Lo que parecía una buena idea {Libre}

por **Dilara Guillot** Dom Dic 20, 2015 3:57 pm

Con cuidado sacó la bandeja de jarras de arcilla del horno y metió la siguiente. Otras tres jarras de arcilla fresca que en unas horas se convertirían en bonitos utensilios para alguna familia. Mientras las tres anteriores se enfriaban poco a poco, se dedicó a barnizar otras que había terminado a la mañana. Aquel trabajo le gustaba a pesar del tiempo que tenía que dedicarle. Ayla solía acompañarla cuando estaba en el taller, al dueño lo le importaba demasiado. Por suerte, la niña se portaba divinamente allí, y eso era algo que Dilara agradecía profundamente. No sabía si sería capaz de pasar tantas horas al día separada de su hija.

Aquella tarde, al contrario, había dejado a la niña con Marie, el ama de llaves de su casa. Hacía días que había oído hablar de una persona que se hacía llamar Ange y que cada martes antes del anochecer acudía a una antigua iglesia en ruinas de las afueras de París para vender distintos tipos de armas, entre las que se encontraban las dagas. Desde que dejó Orleans, Dilara había buscado sin cesar una daga como la que perdió la noche de su huida, sin éxito. Tras pensarlo detenidamente, decidió acudir a aquella iglesia aquella tarde antes de que cambiara de opinión.

Cuando terminó el trabajo se despidió del artesano del taller y con el abrigo abrochado de arriba a abajo se encaminó hacia las afueras de la ciudad. Llevaba una cantidad considerable de francos en el bolsillo, todos los que había sido capaz de ahorrar desde que supo de la existencia de Ange. Parecía como si su inconsciente hubiera sabido que tarde o temprano acudiría a aquel lugar no tan secreto. Salió de la ciudad y caminó por calles sin adoquinar entre casas que parecían abandonadas. Aquellas zonas alejadas le hacían sentir respeto y algo de temor, pero todavía quedaban algunas horas de luz que le servirían de protección. Pronto se rodeó de árboles, arbustos y cantos de pájaros. A lejos vio los muros semiderruidos de la iglesia que servía de lugar de intercambio.

Entró por donde años atrás había estado la gran puerta principal. Dilara se la imaginó de madera oscura, tallada con un millón de escenas bíblicas que ella no comprendía. Los pasos en el interior resonaron en las paredes obligándola a detenerse. Parte del tejado del edificio seguía en pie con ramas entrelazadas entre las tejas y parte de los muros habían caído, quedando esparcidos por el suelo, partido a su vez en mil pedazos. La turca se sentó en una gran roca dejando los pies colgando y se limitó a esperar. No debía faltar mucho para que llegara.

Apoyó la espalda contra la fría piedra que tenía detrás y balanceó los pies. La luz fue disminuyendo creando formas de ramas y hojas en las paredes muertas. Estaba distraída con una pareja de gorriones que bailaron frente a ella cuando escuchó pasos en su espalda. Se levantó con la espalda completamente recta y en alerta. Había llegado una persona al lugar.

—¿Tú eres Ange?

por **Diègue Theodor Döhler** Jue Dic 24, 2015 2:13 pm

Algunas personas creen que al ser del circulo de la monarquía o corona no se tiene muchas actividades más que las sociales, se equivocan, algunos aunque pocos tienen una vida ajetreada entre trámites, reuniones, políticas, viajes de negocios donde estrechar lazos bilaterales de conveniencia, y muchas otras actividades que marcan la agenda de aquellas pocas personas.

Su viaje desde Silicia en el Sacro Imperio hasta París, nuevamente, le había llevado por largo tiempo en la diligencia solo, aunque aquel no lo esté del todo. Por ahí entre la oscura mente del Duque mora otro ser, un pariente que solo vive para atormentarlo, para hacer que lo vean como un loco, cuerdo pero loco al final. Aquel que se aparece y desaparece a su antojo asustando a las personas y causando problemas a su gemelo. Ambos que aunque no se vean están siempre juntos han viajado por varios meses hasta llegar a la ciudad donde un encuentro beneficioso lo espera.

Habían pasado apenas dos semanas desde su llegada, y aunque el motivo era un trato comercial de unificación, todo había resultado en discusiones y engaños. Pero, por aquel momento le habían citado en las afueras de la ciudad para un “encuentro extraoficial”. Con la intención de la misiva y prestos se dirigen ambos hermanos a la cita

Sabes que esto es una trampa ¿verdad?
Puede Ser, quien sabe
A veces siento que mamá te arrojo de cabeza
A lo mejor si
RISAS.

Acaballo llegan, observan el lugar deteriorado, los pasos suenan como ecos entre los adoquines han sido cubiertos por la tierra, las propiedades que alguna vez fueron hogares de personas ahora son nidos para aves, mal vivientes y los mismo árboles que se han ocupado de residir en aquellas mansiones. Los pisos desgastados, los techos destruidos, las paredes derrumbadas. Pocas conservan su color y aroma estival junto a los muebles que las conformaron, pero ahora no son más que viejos recuerdos del tiempo que se han cubierto de polvo y de malas vibras

Lo puedes sentir
mejor que tú
No me refiero a los espíritus idiota
Entonces
RISAS.

Rompen una rama que deja entrever el sonido de una voz fina cual eco que pregunta por un nombre desconocido. Ambos hermanos en la mente se observan meditando conjuntamente que hacer o decir, pero por vez primera optan dejar al Duque el control de la situación, esperando entre las sombras al otro que vigila como siempre lo había hecho.

