AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The one you love [+18] - Keath
2 participantes
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The one you love [+18] - Keath
Viene de: El tiempo apremia
Le había regalado medio corazón.
Alice Sebold
Calidez. Una sensación tan agradable que me provocaba no querer abrir los ojos, podía mantener la ilusión de dormir casi eternamente, todo por él.
La respiración tranquila y acompasada de Keath me gustaba demasiado, casi tanto cmi me gustaba él por si mismo. ¿Qué estaba él haciendo en mi casa? Descansa, hacerme compañía, sincerarnos e invitarme a disfrutar de su cercanía. Todo eso y más era lo que él perro hacía en mi hogar. Antes de llegar a ese momento, pasamos de hecho por una situación complicada. Yo trate de alejarle por su bien de mi y entre palabras de molestia, besos y confesiones importantes, terminábamos desde donde yo lo veía, más únicos que nunca. No supe de hecho el momento exacto en que en aquel sueño que no era más que la vida real se desvaneció gracias a la inconsciencia que hizo de las suyas en mi; por eso ahora aún mantenía los ojos cerrados, tranquila a su lado, sin querer por nada del mundo despertar con la única finalidad de retrasar la separación que seguía a cada uno de nuestros encuentros.
Ese día era perfecto para pasarlo a su lado. Mi trabajo como mesera no comenzaba hasta tarde y como él parecía también dormir tranquilamente, sin preocupación alguna para hacer algo, deduje que tampoco tendría la gran cosa que hacer por esas horas. Me moví ligeramente, notando el cuerpo de Keath siempre cerca, aceptando los movimientos que yo efectuaba sin que sintiera que le eran molestos y mi cuerpo se amoldaba con facilidad al suyo, sin importar en que forma me acomodara. Eran tan sencillo encontrarme cómoda que era maravilloso y reconfortante, considerando sobre todo lo que la vida nos regalo durante el pasado para vivir. De ese pasado, solo quedaban recuerdos que amenazaban por desvanecerse gracias a aquel hombre.
Con algo de inseguridad por ser descubierta, abrí lento mis ojos, encontrándome una vez que logre hacerlo el galante rostro del canino aquel que robaba mi corazón. Ese hombre era demasiado para mi. Cada uno de sus gestos, su mirada e incluso las más sencillas palabras poseían un efecto en mi mayor de lo que alguna vez lo ejerció alguien. Le quería, sí, eso se me notaba y estaba segura de ello; solo que le quería como nunca quise a nadie y como probablemente nunca querría. Sonreí divertida al ver su rostro mientras dormía y como una gata traviesa acerque mis labios hasta su mandíbula, rozandolos contra ella. Mi opinión respecto a quedarme durmiendo cambio apenas le vi pues ahora lo buscaba despierto, anhelante de mi, tanto como yo de él, de sus besos y caricias.
– Keath, despierta – hable con suavidad solo para besarlo cerca de los labios, aguardando para ver cuanto tiempo me llevaba hacer que abriera sus ojos y me mirara como únicamente él sabía – Anda, abre los ojos y vayamos a desayunar algo. Prometo que te preparare lo que quieras.
Me gustaba la sensación de estar juntos y pensar en pasar más que solo una noche de esa forma me fascinaba. Mis ilusiones se aferraban a estar junto a él, pasara lo que pasara. Contra lo bueno o lo malo, no planeaba dejarle, ya no. Lo deseaba tanto para mi, sin permitir jamás que ninguna otra tratara de ganarse sus afectos. Le deseaba como compañero de aventuras, como aquel con quien podía pasar la vida entera. Deseaba a Keath como él hombre que era, de una manera tan única que comenzaba a pensar de manera muy sería, que era el único que deseaba de verdad.
– Hagamos algo – recordé entonces que aún no tenía claro si estaba ocupado – o ¿Tienes algo que hacer? De ser así no quiero robarte tiempo – Claro que quería robarle el tiempo, pero no iba a hacerlo pese a mis caprichos de gata. Seguro que de irse, no lo sacaría de mi mente todo él día y lo extrañaría terriblemente. Pero estar juntos o no, esa solo era una decisión de él.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: The one you love [+18] - Keath
“Son deseos escondidos, gruñidos sin sentido”
Dormir tan plácidamente era una de las cosas más raras para mí; aunque siempre lo hacía con mucha profundidad, pero por tan solo las horas necesarias para luego estar todo el día activo. Pero ese día… Sin dudas nunca lo había hecho de aquella forma, con una persona tan pegada a mi persona, no recordaba haberlo vivido así jamás, aquella mujer de la que me había enamorado cuando era más joven, dormía en su lado de la cama, manteniendo la comodidad mientras yo me movía de un lado a otro, soñando, corriendo y pateando. Pero con la gata todo era más sencillo y más extraño, ella se apoyaba en mí, me apretaba de manera que tuviese que amoldar todos mis sentidos, quedarme quieto, porque sabía que si la pateaba podía hacerle daño, era raro, como si en mis sueños la sintiera también. Su cuerpo, sus roces, el toqueteo de su cabello fundiéndose sobre mi piel. El calor subía y bajaba por mi cuerpo, mis brazos la apretaban, la hacían quedarse quieta por un rato y luego ambos volvíamos a movernos, cambiando de posición una y otra vez. Pero no me podía despertar, estaba demasiado cómodo, en el lugar correcto. Era esa la sensación. Estar en el lugar indicado o mejor aún, en el lugar a donde pertenecía. Y fue hasta luego de la salida del sol, que aún seguía roncando, con la cabeza tirada a un lado, apenas respirando lo necesario.
No quería levantarme, mis brazos caían a los lados de la cama, que antes mantenían a la gata encerrada, ahora simplemente estaban tirados como si se tratada de dos sogas sin vida. Pero el calor humeaba en mi cuerpo, sentía los movimientos a mis lados, jamás podría olvidar sus rodillas aplastando la cama, buscando investigar, el aroma suave que emanaba de su piel se aplastaba contra mí. Tan dulce que apenas podía dedicarle una sonrisa entre sueños. — Mmm… ga…to…cocina…do — Murmuré en un dialecto nuevo que había inventado, se llamaba tener cansancio hasta para mover los labios. Apenas pude abrir un ojo cuando sus besos se impregnaron y me batearon la cabeza. Era uno de esos días en los que me levantaba demasiado ‘amigable’ y sin dudas todo mi cuerpo deseaba de esos besos mimosos que ella procuraba darme. —No me provoques, gata. — Le reproché subiendo un dedito, el que luego llevé a mis ojos para frotarlos mientras un bostezo largo y grave avanzaba por mi garganta. Hasta que terminé estirándome de forma bruta, haciendo crujir una buena parte de mis huesos. Cuando al fin terminé de abrir los ojos, mi mundo se iluminó.
Allí estaba una hermosa rubia dulce y preciosa, llena de vitalidad, plagada de emoción en sus ojos oscuros, tan brillantes que daban ganas de apretarla y besarla sin parar. — Sí, hagamos algo. Shhh, no hables tanto, es de madrugada aún. — Susurré con una sonrisa, a medida que me sentaba en la cama y apoyaba una mano en su cintura. La observé, puedo decir que lo medité demasiado tiempo; para que quede claro, no soy una persona que piense demasiado, así que pasó quizá un minuto, hasta que la agarré con ambas manos y la acerqué a mi cuerpo. — Te haré el amor. Eso haremos. — Expliqué sobre sus labios a medida que me la cargaba en las piernas y la arrimaba contra mi pecho. Acariciándola con los dedos toscos y mal formados que tenía. Apoyándolos sobre sus glúteos, manoseándola entre divertido y perverso. — Me robas todas las horas del día, cuando no estás aquí, estas aquí. — Apuntando a mi cabeza con un dedo, buscaba sus labios, besándola de un solo movimiento, jugando con su dulce lengua, quería tomarla, hacerla mía con cuidado, con dedicación. Mantenerla en deseos durante horas, de poder ser, estaría de ese modo todo el día. Lentamente paseé mis manos por su cuerpo, la derecha se quedó sobre su hermosa curvatura trasera y la izquierda se encaminaba locamente por su vientre.
— ¿Dormiste bien? Parece que sueñas un montón. — Comenté con una sonrisa cuando me acercaba a su pecho y la elevación dulce y pequeña, lo suficiente para caber en mi mano, se hacía presente. La tomé con cuidado, bombeando con esa mano, buscando despertar sus sentidos, me había levantado con energía, con ganas de ella, de girarla en la cama las veces necesarias para quedar exhaustos nuevamente. —Yo soñé contigo y con tu cuerpo hermoso tendido sobre la cama, desnudo y hablador, me llamabas. —Observaba sus ojos, abría los dedos y buscaba su pezón por arriba del pijama. Mi cuerpo la deseaba, mi entrepierna se había levantado animada, queriendo más caricias de lo habitual. Mis dedos de la otra mano paseaban por su cintura, se acercaban a sus senos y volvían a pasearse por todas sus piernas, palpando el área, divirtiéndose con la suavidad de su estructura.
“Un manjar hecho realidad”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: The one you love [+18] - Keath
Mi persona favorita, tu.
Mi comida predilecta, tu.
A quién más amo en este mundo, tu.
Era capaz de cambiar sumamente rápido de parecer gracias a Keath. Él perro lograba que fácilmente se me olvidaran los planes y que cambiara el mundo 180º de ser posible. Tanto que era el primer hombre con quien me permitía dormir y se sentía lo más maravilloso del mundo. Querer que continuara cerca de mi era sencillo, tanto como respirar; algo natural que no hacía falta pensarlo mucho, solamente dejarse llevar por los instintos para que todo funcionara.
Reí por las respuestas que me daba entre la somnolencia, de poder cocinarle algo como lo que pedía lo haría, pero sabía que eso era simplemente una broma.
– Deja de bromear, estoy hablando en serio además de que me niego rotundamente a cocinar a uno de los míos – le bese. Me gustaba hacerlo y aprovechando que apenas despertaba y podía hacer lo que yo deseara, no iba a ser una oportunidad que desaprovechaba para tentarle, invitarlo con mis besos a estar a mi lado todo ese día. Sonreí y le acaricie una de las mejillas – Pero si no hago nada, solo trato de hacer que te despiertes y me mimes – fingí un ronroneo que contrastaba con su bostezo y me aleje levemente a notar como su cuerpo se movía, los huesos de su cuerpo crujían y el perro me miraba ya listo para lo que viniera en el día. Pensaba en que podría despertar todos los días de aquella manera, con su cuerpo a mi lado y sus palabras alegrando mis mañanas, al igual que sus miradas.
