AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Les voies de la faim [privado]
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Les voies de la faim [privado]
Parecía que en invierno las horas del día transcurrían con mucha celeridad y las de la noche se entretenían alargando los minutos. En esta ocasión el manto nocturno se había presentado pronto, las farolas que solían alumbrar las callejuelas de Paris acababan de encenderse y los comercios se iban cerrando uno a uno permitiendo que dueños y empleados se dirigieran de vuelta a sus hogares. Estos se despedían de sus compañeros de labor hasta el siguiente día ajustando sus gorros y bufandas y resguardando en el interior de sus bolsillos sus manos curtidas y callosas debido al arduo trabajo. Así era la clase del proletariado cuyas diversas casas de construcción humilde y bastante desvencijada se vislumbraban a lo largo de las callejuelas por las cuales deambulaba la cambiante.
Una ágil figura de pelaje rojo y blanco que revelaba a una joven border collie trotaba a buen paso mientras su mirada observaba a uno y otro lado de la calle empedrada. De vez en cuando se encontraba con alguna rata a la cual perseguía hasta que esta se escurría en una alcantarilla para desaparecer por debajo de la ciudad y luego reanudaba su recorrido.
Su destino era la carnicería que solía visitar ciertos días y cuyo dueño, un italiano flacuchento de alargada nariz y cabello veteado de gris, se apiadaba de ella regalándole restos de embutidos o trozos de huesos y carne que devoraba con avidez. Aunque esta vez al llegar se encontró con que el lugar había cerrado temprano. Observó la puerta con ojos emotivos agrandados por la sorpresa y la decepción, permaneció estupefacta y luego se acercó a ella para rascarla y gimotear un par de veces con la esperanza de que el dueño apareciera, pero no obtuvo mayor respuesta que el de los gruñidos provenientes de su estómago anunciando el hambre que sentía. Ladró al aire, giró sobre si misma para dirigirse de nuevo a la calle y volvió a trotar atravesando un parque, adonde pensó que quizás podría tener más suerte si se encontraba con alguien que quisiese compartirle unas migajas de pan.
Al llegar a la verde grama rodó sobre ella y permaneció boca arriba un rato observando el cielo grisáceo y carente de estrellas. Volvió a rodar sobre su estómago y desde allí observó una figura que se le hizo conocida. Ladeó su rostro canino y observó al sujeto sentado en una banca. Se levantó de un salto y corrió en esa dirección, ladró un par de veces y se abalanzó, colocando sus patas delanteras sobre las rodillas del muchacho al que acaba de sorprender. -¡Cailen!- exclamó mentalmente. Meneó la cola y volvió a ladrar observándole. -Tengo hambre.- Clavó en él sus ojos y con su húmeda nariz olfateó sus ropas para luego desviarse a las manos. Lo conocía ya desde hace tiempo por lo que le alegraba verle.
Una ágil figura de pelaje rojo y blanco que revelaba a una joven border collie trotaba a buen paso mientras su mirada observaba a uno y otro lado de la calle empedrada. De vez en cuando se encontraba con alguna rata a la cual perseguía hasta que esta se escurría en una alcantarilla para desaparecer por debajo de la ciudad y luego reanudaba su recorrido.
Su destino era la carnicería que solía visitar ciertos días y cuyo dueño, un italiano flacuchento de alargada nariz y cabello veteado de gris, se apiadaba de ella regalándole restos de embutidos o trozos de huesos y carne que devoraba con avidez. Aunque esta vez al llegar se encontró con que el lugar había cerrado temprano. Observó la puerta con ojos emotivos agrandados por la sorpresa y la decepción, permaneció estupefacta y luego se acercó a ella para rascarla y gimotear un par de veces con la esperanza de que el dueño apareciera, pero no obtuvo mayor respuesta que el de los gruñidos provenientes de su estómago anunciando el hambre que sentía. Ladró al aire, giró sobre si misma para dirigirse de nuevo a la calle y volvió a trotar atravesando un parque, adonde pensó que quizás podría tener más suerte si se encontraba con alguien que quisiese compartirle unas migajas de pan.
Al llegar a la verde grama rodó sobre ella y permaneció boca arriba un rato observando el cielo grisáceo y carente de estrellas. Volvió a rodar sobre su estómago y desde allí observó una figura que se le hizo conocida. Ladeó su rostro canino y observó al sujeto sentado en una banca. Se levantó de un salto y corrió en esa dirección, ladró un par de veces y se abalanzó, colocando sus patas delanteras sobre las rodillas del muchacho al que acaba de sorprender. -¡Cailen!- exclamó mentalmente. Meneó la cola y volvió a ladrar observándole. -Tengo hambre.- Clavó en él sus ojos y con su húmeda nariz olfateó sus ropas para luego desviarse a las manos. Lo conocía ya desde hace tiempo por lo que le alegraba verle.
Última edición por Kenna Carmichael el Miér Dic 16, 2015 7:32 pm, editado 1 vez
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Había decidido que estar en el callejón en total soledad comenzaba a darme una sensación de pesadez, por lo que desde que desperté con los primeros rayos del sol tomé la iniciativa de que al atardecer, con las últimas horas de luz, iría al parque. Tenía ya varias semanas sin salir de aquel rincón andrajoso, me merecía un cambio de ambiente, un pequeño placer que me saldría gratis.
Fue así como terminé aquella noche en ese lugar que parecía tan alejado de mi realidad. Como pisar una tierra desconocida. Mi sola presencia contrastaba con todo aquello que me rodeaba, dejando en claro que no pertenecía a ese lugar, no era más que un intruso. Bien podría pasar como alguien que había perdido el rumbo. Pero aquello poco me importaba pues justamente era lo que estaba buscando, un cambio de ambiente. Necesitaba avivar la chispa jovial o corría el riesgo de que ésta se extinguiera. Y si dejaba que eso ocurriera no me lo perdonaría jamás.
Estaba sentado en la banca, gozando del paisaje cuando me di cuenta de que a mi lado se encontraban un montón de papeles olvidados, al observarlos más de cerca me di cuenta de que se trataba de un periódico. Lo tomé entre mis manos y comencé a hojearlo. Tal vez si supiera cómo leer lo hubiera hecho pero dado que no tenía ningún conocimiento sobre aquello, me limitaba a las imágenes que aparecían. Era el rostro de una persona que jamás había visto y poco me importaba conocer. Con delicadeza comencé a hacer dobleces en la hoja hasta que adquirió una forma distinta. Al contemplar mi obra finalizada no pude evitar soltar una risilla ¿dónde había aprendido a hacer eso? No tenía idea pero me entretenía como a un niño pequeño.
No muy lejos de ahí escuché un ladrido seguido de unos pasos presurosos pertenecientes a un animal. Alcé la vista y para mi alegría, me encontré con una cachorra que conocía bien. -¡Kenna! -Grité con alegría. Mientras dejaba que pusiera sus peludas patas sobre mis rodillas. -¿Dónde te habías metido? Hace tiempo que no te veía. -Dije mientras comenzaba a hacerle mimos tras las orejas como sabía que le gustaba. -No te muevas, tengo algo para ti. -Con mi mano tomé el sombrero hecho con el trozo de papel doblado y lo coloqué sobre su cabeza. -Muy elegante.
Fue así como terminé aquella noche en ese lugar que parecía tan alejado de mi realidad. Como pisar una tierra desconocida. Mi sola presencia contrastaba con todo aquello que me rodeaba, dejando en claro que no pertenecía a ese lugar, no era más que un intruso. Bien podría pasar como alguien que había perdido el rumbo. Pero aquello poco me importaba pues justamente era lo que estaba buscando, un cambio de ambiente. Necesitaba avivar la chispa jovial o corría el riesgo de que ésta se extinguiera. Y si dejaba que eso ocurriera no me lo perdonaría jamás.
Estaba sentado en la banca, gozando del paisaje cuando me di cuenta de que a mi lado se encontraban un montón de papeles olvidados, al observarlos más de cerca me di cuenta de que se trataba de un periódico. Lo tomé entre mis manos y comencé a hojearlo. Tal vez si supiera cómo leer lo hubiera hecho pero dado que no tenía ningún conocimiento sobre aquello, me limitaba a las imágenes que aparecían. Era el rostro de una persona que jamás había visto y poco me importaba conocer. Con delicadeza comencé a hacer dobleces en la hoja hasta que adquirió una forma distinta. Al contemplar mi obra finalizada no pude evitar soltar una risilla ¿dónde había aprendido a hacer eso? No tenía idea pero me entretenía como a un niño pequeño.
No muy lejos de ahí escuché un ladrido seguido de unos pasos presurosos pertenecientes a un animal. Alcé la vista y para mi alegría, me encontré con una cachorra que conocía bien. -¡Kenna! -Grité con alegría. Mientras dejaba que pusiera sus peludas patas sobre mis rodillas. -¿Dónde te habías metido? Hace tiempo que no te veía. -Dije mientras comenzaba a hacerle mimos tras las orejas como sabía que le gustaba. -No te muevas, tengo algo para ti. -Con mi mano tomé el sombrero hecho con el trozo de papel doblado y lo coloqué sobre su cabeza. -Muy elegante.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Kenna meneó la cola con entusiasmo al escuchar su nombre. Su olfateo cedió y alzó el rostro complacida por el hecho de que le reconociera. Eran pocos los que conocían su naturaleza de cambiante pero con él compartía ese secreto, lo cual resultaba agradable, como una especie de liberación. Aparte de que no solía confundirla con otros perros como otras personas lo hacían a menudo. Había algunos que no podían diferenciar un border collie de otro, era ridículo en su opinión. ¿Cómo podían confundirles? Nunca lo entendería del todo. Cailen sin embargo solía reconocerle a la primera.
Ladró alegremente, entusiasmada por verle. Quería contarle cientos de cosas, todas de una sola vez y los minutos presentes no alcanzaban para hacerlo. -Estuve del otro lado de la ciudad, buscando nuevos techos, nuevas tiendas de dulces, nuevas carnicerías. Pero me encontré con gente algo tacaña.- respondió mentalmente. Se cubrió el rostro canino observándole con ojos lastimeros un segundo, para hacer énfasis en ello, pero estos cambiaron en un segundo en cuanto sintió los mimos detrás de sus orejas. -Ah, si, si. Por allí, por allí.- Indicó para que le siguiera rascando adonde más le gustaba.
Alzó la cabeza muy atenta al escuchar que tenia algo para ella. -¿Qué es, qué es?- Sus ojos siguieron el movimiento de sus manos y captaron el sombrero hecho de papel. -Ohh.- Giró los ojos hacia arriba intentando verlo de nuevo cuando se lo enfundó en la cabeza. -¿Lo hiciste tú?- Le ladró entusiasmada y retrocedió caminando sobre sus dos patas traseras con el sombrero en la cabeza. -No sabía que hacías este tipo de cosas.- Soltó una risita maravillada por el hecho.
Aterrizó las dos patas delanteras, se arqueó sobre ellas, tomó impulso y se lanzó sobre la banca. -Lo llevaré puesto cuando realice mi nuevo truco.- Le lengüeteó el rostro alegremente y volvió a lanzarse sobre la grama como un pequeño torbellino que no se podía estar quieto. -¿Me ayudarás a ganar monedas, eh?- Gruñó meneando la cola, advirtiéndole que no iba a aceptar un no como respuesta. Se acercó lentamente a él, volvió a colocar sus patas sobre sus rodillas y ladeó el rostro al mirarlo. -¿Dónde has estado tú?- Le lengüeteó las manos y gimoteó un poco al intentar adivinar la respuesta. -¿También has tenido que realizar trucos para poder comer?-
Ladró alegremente, entusiasmada por verle. Quería contarle cientos de cosas, todas de una sola vez y los minutos presentes no alcanzaban para hacerlo. -Estuve del otro lado de la ciudad, buscando nuevos techos, nuevas tiendas de dulces, nuevas carnicerías. Pero me encontré con gente algo tacaña.- respondió mentalmente. Se cubrió el rostro canino observándole con ojos lastimeros un segundo, para hacer énfasis en ello, pero estos cambiaron en un segundo en cuanto sintió los mimos detrás de sus orejas. -Ah, si, si. Por allí, por allí.- Indicó para que le siguiera rascando adonde más le gustaba.
Alzó la cabeza muy atenta al escuchar que tenia algo para ella. -¿Qué es, qué es?- Sus ojos siguieron el movimiento de sus manos y captaron el sombrero hecho de papel. -Ohh.- Giró los ojos hacia arriba intentando verlo de nuevo cuando se lo enfundó en la cabeza. -¿Lo hiciste tú?- Le ladró entusiasmada y retrocedió caminando sobre sus dos patas traseras con el sombrero en la cabeza. -No sabía que hacías este tipo de cosas.- Soltó una risita maravillada por el hecho.
