuando, de manera tarde, se dan cuenta de que la muerte ha caído sobre ellos y no podrán escapar jamás de ella. Su respiración agitada, los latidos de su corazón latiendo de forma descontrolada, el brillo del miedo en sus ojos… -hice una leve pausa- ¿Quién no ha disfrutado de eso, alguna vez? Incluso también he sido piadosa algunas veces, y he concedido una muerte dulce, o una muerte placentera mientras morían entre orgasmos de placer –lo miré- También muertes horribles, ¿Y tú Týr, has concedido muertes de forma piadosa con tus víctimas? –le tuteé ya que él también lo estaba haciendo y esperaba que no le sentara mal.
Tomó mi mano mientras era él quien conducía el camino hacia su casa para cambiarse de ropa mientras caminábamos por aquellas calles, yo no sabía hacia dónde nos dirigíamos y por eso dejé que guiara él. Comenzamos a andar mientras él daba su peculiar versión sobre la noche, la luna y ese astro solar que todos los inmortales en algún momento de nuestra vida echábamos de menos. Era algo que pensaba que todo inmortal hacía, más tarde o más temprano, pero lo hacían igualmente.
Compartía algunas cosas de lo que había dicho, otras sin embargo las descartaba aunque siempre respetaba la opinión que tenían los demás, eso siempre, me gustase más o me gustase menos. Era algo que tenía muy presente si quería que respetasen la mía, unos valores arraigados desde hacía mucho tiempo y que no iba a cambiar después de casi nuevo siglos de vida.
-Pero, ¿no sería igual de mortífero si la maldición fuera el poder caminar bajo la luz de la luna? Aunque no tenga el mismo brillo y luz que el sol, igualmente aunque intentaras verla tras unas cortinas… morirías, pues sería igualmente mortal ¿no crees? –hice una leve pausa- Creo que, aparte de los seres que nos acechan en las sombras y en cada esquina, nuestros enemigos naturales y demás… la soledad sería también una causa de muerte. Pasamos el resto de nuestra vida vagando a solas por el mundo, si uno no se acostumbra a esa soledad moriría bajo su yugo. Algo triste, sin embargo. –Lo miré levemente mientras seguíamos andando- Sí, yo también adoro mí vida y pienso que con una vida humana jamás habría podido hacer ni un cuarto de lo que he hecho en todos estos siglos… y no me refiero a matar, por supuesto, sino a conocer cada uno de los rincones que hay en el mundo. Mí vida no habría dado para tanto y en cierta parte, ser lo que soy ha contribuido bastante en poder conocer mundo. Aún me quedan más lugares que conocer pero tengo todo el tiempo del mundo –reí entre dientes- ¿Y vos, Týr, habéis viajado a lo largo del mundo o sois del tipo que prefieren… otros placeres? –por fin llegamos a su lugar residencia y no pierdo detalle de la mansión que se alza ante nosotros. Los toques góticos la hacen destacar aún más y me parece que con ello adquiere más belleza.
Observé a la joven humana que nos atendió en la puerta durante unos segundos recorriéndola con la mirada mientras ella hablaba con su señor, denotando en su tono al hablar el respeto que esta le profesaba, y también podía notar solamente con aquello la confianza que había entre ambos. Una humana, no era algo muy inusual que un vampiro tuviera sirvientes humanos, aunque mayormente esos sirvientes eran esclavos de sangre que se ofrecían para alimentar a sus amos. Enarqué una ceja al ver que la doncella no hacía lo que le había pedido y lo miré mientras este se reía y entrábamos dentro de aquella mansión y lo miré ante su pregunta.
-Era una joven obediente en lo que creía que debía serlo, cosa que también le producía a mí padre dolores de cabeza –reí entre dientes levemente mirando a mí acompañante aquella noche- Con los años he ido adquiriendo mayores diversiones que no pensaba que jamás descubriría, si te refieres a cuando era humana te diré que leer y montar a caballo era lo que más me divertía, en cambio ahora… -sonreí de lado mientras observaba cómo el se quitaba la camiseta, recogida enseguida por su joven doncella que abandonó rauda la habitación- me divierten placeres más… vivos, por decirlo de alguna forma. Una clara ironía, desde luego –observé el par de copas que nos habían dejado y tomé una mientras lo miraba tras su explicación dando un sorbo de aquella sangre que había en la copa. Sonreí de lado ante sus palabras, sobre todo en cuanto a la discreción, y reí entre dientes- Sin duda, no era algo que esperaba de vos –me senté en uno de los sofás que había y lo observé durante unos segundos moviendo la copa dejando que aquel líquido carmesí bañara el borde de esta dejando pequeñas marcas onduladas- Creí que sería sangre de tus doncellas o, en todo caso, quizás de algún esclavo de sangre que tuvieras escondido por la mansión. He oído de ello muchas veces pero jamás he tenido ningún esclavo de sangre y es algo que, a día de hoy, no contemplo. Aunque no sabía que se comerciara con ello como si estuvieran vendiendo botellas de vino… algo que, sin duda, tendrás que decirme cómo podría conseguirlo yo también en alguna ocasión –volví a dar otro ligero sorbo mientras esperaba que se marchara para tomar aquel baño que había dicho que le prepararan y sonreí, divertida con aquella ante la mención del pequeña que ya estaba utilizando- Por supuesto que lo he experimentado, muchas veces, y lo haría muchas veces más. Es lo que suelo hacer mayormente, cazo para poder conseguir el preciado y valioso líquido carmesí que los humanos nos ofrecen para seguir viviendo. Disfruto con la cacería y disfruto cuando, de manera tarde, se dan cuenta de que la muerte ha caído sobre ellos y no podrán escapar jamás de ella. Su respiración agitada, los latidos de su corazón latiendo de forma descontrolada, el brillo del miedo en sus ojos… -hice una leve pausa- ¿Quién no ha disfrutado de eso, alguna vez? Incluso también he sido piadosa algunas veces, y he concedido una muerte dulce, o una muerte placentera mientras morían entre orgasmos de placer –lo miré- También muertes horribles, ¿Y tú Týr, has concedido muertes de forma piadosa con tus víctimas? –le tuteé ya que él también lo estaba haciendo y esperaba que no le sentara mal.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Sensatas, muy sensatas eran las palabras de la joven y por ello no podía dejar de soltar aquellas risas puesto no era la primera vez que escuchaba de alguna de ellas, es más en la mente de aquel vampiro que simplemente coloca una de sus piernas sobre la otra, sus dedos juntos frente a su rostro y aquella mirada lejana como de quien recuerda un pasado oscuro y muy oculto, pero solo es la fachada porque por dentro la mente se haya divagando en un montón de laberintos placenteros y no tantos, por ello al final la sonrisa mortuoria se muestra en el rostro
Los pasos de sus doncellas los puede escuchar claramente, así pues, aquella que ha ido por las bebidas se acerca sin interrumpir a su amo con cierto temor en su mirada de cortar las palabras de su señor pero es recibida con una sonrisa y un beso en el dorso de la dama que solo se sonroja corriendo a atender a la joven invitada extendiéndole la copa con el contenido de un vitae exquisito, se aleja sin dejar de ver a su señor por la aprobación de retirarse y con un gesto de la mano la joven se corre a ocultarse tras la puerta de la cocina, actitud jovial que le recuerda a los pequeños, aquellos infantes. Sus ojos se posan sobre su compañera e igual meditando las palabras que habían sido sueltas y más que nada mediando en qué medida podría decir su realidad sin alterar la de su acompañante.
