¿Que pude hacer? Nada. [privado]

por **Keith Lanington** Jue Nov 26, 2015 6:45 pm

Keith sentia que no estaba en sus cabales. El teatro el distraeria un rato. No estaba de más distraerse pues hace tiempo que no se distraia con pases en el teatro o con la compañia de una mujer si esta no empezaba a disparar palabras envenenadas o discretamente intentaba apuñalarla por brujo. Sin embargo lo que el queria en la vida era una persona como Desari. No sabria como o cuando la conseguíria. Desde luego estaba ceñido a encontrarse con aquella con la que estuviera destinado a estar. Echaba de menos encontrarse con aquella mujer que pudiera levantarle el ánimo.

Deseoso de encontrarse con sus padres para tomarse un descanso y probablemente con su hermana con la que recien se habia reencontrado hace unos meses atrás. Ahora ella estaba felizmente casada con un Barón frances de poca monta pero que en cualquier caso eran de momento felices el uno con el otro.

Keith supone que es el karma quien le esta haciendo pasar una mala pasada. Deseoso de encontrarse con alguien conocido, pone marcha al teatro para ver si hay algo de su agrado. Observa el gran cartel en la pared de la nueva Ópera de Madame Butterfly. Era una de sus operas favoritas pero ¿Iría o no? No lo sabía realmente. Tenía mas ganas de pasar desapercibido, pero alguna que otra muchacha joven se dedicaria a mirarle durante la opera y puede que para el eso si sea molesto.

Sin darse cuenta, está pagando una entrada para él. No para nadie más. Estaba posiblemente terminado y destinado a estar solo en si mismo. Dedicarse a si mismo para siempre y probablemente para la afortunada que le aguante para siempre, pero ella aun no había llamado a su puerta o la había encontrado.

por **Morgan Strauss** Lun Ene 04, 2016 11:01 pm

No podía seguir viviendo simplemente con el dinero de su familia. Encontrar a los asesinos de su hermana Alessa se había vuelto parte importante de la vida de Morgan pero eso no quitaba que necesitase trabajar para poder costear las investigaciones, las remodelaciones de la casa de su hermana y claro, sus cosas. Si bien la familia Strauss tenia dinero, cada uno de los miembros de la familia habían sido criados para valerse por ellos mismos y trabajar debidamente en el negocio familiar, así pues, aquella noche Morgan había dejado de lado el asesinato de su hermana y había salido a cumplir con una encomienda.

Un hombre le había pagado una cuantiosa suma por asesinar a su esposa, una mujer a la que ya no amaba y a quien necesitaba muerta para poder llevarse a su amante de años a la casa en que actualmente residía con su próximamente difunta esposa. Aquel caballero le dio ordenes muy especificas a Morgan sobre el asesinato e incluso le dio el lugar donde debía llevar la tarea a cabo. Para la Strauss sería relativamente sencillo entrar en el teatro y asesinar a la victima señalada, sin embargo, la germana necesitaba en parte también una coartada; el problema era que tenía muy pocos conocidos aún, por eso es que estaba a las afueras del teatro perfectamente arreglada para la tarea pero sumamente fastidiada por no encontrar aún alguien a quien arrastrar al interior del lugar.

Después de un buen rato esperando y ya optando por entrar ella sola a la ópera, observo como un hombre bien parecido se acercaba a pagar una entrada y guiada prácticamente de manera involuntaria camino tras él. Morgan notaba las miradas de varias mujeres sobre el individuo así que sonrió para si y apresuro más el paso para tomarlo del brazo como si fueran viejos conocidos.
– Yo te ayudo a librarte de todas las mujeres que quieren venir tras de ti, si tu me acompañas a ver la ópera – aquello debía resultar sumamente abrupto para el hombre, pero para Morgan, ¿Qué era lo peor que podía suceder? Simplemente el ser rechazada y entrar por su cuenta, sin embargo, algo en aquel hombre le hacía sentirse segura de que eso no sucedería – Buen trato, no lo crees así – le miró de reojo, esperando a recibir una respuesta rápida pues dentro de aquel teatro, aun le aguardaba una misión que cumplir.

por **Keith Lanington** Mar Ene 26, 2016 5:35 pm

Y esa mirada que el brujo lanzó a la extraña que se agarró de su brazo era de las que eran de sorpresa repentina, de las que incluso él mismo estaba ahora mismo inquieto, preguntándose qué poder hacer ante tal impetuoso momento de que la desconocida… - ¿Strauss? –Sí, no sabía cómo, pero ese aura era distinto al de su reciente ausencia de la mujer que añadía algo más de vida a su aburrida rutina, ese aura era distinto pero las similitudes eran parcialmente iguales, no había confusión - No puede ser – Murmuró esta vez para sí mismo, preguntándose qué poder hacer en ese mismo instante sin que pudiera parecer molesto o grosero y crear una percepción errónea al resto de la gente y las jóvenes que los observaban desde las paredes del rellano de la entrada.