Aterrizó las dos patas delanteras, se arqueó sobre ellas, tomó impulso y se lanzó sobre la banca. -Lo llevaré puesto cuando realice mi nuevo truco.- Le lengüeteó el rostro alegremente y volvió a lanzarse sobre la grama como un pequeño torbellino que no se podía estar quieto. -¿Me ayudarás a ganar monedas, eh?- Gruñó meneando la cola, advirtiéndole que no iba a aceptar un no como respuesta. Se acercó lentamente a él, volvió a colocar sus patas sobre sus rodillas y ladeó el rostro al mirarlo. -¿Dónde has estado tú?- Le lengüeteó las manos y gimoteó un poco al intentar adivinar la respuesta. -¿También has tenido que realizar trucos para poder comer?-
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Solté una risilla al ver cómo caminaba en sus dos patas, claramente alegre y en cuanto se volvió a incorporar le dediqué un par de aplausos. -¿Has estado practicando? -Pregunté casualmente. Mientras observaba que se inclinaba a punto de saltar y, en efecto, lo hizo. Saltó quedando justo al lado mío y al instante sentí que comenzaba a pasar su lengua canina por mi rostro. -¡Kenna, me haces cosquillas! -Dije riendo aunque sin apartarme, entendía que era su forma de mostrar afecto en esa versión de sí misma y el querer evitarlo podía hacerle entender que no me agradaba.
La observé divertido por el lenguaje corporal que mostraba, a pesar de que no podía entenderle me hacía una idea de lo que intentaba decirme, me pregunté entonces si era porque como cambiante también poseía el razonamiento de un ser humano y por eso era más fácil de entenderle. Asumí que era eso y seguí mirándola, aún asombrado de la hiperactividad que mostraba en algunas ocasiones, como una niña pequeña. -Tienes mucha energía esta noche. -Afirmé mientras veía lo mucho que se giraba. Luego volvió a acercarse a mí, colocando sus patas sobre mis rodillas, de inmediato cambiando su expresión facial, ahora era preocupación. Alcé la ceja. -No me des esa cara Kenna, sabes que puedo cuidarme solo. -A pesar de esas palabras , su rostro seguía siendo el mismo, por lo que supe que estaba esperando otra respuesta.
-Oye es una noche muy fría. -Comenté alzando la ceja y removiendo mi bufanda. -El verde te sienta bien... un poco más... Listo. -Moví mi mano para acariciarle nuevamente y noté sus ojos un tanto tristes -¿Qué pasa? -Miré mis manos, tratando de adivinar la respuesta, al no ver nada supuse que debía ser algún aroma y tenía razón. Gracias a todo el dinero que obtuve por vender aquella red había podido comprar comida y ropa de segunda mano, la que tenía anteriormente estaba hecha jirones.
-Ah sí. Mis manos huelen a carne. -Solté una risilla. -Deja contarte, el otro día me pasó algo de lo más alocado. ¿Recuerdas ese sitio al que te llevé el otro día en el bosque? Donde está el arroyo. Ya sabes, el lugar donde encontraste a un conejo, bueno, hace dos días fui y caí en la trampa de una cazadora. ¡¿Puedes creerlo?! -Y solté una carcajada al recordar los eventos de aquel día. -Al final me liberó, y me ha dejado conservar la red, estaba hecha con plata en algunas partes y la he vendido, aún tengo dinero y comida. Podemos ir a mi callejón, tengo huesos por si quieres y uno que otro trozo de pan. Todo en buen estado, fue el almuerzo de hoy, siempre guardo algo en caso de que vengas.
La observé divertido por el lenguaje corporal que mostraba, a pesar de que no podía entenderle me hacía una idea de lo que intentaba decirme, me pregunté entonces si era porque como cambiante también poseía el razonamiento de un ser humano y por eso era más fácil de entenderle. Asumí que era eso y seguí mirándola, aún asombrado de la hiperactividad que mostraba en algunas ocasiones, como una niña pequeña. -Tienes mucha energía esta noche. -Afirmé mientras veía lo mucho que se giraba. Luego volvió a acercarse a mí, colocando sus patas sobre mis rodillas, de inmediato cambiando su expresión facial, ahora era preocupación. Alcé la ceja. -No me des esa cara Kenna, sabes que puedo cuidarme solo. -A pesar de esas palabras , su rostro seguía siendo el mismo, por lo que supe que estaba esperando otra respuesta.
-Oye es una noche muy fría. -Comenté alzando la ceja y removiendo mi bufanda. -El verde te sienta bien... un poco más... Listo. -Moví mi mano para acariciarle nuevamente y noté sus ojos un tanto tristes -¿Qué pasa? -Miré mis manos, tratando de adivinar la respuesta, al no ver nada supuse que debía ser algún aroma y tenía razón. Gracias a todo el dinero que obtuve por vender aquella red había podido comprar comida y ropa de segunda mano, la que tenía anteriormente estaba hecha jirones.
-Ah sí. Mis manos huelen a carne. -Solté una risilla. -Deja contarte, el otro día me pasó algo de lo más alocado. ¿Recuerdas ese sitio al que te llevé el otro día en el bosque? Donde está el arroyo. Ya sabes, el lugar donde encontraste a un conejo, bueno, hace dos días fui y caí en la trampa de una cazadora. ¡¿Puedes creerlo?! -Y solté una carcajada al recordar los eventos de aquel día. -Al final me liberó, y me ha dejado conservar la red, estaba hecha con plata en algunas partes y la he vendido, aún tengo dinero y comida. Podemos ir a mi callejón, tengo huesos por si quieres y uno que otro trozo de pan. Todo en buen estado, fue el almuerzo de hoy, siempre guardo algo en caso de que vengas.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Kenna agitó la cola, inquieta y ávida de conocer las respuestas de Cailen. Claro, era un obstáculo que en su forma de cambiante no pudiese emitir palabras que él pudiera escuchar pero eso no le impedía hablarle, decirle todo lo que tenía en mente, y que él igualmente le hablara, comprendiera sus cambios y su estado de ánimo y le proveyera información. De esa forma se comunicaban, y eso le animaba a ser muy expresiva y a sonreír de oreja a oreja mientras lo observaba.
-Por supuesto, he estado practicando.- respondió, apoyando su rostro sobre sus rodillas mientras alzaba sus ojos hacia él para no perder detalle de lo que le decía. Si... en verdad era una noche fría, de hecho no comprendía del todo como lo había encontrado en el parque con ese clima; pero, volviendo a observar a su alrededor, comprendió de inmediato la respuesta. -¿A ti también te gusta verdad?- Le lengueteó cariñosamente las manos. Cailen estaba solo como ella y cuando lo estás y todo lo que conoces son callejones, venir a un lugar como este era como trotar en el cielo. -Deberías probar a revolcarte sobre la grama.- Se alejó un poco y se acostó sobre ella, rodando sobre un lado y el otro. -Así, ¿ves?-
Volvió a acercarse y agachó la cabeza al sentir que le colocaba algo alrededor del cuello. -Qué...- Abrió los ojos de par en par al comprender que se trataba de su bufanda. -Pero... ¿en serio?- Se levantó de un salto, ladró un par de veces comunicándole lo conmovida que estaba por el gesto y corrió hacia él, lanzándose alegremente sobre sus piernas.
-Si, hueles a carne.- Su estómago volvió a emitir ruidos sonoros al decir esa palabra pero escuchó su relato con atención. ¿Quéeeee? ¿Qué había caído en una trampa de una cazadora? Lo observó con reproche en la mirada. -Eso te pasa por no mantenerme cerca, si yo hubiera estado allí nunca habrías caído en ella.- Aunque soltó una risita perruna al imaginarse la escena y se alegró de que el asunto hubiera terminado bien.
A continuación saltó con energía sobre el pasto. -¿Tienes huesos y aún estamos aquí?- Gruñó en protesta y se acercó a sus pantalones tirando del borde con sus dientes para indicarle que se moviera. -¡Por supuesto que iremos!- Lo miró con ojos grandes y vibrantes. -Hoy no encontré comida y pensé que pasaría así la noche, y si ahora no le hinco diente a esos jugosos huesos yo...- caminó sobre la grama en zig zag y se dejó caer dramáticamente sobre ella. -Moriré...- explicó, cerrando los ojos, estirando las patas y manteniendo el cuerpo muy rígido para dar énfasis a lo que estaba diciendo.
-Por supuesto, he estado practicando.- respondió, apoyando su rostro sobre sus rodillas mientras alzaba sus ojos hacia él para no perder detalle de lo que le decía. Si... en verdad era una noche fría, de hecho no comprendía del todo como lo había encontrado en el parque con ese clima; pero, volviendo a observar a su alrededor, comprendió de inmediato la respuesta. -¿A ti también te gusta verdad?- Le lengueteó cariñosamente las manos. Cailen estaba solo como ella y cuando lo estás y todo lo que conoces son callejones, venir a un lugar como este era como trotar en el cielo. -Deberías probar a revolcarte sobre la grama.- Se alejó un poco y se acostó sobre ella, rodando sobre un lado y el otro. -Así, ¿ves?-
Volvió a acercarse y agachó la cabeza al sentir que le colocaba algo alrededor del cuello. -Qué...- Abrió los ojos de par en par al comprender que se trataba de su bufanda. -Pero... ¿en serio?- Se levantó de un salto, ladró un par de veces comunicándole lo conmovida que estaba por el gesto y corrió hacia él, lanzándose alegremente sobre sus piernas.
-Si, hueles a carne.- Su estómago volvió a emitir ruidos sonoros al decir esa palabra pero escuchó su relato con atención. ¿Quéeeee? ¿Qué había caído en una trampa de una cazadora? Lo observó con reproche en la mirada. -Eso te pasa por no mantenerme cerca, si yo hubiera estado allí nunca habrías caído en ella.- Aunque soltó una risita perruna al imaginarse la escena y se alegró de que el asunto hubiera terminado bien.
A continuación saltó con energía sobre el pasto. -¿Tienes huesos y aún estamos aquí?- Gruñó en protesta y se acercó a sus pantalones tirando del borde con sus dientes para indicarle que se moviera. -¡Por supuesto que iremos!- Lo miró con ojos grandes y vibrantes. -Hoy no encontré comida y pensé que pasaría así la noche, y si ahora no le hinco diente a esos jugosos huesos yo...- caminó sobre la grama en zig zag y se dejó caer dramáticamente sobre ella. -Moriré...- explicó, cerrando los ojos, estirando las patas y manteniendo el cuerpo muy rígido para dar énfasis a lo que estaba diciendo.
Última edición por Kenna Carmichael el Dom Ene 24, 2016 4:08 am, editado 1 vez
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
-Anda, es tuya, no quisiera enterarme de que te has enfermado otra vez. -Le acaricié otra vez en la cabeza y cuello. -Ah y no te preocupes, estoy bien ¿lo ves? además no volverá a pasar, nos despedimos en buenos términos. Por suerte, no me hubiera gustado tenerla como enemiga. No le hablé de ti claro. -Comenté para asegurarle de que no corría peligro. Ni ella ni ningún otro de los sobrenaturales que tenía como amigos, todos esparcidos por París. Si algo les llegara a suceder me sentiría culpable. Más aún por ser quien era, hijo de inquisidores, educado como tal. Un renegado, traidor, fugitivo al que le dieron cacería. Mis antecesores estaban manchados con la sangre de muchos como la pequeña cambiante que rodaba en el piso alegre. Jamás entendería cómo fue que fueron capaces de cometer crímenes tan atroces, me habían metido en la cabeza de que eran seres abominables y sanguinarios por lo que cuando llegué a la ciudad y me daba cuenta de que algo no era del todo normal con una persona me daba miedo. Y luego conocí a Kenna, que estaba tan sola como yo.
También por ello me preocupaba la nueva “amistad” que había hecho, era una cazadora, por la razón que fuese, no sabía cómo se tomaría el hecho de que sabía en dónde encontrar a al menos la mitad de no-humanos que había en París y las provincias cercanas. Estaba preocupado...
Sentí un tirón en la pierna que me sacó de mis pensamientos y bajé la mirada, Solté una risa al notar el entusiasmo con el que repentinamente comenzó a mordisquear y jalar mi pantalón, insistiendo en que me levantara. -Tranquila, ya vamos, no se irán a ninguna parte. -Y me acomodé el abrigo para andar. Negué la cabeza divertido al verla fingir estar muerta. -No desesperes, ya voy. Hey… -Dije para llamar la atención y me detuve por un momento mientras ella me observaba con ojos atentos y orejas levantadas, esperando a que dijera lo que tenía que decirle. - ¡El último tiene pulgas! -Y me eché a correr en dirección al callejón.
También por ello me preocupaba la nueva “amistad” que había hecho, era una cazadora, por la razón que fuese, no sabía cómo se tomaría el hecho de que sabía en dónde encontrar a al menos la mitad de no-humanos que había en París y las provincias cercanas. Estaba preocupado...
Sentí un tirón en la pierna que me sacó de mis pensamientos y bajé la mirada, Solté una risa al notar el entusiasmo con el que repentinamente comenzó a mordisquear y jalar mi pantalón, insistiendo en que me levantara. -Tranquila, ya vamos, no se irán a ninguna parte. -Y me acomodé el abrigo para andar. Negué la cabeza divertido al verla fingir estar muerta. -No desesperes, ya voy. Hey… -Dije para llamar la atención y me detuve por un momento mientras ella me observaba con ojos atentos y orejas levantadas, esperando a que dijera lo que tenía que decirle. - ¡El último tiene pulgas! -Y me eché a correr en dirección al callejón.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Kenna aguardaba expectante las palabras de Cailen, abrió un ojo observándolo desde esa posición y enderezó las orejas atentamente para no perder detalle de sus indicaciones. En cuanto el comunicado viajó sonoramente por el aire para llegar a ellas y transmitir el reto, saltó como si estuviera compelida por un resorte y corrió detrás de él con notorio entusiasmo.
