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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Xiamara Kattalakis Vie Mar 08, 2013 3:38 am

Me encontraba en cama, otra vez ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que me levante? ¿Cuánto tiempo transcurrió desde que Ryley me dio la posibilidad del embarazo, más en broma que real, cambiando por completo mi panorama? ¿Cuánto tiempo hacia que me obligue a mí misma a recordar aquella noche? ¿Cuánto tiempo llevaba encerrada en mi habitación? ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde la última vez que comí? O peor aún ¿Cuánto tiempo había estado sin moverme? No lo sabía, la verdad era también que ni siquiera lo quería saber; podrían haber pasado minutos, horas, días, incluso meses, no me importaba en lo absoluto, pues a excepción de la vez que salí a caminar por París y de casualidad me toco salvar la vida de Sinnove no me importaba en lo más mínimo mi estado de salud, solo quería quedarme así. Envuelta en sabanas semidesnuda y sin nadie que me molestara, tal como estaba ahora.

Cerré los ojos de nuevo, no quería estar despierta, no quería estar dormida, en general pasaba la mayor parte del tiempo en un estado semi-catatónico inducido por mis propios poderes mas ahora no sentía ni fuerzas para hacerlo, deseaba desaparecer, que mi cuerpo se rindiera y dejara de luchar para acabar con esta vida, pero al parecer ni siquiera eso podía lograr ¿Qué había hecho yo para merecerme esto? No era tan mala persona, bueno de acuerdo lo era, pero aun así no sentía que me mereciera este castigo; aunque si lo que la iglesia decía era cierto quizás solo estaba pagando todos mis pecados, pues si la magia era uno, yo lo cometía desde mi nacimiento, pero era absurdo, yo no pedí nacer con los poderes que tenía pero al igual y tampoco era eso, también podría ser la vida que llevaba desde la muerte de mis padres, quizás la sociedad tenía razón y el sexo era un pecado, un pecado que yo lo había llevado a formas extremas no solo haciéndolo repetidamente por gusto y dinero sino que también disfrutándolo, después de todo ¿Qué otra mujer que conociera disfrutaba de esto como yo? Podría mencionar algunas, pero ellas según la santa inquisición estaban malditas.

Entonces yo podría estar pagando una suma de todos mis pecados y por eso no se me permitía morir, lo más probable es que mereciera sufrir, por eso aún estaba con vida. Abrí los ojos, no deseaba hacerlo pero era lo mejor antes de que mis pensamientos tomaran rumbos más oscuro, pues tenía días que sin proponérmelo descubrí que entre más tiempo pasaba en estado consiente con los ojos cerrados más propensa era a que mi mente tomara rumbos oscuros, siniestros caminos que generalmente me llevaban a anhelar entregarme a la inquisición, darles motivos para que me torturasen, que acabasen conmigo lentamente, que me obligaran a pagar cada pecado que mi cuerpo, mi alma y me mente habían cometido, quizás y así me fuera concedida una muerte, quizás no digna ni sana, tampoco poco dolorosa, pero muerte al final de cuentas. Pensamientos oscuros más sin embargo no por ello menos reales ni tan siniestros como podrían llegar a serlo.

Era precisamente por esos pensamientos que inducia a mi cuerpo a estar catatónico pues a pesar que estos pensamientos acudían a mí en mayor cantidad cuando cerraba los ojos, cuando los tenia abiertos tampoco me salvaba mucho de que mi mente se fuera por esos rumbos, al parecer la única forma de mantener mi mente callada era estar catatónica pero hasta para eso requería un gran esfuerzo. Me removí un poco, hacía ya demasiado tiempo en que no movía ni siquiera un dedo y estado consciente esto era algo incómodo por no decir doloroso también.

Al moverme toque sin proponérmelo mi rostro, estaba mojado, estaba llorando, que novedad, ya no era capaz si quiera de darme cuenta si estaba llorando o dejaba de hacerlo, tenía la creencia de que mis ojos dejaban de llorar cuando mis lágrimas se acababan mas eso tampoco lo tenía claro no me prestaba la suficiente atención como para establecer un patrón, además, desde que me estaba auto confinado en mi habitación no me había molestado en mirarme al espejo, no le veía caso, lo más seguro es que mi apariencia fuera horrible, cosa que solo empeoraría mi estado.

Pasaron horas antes de que volviera a cerrar los ojos y otras tantas en que lo volviera a abrir pues sin darme cuenta mi cuerpo se hundió en un profundo sueño lleno de recuerdos y pesadillas del que solo logro salir cuando una de las sirvientas más ancianas, que fuera mi nana en mi país natal, entro a mi habitación, siendo llamada por mis gritos, a despertarme. Claro que ella estaba preocupada me conocía desde bebe, yo misma la había mandado traer desde Londres a ella y a su esposo poco antes de que se cumpliera el aniversario de la muerte de mis padres para no sentirme solo, ella me hizo compañía en momentos muy difíciles más nunca me había visto así, pues si bien la muerte de mis progenitores me había hundido, jamás aleje a las personas que sabía me amaban, los necesitaba, mas ahora, no quería a nadie cerca, no pretendía que nadie se percatara de lo que me sucedía, no deseaba que nadie sospechara lo que me había pasado.

Sin embargo nana Alice sabía que pasaba algo muy malo conmigo, sentía su preocupación hacia mí, así como su miedo de que yo me dejara morir. Ella era la única que en todo el tiempo que llevaba recluida en mi cuarto había logrado que probara comida, ella era la única que a pesar de tener prohibido entrar a mi habitación sin ser llamada entraba a despertarme cuando no soportaba más mis gritos, aún a sabiendas, porque ya lo había hecho, de que lo más seguro fuera que montara una escena y la corriera, sin embargo ella me tenía paciencia y lograba cada cierto tiempo que probara algo de comida e incluso algunas veces cuando venía a ofrecerme o traerme la cena se quedaba a mi lado hasta que me dormía, ella solo se acostaba y me abrazaba, no me decía nada a pesar de mis lágrimas, lo más que hacía era limitarse a cantarme en las pocas ocasiones que me acompañaba y yo terminaba rompiendo en llanto sin articular palabra, ella sospechaba algo, claro que lo hacía, mas nunca me preguntaba nada, ella solo intentaba darme ánimos o cuando menos brindarme un poco de la paz que sin lugar a dudas necesitaba.

Mas esta vez cuando entro a despertarme fue todo distinto, la pesadilla había sido tan real, el recuerdo era tan palpable que sentía las manos, el cuerpo de ese asqueroso humano en mi piel, que cuando me despertó y pude apreciar su rostro la abrace, la abrase tan fuerte como si mi vida se fuera en eso, me sentía tan sucia, tan destruida que el bienestar que me brindaba su abrazo solo lograba que no quisiera soltarla – Estoy embarazada – confesé sin pensarlo mientras la abrazaba, ella termino muy lentamente el abrazo separándose de mi poco a poco, me miro a los ojos y con un amor infinito tomo mi rostro acariciándolo con dulzura – Tranquila, todo estará bien me dijo acariciando mi rostro húmedo antes de continuar hablado Ahora que lo sé, no te dejare que te quedes sin comer, tienes alguien que te necesita fuerte y por quien cuidarte, tus padres estarán felices desde donde estén – agrego provocando nuevas lágrimas en mi rostro. Mas sin embargo una parte de mi quería echarla, ella sabía que significaban mis palabras al no estar casada y solo se preocupaba por si comía o no, quería gritarle, decirle que se largara, devolverla a Londres y prohibirle que dijera algo, mas sin embargo siendo empática, sintiendo su profundo amor y preocupación por mí solo fui capaz de pedirle que no dijese nada.

Al cabo de un rato donde ella me dejo acostada nuevamente me dijo que me traería algo de comida y que mandaría a una de las sirvientas a prepararme un baño, pidiéndome por favor que no la echara, cosa a la que termine solo asintiendo, después de mi confesión no me sentía con fuerzas para nada más. Nana Alice regreso al poco rato para avisarme que la comida estaría lista en unos minutos mientras yo tomaba un baño, me acompaño a la bañera, no sin antes tapar los espejos por órdenes mías, luego me dijo que prepararía mi ropa y que en cuanto estuviera la comida me la traería. Ella no tardó mucho en volver con la comida justo cuando yo estaba terminando de vestirme, no me apetecía hacerlo, pero sabía que me ganaría una reprimenda si regresaba a la habitación con algo que no fuera lo que ella me había dejado.

Después de asegurarse que me comiera todo lo que me había traído en el plato, ella se retiró diciéndome que cualquier cosa le gritara, cosa a lo que yo asentí, pero antes de salir de mi habitación dijo “Sería bueno que hablaras con alguien de lo que te pasa” luego solo cerró la puerta dejándome pasmada unos momentos, pero como era costumbre ya cada vez que comía mi poca capacidad para asimilar sus palabras se vio interrumpida debido a las náuseas que me provocaba el comer, así que no me quedo de otra más que dirigirme corriendo al baño a devolver lo que momentos antes había sido una rica comida.

Regrese a la cama sin mucho ánimo mas no me apetecía hacer nada más, me acosté y envolví en las sabanas, iba a cambiarme pero tampoco tenía ganas, así que solo me quede allí envuelta en cobijas con las cortinas cerradas como si de un vampiro se tratara, este último pensamiento aunado con las palabras de mi nana me hicieron levantarme de la cama, ella tenía razón, de alguna manera mi nana había tocado fibras en mí, necesitaba hablar con alguien, aunque no estaba segura si realmente pudiera hablar. A pesar de esto y tomando fuerzas dios sabia de donde me calce unos hermosos zapatos, salí de mi habitación dirigiéndome a las cocinas de donde podría percibir varias emociones, entre allí estaban tres sirvientes, un hombre y dos mujeres, dirigiéndome al joven le pedí que fuera a preparar el carruaje que salíamos en cinco minutos, luego fui a la habitación que durante el día ocupaban mi nana y su esposo para pedirle la dirección de Santana pues hacia días cuando pensaba que quizás podría provocarla y hacer que me asesinase mande pedir, ironías de la vida hora iría a con ella para hablar ¿Quién lo diría?

Tardamos alrededor de casi una hora en llegar a la casa de Santana, me baje del carruaje con ayuda del chofer enseguida le pedí que se fuera antes de animarme a acercarme y tocar la puerta estaba casi segura de que si se quedaba yo me arrepentiría, casa que se hizo más clara al estar enfrente de la puerta, eran eso de las tres de la tarde, debido a su condición ella se debería de encontrar en su hogar, mas eso no me daba más tranquilidad en lo absoluto, es más quería salir huyendo, no tenía idea cuando el venia aquí me pareció una buena opción pues ahora que estaba por tocar solo era capaz de ver las desventajas de estar aquí, empezando por mi pinta que estaba segura debería de ser lo que le seguía de pésima pues conocía mi cuerpo, fácil traía unos cuantos kilos menos, mi piel estaba tan ceniza que estaba segura que me vería casi al color de ella, eso sin contar que no tenía duda de que mi rostro se encontraba bastante demacrado, Si en definitiva esto había sido una pésima idea, me iría, así tuviese que caminar de regreso a casa, y quizás con un poco de suerte alguien me ayudase llevándome a mi hogar, estaba a punto de emprender la salida cuando escuche como se abría la puerta y la morena aparecía justo enfrente de mí. ¿Cómo no lo preví, su entrada estaba completamente techada, no entraba ningún rayo de sol, de seguro y a ella no le había pasado por alto mi presencia, oh como odiaba en estos momentos los muy agudos y desarrollados sentidos de los vampiros; mi plan de huir del lugar se acababa de caer por completo, no tenía idea de porque estaba aquí y estaba segura que no podía emitir sonido alguno, como si eso fuera poco sentía como mis ojos se llenaban de lágrimas ¿esto podría ser peor? Claro, las emociones de la inmortal… No me dejaría irme tan fácil ¿Cómo todo sucedía tan rápido? ¿O quizás solo yo lo viera así? No lo sabía, lo único que quería era huir pero ¿me sería posible?