-Digamos que puedo entender que usted me usará de tapadera….-murmuro cerca de la desconocida – Ah, querida ¿Qué? ¿Te perdiste de camino al tocador? –Dijo audible para que el resto cayera en la trama cosa que no hizo actuar de más - ¿Vamos al interior querida? –Dijo pretendiendo aun la farsa en la que ya estaban ambos metidos.

Los aplausos estaban por todos lados, la gente ya se había acomodado en sus butacas, las impresiones de todo el mundo estaban puestas en cómo estaba el decorado, si, la obra pretendía ser un éxito total, hasta el brujo podía ver a las hermosas actrices ensayando sus últimos momentos antes del gran momento. Keith encontró su butaca, pretendía tener una noche tranquila pero probablemente la muchacha que estaba a su lado no le dejaría que tuviera lo que él quería ¿Qué quería? Sentía que algo malo estaba a punto de ocurrir, sinceramente pensaba que podría estar pensando en “ella” pero aquello había quedado en el pasado, había que pasar página pero era muy fácil decirlo, ni siquiera era capaz de tragarse una poción para el olvido, ya que también la olvidaría de cuando la conoció siendo infante.

Observó a la belleza rubia que estaba a su lado – No deberías de usarme para tus planes, sean los que sean –murmura cerca del oído ajeno – No…-suspira- La muerte va conmigo allí a donde vaya –Esperó a que la muchacha fuera consciente de las palabras del brujo, que le viera con terror en los ojos, pero podría esperar lo contrario de la muchacha, si era quien creía que era o de que familia pertenecía, tendría que apartarla de sí mismo, no estaba en condiciones ahora de volver al pasado, quería saber quién había matado a Alessa. Supo que Ragnar al final no fue ya que fue el que se sorprendió más de los dos, teniendo que soportar la presencia de Desari recién casada.

Menos mal que el mal pasó para quedarse en el pasado.

No volvería a ser molestado o eso es lo que él creía por el momento.

por **Morgan Strauss** Jue Feb 04, 2016 10:09 pm

La mirada que le dirigió el desconocido a quien tomaba del brazo la inquieto. La observaba como si de alguna manera la conociera de antes, lo cual le parecía a la Strauss demasiado extraño; ella era bastante buena reconociendo rostros y el de aquel atractivo hombre definitivamente no lo reconocía así que sencillamente, era incapaz de explicarse aquella manera en que era observada.

Una risita divertida apareció en sus labios cuando el hombre aseguró saber que ella le usaría de tapadera.
- Bueno, no he negado que podría hacer eso ¿o si?- sujetaba fuertemente el brazo ajeno - de hecho le dije que le ayudare con su problema femenino si me ayuda a mi - una enorme sonrisa apareció en su rostro al ser guiada a la entrada - Lamento haberte hecho esperar querido, pero quería lucir hermosa para ti - mencionó, lanzando una mirada a todas aquellas mujeres que antes estuvieron mirando a quien ahora era su acompañante - pero descuida, no voy a dejarte más tiempo solo- y al decir eso le acaricio la mejilla lentamente. Sin duda aquel espectáculo era algo no necesario pero era demasiado divertido como para no hacerlo.

Una vez que se alejaron de las miradas femeninas y entraron al teatro, anduvieron como si realmente fueran una pareja que asistía a ver la obra. La mayor parte de las personas ya estaban en sus asientos y Morgan suponía que faltaba muy poco para el inicio de la función y para su búsqueda de la presa de la noche; aun sabiendo eso, siguió al hombre hasta un par de asientos donde amablemente fue invitada a sentarse y aunque lo más prudente hubiese sido separarse de su acompañante, la Strauss permaneció en su lugar.

Sentada en su asiento, como si fuese la mujer más inocente en el mundo observaba todo a su alrededor, buscando a su víctima, siendo los susurros masculinos los que la hicieron girar el rostro.
- Ayudarme a entrar es lo único que voy a pedirte así que no deberías preocuparte por lo que vaya a hacer - una risita divertida asomó a sus labios - a menos que resulte que ahora estás preocupado por una mujer a la que no conoces - soltó aquello tratando de obtener un poco de información sobre el hombre; sin embargo lo que obtuvo, le hizo enarcar la ceja y acercarse un poco más a él - La muerte no solo va allá a donde tú vas, también va a donde yo voy asi que digamos que estamos a mano y que nada va a pasarnos - su mirada pasó de él al escenario - por cierto no me has dicho tu nombre - le miró de reojo - sería educado de tu parte decírmelo.

por **Keith Lanington** Mar Abr 26, 2016 5:52 pm

¿Su nombre? ¿Sería prudente sabiendo o intuía que era alguna pariente cercana de su fallecido antiguo affaire?

Keith estaba tentado de revelar dicha información – Pero ¿Por qué tendría que ser revelador con ese dato? Además, ¿Qué es un nombre sino solo una manera de etiquetar a alguien? No es pie, ni brazo, ni cuello ni nada que lo pueda ligar, pero si por algún apelativo deseáis dirigiros a mí, llamadme brujo si es que os gusta ese nombre para referiros a mi persona – Dijo con tranquilidad adquirida después de sentarse al lado de la mujer rubia que pidió su nombre.