Suspira tomando su copa entre los dedos meciendo aquel espeso pero cálido contenido —Pequeña Sun, entre el sol y la luna, la luna se refleja con su frio tras las ventanas, el sol no puede, su calidez nos mataría. Prefiero ver la luna tras el reflejo de los espejos que no poder ver el sol y los colores que nos perdemos, aunque sea solo una última vez, como siempre no todos hemos sabido que dejaremos la vida que conocíamos por la que ahora conocemos— ríe recordando su conversión y gran paso —Las razones de haber entrado a este mundo son dispersas y muchas son egoístas y malvadas, pero te diré algo la mía fue la más egoísta, porque quise el mismo tiempo, el tiempo de conocer aquello que no conocía, de disfrutar los placeres que se nos niegan, el poder ver y viajar a donde no he estado. ¿Suena banal mis deseos?— pregunta justo cuando su segunda doncella aparece sonrojada —He viajado por tantos lugares que es un placer, pero más placer es hacer viajar a las personas por los rincones que no conocen ni siquiera imaginan pero cuando lo prueban, no lo pueden dejar ¿es el mismo gusto “vivo” que tienes?— ríe y la doncella regresa a la habitación de su señor a esperarlo ahí.
Nuevamente la risa estalla en aquella sala donde los dos semejantes llevaban una conversación de lo más saludable y divertida, al menos para aquel que se ponía de pie —No podría condenar a alguien a una vida de esclavitud, no tendría sentido y sería muy aburrido realmente, sería mejor la muerte que ser un esclavo dependiente, si nosotros ya lo somos ¿Por qué darle a un mortal algo así? No, aunque no negaré que la doncella que acabas de ver salir corriendo, mi pequeña Clari, es quien más ofrece su sangre, al parecer ha encontrado un placer en sentir los colmillos de su señor, lástima que no pueda darle más placer que ese. Aunque como todo mortal es lo que desean, tal como has dicho pequeña Sol mío, la soledad nos mata, a los humanos también los va matando lenta y agónicamente hasta el punto de la locura ¿en qué nos diferenciamos de ellos? Que nosotros tenemos la belleza letal que ellos desean seguir manteniendo— mira hacia la escalera por donde subió la joven y regresa a tomar asiento frente a su compañera
De un trago bebe el líquido carmesí cuyo hilo rueda por las comisuras de él —Claro, cada una de ellas han muerto entre los mayores orgasmos, bueno menos las dos jóvenes, ellas no experimentaron tanto placer, solo un terrenal orgasmo mientras las desangraba hasta la casi última gota, mientras otros se han rendido a mis manos, vendiéndome sus almas llevándose muertes silenciosas, con poco dolor pero mucho placer; también están aquellas que han sido por sorpresa que no llegaron a más que mis manos, no siempre los dientes y el apetito es la forma de matar, algunas veces los mismos enemigos encuentran muertes piadosas, oh, cuantos inquisidores no me lleve entre mis dedos y espada. Cada uno llevo consigo una dulce muerte, fue piadoso con el enemigo tal como las escrituras antiguas mandan, pero también algo de letalidad llevaba— mira la copa y tras ella a la mujer sonriéndole —ahora que lo pienso, hay de mal con este tipo de servicios embotellado, no sabemos qué tipo de sangre era, hombre, mujer, niños, ancianos, adultos jóvenes, infantes, solo nos queda la imaginación ¿Cuál es tu favorita, Sol?— sirve otro poco de aquel líquido.
Los pasos de sus doncellas los puede escuchar claramente, así pues, aquella que ha ido por las bebidas se acerca sin interrumpir a su amo con cierto temor en su mirada de cortar las palabras de su señor pero es recibida con una sonrisa y un beso en el dorso de la dama que solo se sonroja corriendo a atender a la joven invitada extendiéndole la copa con el contenido de un vitae exquisito, se aleja sin dejar de ver a su señor por la aprobación de retirarse y con un gesto de la mano la joven se corre a ocultarse tras la puerta de la cocina, actitud jovial que le recuerda a los pequeños, aquellos infantes. Sus ojos se posan sobre su compañera e igual meditando las palabras que habían sido sueltas y más que nada mediando en qué medida podría decir su realidad sin alterar la de su acompañante.
Suspira tomando su copa entre los dedos meciendo aquel espeso pero cálido contenido —Pequeña Sun, entre el sol y la luna, la luna se refleja con su frio tras las ventanas, el sol no puede, su calidez nos mataría. Prefiero ver la luna tras el reflejo de los espejos que no poder ver el sol y los colores que nos perdemos, aunque sea solo una última vez, como siempre no todos hemos sabido que dejaremos la vida que conocíamos por la que ahora conocemos— ríe recordando su conversión y gran paso —Las razones de haber entrado a este mundo son dispersas y muchas son egoístas y malvadas, pero te diré algo la mía fue la más egoísta, porque quise el mismo tiempo, el tiempo de conocer aquello que no conocía, de disfrutar los placeres que se nos niegan, el poder ver y viajar a donde no he estado. ¿Suena banal mis deseos?— pregunta justo cuando su segunda doncella aparece sonrojada —He viajado por tantos lugares que es un placer, pero más placer es hacer viajar a las personas por los rincones que no conocen ni siquiera imaginan pero cuando lo prueban, no lo pueden dejar ¿es el mismo gusto “vivo” que tienes?— ríe y la doncella regresa a la habitación de su señor a esperarlo ahí.
Nuevamente la risa estalla en aquella sala donde los dos semejantes llevaban una conversación de lo más saludable y divertida, al menos para aquel que se ponía de pie —No podría condenar a alguien a una vida de esclavitud, no tendría sentido y sería muy aburrido realmente, sería mejor la muerte que ser un esclavo dependiente, si nosotros ya lo somos ¿Por qué darle a un mortal algo así? No, aunque no negaré que la doncella que acabas de ver salir corriendo, mi pequeña Clari, es quien más ofrece su sangre, al parecer ha encontrado un placer en sentir los colmillos de su señor, lástima que no pueda darle más placer que ese. Aunque como todo mortal es lo que desean, tal como has dicho pequeña Sol mío, la soledad nos mata, a los humanos también los va matando lenta y agónicamente hasta el punto de la locura ¿en qué nos diferenciamos de ellos? Que nosotros tenemos la belleza letal que ellos desean seguir manteniendo— mira hacia la escalera por donde subió la joven y regresa a tomar asiento frente a su compañera
De un trago bebe el líquido carmesí cuyo hilo rueda por las comisuras de él —Claro, cada una de ellas han muerto entre los mayores orgasmos, bueno menos las dos jóvenes, ellas no experimentaron tanto placer, solo un terrenal orgasmo mientras las desangraba hasta la casi última gota, mientras otros se han rendido a mis manos, vendiéndome sus almas llevándose muertes silenciosas, con poco dolor pero mucho placer; también están aquellas que han sido por sorpresa que no llegaron a más que mis manos, no siempre los dientes y el apetito es la forma de matar, algunas veces los mismos enemigos encuentran muertes piadosas, oh, cuantos inquisidores no me lleve entre mis dedos y espada. Cada uno llevo consigo una dulce muerte, fue piadoso con el enemigo tal como las escrituras antiguas mandan, pero también algo de letalidad llevaba— mira la copa y tras ella a la mujer sonriéndole —ahora que lo pienso, hay de mal con este tipo de servicios embotellado, no sabemos qué tipo de sangre era, hombre, mujer, niños, ancianos, adultos jóvenes, infantes, solo nos queda la imaginación ¿Cuál es tu favorita, Sol?— sirve otro poco de aquel líquido.