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Mensaje por Santana López Sáb Mar 09, 2013 6:14 pm

Estos últimos días de su existencia estaban siendo totalmente impredecibles, nunca sabía si iba a ser un día tranquilo o lleno de sorpresas, pero después de unos días de preocupación la marea volvía a su cauce y las cosas se estaban asentando.
Estaba amaneciendo y por supuesto se había negado a dormir, teniendo por acompañante en su cama a su ángel personal no iba a desperdiciar el tiempo durmiendo y menos después de los últimos días viviendo con su falta. Aunque por mucho que quisiera seguir en la cama debía atender ciertos asuntos que requerían de su atención o su capital comenzaría a resentirse antes de que se diera cuenta. Salió de la cama con un sigilo extremo, aunque como sabía su sueño era a prueba de todo así que no se enteraría de que se había retirado hasta pasado un buen rato. Como tampoco tenía ganas de ponerse algo muy incómodo, recurrió una vez más a vestimenta varonil, sintiéndolo mucho era lo más cómodo y como era de día y no tenía pensado ni recibir a nadie ni salir de casa daba igual lo que se pusiera. Sin demorarse mucho en el camino, simplemente un buenos días si se encontraba con sus empleados y directa a la biblioteca.

Nada más llegar advirtió la presencia de su gata sobre uno de los brazos del sillón rojo donde solía leer— buenos días bola de pelo —acarició la cabeza del animal antes de sentarse en la silla delante del escritorio donde tenía todo el trabajo por hacer. Debía reconocer que estaba de muy buen humor a pesar de saber la cantidad de papeleo que se le venía encima y tenía que sumar que debía hacerlo antes de subir otra vez las escaleras y meterse en la cama. Rodó los ojos ante sus propios pensamientos y decidió ponerse a lo que debía antes de arrepentirse y salir de la habitación corriendo. Los primeros papeles los hacía con perfección pero después de un rato ya empezaba a evadirse del mundo con cualquier pensamiento, por muy absurdo que fuera. O simplemente se quedaba mirando a la gata sin pensar o decir nada, pero de golpe salía de su ensoñamiento y volvía a ponerse en el trabajo.

Sin poder soportar estar sentada un segundo más, se levantó y dio una vuelta por la habitación contemplando cada libro que se hallaba allí, recordaba cuantas veces los había leído y cada uno de los argumentos a la perfección. Rodeó el piano pasando levemente la yema de los dedos por encima de la cubierta negra y sin una mota de polvo. Quizás deba aumentarles el salario a mis empleados, tienen todo bastante cuidado… todo era bueno mientras no fuera trabajo, increíble la capacidad que poseía para distraerse y que vaga podía llegar a ser, pero en fin. Sabía que ningún alimento o bebida les hacía nada a los vampiros, pero igualmente se seguía deleitando con los sabores que se recreaban en su boca, además ahora que tenía los sentidos agudizados podía apreciar mejor cualquier detalle. Sin pensárselo dos veces se dirigió a la cocina, y como era de esperar su cocinera no la dejó hacerse nada así que rodando los ojos y aceptando a la fuerza dejó que fuera ella la que le hiciera el café. Le costaba bastante traerlo desde donde se lo traían pero valía la pena. Suspirando se retiró de nuevo a la biblioteca a la espera de que María le trajera su bebida. Se sentó pero se limitó a mirar los papeles que se encontraban encima de la mesa mientras fruncía el ceño. Por fin llegó su café, olía a distancia el aroma fuerte, su hubiera sido humana la verdad es que la cafeína le habría ayudado a seguir con el trabajo, pero como eso no le afectaba en absoluto solo le serviría para descansar un momento y complacer a su paladar.

Antes de perder la oportunidad de hablar con alguien que no fuera ella misma o su gata le pidió a su dama de confianza que se quedara, tenía ganas de entablar conversación y eso dejó desconcertada a la chiquilla incluso a Santana. No hablaron de nada en particular simplemente María le dijo que todos estaban contentos por ella ya que se la veía más feliz y que había progresado con la lectura. Cuando tuvo que regresar a sus quehaceres y Santana volvió a quedarse con la compañía de su gata volvió a suspirar. Ahora no tenía más remedio que volver a ponerse con el papeleo. Cuando volvía a llevar un ritmo considerable de trabajo escuchó como se aproximaba a la casa un carruaje. Se extrañó pues que se acordara no estaba esperando a nadie, por mucho que intentaba recordar no encontraba nada que se ajustara a una visita. Decidió levantarse de su escritorio e ir a mirar por ella misma quien era el que osaba venir hasta sus dominios sin avisar. Nada más cruzar la puerta llegaba María diciendo que un carruaje había llegado y había dejado una joven morena y con no muy buen aspecto en la puerta, que lo habían visto desde una ventana y que se había sorprendido de recibir visita sin que ella se lo hubiera dicho.
En ese momento le dijo que se preocuparan y que volvieran a sus cosas. Puede que tuviera una pequeña idea de quién podía ser, pero era muy improbable, de hecho y que recordara no le había dado su dirección pero bueno eso tampoco era impedimento para encontrar a alguien en esta sociedad en la que todos sabían algo de todos, y si no se sabía se averiguaba. Se fue acercando lentamente hacia la puerta todavía con la incógnita de quién pudiera ser e intentando no adelantarse a que la persona que estuviera fuera llamara. Aunque el llamado nunca llegó. Cuando se cansó de andar demasiado lento llegó en dos pasos a la puerta, contó hasta diez y abrió la puerta mientras se apoyaba en el marco de esta. Fue una gran idea tener la entrada techada… se felicitó ante sus pensamientos, antes siquiera de comprar la casa sabía que quería la entrada techada, que aunque no era frecuente salir en horas diurnas una nunca sabía si debía salir aunque fuera a la puerta. Y aquí estaba la situación que le daba la razón.

Efectivamente y como había intuido se trataba de Xiamara, aunque seguía sin saber la razón de por qué estaba aquí y solo había llegado hasta la puerta, quedándose ahí sin hacer nada. La miró de arriba abajo, notando como estaba un tanto demacrada, estaba claro que algo pasaba. Se incorporó de inmediato y, temiendo por su lenguaje corporal que se marchara así como estaba, la hizo pasar. No le costó tampoco mucho, parecía un fantasma aunque vivo. Veía sus ojos acuosos y esto solo le confirmaba que algo no iba bien, aunque se alegraba, pero por el hecho de que Xiamara hubiese tomado sus palabras en serio cuando le dijo que podía contar con ella para lo que fuera. Lo cierto es que no sabía si preguntarle o no, la veía demasiado frágil. La tomó con cuidado del brazo y la miró a los ojos, en ese momento cuando fue a hablar se dio cuenta que la gran entrada no era el mejor lugar para entablar una conversación por lo que la condujo con ella hasta la biblioteca.

Cerró la puerta detrás de sí, aunque sin poner la llave, tampoco tenía caso cerrar la habitación. — Miss Muffet, fuera —echó a la gata de donde se hallaba aunque esta no se lo tomó demasiado bien e hizo que Xiamara se sentara en el sillón. Dio un par de pasos hacia atrás, sabía que había que darle su espacio, y se apoyó en el escritorio— ¿qué ocurre? Porque sinceramente no es del todo normal que te pases por lo menos un minuto mirando mi puerta y que luego quieras huir de aquí —guardó silencio momento, tampoco quería ponerla peor de lo que ya se encontraba— además deduzco de tu aspecto que no estás en condiciones…—susurró un tanto preocupada, no tenía pinta de haber salido en días de su casa, o quién sabe siquiera si había salido de su habitación, tampoco tenía aspecto de haber comido mucho.

Volvió a quedarse en silencio mientras su mente pensaba a una rápida velocidad que es lo que le había pasado para que estuviera así. Ni siquiera la noche en que la conoció después de haberla picado hasta enfadarla y haber reconocido el tema de sus padres y ponerse bastante mal la había visto así, aunque quizás había estado varios días con lo mismo y había llegado a este nivel. Estaba claro que por sus propias suposiciones no llegaría muy lejos, pero tampoco podía presionarla a que le dijera o se cerraría en sí misma y entonces sí que no se enteraría y por ende no podría ayudarla, que es lo que pretendía en verdad. No estaba acostumbrada a situaciones así, bueno más bien había perdido la costumbre después de cuatro siglos sin tener alguien a quien llamar verdaderamente amigo o amiga y que pudiera contar con su ayuda.

Frunció el ceño ligeramente ante su propia frustración, en ese instante recordó que Xiamara era empática por lo que no le vendría bien ese tipo de emociones. Decidió hacer uso de su mejor autocontrol y permanecer en un estado de equilibrio y calma. Se mantuvo simplemente mirándola esperando escucharla hablar antes de intentar otra vez nada. Notó como a su lado se sentaba la gata también observando a la nueva huésped, solo esperaba que la gata no se pusiera como solía y se quedara tranquila tampoco pedía que fuera tan cariñosa como con Sinnove.

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Mensaje por Xiamara Kattalakis Dom Mar 10, 2013 10:03 am

Como había temido desde el momento en que Santana se apareció por la puerta sin ni siquiera haberla tocado, ella no me dejaría ir ni aunque lo intentara sus emociones eran de preocupación, podía percibir sin necesidad de verla que tan cómo me supuse la importar se percató de que me veía diferente a primera y ultima vez que hablamos, era obvio que lo notaria pero también lo era que yo quería huir, ella me miro por unos momentos examinándome con sus emociones tornándose de algo de sorpresa a preocupación, genial, ella realmente hablaba en serio cuando me ofreció su amistad no era que no la quisiera pero ahora veía que aunque la provocase no me mataría, aunque claro ese plan ya no rondaba mi mente al menos no cuando decidí venir a su casa, yo solo quería hablar el problema ahora es que en estos momentos no tenía ni la más remota idea de cómo lograría eso.Santana como presintiendo mis intenciones salió un poco a su entrada techada y me hizo pasar, no estaba segura de cómo lo logro pues aunque mi mente estaba algo desconectada sabía que por unos momentos me había resistido más esto no duro mucho ya que la inmortal logro pasarme a su casa de todos modos. Si otra fuera la ocasión me dedicaría a admirar su casa, tenía toques que eran hermosos inclusive para mi mente aturdida. La morena me tomo del brazo después de un momento de detenernos en la entrada y luego me condujo a un lugar, la verdad es que me movía por inercia, mi mente estaba en blanco y sin ella guiándome posiblemente me hubiese quedado parada ahí en la entrada.

La inmortal me llevo a una habitación a la que me hizo pasar, lo hice en automático mas cuando ella cerró la puerta tras de sí, sentí como un oleada de miedo invadía mi sistema, no es que le temiese, de hecho por mi mejor si me atacaba, en esta ocasión no me defendería, pero la empatía me decía que esas no eran sus intenciones, tanto su inquietud como el nerviosismo que emanaba me hacían saberlo; ella me condujo a un sillón donde había un gato, no estaba segura de cómo se llamaba pero ella lo hecho para que yo me pudiera sentar, cosa que el gato no tomo muy bien. De estar más tranquila me hubiera sonreído, si ella supiera que también era capaz de percibir las emociones en los animales y que su gata no estaba meramente contenta con ella la hubiera tratado con más cariño, pues percibía del animalito celos, cosa que a alguna parte de mi mente le daba gracia.Empecé a tranquilizar a la gatita de la morena, no me iba bien que los animales a mi alrededor estuvieran mal, siempre desde que hacía muchos años había salvado a un caballo salvaje de ser asesinado por causar varios accidentes cree un lazo con ellos que los animales percibían haciendo que no me rechazaran, entre eso y el uso de mi don para tranquilizarlos, no había animal que se pusiera arisco conmigo, aunque la gata de la inmortal estaba bastante propensa a hacerlo si no la calmaba un poco.

Pero claro que Santana no me dejo distraerme mucho tiempo, percibía sus emociones, estaba inquieta e impaciente y después de recargarse en el escritorio de su oficina empezó el interrogatorio “¿qué ocurre? Porque sinceramente no es del todo normal que te pases por lo menos un minuto mirando mi puerta y que luego quieras huir de aquí” empezó a cuestionar dejando una pausa “además deduzco de tu aspecto que no estás en condiciones…” Susurro ella con preocupación sin embargo dejo la frase inconclusa, ella era inteligente estaba claro que daba por hecho que yo le entendería; y así era, le había entendido perfectamente, estaba claro que yo no estaba en buenas condiciones sin excluir ningún sentido pero yo aún no estaba lista para hablar, pues si bien preste atención a sus palabras para poder entenderlas, lo cierto era que no me quería enfrentar a esto.Me quede observándola, algo que aprendimos la noche anterior que nos conocimos era que el silencio era necesario y que por lo general no era incomodo mas ahora todo era distinto pues aunque lo más probable era que todo se debiese a mi exaltado estado me sentía incomoda, mas no con ella, con la situación, aun quería huir. Me gire a ver la puerta dándome cuenta de que no llegaría muy lejos sin ser detenida, pero no podía hablar, sentía mi garganta cerrada, mis ojos cada vez más húmedos así como un intenso deseo de desaparecer.