-¡No se vale! ¡Tú ya estás corriendo!- respondió al tiempo que sus cuatro patas caían una y otra vez sobre el verde manto y las dirigía en una veloz carrera para atravesar el parque. Pronto le dió alcance, a pesar de que tenía que admitir que para ser un no-cambiante era bastante veloz. -¡El haber caído en esa red debe haberte atrofiado un poco!- exclamó alegremente mientras volteaba a verlo, de vez en cuando dando saltos de un lado al otro mientras atravesaban varias calles y cambiaban de dirección hacia el callejón que solía habitar su amigo.
Se sentía alegre como una niña pequeña, visualizando los huesos con el hocico hecho agua. -¿Cómo sabes que no se irán a ningún lado?- preguntó agazapándose sobre sus dos patas delanteras para dar un salto mortal hacia algunas cajas de cartón que se encontraban apiñadas contra la pared y desde allí se sentó a observar su entrada en el callejón, meneando la cola. -¿Quién tiene pulgas ahora?- Sonrió enseñándole los dientes. -Ciertamente yo no.- Alzó la cabeza y estiró el cuello orgullosamente. ¿Cómo podía insinuar eso de ella? ¿Qué no sabía que acudía con regularidad a los estanques y arroyos de las afueras a tomar un baño? Río y dió un par de saltos antes de aterrizar en el suelo.
-¿Dónde está el banquete?- Tironeó nuevamente de sus pantalones indicándole que se apresurara y le soltó para comenzar a olfatear los alrededores incansablemente. -¡¡¡Oh, está por aquí, por aquí!!!- gimoteó lastimeramente y volteó el rostro hacia él. Se acercó y le lengüeteó las manos. -Gracias por traerme.- de repente estaba completamente conmovida de nuevo, sus oscuros ojos brillaban de agradecimiento al verlo y su estómago emitía involuntariamente un par de ruiditos delatores.
-¡No se vale! ¡Tú ya estás corriendo!- respondió al tiempo que sus cuatro patas caían una y otra vez sobre el verde manto y las dirigía en una veloz carrera para atravesar el parque. Pronto le dió alcance, a pesar de que tenía que admitir que para ser un no-cambiante era bastante veloz. -¡El haber caído en esa red debe haberte atrofiado un poco!- exclamó alegremente mientras volteaba a verlo, de vez en cuando dando saltos de un lado al otro mientras atravesaban varias calles y cambiaban de dirección hacia el callejón que solía habitar su amigo.
Se sentía alegre como una niña pequeña, visualizando los huesos con el hocico hecho agua. -¿Cómo sabes que no se irán a ningún lado?- preguntó agazapándose sobre sus dos patas delanteras para dar un salto mortal hacia algunas cajas de cartón que se encontraban apiñadas contra la pared y desde allí se sentó a observar su entrada en el callejón, meneando la cola. -¿Quién tiene pulgas ahora?- Sonrió enseñándole los dientes. -Ciertamente yo no.- Alzó la cabeza y estiró el cuello orgullosamente. ¿Cómo podía insinuar eso de ella? ¿Qué no sabía que acudía con regularidad a los estanques y arroyos de las afueras a tomar un baño? Río y dió un par de saltos antes de aterrizar en el suelo.
-¿Dónde está el banquete?- Tironeó nuevamente de sus pantalones indicándole que se apresurara y le soltó para comenzar a olfatear los alrededores incansablemente. -¡¡¡Oh, está por aquí, por aquí!!!- gimoteó lastimeramente y volteó el rostro hacia él. Se acercó y le lengüeteó las manos. -Gracias por traerme.- de repente estaba completamente conmovida de nuevo, sus oscuros ojos brillaban de agradecimiento al verlo y su estómago emitía involuntariamente un par de ruiditos delatores.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Comencé a aullar divertido mientras corría, sin ninguna razón en particular, tan solo se me había antojado hacerlo, iba ganando, era veloz y lo sabía pero aún así no me comparaba con la energía que acompañaba a la pequeña cambiante tras de mí, eso sumado a que sus músculos en esa forma eran más fuertes que los míos.
En cualquier momento me alcanzaría y terminaría detrás de ella, tal y como siempre pasaba. Tenía más de un año de conocer a Kenna pero siempre que competíamos acababa en segundo lugar, no intuía que aquella vez fuese diferente de algún modo.
Casi al mismo tiempo que terminé de pensar en aquello, se cumplió, un segundo después vi un destello blanco con mechones rojos que corría a toda velocidad y lugo giraba ágilmente hacia otra calle. -¡Oye! -Grité fingiendo estar molesto pero en verdad me sentía alegre de verla tan entretenida, jugando. Seguí mi camino bajando la velocidad y entré a mi "hogar" jadeando.
Dejé entrever una sonrisa cómplice cuando la observé moviendo la cola feliz y con la cabeza en alto. -Tranquila campeona... -Me detuve otra vez a tomar aire. -Admite que estoy mejorando. Casi gano esta vez. Apuesto a que para la próxima yo seré quien llegue primero.
Sonreí al sentir nuevamente el tirón en la pierna y con la mano le hice mimos al tiempo que comenzaba a avanzar. Con la mirada busqué la caja en la que había guardado todo. - Ven Kenna, sigue a este pulgoso que te enseñará dónde está la comida. -Reí al mismo tiempo que nos aproximábamos a un barril donde tenía mis pocas pertenencias. Metí medio cuerpo en él tratando de alcanzar la bolsa con carne y huesos. Estuve cerca de perder el equilibrio y caer con todo y barril pero por suerte no ocurrió, volví a tocar el suelo tranquilamente.
-Cierra los ojos, esto te va a encantar. -En mi mano sostenía un enorme hueso con aún bastante carne, un costillar de vaca. -Sin trampas eeeh. -Lentamente lo fui acercando a su hocico dándole a entender que lo probara, apenas dio la primera lamida sus ojos se abrieron sobresaltados y solté una carcajada, más que nada por la ternura. Seguramente esperaba un trozo de hueso con nada de carne de verdad. -Come despacio, no quiero que te atragantes o por tratar de llenarte te enfermes.
En cualquier momento me alcanzaría y terminaría detrás de ella, tal y como siempre pasaba. Tenía más de un año de conocer a Kenna pero siempre que competíamos acababa en segundo lugar, no intuía que aquella vez fuese diferente de algún modo.
Casi al mismo tiempo que terminé de pensar en aquello, se cumplió, un segundo después vi un destello blanco con mechones rojos que corría a toda velocidad y lugo giraba ágilmente hacia otra calle. -¡Oye! -Grité fingiendo estar molesto pero en verdad me sentía alegre de verla tan entretenida, jugando. Seguí mi camino bajando la velocidad y entré a mi "hogar" jadeando.
Dejé entrever una sonrisa cómplice cuando la observé moviendo la cola feliz y con la cabeza en alto. -Tranquila campeona... -Me detuve otra vez a tomar aire. -Admite que estoy mejorando. Casi gano esta vez. Apuesto a que para la próxima yo seré quien llegue primero.
Sonreí al sentir nuevamente el tirón en la pierna y con la mano le hice mimos al tiempo que comenzaba a avanzar. Con la mirada busqué la caja en la que había guardado todo. - Ven Kenna, sigue a este pulgoso que te enseñará dónde está la comida. -Reí al mismo tiempo que nos aproximábamos a un barril donde tenía mis pocas pertenencias. Metí medio cuerpo en él tratando de alcanzar la bolsa con carne y huesos. Estuve cerca de perder el equilibrio y caer con todo y barril pero por suerte no ocurrió, volví a tocar el suelo tranquilamente.
-Cierra los ojos, esto te va a encantar. -En mi mano sostenía un enorme hueso con aún bastante carne, un costillar de vaca. -Sin trampas eeeh. -Lentamente lo fui acercando a su hocico dándole a entender que lo probara, apenas dio la primera lamida sus ojos se abrieron sobresaltados y solté una carcajada, más que nada por la ternura. Seguramente esperaba un trozo de hueso con nada de carne de verdad. -Come despacio, no quiero que te atragantes o por tratar de llenarte te enfermes.
Última edición por Cailen Gowan el Sáb Ene 30, 2016 12:50 am, editado 1 vez
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
La expectativa de la border collie crecía segundo a segundo, especialmente cuando Cailen caminó frente a ella y se inclinó hacia un barril que disparó en su mente una alarma al adquirir repentinamente la apariencia de una enorme ballena a punto de engullirlo. Corrió hacia el barril y ladró repetidas veces hasta que lo vió volver a pisar firmemente el suelo.
-Acabas de robarme un año de vida.- Suspiró, echándose sobre el suelo aliviada, y su mirada siguió sus movimientos con detalle. Volvió a saltar alrededor de sus piernas después de unos escasos segundos, ladrando hasta que él le ordeno que cerrara los ojos. Se sentó quieta, meneando lentamente la cola y procedió a obedecer.
Inmediatamente a su olfato llegó el aroma de un hueso. -¿Cómo puedes creer que haría trampa?- Cerró los ojos rápidamente otra vez al haber sido pillada, pues ya los estaba entreabriendo, y esta vez los mantuvo bien cerrados. Sintió cómo el acercaba algo a su hocico. -¡Hueso! ¡Hueso!- exclamó emocionada y cuando le dió un lengüetazo... -¡Oh, Dios mio!- abrió los ojos grandes como platos y lanzó sus pequeños colmillos encima del hueso con la carne más deliciosa que había probado desde hace mucho. -¿De dónde has sacado esto? Ni siquiera el dueño de la carnicería que visito a veces me regala huesos así.- Un par de lágrimas de felicidad rodaron por sus caninas mejillas.
-¿Pero y tú?- Paró un momento y se acercó a él, ladrando y colocando las piernas sobre sus rodillas. -No quiero comer si tú no comes también. Hay que aprovechar el festín.- Lo miró reprobatoria, esperando a que la imitase. -Sé que tu dentadura no te permite comer delicias como esta, pero seguramente si tienes algo igualmente apetitoso para ti.- Tiró de su manga en dirección a la comida para que entendiera a que se refería y se sentó frente al hueso aguardando. -Tú comes también y entonces yo como.- dijo firme.
A Kenna le importaba mucho Cailen, en momentos difíciles él la había apoyado, siempre teniendo una palabra amable para con ella y compartiendo lo poco que tenía, protegiéndola incluso o ella a él cuando alguno estaba en apuros. Era en verdad un gran amigo. -Ha sido una suerte que hayas podido hacerte de esto con esa red que dices que vendiste... pero no dejes de ser precavido. Ya sé que dices que todo salió bien pero se trataba de una cazadora...- el solo decirlo provocó que un estremecimiento la recorriera.
-Ya sabes como son y a qué se dedican... no creo que sean precisamente de fiar.- Sacudió la cabeza y, cuando vio que se acercaba a su comida, finalmente hincó nuevamente sus colmillos en el hueso y lo disfrutó como no había disfrutado uno hace mucho; por momentos se detenía para aullar simplemente porque podía hacerlo, porque así expresaba su alegría y, porque a veces, a su compañero le gustaba hacer coro...
-Acabas de robarme un año de vida.- Suspiró, echándose sobre el suelo aliviada, y su mirada siguió sus movimientos con detalle. Volvió a saltar alrededor de sus piernas después de unos escasos segundos, ladrando hasta que él le ordeno que cerrara los ojos. Se sentó quieta, meneando lentamente la cola y procedió a obedecer.
Inmediatamente a su olfato llegó el aroma de un hueso. -¿Cómo puedes creer que haría trampa?- Cerró los ojos rápidamente otra vez al haber sido pillada, pues ya los estaba entreabriendo, y esta vez los mantuvo bien cerrados. Sintió cómo el acercaba algo a su hocico. -¡Hueso! ¡Hueso!- exclamó emocionada y cuando le dió un lengüetazo... -¡Oh, Dios mio!- abrió los ojos grandes como platos y lanzó sus pequeños colmillos encima del hueso con la carne más deliciosa que había probado desde hace mucho. -¿De dónde has sacado esto? Ni siquiera el dueño de la carnicería que visito a veces me regala huesos así.- Un par de lágrimas de felicidad rodaron por sus caninas mejillas.
-¿Pero y tú?- Paró un momento y se acercó a él, ladrando y colocando las piernas sobre sus rodillas. -No quiero comer si tú no comes también. Hay que aprovechar el festín.- Lo miró reprobatoria, esperando a que la imitase. -Sé que tu dentadura no te permite comer delicias como esta, pero seguramente si tienes algo igualmente apetitoso para ti.- Tiró de su manga en dirección a la comida para que entendiera a que se refería y se sentó frente al hueso aguardando. -Tú comes también y entonces yo como.- dijo firme.
A Kenna le importaba mucho Cailen, en momentos difíciles él la había apoyado, siempre teniendo una palabra amable para con ella y compartiendo lo poco que tenía, protegiéndola incluso o ella a él cuando alguno estaba en apuros. Era en verdad un gran amigo. -Ha sido una suerte que hayas podido hacerte de esto con esa red que dices que vendiste... pero no dejes de ser precavido. Ya sé que dices que todo salió bien pero se trataba de una cazadora...- el solo decirlo provocó que un estremecimiento la recorriera.
