AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Lick my wounds [Keath]
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Lick my wounds [Keath]
Hay hilos en nuestras vidas.
Si uno estira de uno de ellos, todo lo demás se ve afectado.
Dennis Lehane
Sujetando la mano de Keath era capaz de soportar cualquier cosa que viniera, por eso es que desde que abandonáramos el lugar al que ahora llamábamos hogar, no le había soltado para nada. Las sonrisas que me ofrecía eran mi fuerza y las charlas sobre el futuro la esperanza que me llevaban a imaginarnos en un lugar donde no existiera el peligro o el dolor.
Las calles por las que anduvimos fueron mucho más cortas de lo que había creído que serían y más temprano que tarde fue que nos encontramos frente al lugar donde con apenas mi firma, abandonaría mis pertenencias y parte de mi vida, todo para embarcarme junto al perro en un viaje que prometía mejores resultados que el que hasta aquellos momentos habíamos vivido juntos. Contuve la respiración unos segundos, observando el local en que ingresaríamos y que a simple vista no era muy diferente a los demás negocios que llenaban la calle. Mi mano apretó la de Keath para darme nuevamente valor a mi misma.
– Bueno, ya estamos aquí – Dije con una sonrisa en el rostro y mirando unos segundos al perro – Ahora no perdamos más tiempo y terminemos con esto de una vez por todas – mi voz sonó mucho más segura de lo que pensé, así que aproveche ese momento para tirar de la mano del perro y entrar en el negocio.
La amabilidad del hombre en el interior fue sorprendente y la velocidad con la que se llevaba a cabo algo tan determinante me resulto impresionante. Había creído que todo era mucho más complicado y quizás lo era, pero dado que no estuve dispuesta a hacer mucho del papeleo gracias a mi estado emocional, fue Keath quien se encargo absolutamente de todo, dejando que hiciera yo lo más sencillo. Apenas con explicaciones básicas para mi y algunas firmas en la documentación, pasaba de tener todo lo necesario para vivir en París a no tener nada material en aquella ciudad y quedarme únicamente con dinero y un hombre al que seguiría a cualquier sitio que él deseara llevarme.
– Fue más fácil de lo que espere – comenté de manera sincera al perro en cuanto abandonábamos el local aquel – Estuve demasiado asustada todo este tiempo por esto y bueno – suspire – no era para tanto – Me encontraba consciente de que dejaba parte de mi vida pero eso era algo que tarde o temprano hubiese sido necesario. Al vivir más tiempo que un humano normal, era ilógico que viviera muchos años en un solo lugar y si bien nunca me pasó por la cabeza deshacerme de la casa de mis padres, la realidad era que aunque la desgracia no tocará mi vida, en unos años igual me habría encontrado con la necesidad de vender mi hogar y ahora sin algo que me atara mucho más a aquella tierra donde naciera, sería capaz de ir a cualquier lugar – Ahora ¿Quieres que vayamos a algún sitio como despedida o regresamos y empacamos? – sonreí iniciando una caminata sin rumbo fijo. Mi mente se encontraba en esos momentos demasiado dispersa en las posibilidades que se abrían ante nosotros como para notar el peligro tan inminente en el que nos encontrábamos. Por uno u otro motivo había sido incapaz de notar que desde buena parte del trayecto hasta el local aquel, habíamos sido seguidos; justo de la misma manera en la nuevamente lo éramos en aquellos instantes donde mis pasos se alejaban de las calles más concurridas a las vacías.
Si uno estira de uno de ellos, todo lo demás se ve afectado.
Dennis Lehane
Sujetando la mano de Keath era capaz de soportar cualquier cosa que viniera, por eso es que desde que abandonáramos el lugar al que ahora llamábamos hogar, no le había soltado para nada. Las sonrisas que me ofrecía eran mi fuerza y las charlas sobre el futuro la esperanza que me llevaban a imaginarnos en un lugar donde no existiera el peligro o el dolor.
Las calles por las que anduvimos fueron mucho más cortas de lo que había creído que serían y más temprano que tarde fue que nos encontramos frente al lugar donde con apenas mi firma, abandonaría mis pertenencias y parte de mi vida, todo para embarcarme junto al perro en un viaje que prometía mejores resultados que el que hasta aquellos momentos habíamos vivido juntos. Contuve la respiración unos segundos, observando el local en que ingresaríamos y que a simple vista no era muy diferente a los demás negocios que llenaban la calle. Mi mano apretó la de Keath para darme nuevamente valor a mi misma.
– Bueno, ya estamos aquí – Dije con una sonrisa en el rostro y mirando unos segundos al perro – Ahora no perdamos más tiempo y terminemos con esto de una vez por todas – mi voz sonó mucho más segura de lo que pensé, así que aproveche ese momento para tirar de la mano del perro y entrar en el negocio.
La amabilidad del hombre en el interior fue sorprendente y la velocidad con la que se llevaba a cabo algo tan determinante me resulto impresionante. Había creído que todo era mucho más complicado y quizás lo era, pero dado que no estuve dispuesta a hacer mucho del papeleo gracias a mi estado emocional, fue Keath quien se encargo absolutamente de todo, dejando que hiciera yo lo más sencillo. Apenas con explicaciones básicas para mi y algunas firmas en la documentación, pasaba de tener todo lo necesario para vivir en París a no tener nada material en aquella ciudad y quedarme únicamente con dinero y un hombre al que seguiría a cualquier sitio que él deseara llevarme.
– Fue más fácil de lo que espere – comenté de manera sincera al perro en cuanto abandonábamos el local aquel – Estuve demasiado asustada todo este tiempo por esto y bueno – suspire – no era para tanto – Me encontraba consciente de que dejaba parte de mi vida pero eso era algo que tarde o temprano hubiese sido necesario. Al vivir más tiempo que un humano normal, era ilógico que viviera muchos años en un solo lugar y si bien nunca me pasó por la cabeza deshacerme de la casa de mis padres, la realidad era que aunque la desgracia no tocará mi vida, en unos años igual me habría encontrado con la necesidad de vender mi hogar y ahora sin algo que me atara mucho más a aquella tierra donde naciera, sería capaz de ir a cualquier lugar – Ahora ¿Quieres que vayamos a algún sitio como despedida o regresamos y empacamos? – sonreí iniciando una caminata sin rumbo fijo. Mi mente se encontraba en esos momentos demasiado dispersa en las posibilidades que se abrían ante nosotros como para notar el peligro tan inminente en el que nos encontrábamos. Por uno u otro motivo había sido incapaz de notar que desde buena parte del trayecto hasta el local aquel, habíamos sido seguidos; justo de la misma manera en la nuevamente lo éramos en aquellos instantes donde mis pasos se alejaban de las calles más concurridas a las vacías.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Lick my wounds [Keath]
La sonrisa sumamente blanquecina que se formaba en mi rostro al verla hacía que todo pareciera hermoso y perfecto. Aunque era claro que la realidad difería mucho de eso. Sabía perfectamente que nos estaban siguiendo los pasos desde hacía semanas. No había levantado la mirada, simplemente porque quería terminar con la parte material. Y no hice ninguna alusión a la gata. Siquiera busqué avisarle con la mirada. No, yo podía aguantar eso solo. Solamente por ella podía soportar cualquier clase de peligro inminente. Pues era por ella que nos estaban siguiendo, por los llantos que le había dado a la madre cuando ésta comenzó a prenderse fuego, un infierno en la tierra. También, por la obvia forma que teníamos ambos de comportarnos. Y ahora que la inquisición estaba segura de que realmente queríamos escapar de Paris, intentaría detenernos, encarcelarnos e incinerarnos hasta morir, de la misma manera que a los demás. ¡No lo permitiría! Jamás dejaría que un pelo de Camila fuera alcanzado por la lamida de una brasa. Y besé su mejilla antes de adentrarnos a la escribanía, apretándola con ganas contra mi pecho, asegurándole que yo estaba con ella y que por supuesto, no me iría jamás. ¿Qué tan enamorado estaba? No podía estar seguro, me sentía como en una pequeña nube donde todo era demasiado hermoso y no podía llegar a tocar la tierra. Aunque fuese el peligro el que me mantenía atado los tobillos para así no salir volando en una especie de fantasía absoluta. — No te esfuerces demasiado, no lo pienses de más. Mi mujer es tan fuerte. — Bromeé alzando las cejas y pronto fue que un saludo cordial al abogado se hizo presente. Ésta me había ayudado en todas las cosas que debíamos hacer, era bueno, lo sabía porque había consultado con los animales para que lo siguieran y así poder estar seguro de que no nos iba a estafar. Para mi dicha era un señor de palabra y no tardaría mucho tiempo en depositarnos todo en el Banco de Paris.
