Insolent, Lancashire || Flashback || {Privado}

por **Clara Oswald** Sáb Nov 21, 2015 3:40 pm

En Blackpool el otoño siempre era muy frío, y el invierno crudo, crudísimo. La piel de las manos se le agrietaban, pero ella seguía negándose a llevar guantes, pues estos le impedían hacer muchas cosas, como trepar a los árboles, aspecto que a sus veinte años ya debería dejar de hacer. Pero siendo las horas que eran ya no podía llamar la puerta de los Fitzgerald, así que una vz más trepó por el árbol de la parte trasera, que afortunadamente para Clara le permitía llegar a la ventana de Fred sin ser vista.

Siempre les había venido muy bien ese atajo, solían fugarse en medio de la noche para dar largos paseos o para ir a las tabernas más alejadas, donde ni los comensales ni los taberneros podían contarles a sus padres que habían estado ahí. Al padre de Clara, concretamente, le parecía una barbaridad que su hija mayor pasara tanto tiempo con aquél muchacho, a pesar de ser amigos desde que ella tenía uso de razón. Y si supiera que la muy descarada solía trepar por la ventana del muchacho la habría encerrado con las monjas hace ya mucho tiempo.
Ahí estaba Clara Oswald, trepando por el grueso árbol en medio de la noche, con su vestido encorsetado y el abrigo. Sabía exactamente dónde debía ir colocando los pies para no caer. En invierno era más difícil, el frío helaba el tronco y era muy fácil resvalarse y caer de culo en la nieve. Pero ella había aprendido a no hacerlo con el paso de los años.

Al llegar arriba comprobó que la ventana no tenía el pestillo puesto, Fred siempre la dejaba abierta, sabía que Clara, una noche u otra, acudiría a su habitación, normalmente tras haberse peleado con su padre, el Pastor Oswald, que más que protestante, era protestón.
Y como siempre la ventana seguía atascada, tan solo necesitaba un golpecito en el bajo del lado izquierdo y listo.
Entró rauda y veloz, no había ni una luz más que la de la luna que se colaba a través del cristal. Se quitó los zapatos y el abrigo, dentro hacía un calor muy agradable. Fred dormía plácidamente, a Clara le gustaba observarlo, y sonreía ladinamente al verlo tan sereno. Sin ningún tipo de pudor se colón en la cama del chico, bueno, "chico" no es adecuado para alguien de 26 años.
Se cubrió hasta la nariz con el edredón, de cara a Fred, y propinó varios toques en la nariz del joven, esperando poder así despertarlo.

por **Frederick Fitzgerald** Dom Nov 22, 2015 6:13 am

Las gafas cayeron con un golpe seco sobre la superficie de madera de la enorme mesa repleta de libros tan grandes como una casa de campo, hojas sueltas más manchadas de borrones de tinta que escritas en sí, y plumas. La cabeza de Frederick también sufrió el mismo destino que las gafas, cayendo sobre el libro abierto que tenía delante.

Estaba completamente agotado, y no era de extrañar después de estar desde... ¿cuándo? Su mirada se desvió al reloj mecánico en un extremo de la mesa. Cuarenta y ocho horas. Exactamente cuarenta y ocho horas sin dormir, comer y entre otras cosas, leyendo libros e investigando sin parar. Se estaba convirtiendo en una especie de doctor maniático de la investigación o algo así. Ya no podía pensar con claridad ni contar cuántos dedos tenía en la mano.

Se levantó de la silla por primera vez. Su cuerpo estaba tan pesado que parecía que llevaba una cesta repleta de piedras a la espalda que le haría caer en cualquier momento. Por suerte, pudo moverse, paso a paso, subiendo las escaleras - se encontraba en el sótano - hasta llegar al primer piso... y luego al otro... y al otro... el tercer piso. La casa era tan grande y él estaba tan derrotado que pensó que nunca llegaría a su habitación. Pero la suerte estaba hoy de su parte aquella noche, al parecer, porque llegó sano y salvo, cosa rara en él porque era una persona tan torpe y no era buena idea mezclar la tozudez con el agotamiento.