Los ojos de Keath lucían levemente enrojecidos por estar recién despierto y aún así, eran los más hermosos que viera en la vida.
– ¿Madrugada? Keath hemos dormido demasiado tiempo así que eso es mentira – busque su cercanía que me calmaba las ansias de hacer cualquier cosa que no fuera estar cerca de su presencia. Su mano se posaba en mi cintura y yo era incapaz de sentirle como algo extraño, me parecía que las cosas siempre fueron así y que mi cuerpo lo aceptaba con completa alegría. En el pequeño silencio que se formo entre nosotros lleve una de mis manos hasta sus cabellos, acariciandolos de manera suave, tratando de que el aroma del perro no solo se quedara en mi cama, sino también en mi cuerpo. Ese aroma que podría enloquecer a cualquiera, pero que esperaba que fuera solo para mi; otras tuvieron su oportunidad y la habían desaprovechado, ahora él era todo mío.
Sus palabras me tomaron por sorpresa y no era que yo no hubiera pensado en esa clase de posibilidades, sino que era tan repentina y firme su decisión que me quedaba sin saber como reaccionar en ese instante, permitiéndole únicamente que me acomodara más cerca de su cuerpo. Su aroma se volvía más irresistible, no sé si por sus palabras o porque cada vez que le miraba me resultaba más atractivo; tal vez fuese una combinación de ambas.
– No puedo decirte que no cuando me hablas así – le mordí el labio inferior solo para reír después – eres un provocador y luego me culpas a mi de serlo. Eso no es justo – le miraba fijamente cuando a medida que sus dedos recorrían mi cuerpo despertaba en mi el deseo de sentirlo directamente sobre mi piel, aquel roce que me ofrecía no era suficiente, mucho menos cuando la promesa de algo mucho más placentero se encontraba tan cercano – Me gusta que pienses en mi, me merezco robarte tantas horas como pueda cuando tu también robas las mías – algún día llegaría el momento en que no nos permitiríamos dejar el lado del otro, en tiempos mejores, menos peligrosos pero igual de perfectos.
Me deje rodear por sus manos, que examinara con ellas mi cuerpo mientras nuestras bocas se fundían en un beso que era parte del inicio de todo lo que pasaría después, maldecía que siquiera tuviera la oportunidad de separarse de mis labios para preguntar cosas.
– Dormí excelente, deberías venir a dormir a mi lado todas las noches. ¿Lo harás si te lo pido? – me recorría el cuerpo entero de una manera en la que no se podía ignorar ni aunque se deseara y no planeaba ignorarle; ante sus toques notaba mi respiración aumentar y el calor invadir mi cuerpo con el deseo de que no se detuviera nunca. El estremecimiento que me recorría el cuerpo no pasaría desapercibido por Keath, pero era imposible no sentir aquellas caricias como lo que más deseaba en esos momentos – Pues deja de soñar y mejor tenme de esa manera en la realidad – sonreí divertida. Me percataba de que el cuerpo del perro tampoco podía mentir ante el deseo y fue por eso que aprovechando mi posición movía suavemente las caderas, tentandole. Esperaba verlo impaciente como siempre cuando salíamos, pero esta vez más que nunca y todo por mi.
Mi comida predilecta, tu.
A quién más amo en este mundo, tu.
Era capaz de cambiar sumamente rápido de parecer gracias a Keath. Él perro lograba que fácilmente se me olvidaran los planes y que cambiara el mundo 180º de ser posible. Tanto que era el primer hombre con quien me permitía dormir y se sentía lo más maravilloso del mundo. Querer que continuara cerca de mi era sencillo, tanto como respirar; algo natural que no hacía falta pensarlo mucho, solamente dejarse llevar por los instintos para que todo funcionara.
Reí por las respuestas que me daba entre la somnolencia, de poder cocinarle algo como lo que pedía lo haría, pero sabía que eso era simplemente una broma.
– Deja de bromear, estoy hablando en serio además de que me niego rotundamente a cocinar a uno de los míos – le bese. Me gustaba hacerlo y aprovechando que apenas despertaba y podía hacer lo que yo deseara, no iba a ser una oportunidad que desaprovechaba para tentarle, invitarlo con mis besos a estar a mi lado todo ese día. Sonreí y le acaricie una de las mejillas – Pero si no hago nada, solo trato de hacer que te despiertes y me mimes – fingí un ronroneo que contrastaba con su bostezo y me aleje levemente a notar como su cuerpo se movía, los huesos de su cuerpo crujían y el perro me miraba ya listo para lo que viniera en el día. Pensaba en que podría despertar todos los días de aquella manera, con su cuerpo a mi lado y sus palabras alegrando mis mañanas, al igual que sus miradas.
Los ojos de Keath lucían levemente enrojecidos por estar recién despierto y aún así, eran los más hermosos que viera en la vida.
– ¿Madrugada? Keath hemos dormido demasiado tiempo así que eso es mentira – busque su cercanía que me calmaba las ansias de hacer cualquier cosa que no fuera estar cerca de su presencia. Su mano se posaba en mi cintura y yo era incapaz de sentirle como algo extraño, me parecía que las cosas siempre fueron así y que mi cuerpo lo aceptaba con completa alegría. En el pequeño silencio que se formo entre nosotros lleve una de mis manos hasta sus cabellos, acariciandolos de manera suave, tratando de que el aroma del perro no solo se quedara en mi cama, sino también en mi cuerpo. Ese aroma que podría enloquecer a cualquiera, pero que esperaba que fuera solo para mi; otras tuvieron su oportunidad y la habían desaprovechado, ahora él era todo mío.
Sus palabras me tomaron por sorpresa y no era que yo no hubiera pensado en esa clase de posibilidades, sino que era tan repentina y firme su decisión que me quedaba sin saber como reaccionar en ese instante, permitiéndole únicamente que me acomodara más cerca de su cuerpo. Su aroma se volvía más irresistible, no sé si por sus palabras o porque cada vez que le miraba me resultaba más atractivo; tal vez fuese una combinación de ambas.
– No puedo decirte que no cuando me hablas así – le mordí el labio inferior solo para reír después – eres un provocador y luego me culpas a mi de serlo. Eso no es justo – le miraba fijamente cuando a medida que sus dedos recorrían mi cuerpo despertaba en mi el deseo de sentirlo directamente sobre mi piel, aquel roce que me ofrecía no era suficiente, mucho menos cuando la promesa de algo mucho más placentero se encontraba tan cercano – Me gusta que pienses en mi, me merezco robarte tantas horas como pueda cuando tu también robas las mías – algún día llegaría el momento en que no nos permitiríamos dejar el lado del otro, en tiempos mejores, menos peligrosos pero igual de perfectos.
Me deje rodear por sus manos, que examinara con ellas mi cuerpo mientras nuestras bocas se fundían en un beso que era parte del inicio de todo lo que pasaría después, maldecía que siquiera tuviera la oportunidad de separarse de mis labios para preguntar cosas.
– Dormí excelente, deberías venir a dormir a mi lado todas las noches. ¿Lo harás si te lo pido? – me recorría el cuerpo entero de una manera en la que no se podía ignorar ni aunque se deseara y no planeaba ignorarle; ante sus toques notaba mi respiración aumentar y el calor invadir mi cuerpo con el deseo de que no se detuviera nunca. El estremecimiento que me recorría el cuerpo no pasaría desapercibido por Keath, pero era imposible no sentir aquellas caricias como lo que más deseaba en esos momentos – Pues deja de soñar y mejor tenme de esa manera en la realidad – sonreí divertida. Me percataba de que el cuerpo del perro tampoco podía mentir ante el deseo y fue por eso que aprovechando mi posición movía suavemente las caderas, tentandole. Esperaba verlo impaciente como siempre cuando salíamos, pero esta vez más que nunca y todo por mi.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: The one you love [+18] - Keath
“No busquemos lo complicado del acertijo del amor y vivámoslo intensamente”
Era una manía tenerla tan cerca, me preguntaba cuántas veces había visto un par de ojos tan alineados y prepotentes, no, jamás había visto ningunos iguales. Eran tenaces y capaces de ver a través de mí, las yemas de mis dedos, resecas y algo burdas pasaban por la suavidad de su piel, palpaban el contorno de sus mejillas, para luego perderse en la inmensidad de su cabello. La escuchaba con una sonrisa tatuada en el rostro, esa nariz chiquita y parada y sus labios que me alarmaban cuando desprendían palabras imperativas. La aprisioné en ese entonces, con ambos brazos la rodeaba y besaba, somnoliento, bostezando de a tantos mientras seguía desperezándome hasta que todas las vértebras se alistaran a prepararse. —Yo te mimo, que gata egoísta, por eso nos llevamos mal. — Bromeé acariciando su cuello, su espalda, riendo en altos cuando sus ronroneos se hacían presentes y provocaban que mis ojos brillen de regocijo. Me mordía la lengua para no terminar tirándome sobre ella de un solo salto. No entendía cómo era que ‘odiaba’ a los gatos, al final había terminado deleitándome con uno, enjaulándome a mí mismo en la libertad que había deseado nunca más conocer, no quería volver a sufrir, pero tan solo verla o escucharla hacía que cambie de parecer instantáneamente.