Y al salir supe que sería hora de enfrentarnos a todas las razones que nos deparaba la iglesia. Mi brazo derecho abrazó la cintura de la fémina, apoyándola más sobre mí, olisqueando sus cabellos rubios en lo que mis orejas estaban espiando pasos ajenos y lejanos. — Vayamos a empacar, recuerda que pronto la escribanía mandará a vender la casa a otro dueño. Ya casi no quedan muchas cosas igual, porque vendimos lo que no queríamos. Todo saldrá bien. Camila… Te amo — Balbuceé sobre su oreja muy despacio, apelotonándome a su cuerpo, casi sin dejarla caminar. Y fue cuando nuestros torpes pasos se acercaron a la zona deshabitada antes de la casa que los movimientos se hicieron más exactos. Era justo en donde terminaba el centro parisino y comenzaba la periferia, en donde la clase media se asentaba. Fue en ese momento que empujé a la gata a una de las callejuelas. Nosotros conocíamos perfectamente cada lugar de ese distrito. Incluso con los ojos cerrados podríamos saber escapar. — ¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? Bueno, juguemos a algo parecido. — Añadí antes de que mis pies arrastraran al felino y aquel espía que antes nos miraba de lejos, parecía estar acompañado de un soldado, pues una bala puntiaguda con una pequeña pluma roja atrás se mimetizaba a escasos centímetros nuestros. Era un adormecedor. Fruncí el entrecejo, claramente venían a capturarnos ahora más que nunca. Parecían estar decididos, pues fue el impulso hacía dentro del perímetro el que nos ayudó a esquivar tal violento accionar. — ¡Corre! No mires atrás. — Exclamé entonces, el temor de poder llegar a perderla me carcomía por dentro y no pensé cuando mi cuerpo la cubrió para que cualquier cosa por pequeña que fuera me diera antes a mí. Por lo que fuera no permitiría que ella saliera lastimada, aun cuando el daño físico a mí mismo, provocara el llanto de la cambiante gatuna. “Hagamos ruido y cuando sea prudente nos convertiremos” Busqué decir a través de pensamientos, ya que teníamos la habilidad de comunicarnos entre cambiantes. Cosa que nos ayudaría en ese momento, donde el inminente peligro estaba por atacarnos sin ninguna clase de pésame.
Y al salir supe que sería hora de enfrentarnos a todas las razones que nos deparaba la iglesia. Mi brazo derecho abrazó la cintura de la fémina, apoyándola más sobre mí, olisqueando sus cabellos rubios en lo que mis orejas estaban espiando pasos ajenos y lejanos. — Vayamos a empacar, recuerda que pronto la escribanía mandará a vender la casa a otro dueño. Ya casi no quedan muchas cosas igual, porque vendimos lo que no queríamos. Todo saldrá bien. Camila… Te amo — Balbuceé sobre su oreja muy despacio, apelotonándome a su cuerpo, casi sin dejarla caminar. Y fue cuando nuestros torpes pasos se acercaron a la zona deshabitada antes de la casa que los movimientos se hicieron más exactos. Era justo en donde terminaba el centro parisino y comenzaba la periferia, en donde la clase media se asentaba. Fue en ese momento que empujé a la gata a una de las callejuelas. Nosotros conocíamos perfectamente cada lugar de ese distrito. Incluso con los ojos cerrados podríamos saber escapar. — ¿Recuerdas la primera vez que nos conocimos? Bueno, juguemos a algo parecido. — Añadí antes de que mis pies arrastraran al felino y aquel espía que antes nos miraba de lejos, parecía estar acompañado de un soldado, pues una bala puntiaguda con una pequeña pluma roja atrás se mimetizaba a escasos centímetros nuestros. Era un adormecedor. Fruncí el entrecejo, claramente venían a capturarnos ahora más que nunca. Parecían estar decididos, pues fue el impulso hacía dentro del perímetro el que nos ayudó a esquivar tal violento accionar. — ¡Corre! No mires atrás. — Exclamé entonces, el temor de poder llegar a perderla me carcomía por dentro y no pensé cuando mi cuerpo la cubrió para que cualquier cosa por pequeña que fuera me diera antes a mí. Por lo que fuera no permitiría que ella saliera lastimada, aun cuando el daño físico a mí mismo, provocara el llanto de la cambiante gatuna. “Hagamos ruido y cuando sea prudente nos convertiremos” Busqué decir a través de pensamientos, ya que teníamos la habilidad de comunicarnos entre cambiantes. Cosa que nos ayudaría en ese momento, donde el inminente peligro estaba por atacarnos sin ninguna clase de pésame.
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Lick my wounds [Keath]
Aprendí que se puede seguir adelante, por más que parezca imposible.
Nicholas Sparks
Era una tonta ingenua que había decidido únicamente enfocarse en ver más allá de la realidad, veía solo la posibilidad de un futuro lejos de París e ignoraba por completo los peligros que nos rodeaban. Era pues una tonta que arriesgaba la vida del hombre que más le importaba en el mundo y no me daba cuenta de ello.
Con una sonrisa ingenua en el rostro y los pasos firmes fue que entre al lado de Keath a firmar los papeles que me desprenderían de la vida en París, dedicando a la vez una sonrisa al perro que me aseguraba que era fuerte. Antes me había sentido de esa manera, incluso llegue a dar muestras de esa fuerza que lentamente parecía haberme abandonado, dejando en su lugar una mujer temerosa que no deseaba nada más que escapar y salir ilesa de todo lo que acontecía en la ciudad.
– Eres un exagerado – le asegure con un tono divertido, tratando de ocultar que realmente me parecía que me tenía demasiada confianza. Keath debía ser consciente que tenía ya tiempo mostrándole más debilidades que fuerzas, pero me amaba y muchas veces el amor te volvía ciego a lo evidente. Aún así, firmar los documentos que me presentaba el hombre en quien Keath depositaba su confianza, quitaron de mis hombros un peso que de hecho me ayudo a sentir esa antigua fuerza en mi. Después de despedirnos del hombre y caminar rumbo a la salida, observe al hombre con quien decidía pasar el resto de mi vida, por aquel hombre optaba por abandonar París, a aquel hombre le prometía no dejarle toda la carga y ahora, por él me prometía a mi misma que pasará lo que pasará no volvería a mostrarme débil.
–Yo sé que todo saldrá bien, las cosas siempre están bien cuando estas conmigo Keath – me deje envolver por aquel brazo que rodeaba mi cintura y me acerque a su cuerpo tanto como me era posible, buscando como siempre una protección más emocional que nada – Yo también te amo – reí por lo bajo, notando entonces que en la voz del perro existía algo diferente, algo que me llevó a prestar atención a nuestro alrededor y darme cuenta finalmente que no estábamos solos, demasiado cerca de nosotros estaba un hombre. Mi cuerpo se tensó y de reojo observe el rostro de Keath, quien de un movimiento me empujo en dirección a una de las callejuelas para reanudar la marcha y recordarme nuestro primer encuentro – Por supuesto que recuerdo la primera vez que nos conocimos, recuerdo todo lo que tenga que ver contigo – Estaba nerviosa, demasiado para mi gusto pero no podía permitirme flaquear en un momento tan decisivo como aquel. La mirada de Keath me indicó la seriedad del problema en que en esos momentos nos encontrábamos envueltos y por eso no dude ni un segundo en seguir la orden que me daba.
Con pasos firmes y veloces fue que eche a correr entre las callejuelas con la completa intención de perder en alguna de ellas a nuestro perseguidor o perseguidores.