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Sin duda no esperaba que aquel hombre que había conocido en mitad de la calle, con su ropa manchada de sangre por las víctimas de las que acababa de beber de ellas hasta matarlas… pudiera tener aquella casa. Y no sólo eso, dos jóvenes doncellas que se afanaban en servir a su señor y complacerles en sus deseos, viendo el sonrojo de alguna de ellas cuando se acercaba a este. Tampoco esperaba que tuviera sangre embotellada… había oído hablar de que algunos vampiros conseguían así la sangre, pero no llegué a pensar que tomaría de una directamente. Miré como se acercaba una de sus doncellas y la seguí con la mirada, mostrándose muy complaciente con su señor, notando lo que representaba para ella.
Tenía razón en una cosa; no todos sabíamos que íbamos a abandonar la vida para pasar a tener una inmortal… de haberlo sabido mis padres no me hubieran puesto el nombre que tenía, porque resultaba de lo más irónico. Poseía por nombre algo que podía matarme sin lugar a dudas, algo por lo que todos los inmortales nos moríamos por poder ver una última vez… porque si lográbamos verlo, sería la última vez de verdad.
-Os tengo que dar la razón, Týr, en que no todos sabíamos lo que nos iba a pasar. Yo desde luego no pensaba que mí vida iba a ser truncada de esta forma, arrebatándome todo cuanto más quería en la vida, para pasar a vivir una vida inmortal, condenada a vagar en la oscuridad de la noche sin siquiera poder ver la luz del sol. Si lo hubiera sabido, o mis padres, no me habrían puesto por nombre algo que puede matarme. Resulta irónico, ¿pero no es la vida misma una ironía? –di un sorbo a la copa que una de sus doncellas me había servido y lo miré a él. Teníamos varias cosas en común, hacía tiempo que no entablaba una conversación con un inmortal, y siempre era interesante ver el punto de vista diferente que se tenía- No creo que sean banales vuestros deseos, ¿decidisteis por vos mismo, llevar una vida inmortal? ¿Fue eso lo que os impulsó a ser lo que sois ahora? –quizá, si me hubieran dicho lo que conllevaba ser inmortal… no lo hubiera elegido. Había viajado mucho, había visto mucho sí… pero no era lo mismo, no se podía comparar una cosa con la otra. Sonreí de lado agitando la copa que tenía en la mano, con una sonrisa algo torcida- Creo que estamos hablando del mismo tipo de placer… cuando eres vampiro tus perspectivas cambian, lo que antes era insustancial para ti pasa a tener mayor prioridad. Ves la vida de otra manera, y por ende, la disfrutas también de diferente forma. Pero sí, veo que habéis entendido bien mis palabras.
Jamás había ostentado la idea de tener un esclavo de sangre, si que era cierto que al principio lo había pensado, pero fue una idea algo fugaz que se fue desvaneciendo con el tiempo hasta que finalmente había abandonado mí mente. Prefería cazar, sentir el miedo de la persona hasta que se diera cuenta de que no iba a salir con vida, confundirlos, sentir como el aliento escapaba de su cuerpo mientras yo lo absorbía dándome así la vida que necesitaba. Miré a la doncella que había nombrado durante unos segundos y luego pasé mí vista a él, recorriéndolo de nuevo con la mirada.
-He de admitir que hubo un tiempo en que pensé en tener un esclavo de sangre, que la idea me tentaba, pero finalmente la abandoné porque no me aportaba la suficiente diversión como para realizarla. No podría condenar así a una persona aunque esta se ofreciera de forma deliberada, por mucho que esa persona lo deseara incluso… no es algo que pudiera hacer, y al igual que tú, no creo que sea una buena forma de condenación –hice una leve pausa- La diferencia es que nosotros podemos morir por soledad durante muchos años de vida, aunque conservemos ese atractivo que todo humano quiera retener para siempre… es más duro vivir una vida mortal, y muchos de ellos ni siquiera saben de lo que están hablando. Pero la soledad mata, seas mortal o no, no distingue de raza alguna y nos afecta a todos por igual. Vivir una vida inmortal solo… es mucho más duro que vivirla siendo mortal.
Ante sus siguientes palabras sonreí, pensaba de igual forma que yo, yo también había otorgado placer a mis victimas antes de beber de ellas, había otorgado una muerte rápida e indolora, o bien había matado simplemente porque así lo había querido. Cazadores, inquisidores… esos no habían conocido una muerte rápida, más bien, una muy lenta y agonizante hasta que finalmente acabé con sus vidas. Era con los únicos que no tenía compasión.
-Casi todas mis victimas han muerto entre orgasmos y llenos de placer, pienso que es como… un regalo, otorgarles una muerte placentera cuando no tienen ni idea de que voy a acabar con sus vidas. Me gusta que tengan algo de placer antes de abandonar este mundo, les llevo al clímax más absoluto… y luego bebo de ellos. Hombres, mujeres… da lo mismo, siempre han tenido ese trato por mí parte. Los cazadores e inquisidores sin embargo no han tenido tanta suerte y han muerto de forma agónica y lentamente. Con ellos nunca he tenido compasión como tampoco la hubieran tenido conmigo de haberme cazado. Es ley de vida, y solo sobrevive el más fuerte –ante sus siguientes palabras vi el licor carmesí que quedaba en la copa, y ladeé un poco la cabeza- Casi nunca he hecho distinción alguna, mucho menos cuando la sed te oprime tanto que te sientes desesperado por conseguirla… pero, si debiera de elegir alguno, diría que los jóvenes. Su sangre está más fresca, más viva por decirlo de alguna manera… encuentro más placer de esa forma, que en algún otro tipo de persona.
Tenía razón en una cosa; no todos sabíamos que íbamos a abandonar la vida para pasar a tener una inmortal… de haberlo sabido mis padres no me hubieran puesto el nombre que tenía, porque resultaba de lo más irónico. Poseía por nombre algo que podía matarme sin lugar a dudas, algo por lo que todos los inmortales nos moríamos por poder ver una última vez… porque si lográbamos verlo, sería la última vez de verdad.