–No creo que ese nombre quede conmigo, así que si no soy aquella persona, usted tampoco es aquel que me citó, o acaso su nombres es “Dierk”, no lo creo Fraud– musita caminando por donde lo había hecho antes pero de espaldas sin dejar de ver a todos lados; su hermano es quien le había enviado la imagen de la mujer, ambos se dividieron y aquel ser de las tinieblas se había abstraído por el lugar más rápido que aquel que controla el cuerpo, mostrándole así el territorio peligroso en el que estaban entrando ambos.

Traducción:
Fräulein: Señorita

Nota: Lo que está en (–) es lo que dice Die y lo que está en (—) es lo que habla Theo, lo que está centrado es lo que hablan los hermanos entre ellos en la mente y nadie los escucha, mientras que lo de color naranja es la voz de los dos uniéndose.

por **Dilara Guillot** Sáb Ene 02, 2016 10:05 am

Un hombre se mostró ante ella, elegante y bien vestido. Dilara le miró de arriba a abajo esperando la respuesta sobre su identidad. Si no era él la persona que esperaba, no tardaría en llegar. Dio un par de pasos en su dirección, un poco atrevida, puesto que no lo conocía de nada y no sabía qué estaba haciendo allí.

—No, me temo que no soy esa persona.

Visiblemente desilusionada, retomó su sitio sobre la piedra sobre la que descansaba y siguió esperando, pero, esta vez, mirando al hombre que volvía atrás en sus pasos de manera inquietante. Parecía preocupado por algo, mirando a todos lados como si algo malo fuera a suceder. Dilara miró también a su alrededor, ligeramente alterada por la actitud del hombre.

Lo cierto es que no era para menos: el lugar donde se encontraban daba verdaderos escalofríos. La iglesia semiderruida conservaba cierto encanto a la luz del Sol, que iluminaba los más recónditos rincones entre sus piedras. Del altar tan sólo quedaban la mesa y una cruz. El retablo había desaparecido por completo y las vidrieras estaban hechas añicos en el suelo. Tan sólo una quedaba en pie, llenando de colores el lugar donde la luz que atravesaba los cristales se estrellaba. A pesar de que aquel había sido un día extraordinariamente soleado, el edificio seguía manteniendo rincones oscuros que podían ocultar todo tipo de horrores.

Volvió la mirada al hombre, esta vez inquieta. Otro sonido procedente del bosque cercano le llamó la atención. Quizá fuera tan sólo un pájaro, pero había comenzado a ponerse nerviosa. «Sólo son imaginaciones mías»

—¿Se encuentra bien? —le preguntó, intentando eliminar de su mente la mala sensación.

Otra vez el sonido, esta vez más cerca que la anterior. Unos arbustos temblaron en la linde del bosque, delatando la posición de lo que fuera que se escondiera allí. Dilara se levantó de la piedra y dio un par de pasos hacia atrás, conteniendo la respiración. Otro movimiento en los arbustos y de pronto una ardilla salió corriendo en su dirección. La mujer dio un grito y tropezó con otra de las piedras, cayendo sentada sobre el suelo.

Se pasó la palma de la mano por el rostro en un intento por tranquilizarse. ¿Y si la persona a la que esperaba no venía nunca? Tampoco podía esperar eternamente en aquel lugar, su hija la esperaba en casa. La luz había empezado a disminuir y pronto se haría de noche, la hora donde las bestias nocturnas salían a cazar. Para entonces debería estar en casa, a salvo y esperando el amanecer.

por **Diègue Theodor Döhler** Dom Ene 24, 2016 10:19 pm

Pajarito pajarito vamos a jugar
Lo encontraste ¿Qué es?
Hay uno, dos, tres…cien, quinientos…miles
¿de qué?
Creo que esta noche habrá un funeral
RISAS.

La joven había mostrado con palabras que denotaban sinceridad que ella no era la que había planeado la cita con aquellos brujos y por ello aquello comenzaba a tomar tintes de otro tono, un tono oscuro y siniestro que albergaba la palabra “trampa” y “Traición” dentro. Sonrió mientras se alejaba lentamente sin levantar sospecha de su condición a la mujer, no estaba seguro que clase de persona o si era una asesina contratada.

Sus ojos se cerraron concentrándose en su hermano que vagaba por todo el lugar, por las inmediaciones y la parte externa, cada casa era revisada enviando señales a quien manejaba el cuerpo que claramente podía ver lo que su hermano visualizaba o presentía, era una unión extraña y útil. Sonrió pero no duró mucho porque un mareo le atacó enseguida

Maldita sea
Que fue eso
Demonios, hay un exorcista cerca jugando a la casita
Esto no es bueno
RISAS.

Negó ante la pregunta de la dama extendiendo su mano la mano hacia ella para evitar que se acerque en aquel momento, por protección a la misma mujer. Miró hacia afuera por uno de los extintos ventanales buscando los colores de la noche –Me presento, mi nombre es Herr Diégue Döhler, Duque de Silicia estado del Sacro Imperio Romano, si usted no es la persona que busco y yo no soy quien busca, entonces ¿qué somos los tres? O será que esto es una trampa, por cierto no salga de este recinto, podría ser atacada y asesinada sin que se dé cuenta– sonríe viendo a su hermano reír en la parte externa de aquel recinto que antes fue un lugar de oraciones y ahora es propiedad espíritus y malas prácticas.

El duque coloca una protección hacia los dos mientras el otro entre las sombras como un ente errante vaga coleccionando a los espíritus más débiles absorbiéndolos y devorándolos para conseguir su propia energía, para más adelante.

por **Dilara Guillot** Miér Feb 10, 2016 3:48 pm

Su mente no hacía más que dar gracias por haber acudido sola a aquel lugar. Habría sido muy insensato por su parte llevar a la pequeña consigo. Pensaba en ella constantemente, intentando ganar fuerzas para salir de allí lo antes posible. Se levantó y se frotó el trasero y la espalda. El golpe sobre las piedras había sido algo fuerte y se le veía una ligera cojera al caminar. Se acercó a la roca donde había estado descansando y miró a la ardilla que la había asustado con ojos llenos de odio por el animal. Agarró una piedra y se la lanzó, dándole en la cabeza perfectamente. Sólo la asustó, el guijarro no era suficientemente grande para matarla, pero el bicho salió corriendo asustado.