“¿Cuántos nos siguen? Solo he visto uno” respondí abriendo aquel canal de comunicación tan único entre cambiantes “No podemos transformarnos hasta no estar en un sitió donde escapar nos sea más sencillo” En nuestras apariencias más comunes eran más sencillo que pasáramos desapercibidos, sin embargo, los inquisidores nunca se daban por vencidos y seguramente estarían pendientes de eliminar a los animales que se les cruzaran el camino solo para prevenir que no escapáramos. La iglesia prefería mil veces que un cambiante fuera asesinado a que se le dejara escapar. Pensaba entonces que era lo más prudente a hacer cuando escuche un disparo y de más impulso que otra cosa, gire en otra callejuela, tirando de la mano del perro para que me siguiera. “Sé lo que estas haciendo Keath” reclame entre mis pensamientos una vez que la bala impacto en una de las paredes “No eres mi escudo Roggers, así que no vayas a arriesgarte de más que te necesito con vida” Y había pasado poco tiempo desde el primer disparo cuando vinieron los siguientes y con ellos, la desesperación de no saber a donde ir o que hacer. No deseaba que él muriera y tampoco deseaba morir yo, pero era consciente de que para escapar, era muy probable que saliéramos heridos y prefería que fuera de esa forma a que él terminase muerto por protegerme a toda costa.
Nicholas Sparks
Era una tonta ingenua que había decidido únicamente enfocarse en ver más allá de la realidad, veía solo la posibilidad de un futuro lejos de París e ignoraba por completo los peligros que nos rodeaban. Era pues una tonta que arriesgaba la vida del hombre que más le importaba en el mundo y no me daba cuenta de ello.
Con una sonrisa ingenua en el rostro y los pasos firmes fue que entre al lado de Keath a firmar los papeles que me desprenderían de la vida en París, dedicando a la vez una sonrisa al perro que me aseguraba que era fuerte. Antes me había sentido de esa manera, incluso llegue a dar muestras de esa fuerza que lentamente parecía haberme abandonado, dejando en su lugar una mujer temerosa que no deseaba nada más que escapar y salir ilesa de todo lo que acontecía en la ciudad.
– Eres un exagerado – le asegure con un tono divertido, tratando de ocultar que realmente me parecía que me tenía demasiada confianza. Keath debía ser consciente que tenía ya tiempo mostrándole más debilidades que fuerzas, pero me amaba y muchas veces el amor te volvía ciego a lo evidente. Aún así, firmar los documentos que me presentaba el hombre en quien Keath depositaba su confianza, quitaron de mis hombros un peso que de hecho me ayudo a sentir esa antigua fuerza en mi. Después de despedirnos del hombre y caminar rumbo a la salida, observe al hombre con quien decidía pasar el resto de mi vida, por aquel hombre optaba por abandonar París, a aquel hombre le prometía no dejarle toda la carga y ahora, por él me prometía a mi misma que pasará lo que pasará no volvería a mostrarme débil.
–Yo sé que todo saldrá bien, las cosas siempre están bien cuando estas conmigo Keath – me deje envolver por aquel brazo que rodeaba mi cintura y me acerque a su cuerpo tanto como me era posible, buscando como siempre una protección más emocional que nada – Yo también te amo – reí por lo bajo, notando entonces que en la voz del perro existía algo diferente, algo que me llevó a prestar atención a nuestro alrededor y darme cuenta finalmente que no estábamos solos, demasiado cerca de nosotros estaba un hombre. Mi cuerpo se tensó y de reojo observe el rostro de Keath, quien de un movimiento me empujo en dirección a una de las callejuelas para reanudar la marcha y recordarme nuestro primer encuentro – Por supuesto que recuerdo la primera vez que nos conocimos, recuerdo todo lo que tenga que ver contigo – Estaba nerviosa, demasiado para mi gusto pero no podía permitirme flaquear en un momento tan decisivo como aquel. La mirada de Keath me indicó la seriedad del problema en que en esos momentos nos encontrábamos envueltos y por eso no dude ni un segundo en seguir la orden que me daba.
Con pasos firmes y veloces fue que eche a correr entre las callejuelas con la completa intención de perder en alguna de ellas a nuestro perseguidor o perseguidores.
“¿Cuántos nos siguen? Solo he visto uno” respondí abriendo aquel canal de comunicación tan único entre cambiantes “No podemos transformarnos hasta no estar en un sitió donde escapar nos sea más sencillo” En nuestras apariencias más comunes eran más sencillo que pasáramos desapercibidos, sin embargo, los inquisidores nunca se daban por vencidos y seguramente estarían pendientes de eliminar a los animales que se les cruzaran el camino solo para prevenir que no escapáramos. La iglesia prefería mil veces que un cambiante fuera asesinado a que se le dejara escapar. Pensaba entonces que era lo más prudente a hacer cuando escuche un disparo y de más impulso que otra cosa, gire en otra callejuela, tirando de la mano del perro para que me siguiera. “Sé lo que estas haciendo Keath” reclame entre mis pensamientos una vez que la bala impacto en una de las paredes “No eres mi escudo Roggers, así que no vayas a arriesgarte de más que te necesito con vida” Y había pasado poco tiempo desde el primer disparo cuando vinieron los siguientes y con ellos, la desesperación de no saber a donde ir o que hacer. No deseaba que él muriera y tampoco deseaba morir yo, pero era consciente de que para escapar, era muy probable que saliéramos heridos y prefería que fuera de esa forma a que él terminase muerto por protegerme a toda costa.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Lick my wounds [Keath]
¿Morirme? Ella estaba demasiado equivocada si pensaba que la dejaría sola en esa vida que recién empezaba. No, nada de eso ocurriría, salir de esa situación sería igual de fácil que como habíamos entrado. Era cuestión de ser más listos que ellos. Si bien por dentro sabía que no eran inquisidores cualquieras, nos estaban siguiendo desde hacía tiempo y a decir verdad era casi seguro que los llantos de Camila en aquella tarde que lentamente pasaba al olvido, los habían despertado. Gruñí por dentro, apretando con fuerzas la pequeña mano ajena, la cual parecía frágil pero era tan poderosa como mi pesada garra. << No voy a dejarte, ya quisieras que te deje en paz. Pero tú eres rápida, yo soy duro. Somos perro y gato mi amor, haz lo que sabes hacer. Si no encontramos una salida, atacar en sigilo es la mejor opción. >> Le transmitía con tanta intensidad que sentí como mis ojos claros comenzaban a tomar un brillo dulce. Y los ruidos que se acercaban y las balas sobre la pared eran tan estresantes como el simple hecho de que teníamos que empezar a mudarnos e irnos de ese lugar antes de que el sol volviera a nacer. Y chisté de enojo, mirando a la fémina de reojo. << Son dos, un inquisidor general y su soldado. Nos quieren vivos. >> Llegué a anunciar antes de sentir como sus dedos se envolvían en mi piel, buscando llevarme lejos de ahí. Movimiento es vida. Eso es lo que siempre había aprendido, sin embargo nos estábamos moviendo sin saber que había más allá. Y fue por ello que llamé a uno de los pájaros de alrededor. Rápidamente éste me anunció que pronto nos encontraríamos sin salida. Una pared alta era lo único que nos podría salvar. Quizá saltándola ganaríamos algo de tiempo.