-Os tengo que dar la razón, Týr, en que no todos sabíamos lo que nos iba a pasar. Yo desde luego no pensaba que mí vida iba a ser truncada de esta forma, arrebatándome todo cuanto más quería en la vida, para pasar a vivir una vida inmortal, condenada a vagar en la oscuridad de la noche sin siquiera poder ver la luz del sol. Si lo hubiera sabido, o mis padres, no me habrían puesto por nombre algo que puede matarme. Resulta irónico, ¿pero no es la vida misma una ironía? –di un sorbo a la copa que una de sus doncellas me había servido y lo miré a él. Teníamos varias cosas en común, hacía tiempo que no entablaba una conversación con un inmortal, y siempre era interesante ver el punto de vista diferente que se tenía- No creo que sean banales vuestros deseos, ¿decidisteis por vos mismo, llevar una vida inmortal? ¿Fue eso lo que os impulsó a ser lo que sois ahora? –quizá, si me hubieran dicho lo que conllevaba ser inmortal… no lo hubiera elegido. Había viajado mucho, había visto mucho sí… pero no era lo mismo, no se podía comparar una cosa con la otra. Sonreí de lado agitando la copa que tenía en la mano, con una sonrisa algo torcida- Creo que estamos hablando del mismo tipo de placer… cuando eres vampiro tus perspectivas cambian, lo que antes era insustancial para ti pasa a tener mayor prioridad. Ves la vida de otra manera, y por ende, la disfrutas también de diferente forma. Pero sí, veo que habéis entendido bien mis palabras.
Jamás había ostentado la idea de tener un esclavo de sangre, si que era cierto que al principio lo había pensado, pero fue una idea algo fugaz que se fue desvaneciendo con el tiempo hasta que finalmente había abandonado mí mente. Prefería cazar, sentir el miedo de la persona hasta que se diera cuenta de que no iba a salir con vida, confundirlos, sentir como el aliento escapaba de su cuerpo mientras yo lo absorbía dándome así la vida que necesitaba. Miré a la doncella que había nombrado durante unos segundos y luego pasé mí vista a él, recorriéndolo de nuevo con la mirada.
-He de admitir que hubo un tiempo en que pensé en tener un esclavo de sangre, que la idea me tentaba, pero finalmente la abandoné porque no me aportaba la suficiente diversión como para realizarla. No podría condenar así a una persona aunque esta se ofreciera de forma deliberada, por mucho que esa persona lo deseara incluso… no es algo que pudiera hacer, y al igual que tú, no creo que sea una buena forma de condenación –hice una leve pausa- La diferencia es que nosotros podemos morir por soledad durante muchos años de vida, aunque conservemos ese atractivo que todo humano quiera retener para siempre… es más duro vivir una vida mortal, y muchos de ellos ni siquiera saben de lo que están hablando. Pero la soledad mata, seas mortal o no, no distingue de raza alguna y nos afecta a todos por igual. Vivir una vida inmortal solo… es mucho más duro que vivirla siendo mortal.
Ante sus siguientes palabras sonreí, pensaba de igual forma que yo, yo también había otorgado placer a mis victimas antes de beber de ellas, había otorgado una muerte rápida e indolora, o bien había matado simplemente porque así lo había querido. Cazadores, inquisidores… esos no habían conocido una muerte rápida, más bien, una muy lenta y agonizante hasta que finalmente acabé con sus vidas. Era con los únicos que no tenía compasión.
-Casi todas mis victimas han muerto entre orgasmos y llenos de placer, pienso que es como… un regalo, otorgarles una muerte placentera cuando no tienen ni idea de que voy a acabar con sus vidas. Me gusta que tengan algo de placer antes de abandonar este mundo, les llevo al clímax más absoluto… y luego bebo de ellos. Hombres, mujeres… da lo mismo, siempre han tenido ese trato por mí parte. Los cazadores e inquisidores sin embargo no han tenido tanta suerte y han muerto de forma agónica y lentamente. Con ellos nunca he tenido compasión como tampoco la hubieran tenido conmigo de haberme cazado. Es ley de vida, y solo sobrevive el más fuerte –ante sus siguientes palabras vi el licor carmesí que quedaba en la copa, y ladeé un poco la cabeza- Casi nunca he hecho distinción alguna, mucho menos cuando la sed te oprime tanto que te sientes desesperado por conseguirla… pero, si debiera de elegir alguno, diría que los jóvenes. Su sangre está más fresca, más viva por decirlo de alguna manera… encuentro más placer de esa forma, que en algún otro tipo de persona.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
La mano cubrió sus labios ante el pensamiento de su muerte y naciemiento como lo que era ahora, una bestia más de entre tantas; con un fuerte suspiró dejó una sonrisa en el ambiente porque aquellas imagines eran de las más claras aun en su mente como si hubieran ocurrido la noche anterior, incluso el aroma de aquel lugar, el sonido de las aves nocturnas que anuncia la muerte junto a los campanazos que anunciaban exactamente su hora. Tan vívido era aquello que no pudo dejar de reír soltando así una enorme carcajada que hizo a la doncella que le escuchó sonrojarse tímidamente por ver a su amo de esa manera.
Aquella joven tenía los mismos pensamientos que él, la misma letalidad, pero sabía bien que no todos eran iguales había conocido a mujeres de su especie cuya frialdad y maldad aterrorizaría cualquiera, por eso sonrió ante la pequeña la imaginarse a los tres en un conversación con aquellas dos que tuvo el placer o disgusto de conocer en cierta noche. Pero eso sería en otra ocasión; miró a la joven con sus dedos entrelazados clavando fijamente l la mirada en los ojos ajenos —Exacto, yo elegí esta vida, no estuve al borde la muerte y aun así elegí morir, mi historia no es trágica pero envuelve como siempre a una mujer que me dio esta vida y que la acepte sin odio al contrario, digamos que tuve mis deseos ocultos, para cuando ella se enteró solo quedaron cenizas— la doncella que ha preparado el baño se acerca a su señor, pero antes de decir algo este la toma la mano dejando un beso en el dorso —Eso me impulsó a ser inmortal, movido por algo que se llama emoción humana, venganza, pasión, odio, amor, lo que sea— sonríe mostrando los colmillos que se incrustan en la fina piel de la doncella —Y no me arrepiento de mi decisión, fue la mejor que tomé después de todo— las gotas carmesís que caen al suelo es solo la prueba que se necesitaba —La ironía de la vida es que pueda disfrutarse placentera y dolorosamente, en estados de extrema felicidad— limpia los restos que quedaron entre sus labios.
La doncellas desaparecen tras la puerta de la concina dejándolos completamente solos con el sonido del reloj moviéndose lentamente —A los Inquisidores y cazadores es mejor romperles el cuello, bueno dependiendo también, porque hay algunos que lo que más odian es ser tocados por nosotros y eso solo me incita a tocarlos y torturarlos de ello, digamos que es un placer doloroso y una muerte muy violenta la que les espera al final— el sonido de los gritos de aquella inquisidora que llama a su esposo mientras a este le rompían el cuello y las extremidades, sí ahí fue donde conoció a aquella mujer, aquella frialdad en matar, incluso en sus recuerdos compartidos aún puede sentir lo mismo que sintió cuando la vio —Sus gritos son los más bellos cuando tocan el orgasmo en nuestras manos, como se van rompiendo lentamente hasta caer en un profundo pozo oscuro de desesperación y deseo de muerte para darse cuenta que el tormento vuelve y no cesa hasta que cuando creen que serán liberados terminan de la peor manera— soltó una sonrisa mirando hacia un lado, hacia la oscuridad.