Me di cuenta que después de varios minutos de silencio la gata de la morena que ahora estaba completamente tranquila se sentaba a su lado mientras ambas la miraban, vaya eso era extraño pues percibía como el animalito se adaptaba a las emociones de su dueña, tenía que haber un lazo muy fuerte entre ellos para que esto sucediera esto lo tenía claro, los animales por lo general no se lazaban de una manera así a las personas menos a los humanos.Estaba claro que mi cerebro estaba huyendo de toda aquella situación que la desbordaba, no podía hablar, estaba segura que no podría moverse ni aunque lo intentara y las lágrimas empezaban a caer por su rostro, por fin las palabras de la morena estaban teniendo efecto en mi aturdido cuerpo. No pude evitar bajar la mirada cuando mis lágrimas empezaron a rodar, a pesar de que la inmortal antes ya había presenciado mi llanto, esta vez no quería que me viese, me sentía tan vulnerable, tan perdida e ida que estuve a nada de saltar del susto cuando la gata que antes tenía Santana a su lado, subió de un brinco a mi regazo, claro que la gata no tomo a bien que me asustase, lo más probable es que se lo hubiera transmitido más sin embargo después del susto ella maulló acomodándose en mis piernas mientras me dirigía una mirada perspicaz como si supiera algo de mi estado.

Mire a Santana un momento pues aunque tenía algún tiempo intentando mantener sus emociones lo más estable posible lo cierto era que le sorprendía la actitud de su mascota. Por mi parte tras quitar la vista de la inmortal mire a la gatita a los ojos , el animalito quería analizarme yo solo quería que me dejara acariciarla, cosa que de cierta manera le pedía manteniendo la mirada fija en sus ojos, más cuando ella se apoyó en sus patas traseras para pararse dejando una de sus patitas en mi cuello y subiendo otra a mis mejillas que estaban húmedas supe que tenía su aceptación, la mascota de Santana pasaba su manita por mi pómulo maullando pero sin rasguñarme mientras yo la acariciaba sin poder evitar romper a llorar y aunque seguía sin poder hablar con mis emociones un poco fuera de control el animalito seguía ahí – eres muy buena gatita – quise decir pero ni siquiera yo misma entendí algo que no fuese “gatita” en un susurro apenas audible.Me quede acariciando a la mascota y en la posición que estaba sin poder detener el llanto por no sabía cuánto tiempo hasta que el animalito se bajó volviendo completamente a mi regazo pero ahora para mi sorpresa dando un fuerte rasguño a mi vientre haciendo que el vestido se rompiera un poco, de alguna manera en animalito me entendía, yo por mi parte negué la cabeza intentando susurrar – te entiendo – pero quedándose otra vez en un palabras imposibles de entender. Podía percibir la sorpresa de la dueña de la mascota y como su impaciencia iba en aumento, ella quería entender, no le agradaba quedarse fuera de la situación ni aunque se tratara de ésta, que era meramente muy extraña.

Me recargue en el sofá sin tener cuidado de sentarme correctamente, se sentía mal, todo me daba vueltas, no podía hablar, seguía queriendo huir, no tenía idea de que hacer, quería decirle a la morena, de verdad, era solo que las palabras se quedaban atascadas en mi garganta, además, que le iba a decir ¿trabajo en un burdel y estoy embarazada porque un humano me drogo y abuso de mí?Eso no sería creíble, nadie lo creería, incluso a mí misma me parecía una idiotez pero era la absoluta verdad.

Cerré los ojos aun recargada en el sillón dejando por completo todo mi peso en el sofá que para mi sorpresa se reclino para atrás y la gatita no dudo ni un momento en acomodarse encima de mi torso, al parecer alguien la tenía mimada y acostumbrada a hacer eso; pero daba igual, volvía a divagar lo sabía pero mi mente no daba para más, intente pedirle a Santana un par de veces que se acercara mas no lograba más que balbuceos haciendo que las palabras se quedaran en mi boca solamente emitiendo sonidos extraños – Acércate – pedí en un susurro casi inaudible tras muchos intentos fallidos de mi parte.

Cuando la inmortal estuvo lo suficientemente cerca su gata subió un poco por encima de mi hasta quedar su cabeza a la altura de mi cuello y aprovechando tome la mano de la morena , sin más la lleve a mi vientre, estaba segura de que si no se había percatado antes ahora lo haría – Lo entiendes – dije después de unos momentos casi de manera inaudible pero entendible a sus oídos sin poder evitar las lágrimas, apretando su mano fuertemente, tanto que de ser mortal la lastimaría pero ella no lo era y yo me sentía cada vez peor provocando que sin querer le trasmitiera por medio del contacto todo lo que sentía haciendo que la soltara rápidamente al darme cuenta por su expresión – lo siento – volví a mascullar sin abrir los ojos, no quería ver su reacción y como la gata había vuelto a mover sus patas delanteras sobre mis mejillas para que no llorara me servía aún más para mantenerme así, aunque me parecía extraño que la mascota no se afectara por mi pésimo estado que iba a peor a cada momento.


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Mensaje por Sinnove Lindstrom Mar Mar 12, 2013 7:12 am

No podía decir que me había despertado por culpa de un rayo de sol traidor que había impactado de lleno en mi rostro. Estando con Santana, esa no era una posibilidad, si no una amenaza mortal. Supuse entonces que el causante de que yo hubiera abierto los ojos había sido mi propio cuerpo, considerando que ya había tenido el suficiente tiempo para descansar. Me estiré sobre la superficie de la cama, desperezándome de manera similar a un felino, disfrutando del gran espacio que disponía en un lecho tan amplio (nada que ver a lo que yo estaba acostumbrada).

Casi de manera inmediata, una vez que mis sentidos empezaron a volver a conectar con la Tierra, me percaté de la ausencia de Santana a mi lado. Al no tener ventanas, había perdido absolutamente la noción del tiempo, así que no tenía idea alguna de la hora que podría ser o del tiempo que había permanecido durmiendo.
Rocé el espacio que solía pertenecer a ella con la punta de los dedos. La ropa de cama estaba fría al tacto, aunque teniendo en cuenta que la temperatura corporal de Santana solía ser bastante gélida, no me servía de mucho para tratar de situarme en el tiempo. Tampoco había rastro de Miss Muffet, lo que me extrañó condiderablemente, ya que la gata solía ser casi igual de perezosa que yo en lo que a remolonear en la cama se refería.

¿Santana?—la llamé con voz ronca y algo desafinada, signo inequívoco de que deberían de haber pasado demasiadas horas—¿San?—llamé de nuevo tras aclararme ligeramente la garganta, mientras que me incorporaba levemente sobre la superficie de la cama. Bostecé ampliamente, frotándome un ojo de manera perezosa con el dorso de la mano.
Después de unos segundos más sin recibir respuesta alguna me quedó claro que en esta ocasión debería de ser yo la que encontrase a Santana donde fuera que se hubiese escondido.

Me puse en pie dando un pequeño salto, aterrizándo de manera elegante sobre los dedos de los pies, sintiendo el tacto frío del suelo bajo mi piel. Para evitar pasearme semi-desnuda por la casa, me puse rápidamente un vestido sencillo que encontré rebuscando entre los muebles de la habitación, olvidando por completo dedicarle algo de atención a mi cabello rubio enmarañado.
Por suerte para mí, al salir del dormitorio me choqué, literalmente, con María. Era evidente que la empleada, al igual que todos los de la casa, conocía la verdadera naturaleza de la relación que mantenía con Santana, pero tal vez porque era muy joven o incluso por temor al caracter de la latina, había aceptado mi presencia desde el primer momento.

Está en la biblioteca—respondió, anticipándose a mi pregunta no formulada. No pude evitar dibujar una sonrisa algo tímida en mi rostro—Aunque está atendiendo a una visita—advirtió.

¿Qué clase de visita?—pregunté con cierta curiosidad y algo de recelo, ya que hasta donde mi conocimiento llegaba, ella nunca me había mencionado que tuviese alguna amistad tan cercana en París como para recibirla en su propio domicilio. No era prudente.

Una señorita. No la había visto antes—contestó. Tras agradecerle a la muchacha por su tiempo, dirigí mis pasos en dirección a la biblioteca.

La puerta estaba cerrada, lo que no tenía nada de extraño ni de peculiar, pero que en este preciso momento se me asemejó a como si hubieran construido un muro frente a mis narices. Permanecí de pie sin moverme, en silencio abosluto, pero aún así no fuí capaz de detectar ninguna voz procedente del otro lado. ¿Se habría equivocado María? Lo dudaba mucho.
Después de algunos segundos más solté un pequeño suspiro. No podía quedarme eternamente ahí parada, esperando a que la puerta se pulverizase por el simple hecho de mirarla. No queriendo perder más el tiempo, di un par de golpecitos con los nudillos en la madera. A continuación, aguardé nuevamente en silencio a que alguien diese señales de vida en el interior de la biblioteca.


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Mensaje por Santana López Mar Mar 12, 2013 9:21 am

Empezaba a pensar que en su vida no volvería a tener un día totalmente tranquilo sin sobresaltos. Primero tener a Xiamara en la puerta de su casa sin el menor previo aviso y en una situación no muy buena, o al menos eso detonaba su deteriorado aspecto. Aunque empezaba a impacientarse solo acabó quedándose totalmente sorprendida, al parecer su gata había decidido que le caía bien esta nueva invitada, aunque intuía que era parte del “encanto” de Xiamara pero eso al fin de cuentas no le importaba demasiado, no cuando se portaba tan bien. Igualmente seguía extrañándole el comportamiento de su animal, era demasiado racional como para ser su comportamiento natural, el de la gata o el de cualquier otro animal. Ahora su impaciencia salía ligeramente a flote, había decidido ignorar al animal antes de distraerse del verdadero asunto que importaba, la visita.

Xiamara seguía callada y las únicas palabras que habían salido de su boca habían ido dirigidas a la gata, sintiéndose un poco ignorada y lo cierto es que no era para menos. Suspiró notablemente haciendo ver que empezaba a cansarse de darle su espacio y tiempo. La visitante se reclinó en el sofá con total familiaridad, y la gata se posó encima de esta sin ningún reparo, ya que estaba acostumbrada a estar así con su ama. Por fin parecía que tenía algo que decir, aunque solo lograba a abrir la boca y volverla a cerrar con algún balbuceo, cosa que solo desesperaba un poquito más a la latina. Hasta que por fin salió algo coherente, aunque fue un susurro casi inexistente. Haciendo caso a su petición, se acercó lentamente mientras, sin darse cuenta, fruncía el ceño sin comprender un ápice de lo que estaba pasando en su propia biblioteca.
Aprovechando la cercanía le tomó la mano y la dirigió hasta su vientre, en ese momento la mente de Santana había hecho ciertas relaciones y era probable que hubiese dado con el quid de la cuestión. En cuanto hubo contacto entre la mano y su vientre aclaró todos sus cabos sueltos, estaba embaraza. Se quedó mirándola con la boca abierta, sin tener ni la menor idea de que decirle. Felicidades no parecía ser una buena idea, porque de serlo Xiamara no hubiera estado tan demacrada. Aunque tampoco entendía su propia sorpresa, trabajaba de vez en cuando en el burdel, según ella misma le había comentado la noche de su encuentro, era normal que esto en algún momento pasara. Sin embargo, sabía que esta situación iba más allá de eso, aunque no lograba encontrar respuesta a ese agujero negro en el enigma. De pronto comenzó a sentir un miedo, que sabía a la perfección no era suyo, en ese instante le soltó la mano pidiéndole disculpas. Santana negó ligeramente con la cabeza al mismo tiempo que volvía a dar los pasos anteriores, retrocediendo hasta volver a apoyarse en el escritorio. Sentía que en cualquier momento le fallarían las piernas, aunque eso no llegara a pasar.