—Pero podríamos haber dormido más, en el sol, recostados~ — Pasando los dedos y la nariz por su piel, moviéndola en tanto su figura se paseaba por un lado y por el otro, sus nítidas caderas bamboleaban y me hacían perder la concentración de mis caricias. Mi voz carraspeó cuando la cercanía era casi nula, los besos eran pasiones escondidas, era un caramelo que no paraba de disfrutar. —No me digas que no nunca~ Umgh, ¿Yo? Estas loca rubiecita. — Jugueteando con sus palabras, deslizaba la mano por sus nalgas, inspeccionando la textura, me iba por los costados de sus piernas, hasta llegar a su rodilla y apretarla, enganchándola más sobre mis caderas, tenerla tan pegada era demasiado placer carnal para mis instintos. Sus movimientos esbozaban esa feminidad tan hermosa en ella, que tan solo en un quejido hizo que mi cuerpo estremeciera y diera un salto de sorpresa. —Lo haría si me lo pidieras. ¿Me lo quieres pedir? — Enarqué una ceja y tomé su cintura con ambas manos y empujé su cuerpo hacía abajo, aplastando mi entrepierna contra ella, sentía un dolor punzante mi ojo derecho se semi cerró y suspiré para arrastrarla un poco contra la cama, desnudarla era lo que quería. No tardé en quitar la blusa que tenía, tan solo verle sus pechos me enloqueció y cual perro faldero la moví para aplastarla contra la cama, tal como ella demandaba. Mis besos se propagaron por su cuello, una de mis manos por propia inercia se aplastó contra su seno, tan cuidadosamente, que parecía abrazarla y poco a poco, entre movimientos semi circulares se fue traspalando hacía su pezón, tomándolo con delicadeza por la punta, mientras besaba con la boca su clavícula, volviendo a su rostro. — ¿Sigo soñando? —
Pregunté de forma cómica, y mi mano desocupada volvió a sus piernas y palpó por alrededor de su entrepierna, lentamente y con un dedo, girando con curiosidad sobre su zona, mordiendo mis labios mientras observaba aquel seno vacío, pequeño, lo suficientemente perfecto para caber en mi boca o mano. Fui acercándome, la saliva casi se me caía por verla, tan deliciosa, sus extremidades, su tan delicada y formada piel y músculos. Mi lengua se amansó con su piel alrededor de su rosado punto mordisqueando me acercaba, me deleitaba hasta quedar en el medio, succionando, moviendo mi lengua hasta sentir que le robaba el pedazo de piel, lo solté con un ruido en seco y volví a tomarlo. Mi rodilla se aplastaba contra su cavidad, deseaba darle placeres por todos lados, comerla lenta y brutamente. Pero sin dañar su cuerpo, tan curvilíneo y formado, deseoso y jugoso, parecía que tenía una comida luego de mil años de no probar bocado. —Eres tan hermosa que si pudiese te comería entera, preciosa. — Le sonreí, besé el costado de su sensibilidad y luego mordí juguetonamente siguiendo por su torso, mientras la mano derecha seguía en su trabajo de estirar su pequeño pezón, amasarlo con cuidado, erectarlo hasta que quede rojizo y puntiagudo. Mi lengua perruna seguía moviéndose en zigzag, buscaba su ombligo, mordía los costados y volvía a subir, observando su cuerpo, deseando hasta su alma.
“Un placer humano, un instinto animal. Un amor y deseo que no puedo comparar”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: The one you love [+18] - Keath
Luego la besó. Y, al roce de sus labios, ella se abrió como una flor y la encarnación fue completa.
Francis Scott Fitzgerald
Sus comentarios eran tan divertidos que me sacaban las sonrisas sin esfuerzo alguno, más cuando se trataban acerca de nosotros.
– Imagina ahora si nos lleváramos bien como estaríamos – respondía sus palabras, buscando como pasar mi nariz por su cuello, llenando mis sentidos del aroma que despedía Keath y que me era tan fascinante. Me resultaba increíble pensar de que después de la manera tan burda en que nos encontráramos por primera vez todo resultara de la manera en que era ahora. No podía imaginarme en brazos de nadie más que no fuera ese perro, con todo y que en algún momento pensé que era el hombre más molesto del mundo. Aún me fastidiaba su galantería pero era solo porque creía que alguna mujer trataría de llevárselo lejos de mi, sin embargo, esas inseguridades desaparecían cuando estaba a mi lado, observándome como si fuera lo más hermoso que viera en la vida – Dame mimos y yo te daré a ti – reí y mordisque su oreja divertida.
– Durmamos más entonces, vayamos al patio y quedémonos en el sol, si es que prefieres eso a que estemos como ahora – mi mirada se enfocaba en la suya y le sonreía. Pasaba las manos por sus cabellos, bajando de ahí a su torso. Odiaba el hecho de que aún quedara ropa sobre su cuerpo con todo y que después de las discusiones de la noche anterior terminara por hacer que se quedara en casa. Debía admitir que esperaba hacer que se arrepintiera de dormir y mis intentos dieron frutos cuando sus manos me acariciaban donde solo a él le permitiría tocar, provocando que la piel se me erizara – Por eso he dicho que nunca te podría decir que no, así que no temas de eso – sonreí – Estoy loca si, pero por ti – susurre antes de ir a besar sus labios que al tener tan cerca me era imposible ignorarles y no degustarlos como si fuera una comida irresistible. Buscaba profundizar los besos y despertarle mucho más ese deseo que se notaba por mi, no quería que terminara por detenerse aunque conociéndole, sabía que es no pasaría. Nuestros labios se separaron y enarque la ceja – Claro que te lo quiero pedir, ¿Qué otro motivo tendría entonces para comentarte algo así? – Mío, él era todo mío. Mis movimientos surtieron el efecto que esperaba y tal como era de suponerse no solo Keath se veía afectado, sino que cuando me sujeto para de un movimiento pegarme más a él, jadeé de manera inesperada y termine por sonreír.
Terminamos nuevamente sobre la cama, pero esta vez su cuerpo estaba sobre el mío y me moví para facilitar que sacara la ropa de dormir que aún me cubría el cuerpo, esa que ahora únicamente era un estorbo para permitirme sentir lo que deseaba. Mi cuerpo reaccionaba con una naturalidad que me sorprendía bastante, como si hubiera sido hecho para Keath. Incluso cuando su mano fue a posarse directamente sobre mi seno, parecía caber perfecto en su mano y la calidez de ella traspaso a mi piel, a cada parte con que se deleitaba a su mismo y a mi al mismo tiempo.
– No, este no es un sueño – una de mis manos paso por su rostro – es la realidad – sus manos me examinaban, jugaban con la parte más sensible de mi cuerpo la cual podía notar deseosa de sus atenciones tanto como cualquier otra parte de mi cuerpo; pero Keath se lanzo a ocuparse primero de mis senos. Una de sus manos me otorgaba caricias y tiroteaba suave para que la excitación se mostrara en todas parte de mi ser; su boca también exigía como suyo mi cuerpo y mi respiración aumentaba, me movía debajo de su cuerpo. El sonrojo del momento se hacía visible en mis mejillas y cuando se aparto de mi puse una mano en su pecho y me senté – Lo siento, aquí nos comeremos ambos.
Era una injusticia que únicamente yo estuviera quedando desnuda, cuando en el cuerpo del perro aún se lucía la camisa de la noche anterior y que impedía que pudiera tocarle como quería. Lleve ambas manos hasta los botones de aquella prenda mientras que le miraba de manera fija e iba desabotonando su ropa. Conforme aparecía la piel del perro me moví para quedar más cerca de él y repartir besos por aquella piel que me invitaba a recorrerla, a acercarla tanto a mi que pareciera que nuestros cuerpos eran uno solo. El cuerpo de Keath era perfecto, los músculos se le notaban marcados y me gustaba la sensación de su piel en mis labios; tanto que a momentos me daba la necesidad de pasar mi lengua por ella.
– ¿Siempre has sido tan apuesto? – pregunte en broma y algo curiosa cuando iba por su abdomen y mis manos terminaban con su camisa, solo para viajar a terrenos aún desconocidos y pasar lento por aquella zona que ya demostraba parte de su excitación.
Francis Scott Fitzgerald
Sus comentarios eran tan divertidos que me sacaban las sonrisas sin esfuerzo alguno, más cuando se trataban acerca de nosotros.
– Imagina ahora si nos lleváramos bien como estaríamos – respondía sus palabras, buscando como pasar mi nariz por su cuello, llenando mis sentidos del aroma que despedía Keath y que me era tan fascinante. Me resultaba increíble pensar de que después de la manera tan burda en que nos encontráramos por primera vez todo resultara de la manera en que era ahora. No podía imaginarme en brazos de nadie más que no fuera ese perro, con todo y que en algún momento pensé que era el hombre más molesto del mundo. Aún me fastidiaba su galantería pero era solo porque creía que alguna mujer trataría de llevárselo lejos de mi, sin embargo, esas inseguridades desaparecían cuando estaba a mi lado, observándome como si fuera lo más hermoso que viera en la vida – Dame mimos y yo te daré a ti – reí y mordisque su oreja divertida.
– Durmamos más entonces, vayamos al patio y quedémonos en el sol, si es que prefieres eso a que estemos como ahora – mi mirada se enfocaba en la suya y le sonreía. Pasaba las manos por sus cabellos, bajando de ahí a su torso. Odiaba el hecho de que aún quedara ropa sobre su cuerpo con todo y que después de las discusiones de la noche anterior terminara por hacer que se quedara en casa. Debía admitir que esperaba hacer que se arrepintiera de dormir y mis intentos dieron frutos cuando sus manos me acariciaban donde solo a él le permitiría tocar, provocando que la piel se me erizara – Por eso he dicho que nunca te podría decir que no, así que no temas de eso – sonreí – Estoy loca si, pero por ti – susurre antes de ir a besar sus labios que al tener tan cerca me era imposible ignorarles y no degustarlos como si fuera una comida irresistible. Buscaba profundizar los besos y despertarle mucho más ese deseo que se notaba por mi, no quería que terminara por detenerse aunque conociéndole, sabía que es no pasaría. Nuestros labios se separaron y enarque la ceja – Claro que te lo quiero pedir, ¿Qué otro motivo tendría entonces para comentarte algo así? – Mío, él era todo mío. Mis movimientos surtieron el efecto que esperaba y tal como era de suponerse no solo Keath se veía afectado, sino que cuando me sujeto para de un movimiento pegarme más a él, jadeé de manera inesperada y termine por sonreír.
Terminamos nuevamente sobre la cama, pero esta vez su cuerpo estaba sobre el mío y me moví para facilitar que sacara la ropa de dormir que aún me cubría el cuerpo, esa que ahora únicamente era un estorbo para permitirme sentir lo que deseaba. Mi cuerpo reaccionaba con una naturalidad que me sorprendía bastante, como si hubiera sido hecho para Keath. Incluso cuando su mano fue a posarse directamente sobre mi seno, parecía caber perfecto en su mano y la calidez de ella traspaso a mi piel, a cada parte con que se deleitaba a su mismo y a mi al mismo tiempo.
– No, este no es un sueño – una de mis manos paso por su rostro – es la realidad – sus manos me examinaban, jugaban con la parte más sensible de mi cuerpo la cual podía notar deseosa de sus atenciones tanto como cualquier otra parte de mi cuerpo; pero Keath se lanzo a ocuparse primero de mis senos. Una de sus manos me otorgaba caricias y tiroteaba suave para que la excitación se mostrara en todas parte de mi ser; su boca también exigía como suyo mi cuerpo y mi respiración aumentaba, me movía debajo de su cuerpo. El sonrojo del momento se hacía visible en mis mejillas y cuando se aparto de mi puse una mano en su pecho y me senté – Lo siento, aquí nos comeremos ambos.