Giró la cabeza para mirar al hombre, que seguía comportándose de una manera extraña. Aquel lugar no era el más idílico, pero tampoco daba tanto miedo. ¿O sí?

—¿Tres? ¿Qué tres? —Estiró el cuerpo todo lo que le dejaban las piernas magulladas y dio un par de pasos en la dirección del hechicero. Éste alargó el brazo para pararla y ella hizo caso del gesto. —Monsieur, ¿de qué habla?

El vello de la nuca se le erizó con las palabras que siguieron a la presentación del hombre. Atacada. Asesinada. ¿Qué estaba pasando ahí? ¿Una trampa? ¿Para quién? Dilara se abrazó a sí misma disimulando el miedo que empezaba a apoderarse de ella. Ayla, su niña, volvió a venirle a la mente. Por ella tenía que salir de allí sana y salva.

—Monsieur —dijo. Había olvidado su nombre. —No sé qué clase de trampa cree que hay aquí, pero creo que está confundido —se lo decía a él, pero sus palabras le servían para convencerse a sí misma de que todo estaba bien —. Yo no le conozco, no sé quién es ni por qué ha venido aquí esta tarde.

Dio un par de pasos acercándose a él de nuevo. Quizá podría dialogar con él y le dejara salir de allí sin ser asesinada. ¿Quién iba a hacerles nada en un sitio tan apartado?

—Y no se ofenda, pero tampoco me interesa saber qué ha venido a hacer aquí. Escúcheme —Se puso frente a él. —Tengo que volver a la ciudad antes de que anochezca, así que, si no le importa, voy a salir de aquí.

Comenzó a caminar acercándose al hueco que había en una de las paredes, el mismo por el que había entrado allí. A falta de un par de metros del agujero se dio la vuelta para mirar al duque y después asomó la cabeza por detrás de la pared, mirando fuera. Allí no había nadie.

—Monsieur, creo que está exagerando. Aquí no hay nadie —le avisó antes de acercarse a la puerta.

por **Diègue Theodor Döhler** Miér Feb 24, 2016 11:02 pm

Que mal, no puede ver nada, será la primera en morir entonces
Es humana, ¿qué esperabas?
ME PIDO SU CADAVER
¿Qué?
Si ella muere en la línea de frente hay que darle cristiana sepultura y yo encargaré de ello
RISAS.

Las expresiones de la joven frente a ellos lograba desconcertar al par de hermanos que se miraban como si no pudiesen entender aquellas palabras, más para el Duque aquello irracional le era más claro que la propia agua y espíritus que se reunían ahí, el flujo de energía que se manejaba era tan fuerte que su propio campo de protección se veía afectado, podía verlo con los colores tan característicos y quizás movido por ello es que se acercó a la joven con una mirada de calma; la diestra se posó sobre el hombro de la joven impidiendo que abandonara aquel recinto

No te atrevas Die
¿Por qué?, no puedo dejar que un inocente muera
Entonces, mejor muere tu así ganamos todos
Ja Ja Ja fue acaso un chiste eso
RISAS.

Negó al requerimiento de la mujer para salir del lugar –Usted no los ve pero ellos están ahí, quizás me está tomando como un loco pero créame que en este momento Frau hay una concentración de energías y muchos espíritus están rondando por aquí, espíritus buenos que están siendo consumidos y otros malos que son alimentados para propósitos oscuros– aparta un poco a la mujer de aquella entrada poco convencional.

Respira profundamente cerrando los ojos, concentrado en lo que va a decir porque será una declaración que pondría en riesgo todo de él y de su otra parte que no pueden ver y menos oír a menos que decida hacerse presente por cuenta propia y con la presión del Duque –Sé que no le interesa el saber el motivo del por qué estemos aquí, pero déjeme preguntarle algo ¿cree que existen personas con ciertas habilidades que salen de lo común? Seres como brujos o hechiceros– enarca una ceja acercándose a la mujer cortando la distancia entre los dos.

Theo observa a su hermano rodando los ojos gritando y mofándose alrededor de la joven, mientras es seguido con la mirada de Die que lo regaña mentalmente por cada uno de sus actos poco caballerosos y respetuosos para con la dama.

por **Dilara Guillot** Dom Mar 13, 2016 7:16 am

La actitud del duque la confundía, y más aún cuando se acercó a ella y le posó la mano en el hombro, impidiendo que saliera de allí. Hablaba de espíritus buenos y malos, pero para Dilara no existía diferencia entre los unos y los otros. No se podían ver a simple vista, nunca se sabía si estaban a tu alrededor, como en aquel momento, o si estabas a salvo de ellos. La turca nunca se creyó esa clase de historias por simple miedo a que fueran verdad, pero el hombre hablaba con tal convicción que empezaba a pensar que había algo de verdad en todo aquello.

—N-no lo sé —contestó a su pregunta. —¿Existen?

Menuda cazadora estaba hecha. Había visto seres endemoniados que mataban humanos para poder sobrevivir, pero desconocía de la existencia de otros que fueran distintos. Nadie se lo había explicado, nadie se lo había contado. Todo lo que conocía se lo debía a su tozudez y a las horas que había dedicado a espiar a su esposo. Se palpó la cintura del vestido en busca de la daga que perdió el día que escapó de Orleans. La echaba en falta, y su visita a aquella iglesia abandonada estaba motivada por el simple hecho de llenar el vacío que había dejado el arma. Si hubiera pensado que se metería en un lío semejante habría ido a casa nada más salir de la alfarería.