Ahora la que balbuceaba cosas sin sentido era la morena. Quería preguntarle cuál era el problema, pero viéndola, como sus lágrimas caían por su cara, decidió volver a callar un momento intentando organizar las ideas para poder decir algo que llegara a buen puerto. Ocasionalmente dejaba de ser una persona racional, y esta era una de esas ocasiones. Se volvió a acercar y se puso de rodillas a su lado y le cogió una mano— Xiamara… mira no sé qué ha ocurrido pero sabes perfectamente que cuentas con mi apoyo, no estás sola —definitivamente las palabras no eran lo suyo, al menos no cuando se trataba de consolar o brindar ayuda a alguien. Se volvió a callar sin tener nada más que decir, bueno más bien sin saber que más decir. Simplemente le acariciaba el dorso de la mano suavemente. Volvió a abstraerse del mundo ligeramente, había llegado a la conclusión de que esto habría sido consecuencia de un abuso pero no lo tenía del todo claro, puesto que no veía a Xiamara como alguien que acabara así, teniendo en cuenta que era bruja y tenía ciertos dones que podían sacarla de situaciones similares. Seguía faltando por resolver una incógnita, que si no se la decía, era improbable que lo hiciera sola.

La realidad la trajo a la Tierra de nuevo ante unos golpecitos en la puerta. Volvió su vista rápidamente hacía allí, en ese momento tuvo en cuenta todo su alrededor. Sinn. Miró a Xiamara un momento y se levantó— escúchame, en esta casa no se juzga a nadie por nada —no tenía muy claro el fin de esas palabras pero esperaba que la calmaran ligeramente y así no tomara mal la intromisión de Sinnove— además dicen que dos mentes piensan mejor que una —poco a poco iba diciendo que iba a dejar que pasara la persona que había llamado con educación y esperando la invitación a pasar. Se acercó a la puerta intentando no tardar un poco más de lo que había tardado y la abrió lentamente. Inevitablemente no podía dejar que una leve sonrisa se entreviera en su rostro, se veía demasiado adorable recién levantada. Se hizo a un lado dejando que pasara y volviendo a cerrar la puerta.

Xiamara, supongo te acordarás la otra noche de cierta persona, bueno pues es ella, Sinnove…—susurró mientras volvía a apoyarse en el escritorio— Sinn, ella es Xiamara una amiga, que al parecer ha tenido un contratiempo…—lo último lo susurró bastante más bajo de lo que hubiera deseado. Se quedó observando a ambas, algo volvía a pasar y ella se había vuelto a convertir en una simple espectadora, cosa que no le gustaba en absoluto. Alzó una ceja esperando alguna explicación al mismo tiempo que se cruzaba de brazos. Algo me estoy perdiendo, ¡qué digo algo! Me estoy perdiendo muchas cosas…


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Mensaje por Xiamara Kattalakis Miér Mar 13, 2013 5:47 pm

En cuanto solté la mano de Santana y su mascota empezó a “jugar” con mi rostro pude escuchar como la inmortal se alejaba, no podía verla tenía los ojos cerrados, me sentía mareada, con nauseas estaba completamente segura de que ella lo entendía pues era inteligente además de sus sentidos desarrollados, eso sin mencionar que sus emociones se dispararon, la morena estaba completamente confundida, no tenía idea de que decirme cada una de sus emociones la delataba pero no solo eso, pude percibir en un momento como sus emociones cambiaron, ella sin dudas había caído en la conclusión de que si yo “trabajaba” en un burdel, no era algo raro; claro que era lo más obvio, mas luego sus sentimientos volvieron a cambiar, podía suponer que también ella llego a la solución de que si yo me lo esperara no estaría en el estado en que me encontraba.

Me mantuve con los ojos cerrados, quería detener el tiempo, ya no quería sentir, las emociones de la inmortal estaban dispersas, suponía que estaba pensando que decir... pero la verdad es que no había mucho que decir, las cosas no podía cambiarlas. Después de unos momentos en los que permanecí inmóvil la morena se acercó a mi tomándome una mano “Xiamara… mira no sé qué ha ocurrido pero sabes perfectamente que cuentas con mi apoyo, no estás sola” – me dijo haciendo que lentamente abriese los ojos y aunque por un momento me sentí desorientada me di cuenta de que estaba de rodillas cerca de mí más me quede callada, ella hablaba en serio lo sabía así como también el hecho de que luchaba con sus emociones para mantenerse estable cosa que le agradecía mas no tenía idea de que decirle, no me sentía capaz de hablar me sentía comprendida pues ella además de mantenerse estable acariciaba el dorso de mi mano cosa que de alguna manera me sentaba bien.

Volví a cerrar los ojos, estaba segura que la morena no tardaría mucho en empezar a hacer preguntas que no estaba preparada para contestar es mas no solo era el hecho de que no estuviese preparada para contestar sino que no podía hacerlo, no estaba segura de porque era pero a cada momento me sentía con más mareo y menos capaz de volver a hablar; iba a enderezarme pero en cuanto lo intente recordé que tenía a la mascota de la inmortal quien ya se había vuelto a sentar en mí no dejándome más opción que volverme a acomodar como estaba momentos antes, aunque no es como si pudiera hacer mucho más.

Me mantuve con los ojos cerrados esperando que mi malestar se pasara lo más pronto posible, no quería ser una molestia para la vampira y yo no me sentía en buenas condiciones para hablar; estaba tan abstraída del mundo que no me percaté de que Santana se había levantado hasta que se dirigió a mi “escúchame, en esta casa no se juzga a nadie por nada” No entendía a que se refería “además dicen que dos mentes piensan mejor que una” termino de decir, no acababa de comprender a que se refería, sentía que me perdía de algo hasta que puse más atención a mi alrededor percatándome de que había alguien bastante cerca haciéndome que abriese los ojos provocando un mareo nuevamente pero alcanzando a divisar que la inmortal se dirigía a la puerta haciendo que mi miedo se disparara, empezaba a comprender sus palabras pero una cosa era que ella no me juzgara, otra completamente distinta que a quien fuera a abrirle no lo hiciera.

Respire profundo varias veces intentando calmarme mientras la morena llegaba a la puerta, con esfuerzo limpie mi rostro que estaba lleno de lágrimas, no quería que nadie más me viese así, suficiente malo ya era que la inmortal lo hiciera como para agregar más personas, lo que no me quedaba claro era la intensión de Santana pues por sus palabras anteriores me hacían pensar que tenía la intención de contarle lo que sucedía a quien fuese a pasar, pues era obvio que la morena si sabía de quien se trataba. Cuando por fin abrió la puerta yo me sentía aun un poco mareada así que solo alcanzaba distinguir que la persona que estaba pasando a la habitación era una mujer rubia, que si no me equivocaba por las emociones que emanaban juntas era sin dudas la pareja de Santana “Xiamara, supongo te acordarás la otra noche de cierta persona, bueno pues es ella, Sinnove…” Me la presento mientras mi visión se aclaraba y me daba cuenta de que las casualidades en la vida existían “Sinn, ella es Xiamara una amiga, que al parecer ha tenido un contratiempo…” Ahora me toco a mí el turno de ser presentada, quería levantarme pero apenas y acababa de controlar un poco el malestar como para moverme así que solo me quede mirándola e intente medio sonreírle aunque creo que solo logre una mueca extraña, pero ese no era el punto, ya nos conocíamos, bueno ella ya me conocía, había salvado su vida hacia unas noches.

El entendimiento llego a Sinnove cuando me vio, yo no era la única que la reconocí, ella también lo había hecho pues me sonrió por un momento luego de golpe cambiaron sus emociones al ponerme atención cosa que no me sentó del todo bien haciendo que cerrase los ojos reclinándome un poco más en el sofá haciendo que la gata maullara y se volviera a como dar en mí. Ya con los ojos cerrados respire profundo, me había percatado desde un principio la magia que se sentía al tenerlas juntas, hacía ya muchos años que no percibía algo tan tranquilizador pues si bien era cierto que mis emociones eran un desastre también era cierto que toda mi vida estuve en contacto con emociones tan puras, sabia como utilizarlo a mi favor.

El silencio se apodero un poco de la habitación, Santana estaba molesta porque no entendía porque la sonrisa y luego la preocupación de Sinnove, la rubia solo me miraba, pues aunque no tenía los ojos abiertos percibía su mirada, en cuanto a mí, a pesar de que ellas estuviesen juntas, de que su energía, sus emociones fuesen tan puras que me ayudaban no cambiaban el hecho de que en mi estado los malestares eran normales o eso decía mi madre.

Me sentía débil, no sabía que esperar, me encontraba en un casa ajena, en compañía de una vampiro, de una humana y a pesar de la situación apenas las conocía, pues si bien las cosas que habíamos pasados no eran para menos que confiar en nosotras aún así me sentía fuera de lugar, ellas se dieran cuenta o no irradiaban luz, lo mejor era sin dudas que me estabilizara un poco me disculpara con Santana, con Sinnove me despidiera y regresara a mi hogar, al fin de cuentas solo era una visita que ni siquiera había sido invitada. Respire profundo varias veces y con cuidado quite a la gatita de encima de mi dejándola en el suelo con cuidado, volví a respirar mientras me ayudaba con las emociones de mujeres conmigo, me puse de pie las mire – Sera mejor que me retire – logre decir aunque un poco bajo pero a la primera y lo suficientemente fuerte como para que ambas me escucharan. Me gire despacio dándoles la espalda dirigiéndome hacia la puerta, escuche como la gatita maullaba, estaba por llegar a la puerta cuando todo a mi alrededor se volvió negro y perdí conciencia de mí completamente.



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Mensaje por Santana López Vie Mar 15, 2013 6:15 pm

Quizás aumentar las personas en la sala no hubiese sido la mejor idea, pero para Santana era la indicada. Seguía sintiéndose un tanto ignorada ya que no se enteraba de las cosas que estaban pasando en su propia habitación, pero tampoco forzaría las cosas. La latina tenía claro que Xiamara seguía teniendo en mente la idea de irse, pero no le sería tan fácil, no después de haberse presentado en ese estado en su casa, no cuando había empezado a llorar como si de una fuente se tratara y sabiendo lo que le pasaba. Aunque en realidad solo sabía una parte del drama, y por supuesto quería saber la segunda parte.

Alzó una ceja cuando vio que quitaba a la gata de encima, señal de que pretendía levantarse. Pero prefirió no adelantar acontecimientos y esperar a ver si de verdad creía que podría marcharse tal cual. Sin embargo la incertidumbre le duró bastante poco, toda desapareció en cuanto le dijo que se retiraba. La morena solo negó con la cabeza ligeramente mientras una mueca parecida a una sonrisa asomaba en su rostro. En ese momento todo alcanzó una velocidad demasiado rápida, incluso para la vampira. La veía dirigirse a la puerta y cuando estaba pensando en alcanzarla para evitar que abriese la misma, Xiamara perdió el conocimiento llegando a desmayarse. Por suerte que la velocidad era característica de los vampiros y consiguió llegar a ella antes de que se desplomara por completo en el suelo.

La cogió entre sus brazos para llevarla hacia…exactamente donde tengo que llevarla, ¿el sillón o una cama? Dudó por un momento pero un arrebato de inspiración le indicó que sería mejor llevarla a una habitación. Miró a la rubia, lo cierto es que nunca había atravesado una situación igual y necesitaba un poco de apoyo. No dijo nada simplemente le señaló la puerta con la cabeza para que se la abriera, puede que tuviera más fuerza de la normal y rapidez pero no tenía más que dos manos. Le agradeció su colaboración con una sonrisa– ¿cómo se te dan este tipo de situaciones? Porque yo no tengo ni idea… –susurró medio en broma, pero bastante enserio.

Llevó a Xiamara hasta una de las habitaciones libres en la planta superior y la recostó sobre la cama. No sabía si había comido o no y desde cuando no lo hacía, pero su razonamiento se adaptaba más al embarazo y la posible presión que tuviera encima. Su estado físico se notaba que no era el mejor y este desmayo solo era una de las consecuencias. Xiamara no debía pensar ya en ella misma, ahora debía pensar por dos. Se separó de la cama y se volvió a acercar a la rubia, que la había acompañado hasta la habitación– embarazo… –simplemente susurró esa palabra aunque suponía que la rubia ya lo habría imaginado por su cuenta.

No tenía muy claro que debía hacer en este caso, pero lo primero era hacer que Xiamara reaccionara. Se quedó un momento pensativa mirándola mientras se apoyaba ligeramente en Sinnove. La morena que reposaba sobre su cama iba a necesitar ayuda y Santana iba a brindársela, mas ella tenía que aceptarla. Suspiró sonoramente y volvió su vista a la rubia– exactamente qué se supone que tenemos que hacer…–preguntó a ver si ella tenía más idea del caso. Tantos años, tanta supuesta sabiduría y ahora no era capaz de reaccionar delante de un simple desmayo causado por un mal estado físico.