Era una injusticia que únicamente yo estuviera quedando desnuda, cuando en el cuerpo del perro aún se lucía la camisa de la noche anterior y que impedía que pudiera tocarle como quería. Lleve ambas manos hasta los botones de aquella prenda mientras que le miraba de manera fija e iba desabotonando su ropa. Conforme aparecía la piel del perro me moví para quedar más cerca de él y repartir besos por aquella piel que me invitaba a recorrerla, a acercarla tanto a mi que pareciera que nuestros cuerpos eran uno solo. El cuerpo de Keath era perfecto, los músculos se le notaban marcados y me gustaba la sensación de su piel en mis labios; tanto que a momentos me daba la necesidad de pasar mi lengua por ella.
– ¿Siempre has sido tan apuesto? – pregunte en broma y algo curiosa cuando iba por su abdomen y mis manos terminaban con su camisa, solo para viajar a terrenos aún desconocidos y pasar lento por aquella zona que ya demostraba parte de su excitación.
Última edición por Camila De Rose el Dom Oct 12, 2014 6:43 pm, editado 1 vez
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: The one you love [+18] - Keath
“Quise amoldarme a ti, abrazarte y poseerte por siempre”
— ¡Estaríamos con un montón de hijitos! — Le respondí al instante sobre cómo estaríamos si nos lleváramos realmente bien, dejando salir una risa torpe, seguido por caricias suaves en su piel. Tan lechosa y dulce que deseaba comerla cual almuerzo. El cosquilleo se convertía en frenesí, bajaba por mi cuello cuando sus dientes finos y delicados aprisionaban mi oreja. Mis orbes se afilaban y no esperé demasiado a cumplir sus caprichos. La mimaba, acariciaba sus piernas torneadas, recorriendo por los costados de sus caderas. Pasaba las yemas de los dedos por allí y me acercaba a su entrepierna de vez en cuando. Yo quería poseerla, tomarla como mía por toda la vida que me quedase. — ¿Mmm? Dormir puede esperar, si quieres podemos seguirlo en el patio de eso no hay dudas, en el solcito. Tus cabellos seguro se ponen brillantes y dorados cuando te da el reflejo. — Movía los ojos recorriéndola, inspeccionándola, mordía mi labio, todo a modo de burla y deseo. En mis orbes se podía notar lo mucho que quería hacerle el amor. No era una persona capaz de cubrir mis instintos, no tenía una capa que escondiera algo de mí. Yo estaba allí, desnudo en cuerpo y esencia. Mis manos subieron por su espalda en el instante en que ella se movió y los besos lentos recorrieron su piel, haciendo sonidos de jale y empuje sobre las zonas. Notaba como me observaba, le tenía rencor a la ropa o eso parecía, pero yo estaba demasiado ocupado como para quitarla.
Mi entrepierna sentía pavor cuando los roces se prolongaban y entre jadeos suaves y cuidados mis dientes se acercaron a su hombro, mordiéndolo, bajando por su brazo, mordisqueando de la misma manera. Dejaba un camino de color rosado, muy suave, no quería lastimarla. —Quizá quieres torturarme… Yo estaré a tu lado todo el tiempo que quieras, porque estoy enamorado de tu sonrisa. ¿Entonces, me quedó para siempre? — Respondía mientras mi cabeza se agachaba a sus pechos, lamía el pezón, un lengüetazo entero, para saborear la perfección de sus curvas. Subí la mirada a la ajena y seguí succionando, apretando con la mano derecha su busto, lo masajeaba con cuidado, cabía perfectamente en mi mano y su punto rosado se erguía al cielo un poco más con cada toque. Pensé entonces que podría vivir toda la vida acurrucado entre aquel par de nubes. Pero la felicidad fue reemplazada por sus manos, que me agarraban recelosas y me quedé escuchando. Sonreía, mostrando todos mis dientes, haciendo que se estiren mis labios que querían empezar a reír, pero no lo hice. Simplemente hice caso a sus peticiones y cuando los botones fueron abiertos por completo, dejé que la prenda cayera por mis brazos, hasta sacarla enteramente de un jalón. — Venga, ¿tienes hambre? Porque yo tengo el estómago vacío. — El acercamiento provocaba roces incalculables, que hicieron que mis manos se enredaran en sus piernas, apretando sus nalgas, tironeando todo, hasta que ella quedara a piel expuesta por completo. Quería tenerla allí, desnuda, para poder idolatrar esa figura femenina que había conocido desde la primera vez.
— ¿Lo soy? Los hombres no son apuestos. Pero tú eres tan hermosa, te lo haré hasta morirme, mi princesa. — Mis labios se posaban sobre sus mejillas, sentía la presión de sus delgadas manos sobre mi torso y no pude hacer más que sonreír. Me tocaba con una curiosidad y emoción que hacía que mi entrepierna apunte más hacerse un bloque duro y macizo que comenzaba a ser punzante y doloroso. Saqué un gruñido cuando el roce se propagó y de un saque, quité su ropa inferior, hasta que la belleza de su exterior quedó completamente a la intemperie. Su aroma era exquisito y mis sentidos se nublaron por completo. Deslicé los dedos demasiado rápido hacía allí, tan solo con la yema surqué entre sus labios inferiores, quería sentirle la textura y así lo hice. Con la otra mano fui a su mejilla, acercándola a mis labios, besándola sin pudor alguno, mi lengua buscaba bailar con la ajena. Apretándola, acurrucándola en mi cuerpo todo lo más que podía. El calor estaba aumentando a niveles infernales en esa habitación. Mis caderas se apretaban, me abanicaba con deseos de penetrarla, pero aún había una interferencia entre nosotros, su cuerpo estaba desnudo pero mi parte seguía con la ropa interior que poco a poco se pegaba contra mi miembro que anunciaba querer reunirse a aquella previa que se estaba tornando casi tortuosa. — Quiero más de ti… ¿Me das? — Susurré sobre aquellas frutillas que se habían tornado rosadas, lamiendo un poco más, tironeando de aquellos labios con dulzura. Al tanto que mis dedos se movían de manera circular sobre la finura de su entrepierna, apenas rozaba y acariciaba la lubricación, apretando hacía adentro el hermoso punto agitado que se empezaba a notar en su sexualidad.
“Un círculo vicioso que no quiero parar de saborear”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: The one you love [+18] - Keath
We won’t live too long, so let’s love for one song
In The Valley Below - Peaches
– ¿Hijos? Yo no había pensado en eso, pero ahora que lo mencionas sería probable que si – No mentía con mis palabras, era la primera vez que escuchaba la palabra hijos salir de los labios de alguno de nosotros aunque fuera a manera de broma o realidad, pero eso no era algo de lo que creía que debíamos hablar o preocuparnos en esos momentos pues teníamos otras cosas en mente. Le hice una mueca y arrugue ligeramente la nariz – Quedemonos aquí, después si aún quieres continuar podemos irnos al sol. Ahora realmente no quiero moverme de aquí y mucho menos dejare que tu te muevas – No me importaba realmente si es que quería que saliéramos, solo no quería que nuestros cuerpos se despegaran un instante. Mis manos se mantenían cerca de él, mi cuerpo reaccionaba al más ligero roce y hasta a las miradas que me dirigía y no trataba de ocultar eso para nada, dejaba que se diera cuenta del efecto que tenía para conmigo.
Mi piel tenía la tenue marca rojiza de sus mordidas que solo aumentaba el deseo en mi. Sonreí ante sus comentarios y le negué de manera firme.
– Nunca quiero torturarte, además no parece como que estés sufriendo para nada – me aferre a sus hombros – Y quédate, quiero que estés para siempre a mi lado. No te vayas nunca porque entonces me encargare de seguirte y no querrás verme molesta – resople antes de perder la perspectiva de la platica y dejarme arrastrar por su lengua a la perdición. No solo sus manos me afectaban, hasta el hecho de que su mirada se encontrara con la mía era algo que no podía evitar aumentara mis ganas de tenerle completamente desnudo, únicamente para mi – Yo estoy más enamorada – susurre, dandole a mis palabras un énfasis que tal vez no se notaria por lo tenue que pareció salir. Estaba de hecho algo celosa, yo quería ser quien más quisiera a ese perro, la única que pudiera verlo de esa manera; agradecía que no tuviera que compartirlo ni siquiera con la mujer a la que perteneció el vestido que use en nuestra primera salida. Keath era mío, desde ese momento y para siempre lo sería – Pues entonces comamos porque no creo poder esperar mucho más – un cosquilleo me recorría el cuerpo y se anidaba en mis zonas más sensibles e intimas. No era la primera vez que alguien me veía desnuda y estaba segura que no sería la ultima; pero en definitiva sería la primera sintiendo todo aquello.
– Si lo eres, no te atrevas a llevarme la contraria en estos momentos – me incline y mordí suave su cuello – yo siempre tengo la razón cuando hablo de lo apuesto que eres y olvide decirte – sonreí juguetona – te prohibo morir, seguro después quiero que me lo hagas otro día y entonces será malo no tenerte mas – Me deleitaba sintiendo su cuerpo, memorizando cada parte de la piel de Keath para evocarla cada vez que pensara en él. Ya estábamos en un situación más igualitaria cuando termine completamente desnuda y jadeé al sentir el roce de sus dedos sobre mi sexo. Cualquier otro sonido fue acallado entre sus labios – Tanto como quieras – respondí a su petición, olvidando respirar a ratos por sus roces, esa manera en que sus dedos se movían; pese a todo, aún faltaba algo para que ya nos mantuviéramos en la igualdad que estaba buscando tener y eso era que él aún llevaba prendas que le cubrían y yo, ya no tenía la paciencia como para esperar más. No supe exactamente como era que aún podía hilar ideas completas sobre las acciones a seguir pero de manera instintiva, guiada meramente por el deseo de sentir su piel y aquella masculinidad del perro es que mis manos fueron hasta la ropa interior de Keath y gracias a sus movimientos termine por dejarle desnudo. Mordí mi labio mientras que le miraba a los ojos y mi mirada se deslizo por su cuerpo, llenando mi vista de la perfección que me parecía tenía su cuerpo entero – Keath ¿Qué me darás tu a mi? – sonreí, la lujuria me guiaba y así como él parecía divertirse con mi sensibilidad, yo decidí jugar con la suya. Deslice una de mis manos por su erecto miembro, sintiendo por primera vez de manera directa lo que mi presencia le provocaba a él. Con parsimonia subía y bajaba mi mano; mis labios se dirigieron a depositar besos en su cuello, a mordisquear suavemente su mentón de vez en cuando mientras que mi mano aumentaba sus movimientos, conforme la excitación que me generaba la suya sobre mi aumentaba. Un ronroneo salió de mi garganta, porque ya no era nada que antes me gustara lo que me hacía sentir tan bien; era él por quien mi cuerpo se derretía, era él con quien deseaba ser un solo cuerpo, desde ese momento y en delante.