-Ya sabes como son y a qué se dedican... no creo que sean precisamente de fiar.- Sacudió la cabeza y, cuando vio que se acercaba a su comida, finalmente hincó nuevamente sus colmillos en el hueso y lo disfrutó como no había disfrutado uno hace mucho; por momentos se detenía para aullar simplemente porque podía hacerlo, porque así expresaba su alegría y, porque a veces, a su compañero le gustaba hacer coro...
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
-Ayyy Kenna, tenías mucha hambre ¿no es verdad? -Dije a notar que unas pequeñas lágrimas resbalaban por su rostro canino, no pude evitar limpiarlas con las yemas de mis dedos y continué dándole caricias mientras comía, en sus ojos noté que necesitaba aquellos cariños, quién sabe desde hacía cuánto tiempo... De repente se detuvo y me sentí consternado -¿Qué pasa? -Fue un par de segundos después cuando advertí el motivo de su inesperada pausa. -No, es para ti, todo este hueso es para ti. Yo he comido bien hoy, no tengo hambre... -Si, podría decirle eso y mil cosas más pero algo que sabía de ella era que no iba a desistir, honestamente, en su lugar probablemente hubiera hecho lo mismo por lo que me incorporé y busqué entre mis cosas algo que pudiese comer, me encontré con una papa y algo de queso fresco por lo que encendí una fogata y me dispuse a cocinarla. -Ya, voy a comer. Solo necesito que se cocine... hablando de eso ¿quisieras que cocine eso para ti o te gusta más la carne cruda?
Sabía la respuesta así que tomé el hueso antes de que pudiera responder, no sin dejar que concluyera su sesión de aullidos claro, incluso le seguí la corriente dos veces, la carne la coloqué cerca del fuego, un extremo del costillar se asaba mientras que el otro estaba al alcance por si ella misma quería sacarlo del fuego usando sus dientes.
La cena fue tranquila y pronto estábamos ambos sentados junto a la pequeña fogata que había hecho simplemente disfrutando la noche, mirando al cielo cuando de repente, escuchamos una especie de crujido a lo lejos, provenía de las nubes. -Kenna, creo que vamos a tener un problema. -Comenté ante la inminente lluvia, por un momento observamos las nubes que a pesar de la oscuridad de la noche, se distinguía el color grisáceo que tenían, a lo lejos el cielo seguía tronando. -Tengo una idea pero primero ayúdame a resguardar mis cosas. -Y acto seguido me levanté a colocar mis pocas pertenencias en una caja de madera mientras simultáneamente sacaba las que me llevaría.
-¿Todo listo? -Miré a mi alrededor de forma aprobatoria, me sentía en una carrera contrarreloj, salir de ahí deprisa y llegar a nuestro destino antes de que la fría lluvia cayera sobre nosotros. Rápidamente me puse el grueso abrigo y en los bolsillos llevaba la mitad del dinero que quedaba (Que seguía siendo bastante) y un par de cosas. Me agaché para acomodar la bufanda a la cambiante, para que también cubriera algo de su lomo. -¿Lista? Vámonos. -Y la cargué entre mis brazos mientras me eché a correr por segunda vez esa noche. La lluvia caía detrás de nosotros.
Sabía la respuesta así que tomé el hueso antes de que pudiera responder, no sin dejar que concluyera su sesión de aullidos claro, incluso le seguí la corriente dos veces, la carne la coloqué cerca del fuego, un extremo del costillar se asaba mientras que el otro estaba al alcance por si ella misma quería sacarlo del fuego usando sus dientes.
La cena fue tranquila y pronto estábamos ambos sentados junto a la pequeña fogata que había hecho simplemente disfrutando la noche, mirando al cielo cuando de repente, escuchamos una especie de crujido a lo lejos, provenía de las nubes. -Kenna, creo que vamos a tener un problema. -Comenté ante la inminente lluvia, por un momento observamos las nubes que a pesar de la oscuridad de la noche, se distinguía el color grisáceo que tenían, a lo lejos el cielo seguía tronando. -Tengo una idea pero primero ayúdame a resguardar mis cosas. -Y acto seguido me levanté a colocar mis pocas pertenencias en una caja de madera mientras simultáneamente sacaba las que me llevaría.
-¿Todo listo? -Miré a mi alrededor de forma aprobatoria, me sentía en una carrera contrarreloj, salir de ahí deprisa y llegar a nuestro destino antes de que la fría lluvia cayera sobre nosotros. Rápidamente me puse el grueso abrigo y en los bolsillos llevaba la mitad del dinero que quedaba (Que seguía siendo bastante) y un par de cosas. Me agaché para acomodar la bufanda a la cambiante, para que también cubriera algo de su lomo. -¿Lista? Vámonos. -Y la cargué entre mis brazos mientras me eché a correr por segunda vez esa noche. La lluvia caía detrás de nosotros.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Kenna se dejó mimar por Cailen, ladeando un poco el rostro para que acarisiase detrás de su oreja, que era uno de los lugares adonde más le agradaba que frotasen. Cierto que su amigo acababa de limpiarle un par de lágrimas pero sus ojos amenazaron con hacer brotar de ellos unas cuantas más. No eran lágrimas de tristeza, sino todo lo contrario. Su cola se agitaba con rapidez mientras sus ojos vivaces seguían los movimientos del joven, ayudándole a empujar con el hocico algo de madera o a colocarla en un pequeño montón que él encendió y que les permitió gozar del calor de la misma.
Se sentó a su lado frente a la hoguera, observando complacida la papa y el queso que él comía después de haber cocido ambos junto con su hueso. -Así me gusta.- La border collie terminó el festín y se echó satisfecha, observando el fuego crepitar frente a ellos. -A veces, cuando observó una fogata me acuerdo de nuestras fiestas en Escocia... ¿Recuerdas nuestra tierra Cailen?- Entornó los ojos y viajó al pasado, ella era una mocosa de piel blanca y feroz cabello rojizo que desafiaba el color de las flamas y su padre la llevaba en hombros mientras mantenía los brazos alzados a ambos lados, fingiendo que volaba y entre risas daban vueltas alrededor de la hoguera.
-Mi athair no llegó a verme en esta forma... sé que a él le hubiera complacido ver que muchas veces con mis saltos prácticamente puedo volar...- Descansó el rostro en el suelo, recordando con nostalgia. -A athair le hubieras gustado... y a ti te hubiera gustado él. Era un hombre enorme, parecía un oso.- Soltó una risita entre dientes. -Hubiera opinado igual que yo, que debes comer bien.- Hizo una pausa mientras continuaba recordándole. -Partió de este mundo demasiado pronto... pero sigue estando conmigo.-
Sacudió la cola con lentitud y se acercó al chico para permitir que la acariciara un poco. Sus orejas se alzaron velozmente en cuanto escuchó el crujir del cielo. -Oh, no, no, no, no!!!- Se alzó con rapidez y aulló profundamente en protesta mientras corría a traer con su hocico una manta para apagar el fuego, y luego ayudaba a recoger las cosas que estaban desparramadas alrededor. -Apresúrate, ¡apresúrate!- Su nariz no sólo olfateaba la humedad que repentinamente se cernía a su alrededor sino que también podía oler a la lluvia que amenazaba con comenzar a caer de un momento a otro. -El cielo hoy estuvo engañoso, ¡pensé que ya no llovería!-
Se acercó a Cailen y gimoteó disculpándose con él, había estado tan ensimismada al disfrutar de la hoguera que había pasado cualquier indicio de inminente lluvia por alto. Se dejó alzar en brazos (o más bien le tomó por sorpresa pero en medio de su agitación lo aceptó de buen grado). -Corre, ¡coooooorrrrreeeeeee!- Ladraba mientras se alejaban a gran velocidad, apartándose de la lluvia que las nubes descargaban y que comenzaba a caer detrás pero sin llegar aún a tocarlos pues ahora viajaba sobre alguien extremadamente veloz. -¡Estamos ganando, estamos ganando!- aulló excitadamente. Sus mechones se agitaban con el viento mientras dejaba de observar atrás para fijarse al frente. -Oye pero ¿¿¿adónde vamos exactamente???-
Desconocía de algún lugar cercano adonde pudiesen encontrar refugio bajo techo. Llevaban ya un buen trecho ganado cuando en medio de su excitación se lanzó de sus brazos, y comenzó a dar brincos frente a él al caer al suelo. -¡Todo está cerrado! Las fábricas... los puestos... ¡todo!- Un estruendo le interrumpió, el cielo se abría y de él se precipitaba hacia ellos un feroz rayo que cruzó el aire a toda velocidad. Kenna se precipitó sobre Cailen y con sus cuatro patas lo empujó para apartarlo del peligro, provocando que ambos cayesen sobre el suelo, a escasos pasos de adonde el rayo acababa de caer. Por un momento perdió la noción de todo y luego abrió los párpados algo aturdida. -Eso estuvo... cerca.-
Se sentó a su lado frente a la hoguera, observando complacida la papa y el queso que él comía después de haber cocido ambos junto con su hueso. -Así me gusta.- La border collie terminó el festín y se echó satisfecha, observando el fuego crepitar frente a ellos. -A veces, cuando observó una fogata me acuerdo de nuestras fiestas en Escocia... ¿Recuerdas nuestra tierra Cailen?- Entornó los ojos y viajó al pasado, ella era una mocosa de piel blanca y feroz cabello rojizo que desafiaba el color de las flamas y su padre la llevaba en hombros mientras mantenía los brazos alzados a ambos lados, fingiendo que volaba y entre risas daban vueltas alrededor de la hoguera.
-Mi athair no llegó a verme en esta forma... sé que a él le hubiera complacido ver que muchas veces con mis saltos prácticamente puedo volar...- Descansó el rostro en el suelo, recordando con nostalgia. -A athair le hubieras gustado... y a ti te hubiera gustado él. Era un hombre enorme, parecía un oso.- Soltó una risita entre dientes. -Hubiera opinado igual que yo, que debes comer bien.- Hizo una pausa mientras continuaba recordándole. -Partió de este mundo demasiado pronto... pero sigue estando conmigo.-
Sacudió la cola con lentitud y se acercó al chico para permitir que la acariciara un poco. Sus orejas se alzaron velozmente en cuanto escuchó el crujir del cielo. -Oh, no, no, no, no!!!- Se alzó con rapidez y aulló profundamente en protesta mientras corría a traer con su hocico una manta para apagar el fuego, y luego ayudaba a recoger las cosas que estaban desparramadas alrededor. -Apresúrate, ¡apresúrate!- Su nariz no sólo olfateaba la humedad que repentinamente se cernía a su alrededor sino que también podía oler a la lluvia que amenazaba con comenzar a caer de un momento a otro. -El cielo hoy estuvo engañoso, ¡pensé que ya no llovería!-
Se acercó a Cailen y gimoteó disculpándose con él, había estado tan ensimismada al disfrutar de la hoguera que había pasado cualquier indicio de inminente lluvia por alto. Se dejó alzar en brazos (o más bien le tomó por sorpresa pero en medio de su agitación lo aceptó de buen grado). -Corre, ¡coooooorrrrreeeeeee!- Ladraba mientras se alejaban a gran velocidad, apartándose de la lluvia que las nubes descargaban y que comenzaba a caer detrás pero sin llegar aún a tocarlos pues ahora viajaba sobre alguien extremadamente veloz. -¡Estamos ganando, estamos ganando!- aulló excitadamente. Sus mechones se agitaban con el viento mientras dejaba de observar atrás para fijarse al frente. -Oye pero ¿¿¿adónde vamos exactamente???-
Desconocía de algún lugar cercano adonde pudiesen encontrar refugio bajo techo. Llevaban ya un buen trecho ganado cuando en medio de su excitación se lanzó de sus brazos, y comenzó a dar brincos frente a él al caer al suelo. -¡Todo está cerrado! Las fábricas... los puestos... ¡todo!- Un estruendo le interrumpió, el cielo se abría y de él se precipitaba hacia ellos un feroz rayo que cruzó el aire a toda velocidad. Kenna se precipitó sobre Cailen y con sus cuatro patas lo empujó para apartarlo del peligro, provocando que ambos cayesen sobre el suelo, a escasos pasos de adonde el rayo acababa de caer. Por un momento perdió la noción de todo y luego abrió los párpados algo aturdida. -Eso estuvo... cerca.-
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
-¡Kenna! ¿Qué ocurre? -Pregunté consternado en cuanto saltó fuera de mis brazos. Pero claro, no podría responderme, no en esa forma al menos. Miré a mi alrededor, los techos de lámina que amenazaban con salir desprendidos en cualquier momento, los árboles sacudiéndose violentamente y agitando todas sus cosas, la basura de la calle que salía volando. -¡Tranquila, sé a dónde voy, confía en mí! -Grité, era incapaz de escucharme a mí mismo por el sonido del viento y el crujir del cielo.
De repente escuchamos algo que pudo haberse hecho pasar por la dinamita explotando pero no, apenas tuve tiempo de mirar al cielo antes de que la pelirroja usara sus patas para impulsarme y hacerme caer al suelo. No supe bien lo que pasó, solo recuerdo un destello blanco.