Lentamente se fue separando de la rubia y volvió a acercarse a la cama, esta vez sentándose en el filo de la misma. Levantó la mano hasta llegar al rostro de Xiamara, acarició su cabello mientras le apartaba algún mechón de pelo de la cara. De verdad que su situación la preocupaba, le había cogido cariño en una sola noche y es que esa primera noche se identificó con ella pero ahora mismo la veía como una hermana pequeña o algo parecido. Volvió la vista hacia Sinnove– oye, y por qué esas miraditas tan cómplices antes, digo, a ver si me tengo que poner celosa de alguien…–alzó ambas cejas, no venía mal despejar un poco la tensión del momento. Sonrió de medio lado dándole a entender que simplemente necesitaba despejar un poco su mente y que no iba del todo en serio, aunque sí que quería saber por qué las miradas.

Ligeramente le dio unas palmaditas en la mejilla para ver si despertaba, además supuso que su tacto frío le ayudaría– Xiamara ¿me oyes? –preguntó sin saber exactamente si era correcto o no pero seguía sin entender muy bien la situación y esto es lo único que se le ocurría hacer de momento. Se mordió el labio con un ligero nerviosismo, suponía el porqué de que no fuera del todo feliz con su embarazo. Se imaginaba que padre no había, bueno que más bien había desaparecido, y que en la sociedad si tenías hijos es porque estabas “felizmente” casada. Y Xiamara no cumplía los requisitos para tener un niño y que la gente no la mirara de mala forma.

Pero bueno, ya vería la forma de hacerla entrar en razón y demostrarle que un niño no era algo malo de lo que avergonzarse tan solo porque lo tendría sola, aunque eso no era totalmente cierto. A la latina siempre la tendría a su lado, y suponía que a Sinnove también, por ello que no se encontraría sola pasara lo que pasara, y como le había dicho hacía un momento, en su casa nadie la juzgaría. No teniendo que en cuenta que la dueña de la casa era un vampiro y encima tenía por pareja a una mujer, y se le suma que esta mujer es cortesana. Se puede decir que sus empleados estaban acostumbrados a las situaciones que se escapaban de las normas estúpidas de esta hipócrita sociedad.


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Mensaje por Sinnove Lindstrom Lun Mar 18, 2013 12:02 pm

En cuestión de segundos, mi mirada pasó de estar clavada sobre la madera de la puerta a estarlo sobre el rostro de Santana. De manera automática, una sonrisa amplia se dibujó en mi rostro, a pesar del nerviosismo que no pude evitar sentir ante la visita misteriosa. Sin llegar a emitir sonido alguno, vocalicé un "hola" con los labios, antes de que ella se hiciese a un lado para dejarme pasar a la biblioteca.
Mi sonrisa dejó de ser tan amplia al reconocer a la mujer que estaba sentada en el sillón rojo que la vampiresa solía utilizar para leer. Xiamara. Me alegraba mucho volver a verla, ya que era una manera de saber que ella estaba bien después de lo que había pasado días atrás, pero a medida que mis pensamientos fueron desarrollándose en mi mente mis emociones empezaron a cambiar bruscamente.

Pánico. Preocupación. Nerviosismo. ¿Qué estaba haciendo ella aquí? ¿Cuales eran sus intenciones? O peor aún, ¿qué le había dicho a Santana?
Desde el principio, no había existido ningún secreto entre nosotras, pero aún así no podía evitar preocuparme ante la posibilidad de que ella se enterase de algunos de los detalles más escabrosos y morbosos de mi vida en el burdel. No aportaban nada y solo conseguirían hacerle daño.
Sin embargo, tras mi ataque de pánico inicial que casi me había llevado hasta el punto de hiperventilar, pude aclarar mis pensamientos y darme cuenta de que algo andaba mal.
Xiamara no estaba bien. ¿Tal vez sería esa la razón por la que estaba aquí? Pero de igual manera, ¿de qué conocía a Santana?

No tuve tiempo de satisfacer las demandas de mi mente, ya que antes de que pudiese reaccionar y darle una explicación a Santana sobre lo que estaba pasando, Xiamara se desvaneció ante mis ojos. Solté un grito ahogado, pero en un abrir y cerrar de ojos Santana la había atrapado entre sus brazos, evitando así que se golpease contra el suelo.

Oh Dios mío... oh Dios mío...—mascullé entre dientes mientras que abría la puerta de la biblioteca a toda velocidad, entendiendo sin necesidad de palabras lo que Santana había querido indicarme. Una vez en el pasillo, comencé a seguir a Santana, dejando que ella liderase el camino mientras que yo apartaba posibles obstáculos—Creo que aún estoy procesando todo esto como para saber que hacer—murmuré, soltando una pequeña risotada nerviosa, fruto de la tensión del momento. No era la primera vez que veía a alguien desplomarse frente a mí, pero si que era la primera vez en la que yo tenía que hacerme cargo de la accidentada en cuestión. Eso unido al nerviosismo de antes del accidente me había dejado un tanto bloqueada.

Una vez en la habitación, y como si Santana me hubiese leído el pensamiento, me resumió en una sola palabra la causa de los males de Xiamara. Oh Dios mío... Viviendo en el mundo en el que ambas vivíamos, este era un gran problema.
Nos apoyamos la una en la otra, pensando en qué hacer con la muchacha inconsciente y con su hijo nonato. Tampoco era la primera vez que sabía de la existencia de una cortesana en su situación, pero la gran mayoría de estas chicas solían recurrir a ciertos métodos para liberarse del problema. Ciertos brebajes no demasiado legales tenían la capacidad de arrancar a un niño del vientre de su madre, aunque eso suponía un gran riesgo para la mujer.

No tenía la más remota idea de lo que pretendía hacer Xiamara, así que supuse que lo primordial era hacerle volver en sí para que pudiese hablar.

Tal vez algo frío consiga hacerla reaccionar—propuse mientras que Santana se acercaba hasta la cama de Xiamara. Con sus siguientes palabras, no pude evitar llevarme de manera inconsciente la mano hasta el cuello, ocultando entre mis dedos la casi imperceptible cicatriz que aquella vampiresa había dejado en mí noches atrás. El momento de las explicaciones había llegado—Ella trabaja en el burdel, en ocasiones. En mi burdel. Pero eso es algo que se desde hace poco tiempo, así que aunque ella sabía quién era yo, yo no sabía quién era ella hasta esa noche... Xiamara fue una de las personas que me encontró en ese callejón, Santana—ese acontecimiento había sido como una especie de tabú, no queriendo recordarlo por la cantidad de malas memorias que despertaba. Sin embargo, el destino parecía haber querido reirse de mí al meter, literalmente, en mi vida a una de las personas que más ligadas habían quedado a esa memoria—No entiendo qué está haciendo aquí...—añadí, practicamente de manera inaudible mientras que me mordía ligeramente el labio inferior—¿La conocías?

Finalmente, llegué a la conclusión de que sus problemas eran de mayor importancia que los míos, ya que tanto su salud como la de su hijo estaban en juego. Con paso decidido me acerqué a la cama, colocándome justo al lado de Santana, hombro con hombro.

Xiamara, abre los ojos, vuelve con nosotras... ¿Xiamara?—la llamé con suavidad mientras que mis manos se colocaban sobre su vientre. Realicé un ligera presión con mis dedos. No tenía demasiada idea, pero por lo que había visto a lo largo de mi vida, si no había ningún bulto extraño y ella no gimoteaba por el dolor, era una buena señal—Xiamara—la llamé de nuevo. A continuación giré mi cabeza en dirección a Santana, no sabiendo como todo esta situación podría estar afectándole—¿Estás bien?


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Mensaje por Santana López Miér Mar 20, 2013 3:51 pm

Si antes había estado un tanto turbia por la rapidez de los acontecimientos, ahora estaba totalmente en shock. Además de haberle abierto los ojos le había salvado la vida a la persona que más quería. Estaba en deuda con Xiamara, si antes le había cogido un cariño especial ahora la tenía por alguien de su propia familia. Ahora no podía permitir que nada, exactamente nada, le pasara a ella y por ende a su hijo. Comenzó a hacer cálculos en su mente contando los días y lo cierto es que le cuadraba, la noche en que se conocieron todavía no eran los cuatros días más horribles en mucho tiempo por lo que tenía que había que haber sido la noche siguiente cuando se hubiera encontrado con la rubia. Aunque eso tampoco importaba mucho, lo importante es que la había salvado y eso era lo que contaba.

Así que también te debo la vida ¿eh morena? —le susurró todavía a una inconsciente Xiamara mientras medio sonreía y seguía con una mano en su rostro a ver si el frio de su tacto le hacía algo. Volvió la vista a Sinnove ante su pregunta, no estaba segura de sí estaba bien o no, simplemente estaba. No le respondió con palabras ya que no sabía que decirle así que simplemente y teniéndola tan cerca le cogió la mano y le dio un apretón. Sabía que la visita la había tomado tan de sorpresa como a ella misma, pero nada más tuvo que verle la cara al encontrarse con la visitante para saber que había algo que le asustaba. En su mente algo le decía que no era por lo que acababa de decirle por lo que comenzó a darse un razonamiento, pero tampoco lo veía tan importante y dejó de lado ese detalle para más tarde.

¿Si la conozco…? —susurró volviendo a mirar a la morena— la conocí antes de esos cuatro días, fui al teatro y al salir la encontré un tanto alterada, y yo como buena alma caritativa le ofrecí mi ayuda. Acabamos discutiendo ligeramente pero todo acabó en una buena conversación que nos sirvió a ambas como desahogo —se humedeció los labios mientras, sin poder evitarlo, recordaba aquella noche— desde esa noche le dije que podía contar conmigo para lo que quisiera, y bueno se lo ha tomado literal cosa que no me molesta. Y ahora que se lo que hizo, me molesta mucho menos —prefirió no volver la mirada hacía la rubia y esperaba por todos los medios que no le preguntara de qué habían hablado exactamente, no quería decirle nada que Xiamara no le hubiera dicho pero tampoco iba a mentirle u ocultarle algo.

Se levantó con delicadeza de la cama y se aceró al marco de la puerta, desde allí llamó a su empleada y le pidió un poco de agua fría y un paño limpio. Por desgracia la mayor de sus empleadas, y la que sabía de estos temas, había salido a unos recados así que deberían esperar a que volviera o que Xiamara recuperara la conciencia antes. Sin tardar mucho María llegó con lo que le había pedido y se retiró. Volvió a acercarse a la cama, dejando la palangana encima de una de las mesitas de noche. Escurrió el paño y se lo pasó delicadamente por el rostro. Tenía una temperatura un poco más alta de lo normal. Cuando hubo humedecido todo su rostro dejó el paño reposar sobre su frente, todavía recordaba cuando su madre se lo hacía a ella de pequeña cuando tenía fiebre y le iba bastante bien por lo que esperaba que también surgiera efecto en Xiamara.

Arrodillándose al lado de la cama y de la rubia comenzó a sumirse en sus pensamiento quebrándose la cabeza por intentar averiguar qué hacer. Apoyó las manos encima de la cama al igual que sus codos y volvió a mirar a la rubia, necesitaba encontrar su reflejo en sus azules ojos para poder sentirse un poco más tranquila. Sabía que las emociones negativas no ayudaban en absoluto a Xiamara por lo que intentaba relajarse o mantenerse en equilibrio, y una forma de hacerla era encontrarse en ese mar azul predilecto— ¿Cómo estás tú? —preguntó en un ligero susurro pues seguía notándola tensa y eso tampoco era bueno, cuanta más tranquilidad hubiera en la habitación o en toda la casa, mejor.

Le sonrió como pudo antes de volver a retirar el contacto visual y centrarse en la accidentada que tenía delante, aunque su vista se paró no en su rostro si no en su vientre. Ya no le hacía falta tocarla para saber que dentro de ella se estaba creando otra vida. No podía evitar pensar que la vida era definitivamente una autentica tortura, no servía nada más para hacer sufrir, eso o el karma y el destino tenían un sentido del humor muy nefasto. Como ya había dicho alguna vez, la vida solo es una broma pesada, solo que a veces se nos da la oportunidad de que esta broma pesada no sea tan mala como puede ser. Si bien un embarazo no era nada horrible, la sociedad lo veía como tal siempre y cuando te salieras de la norma y destacaras, bueno no solo con un embarazo sino con todo.

Quitó esas ideas de su cabeza antes de volver a revolucionar sus emociones y causarle más malestar a la morena, pero siguió con la vista clavada en su vientre. No sabía que idea tenía Xiamara para el futuro respecto a ese hijo aun sin nacer ya que no le había contado absolutamente nada, sus palabras desde su llegada habían sido limitadas, solo para decir lo justo. Suponía que no debía ser fácil para ella por lo que decidió no preguntarle nada, de momento, pero necesitaba alguna que otra respuesta y eso tendría que esperar hasta que ella quisiera y pudiera sino todo sería peor y entonces sí que no podría ayudarla.