In The Valley Below - Peaches
– ¿Hijos? Yo no había pensado en eso, pero ahora que lo mencionas sería probable que si – No mentía con mis palabras, era la primera vez que escuchaba la palabra hijos salir de los labios de alguno de nosotros aunque fuera a manera de broma o realidad, pero eso no era algo de lo que creía que debíamos hablar o preocuparnos en esos momentos pues teníamos otras cosas en mente. Le hice una mueca y arrugue ligeramente la nariz – Quedemonos aquí, después si aún quieres continuar podemos irnos al sol. Ahora realmente no quiero moverme de aquí y mucho menos dejare que tu te muevas – No me importaba realmente si es que quería que saliéramos, solo no quería que nuestros cuerpos se despegaran un instante. Mis manos se mantenían cerca de él, mi cuerpo reaccionaba al más ligero roce y hasta a las miradas que me dirigía y no trataba de ocultar eso para nada, dejaba que se diera cuenta del efecto que tenía para conmigo.
Mi piel tenía la tenue marca rojiza de sus mordidas que solo aumentaba el deseo en mi. Sonreí ante sus comentarios y le negué de manera firme.
– Nunca quiero torturarte, además no parece como que estés sufriendo para nada – me aferre a sus hombros – Y quédate, quiero que estés para siempre a mi lado. No te vayas nunca porque entonces me encargare de seguirte y no querrás verme molesta – resople antes de perder la perspectiva de la platica y dejarme arrastrar por su lengua a la perdición. No solo sus manos me afectaban, hasta el hecho de que su mirada se encontrara con la mía era algo que no podía evitar aumentara mis ganas de tenerle completamente desnudo, únicamente para mi – Yo estoy más enamorada – susurre, dandole a mis palabras un énfasis que tal vez no se notaria por lo tenue que pareció salir. Estaba de hecho algo celosa, yo quería ser quien más quisiera a ese perro, la única que pudiera verlo de esa manera; agradecía que no tuviera que compartirlo ni siquiera con la mujer a la que perteneció el vestido que use en nuestra primera salida. Keath era mío, desde ese momento y para siempre lo sería – Pues entonces comamos porque no creo poder esperar mucho más – un cosquilleo me recorría el cuerpo y se anidaba en mis zonas más sensibles e intimas. No era la primera vez que alguien me veía desnuda y estaba segura que no sería la ultima; pero en definitiva sería la primera sintiendo todo aquello.
– Si lo eres, no te atrevas a llevarme la contraria en estos momentos – me incline y mordí suave su cuello – yo siempre tengo la razón cuando hablo de lo apuesto que eres y olvide decirte – sonreí juguetona – te prohibo morir, seguro después quiero que me lo hagas otro día y entonces será malo no tenerte mas – Me deleitaba sintiendo su cuerpo, memorizando cada parte de la piel de Keath para evocarla cada vez que pensara en él. Ya estábamos en un situación más igualitaria cuando termine completamente desnuda y jadeé al sentir el roce de sus dedos sobre mi sexo. Cualquier otro sonido fue acallado entre sus labios – Tanto como quieras – respondí a su petición, olvidando respirar a ratos por sus roces, esa manera en que sus dedos se movían; pese a todo, aún faltaba algo para que ya nos mantuviéramos en la igualdad que estaba buscando tener y eso era que él aún llevaba prendas que le cubrían y yo, ya no tenía la paciencia como para esperar más. No supe exactamente como era que aún podía hilar ideas completas sobre las acciones a seguir pero de manera instintiva, guiada meramente por el deseo de sentir su piel y aquella masculinidad del perro es que mis manos fueron hasta la ropa interior de Keath y gracias a sus movimientos termine por dejarle desnudo. Mordí mi labio mientras que le miraba a los ojos y mi mirada se deslizo por su cuerpo, llenando mi vista de la perfección que me parecía tenía su cuerpo entero – Keath ¿Qué me darás tu a mi? – sonreí, la lujuria me guiaba y así como él parecía divertirse con mi sensibilidad, yo decidí jugar con la suya. Deslice una de mis manos por su erecto miembro, sintiendo por primera vez de manera directa lo que mi presencia le provocaba a él. Con parsimonia subía y bajaba mi mano; mis labios se dirigieron a depositar besos en su cuello, a mordisquear suavemente su mentón de vez en cuando mientras que mi mano aumentaba sus movimientos, conforme la excitación que me generaba la suya sobre mi aumentaba. Un ronroneo salió de mi garganta, porque ya no era nada que antes me gustara lo que me hacía sentir tan bien; era él por quien mi cuerpo se derretía, era él con quien deseaba ser un solo cuerpo, desde ese momento y en delante.
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Re: The one you love [+18] - Keath
“Solo escucho la promesa de tu corazón”
Le sonreí con la emoción característica en mí, divirtiéndome con sus palabras, pensando lo maravilloso que sería estar rodeados de niños, jugar los unos con los otros y poder revolcarnos de a muchos en el pasto y el sol. Quedé impresionado con la idea, pero esta se esfumó en breves, pues las caricias gatunas hacían que otra parte de mis emociones comiencen a vibrar. — Sufro, lo juro. Como cuando me mienten sobre lanzarme un hueso. — Comentaba con la voz chillante, alzando las manos para poder envolverla por un momento, dedicándole miradas espionas a lo que hacía, mientras mis dedos inquietos se colaban por sus prendas, por su piel y por sus partes sensibles. Escucharla, ver el sonrojo y los efectos que en su cuerpo aparecían como estremecimientos de forma sonora solo me causaron una excitación sin igual. Mis deseos se aumentaban, al igual que el sexo que tenía entre las piernas. — No, no quiero eso, sería como llamar al diablo volverte a ver enojada. — Hice hincapié en el beso, buscando que olvide aquella situación, volver a ver a la gata molesta me daba mucho más miedo que quedarme sin carne por un mes entero. Ella era feroz y mostraba las garras cuando algo no le agradaba. Así que me sentí seguro de quedarme a su lado, protegería aquella gata todos los años venideros, hasta que nuestras almas se vayan del mundo.
Mordí mi labio inferior y luego succioné el ajeno, pasando la nariz por el borde de su cuello, rodeando su mandíbula. Mis manos se paseaban por sus pechos, lentamente su pezón quedaba acomodado entre mis dedos y los movimientos circulares y cuidadosos comenzaban. Me deleitaba verla moverse, buscar quitármelo todo, me subí un poco y le di el espacio necesario hasta que la desnudez de ambos se fundía y se veía. Rodé un poco con su cuerpo, masajeando su busto, sintiendo sus caderas que tan dulcemente se abanicaban contra las mías. Cerré un ojo cuando la sensación de electricidad me recorrió y volví a besarla, tomando su lengua, succionándola al tiempo que la apretaba contra mí, buscando hasta quitarle la respiración. — Entonces, ¡seré inmortal para ti! No cariño, no te llevo la contraria, eres la princesa de la casa después de todo. — Reía socarronamente mientras que apoyaba una mano en su nalga y la movía exóticamente hacía arriba, abajo y a los lados, la apretaba, soltaba y volvía a agarrar. Era tan suave y cabía perfectamente en mi mano, que solo pude detenerme cuando sus dientitos filosos y juguetones se arrimaron a mi cuello. Me la quedé mirando, la forma de sus ojos tan empinada y la mirada que lo decía todo. — Te daré todo lo que quieras y más. Soy un caballero. — La última frase salió hilarante de mi garganta, pues sus manos pequeñas se apoyaron contra mi miembro al descubierto, se endureció aún más. Mi testículos se aprensaban a cada caricia que me daban, pues no eran lo suficientemente fuertes para masturbarme, ni tan débiles como para no sentirlas. Los dedos de mis pies se apretaron y la observé con solemne reproche.
— No juegues de esa manera gatita, o tendré que hacerlo yo también. — Paseé mi mano por entre sus piernas, mi dedo anular se apoyaba entre sus labios inferiores y con una lentitud horriblemente torturadora me acerqué a su clítoris, lo acaricié como quien palpa algo desconocido y pronto me vi estirando el dedo índice, moviéndolo rápidamente, golpeaba sus pétalos con delicadeza y me fui acercando a ella cada vez más. — Ven aquí, quiero comerte de una vez. Ya es hora de desayunar y si no me alimento, ¡estaré sumamente débil! — Agarré su tobillo derecho con la mano libre y la arrastré a mis piernas y con rudeza la giré desde los hombros, pero con cuidado de no lastimarla, su cuerpo era como un cristal para mí. La acerqué hasta que su espalda quedó contra mi miembro y lo apoyé duramente contra su piel. — Umgh… Abre las piernas mi dulce gata, hoy si quiero escucharte maullar. — Susurré perversamente en su oreja, con gracia y deseo, mi lengua se paseó por su oreja y dediqué mordidas suaves a su lóbulo. Con ambas manos tomé sus piernas, alzándola por debajo de la rodilla. La acercaba a mi miembro. Ella era tan liviana como una pluma, acaricié con la punta de mi sexo desde su entrada trasera hasta el final donde su hermoso punto rosado se escondía, la hamaqué varias veces, con la cabeza apoyada en su hombro, observando cómo se movía su cuerpo. —Amor, ¿lo quieres? Quiero dártelo ahora mi hermosa Camila, me provocaste demasiado. — Tal cual como si fuese su culpa, dejé caer lentamente aquel cuerpo sobre mi miembro, sus puertas se abrían para mí, sentía lo estrecho del asunto y me controlaba para llegar al fondo sin dolor. Quedé sujetando una sola de sus piernas, pues mi otra mano iba a su cavidad y acariciaba su vulva, apretujaba para que la excitación lubrique más y más, hasta quedar entero dentro, mi miembro se sentía ahogado y dejé salir un jadeo revoltoso sobre ella. Estaba todo allí, quieto y mi miembro vibraba de la emoción. — Muévete cuando quieras, aquí dentro es el paraíso. —
“Es el interior de una cárcel de la que no quiero salir jamás.”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: The one you love [+18] - Keath
Y luego hay días en que te despiertas y todo es perfecto
David Nicholls
Me reí porque de verdad dudaba que estuviera sufriendo y lo que me decía quitaba toda seriedad que en algún momento pudiera tomar en sus palabras. Keath siempre tendría esas ideas de canino que en un principio me confundieran pero que últimamente me parecieran fascinantes y divertidas; ambos éramos dos polos un tanto opuestos que terminaban por atraerse con una intensidad desconocida.