Abrí los ojos lentamente, al principio todo eran sombras que lentamente adquirieron esos colores oscuros que tienen todas las cosas en la noche. Parecía que estaba viendo todo a través de una cortina grisácea, en verdad así estaba viendo todo, la lluvía estaba cayendo sobre mí pero apenas la sentía, claro, estaba despertando. -¿Kenna? -Murmuré, no escuché mi voz pero si había sentido las vibraciones. Me llevé una mano a la garganta. -Kenna… -Traté otra vez teniendo el mismo resultado, busqué a mi alrededor y me percaté de que tampoco escuchaba el sonido de la lluvia o de nada en realidad…
De repente la distinguí, estaba toda empapada al igual que yo. La alcancé con mi mano para acariciarla, dándole a entender que estaba bien aunque no era totalmente cierto. Observé su rostro y su hocico se movía, posiblemente gimoteando pero todo era silencio, solo un zumbido en mis oídos. El estruendo me dejó sordo.
Me incorporé, podríamos enfermarnos si seguíamos bajo la lluvia. Seguí caminando un tanto vacilante, se sentía todo de lo más extraño. El destino era un pequeño hostal a unas calles de ahí...
De repente escuchamos algo que pudo haberse hecho pasar por la dinamita explotando pero no, apenas tuve tiempo de mirar al cielo antes de que la pelirroja usara sus patas para impulsarme y hacerme caer al suelo. No supe bien lo que pasó, solo recuerdo un destello blanco.
Abrí los ojos lentamente, al principio todo eran sombras que lentamente adquirieron esos colores oscuros que tienen todas las cosas en la noche. Parecía que estaba viendo todo a través de una cortina grisácea, en verdad así estaba viendo todo, la lluvía estaba cayendo sobre mí pero apenas la sentía, claro, estaba despertando. -¿Kenna? -Murmuré, no escuché mi voz pero si había sentido las vibraciones. Me llevé una mano a la garganta. -Kenna… -Traté otra vez teniendo el mismo resultado, busqué a mi alrededor y me percaté de que tampoco escuchaba el sonido de la lluvia o de nada en realidad…
De repente la distinguí, estaba toda empapada al igual que yo. La alcancé con mi mano para acariciarla, dándole a entender que estaba bien aunque no era totalmente cierto. Observé su rostro y su hocico se movía, posiblemente gimoteando pero todo era silencio, solo un zumbido en mis oídos. El estruendo me dejó sordo.
Me incorporé, podríamos enfermarnos si seguíamos bajo la lluvia. Seguí caminando un tanto vacilante, se sentía todo de lo más extraño. El destino era un pequeño hostal a unas calles de ahí...
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
La visión de la border collie estaba ennublecida, su agudo olfato percibía un olor muy intenso a quemado, a causa del rayo que había descendido a escasos pies de distancia. Sus ojos intentaron enfocarse y se movieron primero con cierta lentitud. Por un momento no recordó ni adonde estaba ni qué había sucedido. Las finas gotas de lluvia que amenazaban con volverse más gruesas no cesaban de caer, humedeciendo su pelaje y logrando que este se le pegara al cuerpo. Sus ojos se detuvieron sobre la figura en el suelo y de repente lo recordó todo. Estaba con Cailen, corrían buscando refugio de la lluvia y ¡del rayo!
El recuerdo terminó de despabilarla. -¡Cailen! ¡Cailen! ¿Estás a salvo?- La angustia le oprimió el pecho pero él pronunció su nombre, llamándola mientras se movía un poco. Kenna exhaló aliviada, aunque aún bastante sobrecogida por lo acontecido. Se levantó y se acercó, aceptando las caricias de su amigo y a su vez lengüeteando sus manos. -Hace muchísimo tiempo que no veía a un rayo caer así de cerca.- Gimoteó meneando lentamente la cola. -Pudimos no haberla contado. Tuvimos suerte.-
Las gotas de lluvia se tornaban más pesadas, estas caían en forma cerrada, el viento soplaba con fuerza, alzando del suelo la basura desparramada sobre las calles y haciéndola girar en torno a ellos, tornando el panorama más amenazador y logrando calar hasta los huesos. -Será mejor que prosigamos. Ese rayo podría no ser el único y no me gusta como se comporta el viento...- Justo en ese momento el cielo cargado de electricidad les saludó con un par de enérgicos truenos.
Kenna comenzó a correr en la misma dirección que seguía Cailen, atravesando unas cuantas calles, pero sin dejar de cerciorarse de que avanzase igualmente junto a ella. -¿Cailen estás bien?- dio algunos saltos a su alrededor y por momentos tiraba un poco del borde de su pantalón para mantenerlo sobre la marcha ya que vacilaba al caminar. -No te ves bien.-
-¿Adónde nos dirigimos?- Comenzaba a preocuparse de desconocer su destino pero sus ojos se cruzaron con los oscuros del chico justo cuando este dirigía la mirada hacia un letrero iluminado a ciertos metros de distancia. -¡El hostal! ¿Allí es adonde quieres ir?- Sus ojos brillaron. No tenía la menor idea de cómo pensaba él que se las ingeniarían para conseguir un cuarto, dados sus escasos recursos, pero no dudaba de que ya tuviera alguna solución en mente.
En ese momento el viento sopló más fuerte que nunca y, ante sus ojos, un paraguas salido de quien sabe donde estuvo a punto de golpearla, apenas le esquivó por unos cuantos centímetros. El objeto se unió a la basura y siguió su trayectoria a través del aire como si fuera una flecha. El viento la empujaba de forma tal que tuvo que afianzarse en el suelo. Al ver a su amigo a tan solo un par de pasos, se acercó y tironeó de sus pantalones nuevamente. -¡Ya casi llegamos!-
Atravesaron las siguientes calles corriendo. -¡Será mejor que entres tú primero y luego yo me escabulla adentro!- Según su experiencia, la gente de algunos hostales podía ser muy hostil con los animales, y no era cosa de volver a su forma humana y hablar con el recepcionista sin llevar nada puesto. La gente se sorprendía bastante cuando veían a una pelirroja de pie frente a sus ojos tal y como había llegado al mundo...
El recuerdo terminó de despabilarla. -¡Cailen! ¡Cailen! ¿Estás a salvo?- La angustia le oprimió el pecho pero él pronunció su nombre, llamándola mientras se movía un poco. Kenna exhaló aliviada, aunque aún bastante sobrecogida por lo acontecido. Se levantó y se acercó, aceptando las caricias de su amigo y a su vez lengüeteando sus manos. -Hace muchísimo tiempo que no veía a un rayo caer así de cerca.- Gimoteó meneando lentamente la cola. -Pudimos no haberla contado. Tuvimos suerte.-
Las gotas de lluvia se tornaban más pesadas, estas caían en forma cerrada, el viento soplaba con fuerza, alzando del suelo la basura desparramada sobre las calles y haciéndola girar en torno a ellos, tornando el panorama más amenazador y logrando calar hasta los huesos. -Será mejor que prosigamos. Ese rayo podría no ser el único y no me gusta como se comporta el viento...- Justo en ese momento el cielo cargado de electricidad les saludó con un par de enérgicos truenos.
Kenna comenzó a correr en la misma dirección que seguía Cailen, atravesando unas cuantas calles, pero sin dejar de cerciorarse de que avanzase igualmente junto a ella. -¿Cailen estás bien?- dio algunos saltos a su alrededor y por momentos tiraba un poco del borde de su pantalón para mantenerlo sobre la marcha ya que vacilaba al caminar. -No te ves bien.-
-¿Adónde nos dirigimos?- Comenzaba a preocuparse de desconocer su destino pero sus ojos se cruzaron con los oscuros del chico justo cuando este dirigía la mirada hacia un letrero iluminado a ciertos metros de distancia. -¡El hostal! ¿Allí es adonde quieres ir?- Sus ojos brillaron. No tenía la menor idea de cómo pensaba él que se las ingeniarían para conseguir un cuarto, dados sus escasos recursos, pero no dudaba de que ya tuviera alguna solución en mente.
En ese momento el viento sopló más fuerte que nunca y, ante sus ojos, un paraguas salido de quien sabe donde estuvo a punto de golpearla, apenas le esquivó por unos cuantos centímetros. El objeto se unió a la basura y siguió su trayectoria a través del aire como si fuera una flecha. El viento la empujaba de forma tal que tuvo que afianzarse en el suelo. Al ver a su amigo a tan solo un par de pasos, se acercó y tironeó de sus pantalones nuevamente. -¡Ya casi llegamos!-
Atravesaron las siguientes calles corriendo. -¡Será mejor que entres tú primero y luego yo me escabulla adentro!- Según su experiencia, la gente de algunos hostales podía ser muy hostil con los animales, y no era cosa de volver a su forma humana y hablar con el recepcionista sin llevar nada puesto. La gente se sorprendía bastante cuando veían a una pelirroja de pie frente a sus ojos tal y como había llegado al mundo...
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Si pudiera describir cómo me sentía en ese momento cuando uno de mis sentidos de repente se apagó, usaría una de las pocas palabras de las que conocía totalmente su significado y era ausente. Sí, me sentía ausente, desorientado. No confiaba en lo que estaba haciendo pues tenía la sensación de que todo lo que me rodeaba eran señuelos,la verdad es que era muy extraña la forma en la que cambiaba la percepción de uno, si tan solo hacía unos segundos estaba decidido de lo que hacía, ahora dudaba de todo, tan solo por un sentido ausente. Incluso el caminar se me figuró de repente a algo muy difícil de hacer, a cada leve movimiento sentía que estaba por perder el equilibrio y caer al mojado camino.
Apenas me daba cuenta de la energía que contenían las nubes que se descargaba de forma de rayos violentos, si el resplandor emitido no estaba en mi campo de visión ni siquiera lo notaría, era perturbador en cierto sentido, que ocurriesen cosas a mi alrededor y yo caminaba totalmente inconsciente de todo, si hubiera alguien circulando por las calles seguramente me tiraría de a loco o tal vez tocado (Aunque no estaba seguro de cuál de las dos era peor). En medio de aquella confusión, encontraba los tirones de Kenna reconfortantes, aunque me preguntaba si sabía el por qué de mi andar tan peculiar. ¿Se daría cuenta por sí misma? ¿Sería mejor decirle? Estuve a punto de hacérselo saber pero no quería preocuparla de más, ya suficiente había tenido con el hecho de que ambos estuvimos a un pelo de morir en plena calle.
A mi alrededor la basura desperdigada por la calle comenzaba a moverse, trataba de usar mi imaginación para tratar de mantener una conducta más o menos normal y no alarmar a la border collie que caminaba junto a mí, observaba los árboles y trataba de que en mi cabeza se repitieran los sonidos que había escuchado mil veces en noches como esa, el silbido del viento y las hojas sacudiéndose. No sabía si en verdad me ayudaba o me hacía parecer aún más loco. De repente un paraguas cruzó por nuestro camino e instintivamente coloqué la mano frente a Kenna, pensando que iba a golpearla pero por suerte nada ocurrió, el objeto prosiguió su camino mientras yo lo miraba de una forma acusadora, eso estuvo muy cerca.
Me distraje así, para cuando volví la mirada Kenna había echado a correr y me lancé tras ella hasta que se detuvo en el umbral de la puerta, ambos observamos el letrero, de repente cruzábamos miradas y notaba sus ojos expectantes a mis acciones. Le sonreía tratando de parecer sereno pero en mi cabeza estaba preocupado ¿qué iba a hacer? me llevé las manos al rostro y de repente se me ocurrió una idea, me agaché quedando frente a la pelirroja, desabotoné el pesado abrigo y lo extendí dándole a entender que se escondiera dentro. Lo hizo y saqué unas monedas de mi bolsillo, las miré un momento y finalmente entré al lugar.
De inmediato me sentí mejor por el simple hecho de estar cubiertos de la lluvia. Me acerqué al mostrador y le tendí las monedas a la encargada quien la guardó al instante para después darme la llave con un número que era el de la habitación, así transcurrió el trámite, sin cruzar palabra alguna, subí la escalera de madera vieja que tronaba a cada paso que daba y cuando estuvimos fuera de su vista, dejé que Kenna saltara al suelo, de inmediato le mostré el número que colgaba de la llave.
Sabía contar claro pero nunca había aprendido a leer o escribir, y eso incluía los números por lo que no tenía ni la menor idea de a dónde íbamos. De no ser por Kenna quien sabe qué habría hecho en ese momento.
Apenas me daba cuenta de la energía que contenían las nubes que se descargaba de forma de rayos violentos, si el resplandor emitido no estaba en mi campo de visión ni siquiera lo notaría, era perturbador en cierto sentido, que ocurriesen cosas a mi alrededor y yo caminaba totalmente inconsciente de todo, si hubiera alguien circulando por las calles seguramente me tiraría de a loco o tal vez tocado (Aunque no estaba seguro de cuál de las dos era peor). En medio de aquella confusión, encontraba los tirones de Kenna reconfortantes, aunque me preguntaba si sabía el por qué de mi andar tan peculiar. ¿Se daría cuenta por sí misma? ¿Sería mejor decirle? Estuve a punto de hacérselo saber pero no quería preocuparla de más, ya suficiente había tenido con el hecho de que ambos estuvimos a un pelo de morir en plena calle.
