Solace - Privado

por **Arjun** Miér Dic 09, 2015 6:43 pm

Solace

Se mostraba en un estado inconsciente. Había días que transcurrían de esa manera, aletargados, sumergiéndola en un espeso oleaje de memorias y culpabilidades. Tortuosas, imposibles. No había espacio del día u hora en la noche en la cual no dejara de pensar en los suyos ¿Habría tomado la mejor decisión al abandonarles? A menudo le rondaba la mente y seguía siendo una pregunta que pesaba de igual modo, como si hubiese sido ayer. No había tenido mejor elección después de todo, era mejor aferrarse a la idea de que en algún momento su hijo y esposo volverían a ella que mantenerlos ocultos, con el riesgo de ser castigados por convivir con alguien de su naturaleza. Era por este motivo que no solo había vivido un tiempo en Alemania, sino también en Bélgica y muchas otras partes donde el panorama era siempre el mismo.

Estaba cansada de ver como familias eran separadas, tan solo por el hecho de poseer un don que les hacía merecedores de un sinfín de sobre nombres. La vida en la capital gala resultaba ser demasiado dispar. Había muchas injusticias y si bien no era capaz de combatir cada una de ellas, entregaba el alma en cada acto altruista que realizaba. Kirsten pensaba que no existí mejor arma que el conocimiento, su actual puesto como sub-directora en el College De France le permitía proveer de armas a todas aquellas mentes brillantes que ávidos de encontrar un lugar donde exponer sus ideologías asistían a recibir cátedra a diario. Suspiró con un dejo de desgano y movió la cabeza ligeramente para alejar aquellas escenas. Así mismo había estado visitando constantemente el orfanato. En cada rostro desvalido de aquellos pequeños siempre aparecía el de su hijo.

¿Qué clase de infortunios habría sufrido desde su partida? ¿Qué explicación le daría si lo volviese a encontrar?

Hace un par de días había conocido a un par de niños quienes habían enfermado a consecuencia de las bajas temperaturas. Por tal motivo, no dudó en visitar aquellos locales ambulantes que por boca de otras personas en el orfanato supo era el mejor lugar para encontrar todo tipo de hierbas y especies. Al arribar al lugar se adentró en el mismo. Había pocas personas a esa hora, aunque por fortuna logró encontrar lo que necesitaba.

–Me gustaría comprar cien gramos de canela y hojas de menta, por favor– sus orbes recorrieron la humilde fachada del puesto no sin antes percatarse de una extraña tonalidad que rodeaba a muchos otros presentes a su alrededor.

por **Reus Neuer** Vie Dic 11, 2015 5:49 pm

Las investigaciones acerca de la caza de aquella Lycan con posición en la realeza hacían de la presión laboral unas pesadillas para Reus, quien con desganas se dirigía hacia el mercado ambulante bajo el flujo del atardecer. Sus pasos eran lentos, su rostro sin ninguna clase de expresión y asimismo su actitud en automático iba alejando a toda la gente que siquiera pasara a su lado.

Sus ojos se fijaron ya en las carpas pues había asistido para comprar un poco de canela que era su olor preferido para así relajarse una vez que regresara a casa después de tantos días fuera. Su vestimenta reservada en tono oscuro que primordialmente llevaba una gabardina larga podía ocultar perfectamente sus armas que utilizaba en cada misión de investigación.

La realidad en aquel de herencia Alemana era ser un inquisidor, un asesino de Dios para traer paz y armonía a la Tierra y así ganarse la entrada al paraíso, el lugar prometido… Basura, hipocresía, estupidez -50 gramos de canela, por favor- se limita a decir una vez que entre la poca gente llega hacia un puesto, donde una mujer yace a su lado e ignorándola por completo no puede dejar de esperar por su compra.

Los giros de la vida son tan inesperados, tanto que pese a su semblante serio y su porte elegante y misterioso, no puede dejar de lado la belleza de la mujer que sin importarle mucho le hace mejor dicho preguntándose… Por qué demonios siente una vibra diferente proveniente de ella?