Absorto en esa falsa felicidad, miró a la joven con esa dulzura característica de él —¿Ya aunque fueran de infantes o doncellas, tomarías sus vidas inocentes sin detenerte?— la posa sobre su mejilla haciendo que su rostro descanse así como una ceja se enarca ante la pregunta, una que le hicieron a él hace tiempo.
Aquella joven tenía los mismos pensamientos que él, la misma letalidad, pero sabía bien que no todos eran iguales había conocido a mujeres de su especie cuya frialdad y maldad aterrorizaría cualquiera, por eso sonrió ante la pequeña la imaginarse a los tres en un conversación con aquellas dos que tuvo el placer o disgusto de conocer en cierta noche. Pero eso sería en otra ocasión; miró a la joven con sus dedos entrelazados clavando fijamente l la mirada en los ojos ajenos —Exacto, yo elegí esta vida, no estuve al borde la muerte y aun así elegí morir, mi historia no es trágica pero envuelve como siempre a una mujer que me dio esta vida y que la acepte sin odio al contrario, digamos que tuve mis deseos ocultos, para cuando ella se enteró solo quedaron cenizas— la doncella que ha preparado el baño se acerca a su señor, pero antes de decir algo este la toma la mano dejando un beso en el dorso —Eso me impulsó a ser inmortal, movido por algo que se llama emoción humana, venganza, pasión, odio, amor, lo que sea— sonríe mostrando los colmillos que se incrustan en la fina piel de la doncella —Y no me arrepiento de mi decisión, fue la mejor que tomé después de todo— las gotas carmesís que caen al suelo es solo la prueba que se necesitaba —La ironía de la vida es que pueda disfrutarse placentera y dolorosamente, en estados de extrema felicidad— limpia los restos que quedaron entre sus labios.
La doncellas desaparecen tras la puerta de la concina dejándolos completamente solos con el sonido del reloj moviéndose lentamente —A los Inquisidores y cazadores es mejor romperles el cuello, bueno dependiendo también, porque hay algunos que lo que más odian es ser tocados por nosotros y eso solo me incita a tocarlos y torturarlos de ello, digamos que es un placer doloroso y una muerte muy violenta la que les espera al final— el sonido de los gritos de aquella inquisidora que llama a su esposo mientras a este le rompían el cuello y las extremidades, sí ahí fue donde conoció a aquella mujer, aquella frialdad en matar, incluso en sus recuerdos compartidos aún puede sentir lo mismo que sintió cuando la vio —Sus gritos son los más bellos cuando tocan el orgasmo en nuestras manos, como se van rompiendo lentamente hasta caer en un profundo pozo oscuro de desesperación y deseo de muerte para darse cuenta que el tormento vuelve y no cesa hasta que cuando creen que serán liberados terminan de la peor manera— soltó una sonrisa mirando hacia un lado, hacia la oscuridad.
Absorto en esa falsa felicidad, miró a la joven con esa dulzura característica de él —¿Ya aunque fueran de infantes o doncellas, tomarías sus vidas inocentes sin detenerte?— la posa sobre su mejilla haciendo que su rostro descanse así como una ceja se enarca ante la pregunta, una que le hicieron a él hace tiempo.
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Su versión de la vida es algo dispar de la visión que yo misma tenía de esta… al menos, cuando era humana. A diferencia de Týr que si que había deseado esa vida inmortal, yo por el contrario había preferido no llegar a tener la vida inmortal que poseía hoy en día. Era cierto que me había dado ciertas libertades, ciertos lujos que siendo humana jamás habría tenido pero… mí vida habría sido muy diferente. Seguramente me habría llegado a casar con aquel hombre del que estuve enamorada siendo humana, e incluso hubiera tenido hijos y descendencia… ahora solamente podía conformarme con la idea de que alguna vez pude haberlos tenido, pero que ahora era algo imposible.
Ser inmortal te confería ciertas ventajas, te confería poder sobre los demás mortales sin que una misma quisiera tenerlo. La velocidad, esa belleza mortal que los atraía como la miel, la fuerza superior…todo eran ventajas en contra de los humanos. Tener una vida inmortal te daba demasiado tiempo para pensar en lo que querías hacer, o en lo que podías hacer: recorrer mundo había sido una de las cosas que más había llamado mí atención y siendo humana jamás podría haberlo hecho. Ahora siendo vampira había recorrido casi el mundo en su totalidad y ahora había vuelto al lugar que fue mí hogar siendo una humana, a París. De vuelta al lugar de origen donde todo comenzó hacía ya muchos siglos atrás. Lo miré mientras contaba la historia y sonreí de lado.
-Siempre hay una mujer envuelta en cada historia, en mí caso, fue un hombre que no conocía de nada el que decidió otorgarme esta vida y alejarme de las personas que más quería. ¿Por qué quisiste ser inmortal, Týr? Muchos no desean llevar esta vida eterna que nos han conferido, casi nadie la ha buscado, la mayoría solamente se ha encontrado con ella de bruces… pero tú, sin embargo, me dices que hasta en cierto momento así fue que lo deseaste –su confesión de que tenía secretos ocultos solo hacía que indagara algo más en lo que había sido aquello, pero no quise precipitarme, apenas lo conocía desde hacía un par de horas y no quería sonar demasiado indiscreta. Observé cómo tomaba la mano de la joven doncella que, encantada, se dejaba hacer por lo que su señor quería. Plantó un beso en ella y, acto seguida, sus colmillos desgarraron la carne. La doncella no se inmutó ni se movió para nada, se quedó quieta dejándole hacer a su señor. El olor de su sangre llegó hasta donde estaba y aferré con una de mis manos con fuerza el sofá, me pareció algo de lo más erótico ver como aquella joven se dejaba morder mientras su señor bebía de ella, lamiendo los restos de la sangre así como las gotas de ella. Llevé mis ojos a los suyos cuando volvieron a dejarnos a solas y me mordí el labio, para luego beber de nuevo de la copa, y calmar así algo de la sed que me había provocado ver aquella escena.