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Mensaje por Sinnove Lindstrom Sáb Abr 06, 2013 11:33 am

No pude hacer otra cosa que morderme el labio inferior con gesto de culpabilidad al escuchar las palabras de Santana. Xiamara me había salvado aquella noche, y aún así, lo primero que había pensado al verla era que había venido a llenarle la cabeza a Santana de palabras en mi contra. Y lo cierto era que no podía estar más equivocada. Había tenido esos pensamientos tan negativos cuando ella no había hecho más que ayudarme desde el primer momento, y al verla ahí inconsciente, no pude evitar pensar que tal vez había sido culpa mía. Está embarazada, es evidente que estas cosas pasan, Sinnove.
Por otro lado, no podía dejar de darle vueltas a la gran coincidencia que se había creado al coincidir las tres en esta misma habitación al mismo tiempo. De no haber sido así, lo más probable era que ninguna hubiésemos descubierto esa extraña conexión que nos unía; Santana y Xiamara habrían hablado, yo me habría encontrado con Xiamara en el burdel, y Santana habría venido a buscarme, pero nunca nos habríamos juntado las tres. ¿Demasiada casualidad para ser una simple coincidencia?

La cabeza tenía que estar a punto de empezar a echarme humo por las orejas, ya que había estado tan metida en mis prpias cavilaciones que ni siquiera me había dado cuenta de que Santana había pasado a atender a Xiamara con algo de agua fresca.
En un intento por recuperar algo de calma, me obligué a mi misma a relajar el cuerpo, quitando algo de tensión a mis hombros, rostro y extremidades en general. Soltando un pequeño suspiro volví a centrar mi mirada en Santana, observando como sus manos se movían sobre el rostro de Xiamara con cuidado, asegurándose de que el paño estuviera en perfectas condiciones.

Estoy bien—respondí en un tono de voz bastante suave. No tenía caso exteriorizar mis pensamientos, ya que no sabía si Xiamara podía oírme y no quería hacerla sentir mal. O tal vez sería más apropiado decir que no quería hacerme sentir mal a mí misma al decir esas cosas en voz alta y que los demás pudieran juzgarme—Un poco nerviosa, eso es todo—añadí después de unos instantes, dedicándole una pequeña pero tranquilizadora sonrisa a Santana—Puede que muy nerviosa—una risa tensa escapó de mis labios.

No tenía motivos para estar tan desquiciada, por lo que ese simple intercambio de palabras con Santana fue como una pócima mágica que hizo que mi nivel de estrés se redujese considerablemente en un abrir y cerrar de ojos.
Una vez más, tenía que repetirme a mí misma que, aún en el caso de que Xiamara le hubiese contado algo, pertenecía a mi pasado. Esa parte de mi historia nunca podría borrarla, pero tenía que aprender a lidiar con ella y con sus consecuencias, no dejando que afectasen de esa manera a mi presente.

¿Llegó a decirte que piensa hacer con él o ella?—pregunté al ver que la mirada de Santana se había clavado sobre el vientre de la joven, como si estuviera intentando ver más allá de las capas de ropa y piel. Realmente no era algo de mi incubencia, pero la curiosidad, la preocupación y mis ansias por enmendar los errores fueron más grandes—Tal vez por eso acudió a ti...

No podía más que especular mientras que ella continuase inconsciente, y viendo la situación, no había manera de predecir si eso ocurriría en unos minutos o en varias horas. Aprovechando la cercanía, deposité un beso en la mejilla de Santana, inclinando la cabeza a continuación para recostarla en su hombro.
No me gustaba estar rodeada de gente enferma, principalmente porque siempre había una alta probabilidad de que algo saliese mal y la persona en cuestión falleciera. Esa era también la razón por la que había reusado la compañía cercana de cualquier persona durante toda mi vida (haciendo contadas excepciones), porque no quería tomarles cariño y que luego desaparecieran. Te engañas a ti misma Sinnove, sabes que desde que la conociste nada volvió a ser lo mismo.


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Mensaje por Xiamara Kattalakis Dom Abr 07, 2013 4:36 am


No estaba segura de que era lo que estaba pensando, poco a poco empezaba a escuchar voces a lo lejos, me sentía desorientada y confundida además de mareada, podía percibir algo frio en mi rostro cosa que me reconfortaba un poco entre tanta desorientación. No me podía mover o al menos no mucho, intentaba mover mis manos y levantarme pero me estaba costando muchísimo esfuerzo el siquiera abrir los ojos, no estaba segura ni siquiera donde estaba pero sin dudas era un lugar agradable, las emociones aunque algo turbias de quienes me acompañaban emanaban algo que me hacía sentir en casa, me recordaban a mis padres y poco a poco, aun antes siquiera de abrir los ojos fui cayendo en conciencia de que las personas que estaban a mi alrededor estaban destinadas a estar juntas, la sensación que me producía era como cuando mis padres estaban juntos cosa que sin duda disfrutaba aunque no recordaba bien lo que había pasado.

Me tomo unos minutos recordar todo lo que me estaba pasando, recordé donde estaba y porque estaba ahí cosa que hizo que mis emociones volvieran de golpe; yo no debería estar ahí, fue un error, ahora recordaba a Santana y Sinnove, si no me equivocaba, cosa que rara vez sucedía debía de estar en casa de la morena más me daba cuenta de que estaba acostada ¿Santana tenía una cama en la biblioteca? Eso no era lógico, aunque claro, los inmortales pocas veces lo eran así que no dudaba mucho que esto fuera así, cosa que me hacia querer huir de nuevo. Sabía que mis emociones estaba disparadas mi ansiedad y depresión no podía controlarlas, no tenía que ser muy inteligente para saber que lo más seguro era que todas las personas en la casa pudieran sentir mi estado de ánimo y eso solo aumentaba mas mi necesidad de irme de ahí, me tomaba mi tiempo después de despertar volver a estar en control de mi misma y no trasmitirlo a mi alrededor, por eso mismo me había encerrado todo este tiempo, pero ¿porque estaba acostada? ¿porque acababa de despertar? todo me era completamente confuso.

Me costó mi tiempo recordar lo que había pasado, al menos todo, yo en un ataque de locura, porque sin dudas ahora que estaba acostada entendía que venir era un disparate, estaba en casa de la inmortal, yo... Le dije sobre mi estado, bueno se lo hice sentir, como fuera ahora ella lo sabía, luego había entrado Sinnove, recordaba a la gata, Miss muffet, luego yo me había despedido, me levante del sillón, todo era confuso pues hasta ahí recordaba y mi cabeza daba vueltas, mis emociones, el pánico, asco, miedo, vergüenza todo estaba de vuelta yo quería controlarlo pero no podía, las emociones de las personas conmigo que me suponía eran Santana y Sinnove eran complicadas había miedo, preocupación , culpa, yo debía de irme de esta casa de inmediato.

Abrí lo ojos, por fin podía hacerlo, todo estaba borroso, empezaba a sentir un fuerte dolor de cabeza, necesitaba estar sola, controlarme, no quería que nadie supiera lo que me pasaba, yo era realmente una estúpida, mis emociones estaban cada vez mas fuera de sí y con trabajo empecé a enfocar mi vista, me di cuenta de que quien me tocaba era Santana, estaba helada y era la más cerca, también me percibí que lo frio en mi cabeza ya no estaba pues la sensación de confort que me daba había desaparecido - ¿Donde estoy? - pregunte pero apenas salió mi voz, estaba ronca dándome cuenta de que estaba llorando, nuevamente ni siquiera era conciente de que lo hacía hasta que sentí la humedad en mi rostro.

Santana me miraba y Sinnove también, me sentía nuevamente mareada, me había enderezado bruscamente al preguntar donde estaba cosa que me estaba pasando factura, quería irme antes de que todo el mundo se sumiera en mi miseria - Sácame de aquí - susurre muy despacio tomando la mano de Santana, sabía que ella sentiría lo que yo sentía pero necesitaba irme y algo me decía que ella tenía que ser consciente de cómo me encontraba realmente, de porque me quería ir, yo no quería hacerle daño pero necesitaba ir a casa - Por favor - volví a susurrar - quiero irme - dije muy despacio sintiendo como todo se volvía a oscurecer haciendo que callera nuevamente a la cama pero sin soltar a la inmortal, aún estaba consciente y mis emociones decaían mas, ni siquiera tenía la fuerza para ayudarme de las emociones provenientes de la pareja que tenia conmigo.

Me mantuve con los ojos cerrados pues al intentarlos abrir solo veía luces y el dolor de mi cabeza incrementaba considerablemente. Me había dado cuenta de que ya no estaba en la biblioteca, la habitación era distinta pero no tenía idea donde me encontraba, claro estaba que no era mi casa, lo más seguro era que aun siguiera en la casa de la inmortal y debía salir de ahí, había humanos cerca, Sinnove, y cualquier humano era mas susceptible a mis emociones que Santana - Por favor, ella se verá muy afectada por mi culpa - susurre de nueva cuenta, tratando de apretar la muñeca de Santana que aún no soltaba, tenía que apelar a su necesidad de protección por la humana, recordaba la necesidad de la vampira en protegerla y ahora yo era un peligro.

Seguía con los ojos cerrados cuando sentí un pequeño peso subir encima de mi torso, tarde un momento en darme cuenta que era la mascota de la morena, el animalito había subido hasta mi pecho y maullado a su dueña haciendo que la cabeza me diera vueltas, la luz y al parecer el sonido me causaban molestias más me di cuenta que la gata se había acomodado en mi pecho y quise sonreír, bueno al menos no perdía mi encanto con los animales, eso me confortaba un poco, más aún así tenía que volver a casa - Santana, por favor - pedí casi en suplica - Sin... Sinnove es más propensa a mis emociones...Ella y cualquier huamno... Es posible que ella casi sienta lo que tu - dije apretando nuevamente su mano para que entendiera que ella lo sentía porque la tocaba pero que la humana, ella lo podría percibir porque no tenía su fuerza.

Volví a abrir los ojos, volvía a ver las luces y nublado pero la podía enfocar un poco - Soy un peligro, sabes lo que pasara si pierdo por completo el control... sácame de aquí, no merezco estar aquí, no merezco nada.. - acabe de decir susurrando y en llanto sintiendo como la vergüenza y el asco, el desprecio, todo me golpeaban fuertemente haciendo que la soltara, ya había ocasionado suficiente daño a quien solo me había ofrecido su ayuda, ahora solo esperaba que me sacara de este lugar, después de todo, no podrían dañarme más de lo que ya estaba, si ella me echaba o me mandaba a casa con alguien solo le haría un favor a todo el mundo... quizás alguien se decidiera acabar conmigo y yo sería feliz por esa concesión.
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Mensaje por Santana López Lun Abr 29, 2013 7:19 am

Daba gracias de tener la compañía de la rubia, le permitía estabilizarse y pensar con la mente despejada. Aprovechando que había recostado su cabeza encima de su hombro, besó su frente y suspiró. Tampoco era plan sobrepreocupar a Sinnove y la notaba que no estaba muy a gusto, por tanto no estaba tan bien como le había querido dar a entender. Sin embargo la notaba más relajada que al principio del encuentro.

La verdad es que no ha dicho mucho desde que ha llegado…y no creo que tenga mucha idea de lo que quiere hacer…—frunció el ceño visiblemente mientras intentaba meter todo lo que estaba ocurriendo en un contexto que encajara. Una bruja a la que había conocido hace un par de días, y a la cual había ofrecido su ayuda para lo que necesitara, se había presentado en su casa de improvisto en la tarde y con un aspecto deteriorado. Tras haberla casi obligado a entrar, habían intercambiado miradas pero sin ser reveladoras hasta que Xiamara vio oportuno mostrarle qué le sucedía. Otra pieza se añadía al puzzle, estaba embarazada, pero le faltaba quién era el padre y qué había pasado. Tenía claro que lo que hubiera sucedido no había sido lo “normal” pues en ese caso su visitante no hubiera estado de tal forma. Si le ponía imaginación, suponía que había sido un abuso, pero tampoco le cuadraba mucho pues como había podido comprobar la otra noche, Xiamara sabía defenderse bastante bien. Entonces una lucecita se encendió en la mente de Santana. Drogas. Probablemente quien hubiera hecho esto, la hubiera drogado para hacer lo que quisiera. Ahora comenzaban a encajar sus piezas.