Cayó en redondo sobre el mullido colchón sin ni siquiera preocuparse de cambiarse la vestimenta. Ya haría eso mañana, o dentro de veinte días si es que conseguía despertarse. El tiempo que tardó en dormise fue cero y solo había conseguido dormir poco más de dos horas cuando algo le despertó. Algo que le estaba haciendo cosquillas en la nariz y él ODIABA que la gente hiciera eso, más cuando estaba durmiendo. Tal vez estaba soñando... Sí, debía de ser eso. Pero el toqueteo era incesante, no era un sueño, y Frederick abrió los ojos. Se encontró cara a cara con unos ojos castaños que conocía muy bien, aunque eso no impidió que diera un salto en la cama, atemorizado. La acción hizo que se enredara con el edredón y cayera al suelo con un golpe pesado. Un segundo después, volvió a reaparecer con la respiración completamente agitada y una bota en la mano dispuesto a golpear quienquiera que fuera la cosa o persona que estaba en su cama.

Pero solo era Clara.

− Tú − fue lo único que dijo, ya dueño de su respiración.

por **Clara Oswald** Dom Nov 22, 2015 8:06 am

- Hola, chico listo -. Estaba encaramada al filo de la cama por donde había caído su amigo. Se mordía el labio inferior intentando contener un estallido de carcajadas.

Tomó a Fred por la camisa del pijama y le planto un sonoro beso en la mejilla, acto seguido tiró con ambas manos del edredón para volver a estirarse en medio de la cama, dueña y señora del lugar. Le gustaba poner nervioso a Fred con su presencia, y después de tantos años él seguía dando los mismos respingos cuando Clara se colaba en su cama sin mediar palabra.

Tenía una estrecha relación, aunque no tan estrecha como a ella le gustaría. Pasaban mucho tiempo juntos, aunque últimamente él dedicaba sus días a tener la nariz metida entre rollos de papel, tinta y plumas. Y ella ayudaba a su padre en la iglesia, lo cual no hacía más que alargar sus días. Esperaba de pie junto a su padre en las, para ella, interminables misas, limpiaba, barría y arreglaba todo lo que le pedían, mientras su hermano pequeño no daba señales de vida, y seguramente corretearía con sus amigotes por el pueblo. Todo lo que Clara deseaba era que cayera la noche para poder ir a casa de los Fitzgerald, aunque éstos no supieran que se encontraba ahí.

La cama de Fred era más grande y cómoda que la suya, gajes de la posición social, suponía ella. A Clara le gustaba más dormir ~~con él~~ allí que en la suya propia.

por **Frederick Fitzgerald** Dom Nov 22, 2015 10:36 am

Podían pasar años y años y Frederick nunca se acostumbraría a aquellos gestos tan estrambóticos de Clara. No tuvo ni que pedir ayuda para levantarse pues ella le había cogido por la camisa con una fuerza que Fred nunca sabría de dónde la sacaba, y le plantó un sonoro beso en la mejilla. ¿La reacción de Fred? Sonrojarse y mirarla con una expresión anonadada para luego colocarse bien la camisa y sentarse en la cama. Ni siquiera se daba cuenta de lo que ella hacía para llamar su atención de una forma que para Frederick estaba fuera de lugar, ¡ni se le pasaba por la cabeza!

Se aclaró la garganta y miró a su mejor amiga, quien ya se había colocado cómoda y felizmente en su cama como cada noche.

− No me lo digas... Te has pasado otro día quieta como una estatua y luego barriendo y limpiando tooooda la iglesia y luego te has peleado con tu padre y ahora vienes aquí a dormir. − Frederick recitaba aquello noche tras noche cuando Clara aparecía, con voz serena porque estaba acostumbrado a decir lo mismo una y otra vez, pero luego sonreía con calma, como esta vez. A pesar de lo cansado que estaba, sonrió. Se apoyó sobre el enorme cabecero de la cama. − No puedo entender cómo todavía no te han pillado salir a hurtadillas cada noche para venir aquí... Ya me imagino la reacción de tu padre en el caso de que se entere. Volveríamos a los tiempos oscuros de la Edad Media − Como por acto reflejo se llevó una mano al cuello e hizo una mueca de desagrado. Quién sabe si podría acabar en la horca o no. O Clara, en su defecto.

por **Clara Oswald** Dom Nov 22, 2015 11:17 am

- Pues no, listo -. En realidad sí, Fred tenía toda la razón, pero a Clara no le apetecía quejarse sobre su el comportamiento de su padre. Ladeo la cabeza para mirarle, alzando una ceja, y respondió-. Me apetecía verte. Estás todo el día encerrado aquí con tus libros y tus notas, no me haces caso.