-Es muy divertido jugar con ellos una vez los tienes en tú poder. Es cierto que hay algunos que desprecian por completo nuestro contacto, ¿y eso no lo hace todo mucho más divertido? –reí levemente- Somos muy parecidos, Týr, y cada vez me voy dando más cuenta de ello conforme hablamos… tenemos pensamientos muy similares y vemos el mundo casi de la misma forma –hice una leve pausa en la que hizo aquella pregunta, apoyando su rostro en una de sus manos con el codo apoyado en el sillón. ¿Podría hacerlo?- Me temo que no, jamás he osado tomar la vida de un infante y no creo que pueda hacerlo. Nunca me he visto en esa tesitura y jamás quisiera verme envuelta. Pero he de decir que sí he tomado vidas de jóvenes y doncellas, sin importarme en lo más mínimo, pero de una vida tan joven… nunca he sido capaz –volví a morderme el labio ante la mera idea, ¿lo habría hecho él?- ¿Alguna vez lo has hecho tú? –sabía que cada vampiro se alimentaba de una forma totalmente distinta, por lo que no me extrañaba que hubieran vampiros que no tuvieran contemplación alguna. Lo observé durante unos segundos y ladeé un poco mí rostro- ¿No deberíais de tomar ese baño que ya está preparado? –quizás no quería dejarme a solas con sus sirvientas, algo que podía entender viendo como las trataba- No te preocupes, Týr, no osaría tocarlas si es lo que te preocupa. O ¿queréis compañía en vuestro baño? –pregunté riendo levemente dando de nuevo un sorbo a la copa, pero negué con la cabeza tras acabar como si hubiera sido una broma mí pregunta.
Ser inmortal te confería ciertas ventajas, te confería poder sobre los demás mortales sin que una misma quisiera tenerlo. La velocidad, esa belleza mortal que los atraía como la miel, la fuerza superior…todo eran ventajas en contra de los humanos. Tener una vida inmortal te daba demasiado tiempo para pensar en lo que querías hacer, o en lo que podías hacer: recorrer mundo había sido una de las cosas que más había llamado mí atención y siendo humana jamás podría haberlo hecho. Ahora siendo vampira había recorrido casi el mundo en su totalidad y ahora había vuelto al lugar que fue mí hogar siendo una humana, a París. De vuelta al lugar de origen donde todo comenzó hacía ya muchos siglos atrás. Lo miré mientras contaba la historia y sonreí de lado.
-Siempre hay una mujer envuelta en cada historia, en mí caso, fue un hombre que no conocía de nada el que decidió otorgarme esta vida y alejarme de las personas que más quería. ¿Por qué quisiste ser inmortal, Týr? Muchos no desean llevar esta vida eterna que nos han conferido, casi nadie la ha buscado, la mayoría solamente se ha encontrado con ella de bruces… pero tú, sin embargo, me dices que hasta en cierto momento así fue que lo deseaste –su confesión de que tenía secretos ocultos solo hacía que indagara algo más en lo que había sido aquello, pero no quise precipitarme, apenas lo conocía desde hacía un par de horas y no quería sonar demasiado indiscreta. Observé cómo tomaba la mano de la joven doncella que, encantada, se dejaba hacer por lo que su señor quería. Plantó un beso en ella y, acto seguida, sus colmillos desgarraron la carne. La doncella no se inmutó ni se movió para nada, se quedó quieta dejándole hacer a su señor. El olor de su sangre llegó hasta donde estaba y aferré con una de mis manos con fuerza el sofá, me pareció algo de lo más erótico ver como aquella joven se dejaba morder mientras su señor bebía de ella, lamiendo los restos de la sangre así como las gotas de ella. Llevé mis ojos a los suyos cuando volvieron a dejarnos a solas y me mordí el labio, para luego beber de nuevo de la copa, y calmar así algo de la sed que me había provocado ver aquella escena.
-Es muy divertido jugar con ellos una vez los tienes en tú poder. Es cierto que hay algunos que desprecian por completo nuestro contacto, ¿y eso no lo hace todo mucho más divertido? –reí levemente- Somos muy parecidos, Týr, y cada vez me voy dando más cuenta de ello conforme hablamos… tenemos pensamientos muy similares y vemos el mundo casi de la misma forma –hice una leve pausa en la que hizo aquella pregunta, apoyando su rostro en una de sus manos con el codo apoyado en el sillón. ¿Podría hacerlo?- Me temo que no, jamás he osado tomar la vida de un infante y no creo que pueda hacerlo. Nunca me he visto en esa tesitura y jamás quisiera verme envuelta. Pero he de decir que sí he tomado vidas de jóvenes y doncellas, sin importarme en lo más mínimo, pero de una vida tan joven… nunca he sido capaz –volví a morderme el labio ante la mera idea, ¿lo habría hecho él?- ¿Alguna vez lo has hecho tú? –sabía que cada vampiro se alimentaba de una forma totalmente distinta, por lo que no me extrañaba que hubieran vampiros que no tuvieran contemplación alguna. Lo observé durante unos segundos y ladeé un poco mí rostro- ¿No deberíais de tomar ese baño que ya está preparado? –quizás no quería dejarme a solas con sus sirvientas, algo que podía entender viendo como las trataba- No te preocupes, Týr, no osaría tocarlas si es lo que te preocupa. O ¿queréis compañía en vuestro baño? –pregunté riendo levemente dando de nuevo un sorbo a la copa, pero negué con la cabeza tras acabar como si hubiera sido una broma mí pregunta.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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Fecha de inscripción : 18/10/2015
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Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
Y entonces el ambiente cambió, los ojos del vampiro mostraron ese brillo carmesí cuando se encuentra frente a su mayor deleite, incluso la sonrisa blanquecina que mostraba en aquel instante era la muestra perfecta de su estado de ánimo; se puso de pie acercándose a la joven quedando frente a ella con sus dedos surcando por uno de los mechones negros como el alma perdida de los inmortales, llevándolo tras la oreja de la joven para deslizar es e mismo dedo hasta el mentón para que le mire mientras se postra de cuclillas frente a la muchacha con una sonrisa de oreja a oreja.
Solo el viejo reloj de la estancia sonaba sin cesar con sus campanadas acompañando las palabras de su dueño —¡Oh mi pequeña Sun! No me molestaría para nada el que tomases a alguna de mis doncellas entre sus colmillos, no me preocupa en lo absoluto ello al contrario estaría más que complacido de poder presenciar cómo mis pequeñas doncellas disfrutan de otros colmillos y manos que no son las mías, verlas sonrojadas de placer mientras su maestro las observa descaradamente sediento por arrancarles la vida por su pecaminoso acto— suelta el rostro fino de su compañera poniéndose de pie así como extendiendo la mano a la esta —No me caería mal compañía vuestra en mi baño, pues la conversación es la más placentera que he tenido en años y sería un desperdicio no poder continuarla solo porque tenga que tomar un baño para quitar la sucia sangre, el aroma que más molesta a mis queridas niñas, porque no es su sangre la que me ha manchado— suelta una risa burlona, pero que encierra mucha verdad en las palabras que ha proferido.