Las ideas iban y venían en mi mente y me fue imposible notar una de las balas, ¿ahora qué? Balas de plástico endurecido, justas para dañar sin matar, se insertaba en mi hombro como una maldita aguja en un pajar. << Tranquila, eres la única que puede saltar esa pared en la forma animal, súbete. Confío en ti, si eres la más ruda de todo Paris, ¿no es así? >> Las bromas siempre eran parte de mi itinerario y fue suave que me escondí detrás de unas cajas, sintiendo cómo uno de los tipos de acercaba cada vez más. El otro estaba atrás probablemente, esperando el aviso de misión cumplida. Me pregunté entonces qué diablos podría tener tal bala común para no hacer que mi herida sanara rápidamente. “Agua bendita” Que maldita obviedad. Reí para mis adentros y segundos antes de sentir la pisada del hombre en las cercanías me lancé a patearle las canillas. Desde el suelo, el sonido se sintió estrepitosamente y un gruñido colosal se escuchó antes de comenzar la transformación que terminaría en un Staffordshire terrier lo suficientemente grande como para engullir las manos ajenas de un bocado. Sin embargo sabía que pronto el siguiente me atacaría y era un blanco tan directo que rápidamente me volví a esconder, aunque no sin antes rasguñar toda la parte de los ojos del hombre. No lo había matado, solo había destruido un poco sus manos y evitaba que abra los ojos con facilidad. De peleas sabía mucho, mi historial lo ameritaba. Años anteriores me las había pasado peleando a la salida de los bares, la pérdida de mi esposa había provocado un agujero en mi interior. Ahora lo agradecía, sabía dónde dar buenos golpes y escaparme de éstos al mismo tiempo. Próximamente los tiros se hicieron más intensos y el siguiente inquisidor se acercaba más rápidamente. << ¿Camila, dónde estás? >> Consulté al aire, a la espera de una rápida respuesta. Sabía que pronto algún sedante terminaría por inyectarse en mi pelaje, pues a cada segundo que pasaba me encontraba más acorralado. Podría pedir que los pájaros hicieran goce de sus vuelos para meterse en la vista del otro hombre, sin embargo la idea no me convencía demasiado. Ponía en peligro demasiadas cosas. Y por supuesto la ciega confianza que tenía en la mujer me aseguraba que ella aparecería para ayudar, después de todo se trataba de un felino, leales, aunque siempre lejanos.
Las ideas iban y venían en mi mente y me fue imposible notar una de las balas, ¿ahora qué? Balas de plástico endurecido, justas para dañar sin matar, se insertaba en mi hombro como una maldita aguja en un pajar. << Tranquila, eres la única que puede saltar esa pared en la forma animal, súbete. Confío en ti, si eres la más ruda de todo Paris, ¿no es así? >> Las bromas siempre eran parte de mi itinerario y fue suave que me escondí detrás de unas cajas, sintiendo cómo uno de los tipos de acercaba cada vez más. El otro estaba atrás probablemente, esperando el aviso de misión cumplida. Me pregunté entonces qué diablos podría tener tal bala común para no hacer que mi herida sanara rápidamente. “Agua bendita” Que maldita obviedad. Reí para mis adentros y segundos antes de sentir la pisada del hombre en las cercanías me lancé a patearle las canillas. Desde el suelo, el sonido se sintió estrepitosamente y un gruñido colosal se escuchó antes de comenzar la transformación que terminaría en un Staffordshire terrier lo suficientemente grande como para engullir las manos ajenas de un bocado. Sin embargo sabía que pronto el siguiente me atacaría y era un blanco tan directo que rápidamente me volví a esconder, aunque no sin antes rasguñar toda la parte de los ojos del hombre. No lo había matado, solo había destruido un poco sus manos y evitaba que abra los ojos con facilidad. De peleas sabía mucho, mi historial lo ameritaba. Años anteriores me las había pasado peleando a la salida de los bares, la pérdida de mi esposa había provocado un agujero en mi interior. Ahora lo agradecía, sabía dónde dar buenos golpes y escaparme de éstos al mismo tiempo. Próximamente los tiros se hicieron más intensos y el siguiente inquisidor se acercaba más rápidamente. << ¿Camila, dónde estás? >> Consulté al aire, a la espera de una rápida respuesta. Sabía que pronto algún sedante terminaría por inyectarse en mi pelaje, pues a cada segundo que pasaba me encontraba más acorralado. Podría pedir que los pájaros hicieran goce de sus vuelos para meterse en la vista del otro hombre, sin embargo la idea no me convencía demasiado. Ponía en peligro demasiadas cosas. Y por supuesto la ciega confianza que tenía en la mujer me aseguraba que ella aparecería para ayudar, después de todo se trataba de un felino, leales, aunque siempre lejanos.
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Lick my wounds [Keath]
Toda aquella situación en la que nos encontrábamos inmersos era mi culpa. Yo había guiado a Keath a la plaza donde mi madre fue asesinada, yo fui la débil que mostro dolor cuando los demás reían; eso fue lo que alerto a la inquisición y lo que los llevó a decidir seguirnos. Claro que también existía la posibilidad de que mi madre nos delatara, pero en eso, yo prefería no pensar. Corriendo pues entre las callejuelas, con la posibilidad de acabar presos o muertos, reprendía a Keath de lo que yo consideraba actos imprudentes en una situación de crisis.
“Pues no me dejes pero tampoco te expongas de una manera tan descarada y claro que pienso atacar, no voy a dejarte hacer todo el trabajo. Saldremos de esto juntos” respondí con seguridad, una que me ataco de manera repentina y que me sorprendió pues una vez más me sentía valiente, fuerte y capaz de hacer cualquier cosa tal y como lo hiciera durante los años que serví a la causa de la alianza. Culpaba por supuesto a la adrenalina del momento, mezclada con el temor de perder al hombre que amaba, pero no importaba realmente la razón sino lo que eso generaba como resultado. “Mucho mejor entonces que nos quieran vivos, de esa manera tendremos la posibilidad de deshacernos nosotros de ellos antes y lo siento amor, pero creo que nuestro viaje tendrá que apresurarse mucho más e iremos más ligeros de carga de lo que esperábamos” Era consciente de que lo principal era escapar de esa situación, pero tan pronto como eso sucediera ya no podríamos estar más tiempo en lo que llamábamos nuestro hogar, ni siquiera ir por las cosas sería seguro, sin embargo era necesario y una vez hacerlo, deberíamos buscar la manera de acelerar algunas horas a nuestro viaje.
Los disparos no cesaban así como tampoco mis pensamientos, los que se detuvieron de manera abrupta en el momento en que una enorme pared apareció frente a nosotros.
“¡Keath tenemos que pasarla ya!” comunique más como orden que cualquier otra cosa ya que cada vez escuchaba más cerca los pasos de nuestros perseguidores “¿Quieres que vaya sola?” mis ojos le miraron con incredulidad, pues me encontraba segura que existía una manera de que ambos pasáramos aquella pared. El tiempo estaba en nuestra contra, necesitábamos actuar rápido y fue solo cuando vi sangre en el hombro de Keath que todo el temor se convirtió en completa furia. ¿Cómo se atrevían a herir al hombre que amaba? Eso no sería algo que permitiría “Ruda y muy molesta” fue lo último que comunique sin dejar de mirar su hombro, todo para comenzar mi transformación que culminó con la figura de un pequeño felino casero que salto al hombro sano del perro para usarlo como ayuda y así poder pasar la pared.
Separada de Keath y fuera del peligro que nos acechaba salte con agilidad entre algunas construcciones hasta llegar a los techos. Una vez hecho eso, regrese con cautela entre recovecos todo para posicionarme en uno que me permitía observar el callejón donde dejará segundos antes a Keath. Para cuando llegue a ese sitio desde donde podía verlo todo pero no ser vista, el perro ya se había encargado de impedir que uno de los hombres pudiera hacernos daño. Sin embargo que Keath lo atacará provocó que aquel inquisidor gritara alertando a su compañero que ni tardo, ni perezoso, anunciaba su llegada entre disparos. Con cada nuevo impacto de bala en las paredes cercanas, mi ira aumentaba así como también lo hacían los deseos de hacer que nunca más hiriera a alguno de los nuestros. Sin moverme, sin responder al llamado del perro y con la mirada fija en el punto donde atacaría al inquisidor apenas apareciera espere. Y la espera realmente no fue larga pero cuando la libertad y la vida de quien amas y la tuya misma están en peligro, esas esperas suelen sentirse como toda una vida. Como no estaba dispuesta a permitir que Keath recibiera otro disparo, el punto de ataque que había elegido era uno donde me aseguraba que él no corriese peligro y era precisamente buscando que las cosas sucedieran como lo planeaba en mi mente, que apenas y aquel inquisidor puso un pie al lado de las cajas donde Keath se ocultaba que salí de mi escondite , justo del lado opuesto a donde él estaba mirando y en un salto que llevó mi pequeña figura de gato a la de lince mordí su cuello, aferrando además mis garras en cualquier parte que pudiera y tan enfocada estaba en hacerle daño y no permitirle dañarnos que no me di cuenta de que disparaba desesperado y de que de hecho, una de las balas había logrado darme en una de las patas
“Amor, ¿Estas bien?” cuestione, soltando al inquisidor aquel que se llevó en automático ambas manos al cuello y notando yo por primera vez que no había logrado salir ilesa del todo “Debemos irnos, ¡AHORA!” exigí, reflexionando entonces que lo mejor era poner tierra de por medio entre nosotros y cualquier amenaza.