Se tumbó de costado, hecha una bola y acaparando el edredón. Estaba enfadada con él, apenas le prestaba atención y hacía mucho que no salían a correr aventuras. Clara siempre había querido estudiar, pero su posición y su género no le permitían ir más allá de ser institutriz, y para eso todavía le quedaban unos cuantos años.

- El señorito Fitzgerald, futuro médico -. Se burló-. ¿Quién sabe? A lo mejor llegarás a ser el doctor de la corte. Y yo no volveré a verte -. Aquella frase, su última frase le dolió, sintió una punzada en el estómago. Le ardía la cara. Cerró los ojos, todavía más enfadada.

por **Frederick Fitzgerald** Sáb Dic 05, 2015 7:54 am

A pesar de la falta de lucidez por culpa de no haber dormido desde quién sabía cuando, Fitz (otro de sus miles de motes) sintió el cambio de humor en las palabras de Clara, aunque no la estaba mirando directamente pues tenía los ojos cerrados, al borde de caer dormido como un bebé después de haber sido completamente saciado con su comida de la noche. Sin embargo volvió a abrir los ojos enrojecidos por el cansancio y los fijó en su mejor amiga que seguía en la misma posición. Debido a la casi oscuridad de la habitación, apenas podía ver el color carmín que se había apoderado de su rostro.

− Perdona, ¿qué? − su voz cortó el silencio reinante y Fitz se agazapó ligeramente para observarla mejor. La cama no era precisamente grande y el hecho de estar los dos en la misma cama, prácticamente tocándose, no era la mejor de las situaciones... para él. − No digas tonterías, Clara, tú y yo sabemos que eso no es verdad. No creo que vaya a ser un médico de la corte porque simplemente... − Hubo una pequeña pausa, como si no estuviera seguro de decir lo que estaba a punto de decir. Pero era Clara, ¡podía decirle cualquier cosa! − No quiero ser médico de la corte. Que mis padres no se enteren, ¿vale? − Él hizo el gesto de "chitón" y continuó: − De todas formas, aunque lo fuera y yo me fuera a vivir a un castillo con una habitación justo al lado de la reina de Inglaterra, tú te las apañarías para colarte como un mono juguetón.

por **Clara Oswald** Dom Dic 06, 2015 12:12 pm

Y tenía razón, se habría colado en su habitación aunque viviera en palacio. Clara veía las cosas de un modo ambiguo, por un lado quería ser libre e independiente, la heroína de su propia historia, pero or otra parte, si él se lo pidiera, lo seguiría al fin del mundo. Se sentía frustrada por el tema, antes lo perseguía a todas partes, pero con el paso del tiempo, al no ver una respuesta por parte del chico, se hizo a la idea y dejó lo que sentía de lado. Aún con esas no quería ver como se marchaba del pueblo, era egoísta por su parte, sí. Y dado a la diferencia de edad entre ambos sabía que eso no tardaría mucho en ocurrir.
No quería pasar lo que le quedaba de existencia en Blackpool, tenía 101 lugares por ver, y todos y cada uno de ellos merecían salir corriendo de allí aunque no llevase nada con ella. A su modo de verlo prefería irse ella primero antes que ver como él tomaba un carruaje para nunca volver.
Pero sabía perfectamente que eso no iba a ocurrir.

- Si te marchas ¿volverás a buscarme? -. Preguntó mientras se incorporaba en el colchón para sentarse con las piernas cruzadas. Tomó la cara de Frederick con una mano y, aunque apenas veía nada en la oscuridad, lo miró a los ojos-. Prométemelo.
Así al menos Clara albergaría un atisbo de esperanza mientras los años transcurrieran y ella continuara encerrada en su casa, o hasta que pudiera marcharse también.