Camina hacia las escaleras subiendo peldaño a peldaño con una lentitud tan impropia de él —No he bebido de infantes, no creo que lleguen a sentir el placer ni dármelo a mí, pero conozco personas como nosotros que si lo hacen, una de ellos bebe hasta de bebes. Aunque no puedo mentir en algo — antes de llegar al último escalón mira a la joven sonriéndole —También he bebido de doncellas y jóvenes cuyas edades son muy joviales para el resto de mentes, jovencillos que disfrutan más que las doncellas o jóvenes de edades un poco más desarrolladas. Sus gritos y gemidos son el placer de la vida, pero no es algo que haga siempre, como decirlo, es más bien una vez al mes— la camisa es retirada dejando el torso completamente descubierto así como la gran mancha de sangre que ha se ha impregnado en su cuerpo —Mi razón de esta vida fue el simple ego y pecado de la vanidad— suelta un fuerte suspiro y su mirada cambia por la tristeza —La traición y deseo ajeno me llevo a esto, a algo que no sabía pero que luego me pareció muy acertado para alguien como yo, no lo lamenté, lo desee más y más. Realmente desee esto por mi deseo de conocer todo lo que no conocía, tener todo el tiempo y el placer del mundo. Era lo que me llevo a continuar con esto. Yo pedí mi muerte, la busque completamente— mira a la mujer sonriéndole con esa malicia de los suyos —Como dijiste siempre hay una mujer, y ella fue la que me lo dio por su egoísmo de perderme, no hubo muerte trágica solo deseos, egoísmo, ambición, ego, placer, cosas que pocos han experimentado, ahora dime mientras tomamos un baño ¿Por qué continuaste con esta vida, mi pequeña Sun?— ladea la cabeza esperando a la decisión de la dama a seguirlo o no.
Con ello le daría tiempo a organizar sus ideas, si deseaba contarle abiertamente su vida o mentirle, el no juzgaría nada de ello
Solo el viejo reloj de la estancia sonaba sin cesar con sus campanadas acompañando las palabras de su dueño —¡Oh mi pequeña Sun! No me molestaría para nada el que tomases a alguna de mis doncellas entre sus colmillos, no me preocupa en lo absoluto ello al contrario estaría más que complacido de poder presenciar cómo mis pequeñas doncellas disfrutan de otros colmillos y manos que no son las mías, verlas sonrojadas de placer mientras su maestro las observa descaradamente sediento por arrancarles la vida por su pecaminoso acto— suelta el rostro fino de su compañera poniéndose de pie así como extendiendo la mano a la esta —No me caería mal compañía vuestra en mi baño, pues la conversación es la más placentera que he tenido en años y sería un desperdicio no poder continuarla solo porque tenga que tomar un baño para quitar la sucia sangre, el aroma que más molesta a mis queridas niñas, porque no es su sangre la que me ha manchado— suelta una risa burlona, pero que encierra mucha verdad en las palabras que ha proferido.
Camina hacia las escaleras subiendo peldaño a peldaño con una lentitud tan impropia de él —No he bebido de infantes, no creo que lleguen a sentir el placer ni dármelo a mí, pero conozco personas como nosotros que si lo hacen, una de ellos bebe hasta de bebes. Aunque no puedo mentir en algo — antes de llegar al último escalón mira a la joven sonriéndole —También he bebido de doncellas y jóvenes cuyas edades son muy joviales para el resto de mentes, jovencillos que disfrutan más que las doncellas o jóvenes de edades un poco más desarrolladas. Sus gritos y gemidos son el placer de la vida, pero no es algo que haga siempre, como decirlo, es más bien una vez al mes— la camisa es retirada dejando el torso completamente descubierto así como la gran mancha de sangre que ha se ha impregnado en su cuerpo —Mi razón de esta vida fue el simple ego y pecado de la vanidad— suelta un fuerte suspiro y su mirada cambia por la tristeza —La traición y deseo ajeno me llevo a esto, a algo que no sabía pero que luego me pareció muy acertado para alguien como yo, no lo lamenté, lo desee más y más. Realmente desee esto por mi deseo de conocer todo lo que no conocía, tener todo el tiempo y el placer del mundo. Era lo que me llevo a continuar con esto. Yo pedí mi muerte, la busque completamente— mira a la mujer sonriéndole con esa malicia de los suyos —Como dijiste siempre hay una mujer, y ella fue la que me lo dio por su egoísmo de perderme, no hubo muerte trágica solo deseos, egoísmo, ambición, ego, placer, cosas que pocos han experimentado, ahora dime mientras tomamos un baño ¿Por qué continuaste con esta vida, mi pequeña Sun?— ladea la cabeza esperando a la decisión de la dama a seguirlo o no.
Con ello le daría tiempo a organizar sus ideas, si deseaba contarle abiertamente su vida o mentirle, el no juzgaría nada de ello
Týr Von Streigner- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 76
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: Cruel destino que se burla de uno || Sunshine Denveraux
No era muy dada a hablar aquellos temas sobre de quién me alimentaba con otro vampiro, sabía de la existencia de un club en una de las zonas de París donde los propios humanos se ofrecían para que bebiéramos de ellos… no sabía si de forma absurda, o porque querían quizás al contribuir con ello que luego les otorgaran la vida eterna. No había frecuentado ese lugar, prefería la vieja usanza a la hora de conseguir victimas de las que beber, por lo que tan solo había pisado aquel lugar quizás un par de veces, llevada por la curiosidad de saber cómo sería el lugar más que para probar la sangre tan fácil que allí podías conseguir.
Mientras seguía sentada en aquel sillón vi como él se levantaba y se quedaba delante de mí, llevando una de sus manos a mí pelo y deslizando sus dedos por un mechón de este hasta que su mano cayó. Sonreí de lado puesto que no le había comentado lo de sus sirvientas con ninguna doble intención, más bien, pensaba que no le gustaría que nadie bebiera de ellas salvo él ya que era su dueño y su amo como bien pensaba que eran. Y estaba convencida de que a ellas no les gustaría que hundiera mis colmillos en sus frágiles carnes, pues no había pasado desapercibido cómo lo miraban cada vez que estaba él cerca.
-Oh, no me atrevería a morder lo que ya tiene dueño, incluso aunque vos mismo me lo pidierais –reí levemente entre dientes- Aunque veo que la idea es de vuestro agrada, pero creo que a vuestras doncellas no les haría igual gracia que a vos, ¿no es así? –Porque solo hacía falta ver cómo le miraban para darse cuenta de ello- Creo que, por el momento, declinaré la oferta, Týr, aunque si nuestra conversación se alarga demasiado quizás hasta sea yo misma quien os lo pida –me mordí el labio, porque todavía no me había alimentado aquella noche y no había planeado acabar en una mansión junto a un igual. Sí, estaba segura de que a sus criadas no les gustaría la sangre que manchaba su camisa, así que siguiéndole cogí su mano y le seguí escalares arriba mientras él me relataba que sabía de quien bebía de infantes, de bebés, algo que yo jamás podría llegar a hacer en lo largo de mí existencia… era algo contra lo que sinceramente no podía.
Una vez llegado arriba comenzó a quitarse la camisa que dejó la marca de la sangre sobre su pálida piel y yo me quedé de pie apoyando mí espalda contra el marco de la puerta mientras lo miraba, él seguía relatando el por qué había decidido llevar aquella vida y lo que le había llevado a ella. En eso éramos bastante diferentes, mientras que él la había pedido y deseado para mí había sido todo lo contrario, me había llegado de sorpresa y aunque al principio fue duro… me supe reponer y seguir adelante. Sonreí de lado porque siempre había una mujer de por medio, en el caso de los hombres, aunque a mí había sido un hombre quien me había llevado a aquella vida. Pero, dado lo que me estaba contando, tenía sentido que pidiera esta vida dado lo que esperaba de ella, algo que no muchos podían elegir a mí parecer.