A mi alrededor la basura desperdigada por la calle comenzaba a moverse, trataba de usar mi imaginación para tratar de mantener una conducta más o menos normal y no alarmar a la border collie que caminaba junto a mí, observaba los árboles y trataba de que en mi cabeza se repitieran los sonidos que había escuchado mil veces en noches como esa, el silbido del viento y las hojas sacudiéndose. No sabía si en verdad me ayudaba o me hacía parecer aún más loco. De repente un paraguas cruzó por nuestro camino e instintivamente coloqué la mano frente a Kenna, pensando que iba a golpearla pero por suerte nada ocurrió, el objeto prosiguió su camino mientras yo lo miraba de una forma acusadora, eso estuvo muy cerca.
Me distraje así, para cuando volví la mirada Kenna había echado a correr y me lancé tras ella hasta que se detuvo en el umbral de la puerta, ambos observamos el letrero, de repente cruzábamos miradas y notaba sus ojos expectantes a mis acciones. Le sonreía tratando de parecer sereno pero en mi cabeza estaba preocupado ¿qué iba a hacer? me llevé las manos al rostro y de repente se me ocurrió una idea, me agaché quedando frente a la pelirroja, desabotoné el pesado abrigo y lo extendí dándole a entender que se escondiera dentro. Lo hizo y saqué unas monedas de mi bolsillo, las miré un momento y finalmente entré al lugar.
De inmediato me sentí mejor por el simple hecho de estar cubiertos de la lluvia. Me acerqué al mostrador y le tendí las monedas a la encargada quien la guardó al instante para después darme la llave con un número que era el de la habitación, así transcurrió el trámite, sin cruzar palabra alguna, subí la escalera de madera vieja que tronaba a cada paso que daba y cuando estuvimos fuera de su vista, dejé que Kenna saltara al suelo, de inmediato le mostré el número que colgaba de la llave.
Sabía contar claro pero nunca había aprendido a leer o escribir, y eso incluía los números por lo que no tenía ni la menor idea de a dónde íbamos. De no ser por Kenna quien sabe qué habría hecho en ese momento.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Habían llegado al hostal a pesar de las inclemencias del mal tiempo. Estaba de pie frente al cartel, agitando su cola lentamente pero expectante y muy atenta. -¿Y ahora cómo haremos?- Los dos se miraron el uno al otro y las sonrisas que vio en su rostro le indicaron que podía estar serena. Al parecer él tenía las cosas claras lo cual era grandioso. Esa era una de las características agradables de Cailen, pensaba rápido.
En esta ocasión no fue la excepción, mientras gruesas gotas descendían de sus ropas empapadas, los ojos caninos le observaron abrir su abrigo y comprendió que quería que se escondiera debajo de este. Lo hizo rápidamente y sin titubeos, a pesar de que la pesada tela le envolvió impidiéndole ver nada de lo que hicieron a continuación. Solo intuyó que caminaban en el interior del recinto y luego se detuvieron, a pesar de aguzar bien sus oídos la border collie no escuchó sonido alguno. El silencio le estaba poniendo nerviosa, tensándola como a una cuerda gastada de una vieja guitarra. De repente quería romper el silencio. ¿Y si ladraba?
No Kenna, por el amor de Dios, aprieta los dientes. Los apretó bien fuerte y luego volvieron a moverse. Esta vez percibió que ascendían y escuchó unos chirridos debajo de ellos. ¡Lo habían conseguido! Empujó la tela con el hocico, creando así suficiente espacio para ver y constatar que subían las escaleras. Sus pequeños ojos negros no perdían detalle mientras proseguían.
Tan pronto Cailen decidió que no había peligro y abrió su abrigo, se lanzó al suelo. -¡Lo lograste! ¡Lo lograste!- Giró alrededor de él, presa de la excitación pero se detuvo cuando le mostró la llave. La inspeccionó brevemente con la mirada. -¡Es la número sesenta y siete!- Lanzó miradas rápidas a las puertas frente a ellos. Eran las número dieciocho y diecinueve. -¡Anda, sígueme!- Corrió, deteniéndose de vez en cuando para observarle sobre su hombro pero comenzó a notar algo raro en su andar, era algo fuera de lo común, como si no estuviera bien seguro de como pisar. -¿Sucede algo Cailen?-
Aún seguía observándolo cuando sintió un golpe seco detrás de ella. Tan fuerte que le hizo rodar un poco sobre el viejo suelo de madera. Se detuvo y vió pequeñas luces de colores frente a su campo visual. -¡Mon Dieu! ¡A chien!- Escuchó el grito y tuvo que fijar la vista, veía dos señoras... no, una señora de mediana edad, algo regordeta y con exceso de maquillaje que le observaba horrorizada a escasa distancia. La mujer hipó un par de veces, seguramente era una huésped que había bebido demasiado.
Kenna se incorporó sobre sus cuatro patas, dibujando una sonrisa en sus labios, procurando calmarla de esa forma. A veces funcionaba si lograbas enternecerlos. Algunos se derretían cuando veían... -AAAAAAA CHIEEEEEENNNNNNNN! ¡AAAAAAAAAAAAA CHIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEENNNNNN!- Diablos. Sintió que sus oidos sangraban. La mujer retrocedió torpemente hasta la pared como si tuviera rabia y amenazara con morderla. -AAAAAAAA CHIEEEEEEEEEEEEEEEEEEENNNNNNNNNNN!-
El terror se apoderó de ella, giró y tiró nuevamente de los pantalones de Cailen, mordiéndolos con insistencia y desesperación. -¡Cailen salgamos de aquí!- Corrieron como alma que lleva el diablo mientras los chillidos de la mujer continuaban escuchándose en el pasillo. ¡Y la siguiente puerta que observó mientras doblaban una esquina del piso era apenas la número treinta y tres!
En esta ocasión no fue la excepción, mientras gruesas gotas descendían de sus ropas empapadas, los ojos caninos le observaron abrir su abrigo y comprendió que quería que se escondiera debajo de este. Lo hizo rápidamente y sin titubeos, a pesar de que la pesada tela le envolvió impidiéndole ver nada de lo que hicieron a continuación. Solo intuyó que caminaban en el interior del recinto y luego se detuvieron, a pesar de aguzar bien sus oídos la border collie no escuchó sonido alguno. El silencio le estaba poniendo nerviosa, tensándola como a una cuerda gastada de una vieja guitarra. De repente quería romper el silencio. ¿Y si ladraba?
No Kenna, por el amor de Dios, aprieta los dientes. Los apretó bien fuerte y luego volvieron a moverse. Esta vez percibió que ascendían y escuchó unos chirridos debajo de ellos. ¡Lo habían conseguido! Empujó la tela con el hocico, creando así suficiente espacio para ver y constatar que subían las escaleras. Sus pequeños ojos negros no perdían detalle mientras proseguían.
Tan pronto Cailen decidió que no había peligro y abrió su abrigo, se lanzó al suelo. -¡Lo lograste! ¡Lo lograste!- Giró alrededor de él, presa de la excitación pero se detuvo cuando le mostró la llave. La inspeccionó brevemente con la mirada. -¡Es la número sesenta y siete!- Lanzó miradas rápidas a las puertas frente a ellos. Eran las número dieciocho y diecinueve. -¡Anda, sígueme!- Corrió, deteniéndose de vez en cuando para observarle sobre su hombro pero comenzó a notar algo raro en su andar, era algo fuera de lo común, como si no estuviera bien seguro de como pisar. -¿Sucede algo Cailen?-
Aún seguía observándolo cuando sintió un golpe seco detrás de ella. Tan fuerte que le hizo rodar un poco sobre el viejo suelo de madera. Se detuvo y vió pequeñas luces de colores frente a su campo visual. -¡Mon Dieu! ¡A chien!- Escuchó el grito y tuvo que fijar la vista, veía dos señoras... no, una señora de mediana edad, algo regordeta y con exceso de maquillaje que le observaba horrorizada a escasa distancia. La mujer hipó un par de veces, seguramente era una huésped que había bebido demasiado.
Kenna se incorporó sobre sus cuatro patas, dibujando una sonrisa en sus labios, procurando calmarla de esa forma. A veces funcionaba si lograbas enternecerlos. Algunos se derretían cuando veían... -AAAAAAA CHIEEEEEENNNNNNNN! ¡AAAAAAAAAAAAA CHIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEENNNNNN!- Diablos. Sintió que sus oidos sangraban. La mujer retrocedió torpemente hasta la pared como si tuviera rabia y amenazara con morderla. -AAAAAAAA CHIEEEEEEEEEEEEEEEEEEENNNNNNNNNNN!-
El terror se apoderó de ella, giró y tiró nuevamente de los pantalones de Cailen, mordiéndolos con insistencia y desesperación. -¡Cailen salgamos de aquí!- Corrieron como alma que lleva el diablo mientras los chillidos de la mujer continuaban escuchándose en el pasillo. ¡Y la siguiente puerta que observó mientras doblaban una esquina del piso era apenas la número treinta y tres!
- Off:
- A chien: Un perro, en idioma francés.
Última edición por Kenna Carmichael el Vie Mayo 20, 2016 4:40 am, editado 1 vez
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Mis ojos estaban concentrados en la forma de colocar los pies en el suelo, pero más que nada en cómo disimularlo pues tarde o temprano Kenna se daría cuenta de lo que sucedía, bueno, que se enterara tarde era mejor, por un momento pensé ¿qué sería mejor? ¿Qué me llamara la atención en su forma humana o que me fulminara con la mirada en el cuerpo de una border collie? escogí que era mejor su forma canina, pues lo adorable que era podría distraer mi atención. Alcé la vista y casi me da un vuelco al corazón cuando me di cuenta de que me miraba preocupada.
Diablos, ¿ya se habría dado cuenta? Nos observamos el uno al otro por un breve instante cuando de pronto algo la golpeó por detrás haciéndola rodar, en el instante me lancé de mi lugar hasta donde ella había terminado, me arrodillé tomándola entre mis brazos y ayudándola a incorporarse, todo en tan solo un instante. Mis dedos se paseaban por su pelaje tratando de tranquilizarla, seguramente el golpe la habría asustado.
Seguí acariciándola suavemente hasta que me di cuenta que encogía sus orejas, alcé la mirada y puse una clara expresión de desconcierto. Delante de nosotros, una mujer con facciones escondidas detrás de una gruesa y mal aplicada capa de maquillaje daba brincos, abría la boca y hacía gestos exagerados y poco coordinados con las manos, tal vez era por la pintura en su rostro, pero me parecía que estaba asustada. A juzgar por las caras que hacía mi acompañante, parecía ser que aquella mujer estaba siendo muy ruidosa, por instinto protectivo coloqué mis manos sobre sus sensibles orejas peludas para amortiguar el sonido. Y mientras hacía eso, la mujer parecía entrar en un estado de histeria.
La observé totalmente desorientado por lo que pasaba, la escena parecía surreal. De repente sentí un familiar tirón en los pantalones y sin estar plenamente consciente de lo que hacía, me eché a correr tras la border collie. Pero lamentablemente, seguía aturdido por el zumbido fuerte en mis oídos, tras doblar una esquina, me comenzó a llevar ventaja, por más que intenté seguirle el paso, terminé perdiéndola de vista.
Miré de un lado a otro, de repente asustado, el pasillo ahora era parecido a un laberinto, ¿dónde giré por última vez?
Kenna ¿dónde estás?
Diablos, ¿ya se habría dado cuenta? Nos observamos el uno al otro por un breve instante cuando de pronto algo la golpeó por detrás haciéndola rodar, en el instante me lancé de mi lugar hasta donde ella había terminado, me arrodillé tomándola entre mis brazos y ayudándola a incorporarse, todo en tan solo un instante. Mis dedos se paseaban por su pelaje tratando de tranquilizarla, seguramente el golpe la habría asustado.
Seguí acariciándola suavemente hasta que me di cuenta que encogía sus orejas, alcé la mirada y puse una clara expresión de desconcierto. Delante de nosotros, una mujer con facciones escondidas detrás de una gruesa y mal aplicada capa de maquillaje daba brincos, abría la boca y hacía gestos exagerados y poco coordinados con las manos, tal vez era por la pintura en su rostro, pero me parecía que estaba asustada. A juzgar por las caras que hacía mi acompañante, parecía ser que aquella mujer estaba siendo muy ruidosa, por instinto protectivo coloqué mis manos sobre sus sensibles orejas peludas para amortiguar el sonido. Y mientras hacía eso, la mujer parecía entrar en un estado de histeria.
La observé totalmente desorientado por lo que pasaba, la escena parecía surreal. De repente sentí un familiar tirón en los pantalones y sin estar plenamente consciente de lo que hacía, me eché a correr tras la border collie. Pero lamentablemente, seguía aturdido por el zumbido fuerte en mis oídos, tras doblar una esquina, me comenzó a llevar ventaja, por más que intenté seguirle el paso, terminé perdiéndola de vista.
Miré de un lado a otro, de repente asustado, el pasillo ahora era parecido a un laberinto, ¿dónde giré por última vez?
Kenna ¿dónde estás?
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Si había algo que la hiciera sentirse más segura de si misma en una situación tan desesperada como la actual, era el hecho de estar acompañada de su amigo. Sin su compañía probablemente se dejaría vencer por el estado de pánico, el cual fácilmente le nublaba los pensamientos coherentes y le hacía creer que estaba a escasos segundos de ser capturada y llevada a la perrera.