“Pues no me dejes pero tampoco te expongas de una manera tan descarada y claro que pienso atacar, no voy a dejarte hacer todo el trabajo. Saldremos de esto juntos” respondí con seguridad, una que me ataco de manera repentina y que me sorprendió pues una vez más me sentía valiente, fuerte y capaz de hacer cualquier cosa tal y como lo hiciera durante los años que serví a la causa de la alianza. Culpaba por supuesto a la adrenalina del momento, mezclada con el temor de perder al hombre que amaba, pero no importaba realmente la razón sino lo que eso generaba como resultado. “Mucho mejor entonces que nos quieran vivos, de esa manera tendremos la posibilidad de deshacernos nosotros de ellos antes y lo siento amor, pero creo que nuestro viaje tendrá que apresurarse mucho más e iremos más ligeros de carga de lo que esperábamos” Era consciente de que lo principal era escapar de esa situación, pero tan pronto como eso sucediera ya no podríamos estar más tiempo en lo que llamábamos nuestro hogar, ni siquiera ir por las cosas sería seguro, sin embargo era necesario y una vez hacerlo, deberíamos buscar la manera de acelerar algunas horas a nuestro viaje.
Los disparos no cesaban así como tampoco mis pensamientos, los que se detuvieron de manera abrupta en el momento en que una enorme pared apareció frente a nosotros.
“¡Keath tenemos que pasarla ya!” comunique más como orden que cualquier otra cosa ya que cada vez escuchaba más cerca los pasos de nuestros perseguidores “¿Quieres que vaya sola?” mis ojos le miraron con incredulidad, pues me encontraba segura que existía una manera de que ambos pasáramos aquella pared. El tiempo estaba en nuestra contra, necesitábamos actuar rápido y fue solo cuando vi sangre en el hombro de Keath que todo el temor se convirtió en completa furia. ¿Cómo se atrevían a herir al hombre que amaba? Eso no sería algo que permitiría “Ruda y muy molesta” fue lo último que comunique sin dejar de mirar su hombro, todo para comenzar mi transformación que culminó con la figura de un pequeño felino casero que salto al hombro sano del perro para usarlo como ayuda y así poder pasar la pared.
Separada de Keath y fuera del peligro que nos acechaba salte con agilidad entre algunas construcciones hasta llegar a los techos. Una vez hecho eso, regrese con cautela entre recovecos todo para posicionarme en uno que me permitía observar el callejón donde dejará segundos antes a Keath. Para cuando llegue a ese sitio desde donde podía verlo todo pero no ser vista, el perro ya se había encargado de impedir que uno de los hombres pudiera hacernos daño. Sin embargo que Keath lo atacará provocó que aquel inquisidor gritara alertando a su compañero que ni tardo, ni perezoso, anunciaba su llegada entre disparos. Con cada nuevo impacto de bala en las paredes cercanas, mi ira aumentaba así como también lo hacían los deseos de hacer que nunca más hiriera a alguno de los nuestros. Sin moverme, sin responder al llamado del perro y con la mirada fija en el punto donde atacaría al inquisidor apenas apareciera espere. Y la espera realmente no fue larga pero cuando la libertad y la vida de quien amas y la tuya misma están en peligro, esas esperas suelen sentirse como toda una vida. Como no estaba dispuesta a permitir que Keath recibiera otro disparo, el punto de ataque que había elegido era uno donde me aseguraba que él no corriese peligro y era precisamente buscando que las cosas sucedieran como lo planeaba en mi mente, que apenas y aquel inquisidor puso un pie al lado de las cajas donde Keath se ocultaba que salí de mi escondite , justo del lado opuesto a donde él estaba mirando y en un salto que llevó mi pequeña figura de gato a la de lince mordí su cuello, aferrando además mis garras en cualquier parte que pudiera y tan enfocada estaba en hacerle daño y no permitirle dañarnos que no me di cuenta de que disparaba desesperado y de que de hecho, una de las balas había logrado darme en una de las patas
“Amor, ¿Estas bien?” cuestione, soltando al inquisidor aquel que se llevó en automático ambas manos al cuello y notando yo por primera vez que no había logrado salir ilesa del todo “Debemos irnos, ¡AHORA!” exigí, reflexionando entonces que lo mejor era poner tierra de por medio entre nosotros y cualquier amenaza.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Lick my wounds [Keath]
“Iremos más ligeros” Sus palabras me atravesaron y a la vez me hicieron reír, tuve suerte de ser un mendigo animal, pues de no ser así, seguro escuchaban esa risa bruta y testaruda que no podía acallar. No tenía ninguna clase de tristeza por llevar más o menos cosas. Jamás, en toda mi vida, que aunque para muchos era larga y para otros, corta, había pensado en lo material. Sabía que eran necesarias algunos objetos cuando éramos humanos. Pero en mi naturaleza se fortalecía el animal. El liberal perro que vivía en manada en una zona plagada de paz, naturaleza y armonía. Nada podía ser mejor para mí que apresurarnos y volver a inmiscuirnos en una nueva vida salvaje, dejándolo todo atrás. Cada una de las personas y cosas que alguna vez nos habían atado a ese mundo. Era nuestra culpa, habíamos querido ir contra algo que nos superaba en número y en recursos. ¡Habíamos tenido gente de la realeza a nuestro lado! Y aun así miles habían terminado decapitados o prendidos fuego. Moví mi cabeza y menudo cuerpo a ambos lados, haciendo que la piel que cubría mi pelaje se zarandeara, dándome un plus de adrenalina para afianzar mis sentidos. << No hay nada que temer. Ya todo lo demás está solucionado, saldremos de ésta y, ¡se joderán! Porque no nos van a encontrar más. >>
Un pequeño jadeo se escuchó desde el hocico del perro, que era yo mismo, observé como la felina se alzaba con sorna hacía la pared, alzándose como una pluma sobre mis hombros. No la había sentido en absoluto y me pregunté, entre medio de todo ese lío, ¿qué tan poco podía pesar un gatito? Debía ser eso por lo que parecían volar, es que a mí simplemente la altura no se me daba bien, era pesado con todas mis transformaciones y la tierra era mi mejor amiga. Sin embargo aún tenía mucho para dar y miré de reojo a los inquisidores que parecían estar atentos a todos los movimientos que hacía. Les había esquivado cada una de sus balas, manteniéndolos a rayas, dando la ilusión de que estaba protegiendo a Camila, aunque todo lo contrario, yo estaba esperando que ella me protegiera a mí. Había terminado con uno, pero el otro se me hacía demasiado lejano para llegar a incrustarle los caninos de manera eficaz. << Estoy veinte de diez. Estuviste perfecta pero te está saliendo sangre. Vamos, ¿te acuerdas cuando te maté y te metí en mi boca? Tenías un gusto riquísimo. Ven hagámoslo otra vez. >> Jugué en lo que me acercaba al lince mordiendo antes las manos de aquel hombre que lejos de estar intentando atacarnos se agarraba el cuello con desesperación. Mas yo no dejaría que esas manos pudieran dar siquiera unos últimos disparos de convalecencia. Se los estrangulé sin hacer que sangraran, lo suficiente para romper sus huesos, no quería ensuciar mi boca con sangre. La pata de la fémina estaba herida y lo mejor que podíamos hacer ahora era correr tan rápido como podamos. Para eso tenía la opción perfecta, un labrador café, oscuro, con ojos verdes se me antojó al instante. Un animal ágil y por sobre todo demasiado activo como para recordar el dolor. Me cargué entonces al renovado gato, como si éste fuese una cría. << No puedes desmayarte o te transformarás en humano, así que mantente bien activa, queda poco. Lo hiciste muy bien, perdón por no poder ayudarte. >> El pensamiento era susurrante y al mismo tiempo que hablaba con ella me comunicaba con las aves que estaban sobre nosotros. Advirtiéndonos que había que apurarnos, iban a llegar más si no salíamos de allí inmediatamente. Y sin perder el tiempo comencé a meterme en aquellos lugares donde solo un niño podía entrar, entre edificios y casas. Parecía andar en círculos pero yo bien sabía de la existencia de los condenados. Podían rastrearnos, tenía que dejar nuestro olor y sangre en miles de lugares para que no pudieran dar con nosotros y recién ahí llegar hasta la casa que, esperaba, rezándole a algún dios o al karma mismo, que no haya nadie allí. << ¿Ya tenías las cosas armadas? No hay tiempo para seleccionar demasiado, buscaremos unos ungüentos por el camino, siento el agua bendita en la piel aún. Sin embargo se nos curará pronto. Una buena despedida de la ciudad, ¿no? ¿Me escuchas? >> Parecía ser que nunca hacía caso a las situaciones extremas, buscando darle la vuelta para ver lo mejor de todo. Ahora sabíamos, sin duda alguna, que nuestras suposiciones eran más que correctas y que lo que habíamos decidido era lo mejor para ambos. Pasaron unos minutos, no demasiados, ya que aún con la herida en el hombro, era rápido, más que si me hubiesen roto la pata, estaba la casa a unos metros, había que salir a la calle para ingresar y antes de lanzarme a eso esperé con cuidado que ambos estuviésemos recompuestos. Había que ser discretos pues en los alrededores, aunque había gente normal, ya no se podía confiar demasiado.