Dio un par de pasos más hacia atrás, apartándose del hueco de la pared y ampliando un poco más la distancia entre el duque y ella. Alternaba su mirada entre él y el exterior, buscando esos espíritus de los que hablaba, pero estaba claro que ella no podía verlos. De lo contrario, todo aquello tendría más sentido en su mente. Respiró hondo un par de veces y sintió que volvía a tomar el control de su cuerpo.

—Monsieur, le repito que tengo que salir de aquí. Sé que no me va a dejar hacerlo, así que espero que me ayude —le dijo. Negando lo que él le decía no iba a conseguir absolutamente nada. —Mi hija me espera en casa. ¿Entiende ahora por qué tanta prisa?

Hablaba casi como si aquel hombre no entendiera su idioma, con palabras fáciles y un ritmo lento. Probablemente, el hechicero hablara francés mejor que ella, así que, en realidad, las tornas debían cambiarse en algún momento.

—Habla de espíritus, cientos de ellos que están ahí fuera. Y digo yo, ¿qué les impide entrar aquí dentro? Casi no quedan paredes, y las pocas que quedan están repletas de agujeros. Aunque tampoco creo que eso sea un impedimento para ellos. —Miró a su alrededor y después al duque. —Explíqueme qué pasa y dígame qué debo hacer para salir de aquí, por favor —le rogó.

por **Diègue Theodor Döhler** Jue Mar 24, 2016 5:46 pm

Ay, una niña que pena que tendrá que verla…
No, si no lo permito
Buuu que aburrido eres, hermanito
Lo mismo diría de ti, hermano
RISAS.

La petición de la joven dama logró angustiar al brujo, que en ese momento simplemente se dedicó a ocultar lo que más podía aquello que le atemorizaba. Sonrió gratamente a la mujer acercándose a ella para dejar que su diestra descanse en el hombro de ella. La barrera seguía intacta y podía ver pequeños destellos de luz momentos en los que aquellas energías oscuras chocaban contra su protección, era ahí cuando la sombra de hermano las aprovechaba en tomar.

Nuevamente negó la petición de la mujer –Frau, si ama a su hija, le pido que no salga sola, algo malo, muy malo podría pegarse a usted y ello terminaría con la luz de su pequeña– traga en seco con la risa de su hermano en su mente con las peticiones de dejar a la mujer escapar de ello, pero con toda la fuerza de su propia mente se encerró en ella para no tener que oír aquellas burlas maliciosas. –Frau, por el momento no entraran aquí por mí, porque estamos aquí ellos no ingresarán más de donde las sombras se mueve– señaló la parte por donde la mujer pretendía salir –Además él no ha acabado lo suficiente para hacer que deje de hacer lo que hago– se sentó sobre una roca sonriendo a la mujer, invitándole a que tome asiento en uno de los sillones un poco roídos por el tiempo.

El duque ya sabía porque estaban ahí, si él mostraba a alguien más lo que era y quien era en realidad podría servirles de testigos, suspiro pesadamente porque no evitaría ello, al menos en la medida de lo que pueda. Carraspeo –La ayudaré a salir pero debemos esperar unos minutos, no sé si pueda confiar en mí, pero por ahora hágalo ya que soy una de esas personas que tienen ciertas habilidades que podrían ayudarnos, como matarnos también– desata el nudo de su corbata para estar más cómodo. Un destello fuerte se ve en la barrera que ha creado, un destello que en su mente y cuerpo le llega como corriente, producto de su hermano, solo unos minutos más, solo unos cuantos más y podrían salir ilesos.

–Tengo una curiosidad Frau, ¿quién y por qué la han citado aquí? Por qué mientras aguardamos unos minutos atamos cabos, le invitaría un poco de té con galletas pero como ver no tenemos más que solo disfrutar los coloridos momentos de ahora– trata de evitar el tema de su procedencia, al menos lo que pueda, pero también diciendo la verdad de lo que sus ojos veían alrededor de ellos, aquellos pequeños monstruitos que atacaban sin cesar y eran devorados por otro más aterrador, que tenía el rostro igual al que le sonríe a la mujer

por **Dilara Guillot** Dom Abr 03, 2016 7:38 am

El simple hecho de mencionar que algo malo podría pasarle a la niña si se le ocurría salir de allí hizo que se alejara inmediatamente de la pared. No sabía si podía confiar en aquel hombre, pero, por el momento, era lo único que podía hacer. Si todo aquello era verdad y algo de lo que allí rondaba se acercaba a Ayla, no se lo perdonaría nunca, nunca. Miró al hombre y asintió, dando a entender que se quedaría allí hasta que pudieran salir. El hombre se sentó, pero Dilara permaneció de pie un poco más. Miró a la lejanía, donde el Sol comenzaba a ocultarse dejando la tierra llena de sombras alargadas y colores rojizos en el cielo. Se mordió el labio inferior y, con un suspiro, tomó asiento donde el duque le había señalado.

—Ayudarnos o matarnos —resumió—. No sé si es algo alentador o terrorífico, monsieur. Pero supongo que debo darle las gracias. —Apoyó los codos sobre las rodillas y echó el cuerpo hacia delante, uniendo las manos con delicadeza—. A propósito, mi nombre es Dilara.

Los sonidos del bosque les rodeaban: el canto de los pájaros, las ramas meciéndose con la brisa, roedores hurgando entre las hojas secas… podría ser una perfecta velada en la naturaleza. La joven levantó la mirada hacia el hombre cuando éste habló, y no pudo evitar soltar una pequeña risa ante la broma del té. Si no reía, lloraría, y prefería lo primero antes que lo segundo.