La perrera. De solo pensar en ese lugar cada átomo que la componía temblaba presa de un desasosiego muy grande. Todo lo que había escuchado acerca del sitio se resumía en historias fúnebres acerca de como sus colegas caninos eran apresados en la calle para ya nunca más regresar. El ex... ex... terminio era algo común para los perros de la calle, sin importar cuan simpáticos e inteligentes fueran. Aún siendo parte canina y parte humana, la mera posibilidad de ser llevada a ese lugar le erizaba cada una de las fibras de su pelaje blanco y rojizo.
Corrió entonces enérgica y ágilmente, conocedora de que Cailen era un excelente corredor, excepto cuando... comenzó a desacelerar, excepto cuando titubeaba sobre sus piernas como lo había estado haciendo después del rayo. Aplicó el freno con sus patas delanteras, clavando sus garras en el suelo para detenerse mejor y voltear a ver sobre su hombro. -Cailen?-
Él ya no estaba con ella, de hecho, el pasillo estaba mortalmente vacío. -¡Cailen!- ladró preocupada e inmediatamente recordó que no debía ladrar. No debía delatar su posición. La mujer de los gritos agudos podía estar persiguiéndola o el encargado del hostal, o... tragó saliva fuertemente, podían llamar a control animal...
Gimoteó al no verlo y miró hacia un lado y el otro. Para ser un hostal, ante ella se vislumbraba un confuso laberinto de puertas y habitaciones. Trotó a lo largo de ellas. -¡Caileeeeeeen!- Aulló y corrió a toda velocidad, ya no le importaba que la oyeran si él también la oía. -¡Caileeeeeeen!-
Pegó su pequeña nariz al suelo y comenzó a olfatear a medida que caminaba, conocía perfectamente el olor del chico por lo que seguir su rastro no le requería tener que conseguir algo en especial, como una pieza de ropa suya, bastaba con recordarlo. Continuó a lo largo de varios pasillos hasta percibir finalmente su olor. -Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii- Exclamó triunfante mientras daba la vuelta en una esquina y al fondo de un nuevo pasillo observaba el cabello castaño de su cabeza. -¡Por acáaa!-
Corrió hacia él pero antes de poder tan siquiera llegar a medio tramo de la distancia que les separaba atisbó a un hombre en un pasillo lateral. Un hombre con una red para atrapar perros en una de sus manos. Se sintió morir y tropezó sobre sus patas, cayendo despatarrada en el suelo. No podía despegar la vista del sujeto y además se encontraba repentinamente presa de una parálisis que no le permitía moverse. Ese hombre no debía verla, no debía verla... Aguantó la respiración... Su amigo aún estaba a cierta distancia y parecía no haberse percatado de que ella estaba allí...
La perrera. De solo pensar en ese lugar cada átomo que la componía temblaba presa de un desasosiego muy grande. Todo lo que había escuchado acerca del sitio se resumía en historias fúnebres acerca de como sus colegas caninos eran apresados en la calle para ya nunca más regresar. El ex... ex... terminio era algo común para los perros de la calle, sin importar cuan simpáticos e inteligentes fueran. Aún siendo parte canina y parte humana, la mera posibilidad de ser llevada a ese lugar le erizaba cada una de las fibras de su pelaje blanco y rojizo.
Corrió entonces enérgica y ágilmente, conocedora de que Cailen era un excelente corredor, excepto cuando... comenzó a desacelerar, excepto cuando titubeaba sobre sus piernas como lo había estado haciendo después del rayo. Aplicó el freno con sus patas delanteras, clavando sus garras en el suelo para detenerse mejor y voltear a ver sobre su hombro. -Cailen?-
Él ya no estaba con ella, de hecho, el pasillo estaba mortalmente vacío. -¡Cailen!- ladró preocupada e inmediatamente recordó que no debía ladrar. No debía delatar su posición. La mujer de los gritos agudos podía estar persiguiéndola o el encargado del hostal, o... tragó saliva fuertemente, podían llamar a control animal...
Gimoteó al no verlo y miró hacia un lado y el otro. Para ser un hostal, ante ella se vislumbraba un confuso laberinto de puertas y habitaciones. Trotó a lo largo de ellas. -¡Caileeeeeeen!- Aulló y corrió a toda velocidad, ya no le importaba que la oyeran si él también la oía. -¡Caileeeeeeen!-
Pegó su pequeña nariz al suelo y comenzó a olfatear a medida que caminaba, conocía perfectamente el olor del chico por lo que seguir su rastro no le requería tener que conseguir algo en especial, como una pieza de ropa suya, bastaba con recordarlo. Continuó a lo largo de varios pasillos hasta percibir finalmente su olor. -Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii- Exclamó triunfante mientras daba la vuelta en una esquina y al fondo de un nuevo pasillo observaba el cabello castaño de su cabeza. -¡Por acáaa!-
Corrió hacia él pero antes de poder tan siquiera llegar a medio tramo de la distancia que les separaba atisbó a un hombre en un pasillo lateral. Un hombre con una red para atrapar perros en una de sus manos. Se sintió morir y tropezó sobre sus patas, cayendo despatarrada en el suelo. No podía despegar la vista del sujeto y además se encontraba repentinamente presa de una parálisis que no le permitía moverse. Ese hombre no debía verla, no debía verla... Aguantó la respiración... Su amigo aún estaba a cierta distancia y parecía no haberse percatado de que ella estaba allí...
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Temiendo que de repente la mujer o algún guardia del pequeño hostal me llegara por la espalda para tirarme al suelo por haber metido a Kenna al lugar decidí recargarme de lleno contra la pared y la vista pegada hacia el pasillo a la espera de que alguien apareciera por ahí en cualquier momento. Fueron quizá apenas unos segundos pero el tiempo se me hizo eterno. De repente tuve una sensación extraña, como un escalofrío que hizo que el pelo en mi nuca se erizara en señal de alerta.
Fue entonces que giré la cabeza y me encontré a Kenna que estaba con las orejas más que atentas y sus pequeños orbes negros estaban fijos en alguna otra parte, lo que más atrajo mi atención fue la expresión de terror absoluto que tenía plasmada en su cara, además de que tenía la cola entre las patas. Seguí su mirada y al instante entendí el motivo de su estrés. En el pasillo de junto estaba un perrero con red en mano acechando el corredor en busca de la cachorra. ¿Qué haría? A cualquier mínimo movimiento la madera del suelo crujiría y entonces aquel hombre se daría la vuelta, inevitablemente dándose cuenta de la presencia de Kenna, quien estaba tan asustada que no movería ni un solo músculo hasta que algo pasara. Tenía que hacer algo de inmediato, sin darme cuenta de lo que hacía tomé una moneda de mi bolsillo y la arrojé por encima de la cabeza del sujeto quien a los pocos segundos pegó un brinco tremendo por lo que deduje que algo se había caído o roto, todo por una moneda.
Salió corriendo por el pasillo pensando que el animal que había causado el escándalo estaba por ahí, usé ese breve momento para tomar a Kenna en brazos y salir huyendo por el pasillo y sin pensarlo dos veces entré en la primera puerta que vi, cerrándola despacio para no atraer la atención hacia el lugar. Pero no fucionó, la luz me reveló la silueta del hombre con la red que se movía por el pasillo, tomé a Kenna nuevamente y la metí en el baño, creyendo haber cerrado la puerta pero no, tan solo se quedó entreabierta. Abrí la puerta del pasillo y di un brinco al encontrarme con aquel individuo frente a frente, tenía mala cara, robusta que contrastaba con su cuerpo delgado y evidentemente ágil para atrapar a escurridizos animales. Tragué saliva mientras veía que sus labios se movieron.
Si saber qué más hacer, empecé a mover las manos creando figuras al azar, dando a entender que era sordomudo, se mostró atónito en cuanto entendió el mensaje y se alzó el sombrero en señal de disculpa aunque claro, yo estaba bastante molesto con él, me repugnaba en demasía. Finalmente se fue con la cara roja de la vergüenza y entonces me permití azotar la puerta demostrando el desdén que sentía hacia él. Me di la vuelta para entrar al baño a buscar a la cachorra.
Y en lugar de eso, encontré a una joven pelirroja en bata de pie con los brazos cruzados sobre el pecho mirándome con reproche.
Fue entonces que giré la cabeza y me encontré a Kenna que estaba con las orejas más que atentas y sus pequeños orbes negros estaban fijos en alguna otra parte, lo que más atrajo mi atención fue la expresión de terror absoluto que tenía plasmada en su cara, además de que tenía la cola entre las patas. Seguí su mirada y al instante entendí el motivo de su estrés. En el pasillo de junto estaba un perrero con red en mano acechando el corredor en busca de la cachorra. ¿Qué haría? A cualquier mínimo movimiento la madera del suelo crujiría y entonces aquel hombre se daría la vuelta, inevitablemente dándose cuenta de la presencia de Kenna, quien estaba tan asustada que no movería ni un solo músculo hasta que algo pasara. Tenía que hacer algo de inmediato, sin darme cuenta de lo que hacía tomé una moneda de mi bolsillo y la arrojé por encima de la cabeza del sujeto quien a los pocos segundos pegó un brinco tremendo por lo que deduje que algo se había caído o roto, todo por una moneda.
Salió corriendo por el pasillo pensando que el animal que había causado el escándalo estaba por ahí, usé ese breve momento para tomar a Kenna en brazos y salir huyendo por el pasillo y sin pensarlo dos veces entré en la primera puerta que vi, cerrándola despacio para no atraer la atención hacia el lugar. Pero no fucionó, la luz me reveló la silueta del hombre con la red que se movía por el pasillo, tomé a Kenna nuevamente y la metí en el baño, creyendo haber cerrado la puerta pero no, tan solo se quedó entreabierta. Abrí la puerta del pasillo y di un brinco al encontrarme con aquel individuo frente a frente, tenía mala cara, robusta que contrastaba con su cuerpo delgado y evidentemente ágil para atrapar a escurridizos animales. Tragué saliva mientras veía que sus labios se movieron.
Si saber qué más hacer, empecé a mover las manos creando figuras al azar, dando a entender que era sordomudo, se mostró atónito en cuanto entendió el mensaje y se alzó el sombrero en señal de disculpa aunque claro, yo estaba bastante molesto con él, me repugnaba en demasía. Finalmente se fue con la cara roja de la vergüenza y entonces me permití azotar la puerta demostrando el desdén que sentía hacia él. Me di la vuelta para entrar al baño a buscar a la cachorra.
Y en lugar de eso, encontré a una joven pelirroja en bata de pie con los brazos cruzados sobre el pecho mirándome con reproche.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Les voies de la faim [privado]
Continuó aterrada por la vision de la red para perros, sin atinar a moverse un ápice y el terror impreso en su rostro. Intentaba comandar a sus patas para que le respondieran pero al mismo tiempo una voz interna le advertía: no te muevas. Sus oídos escucharon el sonido producido por una moneda al caer y el escándalo siguiente del perrero que salía corriendo, pero no tuvo tiempo para analizar nada. Sintió que era alzada de repente, asunto que la asustó de tal manera que a punto estuvo de tumbar con sus frenéticos movimientos a quien la había agarrado de improviso pero al notar que se trataba de Cailen se dejó llevar por los pasillos, con el corazón bombeando su sangre con fuerza y el susto visible en sus ojos negros.
Colocó ambas patas sobre su peludo rostro pero atisbaba por debajo de ellas, y por encima del hombro de su amigo, sin poder evitar el querer espiar el espacio atrás de ellos mientras corrían y al mismo tiempo queriendo gritar. -¡Apresúrate! ¡Apresúrate!- Si él hubiese podido escuchar sus gritos mentales, estos le hubieran golpeado con sus ondas fuerte y contundentemente.
Pero Cailen, de alguna manera extraordinaria, parecía escucharla porque corrió rápidamente y abriendo una puerta les metió de sopetón adentro de un cuarto sin mayor ceremonia. Aunque el corazón de la border collie latió con demasiada rapidez cuando visualizaron la sombra del hombre que aún los seguía. Sin producir el menor movimiento continuó dejándose llevar en brazos hasta ser depositada en el suelo de un baño.
Su amigo desapareció a pesar de que finalmente había recuperado el uso de sus facultades sensoriales por lo que le gritó mentalmente. -¡Espera! No te vayas!- El silencio se tornó descomunal mientras esperaba. Alzó sus pequeñas orejas peludas, esperando escuchar algo pero lo único que percibía era el sonido de sus fosas nasales al desplegarse una y otra vez debido a su rápida respiración. Observó con rapidez el pequeño baño y se dijo: ¡Es ahora o nunca! por lo que cerrando los ojos y apretándolos con fuerza para olvidarse de lo que pudiera estar sucediendo en la habitación contigua se urgió a cambiar de forma.
Su pequeño cuerpo peludo y sus ágiles patas, su hocico y pequeña nariz, así como la peluda cola desaparecieron abriendo paso a una figura humana. El rojo de sus brillantes mechones consumió al blanco y permitió el despliegue de una cabellera roja que adornaba el rostro de una chica, adornándole con pequeñas pecas que salpicando la recién aparecida piel blanca le otorgaban una simpática apariencia. Sus piernas largas y delgadas con las rodillas flexionadas le indicaron que estaba en posición fetal, con los brazos abrazados a sus rodillas. Abrió nuevamente los párpados y observó a su alrededor, levantándose de prisa para asomarse por la puerta y atinar a ver como Cailen hacia gestos exagerados con las manos.