Allá al menos en la amplitud del escenario, Keith esperaba ver a los actores o actrices que fueran a desempeñar algún papel en la obra de la noche.

La gente parecía entrar y salir de las puertas, un barullo comenzó a alarmar a la gente que si fuera por arte de magia, las puertas del interior de la sala comenzaron a cerrarse, dejando encerrados a los tantos espectadores de esa noche incluyendo la pareja entre Keith y la muchacha de cabellos dorados. Suspirando tranquilo y mirando el panfleto de pergamino para que pudiera simular combinación con la obra, estaba Keith esperando algo que pasase que realmente le atormentara y que le pusiera preocupado pero habiendo presenciado lo de las puertas cerrarse por arte de magia le pareció un absurdo juego de niños.

Quien estuviera dentro o jugando con los múltiples espectadores de la noche, Keith sabía que podría ser alguien que poseyera los mismos poderes que él mismo, es decir un brujo con ganas de desquitarse con varios inocentes a pesar de que algunos sobrepasaban la osadía – Para la ignorancia y la osadía, una hostia al día –Dijo como si fuera algo que recitara con frecuencia.

Él estaba intentando distraerse de que Desari saliera de su mente definitivamente, pero para ello fue al teatro, para distraerse, para al menos salir de esa nube toxica de envenenamiento del dulzor de Desari. La gente comenzó a gritar. Un hombre se chocó contra ambos y este mismo en cuanto vio a la mujer con la que había entrado la miro con terror - ¡No, tu no! –Aquel hombre salió disparado de su cercanía y la de él mismo - ¿Le conoces? –Pregunto aun sentado en el asiento al lado de la joven rubia de ojos claros.

por **Morgan Strauss** Sáb Mayo 14, 2016 10:40 pm

Había usado al hombre aquel simplemente como una cubierta para poder ingresar al teatro sin llamar mucho la atención, aún así, por algún motivo que no podía comprender, las palabras pronunciadas por aquel hombre la llenaban de curiosidad. ¿Quién era aquel hombre con quien bien podía pensar en pasar algunas noches? Eso pensaba averiguarlo muy pronto.

Decidida como estaba a descubrir un poco más sobre su acompañante improvisado, Morgan detuvo la búsqueda de su presa para interrogarle. La alemana pregunto su nombre, recibiendo una respuesta que la hizo enarcar la ceja y sonreír ampliamente. Aquel individuo le ayudó, pero definitivamente no era tonto.
– Bueno yo quiero saber de que manera es que le etiquetan a usted, y no me apetece llamarle brujo – le miró divertida – porque de ser realmente usted uno, se pondría en peligro – se acercó un poco más a él – los inquisidores pueden estar donde menos se lo espera y he escuchado que últimamente no son muy amables, ni siquiera con sobre naturales que pertenecen a la alta cuna – susurró aquello cerca del oído masculino, terminando por alejarse un poco – así que después de lo dicho, ¿Se encuentra seguro que quiere que lo llame de esa manera? Porque a mi puede llamarme Morgan.

Los siguientes momentos fueron sumamente extraños. La peculiar pareja formada por el castaño y la rubia se quedó en silencio, indicando a la alemana que quizás era hora de moverse y ejecutar el plan que tenía planeado para esa noche, sin embargo, una vez que se encontraba dispuesta a levantarse de su asiento, las puertas comenzaron a cerrarse, llevándola a permanecer en su asiento, expectante. Probablemente creer que lo que sucedía tenía que ver con ella era una exageración, pero fueron las palabras del hombre a su lado lo que la llevaron a dudar mucho más y a mirar de un lado a otro. Algo esta sucediendo y necesitaba descubrir que era.

Con la mirada atenta a otro sitio, Morgan no se dio cuenta de que se acercaba hasta ella un hombre que bien conocía, hombre que al estrellarse con ella la reconoció y terminó por huir.
– Demonios – susurró una vez que observo a su presa comenzar a escapar. Por algún motivo aquel individuo acabo estrellándose con ella y su acompañante, pero algo le decía a la asesina que ese hecho fue causado intencionalmente por alguien. ¿Quién sabía de su misión de la noche? ¿Sería que otro asesino estaba tras su presa y quería sacarla del camino? Cualquiera fuera la respuesta, la Strauss no podía perder más tiempo. Levantándose de golpe, la alemana se giro a mirar a su acompañante y con una sonrisa en los labios respondió a su pregunta – Claro que le conozco – se acercó a susurrar – he venido por su cabeza – y apartándose le guiño un ojo – Nos vemos después brujo – se giro entonces para seguir la dirección que antes siguiera su presa, sin saber que aquel que antes cerrara las puertas y ocasionara la colisión entre ella y su victima estaba muy cerca.

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