Un pequeño jadeo se escuchó desde el hocico del perro, que era yo mismo, observé como la felina se alzaba con sorna hacía la pared, alzándose como una pluma sobre mis hombros. No la había sentido en absoluto y me pregunté, entre medio de todo ese lío, ¿qué tan poco podía pesar un gatito? Debía ser eso por lo que parecían volar, es que a mí simplemente la altura no se me daba bien, era pesado con todas mis transformaciones y la tierra era mi mejor amiga. Sin embargo aún tenía mucho para dar y miré de reojo a los inquisidores que parecían estar atentos a todos los movimientos que hacía. Les había esquivado cada una de sus balas, manteniéndolos a rayas, dando la ilusión de que estaba protegiendo a Camila, aunque todo lo contrario, yo estaba esperando que ella me protegiera a mí. Había terminado con uno, pero el otro se me hacía demasiado lejano para llegar a incrustarle los caninos de manera eficaz. << Estoy veinte de diez. Estuviste perfecta pero te está saliendo sangre. Vamos, ¿te acuerdas cuando te maté y te metí en mi boca? Tenías un gusto riquísimo. Ven hagámoslo otra vez. >> Jugué en lo que me acercaba al lince mordiendo antes las manos de aquel hombre que lejos de estar intentando atacarnos se agarraba el cuello con desesperación. Mas yo no dejaría que esas manos pudieran dar siquiera unos últimos disparos de convalecencia. Se los estrangulé sin hacer que sangraran, lo suficiente para romper sus huesos, no quería ensuciar mi boca con sangre. La pata de la fémina estaba herida y lo mejor que podíamos hacer ahora era correr tan rápido como podamos. Para eso tenía la opción perfecta, un labrador café, oscuro, con ojos verdes se me antojó al instante. Un animal ágil y por sobre todo demasiado activo como para recordar el dolor. Me cargué entonces al renovado gato, como si éste fuese una cría. << No puedes desmayarte o te transformarás en humano, así que mantente bien activa, queda poco. Lo hiciste muy bien, perdón por no poder ayudarte. >> El pensamiento era susurrante y al mismo tiempo que hablaba con ella me comunicaba con las aves que estaban sobre nosotros. Advirtiéndonos que había que apurarnos, iban a llegar más si no salíamos de allí inmediatamente. Y sin perder el tiempo comencé a meterme en aquellos lugares donde solo un niño podía entrar, entre edificios y casas. Parecía andar en círculos pero yo bien sabía de la existencia de los condenados. Podían rastrearnos, tenía que dejar nuestro olor y sangre en miles de lugares para que no pudieran dar con nosotros y recién ahí llegar hasta la casa que, esperaba, rezándole a algún dios o al karma mismo, que no haya nadie allí. << ¿Ya tenías las cosas armadas? No hay tiempo para seleccionar demasiado, buscaremos unos ungüentos por el camino, siento el agua bendita en la piel aún. Sin embargo se nos curará pronto. Una buena despedida de la ciudad, ¿no? ¿Me escuchas? >> Parecía ser que nunca hacía caso a las situaciones extremas, buscando darle la vuelta para ver lo mejor de todo. Ahora sabíamos, sin duda alguna, que nuestras suposiciones eran más que correctas y que lo que habíamos decidido era lo mejor para ambos. Pasaron unos minutos, no demasiados, ya que aún con la herida en el hombro, era rápido, más que si me hubiesen roto la pata, estaba la casa a unos metros, había que salir a la calle para ingresar y antes de lanzarme a eso esperé con cuidado que ambos estuviésemos recompuestos. Había que ser discretos pues en los alrededores, aunque había gente normal, ya no se podía confiar demasiado.
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: Lick my wounds [Keath]
Si tenemos algún problema, lo solucionamos juntos, tú y yo.
Lynda Mullaly Hunt
Desaparecer, eso era lo que debíamos hacer una vez que nos encontráramos fuera de aquella desafortunada situación, en la que mis torpezas y debilidades nos metieron en primer lugar. No planeaba correr más riesgos, por el contrario, esperaba que lejos de París nuestra vida cambiara por completo. Una vida al lado de Keath colmada de paz, eso era lo que más deseaba, aunque al parecer los actos que ambos cometimos en el pasado, nos pasaban la factura en el momento menos oportuno. A pesar del temor de que aquel día pudiera ser el último que pasáramos en libertad, sonreí ante su ánimo. El perro que corría a mi lado no estaba dispuesto a rendirse por nada del mundo y yo tampoco; me encontraba pues decidida a salir de aquella situación o morir en el intento. No podía permitir que la inquisición nos atrapara con vida, yo no planeaba morir quemada en una plaza pública, expuesta como mi madre; si moría, lo haría dando batalla al lado del hombre que amaba.
Desesperada entonces por hacer que los inquisidores aquellos nos dejaran de una buena vez, opte por hacer caso a lo que Keath me decía acerca de ser yo quien saltara el muro que nos impedía continuar avanzando.
“Te amo Roggers, así que no dejes que te maten porque volveré” me encontraba preocupada por dejarlo, más sabiendo que estaba herido, pero hacerlo fue lo mejor. Fuera del peligro que simbolizaban los inquisidores, fui capaz de mentalmente fabricar un plan, el cual pude llevar a cabo de manera satisfactoria logrando finalmente, estar ambos fuera del peligro aunque no ilesos. Ambos resultamos heridos tratando de proteger al otro, con balas bañadas en agua bendita al parecer, pues que sangráramos tanto no era definitivamente por daño ocasionado por una bala normal.
“Tú también sangras, así que no vengas a preocuparte por mi” Me acerque a él, cojeando ligeramente de una de las patas traseras pero aparentando normalidad. No me gustaba la idea de preocuparlo cuando también se encontraba herido. “Keath, no creo que sea momento de jugar nuevamente a que me llevas muerta entre tus fauces” me encontraba segura de que podía correr y llevarle el paso perfectamente, así que no existía necesidad de que él me llevara. El inquisidor que antes tratará de atacarnos fue herido más por Keath, quien no tardo en acercarse a mi y cambiar su forma animal, dejando ante mi un labrador café “Terco que eres” mencione, acariciando con mi hocico el suyo antes de que terminara por cargarme como una vez ya lo había hecho, echando a correr casi al instante, alejándonos de los inquisidores que probablemente buscarían ayuda para tratar de atraparnos, eso sino era que ya se desplegaban grupos de búsqueda por los lugares que más solíamos frecuentar, incluida nuestra casa.