Mientras recomponía todo el rompecabezas del día, empezó a escuchar como el corazón de la joven empezaba a acelerarse, signo inequívoco de que empezaba a despertar de su inconsciencia. Pero no parecía estar despertando muy bien. Parecía estar intentando recordar qué había sucedido y por qué estaba donde estaba. De golpe lo primero que hizo la recién despierta fue cogerle la mano a Santana, a quien las emociones de Xiamara la tomaron totalmente por sorpresa. No hacía más que decirle que quería irse, pero la latina no iba a ceder, no estaba en condiciones para hacerlo. Pero ante su siguiente frase todo su cuerpo se tensó y se puso en alerta, la morena sabía qué decirle para hacerla reaccionar. Bruscamente volvió la mirada a la rubia a su lado. Las emociones seguían transfiriéndose al cuerpo de Santana cada vez más intensamente y comenzaba a afectarla, lo que le impedía pensar con la razón. Sin embargo cuando la soltó y la conexión se rompió, volvió a sus cabales e inspiró una gran bocanada de aire como si durante el tiempo que la había tenido agarrada le hubieran quitado el oxígeno, que no le era necesario.

Se levantó con brusquedad, quizás demasiada, haciendo que Sinnove también lo hiciera y se puso delante de ella interponiéndose entre ambas mujeres. Sabía a lo que podía llegar Xiamara cuando se salía de control por lo que debía apartar a Sinnove cuanto antes y después ya se las arreglaría con la morena. Se volvió hacia la rubia— escúchame, vete, enciérrate en la biblioteca. No salgas hasta que te lo diga, e intenta por todos tus medios permanecer tranquila. ¿De acuerdo? —acarició su mejilla en un intento de que sus peticiones no sonaran como órdenes. La gata y su dueña habían adquirido una compenetración total desde el día de su primer encuentro así que solo hizo falta una mirada de la latina para que la gata saltara de la cama y se fuera con la rubia. Tras ver como ambas salían por el umbral de la puerta, se acercó a esta y la cerró.

Respecto a ti, no permitiré que dejes esta casa hasta que estés en mejores condiciones—si alguien podía pararla hasta el momento era Santana, aunque le costara su esfuerzo— voy a ayudarte, y será más fácil si colaboras. Ahora vas a empezar por tranquilizarte un poco, sé que puedes hacerlo—mantuvo una distancia prudente mientras la miraba fijamente y con el semblante serio que solía caracterizarla normalmente. Se cruzó de brazos, sentía el ambiente cargado y denso que se respiraba en la habitación pero debía mantenerse fuerte y en su posición, siempre intentando mantener sus emociones a raya para no causar más problemas.

Su mente viajaba demasiado rápido, ahora que más o menos tenía desentrañado el quid de la cuestión podía hablar sin equivocarse tanto o mejor dicho, podía escoger mejor sus palabras. Por las últimas sensaciones que había podido percibir de ella, le afectaba más el hecho de sentirse despreciada, asqueada y avergonzada que el estar embarazada. Cosa que solo confirmaba las sospechas de la latina y su teoría. Sin embargo antes de volver a decir palabra alguna debía sentir que Xiamara había conseguido canalizar aunque fuera ligeramente sus propias emociones, que se mantuviera estable y no se saliera de control.


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Mensaje por Xiamara Kattalakis Dom Abr 20, 2014 10:55 pm

Aun no podía entender bien cómo es que las cosas habían llegado hasta el punto en el que estaban, la cabeza me estallaba además de que las lucecitas al abrir los ojos no me dejaban siquiera e pensar algo con claridad, era más que evidente que quería irme de aquí y Santana era demasiado necia para el bien de ambas, sin embargo en cuanto le mencione que mis emociones podían afectarle a Sinnove ella cambio drásticamente su postura y se enderezo, por un momento pensé que había caído en cuenta de mis palabras y me dejaría marcharme, claro que me equivocaba.

La morena había resultado ser una amiga un tanto protectora y se había puesto de pie para pedirme a su novia que se fuera a la biblioteca, que se encerrara y que tratase de estar bien cosa que me hacía plantearme si de verdad ella no estaba siendo afectada por mi estado más de lo que debía, pues era bastante tonto el hecho de pensar que la humana estaría a salvo de mi don poniendo una poco distancia, más no podía hacer mucho, mi empatía me decía lo que sus palabras confirmaron en cuanto Sinn salió de la habitación; La vampiresa no me dejaría irme mientras no estuviese bien ¿tenía idea siquiera de que eso podía llevar días? Dios y se suponía que ella ya había vivido varios siglos más para mi pesar no podía hacer gran cosa, me sentía débil y sus palabras me habían causado diferentes emociones “Respecto a ti, no permitiré que dejes esta casa hasta que estés en mejores condiciones… voy a ayudarte, y será más fácil si colaboras. Ahora vas a empezar por tranquilizarte un poco, sé que puedes hacerlo”

La inmortal creía en mí, no solo en palabras sus emociones me decían que no mentía, pero ella se equivocaba, ella no podía ayudarme, no a menos que aceptase acabar conmigo y ahora estaba segura no lo haría; ella quería que me tranquilizara, realmente estaba segura de que yo podía hacerlo, sin embargo en mi condición no podía no lograr enfocar la vista claramente, mucho menos tranquilizarme. Cerré los ojos más por la ansiedad que me generaba el no poder enfocar nada que por el hecho de querer hacerlo, las imágenes de lo sucedido esa noche con el humano se volvían más claras conforme pasaba el tiempo y me asaltaban violentamente en cuanto cerraba los ojos. Respiré profundo, no era justo lo que le hacía pasar a los humanos en la mansión, la morena no lo resentía tanto al no ser humana, pero estaba segura de que con sus empleados y su novia no pasaba lo mismo – Deja que me vaya, o al menos ordena a los que estén en la casa que salgan de aquí, ni siquiera mis empleados son sometidos a mi estado de ánimo en mi hogar y eso que están más acostumbrados a mi presencia – pedí pausadamente, tan lento que hasta para mi me costaba darle hilo a la oración, pues el hablar me provocaba náuseas y esta no era mi casa.

Tras un momento de silencio y descansar un poco del esfuerzo que me costaba el hablar intente empezar a tranquilizarme, no era ni remotamente sencillo, con cada respiración que daba me sentía más cansada, pero necesitaba salir de aquí, volver a mi casa donde podía enredarme en sabanas y apagar las luces que por más tenues que fuesen en la casa de la inmortal hacían que mi cabeza diera vueltas, además no quería a nadie cerca. Tarde algún tiempo en volver poder hablar – No puedes ayudarme, no debí venir aquí, lamento esta situación – empecé a decir casi en un susurro pero sabía que me entendería – Sin embargo si de verdad deseas ayudarme… acaba conmigo – termine de decir entre cortadamente sintiendo como mis energías se desvanecían, tenía demasiado tiempo sin comer y el esfuerzo de llegar hasta acá, el estar hablando con ella estaba agotando toda mi fuerza – Estoy lista para morir, nadie lo notara, tengo todo arreglado para cuando no este – termine de decir en un murmullo esperando que mis palabras le causaran shock y que  no hilase el hecho de que si mi intención al venir aquí no era pedirle que me matase y yo ya tenía todo listo era porque lo había arreglado ya todo para cuando me decidiera irme a entregar a la Inquisición.

Sentía las emociones de Santana al máximo aunque ella trataba de estar calmada, pero después de mis palabras ella estaba, no lo sabía bien, sus emociones eran muy cambiantes y drásticas así como demasiadas para en mi estado poder descifrarlas, sin embargo ya no me importaba, sentía como mi cuerpo, mi mente empezaba a perder conciencia y necesitaba poder inducir en mi un estado semi- catatónico antes de perder por completo la conciencia y el poder de mi mente para mantenerme aunque fuese un poco al margen de los recuerdos, sabía lo que pasaría si perdía la conciencia de mí en este estado, mi nana ya me había  obligado a despertar muchas veces por lo mal que se ponía la situación y yo no quería eso, no, mucho menos aquí, en una casa ajena donde había servidumbre, donde nadie me conocía, donde nadie me debía lealtad para no divulgar chismes en la cuidad.

No supe en que momento exacto había entrado en la inconsciencia y perdido el poco control que me quedaba sin embargo las imágenes de lo sucedido aquella noche en el burdel habían regresado a mi más claras y vividas que nunca, podía ver como aceptaba la copa, como era arrastrada a una habitación, como intentaba zafarme de aquel hombre al que no podía ver su rostro, solo podría sentir sus manos, su voz, su olor tan desagradable, como se deshacía de mi ropa y por más que pusiese resistencia, por más que le decía que me dejase él me manejaba y tomaba mi cuerpo sin el mayor problema y a pesar de ser un ser poderoso no podía defenderme por mucho que lo intentara, mis poderes no respondían, todo era borroso y me sentía demasiado débil y a pesar de que una parte de mi mente sentía como mi cuerpo se retorcía con fuerza y de escuchar a lo lejos como vi voz pedía ayuda no podía hacer que la pesadilla que estaba viviendo, que estaba reviviendo parase… yo solo quería morir ¿Qué tan difícil era eso? ¿Por qué mi cuerpo no dejaba de luchar por mantenerme con vida? ¿Por qué nadie me auxiliaba si estaba gritando con todas mis fuerzas por algo de ayuda?



SANTANA:
Lamento que no tenga la calidad de post que hago normalmente, batalle un poco para tomar el hilo de lo que nos habíamos quedado y bueno pues aquí esta el resultando, no es el post que mas me haya gustado sin embargo estoy conforme con el, ahora solo me quedo en espera a tu respuesta y disculpa si te complique el rol, ya sabes que me gusta escribir tragedias griegas...

Xia

PD:Tarde mucho en volver a poner este formato Razz


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Mensaje por Santana López Dom Jun 29, 2014 8:48 am

La situación comenzaba a exasperar a la morena, no tenía claro que tenía qué hacer pero por el bien de cada persona en esta casa y especialmente de Xiamara tenía que mantener ella misma la calma para así calmar los ánimos de los demás. Su cerebro frío y calculador comenzó a funcionar como siempre lo había hecho, tenía que conseguir como fuera que Xia se relajara y sabía que sus propios dones no servirían mucho aunque por intentarlo que no quedara. Se sentó en la cama junto a ella y en ese momento se dio cuenta de que había caído en la inconsciencia, eso quizás le daría un poco de tiempo para pensar algo más sobre qué hacer. Las palabras de la morena “...estoy lista para morir, nadie lo notara, tengo todo arreglado para cuando no este…” resonaban en la cabeza de Santana, así que tenía planeada su muerte, su suicidio o como quisiera llamarlo… eso le preocupaba a la latina, desde aquella noche en la que conoció a Xiamara sabía que la chica estaba hundida en su pasado pero desde luego esto que le había sucedido recientemente la había sumido en el más profundo pozo que había visto nunca. Sin embargo no se iba a dar por vencida tan fácilmente.

Le refrescó la cara con la toalla húmeda que aún seguía en la habitación e intentó hacerla reaccionar, parecía estar reviviendo aquello que le hubiera pasado y la latina comenzaba a deducir qué es lo que había pasado. Aunque no tenía claro cómo, ella misma había sido testigo de su poder y no lograba entender como alguien podía haber conseguido esa horrible atrocidad. No era la primera vez que conocía a alguien que había sufrido ese hecho pero esas personas siempre lograban salir del paso de alguna forma. Xiamara, al parecer de la latina, tiene a alguien de quien encargarse ahora, el niño que llevaba en su seno no tenía la culpa de que su padre biológico fuera un desecho humano. Tenía que volver a la vida para ayudar a crear una nueva, pero eso iba a ser difícil hacérselo ver, además no iba a estar sola, tenía a esas personas que la cuidaban además de la propia latina.

-Vamos morena, despierta, tenemos que hablar aunque no quieras…no dejes que el pasado te consuma y vuelve al presente conmigo…-la latina suspiró ante el infructuoso intento mientras seguía humedeciendo su cara, además decidió pasarle la toalla por las zonas donde no le cubría la ropa ya que su temperatura corporal había subido por encima de lo normal. Seguía inconsciente y comenzaba a hacer movimientos bruscos, Santana decidió comenzar a utilizar sus dones para intentar calmar un poco a Xiamara aunque no tenía muy claro si funcionaría. Al menos parecía que los movimientos se suavizaban, no sabía si era por el influjo de ella o porque su cuerpo comenzaba a no poder más, aunque creía que era una mezcla de ambas cosas. Sin duda no podía seguir así.