– Yo nunca te miento, eso deberías saberlo ya – Mentirle era imposible porque siempre se daba cuenta de que ocultaba cosas, lo había descubierto la noche anterior y probablemente muchas otras veces en las que trate de hacerlo, así que eso ya no tenia caso seguirlo haciendo, mucho menos después de que me conociera el cuerpo entero, la manera de afectarme como ningún hombre lo había hecho y como nadie lo haría, solo él. Siempre era tan inquieto y en la situación que nos hallábamos daba gracias por ello pues sus manos que exploraban mi cuerpo, al igual que su mirada; no dejaban que mis pensamientos viajaran a otro sitio que no fuera ese instante a su lado. Decía que no me hiciera enojar, incluso aunque era muy complicado que con él me molestara realmente pues su buen humor la mayor parte del tiempo me impedía hacerlo.
Sus caricias resultaban una tortura demasiado seductora, de esas que uno terminaba pidiendo a gritos por más; era una gata demasiado mimada y cómoda entre las manos de aquel perro que se deleitaba con mi cuerpo por completo. Finalmente estábamos en la igualdad que había buscado y aún así, sentía que perdía por completo contra él.
– Pues ya veremos que es lo que me das – sonreí lasciva mientras que mis manos se daban a la tarea de explorar el cuerpo completamente desnudo de Keath; ahora estaba ahí para que yo le descubriera por completo y la firmeza de su miembro provoco que ronroneara de manera juguetona. Era una gata que encontraba con lo que deseaba jugar por el resto de su existencia y nada me sacaría de la cabeza la idea de deleitarme con el cuerpo entero del perro – ¿Qué pasa? ¿Te desagrada esto?– susurre acercando mi cuerpo más a él, pegando mi frente a la suya sin detener mis manos que de a poco le descubrían y su mirada me llevo a reír y besarle los labios. Mis senos quedaron cerca de su torso, mis pezones lo rozaban de manera ligera y eso era una provocación más en mi propia contra.
Yo no jugaba, al menos no de manera que buscara hacerle enojar y mucho menos. Unicamente deseaba que ambos nos sintiéramos lo mejor posible, cosa que al parecer él también estaba esperando lograr para conmigo. Sus dedos se deslizaron con demasiada lentitud hasta mi sexo que de inmediato me provoco un escalofrío; mi propio cuerpo demandaba sus atenciones como nunca antes y yo no planeaba negarme a los deseos de mi cuerpo, de mi corazón e incluso mi mente. Mis labios se abrieron para emitir un jadeo y mi interior se humedecía ante sus caricias, preparandose para lo que vendría después.
– Débil es lo último que pareces – fruncí el ceño cual si reclamara que se viera tan tranquilo, mientras que por mi parte el corazón me latía desbocado en el pecho y el cuerpo entero me pedía que me entregara a él de una buena vez. Con suma habilidad termino por ponerme en una posición que hizo que ronroneara al sentir de nuevo su cercanía y sobre todo su miembro contra mi cuerpo. Con sus palabras sonreí de manera juguetona e hice exacto lo que me pedía, abría las piernas para él y hasta hice el sonido de un maullido a manera de juego.
Jugaba conmigo de una manera que consideraba cruel. Mi sexo clamaba por él y Keath primero se deleitaba rozando su masculinidad contra mi. Mis pensamientos estaban dirigidos ahora a que me tomara de una buena vez y dejara de hacer esas cosas por lo que no dude en responder a sus palabras, con la voz cargada de deseo.
– ¿Y aún preguntas? Sabes que lo quiero, sin te provoque fue por algo así que no me hagas esperar más – mi voz era más como una suplica cuando llegaba al final de la frase. Me mordí el labio al notar como se abría camino en mi interior, marcando mi cuerpo de forma lenta. Una de sus manos me tentaba aún más y gemí ante todo aquel cumulo de sensaciones que se desataban en mi interior. Era todo tan confuso y a la vez tan maravilloso; era placentero y de una manera extraña un tanto doloroso pero no por eso desagradable. Sonreí ante su jadeo y entonces ambos nos quedamos quietos. Esta unidos de esa manera me ponía feliz, ansiosa y aunque creía no hacer nada, mi cuerpo se acoplaba a la intromisión de Keath. Mi interior parecía palpitar y era extraño. – Solo espera un poco – suspire – y no digas eso – el sonrojo invadió mis mejillas; entonces de manera lenta y tratando de acostumbrarme más a él me moví lento. En un primer movimiento me mordí el labio debido a la sensación de dolor que en realidad no era tan mala, había pasado peores dolores en mi vida así que eso era soportable. Mis caderas se movían notando gracias a eso la manera en que también el perro parecía moverse y un nuevo jadeo salió de mis labios. Todo aquello era como un sueño que no deseaba terminara nunca.
David Nicholls
Me reí porque de verdad dudaba que estuviera sufriendo y lo que me decía quitaba toda seriedad que en algún momento pudiera tomar en sus palabras. Keath siempre tendría esas ideas de canino que en un principio me confundieran pero que últimamente me parecieran fascinantes y divertidas; ambos éramos dos polos un tanto opuestos que terminaban por atraerse con una intensidad desconocida.
– Yo nunca te miento, eso deberías saberlo ya – Mentirle era imposible porque siempre se daba cuenta de que ocultaba cosas, lo había descubierto la noche anterior y probablemente muchas otras veces en las que trate de hacerlo, así que eso ya no tenia caso seguirlo haciendo, mucho menos después de que me conociera el cuerpo entero, la manera de afectarme como ningún hombre lo había hecho y como nadie lo haría, solo él. Siempre era tan inquieto y en la situación que nos hallábamos daba gracias por ello pues sus manos que exploraban mi cuerpo, al igual que su mirada; no dejaban que mis pensamientos viajaran a otro sitio que no fuera ese instante a su lado. Decía que no me hiciera enojar, incluso aunque era muy complicado que con él me molestara realmente pues su buen humor la mayor parte del tiempo me impedía hacerlo.
Sus caricias resultaban una tortura demasiado seductora, de esas que uno terminaba pidiendo a gritos por más; era una gata demasiado mimada y cómoda entre las manos de aquel perro que se deleitaba con mi cuerpo por completo. Finalmente estábamos en la igualdad que había buscado y aún así, sentía que perdía por completo contra él.
– Pues ya veremos que es lo que me das – sonreí lasciva mientras que mis manos se daban a la tarea de explorar el cuerpo completamente desnudo de Keath; ahora estaba ahí para que yo le descubriera por completo y la firmeza de su miembro provoco que ronroneara de manera juguetona. Era una gata que encontraba con lo que deseaba jugar por el resto de su existencia y nada me sacaría de la cabeza la idea de deleitarme con el cuerpo entero del perro – ¿Qué pasa? ¿Te desagrada esto?– susurre acercando mi cuerpo más a él, pegando mi frente a la suya sin detener mis manos que de a poco le descubrían y su mirada me llevo a reír y besarle los labios. Mis senos quedaron cerca de su torso, mis pezones lo rozaban de manera ligera y eso era una provocación más en mi propia contra.
Yo no jugaba, al menos no de manera que buscara hacerle enojar y mucho menos. Unicamente deseaba que ambos nos sintiéramos lo mejor posible, cosa que al parecer él también estaba esperando lograr para conmigo. Sus dedos se deslizaron con demasiada lentitud hasta mi sexo que de inmediato me provoco un escalofrío; mi propio cuerpo demandaba sus atenciones como nunca antes y yo no planeaba negarme a los deseos de mi cuerpo, de mi corazón e incluso mi mente. Mis labios se abrieron para emitir un jadeo y mi interior se humedecía ante sus caricias, preparandose para lo que vendría después.
– Débil es lo último que pareces – fruncí el ceño cual si reclamara que se viera tan tranquilo, mientras que por mi parte el corazón me latía desbocado en el pecho y el cuerpo entero me pedía que me entregara a él de una buena vez. Con suma habilidad termino por ponerme en una posición que hizo que ronroneara al sentir de nuevo su cercanía y sobre todo su miembro contra mi cuerpo. Con sus palabras sonreí de manera juguetona e hice exacto lo que me pedía, abría las piernas para él y hasta hice el sonido de un maullido a manera de juego.
Jugaba conmigo de una manera que consideraba cruel. Mi sexo clamaba por él y Keath primero se deleitaba rozando su masculinidad contra mi. Mis pensamientos estaban dirigidos ahora a que me tomara de una buena vez y dejara de hacer esas cosas por lo que no dude en responder a sus palabras, con la voz cargada de deseo.
– ¿Y aún preguntas? Sabes que lo quiero, sin te provoque fue por algo así que no me hagas esperar más – mi voz era más como una suplica cuando llegaba al final de la frase. Me mordí el labio al notar como se abría camino en mi interior, marcando mi cuerpo de forma lenta. Una de sus manos me tentaba aún más y gemí ante todo aquel cumulo de sensaciones que se desataban en mi interior. Era todo tan confuso y a la vez tan maravilloso; era placentero y de una manera extraña un tanto doloroso pero no por eso desagradable. Sonreí ante su jadeo y entonces ambos nos quedamos quietos. Esta unidos de esa manera me ponía feliz, ansiosa y aunque creía no hacer nada, mi cuerpo se acoplaba a la intromisión de Keath. Mi interior parecía palpitar y era extraño. – Solo espera un poco – suspire – y no digas eso – el sonrojo invadió mis mejillas; entonces de manera lenta y tratando de acostumbrarme más a él me moví lento. En un primer movimiento me mordí el labio debido a la sensación de dolor que en realidad no era tan mala, había pasado peores dolores en mi vida así que eso era soportable. Mis caderas se movían notando gracias a eso la manera en que también el perro parecía moverse y un nuevo jadeo salió de mis labios. Todo aquello era como un sueño que no deseaba terminara nunca.