La idea de acompañarle en aquel baño había sido algo completamente inesperado y que, realmente, no pensaba que él fuera a aceptar. Más bien pensaba que se iba a negar de un principio pero dado que ya estábamos allí… ¿por qué no? Me quité de la pared en la que estaba apoyada y comencé a deshacer los nudos y lazos de aquel vestido mientras pensaba en lo que él me había preguntado. ¿Qué qué me llevó a seguir? Una vez convertida ya no había marcha atrás, así que no iba a acabar con la vida que me habían otorgado tan fácilmente sin, al menos, disfrutar de ella.
-Yo no quise ni elegí esta vida, mí humanidad fue arrebatada como supongo que les fue arrebatada a la mayoría que nos convirtieron. Fue difícil aceptar esta vida y darme cuenta de que mí familia había muerto y que las personas que querían, para ellos, era un recuerdo y como un fantasma las cuales los volvía locos… -hice una leve pausa en la que el vestido cayó al suelo- Pero, si me preguntas por lo que me animó a seguir con esta vida inmortal… sería todo lo que me ofrecía que, siendo humana, no podría haber hecho nunca. Viajar, sobre todo viajar fue algo que ayudó bastante. Siempre he querido conocer mundo y ahora que tenía el tiempo suficiente decidí aprovecharlo. De eso no me arrepiento. Jamás pensé que podría matar a ninguna persona y, sin embargo, ahora que he hollado allá por donde he querido, y he arrebatado miles de vidas para seguir una noche más se podría decir que no me arrepiento. Ver cómo ha cambiado el mundo y cómo ha evolucionado, las cosas que han ido inventando y que aún quedarán por descubrir e inventar es algo que siembra mí curiosidad… un conjunto de todo, en realidad, es lo que me hace estar aquí. La libertad que, en cierta medida tenemos, también es un aliciente. Podría decirse que somos unos afortunados por tener todo este tiempo pero, si no sabes emplearlo bien, puede llegar a matarte. Creo que es ese mismo pensamiento por el cual, rara vez, suelo negarme a algo. Como lo ha sido el venir hasta aquí, por ejemplo –sonreí de lado mientras esperaba para poder meterme en la bañera.
Mientras seguía sentada en aquel sillón vi como él se levantaba y se quedaba delante de mí, llevando una de sus manos a mí pelo y deslizando sus dedos por un mechón de este hasta que su mano cayó. Sonreí de lado puesto que no le había comentado lo de sus sirvientas con ninguna doble intención, más bien, pensaba que no le gustaría que nadie bebiera de ellas salvo él ya que era su dueño y su amo como bien pensaba que eran. Y estaba convencida de que a ellas no les gustaría que hundiera mis colmillos en sus frágiles carnes, pues no había pasado desapercibido cómo lo miraban cada vez que estaba él cerca.
-Oh, no me atrevería a morder lo que ya tiene dueño, incluso aunque vos mismo me lo pidierais –reí levemente entre dientes- Aunque veo que la idea es de vuestro agrada, pero creo que a vuestras doncellas no les haría igual gracia que a vos, ¿no es así? –Porque solo hacía falta ver cómo le miraban para darse cuenta de ello- Creo que, por el momento, declinaré la oferta, Týr, aunque si nuestra conversación se alarga demasiado quizás hasta sea yo misma quien os lo pida –me mordí el labio, porque todavía no me había alimentado aquella noche y no había planeado acabar en una mansión junto a un igual. Sí, estaba segura de que a sus criadas no les gustaría la sangre que manchaba su camisa, así que siguiéndole cogí su mano y le seguí escalares arriba mientras él me relataba que sabía de quien bebía de infantes, de bebés, algo que yo jamás podría llegar a hacer en lo largo de mí existencia… era algo contra lo que sinceramente no podía.
Una vez llegado arriba comenzó a quitarse la camisa que dejó la marca de la sangre sobre su pálida piel y yo me quedé de pie apoyando mí espalda contra el marco de la puerta mientras lo miraba, él seguía relatando el por qué había decidido llevar aquella vida y lo que le había llevado a ella. En eso éramos bastante diferentes, mientras que él la había pedido y deseado para mí había sido todo lo contrario, me había llegado de sorpresa y aunque al principio fue duro… me supe reponer y seguir adelante. Sonreí de lado porque siempre había una mujer de por medio, en el caso de los hombres, aunque a mí había sido un hombre quien me había llevado a aquella vida. Pero, dado lo que me estaba contando, tenía sentido que pidiera esta vida dado lo que esperaba de ella, algo que no muchos podían elegir a mí parecer.
La idea de acompañarle en aquel baño había sido algo completamente inesperado y que, realmente, no pensaba que él fuera a aceptar. Más bien pensaba que se iba a negar de un principio pero dado que ya estábamos allí… ¿por qué no? Me quité de la pared en la que estaba apoyada y comencé a deshacer los nudos y lazos de aquel vestido mientras pensaba en lo que él me había preguntado. ¿Qué qué me llevó a seguir? Una vez convertida ya no había marcha atrás, así que no iba a acabar con la vida que me habían otorgado tan fácilmente sin, al menos, disfrutar de ella.
-Yo no quise ni elegí esta vida, mí humanidad fue arrebatada como supongo que les fue arrebatada a la mayoría que nos convirtieron. Fue difícil aceptar esta vida y darme cuenta de que mí familia había muerto y que las personas que querían, para ellos, era un recuerdo y como un fantasma las cuales los volvía locos… -hice una leve pausa en la que el vestido cayó al suelo- Pero, si me preguntas por lo que me animó a seguir con esta vida inmortal… sería todo lo que me ofrecía que, siendo humana, no podría haber hecho nunca. Viajar, sobre todo viajar fue algo que ayudó bastante. Siempre he querido conocer mundo y ahora que tenía el tiempo suficiente decidí aprovecharlo. De eso no me arrepiento. Jamás pensé que podría matar a ninguna persona y, sin embargo, ahora que he hollado allá por donde he querido, y he arrebatado miles de vidas para seguir una noche más se podría decir que no me arrepiento. Ver cómo ha cambiado el mundo y cómo ha evolucionado, las cosas que han ido inventando y que aún quedarán por descubrir e inventar es algo que siembra mí curiosidad… un conjunto de todo, en realidad, es lo que me hace estar aquí. La libertad que, en cierta medida tenemos, también es un aliciente. Podría decirse que somos unos afortunados por tener todo este tiempo pero, si no sabes emplearlo bien, puede llegar a matarte. Creo que es ese mismo pensamiento por el cual, rara vez, suelo negarme a algo. Como lo ha sido el venir hasta aquí, por ejemplo –sonreí de lado mientras esperaba para poder meterme en la bañera.
Tabitha Denveraux- Vampiro Clase Media
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