Por qué siente que debería de conocerla un poco más?

por **Arjun** Sáb Dic 26, 2015 12:16 pm

Solace

La paciencia resultaba ser tan solo, una de tantas virtudes que la hechicera poseía. A pesar de su actual situación sabía cómo comportarse cuando daba un paseo, lejos del claustro que podía representar el trabajo tan demandante como subdirectora en tal institución de renombre. De este modo sus orbes se posaban inquietos en cada una de las iconografías plasmadas en el lugar, admirada siempre de que eso pudiera existir bajo el manto de artificialidad que la capital presumía. El tumulto y las caras de pocos amigos de quienes le veían de arriba abajo dada su indumentaria carecían de importancia al escuchar un cumplido o ver una sonrisa sincera en los pequeños que se detenían a saludarle, atraídos por su curiosidad y la colorida tonalidad de su ampuloso vestido lapislázuli. Sonrió amable hacia los pequeños quienes se despedían con un ligero hondeo en sus manos.

Regresó su mirada al tendero quien se aproximaba hacia ella, notando apenas la presencia de un hombre a su lado. Sobre los labios de Kirsten una tenue línea se dibujó al escuchar tal coincidencia y fue inevitable no preguntarse si existía un trasfondo en aquella petición. El aura del extraño no parecía representar amenaza como tal, no obstante sabría cómo mantener su distancia en caso contrario.

–Muy amable, gracias– respondió al tendero.

Sus manos enguantadas recibieron los productos. Entregó los francos necesarios para finalizar la transacción cuando un leve empujón le tomó por sorpresa. A sus espaldas un ligero tumulto de hombres y mujeres cerraba el paso impidiéndole ver del todo que sucedía. Se pedía un castigo ejemplar para un jovencito de no más de 15 años a quien se le había visto robar un par de frutas. Kirsten giró su cuerpo de inmediato y se apresuró a tomar partido en la situación. Su instinto maternal le obligaba de cierto modo a no dejar en desamparo a esos chiquillos con la mirada perdida, aunque sus actos dictaminaran lo contrario.

–¡Momento por favor! ¿Qué pasa aquí?– dijo alzando apenas la voz –Por favor es solo un niño que no sabe lo que hace, si él ha tomado algo que no le pertenece una disculpa bastará para enmendar su error–

El resto de las personas respondieron con agresividad como era de esperarse, objetando a la rubia mantenerse fuera del problema.

–¡Basta! Juzgarle de tal modo no nos hará mejores personas, tiene que haber una solución–

El pecho iba a estallarle con sus latidos acelerados, sin embargo era algo inevitable. Sentía ese compromiso con aquel muchacho. El extraño que se hallaba a su lado minutos atrás se encontraba aún detrás de ella.

–Explícame ¿Qué ha pasado aquí?– inquirió al jovencito ladrón.

por **Reus Neuer** Jue Ene 28, 2016 11:26 pm

El tiempo pasaba y las manos de Reus ya estaba empuñadas ante la impaciencia que le provocaba el hecho de ver cómo no se le podía otorgar su orden aun después de tanto tiempo invertido en el puesto de mercadeo. Los minutos parecieron detenerse por un momento cuándo escuchó un alboroto que plenamente se convirtió en una pelea de gatos y perros, algo que le importó menos que nada pues ante su carácter egoísta lo único que le movía era una sola cosa: La hechicería.

Sin embargo cuál burla en el destino, se percató que la dama a su lado había salido a toda prisa a la defensa de lo que pareciese ser un simple mocoso que se dejó descubrir por sus víctimas -Agh, ¿es en serio?- murmuró cuándo escuchó los reclamos de la bella mujer a su lado, sin embargo, las cosas empeoraron con la gente por lo que entonces decidió prestar atención a lo que sucedía -No hagas algo estúpido, no hagas algo estúpido, no hagas al...- y así se cayó cuándo alguien amenazó con abatir a piedras a ambos, uno por ladrón y otra por alcahuete.