—No me ha citado nadie, en realidad. Me hablaron de alguien que vendía... —hizo una pausa, no sabía si seguir— armas. Dagas, cuchillos… ya sabe. Todos los martes, aquí mismo. Hace tiempo tuve uno que perdí, y quería otro similar, pero está claro que hoy no ha venido.

Apoyó la espalda y después la cabeza. Cerró los ojos unos segundos intentando descansar, pero tenía tantas cosas en la cabeza que le fue imposible. Si había ido allí era por Ayla, y si seguía allí era por ella también. Desvió la mirada hacia Diégue y lo observó durante unos segundos. Después separó la espalda y la mantuvo erguida en el asiento.

—¿Y usted, monsieur? ¿Quién o por qué le han citado hoy aquí? Y —siguió— ¿qué es eso que hace que no permite que entren esos espíritus?

por **Diègue Theodor Döhler** Dom Abr 24, 2016 6:10 pm

Ante la risa de la mujer el Duque sonrió complacido, sabía de buen grado como solía mostrarse aquellas mujeres que tenían un ser querido como un hijo ante la amenaza de muerte como estas respondían, por ello agradeció el ver que la mujer solo reía en vez de llorar, aunque hubiera preferido verla llorar antes que saber que estaba aguantando todo ese remordimiento y dolor en su interior.

¡Oh! como era doloroso para el Duque aquellas emociones que no veía pero podía sentirlas claramente en el ambiente. Su hermano, por otra parte, se limitaba a devorar como una serpiente a los pequeños espíritus malignos que rondaban cerca de ahí riéndose a carcajadas de su hermano por tener que soportar la carga de aquella barrera sin la ayuda del otro.

Meditó en silencio si contar o no la verdad pero las muecas y gestos de su hermano al devorar aquellos entes lo obligó a hablar con sinceridad. Negó ante uno de las locuras de su gemelo, tratando de mantener a raya esa locura en él, porque aun estando de aquella manera lo afectaba severamente en palabras y acciones. Inspiró brevemente para dejar salir sus palabras –Verá Frau Dilara, digamos que algunas historias que encierran este mundo no son del todo erradas, son tan reales como el aire que respiramos, o como el sol que sale cada mañana– ríe sintiendo un golpe en su cabeza, producto de su hermano. –Lo que evita que ellos entren y nos ataquen es una barrera, una que he creado por mis, habilidades, dones, poderes, como quiera llamarle. Eso para dar tiempo a mi hermano a que devore a los pequeños entes malignos que rondan por aquí– enarca una ceja cuando su hermano hace rabietas por no ser nombrado como es debido.

Niega y prosigue con una sonrisa –La verdad, es que es incluso protección par a mí mismo, o terminaría cediendo y haciendo cosas malas al menos hasta que recobre el control– ríe por lo bajo mirando a la mujer –Así que usted es una cazadora ¿Qué leyendas se cuentan sobre esa vida, Frau Dilara?– su curiosidad aumenta a medida que los sonidos de los golpes a su barrera aumenta, puede sentir como chocan aquellas fuerzas; se pone de pie mirando por la ventana observando las energías que se mueven con más fuerza a medida que el viento azota con aquella intensidad los árboles haciéndoles crujir –Quien me ha citado esta noche es la misma persona que se oculta en la oscuridad del bosque con el objetivo de matarnos a los dos– cierra los ojos mostrando una sonrisa divida –¿Ha oído alguna vez sobre personas que en cuyo cuerpo residen dos almas, Frau?– ladea la cabeza mostrando los cambios que su cuerpo sufría, un ojo de color azul y otro que se tiñe de negro.

por **Dilara Guillot** Jue Mayo 05, 2016 3:52 pm

Separó las manos y cruzó los brazos a la altura del vientre, en un gesto protector que, en realidad, no le iba a salvar de nada. Por un momento, se imaginó que tenía entre sus brazos el cuerpo cálido y tierno de su hija, con la cabecita reposando en su pecho durmiendo plácidamente. ¡Cuánto daría por estar así ahora! Sentada en una mecedora junto a la chimenea, acunando a Ayla y quedándose ambas dormidas, probablemente. Nunca más volvería a hacer semejante barbaridad, dejar a la niña durante tantas horas para algo tan vanal como comprarle una daga a un desconocido.

Escuchó el relato del duque, pero, a pesar de todo, todavía le costaba trabajo creer sus palabras. Aunque ella misma había visto las excentricidades de aquella tierra, había algunas que le asombraban más que otras. Y es que el hecho de que un simple humano, como ella, tuviera alguna clase de poder, era algo que siempre la sorprendía. Aunque hubiera aprendido las técnicas de ataque hacía años, todavía seguía siendo un aprendiz, y todo lo sobrenatural parecía algo nuevo que descubrir cada día.

Entornó los ojos durante unos pocos segundos cuando mencionó a su hermano. Después miró a su alrededor, en busca de la persona de la que hablaba. Estaban ellos dos solos en el lugar, salvo por los espíritus de los que Diègue hablaba una y otra vez. «Empiezas a creértelo y todo» se dijo, sonriendo para sí.

—¿Leyendas? —comentó un tanto confusa. Después sonrió con sinceridad por primera vez—. En realidad, no puedo contarle ninguna, monsieur. Llamarme a mi misma cazadora es, de hecho, mucho llamar —le confesó, un tanto avergonzada—. Conozco la existencia de algunos seres, pero no voy en su busca. ¿Soy, quizá, una cobarde? Es posible, pero sólo me limito a defendernos a mi pequeña y a mi.