Sabía que si se iban en direcciones distintas lo más probable era que no lo volviera a ver o a saber de él, aunque podría mandarle una carta a los señores Fitzgerald preguntando por su hijo, aquello ela lo único que le quedaría.

por **Frederick Fitzgerald** Sáb Dic 19, 2015 5:47 am

No sabía muy bien qué decir con el tono tan serio y decidido que impregnaba las palabras de Clara. ¿Desde cuándo se había vuelto esto una conversación tan seria? Ni siquiera Frederick sabía si alguna vez iba a abandonar Lancashire para siempre. Es cierto que muchas veces viajaba pero siempre volvía a su hogar, a Clara, quien siempre lo recibía con los brazos abiertos como si se hubiera marchado 30 años aunque hubiera ido al pueblo de al lado.

Frederick no podía ver con total claridad el rostro de su amiga, pero podía sentir claramente sus ojos castaños fijos en su rostro, esperando una respuesta, con la mano en la mejilla de él, un tacto sorprendentemente agradable a pesar de que él rehuía el contacto físico tanto como pudiera.

− Lo prometo − dijo finalmente lo que ella deseaba escuchar aunque tampoco estaba mintiendo. Él siempre volvería a ella porque era su mejor amiga desde quién sabe cuanto y nunca habría nadie como ella. Su mano cogió la de ella que estaba en su mejilla y la apretó suavemente antes de soltarla. Como para airear los ánimos, aunque él no estaba para tirar cohetes, y un segundo después, Fred mostró una amplia sonrisa y palmeó el hombro de Clara −. ¡Vamos! ¿Por qué estamos hablando de esto ahora? ¡Hablas como si fuera a marcharme mañana! Pero no te preocupes, eso no va a pasar. Deberíamos estar ahora... No sé... Haciendo lo que siempre hacemos, ¿no? Tú intentando fastidiarme y yo queriendo cavar un hoyo y esconderme allí para siempre porque nunca me dejarás en paz − Estaba bromeando, obviamente, pero podría ser una mentira a medias... Y a veces ocurría al revés. − En realidad, no... − dijo al cabo de unos segundos − Me gusta esto. Tú y yo, sentados tranquilamente, hablando. Aunque es raro que yo lo diga − Soltó una risotada y sacudió la cabeza −, pero me gusta.

por **Clara Oswald** Sáb Dic 19, 2015 6:22 am

Había esperado mucho, demasiado. Ella sabía que Fred algún día tendría que marcharse, y también sabía que no podría retenerlo allí, en un pueblo que a lo máximo que podría aspirar era a ser el médico local, ella sabía que el chico valía mucho y para mucho más que eso. Pero si se iba a marchar al menos le dejaría sus intenciones claras. Se conocían desde que ella tenía memoria, aquél chico que no se relacionaba con nadie. Sus padres le hacía salir a la calle obligado para que jugara con los demás chichos, “Hola ¿cómo te llamas? Mi nombre es Clara ¿y el tuyo? Siempre estás por aquí, pero nunca quieres jugar con nosotros. Tienes una mancha en la nariz ¿sabes? ¿Quieres jugar a pillar? Si no sabes yo te enseño, no te preocupes ”. Aquél recuerdo cruzó su mente como un rayo y se sintió un poco avergonzada por haber sido tan lanzada y atrevida. A decir verdad Fred ni siquiera le dijo su nombre y Clara permaneció a su lado hasta la hora de la cena, hablando sin parar a pesar de que de los labios de él no salió ni media palabra. Después de ese día estuvo siempre con él, cada tarde que le estaba permitido.

Mucho tiempo, demasiado. Y ya no podía aguantarlo más. Se había colado mil y una veces en su habitación, en su cama. Se había hecho la dormida para apretarse contra él, buscando calor y contacto, había salido con otros chicos y hablado de ellos frente a él durante horas y tampoco obtuvo respuesta. Una noche, sabiendo que Frederick estaba subiendo a su habitación, se dejó el batín abierto, mostrando el camisón, fingiendo un descuido. Y lo único que ocurrió fue que su amigo se disculpó y salió corriendo escaleras abajo.