Sin importar cuanto tiempo llevará conociendo al perro, viéndolo diariamente y sobre todo amándolo, aún me sorprendía esa manera tan suya de preocuparse más por mi que por él mismo. De haber podido reírme lo habría hecho, pues hablándome como lo hacía, provocaba que me imaginara a mi misma como una mujer sumamente vulnerable, una que nunca se enfrentó al peligro; todo lo contrario a lo que había hecho en mi vida.
“No voy a desmayarme así que permanece tranquilo, es solo una herida pequeña, sangra por el agua bendita pero no es grave. Y nada de disculpas, que lo que hicimos fue un excelente trabajo en equipo… quizás deberíamos repetirlo alguna ocasión” decía aquello esperando verdaderamente no atravesar por esa experiencia en la que sufrí horrores al pensar que podía perderlo.
Con velocidad recorrimos varios sitios, dejando nuestro aroma en lugares que servirían como distracción para los inquisidores; aunque yo sabía que nada sería suficiente para mantenerlos lejos de nosotros, solo la distancia.
“Claro que te escucho” Asegure después de un momento de silencio, pues el notar que estábamos por llegar a la casa, me ponía nuevamente nerviosa y en estado de alerta “Ya tenía lo más indispensable listo que será lo único que podremos llevar. Lo bueno es que el agua bendita no nos matará, solo volverá incomoda nuestra huida” y cuando la situación se volvía más tensa, el perro siempre sabía como aligerar el ambiente “Ungüentos y creo que tenemos vendas, también deberíamos llevarlas ya que te tocará sacarme la bala” eso quizás sería lo peor, pero podía soportarlo perfectamente.
El camino hasta la casa no duró demasiado y aún así, duraba el tiempo suficiente como para que ya hubieran llegado inquisidores. Con precaución, ambos observábamos a nuestro alrededor, esperando que ninguna de las personas que andaban por ahí de manera inocente, resultaran ser enemigos.
“Debemos asegurarnos que no llegaron a la casa” informe al canino, removiéndome entonces para que me dejara en libertad y de esa manera “Iré a dar un vistazo” y sin esperar a recibir alguna clase de respuesta de él, cambie mi figura nuevamente, pasando de ser un lince al simple y nada amenazante gato domestico. Con agilidad y tratando de ignorar por completo la molestia de la bala en mi para, avance con cautela, entrando por el pequeño jardín de la casa vecina a la nuestra. Todo se encontraba en calma, las cosas estaban exactamente como las dejamos antes de salir y no detectaba olores ni sonidos desconocidos, por lo que informe a Keath de inmediato pues el tiempo era vida “Todo despejado, ahora ven acá, tomemos las cosas y vámonos de una vez” me encontraba completamente segura de lo que haríamos, únicamente, tenía dos dudas que surgieron en base al inesperado encuentro con los inquisidores; preguntas que solté en cuanto mis ojos dieron con la figura del perro “¿Nos vamos en forma humana o animal? ¿Nos esconderemos mientras tanto en los bosques o nos vimos directo al puerto?” Las cosas estaban preparadas, al menos lo básico; algo de ropa, documentos importantes y claro, nosotros. El gran viaje por una nueva vida estaba por comenzar, ya no existía entonces la posibilidad de echarse para atrás.
Lynda Mullaly Hunt
Desaparecer, eso era lo que debíamos hacer una vez que nos encontráramos fuera de aquella desafortunada situación, en la que mis torpezas y debilidades nos metieron en primer lugar. No planeaba correr más riesgos, por el contrario, esperaba que lejos de París nuestra vida cambiara por completo. Una vida al lado de Keath colmada de paz, eso era lo que más deseaba, aunque al parecer los actos que ambos cometimos en el pasado, nos pasaban la factura en el momento menos oportuno. A pesar del temor de que aquel día pudiera ser el último que pasáramos en libertad, sonreí ante su ánimo. El perro que corría a mi lado no estaba dispuesto a rendirse por nada del mundo y yo tampoco; me encontraba pues decidida a salir de aquella situación o morir en el intento. No podía permitir que la inquisición nos atrapara con vida, yo no planeaba morir quemada en una plaza pública, expuesta como mi madre; si moría, lo haría dando batalla al lado del hombre que amaba.
Desesperada entonces por hacer que los inquisidores aquellos nos dejaran de una buena vez, opte por hacer caso a lo que Keath me decía acerca de ser yo quien saltara el muro que nos impedía continuar avanzando.
“Te amo Roggers, así que no dejes que te maten porque volveré” me encontraba preocupada por dejarlo, más sabiendo que estaba herido, pero hacerlo fue lo mejor. Fuera del peligro que simbolizaban los inquisidores, fui capaz de mentalmente fabricar un plan, el cual pude llevar a cabo de manera satisfactoria logrando finalmente, estar ambos fuera del peligro aunque no ilesos. Ambos resultamos heridos tratando de proteger al otro, con balas bañadas en agua bendita al parecer, pues que sangráramos tanto no era definitivamente por daño ocasionado por una bala normal.
“Tú también sangras, así que no vengas a preocuparte por mi” Me acerque a él, cojeando ligeramente de una de las patas traseras pero aparentando normalidad. No me gustaba la idea de preocuparlo cuando también se encontraba herido. “Keath, no creo que sea momento de jugar nuevamente a que me llevas muerta entre tus fauces” me encontraba segura de que podía correr y llevarle el paso perfectamente, así que no existía necesidad de que él me llevara. El inquisidor que antes tratará de atacarnos fue herido más por Keath, quien no tardo en acercarse a mi y cambiar su forma animal, dejando ante mi un labrador café “Terco que eres” mencione, acariciando con mi hocico el suyo antes de que terminara por cargarme como una vez ya lo había hecho, echando a correr casi al instante, alejándonos de los inquisidores que probablemente buscarían ayuda para tratar de atraparnos, eso sino era que ya se desplegaban grupos de búsqueda por los lugares que más solíamos frecuentar, incluida nuestra casa.
Sin importar cuanto tiempo llevará conociendo al perro, viéndolo diariamente y sobre todo amándolo, aún me sorprendía esa manera tan suya de preocuparse más por mi que por él mismo. De haber podido reírme lo habría hecho, pues hablándome como lo hacía, provocaba que me imaginara a mi misma como una mujer sumamente vulnerable, una que nunca se enfrentó al peligro; todo lo contrario a lo que había hecho en mi vida.
“No voy a desmayarme así que permanece tranquilo, es solo una herida pequeña, sangra por el agua bendita pero no es grave. Y nada de disculpas, que lo que hicimos fue un excelente trabajo en equipo… quizás deberíamos repetirlo alguna ocasión” decía aquello esperando verdaderamente no atravesar por esa experiencia en la que sufrí horrores al pensar que podía perderlo.
Con velocidad recorrimos varios sitios, dejando nuestro aroma en lugares que servirían como distracción para los inquisidores; aunque yo sabía que nada sería suficiente para mantenerlos lejos de nosotros, solo la distancia.
“Claro que te escucho” Asegure después de un momento de silencio, pues el notar que estábamos por llegar a la casa, me ponía nuevamente nerviosa y en estado de alerta “Ya tenía lo más indispensable listo que será lo único que podremos llevar. Lo bueno es que el agua bendita no nos matará, solo volverá incomoda nuestra huida” y cuando la situación se volvía más tensa, el perro siempre sabía como aligerar el ambiente “Ungüentos y creo que tenemos vendas, también deberíamos llevarlas ya que te tocará sacarme la bala” eso quizás sería lo peor, pero podía soportarlo perfectamente.
El camino hasta la casa no duró demasiado y aún así, duraba el tiempo suficiente como para que ya hubieran llegado inquisidores. Con precaución, ambos observábamos a nuestro alrededor, esperando que ninguna de las personas que andaban por ahí de manera inocente, resultaran ser enemigos.