Una ráfaga de viento azotó su cabello, soltando algunos mechones que le rozaron el rostro. Hubo algo en el ambiente que la alertó. La voz de Diègue volvió a captar su atención, acompañada por el sonido de las ramas de los árboles al ser azotadas por el mismo viento que le removió el cabello. El duque se había levantado y volvía a mirar por el ventanuco de la iglesia. Sus palabras eran extrañas ¿matarlos a los dos? ¿Qué tenía ella que ver con todo aquello? La mujer se levantó con el cuerpo en tensión y se quedó mirando al hombre. Su mente trabajaba tan rápido como podía para entender el significado de lo que escuchaba. Pero, según el hechicero, allí con ellos había alguien más: su hermano.

—No —contestó a su pregunta—. Pero supongo que también existen. —Se acercó hacia él y se quedó a unos pocos pasos—. ¿Es el caso de su hermano? Dice que está aquí, pero no puedo verle.

por **Diègue Theodor Döhler** Mar Mayo 24, 2016 11:59 pm

Que niña más inteligente, bingo Bebe te acabasde ganar un beso con lenguita de mi parte…
Comportate idiota
eh, ¿por qué demonios me golpeas? Sabes que soy el mayor no.
Si no te comportas de pondré cadenas por un mes
RISAS.

La densa oscuridad que se formaba alrededor de aquellas ruinas no era otra cosa que la contaminación de espectros del infierno y de espíritus que iban aumentando, al parecer era una clara invitación a una pelea, una declaración de guerra de habilidades y solo había una persona que podría hacer todo eso a ambos, un enemigo de la infancia. Entre suspiro el Duque se mantuvo observando buscando en su mente bipartita la forma de alejar a la víctima, pero ella al parecer sería una pieza para el enemigo, lo ponía molesto eso y más con las risas que ello provocaba en su gemelo.

Las palabras de la mujer no ayudaron para nada su ya confundida mente, pero al menos pudo ver que no era ajena a situaciones de ese tipo, con un suspiro largo y casi penoso asintió en el completo silencio, aunque sabía que la dama no podría escuchar todo el estruendo que él podía, así como ver lo que estaba dándose a su alrededor, por una parte dio gracias a los cielos por ello. Giró para ver la mujer con una gran sonrisa de aquella que suele mostrar cuando quiere ocultar la gravedad de las situaciones.

Se acercó un poco a la joven tratando de explicar con la mayor calma, pero todo se estaba yendo de las manos, la voz ya no erala del duque; ahora estaban los dos hermanos y esa melodía de ultratumba que solía gravarse en el tono de su voz así como los matices de las dos voces mezcladas en un eco grave que asusta a quien les ha oído, quiso ocultarlo pero no pudo –¿Cobarde? Yo diría más bien que es solo la forma más patética de existencia humana, pero ¿Qué demonios sabemos nosotros?– ríe y la voz se rompe dando paso a las dos voces que han creado ello –A veces es mejor no conocer todo lo que el mundo tiene oculto– el duque reverencia a la dama como modo de disculpa por las palabras anteriormente dichas —Esas son mentiras, si no conoces entonces eres un estúpido idiota que no quiere saber la verdad, un imbécil que es mejor asesinar— una sonrisa se dibuja en ese mismo rostro pero de manera diferente.

El silencio aguarda por unos minutos hasta que se rompe con aquella voz y con los cambios en el cuerpo, ojos oscuros como la noche y una sonrisa más maliciosa —Me ofende que no me veas si yo he visto hasta la ropa íntima que llevas primor, incluso el aroma de tu cabello lo sé y como sabe de delicioso que otros seres quieren devorarte completamente, aunque creo que primero puedo ir yo, puedes gritar mi nombres si deseas bebe, me llamo Theodor Döhler, un gusto y placer— con una reverencia ha tomado el control del cuerpo por el momento, pero no del todo porque queda estático en el lugar donde el duque ha quedado —Mi hermano y yo tenemos habilidades únicas aunque él no haría nada para lastimar a personas como tu como lo haría yo; podría mejor materializarme frente a ti, pero ¿Cuál sería la diversión a ello? Así no podría usar con mi hermano esa voz tan grave y sensual que tenemos ni lastimarnos como solemos hacerlo. Dime, a cuál de los dos prefieres primor, a él o a mí o quizás quieras a los dos realmente— aunque trata de moverse algo a alguien no le permite acercarse a la dama y eso solo logra una enorme sonrisa en aquel brujo que deja paso a que en el cuerpo se muestre claramente los cambios de tener dos almas.

Al menos la barrera aun protege a la dama frente a ellos.

por **Dilara Guillot** Dom Mayo 29, 2016 8:50 am

Cuando Dilara habló del hermano del duque, en realidad no creía del todo lo que estaba diciendo. El hombre se empeñaba en hacerle creer que allí había otro ser junto a ellos, una especie de alma errante sin un cuerpo donde habitar de manera perpetua.

De pronto, de la garganta de Diègue salió una voz extraña, grave, de otro mundo. La mujer dio un brinco hacia atrás, sorprendida por el cambio en el tono. Retrocedió un par de pasos sin apartar la mirada de él, apenas parpadeando. Por un momento volvió a escuchar la misma voz con la que había estado conversando toda la tarde, pero fue un segundo. Apenas pudo decir nada su voz volvió a cambiar, esta vez a una parecida, pero con matices distintos. Dilara seguía retrocediendo despacio palpando con las manos el camino por el que iba. Su cara se contrajo en una mueca de desconcierto con cada nueva palabra de aquel ser. Cruzó un brazo sobre su pecho como si intentara cubrir su desnudez, sabiendo que no le serviría de nada. No estaba desnuda, si decía que había visto algo tenía que haber sido a través de su vestido.