Thalie De Rose- Cambiante Clase Media
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Re: The one you love [+18] - Keath
“El placer de los hombres, se cuenta de dos en dos”
Una sonrisa bordeaba mi rostro cuando sus ojos gatunos y afilados se pegaban a mí, me observaba como si fuese una presa de pescado y sin duda sus labios no hacían otra cosa más que provocar todos mis instintos. Me apresaban los músculos por la fuerza enfundada cuando los tirones en mi entrepierna se despertaban y sus roces que parecían los de una serpiente enrollándome me deleitaban tanto que no pude evitar sujetarle una de sus nalgas, apretándola, saboreándola con los dedos como si allí mismo tuviese mis papilas gustativas, quería lamerla, succionar cada rincón de su cuerpo. Asentí a sus palabras, pensé que me había comido la lengua, pues no podía emitir más que sonidos suaves por sus manoseos que eran tan instintivos como la mismísima acción que estábamos entablando. Tocar sus senos suaves y puntiagudos me hacían relamer los labios, mojarlos y saborearme, volvía a agarrarlos con los dientes, tironeándolos apenas, sin hacerle daño a aquella estatuilla que tenía entre manos. Pronto, sus ronroneos despertarían un poco más mi miembro, que se contraía de arriba abajo y provocaba que de mis labios se escuche un quejido grueso y espeso. — No me desagrada, pero no me causa ninguna gracia. ¡Ven aquí ahora mismo! — Abracé su espalda, sentí dulcemente la caricia de sus puntos rozados en mi torso y sonreí a medida que enarcaba una ceja curiosamente, aquella lascivia de la cambiante felina solo mantenía mi erección dolorosamente hacía el cielo.
Bajé mi rostro en ese momento, aquella situación tan íntima, tan pegados nuestros cuerpos que apenas el roce dejaba pasar un poco de aire entre ambos. Mis labios se apoyaron en su cuello y succiones lentas y profundas le eran marcadas, en cada rincón de su cuerpo dejaba un punto y cuando subía por su oreja lamía su lóbulo y tironeaba del costado, suspirando, dejando que el aire caliente de mi interior se acaricie por su zona, mientras mis caderas se movían ansiosamente, frotando su dulce cavidad que se sentía húmeda en mi piel. — Pobrecita ella. —Me burlé ante su desesperación al momento en que cambiaba la posición de su cuerpo, ver su espalda que era como una copa, su cintura angosta y sus caderas que daban paso a que mi sexo se adentrara a su zona con profundidad, sin duda si no lo hacía ahora mismo terminaría enloqueciendo. Mi mano derecha acarició su costado y las yemas de mis dedos se acercaron a sus huesos que apenas sobresalían por lo estirado de su cuerpo, parecía ser la belleza en su estado puro. Mis labios se acercaron y mordí su piel, mordisqueaba como si me la fuese a comer, pero con mucha más precaución y junto con los movimientos suaves de su cuerpo, mi miembro se pudo enterrar enteramente, sentí su interior enfundarme y mis ojos se lubricaron del placer. — Yo te espero, no desesperes. — Sonreí y besé su hombro, mientras mis manos que antes jugaban con su pubis ahora subían a sus pechos y los masajeaban circularmente, de afuera hacía dentro, amasando, estirando el medio hacía arriba.
Pronto empezábamos a movernos, tan suave, tan dulce y fuerte, mi pecho se entumecía, aguardaba el aire en mi interior y mi pecho empezaba a desbocarse, pero no tanto como el que podía sentir a mi lado. El pecho de la gata se aceleraba a cada estocada y cuando la lubricación se hizo lo suficientemente espesa un golpe hacía delante hizo que caigamos a la cama en una posición digna de mi raza. Su delgadez estaba completamente a la vista y mis manos sujetaron su cadera con fuerzas, saqué parte de mi miembro y volví a meterlo en ella, dos veces golpeé su interior hasta apretarme por unos segundos más. Estaba caliente y se sentía tan liso que el moverme solo daba puntadas de placer en mi interior. Observé sus cabellos rubios tirados sobre la cama y mi mano derecha se acercó a acariciarlos y agarrarlos un poco, buscando levantar su cabeza. — Beso… — Susurré y tomé sus labios en esa posición provocando que así mi miembro tuviese que quedarse completamente pegado a ella. Lamí su cavidad, sujetaba su lengua, la estiraba y la saliva caía por el costado de mi boca que estaba desesperada por más de ella. Cerré los ojos luego, dejándola caer nuevamente en la cama, mi mano se volvió por su columna, apretándola hacia abajo y mis caderas empezaron a moverse rápidamente, golpeaba su interior una y otra vez, buscaba su hermoso punto especial por dentro, me movía hasta sentir aquella parte esponjosa. La deseaba tanto que cuando la encontré no dudé en penetrarla ferozmente, mis dedos se hundían en su piel con cuidado, apretaba sus posaderas, buscando hacer más estrecho el camino, mi pecho se estiraba hacía atrás y sentía la presión de mis testículos que me gritaban. Tomé entonces una de sus nalgas y la apreté, moviéndola a un lado y al otro, alzándola de allí para de esa manera tener más espacio y adentrarme como un huracán en su dulce interior.
“Cuando sientas que el cielo cae a tus pies, solo grita mi nombre.”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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Re: The one you love [+18] - Keath
Callad, amantes, y ocupad el labio con el beso.
No pronunciéis palabras vanas mientras se busca vuestro corazón en otro pecho, jadeante y pobre como el vuestro, ya al filo de la aurora.
Antonio Gala
Y ahí estábamos los dos, jugando a despertar lo más posible al otro hasta que fuéramos capaces de llegar a un punto sin retorno. Un punto donde solo quedaría una posible salida para los deseos y las necesidades carnales de ambos. Ante cada roce, cada palabra que emitíamos y cada movimiento que nos acercaba más, estábamos andando al borde del abismo del placer. Dos animales dejando que los instintos más básicos fueran los que tomaran lugar en nuestra cordura y nos llevara entonces a satisfacernos, a llenarnos y conocer aquello que nos faltaba del otro. Sonreía por lograr despertar a Keath de aquella manera, por sentir su miembro y que de cierta manera tenía poder sobre él; eso me hacía sentir bien, pero no tanto como estaba consciente que podía llegar a sentirme.
– A mi me gusta – dije juguetona antes de quedar nuevamente más cerca del perro y mover mi cuerpo cerca del suyo, tentando a mi suerte aunque sabía que en cualquier momento él optaría por devorarme.
– Me dejaras el cuello con marcas – susurre suave, tratando de quejarme ante sus acciones pero por más que tratara de decir que no lo hiciera, ladeaba el cuello dando más espacio a que hiciera aquello que deseaba. Una de mis manos tiroteo de sus cabellos con algo de fuerza mientras que su voz cambiaba a ser una divertida burla de mis quejas. No fue complicado el cambio de posición porque yo ya estaba esperando que nuestros cuerpos se unieran. Los deos del perro eran firmes y sus mordiscos solo hicieron que mi piel se erizara y de un momento a otro fue que pude sentirlo dentro. Mi cuerpo le recibía como si siempre hubiera estado aguardando por él. Ronronee sin pensarlo mucho, sintiendo el calor del cuerpo de Keath tan cerca del mío y tome aire mientras sonreía por sus palabras. Solo necesitaba un poco de su paciencia en que mi cuerpo se acoplaba a todo eso que estaba experimentando; mis caderas se movieron suavemente en un inicio, impulsada a la vez por sus caricias que cambiaban constantemente de lugar por mi cuerpo y me impedían pensar con claridad.
Ante uno de los movimientos del perro termine en una pose que parecía mucho mas fovorable para él, me lo decía la manera en que sus manos me sujetaban y como entraba en mi de manera más profunda e intensa. Gemí ante ese cambio que resultaba placentero para mi, no quería que se detuviera nunca y mucho menos que se alejara de mi. Mis labios se encontraron con los suyos y durante el periodo en que duraba ese beso, encontrándonos unidos, cerca uno del otro fue que moví mis caderas de una manera circular, no quería dejar de sentirle ni un segundo fuera de mi y de esa manera era como me daba cuenta de que seguía en mi interior; también yo tenía mis maneras de jugar y aunque todo lo que hacía era más bien instintivo, parecía estar funcionando.
– Keath… – jadee al encontrarme de nuevo contra la cama y sus movimientos aumentaron de velocidad. Mi respiración se aceleraba más aunque yo había dudado que fuera posible y me mordí el labio con fuerza, mis caderas comenzaron a moverse en cuanto las oleadas que recorrían mi cuerpo entre sus embestidas se volvían más placenteras, quería llegar a encontrar la locura sumergida en el placer que me brindaba aquel hombre. Me aferre a las sabanas de aquella cama como si fuera lo único que podía mantenerme atada en la realidad, tratando de que no me perdiera por completo, aunque en realidad eso era lo que buscaba que sucediera conmigo – Keath… – su nombre parece ser lo único capaz de emitir de manera correcta e igual no había nada más que yo planeara decir que no fuera su nombre, porque mi mente y mi cuerpo estaban llenos de él, de nada y de nadie más que de aquel perro que de a poco me hacía perder la cordura. Mis cabellos me impedían ver cualquier cosa a mi alrededor, pero levante la cabeza y gemí cuando sus manos apresaron una de mis nalgas y jugo con ella, sin detener sus embestidas.
Notaba como mi interior trataba de apresar a Keath, como no deseaba dejarlo salir y eso provocaba que yo sintiera mucho más cada uno de sus movimientos. Notaba como un cosquilleo me recorría el vientre y hacía presa de eso a mi cuerpo entero, cada vez lo sentía con mayor intensidad y por eso fue que apreté con mayor fuerza las sabanas. En esos momentos más valía que el perro no se detuviera o seguramente yo enloquecería. No existía nada más que nosotros y todas aquellas sensaciones que experimentábamos. Mi cuerpo entero parecía estar comenzando a temblar, a perderse dentro de algo mayor a lo que hasta esos momentos experimentaba. Me deje llevar entonces. Mis movimientos se habían transformado también en algo más intenso, mi corazón parecía que se detendría en cualquier segundo y notaba un calor que nunca en la vida creí llegar a sentir. Todo eso, lo causaba un hombre.