Santana seguía humedeciendo su rostro e intentando no dejar de influir sobre sus movimientos pero se le hacía un poco difícil porque la otra morena era más poderosa en cuanto al control de las emociones de otros ya que no era su don base, por lo que decidió intentar otra táctica, utilizar su don de la ilusión aunque nunca la había probado con alguien inconsciente o dormido. Cerró los ojos y puso su mano sobre los ojos cerrados Xiamara y se concentró en visualizar imágenes de paisajes hermosos y tranquilos, sin gente, para ver si así lograba algún resultado de la muchacha. También intentó que visualizara a una madre feliz con su hijo en brazos, debía intentar por algún medio que a la morena le entrara la ternura de tener un hijo aunque su nacimiento fuera provocado por un infortunio.

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Mensaje por Sinnove Lindstrom Lun Jul 14, 2014 5:25 pm

Debía de estar volviéndome completamente loca, ya que sin venir a cuento de nada, comencé a sentir una especie de punzada directamente en el corazón. Un auténtico puñal cargado de sentimientos sin sentido. Temor. Desesperación. Pero el nivel de intensidad de esas emociones era tal que llegaban a dolerme físicamente. No entiendo nada.

Dudaba mucho que Santana fuese la causante de todo esto, ya que después de más de cuatro siglos de existencia, tenía la certeza absoluta de que sus habilidades estaban más que controladas. Además, sabía que ella sería incapaz de hacer algo así en mi presencia, sabiendo que me iba a ver afectada de esta manera.
Esto solo dejaba a una posible culpable. Xiamara. ¿Acaso ella también era un ser sobrenatural? Empezaba a ser muy obvio que la respuesta a esa pregunta era más que afirmativa. Sin embargo, no tuve demasiado tiempo para dedicarme a saborear mi desconcierto, ya que en un abrir y cerrar de ojos otra oleada de emociones desbordadas llegó hasta mi cuerpo, haciendo que me flaqueasen hasta las piernas.

De poco sirvió que Santana se interpusiera entre nosotras, aunque en cuanto la tuve cerca me aferré a sus costados con las manos, apretando sus vestimentas entre mis dedos en un intento de aliviar mi sufrimiento.
Por ese mismo motivo, en cuanto ella me pidió que saliese de la habitación, no dudé ni un segundo en obedecerla. Miss Muffet saltó de la cama casi de manera inmediata y para cuando quise llegar a la puerta de la habitación ya revoloteaba entre mis pies, como si quisiera suplir a su ama en su tarea de protegerme.

En cuanto cerré la puerta tras de mí, sentí como si me hubiesen quitado mil kilogramos de los hombros, y aunque mis emociones seguían siendo un tanto caóticas, el alivio fue casi inmediato.
Sabía que la orden de Santana había sido la de encerrarme en la biblioteca, pero tampoco estaba dispuesta a dejarla sola ahí dentro. A riesgo de acabar desquiciada, me senté en el suelo del pasillo, con la espalda apoyada en la pared y la mirada clavada sobre la puerta cerrada de la habitación.

- Parece que los problemas no terminan nunca, ¿eh? - Miss Muffet respondió a mis palabras con un sonoro maullido, saltando sobre mi regazo. Comencé a acariciar el suave pelaje del animal, lo que me ayudó a tranquilizarme mínimamente - Esperemos que todo salga bien... - murmuré sin despegar mis ojos de la puerta.


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Mensaje por Xiamara Kattalakis Sáb Sep 13, 2014 3:53 pm


No sabía cuánto tiempo había pasado, incluso en mi inconciencia una parte de mi tenía claro que mi cuerpo no estaba en condiciones de seguir como hasta ahora, sin embargo por más que gritaba y trataba de huir nadie me escuchaba, nadie me ayudaba a salir del lugar donde estaba, ese hombre me hacía daño y por más que me esforzaba en atraer a las personas nadie me rescataba, era todo tan real, podía sentir su piel sobre la mía, no había manera de escapar por mucho que me esforzara, lo peor era que mi cuerpo no respondía, mis dones tampoco y por más que sentía mi cuerpo convulsionar la pesadilla no cesaba.

Sin embargo no todo es eterno, quizás dios empezaba a compadecerse de mí, pues muy levemente iba perdiendo todo atisbo de lo que sucedía y aunque mi cuerpo seguía moviéndose bruscamente una parte de mí, la que me mantenía con vida, o al menos eso esperaba, se estaba rindiendo, poco a poco mi cuerpo empezaba a dejar de moverse bruscamente, la pesadilla aunque presente y real empezaba a dejar de importar, mi cuerpo, mi mente por fin cedía a dejarme ir, a escaparse de la realidad y aunque sin salir de la inconciencia y sin el menor control sobre mi viendo como ese humano hacia lo que quería ya no importaba, nada lo hacía y mi  cuerpo lo sabía.

Cada vez sentía menos, y aunque lo que veía era horrible sentía como si mi alma escapase de ahí, me alejaba cada vez mas aunque físicamente siguiese ahí, la sensación de rendición era un bendición, yo solo deseaba morir y sabía que pronto seria así, mi cuerpo estaba demasiado cansado como para seguir luchando, la vida como la vivía era una ilusión y todo se desvanecía, el cansancio o algún derivado de el mismo me envolvía, veía lo que me sucedía pero como en una secuencia de hechos en los que no estaba yo incluida. Poco a poco sabia dentro de mí que mi cuerpo suavizaba mis movimientos, la poca energía que tenía estaba consumida, no había mucho que me mantuviese donde estaba más que las imágenes que se me mostraban las cuales yo solo quería dejar de verlas.

Todo mi alrededor, lo que veía, esa pobre niña siendo abusada por un ser miserable, como las cosas sucedían me era cada vez más ajeno, sentía lastima por la chica en esa cama drogada sin manera de defenderse y sin embargo aunque una parte de mi era consciente de la realidad, de que esa niña era yo, otra parte más fuerte decidía huir la vida no tenía sentido después de lo sucedido y yo lo sabía, una parte de mí se despedía de lo que sucedía… Llorando como una cría por algo que no entendía más allá de lo que veía.

La escena se empezaba a volverse oscura, todo iba y venía, los recuerdos, lo que sucedía dejaba de tener alguna secuencia pues yo me iba y volvía aunque no entendía como la hacía. La oscuridad me consumía, el dolor y las emociones más fuertes prevalecían aunque al parecer daño ya no me hacían, la oscuridad las mantenía fuera aunque solo fuese de mi conciencia. Estaba decidida a quedarme ahí, todo era mejor, claro que había dolor sin embargo no contaba, mi mente se aislaba y yo me iba, me iba a un lugar que no existía y sin embargo me perdía, me sentía tan… palabras no existían pero era mejor estar aquí, renunciar a la vida que volver a donde sufría.

Estaba claro que no tenía que elegir mi cuerpo se negaba a seguir y mi mente lo seguía, en poco tiempo mi vida se acabaría y por fin podría ser libre de lo que veía en mis pesadillas, la decisión estaba tomada y sin embargo algo me llamaba y muy dentro en mi mente escuche unas lejanas parabas que me jalaban “Vamos morena, despierta, tenemos que hablar aunque no quieras…no dejes que el pasado te consuma y vuelve al presente conmigo…” Yo no quería hablar y ¿a dónde tenía que volver? No, no quería, aquí el dolor no existía, al menos no como el que me esperaba al presente como ella pedía… Y sin saber por qué la pesadilla regreso, me encontraba nuevamente en la cama pidiendo, gritando, suplicando por ayuda y nadie me oía por más que lo pedía, el dolor me consumía, la vida se me iba de una manera tan cruel y dolorosa que era increíble lo que sufría sin manera de huida.

Ya no me movía, la fuerza en la pesadilla la perdía, solo los ojos grises del hombre y lo que me hacía veía y sentía, luchaba por perderme cuando sin darme cuenta del momento exacto todo había cambiado, ya no estaba en esa cama desnuda, ahora me encontraba en un lago, un hermoso lago en donde metía mis pies, el dolor seguía sin embargo ahora ya no lo entendía ¿Por qué lloraba si el lago era hermoso? Quizás era que el agua estaba muy fría, aun así era reconfortante, tanto que tomaba agua  del lugar y la vertía en mi cara, que bien se sentía, era como un hermoso amanecer después de una noche trágica, y ante este pensamiento mi cuerpo se llenó de miedo y sin comprenderlo ahora estaba en un bosque mientras llovía y las gotas caían serenándome de una manera que pocas cosas lo hacían. Cada poco la escena cambiaba y cada vez me sentía más tranquila, como si mi cuerpo volviese a la vida de una manera bella y tranquila.

Prados, bosques, lagos, ríos y diversos lugares aparecían y desaparecían con una precisión que me sorprendían, era un viaje maravilloso el cual vivía, sin embargo ahora el lugar en el que me encontraba era diferente, un parque con madres y niños veía, que cosa más extraña, todos se divertían, podía escuchar las risas de los niños mientras se divertían y los gritos de las madres mientras preocupadas por sus hijos los reñían, una escena pintoresca y hermosa aunque sin saber porque nerviosa me ponía. Mientras me acercaba a donde los niños estaban la escena cambiaria y con una mujer embarazada me encontraba y al chocar con ella me disculpaba, ella me sonreía y aunque hermosa, elegante y poderosa se veía algo en mí se removía, algo que nerviosa me ponía, sin embargo aún me era increíble la capacidad de una mujer de dar vida, el hecho me conmovía de una manera que no entendía.

Los lugares fueron cambiando y las personas iban y venían, a donde iba casi siempre niños había, madres y mujeres que esperaban serlo, a muchas de ellas las veía y sentimientos me conmovían, vida, y alegría podía ver en lo que les sucedía, sin embargo algo lejano me absorbía y me causaba emociones que no entendía, miedo, angustia y un dolor de cabeza que prevalecía, más no quería ser irrespetuosa y cuando en un parque la mujer que tenía al lado me sonreía y me decía que su bebe se movía mi mano acerque a su vientre abultado mientras su hijo se movía de la nada la pesadilla volvía, esa cama, mis gritos pasaban en mi mente como una experiencia vivida, que por más que intentaba no terminaba.

¿Dónde estaba? ¿Por qué este hombre me dañaba? No entendía sin saber cómo, nuevamente mi alrededor se desvanecía, volvía a estar en un hermoso río con aguas frescas, estas sentada en una piedra que sobresalía un poco del agua mientras esta corría, yo me sentía tranquila, la corriente se escuchaba desde lejos dándome una paz que no entendía. Más el agua estaba fresca y mis pies en ella, el vestido que usaba mojado estaba, había nadado hasta la piedra y ahora estaba tranquila y fresca aunque el calor apremiaba y cuando en un intento de refrescar mi rostro me inclinaba me daba cuenta que embarazada estaba y mi corazón de disparaba mientras diversas imágenes me asaltaban.

Abrí los ojos de golpe asustada, no podía enfocar nada, lo que sentía me sobrepasaba, mi cuerpo gritaba y confundida estaba, no entendía nada de que pasaba, cerré los ojos intentando recordar que estaba pasando, me sentía completamente descontrolada, y por más que intentaba no recordaba nada, poco a poco me centre, aparte del dolor sentía lago fresco en la frente y alguien estaba conmigo, más los sueños me tenían un poco turbada y de la nada al concentrarme en lo último que había soñado, la realidad de golpe había regresado. Grite abriendo los ojos, me sentía débil y ahora sabía quién estaba conmigo, quería gritarle, matarle por haberme regresado y sin embargo no tenía fuerzas ni para enfocarla mientras intentaba mirarla.
Cerré los ojos, le daba un punto al menos ahora estaba controlada, no estaba seguro por cuento lo estaría pues nunca me había sentido tan débil, de hecho ni siquiera sabía cuánto tiempo había transcurrido desde que estaba aquí, podían ser minutos o días ¿A quién le importaba? Y aunque ahora estaba en más control de todo lo que sentía como mis emociones las emanaba y ahora mismo la furia predominaba, no podía creer que de alguna manera la vampira me regresara de donde estaba y si bien no tenía mucha fuerza para hablar no la gastaría en hablarle, ella… ella debía agradecer que no podía hacerle nada, así que recaudando fuerza y con un gran esfuerzo me di la vuelta dándole la espalda, me sentía demasiado expuesta, además estaba perdiendo mi autocontrol rápidamente como para hablar.

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