Escondió con celeridad la cabeza en cuanto vio al perrero al otro lado y apresurándose tomó lo primero que vio que podía servirle para cubrirse: una bata blanca que cerró en su cintura al amarrar las cintas que colgaban a los lados. Caminó de puntillas y se observó un momento en el espejo. Pocas veces lo hacía, ya que tener un espejo era un lujo para alguien que procedía de la calle. Hace mucho tiempo no lo había hecho por lo que pasó sus dedos lentamente por su rostro y presionó su nariz. ¿Se parecía a athair? Ciertamente él había sido poseedor de una fiera melena roja. La de la chica que la observaba de vuelta no era menos brillante aunque de una tonalidad quizás un poco más oscura. Y ciertamente su nariz no era demasiado similar pero eso se podía aducir a miles de razones, a una combinación de la nariz de athair con la de mathair por ejemplo. De verdad, de verdad, de verdad, deseaba con todas sus fuerzas encontrar una similitud física con athair...
Escuchó entonces un ruido que le hizo sufrir un pequeño sobresalto y volteó asustada sobre si misma, pero se relajó al percibir el ruido de los pasos de Cailen. Cruzó los brazos frente a su pecho y frunció el entrecejo. Sus sentidos le indicaron que el perrero se había marchado y ahora, tras respirar aliviada, volcó su atención de vuelta hacia su acompañante.
-¡Cailen! ¿Por qué desapareciste de improviso! ¡Tuve que rastrearte por el motel!- Ahora que había retornado a su forma humana las palabras salían precipitadamente y con impaciencia. -Un momento corrías a mi lado, al siguiente...- lo miró acusadora ¡-al siguiente no estabas! Y sé que corres estupendamente pero ¡has estado caminando muy raro desde que nos topamos con el rayo!- Lo observó con los ojos brillando por una mezcla de excitación y preocupación.
-Dime, ¿el rayo te causó daño físico?- Ladeó el rostro observandole y su mirada bajó hacia sus piernas. -¿Te golpeaste al caer?- Volvió a subir la mirada y detenerla sobre su rostro, aguardó pero el silencio se prolongó mientras le miraba regañona. -¿Por qué no me hablas?-
Llegado a ese punto se sintió más exaltada pero salió del baño, caminó de puntillas sobre la desgastada alfombra de la habitación y escuchó unos minutos, tras los cuales suspiró. No se escuchaban los pasos del perrero. Su mirada regresó a Cailen y le observó con inquietud. Había algo extrañamente perturbador en el hecho de que a pesar de sus preguntas aún no emitiera sonido alguno. -¿Pasó algo más que aún no me dices?-
Colocó ambas patas sobre su peludo rostro pero atisbaba por debajo de ellas, y por encima del hombro de su amigo, sin poder evitar el querer espiar el espacio atrás de ellos mientras corrían y al mismo tiempo queriendo gritar. -¡Apresúrate! ¡Apresúrate!- Si él hubiese podido escuchar sus gritos mentales, estos le hubieran golpeado con sus ondas fuerte y contundentemente.
Pero Cailen, de alguna manera extraordinaria, parecía escucharla porque corrió rápidamente y abriendo una puerta les metió de sopetón adentro de un cuarto sin mayor ceremonia. Aunque el corazón de la border collie latió con demasiada rapidez cuando visualizaron la sombra del hombre que aún los seguía. Sin producir el menor movimiento continuó dejándose llevar en brazos hasta ser depositada en el suelo de un baño.
Su amigo desapareció a pesar de que finalmente había recuperado el uso de sus facultades sensoriales por lo que le gritó mentalmente. -¡Espera! No te vayas!- El silencio se tornó descomunal mientras esperaba. Alzó sus pequeñas orejas peludas, esperando escuchar algo pero lo único que percibía era el sonido de sus fosas nasales al desplegarse una y otra vez debido a su rápida respiración. Observó con rapidez el pequeño baño y se dijo: ¡Es ahora o nunca! por lo que cerrando los ojos y apretándolos con fuerza para olvidarse de lo que pudiera estar sucediendo en la habitación contigua se urgió a cambiar de forma.
Su pequeño cuerpo peludo y sus ágiles patas, su hocico y pequeña nariz, así como la peluda cola desaparecieron abriendo paso a una figura humana. El rojo de sus brillantes mechones consumió al blanco y permitió el despliegue de una cabellera roja que adornaba el rostro de una chica, adornándole con pequeñas pecas que salpicando la recién aparecida piel blanca le otorgaban una simpática apariencia. Sus piernas largas y delgadas con las rodillas flexionadas le indicaron que estaba en posición fetal, con los brazos abrazados a sus rodillas. Abrió nuevamente los párpados y observó a su alrededor, levantándose de prisa para asomarse por la puerta y atinar a ver como Cailen hacia gestos exagerados con las manos.
Escondió con celeridad la cabeza en cuanto vio al perrero al otro lado y apresurándose tomó lo primero que vio que podía servirle para cubrirse: una bata blanca que cerró en su cintura al amarrar las cintas que colgaban a los lados. Caminó de puntillas y se observó un momento en el espejo. Pocas veces lo hacía, ya que tener un espejo era un lujo para alguien que procedía de la calle. Hace mucho tiempo no lo había hecho por lo que pasó sus dedos lentamente por su rostro y presionó su nariz. ¿Se parecía a athair? Ciertamente él había sido poseedor de una fiera melena roja. La de la chica que la observaba de vuelta no era menos brillante aunque de una tonalidad quizás un poco más oscura. Y ciertamente su nariz no era demasiado similar pero eso se podía aducir a miles de razones, a una combinación de la nariz de athair con la de mathair por ejemplo. De verdad, de verdad, de verdad, deseaba con todas sus fuerzas encontrar una similitud física con athair...
Escuchó entonces un ruido que le hizo sufrir un pequeño sobresalto y volteó asustada sobre si misma, pero se relajó al percibir el ruido de los pasos de Cailen. Cruzó los brazos frente a su pecho y frunció el entrecejo. Sus sentidos le indicaron que el perrero se había marchado y ahora, tras respirar aliviada, volcó su atención de vuelta hacia su acompañante.
-¡Cailen! ¿Por qué desapareciste de improviso! ¡Tuve que rastrearte por el motel!- Ahora que había retornado a su forma humana las palabras salían precipitadamente y con impaciencia. -Un momento corrías a mi lado, al siguiente...- lo miró acusadora ¡-al siguiente no estabas! Y sé que corres estupendamente pero ¡has estado caminando muy raro desde que nos topamos con el rayo!- Lo observó con los ojos brillando por una mezcla de excitación y preocupación.
-Dime, ¿el rayo te causó daño físico?- Ladeó el rostro observandole y su mirada bajó hacia sus piernas. -¿Te golpeaste al caer?- Volvió a subir la mirada y detenerla sobre su rostro, aguardó pero el silencio se prolongó mientras le miraba regañona. -¿Por qué no me hablas?-
Llegado a ese punto se sintió más exaltada pero salió del baño, caminó de puntillas sobre la desgastada alfombra de la habitación y escuchó unos minutos, tras los cuales suspiró. No se escuchaban los pasos del perrero. Su mirada regresó a Cailen y le observó con inquietud. Había algo extrañamente perturbador en el hecho de que a pesar de sus preguntas aún no emitiera sonido alguno. -¿Pasó algo más que aún no me dices?-
- off:
- athair=padre
mathair=madre
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 19/10/2015
Re: Les voies de la faim [privado]
Estaba petrificado ante lo que tenía delante de mí. Claro, sabía que Kenna era una cambiante, fue algo obvio desde que la conocí un día que se fue a pasear por el callejón que ocupaba. La vi en su forma canina, usando su nariz húmeda para rastrear algo de comida, olisqueaba el aire sin éxito hasta que el aroma a un trozo de pan que tenía en las manos atrajo su atención; fue entonces cuando se me acercó con pasos lentos y al estar frente a mí se sentó en el suelo mirándome con ojos que denotaban tristeza. Ahí me di cuenta de su verdadera naturaleza, su mirada era demasiado humana para un animal.
Al principio pensé que era una ilusión mía ocasionada por mis años en Escocia, las miradas que tenían todos aquellos seres humanos que fueron declarados como repugnantes caprichos de la naturaleza, entre todas aquellas entidades estaban cambiaformas, que eran muy comunes en escocia, ese hecho combinado con la pena que me daba verla me hizo dudar de mi propia cordura. Pero una vez que le di el pan comencé a observarla un poco más detenidamente hasta que me convencí, era una cambiante; ante el descubrimiento no pude evitar sonreír. Obviamente no le dije que me había dado cuenta en ese momento, sabía que se asustaría y no quería eso. Le prometí que al día siguiente tendría más comida si se animaba a visitarme y así lo hizo por varios días, con el tiempo nos hicimos amigos hasta que ella misma estuvo lista para revelarme su secreto; una noche se presentó en su forma humana y fue ahí cuando me confesó que esa era la otra cara de Kenna, claro, cuando lo hizo no pude evitar reírme, aunque de buena manera claro, y le dije que sabía su secreto desde la pimera vez que la vi, pero no quise decir nada pues sabía que tarde o temprano ella misma lo haría.
Así pues, conocía aquella confidencia suya. No me sorprendía el hecho de ver a una joven donde antes estaba una cachorra, no, lo que me resultaba incómodo era que se decidiera manifestar en su forma humana ¡Justo en ese momento! Tragué saliva mientras iba retrocediendo lentamente ¿se habría dado cuenta ya? Observaba sus expresiones faciales y los gestos que hacía con las manos, se notaba molesta pero luego estaba preocupada y molesta otra vez. Pero lo que decía, no tenía idea de lo que estaba hablando, mientras la miraba solo estaba presente un zumbido agudo en ambos oídos y mi preocupación. Tan solo me quedé ahí de pie sin poder reaccionar por la adrenalina que aun corría por mi cuerpo gracias a aquella huida y también por tener que enfrentarme con una Kenna enojada y al mismo tiempo consternada.
Me encontraba pálido, lo cual tal vez fue de buena suerte pues de lo contrario se habría notado más mi… incomodidad. De repente caí en la cuenta de que ella estaba prácticamente semidesnuda, tan solo cubierta por una bata de baño, al percatarme rápidamente llevé ambas manos a mis ojos y me di la vuelta para no mirarla, y encima, apreté los ojos con fuerza. ¿Y ahora?
-Kenna… -Traté de articular aunque no podía escucharme, tan solo sentir las vibraciones en mi garganta. -Necesitas ropa… -Volví a intentar, esta vez tratando de asimilar un murmullo. Tenía que decirle también de que no podía escuchar nada. ¿Pero sería conveniente hacerlo
en ese momento? -Oye… yo am…. No puedo oír...Al principio pensé que era una ilusión mía ocasionada por mis años en Escocia, las miradas que tenían todos aquellos seres humanos que fueron declarados como repugnantes caprichos de la naturaleza, entre todas aquellas entidades estaban cambiaformas, que eran muy comunes en escocia, ese hecho combinado con la pena que me daba verla me hizo dudar de mi propia cordura. Pero una vez que le di el pan comencé a observarla un poco más detenidamente hasta que me convencí, era una cambiante; ante el descubrimiento no pude evitar sonreír. Obviamente no le dije que me había dado cuenta en ese momento, sabía que se asustaría y no quería eso. Le prometí que al día siguiente tendría más comida si se animaba a visitarme y así lo hizo por varios días, con el tiempo nos hicimos amigos hasta que ella misma estuvo lista para revelarme su secreto; una noche se presentó en su forma humana y fue ahí cuando me confesó que esa era la otra cara de Kenna, claro, cuando lo hizo no pude evitar reírme, aunque de buena manera claro, y le dije que sabía su secreto desde la pimera vez que la vi, pero no quise decir nada pues sabía que tarde o temprano ella misma lo haría.
Así pues, conocía aquella confidencia suya. No me sorprendía el hecho de ver a una joven donde antes estaba una cachorra, no, lo que me resultaba incómodo era que se decidiera manifestar en su forma humana ¡Justo en ese momento! Tragué saliva mientras iba retrocediendo lentamente ¿se habría dado cuenta ya? Observaba sus expresiones faciales y los gestos que hacía con las manos, se notaba molesta pero luego estaba preocupada y molesta otra vez. Pero lo que decía, no tenía idea de lo que estaba hablando, mientras la miraba solo estaba presente un zumbido agudo en ambos oídos y mi preocupación. Tan solo me quedé ahí de pie sin poder reaccionar por la adrenalina que aun corría por mi cuerpo gracias a aquella huida y también por tener que enfrentarme con una Kenna enojada y al mismo tiempo consternada.
Me encontraba pálido, lo cual tal vez fue de buena suerte pues de lo contrario se habría notado más mi… incomodidad. De repente caí en la cuenta de que ella estaba prácticamente semidesnuda, tan solo cubierta por una bata de baño, al percatarme rápidamente llevé ambas manos a mis ojos y me di la vuelta para no mirarla, y encima, apreté los ojos con fuerza. ¿Y ahora?
-Kenna… -Traté de articular aunque no podía escucharme, tan solo sentir las vibraciones en mi garganta. -Necesitas ropa… -Volví a intentar, esta vez tratando de asimilar un murmullo. Tenía que decirle también de que no podía escuchar nada. ¿Pero sería conveniente hacerlo
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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