Ni una noche más, ni una sola más, por lo menos quería que la rechazara oficialmente para estar en paz con ella misma y no torturarse tras la marcha de Fred por no haberlo dicho claramente.

Sólo una vez y nunca más pediría nada a nadie, ni libros nuevos. Pero había que hacerlo rápido, porque si él se apartaba no conseguiría poder volver a mirarlo a la cara en lo que le quedaba de vida. Con las mejillas ardiéndole, el corazón galopándole dentro del pecho y un nudo en la garganta, alcanzo los labios de Fred en un intenso beso.

por **Frederick Fitzgerald** Mar Dic 22, 2015 11:34 am

De todas las cosas que Clara podría haber dicho o hecho, hizo lo que Fred menos se esperaba. Si no explotó en mil pedazos cuando sus labios se tocaron, estuvo a punto. El color rosado de su rostro debido a la agradable y caliente temperatura de la habitación abandonó su piel, dejándolo blanco como la estatua que era porque no se movía ni un ápice. Estaba petrificado. Sus ojos estaban completamente abiertos proyectando tal sensación de pánico que parecía estar a punto de salir por la ventana de un salto...

… cosa que estaba deseando hacer.

Fred no era tonto. Se daba cuenta de todas las veces que Clara intentaba seducirle pero, pobre de él, nunca sabía cómo reaccionar ante tales actos de desvergüenza por parte de ella. El chico era muy pudoroso y siempre intentaba salir de aquellas situaciones tan rápido como podía si eso implicaba darse de bruces contra árboles o caer hacia atrás porque se enredaba con sus propios pies. Eran simplemente polos opuestos en cuanto a ese tema.

Y ahora el chico no tenía dónde esconderse, a no ser que diera un salto y se enganchara del techo con las uñas cual gato asustadizo.

Cuando finalmente reaccionó, Fred puso sus manos temblorosas sobre los hombros de su amiga y la echó hacia atrás, rompiendo el beso y mirándola como si hubiera hecho la cosa más horrible del mundo. No, no podía ser... ¡Era su mejor amiga, por Dios santo!

− Clara, yo no... No... − Fred titubeó, indeciso. Los nervios le podían de sobremanera; solo quería esconderse donde fuera necesario, o meter la cabeza en un balde de agua fría −. No deberíamos... Esto no está bien. Esto no va a terminar bien. Y lo sabes. − Si los señores Fitzgerald se enteraran, removerían cielo y tierra para que aquella relación no sucediera. − No podemos.

por **Clara Oswald** Mar Dic 22, 2015 3:36 pm

- No pasa nada, Fred -. Y de verdad lo decía, se había quedado de lo más tranquila, Clara sabía que el rechazo era una posibilidad, “Así que Frederick…”, que el joven no era tan tonto como para no darse cuenta de que estaba enamorada de él, ” Demasiado adulto, serio…”, que la separase era lo más probable, “¡Te llamaré Fred! . Pero, qué demonios ¿estaba mal quererle?- ¿Mal? Mal está que no me hayas dado una negativa en todo este tiempo, porque lo sabías, estoy segura de que lo sabías. Qué ¿se salía de tu zona de confort? ¿Soy una de esas cosas que no puedes controlar?

El mal humor de Clara crecía por momentos, ¡qué demonios le costaba haberle dicho que no era correspondido! Todo este tiempo perdido en nada, vacío. Se sentía idiota, tonta, una completa estúpida, y el caso es que ella tampoco quiso ver nunca que aquello no llegaría a buen puerto, a ningún puerto. Casi sin darse cuenta, la mano que antes lo acariciaba le otorgó algo que Clara también hacía mucho que quería darle, un guantazo. Y tras eso no se arrepintió ni un solo momento.

- Será mejor que me vaya, no sea que pase cualquier otra cosa que esté mal.
Salió de la cama en medio de la oscuridad, la rodeó y se acercó a la vela que Fred tenía en la mesa, tuvo que encenderla para localizar su abrigo y así poder marcharse.

Cuando estaba a punto de abrir la ventana volvió a hablar, pero no se dio la vuelta para mirarle.- Di que no te gusto, di que no me quieres, pero no te atrevas a decirte que está mal, porque es la única cosa que para mí ha estado bien siempre.

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