Un obstáculo la obligó a detenerse. Giró la cabeza y se encontró de bruces con la pared contraria de la iglesia. Tragó saliva y volvió a mirar al duque. Seguía en el mismo sitio, parecía que no podía moverse de allí. Eso la tranquilizó, pero tenía más ganas que nunca de salir de allí.

—Vete y deja que me marche —le pidió.

En realidad ¿no podía salir de allí sin necesidad de que él la ayudara? Miró hacia su izquierda. La pared que un día cerró aquel edificio estaba ahora caída y desparramada por el suelo. Si corría por allí podría llegar al bosque al otro lado, y, una vez allí, recorrer el camino hacia su casa en sentido inverso. Era tan fácil como eso. El cuerpo del hombre seguía en el mismo lugar aunque los movimientos limitados que podía hacer indicaban que quería acercarse a ella. Sin apartar la vista de él, Dilara palpó con una mano en busca de una piedra. Encontró una bastante hermosa, lo suficientemente grande como para que ocupara su mano entera pero para que no fuera excesivamente pesada. La alzó y la movió un poco en su mano, acomodándola.

—No lo repetiré otra vez. Vete.

Con la roca firmemente agarrada empezó a caminar hacia él. Se paró a un par de metros de Diègue, ahora convertido en Theodor, una distancia suficiente para que los brazos de él no la alcanzaran. Sentía que tenía ventaja sobre él, pero tampoco se atrevía a lastimar al hombre. En el fondo tenía miedo de que toda aquella historia de los espíritus fuera cierta. «Eres idiota, Dilara»

Alzó la piedra hasta la altura de su rostro y esperó. ¿A qué, exactamente? Quizá a que el duque recuperara su cuerpo y así poder dialogar con él; estaba claro que con Theodor no podía. «Te estás volviendo tan loca como él. ¿No ves que es mentira?» le decía una voz interior.

—Por favor —dijo, echando la piedra hacia atrás.

por **Diègue Theodor Döhler** Mar Jul 26, 2016 11:55 pm

Quemujer más brava, así es como me gustan y me las recomendó el médico…
Harás que me de un dolor de cabeza mañana
Hermano, no hay nada que el alcohol no cure.
Espero que también las cicatrices por golpes con piedras
RISAS.

De la nada la sonrisa lobuna que se perfila en el ambiente se vuelve más pesado, poco a poco aquella barrera se va rompiendo debido a la debilidad del duque y presencia oscura de aquel ente que solo sonríe a la mujer. Levanta el índice negando lentamente indicando que era una mala idea el salir, aunque con esa vocecita de súplica solo alargaba más el sufrimiento del otro hermano. Y aun así Theo no cesaba al contrario absorbía más espíritus a su poder demoniaco.

Poco a poco una densa niebla oscura con un hedor fétido cubrió el suelo de aquellas ruinas alejándose directo a donde estaba aquel otro nigromante que soltó una carcajada y el apellido de los brujos en compañía, ahí estaba el enemigo que siempre los seguía para tomar sus dos almas. La risa del mayor solo se hace más siniestra justo cuando las paredes retumban y el sonido de cristales rompiéndose se hace eco por todo le lugar. El cuerpo se desploma dejando a un hombre cansado tratando de llenar con aire los pulmones, aunque su voz no se extinguió quedaba en el aire flotando lo suficiente, al menos lo suficiente para crear la ilusión de un cuerpo que se alimenta de almas errantes.

Los dos hermanos se presentan frente a la mujer, el duque y el que no debería existir, cada uno con sus peculiares características. Theo vistiendo traje de rayas gris y camisa blanca con un cigarro entre los labios, esas uñas negras y su sonrisa de oreja a oreja que se modula a medida que da las caladas a su puro; mientras que le otro hermano con una reverencia salud a la dama como modo de disculpa.

–Aunque quiera, no puedo hacer que se vaya, a diferencia de otros espíritus o fantasmas, mi hermano está dentro de mi cuerpo. Somos como un envase con dos almas y que gracias a nuestras habilidades podemos proyectarnos y volverse corpóreo él ya sea por cierto tiempo o definitivo. Pero esa es una historia muy larga y cuyos detalles no deberían ser revelados aquí– sonríe con una amabilidad única justo cuando mira a su hermano que solo se acerca rodeando a la mujer —Si y mi hermano a impedido que pueda materializarme, volverme algo corpóreo y le ha costado su barrera que los protegía, así que ahora usted entrará a mi mundo, digo a nuestro mundo— suelta el humo tras ella soltando una carcajada.

Una fuerte ventisca azotó el lugar tirando una de las paredes del altar, obligando a los dos brujos regresa la vista para ver como los restos formaban una masa negra, algo viscoso y pútrido que salía —No me pudo corporizar pero puedo mantenerme así absorbiendo almas que están siendo devoradas por alguien que usa los mismos métodos de magia negra que yo, ahora bien, esa otra persona está viva, a diferencia de mi— se acerca a la cosa que se ha formado tomándola entre sus manos para absorberla en su ilusión tomando la presencia corpórea, de una manera lenta —¿Sabes que es lo que quiere esa persona?— regresa la vista Theo mirando a los dos.