-Maldición- sugirió cuándo notó cómo la chica se distrajo con el pequeño y un poco hombre de mayor edad tenía preparada una piedra para arrojar -¡MAL NACIDO!- exclamó con fuerza deteniendo la mano del señor, a quien con un certero golpe en el abdomen deja sin aliento en el suelo, provocando la ira acumulada de la multitud ahora contra él -No tengo tiempo para esto...- sacó su arma de entre las ropas y dio un disparo al cielo provocando el terror, gritos y confusión de la gente mientras muchos otros se quedaron ahí paralizados, incluyendo a la "victima" del robo.

-Escuchen y escuchen bien... Dejarán a la señorita y a este mocoso de una vez por todas si no quieren un tiro en la cabeza cada quién...- la gente abrió paso cuándo Reus comenzó a caminar hacia la chica y su protegido, arrojando al suelo un poco de monedas sin prestar mucha atención al dueño del puesto –Que se quede con el cambio, porque si alguien se atreve a intentar algo se quedarán con una de mis balas en su frente cómo ya dije... ¡¿ENTENDIERON?!- la autoridad, el carácter y los impulsos del hidalgo hacen presencia cuándo después de su orden bien atendida por todos termina por simplemente quedarse cerca de sus ahora protegidos.

-Gracias a ustedes perdí mi canela, a ti te salvé el trasero y a usted señorita una cicatriz de su rostro por aquella piedra así que háganse un favor mutuamente y retírense conmigo de aquí antes de que llegue la guardia... No quiero más problemas-

por **Arjun** Miér Mar 16, 2016 3:24 pm

Solace

El tumulto de aquellos extraños tan solo provocaba que muchos más se aunaran al espectáculo. Kirsten nunca había sido una mujer agresiva ni mucho menos impulsiva, sin embargo ante aquella efigie que sustentaba la defensa de un menor el instinto de sobre protector afloró en ella dejando a un lado la integridad propia. Por unos segundos fue inevitable pensar si aquel jovencito mal encaminado pudiese ser su pequeño quien seguramente ya podría ser un adolescente, rebelde e incomprendido. Ella posó su diestra enguantada sobre el hombro ajeno y dedicó una sonrisa afable, buscando que aquel noble gesto le llevara a buen puerto. Si él no se mostraba un poco arrepentido, resultaría casi imposible lograr concordia con los agresores.
Bajó ligeramente su torso para estar a su altura, a pesar del trabajo que le resultaba aquel movimiento debido a su voluptuosa indumentaria.

–Anda, respóndeme y dime ¿Qué has hecho?–

En espera de un argumento razonable el movimiento busco del sujeto que se hallaba a lado de ella minutos atrás le tomó por sorpresa, detonando la chispa que hacía falta en aquel disturbio. Apenas pudo percatarse que sin la intervención del extraño hubiese sufrido un daño innecesario. Los susurros de las personas a su alrededor flotaban aun, incrementando la tensión. La rubia abrazó de forma mecánica al jovencito cuando los disparos del arma de fuego explotaron hacia el aire. Cerró los ojos y los golpes se escucharon con claridad hacia el agresor. Retomó su atención nuevamente cuando el hombre amenazó a todos los presentes, había fuego en sus palabras y la lengua afiliada hizo el resto del trabajo para alejarles poco a poco.

Kirsten sujetó al muchacho y caminó detrás del aparente salvador. No le había agradado del todo sus métodos, pero sabía bien que no hubiera logrado sola apaciguarles.

–Por favor, no vuelvas a hacerlo ¿De acuerdo?–

Inquirió al muchachito. Sólo sonrió y echó a correr para perderse entre las callejuelas sin decir palabra alguna. Aunque no era una respuesta del todo positiva, confiaba que él cambiara el rumbo de su destino, evitando volver a reincidir en algo como lo vivido hace unos instantes.

–Le agradezco de antemano su ayuda prestada Monsieur, aunque no hacía falta el uso de semejante violencia–

Definitivamente era algo que sobrepasaba sus preceptos y aunque se mostraba agradecida no pudo evitar disgustarse ligeramente por los métodos poco ortodoxos.

Estiró la mano hacia él.

–Kirsten Bjørnstjerne–

Aguardó respuesta.

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