– Yo… – iba a decirle que creía estar llegando a un limite de resistencia que no creía poder superar, pero mis palabras se quedaron en mi garganta y ya ni siquiera, fui capaz de pensar.
No pronunciéis palabras vanas mientras se busca vuestro corazón en otro pecho, jadeante y pobre como el vuestro, ya al filo de la aurora.
Antonio Gala
Y ahí estábamos los dos, jugando a despertar lo más posible al otro hasta que fuéramos capaces de llegar a un punto sin retorno. Un punto donde solo quedaría una posible salida para los deseos y las necesidades carnales de ambos. Ante cada roce, cada palabra que emitíamos y cada movimiento que nos acercaba más, estábamos andando al borde del abismo del placer. Dos animales dejando que los instintos más básicos fueran los que tomaran lugar en nuestra cordura y nos llevara entonces a satisfacernos, a llenarnos y conocer aquello que nos faltaba del otro. Sonreía por lograr despertar a Keath de aquella manera, por sentir su miembro y que de cierta manera tenía poder sobre él; eso me hacía sentir bien, pero no tanto como estaba consciente que podía llegar a sentirme.
– A mi me gusta – dije juguetona antes de quedar nuevamente más cerca del perro y mover mi cuerpo cerca del suyo, tentando a mi suerte aunque sabía que en cualquier momento él optaría por devorarme.
– Me dejaras el cuello con marcas – susurre suave, tratando de quejarme ante sus acciones pero por más que tratara de decir que no lo hiciera, ladeaba el cuello dando más espacio a que hiciera aquello que deseaba. Una de mis manos tiroteo de sus cabellos con algo de fuerza mientras que su voz cambiaba a ser una divertida burla de mis quejas. No fue complicado el cambio de posición porque yo ya estaba esperando que nuestros cuerpos se unieran. Los deos del perro eran firmes y sus mordiscos solo hicieron que mi piel se erizara y de un momento a otro fue que pude sentirlo dentro. Mi cuerpo le recibía como si siempre hubiera estado aguardando por él. Ronronee sin pensarlo mucho, sintiendo el calor del cuerpo de Keath tan cerca del mío y tome aire mientras sonreía por sus palabras. Solo necesitaba un poco de su paciencia en que mi cuerpo se acoplaba a todo eso que estaba experimentando; mis caderas se movieron suavemente en un inicio, impulsada a la vez por sus caricias que cambiaban constantemente de lugar por mi cuerpo y me impedían pensar con claridad.
Ante uno de los movimientos del perro termine en una pose que parecía mucho mas fovorable para él, me lo decía la manera en que sus manos me sujetaban y como entraba en mi de manera más profunda e intensa. Gemí ante ese cambio que resultaba placentero para mi, no quería que se detuviera nunca y mucho menos que se alejara de mi. Mis labios se encontraron con los suyos y durante el periodo en que duraba ese beso, encontrándonos unidos, cerca uno del otro fue que moví mis caderas de una manera circular, no quería dejar de sentirle ni un segundo fuera de mi y de esa manera era como me daba cuenta de que seguía en mi interior; también yo tenía mis maneras de jugar y aunque todo lo que hacía era más bien instintivo, parecía estar funcionando.
– Keath… – jadee al encontrarme de nuevo contra la cama y sus movimientos aumentaron de velocidad. Mi respiración se aceleraba más aunque yo había dudado que fuera posible y me mordí el labio con fuerza, mis caderas comenzaron a moverse en cuanto las oleadas que recorrían mi cuerpo entre sus embestidas se volvían más placenteras, quería llegar a encontrar la locura sumergida en el placer que me brindaba aquel hombre. Me aferre a las sabanas de aquella cama como si fuera lo único que podía mantenerme atada en la realidad, tratando de que no me perdiera por completo, aunque en realidad eso era lo que buscaba que sucediera conmigo – Keath… – su nombre parece ser lo único capaz de emitir de manera correcta e igual no había nada más que yo planeara decir que no fuera su nombre, porque mi mente y mi cuerpo estaban llenos de él, de nada y de nadie más que de aquel perro que de a poco me hacía perder la cordura. Mis cabellos me impedían ver cualquier cosa a mi alrededor, pero levante la cabeza y gemí cuando sus manos apresaron una de mis nalgas y jugo con ella, sin detener sus embestidas.
Notaba como mi interior trataba de apresar a Keath, como no deseaba dejarlo salir y eso provocaba que yo sintiera mucho más cada uno de sus movimientos. Notaba como un cosquilleo me recorría el vientre y hacía presa de eso a mi cuerpo entero, cada vez lo sentía con mayor intensidad y por eso fue que apreté con mayor fuerza las sabanas. En esos momentos más valía que el perro no se detuviera o seguramente yo enloquecería. No existía nada más que nosotros y todas aquellas sensaciones que experimentábamos. Mi cuerpo entero parecía estar comenzando a temblar, a perderse dentro de algo mayor a lo que hasta esos momentos experimentaba. Me deje llevar entonces. Mis movimientos se habían transformado también en algo más intenso, mi corazón parecía que se detendría en cualquier segundo y notaba un calor que nunca en la vida creí llegar a sentir. Todo eso, lo causaba un hombre.
– Yo… – iba a decirle que creía estar llegando a un limite de resistencia que no creía poder superar, pero mis palabras se quedaron en mi garganta y ya ni siquiera, fui capaz de pensar.
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Re: The one you love [+18] - Keath
“Eres mi amante en la luz y en la oscuridad”
Su boca era un presagio, su piel lechosa y dulce me enervaba, el pulido miembro que tenía entre las piernas deseaba continuar una lucha sin final y arrasaba con su interior como si de un volcán se tratara. Los jadeos salían de mis labios tan suaves y profundos que pensé que mi pecho podría llegar a salirse. Mis caderas se movían en zigzag deseando más de lo que podía aguantar. El perfume de su esencia era tan encantador que se mezclaba con el gusto de mis labios y ella, como una pequeña y escurridiza gatuna se deslizaba para hacerme sentir un placer calmado y sofocante. Me quitaba el aire solo con sus ojos y cuando su estructura se ladeaba esplendorosamente a uno de los lados, todos los vellos de mi cuerpo se levantaban, incluyendo mi virilidad que se sentía hinchada, deseosa por todo eso que era mío. Eso pensaba cuando la veía, que era mía y que no podía permitir ni que el mismísimo aire me la arrebatara. Lo dulce de su néctar ajetreó mis sentidos y cuando sentía que me apretaba, contrayendo sus músculos, los dídimos que estaban entre mis piernas se aferraban deseando correrse allí dentro, llenarla por completo. Podría hacérselo noches y días enteros y mis ojos se lo aseguraban, seguían fijos en esa piel, buscando su rostro, descifrando el placer que escondía en su mirada. Una sonrisa se formaba, tan chistosa que parecía que realmente me iba a reír, porque sentía que estaba enloqueciendo.
Pero era su culpa por moverse de esa manera, su cuello aún más expuesto provocaba que mis labios se amamantaran y buscaran calentar hasta su cabello. Mis dedos se enredaban con esa faena rubia y lentamente aprisionaba sus pezones un poco más, los encontraba extrañamente dulces y para nada empalagosos. — Son marcas de que eres mía, mi mujer. — Escandalizaba mientras hacía círculos con mi miembro erguido en su interior, palpitaba y angustiadamente embestía su cuerpo con fuerzas, buscando sus puntos más sensibles, creando nuevos, buscando darle placer en cada rincón, incluso en los más inhóspitos, deseaba que ante mi tacto se retuerza dulcemente. Poco a poco y con la poca cordura que seguía manteniendo a flote fui haciendo de las estocadas unas acompasadas y rítmicas, para que ambos podamos respirar correctamente, para que su cuerpo se acomode perfectamente al mío. La veía arrebatarse contra mí, mi nombre hacía eco en su garganta y la sonrisa de lascivia se hacía presente en mi rostro, buscando con mis dedos bajar a su sexo. Tomé entonces con cuidado el pequeño punto rosado que antes había recorrido por completo y comencé a estimularlo. Manejaba la situación para que los apretones en aquel lugar se den justo en la salida de mi falo. No dejaba descansar su placer, si no era el punto en su interior, era en su exterior. Así con fuerzas, hasta verla retorcerse de una manera extraña.
Fue en ese instante que ella balbuceaba que mordí mi labio inferior y como deseoso perro en celo moví mis caderas para torturarla y aplastarla, busqué su clímax con desesperación y al sentirlo, tan húmedo y pegado a mi piel empecé a jadear. Sobre su oreja y piel, acariciándola espasmódicamente, buscando que todo esté en orden, calmando su respiración que como la mía estaba completamente anormalizada. Sentía el líquido caliente explotando en su interior, el cumulo de placer se aferraba en dolor a mi cabeza y cuando hubimos terminado ambos, todo parecía girar y con mis hombros me apoyé en la cama, manteniendo a la gata debajo, pero sin aprisionarle el cuerpo. Tan solo un beso más, disfrutar su lengua por un momento corto, sentir la dulce expresión de placer, unos ojos dilatados y cansados, mi sonrisa dejaba ver todos mis dientes y cuidadosamente fui bajando a su cuello, olisqueándolo hasta terminar tirándome a un costado de ella. Abrazándola a medida que todo mi miembro se retiraba de su interior. Sentía como lentamente escurría mi esencia por su pierna y con cuidado busqué una toalla con la mano desocupada. La otra estaba abrazándola y acercándola a su pecho. — ¿Tú qué? ¿Qué me tienes que decir? — Suspirando indagaba y con el pequeño trapo blanco pasaba por su muslo y luego lo hundía entre sus piernas, tomando aquel desperdicio para terminar botándolo al suelo y volver a pasear mis manos por su piel, había quedado húmeda y estaba deliciosamente expuesta ante mí. Enarqué entonces una ceja, besando su mejilla mientras la apretujaba contra mí. — ¿Estás volviéndome a seducir? Eres lo más hermoso que he visto en mi vida entera — En su oreja tarareé y con la suavidad y tosquedad que me caracterizaba la acurrucé en mi pecho, cerrando los ojos un momento. Deseando dormir unas horas más, para luego hacerla girar sobre el sol, mordiendo su cuello de la misma manera en la que antes lo hacía.
“Podría pasar toda mi vida y nunca me cansaría de ver tus ojos en la sombra”
Keath Roggers- Cambiante Clase Media
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