Die traga en seco mirando hacia a otro lado como si aceptar tener la culpa por ello y la mujer fuera la distracción o mejor dicho el arma para conseguirlo. Ambos lo saben y no se miran, solo dejan un silencio muy incómodo entre los tres.

por **Dilara Guillot** Dom Sep 04, 2016 3:56 pm

Quieta y con la piedra en alto, esperaba que algo ocurriera. Fue como si el tiempo se hubiera detenido unos instantes, una broma cruel que alguien quería inmortalizar. Fue el hedor lo que llamó primero su atención. Arrugó la nariz un par de veces seguidas y después el ceño. Era un olor que no encajaba en el lugar. Bajó la mano poco a poco, agradeciendo, por otra parte, el cambio de postura. Miró hacia el suelo y movió los pies cuando se vio rodeada por una densa niebla que empezaba a cubrirlo todo. Parecía que iba detrás de algo que rió con fuerza y gritó el apellido de los hechiceros. La mujer dejó caer la piedra y miró en la dirección de donde provenía la voz. Cuando volvió a mirar al frente, el duque estaba acompañado de otro cuerpo, igual que él, pero distinto a su vez.

Dilara dio un respingo al verle. Ese debía ser Theodore, el hermano invisible que al fin se había vuelto corpóreo. Y no sólo eso, ahora era capaz de andar a sus anchas y, por lo tanto, de acercarse a ella. Le miró fijamente y siguió sus movimientos sin perder detalle. La voz del otro hermano llegaba hasta sus oídos, dejando la explicación a la mitad. El nuevo hermano fue quien la finalizó y, para desgracia de Dilara, no tuvo un bonito final. Agitó la mano frente a ella para disipar el humo que se quedó flotando en el aire.

—No pienso ir al mundo de nadie —dijo, cansada de tanto misterio—. Me marcho de aquí.

Aquello era una locura de la que ella estaba empezando a formar parte. Había anochecido y el camino ya no era seguro. Tenía que haberse marchado antes. ¡Si no se hubiera dejado engañar! Echó a andar en la dirección por la que había llegado cuando un fuerte viento la azotó, tirándola hacia atrás. Una cosa negra empezó a colarse por el agujero que se había abierto con la ventisca. Theodore alzó las manos y comenzó a absorberla, para asombro de la cazadora. Una mirada entre los hermanos bastó para que se diera cuenta de que aquello la involucraba a ella, claramente. Se levantó del suelo lentamente.

—No, no lo sé —contestó—. Pero déjame adivinar; tiene algo que ver conmigo.

Fantástico. Maldijo una y mil veces el haber ido allí aquella tarde. En buena hora había querido una daga nueva. En la ciudad había mil y un comercios donde adquirirlas, pero no, ella había elegido aquella vieja iglesia para comprar una. Miró la masa negra una vez más y después se giró hasta quedar frente a Diègue.

—Dime, de una maldita vez, qué hay que hacer para salir de aquí —clavó sus ojos en los de él con dureza. Estaba más que harta de todo aquello—. Porque si no me iré de aquí por el mismo sitio por el que llegué.

por **Diègue Theodor Döhler** Miér Oct 26, 2016 7:18 pm

Parecía inteligente, pero veo que no conoce este mundo
Y no se lo vamos a enseñar
Qué aburrido eres.
Prefiero el termino “precavido” gracias
RISAS.

El ambiente pesado y casi demoniaco que se estaba creando en aquellas ruinas parecían más arrancadas de cuentos de terror para asustar a niños, pero no eran solo historias ahora era verdad, pequeños rayos de colores que electrizaban por el cielo ennegrecido y pestilente se iban de cado lado mientras los gritos de las almas que eran absorbidas y manipuladas como simples marionetas se deja escuchar por todo el lugar, algo no estaba bien y aun así aquel par de hermanos no lo decían, pues sus sospechas solo generaban más dudas entre ellos.

Theo con solo agitar su mano alejó aquella materia oscura lejos de los tres, aunque más de su hermano y la mujercita, sonrió llevando la mirada a su hermano que simplemente veía por uno de lo que en antaño fue un ventanal hacia la colina donde se concentraba más las almas que él podía ver y oírlas; con un fuerte suspiro ronco y sonoro soltó el cigarro evaporándolo en sus manos —Verás primor, para todo estos trucos de magia y relaciones con lo prohibido y demoniaco se necesita un alma pura, siempre dicen eso y no saben lo que realmente significa, pero en fin, quieren un sacrificio, humano, claro. Y para entes como yo, o mejor dicho para seres hermosos como yo que practicamos esos artes no hay nada mejor que niños y madres abnegadas, bien ¿por qué demonios estamos nosotros dos aquí? No tengo idea, pero mi hermano cree que quieren su cabeza y la mía, quizás somos parte de un ritual que ante oí, y practique— esa última palabra la susurra muy por lo bajo soltando luego una carcajada

Se recarga sobre la pared dándola espalda a aquel ventanal que su hermano observa —Lo que se necesita son trece almas que corresponda a cada signo del zodiaco y que cumpla ciertas expectativas, luego de ello necesitarán la sangre inocente, lo que estamos viendo y tu sintiendo es el convocar a aquellas almas, pero no solo a las que se captura se convoca sino a otras inservibles pero que son usadas como barrera o soldados de muerte, o comida para mí. En fin, la cosa es que atraerán al espíritu de nosotros tres y bueno tú tienes más que perder porque contigo vendrá la última pieza, la sangre del inocente— enarca una ceja riendo ligeramente —Ahora sabes lo que quiere y con lección gratis eh, entonces ahora ¿alguna duda, pregunta, no? continuemos—

De pronto los rayos comenzaron a ser más visibles, enormes rayos eléctricos que caían del cielo azotando la tierra, tres veces consecutivas para luego dejar una pausa y volver que los cielos bramen y así continua el ciclo. Justo en ese momento un rayo cual látigo atraviesa a Theo justo a la mitad destrozando su cuerpo ilusorio desapareciéndolo por unos momentos dejando a Die que caiga de rodillas con un fuerte dolor en el pecho y la cabeza mientras volvía a materializarse su hermano en partículas de manera lenta.

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