“Debemos asegurarnos que no llegaron a la casa” informe al canino, removiéndome entonces para que me dejara en libertad y de esa manera “Iré a dar un vistazo” y sin esperar a recibir alguna clase de respuesta de él, cambie mi figura nuevamente, pasando de ser un lince al simple y nada amenazante gato domestico. Con agilidad y tratando de ignorar por completo la molestia de la bala en mi para, avance con cautela, entrando por el pequeño jardín de la casa vecina a la nuestra. Todo se encontraba en calma, las cosas estaban exactamente como las dejamos antes de salir y no detectaba olores ni sonidos desconocidos, por lo que informe a Keath de inmediato pues el tiempo era vida “Todo despejado, ahora ven acá, tomemos las cosas y vámonos de una vez” me encontraba completamente segura de lo que haríamos, únicamente, tenía dos dudas que surgieron en base al inesperado encuentro con los inquisidores; preguntas que solté en cuanto mis ojos dieron con la figura del perro “¿Nos vamos en forma humana o animal? ¿Nos esconderemos mientras tanto en los bosques o nos vimos directo al puerto?” Las cosas estaban preparadas, al menos lo básico; algo de ropa, documentos importantes y claro, nosotros. El gran viaje por una nueva vida estaba por comenzar, ya no existía entonces la posibilidad de echarse para atrás.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: Lick my wounds [Keath]
Su pelaje de un hermoso amarillo tostado, relucía con la fragancia de la sangre en su pata. Estaba completamente enojado de ver semejante atrocidad hecha en lo que yo había conquistado como mío. Por mi parte la herida de bala que tenía en el pecho escocía más profundamente y los cortes estaban haciéndome jadear un poco. Pero mis cuatro patas eran lo suficientemente fuertes y versátiles como para ignorar todo lo que le pudiese estar pasando a las otra partes de mi cuerpo. Con la mirada fornida y destellante había decidido perder a la gentuza, llegar a la casa y emprender el viaje unos días antes de lo esperado. Para nuestra suerte, los cálculos no nos habían salido tan mal. << ¿Ésta sangre? Pft, tengo más de ellos que mía. No sabían con quienes se metían, ¿Eh? ¡Patanes! >> La miré de reojo, ocultando un poco mi preocupación, pues en verdad era mucho más que simplemente amarla, estaba desesperado por lamer su herida y quitarle la bala. Sin embargo no era tan estúpido como para perder el tiempo en algo que no la mataría. Y sabía que íbamos a llegar más rápido si sólo uno de los dos corría, ella podía ser más ágil, pero mi contextura era mucho más propicia para el momento en el que estábamos. Asentí una vez me permitió seguir con el plan. Ella había hecho demasiado ya, prácticamente había obligado a la gata a irse sin mi para que ideara una estrategia por su cuenta. ¡¿Cómo me había permitido ser tan cruel?! No pude imaginarlo y simplemente seguí con mis instintos hasta que llegamos a la zona de la casa. Me hubiese gustado ver sus ojos cuando parafraseó la idea de hacer aquello otra vez. Obviamente se trataba de un sarcasmo de lo más puro, aunque en realidad sí habíamos hecho un buen equipo, podíamos confiar el uno en el otro para salir de peleas y problemas, éramos mucho más que simples cambiaformas. Hubiese sido más divertido si los oponentes no tuvieran armas tramposas como esas. << Claro, podemos intentar extinguirlos. Aunque no nos fue muy bien la vez pasada. Ve, me avisas si está todo en orden. Y no pienses demasiado que creo que te enloqueces y me terminarás enloqueciendo a mí. >> Balbuceé en la mente, entre algunas risas para nada fingidas, ella podía realmente hacerme reír en cualquier circunstancia. Suspiré. Miré a nuestro alrededor, las auras y las tonalidades estaban tranquilas, tenía que seguir alerta y no fue hasta que escuché la voz de la mujer que me encaminé para agarrar mis propias cosas. << Si nos escondemos les vamos a dar tiempo a reagruparse y buscarnos directamente. Podemos irnos hasta el inicio del puerto como animales y luego nos adentramos como personas, el viaje es largo, si vamos escabullidos no podremos descansar ni un solo momento. Los labradores son perros de carga, así que nadie va a sorprenderse mucho si me ven con un bolso arriba. >> Ya estaba todo hecho, la casa vendida, las cuentas bancarias cerradas, los pasajes de barco estaban comprados. Ya no quedaba nada en París que nos estuviera reteniendo. Y sin más me cargué los bolsos, iríamos por las calles hasta el final del bosque y cuando estuvieramos cerca nos cambiaríamos. Los barcos salían cada dos horas, en horarios redondos. Sin embargo no tenía la menor idea el horario en el que estaríamos ahora. << ¿Qué hora es? Quizá nos conviene tomarnos un carruaje. No se lo esperarían a eso. Y puede que lleguemos más rápido al ser un camino directo. Podemos vendarnos ahí dentro también. >>
Por mi parte, me encontraba un poco más relajado y se lo dejaba ver simplemente mirándola a los ojos, tan claros y dulces, hermosamente curvados como si se tratara de un gato a punto de irse a dormir. Me relamí los labios, toscamente al estar en estado animal y dejé la lengua afuera, respirando y notando entonces que el hambre y la sed se hacían presentes. Me detuve a beber el agua que había en el fregadero, parándome de dos patas, no había tiempo para transformarse y estar desnudo frente a ella. En aquel momento de extasis, solo podría pensar en hacer cosas con su cuerpo. ¡Tenía que concentrarme! << Ah, eres demasiado hermosa, me haces desconcentrar. Vamos, salgamos de aquí, los lugares cerrados no son buenos si llegan a entrar los ‘chicos malos’.>> Me despedí entonces de la casa, sin mirar ni un segundo atrás, habían pasado muchas cosas allí, desde que nos conociéramos hasta decidir meterme entre sus cosas y hospedarme más de lo permitido. Pero nada se comparaba con tenerla a ella, viva, respirando a mi lado.
No pasó mucho tiempo hasta que llegaramos al puerto, el olor del océano se empapaba en mi nariz. Era el verdadero inicio de nuestra travesía. Sin duda podríamos conectarnos de manera más perfecta y natural, encontraríamos mucho en común, más de lo que habíamos encontrado hasta el momento. Y por supuesto, haría que se casara conmigo frente a un sin fin de personas, quizá cuando volviéramos a París. Quería darle toda la felicidad posible y sabía que sus amigos estaban en ésta ciudad. Una que ahora no era segura para ninguno de los dos, pero que quizá lo sería un tiempo después. Ambos dos sabíamos que regresaríamos, la energía de esa ciudad nos atraía como la miel a las abejas. << No tengas miedo nunca más Camila, yo estaré contigo siempre. >>
Por mi parte, me encontraba un poco más relajado y se lo dejaba ver simplemente mirándola a los ojos, tan claros y dulces, hermosamente curvados como si se tratara de un gato a punto de irse a dormir. Me relamí los labios, toscamente al estar en estado animal y dejé la lengua afuera, respirando y notando entonces que el hambre y la sed se hacían presentes. Me detuve a beber el agua que había en el fregadero, parándome de dos patas, no había tiempo para transformarse y estar desnudo frente a ella. En aquel momento de extasis, solo podría pensar en hacer cosas con su cuerpo. ¡Tenía que concentrarme! << Ah, eres demasiado hermosa, me haces desconcentrar. Vamos, salgamos de aquí, los lugares cerrados no son buenos si llegan a entrar los ‘chicos malos’.>> Me despedí entonces de la casa, sin mirar ni un segundo atrás, habían pasado muchas cosas allí, desde que nos conociéramos hasta decidir meterme entre sus cosas y hospedarme más de lo permitido. Pero nada se comparaba con tenerla a ella, viva, respirando a mi lado.
No pasó mucho tiempo hasta que llegaramos al puerto, el olor del océano se empapaba en mi nariz. Era el verdadero inicio de nuestra travesía. Sin duda podríamos conectarnos de manera más perfecta y natural, encontraríamos mucho en común, más de lo que habíamos encontrado hasta el momento. Y por supuesto, haría que se casara conmigo frente a un sin fin de personas, quizá cuando volviéramos a París. Quería darle toda la felicidad posible y sabía que sus amigos estaban en ésta ciudad. Una que ahora no era segura para ninguno de los dos, pero que quizá lo sería un tiempo después. Ambos dos sabíamos que regresaríamos, la energía de esa ciudad nos atraía como la miel a las abejas. << No tengas miedo nunca más Camila, yo estaré contigo siempre. >>
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Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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